Foro Maite Perroni & William Levy (LevyRroni)
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Webnovela LevyRroni Forever Too Far (+18)

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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 1:45 pm

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William le prometió un para siempre…pero las promesas pueden romperse.

Dividido entre el amor por su familia y su amor por Maite, William tiene que encontrar una manera de salvar a uno sin perder el otro. Al final, uno tiene que ser más importante.

Dejar ir uno de ellos no es fácil.

Maite creía en su cuento de hadas... pero no se puede vivir en una fantasía.

Su amor por William y el deseo de tener una familia la mantienen creyendo que pueden encontrar una manera para que esto funcione. Hasta que tiene que tomar la decisión correcta para el bebé y ella. Incluso si le rompe el corazón.

¿Pueden encontrar el por siempre que ambos quieren o todo ha llegado…demasiado lejos?
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 2:19 pm

Cuando encuentres tu razón para vivir, aférrate a ella. Nunca la dejes ir. Incluso si eso significa quemar otros puentes en el camino.

—William Finlay

Prólogo

Si no estuviera tan capturado por Maite y la forma en que iluminaba la habitación, lo habría visto entrar. Pero no lo hice. Fue hasta que el ruido alrededor de mí cesó y todos miraban a la puerta a mis espaldas. Mirando hacia Maite quien seguía hablando con Woods y quien no notó el cambio en la habitación, la puse detrás de mí en modo de protección antes de girar alrededor para ver quién había capturad la atención de todos.



Los mismos ojos que miraba todos los días en el espejo se encontraban fijos en mí. Había pasado bastante tiempo desde que había visto a mi padre.



Normalmente nos mantuvimos más en contacto, pero con la llegada de Maite a mi mundo y completamente girándolo en su eje no había tomado el tiempo y la energía para buscar a mi padre y hablar con él.



Al parecer él vino a buscarme esta vez.


—Ese es tu padre —dijo Maite calladamente a mi lado. Se movió de donde la había puesto detrás de mí y ahora sostenía de mi brazo.



—Sí, lo es.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 2:21 pm

1

Maite

Sin maquillaje escénico y la ropa de cuero negro parecía una versión mayor de William. Tuve que caminar con rapidez para mantenerle el paso a William quien tenía mi mano fuertemente estrechada en la suya mientras caminaba para alejarse de los otros invitados en el bar. Su padre guió el camino. No estaba segura si William estaba feliz de verlo o no. La única interacción que tuvieron fue cuando William le indicó la puerta con un asentimiento de cabeza. Era evidente que no quería que esta introducción tuviera una audiencia.


Dean Finlay, el baterista más famoso del mundo, se detuvo varias veces durante el camino para firmar autógrafos. No sólo eran mujeres. Un chico incluso se había puesto en su camino para pedirle que firmara una servilleta de bar. El brillo amenazador en los ojos de William mientras trataba de sacar a su padre del bar mantuvo al resto de los admiradores lejos. En su lugar, todos permanecieron en silencio mientras el baterista de Slacker Demon se dirigió hacia la puerta.



La brisa de la noche era fría. Inmediatamente me estremecí y William se detuvo y envolvió sus brazos a mí alrededor. —Tenemos que ir a la casa. No voy a permitir que ella esté de pie aquí y hablar. Hace demasiado frío —le dijo William a su padre.



Dean finalmente se detuvo y me miró. Sus ojos lentamente me observaron y pude ver el momento exacto cuando notó mi estómago.



—Dean, ésta es Maite Wynn. Mi prometida.Maite, él es Dean Finlay, mi padre —dijo William en voz tensa. No parecía que quisiera hacer esta introducción.



—Nadie me dijo que iba a ser abuelito —dijo en un acento lento. No estaba segura cómo se sentía al respecto porque no había ninguna emoción en su rostro.



—He estado muy ocupado —fue la única respuesta de William. Eso era extraño.



¿Estaba avergonzado de decirle a su papá? Sentí mi estómago contraerse y comencé a alejarme de él.



Sus brazos se apretaron sobre mí y pude sentir su atención en mí.



—¿Qué pasa? —preguntó, dándole la espalda a su padre y agachándose un poco para poder mirar directamente a mis ojos.


No quería tener esta conversación delante de Dean. Podía sentir los ojos de su padre en los dos. Negué con la cabeza pero mi cuerpo aún estaba tenso. No podía evitarlo. El hecho de que no le había dicho a su padre me estaba molestando.



—Voy a llevarla al coche. Nos vemos en casa —dijo William por encima de su hombro, pero mantuvo sus ojos fijos en los míos. Dejé caer mi mirada, deseando no haber reaccionado. Estaba haciendo una escena. Dean iba a pensar que era una princesa llorona.



Abrí la boca para discutir cuando William envolvió su brazo alrededor de mi cintura y me guió hacia la Range Rover. No le gustaba verme molesta, lo que era algo en lo que teníamos que hablar. Me iba a enojar. Él no podía controlarlo.



William abrió la puerta del lado del pasajero y me levantó y me puso como si yo tuviera cinco años. Cuando pensaba que estaba molesta comenzaba a tratarme como si fuera una niña. Realmente necesitábamos trabajar en eso también.



Ni siquiera tenía la puerta cerrada antes de mirarme. —Algo anda mal. Necesito saber el qué para poder arreglarlo.



Suspiré y me recargué contra el asiento. Era mejor terminar con esto aunque estaba siendo un poco quisquillosa al respecto.



—¿Por qué no le has dicho a tu padre sobre el bebé?



William se acercó y puso su mano sobre la mía. —¿Eso es el problema? ¿Estás molesta porque no le he dicho a Dean?



Asentí con la cabeza y mantuve mis ojos en nuestras manos apoyadas en mi pierna.



—No he tenido tiempo para buscarlo. Y sabía que iba a venir cuando se lo dijera porque él querría conocerte. Aún no estaba preparado para compañía. Especialmente él.



Estaba siendo tonta. Últimamente mis emociones estaban en alerta máxima. Alcé los ojos y me encontré con su mirada preocupada.



—Está bien. Lo entiendo.



William se inclinó y me besó en los labios suavemente.


—Lamento haberte molestado —susurró antes de presionar un beso más en la esquina de los labios para después echarse para atrás. En momentos como estos era cuando me volvía gelatina.



—Él está aquí ahora. Por lo tanto, vayamos a ver lo que lo trajo aquí antes de mi madre se entere. Te quiero para mí solo. No me gusta tener a mi familia jodida por aquí.



William no soltó mi mano mientras encendió el motor y se dirigió hacia la calle. Apoyé la cabeza en el asiento y di la vuelta para poder mirarlo.

—¿Por qué crees que está aquí? —le pregunté.



William me miró. —Tenía la esperanza que estaba aquí para conocerte. Pero no creo que sabía sobre ti. Parecía sorprendido. Lo que significa que esto podría ser sobre Nan.



Nan. Su hermana no había vuelto a Rosemary desde su salida del hospital. William no parecía estar preocupado por ella pero amaba a su hermana. Odiaba ser la razón por la que se mantenía alejada. Ahora que sabía quién era su verdadero padre y que nunca le había quitado nada de ella, esperaba que pudiéramos ser amigas por el bien de William. No parecía que eso iba a suceder.



—¿Crees que Nan fue a ver a Kiro? —le pregunté.


William se encogió de hombros. —No lo sé. Ella parece diferente desde su accidente.



El coche se detuvo enfrente de la gran casa de playa que fue comprada para William por su padre cuando él apenas era un niño. William apretó mi mano.



—Te amo, Maite. Estoy malditamente orgulloso de que vas a ser la madre de mi hijo. Quiero que todos los sepan. Nunca dudes de eso.


Mis ojos se llenaron de lágrimas y asentí con la cabeza antes de levantar su mano y besarla.



—Me pongo emocional. Tienes que ignorarlo cuando eso me sucede.


William negó con la cabeza. —No puedo ignorarte. Quiero tranquilizarte.



La puerta del lado del pasajero se abrió y volví mi cabeza para ver a Dean Finlay de pie allí con una sonrisa en el rostro.


—Deja salir a la mujer del coche, hijo. Es hora de que conozca a la madre de mi nieto.



Dean tendió su mano y puse la mía en la suya sin saber qué más hacer. Sus dedos largos se cerraron alrededor de mi mano y me ayudó a bajar del Range Rover. William estaba allí inmediatamente para quitar mi mano de la de su padre y tirar de mí hacia él. Su padre se echó a reír y sacudió la cabeza.


—Que me condenen.



—Vamos adentro —respondió William.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 2:22 pm

2

William

Dean se acercó al sofá y se sentó antes de sacar un paquete de cigarrillos. Mier*da. No quería enfrentarlo en este momento.



—No se puede fumar aquí o alrededor Maite, para el caso. Es malo para el bebé.



Dean arqueó una de sus cejas.



—Demonios, estoy muy malditamente seguro que tu mamá fumó cigarrillos cuando estaba embarazada de ti.



No tenía ninguna duda de que ella hizo eso y más. No hay manera de que exponga a mi hijo a eso.


—Eso no significa que sea saludable. Maite no es para nada como mamá.



Ante la mención de su nombre, Maite entró en la sala de estar con dos cervezas. No le había pedido conseguirlas. No quería que lo hiciera. Pero lo hizo de todos modos. Me acerqué y la encontré a mitad de camino.



—No tenias que hacer esto —le dije tomando las cervezas de sus manos y depositando un beso en su sien.



—Lo sé. Pero tenemos un invitado. Quiero que se sienta bienvenido.



La dulce sonrisa en sus labios hacía difícil concentrarse en mi padre. Quería llevarla al dormitorio.



—Tráeme la cerveza niño, y dejar de ser tan malditamente arrogante. Vas a ahogar a la chica. No sé qué co*ño se ha metido en ti.



Una pequeña risa salió de los labios de Maite y decidí pasar por alto sus palabras ya que la hizo reír.



—Toma —le dije, empujando la cerveza su camino—. Ahora, ¿Por qué está aquí?



—¿Qué? ¿No puede un padre venir a ver a su hijo cuando quiere?



—Es Rosemary. Nunca vienes aquí.



Dean se encogió de hombros y tomó un trago de su cerveza, y luego pasó un brazo sobre el respaldo del sofá y apoyó sus dos pies sobre la mesa de café.


—Tu hermana es una pu*ta locura. Ella está jodidamente loca. Necesitamos ayuda.



Se trataba de Nan. Lo que pensé que podría ser. Me senté en la silla frente a él y le tendí la mano a Maite. No quería que ella estuviera de pie y quería que se sintiera bienvenida en nuestra conversación. Se me acercó y tiré de ella para que se sentara en mi regazo.



—¿Qué ha hecho Nan? —le pregunté, casi con miedo de oír la respuesta.



Dean tomó otro largo trago de su cerveza. A continuación, se pasó la mano por el cabello.



—La pregunta es, ¿qué no ha hecho? Maldita niña está provocando un infierno. No podemos conseguir ningún descanso. Terminamos la gira hace dos semanas y volvimos a Los Ángeles para disfrutar de un tiempo de inactividad. Ella se presentó y desató el infierno. Nadie está descansando. Kiro no sabe qué hacer con ella. Necesitamos un poco de ayuda.



Sabía que Nan había estado tranquila, pero no esperaba que fuera a Los Ángeles y buscara a Kiro. Ella sabía que mi padre y Kiro compartían una mansión en Beverly Hills. Habían vivido en ella cuando no estaban de gira. Kiro se había casado un par de veces y se había mudado para esos tiempos, pero después de cada divorcio volvía. Era conocida como la mansión Demon Slacker. Nadie nunca estaba realmente seguro de que los miembros de la banda estuvieran en la residencia en un momento dado.



—¿Se está quedando en la mansión? —le pregunté.



Papá levantó las cejas.



—¿Me veo como un idio*ta para ti? Joder, no, ella no se queda ahí. Sólo aparece todo el maldito tiempo. Está haciendo demandas y mier*da. Kiro ha tratado de suavizar las cosas y formar algún tipo de relación con ella, pero ella no lo deja. Ella no quiere escuchar y ella... bueno, se enteró que él tiene otra hija. No le sentó muy bien.


Al parecer, ella no sabía sobre el hijo de Kiro todavía, pero Mase nunca estaba alrededor.



—Ella debe estar tan molesta —dijo Maite con preocupación real en su voz. Cómo Maite podía sentir ninguna simpatía por Nan no lo sabía—. Necesitas ir a verla. Ayudarle a lidiar con esto y ver si puedes ayudarla a formar algún tipo de relación con Kiro.



Empecé a protestar, pero Dean me cortó.



—Ya me gusta. Eso es exactamente lo que necesitas hacer. Tu habitación está vacía y sabes que es cómoda. Trae a Maite contigo y así me dará la oportunidad de conocerla y pasar tiempo con ustedes. Si no lo haces, Kiro puede terminar matando a Nan.



__Maite me apretó el hombro.



—Creo que deberíamos ir. Nan te necesita.



Eché la cabeza hacia atrás y alcé la vista hacia ella.



—¿Por qué te importa lo que Nan necesite? —le pregunté con asombro.



—Porque la amas —fue su respuesta simple.



—Eso es lindo. Ahora, basta de Nan. Quiero saber para cuando esta el bebé y cuando es la boda —dijo Dean con un tono alegre. Muy diferente al que usaba cuando hablaba de Nan.



__Maite miró a mi padre y le sonrió.



—Tengo veinte semanas de embarazo. El bebé no se espera hasta mediados de abril. En cuanto a la boda, nos íbamos a casar en dos semanas, pero no quiero estrés sobre William. Prefiero posponer la boda y lidiar con los problemas familiares primero. No hemos enviado las invitaciones o cualquier cosa. Así que el cambio de fecha no es un problema.



—No. No voy a esperar más tiempo para cambiar tu apellido —discutí, pero Maite puso su dedo sobre mis labios.


—Shhh. No quiero discutir sobre esto. No podre disfrutar de nuestra boda sabiendo que hay problemas familiares que atender. Vamos a disfrutar de Acción de Gracias con nuestros amigos como habíamos planeado y luego iremos a Los Ángeles y ayudaremos a Nan. Una vez que todo esté resuelto, entonces podremos concentrarnos en nuestra boda.



Yo quería esperar. Odiaba la idea de que ella siguiera siendo Maite Wynn mientras nuestro bebé crecía en su interior. Quería que ella tuviera mi nombre, para que el mundo supiera que la quería ella y a mi bebé. Pero el brillo determinado de sus ojos me dijo que no iba a ganar este argumento.



—Sólo quiero que seas feliz —finalmente respondí.



__Maite me besó la pun*ta de la nariz.


—Ya lo sé. Esa es una de las muchas razones por las que te quiero.



—Si ustedes van a esperar hasta después de Acción de Gracias para ir a Los Ángeles y hacerle frente a esa hermana tuya, entonces yo también. Además, hace años que no paso un Acción de Gracias contigo —mi padre anunció.



No estaba seguro de lo que siento por eso.



—Nos encantaría tenerte aquí, Sr. Finlay —Maite le informó, sonriendo alegremente como si lo dijera en serio. Vete a la mier*da. Iba a tener que dejar que esto suceda.



—Sólo llámame Dean, cariño. Ya somos una familia.


La mirada complacida en sus ojos me hizo sonreír. Tal vez tener a mi padre alrededor en Acción de Gracias no sería tan malo después de todo. Si puede hacer que Maite sonría así me ocuparé de ello.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 2:24 pm

3

Maite

Hablar sobre Acción de Gracias me recordó a mi madre. Esta será mi primera festividad sin ella. Mientras más me hunda más difícil se vuelve respirar. Forcé una sonrisa e hice mis excusas antes de correr por las escaleras para tomar una ducha. William necesitaba algún tiempo a solas con su padre de todos modos.



Deje que las lágrimas que estaba conteniendo cayeran libremente mientras me desnudaba y entraba en la ducha. El agua caliente cayó sobre mí mientras lloraba. El año pasado había cocinado nuestra comida de Acción de Gracias y la habíamos comido juntas en el comedor. Sin amigos o familia. Solo nosotras dos. También lloré esa noche. Porque muy en el fondo sabía que era mi último Acción de Gracias con mi madre. Los recuerdos de años pasados, cuando Valeria y papá estaban ahí eran agridulces. Mi corazón dolía por todo lo que perdimos. No había pensado en nada que pudiera doler tan mal pero ahora sabía que estaba equivocada.



Enfrentar las festividades sin mi mamá iba a ser difícil. Ella amaba Acción de Gracias y Navidad. Siempre comenzábamos a decorar la casa para Navidad en el día de Acción de Gracias. Luego nos sentábamos y veíamos Blanca Navidad juntas esa noche mientras comíamos los sobrantes de pavo y boniato a la cacerola. Esa era nuestra tradición. Incluso después de que perdiéramos a Valeria y papá nos dejara.



Este año todo sería diferente. Sabiendo que William estará conmigo y que estaba empezando una nueva familia. Solo deseaba que mi madre pudiera estar aquí para verme así de feliz.



La puerta se abrió y me gire para ver a William entrar al baño. Estaba frunciendo el ceño. Se detuvo y me estudio un momento antes de quitarse su camisa y tirarla en el suelo de mármol. Luego desabrocho sus pantalones y salió de ellos y sus boxers. Lo miré mientras entraba en la ducha.



—¿Por qué estas llorando? —Pregunto, acunando mi cara en sus manos. Sabía que la ducha había lavado mis lágrimas pero mis ojos debían estar rojos.



Sacudí mi cabeza y le sonreí. No quería preocuparlo con mis emociones.



—Te escuche cuando abrí la puerta del dormitorio. Necesito saber por qué, Maite.



Suspire, puse mi cabeza en su pecho y luego le rodee la cintura con mis brazos.



Había perdido tanto pero Dios lo había arreglado dándome a William. Solo necesito recordar cuan bendecida realmente estaba.


—El hecho de que es mi primer Acción de Gracias sin mi mamá como que me pego. —Admití.



Los brazos de William se apretaron a mi alrededor.


—Lo siento, nena. —Susurró en mi cabello mientras me sostenía.



—Yo también. Desearía que pudieras haberla conocido, es decir, ahora que eres mayor. Desearía que pudiera verte grande.


Sonriendo, quería diferir. No era ni cerca de ser perfecta como mi madre. Ella era una de esa gente especial que el mundo no se mira muy a menudo.



—Si mi padre estando aquí va a ser difícil para ti lo mandare lejos. Quiero hacer de esto un buen recuerdo para ti. Todo lo que pueda hacer para ayudar solo dímelo y lo haré.



Lágrimas gotearon libremente por mi cara de nuevo. Las estúpidas hormonas del embarazo me hacían llorar muy a menudo.



—Tenerte conmigo lo hace todo mejor. Simplemente hablar sobre eso me hace hundirme. Mamá amaba Acción de Gracias. Sabía que el año pasado era el último que pasaríamos juntas. El día entero trate de hacerlo especial para ella. Y para mí. Sabía que necesitaría ese recuerdo.



William froto mi espalda en pequeños círculos y me sostuvo en silencio. Nos paramos ahí mientras el agua caía sobre nosotros por varios minutos. Finalmente se alejó lo suficiente como para mirarme.


—¿Puedo bañarte? —Pregunto.



Asentí, sin saber exactamente a qué se refería. Alcanzo uno de los paños limpios apilados fuera de la ducha y agarro una de las botellas de gel de baño. Luego empezó a lavar mi espalda y hombros. Levanto mis brazos como si fuera un niño y los lavo completamente. Me pare y lo observe mientras se concentraba en limpiar cada centímetro de mi cuerpo. No lo hizo sexual lo cual me sorprendió. En cambio, fue más dulce e inocente que cualquier otra cosa que jamás habíamos hecho. Sus manos no se detuvieron mientras lavaba entre mis piernas. Solo apretó sus labios una vez contra mi estómago una vez que se arrodillo delante de mí y lavaba mis piernas y pies.



Una vez que termino se levantó empezó a enjuagar mi cuerpo con su manos. Cada toque parecía casi reverente. Como si estuviera adorándome en vez de bañarme. Cuando mi cuerpo estuvo limpio se movió a mi cabello. Cerré mis ojos cuando sus manos masajearon mi cráneo. Mis rodillas se debilitaron un poco por el placer. Rápidamente William enjuago el shampoo de mi cabello y luego puso el acondicionador, dándole la misma atención antes de enjuagarlo de mi cabello bajo el agua limpia de nuevo.



Mi cuerpo estaba relajado por los mimos. Estaba casi perezosa. William cerró el agua y alcanzó dos toallas grandes. Una la enrollo en mi cabello y la otra alrededor de mi cuerpo. Luego me levanto, me cargo hasta la cama, y me acostó.



—Solo descansa. Ahora regreso. —susurro antes de besar mi frente y caminar de regreso al baño. La vista de su trasero desnudo era tentadora y quería quedarme despierta. Tenerlo tocándome de esa manera me había excitado aunque no hubiera sido su intención. Trate de esperarlo pero mis ojos se pusieron pesados y me desvanecí.



***



Me acurruque más al fondo de la calidez. Olía a sol y aire del océano. Suspirando con satisfacción, frote mi mejilla contra la cómoda calidez. Dio una risita.



Mis ojos se abrieron y el pecho desnudo de William estaba presionado contra mi cara. Sonriendo, lo bese y me iguale con él. La sonrisa entretenida en sus labios me hizo soltar una risita.



—Eres como un gatito en las mañanas. —Dijo con una profunda voz ronca. Debió haberse levantado también.



—Si no te sintieras tan bien no estaría buscándote para frotarme contra ti mientras duermo.



William parpadeo. —Entonces estoy contento de que me sienta bien porque tu dulce trasero no se frotara con nadie más. Podría matar a alguien.



Amo a este hombre.


—Lamento haberme quedado dormida tan pronto anoche.



