Re: WEBNOVELA"Mundos separados DE LINDSAY ARMSTRONG"

por EsperanzaLR Lun Dic 07, 2015 2:05 pm

asturabril escribió:

por EsperanzaLR Lun Dic 07, 2015 2:05 pm

Joanita escribió:Siguelaáaaaaa por favor! !!!!!!

Ahora sigo Joanita

por EsperanzaLR Lun Dic 07, 2015 2:10 pm

Capítulo 4
Se despidieron a la mañana siguiente de los invitados, les dio la impresión de que los empleados de Waterford tenían una extraña actitud hacia Declan McLeod. Parecían ser más pacientes con él y no sabía por qué. Se imaginó que había tenido las mismas ventajas que William a pesar de tener distinta madre. Pensó que quizás lo hicieran porque era obvio que Declan no estaba a la altura de su hermano mayor.
Se despidió de ellos y se preparó para irse a trabajar.
Durante el largo trayecto a Augathella estuvo recapacitando sobre su situación en el rancho. Llegó a la conclusión de que necesitaba hablar con Peter Bannister cuanto antes. Y no sólo para que la aconsejara, sino porque había decidido irse de Waterford tan pronto como pudiera.
Llegó al hospital diez minutos antes de que comenzara su turno y aprovechó para llamarlo. Pero su jefe estaba de vacaciones y fuera de cobertura.
Cuando volvió horas después al rancho tenía una idea en la cabeza y sólo una, irse de allí cuanto antes. Pero se enteró de que William se había ido en avión a Sydney y que volvería al día siguiente.
—Regresará mañana por la tarde, señorita Torrance —le dijo Walt—. Ha ido con Dave y me pidió que le dijera que no se preocupara por él. También le sugiere que se relaje. No le dije que eso me parecía tarea imposible, pero puede que sea buena idea si consigue estar sin hacer nada.
Se quedó con la boca abierta. No tenía ni idea de que pareciese cansada o estresada.
—Gracias, Walt, lo intentaré —murmuró—. Entonces, ¿se ha ido todo el mundo? ¿No están los pilotos, ni el secretario…?
—Tiene el rancho para usted sola —asintió Walt.
—¡Aleluya! —repuso con alivio.
Fue a su dormitorio y se miró en el espejo.
Se dio cuenta de que tenía cara de cansada. Le había molestado que William le sugiriera que se relajara y no se preocupara por él.
Estaba claro que aún recordaba sus últimas palabras en el jardín la noche anterior, cuando le comentó que lo único que le preocupaba de él era su salud.
No le extrañaba parecer cansada, esa noche no había dormido nada.
Se alegró de poder pasar un tiempo sola para tranquilizarse antes de decirle al día siguiente que se iba de allí.
Pasó un día estupendo intentando cuidarse y relajarse. Recogió algunas hierbas olorosas del jardín y la cocinera le ayudó a preparar algunos brebajes.

por EsperanzaLR Lun Dic 07, 2015 2:22 pm

Había fraguado una buena amistad durante esos días con la señora Walker, la cocinera de Waterford, y ésta le ayudó a preparar una mascarilla de avena para la cara, una decocción de romero y camomila para su pelo y una bolsa de muselina llena de flores de lavanda.
Llevó todo a su dormitorio y se aplicó la mascarilla por todo el rostro. Después colocó la bolsa de lavanda en la bañera y llenó ésta de agua caliente. Se frotó la loción en su pelo y estuvo disfrutando de su baño durante lo que le pareció una eternidad mientras escuchaba música de Mozart en la radio.
Después se secó, se aplicó crema hidratante por todo el cuerpo y se hizo la manicura.
Terminada la sesión de belleza, se metió en la cama con un buen libro y esperó a que la avisaran para bajar a cenar.
Comió poco, tocó el piano un buen rato y después se fue a la cama.
Durmió como no lo había hecho en mucho tiempo, sin que la atormentaran extraños pensamientos relacionados con William McLeod.
El día siguiente amaneció lloviendo y lo hizo durante horas. Era un cambio de escenario radical. Nada que ver con el espantoso calor y el polvo del resto del verano.
Se puso un chubasquero y botas y estuvo dando una vuelta por los jardines y bajo la lluvia. Se imaginó que a las plantas le vendría muy bien esa agua, mucho mejor que el que usaban para regarlas el resto del año. Y a ella también le afectó de manera muy positiva ese cambio meteorológico. Se sentía descansada y renovada por dentro y por fuera.
Ya había dejado de llover cuando William y el resto de su grupo regresaron al rancho, pero ella no estaba allí para recibirlos.
Había salido a cabalgar en cuanto dejó de llover, quería disfrutar del olor a tierra mojada y del frescor del aire.
—Tenga cuidado, señora —le aconsejó el mozo de la cuadra que le ensilló el caballo—. El suelo puede estar algo resbaladizo.
—Lo tendré —repuso ella—. ¿Cómo se llama el caballo?
—Gran Rojo.
—Bueno, el nombre le sienta bien. Es muy grande, necesitaré que me ayude a subir —le dijo ella—. Gracias —añadió tras quedar sobre la silla.
—Es el único que tenemos en los establos ahora mismo. De otro modo, le habría preparado uno más pequeño. Éste es grande, pero tiene buen carácter.
—Muy bien, Gran Rojo, espero que disfrutes del paseo tanto como yo…
Comenzó a cabalgar sobre él y tuvo mucho cuidado hasta se encontró en el camino con una vaca y su ternero a unos ocho kilómetros de las cuadras. El pequeño estaba atrapado y no dejaba de bramar desesperado. La madre también mugía alrededor de su ternero.

