Foro Maite Perroni & William Levy (LevyRroni)
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WebNovela LevyRroni One More Chance(+18)

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Mensaje por tamalevyrroni Dom Nov 29, 2015 3:23 pm

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Sipnosis:

William Carter hizo todo lo que estaba en su poder para convencer a Maite Manning de que era un buen chico. Más que un buen hablador y alguien en quien ella podia confiar. Él tuvo que superar su reputación de playboy, y su historia con su hermanastra, Nan, una mujer con su propia reputación.

Maite había tomado la oportunidad, cayendo fuerte y rápido por el chico que la emocionó con todo su deseo consumidor. Después de una vida de evitar chicos malos como William, ella había abierto sus posibilidades de amor...

Pero un secreto que cambia vidas los ha desgarrado, y ahora William y Maite deben decidir si tienen suficiente lucha para hacer que funcione o si el dolor de la traición ha destruido su futuro permanentemente.
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Mensaje por EsperanzaLR Lun Nov 30, 2015 11:44 am

Gracias por traerla Tami se ve linda
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Nov 30, 2015 11:54 am

1

William

—Soy yo, aunque ya lo sabes. Éste es el mensaje número cuarenta y ocho… lo cual significa que no he visto tu rostro en cuarenta y ocho días. No te he abrazado. No he visto tu sonrisa. No sé dónde estás, Maite. Te he buscado, cariño. Dios, he hecho todo lo que podía. ¿Dónde estás? ¿Estás escuchando si quiera estos mensajes? Tu buzón de voz es todo lo que me queda de ti. Lo jodí. Lo jodí bastante. Sólo llámame o contesta mis llamadas o envíame un mensaje. No, llámame. No me envíes sólo mensajes de texto. Necesito escuchar‖ tu‖ voz. Simplemente… necesito‖ verte, Maite. No‖ puedo arreglar esto si no puedo abrazarte…



Bip



Otro mensaje cortado. Maldito correo de voz que nunca me dejaba terminar. Aunque ni siquiera tenía la certeza de que ella escuchara su correo de voz. He estado llamándola todas las noches desde el momento en que salió por la puerta, y todavía nada. Fui a casa de su padre en Los Ángeles, y nadie se encontraba allí, aunque no fui capaz de comprobarlo por mí mismo, ni siquiera tenía permitido pasar más allá de la puerta. Seguridad amenazó con llamar a la policía.



Rush me aseguró que ella no se encontraba en Beverly Hills. Pero él sabía dónde se encontraba. Ella le dijo a donde iba el día que dejó mi casa por última vez, pero él no me lo diría. Dijo que necesitaba tiempo, y que tenía que dárselo. La noche que me dijo que no me podía decir donde se encontraba, planté mi puño en su cara por primera vez desde que nos conocemos. Él aceptó el golpe y se lo sacudió como el tipo rudo que era. Luego me advirtió que ese era mi único golpe. Que lo entendía, pero que la próxima vez, me lo devolvería.



Me sentí un Oops! por golpearlo. Él protegía a Maite, y ella necesitaba a alguien que la protegiera. Yo simplemente no podía soportar no ser capaz de abrazarla. No explicarle por qué actué como un Oops.



Blaire acababa de empezar a hablarme de nuevo. Estuvo muy enfadada conmigo cuando vio el moratón en el rostro de Rush y su nariz ensangrentada. Se negó a hablarme durante casi un mes.



No podía hablar con nadie excepto con el correo de voz de Maite.



Me despertaba por la mañana e iba a trabajar haciendo el trabajo manual para uno de mis trabajos de construcción. Necesitaba el abuso físico para dormir por la noche. Una vez que el sol se ocultaba y no podía trabajar más, iba a casa, comía, me daba una ducha, llamaba al correo de voz de Maite y me iba a la cama. Luego lo hacía todo de nuevo al día siguiente.



Nannette dejó de intentar ponerse en contacto conmigo. Después de seguir negándome a contestar sus llamadas o abrirle la puerta cuando venía, entendió la indirecta y me dejó en paz. Verla sólo me traía de regreso todo el dolor que le causé a Maite, y odiaba ver el rostro de Nan. No necesitaba más recordatorios de todo lo que hice para lastimar a Maite.

¿Era posible odiarte a ti mismo? Porque tenía la seguridad que lo hacía. ¿Por qué no controlé la mier*da que salía de mi boca la última vez que vi a Maite? Lo arruiné. Le hice daño. Al recordar su rostro mientras despotricaba por no decirme lo de su enfermedad se me hacía imposible el mirarme en el espejo. Ella se asustó, y yo me preocupé por mí y mis malditos miedos. ¿Cómo me convertí en un ser tan egoísta?



Tenía miedo de perderla, pero todo lo que hice fue espantarla.



Era un bastardo, un bastardo sin corazón. No la merecía, pero la quería más de lo que quería respirar.



Estaba perdiendo un tiempo valioso con ella. Quería asegurarme de que se encontrara a salvo y protegida. Quería estar allí para cuidarla y asegurarme de que estuviera saludable. Asegurarme de que su corazón se mantuviera bien. No confiaba en nadie más para mantenerla viva. ¡Joder! La idea de ella estando otra cosa menos que viva desgarraba mi pecho, y tenía que inclinarme para respirar.



—Tienes que llamarme, cariño. No puedo vivir de esta manera. ¡Tengo que estar contigo! —grité en la habitación vacía.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Nov 30, 2015 11:56 am

2

Maite

Sentada en una paca de heno, con mis rodillas dobladas debajo de mi barbilla y los brazos envueltos alrededor de mis piernas, observaba a mi medio hermano, Mase, trabajando con un joven pura sangre al que ponía en forma. Tener algo más para centrarme que no fueran mis pensamientos internos, era más fácil. Me encontraba más preocupada por el que Mase se fuera a romper el cuello que por mis propios problemas.



Esta noche llegaría suficientemente pronto. Mi teléfono sonaría, luego mi correo de voz haría un sonido, alertándome que él dejó otro mensaje. Me gustaría pasar las próximas horas mirando la pared mientras una mezcla de emociones me recorrían. Quería escuchar los mensajes de voz de William. Lo extrañaba. Extrañaba escuchar su voz. Extrañaba su sonrisa con hoyuelos. Pero no podía, aunque él lo lamentara, y no tenía ninguna duda de eso, después de todas las llamadas telefónicas y su intento de traspasar la seguridad en casa de mi padre, que se sentía arrepentido.



Le aterrorizaba perder a alguien más que le importaba de nuevo. Si le decía que llevaba a nuestro bebé dentro de mí y que existía la posibilidad de que no podría lograr atravesar el nacimiento, tenía miedo que él quisiera que hiciera lo que Mase quería. Lo que los médicos sugirieron que hiciera.



Amaba a William Carter. Lo amaba demasiado. Pero amaba a alguien más tan ferozmente. Solté el agarre en mis piernas y puse mi mano sobre mi estómago. Todavía era plano, pero vi la pequeña vida en su interior durante el ultrasonido. ¿Cómo podría alguno de ellos esperar que abortara a este bebé? Ya amaba a este bebé. Amaba al padre del bebé. Nunca jamás esperé sentirme de esta manera. Era un sueño que tuve que dejar ir hace mucho tiempo.



Quería este bebé. Quería que este bebé tuviera una vida. Una vida maravillosa y plena. Una vida con nada más que amor y seguridad. Mi abuela fue muy firme en su creencia de que el aborto era malo. Siempre me pregunté si se sentiría de esa manera si era yo quien salía embarazada accidentalmente. Pero nunca pasó por mi mente que pudiera
concebir un bebé con un hombre al que amara. Un hombre que me hiciera desear cosas que no debería desear.



El miedo se hallaba ahí, tal vez ellos tenían razón... tal vez no lo lograría. Pero yo creía que lo haría. Quería este bebé. Quería amar y sostener a mi bebé, demostrar que haría cualquier cosa por él. Quería un bebé propio. Lo quería lo suficiente como para vivir. Estaba decidida a que podía hacer esto. Haría esto.



Deseaba que Mase entendiera. Odiaba ver el destello de miedo en sus ojos cada vez que su mirada se dirigía a mi estómago. Se encontraba aterrorizado porque me amaba. No quería asustarlo, pero tenía que confiar en mí. Podía hacer esto. Solo por la fuerza de voluntad, podía tener a este bebé y vivir. Como si Mase pudiera escuchar mis pensamientos, bajó de un salto del caballo y dirigió su mirada hacia mí. Siempre con preocupación. Vi como llevó al caballo al establo. Estuvimos aquí toda la mañana, y ahora era la hora del almuerzo.



El padrastro de Mase le dio algo de tierra en la parte posterior de su propiedad, y Mase construyó una pequeña cabaña de troncos en ella. Por suerte para mí, su casa de casi cuatrocientos metros cuadrados, tenía dos dormitorios. Nadie conocía este lugar, ya que se hallaba fuera de la vista, así que cuando los medios de comunicación se presentaron en la puerta principal de la madre de Mase, simplemente les dijo que ninguno de nosotros se encontraba ahí, y si no se iban de la propiedad, llamaría a la policía. Ahora que los medios me conocían como la hija de Kiro, era más difícil ocultarse.



Desde entonces, se mantuvo en silencio. No fuimos a la ciudad, y fui capaz de esconderme en la cabaña de troncos de Mase. Aparte de la visita al ginecólogo, a la cual me llevó la madre de Mase, permanecí en reclusión. Papá llamó un par de veces. No le conté sobre el embarazo, pero sólo lo descubrí yo misma la semana pasada.

Mase quería decirle a Kiro. Estaba seguro que papá me podría obligar a abortar. Yo sabía que era inútil. Sabía en mi corazón lo que haría. Nadie cambiaría eso. Y si mi fuerza de voluntad por vivir no era suficiente, mi bebé sería amado. La única persona de pie junto a mí en todo esto me aseguró que criaría a este bebé y lo amaría como si fuera propio. Maryann Colt era la madre que cada niño merecía. Cuando era pequeña y visité a Mase, su madre nos hacía galletas y nos llevaba de día de campo. Nos arropaba en la noche, y después besaba la mejilla de Mase y le decía que lo amaba, hacía lo mismo conmigo. Como si perteneciera ahí.



Y Maryann sabía lo que se sentía el ser madre. Comprendió la necesidad en mí de proteger a este bebé. Sostuvo mi mano cuando me confirmaron que de hecho estaba embarazada. Sus lágrimas no fueron de tristeza sino de alegría. Era feliz por mí, porque yo era feliz. Esa noche fue la primera vez que escuché a Mase pelear con su madre. Maryann estuvo a mi lado mientras le explicaba que no abortaría. Mase se puso furioso. Terminó por rogarme que lo reconsiderara.



Sabía que William sería peor. Decirme a mí misma que él me olvidó o que no le importaba era inútil. Lo sabía bien. Todavía me llamaba todos los días y dejaba un mensaje. Quería que lo perdonara y posiblemente se hallaba listo para tomar esta oportunidad de amar a alguien con mi condición. Pero ahora el riesgo era mucho mayor. Al final, no pensaba que tendría la fuerza suficiente para aguantar. No podía olvidar las palabras que me dijo la última vez que lo vi. Nuestra oportunidad terminó.



—¿Te sientes bien? —La voz de Mase interrumpió mis pensamientos, cubrí mis ojos del sol y entrecerré mis ojos hacia él. Vestía vaqueros desteñidos y una camisa azul a cuadros. Una fina capa de polvo lo cubría debido a sus actividades de la mañana, el sombrero vaquero en su cabeza se hallaba inclinado hacia atrás mientras limpiaba el sudor de su frente con una toalla que guardaba en su bolsillo trasero.



—Estoy bien. Sólo perdida en mis pensamientos —expliqué.



Tendió su mano hacia mí. —Vamos, vayamos a comer algo. Mamá tendrá el almuerzo en la mesa para este momento. —Maryann cocinaba una comida completa para el almuerzo todos los días. Decía que sus chicos la necesitaban para seguir trabajando duro afuera. El padrastro de Mase aún utilizaba un bastón después de sufrir una caída de su tractor, a pesar de que ya le quitaron la escayola. Mase se estuvo encargando del trabajo de su padrastro desde hacía un tiempo, y parecía aliviado de que regresara a trabajar. Su padrastro criaba ganado vacuno, y su trabajo era agotador. Mase sólo solía encargarse del entrenamiento de algunos caballos.



Deslicé mi mano en la de mi hermano y lo dejé jalarme hacia arriba. No admitiría ante él que me encontraba fuera de forma por la pérdida de apetito. No tenía náuseas por el embarazo, pero extrañaba a William. En este momento, lo quería. Quería compartir esto con él. Verlo sonreír y escucharlo reír. Quería más de lo que él podía darme.



—No has sonreído en días —dijo Mase, soltando mi mano.



Sacudí el polvo de mi trasero y le di un encogimiento de hombros. —No te mentiré. Le extraño. Lo amo, Mase. Ya admití eso ante ti.



Mase se colocó a mi lado mientras caminábamos hacia la gran casa de campo blanca de sus padres, con su pórtico que rodeaba la casa y flores en las jardineras de las ventanas. Mase creció con una vida perfecta. Del tipo en la que los niños como yo no creen, a menos que la hayan visto. Quería darle ese tipo de vida a mi bebé.



—Responde su llamada esta noche en lugar de enviarla al correo de voz. Quiere escuchar tu voz. Al menos dale eso. Podría hacerte sentir mejor —dijo Mase. Esta no era la primera vez que me instaba a responder las llamadas de William. No le dije a Mase por qué me fui. No podía soportar la idea de que Mase odiara a William. Él no entendería por qué William reaccionó como lo hizo. Y nunca lo perdonaría. Serían familia algún día. Este bebé los haría familia.



Y si yo no me encontraba cerca...



—Eres terca, Maite Manning. ¿Sabes eso? —Le dio un golpecito a mi hombro con su brazo.



—Le responderé cuando sea el momento. Simplemente aún no lo es.



Mase dejó escapar un suspiro de frustración. —Estás embarazada de su bebé. Tiene que saber eso. No está bien lo que haces.



Peiné los mechones de pelo que cayeron de mi cola de caballo para alejarlos de mi

rostro. Él no entendía por qué no podía decírselo a William. Me encontraba cansada de tener esta conversación con él.



—Nadie me convencerá de renunciar a mi bebé. No me elegiré a mí sobre este bebé. No puedo. No lo haré. Solo... no me lo pidas de nuevo, sólo entiende que tengo que hacer esto a mi manera.



Mase se tensó a mi lado. Cualquier recordatorio de que corría un riesgo sobre mi vida lo molestaba. Pero era mi vida a elegir. No lo presioné para que estuviera de acuerdo. Caminamos en silencio hacia la casa.



Maryann se encontraba en la estufa en un delantal de lunares azul y blanco, el cual sabía tenía un monograma al frente. Fue un regalo de mi parte cuando tenía diecisiete años. Cuando la puerta se cerró detrás de nosotros, Maryann miró por encima de su hombro y sonrió. —Casi listo. Pongan la mesa para mí, ¿podrían? —dijo, y luego se volvió a la estufa.



Mase fue al cajón de los cubiertos, y fui por los platos. Esto se convirtió en una rutina regular. Después de colocar cuatro lugares, fui a buscar los tarros de cristal, los llené con hielo y té dulce.



—Cinco lugares hoy. Major vendrá a almorzar. Llamó esta mañana para decirme que vendría a la ciudad. Papá accedió a contratarlo durante los próximos seis meses. Necesita un descanso del drama en casa, y necesitamos otro par de brazos fuertes por aquí.



Lo que recordaba de Major, es que era un abusón. Un escuálido y malvado abusón. Sin embargo, no había visto al primo de Mase desde los diez años, por lo que las cosas podrían haber cambiado. Debía ser más alto que un metro treinta y cinco y sus frenos ya no los tendría para este momento.



—¿Tío Chap aún piensa en divorciarse de ésta? —preguntó Mase mientras la preocupación arrugaba su frente. Nunca hablamos de su primo, sobre todo porque Major vivía en un país diferente cada vez que Mase lo mencionó. Tío Chap era Marine, y era duro. También hizo su meta en la vida el casarse con tantas jóvenes mujeres hermosas como pudiera. Major siempre tuvo una nueva mamá. Eso es lo recordaba.



Maryann suspiró y dejó los panecillos sobre la mesa. —La cosa es, esta vez no se trata de alguna joven bonita queriendo un hombre rico. Hillary también quería a Major, y al parecer, lo consiguió. Major cometió un error, y, bueno, Chap no está muy feliz con su esposa o su hijo. Major no puede ir a casa y enfrentar a su papá ahora, y no quiere volver a la universidad. Se encuentra confundido e infeliz.



Mase colocó la jarra de té sobre la mesa y se giró con una expresión de sorpresa hacia mí. Él no sabía esta pieza de información. Interesante. —Quieres decir que... ¿Major encamó a su madrastra?



—No digas encamó —dijo Maryann mientras fruncía el ceño a su hijo—. Y sí, lo hizo. Pero Hillary es sólo cuatro años mayor que Major. ¿Qué esperaba Chap? Es un hombre viejo y se casó con una chica joven, luego la llevó a una casa con su hermoso hijo mientras él se iba a trabajar todo el tiempo.



Mase dejó escapar un silbido y luego se echó a reír. —Major encamó a su madrastra —dijo de nuevo.



—Es suficiente. Llegará aquí en cualquier momento, y sé que se avergüenza de todo esto. Se amable. Pregúntale sobre la universidad o lo que quiere hacer. Solo no hablen sobre Hillary o su papá.

Trataba de no parecer completamente perturbada por esto. No podía imaginar a Major como hermoso aunque forzara la imaginación. Pero de nuevo, todo lo que sabía era del Major de diez años de edad, no del de veintiún años que podría atraer a una mujer que no debía quererlo.



Un rápido golpe en la puerta llamó nuestra atención, y todos los ojos en la cocina se giraron hacia la puerta, mientras la versión adulta de Major Colt entraba a la habitación.



Sus ojos verdes eran casi esmeralda. Me sorprendió no recordar eso. Una sonrisa insegura se formó en su rostro mientras miraba a su tía y luego a Mase. Tomé un rápido vistazo al resto de su cuerpo. Tenía que ser por lo menos de un metro noventa ahora, y cada centímetro de su cuerpo estaba bien construido. Brazos gruesos y moldeados que me recordaban mucho a los que mostraba Mase en las cortas mangas de su camiseta gris.



—Así que te acostaste con tu madrastra. —Esas fueron las primeras palabras para romper el silencio. Por supuesto, vinieron de Mase.



—Mase Colt-Manning, voy a darte unas nalgadas —dijo Maryann con voz severa, secándose rápidamente las manos en el delantal y caminando hacia Major. La pequeña sonrisa que formaron los labios de Major mientras miraba a Mase me hizo pensar que tal vez no se hallaba tan apenado como Maryann creía que lo estaba. No era como si fuera un niño del que se aprovecharon. Era completamente un hombre.



Se giró para mirar a Maryann pero se detuvo cuando sus ojos me encontraron. Hizo una pausa, y luego comenzó a sonreír. Una verdadera sonrisa esta vez. Me reconoció. No es de extrañar, ya que mi rostro estuvo por todo los medios de comunicación en los últimos dos meses.



—Bueno, si es la pequeña señorita desaparecida —dijo Major—. Eres incluso más bonita que las fotos que continúan mostrando de ti en la televisión.



—Tranquilo —dijo Mase, y dio un paso para colocarse entre Major y yo—. Comprendo que eres un Casanova ahora, pero no se encuentra disponible para el romance. Estoy seguro que el tío Chap tendrá una nueva esposa pronto, y podrás jugar a cuanto te toma entrar en sus bragas.



—¡Basta! —dijo Maryann, palmeando el brazo de Mase como si fuera un niño travieso antes de darle un abrazo a Major—. Nos encanta que estés aquí. No hagas caso del intento de broma de tu primo. No tiene filtro, y me disculpo por eso.



Major le devolvió su abrazo y le sonrió a Mase sobre su cabeza, la cual ni siquiera llegaba a su hombro. —Gracias, tía Maryann. No dejaré que él me moleste. Puedo manejarlo, lo juro.



—Increíble. Duerme con la esposa de su viejo, y lo defiendes y lo mimas como si fuera la víctima —dijo Mase, pero su tono no tenía resentimiento. Sonreía mientras lo decía.



La puerta se abrió de nuevo y el padrastro de Mase entró. Incluso con cojera, seguía siendo una presencia amenazante. La altura sin duda era un rasgo Colt. —Me alegro que estés aquí, muchacho —le dijo a Major—. Pero estoy hambriento, así que tendrás que soltar a mi esposa para que pueda darme de comer.



Major rió esta vez, una carcajada fuerte y completa que nos hizo sonreír a todos.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Nov 30, 2015 11:57 am

3

William

—Mensaje cincuenta y cinco. Cada día, creo que este será el último día que recibo tú correo de voz. Que me contestas finalmente. Sólo quiero oír tu voz y saber que estás a salvo y feliz. Quiero hacerte feliz. Soy jodidamente miserable. Estoy perdiendo el sueño. Eres todo lo que pienso. Te echo de menos, cariño. Te echo de menos tanto. Tan jodidamente tanto. El hecho de saber que estás a salvo y saludable ayudaría. Rush me asegura que estás bien, pero necesito oírlo de ti. Cualquier cosa... haré cualquier cosa. Sólo tienes que hablar conmigo.



BEEP.



Odiaba ese sonido. Se burlaba de mi dolor y ponía fin a los pocos segundos en que me sentía como si estuviera en el oído de Maite. Pero ella probablemente no escuchaba mis mensajes, de todos modos. Me habría llamado si hubiera oído siquiera uno de mis desesperados mensajes de voz. No sería capaz de pasarlo por alto.



Rush me dijo que no se encontraba en la casa de la madre de Mase en Texas, pero me encontraba a punto de visitar a Mase y averiguar lo que sabía. No me preocupaba por la seguridad extra sobre la cual me advirtió. Iría a la maldita cárcel si eso significaba que podría conseguir algunas respuestas. Daría cualquier cosa por saber dónde se encontraba Maite.



Mi teléfono sonó, y por un segundo, mi corazón se detuvo. Por una fracción de segundo, me permití la esperanza de que fuera Maite. A pesar de que, en el fondo, sabía que no podía ser ella. Mirando hacia el teléfono, vi el nombre de Rush iluminando la pantalla. No era Maite, pero era la única conexión que tenía con ella ahora.



—¿Qué? —dije en el teléfono mientras miraba hacia el techo.



—No sé por qué llamo a tu cu*lo malhumorado —respondió Rush.



No me hallaba seguro, tampoco. Pero si él llama, respondería. Incluso si no sabía dónde se encontraba Maite, era el único con el que me atrevía a hablar de esto. Sentía que entendía. Podría ser la única persona que entendía cuán desecho me sentía.



—Es tarde —le dije.



—No es tan tarde. Blaire sólo fue a mecer a Nate para dormirle.



Rush tenía su pequeña vida feliz ahora. Una esposa que veneraba. Un hijo que adoraba. Me sentía feliz de que tenía todo lo que siempre quiso. Ninguno de nosotros conocía lo que era una familia normal y saludable. Ahora lo hacía. Ahora la tenía. Pero yo... tal vez la podría haber tenido cuando Maite todavía se encontraba aquí. Tal vez.

—Sé que no estás de humor para hablar, pero sólo estoy llamando para ver cómo estás. Blaire mencionó que tenía que llamarte y ver cómo te encontrabas antes que se fuera arriba.



Al parecer, Blaire realmente me perdonó. Me hubiera gustado decirle a Rush que estaba bien. Que podía respirar normalmente y mi pecho no dolía constantemente. Que no me sentía perdido y desamparado. Pero no se lo podía decir. La verdad era que necesitaba a Maite.



—¿Te encontrabas BIEN cuando Blaire te dejó? —le pregunté, sabiendo ya la respuesta. Yo estuve allí. Lo obligué a salir de la casa.



—No —respondió—. Sabes que era un completo desastre.



—Sí. —Fue mi única respuesta. En ese momento, no lo entendí. Pero ahora todo tenía sentido. Lo habían roto en dos, y él esperaba vivir cada día como si todo fuera normal, aferrándose a la esperanza de que volvería a él—. Lo siento por sacarte de tu casa y salir en aquel entonces. No lo entendía.

Rush dejó escapar una risa dura. —Puede que me haya ayudado. No te disculpes. Sentado allí, pensando en ello una y otra vez habría sido peor. No tenía un trabajo en el que perderme como lo haces tú.