William sacudió su cabeza. —No lo estés. Amo saber que te relaje y que fue fácil para ti dormir. No me gusta verte triste.


Amo a este hombre malditamente mucho.



Estirándome contra él, deslice mis dos manos atrás de su cuello y presione mi cuerpo contra el de él. Apreté mis piernas por el hormigueo de la anticipación cuando su erección rozo mi muslo. Lo necesito esta mañana. Luego del momento dulce de anoche necesito sentirme completamente conectada ahora.



—Hazme el amor. —Susurre metiendo mi cabeza en el hueco entre su cuello y su hombro.



—Sería un placer. —Murmuro y deslizo sus manos entre mis muslos. Levanto una de mis piernas para que descansara en su cadera. Estaba totalmente abierta y la sensación de estar expuesta me excito. Sus dedos rozaron el interior de mis muslos, molestándome por apenas rozarme en mi necesitada entrada hinchada. Gimotee, esperando a que se apresurara pero él no estaba apresurado. En cambio, parecía hacerlo peor. Sus ásperos dedos trazaron patrones desde mis rodillas hasta lo alto de mis muslos de ida y vuelta.



Estaba seguro de que su juego había causado que estuviera vergonzosamente húmeda.



—William, por favor.



—Por favor qué, dulce Maite. ¿Qué quieres que haga?



Ya le había dicho que quería. Aparentemente, quería escuchar más. William y su sucia plática siempre me excitaba.



—Tócame.



—Te estoy tocando.


—Toca más arriba. —Suplique.



Quería que hablara sucio. Lo voy a molestar también.



Paso un dedo por el pliegue de mis muslos, agarre sus brazos con fuerza y temblé. Estaba tan cerca.



—¿Aquí? —pregunto.



Me moví para que su dedo se deslizara más cerca. Comenzó a mover su mano y se detuvo.



—Mier*da. —Gimió deslizando un dedo dentro de mí lentamente. —. Tan mojada. No puedo molestarte cuando estás tan mojada.—Susurro.



Lloré mientras gentilmente corría su dedo sobre mi clítoris. Me tenía completamente abierta y tener sus manos tocándome me ponía más loca. Quería más.



—Mi dulce chica esta tan lista para mí. —Dijo moviendo dos dedos dentro de mí y presionando contra mi punto G.



El llanto ruidoso que arrancó de mi era más de lo que podía manejar. Agarro mi cintura y me posiciono sobre él antes de que lentamente me hundiera sobre su pene.



—Maldita sea, ¿cómo se volvió tan apretado? —Gruño, apretando mis caderas y balanceándose contra mí mientras me sentaba en él tomando cada centímetro dentro de mí. Esto era lo que quería. Estar llena. De William.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 2:26 pm

4

William

__Maite no estaría de acuerdo con mi idea de quedarnos en nuestra habitación desnudos todo el día. Ella insistió en que nos vistamos y pasemos el tiempo con Dean. Yo era de la opinión que él entendería mi deseo de permanecer encerrado con Maite pero ella discrepó. Así demostró lo poco que sabía de la vida de mi padre la estrella de rock.



La dejé secándose el pelo y me dirigí escaleras abajo para comenzar a preparar el desayuno. Ella no había comido mucho anoche en la fiesta, luego había vuelto a casa y se fue a dormir antes de que pudiera comer.


Dean estaba de pie en la cocina sacando artículos de la nevera y colocándolos en la isla. Me quedé ahí y lo observé un momento tratando de averiguar que estaba haciendo. Sacó la leche, luego hizo una pausa y me miró.



—Buenos días. No estaba seguro de que saldrías de la habitación hoy, por la forma en que la perseguiste anoche escaleras arriba cuando se fue. Yo iba a tentarlos a ambos con el desayuno.



Me apoyé atrás en el mostrador y crucé los brazos sobre el pecho.


—Traté de mantenerla arriba conmigo. Insistió en que viniéramos a visitarte. —le expliqué.


Dean rio. —De tal palo, tal astilla.



—Yo no soy como tú. La mujer que deje embarazada llegara a quedarse en mi corazón. Me casaré con ella y pasaré el resto de mi vida haciendo todo lo posible por hacerla sonreír.



Dean cerró la puerta de la nevera y me estudió. Podía decir que él no esperaba que palabras como esas salieran de mi boca. La última vez que había pasado tiempo con él había tenido una chica diferente en mi cama todas las noches.


—¿Qué la hace diferente? Has estado con muchas chicas. ¿Por qué ella? —Si él no estuviera verdaderamente curioso me habría cabreado. Pero sólo me conoció antes de Maite.



—Cuando entró en mi casa por primera vez y puse los ojos en ella me sentí atraído por ella. Esa parte fue fácil. Pero luego llegué a conocerla. No era como cualquier otra chica que hubiera conocido alguna vez. Estaba tan decidida cuando debería haber estado desanimada. Su vida le había dado una Oops! y estaba luchando por vivir. No estaba dispuesta a dar marcha atrás o rendirse. Yo la admiraba. Entonces logré probarla y estaba hundido. Ella es todo lo que quiero.



Una lenta sonrisa se extendió por el rostro de Dean y luego asintió.



—Bueno, está bien entonces. Supongo que sabes más acerca de la vida que tu viejo porque ninguna mujer me hizo sentir así. Me alegro de que lo encontraras. Eso es raro chico, así que agárrate fuerte. No va a llegar otra vez.



Nunca tuve la intención de dejarla ir. Dean miró a su alrededor.



—¿Dónde están los tazones para mezclar? Voy a hacerle a la mamá de mi nieto unos huevos revueltos.



Mi corazón se apretó. —En el segundo estante a la izquierda de la cocina.


—Tú has el tocino. Ella necesita proteínas —dijo mientras conseguía un tazón.


Yo no iba a discutir. Siempre me aseguré de que comía bien en las mañanas.


—Ella querrá un gofre, también. Tengo una plancha de gofres para eso —le dije.



Dean asintió. —Es bueno saber que has estado cuidando de ella.



Trabajamos en silencio durante unos minutos. Quería preguntarle sobre Nan y Kiro, pero no quería que Maite baje aquí y sea lo primero que escuche. Me gustaba que ella disfrutara su desayuno. Hablando sobre Nan nunca sería una experiencia agradable.



—Supongo que sabes que Grant ha estado viendo a Nan —dijo Dean mientras batió los huevos.


Me quedé helado. ¿Qué? ¿Lo había oído bien?



—Yo le advertí que estaba tan loca como su mamá y él tenía que correr como el infierno. Sé que es tu hermana y la quieres pero la chica es veneno. Un muchacho como Grant no necesita eso. Él siempre ha sido un buen chico. Odio ver que lo mastica y lo escupe.



Todavía no podía encontrar las palabras. Grant y Nan... ¿cómo diablos había sucedido eso? Si alguien sabía lo inestable que era Nan ese era Grant. Había crecido viendo la mier*da que había sido transmitida por mi madre y el padre que nunca la reconoció.



—Grant trató de venir a hablar con ella, pero huyó con un chico que había conocido en un club frente a él. Creo que lo ha hecho. Se lavó las manos de eso. Así lo espero.



Finalmente puse abajo la mezcla de gofres porque había estado de pie allí sosteniéndola mientras miraba a mi padre como si estuviera hablando tonterías.



—¿Grant... estaba con Nan? —La incredulidad en mi voz llamó la atención de Dean. Se volvió para mirarme.



—Si. Adivino por la mirada en tu cara que no lo sabías. Han estado saliendo por un tiempo por lo que puedo decir. El pobre hombre parecía realmente dentro de ella. Pero ella es como su mamá. Tiene suerte de salir ahora.



—¿Cómo?



Dean sacudió la cabeza. —Me preguntaba lo mismo.


No podía hablar de esto con él. Salí de la cocina hacia las puertas dobles que conducen al porche trasero. Una vez que estaba fuera saqué mi teléfono y marqué el número de Grant. Nos contamos todo el uno al otro. Sin embargo, él había estado saliendo con mi hermana y nunca dijo una palabra.



—Hola, hermano. —Su voz alegre me saludó.



—Sé sobre Nan —fue todo lo que dije.



Grant dejó escapar un suspiro de cansancio.


—Tenía la esperanza de que sería capaz de decirte al respecto. Yo lo quería. Es solo que... ella no me quería y luego tuvo el accidente. Entonces, bueno... se acabó. Ella ha dejado muy claro que no quiere nada serio conmigo. No puedo involucrarme con ella acostándose con cualquiera. No era solo una llamada erótica. Yo nunca he hecho eso con Nan. Ya lo sabes. Realmente me gustaba. Tal vez me importaba demasiado.



Me dejé caer en la silla a mi lado y me quedé mirando afuera hacia el océano.



—¿Por qué no me lo dijiste?



—Yo quería hacerlo. Ella me imploró que no lo hiciera. Me preocupaba por ella, William. Quería hacerlo funcionar. Hice lo que me pidió. Pero me sentía como una mier*da mintiéndote al respecto.



Él se había preocupado por Nan? Wow.


—Dean dice que has terminado con ella.



—Ella terminó conmigo. No puedo jugar a sus juegos.



Yo amaba a mi hermana, pero también quería a Grant. Ella le rompería el corazón. No era buena para él. Mi padre tenía razón. Grant necesitaba a alguien que lo pudiera amar. No estaba seguro que Nan pudiera. El alivio porque había terminado con ella no fue porque no los quería juntos, sino porque yo odiaba pensar en Nan haciéndole a Grant lo que mi madre hizo en su pasado a los hombres que la amaban. Grant merecía más que eso.


—Ella no puede hacer feliz a nadie hasta que encuentre una manera de ser feliz. Ahora tiene tanto resentimiento que hará miserable a cualquier persona que se le acerque demasiado. No dejes que te haga eso.


Grant estuvo en silencio por un minuto. —No siempre es una perra. Una parte de mí estuvo enamorado de ella por un momento. Luego terminó por recordarme lo difícil que sería amarla.



—Yo amo a mi hermana. Pero te mereces más. Nan no está completa. En realidad no. Ella tiene demasiados problemas.


—Gracias. Pensé que esta conversación iría muy diferente. No esperaba que estuvieras preocupado por mí.


—Tú eres mi hermano. Yo quiero lo mejor para ti también. Quiero que tengas lo que yo tengo. Ve a buscar eso.



Grant dejó escapar una risa que sonaba como que no creía que eso fuera posible.



—Esa es una tarea muy alta para cubrir.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 2:29 pm

5

Maite

Entré en la cocina para ver a Dean Finlay friendo tocino y silbando la melodía de uno de los hits de Slacker Damon. No podía mantener la sonrisa fuera de mi cara. Volvió su cabeza y su mirada se encontró con la mía. La expresión en su rostro era una que nunca había esperado ver en una estrella de rock famosa. Me recordaba a un padre.



—Buenos días, luz de sol. Te estoy haciendo a ti y a ese pequeño nieto mío algo de desayuno. Tenía que ayudar pero me temo que dije algo a William que no sabía y lo sorprendió un poco. Salió a hacer una llamada telefónica. Volverá en unos pocos minutos —dijo mientras bifurcaba el tocino y ponía cada rebanada en un papel de cocina sobre un plato.



Miré más allá de él a las ventanas para ver a William hablando por teléfono atentamente.



—¿Qué le dijiste? —pregunté, preguntándome si debería ir a ver como estaba.



—Grant y Nan han tenido una cosa por un tiempo ahora. Nan finalmente ajustó las cosas en el último tiempo y se acabó. William no sabía nada sobre eso.



Mi boca calló abierta mientras sus palabras se hundieron. ¿Nan y Grant? ¿En serio?



—Sorprendió el infiero fuera de mí también. No pensé que ese chico fuera estú*pido. Supongo que aprendió de la manera difícil que no porque sea bonito significa que brilla.



Miré hacia afuera a William. Él estaba de pie y dejando caer su teléfono en el bolsillo. Me pregunté si había llamado a Nan o a Grant.


—¿Por qué no tomas un asiento y me dejas prepararte un plato? ¿Te gusta el jugo de naranja o la leche o ambos? El bebé probablemente necesite un poco de ambos.



Volví mi atención de regreso hacia Dean mientras él estaba de pie sosteniendo un plato con tocino, huevos y waffles en él. ¿Él sólo había cocinado todo eso para mí?



—Wow eso luce delicioso —respondí.


—Lo es. Hice un desayuno asesino. Ahora ve a sentarte y déjame alimentarte.



Mordí mi labio inferior para evitar sonreír como una idio*ta y tomé un asiento en la mesa. William abrió la puerta y caminó dentro otra vez justo en el momento en que su padre ponía un plato frente a mí.



—No te preocupes por tu pequeña bonita prometida. Lo tengo todo arreglado.



William sonrió con suficiencia a su padre y luego se dirigió a mí. Se inclinó y me besó en la cima de la cabeza.



—Luces hermosa —susurró.



—¿Estás bien? —pregunté, incapaz de contener mi preocupación. Necesitaba saber que no estaba molesto por Grant y Nan.



—Sí, estoy bien. Creo que Grant entró en razón y todo va a estar bien.



Fruncí el ceño. ¿Grant entró en razón? ¿Qué quiso decir?



—Hablaremos de eso más tarde. Come —dijo con un guiño y se acercó a prepararse él mismo un plato.



Dean puso un vaso de jugo de naranja y uno de leche frente a mí, y luego tomó asiento a mi izquierda. Estaba sosteniendo una taza grande de café en sus manos, pero eso era todo.



—¿No vas a comer? —pregunté mientras él tomaba de la humeante taza.



Sacudió su cabeza. —No. Solo bebo mi desayuno.



William puso su plato al otro lado de mí. Había llenado su plato con todo lo que sobraba. Al parecer, tenía hambre.


—Lo siento, no pude ayudarte a terminar, pero gracias por cocinar.



—Me alegro de haberlo hecho. Ha pasado bastante tiempo desde que te preparé el desayuno —respondió Dean.



Me gustó ver a William con su padre. Parecían normales. Estaba llegando a ser parte de su familia de esta manera. Dudaba que alguna vez pudiera obtener esta oportunidad con su madre y su hermana, pero su padre pareció aceptarme.



—Ahora que sé que puedes cocinar, voy a ser voluntaria para ayudarte a cocinar la cena de Acción de Gracias —le informé a Dean.



Dean sonrió. —Me encantaría. Ha pasado un tiempo desde que he tenido una de esas, también. Tengo muchas ganas de pasarlo con ustedes dos.


La sonrisa de satisfacción en el rostro de William me hizo poner cálida. —Iré a la tienda de comestibles hoy a comprar el resto de nuestros suministros.


—Iré contigo —replicó William.


—No, te quedarás aquí con tu padre. Ustedes podrían ir a jugar un partido de golf o algo. Puedo coger lo que necesitamos por mí misma. Además, creo que Bethy quiere compañía. Ella está haciendo la cazuela de maíz y pastel de calabaza para mañana.


—Me niego al pu*to golf. Pero pasar el día poniéndonos al día suena bien. Podríamos ir a Destin y coger la nueva película de Bond. He estado esperando para verla. Incluso te llevaré a almorzar.



Podía decir por la mirada en el rostro de William que no quería ir y sabía que sólo era porque odiaba estar tan lejos de mí. Me estiré y apreté su mano con fuerza.



—Eso suena divertido. Ustedes van a hacer eso y yo voy a tener tiempo para estar con Bethy.


William asintió pero me di cuenta que no había querido ceder.



Tomé un bocado de mis huevos y sonreí más a Dean. —Son tan buenos. Gracias.


Él me sonrió. Me alegré de que estuviera aquí. Estas vacaciones no estarían completas sin nuestros padres.



***



—Por favor, Maite. Te lo estoy rogando, por favor. —Bethy se paró frente a mí rebotando en sus dedos de los pies con sus manos entrelazadas delante de ella como si estuviera rezando. La mirada suplicante en sus ojos casi me hizo reír.



—¿No creciste aquí? ¿Cómo es que nunca has conocido a Dean antes? —le pregunté mientras tomaba una bolsa de papel de la parte trasera del Range Rover.



—Soy una persona pobre. ¡Lo sabes! Yo trabajo para los ricos, no me relaciono con ellos. Vamos, sé que lo veré mañana, pero quiero conocerlo ahora. Mientras Jace no está aquí para verme desmayar.



Hice ruido de arcadas. —Él es demasiado viejo para ti como para desmayarte. ¡Que asco!


—Estás bromeando, ¿verdad? La última novia de Dean Finlay tenía veintiuno. Alguien como él nunca es demasiado viejo para desmayos.


¿Por qué estaba saliendo con alguien más joven que su hijo? Era repugnante.


—¿Planeas dejar a Jace para convertirte en una muesca en la cama de Dean? —bromeé y me dirigí a la puerta de entrada de la casa de playa.


—Por supuesto que no. Sólo quiero —ella se detuvo y cogió una bolsa, luego subió por las escaleras detrás de mí. —. Solo quiero conocerlo. Ver esos ojos y respirar el mismo aire.



Esta vez me reí. No pude evitarlo. Me hacía descostillar de la risa.



—Él es un tipo normal. También es el padre de William y dudo que William quiera que vengas a la casa actuando como una completa y total fan. Así que tienes que calmarte antes de la cena de Acción de Gracias. No es un lugar para que puedas desmayarte sobre mi futuro padre-en-ley.



—Eso es una locura. Lo sabes, ¿verdad? ¡Sólo malditamente loco! Duro Dean jodido Finlay como tu padre-en-ley. Las mujeres de todo el mundo quieren joder al hombre. Tú vas a ser su familia.


Me encogí y abrí la puerta de la casa. A veces Bethy podía ser demasiado. Esta fue una de esas veces.



—Vamos a descargar las provisiones y hablar del menú de mañana. Entonces puedo decirle todo acerca de cómo me estoy yendo este fin de semana para ir a Los Ángeles con William y su padre. Nan está causando problemas con Kiro.



Bethy se apresuró a entrar después de mí. —¿Te vas? ¿Este fin de semana? ¡No puedes dejarme! ¡Ni siquiera por Dean! ¡No!



Por lo menos tenía fuera de la mente el foll*ar a Dean. Puse mi bolso sobre el mostrador y me volví para mirarla.



—William necesita ir así que me voy con él. Además, si no me voy, no creo que él lo haga. Su padre le pidió ayuda con el problema de Nan.



Bethy puso mala cara y se sentó en el taburete frente a mí. —Esto es una mier*da. No quiero que te vayas.


Cuanto más pensaba en ello, tampoco quería irme yo. Pero no iba a dejar ir a William sin mí. Lo echaría de menos como una loca. Esta también sería una oportunidad para mí para llegar a conocer a su padre. Estábamos a punto de tener nuestra propia familia y quería que su padre fuera parte de eso. No había oído de mi padre desde que vino a decirme que él no era el padre de Nan. Me había llamado una semana después de que se fue para decirme que se dirigía a los Cayos de la Florida para encontrar un barco y vivir en él. Quería estar solo. También me dijo que me amaba.



Traté de no pensar en mi padre mucho más. Sólo me ponia triste. Debería haberle dicho que lo quería en mi vida, pero no lo hice. Lo dejé ir. Ahora, mirando a las vacaciones sin él me sentí triste. Había encontrado mi casa, pero él había perdido la suya.



—¿Has oído algo de lo que dije? —preguntó Bethy irrumpiendo mis pensamientos.



Miré por encima de ella. —Lo siento. Estaba pensando en mi padre —admití. Entonces agarré la lata de judías verdes y empecé a guardar.


—Oh. ¿Estás pensando en invitarlo?



Era demasiado tarde ahora. No estaba segura de si William estaría bien con eso si lo hiciera. No habíamos discutido mucho de mi padre. Sacudí la cabeza y me volví para obtener la caja de azúcar en polvo.


—No. Sólo pensando en él en general. Preguntándome que está haciendo —contesté.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 2:31 pm

6

William

Mi padre estaba cantando en la cocina mientras preparaba el pavo. Retrocedí y vi a Maite mezclar algo en un bol y sonreír felizmente. Mi papá seguía tratando de hacerla cantar con él y ella solo reía mientras sacudía su cabeza en negación. Hoy día iba a ser difícil para ella, me gustaba ver su sonrisa.



Toda la semana me había debatido en decirle que había invitado a Abe. Él estaría aquí en una hora. Había recibido un mensaje de texto de él cuando su avión aterrizo. No podía decidir si sorprenderla era tan buena idea. Quería hacer esto especial para ella. Era nuestra primer Acción de Gracias juntos. Sabía que el hecho de que fuera su primer Acción de Gracias sin su mamá iba a ensombrecerlo y entendía eso. Pero si podía hacer esto un buen recuerdo, uno que ella apreciara, movería cielo y tierra para que eso pasara.



—¿Te estas escondiendo allí atrás porque tienes miedo de ensuciarte las manos, chico? —preguntó mi papá, mirando hacia atrás sobre su hombro y guiñándome un ojo.



__Maite se dio la vuelta con una cuchara en una mano y una sonrisa en su rostro. El delantal que estaba usando tenia cosas con volantes alrededor de las costuras y lunares de color rosa por todas partes. Estaba adorable.


Me acerqué a ella y la atraje más cerca para que así pudiera besar esos lindos labios suyos.



—Estamos cocinando aquí. No hay tiempo para esas cosas —dijo Dean con una risita.


__Maite rompió el beso y apretó los labios. El brillo en sus ojos me hizo saber que se estaba esforzando por no reír. Me encantaba verla así. Especialmente en un día como hoy. Una vez más, Maite era más dura que la mayoría de los hombres que conocía. Seguía deslumbrándome con su fuerza una y otra vez.



—¿Puedo ayudar? —pregunté, inclinándome para presionar un beso más en la comisura de su boca.



—Sí, puedes ayudarme a llevar este gran cu*lo de pavo al horno sin que se caiga o queme mi maldita mano —ladró Dean.