por EsperanzaLR Lun Dic 07, 2015 2:43 pm

Estudió la situación y se dio cuenta de que no podía hacer nada para rescatar a la res, pero podía volver al rancho para buscar ayuda. Se fijó en el sol y en una colina cercana para intentar describir a la gente dónde estaba el ternero. También se quitó del cuello el pañuelo rojo que llevaba y lo tiró a un arbusto con espinos para que les sirviera de guía.
Pero estaba tan ansiosa por volver a Waterford y encontrar ayuda para el ternero, que dio la vuelta al caballo y lo azuzó para que fuera mucho más deprisa que antes. Después de dos o tres kilómetros, Gran Rojo tropezó y ella salió volando por encima de su cabeza.
Se dio un buen golpe. Afortunadamente, había tenido tiempo de sacar las botas de los estribos.
El caballo se acercó a ella y le dio con el hocico a modo de disculpa.
—Estoy bien —le dijo—. Supongo que ha sido culpa mía. Dame un minuto.
Con esfuerzo, se incorporó y se frotó la cara. Pero fue un error, porque así sólo consiguió llenársela de barro, igual que el resto de su cuerpo.
Pero lo peor de todo fue darse cuenta, después de levantarse y comprobar que no se había roto nada, que no tenía fuerzas para montar de nuevo a Gran Rojo.
—Eres demasiado grande para mí, chico. Ya lo eras antes, pero ahora no tengo energía para montarte. A ver si encontramos algo donde me pueda subir…
Pero no había nada. Ni la base de un árbol, ni un tronco, ni rocas. Sólo tierra húmeda a su alrededor. Para colmo de males, el sol comenzaba a descender por el horizonte. Se iba a hacer de noche en menos de una hora.
—Mira, creo que debe de haber unos cinco kilómetros de vuelta a la casa, así que no voy a malgastar mis fuerzas intentando montarte. Caminaremos juntos hasta que aparezca algo en lo que me pueda subir.
Gran Rojo relinchó en ese instante.
—Bien, me alegra que te guste mi idea —repuso ella—. Una cosa más, si no llegamos a casa antes de que se haga da noche, vas a tener que guiarme. Todos los caballos se conocen el camino de vuelta a sus cuadras, ¿no?
Una hora más tarde, Maite estaba dolorida y agotada. Acababa de hacerse de noche. Había visto pasar algún tiempo antes a una avioneta y se imaginó que en ella llegarían William y su grupo. No pudo evitar ponerse algo nerviosa al pensar en cómo recibiría él la noticia de que había salido a cabalgar y aún no había vuelto. No quería ni pensar en lo enfadado que estaría William.
—Tienes muy buen carácter, Gran Rojo —le dijo al caballo—. La mayor parte de los caballos ya habrían salido galopando. ¿Crees que hay dingos por aquí?
Se estremeció al pensar de nuevo en el ternero y en todos los peligros que lo acechaban. Y también a ella misma.
Gran Rojo se detuvo de repente, parecía nervioso.

por Joanita Lun Dic 07, 2015 2:55 pm

Continuala por favor! !!!!