—¿Has hablado con ella? —pregunté, incapaz de contenerme Necesitaba algo. Cualquier cosa.



—Ella está bien. Está segura. Preguntó cómo te encontrabas. Le dije que te veías como una mier*da y que no lo llevabas muy bien.



Si estuviera escuchando mis mensajes de voz, lo sabría ya. No esperaba nada cuando la llamaba. Era abierto con ella, dejando al descubierto mi alma. —¿Podrá perdonarme? —pregunté, cerrando los ojos, miedoso de su respuesta.



—Ya lo hizo. Sólo no está dispuesta a abrirse de nuevo todavía. Está lidiando con mucho en este momento. Su madre y Kiro, luego esto... sólo dale más tiempo.



Si me perdonó, ¿por qué no escuchaba mis mensajes de voz? ¿Por qué no respondía, al menos, cuando la llamaba? —Dile que sólo quiero oír su voz. No tiene que hablar conmigo mucho tiempo, sólo un minuto. Quiero decirle que la amo. Quiero decirle que lo siento. Yo... sólo necesito decirle que la necesito.



Rush guardó silencio un momento. Cualquier otra persona se habría burlado de lo vulnerable que me convertí. Él no. —Le diré. Duerme un poco. Llámame y hazme saber que estás bien. Blaire se preocupa.



Tragué el nudo en mi garganta. Dijimos adiós, y dejé caer el teléfono en mi pecho y cerré los ojos, dejando que las imágenes de Maite llenaran mis pensamientos. Ellas eran todo lo que tenía ahora.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Nov 30, 2015 11:58 am

4

Maite

—Tu teléfono está sonando —dijo Mase, caminando hacia mí con el teléfono en la mano. Estaba sentada en el columpio que se encontraba colgado aquí en el patio desde que éramos niños, a solas con mis pensamientos.



—¿Quién es? —pregunté, asustada de mirar. Era débil. Si era William, no me encontraba segura de poder seguir ignorándolo.



—Blaire —respondió Mase, lanzando el teléfono sobre mi regazo—. Voy al granero. Tengo que trabajar con un poco de pasto, y mostrarle a Major el trabajo que realizará ahora que está instalado. Necesitas hablar con Blaire. Luego piensa en llamar a William.



Pulsé contestar en mi teléfono, luego lo sostuve contra mi oído. —¿Hola?



—Oye. No he oído de ti en días. Quise llamar y ver cómo están las cosas. —Blaire no sabía sobre el embarazo. Confiaba en ella en todo excepto en guardar secretos a Rush. Se lo contaría, y Rush le diría a William. No podía no hacerlo. Así que mantendría este secreto oculto.

—Estoy bien —respondí, ni siquiera yo misma creyéndolo—. ¿Cómo están las cosas allá? —pregunté, incapaz de decir su nombre.



—¿Te refieres a cómo está William? No muy bien. Sigue con los mismos patrones. Mucho trabajo y poco sueño. No habla con nadie excepto Rush, y ahora está pidiéndole diariamente que le diga dónde encontrarte. Se siente miserable, Maite. Necesita oír tu voz.



Mi corazón se apretó y parpadeé para alejar las lágrimas de mis ojos. Saber que le hacía daño era difícil de aceptar. Pero, ¿cómo podría llamarlo sin romperme y decirle lo mucho que lo extraño? Eso no ayudaría en nada. Solo estaría más herido cuando me negara a decirle donde me encontraba. —No estoy lista —dije.



Blaire dejó escapar un suspiro, y escuché la risa de Nate en el fondo. La risa del bebé fue todo lo que necesité para recordar porque no podía dejar que William supiera lo que pasaba.



—Blaire, ¿puedo preguntarte algo? —Eso salió de mi boca antes de que pudiera detenerme.

—Por supuesto —respondió ella.



La pequeña voz de Nate comenzó a cantar—: Dadada —Una y otra vez.



—Espera un segundo. Rush acaba de entrar, y Nate se emociona cuando ve a su papá. Déjame ir a otra habitación —dijo Blaire.



Quería lo que Blaire tenía. Más que cualquier otra cosa… quería eso. Quería ver a William con nuestro bebe. El niño que creamos. El niño dentro de mí. Pero, ¿querría William eso?



—Está bien, puedo oírte mejor ahora. ¿Qué es lo que quieres preguntarme?



Cerré los ojos con fuerza, esperando que esto no fuera un error. —Antes de que Nate naciera, ¿habrías dado tu vida por la suya? ¿Lo amabas tanto?



Blaire no respondió. Se quedó en silencio durante varios segundos, y empecé a pensar que había dicho demasiado. Que comprendería porque le preguntaba eso.



—Él era una parte de Rush y de mí. Habría hecho cualquier cosa por él desde el momento que supe se encontraba dentro de mí. Así que, sí —dijo. Sus palabras eran lentas, casi atormentadas, pero sabía que era honesta. También sabía que entendería mi elección—. Pero Rush no se habría sentido de la misma manera —añadió.



La emoción obstruyendo mi garganta hizo difícil responder—: Sí, no lo creo. Yo, uh, me tengo que ir. Hablare contigo pronto —No esperé que respondiera antes de terminar la llamada, dejando caer el teléfono en mi regazo, cubriéndome la cara con mis manos, liberando al dolor. Lloré por la vida que quizá no sería capaz de darle a mi bebé, por la posibilidad de que no estuviera allí si él nacía, y por la vida que tan desesperadamente quería con William, pero temía nunca tendría. Lloré hasta que todas mis lágrimas se agotaron. Hasta que no podía llorar más. Luego cubrí mi estómago con mis manos y me senté allí mientras la brisa secaba mi cara llena de lágrimas. Era momento de encontrar la fuerza que necesitaba para hacer esto. Decir que no tenía miedo de morir era una mentira. Me encontraba aterrorizada, pero lo haría si eso significaba que este bebé en mi interior podría vivir. Esta vida era una parte de mí y del hombre que amaba. El único hombre que alguna vez amaría.



Antes de conocer a William, no sabía lo que se sentía estar completamente enamorada. Veía parejas y soñaba con el día en que un hombre me mirara con devoción y adoración en sus ojos. Me imaginaba caminando por el pasillo de una iglesia hacia el hombre que me viera y amara solo a mí. Que me amara a pesar de todas las dificultades. Que me amara a mí y a mi imperfecto corazón. Por un momento, estuve segura de que había encontrado eso…



Mis pensamientos fueron interrumpidos por la camioneta Dodge roja de Maryann bajando por el camino de grava que conducía desde la granja hacia la cabaña de Mase. Maryann no había venido por un par de días. Major era una buena distracción para ella. Sabía que la próxima cita con mi médico se acercaba. Querían que fuera todas las semanas ya que mi embarazo era considerado de alto riesgo. Pero no me hallaba segura de qué día ella había programado mi próxima visita.



En lugar de ir a almorzar a la casa, me quedé aquí por los últimos dos días. Sola. Me sentía a salvo sola. También quería darles tiempo para hablar sobre cosas de la familia con Major. Sabía que él no se sentía cómodo discutiendo frente a mí. No era de su familia. El único problema era que, no tenía nada que hacer para ocupar mi tiempo. Me encontraba sola con mis pensamientos. Leer era algo que solía hacer para escapar, pero ahora era incapaz de mantenerme concentrada en una historia.



Mis pensamientos siempre viajaban a William y el futuro.



La camioneta se detuvo, la puerta de Maryann se abrió, y sus piernas vestidas con vaqueros giraron mientras saltaba. Tenía una belleza natural. Siempre imaginaba a todas las vaqueras parecidas a Maryann. Alta y delgada, siempre vestida con vaqueros ajustados, botas de montar, y una camisa a cuadros con botones atada en su cintura. El sombrero de vaquero en su cabeza era el toque final. No era femenino en lo absoluto, sino sucio y usado.



Subió los escalones y se giró para mirarme con el ceño preocupado de una madre. Como la madre que realmente nunca tuve. —¿Estás intentando que me preocupe, niña? — preguntó, estudiándome de cerca.



Negué con la cabeza —No, lo siento. Solo no he tenido hambre, y necesito estar sola.



Sus líneas de expresión se remarcaron. —Me parece que has estado aquí llorando. Llorar no es bueno para ti, tu corazón, o ese bebé. Debes mejorar tu ánimo. Si estás llorando por ese chico Carter, entonces llámalo. Habla con él. Necesitas toda tu fortaleza y fuerza de voluntad si vas a hacer esto, chica. No puedes estar deprimida y dispuesta a darte por vencida.



No había pensado en eso. Pero hablar con William significaría ya no poder protegerlo. —Esto lo aterrorizará. Estoy tratando de mantenerlo a salvo. Su mayor temor en esta vida es perder a alguien que ama.



Maryann puso las manos en sus caderas y rodó los ojos. —Tienes que estar bromeando. ¿Ese chico es tan cobarde que no puede manejar la vida? Si él es un hombre de verdad, dará un paso adelante y será la roca que necesitas en este momento. Si no puede hacer eso, entonces no es digno de tu tiempo.



No sabía lo roto que se veía William cuando descubrió lo de mi corazón. Era un hombre maravilloso que confió en mí. Le oculté algo que lo habría salvado de ser lastimado. Si yo sólo le hubiera dicho sobre mi corazón el día que se apareció en mi habitación con comida china, nunca se habría arriesgado a esto. Estaría a salvo. Yo no conocería lo que se siente ser sostenida o tocada por él, pero estaría a salvo. Su corazón se encontraría a salvo. Egoístamente tomé esa decisión por él.



—Él merece más —respondí. Fue todo lo que pude decir.



—Al diablo si lo hace. Si ganó tu amor, entonces se ganó la lotería. ¿Me oyes? Es un hombre con suerte. Nada más importa. Eres una mujer hermosa, inteligente, amorosa y pura que ilumina a las personas a su alrededor.



Una sonrisa se formó en mis labios. —Gracias.



Maryann me quería como si fuera madre. Al crecer, fue una gran madre sustituta, aunque a veces mi mente vagaba a lo que mi vida hubiera sido bajo diferentes circunstancias. Hasta hace poco, creí que mi madre había muerto en un accidente. Hace unos meses, descubrí que se encontraba viva en un hospital en Los Ángeles, aunque mentalmente vacía e incapacitada de desarrollar la mayoría de las funciones básicas. Cuando los medios de comunicación descubrieron el secreto, también descubrieron que yo existía, y mi cara se difundió a través de las pantallas de televisión en toda América.



Ella se acercó y se sentó en el columpio a mi lado. —No me des las gracias por ser honesta. Solo lo digo lo que veo.



A menudo me preguntaba cómo alguien como Maryann pudo haberse mezclado con mi papá. Era tan real. Tan llena de vida e inteligente. El hombre con el que pasó la mayor parte de su vida era similar a ella. Se adaptaban. Pero Maryann y Kiro eran una pareja difícil de imaginar.



—Tú eres resistente, eres fuerte. Siempre lo has sido. Incluso cuando eras un bebé, eras tan decidida. Kiro te adoraba, pero ahora sabes que adoraba a tu madre. Ella era su luz. Encontró al hombre en su interior que nadie más fue capaz de ver y lo sacó. Verlo con ella me sorprendió. No podía odiarla. De hecho, la admiraba. Era un alma tan dulce, igual que tú. La veo tanto en ti. También lo hace tu papá. —Se detuvo y me apretó la rodilla—. Si quieres este bebé, entonces creo que puedes hacerlo. Creo que eres lo suficientemente fuerte. He visto esa fortaleza a lo largo de tu vida, y creo que puedes, pero tienes que aceptarlo. No dejes que el dolor y el miedo te controlen, o perderás.



Asimilé sus palabras y me di cuenta que tenía razón. Era momento de ser fuerte. Mi bebé lo necesitaba. Tenía que ser fuerte por ambos.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Nov 30, 2015 12:01 pm

5

William

—Este es el quincuagésimo séptimo mensaje. Cincuenta y siete días. Estoy aquí sentado mirado el golfo, como solía hacer contigo. Nada es lo mismo sin ti. Ni siquiera puedo acercarme a la barra de la cocina. Recordar lo que hicimos ahí es demasiado difícil. Todo me recuerda a ti. Si pudiera oír tu voz esta noche, Maite, si solo pudiera escucharte diciendo que estás bien...Estaría mejor.Seria capaz de respirar profundo.Después rogaría.Te rogaría que me amaras.Te rogaría que me perdonaras.No puedo...



Bip.



Me quedé en el balcón observando el agua mientras el buzón de voz me cortaba, después desconecté la llamada. Mirar las olas romper contra la orilla solía consolarme. Ahora me recordaban el miedo que había empezado todo esto. El miedo que me había hecho decirle a Maite palabras que no merecía oír.



Perder a Jace me había marcado más profundamente de lo que creí. Vives tu vida sin pensar ni una vez que cuando te alejas de un amigo o de un ser amado, podrías no volver a verlo. Ahogado en el golfo era la última forma en la que esperaba perder a un amigo cercano. Fue inesperado y trágico, y lo había cambiado todo para mí.



Quería protegerme de ese dolor en el futuro. Seguir adelante y vivir de forma normal después de eso era imposible. Bethy, la novia de Jace, era la prueba de ello. Ahora, era como un fantasma. Nunca sonreía, casi no hablaba. El brillo feliz en sus ojos ya no estaba. Odiaba estar cerca de ella. Odiaba que me recordaran lo que podía pasarle a cualquiera de nosotros. Ella no podía vivir sin Jace, simplemente sobrevivía.



Dejé que la mano que sostenía el teléfono cayera a mi lado, lo metí en el bolsillo de los vaqueros y me di la vuelta para entrar. Lejos del agua que había cambiado todo para mí, que había cambiado la vida de todos los amigos de Jace. Ninguno de nosotros volvería a ser el mismo. Pero sabía que no podía protegerme de ese tipo de dolor. Porque, como Bethy, solo sobrevivía ahora. Sin Maite, no tenía razón para sonreír. Era demasiado dolor. Tratar de no amarla era imposible, me destrozó y me dejó de rodillas.



Mi teléfono empezó a sonar, y rápidamente lo saqué del bolsillo. Cada vez que sonaba, mi corazón latía con la esperanza de que fuera Maite. El nombre de Rush apareció en la pantalla. Tanto como quería estrellar el teléfono contra la pared de frustración, él todavía era mi única conexión con Maite.



—Hola —dije, cerrando la puerta y caminando hacia mi habitación.



—Necesito tu ayuda. Encuéntrate conmigo en el club lo antes posible. Estoy de camino ahora.



No iba a ir al club. Era la hora de mi rutina nocturna y no quería enfrentarme a la gente.



—¿Por qué? Estoy exhausto.



Rush masculló por lo bajo.



—Lleva tu cul*o al club. Tripp apareció, y aparentemente Bethy estaba en el bar bebiendo demasiado y ahora le está gritando y diciéndole todo tipo de mier*da loca. Blaire quería ir, pero Nate no se encuentra bien y quiere a su mami. Le he dicho que tú y yo comprobaríamos las cosas y llevaríamos a Bethy de vuelta a mi casa.



¿Bethy y Tripp? Eso no tenía sentido. ¿Por qué le gritaría Bethy a Tripp? Jace adoraba a su primo. Siempre lo había hecho. No encontraba ninguna razón por la que Bethy debiera estar enfadada con él.



—Está bien. Te veré en un rato.



—Eso pensaba —respondió Rush antes de colgar.



Nadie había visto a Bethy hacer mucho más que moverse silenciosamente por la vida desde la muerte de Jace. ¿Y ella estaba bebiendo en el club? Eso tampoco tenía sentido. Trabaja allí como chica que conduce los carritos. ¿Por qué estaba borracha en el bar? Su tía despediría su trasero sin parpadear si lo descubriera. No era que fuera a durar. Blaire se enfadaría y le preguntaría a Rush quien estaba en el consejo de administración, para hacer algo al respecto. Della no estaría contenta tampoco, y como su novio, Woods, era el dueño del lugar, y hacía todo en su poder para hacerla feliz, también haría algo al respecto. Pero aun así. ¿Qué mier*da estaba pensando?



Cogí las llaves de mi camioneta y salí por la puerta para lidiar con Bethy.



Podía escuchar a Bethy gritando en el momento que bajé de la camioneta, pero no podía ver de dónde venía. Era demasiado ruido para venir de dentro, así que alguien tuvo que llevar a Bethy al aparcamiento. Cerré la puerta de la camioneta y seguí el sonido.



Cerca de la entrada del personal, vi a Rush sujetando los brazos de Bethy y hablando con ella. Tripp estaba allí, pasándose las manos por el pelo como si no estuviera seguro de qué demonios hacer. Woods hablaba con él en voz baja y todo lo que hacía Tripp era negar con la cabeza.



—Ven a casa conmigo. Blaire te quiere allí. La necesitas ahora mismo. También necesitas ponerte sobria. Tripp no te hizo nada, Bethy. Todavía estás de duelo, y él fue la persona más cercana que pudiste encontrar para sacarlo fuera. —La voz de Rush era suave pero exigente.



—¡No sabes una mier*da, Rush! ¡No sabes una mier*da! —dijo Bethy arrastrando las palabras, empujando el pecho de Rush—. ¡Nadie lo sabe! ¡Pero él sí! —gritó, señalando a Tripp—.¡Él me ha arruinado! Me rompió. No era lo suficientemente buena. ¡Nunca fui lo suficientemente buena! Todo es culpa suya. Volvió. ¿Por qué volviste, eh? ¡Lo conseguiste, joder! ¡Tú eres la razón de que mi vida sea un infierno! —Ella temblaba ahora.



—¿Dónde está Della? —pregunté, atrayendo la atención de todo el mundo hacia mí—. Bethy necesita a una amiga. Así solo la vamos a enfadar más.



Woods no parecía querer a Della cerca. Tenía que dejar de protegerla como si estuviera a punto de romperse. Era fuerte y sana. Él no tenía ni idea de lo que era frágil. No tenía ni idea.



—Está dormida. Lleva levantada desde las cinco de esta mañana —dijo Woods en una voz dura que significaba que no la iba a llamar.



—Tengo que irme. El verme la enfada. Creí que podría hablar con ella, pero no está preparada. Aún no —dijo Tripp. El dolor en su voz era tan jodidamente obvio que dolía. Era la única persona que posiblemente estaba sufriendo por la muerte de Jace tanto como Bethy. ¿Por qué ella no podía aceptar su ayuda?



—¿Enfadada? ¿Crees que estoy enfadada? Estaba jodidamente enfada hace cinco años.Ahora estoy… perdida.



Dijo la última palabra casi en un susurro. Después se derrumbó en el suelo y envolvió los brazos alrededor de sus piernas mientras empezaba a sollozar tan fuerte que su cuerpo temblaba violentamente.



—Tenemos que hacer algo. Blaire sabrá que decir. Debería haberos enviado a Blaire y a ti. Sólo acabo de empeorarlo —dijo Rush, mirándome. Después dirigió su atención hacia Tripp y lo observó un momento—. ¿Sabes por qué te odia, no? —dijo en su voz de simple de “al grano”.



Tripp no respondió.



—¡Sí! ¡Lo sabe! —Se lamentó—. Lo sabe. Pero Jace nunca lo supo.



Los desvaríos borrachos de Bethy no tenían sentido.



Odiaba ver esto. Odiaba saber que meses después de la muerte de Jace, Bethy todavía era un alma rota y vacía. Rodeando a Rush, me incliné a la altura de los ojos de Bethy.



—Voy a Oops! y llevarte al coche de Rush. Te va a llevar junto a Blaire, y vas a dejar que ella cuide de ti. Ella te escuchará. Puedes confiar en ella. Te quiere. Ahora, pon tu brazo alrededor de mi hombro.



Sus tristes y enrojecidos ojos me miraron un par de segundos antes de poner el brazo alrededor de mi cuello. Pasé un brazo por su espalda y deslicé el otro bajo sus piernas antes de levantarme con ella.



—Justo ahí abajo, al otro lado de Woods —respondió.



Miré una última vez a Tripp, que observaba a Bethy con la misma mirada desesperanzada que conocía tan bien. Lo que no tenía sentido era que Tripp mirara a Bethy como si quisiera mover el cielo y la tierra para hacer desaparecer su dolor. ¿Realmente se conocían el uno al otro?
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Nov 30, 2015 12:02 pm

6

Maite

—¿Lo estás haciendo bien, rayito de sol? —preguntó Major mientras tomaba asiento junto mí en el fardo de heno donde me senté para observar a Mase trabajar.



Levantando la vista hacia Major, sonreí, incluso a pesar de que no lo sentía. —Sí, ¿y tú? —repliqué, porque era la cosa política de hacer. No estaba en el ánimo para hablar con él o con nadie. No hoy. Había estado en la cita semanal con mi médico. Observar a todas las mujeres embarazadas y sus adorables esposos en la sala de espera fue duro, y era todo lo que podía hacer para evitar desmoronarme. Extrañaba a William.



—No luces como que lo estuvieras haciendo bien. De hecho, luces como si alguien hubiera asesinado a tu cachorro —dijo bromeando.



Sé que Maryann y Mase no le habían dicho nada a Major. Confiaba en Major porque él amaba a su familia, y yo era una extensión de esa ella, pero odiaba que las personas lo supieran antes que William. Hasta que Willliam supiera sobre su bebé, no quería que nadie más lo supiera. —Solo estoy teniendo uno de esos días difíciles —repliqué, esperando que eso lo callará.



—Uh —replicó, luego miró hacia Mase, quien estaba en uno de los caballos—. Lo que se escucha en las noticias es que tú estuviste caliente y pesada con William, el hermanastro de Rush Finlay. Pero he estado aquí por un par de semanas, y no he visto al chico quien derribó a tres reporteros para conseguir que llegaras a la Range Rover de Rush y fuera del ojo público. Sabes, ese video ha sido reproducido cerca de millones de veces. El tipo lucía feroz y listo para matar dragones por ti. Lo que me pone curioso acerca de donde está ahora.



Había observado el video, también, una y otra vez. Estaba en YouTube, y lo he reproducido con frecuencia. No porque fue el momento en que dejé a William, si no porque Major tenía razón. William lucía determinado y feroz. Le gritó a los reporteros y básicamente abrió un camino a través de ellos, desde su puerta hasta la puerta del carro de Rush, para que entrara. Pero la parte que no podía olvidar era la mirada en su cara, perfectamente capturada por las cámaras, cuando me había marchado. Lamentaba las últimas palabras que me había dicho. El dolor en sus ojos fue claro, y eso rompía mi corazón y lo sanaba todo de una vez en cada ocasión que miraba el video. No había querido decir lo que dijo.



Estaba asustado.



—No sabe dónde estoy —admití antes de poder detenerme.



—¿En serio? ¿Y cómo es eso? ¿Te estás escondiendo de él también?



Major estaba siendo curioso, tal vez debí haberle dicho que se metiera en sus propios asuntos, pero no lo hice. Quería hablar de William con alguien. Lo necesitaba. — Necesitábamos espacio. Estaba asustado de mi condición cardíaca. No quiere perderme — expliqué vagamente.



Major no respondió. De hecho, cogió un pedazo de heno y se lo metió en la boca. Con el sombrero de vaquero de Mase en su cabeza y sus vaqueros desgastados, Major lucía como si perteneciera a Texas. No lucía como un viajero del mundo. Sabía por un hecho que podía hablar tres idiomas diferentes fluidamente.



—¿No está tratando de encontrarte? ¿O llamarte?



Tenía que borrar mensajes de voz cada semana así no se acumularían en mi buzón. No me atrevía a escuchar su voz, pero tampoco quería que se convirtiera en imposible para él dejar mensajes. —No, llama cada noche. Está tratando de encontrarme.



Major sacó el heno de su boca y me frunció el ceño. —Entonces, ¿por qué estás sentada aquí luciendo tan triste?



Porque extrañaba a William. Quería responder sus llamadas. Solo estaba tan asustada. —Tengo razones —respondí.



—Tienes razones, ¿eh? Todo bien, entonces. Solo espero que esas razones valgan la pena —respondió—. No sé si cualquier chica podría hacerme dejarle mensajes diariamente los cuales no tienen respuesta durante dos meses. Eventualmente me rendiría y seguiría adelante.



Si William se rendía, ¿qué haría? No quería que se rindiera. Pero no estaba siendo justa con él. Odiaba esto. Odiaba tener que herirlo. Pero si supiera, solo saldría más herido.



—Deja de coquetear con mi hermana, y trae tu cu*lo aquí —gritó Mase desde la
valla.