—Maite se apartó de mí —Ayuda a tú papá —contestó ella, todavía divertida. Bien. Si Dean podía divertirla entonces era bueno para algo.


Hubo un breve golpe en la puerta y luego la voz de Bethy lleno la casa —¡Estoy aquí!



—Ya era hora —contesto de vuelta Maite.


Bethy entró a la cocina con Jace siguiéndola. Sus manos estaban llenas de bolsas de comestibles. Como podríamos necesitar más comida, no estaba seguro.



—¿Dónde pongo esto? —preguntó él, sin aliento.


—Justo allí en la encimera —Maite señalo a la único espacio disponible en la cocina.


Jace dejo la bolsa y soltó un suspiro de alivio, luego me miro —Necesito una cerveza y quiero ver algo de futbol.



Abrí el refrigerador, saque dos cervezas, y le entregué una a él —Vamos. Salgamos del camino.



Jace se volvió a mirar a Bethy que se encontraba congelada en su lugar mirando a mi papá. Sacudió su cabeza y me miró —Sí, salgamos de aquí antes de que Bethy se vuelva completamente una fan de tu padre.



—Me alegro de verte de nuevo también, Jace —grito Dean cuando nos fuimos de la cocina.



—A ti también, Dean. Por favor ignora a mi chica. Está un poquito deslumbrada —respondió el.


Pase caminando por el living y la pantalla plana de ciento tres pulgadas mientras Jace miraba hacia atrás a ella con nostalgia. Sabía que quería ver un partido, pero necesitaba hablar con alguien sobre Grant.



Salimos al porche y me senté en uno de los tumbones —Siéntate. Vamos a ver un partido pero quiero preguntarte algo primero.


Jace se sentó a mi lado y tomo un trago de su cerveza —Te ves serio.



—¿Sabías sobre Grant y Nan? —pregunté, mirándolo de cerca. Jace no podía mentir. La ampliación de sus ojos me dijo que había sabido. Ni siquiera espere su confirmación —. ¿No crees que decirme era importante? —pregunté.


Jace puso su cerveza en el suelo y dejo salir un gemido de frustración.



—Mier*da. Sabía que estarías molesto cuando te enteraras. No quería ser el que te lo contara. Además, estabas tratando con la perdida de Maite y luego recuperándola. Entonces su embarazo. Grant ni siquiera sabía que yo sabía. Él pensó que estaba manteniéndolo en secreto de todos. Nosotros estábamos más observadores de lo que tú estabas en ese momento. Todo lo que podías ver era a Maite. El resto de nosotros notamos cosas…



Estaba en lo cierto. Había estado luchando por mi futuro. Había estado enfocado en recuperar a Maite y luego protegiendo a ella y a nuestro bebe. No había tenido tiempo para darme cuenta de algo o alguien más. Tal vez era lo mejor no haber sabido. No había necesitado ninguna distracción.



—Tienes razón. Era mejor que no supiera. Había necesitado estar enfocado en Maite. No en otra cosa entonces.



Jace sacudió la cabeza —Aunque, no fue bien. Nan solo deja destrucción a su paso. Grant quedo destrozado por ello, pero está lidiando con las cosas mejor ahora. Creo que va a regresar a Rosemary por un tiempo. Quiere distancia de ella.



Mi hermanita sí que sabía cómo causar problemas. Me estaba cansando de rescatarla siempre. Aunque no podía hacerlo mejor para Grant. Él debería haber sabido que no tenía que entrar en una relación con ella. Ella no se comprometía.



El teléfono en mi bolsillo vibró y lo saque para ver un texto de Abe. Estaba aquí. Recé que traerlo aquí fuera lo correcto. Quería el día de hoy especial para Maite. Ella había tenido suficiente dolor.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 2:32 pm

7

Maite

William volvió caminando de regreso a la casa con una mirada nerviosa en sus ojos. No veía el camino cuando se dirigía a la cocina. Dejé de amasar la masa para las galletas y me limpié las manos en el delantal antes de seguirlo. Algo estaba mal.



Corrí por el pasillo y luego en el vestíbulo. William estaba abriendo la puerta. ¿Iba a irse? Nadie había tocado. Cuando la puerta se abrió completamente, vi más allá de William a mi padre de pie allí con una pequeña maleta en una mano y una bolsa de papel en la otra. Estaba más delgado y tenía barba. El hombre de aspecto pulido que había sido ya no estaba. Tenía el aspecto de un capitán de barco ahora. No pude tomar una respiración profunda mientras sus ojos se encontraron con los míos sobre el hombro de William. Él estaba aquí. Mi papá estaba aquí.



Las lágrimas llenaron mis ojos y empecé a caminar hacia él. No habíamos pasado unas vacaciones juntos desde que tenía quince años. Pero este año, él estaba aquí. William me miró y comprendí la mirada en sus ojos de más temprano. No quería molestarme. Había estado tratando de sorprenderme, pero no estaba seguro de que fuera lo correcto.


Todas las mentiras y la traición ya no parecían importantes mientras miraba a la cara de mi padre. También él había sufrido. Él todavía estaba sufriendo. Tal vez se lo merecía. Pero tal vez había pagado su penitencia. Porque ahora lo único que podía pensar era en el hombre que cantaba villancicos conmigo mientras rellenábamos el pavo de Acción de Gracias, el hombre que se aseguró de hacer un pastel de caramelo porque lo prefería por encima de pastel de calabaza, el hombre que se pasaba horas cada fin de semana de Acción de Gracias llenando nuestra casa en las luces de Navidad. No pienso en lo otro. Acabo de recordar todo lo bueno.



—Papá —Le dije con una voz obstruida por las lágrimas.



William dio un paso atrás y le permitió entrar. Me arrojé en sus brazos y aspire el olor que siempre me había recordado a la familia, la seguridad, y el amor.



—Hey, dulce Mai —contestó. Su voz estaba llena de emoción. —Feliz Día de acción de Gracias.



—Feliz Día de acción de Gracias. —Mi voz estaba ahogada en su chaqueta de cuero. No estaba dispuesta a dejarlo ir por el momento.



—Me preocupaba que no tuvieras tu pastel de caramelo. Así que cuando William llamó pensé que mejor aceptaba su oferta y me aseguraba de que mi chica lo consiguiera.



Un sollozo se me escapó y siguió con una risa. —No he tenido uno de esos en un tiempo muy largo.


—Bueno, tenemos que arreglar eso ahora, ¿no es verdad? —Dijo con una palmadita en la espalda.


Asentí con la cabeza y me aparté de su abrazo. —Sí, lo hacemos.



Levantó la bolsa que tenía en la mano. —Traje mis ingredientes.



—Está bien. —Me acerqué y los tomé. —Puedes ir a poner la maleta en la habitación amarilla si quieres. Voy a llevar esto a la cocina.



Papá asintió con la cabeza y luego miró a William. —Gracias —dijo antes de dar vuelta y dirigirse a las escaleras.



No esperé hasta que estuvo completamente fuera de la vista antes de envolver mis brazos alrededor de la cintura de William y besar su pecho.



—Te amo —le dije. Debido a que era más que un gracias. Él había hecho algo por mí que sabía que no era fácil para él. William no era un fan de mi padre, pero lo había dejado de lado y traído aquí.



—Yo también te amo. Más que a la vida —respondió, sosteniéndome contra él mientras besaba la parte superior de mi cabeza. —. Me alegro que esto te hiciera feliz. No estaba seguro...



Eché la cabeza hacia atrás para poder ver su rostro. —Nunca olvidaré este día de acción de gracias. La que debería de haber sido la fiesta más difícil a la que me he enfrentado no lo ha sido. Haces que todo sea mejor.



William me dedicó una sonrisa torcida. —Bueno. Estoy intentando mi mejor esfuerzo para hacer que estés tan envuelta conmigo que nunca me dejes.



Riendo, me puse de puntillas y presioné mis labios contra los suyos. —Nunca. Ni siquiera puedo imaginar la vida sin ti.



—Mmmmm, sigues así y vamos al piso de arriba —susurró contra mi boca. Me eché hacia atrás y pasé las manos por su pecho para empujarlo suavemente hacia atrás.



—Hay tiempo para eso más tarde. Tengo una comida que preparar y tu fútbol que ver.



Las cejas de William se dispararon. —Dulce Maite, no soy de los que se sientan y disfrutan de la acción. Prefiero experimentar la acción. Ver el fútbol no compite con tenerte desnuda y debajo de mí.



Sentí mis mejillas sonrojarse mientras la imagen viva de William sobre mí mientras se movía dentro de mí brilló en mi cabeza. Sí, me gustaba eso. Mucho. William rió y extendió la mano para acariciar mi cara y rozar su pulgar contra mi mejilla.



—Te ves un poco excitada ahora... Puedo arreglarlo para ti. Prometo que será rápido para que puedas volver a cocinar. —Bajó su voz a un susurro ronco.



Mi respiración se enganchó y me las arreglé para sacudir mi cabeza. Tenía que ir a cocinar. Mi padre acababa de llegar y Bethy muy probablemente estaba volviendo loco a Dean en la cocina.



—Tengo que volver allí— le contesté.



William deslizó una mano en mi cintura y me tiró de espaldas contra él. Bajó la cabeza hasta que su boca se movía sobre mi oído.



—Podemos entrar en ese cuarto de allí y deslizaré mi mano por este pequeño lindo vestido que llevas puesto y jugaré con tu co*ño mojado hasta que tengas que morder mi hombro para no gritar. No tomará mucho tiempo. No quiero que mi chica este necesitada. La quiero satisfecha.



Oh Dios. Estaba segura de que mis bragas estaban empapadas. Ya era bastante malo estar cachonda con este embarazo. Si después le añadimos a William y su boca sucia era un desastre.



—Cinco minutos— dijo antes de tomar un trago en mi oído.



Agarré sus brazos y lo apreté con fuerza antes de que me derritiera en un charco en el suelo.



—Ahora no. Ahora no puedo. Tengo que terminar en la cocina y mi padre acaba de llegar —le dije sin aliento.



William dejó escapar un suspiro de derrota. —Está bien. Pero, maldita sea, quiero tocarte y sentirte correrte en mi mano.



—William. Por favor —dije, tomando calmadas respiraciones profundas. —. Necesito un poco de agua helada por mí vestido en este momento. No lo hagas peor.



Con una suave risa, dejó caer sus manos de mí y dio un paso atrás.



—Está bien. Huye de mí, dulce Maite. Tienes cinco segundos antes de que decida que no importa lo que digas.



Mover las piernas era difícil, pero me las arreglé para dar la vuelta y huir a la cocina. La risa de William se hizo más fuerte y no pude dejar de reír también.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 2:34 pm

8

William

El pavo había estado grandioso y tuve que admitir que estaba impresionado de que Dean pudiera cocinar así. Maite parecía realmente feliz mientras hablaba con su padre y el mío durante la cena. Incluso se había reído cuando Bethy había pedido a mi padre que le firmara la servilleta.


Dean se acercó y se sentó a mi lado en el sofá y dejó escapar un suspiro de satisfacción. Había disfrutado de él también. Esta fue la primera acción de gracias que en realidad había comido en mi casa con la familia y amigos. La primera vez que había tenido pavo, pastel de calabaza y guiso de maíz. Normalmente mi Acción de Gracias la desperdiciaba en Vail. Usualmente salía a comer con amigos y emborracharse en los bares. Nada memorable. Hoy ha sido diferente. Fue una prueba de mi futuro con Maite.



—Tienes un dulce — dijo Dean.



—Sí, lo sé.



Ella está allí lavando platos con su papá. Pensé en dejarlos solos. Darles tiempo junto. Fue una mier*da lo que le hizo a ella, pero me alegro de que estén encontrando la manera de hacer las paces. Abe fue un buen hombre. Cuando me enteré de que estaba de regreso con tu mamá me pregunte qué demonios le había pasado.



Traicione a Maite también. La lastimé. Pero ella me perdono. Ella es capaz de hacer eso. No estoy seguro de ser capaz de hacer lo mismo.



—No la merezco. Probablemente soy el hijo de pu*ta más afortunado en el planeta.


Dean dejó escapar una risa dura. —Me alegro de que te haga sentir de esa manera chico, tu vida no ha sido fácil— Hizo una pausa y sacudió la cabeza. —. Ojalá lo hubiera hecho mejor por ti. La chica de Kiro, Harlow, ha estado alrededor últimamente. Parte del problema con Nan es Harlow. Ella no es muy feliz de que Kiro tenga una hija de la cual cuidaba. Kiro no podía estar alrededor de Harlow, pero la ha cuidado bien. Su abuela se aseguró que estuviera bien. Ella es una buena chica. Es difícil de creer que sea de Kiro. La abuela de la pobre chica murió hace unos meses. Ella no es feliz viviendo en Los Ángeles, está un poco perdida en este momento.



Sólo había visto dos veces a la hija de Kiro. Éramos niños y Kiro había traído a Harlow casa para una visita. Yo también estaba allí y lo único que podía recordar eran sus grandes ojos inocentes y la forma en que susurraba cuando hablaba. Luego, hace un par de años me encontré con ella otra vez mientras yo estaba visitando a Dean. Había crecido, pero era muy educada y muy inocente. Nos habíamos llevado bien con bastante facilidad ese fin de semana. Se quedó en la casa la mayor parte del tiempo. Así lo quería Kiro. Había sido la única vez que había salido de fiesta con la banda mientras Kiro había permanecido detrás. Dean había dicho que era protector con Harlow.



No me podía imaginar como Nan estaba manejando la existencia de Harlow. Sólo otra cosa que tenía que enfrentar.



—Tan pronto como Maite esté lista nos iremos y me encargare de Nan. Ella sólo necesita a alguien que se preocupe y hable con ella. Ella está herida e insegura. Ha estado así toda su vida.



—Tengo pastel y café. ¿Alguien quiere un poco? —Maite pregunto al entrar en la habitación de nuevo vestida con su delantal. Al ver el contorno de su pequeña panza detrás de este hizo que el instinto cavernícola bombeara en mis venas.



Me puse de pie y me acerqué a ella. —Ellos pueden hacer su propio café y pastel. Quiero hablar contigo de algo. Haz alimentado y entretenido a todos el tiempo suficiente —le dije, deslizando un brazo alrededor de su cintura.



—Está bien, pero no me importa— respondió ella. Yo sabía que ella no le importaba. Pero a mí sí. Al ver a todos sonrientes y felices me hizo quererla aún más.



—Solo unos minutos — le aseguré, y la conduje de nuevo al pasillo y subió las escaleras.



—William, ¿qué pasa?— Preguntó.



Mantuve mi mano en la parte baja de la espalda y la lleve vuelta al cuarto que le había prometido tomarla en su interior. Ya nadie usaba esta habitación. Y yo estaba a punto de utilizarla.



—Tú estabas ofreciendo postre allí. Y yo quiero el mío — le dije, cerrando la puerta detrás de mí antes de apoyarse contra la gran silla de cuero. —. Siéntate— gruñí y Maite rápidamente se hundió en el cuero.



Me arrodillé frente a ella y empuje ese vestidito corto hasta sus muslos como había estado fantaseando todo el día. Ella voluntariamente abrió las piernas para mí. Las bragas de seda color rosa que llevaba tenían una mancha de humedad notable en la entrepierna. Aspiré y su respiraba profundo. Ella siempre olía tan bien.



—William— susurró, inclinándose hacia atrás en la silla. —. No debemos tardar mucho. Tenemos compañía.



Me gustaría que todos se fueran a la mier*da. —No va a tomar mucho tiempo. Te lo prometo. Sólo tengo que cuidar de un pequeño asunto — le respondí, y pasé un dedo sobre la mancha de humedad en sus bragas. —. Mi chica necesita un poco de atención especial.



__Maite gimió. Me encantaba ese sonido. Extendí la mano y deslice sus bragas por las piernas. Cuando llegué a sus zapatos de tacón que llevaba, quité cada zapato luego saque sus bragas por completo, dejándolas caer al suelo, junto a sus zapatos.



Ahora podía oler su excitación. Puse mis manos en cada una de sus rodillas y empuje para abrirlas aún más así podría ver sus pliegues rosados. El pequeño clítoris hinchado estaba allí, rogándome que lo tocara. Miré a Maite.



— Échate hacia atrás —Di instrucciones y lo hizo como se lo dije. Su cuerpo temblaba y yo sabía que lo quería tan mal como yo quería dárselo a ella—. Pon la pierna arriba en el brazo de la silla y éste en el suelo— le dije, viendo cómo se extendió completamente abierta para mí.



Me coloqué entre sus piernas abiertas y pase la pun*ta de la nariz hasta la parte interior de su muslo inhalando su aroma. Disfrutaba de ella y la sensación de su pierna temblando bajo mi caricia.



Cuando llegué a su pequeño lugar necesitado, arrastre mi dedo sobre ella y ella gritó entonces se tapó la boca con la mano para ahogar el sonido.



—¿Estás lista para hacer todo esto mejor?— Le pregunté, al presionar el pulgar contra su clítoris.



—Oh, Dios, por favor, por favor, William, te necesito — me rogó, levantando sus caderas de modo que estaba más cerca de mi cara.



—Hueles jodidamente increíble— le contesté, inhalando profundamente.



—Por favor, — ella gritó desesperadamente.

No quiero que mi chica tenga que pedírmelo tanto. Saqué mi lengua y corrió desde afuera de su rosa, fruncido, agujero mojado sin tocar, estaba hinchado alguien estaba lista para mí. Metí la lengua en su entrada caliente varias veces mientras ella resistía y amortiguaba sus sonidos con sus manos. El sabor de Maite era único. Siempre lo había sido, pero algo era aún más deseable en ella ahora que estaba embarazada. Era más rica y más dulce. Podría pasar horas saboreándola y haciendo que se venga en mi lengua. Nunca me aburriría. Era más que una adicción.



—No hay postre con un sabor tan jodidamente perfecto— gemí contra su clítoris antes de poner mi boca y chuparlo. Arrastre el piercing de mi lengua sobre ella varias veces y el temblor y gemidos procedentes de Maite me dijeron que estaba cerca. Muy cerca.



—Shhh, estoy haciendo que se sienta bien. Relájate. Voy a lamer el co*ño a mi chica hasta que ella no pueda soportarlo más. Vente en mi boca. Quiero probarlo—Sabía hablar sucio a ella le gustaba que lo hiciera y lo hice. Maite dejó escapar un grito ahogado y levantó sus caderas mientras se sacudió contra mi lengua.



Ese sabor adictivo del que no podía conseguir suficiente inundó mi boca y lo chupe, lo lamí hasta que ella se movía hacia atrás y haciendo sonidos angustiados de placer.



—William no, oh Dios, no. No puedo —ella gimió, alejándose a medida que continué mantenerla inmóvil y saboreando cada rincón de ella antes de deslizar la lengua de nuevo en su entrada.



—William, yo no voy a ser capaz de reprimir esto. Estoy a punto de gritar, puedo sentir otra. Oh... oh... William —Se sacudió y meció sus caderas mientras me aferré a ella. Su reacción me estaba volviendo un poco loco. Sabiendo que estaba a punto de venirse de nuevo tan pronto era más emocionante de lo que me había imaginado. Mi pene estaba dolorosamente hinchado, la insatisfecha cabeza presionando contra la cremallera de mis vaqueros. Si ella se venía otra vez estaba muy seguro que iba a estropear mis malditos pantalones.



En un movimiento rápido me puse de pie y tire abajo mis pantalones vaqueros. Entonces agarre sus caderas y me estrelló contra ella. —Mier*da— grité mientras sus paredes se apretaban a mí alrededor. Maite se vino de nuevo y esta vez no estaba cubriendo su boca. Estaba perdida en su éxtasis. Tenía la cabeza echada hacia atrás y su cuerpo se sacudía salvajemente bajo el mío cuando dijo mi nombre una y otra vez.



La visión de ella me envió sobre el borde. Agarré el respaldo de la silla y me derramé dentro de ella. Cada ráfaga de mi liberación causaba otro grito ahogado de placer de Maite. Había levantado sus piernas hasta envolverlas alrededor de mi cintura, en algún momento, pero ahora que estaba saciada y cansada, se dejó caer de nuevo en la silla. Una sonrisa de satisfacción estaba en sus labios y sus ojos estaban pesados.



—¿Es malo que ni siquiera me importa si alguien nos escuchó? Eso fue demasiado sorprendente como para preocuparse por nada más — me preguntó.



Bajé hasta que pude besar sus labios. —No deberían estar en mi maldita casa si no nos quieren escuchar— le contesté.


__Maite se rió. —Dios, William. Me vuelves loca.



No pude mantener la sonrisa de mi cara. —Bien.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 2:36 pm

9

Maite

Decir adiós a mi padre no fue tan fácil como debió ser serlo. Tenerlo aquí ayudó a sanar tantas heridas. Lo seguí afuera y por las escaleras. Tenía la maleta en la mano y regresaba hacia el sur de Florida, donde estaba viviendo en un barco.



—Es bueno verte feliz. Será más fácil dormir por la noche sabiendo que estás atendida y bien amada. No conté con que ese chico jamás estuviera tan envuelto alrededor de su dedo meñique, pero lo está y yo no podría estar más feliz.



—¿Volverás para la boda y después de que nazca el bebé? Te quiero aquí.



Papá asintió.



—No me lo perdería por nada del mundo.



Me negué a llorar sobre él. Eso no era justo. Ya estaba completamente solo. No necesitaba que mis emociones lo confundieran.



—Ve decidiendo como vas a querer que te llame. Dean ya ha dicho que quiere ser Papá Dean. Necesitas escoger un nombre también.



Papá sonrió. Me gustaba verlo verdaderamente emocionado por algo.



— Voy a pensar en eso y me pongo en contacto contigo. Tiene que sonar mejor que el de Dean.



Envolví mis brazos alrededor de su cintura y lo abracé.



