WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"
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tamalevyrroni
EsperanzaLR
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Foro Maite Perroni & William Levy (LevyRroni) :: Tu primera categoría :: William & Maite (levyrroni)
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Re: WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"
por EsperanzaLR Jue Dic 03, 2015 4:11 pm
—¿Y por qué no te tragas tu orgullo ahora y me dejas andar sin ayuda? Yo sé mejor que nadie por qué no me conviene usar el bastón.
—¿Por qué?
—Te lo contaré mientras cenamos.
—¿Cenar? ¿Aquí? Gracias, pero no —repuso ella.
—Ya hemos hablado de esto antes —le dijo William—. Muy bien, tú eliges.
—¿Yo elijo el qué?
—Bueno, parece que lo que no te ha gustado ha sido que cenáramos aquí. Y me parece bien, no tengo problema. Probemos en un terreno neutral.
Respiró profundamente para intentar calmarse.
—¡Estás tergiversando mis palabras!
—Pero eso es lo que has dicho. ¿Acaso no quieres saber por qué creo que no necesito el bastón? —le sugirió William—. Conozco un agradable restaurante al lado del río. Tienen una langosta exquisita.
Abrió la boca para protestar, pero no dijo nada. Si tenía una debilidad ésa era el marisco y sobre todo la langosta.
—¿Cómo lo has sabido? —le preguntó con suspicacia.
William levantó las cejas sin entender.
—Vendería mi alma por un buen plato de langosta —explicó ella.
—No tenía ni idea, pero está bien saberlo —repuso él con una sonría.
—Si piensas que soy fácil de convencer, estás muy equivocado.
—No se me ocurría pensar eso —afirmó William—. Sólo te estoy invitando a cenar. Eso es todo.
Suspiró frustrada.
—Está bien. Pero sólo una vez. Ahora tendré que ir a casa a cambiarme.
—No hay problema —repuso él mirando el reloj—. Dame tu dirección, Dave y yo te iremos a buscar a las siete, ¿te parece?
De vuelta a casa, aún estaba furiosa y lamentando que la hubiera convencido para ir a cenar. Pero, en cuanto llegó, comenzó a prepararse para la velada y mejoró su humor.
Se duchó y se puso después una sedosa falda con vuelo que le llegaba por la pantorrilla. Era blanca con estampado color canela. La combinó con una blusa blanca sin mangas y unas sandalias de color bronce.
El pelo se lo recogió en alto, en una especie de moño relajado y algo despeinado.
—¿Por qué?
—Te lo contaré mientras cenamos.
—¿Cenar? ¿Aquí? Gracias, pero no —repuso ella.
—Ya hemos hablado de esto antes —le dijo William—. Muy bien, tú eliges.
—¿Yo elijo el qué?
—Bueno, parece que lo que no te ha gustado ha sido que cenáramos aquí. Y me parece bien, no tengo problema. Probemos en un terreno neutral.
Respiró profundamente para intentar calmarse.
—¡Estás tergiversando mis palabras!
—Pero eso es lo que has dicho. ¿Acaso no quieres saber por qué creo que no necesito el bastón? —le sugirió William—. Conozco un agradable restaurante al lado del río. Tienen una langosta exquisita.
Abrió la boca para protestar, pero no dijo nada. Si tenía una debilidad ésa era el marisco y sobre todo la langosta.
—¿Cómo lo has sabido? —le preguntó con suspicacia.
William levantó las cejas sin entender.
—Vendería mi alma por un buen plato de langosta —explicó ella.
—No tenía ni idea, pero está bien saberlo —repuso él con una sonría.
—Si piensas que soy fácil de convencer, estás muy equivocado.
—No se me ocurría pensar eso —afirmó William—. Sólo te estoy invitando a cenar. Eso es todo.
Suspiró frustrada.
—Está bien. Pero sólo una vez. Ahora tendré que ir a casa a cambiarme.
—No hay problema —repuso él mirando el reloj—. Dame tu dirección, Dave y yo te iremos a buscar a las siete, ¿te parece?
De vuelta a casa, aún estaba furiosa y lamentando que la hubiera convencido para ir a cenar. Pero, en cuanto llegó, comenzó a prepararse para la velada y mejoró su humor.
Se duchó y se puso después una sedosa falda con vuelo que le llegaba por la pantorrilla. Era blanca con estampado color canela. La combinó con una blusa blanca sin mangas y unas sandalias de color bronce.
El pelo se lo recogió en alto, en una especie de moño relajado y algo despeinado.
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Re: WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"
por EsperanzaLR Jue Dic 03, 2015 4:14 pm
Se puso un maquillaje muy discreto y decidió mirándose al espejo que a ese peinado le iría bien un par de pendientes largos. Encontró unos con perlas pequeñas y cobre.
Una vez arreglada, intentó comprender por qué estaba preparándose con tanto interés para una cena que había sido más bien una encerrona.
Se dio cuenta de que William McLeod tenía más poder sobre ella del que le hubiera gustado tener que admitir.
Se había visto obligada a aceptar su invitación y se había olvidado de que podía haberse negado a cenar con él.
Dave llamó a la puerta de su piso a las siete en punto y la acompañó hasta el lujoso Mercedes de William. Se subió a la parte de atrás. Él iba sentado en el asiento del copiloto y vio disgustada que llevaba puesto un traje. Iba sin corbata, pero con traje.
—¿A qué tipo de restaurante vamos? —le preguntó en cuanto Dave arrancó.
—A Angelo's.
Era uno de los mejores restaurantes de Brisbane.
—¿Hay algún problema? —le preguntó William dándose la vuelta para mirarla.
—Bueno, no me he vestido para ir a un sitio así. Estoy vestida, sin más. Pensé que íbamos a un agradable restaurante al lado del río. Eso es lo que dijiste. No pensé que me invitabas a uno de los sitios más lujosos, elegantes y caros de la ciudad.
—No me parece que tu apariencia debiera ser un problema —repuso él—. Pero, para tu tranquilidad, te diré que he reservado una mesa en la terraza y el ambiente allí es un poco más relajado que en el comedor principal.
—¿Cómo has conseguido una mesa con tan poco tiempo?
—Me conocen y…
—Perdona, ha sido una pregunta muy tonta —murmuró ella entonces.
Poco después llegaron frente al restaurante y Dave aparcó el coche.
Nunca había estado allí, pero había oído hablar del sitio. No sólo era conocido por su cocina, sino porque estaba de moda.
Nada más entrar se dio cuenta de por qué era así. La decoración era fabulosa. Las paredes eran granates y los suelos, de mármol color champán. La luz era tenue y elegante, todo destacaba por su calidad y lujo. Las sillas de haya hacían juego con el piano de cola que alguien estaba tocando.
No tardó en reconocer a unos cuantos famosos. El restaurante estaba lleno de gente con vestidos brillantes y carísimos. Muchos de ellos pararon a William mientras iban hacia la terraza. Lo saludaban con afecto mientras la miraban a ella con curiosidad y de arriba abajo.
Pensó entonces en sus pendientes. Eran bonitos, pero esas pequeñas perlas no podían compararse con las carísimas y exclusivas joyas de la clientela femenina del
Una vez arreglada, intentó comprender por qué estaba preparándose con tanto interés para una cena que había sido más bien una encerrona.
Se dio cuenta de que William McLeod tenía más poder sobre ella del que le hubiera gustado tener que admitir.
Se había visto obligada a aceptar su invitación y se había olvidado de que podía haberse negado a cenar con él.
Dave llamó a la puerta de su piso a las siete en punto y la acompañó hasta el lujoso Mercedes de William. Se subió a la parte de atrás. Él iba sentado en el asiento del copiloto y vio disgustada que llevaba puesto un traje. Iba sin corbata, pero con traje.
—¿A qué tipo de restaurante vamos? —le preguntó en cuanto Dave arrancó.
—A Angelo's.
Era uno de los mejores restaurantes de Brisbane.
—¿Hay algún problema? —le preguntó William dándose la vuelta para mirarla.
—Bueno, no me he vestido para ir a un sitio así. Estoy vestida, sin más. Pensé que íbamos a un agradable restaurante al lado del río. Eso es lo que dijiste. No pensé que me invitabas a uno de los sitios más lujosos, elegantes y caros de la ciudad.
—No me parece que tu apariencia debiera ser un problema —repuso él—. Pero, para tu tranquilidad, te diré que he reservado una mesa en la terraza y el ambiente allí es un poco más relajado que en el comedor principal.
—¿Cómo has conseguido una mesa con tan poco tiempo?
—Me conocen y…
—Perdona, ha sido una pregunta muy tonta —murmuró ella entonces.
Poco después llegaron frente al restaurante y Dave aparcó el coche.
Nunca había estado allí, pero había oído hablar del sitio. No sólo era conocido por su cocina, sino porque estaba de moda.
Nada más entrar se dio cuenta de por qué era así. La decoración era fabulosa. Las paredes eran granates y los suelos, de mármol color champán. La luz era tenue y elegante, todo destacaba por su calidad y lujo. Las sillas de haya hacían juego con el piano de cola que alguien estaba tocando.
No tardó en reconocer a unos cuantos famosos. El restaurante estaba lleno de gente con vestidos brillantes y carísimos. Muchos de ellos pararon a William mientras iban hacia la terraza. Lo saludaban con afecto mientras la miraban a ella con curiosidad y de arriba abajo.
Pensó entonces en sus pendientes. Eran bonitos, pero esas pequeñas perlas no podían compararse con las carísimas y exclusivas joyas de la clientela femenina del
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Re: WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"
por EsperanzaLR Jue Dic 03, 2015 4:17 pm
restaurante. Y lo mismo le pasaba a su conjunto. Estaba bien, pero no lo había diseñado nadie conocido.
Exhaló profundamente y levantó la barbilla mientras salían a la terraza.
A pesar de no ser tan lujoso como el comedor principal, el ambiente allí era increíble. Había antorchas encendidas alrededor de la terraza, palmeras que se mecían con la suave brisa y los cubiertos y la cristalería de las mesas brillaban sobre los blancos e impolutos manteles.
Los sentaron poco después en la mejor mesa de la terraza. Tenían el río a sus pies.
—Todo esto es impresionante, señor McLeod —le dijo entonces ella con algo de sarcasmo.
William la miró con los ojos entrecerrados.
—Algo me dice que no te gusta…
—Estoy segura de que me gustará la langosta, pero no puedo evitar sentirme fuera de lugar.
—¿Por qué? —preguntó él con sorpresa.
—Esto está lleno de famosos y millonarios, incluso aquí afuera —le dijo mientras miraba a su alrededor—. En cuanto a los precios del menú, son un robo a mano armada.
—Creo que estás generalizando, Maite. ¿No te parece?
—Bueno, es que me gusta la calidad, pero también valoro el dinero. Podría haberte llevado a un sitio donde las langostas son estupendas, pero te cobran por ellas la mitad que aquí. Y el ambiente tampoco está mal.