Major rió. —Es un poco sobre protector, ¿no?



—No tienes idea —dije.



Mayor sonrió, luego se puso de pie y se acercó a Mase como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Nov 30, 2015 12:04 pm

7

William

—Mensaje cincuenta y nueve. Casi dos meses. Nunca he estado tan vacío en mi vida. Te llevaste mi alma contigo. Te llevaste mi corazón. Soy una cáscara vacía, avanzando a través de los días, esperando que me llames. Esperando que contestes mis llamadas. Nunca imaginé una vida así, pero sin ti, no puedo imaginar una vida. Eres mi vida. Eras lo que faltaba en mi vida. Buscaba con tanta fuerza algo que me hiciera sentir completo. Lo encontré contigo. Iluminaste mi mundo e hiciste todo tan condenadamente brillante y emocionante. Pero ahora te has ido, y estoy en un lugar oscuro, esperando. Necesito oírte. Tocarte.Necesito…



BEEP.



El final de otro correo de voz. Era el momento más temido de mi día. La oscuridad en mi vida era tan densa que se apoderaba de todo. No tenía manera de ver más allá de ella. Este correo de voz era todo lo que esperaba cada día, porque durante tres segundos, la voz de Maite se encontraba allí, diciéndome que dejara un mensaje. Amaba esa voz. Amaba esos tres segundos.



Escuché un golpe en la puerta, seguido por el sonido del timbre. Bajé la mirada a mi teléfono. Eran más de las diez. Nadie excepto Rush venía a verme, y él tenía una llave. Tiré del cobertor, alcancé unos pantalones de chándal desechados en el suelo, y me los coloqué, saliendo de la habitación y caminando hacia la puerta.



Pateé mis botas de trabajo fuera del camino e ignoré el barro que se empezaba a acumular en el lugar donde las dejaba todos los días. Simplemente no me importaba. Tampoco mi cocina se encontraba ordenada.



Desbloqueé la puerta y la abrí, encontrando a Woods de pie al otro lado. Woods Kerrington no era alguien a quien esperaría a las diez y media de la noche. Tenía una novia en su casa, con la que debería estar acurrucado. Rara vez se alejaba de Della cuando no estaba trabajando.


—Llegué antes que Rush. Imagínate. Déjame entrar —dijo Woods, dando un paso hacia el interior y luego bajando la mirada al barro seco en mi piso—. Entiendo que estés deprimido, pero podrías conseguirte una empleada doméstica —dijo, y luego se dirigió a mi sala de estar.



Empezaba a preguntarle qué demonios hacía cuando los faros de un auto capturaron mi atención, entonces vi el Range Rover de Rush detenerse y estacionar en mi entrada. ¿Qué estaba pasando?



—¿Tienes alguna Corona? ¿O sólo apestosa Bud Light? —preguntó Woods desde mi cocina.



Ni siquiera iba a responder a esa pregunta. Arrogante propietario del club de campo.



Rush subió los escalones. Lo observé cuidadosamente. Si se trataba de algún tipo de intervención, golpearía sus traseros. Necesitaba una buena pelea. Alguna manera de liberar el dolor.



—Relájate, no estoy aquí para darte un sermón. Afloja tus puños y déjame entrar. Hay algo que tienes que escuchar —dijo Rush, deteniéndose frente a mí.



—¿Por qué está Woods aquí? —pregunté, sin estar seguro de si debía creerle.



Rush suspiró y se frotó la barbilla. Se encontraba nervioso. Mier*da. ¿Qué tenía que decirme? —Sólo pensé que podríamos necesitar algún tipo de respaldo. Lo que voy a decir no es algo que quieras escuchar. Pero necesitas saberlo. Así que lo traje por si reaccionas mal.



—¿Maite está bien? —pregunté, agarrando su brazo cuando entró en el departamento. El pánico me inundó al instante, y me sentí más impotente que nunca.



—Ella está bien. Cálmate, vamos a la sala—dijo Rush, y luego lanzó una mirada mordaz a mi agarre en su brazo. Lo dejé ir y pasó frente a mí. Si Maite se encontraba bien, no veía cómo podía molestarme cualquier otra cosa. Ella era todo para mí. No me preocupaba por nada ni nadie. Rush lo sabía, por lo que su afirmación de que Maite se encontraba bien no hizo mucho para aliviar mi mente.



Lo seguí y encontré a Woods en mi sofá con una cerveza en la mano y una pierna apoyada en la otomana, observándome. Sus ojos se movieron hacia Rush, y luego de nuevo a mí. Tampoco lucía como si supiera de qué se trataba esto. La curiosidad en su mirada no era igual a la mirada de preocupación que tenía Rush.



—Gracias por venir —dijo Rush, y Woods asintió.



—No hay problema. Parecía importante —respondió Woods.



—Dime qué mier+da está pasando —exigí, poco dispuesto a esperar más. No me calmaría, y desde luego no me sentaría.



Rush se giró para mirarme. —Probablemente deberías sentarte —dijo.



—No —ladré.



—No pensé que lo hicieras, pero debía intentarlo —respondió. Él tampoco se movió para sentarse—. Mase me llamó hace un par de horas —comenzó, entonces se pasó la mano por el pelo, su hábito nervioso.



—¿Está con Mase ahora? —pregunté, escaneando el lugar, buscando el lugar donde dejé mis llaves al llegar a casa del trabajo. Si se encontraba en Texas, tomaría el próximo vuelo hacia allí.



—William. No. Detente. Escúchame —dijo Rush bruscamente.



Levanté la mirada hacia la de él. —Si ella está en Texas, ¡jodidamente iré a Texas! Tú no puedes detenerme. Los policías no me pueden detenerme. ¡NADIE JODIDAMENTE PUEDE! —rugí.



—Primero tienes que escucharme. Es importante. —El tono de Rush se volvió aún más duro. La cosa era que no me importaba una mier*da. Vería a Maite.



—Ella puede decirme lo que está pasando. Iré a Texas —dije con determinación para que supiera que hablaba en serio. Tenía que llegar hasta ella.



—Hay cosas que necesitas saber —dijo, alzando su voz sobre la mía.



—Todo lo que necesito saber es dónde está. ¡Esa es toda la mier*da que necesito saber! —gruñí. Estaba perdiendo mi tiempo. Tenía que conseguir mis llaves y salir de aquí.



—¡Oh, por el amor de Cristo! ¡No quería simplemente venir y soltártelo así, pero eres tan jodidamente terco! —gritó cuando me di la vuelta para alejarme de él—. Está embarazada.Maite está embarazada,no va a abortar,y si da a luz podría…



No terminó. No tenía que hacerlo. Sabía cómo terminaba la frase. Mis rodillas cedieron, y agarré la parte posterior de la silla frente a mí en tanto el terror oprimía mis pulmones y mi corazón hasta que no pude respirar.



Maite no podía estar embarazada. No podía hacerlo. Oh, Dios, no. No podía perderla. La necesitaba para vivir. Incluso si ella no quería hablar conmigo, la necesitaba con vida en esta tierra.



—Mase está preocupado. Está decidida a tener este niño. Dijo que se niega a decírtelo porque sabe que no vas a estar de acuerdo con ella. Querrás que aborte. No quiere siquiera considerarlo.



—No. No puede hacer esto. No puedo perderla —dije, sacudiendo la cabeza, negándome a aceptar esto. Tenía que llegar a Texas. Tomé las llaves y me dirigí a la puerta.



—¿A dónde vas? —gritó Rush.



—Texas.



—No dije que estuviera allí. Sólo te dije que hablé con Mase —dijo Rush, siguiéndome.



—Entonces, ¿dónde está? No voy a perderla. No puede hacer esto —grité tan fuerte que Rush no pudo evitar estremecerse.



—Necesitas un plan —dijo Rush, agarrando mi brazo firmemente—. Mase me dijo algo más. Si te sientas y te calmas por un rato, podré contártelo todo. Estar preparado es la única forma en la que podrás conseguir llegar a ella.



Tenía razón. Odiaba esperar. Odiaba no poder llegar a ella, pero él tenía razón.



Tenía que ser sensato. Si iba a salvarla, tenía que estar preparado. Ir tras ella preso de un pánico salvaje no haría nada más que hacerla correr para esconderse.



—¿Se siente bien? ¿Dijo si está bien? ¿Está enferma? —pregunté.



—Está bien. Mase se mantiene cerca de ella. Te extraña, pero lo está haciendo bien.


¿Me extrañaba? Todo lo que tenía que hacer era llamarme. Me gustaría estar con ella. Pero, ¿por qué confiaría en mí? Después de lo que le hice. El odio a mí mismo crecía en mi interior, convirtiéndose en una bola fea de furia. Podría estar con ella ahora mismo si hubiera manejado las cosas bien. Si no fuera tan egoísta y no me hubiera asustado. No estaría enfrentando esto sola en este momento.



—Yo la llamo…la llamo cada maldito día.Todo lo que tiene que hacer es responder.



Rush me dio una palmadita en la espalda. —También tiene miedo. Está asustada por muchas razones.



¿Cómo podía Maite siquiera considerarlo? Su‖corazón…ella era tan frágil.—No entiendo por qué haría esto. Sabe que no puede.



Rush se hundió en una silla de cuero cercana y dejó escapar un suspiro cansado. — El bebé es real para ella. Está en su interior. Ya tiene una conexión con él. Es un instinto maternal. No puedo decir que entiendo cómo te sientes, porque en el momento en que me enteré de que Blaire estaba embarazada, supe que quería a ese bebé. Era nuestro bebé. Era una parte de nosotros. Pero Blaire se encontraba conectada con Nate. Incluso entonces. No creo haber sentido lo que ella sentía hasta que lo pusieron en mis brazos. Y…—Rush hizo una pausa y sacudió la cabeza, luego me miró directamente—. Jamás podría elegir entre Nate y Blaire. Ahora que lo tengo, no podría comprender no hacerlo. Perderlo. Y si Maite siente una pequeña parte de eso, la entiendo. La entiendo completamente.



Su situación era diferente. Completamente diferente. Nunca tuvo que enfrentarse a la posibilidad de que Blaire muriera. ¡Dios! No podía ni siquiera pensar en ello. Dolía demasiado. —Tú —dije, señalándolo—, no tienes ni idea de lo que se siente. Nunca enfrentaste la posibilidad de perder a Blaire. De que ella… —No podía decirlo en voz alta. Me destrozaría.



—Tienes razón. Nunca enfrenté eso. Sé que si Blaire hubiese estado en la misma situación,querría que abortara.No arriesgaría su vida. Ella es mi mundo. Pero ahora… no me puedo imaginar un mundo sin Nate. Él… —Rush se detuvo y tomó una respiración profunda—. Nate completa mi mundo.



No importaba. Nunca escogería a ese bebé, porque nada era más importante que la vida de Maite. Que su corazón siguiera latiendo. Me gustaría estar malditamente seguro de ello. —Estás diciendo que tengo que elegir. Bueno, elijo a Maite.



Rush asintió. —Lo sé. Pero ella elige a ese bebé. Ya tienen una conexión. Entiendo su feroz necesidad de proteger a su bebé… tu bebé.



Sacudiendo la cabeza, me alejé de él y de Woods, que había permanecido en silencio en el sofá. El impulso de tirar cosas y maldecir al mundo golpeaba mi pecho, queriendo salir. Sin embargo, no podía hacerlo. Mi prioridad era centrarme en Maite y salvarla, no
perder el control.



—Tampoco dejaría que Della lo hiciera —Woods por fin habló. Me giré para mirarlo—. No dejaría que sacrifique su vida. No soy nada sin ella. Lo entiendo. Tienes que salvarla.



Woods nunca estaría en mi posición, pero al menos lo entendía. No era un monstruo por querer que Maite abortara a mi hijo. Su cuerpo no podía manejarlo. Ella no podía dar a luz. Esto era culpa mía. No fui lo suficientemente cuidadoso.



—No digo que no lo entienda. Sólo digo que también entiendo a Maite. El amor que le tiene al hijo de ambos es intenso. Se sereno con ella. No la obligues a nada. Si lo haces, huirá. No serás capaz de salvarla —dijo Rush, y luego se puso de pie—. Mase tiene una casa en la parte trasera del rancho de sus padres. Está fuera de la carretera, y tienes que cruzar a través de la puerta frontal de sus padres para llegar allí. Ahí es donde se aloja. Se ha ocultado allí todo el tiempo. Mantuve el secreto hasta que Mase me llamó hoy y me dijo sobre el embarazo. Hablé con Blaire, y me dijo que era hora de que te dijera. Mase quiere que vayas a hablar con ella. Él no puede convencerla, y necesita tu ayuda. También dijo que ha perdido peso y no sonríe. Te extraña, pero se mantiene alejada, porque también se está protegiendo de ti. No quiere que trates de detenerla. —Rush hizo una pausa y miró a Woods, luego se giró hacia mí—. Y no quiere que te asustes.



Me asustaba perderla. Estaba haciendo que mi peor pesadilla cobrara vida. —Iré a Texas está noche. No puedo permanecer lejos de ella por más tiempo.



Rush asintió. —Lo sé. Lo imaginaba. Tengo un avión privado esperándote en el aeropuerto. Se inteligente. Ella defenderá a ese niño sobre cualquier otra cosa. Se sensible, porque si actúas como si esa vida dentro de ella no significara nada para ti, vas a herirla. Es una parte de ti que ella está llevando. Eso hace que lo ame aún más.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Nov 30, 2015 12:05 pm

8

Maite

Mis ojos se abrieron de golpe, y me tomé un momento para averiguar por qué me encontraba despierta antes de que ascendiera el sol. Voces profundas provenientes del exterior me sacaron de mis pensamientos soñolientos, y me senté en la cama y escuché. Alcanzando mi teléfono, vi que era justo después de las tres de la mañana. Salté de la cama con dosel, cogí mi abrigo, y me lo puse antes de dirigirme a la puerta de entrada hacia las voces.



Mirando por encima de la puerta del dormitorio de Mase, vi que estaba abierta y la luz encendida. Una de esas voces de afuera pertenecía a Mase. Si su padre o socio se encontraban aquí tan temprano, entonces algo debía estar mal abajo en el rancho. Até el abrigo, cerrándolo con el cinturón de seda que colgaba en mi cintura, y deslicé mis pies en un par de pantuflas peludas que dejé en la puerta de mi habitación anoche.



Saliendo hacia el oscuro rellano de las escaleras, era difícil ver. Las voces se hallaban a la derecha del pórtico. Comencé a caminar hacia ellos, pero hice una pausa en la cima de las escaleras cuando me detuvo la familiar voz de William.



—Quiero verla ahora. Sólo déjame entrar. No voy a molestarla, sólo voy a verla dormir. Lo juro. Te lo ruego, por favor, déjame verla. —La desesperación en su voz era más de lo que podía manejar. Ignoré sus llamadas y me mantuve alejada de él desde hace casi dos meses.



—No tiene por qué ser sorprendida así. Ella es frágil en este momento, y…



—Sé que es frágil. ¡Dios! ¿Crees que haría cualquier cosa para lastimarla? Preferiría tirarme por un maldito acantilado, Mase. Le hice daño una vez, y juro por Dios que nunca lo volveré a hacer. Sólo déjame entrar allí. Déjame verla. Por favor, necesito estar cerca de ella.



Hubo una pausa. Incluso a través de la oscuridad, podía ver los ojos de William cuando se centraron en mí. Rodeó a Mase y comenzó a caminar hacia mí. Había determinación en sus ojos, pero también tanto dolor. Causé ese dolor. Claro, me lastimó, pero hizo todo lo posible para ponerse en contacto conmigo, para tratar de encontrarme.
No solo dejarme ir.



—Maite —dijo mi nombre en un tono tan reverente que hizo que mis rodillas se tambalearan y mi cuerpo se sintiera débil. Me recorrió el alivio. Un alivio que no esperaba. Él se encontraba aquí, y no iba a ser capaz de apartarlo. Y me sentí aliviada porque lo necesitaba. Más que a nadie en esta tierra, lo necesitaba.



—Viniste —dije simplemente.


Subió las escaleras, tomándolas de dos en dos hasta que estuvo frente a mí. — Hubiera estado aquí antes si supiera dónde estabas. Te busqué. Llamé. —Dejó de buscar mi rostro en busca de respuestas.



Tendría que decírselo, y se iría cuando comprendiera la apuesta. Pero en este momento lo necesitaba. No me sentía preparada para decirle lo del bebé y que huyera de miedo.



—Vamos a ir a mi habitación, Mase —le dije a mi hermano, mirando alrededor de William para ver a Mase mirándonos con cautela desde el fondo de las escaleras.



Asintió y se quedó dónde estaba. Volviendo a Willliam, deslicé mi mano en la suya y lo conduje hacia mi habitación. Perdí el control, y mis emociones se hallaban por todo el lugar. No confiaba en mí para hacer o decir lo correcto. Solo lo quería cerca de mí. Con sus brazos alrededor de mí, sentiría como si todo estuviera bien.



William se quedó tan cerca de mi costado que su cuerpo rozó el mío cuando entramos en el dormitorio. Cerró la puerta detrás de nosotros, y luego me atrajo fuertemente a sus brazos. Nos quedamos allí en la oscuridad. Envolví mis brazos alrededor de su cintura y puse mi cabeza en su pecho. La fuerza de tenerlo conmigo así otra vez fue inesperada. Mi corazón siempre fue débil, pero el amor de William lo hizo fuerte.



Sus labios rozaron la coronilla de mi cabeza. —Te amo. Te amo mucho —susurró en el silencio.



La plenitud interior de escuchar esas palabras me hizo sentir como si fuera a estallar. Tenía el amor de este hombre. En el fondo, sabía que me amaba, pero oírle decir eso después de todo lo que le dije lo hacía real.



—También te amo —le dije. Entonces, inclinó mi cabeza hacia atrás y me miró fijamente a los ojos. La emoción en esa intensidad me sacudió.



—Necesitas dormir. Podemos hablar en la mañana, pero ahora necesitas descansar, y no quiero nada más que sostenerte mientras lo haces —dijo, y luego presionó un beso en mi frente, como si fuera una flor delicada que no quería romper.



No quería dormir. Había muchas cosas que quería hacer, pero dormir no era una de ellas. —Estoy despierta ahora —le dije.



Ahuecó mi cara con una mano y pasó su pulgar sobre mi mejilla. —Deberías estar durmiendo. Te desperté. Necesitas dormir antes de hablar. Yo también necesito dormir un poco.



Me recogió, me llevó a la cama, y me colocó en ella antes de alcanzar su camisa y tirar de ella para quitársela. Observé con asombro cómo revelaba su hermoso pecho. Se quitó los zapatos, y fue a desabrochar sus pantalones, pero se detuvo. Mi mirada se encontraba completamente envuelta en verlo desnudarse, así que cuando no continuó, levanté mis ojos para encontrarme con los suyos.



En vez de hambre, vi el dolor. No entendía.



—Creo que voy a dejarme estos puestos. Tenemos que dormir —dijo, y luego se subió a la cama y se echó hacia atrás, tirando de mí suavemente hacia su pecho. Sus brazos me rodearon.



—Estoy casi asustada de cerrar los ojos —admití.



—¿Por qué? —preguntó, tensándose debajo de mí.



Metí mi cabeza contra su hombro para poder ver su rostro. —Porque me temo que esto es un sueño. Me despertaré y no estarás aquí —admití, luego extendí la mano y toqué su cara para recordarme a mí misma que era real y que se encontraba aquí.



—Si te despiertas y esto es un sueño, me llamas. Vendré corriendo. Te lo juro —dijo, y luego tomó mi mano y me besó en la palma—. Todo lo que siempre tienes que hacer es llamarme, y voy a dejar cualquier cosa para estar contigo.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Nov 30, 2015 12:08 pm

9

William

Me había despertado hace más de una hora, pero Maite seguía durmiendo tranquilamente, así que no me podía mover. Ella necesitaba dormir. Su cuerpo necesitaba todo el descanso hasta que pudiese hacerla entrar en razón. La miré acurrucada a mi lado y me di cuenta de su mano descansando de manera protectora en su estómago. Incluso dormida, protegía la vida dentro de ella.



Sentí un tirón en mi interior ante la idea de un bebé, mi bebé, me sobresaltó. No esperaba sentir nada por la vida que podía apartarme de ella. Pero lo hice. Sentí algo. No fue suficiente como para negociar con la vida de Maite, pero sentí una profunda sensación de pérdida cuando pensé en lo que teníamos que hacer. No podía fingir que no estaba ahí. Lloraría al bebé, pero sería capaz de seguir adelante porque tendría a Maite.



Convencer a Maite de que salvarla era más importante era mi objetivo. Eso y tenerla descansada y saludable. No sabía aun cuán difícil iba a ser la primera parte. Por la forma en la que Rush habló, no sería fácil.


El olor a café flotó en la habitación, y escuché a Mase moverse en la pequeña cocina. Quería que se marchara—que hiciera otra cosa y nos dejara solos. No necesitaba su interferencia. Esto era entre Maite y yo. Su hermano había cuidado de ella cuando no pude, pero yo estaba aquí ahora, y era tiempo de que él retrocediera.



—Buenos días —La soñolienta voz de Maite atrajo mi mirada a su cara. Esos grandes y hermosos ojos suyos parecían felices esta mañana. Ella me quería aquí. Pudo haber estado tratando de alejarme, pero me quería aquí. Esa era toda la prueba que necesitaba.



—Buenos días, dulce niña —contesté, luego puse un beso en sus suaves labios. Fui amable y no presioné por más. Necesitábamos hablar primero. Probarla tendría que esperar. No estaba seguro de poder seguir concentrado si me dejaba tomar mucho justo ahora.



—No fue un sueño —susurró.



—No. Fue real. Estoy aquí —le aseguré. Y no me iba a marchar sin ella.



Empezó a dibujar pequeñas formas en mi estómago con su dedo. Miré su pequeña mano y el ceño empezando a aparecer en su frente. Estaba pensando. Sabía el qué. No estaba segura de qué hacer ahora que yo estaba aquí.



No dudaba de que fuera consciente del hecho de que no iba a dejarla. Dejarla preocuparse y estresarse no era bueno para ella. Cogí su mano y la apreté. Tenía que facilitar esto, y tenía que elegir mis palabras con cautela.



—No puedo perderte. Me destruiría. Es lo mismo que llevarme contigo. No voy a ser capaz de vivir si tú no lo haces. —Me detuve y luché contra el terror que vino con esos pensamientos. Los empujé, porque me negué a aceptarlos—. Quiero que seas feliz, pero quiero que vivas. Te daré lo que quieras. Sólo pídelo. Pero no puedo sacrificarte. Tu vida no es algo con lo que estoy dispuesto a jugar.



Se había quedado tan tranquila en mis brazos, que no estaba seguro de que siguiera respirando. No había caído en la cuenta de que ya podía saber su secreto. Si incluso ella pensaba huir de mí, yo la perseguiría.



—Llegaste a mi vida. Cambiaste mi mundo. Me hiciste darme cuenta de que soy capaz de amar completamente. Eres la única. Eres ella. Este es mi amor épico, y no puedo perder eso.



Maite dejó escapar un suspiro tembloroso y enterró su cara en mi pecho. Ahuequé la parte trasera de su cabeza con la mano y amablemente le acaricié la espalda mientras respiraba profundamente. Renunciar a ella era algo que no haría nunca. Sólo tenía que entender mi devoción y mi necesidad por ella. —¿Cuándo te has convertido en un hablador tan dulce? Prepara a una chica antes de decir cosas como esas —dijo mientras levantó la cabeza para mirarme. El enrojecimiento en sus ojos y las lágrimas no derramadas me hizo querer abrazarla y llevarla lejos de todo lo que pudiese herirla.



—Es verdad —le aseguré.



Cerró los ojos y dejó escapar un suspiro largo y desigual. —Toda mi vida, he soñado con tener a alguien queriéndome como lo haces tú. Pero en ese sueño, imaginé una familia. Del tipo que no llegué a tener de niña. Un marido que me ame y niños, porque siempre he querido niños. He visto a Rush sujetar a Nate, y la alegría en sus ojos es algo que siempre he querido para mí. Nunca pensé que iba a experimentar cualquiera de esas cosas. Pero me diste este maravilloso regalo —Se detuvo y tocó su vientre plano de nuevo—, y me han dado este milagro. Uno que no he planeado o esperaba, pero lo tengo. No puedo terminarlo. No puedo... No puedo. Te amo, pero no puedo.