— Gracias por venir. Te he extrañado.



— También te extrañé, osito Maite, pero esa es mi culpa. Estoy agradecido que William me haya llamado.



También lo estaba. William estaba en el centro de todo lo bueno que me ha pasado. Creía que siempre lo estaría. Extraño, teniendo en cuenta que empezó todo de una manera muy diferente.



— Que tengas un buen vuelo y llama cuando llegues para dejarme saber que estás bien.


Papá asintió y me aparté de él.



— Te quiero — dijo con lágrimas no derramadas brillando en sus ojos cansados.



— También te quiero, papá.



Abrió la puerta del coche de alquiler y me quedé allí mientras se alejaba. Esta vez no tenía el corazón destrozado. Sólo esperaba que él pudiera encontrar la felicidad algún día. Ya era hora de que así fuera.



La puerta de la casa se abrió y me volví para ver a William de pie en el porche mirándome. Que pude ver que estaba preocupado de que estuviera triste por la partida de papá. Comencé a ir hacia él y bajó las escaleras a reunirse conmigo a mitad de camino.



—¿Estás bien? — preguntó al minuto que estuvo lo suficientemente cerca para tocarme.


— Sí. Gracias de nuevo por eso. Significó más de lo que podrías imaginarte— Le dije.



—Cuando quieras verlo me lo dices. Haré que vuelva. Sólo di la palabra.



— Yo lo quiero aquí para la boda y cuando nazca el bebé. Quiero darle la oportunidad de conocer su nieto. No tiene a nadie más que a mí. Nuestro hijo va a ser su familia también.


— Listo. Ya tengo un billete de avión comprado y listo para el momento en que lo necesitemos.


Me quedé allí y miré a William. Cuando puse los ojos en él, primero me había impresionado su belleza. Nunca había pensado que ese playboy malhumorado podría tener un corazón de tal tamaño debajo de toda esa arrogancia.


—¿Qué te ha cambiado? Eres tan completamente diferente de aquel tipo que conocí en junio— Le dije, sonriendo a su cara confundida.



William extendió la mano y la deslizó por mi pelo y enredó sus dedos alrededor de los mechones.



—Esta rubia dulce, decidida, sexy-como-el infierno entró en mi vida y me dio una razón para vivir.



Mi pecho se tensó y comencé a decirle de nuevo lo mucho que lo amaba cuando lo sentí... al bebé.



Extendí la mano y agarré el brazo de William.



— William. Él me está pateando— Dije con asombro. Me preguntaba hace semanas si el pequeño aleteo en mi estómago era él moviéndose. Quería creer que así era. Pero ahora podía sentirlo. No había duda.



William movió su mano de mi pelo hacia mi estómago. Lo sostenía con ambas manos mirando hacia abajo con una mirada de asombro.



— Puedo sentirlo — dijo William, en un susurro suave como si tuviera miedo de que el bebé dejara de moverse. En cambio, al sonido de su voz al bebé pateó de nuevo.



— Háblale, William — Dije, mirando la imagen más hermosa que jamás había visto. William cayó de rodillas para estar más cerca de mi vientre.



— Eh, tú — dijo, y el bebé de inmediato se movió debajo de la mano de William. Levantó la cabeza y me miró con una sonrisa emocionada. — .Me escucha— dijo con asombro en su voz.


Asentí.


— Sí, lo hace. Háblale.



— Entonces, ¿cómo es ahí dentro? Es la panza de mamá tan linda por dentro como lo es por fuera?



Me reí y él pateó.



— Pensé que así era. Tuviste suerte. Mamá es hermosa, pero lo verás muy pronto. Seremos los dos chicos más afortunados del planeta.



Se movió de nuevo, esta vez con menos fuerza.



— Pórtate bien allí. Estamos preparando las cosas para ti aquí. Disfruta de ese lugar acogedor por el momento. — William pasó las manos por encima de mi vientre y luego me miró — . Está realmente allí. Nos oye.



Me reí y asentí.



— Pensé que lo había estado sintiendo por un tiempo, pero nada como esto.



— Dios, Maite, es increíble — dijo William, antes de presionar un beso en mi estómago y ponerse de pie.



— Lo es, ¿verdad?— Contesté, todavía maravillada por saber que esto era mío. Este hombre frente a mí y la vida dentro de mí.



—Dime cuando lo haga de nuevo. Quiero sentirlo — dijo William, bajando su mano para agarrar la mía.



Caminamos por las escaleras juntos tomados de la mano.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 2:38 pm

10

William

Había pasado un tiempo desde que me metí en la casa de Beverly Hills de mi papá. La última vez que lo visité, me quedé bebiendo y de fiesta la mayor parte del tiempo con mi papá. Esta sería una visita muy diferente. Yo no era ese tipo nunca más. Puse la maleta de Maite en el dormitorio que mi padre dijo que era la mía. Fue donde siempre había dormido cuando venía a visitarlo.



—Esto es sólo... wow — dijo Maite caminando detrás de mí. Ella había estado deteniéndose y tomando el lugar desde que habíamos caminado por la puerta principal. Por suerte, Nan y Kiro no habían estado allí para recibirnos. Quería tiempo con Maite para establecernos. El viaje en avión había sido largo y pude ver el cansancio en su rostro.



—Aprenderás que las leyendas del rock están un poco en el lado llamativo. A ellos les gusta hacer alarde de su éxito con las cosas — le expliqué.



—Puedo ver eso. Seguro que han hecho un buen trabajo en hacer alarde de este lugar — dijo ella, acercándose a la cama y luego dándose cuenta de que era demasiado alta para ella. Echando un vistazo por encima del hombro le frunció el ceño. —. ¿Cómo diablos voy a ser capaz de subirme en esta cosa?


No pude contener la risa. Se veía tan malditamente perpleja.



—Te daré un pequeño taburete.


__Maite sonrió y negó con la cabeza. —Eso es una locura. Así que, si quiero subirme ahora... ¿Cómo podría hacerlo?



Me acerqué a ella y le puse mis manos en su cintura en expansión y luego la levanté y la puse sobre la cama.


—De esa manera— le respondí y se sentó a su lado antes de lanzar una pierna sobre las de ella y por la espalda. —Si no te vieras tan cansada podríamos probar esta cosa—bromeé.



Se tapó la boca mientras bostezaba y me dio una sonrisa soñolienta. —Puedo estar despierta— me aseguró y volvió su pecho hacia el mío.



Era tentador pero yo sabía que su cuerpo necesitaba descanso. Le di un beso en la nariz.



—Estoy seguro de que podrías, dulce Mai. Pero ahora mismo lo único que quiero hacer es masajear tus pies y pantorrillas mientras te relajas y duermes.



Sus ojos brillan contentos. —Oh, ¿lo harías? Se sienten tan duros después del vuelo.


—Reposa la cabeza sobre la almohada y me desharé de estos zapatos, que por cierto, no son precisamente un buen calzado para que una mujer embarazada camine. Deberías haber usado zapatos planos, no tacones.



__Maite volvió a bostezar y se recostó en la almohada con un suspiro. —Lo sé. Yo no quería llegar a LAX luciendo desaliñada.


Nunca podía verse desaliñada.


—Eso sería imposible.



Ella sonrió y cerró los ojos cuando comencé frotando su arco.



—Sólo porque me quieres.



—Más que la vida. Pero eso no me convierte en ciego. Tu serías caliente en un saco de patatas.



Ella no dijo nada. Tenía los ojos cerrados y su sonrisa aún persistía. Puse mi atención en masajear sus pies cansados y luego me abrí camino hasta sus pantorrillas. En el momento en que había terminado estaba respirando lenta y regularmente. Tiré de la manta sobre ella antes de salir para dejarla descansar.



Dean estaba recostado en el sofá de cuero negro seccional que ocupaba la mayor parte de la sala de entretenimiento. Sonaba su último álbum de bombeo a través de los altavoces y estaba jugando Halo en su Xbox con un cigarrillo colgando de su boca.



—Ya que estamos aquí, por favor no fumes alrededor de Maite dije cuando entré en la habitación.



Dean miró por encima del hombro y sonrió. —No lo haré. No quiero hacer daño al niño.



Apretó la pausa en su juego y tiró hacia abajo el mando a distancia en la mesa roja elegante de largo que se sentaba delante del sofá y cogió su vaso. Yo no tengo que preguntar para saber que era whisky.



—¿Nuestra chica está tomando una siesta? — pregunta apoyando los pies hacia arriba sobre la mesa.



El hecho de que él llamaba a Maite "nuestra chica" me frotó el camino equivocado. Ella no era la chica de nadie más que mía. Esa era la forma en que mi padre hablaba. Él actuó como si fuera una cosa de los dos. Siempre tenía.



—Mi chica está dormida. Estaba agotada— le contesto, tomando asiento en el otro extremo de la sección.



Dean se rió y tomó un trago de su whisky y luego tomó una calada a su cigarrillo.



—Eres un hombre de las cavernas posesivo sobre ella, ¿no es así? No obtuviste eso de tu viejo.



No obtuve un montón de cosas de él, pero yo no he dicho eso. —Voy a hacer lo que hay que hacer para hacerla feliz. Pero voy a ser el que la hace feliz. Siempre. Sólo yo.



Dean dejó escapar un silbido y meneó la cabeza mientras se quitaba el cigarrillo de los labios y sacudía la ceniza en un cenicero.



—Tarea difícil de llenar. Buena suerte con eso. Las mujeres pueden ser unas perras a veces, sólo porque ellas quieren. No hay nadie que pueda hacer feliz a una mujer cuando ella está siendo una perra.



Esta conversación no tenía sentido. Nunca había tenido una Maite en su vida. No tenía ni idea de lo que era. Estaba aquí por una razón y quería resolver el problema y volver a casa.



—¿Dónde está Nan?



Dean suspiró y puso los ojos. —No aquí en este momento, gracias a la mier*da. Ella es una perra loca.



—¿Dónde está Kiro? — le pregunté, tomando la decisión de ignorar su opinión sobre Nan.


—Estoy justo aquí maldito! Ahí está el hombre! Mírate todo mier*da crecido y varonil. ¿Cómo sucedió en pocos malditos meses? — La voz de Kiro era inconfundible.


Entró en la habitación con una chica que parecía de mi edad envuelta en su brazo. Sus pechos estaban a punto de salirse de la camisa atada que parecía un corsé. Ella me guiñó un ojo. Sus pestañas eran obviamente falsas. Nadie tiene pestañas tan condenadamente largas.



—Vine a negociar con Nan— le contesté, mirando a mi padre que estaba tomando otra larga calada a su cigarrillo mientras dejaba que sus ojos recorrieran a la mujer que Kiro había traído con él. Yo sabía que compartían de vez en cuando. Esa no era la clase de mier*da que quería cerca de Maite.



—Santa mier*da, te debo mi maldito huevo izquierdo. Ella me está haciendo subir la maldita pared. Por favor, calma su cu*lo loco abajo y ayúdame a encontrar una manera de hablar con ella. ¿Ella siempre ha sido así de loca?



Sabía que Nan tenía sus problemas pero al escuchar al hombre que era la causa principal de ellos hablar de ella así me molestó. Me levanté y me di la vuelta para mirarlo.



—Si hubiera tenido un padre que diera una mier*da sobre ella tal vez habría sido más normal como Harlow. Pero no lo hizo. La dejaste sola con mi mamá. Ningún niño debe ser sometido a eso. Al menos mi padre vino y me trajo. Pasó el tiempo conmigo. Me dio la sensación de ser querido. Nunca hiciste eso por Nan. Es por tu jodida culpa. —Yo no tenía intención de ir fuera de él en el momento que entró en su casa, pero abrió su estúpida boca sobre mi hermana.



—Es la hermana del niño, Kiro. Ten cuidado al hablar mier*da — advirtió Dean. Él había estado hablando mier*da sobre Nan también, pero yo no lo culpaba por ser como era.



La muchacha se apretó más a Kiro. —Dijiste que esto iba a ser divertido. Quiero un poco de diversión, bebé. Tenías mi co*ño todo mojado en la limusina. Está listo para ser follado —canturreó.



Esto también era algo que yo no quería que Maite viera ni oyera. Hicieron sexo barato y sucio. Sólo quería que Maite viera la manera que era con nosotros dos. No esta mier*da retorcida.



—Se una buena chica y desnúdate mientras hablo con el muchacho aquí. Juega bien y podría dejarle besar ese co*ño caliente también.



—Ooooh, bien. Dos en lugar de uno — se rió mientras sacaba la cadena en la parte de arriba para que se cayera al suelo dejando al descubierto sus pechos justo en frente de todos nosotros. Una vez más, este era un comportamiento normal cuando yo había llegado a visitar a mi padre, pero las cosas son diferentes ahora.



—El día… um, ella tiene grandes pezones perforados— mi papá me dijo antes de tragar el resto de su whisky y ponerse de pie.



—Voy a volver a mi habitación para comprobar a Maite. Voy a hablar contigo cuando ella se haya ido — le dije con disgusto antes de dirigirme a la puerta.


—¿Qué le pasa? A él normalmente le encanta disfrutar del co*ño caliente que traigo de vuelta aquí — pidió a Kiro cuando salí de la habitación.



No perdí el tiempo volviendo a donde Maite. Ella todavía estaba acurrucada en la cama. Me quité los zapatos y me fui a descansar a su lado. Metiéndola contra mi me gustaba tenerla cerca. Esto era mucho más que todo lo que mi padre había tenido en su vida. La poca profundidad de sus relaciones me hizo sentir pena por él. Yo sabía lo que se estaba perdiendo. A pesar de todo su éxito en la vida se había perdido de alguna.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 2:39 pm

11

Maite

La boca de Willliam dejaba besos en mi cuello mientras la ducha de aerosol cae desde arriba de nuestras cabezas, como si estuviera lloviendo. Yo quería uno de estos cabezales de ducha en nuestra casa. Ambas manos de Willliam se deslizaron por mi cintura y cubrieron mi estómago. Tenía dificultades para mantener sus manos fuera de mi vientre, ya que había sentido el golpe bebé. Era como si Willliam necesitara hacer valer su pretensión regularmente. Si no fuera tan malditamente lindo cuando se trataba de protegerme me pondría nerviosa.



Antes de que pudiera disfrutar por completo teniendo a Willliam abrazándome por completo y sus manos sobre mí, el grito airado en tono alto que yo sabía que pertenecía a Nan nos detuvo. El cuerpo de Willliam se puso rígido detrás de mí.



—¿Nan?— le pregunté, aunque ya sabía la respuesta.



—Si. Supongo que ella se enteró de que ya estaba aquí—respondió y presionó un beso más a mi cuello—. Termina la ducha. Tengo que ir a hacer frente a esto. Ella y mi padre no se llevan muy bien.



Asentí con la cabeza y me quedó bajo el agua tibia mientras que el salía de la ducha y agarraba una de las grandes toallas mullidas blancas dobladas sobre una mesa de pedestal de mármol. Yo quería ir con él, pero él no me había pedido. Entonces no lo haría. Estaba tan preocupada porque nadie me molesta.



La voz grave de un hombre comenzó a gritar en respuesta a los gritos de Nan. ¿Quién era? Yo sólo había estado presente en Dean un poco, pero yo no creo que el hombre emocional había conseguido suficiente valentía para levantar la voz. Apagué el agua y agarre una toalla y luego seguí a Willliam en el dormitorio.



—¿Quién más está aquí?—Le pregunté mientras señalaba en un par de pantalones vaqueros para su trasero desnudo y cogía una camiseta.



—Mi conjetura sería Kiro. Al parecer, está teniendo su unión padre—hija—respondió en un tono frustrado.



Kiro. Yo sólo había visto imágenes del dios del rock. Pero él estaba aquí. En esta casa...



—Quédate aquí. Por eso hemos venido. Así que podría hacer frente a ella. Ella levanta el infierno y Kiro no puede manejarla. Tan pronto como estén calmados y bajo control, puedo volver a Rosemary.



Asentí con la cabeza y sostuve la toalla con fuerza a mí alrededor. William camino hacia la puerta y luego se detuvo y se dio la vuelta. Una sonrisa torcida tiró de sus labios y caminó hacia mí. Sus manos se deslizaron en el pelo húmedo y ahuecó mi cara mientras miraba hacia mí.



—Yo sólo quiero estar aquí con ustedes—susurró antes de bajar su boca a la mía.



Agarré sus dos brazos y me aferró a él cuando su boca rozó suavemente contra los míos antes de tomar un pequeño lametón de mi labio inferior. Abrí la boca para que pudiera probar más cuando otro grito agudo salió de abajo. William retrocedió hacia atrás y suspiró.


—Maldita loca familia—murmuró.



—Ve tratar con él. Estaré bien aquí.



Un golpe en la puerta me sorprendió y tire la toalla con fuerza contra mí. William se puso delante de mí para bloquear la vista de cualquiera.



—¡¿Qué?!— Gritó.



Eché un vistazo alrededor de su espalda cuando la puerta se abrió lentamente. Estaba preparándome mentalmente para Nan irrumpiendo la habitación. En cambio, una chica de mi edad estaba en la puerta. Ella no se parecía a nadie que yo imaginaria pertenecer a esta casa. Tenía el pelo largo y castaño que le rozaba la cintura en rizos suaves y estaba separó a un lado. No tenía flequillo. Era toda larga y alta. Oscuras pestañas enmarcaban su sensual miranda, sus ojos color avellana, pero no llevaba ningún tipo de maquillaje. Los cortos—rectos pantalones los llevaba golpeando justo encima de la rodilla y ella llevaba una blusa de color rosa pálido de broche el frente. Era simple y con clase.



—Hola, Harlow—dijo William, sorprendiéndome aún más—. Estaba en camino. La oigo.



Una perfectamente esculpida ceja se arqueo en la frente de la chica.


—Tenía la esperanza de que pudiera ocultarla contigo. ¿De verdad vas a hacerle frente a eso?



El acento del sur de su voz me sobresaltó. ¿Quién era ella y por qué ella tiene un acento del sur? Estábamos en Beverly Hills.



—Es por eso que estoy aquí. Para ayudar a la situación—respondió William.



La chica asintió con la cabeza y luego sus ojos se centraron en mí.—Tú debes ser Maite.



—Sí— dije, mirando hacia William.



William me acercó más a su lado. —Maite esta es Harlow. Ella es la otra hija de Kiro. Harlow, esta es mi prometida, Maite.



—Ya sé todo acerca de Maite. Dean me ha llenado de información ¿Te importa si me quedo aquí contigo, Maite? Nan no es una fan mía y me gusta estar lejos de la gente enojada.



—Ella tiene que vestirse y no estoy seguro de que ella…



—Sí, me encantaría. Voy a agarrar algo de mi maleta y ponérmela. No tomará más de un minuto— le contesté, interrumpiendo a William. Yo era normalmente un buen juez de carácter y me gustó Harlow. Ella parecía casi tímida. Ella era suave hablando y no había malicia en sus ojos. Tampoco había miradas lascivas hacia William cuando ella lo miró. Eso fue una gran ventaja para mí.

—¿Estás segura? Yo iba a traer algo de comida y…



—La comida suena maravilloso. Envía algo para Harlow también, por favor—le dije antes de que pudiera decir nada más.



La risa de Harlow me sobresaltó y me miró fijamente.—Lo siento. Es sólo que está siendo no tan William. Es divertido verlo así.



Sip. Me gustaba.—Deja que me vista y voy tratar con Nan antes de que ella venga a buscarte. Yo no quiero verla justo ahora.



Eso pareció encajar en la determinación de William anclarme a la cama como una inválida. Él no quería a Nan cerca de mí mientras estaba en este estado de ánimo tampoco. Él asintió con la cabeza y se dirigió a la puerta.



Una vez fuera de la puerta lee hizo señas para que venga Harlow en el interior. —Yo sólo voy a ir a ponerme algo de ropa. Ponte cómoda.



—Gracias. Nunca he estado en la habitación de William antes. Me suelo quedar en mi habitación y leo. Pero cuando Dean me habló de ti, tenía curiosidad —admitió con una sonrisa tímida.



—Tengo curiosidad por ti. No sabía que Kiro tuvo otra hija. El que yo sé que no es muy agradable. No eres como Nan.



Harlow se veía triste por un momento.—Yo me crie muy diferente a Nan. Mi abuela me hubiera curtido pellejo si alguna vez hubiera actuado de la manera en que Nan lo hace. No se me permitió ser exigente o lanzar ataques a medida que crecía. La abuela se aseguró de que estaba bien atendida. Yo creo que por eso papá le gustaba venir a buscarme. No estuve en el camino cuando llegue aquí. Me sentaba en mi habitación y leo libros en su mayoría. Cuando tenía tiempo para mí venía a buscarme e íbamos a ir a ver una película o a un parque de diversiones. Pero aparte, mi vida estaba con mi abuela en Carolina del Sur.



Así que por eso tenía su acento sureño. —Crecí en Alabama. Me preguntaba acerca de tu acento—confesé.



Ella sonrió. —La mayoría de la gente. Nadie espera que la hija de Kiro sea una chica de campo.



Asentí con la cabeza, porque ella tenía razón. No lo hicieron. Con un nombre como Harlow y un padre famoso me imaginaba que ella sería una mimada y un elitista. Ella no lo era ni un pelo. Saqué un vestido de mi maleta. Llevaba vestidos con más frecuencia desde que mi estómago creció más demasiado grande para que no pudiera ponerme mis pantalones vaqueros.



—Ya regreso—le dije y corrí al baño para vestirme.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 2:41 pm

12

William

Kiro estaba sin camisa y balanceando sus brazos tatuados con un cigarro entre sus dedos y una botella de ron en la otra —¿Qué bendita mier*da es tu problema? Demonios, tienes problemas maternales entonces ve perra por la pu*ta de tu madre. ¿Por qué soy yo el único que está tratando está loca mier*da?



