WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
por EsperanzaLR Sáb Oct 10, 2015 9:42 am
‐Ve a dormir en la hamaca.
‐La última vez me levanté con un terrible dolor de cuello ‐se desabrochó los pantalones con
movimientos letárgicos.
Lo único que tenía que hacer Maite era aguantar un poco más, cinco minutos como
máximo.
Will se sentó en el borde de la cama y se quitó las botas. Entonces se levantó, tambaleándose
ligeramente.
Cuando Maite vio que sacaba las esposas del bolsillo trasero del pantalón sintió que todo se
iba abajo.
‐ ¡No puedes, Will! ¡Tú no lo harías!
Se quitó los pantalones y el slip y se quedó desnudo con las esposas en la mano. Tenía los
ojos medio cerrados, el torso firme como una roca y las piernas largas y fuertes. Estaba medio
excitado y parecía mucho más alerta de lo que había estado durante la pasada hora.
Era imposible.
‐Quítate la ropa, cielo, o bien lo haré yo por ti.
Maite maldijo en silencio y se llevó la mano al botón superior de la camisa. Se desabrochó
los botones pausadamente, uno a uno.
‐¿Necesitas ayuda?
‐No llevo sujetador ‐protestó Maite.
‐¿Y eso qué quiere decir?
Ella le dijo que era un canalla, y terminó de desabotonarse la camisa. Primero se quitó la
manga del brazo malo y, después, la otra. Will se quedó mirándole los pechos desnudos.
Se quitó los pantalones, pero se dejó puestas las braguitas. Al incorporarse, Will le agarró el
brazo bueno, le puso una de las esposas en la muñeca y él se puso la otra alrededor de la suya.
Aquello no era parte del plan. Margo quiso gritar, pero en lugar de eso tuvo que soportar el
calor del cuerpo desnudo de Will. Intentó controlar su respuesta, intentó alejarse todo lo que le
permitieron las esposas. Entonces Maite sacudió la mano con fastidio.
‐No puedo dormir así, Will. ¡Por favor, quítamela!
Él la miró durante un buen rato, y después sacudió la cabeza.
‐Esto es por seguridad, cielo. Cuando abra los ojos por la mañana lo primero que quiero ver
es a ti, cariño.
Tiró de ella hacia la cama, retiró la colcha y entonces la arrastró mientras, literalmente, caía
sobre la cama.
El sueño se apoderó de él al cabo de unos instantes.
Brodie Hewitt tenía una mandíbula de acero. Cualquier hombre normal se habría desmayado
hacía ya rato, determinó Taber mientras observaba cómo le propinaban otro fuerte puñetazo.
Había estado golpeando al capataz de duFray desde que lo habían sacado del Nightwing a
punta de pistola. No había esperado que los músculos de Hewitt escondieran detrás también un
cerebro, o que el muy canalla fuera tan rápido. Había confiado en que su hombre manejaría con
facilidad a un pescador de origen humilde. Pero desde el momento en el que Antos se había
colocado delante de Hewitt, Taber había sabido que tendrían problemas.
Dándose cuenta de su error, Taber se había quitado de en medio y había sacado su Beretta
de calibre 25 del bolsillo de la americana. Pero le había fallado la puntería y le había dado en la
‐La última vez me levanté con un terrible dolor de cuello ‐se desabrochó los pantalones con
movimientos letárgicos.
Lo único que tenía que hacer Maite era aguantar un poco más, cinco minutos como
máximo.
Will se sentó en el borde de la cama y se quitó las botas. Entonces se levantó, tambaleándose
ligeramente.
Cuando Maite vio que sacaba las esposas del bolsillo trasero del pantalón sintió que todo se
iba abajo.
‐ ¡No puedes, Will! ¡Tú no lo harías!
Se quitó los pantalones y el slip y se quedó desnudo con las esposas en la mano. Tenía los
ojos medio cerrados, el torso firme como una roca y las piernas largas y fuertes. Estaba medio
excitado y parecía mucho más alerta de lo que había estado durante la pasada hora.
Era imposible.