William se quedó mirándola fijamente.
—Aquí estoy fuera de mi entorno natural, William—añadió con amabilidad—. Es como otro mundo, tu mundo. Es muy glamuroso, pero me parece también un poco falso.
—Muy bien —repuso él con seriedad—. ¿Quieres que vayamos a tu restaurante?
Abrió los ojos al escucharlo.
—¿Pretendes que nos pongamos de pie y salgamos de aquí?
William se encogió de hombros.
—¿Por qué no?
—Pero ¿qué van a pensar?
—¿Importa eso?
Se dio cuenta en ese instante de que aquella situación representaba lo que significaba ser millonario. No sólo podían pagar precios desorbitados por el placer de estar acompañados de famosos y ricos en ese ambiente, sino que también podían
Exhaló profundamente y levantó la barbilla mientras salían a la terraza.
A pesar de no ser tan lujoso como el comedor principal, el ambiente allí era increíble. Había antorchas encendidas alrededor de la terraza, palmeras que se mecían con la suave brisa y los cubiertos y la cristalería de las mesas brillaban sobre los blancos e impolutos manteles.
Los sentaron poco después en la mejor mesa de la terraza. Tenían el río a sus pies.
—Todo esto es impresionante, señor McLeod —le dijo entonces ella con algo de sarcasmo.
William la miró con los ojos entrecerrados.
—Algo me dice que no te gusta…
—Estoy segura de que me gustará la langosta, pero no puedo evitar sentirme fuera de lugar.
—¿Por qué? —preguntó él con sorpresa.
—Esto está lleno de famosos y millonarios, incluso aquí afuera —le dijo mientras miraba a su alrededor—. En cuanto a los precios del menú, son un robo a mano armada.
—Creo que estás generalizando, Maite. ¿No te parece?
—Bueno, es que me gusta la calidad, pero también valoro el dinero. Podría haberte llevado a un sitio donde las langostas son estupendas, pero te cobran por ellas la mitad que aquí. Y el ambiente tampoco está mal.
William se quedó mirándola fijamente.
—Aquí estoy fuera de mi entorno natural, William—añadió con amabilidad—. Es como otro mundo, tu mundo. Es muy glamuroso, pero me parece también un poco falso.
—Muy bien —repuso él con seriedad—. ¿Quieres que vayamos a tu restaurante?
Abrió los ojos al escucharlo.
—¿Pretendes que nos pongamos de pie y salgamos de aquí?
William se encogió de hombros.
—¿Por qué no?
—Pero ¿qué van a pensar?
—¿Importa eso?
Se dio cuenta en ese instante de que aquella situación representaba lo que significaba ser millonario. No sólo podían pagar precios desorbitados por el placer de estar acompañados de famosos y ricos en ese ambiente, sino que también podían
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Re: WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"
por EsperanzaLR Jue Dic 03, 2015 4:20 pm
dejar de hacerlo, sin que nada les preocupara y hacer su voluntad. Algo que William McLeod hacía casi siempre.
—No, pero me sentiría mal. Sobre todo por los empleados.
—Entonces, ¿crees que podrás sonreír y soportarlo?
—Te lo diré cuando pruebe la langosta.
Le miró con frialdad hasta que William sonrió.
—Eres todo un personaje, señorita Torrance —le dijo él entonces—. ¿Bebes?
—Claro que bebo.
—Me refiero a alcohol. ¿Te apetece vino o alguna otra cosa para tomar con el marisco?
—Una copa de vino suena fenomenal. ¿Por qué me lo has preguntado? ¿Tengo aspecto de abstemia?
—Después de haberme reprendido por traerte aquí, pensé que quizás el alcohol fuera otra de tus aversiones personales.
—Lo siento, creo que me he dejado llevar. Pero es que me he sentido mal. Me habría arreglado un poco más de saber que me traías a este sitio.
—Perdóname, lo último que querría hacer sería avergonzarte. Pero, no tienes de qué preocuparte, tienes buen aspecto, te lo aseguro.
Se mordió el labio inferior. Finn parecía sincero.
—Gracias, entonces me olvidaré del asunto. Me encantaría tomar una copa de vino.
—¡Perfecto! —exclamó él mientras la miraba con enigmáticos ojos.
Después llamó al camarero y le pidió una botella de vino.
Un par de horas más tarde, después de comer deliciosas tapas y un exquisito plato de langosta con arroz, ella se dio cuenta de que aún no habían hablado de por qué William quería dejar de usar el bastón. De hecho, casi todo el tiempo habían estado hablando de ella.
Quizás con ayuda del vino, William pareció poder asomar por encima de sus barreras de resentimiento y consiguió que hablara de ella misma.
Le había contado historias sobre sus años en la universidad, su profesión, sus viajes e incluso sus tendencias políticas.
—¿Cómo lo has conseguido? —le preguntó ella de repente—. Me invitaste con la excusa de hablarme de tu bastón y hemos hablado de todo menos de eso.
—A casi todo el mundo le encanta hablar de sí mismo —repuso él encogiéndose de hombros.
—Sí, pero yo… Las cosas son distintas para mí, yo suelo ser la que hago las preguntas.
—No, pero me sentiría mal. Sobre todo por los empleados.
—Entonces, ¿crees que podrás sonreír y soportarlo?
—Te lo diré cuando pruebe la langosta.
Le miró con frialdad hasta que William sonrió.
—Eres todo un personaje, señorita Torrance —le dijo él entonces—. ¿Bebes?
—Claro que bebo.
—Me refiero a alcohol. ¿Te apetece vino o alguna otra cosa para tomar con el marisco?
—Una copa de vino suena fenomenal. ¿Por qué me lo has preguntado? ¿Tengo aspecto de abstemia?
—Después de haberme reprendido por traerte aquí, pensé que quizás el alcohol fuera otra de tus aversiones personales.
—Lo siento, creo que me he dejado llevar. Pero es que me he sentido mal. Me habría arreglado un poco más de saber que me traías a este sitio.
—Perdóname, lo último que querría hacer sería avergonzarte. Pero, no tienes de qué preocuparte, tienes buen aspecto, te lo aseguro.
Se mordió el labio inferior. Finn parecía sincero.
—Gracias, entonces me olvidaré del asunto. Me encantaría tomar una copa de vino.
—¡Perfecto! —exclamó él mientras la miraba con enigmáticos ojos.
Después llamó al camarero y le pidió una botella de vino.
Un par de horas más tarde, después de comer deliciosas tapas y un exquisito plato de langosta con arroz, ella se dio cuenta de que aún no habían hablado de por qué William quería dejar de usar el bastón. De hecho, casi todo el tiempo habían estado hablando de ella.
Quizás con ayuda del vino, William pareció poder asomar por encima de sus barreras de resentimiento y consiguió que hablara de ella misma.
Le había contado historias sobre sus años en la universidad, su profesión, sus viajes e incluso sus tendencias políticas.
—¿Cómo lo has conseguido? —le preguntó ella de repente—. Me invitaste con la excusa de hablarme de tu bastón y hemos hablado de todo menos de eso.
—A casi todo el mundo le encanta hablar de sí mismo —repuso él encogiéndose de hombros.
—Sí, pero yo… Las cosas son distintas para mí, yo suelo ser la que hago las preguntas.
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Re: WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"
por SuenoLR Vie Dic 04, 2015 3:57 am
Sique mi Kat
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Re: WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"
por EsperanzaLR Vie Dic 04, 2015 2:52 pm
SuenoLR escribió:Sique mi Kat
Ahora sigo mi Tonia
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Re: WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"
por EsperanzaLR Vie Dic 04, 2015 2:53 pm
nanatri escribió:
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Re: WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"
por EsperanzaLR Vie Dic 04, 2015 3:00 pm
—Ya me he dado cuenta. Eres muy buena conversando sobre cualquier cosa, con tal de que sea intrascendente.
—Como las peluqueras, ¿no?
—¿Qué te cuenta la gente? —le preguntó William con interés.
—A veces, me dicen las cosas más increíbles. A menudo, cosas que preferiría no saber —repuso ella con una sonrisa triste—. ¿Por qué me lo preguntas?
—No lo sé, supongo que sentía curiosidad —contestó William—. En cuanto a mi bastón, creo que en este momento está impidiendo que avance. Al menos mentalmente.
—¿Qué quieres decir? —le preguntó con el ceño fruncido.
—Necesito un nuevo reto. Tengo que deshacerme del bastón. No tengo ni que decirte que voy a tener cuidado —le explicó él—. Es algo ajeno a mí y me molesta necesitarlo. Quiero valerme por mí mismo. No sé si tiene sentido, pero así son las cosas.
—Entonces, ¿no voy a poder decirte nada que te haga cambiar de opinión?
Finn negó con la cabeza.
—Entiendo lo que me dices. Yo fui de pequeña a clases de patinaje sobre hielo. Me daba miedo soltarme de la barra y estuve así mucho tiempo, hasta que me di cuenta de que esa barra era lo que estaba impidiéndome que avanzara —le dijo con cuidado—. Pero aquí hay mucho más en juego, William. Eres un hombre grande y podrías hacerte mucho daño si te caes. Prométeme que irás poco a poco y tendrás mucho cuidado.
—Te lo prometo —repuso William mirando el reloj—. Dave vendrá pronto a recogernos. Gracias por una velada muy agradable, Maite.
—¿Puedo decirte algo?
—Por supuesto.
—No… Sigo sin entender qué es lo que está pasando —confesó ella apartando la mirada.
—¿Qué quieres decir?
Se quedó pensativa un momento y después le contestó.
—Es como si tuvieras algún plan, algo en mente, del que yo no soy consciente.
—Bueno, sí que tengo planes y sobre todo un objetivo primordial, quiero recuperarme por completo. Por eso necesito que vengas a Waterford, Maite.
Se dio cuenta de que tenía sentido y lo miró con un gesto de impotencia. Había disfrutado mucho de su compañía esa noche y estaba un poco más contenta con la situación.
Se pusieron de pie y fue en ese instante cuando ocurrió. William era alto, apuesto y perfecto. Su presencia era tan hipnótica que sintió un hormigueo por todo su cuerpo
—Como las peluqueras, ¿no?
—¿Qué te cuenta la gente? —le preguntó William con interés.
—A veces, me dicen las cosas más increíbles. A menudo, cosas que preferiría no saber —repuso ella con una sonrisa triste—. ¿Por qué me lo preguntas?
—No lo sé, supongo que sentía curiosidad —contestó William—. En cuanto a mi bastón, creo que en este momento está impidiendo que avance. Al menos mentalmente.
—¿Qué quieres decir? —le preguntó con el ceño fruncido.
—Necesito un nuevo reto. Tengo que deshacerme del bastón. No tengo ni que decirte que voy a tener cuidado —le explicó él—. Es algo ajeno a mí y me molesta necesitarlo. Quiero valerme por mí mismo. No sé si tiene sentido, pero así son las cosas.