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por EsperanzaLR Lun Dic 07, 2015 2:56 pm

Unos segundos después vio aparecer las luces de un coche en el horizonte.
—Creo que llega nuestra patrulla de salvamento —le dijo entonces—. Me siento tan estúpida…
Fueron William y un mozo del rancho los que la encontraron.
—Maite —dijo él mientras bajaba del todoterreno—. ¿Qué demonios has estado haciendo?
—Me caí del caballo, fue culpa mía. La verdad es que es un caballo estupendo, pero lo azucé porque tenía prisa por volver al rancho y encontrar a alguien que ayudara a un ternero que encontré atrapado. Después de caerme, no pude subirme de nuevo a él. Es demasiado alto para mí. ¡Menos mal que nos habéis encontrado! Ahora podemos volver y salvar al ternero.
—No haremos tal cosa —repuso William con dureza—. Te llevaré de vuelta en el todoterreno y Steve puede montar al caballo. ¿Te has hecho daño…?
Se echó a llorar de repente. Steve, el mozo, se dio la vuelta avergonzado al verla en tal estado. William, también incómodo, se pasó las manos por el pelo.
—Maite, ya es de noche —replicó él—. Podríamos dar vueltas y más vueltas sin encontrarlo.
—¡No! He estado observando las estrellas y sé qué dirección tenemos que tomar. Basta con seguir por allí —le dijo mientras señalaba con la mano—. Tenéis cuerdas y os bastará con la luz del coche. No tardaremos nada en llegar…
—¡No estás en condiciones de salir con el coche, Maite!
—William, si me hubiera roto algo, lo sabría. Ése es mi trabajo. ¿Crees que habría podido andar tanto si estuviera herida?
—Puede que el ternero haya muerto ya mientras tú andabas de un lado para otro —replicó William.
—¡No hagas que me sienta aún peor! —protestó ella—. Nunca te perdonaré si no me ayudas a buscarlo, William McLeod —añadió mientras lo fulminaba con la mirada.
—Una cosa, jefe —intervino entonces Steve—. Puede que se trate de los que están cerca de la colina. Si la señorita no se equivoca, su paso está justo en la dirección que nos ha dicho.
William se quedó pensativo un momento.
—De acuerdo. Steve, tú ve a caballo, nosotros iremos con el todoterreno, pero no me culpéis si no conseguimos dar con ese sitio.
Esperó a que se subieran al coche y Steve se alejara con el caballo para mirar a William y susurrarle con todas sus ganas lo que había estado esperando para decirle.
—Te odio.

por EsperanzaLR Lun Dic 07, 2015 2:56 pm

Joanita escribió:Continuala por favor! !!!!

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Ok sigo

por EsperanzaLR Lun Dic 07, 2015 2:59 pm

—Bueno, deberías habértelo pensado mejor antes de salir a cabalgar cuando el terreno está húmedo y el caballo es demasiado grande para ti —repuso él.
Consiguió hacerla callar. William encendió el aparato de posicionamiento por satélite e introduzco la información para el lugar que Steve le había indicado.
Ella rezó para que se hubiera orientado bien y no tener que admitir su error ante William.
Poco tiempo después, distinguió su pañuelo rojo en un arbusto cuando las luces del todoterreno lo iluminaron. El ternero no estaba muerto. Simplemente, no estaba.
Tampoco estaba por allí la madre, pero sí distinguieron en el barro sus pisadas.
—¡Gracias a Dios! ¡Supongo que consiguió soltarse sin ayuda! Ahora ya puedes llevarme de vuelta a casa —le dijo a William.
Pero éste no dijo nada, se quedó muy callado al oír sus palabras.
Subieron los escalones del porche el uno al lado del otro y sin decir nada. Tampoco habían hablado durante el viaje de vuelta a la casa.
—¡Qué pena que no pudieras verme anoche, señor McLeod! Estaba mucho más presentable que ahora mismo —comentó ella mientras se frotaba su dolorida espalda.
Se agachó para quitarse las botas e hizo una mueca de dolor.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Nada, nada. Todo es tan irónico. En fin, necesito un baño más que nada en el mundo. Así que, si no te importa dejar la reprimenda para más tarde…
—Maite, no digas tonterías. Estaba preocupado, eso es todo. ¡Todos lo estábamos!
—Es verdad, estábamos muy preocupados —intervino la señora Walker apareciendo en ese instante en el porche—. Pero aquí está, sana y salva. Así que ya no hay nada de lo que hablar.
La cocinera puso el brazo alrededor de sus hombros y la acompañó hasta el interior de la casa. Se giró entonces para ver a su jefe.
—¡Es una pena que no la viera anoche, señor McLeod!
El baño caliente hizo que Maite se sintiera mucho mejor. La señora Walker le aconsejó que se pusiera un camisón, la bata y que esperara en su dormitorio a que le subiera la cena.
Pero fue William quien lo hizo algún tiempo después.
Entró en el dormitorio y se sentó frente a ella en la mesa.
Lo miró algo inquieta, después se preparó para cenar. Todo tenía un aspecto maravilloso.