Kiro le estaba gritando a Nan cuando entré en la sala de juegos. Un par de bragas de encaje negro estaban en la mesa de billar, pero la mujer que le había dejado unas horas antes no estaba a la vista. Pequeños milagros.



—William ¿Lo oyes? Él no se preocupa por mí. No le importa que él me ignoró la mayor parte de mi vida y ¿sabes que tiene una hija? una tensa perra que ni siquiera va a mirarme— Nan seguía gritando.



Me acerqué a ella y le agarre ambas manos —Toma un par de respiraciones profundas, Nan. Tienes que calmarte para que todos podamos hablar. Tu gritando no va a arreglar la mier*da.



Ella me miró, pero hizo lo que le dije. Esperé hasta que ella había tomado dos profundas respiraciones antes de apretar sus manos —Bien. Ahora, ve a sentarte allí en ese sofá y no hables. Déjame hablar. ¿De acuerdo?



Ella frunció el ceño, pero asintió con la cabeza y camino al sofá desmontable de cuero blanco que definía dos de las cuatro paredes de esta habitación. Una vez que estuvo sentada me di la vuelta para mirar a Kiro. Él estaba tomando otro largo trago de ron. El hombre tenía que dejar de beber y comer algo. Tú podías ver sus costillas. Su fetiche con el cuero fue más allá de los muebles. Lo usaba también. Los pantalones de cuero que tenía colgaban en sus caderas tatuadas.



—No puedo creer que consigas que se calle por un maldito minuto— Kiro murmuró y puso el cigarrillo de vuelta a sus labios.



Miré a Nan y sacudí la cabeza. Eran demasiado parecidos. A ambos le gusta tener la última palabra.



—Ella está molesta. Por favor solo ve tus palabras y trata de recordar que ella es tu hija. La que abandonaste para vivir con la peor madre que un niño podría tener. Ahora— miré a Nan –no puedes odiar a Harlow porque él decidió hacerse cargo de ella. Odiabas a Maite por las mismas razones. Ella nunca te hizo nada, pero la odiabas de todos modos. Sólo hay dos personas culpables por como las cosas terminaron. Kiro y mamá. Necesitas mantener tu aborrecible malicia dirigida hacia ellos. No a todo el que los rodea.



—Ella ha hecho que tú me odies. Nunca me llamaste por nombres hirientes. La odio porque te alejo de mí. Puedo culparla. Ella tomó a la única familia que tenía que me amó. Todo lo que haces ahora es corregirme y controlarme. Ni siquiera me has llamado desde que dejé el hospital— escupió y atornillo —. He terminado de tratar de hacer que todos me amen. Yo no debería de haberme esforzado tanto. ¡Espero que todos estén contentos!— Ella salió corriendo de la habitación y sus tacones haciendo clic bajo el pasillo y las escaleras. No estaba seguro de si estaba realmente marchándose o iba a lanzar una pelea y ver quién la seguiría. Yo la había seguido por mucho tiempo. Yo había ayudado a hacerla de esta manera.



—Mier*da. Te necesitaba por aquí todo el tiempo. Puedes deshacerte de ella sin ningún problema. Maldita sea, eso fue fácil— dijo Kiro mientras se hundió en el sofá y apoyó los pies, cruzándolos en los tobillos. Su mano todavía agarraba el ron y el cigarrillo aún colgaba de su boca —. Siéntate y háblame de esa chica que no he conocido aun. Seguro te corriste aquí rápido cuando la princesa dejó caer su camisa.



El nombre de la mujer no era princesa. Eso era como él llamaba a todas las mujeres que jodia. Me dijo cuando era más joven que si tú las llamaba a todas la misma cosa, entonces cuando dispares tu carga no estarías atrapado gimiendo el nombre equivocado. Yo pensaba que era un genio en ese entonces. Quizá él estaba en la categoría de artista, pero con las mujeres era un Oops!. Era un milagro que todavía tuviera una polla. La había metió en tantos lugares que estaría preocupado que vaya a caerse.



—La princesa tenía un fino co*ño también. Deberías haberlo visto. Todo rosa y encerado. Creo que incluso aceitaba esa cosa para mí.



—No quiero oír hablar de eso. No porque estoy aquí— le interrumpí antes de que pudiera ir más allá.


Kiro se rio y tomó un trago de su botella —Ella aspiraba como un maldito vacío también— dijo.


—Papi, por favor. No necesito las imágenes mentales que van junto con eso— la voz de Harlow me había hecho chasquear la cabeza alrededor para mirar por Maite. Estaba de pie junto a Harlow con un vestido azul pálido y blanco a rayas que tenía mangas largas. El escote sumergido demasiado bajo, mostrando sus pechos que estaban volviéndose cada vez mejor con este embarazo. También llegaba varios centímetros por encima de la rodilla y estaba descalza.



—Bien, voy a estar condenado, ella es el más apetitosos bocado. Yo te ofrezco mi regazo cariño, pero creo que tu hombre me podría castrar si te tengo demasiado cerca.



—Haría más que eso— gruñí, lanzando una mirada de advertencia a Kiro antes de caminar hacia Maite.



—Nunca enviaste comida, así que venimos aquí en busca de algo. Todo estaba tranquilo en la casa, así que pensé que Nan se había ido— explicó Harlow.



Mier*da. Me había olvidado de la comida. —Lo siento, bebe. Nan estaba gritando y lo olvidé. Vamos, déjame alimentarte.


—Ya tengo al nuevo cocinero, el Sr. Branders, preparándonos un poco de ensalada de pollo— respondió Harlow.



__Maite apretó mi brazo —Estoy bien. Deja de verte tan molesto.



Tratar con mi familia no era lo que necesitaba en estos momentos. Tenía a Maite para cuidar y a nuestro bebé. ¿Por qué había accedido a venir aquí? Maite no pertenecía a este estilo de vida. El olor del humo del cigarro encontró mi nariz y gire a Maite alrededor y la dirigí hacia la puerta.



—Vamos a salir de aquí. Él está fumando— le expliqué.



—¿Realmente estás haciéndola salir porque estoy fumando?— Kiro preguntó con un tono divertido.



Ni siquiera le respondí. Solo seguí moviendo a Maite a la puerta. Estaba tentado en decirle que no respire hasta que pueda conseguirle aire fresco. Tenía que conseguir enderezar esta mier*da de Nan y rápido.Maite necesitaba el aire fresco y limpio de Rosemary no este lugar infestado de nicotina.



—Déjalo en paz— Harlow regañó a Kiro suavemente.



—Dean no estaba cagandome. El niño ha pasado y se volvió un co*ño— Kiro grito con una carcajada.



Apreté los dientes y seguí moviendo a Maite hacia la cocina.


—Él suena interesante. Nunca fui presentada adecuadamente— dijo Maite.


—No quieres que te lo presente. Él no es alguien a quien quiero cerca de ti.



__Maite me miró y frunció el ceño— ¿Por qué?



—Por qué no tiene modales. Ninguno. En absoluto. Y los límites son un lenguaje extraño para él. Las mujeres se le lanzan y las fo*lla y luego pasa a la siguiente. Yo no quiero que te mire.



—Realmente me gustaría poder confirmarle que de hecho tienes un pene. Un muy grande y bonito pene— susurró Maite.


Hice una mueca —Por favor, solo llámalo grande. No lo llames bonito. Lastimas sus sentimientos.


__Maite se rió y apresuró delante de mí.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 2:43 pm

13

William

Con Maite a mi lado durante la cena no iba a ser capaz de concentrarme en Nan. Iba a proteger a Maite. Cuando Nan se había despertado de su coma y se había enterado acerca del bebé ella parecía haberse descongelado un poco hacia Maite. Después ella se había enterado de que Abe no era su padre. Kiro lo era.



Nan había estado fuera de control desde entonces. Entendía su deseo de tener un padre que la quisiera. Yo había odiado a Abe Wynn durante años por el hecho de que mi pequeña hermana estaba tan rota. Pero no había sido culpa de Abe. Mi madre debió haber sido honesta y el jodido de Kiro debió haber dado un paso al frente como mi padre y haber hecho algo al respecto.



__Maite apretó mi mano con fuerza a medida que entrábamos en el comedor. Recorrí la habitación y me sentí aliviado de que Nan no estaba allí todavía. Quería que Maite estuviera sentada y relajada antes de que mi hermana apareciera.



─ Tu pediste esta reunión familiar y llegas tarde ─ Kiro arrastró las palabras mientras se recostaba en la silla y miraba a Maite. Estaba comenzando a odiar al tipo. Por varias razones.



─ Nan no está aquí todavía. No estamos tarde ─ respondí y guié a Maite al otro extremo de la mesa, la senté junto a Dean y tomé la silla al otro lado de ella.



─ Está raro. Comenzó a darle al ron temprano ─ Dean le explicó a Maite. La mirada de disculpa en el rostro de mi padre me recordó que el no era tan cruel como su amigo. Ya yo sabía eso. Él no me había ignorado. Pero Kiro no había ignorado a Harlow tampoco. De cualquier manera, me preguntaba como habría sido si la madre de su madre no la hubiese tomado. Kiro solo daba el dinero. Su abuela la había criado. El solo se mostraba con ponis y promesas que nunca había mantenido.



─ Solo estoy siendo yo ─ gritó Kiro desde el otro lado de la mesa. ─ ¿Estás mantiendo a esa linda chica tuya lejos de mí, no? ─ Kiro dijo con una risa. ─ . Solo estoy mirando, chico. No es como que la fuera a tocar. Ella está llevando a tu hijo. Me mantengo lejos de las embarazadas. No quiero que me culpen de tener más hijos.



__Maite se tensó a mi lado y yo puse mi mano en su pierna. Esto no era algo que debía molestarla. Era algo bueno. Incluso si quería que él dejara de mirarla.



─ Papi, deja a William y Maite en paz. Tu molestándolos solo hace que todo el mundo se incomode ─ dijo Harlow. Ella había estado sentada tranquilamente al lado de Kiro. Raramente hablaba así que no estaba acostumbrado a su suave voz. Todavía me asombraba que ese tipo la hubiese hecho. Ella no era nada como Kiro. Ella era la única persona que podía hacer que Kiro se calmara. Su voz parecía tranquilizarlo.



─ Esta bien, querida. No quiero arruinar tu cena. Solo me estaba divirtiendo.



─ Sin diversión ─ Respondió ella en una suave orden.



__Maite agachó la cabeza a mi lado. ─ Me gusta ─ ella susurró tan suave que casi no la había escuchado.



Sonreí. No había estado equivocado sobre Harlow si a Maite le gustaba. Ella era una genuina chica buena. Nan le iba a dar el infierno.


El fuerte sonido de tacones golpeó el suelo de mármol que dirigía hacia el comedor. Me tensé y me preparé para Nan. Ella se abalanzó sobre la habitación vistiendo un corto, azul como el hielo y esponjoso vestido y tacones, su largo cabello rojo estaba en lo alto de su cabeza con rizos que caían alrededor de su cara. Ella se había asegurado de verse bien para esto. Esa era Nan. Vi como sus ojos miraban a todo el mundo en la mesa con altivez.



La mirada irritada con la que miró a Maite no era nada comparada con la mirada llena de odio que le lanzó a Harlow. Esperé a ver si ella decía algo que necesitaba callar. Harlow mantuvo su mirada baja y jugó con la servilleta en su regazo. La tensión en la habitación era espesa y yo odiaba que Nan pensaba que tenía que hacer esto para llamar la atención.


─ Siéntate chica y deja de estar parada ahí gruñendo. Queremos comer ─ Kiro dijo con ligereza y los ojos de Nan lo miraron airadamente. Ella miró al otro lado del asiento de Kiro y luego caminó para sentarse al otro lado de Dean. La pequeña niña en ella todavía tenía miedo de ser rechazada. Ella sabía que mi padre no la iba a rechazar.


─ No sabía que la habías traído ─ replicó Nan.



__Maite estaba tan tensa a mi lado que quería tirar de ella contra mí hasta que se relajara.


─ Por supuesto que lo hice. Ella va adonde yo vaya.



Nan rodó sus ojos. ─ Extraño al viejo William.



─ Yo no ─ respondí.



─ Este es un asunto de familia. ¿Crees que puedes manejar tan solo unos momentos de distancia de él o planeas asfixiarlo por el resto de su vida? ─ El dolor de Nan se estaba convirtiendo en amargura rápidamente. Sin embargo, ella no iba a desquitarse con Maite.



Me incliné sobre la mesa y nivelé su fija mirada.



─ Más nunca le hables de esa manera. Si ella no hubiera aceptado venir conmigo no habría venido. No subestimes su importancia. Ella es mía. Respeta eso.



Nan se erizó y se recostó en su silla. Odiaba hablar con ella de esa manera cuando yo sabía que le estaba haciendo daño. Pero Maite venía primero. Siempre.



─ Me muero de hambre. ¿Dónde está la maldita comida? ─ Kiro gritó fuertemente. Dos mujeres en sus veinte llegaron corriendo con bandejas. Normalmente no habían mesoneras por aquí. Dean a Kiro no iban a lo grande en cenas formales. Pero Dean había llamado a una empresa de catering para manejar la cena de esta noche. La mujeres tenían una mirada de fascinación en sus ojos mientras ponían los aperitivos en la mesas y tomaban las ordenes de las bebidas.



─ Mírate ─ dijo Kiro mientras deslizaba una de sus manos en una pierna de una de las mujeres.



─ Papi, no lo hagas ─ Susurró Harlow.



Kiro dejó escapar una risa dura y guiñó un ojo a la mesonera ─ Más tarde.



─ Dios. No puedo creer que mi madre haya dormido con ese hombre ─ dijo Nan un poco demasiado alto.



─ No vayas ahí, Nannette ─ advirtió Dean. Ya era demasiado tarde. Pude ver la molesta diversión en los ojos de Kiro.



─ ¿Por qué no? Soy un jodido dios del rock, niña. Un jodido. Dios. Del. Rock ─ Él tomó un sorbo de su bebida y luego sonrió ─ . Todas las mujeres quieres una probada. Tu mami no era la diferencia.



─ Papi, por favor ─ dijo Harlow, alcanzado y tocando su brazo ligeramente.


─ Mi madre era demasiado joven para saber mejor ─ Nan disparó de vuelta.



─ Ella no era tan joven. Solo estaba tratando hasta lo imposible por dormir con cada uno de nosotros. Creo que se puede decir que oficialmente puede aclamar el récord de “Se ha cogido todo Slacker Demon” y eso no es una tarea fácil. Dean es más exigente que la mayoría.



El rostro de Nan palideció y yo sabía que tenía que intervenir antes de que esto se saliera de control. ─ Gracias Kiro por asegurarte de que estábamos conscientes de lo hábitos sexuales de nuestra madre cuando era más joven. Ahora, ¿Podemos pasar de eso y tratar de llevarnos bien?



Kiro asintió ─ Por supuesto. Vamos a comer algo de esta mier*da.



Las meseras rápidamente comenzaron a caminar alrededor de la mesa con bandejas de comida y preguntándonos que era lo que queríamos. Maite rechazó casi todos los aperitivos. Solo tomo una rebanada de pan.


─ ¿Por qué no estás comiendo más que eso? ─ Pregunté, preocupado.



Ella se inclinó hacia mí para que más nadie pudiera oírla. ─ Porque no puedo comer carne cruda o quesos con leche sin pasteurizar mientras estoy embarazada.


Mier*da. Algo más que no sabía. Empujé mi silla y me dirigí a la cocina. Iban a hacer algo que ella pudiera comer.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 2:53 pm

14

Maite

No tenía que preguntarle a William que estaba haciendo. Ya lo sabía. Regresaría con comida que pudiera comer. Si no estuviera tan hambrienta me gustaría tratar de detenerlo pero realmente quería comer algo más que solo pan.



—Haz convertido a mi hermano en tu perra, eso es patético—Nan siseó a través de la mesa.



—Mete las garras Nan, Maite está embarazada y necesita comer. William está cuidando de lo que es suyo. — Dean respondió antes de lanzar de nuevo una ostra cruda de su concha en la boca abierta.



—¿No entiendes lo que son los anticonceptivos? ¿O era tu plan desde el principio? Amarrarlo con un bebe.


Era bastante probable que el resto de mi vida tuviera que lidiar con este tipo de actitud por parte de Nan. Enojarme y alejarme de ella no era una opción de vida para mí. De hecho, no tenía la intención de ponerle una pistola en la cara otra vez, pero no la iba a dejar que me hablara así solo por ser la hermana de William.



—Me doy cuenta de que estas herida y enojada. Pero no te he hecho nada. Así que, por favor, retrocede.



Dean rió a mi lado. Los ojos de Nan solo brillaron más. Fabuloso. No había hecho nada más que hacerla enojar más.



—Escúchame, pequeña perra. No importa lo que tú piensas que tienes, no lo hay. Yo soy su hermana. Su sangre. Él me va a elegir si se da el caso. Así que no te atrevas a amenazarme.


—Esto no es una competencia. Tú eres su hermana. Yo soy la madre de su hijo. Él no tiene que amar solo a una, Nan. Es inmaduro e inseguro el pensar de esa forma. William está aquí porque te ama y quiere ayudarte. No lo abofetees en la cara tratándome de esta manera.



Nan abrió la boca y el cerro de nuevo . Su mandíbula estaba flexionada con la molienda de dientes que estaba haciendo.



Tanto como quisiera subir a la habitación de William y esconderme de todo esto, solo la haría ponerse peor. Tenía que demostrarle que no me estaba rindiendo.



—Esa es mi chica,Maite, — gritó Kiro y el dolor que brilló en los ojos de Nan me hizo sentir pena por ella. Sabía lo que se sentía tener un padre que no te quisiera. Pero también sabía lo que se sentía tener un padre que te adoraba. Ella no.



—No sé por qué siquiera lo intento. Nadie me acepta aquí. William era todo lo que tenía y ahora él se ha unido a ti y tu me odias.— Chilló mientras se levantaba y tiró su servilleta en la mesa.



—Te llevaste a William — Me señalo con un dedo y después cambió su atención hacia Harlow. —. Y tú, tú tuviste el amor de mi padre. No tengo nada. — Se dio la vuelta y salió corriendo de la habitación.



William entro justo cuando sus tacones resonaban con fuerza en el suelo y miro a Kiro.



La ira en su rostro era evidente. — ¿Qué hiciste? Solo me fui por cinco minutos.



Kiro se encogió y me señalo. —No me mires. Fue tu mujer quien la hizo correr.


La ira de William se convirtió en confusión mientras cambiaba su mirada hacia mí.


—¿Maite? ¿Qué pasó?



Sacudí mi cabeza. —Me estaba acusando de cosas y yo solo le dije la verdad.



William dejo salir un suspiro y se fue detrás de su hermana.



Me senté ahí preguntándome si debía irme también. O si se suponía que tenía que quedarme. Mi pan fue olvidado en mi plato y mi estómago estaba hecho nudos.



—Esta cena familiar esta menguando lentamente. ¿Alguien más quiere salir corriendo antes de que tengamos nuestra ensalada?— Pregunto Kiro en un tono jovial. Como podía estar haciendo bromas después de lo que había pasado, no lo entendí.


Dean me alcanzó y apretó mi brazo. —Va a volver. A veces Nan solo necesita a William. Él lo sabe.


Desafortunadamente, yo lo sabía también.



***



William no había regresado cuando la cena acabó. Kiro estaba completamente metiendo mano debajo del vestido de la camarera. Harlow lo estaba ignorando y se terminó su vino en silencio. Dean tenía su atención sobre la otra camarera. Estaba más que segura de que las mujeres estaban en el menú de ambos hombres. La que Dean estaba mirando se mantenía riendo y encontrando razones para caminar hacia él. Con suerte, él no iba por ninguna parte del cuerpo todavía. Yo estaba más que lista para levantarme e irme.



—Creo que puede ser tiempo de que Maite y tú deban subir e ir a la cama — Le dijo Kiro a Harlow sin verla. Estaba enfocado en los senos de la camarera y su mano seguía debajo de su falda.



—Estoy totalmente de acuerdo— respondió Harlow, de pie y viéndome con una sonrisa de disculpa.



Me puse de pie y comencé a agradecer a Kiro y a Dean por la cena cuando me di cuenta que la mano de Dean estaba ahora entre las piernas de la otra camarera. Decidí salir de prisa detrás de Harlow.



—Lamento que hayas tenido que presenciar eso. Papá bebe más ahora que Nan está levantando el infierno. Cuando bebe, él … uh… requiere una gran cantidad de mujeres.



En otras palabras, tiene sexo más a menudo. Asentí. Sin embrago, ¿cuál era el problema de Dean? Solo era una caliente leyenda del rock acostumbrado a obtener lo que quiere, supongo.


—Pensé que William volvería por ahora— Contesté, con ganas de cambiar el tema.



Harlow asintió. — Si, yo también. Me estoy dando cuenta que Nan puede ser una niña problematica.



Niña problematica era una palabra amable para Nan. Estaba pensando en algo mas como “perra”.



—Me odia. Supongo que necesito aceptarlo y aprender a vivir con ello. Solo no me gusta en el lugar en que pone a William.



Un grito fuerte y luego un gemido salieron del comedor. Harlow hizo un ruido de arcada.



— Ugh, vamos. Podemos tomar el ascensor en lugar de las escaleras. Amortiguara el ruido.



—Ellos están… ¿haciéndolo en el comedor?— Pregunté, asombrada por la falta de privacidad y el hecho de que el resto del personal del servicio podían oírlos en la cocina.



—Lo harán en cualquier lugar. Confía en mí. No quieres saber lo que he visto en los últimos años. Creo que es la razón por la que todavía soy virgen. Bueno, eso y el hecho de que soy muy tímida con los chicos.



Era un milagro que Harlow fuera tan inocente como lo era con este tipo de comportamiento de su padre.


—Yo era virgen hasta William. A veces lo mejor es esperar hasta que venga la persona correcta.