—Entonces, ¿no voy a poder decirte nada que te haga cambiar de opinión?
Finn negó con la cabeza.
—Entiendo lo que me dices. Yo fui de pequeña a clases de patinaje sobre hielo. Me daba miedo soltarme de la barra y estuve así mucho tiempo, hasta que me di cuenta de que esa barra era lo que estaba impidiéndome que avanzara —le dijo con cuidado—. Pero aquí hay mucho más en juego, William. Eres un hombre grande y podrías hacerte mucho daño si te caes. Prométeme que irás poco a poco y tendrás mucho cuidado.
—Te lo prometo —repuso William mirando el reloj—. Dave vendrá pronto a recogernos. Gracias por una velada muy agradable, Maite.
—¿Puedo decirte algo?
—Por supuesto.
—No… Sigo sin entender qué es lo que está pasando —confesó ella apartando la mirada.
—¿Qué quieres decir?
Se quedó pensativa un momento y después le contestó.
—Es como si tuvieras algún plan, algo en mente, del que yo no soy consciente.
—Bueno, sí que tengo planes y sobre todo un objetivo primordial, quiero recuperarme por completo. Por eso necesito que vengas a Waterford, Maite.
Se dio cuenta de que tenía sentido y lo miró con un gesto de impotencia. Había disfrutado mucho de su compañía esa noche y estaba un poco más contenta con la situación.
Se pusieron de pie y fue en ese instante cuando ocurrió. William era alto, apuesto y perfecto. Su presencia era tan hipnótica que sintió un hormigueo por todo su cuerpo
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Re: WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"
por EsperanzaLR Vie Dic 04, 2015 3:11 pm
cuando los dos se quedaron en pie y el uno frente al otro. No pudo evitar concentrarse en algunas partes de su anatomía.
Le pareció muy tentador su cuello bronceado, igual que la forma de sus hombros bajo el elegante traje gris. No pudo evitar pensar en ese instante en ellos dos en la piscina, cuando tenía la oportunidad de ver su torso al descubierto y la fina línea de vello que bajaba desde su estómago hasta debajo del bañador.
Lo miró a los ojos mientras sentía como se le aceleraba el pulso. Él parecía estar observándola con tanta atención como ella.
Se preguntó si él estaría sintiendo el mismo hormigueo, pero vio entonces como William apartaba la vista y le hacía un gesto galante para que pasara delante de él.
—Señorita…
Sacudió la cabeza para volver a la realidad. Estaba claro que se había equivocado con él. Había pensado que no podría resistirse si William…
Sacudió de nuevo la cabeza para que su mente no vagara por lugares peligrosos y se recordó una vez más que él era su paciente.
—Muy bien —le dijo entonces con decisión—. Pondré todo mi empeño y esfuerzo en mi trabajo contigo en Waterford, si eso es lo que te preocupa. Siempre lo hago.
—Gracias —repuso él con algo de frialdad.
No se quedó tranquila. Estaba enfadada y nerviosa. No podía romper el hechizo que ese hombre suponía y tampoco quería tener que soportar de nuevo las miradas curiosas de la clientela del restaurante.
Respiró profundamente y contó hasta tres. Después comenzó a andar con decisión y sin darse cuenta de que su enfado y su orgullo marcaban su paso y no dejaba de contonear las caderas.
Y tampoco era consciente de que a William McLeod no le había pasado por alto ese movimiento y parecía estar imaginándose esas mismas caderas por debajo de la ropa.
Maite salió a la terraza de su casa para tomarse una taza de té antes de irse a la cama.
No entendía qué le pasaba, pero le había disgustado que William le hubiera afectado tanto. Sabía que muchas mujeres se podían sentir atraídas por él, pero no estaba siendo realista.
Sabía que nunca podría pasar nada entre ellos.
Le había llamado la atención que se sintiera tan fuera de lugar en el restaurante. Siempre le había parecido que las clases sociales no estaban demasiado marcadas en Australia. Había creído que podía sentirse a gusto en cualquier sitio, pero no había sido así en Angelo's, allí se había sentido observada y rechazada.
Le pareció muy tentador su cuello bronceado, igual que la forma de sus hombros bajo el elegante traje gris. No pudo evitar pensar en ese instante en ellos dos en la piscina, cuando tenía la oportunidad de ver su torso al descubierto y la fina línea de vello que bajaba desde su estómago hasta debajo del bañador.
Lo miró a los ojos mientras sentía como se le aceleraba el pulso. Él parecía estar observándola con tanta atención como ella.
Se preguntó si él estaría sintiendo el mismo hormigueo, pero vio entonces como William apartaba la vista y le hacía un gesto galante para que pasara delante de él.
—Señorita…
Sacudió la cabeza para volver a la realidad. Estaba claro que se había equivocado con él. Había pensado que no podría resistirse si William…
Sacudió de nuevo la cabeza para que su mente no vagara por lugares peligrosos y se recordó una vez más que él era su paciente.
—Muy bien —le dijo entonces con decisión—. Pondré todo mi empeño y esfuerzo en mi trabajo contigo en Waterford, si eso es lo que te preocupa. Siempre lo hago.
—Gracias —repuso él con algo de frialdad.
No se quedó tranquila. Estaba enfadada y nerviosa. No podía romper el hechizo que ese hombre suponía y tampoco quería tener que soportar de nuevo las miradas curiosas de la clientela del restaurante.
Respiró profundamente y contó hasta tres. Después comenzó a andar con decisión y sin darse cuenta de que su enfado y su orgullo marcaban su paso y no dejaba de contonear las caderas.
Y tampoco era consciente de que a William McLeod no le había pasado por alto ese movimiento y parecía estar imaginándose esas mismas caderas por debajo de la ropa.
Maite salió a la terraza de su casa para tomarse una taza de té antes de irse a la cama.
No entendía qué le pasaba, pero le había disgustado que William le hubiera afectado tanto. Sabía que muchas mujeres se podían sentir atraídas por él, pero no estaba siendo realista.
Sabía que nunca podría pasar nada entre ellos.
Le había llamado la atención que se sintiera tan fuera de lugar en el restaurante. Siempre le había parecido que las clases sociales no estaban demasiado marcadas en Australia. Había creído que podía sentirse a gusto en cualquier sitio, pero no había sido así en Angelo's, allí se había sentido observada y rechazada.
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Re: WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"
por EsperanzaLR Vie Dic 04, 2015 3:12 pm
Por otro lado, era un mundo en el que entraban cada día preciosas modelos procedentes de otra clase social. Pero tenía que reconocer que había una gran diferencia entre esas modelos, o esas presentadoras de la televisión, y ella.
Se terminó el té. Ya se sentía un poco mejor. Estaba muy claro que William McLeod no era para ella. Tenía que convencerse de ello y no cambiar nunca de parecer.
Se terminó el té. Ya se sentía un poco mejor. Estaba muy claro que William McLeod no era para ella. Tenía que convencerse de ello y no cambiar nunca de parecer.
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Re: WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"
por EsperanzaLR Sáb Dic 05, 2015 2:33 pm
Capítulo 3
La siguiente sorpresa para Maite llegó dos días antes de que tuvieran que salir hacia Waterford.
La invitaron a cenar en Eastwood con los Bannister.
No le hacía demasiada gracia ir, pero era la oportunidad perfecta para conocer un poco a la familia de William.
Su tía era la anfitriona de la velada. Y se dio cuenta pronto de que su madre y esa señora se podrían llevar muy bien.
Al contrario de lo que le pasaba a ella, William no dejaba que su tía Alice interfiriera en su vida. Estaba claro que no le hacía ninguna gracia que fuera a Waterford y había llegado incluso a ofrecerse a acompañarlo a pesar de que odiaba el ganado. Se dio cuenta de que aún le dolía a la mujer que su sobrino hubiera rechazado su generosa y valiente oferta.
Se juntaron ocho personas a cenar en el elegante comedor de Eastwood. William y su tía, Peter y Melissa, otra pareja y el hermanastro de William, Declan.
Sabía que William tenía treinta y seis años, así que se imaginó que Declan tendría unos veintiocho. No se parecían en nada. William era de complexión oscura y parecía muy maduro. Declan era delgado, rubio y bastante irresponsable. No trabajaba y se dedicaba a navegar en su yate por las islas.
Se imaginó que era el donjuán de la familia, pero tenía que reconocer también que era divertido.
La velada fue más agradable de lo que había esperado y la cena estaba deliciosa. Se alegró de haber seguido el consejo de Melissa a la hora de arreglarse para esa noche. Aunque ella ya estaba más que escarmentada después del fiasco de Angelo's.
Se había puesto un vestido corto y entallado en gris plateado con pedrería negra y finos tirantes. En los pies llevaba sandalias negras y altas. No tenía joyas tan impresionantes como las de la tía de William, pero su piel estaba reluciente y su cabello, suelto y algo ondulado, brillaba a la luz de las velas.
No había tenido tiempo para preguntarse por qué la habían invitado a la cena porque había sido la propia Alice McLeod la que había llamado directamente a su casa para hacerlo. Le había dicho que, ya que los Bannister iban a estar, ella se sentiría también como en casa. Por otro lado, estaba deseando conocer a la persona que iba a acompañar a su sobrino a Waterford.
Le había sorprendido tanto la llamada que no había podido decirle que no. Más tarde, se dio cuenta de que no tenía ninguna buena razón para no ir. Esa velada podía darle más información sobre cómo era William.
Durante la cena, estuvo sentada entre Declan y Peter. A William lo tenía enfrente. Tuvo que pasar gran parte de la cena rechazando las sutiles insinuaciones y proposiciones de Declan.
La siguiente sorpresa para Maite llegó dos días antes de que tuvieran que salir hacia Waterford.
La invitaron a cenar en Eastwood con los Bannister.
No le hacía demasiada gracia ir, pero era la oportunidad perfecta para conocer un poco a la familia de William.
Su tía era la anfitriona de la velada. Y se dio cuenta pronto de que su madre y esa señora se podrían llevar muy bien.
Al contrario de lo que le pasaba a ella, William no dejaba que su tía Alice interfiriera en su vida. Estaba claro que no le hacía ninguna gracia que fuera a Waterford y había llegado incluso a ofrecerse a acompañarlo a pesar de que odiaba el ganado. Se dio cuenta de que aún le dolía a la mujer que su sobrino hubiera rechazado su generosa y valiente oferta.
Se juntaron ocho personas a cenar en el elegante comedor de Eastwood. William y su tía, Peter y Melissa, otra pareja y el hermanastro de William, Declan.
Sabía que William tenía treinta y seis años, así que se imaginó que Declan tendría unos veintiocho. No se parecían en nada. William era de complexión oscura y parecía muy maduro. Declan era delgado, rubio y bastante irresponsable. No trabajaba y se dedicaba a navegar en su yate por las islas.
Se imaginó que era el donjuán de la familia, pero tenía que reconocer también que era divertido.