‐Quítate la ropa, cielo, o bien lo haré yo por ti.
Maite maldijo en silencio y se llevó la mano al botón superior de la camisa. Se desabrochó
los botones pausadamente, uno a uno.
‐¿Necesitas ayuda?
‐No llevo sujetador ‐protestó Maite.
‐¿Y eso qué quiere decir?
Ella le dijo que era un canalla, y terminó de desabotonarse la camisa. Primero se quitó la
manga del brazo malo y, después, la otra. Will se quedó mirándole los pechos desnudos.
Se quitó los pantalones, pero se dejó puestas las braguitas. Al incorporarse, Will le agarró el
brazo bueno, le puso una de las esposas en la muñeca y él se puso la otra alrededor de la suya.
Aquello no era parte del plan. Margo quiso gritar, pero en lugar de eso tuvo que soportar el
calor del cuerpo desnudo de Will. Intentó controlar su respuesta, intentó alejarse todo lo que le
permitieron las esposas. Entonces Maite sacudió la mano con fastidio.
‐No puedo dormir así, Will. ¡Por favor, quítamela!
Él la miró durante un buen rato, y después sacudió la cabeza.
‐Esto es por seguridad, cielo. Cuando abra los ojos por la mañana lo primero que quiero ver
es a ti, cariño.
Tiró de ella hacia la cama, retiró la colcha y entonces la arrastró mientras, literalmente, caía
sobre la cama.
El sueño se apoderó de él al cabo de unos instantes.
Brodie Hewitt tenía una mandíbula de acero. Cualquier hombre normal se habría desmayado
hacía ya rato, determinó Taber mientras observaba cómo le propinaban otro fuerte puñetazo.
Había estado golpeando al capataz de duFray desde que lo habían sacado del Nightwing a
punta de pistola. No había esperado que los músculos de Hewitt escondieran detrás también un
cerebro, o que el muy canalla fuera tan rápido. Había confiado en que su hombre manejaría con
facilidad a un pescador de origen humilde. Pero desde el momento en el que Antos se había
colocado delante de Hewitt, Taber había sabido que tendrían problemas.
Dándose cuenta de su error, Taber se había quitado de en medio y había sacado su Beretta
de calibre 25 del bolsillo de la americana. Pero le había fallado la puntería y le había dado en la
EsperanzaLR- Mensajes : 17168
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
por EsperanzaLR Sáb Oct 10, 2015 9:46 am
cabeza a Antos.
El incidente no solo fue desafortunado, sino asqueroso. A punta de pistola, le había ordenado
a Hewitt que tirara el cuerpo de Antos por la borda; seguidamente había obligado al
fornido pescador a bajar del barco y a meterse en el maletero de su coche.
‐¿Qué pasa ahora?
Taber se apartó de la pared sobre la que había estado apoyado y fue hacia la puerta del
almacén, por donde en ese momento entraban los idiotas de sus primos. No soportaba a Raynard;
Rudy, que tampoco era mucho mejor, tenía al menos un poco de cerebro y no se pasaba todo el
tiempo sudando.
‐¿La habéis encontrado? ¿Se presentó en el Toucan?
‐No, no la hemos encontrado ‐contestó Rudy.
‐Tal vez se haya escapado ‐sugirió Raynard.
Lo obvio le costó a Raynard una bofetada.
‐Nos quedan un par de sitios más en los que buscar, jefe. Aparecerá. Seguiremos buscándola
hasta que la encontremos.
‐Probablemente estará muerta de miedo.
Raynard recibió otra bofetada por decir otra vez lo que era obvio.
‐Por supuesto que tiene miedo ‐dijo Rudy‐. Tú le disparaste.
‐No fue mi intención. Tal vez se haya ahogado. He estado pensando...
‐No ‐le soltó Taber‐. Simplemente haz lo que se te ordene.
Le dio la espalda a los idiotas, negándose a pensar que la vida de Maite duFray había terminado
en el río. También se negó a pensar que aquellos dos hombres eran de verdad familia
suya.