Rush había tenido razón. Ya amaba la vida dentro de ella. Ni si quiera conocía al niño, pero lo amaba. Lo amaba lo suficiente como para dar su vida por él. ¿Cómo podía razonar contra eso? ¿Cómo podía salvarla?



Tirando de ella contra mi pecho con fuerza, la mantuve entre mis brazos y respiré. Entendí lo que quería, pero no podía ser de esta manera. Podía amarla por el resto de nuestras vidas, pero estar embarazada y dar a luz era muy peligroso.



Iba a tener que detener esto. Sólo que no sabía cómo. Sabía que presionar ahora mismo no era lo correcto. Necesitaba restaurar la fe que tenía en mí. Tenía que arreglarnos primero. Entonces le enseñaría cómo ella no podía hacerme esto —cómo dejarme destruiría mi vida. Nunca me recuperaría de perderla. Nunca.



—¿Quién te lo dijo? —preguntó en un susurro suave. Ella había confiado en su hermano para guardar su secreto, pero no podía mentirle. Imaginé que Mase estaría dispuesto a admitirlo de todos modos.



—Mase llamó a Rush —expliqué—. Está preocupado por ti. Asustado lo suficiente como para llamarme. No te enfades con él. Le debo mi vida ahora.



Maite dejó escapar un largo suspiro y le dio un beso a mi pecho antes de contestar. —No estoy enfadada con él. Me he despertado en tus brazos. ¿Cómo puedo estar enfadada con él por eso?



Maldita sea, no la merecía. Ni si quiera un poco.



—Huele a que hizo café. ¿Quieres un poco? —preguntó, moviéndose más cerca de
mí.



Había un montón de cosas que quería hacer con ella en este momento, pero sabía que no iba a hacer nada hasta que hubiese hablado con un doctor. Necesitaba saber lo que era seguro y lo que no. Tenía que protegerla. Si no iba a cuidar de sí misma, yo lo haría. — Sí, consigamos un poco de café —contesté, después presioné un beso en la coronilla de su cabeza.



Sus labios fruncidos eran tentadores, y ella parecía un poco frustrada de que no los estaba besando, pero no sabía cuán inteligente era besarla cuando estábamos en la cama así. ¿Y si ella pedía más? ¿Podía decirle que no, y si no, la heriría? Me salí de sus brazos antes de que pudiese tentarme más y me aparté de ella.



—Quiero hablar con tu médico. Hoy. Tan pronto como sea jodidamente posible — le
dije.



Se sentó y las sábanas cayeron hasta su cintura. La poca ropa que había llevado a la cama —sin sujetador— no ayudó. En absoluto.



—¿Eso es lo que te está molestando? —preguntó, pareciendo casi aliviada y un poco divertida—. Tuve una cita ayer, pero no pregunté sobre... eso. No pensé que fuese una posibilidad —dijo, una sonrisa jugando en sus labios.



—Vístete, y vamos a conseguir un poco de café. Espera, ¿puedes beber café? ¿Es seguro? —Había muchas cosas sobre las que no había pensado, que no sabía. Necesitaba una maldita clase sobre cómo mantener a Maite segura y sana. La sensación de impotencia que tenía cada vez que pensaba que no era capaz de salvarla estaba empezando a controlarme.

—Mase me ha hecho descafeinado —aseguró mientras se levantaba. Incluso con el terror de dañarla físicamente persiguiéndome, mi cuerpo aun reaccionó al verla así. Toda sexy y arrugada por el sueño. Tenía que salir de esta habitación.



—Está bien, te veré fuera para el desayuno —dije, y dejé la habitación antes de que ella pudiera persuadirme de ceder y besarla.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Nov 30, 2015 12:10 pm

10

Maite

Me senté en la cama y me quedé mirando la puerta por la que William salió. Se encontraba aterrorizado. Se notaba en su rostro y en sus acciones. Cuando vi su cara esta mañana, estuve tan feliz que pensé en su reacción ante la noticia. Lo necesitaba para sostenerme. Quería que me dijera que me apoyaría en esto. Quería soñar con la familia que tendríamos. Pero el hombre que acababa de salir corriendo de la habitación sin siquiera besarme correctamente, no iba a ser capaz de cumplir todas esas cosas.



Por supuesto, Mase fue la razón por la que William lo descubrió. Mase estaba demasiado asustado y llamar a Rush fue su último recurso. Entendía eso. Lo que Mase no entendía era que no podía tomar esta decisión para calmar los miedos de William. La verdad era que yo también estaba asustada, pero eso no cambia nada. La vida se encontraba llena de temores, y huir de ellos nos impide experiencias que hacen que valga la pena vivir. Este bebé era un regalo, uno que protegería.



Lidiar con William era otra cosa. No quería que me dejara. No quiero quedarme aquí y ser una carga para mi hermano. Pero solo porque no quería hacer algo, no significaba que no lo haría si tuviera que hacerlo. El amor no debe elegir nuestras opciones por nosotros, simplemente debe añadirle importancia a nuestra elección. Explicarle eso a William y a mi hermano era algo que no sabía cómo hacer.



Le daría tiempo a William para aceptar esto, pero si no podía, entonces tendría que irme de nuevo, esta vez a la seguridad de la casa de mi padre en Los Ángeles. Incluso si era el último lugar donde quería estar.



La puerta principal de la casa se abrió, y otra voz masculina se unió a los demás en la cocina. Major se encontraba aquí. Había hecho un hábito tomar café con nosotros desde que Maryann lo envió con galletas y salsa en su primera mañana en el rancho. El bravucón de mi infancia, en realidad era un chico bastante encantador ahora. Un poco mujeriego, de acuerdo, muy mujeriego, pero no estaba saliendo con él, así que disfrutaba de su compañía.



Rápidamente me puse un pantalón de chándal y una camisa manga larga antes de entrar en la sala de estar y cocina. La casa era pequeña, por lo que estas dos zonas fluían entre sí en un solo gran espacio abierto. La chimenea de piedra en el salón le daba al lugar un toque casero.



Los tres hombres dejaron de hablar y se giraron para mirarme. Los ojos de William escanearon rápidamente mi ropa, y se veía contento. No estaba segura de por qué. Tal vez era porque estaba feliz de estar conmigo. Se puso de pie, se acercó y me tomó en sus brazos como si no hubiéramos estado en la cama juntos. —Estaba a punto de ir a verte — susurró mientras presionaba un beso en mi sien.



—No hagas eso delante de mí. Te tengo aquí, William, por lo que, al menos, respeta el hecho de que no quiero ver tus muestras de afecto en público. Todo lo que hace es recordarme ese viaje en avión que tomé con ustedes. No es algo en lo que quiero pensar — gruñó Mase mientras fruncía el ceño hacia nosotros. Se encontraba sentado en la mesa con las piernas estiradas delante de él y sus pies cruzados por los tobillos. Me sonrojé por el recuerdo de mi hermano escuchándonos a William y a mí teniendo sexo en un avión privado a Los Ángeles.



—Buenos días a ti también —respondí, alegre de que William no me dejara ir solo por mi hermano gruñón.



Mase a cambio, solo gruñó.



—¿No hay buenos días para mí, hermosa? —preguntó Major con la sonrisa perezosa que él sabía qué hacía a las mujeres de todas partes querer complacerlo. Sabía que estaba completamente inafectada por él, lo cual hacía aún más ridículo que ahora me diera esa sonrisa. Los brazos de William se apretaron a mí alrededor, y lo sentí tensarse. No sabía que Major era un coqueto de primera clase y no significaba nada por ello.



—Buenos días, Major —respondí, acurrucándome más en los brazos de William para tranquilizarlo—. Veo que has conocido… a William. —Terminé débilmente. No estaba segura de cómo se suponía que debía referirme a William, “Papí del bebé” no parecía‖ apropiado.



—Sip, Mase ya me lo presentó. No me había dado cuenta de que tenías un hombre. Estoy tratando con el corazón roto en este momento —respondió con esa estúpida sonrisa. Eso no era cierto, le confesé mis sentimientos por William en el fardo de heno hace apenas unos días. Trataba de causar problemas. Empecé a regañarlo cuando William aflojó su agarre de mí para dar un paso hacia Major. Extendí la mano para agarrar su brazo, aunque Major se lo merecía.



—¡Oh, joder, por el amor de Dios, gilipollas. Deja de burlarte de William. El hombre está a punto de golpearte, y voy a dejarlo. Bebe tu café, y cállate, o vete —dijo Mase, claramente molesto con el coqueteo de Major.



Envolví mis manos alrededor del brazo de William. —Él sabe de ti. Solo está bromeando. —Quería añadir que estaba embarazada de su bebé. No debería estar actuando posesivo, pero en estos momentos tampoco era necesario un recordatorio de nuestros problemas reales.



Major alzó las manos. —No era mi intención causar un problema. Nadie me advirtió que William era tan malditamente territorial.



Mase rodó los ojos y negó ante las palabras de su primo, luego me miró. —¿Estás bien? —preguntó, pasando de un tono molesto a sincero. Sabía lo que quería decir. Llamó a Rush sabiendo que enviaría a William directamente a mí. Se aseguraba de que hizo lo correcto. Podría estar enojada con él por no respetar mis deseos, pero los brazos de William se hallaban otra vez a mí alrededor, y sentir su calor me hizo sentir más fuerte.



—Sí —respondí con sinceridad. Estaba feliz. Estaba más feliz de lo que había estado en dos meses. Y no estaba asustada. Ya no. Solo con ver a William y sabiendo que habíamos creado vida en mi interior me recordó cuánto amaba a este bebé.

—Ojalá hubiera sabido antes —dijo William con voz tensa, y lo miré para ver que le fruncía el ceño a Mase.



—Estaba obedeciendo mis deseos. Él quería que te llamara. Me rogó que contestara tus llamadas cada noche. —No quería a William enojado con mi hermano por hacer lo que le pedí. Los necesitaba para ser una familia. Y no solo para mí.



—Es terca —añadió Mase.



William inclinó su cabeza hacia la mía. —Lo sé. —Fue su única respuesta.



Me encontraba de pie allí, mientras hablaban de mí. En lugar de ser sarcástica, me encogí de hombros. Era terca. Estaba resuelto. Era parte de mi fortaleza. No lo negaría. Estaba orgullosa de ello.



—Entonces, ¿cuál es el plan? —preguntó Mase.



—¿Plan? ¿Qué tipo de plan? —Major abrió la boca después mirándonos tranquilamente.



Giré mi cabeza hacia William. —No lo sabe. —le expliqué en un susurro.



—No es tu asunto —le informó Mase a Major.



—Me siento un poco incómodo en esta pequeña reunión. Creo que voy a los establos y a poner las cosas en marcha. Nos vemos más tarde —le dijo Major a Mase, entonces me miró y sonrió—. Es la a primera vez que te he visto sonreír de verdad. Te ves bien —dijo, y guiñó un ojo antes de salir de la casa en pocas zancadas.



—No te pongas todo posesivo, William. Él tiene razón. No ha sonreído en los últimos meses, luego te presentas aquí y es toda sonrisas esta mañana. Es un alivio. —dijo Mase, levantándose de la mesa—. Sé que tienes planes, y quiero saber cuáles son. —A pesar de que sus ojos miraron brevemente hacia mí, estaba hablando con William. No había tenido tiempo de pensar en planes o discutir las cosas con él. No estaba segura que él tuviera algún plan todavía. No quiero que lo tenga. Necesitábamos tiempo.



—Rush hizo algunas llamadas. Hay un médico en Destin especializado en embarazos de alto riesgo. En concreto, es lo que estamos tratando aquí. Es uno de los mejores. La voy a llevar a casa, a mi casa, a nuestra casa, ahora.



Guau. Espera. ¿Qué? Salí de su abrazo y crucé los brazos sobre mi pecho. Por mucho que quería estar con William, no me gustaba la idea de dejar la zona de comodidad que había encontrado aquí. Era libre de tomar mis propias decisiones, y tenía el apoyo de Maryann.



Los ojos de William estaban sobre mí, y la súplica en ellos casi me tenía cediendo sin siquiera considerar el resultado. —No podemos vivir con tu hermano, y no puedo vivir sin ti. Te quiero con los mejores médicos, dulce niña. Por favor, vuelve conmigo. Déjame mantenerte a salvo.



Mase aclaró su garganta, pero no se apartó de William. —Por mucho que me gusta tenerte aquí, odio verte lucir tan perdida. Él es lo que quieres. Pero iré a la playa de Rosemary en cualquier momento que me necesites. Todo lo que tienes que hacer es llamar, y vendré por ti. No me importa con quién tengo que pelear para llegar a ti. —Esta era la forma de Mase de advertirle a William que todavía estaba de mi lado. Pero yo no quería que hubiera bandos.



William extendió la mano y tomó mi rostro con sus manos. —Déjame llevarte a casa. Voy a hacerlo bien esta vez. Dame una oportunidad más. Te lo juro, voy a hacer las cosas bien.



Había muchas razones por las cuales era una mala idea. Pero en este momento, ninguna importaba.



—Está bien —respondí.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Nov 30, 2015 12:12 pm

11

William

Mientras Maite empacaba sus cosas y se despedía de Maryann, arreglaba una cita con el ginecólogo de Destiny que Rush contrató. El señor era miembro del Kerrington Country Club, y una llamada de Woods mágicamente ubicó un espacio para nosotros en su agenda.



No la obligaría a hacer nada que no esté dispuesta. Mi primer plan fue volver a casa y quedarnos allí. Sabría lo que el doctor diría sobre su salud y luego… y luego hablaría con ella, convencerla que no podía jugarse la vida. Era demasiado valiosa para mí.



Había partido en dirección a la casa de los padres de Mase hace una hora, pero no quería interrumpirla o hacerla sentir como si la estuviera ahogando. Le mandé un mensaje a Rush diciendo que Woods me ayudó a conseguir la cita y agradecerle por haber hecho algunas investigaciones para mí. Luego me senté y prendí la televisión.



Lo primero que apareció en pantalla fue el rostro de Kiro Manning. Dos meses atrás, las noticias sobre que la madre de Maite seguía viva habían sido cubiertas por cada medio. Luego de las primeras semanas, sin saber nada de Maite o Kiro, el espectáculo fue lentamente olvidado. Después salieron a la luz imágenes de Kiro empujando a Emily —la madre de Maite— en su silla de ruedas en el lago privado cerca de su asilo.



Cuando Kiro vio las fotos, insultó como el infierno a los guardias del asilo, quienes vendieron la noticia. Los tipos no presentaron cargos, y Kiro quedó libre. Luego, cuando esa noticia comenzó a disminuir, Slacker Demon anunció que cancelaría su gira. Kiro no estaba dispuesto a terminarla. Él volvió a ser visto. El mundo enloqueció, temeroso de la noticia que escucharon acerca de Slacker.



Ahora pasaban fotos de Kiro en fiestas a principio de año, luego de que se descubriera que su esposa aún seguía viva. Odiaba que Maite haya tenido que ver toda esa mier*da. Ya tenía suficiente, no necesitaba esto también. Lo único bueno era que la dejaron en paz.



—Ella está en camino. Apaga eso —dijo Mase mientras entraba a la casa.



Lo apagué y me puse de pie. —¿Ha visto eso? —pregunté, deseando que se hubiera mantenido alejada de eso.



Se encogió de hombros. —No mucho. Extraña a Kiro. Nunca lo admitiría, pero se preocupa por él. Él la ama, y ella también. No le gusta saber que ha sufrido por su madre todo ese tiempo. Pero ahora está con lo del…bebé.



El bebé. Nuestro bebé. No parecía real. Aparté los pensamientos de mi cabeza. No podía concentrarme en eso ahora mismo. Necesitaba estar atento y traer a Maite de vuelta a casa. Necesitaba abrazarla y protegerla. Tenerla conmigo era el primer paso para lograrlo.

—¿Quieres que lo tenga? —preguntó Mase con una mueca en el rostro.



—Quiero a Maite —contesté. Eso es todo lo que importa.



—Ella quiere al bebé.



Sabía eso. Simplemente no quería hablar de ello en este momento. —Lo manejaré. Solo necesito tiempo.



Mase asintió y dejó escapar un pequeño suspiro. —Tienes que hacerlo. No puedo perderla. También amo a esa chica.



—No la perderemos. No dejaré que eso pase. —Le aseguré, aunque fue más para mí mismo.



Una camioneta se asomó por la vereda y vi como Maite salía de ella, y despedía con la mano a Maryann. Luego giró en dirección a la casa y caminó hacia nosotros. Una pequeña sonrisa jugueteaba en su rostro, se veía feliz. Amaba que fuera feliz.



—Tú la haces sonreír —dijo Mase—. Es la única razón por la que dejo que esté contigo. Eres la única persona en el mundo que quiere que permanezca con vida tanto como yo.



No iba a decirle que no había manera de que pudiera quererla sana y viva más que yo. No tenía idea de que por esa chica yo respiraba.



Abrió la puerta, y sus ojos me recorrieron mientras su sonrisa se ensanchaba. — Estoy lista —dijo.



—¿No me abrazaras antes de irte? —preguntó Mase desde el otro lado de la habitación.



Maite le sonrió y caminó hacia él. —Por supuesto. No me iría sin decirte adiós y darte las gracias. Por todo. —Lo envolvió con los brazos mientras él la estrechaba. Sus ojos me encontraron. No tenía que decirlo en voz alta para notar su amenaza. Si otra vez la dañaba, me mataría. Pero no tenía de qué preocuparse. Caminaría sobre agua por esta mujer.



—Llámame si necesitas algo —dijo Mase.



—Lo haré. Te amo —contestó y se deshizo del abrazo.



—Yo también te amo.



Se querían como lo hacían dos niños, sinceramente y sin egoísmo. Pensé que no era nada como la relación de Rush y Nan. Ella era demasiado egoísta como para apreciar a su hermano. Deseaba que Rush tuviera algo como eso. Lo merecía.



—Vamos a casa —dijo mirándome.



Casa. Esa palabra tuvo tantos significados en mi vida. Pero ahora cualquier lugar donde ella estuviera era mi casa.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Nov 30, 2015 12:13 pm

12

Maite

Él no hablaría sobre eso. Ni una sola vez lo mencionó. Era como esperar que cayera por su propio peso. Le había dicho que no abortaría el bebé, y ahora estamos tranquilamente sentados en el avión.



No había preguntado por el bebé desde que se lo dije, y aparte de un beso rápido antes de conducir al aeropuerto, solo intentó abrazarme, nada más. No estaba actuando como el hombre apasionado que toma el control, quien me introdujo a la intimidad. Era como si estuviera hecha de vidrio, me manejaba como si un movimiento en falso me rompería.



Lo cuál era el por qué no había querido decirle sobre mi corazón en primer lugar.



Odiaba ser tratada diferente, pero las cosas se hallaban peor ahora. Para él no era simplemente una chica enferma, también era la chica que colgaba de un hilo. ¿No entendió que estaba viva porque me rehusé a ceder a las restricciones de la condición de mi corazón? Había sido una luchadora desde el día en que nací. No iba a detenerme ahora.



Quería a mi William de vuelta. El hombre que no podía mantener sus manos fuera de mí. El hombre que sabía que me quería por sobre todas las cosas y me hacía sentir deseada. No el hombre que actuaba como si su única meta en la vida era mantenerme con vida. Eso no era lo que quería en absoluto.



—¿Estás bien? —Su voz preocupada solo aumentó mi frustración.



Me encogí de hombros, porque tenía miedo de que si abría la boca, le gritaría. Lo amaba, y estaba feliz de estar con él, así que no quería gritarle. Pero no estaba segura que podía evitar eso si él seguía así.



—Estás frunciendo el ceño como si algo te estuviera molestando —señaló.



Algo me estaba molestando, pero no iba a compartir eso con él. Mordí mi labio inferior para evitar gruñir en frustración y me giré para mirar la ventana del avión. Estábamos cerca de Destin, Florida, ahora. Podía ver el océano.



—Maite —su voz era gentil—, mírame, por favor.



Odiaba cuando intentaba ser firme y él era todo dulce. Era difícil ignorar al dulce William Carter. Cediendo, eché un vistazo hacia él. Su frente estaba fruncida, y sus ojos luciendo llenos de preocupación. —No soy irrompible. Aun soy yo. Estas tratándome diferente —dije, odiando la forma en que mi voz se quebró, lo cual solo me hacía ver más vulnerable. Estaba intentando de convencer a este hombre que era fuerte.



William se levantó del asiento en frente de mí y se movió al sofá de cuero a mi lado, jalándome hacia sus brazos. Dejó salir un suspiro de cansancio y besó la cima de mi cabeza. Esperaba que inmediatamente negara que hubiera estado tratándome diferente, pero no estaba haciendo eso. Al menos estaba al tanto de eso.



—Lo siento. Estoy intentando lidiar con eso ahora. Todo lo que puedo pensar es mantenerte a salvo.



—He estado cuidando de mí misma toda mi vida. No soy frágil. Quiero ser tratada como... como me tratabas antes. —No podía decir que quería que me quisiera. Eso solo sonaba patético.



—No sé si puedo hacer eso —respondió.



No me había dado cuenta que solo unas pocas palabras podían ser tan desgarradoras.



—Dame tiempo. Después de que hablemos con el doctor, sentiré como si tuviera algún control sobre esto. No puedo simplemente ignorar tu salud porque te quiero. No dudes por un momento que todo lo que pienso es en desnudarte y hacerte el amor una y otra y otra vez. Escucharte jadear y gritar. Ansío eso, nena. Pero eres mi mundo. Protejo lo que es mío.



¿Cómo podía discutir con eso?? Envolví mis brazos alrededor de él y enterré mi rostro en su pecho. Íbamos a superar esto. Se encontraba aquí conmigo, y no estaba corriendo asustado. Me quería segura, y no podía estar molesta por eso. William tenía sus miedos. Debía respetar eso y darle tiempo. —Te extrañé —dije contra su pecho, aunque él ya sabía eso. Quería decírselo de nuevo.



—Te extrañé más. Cada maldito segundo te extrañé —dijo mientras sus labios se cernían cerca de mi oído. La calidez de su aliento causó que me estremeciera.

Estuvimos en los brazos del otro por el resto del vuelo. No hablamos, porque no necesitábamos hacerlo. Solo estar juntos era suficiente. Mis ojos comenzaron a sentirse pesados, y los cerré, sabiendo que al abrirlos, él estaría allí.



Cuando caminamos a la oficina del doctor en Destin, William sostenía mi mano. Esta vez, cuando vi a las demás mujeres embarazadas en la sala de espera con sus esposos, no tuve la sensación de pérdida o tristeza. William estaba conmigo, cerniéndose sobre mí con toda su posesiva y protectora gloria, como si necesitara luchar contra un ataque de cualquier tipo. Era adorable.



—Ve a sentarte, buscaré el papeleo para llenar —dijo gentilmente cuando señaló a las sillas vacías a través del lugar.



No discutí con él, porque estaba comenzando a entender que él necesitaba hacer esto. Lo hacía sentir más seguro si me cuidaba. Incluso si yo podía buscar mi propio papeleo. Caminé hacia mi asiento y noté que los ojos de varias mujeres del lugar estaban dirigidos hacia William. Por supuesto que lo estaban. Él sobresalía. Su voz baja mientras hablaba con la mujer del mostrador de facturación era suficiente para atrapar la atención de todo el mundo. Pero la vista de su trasero en esos jeans también era algo muy difícil para apartar la mirada. La señora más cercana a él se sentó más derecha y cruzó las piernas. También ajustó su sujetador, empujando sus senos para que su escote fuera difícil de evitar. Una ráfaga de ira me atravesó, y sentí mi rostro ponerse caliente. La miré mientras mantenía su atención complemente enfocada en William. Colocó su largo cabello rubio sobre su hombro y tiró de su falda un poco más arriba de lo que su muslo estaba mostrando. ¿Qué demonios?



William se dio la vuelta con el portapapeles, y su mirada encontró instantáneamente la mía. Por un momento, me sentí mejor. Entonces la voz de la rubia lo detuvo.



—¿William Carter? —susurró en una voz sensual que no podría haber sido su verdadera voz. William se detuvo y miró a la mujer que se había arreglado por su atención. Él hizo una pausa y luego sonrió. Mi estómago se sintió enfermo.



—¿Melody? —respondió, como si no estuviera seguro de si ese era su nombre o no.



Ella le sonrió como si él había dicho la cosa más maravillosa en el mundo. Estaba oficialmente con náuseas. Y celosa. Completamente celosa. Porque él le estaba sonriendo. —¿Qué estás haciendo aquí? Nunca esperé ver a William Carter en la oficina de mi ginecólogo. —Como si no lo hubiera visto entrar conmigo.