La velada fue más agradable de lo que había esperado y la cena estaba deliciosa. Se alegró de haber seguido el consejo de Melissa a la hora de arreglarse para esa noche. Aunque ella ya estaba más que escarmentada después del fiasco de Angelo's.
Se había puesto un vestido corto y entallado en gris plateado con pedrería negra y finos tirantes. En los pies llevaba sandalias negras y altas. No tenía joyas tan impresionantes como las de la tía de William, pero su piel estaba reluciente y su cabello, suelto y algo ondulado, brillaba a la luz de las velas.
No había tenido tiempo para preguntarse por qué la habían invitado a la cena porque había sido la propia Alice McLeod la que había llamado directamente a su casa para hacerlo. Le había dicho que, ya que los Bannister iban a estar, ella se sentiría también como en casa. Por otro lado, estaba deseando conocer a la persona que iba a acompañar a su sobrino a Waterford.
Le había sorprendido tanto la llamada que no había podido decirle que no. Más tarde, se dio cuenta de que no tenía ninguna buena razón para no ir. Esa velada podía darle más información sobre cómo era William.
Durante la cena, estuvo sentada entre Declan y Peter. A William lo tenía enfrente. Tuvo que pasar gran parte de la cena rechazando las sutiles insinuaciones y proposiciones de Declan.
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Re: WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"
por EsperanzaLR Sáb Dic 05, 2015 2:38 pm
Le dio la impresión de que William se daba cuenta de lo que estaba pasando, pero su rostro no reflejaba cómo se sentía al respecto.
Tomaron la sopa de marisco y después la deliciosa carne con verduras. Más tarde, les sirvieron un postre de frutas del bosque y helado. Las botellas de vino fueron vaciándose rápidamente y se dio cuenta de que se lo estaba pasando muy bien.
Alice McLeod era todo un personaje. Soltera a sus sesenta y pocos años, era una prestigiosa dietista que había escrito varios libros sobre el tema. Se enteró de que ya no vivía en Eastwood, que había pasado a ser la residencia de William, y centraba gran parte de sus esfuerzos en recaudar fondos para diversas obras de caridad. Declan comentó entonces que era todo una excusa para poder organizar bailes de etiqueta.
Si la mujer estuvo estudiándola durante la cena, lo hizo de manera discreta. Se imaginó que no sólo lo había invitado porque fuera la fisioterapeuta de su sobrino, pero no sabía qué otra intención podía tener hasta que se dio cuenta de que las dos trabajaban en temas de salud.
La conversación fue variada y divertida durante toda la cena, pero no pudo evitar fijarse de vez en cuando en William y ver que parecía cansado. Le alegró, por el bien de su paciente, que la velada terminara pronto.
William decidió acompañarla hasta su coche después de que ella rechazara hábilmente el ofrecimiento de Declan.
—No tienes por qué hacerlo —le dijo Maite—. Pareces algo cansado.
Le sorprendieron sus palabras.
—¿Cómo lo sabes?
—Bueno, es parte de mi trabajo darme cuenta de esas cosas. ¿Te cuesta dormir?
—La verdad es que sí, pero seguro que me recupero pronto —repuso él—. Parece que no te ha gustado mucho mi hermano, ¿no?
—Está bien —contestó Maite con una sonrisa—. Pero creo que no sabía que estaba enfrentándose a toda una experta.
—¿Experta? —repitió él riendo.
—Sí. En mi trabajo, no sólo escucho confidencias de mis pacientes, también las proposiciones más descabelladas —le explicó Maite—. Son gajes del oficio. Se me da bien rechazarlos.
—Vaya…
—Bueno, gracias por una agradable velada —le dijo ella—. Deberías intentar dormir. Si no descansas bien, tu recuperación podría ser más lenta.
—Y ¿qué me recomiendas? No quiero depender de los somníferos.
—Nada un rato en la piscina, haz algo de ejercicio suave en el gimnasio, pídele a Dave que te dé un masaje…
Tomaron la sopa de marisco y después la deliciosa carne con verduras. Más tarde, les sirvieron un postre de frutas del bosque y helado. Las botellas de vino fueron vaciándose rápidamente y se dio cuenta de que se lo estaba pasando muy bien.
Alice McLeod era todo un personaje. Soltera a sus sesenta y pocos años, era una prestigiosa dietista que había escrito varios libros sobre el tema. Se enteró de que ya no vivía en Eastwood, que había pasado a ser la residencia de William, y centraba gran parte de sus esfuerzos en recaudar fondos para diversas obras de caridad. Declan comentó entonces que era todo una excusa para poder organizar bailes de etiqueta.
Si la mujer estuvo estudiándola durante la cena, lo hizo de manera discreta. Se imaginó que no sólo lo había invitado porque fuera la fisioterapeuta de su sobrino, pero no sabía qué otra intención podía tener hasta que se dio cuenta de que las dos trabajaban en temas de salud.
La conversación fue variada y divertida durante toda la cena, pero no pudo evitar fijarse de vez en cuando en William y ver que parecía cansado. Le alegró, por el bien de su paciente, que la velada terminara pronto.
William decidió acompañarla hasta su coche después de que ella rechazara hábilmente el ofrecimiento de Declan.
—No tienes por qué hacerlo —le dijo Maite—. Pareces algo cansado.
Le sorprendieron sus palabras.
—¿Cómo lo sabes?
—Bueno, es parte de mi trabajo darme cuenta de esas cosas. ¿Te cuesta dormir?
—La verdad es que sí, pero seguro que me recupero pronto —repuso él—. Parece que no te ha gustado mucho mi hermano, ¿no?
—Está bien —contestó Maite con una sonrisa—. Pero creo que no sabía que estaba enfrentándose a toda una experta.
—¿Experta? —repitió él riendo.
—Sí. En mi trabajo, no sólo escucho confidencias de mis pacientes, también las proposiciones más descabelladas —le explicó Maite—. Son gajes del oficio. Se me da bien rechazarlos.
—Vaya…
—Bueno, gracias por una agradable velada —le dijo ella—. Deberías intentar dormir. Si no descansas bien, tu recuperación podría ser más lenta.
—Y ¿qué me recomiendas? No quiero depender de los somníferos.
—Nada un rato en la piscina, haz algo de ejercicio suave en el gimnasio, pídele a Dave que te dé un masaje…
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Re: WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"
por EsperanzaLR Sáb Dic 05, 2015 2:42 pm
La miró y abrió la boca para decirle que ya lo había probado todo sin suerte. Pero se quedó callado al verla. Su cabeza le llegaba por el hombro. El color de su vestido plateado hacía que su piel pareciese más cremosa y suave y resaltaba también el gris de sus ojos. Se dio cuenta de que eran muy bonitos, igual que su carnosa boca.
Respiró profundamente al darse cuenta de cuál sería su solución al insomnio.
Si pudiera tenerla en sus brazos esa noche, abrazados cómodamente mientras comentaban la cena, y si después pudiera ir explorando lentamente su cuerpo…
Pensó en cómo reaccionaría Maite Torrance si le dijera lo que estaba pensando. Esa mujer acababa de confesarle que estaba acostumbrada a rechazar proposiciones de sus pacientes.
Sonrió al recordar cómo se había librado de su hermanastro y se dio cuenta de que esa joven estaba complicándole la existencia.
—Muy bien. Bueno, buenas noches —le dijo.
De manera brusca, se dio la vuelta y se marchó de allí.
Dos semanas más tarde, Maite se dio cuenta de que, a pesar de haberse ido a Waterford con él, ya no había la misma camaradería entre los dos y no entendía cómo podía ser así. Sobre todo después de que hablaran claramente el día que la invitó a cenar en Angelo's.
Por otro lado, Waterford estaba siendo toda una experiencia para ella.
Augathella estaba a setecientos kilómetros de Brisbane hacia el norte. La ciudad estaba asentada al lado del río Warrego. Se trataba de una población pequeña y rural que era la capital de esa región eminentemente ganadera.
A dos horas en coche de allí estaba el cañón de Carnarvon, una de las zonas más impresionantes de la gran cordillera central. Era un lugar lleno de torrentes, piscinas naturales en las montañas y barrancos impresionantes. Ese escarpado paisaje contrastaba con las planicies que rodeaban Augathella.
Habían volado por encima de ese cañón de camino a Waterford y ella se había quedado sin palabras ante tanta belleza.
Además de William y de ella, en el avión iban Dave, Walt, el secretario personal de William y dos pilotos.
La casa de Waterford tenía más de cien años. Era una mansión de fachada rosada y grises tejados. Bastaba con entrar en su interior para darse cuenta de que estaba llena de historias.
La mantenían en muy buen estado. Los suelos de madera estaban perfectos, las lámparas eran una maravilla, igual que sus alfombras persas y obras de arte.
Una de sus habitaciones favoritas estaba llena de vitrinas con piedras preciosas y minerales encontrados en la zona. Había ópalos, amatistas, zafiros, cristales y rocas con pepitas de oro. También tenían allí una pianola y muchos rollos de música.
Respiró profundamente al darse cuenta de cuál sería su solución al insomnio.
Si pudiera tenerla en sus brazos esa noche, abrazados cómodamente mientras comentaban la cena, y si después pudiera ir explorando lentamente su cuerpo…
Pensó en cómo reaccionaría Maite Torrance si le dijera lo que estaba pensando. Esa mujer acababa de confesarle que estaba acostumbrada a rechazar proposiciones de sus pacientes.
Sonrió al recordar cómo se había librado de su hermanastro y se dio cuenta de que esa joven estaba complicándole la existencia.
—Muy bien. Bueno, buenas noches —le dijo.
De manera brusca, se dio la vuelta y se marchó de allí.
Dos semanas más tarde, Maite se dio cuenta de que, a pesar de haberse ido a Waterford con él, ya no había la misma camaradería entre los dos y no entendía cómo podía ser así. Sobre todo después de que hablaran claramente el día que la invitó a cenar en Angelo's.
Por otro lado, Waterford estaba siendo toda una experiencia para ella.
Augathella estaba a setecientos kilómetros de Brisbane hacia el norte. La ciudad estaba asentada al lado del río Warrego. Se trataba de una población pequeña y rural que era la capital de esa región eminentemente ganadera.
A dos horas en coche de allí estaba el cañón de Carnarvon, una de las zonas más impresionantes de la gran cordillera central. Era un lugar lleno de torrentes, piscinas naturales en las montañas y barrancos impresionantes. Ese escarpado paisaje contrastaba con las planicies que rodeaban Augathella.
Habían volado por encima de ese cañón de camino a Waterford y ella se había quedado sin palabras ante tanta belleza.
Además de William y de ella, en el avión iban Dave, Walt, el secretario personal de William y dos pilotos.
La casa de Waterford tenía más de cien años. Era una mansión de fachada rosada y grises tejados. Bastaba con entrar en su interior para darse cuenta de que estaba llena de historias.
La mantenían en muy buen estado. Los suelos de madera estaban perfectos, las lámparas eran una maravilla, igual que sus alfombras persas y obras de arte.