por EsperanzaLR Lun Dic 07, 2015 3:00 pm

—¿Es que no tienes nada que decir, Maite?
—Estaba esperando a que empezaras tú.
—¿Por qué todo el mundo cree que debería haberte visto anoche?
Se miraron a los ojos. Él parecía confuso, ella estaba algo avergonzada.
—Bueno, no todo el mundo. Sólo te lo ha dicho una persona, ¿no?
—Dos si te cuento a ti.
No quería tener esa conversación. Tomó el tenedor y el cuchillo para comenzar a cenar, pero volvió a dejarlos sobre la mesa. Se sentía muy frustrada y por muchas razones distintas. A pesar de todo lo que había pasado, seguía sintiéndose atraída por él.
No estaba lo suficientemente cansada ni dolorida para que se le pasaran por alto sus fuertes hombros bajo la camiseta gris, su pelo oscuro y sedoso y sus perfectos rasgos.
Lo que menos le apetecía era relatarle todo lo que había hecho la noche anterior. Eran cosas eminentemente femeninas y triviales que no importaban a nadie más.
—Bueno, todo el mundo me decía que tenía que relajarme, todos me acusaban de quejarme y me pedían que no me preocupara por nadie, así que hice algo al respecto.
—¿Y qué tiene eso de especial?
—Bueno, las mujeres tenemos maneras de relajarnos que ayudan a mejorar nuestro aspecto. Me di una mascarilla en la cara, un baño… Ya sabes, todo eso.
—Supongo que surtiría efecto.
Levantó crispada las cejas.
—No quería decir eso, sino que me imagino que parecerías mucho más relajada. De hecho, siempre tienes buen aspecto. Bueno, menos cuando arbitras partidos de fútbol o cuando te caes de los caballos.
—Estoy segura de que la señora Walker fue la única que notó algún cambio en mí. Y sólo porque ella me ayudó a prepararlo todo —le dijo entonces—. Al menos fue eficaz desde el punto de vista terapéutico, porque perdí un poco el tiempo con algunas cosas…
Se miró las uñas. No quedaba ni rastro de la manicura, sólo barro. Se tocó un arañazo que tenía en la cara. En la mandíbula tenía un golpe que empezaba a amoratarse ya.
—¿Tienes más de ésos?
—Unos cuantos —repuso ella—. Ahora te toca a ti hablar.
—Iremos mañana a Augathella en helicóptero para que te hagan un chequeo.
—No lo necesito, estoy segura de que…
—No me lleves la contraria y cena.

por EsperanzaLR Lun Dic 07, 2015 3:14 pm

William esperó a que terminara y no le dijo nada mientras comía.
—¿Qué esperabas que te dijera? —le preguntó después.
—Me imaginaba que querrías recordarme de nuevo que he sido una estúpida.
—Bueno, nunca te he visto hacer nada estúpido a propósito. Los accidentes ocurren.
—Sí, pero debería haber tenido más cuidado. Me distraje disfrutando del paisaje. Después, cuando vi a ese ternero sufriendo…
—Te entiendo —repuso William con una inesperada sonrisa—. Todo esto se pone precioso cuando llueve. Por cierto, fui a ver a un traumatólogo en Sydney.
—¿Qué te dijo? —le preguntó con sumo interés.
—Cree que estoy listo para dejar la rehabilitación. Piensa que, si camino bastante cada día y hago algunos ejercicios, pronto estaré bien, podré jugar al golf y hacer de todo.
—¡Eso es genial, William! ¡Cuánto me alegro por ti! ¡Ya te lo dije! —exclamó ella con entusiasmo.
—Es verdad, me lo dijiste. Así que, a partir de ahora, no voy a necesitar tus servicios, Maite. Le he escrito una carta a Peter. Intenté hablar con él, pero está de acampada.
—Lo sé, lo sé.
—¿Cómo lo sabes? ¿Has intentado ponerte en contacto con él?
—Sí —confesó ella.
—¿Para qué?
No sabía si decírselo o no, pero decidió que no había necesidad de hacerlo. Ya no era su paciente.
—Bueno, me gusta mantenerme en contacto con él. Entonces, vuelvo a casa, ¿no?
—Creo que deberías tomarte un tiempo para recuperarte. Además, la avioneta no está disponible hasta dentro de unos días.
Se quedó mirándolo fijamente.
—Has reaccionado a lo que ha pasado mucho mejor de lo que… Bueno, es que estos días… Siento haber salido así con el caballo y también lo del ternero…
William se quedó mirándola con atención. Se fijó en su pelo, en su cara magullada y en el albornoz que llevaba.
—Lo entiendo —le dijo después mientras se levantaba con la bandeja—. Que descanses.
Se detuvo antes de salir y se miraron de nuevo a los ojos.