Harlow sonrió y asintió con la cabeza. — Sí. Pero también está la posibilidad de que nunca suceda. No socializo mucho. Mi vida aquí es muy privada. Siempre he odiado el sexo por lo que he visto hacer a mi papa. Pero últimamente me pregunto si tal vez solo tengo que verlo en una luz diferente. William y tu parecen felices juntos.



Me sentí triste por ella. . Al parecer, había crecido muy sobreprotegida por su abuela y luego por el otro lado veía la gran variedad de la vida de Kiro. Tenía que estar muy confundida.



— ¿Tuviste citas en California sur? Pregunté.



Se encogió. —No mucho. Mi abuela no era fanática de que tuviera citas. Decía que eso guiaba al sexo. Tenía que esperar hasta estar casada para tener sexo. Así decía en su biblia. Pero ¿si no tenía citas como se suponía que llegara a casarme?.— Harlow dejo salir una risa suave. —. No importaba. Nunca pude encontrar mis palabras cuando un chico que me atraía estaba a mí alrededor. Me convertí vergonzosamente tímida y torpe. Estoy mejorando con la edad, creo.


Harlow era una belleza clásica. Era elegante y perfecta. Era difícil creer que no hubiera tenido muchas citas.



— Voy a ir a mi habitación. Tengo un libro por terminar. Recientemente me encontré con autores indie en mi Kindle y me he vuelto ligeramente adicta.



— ¿Indie?— Pregunte.



Harlow asintió. —Libros electrónicos de auto-publicación. He encontrado algunos diamantes en bruto.Puede ser que necesite conseguir un Kindle.



—Disfruta entonces — le respondí y me dirigí a la habitación de William.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 2:54 pm

15

William

Nan era un desastre sollozante. Quiero decir, que por cómo estaba, mi corazón se rompió por ella. Todavía era mi hermana pequeña, le habían hecho tanto mal. Por ambos padres. Yo había intentado toda mi vida ser la persona con la que ella pudiera contar, pero no había sido suficiente. Ella necesitaba sentirse amada y aceptada por uno de sus pésimos padres, siempre llenos de excusas.



—Ella me odia. —Nan sorbió por las narices, hipando—. Me hizo quedar como una tonta justo enfrente de Kiro. Ni siquiera le importa que yo esté buscando una manera de que él me quiera.



Estaba seguro de que Nan había empujado a Maite a decir las cosas que había dicho, pero no señalé eso. Justo ahora, después de una hora, conseguía que Nan se calmara lo suficiente para hablar conmigo. Ella necesitaba a alguien ahora mismo y estaba bastante seguro de que yo era la única persona en el planeta a la que le importaban sus problemas.



—Sé que la amas, pero ella es mezquina. Es fría y mezquina. ¿Recuerdas cuando me apuntó con un arma? —Nan sollozó y se limpió la cara empapada de lágrimas.



—Eso fue un poco diferente. Mamá y Abe acababan de destruir su mundo. Estaba enfadada y tú estabas burlándote de ella.



Nan dejó salir una risa dura. —Siempre vas a ponerte de su parte. Incluso si se burla de mí y de mi necesidad de tener un padre que me quiera allí mismo, delante de todos. Enfrente de Harlow. Dean. Kiro. Ella no se preocupa por mis sentimientos.



Maite estaba embarazada y le costaba más controlar sus emociones. Sin embargo, necesitaba hablar con ella acerca de simplemente estar tranquila entorno a Nan. Cuando antes consiguiera que ella y Kiro estuvieran en buenos términos, más pronto nos podríamos marchar. No me gustaba tener que hacer malabares con Maite y mi hermana.



Era demasiado.



—Ella no debería haber dicho lo que dijo. Sin embargo, tú tampoco deberías haberle dicho nada a ella.



—Yo solo estaba recordándole que tú también me amas. Ella me estaba mirando con odio.



__Maite tenía muchas razones para odiar a Nan. Sabía eso. Solo deseaba que aprendiera a dejar ir todo eso. Cuando había insistido en venir aquí yo había pensado que era su forma de perdonar a Nan. Parecía que estaba equivocado.



—Yo trataré con Maite. Esto no sucederá otra vez. Pero tienes que empezar a encontrar formas de dejar ir esta amargura, Nan. No puedo ayudarte si sigues actuando de esta manera frente a Kiro. Él está acostumbrado a tratar con Harlow. No contigo. Harlow es tranquila y se mantiene a sí misma. Eso es todo lo que Kiro soportará, y estoy seguro de que de niña ella adivinó eso rápido. Tienes que darte cuenta de que Kiro no te aceptará por ti. Es mimado y egoísta. Es una leyenda. La gente le adora y él se nutre de ello.



—Odio mi vida. Yo… a veces pienso que sería más fácil para todos si simplemente termino con ella.



Sentí un fuerte dolor en mi pecho, y extendí una mano y tiré de ella hacia mis brazos.



—No puedes hacer eso porque yo te quiero. Te quiero alrededor. Necesitas un cambio para encontrar la felicidad, Nan. No te hagas esto a ti misma. Y nunca, y quiero decir NUNCA, digas algo así de nuevo.



Ella asintió contra mi pecho y empezó a llorar suavemente. Me pregunté si mi herida hermana nunca sanaría.



Pasaron varias horas más antes de que volviera a la casa. Nan estaba en su hotel. Se negó a quedarse en la casa con Kiro y Harlow. Yo le había escrito mensajes a Maite dos veces y no había oído nada de ella. Estaba preocupado. Seguí diciéndome a mí mismo que estaba dormida.



Corrí a nuestra habitación y abrí la puerta para encontrarla acurrucada en la cama, dormida. Todavía llevaba su vestido y parecía tener frío. Camine hacia ella y empecé a desvestirla con delicadeza. No quería despertarla, pero tampoco quería que estuviera incómoda mientras dormía.



Una vez que la desnudé retiré las mantas y la metí dentro. No podía creer que ella le hubiera dicho algo hiriente a Nan. Pero Nan había sido firme respecto a que Maite había arremetido contra ella. Probablemente eran las hormonas del embarazo. Me incliné y besé la cabeza de Maite antes de levantarme y dirigirme a la ducha. Ni siquiera habíamos estado aquí durante un día y yo ya estaba estresado y listo para irme.



***



Los golpes en la puerta comenzaron justo después de que mi cabeza tocara la almohada. O al menos se sintió de esa forma. Maite se agitó en mis brazos y me di cuenta del sol que entraba por las ventanas.


Tal vez había conseguido dormir algo.



—¿Quién es? —preguntó Maite en un susurro somnoliento.



No estaba seguro, pero no quería que Maite se despertara de esta manera. Sabía que se había quedado hasta tarde esperando por mí.



—No estoy seguro. Quédate aquí —respondí y la besé en la frente antes de salir de la cama y ponerme mis pantalones vaqueros desechados.



Abrí la puerta de la habitación de un tirón para encontrar a mi padre con aspecto de tener resaca y estar enfadado.



—Tienes mier*da con la que tratar. Lo que sea que le dijiste ayer a Nan no ayudó. Su cu*lo acaba de hacer entrada —gruñó Dean.



Ese era un paso en la dirección correcta. Ella necesitaba una oportunidad de acostumbrarse a Kiro. Esto sería bueno para ellos.



—Entonces mi charla ayudó. Es hora de que Kiro la acepte y recupere el tiempo perdido.



Dean dejó salir una risa dura. —Eso no sucederá, William. Estás haciendo que se haga falsas esperanzas si eso es lo que le estás diciendo. Kiro es Kiro. No es una maldita figura paterna y eso es lo que ella quiere.



Tal vez. Pero al menos tenía que ayudarla a intentarlo.



—Simplemente ve abajo y ayuda antes de que todo el infierno se desate —dijo Dean antes de darse la vuelta y marcharse.



Cerré la puerta antes de volver junto a Maite. Ella estaba sentada en la cama con su cabello desordenado por el sueño y la sábana frente a su pecho desnudo. Lo que yo realmente quería era volver a meterme en la cama con ella y olvidar toda esta mier*da con Nan.



—Lo siento —le dije mientras caminaba de regreso a la cama.



Ella frunció el ceño. —¿Cuándo volviste anoche?



—Tarde. Nan fue difícil.



__Maite asintió con rigidez y luego dejo caer su mirada de la mía. Me acerqué a su lado de la cama y me senté junto a ella, luego deslicé un dedo bajo su barbilla y le levanté la cabeza para que me mirara.



—Oye, ¿qué pasa?



Dejó escapar un profundo suspiro de cansancio.



—Podrías haber llamado. Esperé por tu llamada. Me quedé dormida preocupándome por ti.


—Llamé —le aseguré—. No respondiste.



__Maite alcanzó su teléfono y lo miró. —Me llamaste después de las once. Me había quedado dormida para esa hora. Quiero decir que podrías haber llamado antes que eso.



Ella tenía razón. Debería haberlo hecho. Malditos Nan y Kiro. No iba a poner a Maite en segundo lugar después de nadie. Había jurado que ella venía primero y lo dije en serio. Sin embargo, ayer por la noche la decepcioné.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 2:56 pm

16

Maite

Intentaba con todas mis fuerzas de no sonar como un bebé, pero estaba enojada.



—Debí haberte llamado antes. Lo siento. Nan comenzó a amenazarme con quitarse la vida y entré en pánico. Me encontraba en modo de hermano mayor.



Siempre se encontraba en modo de hermano mayor con Nan. Al venir aquí sabía que tenía que lidiar con mucho de Nan, pero estaba resultando ser más difícil de lo que había imaginado. Especialmente luego de la forma en la que me había tratado anoche. No creía ni por un segundo que se suicidaría.



—Te está manipulando. Odio verla manipulándote.



William se levantó y pasó una mano por su pelo, caminando hacia la ventana. No estaba de acuerdo conmigo. Podía darme cuenta por la manera tan tensa en la que tenía los hombros. Lucía a la defensiva.



—Está molesta y dolida. Sé que en el pasado fue una perra contigo, pero en este momento yo te necesito. ¿Podrías no decirle cosas feas? ¿Por mí? En verdad estoy muy preocupado por su estabilidad mental en estos momentos.



¿Cosas feas? Yo no le había dicho nada a Nan. ¿Acaso pensaba que lo haría?



—Yo fui la que dijo que debíamos venir. Entiendo que necesita tu ayuda. ¿Por qué crees que le diría cosas malas? —dije, levantándome.


William dejó caer su cabeza hacia atrás, y cerró los ojos con fuerza, como si en verdad no quisiera estar teniendo esta conversación. Algo andaba mal.



—Sé lo que le dijiste en la mesa anoche. Ella me lo contó. Y sí, tienes todo el derecho de decirle esas cosas, pero en este momento, simplemente necesito que no lo hagas. Mientras más pronto pueda arreglar esto, más pronto regresaremos a Rosemary y abandonaremos esta pesadilla.



—¿Qué fue lo le que le dije anoche en la mesa? No entiendo lo que me estas diciendo —respondí, sintiendo un nudo en mi estómago. ¿Nan estaba mintiendo sobre mí? Ella era la que había dicho cosas feas en la mesa. No yo.


—Siente como que te burlaste de ella. Sólo… probablemente, lo mejor sería que no le hablaras.



Volví a sentarme sobre la cama y permití que por mi mente corrieran todas las conversaciones de anoche. ¿En que sentido siente que me burlé de ella? Si fue ella quién me atacó.



Un suave toque en la puerta interrumpió lo que estaba a punto de decir, y William dejó salir un gruñido de frustración antes de levantarse para ir a abrir.



—Lo siento. No quisiera interrumpirlos, pero Nan está exigiendo saber cuál es la habitación de papá. No necesita despertarlo. Eso sería malo —la suave voz de Harlow sonaba ansiosa.



—Mier*da —murmuró William. Me lanzó una mirada. —. Lo lamento. Regresaré en unos minutos. Sólo regresa a la cama y descansa un poco. No permitiré que nadie más te perturbe.



Permití que las lágrimas cayeran una vez que la puerta se cerró. Cuando le había dicho que viniera a lidiar con Nan, creí que esto sería más sencillo. Tenía la esperanza que después del accidente y de su comentario de querer ser parte de la vida del bebé, estaría un poco más manejable. Me equivoqué. Venir aquí había sido una mala idea.


Mi estómago se retorció y me congelé. Me senté quieta y esperé a que el bebé pateara y me asegurara de que todo se encontraba bien. Nada ocurrió. Coloqué ambas manos sobre mi estómago y sentí otro retorcijón. Haciendo una mueca de dolor, intenté calmar mi corazón que estaba comenzando a acelerarse. Algo andaba mal. Una ola de náuseas me golpeó de pronto, y me recosté hacia atrás y cerré los ojos. Tal vez me había levantando demasiado rápido esta mañana. Necesitaba comenzar a ser más cuidadosa. Toda esa intensa tensión acumulada en esta casa comenzaba a afectarme.



Cerré los ojos y tomé varios respiros lentos y profundos. No volvieron más retorcijones, y sentí una suave patadita contra mi mano. Con ese poquito de alivio, comencé a quedarme dormida.



***



Cuando abrí los ojos, el sol se había movido y ahora brillaba con fuerza por las ventanas. Tenía que ser pasado el mediodía. Estiré la mano para buscar mi teléfono y ver la hora. Era la una. Debía haber estado más agotada de lo que pensé.


Rodé para levantarme y una bandeja de comida se encontraba sobre una mesita al lado de la cama. Envolví la sábana a mí alrededor y fui hacia ella. Sonreí al recoger la pequeña notita con la letra de William en ella.



Lamento lo de esta mañana. Estabas agotada y me descargué contigo. Nada de esto es tu culpa. Sólo quiero que todo esto termine para llevarte de vuelta a casa. Come algo. Yo iré a ver si puedo hablar con Kiro.



Te amo más que a mi vida.



William.



Levanté la cubierta de metal que se encontraba protegiendo mi plato, para encontrar fresas frescas y crema, salmón, y una rebanada de tostada. Mi estómago aún no se sentía muy bien, así que decidí mantenerme lejos del salmón, pero tomé una fresa y la introduje en la crema antes de tomar una mordida. El dulce sabor golpeó mi lengua, y me sentí mejor. Sentada en el borde de la cama, me comí todas las fresas y la tostada antes de levantarme e ir a tomar una ducha.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 2:58 pm

17

William

Era anormalmente cálido para finales de noviembre. Me había puesto unos shorts y una camiseta para salir a disfrutar el calor del sol de California.


Maite todavía no había salido del cuarto. Si ella no se levantaba pronto iba a ir a conseguirle un nuevo plato de comida e iría alimentarla yo mismo. Estaba agradecido de que ella pudiera dormir pero también necesitaba comer. Harlow había dicho que no creía que Maite comió mucho en la cena de noche. Debería haberme quedado con ella e ir tras Nan una vez que había metido a Maite en la cama.


Si mi dramática hermana no fuera tan volátil no estaría tratando de ayudarla. Yo simplemente no sería capaz de vivir conmigo mismo si la ignoro y algo le pasa. Por más dolor en el trasero que era, ella seguía siendo mi hermana. Yo aun seguía viendo la pequeña niña con coletas sonriéndome con una sonrisa sin dientes. Ella había sido mía cuando estebábamos creciendo. Nadie más se hacía cargo de ella. Era difícil para mí olvidar eso.



—¿Donde esta esa chica tuya? — Pregunto Kiro mientras se dirigía hacia el patio trasero donde había decidido esconderlo de Nan.



—Está durmiendo — respondí, contento de ver que Kiro estaba afuera fumando en vez de adentro.



—Ella es tan linda. Me recuerda a mi Harlow — dijo antes de poner el cigarrillo que estaba sosteniendo entre sus labios.



—Si. Ella es demasiado perfecta — Estuve de acuerdo.



—Necesitas protegerla un poco mas de Nan. Ella estaba derramando veneno sobre ella anoche. Tu chica lo manejo bien. Estaba malditamente impresionada. Pero necesitas cuidar mejor de ella. — Dijo arrastrando las palabras entonces encendió las cenizas de su cigarrillo antes de darse la vuelta y caminar de regreso a la casa.


Empecé a preguntarle de que estaba hablando cuando Nan vino disparada por la puerta llevando un bikini y un par de tacones de aguja.



—¿Que estas habiendo, chica? — Kiro le pregunto en un tono molesto.



—Yendo a tomar algo de sol. ¿Por qué? ¿Quieres acompañarme? ¿Tal vez hablar conmigo? — Nan escupió con odio. Quería sacudirla y preguntarle por que tenía que ser tan malditamente difícil.



—No, quiero saber cuándo vas a mover tu trasero fuera de mi casa. Sigues removiendo el drama. Harlow nunca va a salir de su maldita habitación. Es hora de ir a fastidiar a tu mama por un tiempo y dejarme en paz. — Hice una mueca al ver el dolor en los ojos de Nan. Maldita sea, Kiro era cruel.



—¿Porque incluso estoy tratando? No quieres conocerme. No te importa conocerme. Tienes a Harlow y eso es todo lo que quieres. No soy nada para ti — Nan grito.



—Harlow no es una perra mala, Nan. Trata de ser un humano normal y yo podría querer conocerte. No me quede con tu mama por una razón, chica. Adivina cual fue la razón.— Gruño, pasándola y entro a la casa.


Los ojos de Nan se miraban vacíos mientras estaba allí mirando a la puerta. Diablos. Me puse de pie y me acerque a ella. Ella me vio y movió su cabeza.



—No, ya no quiero a ambos. Tú también me odias. Tú la elegiste. Todos eligen a alguien más. Nadie me quiere —Nan grito y se dio la vuelta y echo a correr hacia la casa.


Me pare en la puerta y escuche como sus tacones pisaban ruidosamente el piso hasta que se desvanecieron. Tendría que ir a por ella y hablar con ella pero le iba a dar tiempo para calmarse. Necesitaba algo de tiempo a solas.



—Eso no sonó bien — Dijo Maite, interrumpiendo en mis pensamientos. Me volví para verla bajando por las escaleras. Su largo cabello rubio estaba recogido y estaba llevando un traje de baño azul claro con un pareo transparente blanco que colgaba de su hombro y le llegaba a la mitad del muslo.



Sus ojos parecían cansados pero lo que acababa de oír había causado un gesto de preocupación.



—Si, fue brutal — Respondí, acortando la distancia entre nosotros y tirando de ella antes de que besara esos rellenos labios rosas. No me gustaba ver su ceño fruncido. Deslizo sus manos alrededor de mi cintura y abrió su boca para mí. Probé el sabor a menta de su pasta de dientes y disfrute de la calidez sedosa de su boca.



Movió sus labios sobre los míos y un suave gemido escapo de su boca. Tomarla de regreso por las escaleras hacia el cuarto sonaba bien. Empezó a tirar de regreso y mire en sus ojos entrecerrados. Sonreía con satisfacción.



—Harlow dijo que el día estaba cálido. Pensé en venir a tomar un poco de sol. He estado demasiado tiempo adentro —Dijo.



Ella necesitaba aire fresco. —Creo que es una buena idea. ¿Porque no te vas a acostar en un sillón? voy a masajear tus pies. — Sus ojos brillaban de emoción que casi reí. Últimamente le encantaba que le masajearan sus pies. Sabía que era porque estaba llevaba más peso con el bebe y no estaba acostumbrada a eso.



— Suena maravilloso. — Estuvo de acuerdo y se apresuro a sentarse en el sillón más cercano.



Mi celular sonó en mi bolsillo y empecé a ignorarlo. Maite me miro mientras estaba sobre ella.



—No vas a contestar? —Pregunto.



Deslice mi mano a mi bolsillo y vi el numero de Nan en la pantalla. Debería ignorarlo. No podría ser bueno. Quería tiempo con Maite. Quería masajear sus pies y mirar las sexys caritas que hacia cuando lo hacía.



—Solo contesta, William. Si no lo haces te vas a preocupar —Dijo.



Murmurando una maldición, di clic al botón de contestar y lo acerque a mi oído. Antes de que pudiera decir hola los sollozos de Nan me saludaron.



—No vengas tras de mí. Te dije la otra noche que quería terminarlo y lo hice. Eso es todo. Todos me odian, he terminado. Adiós, William — Grito en el teléfono antes de cortar la llamada.


—Mier*da —Gruñí, metiendo el teléfono en mi bolsillo. Tenía que ir tras ella. Quería creer que Maite tenía razón y Nan no se haría daño pero no podía asumir eso.



—Está amenazando con suicidarse otra vez — Dije, mirando a Maite y la mirada de decepción en su cara. La estaba dejando atrás. Odiaba eso. Desearía que nunca hubiéramos venido pero luego nunca seria capas de perdonarme si algo le pasaba a Nan.



—Adelante. Todo está bien. Te necesita así que ella está actuando para tener tu atención — Maite respondió. Sus palabras tenían sentido. Ella probablemente tenía razón.



—No sabemos si ella realmente va a tratar de hacer algo. No puedo simplemente creer que este sea una amenaza vacía.



—Lo sé.



—Soy todo lo que ella tiene, Maite, — Solté. Sin querer. No estaba enojado con Maite. Estaba enojado de que era malditamente comprensible y no tenía que serlo. Estaba enojado de que ella seguía siendo puesta en espera por mi familia. Odiaba que ella solamente me dejara ir todo el tiempo sin hacerme sentir culpable. Odiaba todo esto.



—Lo sé — respondió otra vez. Esta vez pude oír el dolor en su voz y me odiaba por ponerlo ahí.