Una de sus habitaciones favoritas estaba llena de vitrinas con piedras preciosas y minerales encontrados en la zona. Había ópalos, amatistas, zafiros, cristales y rocas con pepitas de oro. También tenían allí una pianola y muchos rollos de música.
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Re: WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"
por EsperanzaLR Sáb Dic 05, 2015 2:44 pm
Otra sala, la de juegos, tenía una mesa de billar y otras para jugar a las cartas o al ajedrez.
Todas las habitaciones tenían chimeneas. Allí los inviernos eran muy fríos.
Sólo William, Dave y ella misma dormían en la casa principal y tenían dormitorios con zona de estar y cuartos de baño privados.
El resto del grupo, todos hombres, se alojaban en un anexo construido al lado de la mansión, donde vivía también el personal de la casa. Descubrió un tiempo después que había otra casa más, una especie de cabaña con cuatro dormitorios a la que se referían como la Casa Verde.
Le encantaron los jardines, llenos de vegetación y mil colores.
No tenía ninguna objeción con el sitio. El ambiente parecía mucho más relajado que el que tenía William en Eastwood.
Comían todos juntos alrededor de una larga mesa que había al lado de la cocina. Estaban ocupados durante el día, pero por la noche, quien quisiera compañía siempre la encontraba en la sala de juegos.
Recordó sus reticencias a la hora de ir a ese sitio. Había pensado que iba a ser una especie de cárcel para ella, pero no podía haber estado más equivocada.
Le encantaba ese lugar, los grandes espacios y tener la posibilidad de montar a caballo, algo que no hacía desde su infancia.
Le fascinó la organización de ese lugar, los vaqueros, los ganaderos y los perros que controlaban a las reses. Se dio cuenta de que Waterford era casi como un pueblo.
Había en la finca varias casas para los empleados y un barracón. También multitud de cobertizos para las herramientas, establos, una tienda, una caseta de primeros auxilios y una escuela. Algo más lejos estaba el helipuerto y la pista de aterrizaje de las avionetas.
Había jugado ya varias veces al golf en el campo de nueve hoyos que había en la finca. Era más complicado jugar allí que en otros campos y los juegos los interrumpían de vez en cuando un ualabi o un emú con sus polluelos.
No había podido jugar con William. A pesar de que ya no usaba bastón y que parecía ir bien sin él, no estaba preparado para hacer deporte por su cuenta.
Se pasaba tres mañanas por semana trabajando en el hospital local. Su tarea consistía en enseñar técnicas de fisioterapia a otros profesionales y le estaba gustando mucho hacerlo. También se había convertido en poco tiempo en una de las personas favoritas del grupo de niños que vivían allí. Por una parte, porque arbitraba sus partidos de fútbol y por otra, por la pianola. Era duro tener que pisar continuamente los pedales del instrumento, pero le encantaban las viejas canciones que tocaba y solía cantarlas. Alguna vez la había usado directamente como piano.
Una tarde, estaba tocando uno de los rollos de música y cantando cuando sintió de repente que no estaba sola. Maite se detuvo y vio que William la observaba desde la puerta.
Todas las habitaciones tenían chimeneas. Allí los inviernos eran muy fríos.
Sólo William, Dave y ella misma dormían en la casa principal y tenían dormitorios con zona de estar y cuartos de baño privados.
El resto del grupo, todos hombres, se alojaban en un anexo construido al lado de la mansión, donde vivía también el personal de la casa. Descubrió un tiempo después que había otra casa más, una especie de cabaña con cuatro dormitorios a la que se referían como la Casa Verde.
Le encantaron los jardines, llenos de vegetación y mil colores.
No tenía ninguna objeción con el sitio. El ambiente parecía mucho más relajado que el que tenía William en Eastwood.
Comían todos juntos alrededor de una larga mesa que había al lado de la cocina. Estaban ocupados durante el día, pero por la noche, quien quisiera compañía siempre la encontraba en la sala de juegos.
Recordó sus reticencias a la hora de ir a ese sitio. Había pensado que iba a ser una especie de cárcel para ella, pero no podía haber estado más equivocada.
Le encantaba ese lugar, los grandes espacios y tener la posibilidad de montar a caballo, algo que no hacía desde su infancia.
Le fascinó la organización de ese lugar, los vaqueros, los ganaderos y los perros que controlaban a las reses. Se dio cuenta de que Waterford era casi como un pueblo.
Había en la finca varias casas para los empleados y un barracón. También multitud de cobertizos para las herramientas, establos, una tienda, una caseta de primeros auxilios y una escuela. Algo más lejos estaba el helipuerto y la pista de aterrizaje de las avionetas.
Había jugado ya varias veces al golf en el campo de nueve hoyos que había en la finca. Era más complicado jugar allí que en otros campos y los juegos los interrumpían de vez en cuando un ualabi o un emú con sus polluelos.
No había podido jugar con William. A pesar de que ya no usaba bastón y que parecía ir bien sin él, no estaba preparado para hacer deporte por su cuenta.
Se pasaba tres mañanas por semana trabajando en el hospital local. Su tarea consistía en enseñar técnicas de fisioterapia a otros profesionales y le estaba gustando mucho hacerlo. También se había convertido en poco tiempo en una de las personas favoritas del grupo de niños que vivían allí. Por una parte, porque arbitraba sus partidos de fútbol y por otra, por la pianola. Era duro tener que pisar continuamente los pedales del instrumento, pero le encantaban las viejas canciones que tocaba y solía cantarlas. Alguna vez la había usado directamente como piano.
Una tarde, estaba tocando uno de los rollos de música y cantando cuando sintió de repente que no estaba sola. Maite se detuvo y vio que William la observaba desde la puerta.
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Re: WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"
por EsperanzaLR Sáb Dic 05, 2015 2:48 pm
—¿Estoy haciendo demasiado ruido?
—No, cantas bien.
Se levantó, abrió las puertas de la pianola y sacó el rollo de música que había colocado minutos antes. Después lo metió con cuidado en su caja.
—No te detengas por mí. Seguro que le viene bien a la pianola que alguien la use.
—Sé a quién le encantaría escuchar esta música —le dijo sin pensar—. A los niños de Waterford.
William miró a su alrededor. La sala estaba llena de vitrinas. Parecía algo alarmado.
—No, no. Nunca se me ocurriría traerlos aquí. Por cierto, necesita que la afinen.
—Supongo que si alguien los vigila y queda claro que no pueden tocar nada…
—¡No! —lo interrumpió ella con una sonrisa—. Es demasiada responsabilidad para mí.
William la observó un momento, después se encogió de hombros y se fue.
Dos días después, llegó un afinador de pianos que había viajado desde Toowoomba. La pianola desapareció de su sala y apareció de nuevo en un almacén que había al lado de la escuela. Alguien se había encargado de limpiar el sitio y acondicionarlo para hacerlo más agradable. Y su hueco en la sala de las vitrinas lo ocupó un piano nuevo que llegó en un camión otro día.
William le entregó entonces la llave del almacén.
—Pero… Pero todo este trabajo… Si voy a estar aquí poco tiempo —protestó ella.
—Bueno, alguien te sustituirá después.
Miró la llave en su mano. No sabía si estar contenta o disgustada con todo aquello. Lo arbitrario de la decisión, algo que caracterizaba mejor que nada cómo era William, fue lo que pudo con ella.
Había estado en lo cierto. A los niños les encantó la pianola. Pronto aprendieron las letras y comenzaron a cantar con ella.
Pero fue después de arbitrar un partido de fútbol de los niños cuando tuvo un memorable encontronazo con William.
Volvió a la casa cubierta de polvo y con la cara colorada por el esfuerzo. Se dejó caer en una silla del porche para recuperarse antes de ir a su dormitorio a ducharse. Pero una serpiente interrumpió su descanso e hizo que se pusiera en pie de un salto.
No se movió, no gritó, se limitó a observarla hasta que cruzó el porche y se perdió entre unos arbustos.
Entonces respiró de nuevo.
—¡Odio las serpientes! —gritó entonces con toda su alma.
—No, cantas bien.
Se levantó, abrió las puertas de la pianola y sacó el rollo de música que había colocado minutos antes. Después lo metió con cuidado en su caja.
—No te detengas por mí. Seguro que le viene bien a la pianola que alguien la use.
—Sé a quién le encantaría escuchar esta música —le dijo sin pensar—. A los niños de Waterford.
William miró a su alrededor. La sala estaba llena de vitrinas. Parecía algo alarmado.
—No, no. Nunca se me ocurriría traerlos aquí. Por cierto, necesita que la afinen.
—Supongo que si alguien los vigila y queda claro que no pueden tocar nada…
—¡No! —lo interrumpió ella con una sonrisa—. Es demasiada responsabilidad para mí.
William la observó un momento, después se encogió de hombros y se fue.
Dos días después, llegó un afinador de pianos que había viajado desde Toowoomba. La pianola desapareció de su sala y apareció de nuevo en un almacén que había al lado de la escuela. Alguien se había encargado de limpiar el sitio y acondicionarlo para hacerlo más agradable. Y su hueco en la sala de las vitrinas lo ocupó un piano nuevo que llegó en un camión otro día.
William le entregó entonces la llave del almacén.
—Pero… Pero todo este trabajo… Si voy a estar aquí poco tiempo —protestó ella.
—Bueno, alguien te sustituirá después.
Miró la llave en su mano. No sabía si estar contenta o disgustada con todo aquello. Lo arbitrario de la decisión, algo que caracterizaba mejor que nada cómo era William, fue lo que pudo con ella.
Había estado en lo cierto. A los niños les encantó la pianola. Pronto aprendieron las letras y comenzaron a cantar con ella.
Pero fue después de arbitrar un partido de fútbol de los niños cuando tuvo un memorable encontronazo con William.
Volvió a la casa cubierta de polvo y con la cara colorada por el esfuerzo. Se dejó caer en una silla del porche para recuperarse antes de ir a su dormitorio a ducharse. Pero una serpiente interrumpió su descanso e hizo que se pusiera en pie de un salto.
No se movió, no gritó, se limitó a observarla hasta que cruzó el porche y se perdió entre unos arbustos.
Entonces respiró de nuevo.
—¡Odio las serpientes! —gritó entonces con toda su alma.
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Re: WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"
por EsperanzaLR Sáb Dic 05, 2015 2:51 pm
—Pues finges muy bien —repuso alguien con buen humor.
Se dio la vuelta y vio a William tras ella en el porche.
—Me lo enseñaron en un curso de primeros auxilios que hice —explicó ella encogiéndose de hombros—. Creo que no era peligrosa ni agresiva, pero aun así…
—Tienes razón —le dijo William—. Pero ver una serpiente tan cerca asusta aunque estés convencido de que no te va a hacer nada.
Lo miró con el ceño fruncido.
—Seguro que a ti te gustan las serpientes. Y seguro que esperabas que una urbanita como yo reaccionara de otra manera, ¿verdad?