Aunque la mercancía robada debía ser lo más importante para él, llevaba dos días pensando
en aquella bella mujer. Había incluso llegado a imaginársela en su ático, con aquella mata de
cabello negro esparcida sobre la alfombra blanca. Se la había imaginado desnuda, por supuesto,
con los brazos abiertos, rogándole que la tomara allí mismo.
Sus hombres habían atado a Brodie Hewitt a un poste de madera del almacén, un poste el
doble de grande que el hombre para asegurarse de que no habría ninguna sorpresa.
‐¿Has oído eso, Hewitt? Creen que está muerta. ¿Lo está? ‐Taber se sacó la camisa azul del
bolsillo y la agitó delante del maltratado rostro del hombre‐. No está en su apartamento. Lo
hemos comprobado.
Al ver la camisa de seda en manos de Taber, Brodie se volvió loco. Pero al final, impotente,
se dejó caer contra el poste de madera.
‐Admiro la lealtad en una persona ‐dijo Taber en tono suave‐. La tuya, sin embargo, raya en
la estupidez. Podría matarte ahora mismo ‐se fijó en el hilillo de sangre que le corría por la mejilla
y sonrió‐. Pero no creo que hayas sufrido lo suficiente todavía. Aún te falta mucho. Hacedlo
sangrar, chicos. Y, esta vez, quiero oír cómo grita.
Al tiempo que sus hombres volvían a ensañarse con Brodie Hewitt, Taber se volvió y vio que
sus primos seguían allí, con las manos en los bolsillos y aspecto ridículo.
‐¿Qué hacéis aún aquí? ¿Es que os tengo que hacer un maldito dibujo? Quiero las cosas tal y
como estaban hace unos días. Quiero mi mercancía y a la mujer. ¿Entendéis?
‐Hace unos días no tenías a la mujer ‐ señaló Raynard.
Rudy golpeó de nuevo a su hermano, después lo agarró de las solapas de la americana y lo
arrastró hacia la puerta del almacén antes de que Taber decidiera matar a otro de sus hombres.
Uno al que nadie echaría de menos.
El incidente no solo fue desafortunado, sino asqueroso. A punta de pistola, le había ordenado
a Hewitt que tirara el cuerpo de Antos por la borda; seguidamente había obligado al
fornido pescador a bajar del barco y a meterse en el maletero de su coche.
‐¿Qué pasa ahora?
Taber se apartó de la pared sobre la que había estado apoyado y fue hacia la puerta del
almacén, por donde en ese momento entraban los idiotas de sus primos. No soportaba a Raynard;
Rudy, que tampoco era mucho mejor, tenía al menos un poco de cerebro y no se pasaba todo el
tiempo sudando.
‐¿La habéis encontrado? ¿Se presentó en el Toucan?
‐No, no la hemos encontrado ‐contestó Rudy.
‐Tal vez se haya escapado ‐sugirió Raynard.
Lo obvio le costó a Raynard una bofetada.
‐Nos quedan un par de sitios más en los que buscar, jefe. Aparecerá. Seguiremos buscándola
hasta que la encontremos.
‐Probablemente estará muerta de miedo.
Raynard recibió otra bofetada por decir otra vez lo que era obvio.
‐Por supuesto que tiene miedo ‐dijo Rudy‐. Tú le disparaste.
‐No fue mi intención. Tal vez se haya ahogado. He estado pensando...
‐No ‐le soltó Taber‐. Simplemente haz lo que se te ordene.
Le dio la espalda a los idiotas, negándose a pensar que la vida de Maite duFray había terminado
en el río. También se negó a pensar que aquellos dos hombres eran de verdad familia
suya.
Aunque la mercancía robada debía ser lo más importante para él, llevaba dos días pensando
en aquella bella mujer. Había incluso llegado a imaginársela en su ático, con aquella mata de
cabello negro esparcida sobre la alfombra blanca. Se la había imaginado desnuda, por supuesto,
con los brazos abiertos, rogándole que la tomara allí mismo.
Sus hombres habían atado a Brodie Hewitt a un poste de madera del almacén, un poste el
doble de grande que el hombre para asegurarse de que no habría ninguna sorpresa.