William se volvió hacia mí, y su sonrisa creció. —Estoy aquí con mi…—Hizo una pausa. Fue solo una breve pausa, pero en ese momento, sentí como si me había cortado con un cuchillo. Ni siquiera sabía lo que yo era para él. No había pensado en eso—, novia —terminó, antes de hacerme un guiño y regresar con Rubiecita con los pechos grandes.



Rubiecita apenas miró hacia mí, y luego miró dos veces. Cuando entré junto a William en una habitación llena de mujeres, nadie me prestó atención, así que no había sido reconocida. Odiaba que mi rostro fuera tan conocido ahora.



—¿Es‖esa…?Oh,mi Dios,lo es—dijo ella con voz sorprendida.



William se movió rápido. Se encontraba frente a mí, tomando mi mano y tirando de mí contra él en cuestión de segundos, moviéndome hacia la puerta de salida de la sala de espera. —Necesita privacidad —le informó a la señora de la recepción, pareció entender completamente y asintió mientras cerraba la puerta detrás de nosotros.



Una enfermera nos recibió en el pasillo vacío. —Por aquí —dijo mientras abría una puerta hacia la sala de examen y agitó su mano para que entráramos—. Haz que la señorita Manning llene el papeleo, y voy a estar de vuelta en breve para buscarlo. —Estaba un poco mareada por la rapidez con que eso había sucedido. William se había movido rápido. No se tomó el tiempo para despedirse de Melody o de hacer cualquier explicación.



—Lo siento. Debería haber sabido que ella te reconocería. Es una especie de fanática. La llevé a una fiesta de Rush una vez, y actuó como una idio*ta —dijo William, luciendo frustrado.



—Entonces, ¿saliste con ella? —pregunté, incapaz de evitar el tono celoso en mi voz. Normalmente no era tan transparente con mis emociones, pero al parecer no podía controlarme.



William frunció el ceño, y luego una pequeña sonrisa tiró de las comisuras de sus labios. Cerró el espacio entre nosotros y me respaldó contra la mesa de examen mientras se ponía sobre mí, luciendo extremadamente complacido. —Sí, salí con ella hace unos años. ¿Estás celosa, dulce niña? —preguntó con un acento dulce y cálido.



Podía haber mentido, pero en cambio, me encogí de hombros. Intentaría la indiferencia.



William echó la cabeza hacia atrás y se rio antes de enjaularme en sus brazos mientras se inclinaba sobre mí. —Oh, no, no puedes hacer eso. Estoy disfrutando este momento. Me gusta que tuvieras celos. No es que tengas que estar celosa jamás, pero me gusta. Soy tuyo, nena, pero saber que me quieres lo hace condenadamente muy dulce.



Intenté fruncir el ceño, pero una risita escapó.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Nov 30, 2015 12:16 pm

13

William

—Tendremos que dar un paso a la vez. Maite es consciente de los riesgos. Veo mujeres con su condición dar a luz a bebés varias veces al año. Pero por otro lado, también veo otras cosas que suceden. Si bien la mortalidad materna ha disminuido en la última década, sigue siendo nuestra preocupación número uno aquí. Hay una posibilidad de que el feto no logre llegar más allá del primer trimestre. Un aborto espontáneo o aborto involuntario podrían ocurrir, lo que no podemos controlar, que ocurre incluso en embarazos normales. Sin embargo, podría causar complicaciones. Alternativamente, el bebé podría nacer antes. Y si el nacimiento tiene éxito, el bebé podría heredar la condición de Maite.



El doctor hablaba, y yo escuchaba, pero estaba perdiendo la concentración. El término“mortalidad materna”se apoderó de mis pulmones y mi corazón, causando

que el mismo golpeara contra mi caja torácica. No podía aceptar esas dos palabras. Nunca.



El médico dirigió sus siguientes palabras a Maite. —Las visitas semanales son una necesidad. Tengo que vigilar tu ritmo cardíaco, y a medida que avanzamos, tendremos que mantener un ojo en el feto a medida que madura.



Jodidas complicaciones. Odiaba esto. Jodidamente lo odiaba. Saber que Maite se enfrentaba a estos peligros porque no usé un maldito condón un par de veces. Esta era mi culpa. Si la perdía, sería por mí. Le provoqué esto a ella. Puse ese... ese bebé allí, que ella se encontraba tan decidida a proteger. Que amaba.



Yo la amaba. La amaba tan condenadamente mucho.


—Conseguí tu historial esta mañana, tan pronto como entró el fax. Me complace decirte que te encuentras en mucho mejor estado de salud que la mayoría de las mujeres con esta afección. Tuviste cirugías exitosas cuando una niña, y has estado saludable. No hay problemas o inconvenientes. Eres de alto riesgo, pero todas las señales me dicen que podemos hacer esto. Eres una luchadora. Eso es obvio, por lo que he visto. —El médico miró de Maite a mí—. Y ella necesitará apoyo. No necesita la negatividad. Necesita un equipo. Eres la parte más importante de ese equipo.



Tragué contra el férreo agarre que mi miedo tenía en mi garganta. La necesitaba. Joder. La necesitaba para vivir. Para estar seguro. Logré una inclinación de cabeza. Era lo mejor que podía hacer.



—La hipertensión arterial es una de las principales preocupaciones en este momento. Su presión arterial debe ser revisada por la mañana y por la noche. Tiene que hacer ejercicio moderado. Tal vez un paseo por la playa de un kilómetro y medio, pero no más que eso. La natación también es buena. Si tienes una piscina, eso sería lo ideal. Sólo algo fácil. Descansar durante el día y elevar sus pies son importantes. Necesitará alguien allí para recordarle y asegurarse de que lo haga.



Asentí otra vez. Si persuadir a Maite de terminar este embarazo era imposible, entonces tenía la intención de asegurarme de que hiciera todo esto. Si tuviera que dejar mi maldito trabajo, lo haría.



—Alrededor de la semana dieciocho de gestación, haremos un ecocardiograma fetal para comprobar y ver si el bebé de hecho ha heredado la condición. Tenemos que saber esto antes del alumbramiento. Podría salvar la vida del bebé. —El médico miró su portapapeles, luego levantó la vista, mirando primero a Maite y luego a mí—. He dispuesto que Maite se reúna con un cardiólogo cada dos semanas. Le envié tus registros, y nos reuniremos para discutir la situación de Maite antes de su primera visita de la próxima semana. Es un factor clave para hacer de éste un embarazo de éxito.



Maite asintió a mi lado, y luego su pequeña mano se deslizó en la mía y la apretó. Necesitaba mi consuelo, y yo estaba aquí de pie intentando lidiar con mi propio miedo. No pensaba en el miedo que tenía que estar sintiendo. Sin embargo, ella todavía se hallaba decidida a hacer esto.



—Ten en cuenta que estás en la categoría de alto riesgo, pero hay diferentes niveles dentro de eso. De lo que podemos determinar en este punto, estás en el extremo inferior de la escala. Eso es algo bueno. Algo muy bueno —dijo, y la mano de Maite apretó la mía de nuevo—. En cuanto a las relaciones sexuales, están permitidas. Sin embargo, tu corazón trabaja horas extras en este momento. Nada demasiado intenso. —Él me miró.



—Pero podemos tener, uh, sexo, ¿verdad? ¿Simplemente nada demasiado, um, creativo?



El médico reprimió una sonrisa en respuesta a la pregunta tímida de Maite. Después de aclararse la garganta, asintió. —Sí. La actividad normal está bien. Si sigues las otras instrucciones que te di, entonces, no debería haber ningún problema. El embarazo normalmente requiere más que actividad media —respondió cuando movió su mirada de nuevo a mí—. Ahora, te veré la próxima semana después de tu visita con el Dr. Nelson. Él enviará por fax sus resultados de la visita, y seguiremos adelante a partir de ahí.



Maite asintió y se puso de pie, todavía sosteniendo mi mano. —Gracias —dijo con tanta sinceridad que me rompió el corazón. Ella quería esto tanto. ¿Cómo se supone que me oponga a esto? ¿Cómo se supone que la convenza de que no lo haga cuando lo quería tan desesperadamente?—. Vamos —dijo, mirándome.



—Gracias —le dije al doctor, y caminé con Maite a la puerta.



Una enfermera nos recibió en el pasillo. —Tenemos una salida trasera para llevarla por ahí. De esa manera, la señorita Manning no tiene que lidiar con la multitud en la sala de espera.



La forma en que dijo “multitud” me sacó de mi bruma emocional.¿Qué multitud?



—Han venido un par de personas desde que llegaste aquí. Llamamos a la policía. Debería estar despejado pronto —explicó la enfermera.



Mier*da. Maldita Melody. ¿Alertó a los jodidos medios?



—Lo siento mucho —dijo Maite. Volví mi atención a ella y vi la mirada de horror en su rostro. Maldita sea. ¿Por qué no me preparé mejor para mantenerla a salvo de esto?



—Nada por lo que sentirlo, señorita Manning. Deberíamos haberla ingresado por la parte posterior. Ese fue nuestro error. A partir de ahora, puede entrar a través de esta puerta, y la enviaremos directamente a la sala de examen. Entonces podrá tener su privacidad.



—Gracias —murmuró Maite, pero no me perdí el sonido de frustración en su voz. No le gustaba la atención, y estuvo bajo el radar durante mucho tiempo. Esta cosa con sus padres le había quitado su vida privada.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Nov 30, 2015 12:18 pm

14

Maite

Podíamos tener sexo. Tan molesta como estaba por los medios de comunicación asomándose en la oficina del doctor, no quitaba el hecho de que podíamos tener relaciones sexuales. Últimamente tenía vividas fantasías sobre William, y tuve que reprimir el impulso de saltar sobre él cuando nos metimos en el coche.



―¿Cómo te sientes acerca de este médico? ―preguntó William mientras salía del estacionamiento y retomábamos el camino hacia la casa.



―Me gusta.‖Me siento mejor hablando con él que con el último médico.Este‖parece saber más específicamente sobre‖ mi situación ―respondí‖ con‖ sinceridad.Este médico explicaba cuidadosamente las cosas y era meticuloso con su examen. Incluso me organizó visitas a un cardiólogo. Tenía un cardiólogo en Los Ángeles, pero necesitaba uno aquí. Necesitaba uno involucrado en este embarazo. El único miedo que ahora tenía, era que nuestro bebé podía no ser saludable. No quería maldecir a este niño con mi condición cardiaca.



―Parecía positivo ―dijo William.



Me gustaba que pareciera positivo. Me hacía sentir como si no fuera la única persona en la tierra que creía que podía hacerlo. ―El embarazo es de bajo riesgo―Repetí las palabras del médico. Me gustaba tener bajo riesgo.



―Sí. ―Fue todo lo que dijo, aunque aún podía ver su rostro cansado. No aceptaría las cosas fácilmente. Entendía que se encontraba asustado. Ante sus ojos, el bebé me hacía daño. Necesitaba aceptar que el bebé era un regalo. Creía que lo haría con el tiempo.



―William―dije, mirando cómo sus brazos se flexionaban mientras conducía. Quería lamer sus bíceps. Estaba cerca de mendigar.



Me miró. Sus ojos lo asimilaron, luego se abrieron aún más antes de desviar su mirada de nuevo a la carretera. ―Nena,¿en qué estás pensando?



Pensaba que quería lamer sus bíceps. Luego sus abdominales y esa maravillosa musculatura en forma de V que desaparecía en sus vaqueros. Eso era en lo que me encontraba pensando. ―En ti ―dije.



―Mier*da ―murmuró, y tomó una respiración profunda.



―El doctor dijo que estaba bien ―le recordé.



Asintió. ―Sí, lo escuché.


Estiré mi mano, pasé un dedo por sus brazos y envolví mi mano alrededor del músculo que flexionaba mientras agarraba el volante con más fuerza.



―¿Qué estás haciendo? ―preguntó con voz temblorosa.



Anteriormente, había saltado sobre él en un coche. Pero esta vez no iba a hacer eso. No estábamos muy lejos de su apartamento. Quería tener tiempo para explorar y besar cada parte de su cuerpo perfectamente esculpido.



―¿Maite?―repitió cuandono respondí.



―Solo estoy tocándote. No puedo esperar para hacer más―dije mientras movía mi dedo hacia arriba por encima de su hombro. Froté mis dedos sobre la vena en su cuello, el cual latía como si le doliera.



―Puedo sentir eso ,pero no seré capaz de conducir si sigues así.



Quizás no podía esperar a regresar al apartamento. ―¿Podrías detenerte?―pregunté, conteniendo mi respiración con anticipación.



William soltó una sarta de maldiciones antes de hacer una salida y estacionar en el primer hotel agradable al que llegamos, el cual vimos desde la autopista. Apenas puso la camioneta en punto muerto cuando se abrió la puerta y saltó. Observé con fascinación como caminaba alrededor de la parte delantera de la camioneta y me abría la puerta.



Sus dos manos me agarraron de mi cintura, sacándome de la camioneta, a pesar de que no necesitaba su ayuda.



―No te tomaré en una maldita camioneta.―Fue todo lo que dijo mientras tomaba mi mano y nos dirigía al interior.



No le tomó tiempo conseguir una habitación. Cuando entramos en el ascensor, me puso contra la pared y me besó. Era la primera vez que me besaba de verdad desde que apareció con Mase. Con este beso no se contuvo. Sus manos agarraron mis caderas fuertemente en un agarre hambriento, posesivo, mientras su boca se movía sobre la mía. Cuando su lengua se deslizó sobre la mía, saboreé la menta de su chicle y me estremecí ante el contacto íntimo. El repicar del ascensor nos recordó que aún no estábamos solos.



William rompió el beso y luego dio un paso hacia atrás para bajar su mirada hacia mía.―Necesito saborearte. Todo de ti ―dijo, antes de tomar mi mano de nuevo y llevarme por el pasillo hacia la habitación 2200. Rozó la llave electrónica de la puerta y la luz verde parpadeó. Abrió la puerta, revelando una suite.



―Solo necesitábamos una cama―dije, sonriendo mientras miraba alrededor de la gran habitación, con un bar y una chimenea a gas.



―Nena, una vez que te desnude ―dijo, acercándose a mí―.No tengo la intención de dejar que te vistas por un tiempo. Necesitamos una bañera grande y un lugar donde pueda abrazarte. No solo una cama.



Oh. Está bien.



William comenzó a bajar su boca a la mía, pero se detuvo. De repente, me hallaba en el aire.



―Necesitamos una cama. Ahora ―dijo, presionando un beso en mis labios mientras nos dirigíamos hacia el dormitorio. Me bajó, luego se puso de pie y me miró fijamente. El hambre y el deseo se encontraban ahí, pero el amor...ardía aún más fuerte―.Lo siento―dijo, sin moverse para desnudarme o a él, apesar de que realmente deseaba que uno de nosotros estuviera desvistiéndose.



―¿Por qué? ―pregunté, confundida.



Pasó un dedo por el costado de mi cara en una caricia sueve. ― Por lastimarte.Por dejar que me dejaras.Por ser un hijo de pu*ta ―susurró mientras seguía mirándome.



Me apoyé sobre mis codos. ―Estás perdonado.Ahora, ¿podrías desnudarte?―dije con una sonrisa. Comenzó a reírse mientras alcanzaba el borde de su camiseta y la tiraba sobre su cabeza, regalándome la vista de su espectacular pecho. Oh, sí. Eso era lo que yo quería.



― Cariño,estás un poco impaciente,¿no es así? ― dijo arrasatrando las palabras sensualmente.Desabrochó sus pantalones vaqueros y los dejó abiertos antes de agacharse para presionar un beso en mis labios.s―. Nunca te vi tan necesitada ―dijo mientras mordisqueaba mi labio inferior y daba cortas lamidas pequeñas, enviándome a un frenesí.



― Te dije que te extrañe ―le recordé,sintiéndome un poco cohibida por ser tan exigente.



―Sí,lo hiciste,Pensé que extrañabas mi atractivo rostro. No sabía que extrañaste el placer ―dijo en tono de broma mientras sus manos encontraban el botón de mis pantalones vaqueros.



Vi sus músculos definidos moverse y deliciosamente flexionarse mientras tiraba de mis pantalones vaqueros hacia abajo y luego se arrastraba sobre mí como un león hambriento. Se detuvo en mi estómago y presionó un beso justo debajo de mi ombligo, luego se movió hacia arriba a medida que arrastraba mi camiseta. Levanté mis brazos así podría sacármela. Sus manos trabajaron rápido sobre mi sostén, tirándolo al suelo. La vista de sus manos grandes y bronceadas ahuecando mis pechos ahora hinchados, me hizo temblar.



―Son más grandes―dijo, sosteniéndolos como si fueran algo precioso.



―Ocurre por el embarazo ―expliqué, pero apenas podía hablar más que un‖ susurro. Bajó su boca y su lengua salió a lamer muy atentamente uno de mis pezones. Solo con verlo ya los tenía erectos. Ahora me excitaba tanto que se estremecían.



―¡Oh!―jadee retorciendo mis manos sobre las sabanas debajo de mí. Los ojos de William se movieron rápidamente a hacia mí y me observó muy de cerca mientras empujaba mi excesivamente ansioso pezón en su boca―.¡Ahhhhh! ―grité. No tenía sentido intentar

no hacer ruido.No podria controlarme.



William solto mi pezón haciendo un pop con su boca mientras pasaba sus labios sobre la punta y presionaba un rastro de besos hacia el otro,dándole la misma cantidas de atención,mientras me hacía jadear súplicas desesperadas.



Cuando comenzó a alejarse, mis manos dejaron su firme agarre sobre las sabanas para agarrar su cuello y mantenerlo ahí.Me encontraba tab cerca de una liberación,solo con su boca.No quería que me dejara ahora.



―Nena, déjame ir hacía más abajo. Quiero probarte un poco más ―dijo en un susurro ronco mientras me miraba,rozando sus labios sobre mis brotes sensibles. Relajé mi firme agarre sobre su oreja y sonrió entes de bajar de nuevo por mi cuerpo,besándolo.No tenñia que abrir mis piernas,las tenía descaradamente abiertas para el. Sabía hacia dondé se dirigía y lo quería allí. En este momento más que cualquier otra cosa en el mundo,deseaba la cabeza de William Carter entre mis piernas.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Nov 30, 2015 12:19 pm

15

William

Si Maite gemía y hacía ese sonido sexi, como rogando, una vez más, iba a perder el control. Lo juro por Dios, nunca me excité tanto en mi vida. Cada vez que la tocaba, ella temblaba y se retorcía debajo de mí como si no pudiera tener suficiente. Me sentí como si tuviera algún toque mágico, y era una sensación jodidamente embriagadora.



Con cada pasada de mi lengua, ella gritaba mi nombre, sus manos volvieron a mi pelo como si tuviera que aferrarse a mí para no caerse. Me encantaba. Me encantaba este poder, el saber que recibía placer en mis manos. Con mi boca. Joder, esto era alucinante.



—Por favor, dentro de mí, por favor —dijo en un jadeo desesperado, y no dejé que mis miedos o cualquier otro pensamiento me detuviera. Me puse de pie y me deshice de mis pantalones vaqueros en un solo movimiento, luego me deslicé de vuelta encima de ella. Abrió las piernas para mí, de muy buena gana, y me agarró de los brazos con sus manos mientras su cuerpo se arqueó hacia mí. Ni siquiera me introducía en ella todavía, y ya gemía. Santa mier*da.



—Nena, sigue haciendo eso y no voy a durar mucho tiempo. Esto se terminará demasiado pronto —le dije mientras me deslizaba lentamente dentro de ella. Mis ojos rodaron, y esta vez, el gemido de placer fue mío. Se sentía más apretada y casi hinchada en su interior. Nunca nada me hizo sentir tan bien en mi vida. Ni siquiera la primera vez que estuve dentro de ella. Esto... esto era todo. El momento que cambiaba tu mundo. El momento que no sólo te mostraba el cielo sino que te encaminaba justo dentro de él.



—¡William! —gritó cuando envolvió sus piernas alrededor de mí. Su sedoso calor empezó a apretarme con fuerza. Arañó mi espalda y coreó mi nombre. Eso fue todo lo que tomó para que la siguiera. Lanzando mi cabeza hacia atrás, grité su nombre y la llené. Marcándola.



Me aseguré que nunca dudara que era mía.



—¿Podemos hacerlo de nuevo? —preguntó Maite después de que ambos recuperamos el aliento.



Riéndome, me di la vuelta y la coloqué encima de mí. —No todavía. Más bien me gustaría ponerte en la bañera y dejar que te empapes mientras pido algo de servicio a la habitación. Luego, tengo la intención de darte un masaje de pies y abrazarte en ese gran sofá, ahí en frente de la chimenea. —Ella necesitaba mimos. ¿No escuchó al doctor?



—Me gustan los masajes en los pies... pero me gusta más el sexo.



—Sin exagerar. Ya oíste al médico. Vamos a tomarlo con calma contigo, ¿de acuerdo? Permíteme cuidarte. Por favor —dije, necesitando que me entendiera.



Dejó escapar un suspiro exagerado. —Está bien. Creo que voy a dejar que me prepares el baño y me mimes. Sacrificios.



Riendo, besé su cabeza y me levanté. No podía sentarme aquí con ella en mis brazos así y no dejarme llevar. Sólo necesitaba un poco de estímulo. —Quédate aquí. Voy a alistar tu baño. Luego, vendré a buscarte —le dije antes de agarrar mis pantalones y ponérmelos de nuevo.



Se dio la vuelta para mirarme. —Podrías entrar en la bañera conmigo —dijo, con los ojos fijos en la cremallera de mis pantalones.



—No tengo tanta fuerza de voluntad, nena. Voy a tener que conformarme con bañarte en su lugar. —Me dirigí al cuarto de baño antes de que me derrumbara e hiciera lo que me pidió.



—William —gritó detrás de mí.



—¿Sí? —Me giré para verla sentada en la cama con la sábana en su cintura, así sus hermosos y mucho más grandes pechos se hallaban ahí, haciéndome babear más.



—No tienes que estar dentro de mí para… hacer cosas. Siempre puedo encargarme de ti. Me gusta hacer eso.



Agarré la manija de la puerta antes que mis rodillas se doblaran, tomé una respiración profunda. Santo infierno. Tragando saliva, forcé una sonrisa. —Maite, no estoy seguro de ser lo suficientemente fuerte para esto. Vas a volverme loco.



Sonrió y se encogió de hombros, haciendo que su pecho rebotara, capturando mi atención de nuevo. Eran tan hermosos, redondos y suaves... ¡Mier*da! Tenía que alejarme de ella por un minuto.



Sacudiendo mi cabeza, miré hacia el baño. —Prepararé el agua de la bañera ahora —le dije con voz estrangulada.



Maite se rio detrás de mí, y el sonido musical casi hizo que el hecho de que tuviera de nuevo una furiosa erección, algo aceptable. Ella era feliz. Quería que fuera feliz. Incluso si era a mi costa.



Una vez que tuve la temperatura del agua correcta, añadí algunas de las sales de baño que el hotel proporcionaba y volví a buscarla, sólo para encontrarla de pie con la sábana envuelta a su alrededor y todo ese pelo oscuro en un lío enmarañado. Solo me quedé ahí, mirándola fijamente. Era hermosa. Todo en ella era hermoso. Lo supe desde la primera vez que la conocí. Era algo que podía ver en sus ojos. La belleza interior brillaba a través suyo.



Pero ahora... era mía.



Era toda mía.



—¿Seguro que no quieres meterte conmigo? —preguntó, dejando caer la sábana.



—Maite —le dije mientras mis ojos asimilaban su cuerpo. La pequeña cicatriz en su pecho, la cual ignoré antes, resaltaba ahora. Con la iluminación del baño destacaba, recordándome todo lo que podía perder. Todo por lo que moriría por proteger. Mi Maite.



—Entra a la bañera y relájate. Déjame pedir algo para comer. Después volveré a lavar tu espalda y cualquier otra cosa que me dejes lavar —le dije mientras se movía hacia mí.



Sacó su labio inferior. Era tan impropio de Maite que me quedé perplejo y un poco sin palabras. Mi dulce niña se convirtió en una seductora, y no estaba seguro de cómo tratar con eso. Ella podía controlarme tan fácilmente. —Si insistes, pero tengo varios lugares que necesito que laves —dijo, pasando junto a mí y entrando en la bañera.



Jódeme. —Esta nueva Maite no hace las cosas fáciles para mí —le dije.