por EsperanzaLR Lun Dic 07, 2015 3:17 pm

Ella contuvo el aliento mientras trataba de entender qué había en la mirada de William que le atraía tanto. Tanto como para que se sintiera abandonada en cuanto él salió del dormitorio y cerró la puerta.
Maite apenas pudo descansar esa noche. Y los moretones no eran los únicos culpables. No podía dejar de pensar en lo que había pasado y no entendía por qué no estaba más feliz al saber que ya no tenía que seguir trabajando con William.
Pensó que quizás le molestara que hubiera sido él quien decidiera que ya no la necesitaba como fisioterapeuta, cuando ella había estado planeando irse de Waterford sin más.
Una parte de ella creía que había fallado como profesional, pero eso no tenía sentido, porque él se estaba recuperando muy bien. Pensó entonces que quizás sentía que había fallado su relación con él a otro nivel, como hombre y mujer. Pero no quería pensar en ese tipo de cosas.
William cumplió su palabra.
Al día siguiente, el helicóptero trasladó a Maite hasta el hospital de Augathella para comprobar su estado de salud después del golpe.
—Estoy bien, ya te lo dije —le comentó a William en cuanto volvió al rancho.
Él había estado esperándola en el helipuerto y, a pesar de no tener lesiones, le costó bajarse del aparato. Se dio cuenta de que William la observaba.
—A pesar de todo, gracias por tu interés —añadió entonces.
—Me alegra ver que hay algo en mí por lo que puedes dar las gracias —repuso él.
Lo miró a los ojos y le sobrevino la urgente necesidad de decirle de verdad qué era lo que quería de él. Le hubiera encantado llevárselo a un lugar apartado, poder estar con él, que la besara con ternura y que cuidara de su magullado cuerpo.
Cerró los ojos y dejó que esas imágenes llenaran su cabeza.
Después suspiró.
—¿Maite?
Abrió de golpe los ojos y se ruborizó al ver que William la observaba.
—¿En qué estabas pensando? —le preguntó él.
—En nada, en nada —repuso ella dándose la vuelta—. Me han dicho que descanse un par de días así que eso es lo que voy a hacer.
—Te llevaré en coche a la casa.
Hubiera dado cualquier cosa por no tener que ir con él, pero hubiera sido demasiado extraño que rechazara su oferta.

por Joanita Lun Dic 07, 2015 3:45 pm

Siguelaáaaaaa por favor! !

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por asturabril Lun Dic 07, 2015 4:44 pm

por EsperanzaLR Mar Dic 08, 2015 1:07 pm

Joanita escribió:Siguelaáaaaaa por favor! !

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Ahora sigo Joanita

por EsperanzaLR Mar Dic 08, 2015 1:09 pm

asturabril escribió:

por EsperanzaLR Mar Dic 08, 2015 1:12 pm

No hablaron nada de camino a la casa y cada vez le resultaba más difícil estar cerca de él.
No podía dejar de pensar en él y en todo lo que le gustaba. Se fijó en sus muñecas mientras lo veía sujetar el volante. Eran estrechas pero fuertes.
Su personalidad era tan distante e imponente como de costumbre. Intentaba no mirarlo, pero no pudo evitar hacerlo un par de veces y se dio cuenta de que William ignoraba por completo su presencia, era como si ni siquiera estuviera allí con él.
William la dejó frente a los escalones del porche y se alejó sin decir nada más.
Subió las escaleras hasta su dormitorio. Se sentía muy mal. Lo único que tenía claro era que necesitaba salir de allí. Empezaba a sentir que ese hombre le afectaba demasiado, un hombre que parecía ignorarla y despreciarla.
Dos días después, la avioneta seguía sin estar lista para usarse y Maite seguía sin poder irse de Waterford.
Dave fue a hablar con ella para decirle que ella y el resto de los hombres, menos William, iban a acercarse al pueblo para ver el rodeo anual. Pensaban volver sobre las nueve de la noche y quería saber si ella estaría dispuesta a quedarse en la casa y asegurarse de que William estaba bien.
A Dave no le gustaba dejarlo solo, sin nadie que supiera atenderlo si se caía o se hacía daño.
Dudó un momento, pero acabó accediendo.
Dave le pidió también que no le dijera a William que se quedaba en casa por él.
—Sé que el traumatólogo le ha dado el visto bueno, así que no quiero que sienta que necesita una niñera. Últimamente, no acepta de buen grado ese tipo de cosas —le explicó el hombre—. Me ha mandado a dormir al anexo. Me ha dicho que así puedo estar más cerca del resto de los hombres, pero creo que lo que quiere es más independencia.
—Lo entiendo, no te preocupes —repuso ella.
Le gustó ver que William también había tenido problemas con Dave, que no sólo se mostraba difícil con ella. Pensó que quizás el problema no estuviera en ella, sino en todos los que cuidaban de él.
Maite pasó la tarde trabajando en unos informes. Cenó después con el resto de los empleados que no habían ido al rodeo.
No vio a William después de cenar y se imaginó que estaría encerrado en su despacho. En vez de irse a leer a la cama, fue hasta la sala de juegos, se quitó las sandalias y se acurrucó en uno de los sofás.
Él entró una hora después en la sala y pareció sorprendido de verla allí.
—Maite, pensé que te habías ido ya a la cama. Todo estaba en silencio y…