—Veo que todavía te duele mi comentario —repuso él mirándola de arriba abajo.
Estaba sucia, acalorada y con necesidad de ducharse enseguida. William, en cambio, tenía una apariencia limpia y fresca. Nunca se cansaba de mirarlo.
—Lo cierto es que no entiendo por qué te negabas a venir cuando está claro que este sitio te sienta como anillo al dedo.
Abrió la boca para protestar, la cerró y apretó los dientes con irritación.
—Si me negaba a venir o no es asunto mío, William McLeod, no tuyo —repuso ella de mala gana mientras entraba en la casa.
—Por cierto, Maite, la verdad es que odio las serpientes.
Pero ella estaba demasiado enfadada como para aceptar esa oferta de paz y siguió andando.
A Maite le habían molestado mucho sus palabras. Se sentía como si tuviera que justificar ante William el hecho de que le gustara ese sitio. Le daba la impresión de que no podía complacerlo de ninguna manera.
Con el paso de los días, se había dado cuenta de que William iba mejorando y estaba más relajado allí. Disfrutaba recorriendo el rancho con el todoterreno o el helicóptero. Parecía estar relajado todo el tiempo, excepto cuando estaba con ella.
Ese hecho empezó a obsesionarla cada vez más. Echaba de menos la buena relación que había tenido siempre con él. Esa especie de amistad había significado mucho para ella y sólo se había dado cuenta de ello cuando la había echado en falta.
Cuando trabajaban en el gimnasio, él parecía más incómodo en su presencia y le daba la impresión de que le molestaba que le hablara. Así que cada vez pasaba más tiempo callada.
También le dio la impresión de que le incomodaba que le tocara la pierna para tratársela y ayudarle con los ejercicios. No entendía qué pasaba ni qué había cambiado. Llevaba meses haciéndolo sin que él se quejara nunca.
Se dio la vuelta y vio a William tras ella en el porche.
—Me lo enseñaron en un curso de primeros auxilios que hice —explicó ella encogiéndose de hombros—. Creo que no era peligrosa ni agresiva, pero aun así…
—Tienes razón —le dijo William—. Pero ver una serpiente tan cerca asusta aunque estés convencido de que no te va a hacer nada.
Lo miró con el ceño fruncido.
—Seguro que a ti te gustan las serpientes. Y seguro que esperabas que una urbanita como yo reaccionara de otra manera, ¿verdad?
—Veo que todavía te duele mi comentario —repuso él mirándola de arriba abajo.
Estaba sucia, acalorada y con necesidad de ducharse enseguida. William, en cambio, tenía una apariencia limpia y fresca. Nunca se cansaba de mirarlo.
—Lo cierto es que no entiendo por qué te negabas a venir cuando está claro que este sitio te sienta como anillo al dedo.
Abrió la boca para protestar, la cerró y apretó los dientes con irritación.
—Si me negaba a venir o no es asunto mío, William McLeod, no tuyo —repuso ella de mala gana mientras entraba en la casa.
—Por cierto, Maite, la verdad es que odio las serpientes.
Pero ella estaba demasiado enfadada como para aceptar esa oferta de paz y siguió andando.
A Maite le habían molestado mucho sus palabras. Se sentía como si tuviera que justificar ante William el hecho de que le gustara ese sitio. Le daba la impresión de que no podía complacerlo de ninguna manera.
Con el paso de los días, se había dado cuenta de que William iba mejorando y estaba más relajado allí. Disfrutaba recorriendo el rancho con el todoterreno o el helicóptero. Parecía estar relajado todo el tiempo, excepto cuando estaba con ella.
Ese hecho empezó a obsesionarla cada vez más. Echaba de menos la buena relación que había tenido siempre con él. Esa especie de amistad había significado mucho para ella y sólo se había dado cuenta de ello cuando la había echado en falta.
Cuando trabajaban en el gimnasio, él parecía más incómodo en su presencia y le daba la impresión de que le molestaba que le hablara. Así que cada vez pasaba más tiempo callada.
También le dio la impresión de que le incomodaba que le tocara la pierna para tratársela y ayudarle con los ejercicios. No entendía qué pasaba ni qué había cambiado. Llevaba meses haciéndolo sin que él se quejara nunca.
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Re: WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"
por EsperanzaLR Dom Dic 06, 2015 2:23 pm
De un modo u otro, y fuera por lo que fuera, tenía que reconocer que se sentía dolida. No entendía en qué estaba fallando. Le daba la impresión de que no había cambiado nada.
No podía dejar de pensar en por qué estaría tan distante con ella. Y empezó a verlo como una persona más que como un paciente. Después, comenzó a pensar en él como hombre.
Lo vio un día reunido con el equipo que se encargaba de las reses. Llevaba pantalones vaqueros y una camisa caqui, botas de montar y un sombrero. Le pareció más alto y en forma que nunca.
Apoyado en el tronco de un árbol, tenía el aspecto de un líder con autoridad, pero también parecía muy humano mientras acariciaba la cabeza de un perro que no dejaba de seguirlo a todas partes.
Su corazón comenzó a latirle con fuerza mientras lo miraba. No pudo evitar preguntarse cómo sería William McLeod en la cama.
Se alejó rápidamente de allí. Siempre se había sentido orgullosa de no dejar que los hombres le afectaran y no entendía qué le estaba pasando. Pensó que quizás estaba saliendo por fin de la burbuja en la que se había metido después de que James la dejara plantada. Lo que no podía creer era que le hubiera pasado con un paciente.
Era consciente de que William era algo más que otro de sus pacientes. Se había convertido casi en una empleada personal, pero seguía tratándose de la familia McLeod y, aunque las cosas eran más relajadas en Waterford que en Eastwood, seguían siendo mundos a los ella no pertenecía.
La vida de gente como William estaba llena de modelos famosas, yates de lujo y aviones privados.
Aunque personas como Alice McLeod le recordaban que no todos los miembros de la alta sociedad llevaban vidas vacías e inútiles.
Aun así, sabía que nadie podría ocupar nunca el lugar de alguien tan especial como Holly Pearson.
A pesar de todo, había tenido otro despiste imperdonable.
Una noche, en la sala de juegos, ella había estado jugando al ajedrez con Walt y a punto de ganarlo. El resto de la gente jugaba al billar, incluso William. No podía dejar de mirarlo de vez en cuando, mientras Walt meditaba su siguiente movimiento.
Esa noche estaba especialmente atractivo con una camisa blanca abierta y unos pantalones marrones. Era como un imán para sus ojos. Y no sólo su cuerpo, también sus manos. Se fijó en ellas y en cómo agarraba el taco. Lo vio bromear con todos y a la gente riendo.
Estaba tan concentrada en él que Walt acabó ganándole la partida. Aun así, no podía dejar de pensar en por qué William podía comportarse así con todo el mundo menos con ella.
No podía dejar de pensar en por qué estaría tan distante con ella. Y empezó a verlo como una persona más que como un paciente. Después, comenzó a pensar en él como hombre.
Lo vio un día reunido con el equipo que se encargaba de las reses. Llevaba pantalones vaqueros y una camisa caqui, botas de montar y un sombrero. Le pareció más alto y en forma que nunca.
Apoyado en el tronco de un árbol, tenía el aspecto de un líder con autoridad, pero también parecía muy humano mientras acariciaba la cabeza de un perro que no dejaba de seguirlo a todas partes.
Su corazón comenzó a latirle con fuerza mientras lo miraba. No pudo evitar preguntarse cómo sería William McLeod en la cama.
Se alejó rápidamente de allí. Siempre se había sentido orgullosa de no dejar que los hombres le afectaran y no entendía qué le estaba pasando. Pensó que quizás estaba saliendo por fin de la burbuja en la que se había metido después de que James la dejara plantada. Lo que no podía creer era que le hubiera pasado con un paciente.
Era consciente de que William era algo más que otro de sus pacientes. Se había convertido casi en una empleada personal, pero seguía tratándose de la familia McLeod y, aunque las cosas eran más relajadas en Waterford que en Eastwood, seguían siendo mundos a los ella no pertenecía.
La vida de gente como William estaba llena de modelos famosas, yates de lujo y aviones privados.
Aunque personas como Alice McLeod le recordaban que no todos los miembros de la alta sociedad llevaban vidas vacías e inútiles.
Aun así, sabía que nadie podría ocupar nunca el lugar de alguien tan especial como Holly Pearson.
A pesar de todo, había tenido otro despiste imperdonable.
Una noche, en la sala de juegos, ella había estado jugando al ajedrez con Walt y a punto de ganarlo. El resto de la gente jugaba al billar, incluso William. No podía dejar de mirarlo de vez en cuando, mientras Walt meditaba su siguiente movimiento.
Esa noche estaba especialmente atractivo con una camisa blanca abierta y unos pantalones marrones. Era como un imán para sus ojos. Y no sólo su cuerpo, también sus manos. Se fijó en ellas y en cómo agarraba el taco. Lo vio bromear con todos y a la gente riendo.
Estaba tan concentrada en él que Walt acabó ganándole la partida. Aun así, no podía dejar de pensar en por qué William podía comportarse así con todo el mundo menos con ella.
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Re: WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"
por EsperanzaLR Dom Dic 06, 2015 2:28 pm
Al día siguiente, Declan apareció por el rancho con un grupo de cinco amigos que quería llevar en avioneta hasta el cañón de Carnarvon para pasar un fin de semana acampando allí.
Llegó sin avisar y en su propio avión.
Fue ésa la primera vez que Maite escuchó a Walt lanzando improperios, pero el enfado no le duró mucho y se puso enseguida a trabajar.
Estaba en la mesa contigua a la cocina tomándose una taza de té, cuando Walt recibió la llamada de Declan desde la avioneta. Vio también como llamaba enseguida a William.
—Un total de seis personas, tres parejas, quieren quedarse una noche. Todos juegan al golf, así que he pensado que estaría bien organizar un torneo de golf esta tarde. Después podrán tener una gran cena y puede que quieran bailar —le explicó el mayordomo por teléfono a su jefe—. ¿Quiere que les ponga en la Casa Verde o prefiere que cambie a Dave y a la señorita Torrance…?
Walt se cayó entonces y escuchó mientras asentía varias veces con la cabeza. Después, colgó.
—Puede quedarse donde está, señorita Torrance —le dijo el mayordomo.
Después llamó a la cocinera y al ama de llaves.
Entre todos decidieron los menús para la comida y la cena y discutieron lo que había que hacer en la Casa Verde para prepararlo todo.
—Estoy impresionada con su buen trabajo, Walt. ¿Puedo ayudar en algo? —le preguntó cuando terminaron su improvisada reunión.
—Pues sí, señorita Torrance, ¿le importaría organizar una competición de golf? Mire a ver quién quiere participar y haga una lista. Después, asegúrese de que tenemos suficientes palos, tarjetas de puntuación y pelotas.