Echó un vistazo por encima de su hombro mientras se hundía lentamente en el agua. —Soy la misma Maite. Solo me siento segura con el hombre que me ama. No tengo nada que ocultarte.



Justamente esa era la razón por la que le pertenecía a esta mujer.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Nov 30, 2015 12:21 pm

16

Maite

William llevó una bandeja de fruta y queso al baño, junto con agua gasificada. Le permití alimentarme y traté de no provocarlo demasiado. Estaba tratando de cuidarme desesperadamente. Si esto le hacía sentir que me protegía, entonces lo dejaría hacerlo.



Una vez que terminó de bañarme y secarme, me llevó en brazos hasta la sala de estar y nos cubrió con una manta en el sofá. La chimenea de gas flameaba, y él abrió la ventana para que pudiéramos contemplar el Golfo.


No hablamos mucho. En vez de eso, solo vimos las olas chocar contra la orilla y a las personas recorriendo la playa. Cuando alguien se metió a nadar en el agua, me pregunté si los pensamientos de William viajaron hacia Jace. No lo conocí, pero incluso yo pensé en él. Me entristecía por todos los que sufrían su pérdida, especialmente Bethy. Ahora que tenía a William, no podía imaginar lo que ella estaba atravesando.



—Podremos escuchar su corazón la próxima semana —dijo finalmente, rompiendo el silencio. Tenía un trasfondo de dolor en su voz, como si no estuviese seguro de que pensar al respecto.



—Lo sé. Estoy ansiosa —dije, pero no levanté la mirada hacia él. No podía en este momento. Me sentía emocionada y esperanzada, pero sabía que su cara sería un retrato de algo completamente distinto.



—No quiero que pienses que no quiero tener un niño contigo. Eres la única mujer en la tierra que quiero que tenga mi bebé. Pero te quiero más a ti. Yo solo... No creo que pueda hacer esto sin ti. Si te pierdo... —Se detuvo y tragó con fuerza. Pude escucharlo.



Me di la vuelta en sus brazos y apoyé mi cabeza en su pecho. Sabía lo que quería decir. Si moría, él creía que no podía ser un padre para el bebé. Yo sabía que no era así. Le tomaría tiempo, pero tenía la certeza de que se convertiría en el mejor padre del mundo. —Estaremos bien —le aseguré.



Sus brazos se apretaron a mí alrededor, y me sostuvo cerca. El latido de su corazón me confortaba. Cerrando mis ojos, aproveché el momento y decidí que crearía un baúl en mi cerebro para mantener los recuerdos de momentos como este. Quizás también escribiría algunos. Sí, eso haría: escribiría momentos como este para que nuestro bebé los leyera algún día... Solo por si acaso.



Si no me encontraba ahí para criar al niño, entonces quería que nuestro bebé supiera cuanto lo amaba, y que nació del amor. Hasta hace unos meses atrás, no tuve idea de cuánto amor había nacido. Ver a Kiro con Emily lo cambió todo para mí. Había escuchado que amaba a mi mamá, pero crecer y verlo tratar a las mujeres como si no fuesen nada más que juguetes hacía esto un poco difícil de creer. Luego lo vi con mi madre. Lo vi acariciar su cabello, lo escuché hablarle dulcemente. Ella no podía responderle —ni siquiera sabía que él se hallaba allí—, pero la adoraba. Incluso ahora. Después de todo este tiempo.



Desearía haber sabido eso de niña. Me habría dado más seguridad y confianza. Quería que nuestro hijo nunca se cuestionara que William y yo nos amábamos.



Pero ahora no era el momento de decirle a William sobre mi idea de escribirle notas al bebé. No necesitaba un recordatorio del futuro. Tenía fe en que era lo suficientemente fuerte para lograrlo. Quería que él también creyera lo mismo.



—Rush dijo que tu papá no sabe sobre el embarazo —dijo William, entrelazando nuestros dedos.



No le conté a papá, porque sabía que estaría furioso de que siguiera adelante con el embarazo. En este momento tenía suficiente con que lidiar, protegiendo a Emily del mundo. Slacker Demon ya no se encontraba de gira, todo cambió para él en unos pocos meses.



—No creo que necesite otra cosa con la que lidiar en este momento. Tiene sus manos llenas —expliqué.



—Se dará cuenta. La oficina del doctor hoy... —Su voz se desvaneció.



No pensé en eso. ¿Los medios mencionarían que visité a un ginecólogo obstetra? ¿Dirían algo de William acompañándome? Oh, mier*da. —¿Crees que ellos siquiera mencionarán eso? No lograron tomar una foto de nosotros.



William dejó escapar un suspiro y apretó mi mano. —Sí, cariño. Creo que sí. Ahora, es difícil conseguir cualquier información tuya, y lo están intentando. Con tu papá fuera del cuadro, buscan cualquier cosa. Y no necesariamente necesitan evidencia para agitar el drama.



Tendría que llamar a mi papá. No podía enterarse de esta manera.



—Lo llamaré mañana cuando lleguemos a casa. De hecho, ¿nos vamos a casa hoy o mañana? —pregunté, mirando alrededor de la habitación reservada solo para que pudiéramos tener sexo. ¿Tenía la intención de que nos quedáramos esta noche?



—Te quiero en mi cama —dijo, mientras pasaba su pulgar sobre mi labio inferior.



También quería estar en su cama. Quería regresar a Rosemary Beach, y quería estar con él. Ver a Blaire era una ventaja. Tenía dudas del embarazo que deseaba preguntarle. Y tenía ganas de ver a Nate.



—¿Estás listo para irte? —le pregunté.



Una sonrisa pretensiosa tocó sus labios. —Sí, pero primero, quiero algo de comer.



Acabábamos de comer. Fruncí el ceño, y la sonrisa sexy de William se mantuvo en su lugar mientras me recostaba de nuevo en el sofá. Se inclinó por encima de mí y rozó nuestros labios. —No hablaba de la comida —susurró.



Me las arreglé para agarrarme al sofá y sostenerme con fuerza mientras se movía hacia abajo por mi cuerpo y comenzaba a amarme con su muy talentosa boca.



—¡Ah! Está bien... no puedes... hacer esto... ¡ah! ¡Oh, Dios! Pero entonces puedo hacerte lo mismo después. —Jadeé mientras su lengua hacia círculos en mi clítoris. Levantó su cabeza para mirarme. El ver su hermosa boca justo ahí, colgando sobre mí, me hizo temblar. Era una vista que quitaba el aliento.



—No tienes que negociar conmigo para conseguir que te deje colocar esa sexy boca en mí —dijo. Mantuvo sus ojos en mí a medida que movía su lengua sobre mi hinchado y dolorido capullo—. Sabe tan jodidamente bien. Extrañaba esto. —Colocó ambas manos en mis muslos y los abrió más—. Podría comer esto todo el jodido día y nunca cansarme.



Sus palabras traviesas me tenían gritando cosas que no estaba segura de que tuvieran sentido. Me hallaba perdida en la sensación. Nada importaba en el momento aparte de él. Y esto.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Nov 30, 2015 12:24 pm

17

William

Me desperté por dos mensajes de texto y una llamada desde la construcción en Sandestin. Construíamos un condominio allí, y tenían algunos problemas que tenía que tratar. Dejar a Maite acurrucada en mi gran cama como un ángel, no fue fácil.



Cuando llegamos a casa anoche, ella se encontraba dormida, la llevé a la cama y la desvestí. Lo único que pudo decir fueron un par de oraciones balbuceadas que no tenían sentido, pero fueron malditamente lindas.


Fijé mi termo de café y limpié el barro que se amontonó en la puerta, porque realmente no quería que Maite viera eso. Tendría que conseguir a alguien para que viniera y limpiara el resto del lugar hoy. Miré mi teléfono, sabía que me tenía que ir, pero esperaba a que Rush despertara a Blaire y consiguiera que ella me llamara. Si tenía que dejar a Maite, quería que alguien la acompañara hoy.



La pantalla se iluminó, y suspiré de alivio por el nombre de Blaire.



—Hola —dije, caminando lejos de la puerta de la habitación para no despertar a Maite.





—Buenos días. ¿Estás de vuelta? —preguntó Blaire.



—Estamos de vuelta —le contesté—. Ella necesita dormir, pero querrá verte y necesita una amiga mientras estoy fuera. Saldré por un par de horas. Normalmente no iría, pero es un gran cliente y necesito arreglar unos problemas.



—Ahorita me visto. Rush pasará el día con Nate, y cuidaré de Maite. No te preocupes por ella. No voy a dejarla.



No tenía una hermana, pero Blaire era una muy buena alternativa. —Muchas gracias.



—De nada, pero esto es por mí tanto como por ti. Quiero verla. No fuiste el único que la extrañó.



Sonriendo, agarré mis llaves y me aseguré de dejar la nota en el mostrador donde ella la vería. —Sí, pero yo la extrañé más.



Blaire rio entre dientes. —No voy a discutir eso.



—Gracias de nuevo, Blaire. Le dejé una nota para que te llame cuando se levante. Pero puede que no lo haga. Nunca lo sé con ella. Se preocupa por molestar a la gente.



—Llegaré por ahí en una hora más o menos. Ve al trabajo, William. Tengo esto.



—Sí, señora. —Colgué y metí mi teléfono en mi bolsillo. Mirando hacia atrás a la puerta de la habitación, la vi abrirse lentamente. Maite salió, vestida con una de mis camisetas, la que le puse anoche. Su cabello se hallaba por todos lados, y su rostro tenía marcas de almohada en él. Nunca vi nada más hermoso.



—¿Te vas? —preguntó con voz soñolienta.



Me acerqué a ella. —No quería despertarte. Tengo un problema en uno de los sitios de trabajo —le expliqué mientras deslizaba mis brazos alrededor de su cintura.



—Está bien. Te oí hablando —dijo, parpadeando lentamente, mientras sus ojos se acostumbraban a la luz del sol entrando en la habitación.



—Llamé a Blaire. Vendrá para hacerte compañía hoy. Te extraña.



Una sonrisa iluminó su rostro. —Oh, bien. Quería verla.



Dejarla apestaba, pero esto lo hacía un poco más fácil. Le daba su espacio para estar sola y tener tiempo de chicas. Maite tenía muy poco de eso en su vida, y quería que tuviera buenas amistades. La chica que conocí al inicio, no tenía a nadie. Vivía para sus libros y permanecía en su habitación. Quería más para Maite que eso.



—Regresaré tan pronto como pueda. Disfruta de tu tiempo con Blaire, pero llámame si necesitas algo. —Besé sus labios. Nada era tan bueno como besar a Maite.



Envolvió sus brazos alrededor de mi cuello y se fundió en mí. Esto no hacía más fácil el dejarla. Me encontraba a punto de mandar al Oops! la construcción cuando dio un paso atrás y se llevó una mano a sus labios ahora hinchados. —Está bien, ve. Podemos hacer eso cuando vuelvas.



—Ponte lista para mí, porque tengo planes para ti cuando llegue a casa —le dije, luego le lancé un beso antes de finalmente salir. Iba un poco tarde, pero ellos podían esperar. Llegaría allí cuando llegara.



Para mi precioso bebé,



El primer día que lo vi, mis rodillas se pusieron un poco débiles y mi estómago revoloteó. Al igual que la sensación de mariposas volando. Eso fue lo que sentí cuando puse los ojos en tu papá por primera vez. Él era hermoso. Nunca consideré a un hombre hermoso antes, pero William Carter era hermoso.



Nunca imaginé que me notaría. Yo era tranquila e introvertida. No hacía amigos con facilidad y no confiaba en los demás. Esas son cosas que jamás quiero que experimentes o sientas. Las he superado porque encontré a tu padre.



Esa noche, él me acorraló y volvió mi pequeño enamoramiento a un verdadero flechazo con solo unas pocas palabras. Pero me encontraba aterrorizada. Completamente asustada de mí ingenio. No sabía cómo tratar a los hombres cuando coqueteaban conmigo. En ese entonces no sabía que él iba a cambiar mi vida.



Tampoco sabía que la vida estaba llena de color y entusiasmo. Me escondí y me mantuve sola durante mucho tiempo. Me perdí de tanto. Pero tu padre me enseñó a vivir. Me enseñó sobre el amor, y me dio el mayor regalo que nadie podría darme jamás: tú.



Cuando seas los suficientemente mayor para leer esta carta, espero estar sentada a tu lado. Espero ser la que te la lea. Pero si no estoy allí físicamente, quiero que sepas que estoy allí contigo en espíritu. Siempre. Nunca dejaré tu lado. Y te amaré por siempre.



Fuiste creado de un amor muy fuerte, un amor que debe ser cultivado y compartido.



Y ahora tenemos que compartirlo contigo.


Te ama siempre,

Mami.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Nov 30, 2015 12:25 pm

18

Maite

Blaire era mi primera amiga. Estaba prometida con Rush Finlay cuando la conocí, e inmediatamente me agradó, ya que vi bondad en sus ojos. Además, si alguien podía hacer a Rush enamorarse, tenía que ser especial. Él solía ser una de las personas más cínicas que había conocido... hasta que encontró a Blaire. Y ahora tenían un hijo, Nate. Rush era una persona completamente diferente ahora.



Tener a Blaire para hablar era maravilloso, pero entrar al Kerrington Country Club no era algo que quisiera hacer aún. Blaire mencionó casualmente que mi malvada hermanastra estaba en París ahora mismo, pero aun así me sentía en el borde. No quería ver a Nan. Nunca, si era posible.



William estuvo con Nan una vez. Olvidar eso era más fácil ahora. Él me amaba; lo sabía, y estaba segura de ello. Pero, aun así, Nan era el tipo de belleza con el que no se podía competir. Me había escondido de las Nans del mundo hasta que mi padre me envió a vivir con ella mientras él se iba de gira.



—Te ves como si quisieras vomitar. ¿Estás bien? —me preguntó Blaire mientras caminaba a su lado por la entrada del restaurante del club, donde íbamos a desayunar esta mañana.



—Estoy bien —le aseguré.



La puerta se abrió y fuimos recibidas por un chico vestido con un uniforme típico de pantalones y polo con el monograma del Kerrington Club.



—Buenos días, señora Finlay y señorita Manning —dijo el chico con una sonrisa educada.



—Buenos días, Clint. ¿Jimmy está trabajando en el turno de mañana? —preguntó Blaire.



La sonrisa del chico se hizo más grande, casi como si escuchar el nombre de Jimmy le hiciera feliz.



—Sí, lo está.



Blaire se rió entre dientes y le dio las gracias. Después nos dirigimos hacia la mesera.



—¿Dos, señora Finlay? —preguntó la chica, sus ojos alejándose rápidamente de mí como si estuviera intentando no quedárseme mirando pero quisiera asegurarse de que me estaba viendo. Odiaba la fama repentina que venía con mi padre.



—Por favor. Y nos gustaría sentarnos en la sección de Jimmy —contestó.



La chica asintió, aún mirándome con los ojos ensanchados. Mier*da, esto no podía ser bueno.



—Y…—Blaire hizo una pausa y miró el identificador con el nombre de la chica—, April, si los medios de comunicación aparecieran en el club, el señor Kerrington estaría muy disgustado. Les enviaré un mensaje a él y a Della una vez nos sentemos pidiéndoles aumentar la seguridad. ¿Entiendes lo que te estoy diciendo? —Blaire era una patea traseros. Quería ser como ella.



La chica sacudió la cabeza y tragó con nerviosismo.



—Sí, señora Finlay. Por supuesto.



Blaire le sonrió.



—Gracias, April. Agradezco tu ayuda.



April se sonrojó como si Blaire le hubiese hecho un gran cumplido, y entonces nos llevó a nuestros asientos. No creo que la chica quisiera dejar nuestra mesa; casi esperaba que ella me pidiera un autógrafo.



—Muy bien, April, déjate de fanatismos y permíteles respirar. Vinieron para desayunar, no para que las mirases boquiabierta. Maldita sea, chica —dijo Jimmy mientras se acercaba a nuestra mesa.



La pobre April correteó, alejándose.



—Es nueva, pero es dulce. Puedo lidiar con eso —dijo Jimmy, y luego sonrió en nuestra dirección—. Mírense, dos hermosas mujeres sin sus hombres sobreprotectores comiendo solas aquí. Podría aprovechar y hacer mi movimiento.



Las cejas de Blaire se levantaron y le lanzó una mirada conocedora a Jimmy.



—Creo que Clint podría ponerse un poco molesto si haces eso, ¿eh?



Jimmy se echó a reír y le lanzó un guiño.



—Captaste esa muy rápido.



—Él era todo sonrisas cuando le pregunté si estabas aquí. Tendría que estar ciega para no captarlo.



Jimmy sonrió. Sabía que era guapo, pero era una de las personas más simpáticas que había conocido aquí, en Rosemary Beach.



—¿Qué puedo traerles a ambas para beber? ¿Café, quizás? ¿O cappuccinos?



Tenía instrucciones estrictas de mantenerme alejada de la cafeína.



—Voy a tomar un zumo de naranja —le dije.



—Me encantaría un cappuccino. Gracias, Jimmy —dijo Blaire, y echó un vistazo a su menú.



Me pregunté si ella siquiera tenía que mirar el menú. Había trabajado aquí hasta que Rush le exigió que lo dejara cuando se quedó embarazada. Supuse que se lo sabía de memoria a estas alturas.



—El quiché es magnífico, pero también lo son las frambuesas y los bollos de queso —me dijo Blaire.



Decidí que el quiché con un croissant integral estaría bien. Estaba tratando de no comer azúcar; era más saludable para mí evitarla.



—Oh, no, luce como si estuviera en una misión —dijo Blaire en un susurro, y alcé la vista para ver a Woods Kerrington dando zancadas hacia nosotras. Parecía preocupado. Se detuvo en la mesa y volvió su atención hacia mí. Esos ojos oscuros eran severos, pero Blaire tenía razón: iba en serio.



—Kiro acaba de saltarse la seguridad. Dijeron que estaba maldiciendo y despotricando sobre encontrarte. Llamé a Rush y me dijo que las llevarla a ambas a mi oficina y las encerrara hasta que él se ocupara de Kiro. Los chicos de seguridad dijeron que estaba furioso y borracho.



Mi padre estaba aquí. Él lo sabía. Esa era la única explicación para que él actuara de esta manera. Blaire se puso de pie inmediatamente y cogió su bolso.



—Ven, vamos a sacarte de aquí.



—Tengo que quedarme aquí —dijo Woods—. Él tiene un chofer, pero no creo que esté preparado para lidiar con él. Kiro es capaz de golpear a mis chicos aparcacoches si le dicen algo equivocado.


—La voy a llevar a tu oficina —le aseguró Blaire, y me agarró del brazo—. Vamos, conozco un atajo.



No tenía que alejarme de mi padre. Nunca había huido de él en el pasado. No tenía miedo de su despotricar enfadado. Nunca se enfadó conmigo. Pero si se pensaba que el bebé me estaba haciendo daño, no estaría feliz. No estaba acostumbrado a que le dijeran que no, y esta vez yo le estaría diciendo que no.



—¿Crees que puedes calmarlo? ¿O que tal vez Rush pueda? —le pregunté a Woods.



Woods asintió.



—Finlay lo puede manejar. Tienes que salir de aquí.



Hice lo que me dijo y huí de mi padre. Me sentía terriblemente culpable por ello. Me preocupaba que estuviera bebiendo otra vez. ¿Emily estaba bien? ¿Sucedió algo con ella? ¿Él me necesitaba? Tal vez él no sabía lo del bebé. Tal vez simplemente estaba teniendo un episodio de embriaguez salvaje y me extrañaba. No era como si no hubiera aparecido antes en Carolina del Norte haciendo esto mientras yo crecía. Siempre que Kiro Manning me extrañaba, saltaba a un avión e iba a verme, aunque fuera después de un concierto y estuviera más borracho que una cuba. Mi abuela odiaba cuando se presentabaasí. La única vez que fue a mi escuela, aún borracho de la noche anterior, regodeándose en su fama, fue humillante. Pero él era mi padre. Lidié con ello.



—¡¿Dónde está ella y donde esta ese maldito desgraciado que la embarazó?! —La voz de Kiro iba arrastrando las palabras, pero viajó por el pasillo mientras entraba en el restaurante. Me encogí y pronuncié una oración silenciosa de agradecimiento de que William no estuviera cerca para presenciar esto.



No pude oír lo que dijo Woods, pero su voz era dura.



—Rush estará aquí en cualquier momento —susurró Blaire mientras me conducía a un ascensor que nos llevaría a la planta superior.



No podía mirarla. Esto era humillante. Ella y yo en realidad aún no habíamos discutido sobre mi embarazo o sus complicaciones. Todo lo que ella había hecho era felicitarme cuando llegó al apartamento de William esta mañana.



Cuando estuvimos a salvo dentro de la oficina de Woods, Blaire cerró la puerta detrás de ella y dejó escapar un suspiro.



—Guau, está molesto. ¿Acababas de decírselo? —preguntó ella, volviéndose para mirarme.



Caminé hacia el sofá de cuero, me senté y dejé caer mi cabeza en mis manos. No debería estar aquí arriba. Debería estar allí, frente a él. No iba a calmarse hasta que me viera. Simplemente no podía hacerle frente todavía. No quería oírlo diciéndome que abortase.



—No. Creo que había gente de los medios de comunicación ayer en el consultorio del médico. Paparazzi, tal vez. No estoy segura. Ellos nos colaron por la parte trasera.



Blaire se acercó y se sentó a mi lado. Su mano se posó sobre mi espalda.



—Está en todas las noticias de chismes. Tu ¨visita al ginecólogo con tu novio William Carter´´.Había una mujer fuera del consultorio diciendo que ella conocía a William y que era verdad que eras tú la que estaba allí.



Dejé escapar un gemido frustrado. Tenía miedo de que eso sucediera. La estúpida mujer debió reconocerme.



—Debo ir a hablar con él.



—No. Por supuesto que no. No vas a lidiar con él estando de esta manera. Rush puede llevarlo a nuestra casa y dejarlo dormir. Cuando esté sobrio, lo puede traer a verte, pero William estará contigo cuando eso suceda.



Blaire sonaba como una madre. Le hubiera sonreído si hubiera podido. Saber que mi padre estaba abajo, gritando sobre mi vida privada a todo el club, me tenía al borde de las lágrimas.



Mi teléfono comenzó a sonar y Blaire cogió mi bolso y lo sacó. Después de comprobarlo, ella me lo entregó.



—Es William —dijo ella.



Me dolía el corazón. Quería tanto que estuviera aquí.



—Hola —le dije, mi voz quebrada, lágrimas llenando mis ojos.



—Estoy de camino. Rush tiene a Kiro en su coche y lo está llevando a su casa. Woods estará ahí para recogerte en un minuto. Te llevará a casa. Blaire puede permanecer contigo hasta que yo llegue. ¿Estás bien?



Asentí y sollocé. Luego me di cuenta que no podía verme asentir.



—Sí, eso creo —le contesté.



—No, no lo estás. Mier*da. No debería haberte dejado sola —dijo, y le oí maldecir y golpear algo—. Estoy de camino, nena. Estoy de camino. Sé fuerte por mí, ¿de acuerdo?



—Lo haré —le aseguré—. Conduce con cuidado.



—Siempre.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Nov 30, 2015 12:27 pm

19

William

Maldito Kiro. Si el hombre no fuera el padre de Maite, enterraría mi puño en su estúpida cara de cu*lo. Había llegado como una cuba al club y la había molestado. El borracho hijo de pu*ta ni siquiera pensó en cómo eso afectaría a Maite.



Me tomó la mitad de tiempo llegar a casa de lo que normalmente hacía. Me salté tres semáforos y rompí cada límite de velocidad, pero estaba aquí ahora. Cerré de golpe la puerta del coche detrás de mí, eché a correr por las escaleras hasta mi apartamento. Maite no necesitaba molestarse. Necesitaba estar tranquila y feliz.

Abrí la puerta delantera y me dirigí hacia las voces. Blaire estaba llenando dos vasos de agua, y Maite estaba sentada en el sofá con las piernas acurrucadas debajo de ella. Cuando me vio, sus ojos se agrandaron con alivio. Cerré el espacio entre nosotros con tres largos pasos y la puse dentro de mis brazos.



—Estoy aquí. Estás bien.



Y entonces empezó a sollozar.



Iba a matar a Kiro Manning.



Pasé mi mano por su cabeza y le susurré palabras dulces, asegurándole que estaba aquí y estaría bien. Le rogué que no llorara, pero se aferró a mí, y sus lágrimas empaparon mi camisa. Una vez más, estaba indefenso. No estaba seguro de por qué estaba llorando tan lastimosamente, pero sabía que tenía que ver con su padre, y eso era suficiente para ponerlo en mi lista negra.