—Lo siento, yo solo…


—Tú solamente necesitas ir a mirar a tu hermana. Lo entiendo — Maite termino por mí. El duro tono en su voz me preocupo pero no teníamos tiempo para manejar esto ahora. Cuanto más tiempo que me quedara aquí iba a conseguir lo peor. Iba a arreglar esto con ella el día de hoy. También iba a amenazar con llevarla a un hospital mental hasta que parara de amenazar de herirse a sí misma. Luego regresaríamos a Rosemary. Quería recuperar mi vida.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 2:59 pm

18

Maite

En los siguientes días las cosas se volvieron más tensas. William apenas estaba en la mansión. Cuando lo hacía era por poco tiempo. Nan y Kiro siempre peleaban y ella salía corriendo. William estaba justo detrás de ella.



Sabía que era la razón por la que habíamos venido aquí, pero no me esperaba esto. Kiro era un dolor en el trasero. Harlow lo vio y ella trató con eso. Ella no estaba asaltando la casa, gritando sobre no ser amada. Casi siempre se quedó escondida en su habitación y leyendo. De vez en cuando ella venía afuera conmigo cuando estaba bastante caliente.



Extrañaba a William . Echaba de menos verlo sonreír. El ya no estaba haciendo mucho de eso. Yo había mencionado anoche que tal vez tenía que dar a Nan algo de espacio para lanzar un ataque y dejarle ver que él no iba a salir corriendo. Ver como lo manejaba. Él liberó su frustración conmigo.



—Ella está amenazando con suicidarse, Maite. No puedo ignorar eso. Yo no creo que lo haría bien, pero todavía no puedo ignorarlo. Alguien tiene que dar una Oops!. Ese alguien soy yo. Nadie más lo hace.



Yo no había dicho nada más después de eso. No quiso escucharme y yo no quería que él me hablara bruscamente. Eso me desgastaba. Toda la situación lo hacía.



Estaba empezando a entender por qué Harlow se escondía. Dos veces ya había encontrado a Kiro con alguna chica que se veía de mi edad, enroscada a su alrededor. No era una imagen mental que yo quería. El solo lo hizo siempre que le plació. Había aprendido a permanecer un infierno fuera de la sala de juegos. Esa mesa de billar no se usaba para el billar.



Un golpe en la puerta interrumpió mis pensamientos y por una vez me alegré. Yo no quería pensar sobre la distancia entre William y yo en estos momentos. Me ponía tensa. Harlow asomó la cabeza dentro de la habitación.



—¿Quieres ir a la piscina conmigo? Papá no está en casa así que ninguna aventura sexual se está llevando a cabo ahí —dijo con una sonrisa tímida.



También habíamos encontrado a Kiro desnudo en la piscina con no una, sino dos chicas. Eso había sido incómodo. Él se había reído tan fuerte que estaba segura que sus vecinos lo oyeron. En lugar de estar avergonzado o apenado de su comportamiento, pensó que era gracioso.



—Suena bien. Me pondré mi traje de baño y me encuentro contigo allá afuera —le dije. Harlow era lo único bueno de este lugar. Estaba lista para volver a Rosemary y estaba lista para tener a mi William de vuelta en lugar de esta tensa y furiosa versión que había tomado su lugar. Pero iba a extrañar a Harlow.



Rápidamente me cambié a mi traje de baño y me puse mi cover-up antes de dirigirme a la piscina. Era una elaborada pieza de trabajo. Las cascadas y la fuente de agua en el medio eran la guinda. El detalle y la idea que se había puesto en esta piscina lo hicieron parecer realmente algo salido de una selva tropical exótica de algún lugar. Era relajante solo mirarlo.



Harlow estaba sentada en una tumbona, leyendo de su libro electrónico cuando llegué ahí. Tomé el asiento de al lado y estiré las piernas. Hoy era el día más caluroso que habíamos tenido hasta ahora. Estábamos a 30 grados. Loco, considerando que faltaban dos días para diciembre.



Empecé a preguntar a Harlow sobre cómo celebran las fiestas cuando algo me detuvo.



Los calambres estaban de vuelta. Puse mis rodillas arriba y acuné mi estómago tratando muy duro de no llorar. He querido decirle a William sobre esto después de la última vez pero antes de que yo tuviera una oportunidad él se había ido con Nan de nuevo.



—¿Maite? ¿Estás bien? —Harlow preguntó a mi lado.



—No estoy segura —le contesté con sinceridad. Sentí que una lágrima se deslizaba y yo odiaba que ella estuviera a punto de verme así. Quería ir a casa.



Harlow se acercó a sentarse al borde de mi tumbona y me estudió —¿Estás lastimada? —preguntó.


Me limité a asentir.



—¿Dónde está William?



—Fue a comprobar a Nan —le contesté. Mi estómago se apretó de nuevo e hice una mueca.



Harlow se puso de pie. —No creo que las mujeres embarazadas se supone que hagan muecas y lloren de dolor. Necesitamos que te hagan un chequeo. Puedo conducir hasta mi doctor. Él es verdaderamente un gran fan de mi papa y podrá atenderte sin una cita. Voy a llamar a su oficina por el camino.



Yo no quería ser quien exagerara. Así que teniendo a Harlow haciéndolo por mi hizo la decisión más fácil. Asentí con la cabeza y la dejé que tomara mi mano y que me ayudara a levantarme.



—Tengo que ir a cambiarme de ropa primero —dije mirando el traje de baño y el cover-up que acababa de ponerme.



—Ve a cambiarte, yo también lo haré. Llevaré mi coche alrededor de la entrada principal. Puedo llamar a mi médico en el camino.


—Gracias —le contesté antes de ir adentro y subir al cuarto de William. Pensé en llamar a William, pero cambié de opinión. Él ya tenía una mujer que lo necesitaba. Esto podría no ser más que gas por lo que yo sabía. Lo llamaría si el médico creía que debería. No hay razón para poner más presión sobre él.



La pequeña voz en mi cabeza me susurró lo que no me quería admitir a mí misma. Tienes miedo de que tú y el bebé no vengan primero. No quieres que él tenga que elegir.



Empujé lejos ese pensamiento. Cambié mi bikini por un par de bragas y me puse un vestido antes de dirigirme rápidamente hacia abajo. Me sentiría mejor después de que el doctor me dijera que estaba todo bien. Justo al llegar al último escalón otro dolor me golpeó y me tuve que agarrar de la barandilla para mantenerme de pie. Los calambres me hicieron gemir.



—¿Estás bien? —El tono de preocupación en la voz de Dean me sorprendió.



Forcé una sonrisa y asentí con la cabeza. —Sí, estoy bien. Solo voy a que me revise el ginecólogo de Harlow. Estaré de vuelta pronto. Dile a William que lo llamaré si lo necesito.


—¿Dónde está William? —Dean gritó detrás de mí mientras me dirigía hacia la puerta.


—Con Nan —Le contesté, y luego abrí la puerta y fui hacia el Audi convertible de Harlow.



Harlow no se había equivocado cuando dijo que el médico me iba a atender de inmediato. Habíamos llegado y la enfermera me había introducido sin pedirme que llenara papeles o incluso haberme registrado.



—Voy a esperar aquí —me dijo Harlow.


Me alegré de que no viniera conmigo. Me gustaba Harlow pero no éramos lo suficientemente cercanas para dejar que me acompañara a una examinación por el momento.



—Siga adelante y quítese los pantalones. Puede dejarse su parte superior. Y cúbrase con la manta sobre la mesa. El médico estará con usted en un momento —la señora me informó.



Asentí y le di las gracias. Una vez que la puerta se cerró detrás de ella entré en el vestuario y deslicé mis pantalones fuera.


La raya roja en mi ropa interior me hizo hacer una pausa y tomar una respiración profunda. El terror que lentamente comenzaba a invadir mis pensamientos dificultaba mi respiración. Me quedé mirando fijamente mis bragas preguntándome si esto era normal. Si esto podría estar bien. Debería haber llamado a William. Me tomé un momento para orar. No lo hago a menudo, pero en este momento necesitaba a alguien para proteger a mi bebé.


Después de mi súplica silenciosa salí del vestuario, me acerqué a la mesa y cubrí mi desnuda parte inferior. Un golpe rápido en la puerta y luego una pausa antes de que se abriera me hicieron sentir ligeramente mejor. Iba a tener ayuda. Este médico sabría qué hacer. Tenía esperanza. Un hombre mucho más joven de lo que me esperaba entro seguido por la enfermera que me había llevado a la habitación.



—Señorita Winn, soy el doctor Sheridan. Harlow me dijo que está experimentando dolores y que está muy lejos de su médico en Florida.



Asentí con la cabeza. —Sí, señor. También estoy sangrando un poco— Las palabras salieron en un sollozo ahogado que no había estado esperando.



—Ahora, esto podría ser algo tan simple como deshidratación. No te preocupes, no facilitara las cosas —dijo mientras se sentaba y me hacía deslizar mis pies en los estribos—. ¿Qué estás haciendo tan lejos de casa? —Se preguntó mientras empezaba a examinarme.



—Mi novio y yo estamos aquí visitando a su padre —le expliqué, y lo dejé así. No hay razón para decirle la verdadera razón por la que estamos aquí.



—¿Cómo conoces a Harlow? —preguntó.



—El padre de mi novio es Dean Finlay —dije pensando que si el hombre era un fan de Kiro el sería capaz de entenderlo bastante fácil.



Hizo una pausa. —¿En serio? ¿Así que este bebé que estamos comprobando aquí es nieto de Dean Finlay?


Asentí con la cabeza y deseé que dejara de hacer tantas preguntas y siguiera adelante con la revisión. Necesitaba saber que mi bebé estaba bien. Parecía tener más interés en su examinación.



—No quiero alarmarla señorita Wynn, pero hay que hacer una ecografía para comprobar al bebé. Después de eso quiero vigilarlos a usted y al bebé durante un par de horas aquí en la oficina. Esto sucede a menudo. Estoy tomando precauciones y asegurándome de que todo está bien. También quiero que beba líquidos. Melanie le traerá algo de beber una vez que terminemos con el ultrasonido. Tenemos una habitación en la parte de atrás especial para esto. Cuenta con una cama cómoda. Melanie atenuará las luces y reproducirá música relajante mientras usted descansa.



No me estaba internando en el hospital. Esa era una buena cosa… ¿no? Me las arreglé para asentir con la cabeza otra vez.



—Voy a enviar a Melanie a que le diga a Harlow lo que estamos haciendo en caso de que quiera ir a hacer otra cosa hasta que la llame. ¿Está bien para usted? —preguntó.



Me había olvidado de Harlow. —Si, por supuesto. Dígale que dije que saliera. Voy a dejarle saber cuándo tenga que volver. No la quiero sentada aquí todo el tiempo.


El médico asintió con la cabeza y salió por la puerta. La enfermera que supuse era Melanie, me ayudó a levantarme.



—Ve a ponerte tus pantalones de nuevo y luego te llevo a hacer el ultrasonido.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 3:01 pm

19

William

En el momento en que llegué a la habitación de Nan, Ya estaba enojado. Había dejado a Maite con su malestar y todo era la pu*ta culpa de Nan. Si no fuera tan condenadamente egoísta, yo ni siquiera estaría aquí. Necesitaba decirle que tenía que crecer y hacer frente. Ya estaba hecho. No podía seguir haciendo esto. Tenía que resolver esto. Yo era su muleta.



Llamé a la puerta de su habitación de hotel y esperé. Había hablado con el portero y Nan había regresado hace unos quince minutos, así que sabía que estaba aquí. Esperé unos minutos y luego volví a llamar y nada ocurrió. Más juegos malditos. Empecé a golpear la puerta más fuerte.



—Nannette, abre la puerta. —dije en voz alta.



Un botones se detuvo cuando me vio golpear a la puerta de Nan.



—Mi hermana está aquí y ella no contesta. Estoy preocupado por ella. —Mentí—. ¿Podría abrir la puerta?



El hombre todavía no parecía muy seguro de mí. Me di cuenta por la mirada en su cara que estaba cerca de llamar a seguridad. A Nan le encantaría eso. Llegué a mi bolsillo trasero y saque la cartera.


—Comprueba mi licencia. Soy William Finlay. Mi hermana Nannette está en esa habitación. Tenerme afuera es realmente una mala idea.



—Sí, señor. —Respondió el botones. Había reconocido mi apellido. En Los Ángeles he pasado un infierno mucho más de lo que pasaba en Florida.



Él tenía la puerta abierta y me acechaba dentro de la suite estaba a punto de gritarle a Nan por ser una niña cuando vi su cuerpo arrugado en el sofá. Yacía allí en una posición poco natural. Corrí hacia ella y le busque el pulso para encontrarlo, lo sentí débil contra mis dedos. Quería llorar de alivio.


—Necesito paramédicos, ahora. —Rugí cuando el botones estaba en la enorme puerta de Nan.



—Sí, señor. —Respondió y tomó el teléfono de su cintura y empezó a decirle a cualquiera que estuviera en el otro extremo exactamente lo que estaba pasando.



—¿Qué has hecho, Nan? —pregunté mientras mi corazón golpeó dolorosamente contra mi pecho.



Tenía la garganta apretada y no podía conseguir una respiración profunda. No le había creído. Había pensado que estaba tratando de llamar la atención. Me gustaría ser como todos los demás en su vida. La había ignorado. Era un hermano horrible. La abracé contra mi pecho cuando mi teléfono vibró en mi bolsillo. Lo saqué, vi el nombre de Harlow en la pantalla y lo arroje a un lado. No estaba de humor para hablar con Harlow. Ella era parte de la atormentada Nan. No tenía nada que decirle en este momento.



La mecí en mis brazos suavemente. Esto era culpa de Kiro. Pagaría por ello. Si algo le pasaba pagaría por ello.



—Te tengo Nan. No te voy a dejar, pero tú no puedes irte. —Le susurré mientras esperábamos para obtener ayuda.


Se sentía como una eternidad antes de que oyera pies golpeando el pasillo y el portero al decir—: Aquí.



Tres paramédicos llegaron corriendo a la habitación y les entregué Nan a ellos. Comenzaron a revisar sus signos vitales mientras estaba allí y se veía impotente. Oí mi timbre del teléfono desde donde lo tiré en el suelo. Debía conseguirlo.



—Ella ha tomado algo. ¿Sabes lo que es? —Uno de los hombres me preguntó.



—No, acabo de llegar. —Le contesté, adormecido. Había una sobredosis. Oops!. Corrí al baño y encontré dos frascos de medicamentos vacíos en el fregadero. Demasiados analgésicos—. ¡Mier*da! —Rugí. Un paramédico estaba a mi lado tomando las botellas de mí.


—Tenemos que bombear el estómago. ¿Eres de la familia? —preguntó.



—Hermano. —Me las arreglé para decir.



—Lo harás. Vamos a sacarla de aquí. Puedes montarte en la ambulancia. —Respondió.



Vi un sueño de incredulidad, pusieron el cuerpo inerte de Nan en una camilla y empezaron sacarla de la habitación. Seguí. Mi teléfono sonó en la distancia, pero lo dejé. Ahora tenía que salvar a mi hermana.



***



Seis horas más tarde, me senté junto a la cama de hospital de Nan. No había despertado todavía, pero los médicos dijeron que pensaban que tendría una recuperación completa. Al parecer, la había encontrado a tiempo. Acababa de pasar fuera de las píldoras cuando había llegado.



No tenía mi teléfono y tenía que llamar a Maite. Estaría preocupado por mí a estas alturas. No había estado dispuesto a hablar con ella por el momento. Esto no era culpa de Maite pero yo era demasiado sensible como para a hablar con alguien. Les había tenido que decir a Nan que viviría antes de que pudiera pensar en nada ni en nadie más. Ahora, me sentía culpable por no llamar Maite.



Dejando mi teléfono en el hotel de Nan no había sido inteligente. Sólo había estado en un estado de shock y no tenía sentido en ese momento. Iba a llegar a Nan para ayudarla y luego iría por Maite para llevarla fuera de L.A de nuevo a Rosemary. Tenía que llamar a mi madre. Ella debería estar lidiando con esto. No yo.



Kiro no iba a hacer nada al respecto. Nan quería algo que nunca tendría. Era hora de dejarlo ir. Una enfermera abrió la puerta y caminó hacia mí. Miré hacia ella y decidí que era el momento dejé de tratar de ser todo para Nan porque yo apestaba.



—Tengo que hablar con el médico. Cuando esté lista la quiero admitida en una instalación que le ayudará a conseguir un control sobre las cosas. Ella necesita ayuda que no le puedo dar —dije en voz alta por primera vez en mi vida. Estaba admitiendo que le había fallado a mi hermanita. En lugar de sentirme culpable, sentí una enorme elevación de carga sobre mis hombros.



—El doctor Jones estará en breve. Querrá admitirla también. Ella necesita ayuda, me alegro de que estés de acuerdo. Eso siempre hace que estas cosas sean más fáciles.


Nada de esto sería fácil, pero era lo mejor para todos.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 3:02 pm

20

Maite

William aún no había vuelto. El no había contestado a mis llamadas o textos. Yo había estado en el doctor por más de cuatro horas y él ni una vez se había comunicado conmigo. Mi bebé estaba bien, pero el médico dijo que tenía que descansar, beber más líquidos y eliminar el estrés. El siguiente paso sería reposo total en cama si no cumplo con esto. Quedarme aquí y hacer frente a Nan no iba a ayudarme.


Tenía que irme.



Eché un vistazo a mi teléfono para asegurarme que no había perdido ninguna llamada desde la última vez que había comprobado hace tres minutos. Estaba tratando de no preocuparme acerca de William.



Tenía que reducir mi estrés. Mi bebé me necesitaba.



Harlow había estado muy tranquila en el coche. Yo sabía que ella no sabía que decir. William nunca se había aparecido o llamado. Ella había intentado llamarlo también. Su silencio era lo que necesitaba. No quería hablar de ello.



Volver a Rosemary no sonaba atractivo. En este momento quería alejarme de William también. Rosemary solo haría que lo echara de menos y pensara en él. Un golpe en la puerta interrumpió mis pensamientos y la abrí. Dean estaba del otro lado con aspecto cansado.



—William llamó a Kiro y le hizo saber que llamó a su madre para que viniera aquí. Esperamos que llegue pronto. No sé cuánto tiempo va a llevarle llegar aquí o donde está, para empezar. Solo pensé que podrías querer saber que la malvada reina estaba camino aquí.



William había llamado a Kiro fue todo lo que yo escuché. —¿Cuándo llamó William?



—Hace una hora, más o menos, supongo. El solo lo dijo.


William estaba bien. Tenía su teléfono. El solo estaba eligiendo no responderme. Una vez más me encontré con la brutal verdad de que Nan era más importante. Asentí con la cabeza y cerré la puerta.



Busqué en mi lista de contactos hasta que encontré el número de mi papá. El contestó al segundo timbrazo.



—¿Maite? —Su voz sorprendida sólo me recordó lo poco que le he llamado. Podía oír el viento de su barco.



—Papi, necesito irme lejos. ¿Puedo ir a visitarte? —Le pregunté negándome a llorar. Ya había hecho una llamada como ésta una vez antes y aunque me había defraudado, al final yo había pensado que había encontrado la verdadera felicidad. Ya no estaba tan segura.



—Por supuesto. ¿Qué está mal?



—No puedo soportarlo más. Necesito un lugar para pensar.



—Ven al aeropuerto de Key West y yo estaré allí esperándote. Solo déjame saber cuándo aterrizará tu avión.


—Está bien, voy a llamarte con la información tan pronto como la sepa. Gracias.



—No me lo agradezcas. Soy tú papá. Es para lo que estoy aquí.



Apreté los ojos fuertemente cerrados y colgué el teléfono. Estaba realmente a punto de dejar a William. Mi corazón se rompió con el pensamiento. Fui a la aplicación Delta de mi teléfono y encontré el primer vuelo de LAX rumbo a Atlanta. Tendría una parada ahí antes de que suba a un avión con destino a Key West. Después de reservar mi vuelo, empaqué mi ropa rápidamente y llamé a un taxi.



Sabía que lo más razonable sería dejar una nota a William, pero estaba demasiado enojada con él ahora mismo. Le enviaría un mensaje más tarde. Tal vez después de que él decida que devolver mis llamadas era importante.



Nadie me vio mientras salía de la casa y subía a la cabina. Estaba agradecida. No quería dar explicaciones. No tenía que hacerlo.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 3:07 pm

21

William

Mi madre se dirigía a LA. Ella iba a ir con Nan para confesarle la facilidad que el doctor sugirió para ella. Nuestra madre probablemente se aseguraría de que fuera lo más moderno una vez que llegara aquí. Ya me había asegurado de que fuera el mejor medicamento. Mi madre estaría más preocupada con las apariencias que del bienestar mental de Nan. Algo estaba mal con Nan y necesitaba a alguien que la ayudara. Yo tenía una familia de la cual cuidar. No podía seguir siendo responsable de mi hermana.



Una vez que Nan había despertado y hablado conmigo, le había dicho que madre estaba en camino. Cuando ella se quedó dormida de nuevo me fui y había ido por mi celular. Maite me había llamados varias veces acompañada con Harlow. Me había preocupado por ella y tenía un montón que hacer. Di clic en el primer mensaje de Maite.



Harlow me llevó con su doctor. Estaba teniendo calambres. Me han dando un ultrasonido y estoy en una habitación siendo monitoreada.



Mi estómago cayó. El bebé. Oh Dios no. Comencé a correr por los elevadores mientras me detenía para escribirle el siguiente mensaje.


¿Dónde estás?


¡No! Necesitaba saber si ella estaba bien.



¿Estás bien?



¡Joder! ¿Ella estaba bien?. No había más mensajes de ella. Di clic en el primero de Harlow.



Maite está teniendo calambres y está sangrando. La llevé con mi doctor y ellos la están manteniendo aquí por unas horas para observarla y asegurarse de que está bien. Llámame, te diré donde estamos.



Eso fue hace ocho horas. ¡JODER! También era el único mensaje de Harlow. Era porque ella había estado tratando de llamarme. ¡NO MÁS! ¡NO JODIDAMENTE MÁS! Iba a traer a Maite a casa esta noche.