—Puedo decirle de antemano que no habrá suficientes palos a no ser que restrinjamos lo que cada participante puede tener. Por ejemplo, un driver, un hierro y un putter.
—Eso será suficiente. ¡Muchas gracias! —le dijo Walt mientras salía corriendo de allí.
Finn entró justo en ese instante.
Ella acababa de servirse una segunda taza de té y empezó a tomársela mientras esperaba a que fuera él quien iniciara la conversación. Esos días estaba tan nerviosa en su compañía que prefería que fuera él el que la hablara si eso era lo que quería.
Se sentó frente a ella y se sirvió una taza de té.
—¿Te das cuenta de que estamos a punto de ser inundados?
—Sí. Me han puesto a cargo de una competición de golf —contestó ella—. No ha sido idea mía —añadió al recordar que él aún no podía jugar.
—Lo sé. Pero cualquier cosa que los mantenga ocupados es una buena idea.
Llegó sin avisar y en su propio avión.
Fue ésa la primera vez que Maite escuchó a Walt lanzando improperios, pero el enfado no le duró mucho y se puso enseguida a trabajar.
Estaba en la mesa contigua a la cocina tomándose una taza de té, cuando Walt recibió la llamada de Declan desde la avioneta. Vio también como llamaba enseguida a William.
—Un total de seis personas, tres parejas, quieren quedarse una noche. Todos juegan al golf, así que he pensado que estaría bien organizar un torneo de golf esta tarde. Después podrán tener una gran cena y puede que quieran bailar —le explicó el mayordomo por teléfono a su jefe—. ¿Quiere que les ponga en la Casa Verde o prefiere que cambie a Dave y a la señorita Torrance…?
Walt se cayó entonces y escuchó mientras asentía varias veces con la cabeza. Después, colgó.
—Puede quedarse donde está, señorita Torrance —le dijo el mayordomo.
Después llamó a la cocinera y al ama de llaves.
Entre todos decidieron los menús para la comida y la cena y discutieron lo que había que hacer en la Casa Verde para prepararlo todo.
—Estoy impresionada con su buen trabajo, Walt. ¿Puedo ayudar en algo? —le preguntó cuando terminaron su improvisada reunión.
—Pues sí, señorita Torrance, ¿le importaría organizar una competición de golf? Mire a ver quién quiere participar y haga una lista. Después, asegúrese de que tenemos suficientes palos, tarjetas de puntuación y pelotas.
—Puedo decirle de antemano que no habrá suficientes palos a no ser que restrinjamos lo que cada participante puede tener. Por ejemplo, un driver, un hierro y un putter.
—Eso será suficiente. ¡Muchas gracias! —le dijo Walt mientras salía corriendo de allí.
Finn entró justo en ese instante.
Ella acababa de servirse una segunda taza de té y empezó a tomársela mientras esperaba a que fuera él quien iniciara la conversación. Esos días estaba tan nerviosa en su compañía que prefería que fuera él el que la hablara si eso era lo que quería.
Se sentó frente a ella y se sirvió una taza de té.
—¿Te das cuenta de que estamos a punto de ser inundados?
—Sí. Me han puesto a cargo de una competición de golf —contestó ella—. No ha sido idea mía —añadió al recordar que él aún no podía jugar.
—Lo sé. Pero cualquier cosa que los mantenga ocupados es una buena idea.
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Re: WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"
por EsperanzaLR Dom Dic 06, 2015 2:36 pm
—¿Qué vas a hacer tú?
Se arrepintió al instante. Estaba recordándole así que él no podía hacer algunas cosas.
—¿Qué sugieres tú que haga? —preguntó él con ironía en su voz—, ¿Debería ponerme a hacer ganchillo?
—¡William! No, claro que no. No quería decir que… Has conseguido muchísimo desde que empezaste con la rehabilitación. Ahora sólo es cuestión de tiempo hasta que puedas volver a jugar al golf así que…
—¡No! —la interrumpió William pasándose las manos por el pelo—. ¡Maldita sea, no me trates con condescendencia, Maite! Guárdate tus comentarios para los pacientes que lo necesiten. Yo no los quiero.
Se levantó y se fue de allí y ella se quedó mirándolo atónita. Estuvo a punto de levantarse e ir tras él, pero el grupo de Declan llegó justo en ese momento.
A las seis de la tarde, Maite entró deprisa en su dormitorio y cerró por dentro. Estaba encantada de poder al fin darse una ducha.
Pensó en esa tarde mientras dejaba que el agua la refrescara. La competición de golf había sido divertida. Los amigos de Declan eran todos de la misma edad y parecían llevar el mismo tipo de vida. Los había oído hablar de fiestas, yates, carreras y campos de golf que habían visitado por todo el mundo.
A pesar de todo, las mujeres del grupo eran simpáticas y los hombres estaban entusiasmados con el rancho y con la acampada que les esperaba.
Le dio algo de vergüenza conseguirlo, pero su equipo, formado por uno de los pilotos de William y ella misma, ganó la competición de golf.
Lo mejor de toda la tarde había sido que nadie parecía haberse dado cuenta de lo inquieta y preocupada que estaba.
William los recibió de vuelta a casa después del juego e, igual que se había mostrado durante la comida, parecía estar encantado con la visita y de muy buen humor.
Cerró el grifo de la ducha y se puso su albornoz. Después se sentó frente al espejo mientras se secaba el pelo.
No entendía qué le pasaba con ella. No sabía cómo se habían distanciado tanto.
Se le pasó por la cabeza llamar a Peter Bannister e intentar conseguir otra opinión profesional.
Todo aquello le estaba afectando mucho. Después de todo, ella no había sido la que había insistido en ir a Waterford, pero sentía que había fracasado en algo durante esas semanas.
Y lo peor era que no podía soportar llevarse mal con él. Había empezado a tener algunas ideas muy extrañas con respecto a ese hombre y estaba muy confusa.
Se arrepintió al instante. Estaba recordándole así que él no podía hacer algunas cosas.
—¿Qué sugieres tú que haga? —preguntó él con ironía en su voz—, ¿Debería ponerme a hacer ganchillo?
—¡William! No, claro que no. No quería decir que… Has conseguido muchísimo desde que empezaste con la rehabilitación. Ahora sólo es cuestión de tiempo hasta que puedas volver a jugar al golf así que…
—¡No! —la interrumpió William pasándose las manos por el pelo—. ¡Maldita sea, no me trates con condescendencia, Maite! Guárdate tus comentarios para los pacientes que lo necesiten. Yo no los quiero.
Se levantó y se fue de allí y ella se quedó mirándolo atónita. Estuvo a punto de levantarse e ir tras él, pero el grupo de Declan llegó justo en ese momento.
A las seis de la tarde, Maite entró deprisa en su dormitorio y cerró por dentro. Estaba encantada de poder al fin darse una ducha.
Pensó en esa tarde mientras dejaba que el agua la refrescara. La competición de golf había sido divertida. Los amigos de Declan eran todos de la misma edad y parecían llevar el mismo tipo de vida. Los había oído hablar de fiestas, yates, carreras y campos de golf que habían visitado por todo el mundo.
A pesar de todo, las mujeres del grupo eran simpáticas y los hombres estaban entusiasmados con el rancho y con la acampada que les esperaba.
Le dio algo de vergüenza conseguirlo, pero su equipo, formado por uno de los pilotos de William y ella misma, ganó la competición de golf.
Lo mejor de toda la tarde había sido que nadie parecía haberse dado cuenta de lo inquieta y preocupada que estaba.
William los recibió de vuelta a casa después del juego e, igual que se había mostrado durante la comida, parecía estar encantado con la visita y de muy buen humor.
Cerró el grifo de la ducha y se puso su albornoz. Después se sentó frente al espejo mientras se secaba el pelo.
No entendía qué le pasaba con ella. No sabía cómo se habían distanciado tanto.
Se le pasó por la cabeza llamar a Peter Bannister e intentar conseguir otra opinión profesional.
Todo aquello le estaba afectando mucho. Después de todo, ella no había sido la que había insistido en ir a Waterford, pero sentía que había fracasado en algo durante esas semanas.
Y lo peor era que no podía soportar llevarse mal con él. Había empezado a tener algunas ideas muy extrañas con respecto a ese hombre y estaba muy confusa.
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Re: WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"
por EsperanzaLR Dom Dic 06, 2015 2:39 pm
Llegó a pensar incluso que había llegado el momento de dejar su tratamiento y decidió que no era mala idea. Debía hacerlo lo antes posible, pero no esa noche.
Se desinfló al recordar que habría una gran cena y baile. Era otra cosa que él tampoco podía hacer y temía que eso le pusiera de peor humor.
Exhaló con fuerza y se levantó de la silla para vestirse.
Estaba mirando sus cosas para ver qué se ponía cuando decidió que no bailaría después de la cena. Saldría del salón después de cenar y volvería a su cuarto sin que nadie se enterase.
Eligió unos pantalones color violeta de lino y una blusa de seda rosa.
—Me gustaría brindar por Maite —anunció Declan McLeod—. Que no sólo es muy buena jugando al golf, sino también una belleza y, por lo visto, una gran profesional.
Hizo una mueca al escucharlo y todos levantaron las copas de vino en su honor.
Esa noche cenaban en el comedor formal, donde habían comido muchas generaciones de McLeods. Las sillas eran de caoba con asientos de terciopelo y desde las paredes los contemplaban los antepasados de William.
Había sido una cena maravillosa. Habían tomado salmón ahumado con alcaparras para empezar. Después siguieron can el delicioso asado, las verduras y la salsa de calabaza. El postre también había sido estupendo.
Declan y sus amigos se lo estaban pasando muy bien, entre otras cosas gracias al vino, y no dejaban de proponer brindis. Había llegado la hora de tomar un poco de café.
—El café se servirá en la galería —anunció entonces Walt como si le hubiera leído el pensamiento.
Ella dejó su servilleta sobre la mesa y se puso en pie.
—Gracias, Walt. ¿Salimos?
La sugerencia iba dirigida a todos, pero sus ojos se encontraron con los de William sin poderlo evitar. Él había estado bien toda la cena, sin hablar mucho pero sin resultar antipático. Pero en ese instante vio en sus ojos algo que no entendió. Sintió que le estaba reprochando algo y no sabía qué era.
No pudo evitar sentir que había hecho algo mal a ojos de William. Estaba harta de aquello y decidió que era buena idea abandonar esa fiesta cuanto antes. También sabía que debía asimismo irse de Waterford cuanto antes.
Le fue más difícil abandonar la fiesta de lo que había previsto.
Para su desgracia, William le pidió que tocara el nuevo piano que ocupaba ya el lugar de la pianola mientras el resto de los invitados se tomaba el café.
A Declan le pareció una idea excelente.
Se desinfló al recordar que habría una gran cena y baile. Era otra cosa que él tampoco podía hacer y temía que eso le pusiera de peor humor.
Exhaló con fuerza y se levantó de la silla para vestirse.