por EsperanzaLR Mar Dic 08, 2015 1:17 pm

Lo observó mientras se apoyaba en la mesa de billar. Parecía nervioso o confuso.
—Sí. Es agradable tener un rato de paz para leer.
William se quedó pensativo unos segundos.
—¿Por qué no has ido al rodeo? Es todo un acontecimiento.
Cerró el libro y lo dejó en una mesita.
—No me apetecía —contestó mientras se encogía de hombros.
—¿De verdad? Pensé que te… —comenzó él—. ¿No te habrá pedido Dave que te quedes para sustituirlo?
No sabía qué decirle para salir del paso y se quedó callada más tiempo del necesario.
—Ya veo que eso es exactamente lo que ha pasado —repuso William—. Si crees que necesito una enfermera, estás muy equivocada.
Se puso inmediatamente en pie y lo miró con la cabeza muy alta. Iba a decirle que le daba igual lo que necesitara o no, pero se tropezó con sus propias sandalias.
William se movió rápidamente para que no cayera al suelo y acabó en sus brazos.
—Y esto es por lo que no te necesito como enfermera… —murmuró él mientras se inclinaba sobre ella para besarla.
Se quedó helada, sin saber cómo responder a sus manos y a sus labios. Llevaba puestos unos pantalones bajos de cadera y una camiseta corta que dejaba su esbelto talle al aire. William no tardó ni un segundo en aprovechar esa circunstancia para rodear su cintura con las manos mientras besaba la base de su cuello. Después apartó el tirante de su camiseta y de su sujetador para desvelar la parte superior de uno de sus pechos.
No pudo ahogar un gemido cuando William siguió explorándola con sus largos dedos y encontró su pezón. Las sensaciones comenzaron a sucederse violentamente por todo su cuerpo. Era algo increíble y muy intenso, algo contra lo que no podía revelarse ni luchar. Su propio cuerpo parecía tener vida propia y se acercó más aún al de William. Éste abandonó momentáneamente su cuello para besarla de nuevo en la boca y de manera mucho más apasionada.
Nada podía haberla preparado para la realidad de que un hombre como William McLeod la besara y acariciara como lo estaba haciendo. Había sentido hormigueos en su presencia y había soñado con él. Pero, allí y entre sus brazos, se sentía en el séptimo cielo. Era increíble sentir el calor que desprendía su cuerpo y tener a un hombre tan masculino y atractivo como William concentrado en la tarea de darle placer.
William estaba provocando sensaciones increíbles en su interior. Ese nombre había conseguido que se deshiciera entre sus brazos, que fuera a él de manera voluntaria y sumisa. Y ella había ido tan lejos como para tomar su rostro entre las manos y acariciar después su oscuro cabello. El calor que estaban generando era tan evidente que ya no dudó ni por un instante en que William la deseara.

por EsperanzaLR Mar Dic 08, 2015 1:24 pm

Se separaron por fin algún tiempo después, intentando recobrar el aliento, pero William no soltó su cintura.
—¿Tiene ahora sentido lo que ha pasado? —le preguntó William.
Ella estaba en trance. Escuchó un perro ladrando a lo lejos y algunos grillos cerca de la ventana. Cerró los ojos un momento. Cuando los abrió, todo seguía igual. Las paredes de la sala aún eran verdes, la mesa de billar estaba allí… No lo entendía. Creía haberse imaginado lo que había pasado.
—No estás soñando —le dijo él con una tímida sonrisa.
Ella estaba sujetando la camisa de William por los hombros. Apretó la tela con más fuerza y la sintió entre sus dedos. Volvió entonces poco a poco a la realidad.
—Pero has estado comportándote de una manera tan… No creí que te cayera bien. Y mucho menos, que hubiera algo más… —explicó ella completamente aturdida.
William la sonrió y ella tuvo que esforzarse por calmarse y recuperar el aliento. Hasta una sonrisa de ese hombre hacía que le temblaran las rodillas.
—Es todo lo contrario —repuso él—. No quería intentar nada contigo tan poco tiempo después de que terminara nuestra relación profesional. Siento haber sido difícil.
—¿Difícil? —repitió ella con problemas para recuperar el habla—. Sí, ha sido difícil estar contigo. Has hecho que me sintiera fatal. Y no entendía nada porque antes de venir me pediste que pusiera todo mi empeño en tu rehabilitación.
—Bueno, es que de eso se trataba, ¿no? Estoy seguro de que tu ética profesional no me habría dejado hacerte el amor cuando eras aún mi fisioterapeuta.
—Claro. Pero… Pero yo no sabía…
Estaba demasiado confusa para expresarse con claridad.
—Además, sólo hace un par de días que me dijiste que mi salud era lo único que te preocupaba —le dijo William—. ¿Era eso verdad?
Ella se mordió el labio inferior.
—Yo, en cambio, llevo algún tiempo soñando con tenerte en mis brazos, Maite —le confesó él.
—Bueno, le pasa a muchos pacientes, que de repente sienten algo por sus cuidadores, pero no es…
—No —la interrumpió William—. Dame el beneficio de la duda y confía en mi criterio. Sé muy bien lo que siento y ser tu paciente se estaba convirtiendo en una auténtica tortura.
Sus palabras la sacudían con tal fuerza que no podía decir nada.
—También era una tortura no poder tocarte. Y era peor aún sentir tus manos en mi cuerpo.