—Esto no es bueno para ti —le recordé. No podía decir que no era bueno para el bebé, porque honestamente no podía obligarme a preocuparme sobre nada más que por la salud de Maite.



—O para el bebé —dijo Blaire, viniendo por detrás. La miré sobre la cabeza de Maite, y ella me miraba fijamente, regañándome por los pensamientos que parecía saber que estaba teniendo—. Bébete el agua, y toma algunas respiraciones profundas —dijo Blaire mientras tocaba el brazo de Maite.



Maite sorbió e hipó, pero dejó de sollozar y alcanzó el vaso de agua. Blaire había dicho las palabras mágicas. En este punto, no me importaba cuales fueran esas palabras mágicas, solo estaba agradecido de que ella se estaba tranquilizando.



—Lo siento —susurró, y tomó un pequeño sorbo de agua. Tenía los ojos rojos e hinchados, y la cara manchada y mojada.



—No, no te disculpes. Solo quiero que te calmes —le dije. Mantuve mi brazo alrededor y le acaricié la piel de su brazo desnudo y el hombro, tratando de calmarla.



—Acabo de huir de él. Nunca he huido de mi padre, pero acabo de correr y esconderme. Él debe pensar... no sé lo que piensa. Simplemente no estaba lista para enfrentarlo sobre esto.



Sabía que él querría que ella abortara. Decirle a su padre que no iba a ser difícil. Quería a ese hombre. No estaba seguro de por qué, porque era el padre más mier*da de la faz de la tierra, incluso teniendo a la dulce Maite por hija. Todo lo que podía pensar era que Emily Manning debe haber sido una mujer increíble para que Maite superara la herencia de los genes de ese hombre.



Dios sabía que Nan tenía todos sus malos rasgos, junto con los de Georgianna.



—Necesitabas dejarlo ponerse sobrio. Hiciste lo correcto. —Le aseguró Blaire.



Maite sorbió su agua mientras miraba fijamente a la nada. Odiaba verla así, pero enfrentar a su padre no era algo que podía detenerla de hacer. Kiro estaba por encima de la ley. Había demostrado eso con sus últimas desgracias. Nadie quería presentar cargos.



—Cuando se despierte, quiero verlo. No me sentiré mejor hasta que lo haya visto — dijo en un susurro, sin mirar a Blaire o a mí pero aun mirando todo recto.



—Rush va a llamar en el momento en que piense que Kiro está listo para venir —le dije. Hablé con Rush en mi camino de vuelta a casa. Estaba con Kiro, pero prometió hacerme saber en el minuto que lo consiguiera poner sobrio. Bethy fue a cuidar de Nate. Sabía que era cuestión de tiempo antes de que Blaire se fuera por Nate.



—Él va a exigir que aborte —dijo Maite, finalmente volviendo su mirada hacia mí.



No podía decirle que él no lo haría. No tenía duda de que él haría todo menos que tirarla en una limusina en un intento para conseguirle la mejor clínica de aborto en Los Ángeles. Me di cuenta de que él quería lo que yo quería, pero la diferencia era que yo me negaba a dejar que le forzara a hacer cualquier cosa.



—¿Por qué no descansas? Deja a William sostenerte e intenta no pensar en ello. Solo recuerda, el bebé necesita que estés tranquila. Y William necesita que estés bien —dijo Blaire—. Voy a tomar tomar a Nate de Bethy. Será el momento de su siesta pronto, y Bethy no será capaz de hacerlo dormir.



Maite asintió y dio un paso lejos de mí para abrazar a Blaire. —Gracias por todo. Siento que nuestro día se estropeara.



—Lo siento, también, pero lo haremos. Tú preocúpate de cuidar de ti y del bebé ahora. Deja que William te cuide. —Las palabras de Blaire fueron gentiles pero firmes.



Parecía saber cómo hablar con Maite.



—Gracias —le dije.



Sonrió y palmeó mi brazo. —Lo tienes. Va a estar bien —dijo suavemente antes de
irse.



Cuando la puerta se cerró detrás de Blaire, Maite se volvió hacia mí y dejó salir un suspiro cansado. —Creo que quiero una siesta, también.



Bien. Necesitaba descansar. —Vamos, chica dulce. Te meteremos en la cama, e incluso te dejaré usarme como almohada.



Una pequeña sonrisa se arrastró por su cara triste. —Ese es un trato con el que cualquier chica tendría un tiempo difícil para rechazar.



Deslicé mi brazo alrededor de sus hombros. —Sí, pero tú eres la única chica a la que le ofrecería mi pecho como almohada.



—Suerte la mía —dijo bromeando.



—No, suerte la mía —contesté.



Mi teléfono sonando me despertó horas más tarde. Me salí de debajo de Maite y lo silencié hasta que pudiera salir de la habitación. Mirando abajo, vi el nombre de mi padre. Estaba enfadado. No miré el problema del trabajo de hoy, y probablemente acababa de enterarse ahora de cómo me fui de allí sin explicaciones.



—Hola —dije, preparándome para oírlo gritarme.



—¿Es verdad? —me preguntó, y miré de nuevo abajo a mi teléfono para asegurarme de que había leído el nombre entrante correctamente. Lo había hecho. Era mi padre.



—¿De qué estás hablando? —pregunté, confuso.



—¿Preñaste a la hija de Kiro Manning? ¿La que tiene el problema de corazón?



Mier*da. ¿Cuándo empezó mi padre a escuchar las noticias de los cotilleos de los famosos?



—No la llames preñada. Estoy enamorado de ella. Esto no es una aventura barata. Estábamos en una relación comprometida cuando pasó.



Estuvo en silencio por un momento, entonces dejó salir un gruñido de frustración. —Hijo, si las noticias son verdad, ella tiene un defecto congénito del corazón. Tener un bebé no está recomendado. Podría ser fatal.



¿Pensaba que no lo sabíamos? No era idio*ta. —Sé eso —contesté entre dientes.

—¿Y la hija de Kiro Manning? ¿De verdad? ¿No has aprendido nada viendo a ese grupo y pasando el rato con Rush? —Mi padre estuvo casado una vez con la madre de Rush, Georgianna. Yo era un niño pequeño cuando estaban casados, y fue un matrimonio corto. Él no era fan de que nadie conectara con ellos.



—Ella no es como ellos. Ella es... maravillosa, papa. Es demasiado buena para mí,pero me quiere.



—Su corazón...



—¡Sé lo de su corazón! Maldita sea, entiendo lo que podría pasar. No quiero que tenga este bebé. Quiero salvarla, pero ella está determinada. Ama a este bebé mucho ya, y se niega a escuchar a nadie que le diga que no puede traerlo al mundo. Y la quiero demasiado como para alejarme solo para salvar a mi corazón de ser destrozado. No puedo dejarla, así que si esto es lo que ella quiere, tomaré este reto y haré este viaje y rezaré como el infierno para no perderla.



Papá no dijo nada durante unos pocos minutos. —Nunca he amado a una mujer así. Pero me alegro de que tú lo encontraras. Solo ten cuidado. Llámame si me necesitas. Y pon tu Oops! de vuelta en Sandestin mañana y pon orden.



—Sí, señor —contesté.



—Adiós —dijo, entonces se fue. Llamada terminada.



Nunca me había dicho que me quería, y nunca se puso demasiado profundo conmigo. Nuestra relación estaba basada en negocios. A menudo me preguntado si el siquiera me llamaría si no trabajara para él, así que estaba pasmado por nuestra conversación. Esta era la primera vez que admitía que no amó a mi madre. Siempre pensé que lo había hecho. Pensaba que ella le había arruinado. Era una mujer bonita, egoísta y ambiciosa que negociaba por maridos con más dinero como base regular. Algunas veces se conformaba con papás de azúcar que la mantenían rodeada de lujo. La última vez que había hablado con mi madre, estaba... demonios, no estaba seguro donde vivía. Tanto tiempo había pasado.



Bajé mi teléfono y me dirigí a la habitación. Me pregunté si mi padre me preguntaría por Maite y el bebé de nuevo.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Nov 30, 2015 12:30 pm

20

Maite

Abrí los ojos y me encontré sola en la cama. Mi almohada, también llamada William, se había ido, pero estaba atrapada entre las sábanas, y la almohada con la que William dormía todavía emanaba calor. Entonces lo escuché.



Mi padre estaba aquí.



William estaba hablando, pero no podía escuchar lo que decía. Me senté e inhalé profundamente varias veces. Tenía que mantener la calma. Alterarme no era bueno para el bebé. Tenía que protegerlo, y tenía que protegerme a mí misma. Me puse de pie, pasé las manos por mi cabello y miré mi reflejo en el espejo. Mis ojos todavía estaban ligeramente hinchados de antes, pero me veía descansada.



Kiro comenzó a elevar la voz, y sabía que William necesitaba que lo rescatara. Mi padre se encontraba de muy mal humor. Tenía que recordar que solo se sentía asustado. Había perdido tanto ya en la vida.



La habitación se quedó en silencio cuando abrí la puerta, y los dos hombres se giraron para mirarme. Le di a William una sonrisa alentadora antes de enfocar mi atención en Kiro. Se veía terrible. Había perdido peso desde la última vez que lo vi, y tenía círculos negros debajo de los ojos. No llevaba nada de joyería. Si no estuviera cubierto de tatuajes, parecería un hombre mucho mayor. Pero era un dios del rock. El dios del rock del mundo. Mi padre.



—Hola, papá —dije, rompiendo el silencio que ahora llenaba la habitación.



El dolor contorsionó su rostro, y sacudió la cabeza.



—No puedes hacer esto, bebé. No permitiré que lo hagas. Te necesito. Jugar con tu vida no acabará bien. Te llevaré conmigo para arreglarlo.



—No —lo interrumpí. Ya sabía lo que iba a decir, pero escucharlo decirlo en voz alta era extremadamente difícil—. No —repetí para darle énfasis—. Me voy a quedar aquí. Tengo una obstetra que está especializada en embarazos como el mío. Está trabajando con un cardiólogo, y lo veré cada semana. Sí, es un embarazo con un gran riesgo comparado con los embarazos normales, pero consideran que tengo un riesgo bajo dentro de los de mi categoría. El doctor tiene fe en esto.



—Pero aún existe un riesgo. ¿Por qué? ¿Por qué me haces esto? Sabes que te necesito.‖Esto…‖esta…‖cosa‖todavía‖no‖es‖un‖bebé.‖Es‖solo‖un‖feto. Puede matarte, Maite. No puedo permitir que nada te aleje de mí. Tu madre no querría esto. Emmy estaría destrozada. ¿Es por algo religioso? ¿Es alguna mier*da que tu abuela te enseñó? ¡Porque es pura mier*da! ¿Me escuchas? Mier*da.



—¡Papá! Detente. Quiero a este bebé. Es nuestro bebé, mío y de William. Amo a este bebé. Y es un bebé, no una cosa. Es nuestro bebé, y lo quiero tanto. —Mi voz se quebró y William estuvo a mi lado en un instante, sus brazos rodeando mis hombros.



Kiro centró su atención en William, y un destello de furia iluminó sus ojos.



—Esto es tú culpa —dijo.



—Papá,no…



—Si ella muere, te mataré. ¿Me entiendes, chico? Acabaré contigo.



—Papá,detente…



—Ella es todo lo que tengo. Tú puedes tener bebés con cualquier mujer que no vaya a morir por ello. No tenías que embarazar a mi niñita, la única maldita cosa que me queda de Emmy. —Kiro negó con la cabeza—. No sabes lo que se siente amar a alguien como yo amo a Emmy. No tienes una maldita idea. Y Maite es parte de Emmy. Mi Emmy.



Sentí nauseas, y mi pecho dolió. Odiaba escucharlo hablar de Emily, mi madre. Aún se lamentaba por la vida que había perdido con ella. Rompía mi corazón una y otra vez ahora que conocía la verdad detrás de la imagen de estrella de rock de mi padre.



—Maite es mi mundo. La quiero, y haré lo que sea para protegerla. Es mi única preocupación. Pero también quiere a este bebé, y no la obligaré a hacer algo que no quiere. —Las palabras de William sonaron pesadas y tensas.



Kiro continuó mirándolo.



—¿En serio? Porque seguro que no pensaste en protegerla cuando te la follaste sin protección —rugió.



William se encogió.



—Papá, por favor, detente.



—No‖ sabía‖ nada‖ sobre‖ su‖ corazón.‖ Nunca‖ habría…‖ —William tragó y tomó una respiración profunda y devastadora—. Nunca habría hecho nada para herirla. No tenía ni idea de que tenía esta condición. No tuve la intención de dejarla embarazada.



—Pero lo hiciste —dijo Kiro en un tono lleno de odio. Entonces regresó su atención a mí—. Siempre has sabido que no podías tener niños, Maite. No era algo que te ocultáramos. Te advertí toda tu vida que tenías que ser cuidadosa y protegerte, que tu corazón no era tan fuerte como otros.



Viví llena de temor cuando era una niña porque Kiro logró convencerme de que si hacía algo emocionante, mi corazón dejaría de funcionar. No entendí qué iba mal en él, pero sabía que estaba dañado. Odiaba estar dañada.



—No quiero vivir como si estuviera rota. Soy fuerte, papá. Lo he demostrado a lo largo de los años. Necesito que me creas. Confía en que puedo hacer esto, porque voy a hacerlo. William no puede hacerme cambiar de opinión, tú no puedes hacer que cambie de opinión y ningún doctor logrará hacer que cambie de opinión. Quiero a este bebé. Quiero a nuestro bebé —dije, buscando la mano de William y entrelazando nuestros dedos.



Kiro arrojó sus manos al aire y dejó escapar una retahíla de maldiciones. Entonces señaló nuestras manos unidas.


—Disfruta eso, ¡porque vas a matarla! —le gritó a William—. La vida sin el amor de la mujer que te posee se convierte en una maldita pesadilla vacía. Prepárate, porque yo ya vivo en ese infierno. Sé cómo siente. —Dio un paso hacia mí y acunó mi rostro en sus manos—. Te amo. Eres mi chica. Siempre lo has sido —susurró Kiro, y presionó un beso en mi mejilla. Luego se giró y se alejó de la puerta sin decir otra palabra.



Esperé para asimilar su partida. Estaba enfadado, pero se iba. Lo extrañaría, pero sabía que una vez que sobreviviera a esto, regresaría. Sería parte de la vida de nuestro bebé, y amaría a su nieto. Solo tenía que vivir para todos nosotros.



William tiró de mi mano hasta que estuve presionada contra su pecho. Su cuerpo estaba tenso, y sabía que las palabras que papá le había dicho iban a acecharlo. Kiro no sabía que acababa de arrojarle a William todos sus temores a la cara.



—Voy a estar bien. Puedo lograrlo —le dije con una ferocidad que alejaba cualquier duda. Era fuerte. Iba a mostrarles a todos cuán fuerte era.



—Tienes‖que‖serlo.‖No‖puedo…‖no‖puedo‖vivir‖sin‖ti‖—dijo, su voz pesada por la emoción.



Era mi turno de tranquilizarlo. Extendí la mano y acerqué su rostro al mío para presionar mis labios firmemente contra los suyos. Abrió su boca para mí inmediatamente, y sus manos me rodearon mientras me besaba con todo el amor, la pasión y la calidez que personificaban a William Carter.



A mi precioso bebé,



Viniste al mundo con algo especial con lo que muchos niños no están bendecidos: un padre maravilloso. Sé que para cuando leas esta carta, sabrás como de increíble es tu padre. Ser amado por él es vivir. Y yo vivo porque él me ama.



Tú tienes este amor ahora, también. Puede que estemos compartiéndolos juntos. Si lo hacemos, entonces somos dos de las personas con más suerte del mundo.



Mi experiencia con mi propio papi fue más complicada. Él era simplemente un tipo diferente de papi. Me amaba, lo que nunca dude, pero él es único, como estoy segura de que ya sabes. Ser el nieto de Kiro Manning sería interesante, imagino. Espero que no seas el único por mucho tiempo. Tío Mase tendrá hijos un día, y sé que tendrás una relación cercana con ellos.



Tu abuelo podría hacer cosas que te hagan cuestionarlo, pero cuando tengas sentimientos mezclados hacia él, sabes que lo quiero. Él fue mi mundo por mucho tiempo. Él se convirtió en un hombre diferente una vez que perdió a tu abuela, y él no ha sido el mismo desde entonces. Lo cambió. Así que, quiérelo de todas formas. Incluso cuando está loco, quiérelo. Quiérelo porque yo lo quiero. Porque él me quiere y porque él no podrá evitar quererte.



Espero que un día, podamos acurrucarnos en tu cama juntos y reírnos de algo que él dijo o hizo. Es un personaje inolvidable, y te amará. Sé que lo hará.



Te quiere siempre,



Mami.

***

Blaire reprogramó su día de chicas con Maite e invitó a Della para que las acompañara a almorzar y a una visita al spa. La idea de Maite consintiéndose me hizo feliz. Mientras que las personas que la tocaran sean mujeres. Blaire me aseguró que así sería, luego se rió de mí.



Había manejado el tema en Sandestin y no tenía que trabajar, pero sabía que Maite necesitaba tiempo con sus amigas. Quería darle su espacio. Luego Woods llamó y preguntó si Rush y yo queríamos unirnos a él para un partido de golf. Había pasado un tiempo desde que hicimos esto. Sabía que la ausencia de Jace estaría en todas nuestras mentes.



Salí de la camioneta y alcancé mis palos de la parte trasera cuando olí un perfume familiar. Mier*da. Nadie me dijo que Nan se hallaba de vuelta en la ciudad. Arrastré la bolsa de la caja de la camioneta, luego me giré para enfrentarme a Nan. Mi mayor error.



—Te ves mejor que la última vez que te vi —dijo con una sonrisa de satisfacción.



—Estoy mejor. ¿Disfrutaste de París? —le pregunté, tirando de la correa de mi bolso encima de mi hombro.



—Siempre disfruto de París —dijo mientras daba un paso hacia mí y recorría su mano hasta mi pecho—. Te echo de menos. Echo de menos las cosas que puedes hacer con esa boca tuya. —Arrastrando su dedo sobre mis labios.



Sacudí mi cabeza y empecé a dar un paso hacia atrás, pero no fui lo suficientemente rápido. Nan deslizó su mano en mi cabello y agarró un puñado, luego presionó su boca contra la mía. Me quedé en shock al principio, pero sólo por un segundo, antes de que la empujara hacia atrás, rompiendo el beso.



—¿Qué carajos? —le pregunté, furioso—. No puedes hacer esta Oops. No estoy disponible, y si lo estuviera, te aseguro que no estaría disponible para ti.



Nan me miró. —¿No estas disponible? No me digas que Maite regresó —dijo con odio.‖Como‖si‖“Maite”‖fuera‖una‖mala‖palabra‖que‖odiaba‖decir.



—Maite está de vuelta, y está embarazada. De mi bebé —le dije con énfasis.



Nan me frunció el ceño. —¿Embarazada? —repitió.



Asentí, un poco confundido en el orgullo que viene con esa palabra. Odiaba que estuviera embarazada. Odiaba que estuviera en peligro. Pero existía orgullo en decir que una parte de mí se encontraba dentro de Maite.



—No puede estar embarazada —dijo Nan lentamente—. Ella tiene una enfermedad cardiaca. ¿Qué demonios pensabas? —De todas las personas en el mundo, que esperaba me culparan y me gritaran por esto, nunca esperé que fuera Nan—. No puede tener un bebé —repitió Nan, como si no estuviera segura de que lo haya entendido aún.



—Va a tener al bebé. He tratado de hablar a solas con ella, pero se niega a escucharme. No lo hará... ya ama al bebé —le expliqué, sin perderme lo extraño que era explicarme ante Nan.



Nan puso su mano en su cadera y me estudió por un momento antes de decir cualquier otra cosa. —Entonces, ¿vas a dejarla tener un bebé que va a matarla? ¿Lo sabe Kiro?



—Estuvo aquí hace dos días. Sólo te lo perdiste.



Nan rodó sus ojos. No era fan de su padre. La descuidó durante la mayor parte de su vida y casi no la reclamó como una hija, todo mientras había amado y querido a Harlow. Nan desarrolló una gran cantidad de amargura hacia los dos. —Odio haberme perdido eso —dijo con sarcasmo.



—Tengo que irme. Rush y Woods están esperándome —dije, dándome vuelta para dejarla allí. No quería hablar con Nan por más tiempo. Era raro, y me sentí como si estuviera engañando a Maite con sólo tener una conversación con Nan.



—¿Puedo unirme? —preguntó Nan.



—No, no puedes. —La voz de Blaire me sorprendió, y me di vuelta para verla caminar hacia nosotros con Maite y Della situadas en la entrada principal del club. Maite parecía que se hallaba al borde de las lágrimas y el dolor en sus ojos me hizo dejar caer mi bolso y dirigirme hacia ella.



—No recuerdo preguntarte a ti, Blaire —espetó Nan.



—No me preguntaste. Pero estoy respondiendo —contestó Blaire. No me quedé allí de árbitro. Ellas podrían estar relacionadas ahora por lo del matrimonio, pero las dos no habían hecho ningún tipo de vínculo. Dudaba que alguna vez lo hicieran.



Della me miraba mientras corría por las escaleras hasta donde ella y Maite se encontraban de pie.



—Su auto está aquí, señorita Sloane —dijo el valet mientras me acercaba.



—No estamos listas para ello por el momento. Danos un minuto, por favor — respondió Della, y giró su mirada enojada de nuevo hacia mí.


Estudié el rostro de Maite y la vi bajar sus ojos para mirar el suelo. Algo estaba mal. Della se veía dispuesta a pegarme, y Maite parecía a punto de llorar.



—Nena, ¿qué pasa? —le pregunté, tocando su cara en un intento de conseguir que me mirase.



Maite levantó la cara, pero mantuvo sus ojos desviados de mí.



—¿Tal vez deberías preguntarle a los labios de Nan? —espetó Della hacia mí.



Oh. ¡Oops! —¿Viste eso? —le pregunté a Maite en estado de pánico, y me di cuenta de que no era la reacción más inteligente.



—Sí, todo el club lo vio desde el comedor —respondió Della por ella—. Justo cuando nos estábamos yendo.



No es bueno. Molestar a Maite era lo último que quería hacer. —La empujé. No esperaba‖que‖hiciera‖eso.‖Le‖decía‖que‖iba‖a‖jugar‖golf,‖y‖sólo‖me‖atacó.‖No‖sabía…



—Seguías hablando con ella. No te veías enojado —dijo finalmente la suave voz de Maite, interrumpiendo mis excusas.



Mier*da. —Le conté sobre el bebé, y se sorprendió. Sabe acerca de tu corazón. Estábamos hablando de la visita de Kiro. Y tu salud. Te lo juro, eso hacíamos. Sé que suena loco, pero se sentía realmente curiosa. Y parecía preocupada, por un momento me costó créelo, también.



Los ojos de Maite finalmente se levantaron para mirarme, luego miró a Della. — Bien. Voy a ir al spa con Blaire y Della. Podemos hablar de ello más tarde.



Todavía se veía molesta. Maldición, no quería que me dejara mientras se sentía molesta. —Ven a casa conmigo. Podemos hablar. No me gusta verte enojada. Te lo juro, no la besé. Me sorprendió, y me tomó un segundo reaccionar. No siento nada por ella. Nada, Maite. Eres todo lo que amo. Tú.



Maite estudió mi rostro, y luego asintió. —Fue difícil de ver —dijo.



Pudo haber puesto un cuchillo en mi estómago, y habría sido menos doloroso. Maldita sea, Nan. Hizo esta mierd*a para causar problemas. Desearía que hubiera mantenido su cu*lo en París.



—No deberías haber tenido que ver eso. Debería haber estado preparado para evitar que intentara algo así y protegerme en contra de ella. Pensé que después de la última vez que hablamos, había recibido el mensaje de que no me interesa. Que estoy completamente tomado.



Maite me dio una pequeña sonrisa. —Tenemos que irnos. Te veré más tarde. Diviértete jugando golf con los chicos —dijo ella, sonando menos herida y más aliviada.



Incliné mi cabeza para besarla, y volteó su cara para que mis labios besaran su mejilla. Dio un paso atrás y agachó la cabeza. —Lo siento, pero ella todavía está en tus labios. Puedo ver su brillo labial. No puedo... —dijo, luego caminó por las escaleras con Della justo detrás de ella. Blaire se hallaba parada al lado del auto con la mano presionada sobre su boca para cubrir la risa.