Estaba mirando sus cosas para ver qué se ponía cuando decidió que no bailaría después de la cena. Saldría del salón después de cenar y volvería a su cuarto sin que nadie se enterase.
Eligió unos pantalones color violeta de lino y una blusa de seda rosa.
—Me gustaría brindar por Maite —anunció Declan McLeod—. Que no sólo es muy buena jugando al golf, sino también una belleza y, por lo visto, una gran profesional.
Hizo una mueca al escucharlo y todos levantaron las copas de vino en su honor.
Esa noche cenaban en el comedor formal, donde habían comido muchas generaciones de McLeods. Las sillas eran de caoba con asientos de terciopelo y desde las paredes los contemplaban los antepasados de William.
Había sido una cena maravillosa. Habían tomado salmón ahumado con alcaparras para empezar. Después siguieron can el delicioso asado, las verduras y la salsa de calabaza. El postre también había sido estupendo.
Declan y sus amigos se lo estaban pasando muy bien, entre otras cosas gracias al vino, y no dejaban de proponer brindis. Había llegado la hora de tomar un poco de café.
—El café se servirá en la galería —anunció entonces Walt como si le hubiera leído el pensamiento.
Ella dejó su servilleta sobre la mesa y se puso en pie.
—Gracias, Walt. ¿Salimos?
La sugerencia iba dirigida a todos, pero sus ojos se encontraron con los de William sin poderlo evitar. Él había estado bien toda la cena, sin hablar mucho pero sin resultar antipático. Pero en ese instante vio en sus ojos algo que no entendió. Sintió que le estaba reprochando algo y no sabía qué era.
No pudo evitar sentir que había hecho algo mal a ojos de William. Estaba harta de aquello y decidió que era buena idea abandonar esa fiesta cuanto antes. También sabía que debía asimismo irse de Waterford cuanto antes.
Le fue más difícil abandonar la fiesta de lo que había previsto.
Para su desgracia, William le pidió que tocara el nuevo piano que ocupaba ya el lugar de la pianola mientras el resto de los invitados se tomaba el café.
A Declan le pareció una idea excelente.
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Re: WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"
por EsperanzaLR Dom Dic 06, 2015 2:45 pm
—¡Por todos los…! —exclamó entusiasmado—. ¡No me digas que también eres una artista! No me extraña entonces… Por favor, toca.
—¿No te extraña el qué? —repitió ella de mala gana.
—¡Nada! ¡Toca, toca, por favor! —insistió Declan mientras abría la tapa del piano y sacaba el taburete.
Vaciló un momento. Después bajó la tapa sobre las teclas y volvió a guardar debajo el taburete.
—Mira, sólo toco porque me gusta y suelo hacerlo sola —le dijo con una mueca—. No creo que sea agradable para la gente oírlo, así que no voy a torturaros. Pero creo que tenemos música, ¿no?
William, que había sido quien la había metido en ese embrollo, decidió aparecer en su ayuda entonces.
—Claro —repuso mientras habría el armario que guardaba el equipo de sonido—. Claro que la tenemos —añadió mientras la miraba con intención.
Y en su tono había algo más que no consiguió descifrar.
Media hora más tarde, Sienna consiguió por fin escaparse. Pero, en vez de irse directamente a la cama, decidió dar un paseo por el jardín. Quería despejarse la mente para poder conciliar después el sueño.
Se puso una chaqueta antes de salir. Las noches eran frescas en esas mesetas del interior, pero un sitio perfecto para ver las estrellas.
Tenía un banco favorito en el jardín, uno que había bajo un árbol. Estaba de camino a allí cuando apareció William tras ella.
Se detuvo al verlo acercarse.
—¿Qué quieres ahora, William McLeod? —le dijo con cansancio en su voz.
—Nada, sólo quería saber adonde ibas. Eso es todo.
—A ningún sitio —repuso ella—. Iba a dar un paseo e irme a la cama. ¿Acaso necesito tu permiso para eso?
—No, claro que no. Pero veo que estás enfadada conmigo.
—William…
Pero no sabía ni por dónde empezar. Así que decidió contarle una excusa.
—Me duele la cabeza, eso es todo.
Era la verdad, pero no era lo único que le pasaba, ni mucho menos.
—¡Qué oportuno! —murmuró él con una mueca.
Lo miró sin entender su actitud.
—¿Oportuno? ¿Qué tiene de oportuno un dolor de cabeza? ¿Acaso crees que me lo estoy inventando? ¿Por qué iba a hacer algo así?
—¿No te extraña el qué? —repitió ella de mala gana.
—¡Nada! ¡Toca, toca, por favor! —insistió Declan mientras abría la tapa del piano y sacaba el taburete.
Vaciló un momento. Después bajó la tapa sobre las teclas y volvió a guardar debajo el taburete.
—Mira, sólo toco porque me gusta y suelo hacerlo sola —le dijo con una mueca—. No creo que sea agradable para la gente oírlo, así que no voy a torturaros. Pero creo que tenemos música, ¿no?
William, que había sido quien la había metido en ese embrollo, decidió aparecer en su ayuda entonces.
—Claro —repuso mientras habría el armario que guardaba el equipo de sonido—. Claro que la tenemos —añadió mientras la miraba con intención.
Y en su tono había algo más que no consiguió descifrar.
Media hora más tarde, Sienna consiguió por fin escaparse. Pero, en vez de irse directamente a la cama, decidió dar un paseo por el jardín. Quería despejarse la mente para poder conciliar después el sueño.
Se puso una chaqueta antes de salir. Las noches eran frescas en esas mesetas del interior, pero un sitio perfecto para ver las estrellas.
Tenía un banco favorito en el jardín, uno que había bajo un árbol. Estaba de camino a allí cuando apareció William tras ella.
Se detuvo al verlo acercarse.
—¿Qué quieres ahora, William McLeod? —le dijo con cansancio en su voz.
—Nada, sólo quería saber adonde ibas. Eso es todo.
—A ningún sitio —repuso ella—. Iba a dar un paseo e irme a la cama. ¿Acaso necesito tu permiso para eso?
—No, claro que no. Pero veo que estás enfadada conmigo.
—William…
Pero no sabía ni por dónde empezar. Así que decidió contarle una excusa.
—Me duele la cabeza, eso es todo.
Era la verdad, pero no era lo único que le pasaba, ni mucho menos.
—¡Qué oportuno! —murmuró él con una mueca.
Lo miró sin entender su actitud.
—¿Oportuno? ¿Qué tiene de oportuno un dolor de cabeza? ¿Acaso crees que me lo estoy inventando? ¿Por qué iba a hacer algo así?
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Re: WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"
por EsperanzaLR Dom Dic 06, 2015 2:49 pm
—No lo sé. Es la típica excusa que usan todas las mujeres —repuso él encogiéndose de hombros.
—¿Excusa? ¡No podía imaginarme que estuvieras a punto de pedirme que me acostara contigo!
—¿No?
Lo miró con el corazón en la boca. El aire entre ellos estaba cargado de una tensión especial, de una electricidad hipnótica que los tenía sujetos a ese instante, escuchando a lo lejos la fiesta de Declan y sus amigos.
Sentía que ya nada existía a su alrededor. No había jardines ni estrellas. Sólo William llenaba su vista y toda su atención. Con cada respiración que daba lo notaba más cerca, más dentro de ella. Era casi como si pudiera hacerlo suyo y dejar que sus sentidos lo bebieran. No podía dejar de mirar sus rasgos, sus enigmáticos ojos azules, sus manos…
Lo que no entendía era por qué le daba la impresión de que William la miraba casi de manera íntima. Observaba el movimiento de su pecho bajo la blusa de seda. Hacía que fuera muy consciente de su cuerpo y vio como sus ojos se concentraban en la curva de sus caderas. Casi podía sentir allí las manos de William.
—Bueno —dijo él por fin como si quisiera romper el hechizo—. Puede que no fuera así, pero estos días tiene otras aplicaciones.
Fue duro volver a la realidad y tener que concentrarse en sus palabras. Se imaginó que había sido todo suposiciones de ella, estaba claro que el interés que tenía en William no era recíproco. No pudo evitar sonrojarse, se sentía fatal.
—¿De qué…? ¿De qué aplicaciones hablas?
—Si tienes alguna queja, Maite, no te escondas detrás de un dolor de cabeza y dilo.
Sus injustas palabras y el frío tono que había usado la hirieron aún más.
Le costó recobrar la voz, pero cuando lo hizo, recordó que ese hombre sólo era su paciente.
—William, no soy nadie aquí para tener quejas. Tu salud es mi única preocupación.
Se dio la vuelta y se alejó de allí con más firmeza de la que creía tener dadas las circunstancias.
Maite se alejó sin saber que William se había quedado mirándola hasta que desapareció de su vista y que después había gritado una serie de improperios en voz alta.
—¿Excusa? ¡No podía imaginarme que estuvieras a punto de pedirme que me acostara contigo!
—¿No?
Lo miró con el corazón en la boca. El aire entre ellos estaba cargado de una tensión especial, de una electricidad hipnótica que los tenía sujetos a ese instante, escuchando a lo lejos la fiesta de Declan y sus amigos.
Sentía que ya nada existía a su alrededor. No había jardines ni estrellas. Sólo William llenaba su vista y toda su atención. Con cada respiración que daba lo notaba más cerca, más dentro de ella. Era casi como si pudiera hacerlo suyo y dejar que sus sentidos lo bebieran. No podía dejar de mirar sus rasgos, sus enigmáticos ojos azules, sus manos…
Lo que no entendía era por qué le daba la impresión de que William la miraba casi de manera íntima. Observaba el movimiento de su pecho bajo la blusa de seda. Hacía que fuera muy consciente de su cuerpo y vio como sus ojos se concentraban en la curva de sus caderas. Casi podía sentir allí las manos de William.
—Bueno —dijo él por fin como si quisiera romper el hechizo—. Puede que no fuera así, pero estos días tiene otras aplicaciones.
Fue duro volver a la realidad y tener que concentrarse en sus palabras. Se imaginó que había sido todo suposiciones de ella, estaba claro que el interés que tenía en William no era recíproco. No pudo evitar sonrojarse, se sentía fatal.
—¿De qué…? ¿De qué aplicaciones hablas?
—Si tienes alguna queja, Maite, no te escondas detrás de un dolor de cabeza y dilo.
Sus injustas palabras y el frío tono que había usado la hirieron aún más.
Le costó recobrar la voz, pero cuando lo hizo, recordó que ese hombre sólo era su paciente.
—William, no soy nadie aquí para tener quejas. Tu salud es mi única preocupación.
Se dio la vuelta y se alejó de allí con más firmeza de la que creía tener dadas las circunstancias.
Maite se alejó sin saber que William se había quedado mirándola hasta que desapareció de su vista y que después había gritado una serie de improperios en voz alta.
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Re: WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"
por Joanita Lun Dic 07, 2015 8:46 am
Siguelaáaaaaa por favor! !!!!!!
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