por EsperanzaLR Mar Dic 08, 2015 1:30 pm

—No podía imaginarme que… A veces, cuando me mirabas, me preguntaba si cabía la posibilidad de que tú… Pero nunca terminé de creerlo.
—Créetelo ahora —le pidió William—. ¿Y tú?
—Yo… La verdad es que apenas nos conocemos…
—Maite hemos estado muy cerca durante meses. Muy cerca. Estoy seguro de que puedes dejar tu profesionalidad de lado para darme una opinión personal sobre mí, ¿no? —le pidió William—. ¿No te gusto? ¿Sientes un hormigueo cuando estoy cerca de ti?
Ella le respondió con una sonrisa.
William sonrió también y la besó en la frente. Después la besó en los labios, pero pareció cambiar de opinión y se apartó de ella.
—Será mejor que hablemos antes de que nos dejemos llevar de nuevo, ¿no? —sugirió él.
Sintió como se sonrojaba.
—Sí, es buena idea.
Intentaba hablar con firmeza y decisión, pero estaba trastornada por los acontecimientos, como si hubiera tomado alguna droga. William la llevó hasta el sofá. Desapareció un segundo y volvió con dos copas de coñac.
—Gracias —repuso ella con sinceridad tras aceptar el licor.
—Salud —murmuró él sentándose a su lado—. ¿Cómo te sientes? —le preguntó mientras tomaba su mano con ternura.
—No lo sé. Nerviosa, confusa… —confesó ella—. William…
—Si tienes algo contra mí, puedes decírmelo —la interrumpió él entonces.
—Bueno, estás demasiado acostumbrado a conseguir todo lo que quieres, pero esto… Esto… Estoy desconcertada.
—Siempre puedo cambiar y dejar de intentar conseguir siempre lo que quiero —repuso él con una sombra de picardía en su mirada.
—Sí, cuando las ranas críen pelo —replicó ella—. Verás, yo… Me da tanto miedo cometer otro error. Lo que te conté me amargó mucho y supongo que me ha condicionado tanto que ahora siempre tengo miedo o estoy confusa. Lo único que tengo claro es que no quiero pasar de nuevo por algo parecido.
—Que tu hermana te traicionara explica cómo te sientes. Es normal —le dijo William mirándola a los ojos—. Pero tienes que vivir en el presente, Maite. Las cosas cambian. También para mí.
—No sé qué decir. Yo…
Se detuvo al escuchar un vehículo. Todo su cuerpo se tensó y miró el reloj.
—¡Han vuelto temprano! ¡Son los chicos!
William maldijo entre dientes.