Le disparé una mirada molesta a Blaire, y se encogió de hombros, luego volvió a reír antes de entrar al auto. Maite miró hacia mí cuando se subió al auto y me dio un pequeño saludo. Entonces el valet cerró la puerta y se fueron.



Hija de pu*ta.



A mi preciado bebé,



Tienes tanta gente en tu vida que te ama. Me imagino que amas pasar tiempo con Nate ahora. Será alguien con quien puedas contar, y va a ser como familia para ti. Rush siempre fue como mi familia. Crecer con padres estrellas del rock no es fácil, Rush y yo compartimos ese vínculo.



Espero que los llames tío Rush y tía Blaire. Sé que van a darte la bienvenida con los brazos abiertos. No puedo pensar en dos mejores personas a las que pedirles que sean tus padrinos.



Luego están Woods y Della. Son amigos muy especiales, la clase de gente que no esperaba encontrarme, pero una vez más, son un regalo que tu padre me dio. Me dio tantos. Espero que Woods y Della tengan hijos ahora y así puedas tener amigos en el clan Kerrington. Cuando estuve embarazada de ti, Woods y Della intervinieron y me ayudaron más de una vez. Aprecio su amistad.



Hablemos de tu tío Mase. Será especial en tu vida. Una vez que te vea por primera vez, ganarás su corazón. Lo conozco muy bien. Es demasiado blandengue. Asegúrate de darle un abrazo a menudo y decirle lo mucho que lo amas por mí. Incluso si estoy ahí contigo, se lo creerá. Le gusta la atención.



Su madre, tu tía Maryann, será tu primera defensora. Estará dispuesta a matar dragones por ti, si eso fuera lo que se requiriera. Sabes que si alguna vez necesitas algo y no estás seguro de a quién acudir, puedes recurrir a ella. Es sabia y está llena de buenos consejos.



Luego está tu tía Nan. Ni siquiera sé si vas a referirte a ella como tía o no. No estoy segura de sí va a estar en tu vida mucho o en lo absoluto. Espero que lo esté. Estoy sorprendida de mí misma por decir esto, pero espero que tengas una relación con ella. Creo que ha sufrido de rechazo tantas veces en su vida por la gente que se suponía tendría que amarla incondicionalmente que se convirtió en amargada. Eso la marcó. Quiero que encuentre la felicidad y una manera de sanar. Tal vez podamos ver cuando ese día suceda. Espero que lo hagamos.



Así que ya ves, tienes una familia. Personas que estarán dispuestas a conocerte y amarte, que estarán ahí para ti durante toda la vida. Nunca estarás solo. Es la única cosa que más me conforta cuando me acuesto a dormir por la noche.

Te amaré siempre,

Mami.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Nov 30, 2015 12:36 pm

22

Maite

La visión de las manos de Nan en el pelo de William mientras lo besaba me atormentaba. Della y Blaire pasaron las últimas horas intentando que mi mente se alejara de ello, así que fingí superarlo, pero no era así. Lo único en que podía pensar era en que Nan se encontraba sana. Sería capaz de darle bebés sin ninguna razón para temer. Bebés saludables. Ella estaría aquí si yo no lo estuviera.


La idea de que William pudiera amar a alguien más algún día dolía tanto, pero entonces el egoísmo de esa emoción me puso furiosa conmigo misma. Si algo me pasara, querría que William encontrara la felicidad de nuevo. Quería a alguien que lo amara y le diera la vida que se merecía. Lo hacía.



Pero no con Nan.



Dios, ¿cuán retorcido era eso? ¿Qué me ocurrió? Era una persona amable. Siempre he sido una persona amable, pero ahora... puf. Me encontraba enojada conmigo misma. No sabía que sentía. Mis emociones se hallaban por todos partes. Me encontraba todo el tiempo sentimental e insegura. No era una persona insegura y sentimental.



―Ya‖está en‖casa.‖Apuesto‖a‖que‖ha‖estado‖preocupándose‖demasiado‖―dijo‖Blaire‖ con‖ una‖ sonrisa―.‖ No‖ seas‖ demasiado‖ dura.‖ Creo‖ que‖ Nan‖ realmente‖ lo‖ atacó.‖ Él‖ aprenderá a mantener la distancia.



Asentí. Tenía razón. Sabía que lo hacía, y ahora la idea de él preocupándose todo el día‖me‖hizo‖sentir‖aún‖peor.‖―Probablemente‖no‖debería‖ser‖tan‖dura‖―dije.



―Sí,‖deberías.‖Se‖sale‖con‖la‖suya‖porque‖es‖demasiado‖encantador.‖Necesita‖que‖le‖ recuerden que no puede dejar que ese tipo de cosas suceda. Si no le haces saber que eso te molesta,‖podría‖suceder‖de‖nuevo‖con‖otra‖persona‖―explicó‖Blaire.



Confiaba en ella. Amaba a Rush, pero se ocupó de sus propias batallas con Nan. Nan era la hermana pequeña de Rush y crecieron juntos en la casa de su madre en Georgianna. Rush se pasó la mayor parte de su vida mimando y cuidando a Nan. Cuando Blaire entró en su vida, Nan no había tratado bien con eso.



―Gracias‖por‖hoy.‖Realmente‖lo‖disfrute‖―les‖dije.



―Me‖alegro‖de‖que‖llegáramos‖a‖hacerlo.‖Te‖extrañe‖―dijo‖Della.‖Su‖sonrisa‖era‖ siempre tan sincera y cálida.



―Lo‖haremos‖de‖nuevo.‖―Nos‖aseguró‖Blaire―.‖La‖próxima‖vez,‖sin‖embargo,‖ obligaré‖a‖Bethy‖a‖venir‖con‖nosotras.‖Pataleando‖y‖gritando,‖si‖es‖necesario.‖―Blaire‖le‖ suplicó a Bethy venir, pero dijo que tenía cosas que hacer en casa. Blaire dijo que se bloqueaba a si misma cada vez que no se encontraba trabajando en el club. Fue empeorando en vez de mejorar para ella, claramente.



―Las‖veré‖más‖tarde‖―les‖dije,‖y‖salí‖del‖coche.



La puerta principal se abrió antes de que mi pie alcanzara el último escalón, y William estaba esperándome en la cima de las escaleras. Su rostro se encontraba lleno de preocupación y miedo. En mi corazón, sabía que lo que vi antes no fue su culpa. Aun así no fue más fácil de ver. No fui capaz de aliviar su mente cuando lo dejé en el club. Me hallaba molesta, y no lo siento por eso. Él también lo estaría si hubiera estado en mi posición. Pero por la expresión en su rosto, se preocupó por esto todo el día.



―Lo‖siento‖―dijimos‖los‖dos‖al‖unísono.



William‖frunció‖el‖ceño.‖―¿Por‖qué‖tú te‖disculpas?‖―preguntó‖mientras‖me‖paraba‖ frente a él.



―Por‖ hacer‖ que‖ te‖ preocuparas‖ todo‖ el‖ día.‖ No‖ debería‖ haber‖ hecho‖ eso.‖ Me‖ equivoqué.



William dejó escapar un gemido y frotó su rostro con‖su‖mano.‖―Maite,‖por‖favor‖ no lo empeores. Ya me siento como un completo idi*ota, y tú disculpándote dulcemente me está haciendo sentir como uno más grande.



Me‖acerqué‖y‖tiré‖su‖mano‖de‖su‖rostro.‖―No‖debiste‖dejar‖que‖se‖acercara‖tanto‖a‖ti.‖ En el futuro, se más precavido. Pero fue un error, y entiendo eso. No creo que querías que te besara.



Me atrajo hacia él y me empujó contra la puerta mientras su boca cubría la mía. El sabor a menta de su boca me hizo preguntarme cuantas veces se cepilló los dientes. Sonriendo contra sus labios, deslicé un brazo alrededor de su cuello y lamí la comisura de su boca, luego tiré su lengua en mi boca y la chupé.



Las manos de William estuvieron bajo mi blusa en segundos. Ahuecaron mis pechos mientras presionaba su erección contra mi estómago. Esto era justo lo que necesitaba después de un día de pensar en los labios de Nan sobre William.



Rompió el beso, y comencé a discutir cuando abrió la puerta de un tirón.‖―Vayamos‖adentro‖antes‖de‖que‖nos‖arresten‖por‖exhibicionismo‖―gruñó.



Riendo, me apresuré a entrar pero no llegué muy lejos antes de que William me tuviera apretada contra la pared mientras besaba mi cuello y mordisqueaba mi hombro. Pude sentir la dureza con la que se presionó conmigo afuera contra mi trasero mientras giraba sus caderas en un movimiento circular. Todo lo que pude hacer fue poner mis dos manos contra la pared para mantenerme de pie y disfrutar.



Bajó mis pantalones cortos por mis piernas, junto con mis bragas, y yo obedientemente, salí de ellos. Luego, sus manos estuvieron sobre mi trasero, ahuecándolo mientras separaba mis piernas. Antes de que pudiera averiguar lo que hacía, su boca se encontraba en mi raja. Grité y caí contra la pared mientras su lengua bailaba a lo largo de los sensibles pliegues.



―Oh,‖Dios,‖no‖puedo‖seguir‖de‖pie‖‖―grité,‖sintiendo‖mis‖rodillas‖doblarse.



William‖levanto‖el‖brazo,‖agarró‖mi‖cintura,‖y‖me‖dio‖la‖vuelta.‖―Pon‖tus‖piernas‖ sobre‖mis‖hombros‖―dijo‖mirándome,‖mientras‖me‖abrazaba‖por‖la‖cintura―.‖Te‖tengo.‖ No te dejare caer.



Lo hice mientras me instruyó, sostuvo mis caderas y me empujo contra la pared antes de continuar sus esfuerzos para volverme loca. Me agarré a la primera cosa que me pareció tan agradable cuando hizo esto: su pelo. Parecía gustarle. Sus besos siempre se ponen más intensos cuando comienzo a tirar de su abundante cabello.



Jadeaba y dejaba escapar gemidos y gritos ahogados, sin importarme si caía de sus hombros. Con tal de que siguiera haciendo esto. Justo cuando me hallaba a punto de romperme, se detuvo, y sus ojos encontraron‖los‖míos.‖―¿Estas‖lista‖para‖correrte?



Asentí, asustada de gritar sí, si abría la boca.



William sonrió con malicia, entonces apartó su la lengua antes de bajar su cabeza y mover rápidamente la punta sobre mi punto más sensible tres veces, tirándolo en su boca y chupando. Lo perdí completamente. Me encontraba segura de que los vecinos escucharon mis gritos. Pero no me importó.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Nov 30, 2015 12:38 pm

23

William

Al día siguiente, en el consultorio del doctor, Maite se encontraba sobre la mesa de examen con su camisa levantada, su estómago desnudo expuesto para la ecografía. Todavía era plano. No se podía decir que había algo en su interior. Ella se veía normal. Bueno, tan normal como una persona muy ansiosa puede verse. Pasó toda la mañana preparando el desayuno, a pesar de que nunca o ha preparado. Entonces pasó una hora tratando de decidir qué ponerse. Me di cuenta de que estaba nerviosa, cualquiera pensaría que nos iban a presentar al bebé y ella quería dar una buena impresión.



Nos encontrabamos en el consultorio para escuchar el latido de su corazón. Busqué en Google el proceso y descubrí que si no escuchamos el latido de su corazón, significa que el bebé no sobrevivió. Maite no ha tenido ningún sangrado o calambres, pero al parecer, eso no significaba que no pudiera haber abortado.

Abortar este bebé la devastaría. La idea de ver su corazón roto no era algo que quisiera, pero no estaba seguro de lo que quería escuchar hoy. Solo quería que Maite se sintiera bien. Segura. La necesitaba para sentirme seguro. Y feliz. Solo no me hallaba seguro de que hubiera forma en la que pudiera sentirme de ambas formas.



Una vez más, me encontraba completamente indefenso. Odiaba este sentimiento.



—De acuerdo, ¿estás lista? —preguntó el doctor, bajando la mirada hacia Maite. De alguna manera él sabía que no debía preguntarme, porque sabía que yo no estaba preparado. Si escuchamos el latido de su corazón y era saludable, eso significaba que no terminó, que tenía que seguir viviendo con el temor de perder a Maite. Pero si no escucháramos el latido de su corazón, el dolor podría ser demasiado para ella soportar.



—Sí —dijo Maite. La emoción y el nerviosismo en su voz no pasaron de desapercibidos por el doctor. Él sonrió de modo tranquilizador. Lo hacía todo el tiempo. Parecía positivo, lo cual era bueno. O no lo era. Demonios, ya no sabía lo que era bueno.



Entonces sucedió. El sonido que cambió todo.



Un rápido y constante golpeteo llenó la habitación, y lo único que podía hacer era mirar el estómago de Maite. Extendió su mano y sujetó la mía con fuerza, y dejó escapar un sollozo que me sobresaltó. Levanté la vista a ella, y tenía una sonrisa tan condenadamente grande, pero sus ojos se encontraban llenos de lágrimas no derramadas. El asombro en su rostro dijo todo lo que yo estaba pensando. Había una vida ahí. Una que creamos. Era real.



—Suena fuerte. Esa es una muy buena señal —dijo el doctor.



La mano de Maite apretó la mía, y empezó a reír. El latido de su corazón se aceleró un segundo con su risa, y luego volvió a la normalidad. ¿El bebé la escuchó reír?



—Creo que es un buen comienzo. Me siento positivo sobre esto. Te ves bien. He estudiado tus registros, y como saben, tuvimos que cambiar sus medicamentos. Algunas cosas que no puede tomar durante el embarazo, pero me siento seguro de que esto va a funcionar. Me llamas si sientes algo raro, en cualquier momento. No esperes. Llámame. — Volvió su atención a mí—. Ella necesita llamarme de inmediato —repitió.



—Sí, señor —respondí. No es algo que tenía que exigirme. Al segundo en que creyera que tenía problemas, llamaría a la ambulancia, y luego a él.



Quitó el equipo de monitoreo, acomodé la camisa de Maite y la ayudé a sentarse, pero no antes de besar su nariz. Tenía que darle un beso en alguna parte. Se aferró a mi brazo por un momento, esa enorme y brillante sonrisa todavía en su lugar. —Lo escuchamos —dijo, como para asegurarme que escuchamos los latidos del corazón del bebé.



—Sí, lo hicimos —le dije.



¿Cómo se supone que yo no quisiera eso? ¿Cómo podría elegir alguien o algo sobre Maite? Yo era un desastre. Un lío confuso. Amé ese sonido porque era nosotros. Nuestro bebé. También la hizo tan jodidamente feliz. ¿Era egoísta al no querer que tenga este bebé porque podría perderla?



El doctor le dijo a Maite algunas cosas más acerca de sus nuevos medicamentos y dijo que debe continuar con el ejercicio moderado, siempre y cuando descansara a menudo. Ella le aseguró que lo haría, y luego nos acompañaron afuera de nuevo a través de la puerta trasera.



Cuando estuvimos en la camioneta y nos dirigimos de regreso a Rosemary Beach, Maite se deslizó cerca de mí. —Eso fue increíble —dijo en voz baja.



No quería estar de acuerdo con ella, pero tenía razón. —Sí, lo sé.



Envolvió sus brazos alrededor de uno de los míos y apoyó su cabeza en mi hombro. —En aproximadamente dos meses más, sabremos si es un niño o una niña, y podremos verlo moverse.



Un niño o una niña... verlo moverse... Quería esas cosas. Las quería con ella. Solo ella. Pero no podía olvidar el riesgo. ¿Era esta la forma en que se supone que fuera la vida? ¿No puedes tener todos tus sueños, pero sí una parte de ellos? Solo se puede tener una muestra de algo, ¿pero nunca ese algo por completo?



Mi precioso bebé:



Hoy escuchamos los latidos de tu corazón. Fue el sonido más hermoso del mundo. Nunca sentí tanta alegría. Hasta ese momento, no sabía que tanta alegría era posible de procesar para un humano. Mi corazón se llenó de amor. Sabiendo que estabas allí. A salvo.



Tu papá dijo que cuando me reí, tu ritmo cardíaco se aceleró como si me hubieras escuchado. Espero que lo hayas hecho. Me haces muy feliz. Todavía no te encuentras aquí, y mi vida se siente tan llena.



Tampoco, nunca vi tu padre tan conmovido. No dijo mucho, pero el asombro en sus ojos mientras el sonido de tu corazón llenaba la habitación fue algo que nunca olvidaré. Lo llevaré conmigo para siempre. Hoy te volviste real para él.



No me malinterpretes. Te amó antes. Solo no sabía cuánto hasta que te escuchó. Todavía no tiene la conexión que nosotros tenemos, porque te encuentras protegido dentro de mí. Sin embargo, conectarán pronto. Serás la razón por la que se ríe y se alegre de vivir. Solo espero que tenga la oportunidad de ver eso.



Pero recuerda, si no lo hago, me encontraré allí en espíritu. Me comprometo a hacer un trato con el cielo para conseguir un asiento en primera fila en tu vida. Quiero ver a las dos personas que más amo en el mundo, pasar esta vida juntos. Si me llego a encontrar ahí contigo en este momento, ya sabes lo mucho que te amo, porque lloraré mientras lees esto, tal como lloro lágrimas de felicidad en este momento.



Tu vida fue bendecida antes de que siquiera llegaras. No importa cómo Dios determine mi destino, no estarás solo. Harás grandes cosas, y estaré observándote y animándote, ya sea justo ahí a tu lado o sobre las nubes.


Te ama siempre,Mami.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Nov 30, 2015 12:39 pm

24

Maite

Blaire se sentó a la mesa tratando de hacer que Nate comiera su cena. Él no estaba interesado. Se concentraba en la puerta, por donde acababan de salir su papá y su tío William.



—Tienes que comer —le dijo Blaire, mientras él golpeaba sus pequeñas manos en la silla de comer con frustración.



—¡No! ¡Papá! —gritó.


Blaire rodó los ojos. —No es‖su‖nueva‖palabra‖de‖la‖semana.‖Si‖he‖oído‖“no”‖un‖ millón de veces esta semana, es poco. Eso y papá parecen ser sus palabras favoritas. La semana‖pasada‖eran‖‖“cayo”‖y‖“papá”.‖Cayo significa carro, lo cual quiere decir que quiere ir en carro. Al niño le gusta salir.



Sonreí‖y‖lo‖observé‖mientras‖señalaba‖la‖puerta‖y‖exigía‖“papá”‖otra‖vez.‖Era‖muy‖ apegado a su padre.



—Me rindo —dijo Blaire, dejando el tazón de avena que intentaba darle de comer—. Déjame ver si a Rush no le importa llevarlo afuera con ellos.



Nate observó a su madre caminar por la puerta con concentración absoluta, hasta que se dio cuenta de que yo seguía sentada a su otro lado. Giró sus ojos color plateados en mi dirección y me dio una sonrisa desdentada. Mientras más crecía, más se veía como su padre. Lo cual, estaba segura, era algo bueno para todas las niñas en el mundo. Algún día, habría otro hombre Finlay disponible.



Blaire volvió a entrar, seguida por Rush. Sus ojos fueron directamente hacia Nate. —¿Me llamas, hombrecito? —dijo, como si no supiera ya la respuesta.



—Lleva contigo la avena, y ve si puedes conseguir que la coma mientras tienen su momento de hombres —dijo Blaire.



Rush desabrochó el cinturón de Nate, quien ahora aplaudía alegremente, y tomó el tazón que Blaire le tendía. Se agachó y la besó. Volteé la cabeza cuando vi la punta de su lengua pasar por el labio inferior de ella.



—Tengo controlado a este chico. Comerá por mí. Ustedes dos hablen. William y yo le enseñaremos sobre el mundo.



Blaire rio y se volvió a sentar. —Oh, Dios. Eso no suena bien.



Rush le guiñó un ojo y volvió a salir de la casa con el bebé y un tazón de avena en sus brazos. No se veía para nada como un papá, con sus brazos cubiertos de tatuajes, pero realmente era bueno en eso. Era como imaginé que sería William.



—Te preguntaría si quieres un poco de café, pero eso está fuera de los límites —dijo Blaire, recostándose en la silla con un suspiro—. ¿Cómo van las cosas? ¿William está bien con todo?



No estaba segura de cómo responder a eso. Habían pasado dos semanas desde que escuchamos el latido y él se encontraba mucho mejor. Incluso lo llamaba bebé. Antes, actuaba como si no existiera. El bebé era real para él ahora. Lo vi en sus ojos en el momento en que cayó en cuenta. Pero seguía nervioso. Y estaba decidido a asegurarse que yo me encontrara bien cuidada. —Oír el latido lo ayudó. Creo que ahora lo entiende, por lo menos un poco. Entiende lo que siento, que allí hay una vida que nosotros hicimos, y no puedo simplemente acabar con ella. No creo que se enoje conmigo si mañana decidiera terminar el embarazo, pero sí que tiene una conexión con el bebé ahora. Eso es un comienzo.



Blaire frunció el ceño. No lo hacía muy a menudo, así que ver su ceño fue extraño. —Le asusta perderte. Creo que ahora mismo, sacrificaría a cualquiera que no seas tú. Te ama. —Su cara cambió del ceño a una sonrisa—. Y estoy muy feliz de que te encontrara. Siempre supe que William era mucho más que las mujeres que metía y sacaba de su habitación.



Traté de no estremecerme.



Blaire apretó los ojos. —¡Lo siento mucho! No debí haber dicho eso. Solo... Sé cómo fue el pasado de Rush de primera mano. De hecho, lo vi teniendo sexo con una de sus muchas aventuras de una noche antes de que saliéramos. Lo vi enrollarse con otra. Y vi a otra saliendo de su habitación una mañana. Supongo que soy inmune a su pasado. Fue antes de mí, y no me molesta. Pero tú no viste todo eso en William. Necesito cuidar lo que digo.



No sabía que Blaire había visto a Rush teniendo sexo con otra mujer. Incluso si fue antes de ella, aún parecía horrible. Pero su relación no empezó de la manera típica. Eran hermanastros, y Blaire fue arrojada al regazo de Rush por su padre sin el consentimiento de él.



—Está bien. Sé cómo era William. Lo escuché teniendo sexo con Nan, simplemente no puedo imaginar verlo.



Blaire se estremeció. —Tampoco quiero esa imagen, así que cambiemos de tema. ¿Van a averiguar el sexo del bebé?



Lo haremos. Quería saberlo, en caso de que no tuviera la oportunidad de sostener a mi bebé. Quería saber lo que iba a tener. Quería nombrarlo y hablarle. También quería dejar de llamarlo “eso”. —Sí, lo vamos a averiguar.



Blaire sonrió. —Amé saber qué era Nate antes de que naciera. Fui capaz de soñar con‖ él,‖ de‖ hablarle,‖ y‖ por‖ supuesto,‖ Rush‖ le‖ decoró‖ la‖ habitación.‖ Espera…‖ ¿Dónde colocarás al bebé?



No había una habitación extra en el apartamento de William. Pensaba mover el armario del dormitorio a la sala de estar y poner la cuna del bebé allí. Pero ni siquiera teníamos una cuna todavía. No tenía idea de cuales eran nuestros planes. —Todavía no estoy segura. Tendremos que hacer espacio en el dormitorio para la cuna.



Por mucho que no quisiera pensar en el peor de los casos, tenía que planificarlo. No podía dejar a William sin preparación alguna. Sabía que Maryann se hallaba dispuesta a ofrecerse y llevarse al bebé si tenía que hacerlo. Me quedaba tranquila sabiendo que si William no podía manejarlo o no quería toda la responsabilidad, Maryann estaba preparada. Pero yo quería que William se quedara con nuestro bebé. Quería que repitiera‖“papá”‖una‖y‖ otra vez, y levantara sus pequeños brazos hacia William. Y no podía estar segura de qué ocurriría, especialmente no ahora.



Si él necesitaba guardar luto.



—Tus pensamientos se fueron en declive. Está por todo tu rostro. ¿Qué dije? — Blaire era muy observadora. Necesitaba ser más cuidadosa. No quería que pensara que me encontraba preparada para morir. No quería que nadie pensara eso, porque tenía la intención de vivir. No vivía en un cuento de hadas, sabía que era posible que no fuera lo suficientemente fuerte.



—Lo siento. Algunas veces hago demasiados planes en mi cabeza. Me gusta estar preparada para todo —expliqué, y forcé una sonrisa que no sentía.
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