El siguiente mensaje que recibí de Maite fue hace cinco horas. ¿Dónde estaba ella? Marqué su número y fue directo al buzón de voz. ¿Ella estaba en el hospital? No, no, ella no podía estar en el hospital. Tenía que estar bien. Nuestro bebé tenía que estar bien. Marqué el número de Harlow.



—Hola.


—Soy William, ¿cómo está Maite, dónde está Maite? No tenía mi teléfono. Dios, dime que está bien. Por favor. —Divagué en el teléfono mientras corrí saliendo del hotel a mi carro.


—Ella está bien. Creo que está preocupada por ti y tal vez… herida —replicó Harlow.



Un bulto se formó en mi garganta y era duro de tragar.



—Estoy en camino. Por favor dile que estoy en camino. Nan tomó un montón de analgésicos y he estado en el hospital con ella. Tuvieron que bombear su estómago —expliqué, no quería que Maite se enojara conmigo pero más importante, no quería que estuviera dolida.



—Oh. Lo siento —replicó simplemente Harlow.



—Por favor dile a Maite. Que estoy en camino allá ahora —repetí.



—Ella no bajó para la cena. Toqué en su puerta para tomar un plato pero no respondió. No quiero que entres ahí en caso de que esté durmiendo. Ha tenido un largo día.



No estaba comiendo. No estaba respondiendo la puerta. El miedo de que algo le estuviera pasando, o de encontrarla como había encontrado a Nan me aterrorizaba.



—Por favor, ve a abrir la puerta y segúrate de que está bien —rogué.



—De acuerdo —replicó Harlow después de una pausa.



Colgué y lancé el teléfono al otro asiento y aumenté la velocidad por Sunset Drive.



Cuando abrí la puerta principal de la casa y encontré a Harlow parada en el vestíbulo con mi papá, me congelé.



—¿Qué? —pregunté, con miedo de moverme.



—Ella se ha ido. Sus bolsas no están. No está en otra habitación ya revisé. —respondió Harlow.



Sacudí mi cabeza y caminé adentro. —¿Se ha ido? ¡No pudo haberse ido! ¿A dónde iría?



—Probablemente a algún lugar donde no tenga que lidiar con la mier*da de Nan y su prometido que salió corriendo y dejándola y no respondiendo sus malditas llamadas. Esa sería mi suposición. Eres un estú*pido cabr*ón, justo como yo hijo —dijo Dean con repulsión en su voz antes de alejarse.



—Tenía que decirle porqué estaba corriendo de habitación a habitación revisando adentro. Me atrapó —susurró Harlow.



—¿Dejó una nota? —pregunté, marcando su número otra vez sólo para llegar a su buzón de voz.



Harlow sacudió su cabeza.



Aceché pasándola y di pasos dos a la vez antes de irrumpir en una carrera de nuevo. Este día había ido de mal a jodidamente desastroso. Dando un jalón para abrir la puerta de la habitación el silencio que me encontraba era como una rodilla abollándose. Podía ver una pequeña impresión en la cama donde ella había estado yaciendo más temprano hoy. Harlow tenía razón. Ella se había ido. Cada pequeño rastro de Maite se había ido. Me había necesitado. Nuestro bebé me había necesitado y yo había estado con Nan, otra vez.



Merecía ser dejado.



Cerré la puerta detrás de mí antes de reclinarme contra la pared y deslizarme hacia abajo al piso para llorar. El miedo de perder a Nan había sido espantoso pero la idea de perder a Maite y mi bebé era insoportable. No merecía a Maite. Le había prometido que siempre estaría ahí aunque mi familia seguía alejándome. Era tiempo para dejar que eso pasara. ¿Pero qué si era muy tarde?



Sacudí mi cabeza y limpié las lágrimas de mi cara. La encontraría y rogaría. Me humillaría. Lo que sea que necesitara hacer lo haría. Entonces nunca la dejaría otra vez. Por nadie.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 3:09 pm

22

Maite

—Aquí está. No es mucho, pero es mío —Mi papá dijo mientras subía a un barco con una pequeña cabina que estaba segura sólo tenía una cama. Tenía la esperanza de que hubiera un sofá de algún tipo allí también.



Había estado tan aliviada cuando me bajé del avión en el pequeño aeropuerto para encontrar a Abe ya allí esperando por mí. Estaba preocupada de que hubiera gastado el último de mis ahorros en boletos de avión para ver a un hombre que no quisiera aparecerse. Esta vez había llegado a través de mí.



—La buena noticia es, que tiene dos literas y una cama de tamaño completo. Voy a tomar una litera y tú puedes tener la cama. Será más fácil para ti y el bebé. Fui y conseguí algunas cosas para ti en la tienda. Algunas cosas que sabía que te gustaban. La nevera es una cosa pequeña, pero tengo un enfriador aquí también con hielo en el que mantengo cosas frías dentro.



Me paré en el usado barco y vi cosas de mi padre. Su sombrero favorito de pescar, el que mi madre le había dado para el día del padre cuando yo era una niña, colgado en el gancho de entrar en la cabina. La caja de los trastos que Valeria y yo le habíamos comprado un año para navidad estaba en una esquina con la caña de pescar que él había comprado un verano cuando nos habíamos ido de vacaciones familiares a Carolina del Norte. No me había dado cuenta de que todavía tenía esas cosas.



—Es perfecto, papá. Gracias por dejarme venir aquí. Sólo necesitaba escapar —dije, girándome hacia él.



Su bigote y barba necesitaban recortarse, pero todavía podía ver su boca frunciéndose.



—¿Qué pasa, osito Maite? Parecías tan feliz hace una semana. ¿Cómo las cosas consiguieron ponerse tan mal tan rápido?



Yo no quería hablar de eso por el momento.



—Dormí en el avión y no fue un buen sueño. Han sido más de veinticuatro horas desde que he estado en una cama. ¿Puedo tomar una siesta primero? —pregunté.



Papá parecía aún más molesto de mi cansancio. —No deberías haberte presionado a ti misma de esa manera. ¿Por qué tenías que volar en la noche? No importa, puedes decirme más tarde. Sólo tienes que ir allí dentro y bajar esas escaleras para ir a la parte de atrás. Voy a llevar tu bolsa abajo. No hay mucho espacio, pero podemos manejarlo.



No me preocupé por intentar tomar un baño en el diminuto cuarto de baño o de cambiar mis ropas. Estaba demasiado cansada para preocuparme por algo.


—Sólo quiero dormir un poco —le aseguré.



La cama llenaba todo el "dormitorio". Tocaba todas las paredes. Me metí en ella desde la puerta y tiré mis zapatos antes de acurrucarme en una bola y caer dormida.



***



Era ya tarde cuando me desperté. El suave balanceo del barco era relajante. Estaba agradecida de no sufrir de mareo por el movimiento. Sería malo si lo hiciera. Estirándome, me senté y alcance mi bolsillo para sacar mi teléfono y encenderlo. Había estado evitando esto. William ahora ya sabría que me había ido y estaría molesto. No estaba preparada para lidiar con él por el momento. Todavía necesitaba un poco de tiempo para decidir qué hacer.



No revise mis mensajes de voz o mensajes de texto una vez que encendí mi teléfono. Lo puse de nuevo en mi bolsillo y subí los escalones del pequeño cubículo en la cubierta principal. Papá no estaba alrededor pero en el aeropuerto él había mencionado que tenía un trabajo en la marina y que necesitaba ir esta tarde. A cambio, se le permitió mantener su barco amarrado aquí gratis.



La pequeña nevera tenía unas cuantas botellas de agua, saqué una y agarré un plátano de la cesta de frutas que estaba puesta en la parte superior de la nevera antes de salir a sentarme en el sol. Estaba ventoso pero soleado. Similar a la temperatura en Los Ángeles.


—¿Abe sabe que estás en su barco? Él no me parece que sea el tipo de conectar con las mujeres apenas legales —Una voz profunda preguntó detrás de mí.



Me di la vuelta para ver a un hombre en sus veintitantos años de pie en el barco amarrado al lado del de mi padre. Estaba sin camisa y sus pantalones colgaban bajos en sus caderas. Era obvio que él hacía trabajo manual. Era delgado pero sólido. Su largo pelo castaño estaba blanqueado por el sol y estaba sujetado en una cola de caballo baja. Varias hebras estaban sueltas. No pude ver sus ojos porque llevaba unas gafas.



—¿Hablas? —preguntó con una sonrisa y tomó un trago de la botella de agua en su mano.



—Sí —le contesté, todavía un poco sorprendida. No había estado esperando que papá tuviera vecinos.


Este era un barco por el amor de Dios. ¿Cuántas personas vivían en sus barcos?



—¿Dónde está Abe? ¿O estás constantemente? —Fue implacable en su interrogatorio.



—No lo sé. Me desperté y él se había ido —le contesté.



El chico levantó una de sus cejas. —¿Así que él sabe que estás aquí?


¿Quién era él, la maldita policía? —Abe es mi padre. Él es muy consciente de que estoy aquí —le contesté un poco más molesta de lo que quería.



Una sonrisa se dibujó en su rostro y tenía unos dientes blancos y perfectos. No es lo que yo esperaría de un tipo que tenía el pelo como él y vivía en un barco. —Eres Maite. Gusto en conocerte. Soy Capitán —respondió y tomó otro trago de su botella de agua.



—¿Capitán? —pregunté antes de que pudiera detenerme. Sabía que sonaba grosero.



—Si —respondió.



—Eso sólo es... es un nombre extraño —contesté.



Dejó escapar una risita baja. —En realidad no. He estado viviendo en este barco desde que tenía dieciséis años. Eso hace diez años ahora. Cuenta si alguien es un capitán como yo. —Él me lanzó un guiño y luego se volvió y se dirigió hacia el interior de su cabina.



Una vez sola de nuevo, me recosté en mi asiento y apoyé mis piernas delante de mí en un cubo boca abajo. Mi teléfono empezó a sonar e incluso debatí mirarlo. Si era William iba a querer contestarle. Tal vez era hora de que lo hiciera. Él necesitaba saber dónde encontrarme.



Miré hacia abajo y, por supuesto, el nombre de William estaba en la pantalla de mi teléfono. Hice clic en contestar y lo acerqué a mi oreja. No estaba segura de qué decirle. Había sido un desastre emocional cuando tuve que salir corriendo. Necesitaba espacio y tiempo. Ahora lo estaba extrañando. ¿Cómo iba a casarme con él si ni siquiera podía estar a su lado cuando me necesitaba? ¿Iba a estar siempre yo con este malestar cuando él no estuviera alrededor cuando yo lo necesitara?



—¿Maite? Por favor, Dios, dime que contestaste este teléfono —La voz de William estaba mezclada con pánico. Me sentí culpable.



—Soy yo —le contesté.



—¿Dónde estás, cariño? Por favor, dime dónde estás. Juro que nunca te dejaré de nuevo. Ya terminé con el trato con mi hermana de mier*da y de ser el padre que mis padres no fueron. Sólo te necesito a ti. Por favor, ¿dónde estás? Estoy en Rosemary y tú no estás aquí. —Estaba tan preocupado. Lo había asustado. Mi garganta se apretó y mis ojos punzaron.



—Estoy en Key West con mi papá —le contesté.



—Mier*da. ¿Te llevó desde el aeropuerto? ¿Te estás quedando en su barco? ¿Te está alimentando? —William se detuvo en sus muchas preguntas y respiró hondo. Me di cuenta de que estaba tratando de calmarse.



—Él fue por mí, y estoy bien. Compró algunas provisiones antes de que yo llegara aquí, así que he comido —Me detuve y apreté mis ojos fuertemente cerrados con el fin de contener las lágrimas. No quería llorar. William se volvería completamente loco si me escuchaba llorando—. Lo siento. Estaba molesta y necesitaba alejarme de todo. Necesitaba tiempo para pensar.



—Sé que estás molesta. Tenías todo el maldito derecho a estar molesta. Pasaste por un susto sin mí y me odio por ello. Deberías haberme dejado. Demonios, yo me habría ido —Se detuvo y respiró hondo—. ¿Puedo ir a buscarte? ¿Por favor? Te necesito, Maite.



¿Sería siempre así? ¿Me volvería siempre segundo lugar después de Nan? ¿Sería nuestro bebé un segundo lugar? Yo sabía que él creía que había terminado con ella, pero yo lo sabía mejor. Él amaba a su hermana y lo mataría ignorarla cuando ella lo necesitara. Supongo que lo que tenía que preguntarme a mí misma era ¿podría vivir sin él?



No. Era así de sencillo. Incluso con mi corazón todavía sufriendo por no estar allí para mí y para el bebé ayer, lo necesitaba todavía no podía imaginar la vida sin él.


—Nan tuvo una sobredosis. La encontré inconsciente en su habitación del hotel. Dejé mi teléfono en su habitación cuando me fui corriendo con los paramédicos para llevarla al hospital. Es por eso que no te respondí. Lo siento mucho,Maite. Estoy tan malditamente arrepentido. —La súplica en su voz rompió mi corazón. Debería haber sabido que se trataba de algo serio. William siempre respondía a mis llamadas y textos.



—¿Nan está bien? —pregunté. No porque me importara Nan sino porque me importaba William.



—Sí. Ellos bombearon su estómago. Mi madre la está llevando a un centro en Montana para obtener su ayuda. No puedo seguir tratando de controlarla. Te tengo a ti y a nuestro bebé para concentrarme.



Miré hacia arriba mientras mi padre entraba en el barco. Llevaba una bolsa de papel en una mano y un galón de té dulce en la otra. No estaba lista para dejarlo aún. Acababa de llegar aquí y me gustaba verlo feliz. O por lo menos contento.



—Quiero quedarme y visitar a mi padre por un rato —le dije sabiendo que iba a discutir. Le faltaba algo feroz y yo sabía que él sentía lo mismo.



—Está bien. ¿Puedo ir a visitarlo también? —preguntó.



Mi padre me estaba mirando y una pequeña sonrisa tiró de sus labios. No tenía que decirle lo que había preguntado William. Él ya lo sabía.



—Dile al chico que venga. Tengo lugar para uno más.


—Me gustaría eso. Te echo de menos —le contesté.



William dejó escapar un suspiro. —Dios, cariño, yo también te echo de menos. Malditamente demasiado. Estaré ahí tan pronto como pueda conseguir un vuelo para allá.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 21, 2015 3:12 pm

23

William

Tenía que llegar a Maite. Necesitaba abrazarla y asegurarme de que no la había perdido y que ella y el bebé estaban bien. Luego la convencería para ir a casa conmigo y casarse conmigo inmediatamente. Yo no quiero esperar más. No debería haber esperado tanto tiempo.


Mi avión aterrizó treinta minutos antes de lo previsto. Nosotros lleguemos antes de lo previsto. Yo no quería esperar hasta el momento que ella había dicho que estaría aquí y yo no quería que viniera al aeropuerto sola. Cogí un taxi y le dije que me llevara al puerto deportivo. Iba a encontrar el barco de Abe yo mismo. Key West no era un lugar muy grande. Me gustaría encontrarla antes de que ella saliera.


Caminando hacia el muelle pase entre las filas de barcos atracados buscando alguna señal de Maite o Abe. Yo la había llamado, pero mi llamada había ido directamente al buzón de voz. Había barcos de vela, barcos de pesca, e incluso casas flotantes atracadas en este lugar. Varios de ellos tenían a personas viviendo a bordo. Yo estaba cerca del final, cuando vi a un hombre de pie cerca de la parte posterior de la embarcación. Tenía los brazos cruzados sobre su pecho desnudo mientras miraba por encima del barco junto a él. Empecé a preguntarle si sabía dónde estaba el barco de Abe Wynn cuando seguí su mirada.



Pelo largo rubio caía por la espalda de ella y se movía descuidadamente con el viento. El vestido familiar que llevaba era su favorito últimamente, ya que era una de las pocas cosas que aún le quedaba. El pequeño estómago que se le había desarrollado durante las últimas semanas estaba ocupando más espacio y el tiempo seria más corto de lo que yo quería. Teniéndola a la vista sentí todo de nuevo... hasta que me di cuenta de que era lo que el hombre sin camiseta estaba mirando. Ella no se dio cuenta porque estaba de espaldas y ella estaba mirando hacia el agua azul claro cuando el sol poniente desató una gran variedad de colores. Pero yo lo vi.



Mi hombre de las cavernas interno quería ir a su barco y machacársela a él, y lanzar su cu*lo en el agua. Yo no podría hacer eso sin embargo. Estaba tan cabreado porque me di cuenta de que estaba viendo lo que era mío, entendí el por qué. Ella era impresionante. Y quería parar y mirar a ella también.


Tomé la otra ruta cavernícola y me dirigí directamente hacia la barca de su padre y salté tirándola a mis brazos antes de que pudiera girarse para ver quién era.



—William— dijo con un suspiro de satisfacción y el hombre de las cavernas se sentía como si estuviera golpeando su pecho. Ella sabía que era yo. Me encantó eso. Enterré mi nariz en el hueco de su cuello y respiré profundamente. Olía tan condenadamente bien. Hoy su olor dulce se mezclaba con el mar. Quería desnudarla y averiguar si ella olía como el mar en todas partes también.



Puse mis manos sobre su estómago sólo para recordarme a mí mismo que nuestro bebé estaba todavía bien. Estaba sano y Maite estaba bien. Cada vez que pensaba en su sangrado y los cólicos, mi corazón se sentía como si se hubiera detenido. Básicamente yo la había abandonado en los últimos días tratando de tener bajo control a Nan para que yo pudiera irme. Mis últimas palabras a Maite habían sido duras y eso era todo lo que podía pensar cuando la encontré. ¿Mis palabras le habían provocado el sangrado? Yo no la merezco, pero yo no iba a dejarla ir.



—Lo siento. Dios, Maite, estoy tan malditamente arrepentido. Te quiero. Esto no va a suceder de nuevo — le prometí a pesar de que esas palabras sonaban familiares a mis oídos. Hice una mueca, dándome cuenta de que yo había dicho esto antes. Nunca debí haber ido a Los Ángeles.



—Te amo— respondió ella con sencillez.



—Yo también te amo— le contesté sosteniéndola mientras estábamos allí viendo la puesta de sol sobre el agua.



Cuando la oscuridad fue finalmente asentando nuestro alrededor, incliné mi cabeza hacia abajo a su oreja.



—¿Hay un hotel en el que podamos dormir esta noche? Yo te necesito y no voy a ser silencioso.



Maite se dio la vuelta en mis brazos y deslizó sus brazos alrededor de mi cintura. Sus ojos verdes brillaban con diversión.



—Puedo ser silenciosa— respondió ella.



Extendí mi mano y metí un mechón de pelo detrás de su oreja, luego trace la línea de su mandíbula antes de sentir su suave y regordete labio inferior.


–Yo no puedo.



Una sonrisa de satisfacción se detuvo en cada esquina de su boca y ella se puso de puntillas para presionar un beso en mi boca.



—Puedes susurrar tus sucias palabras en mi oído— respondió ella.



Tiré de su labio inferior en mi boca y lo chupe antes de meter mi lengua dentro de su boca para saborearla. Ella se aferró a mis brazos y gimió suavemente, y se tambaleó hacia mí. Joder, no hay manera de que yo vaya a estar tranquilo esta noche.



—A menos que quieras que tu padre me oiga gemir por el dulce sabor de tu co*ño y gritar tu nombre cuando me venga dentro de ti, entonces necesitamos un maldito hotel.



Maite presionó su cuerpo al mío y otro gemido escapó de ella.



—Dios, William. Te juro que si sigues hablando así voy a tener un orgasmo aquí.



Ahuequé su cu*lo y la levante contra mí antes de cubrir su boca con la mía de nuevo. Si ella estaba hinchada y encendida por esas palabras, yo la calentaría aun mas luego cuando yo este follándola como estaba diciéndole.


Una tos fuerte hace que Maite se congele en mis brazos, y luego poco a poco se eche hacia atrás de mí y mire por encima del hombro. Sus mejillas se volvieron de color rosa brillante y ella agachó la cabeza en mi pecho. El hecho de que ella estaba escondiéndose frente a mí era la única cosa que me mantuvo. No me gustaba la idea de que cuando él nos ve juntos ella se avergüence.



Eché un vistazo por encima del hombro para ver al tipo que había estado observando cuando me acerqué. Teniendo a Maite en mis brazos otra vez me había hecho olvidar todo acerca de lo que nos rodeaba. No es que hubiera importado. Yo quería que él supiera que ella era mía. Quería que todos lo supieran.



—Pensamos que ustedes podrían querer conseguir una habitación— dijo el hombre con una sonrisa y encendió un cigarrillo.



—Estamos muy bien. Tal vez usted necesita encontrar otra dirección en la que mirar —contesté. Me aseguré de que la advertencia estaba en mi voz.



El tipo se rió y soltó una bocanada de humo. —Ver la puesta de sol es lo mío. Es una lástima que un hombre no pueda ver algo tan hermoso desde su propio barco.



El parpadeo con sus ojos cuando miró a Maite en mis brazos y eso me hizo hervir la sangre. Maite debe haber sentido como me ponía tenso porque al instante se pegó a mí y me dio un beso en el pecho.



Vamos a ir dentro. Quiero un poco de tiempo a solas contigo —dijo, lo bastante alto para que yo escuchara.



Miré de nuevo hacia ella y me relajé. Ella era mía. Necesitaba calmarme de una pu*ta vez.


—Muéstrame el camino.



Maite me agarró de ambos brazos y me llevó a la pequeña cocina. Pude ver la puerta que conducía a la barca y la idea de esconderme allí con Maite era muy atractiva.



—¿Cuánto tiempo más hasta que tu padre llegue a casa?— Le pregunté caminando de vuelta hacia las escaleras.



—No estoy segura— respondió ella con una risita.



—¿Esa habitación tiene una puerta con una cerradura?
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