por EsperanzaLR Mar Dic 08, 2015 1:37 pm

—Podríamos seguir en mi…
—No —lo interrumpió ella—. No, William, eso sería un poco raro para mí. Sé que te puede sonar absurdo, pero es así como me siento…
—¿Quieres salir corriendo, Maite? —le preguntó él—. No hay razón para avergonzarse. No voy a echarme encima de ti delante de ellos. Aunque me imagino que, a estas alturas, ya se han hecho una idea aproximada de lo que pasa.
Esa idea la sorprendió y aterrorizó a partes iguales.
—¿Cómo? Pero ¿por qué?
—Estoy seguro de que la señora Walker ya se ha imaginado algo. Y Walt también me conoce lo suficiente como para percibir esas cosas. Pasa a menudo, los empleados se enteran de las cosas antes de que pasen —le explicó él encogiéndose de hombros—. De hecho, apostaría a que Declan también se huele algo.
Recordó entonces algo que Declan había dicho cuando supo que tocaba el piano. Después no había querido explicárselo, pero acababa de darse cuenta de que estaba dándole el visto bueno como pareja de William.
Perpleja, le devolvió la copa de coñac y se levantó deprisa.
—¿Y a ti no te parece que todo esto sea embarazoso? ¡Es típico de los hombres pensar así! Pero tienes que saber que a mí me gusta ser mucho más discreta con mi vida personal, así que me voy a la cama. Ya… Ya hablaremos mañana, William.
Él se levantó y la miró medio divertido y medio enfadado.
—Maite…
—¡Me lo he pensado mejor, quiero que me devuelvas eso! —replicó ella desde la puerta.
Volvió a por su copa y salió deprisa de la sala de juegos con el coñac en la mano.
Cuando llegó por fin a su dormitorio, cerró la puerta por dentro y se llevó la copa de licor hasta el tocador. No sabía por qué, pero necesitaba mirarse en el espejo. Quería ver si su aspecto era el mismo, si su cara revelaba cuánto le había gustado besar a William.
Pero sólo vio su cabello despeinado, una boca roja y en carne viva y ojos aturdidos.
Tomó su cepillo y se peinó largo rato hasta que su melena quedó suave y brillante de nuevo. Se sentía tan nerviosa como una adolescente a la que acababan de besar por primera vez. Se quedó mirando sus ojos en el espejo. Tenía mucho en lo que pensar.
Lo que le había pasado con James Haig había cambiado cómo era, pero había algo más que nunca le había confesado a nadie.

por EsperanzaLR Mar Dic 08, 2015 1:41 pm

Lo suyo con James no había sido un apasionado romance ni mucho menos. Se había enamorado de él poco a poco, al menos eso había creído, y ella le había pedido que esperaran hasta estar comprometidos y seguros de que estaban hechos el uno para el otro antes de compartir cama con él. Y no podía dejar de pensar en que ése había podido ser el primer fallo en su relación con James, algo que ella había provocado con su petición.
Siempre había creído que ese momento era muy importante. Sabía que su manera de ver las cosas era anticuada y que no entendía bien a los hombres.
Siempre había estado en paz con sus principios, pero no había conseguido demasiado. Tenía veintiséis años y había tenido que chantajear a un paciente para no ir sola a la boda de su hermana.
Había disfrutado dejando que James la conquistara, pero siempre había podido establecer claramente sus límites. Para él, aquella situación había sido una especie de reto. Pero, con el tiempo, ella había llegado a intuir la impaciencia de su novio.
No podía dejar de pensar en que su hermana se habría entregado de manera generosa. No creía que Dakota fuera promiscua, pero estaba claro que a James le habría encantado encontrarse con una situación nueva y excitante después de que ella le hubiera impuesto el celibato.
Por una razón u otra, seguía siendo virgen y no sabía cómo conjugar esa condición con el deseo creciente que sentía por William McLeod. No sabía si él siquiera se plantearía llegar al altar con ella. Pero, aunque así fuera, era ella entonces la que no sabía si iba a poder esperar.
Tomó un sorbo del coñac para calmarse. Estaba casi segura de que no podría resistirse a William, pero no sabía cómo iba a responder a sus avances. Si él sólo quería una relación, una especie de amistad con derechos, no sabía si iba a estar dispuesta a entregarse a él.
Tampoco sabía si debía contarle que era virgen y por qué.
Pensaba que el interés que William podía tener en ella no debía de ser sólo algo físico. Creía que un hombre como él podía tener todo lo que quisiera también en ese terreno y sin ataduras de ningún tipo. Tenía que saber qué más buscaba en ella.
Frunció el ceño al recordar a Holly. Creía que había pasado muy poco tiempo desde el accidente. Había leído en algún sitio que los hombres viudos buscan nueva pareja mucho antes que las mujeres. El artículo hablaba de que ellos lo hacían porque estaban menos capacitados para cuidar de sí mismos. Ellas, en cambio, eran más independientes.
Pero ese argumento no encajaba con William McLeod.
La casa volvía a estar en silencio. Le dio la impresión de que todos se habían acostado ya. Hasta podía oír a un búho ulular a lo lejos.
El sonido era algo espeluznante. Pero no le daban miedo la noche ni la tierra deshabitada alrededor del rancho. Se dio cuenta de que lo que más temía era la soledad que sentía en esos momentos al no poder estar en la cama de William y entre sus brazos.
Se terminó el coñac y se acostó

por Joanita Mar Dic 08, 2015 3:41 pm

Siguelaáaaaaa por favor! !!

Pon mas capítulos. .....

por asturabril Mar Dic 08, 2015 7:01 pm

por SuenoLR Miér Dic 09, 2015 3:27 am

Sique mi Kat

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