‐¿Has oído eso, Hewitt? Creen que está muerta. ¿Lo está? ‐Taber se sacó la camisa azul del
bolsillo y la agitó delante del maltratado rostro del hombre‐. No está en su apartamento. Lo
hemos comprobado.
Al ver la camisa de seda en manos de Taber, Brodie se volvió loco. Pero al final, impotente,
se dejó caer contra el poste de madera.
‐Admiro la lealtad en una persona ‐dijo Taber en tono suave‐. La tuya, sin embargo, raya en
la estupidez. Podría matarte ahora mismo ‐se fijó en el hilillo de sangre que le corría por la mejilla
y sonrió‐. Pero no creo que hayas sufrido lo suficiente todavía. Aún te falta mucho. Hacedlo
sangrar, chicos. Y, esta vez, quiero oír cómo grita.
Al tiempo que sus hombres volvían a ensañarse con Brodie Hewitt, Taber se volvió y vio que
sus primos seguían allí, con las manos en los bolsillos y aspecto ridículo.
‐¿Qué hacéis aún aquí? ¿Es que os tengo que hacer un maldito dibujo? Quiero las cosas tal y
como estaban hace unos días. Quiero mi mercancía y a la mujer. ¿Entendéis?
‐Hace unos días no tenías a la mujer ‐ señaló Raynard.
Rudy golpeó de nuevo a su hermano, después lo agarró de las solapas de la americana y lo
arrastró hacia la puerta del almacén antes de que Taber decidiera matar a otro de sus hombres.
Uno al que nadie echaría de menos.
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
por SuenoLR Dom Oct 11, 2015 3:18 am
Sique mi Kat!
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
por EsperanzaLR Dom Oct 11, 2015 9:07 am
SuenoLR escribió:Sique mi Kat!
Ahora sigo mi Tonia
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
por EsperanzaLR Dom Oct 11, 2015 9:18 am
Capítulo 10
WILL SE despertó con música. Solo que la música que lo estaba despertando no era la que
normalmente escuchaba. Parecía más parecida a los gustos de Jackson, rápida y estruendosa.
Pestañeó y vio que estaba en su propia cama. Hasta ahí era normal, pero el horrible dolor
de cabeza que le taladraba el cerebro en ese momento, no. El ruido de la batería le provocó otro
latigazo de dolor en la cabeza. De nuevo hizo un esfuerzo para incorporarse, pero le resultó
imposible.
‐Qué demonios... ‐ladeó la cabeza y vio su muñeca atada a la cama.
‐¿Necesitas ayuda, compañero?
Will volvió la cabeza hacia la ventana y vio a Jackson apoyado sobre la pared, contemplando
lo que quedaba del día.
‐¿Cuánto tiempo llevo dormido? ‐consiguió decir, aún medio aturdido.
‐Todo el día. Debió de darte un somnífero bien potente.
‐Cállate, Jackson, y desátame.
Jackson se volvió de espaldas a la ventana.
‐Tómatelo con calma.
‐¿Se ha largado?
‐Yo creo que escapó en mitad de la noche.
‐Pero sabes dónde está, ¿no?
‐Sí ‐Jackson se acercó a la cama y señaló la muñeca de Will y las esposas que lo tenían atado a
la cama‐. Maldita inventora, Maite duFray. También valiente. Me gustan las mujeres que saben
cómo tomar el mando.
Will agitó el brazo.
‐Trae mi llave, maldita sea.
‐Espero que al menos puedas recordar la parte buena ‐Jackson se agachó y levantó del suelo
los pantalones de Will.
Tras registrarle los bolsillos sin éxito, se metió la mano en el bolsillo y sacó sus propias llaves
‐Debió de drogarme ‐dijo Will‐. Me siento fatal.
‐Tienes mal aspecto también.
‐Quítame esto ‐le pidió Will.
Jackson le abrió las esposas y liberó a su compañero.
‐He echado un vistazo y me he encontrado un frasco de pastillas para dormir en el botiquín,
además de otras cosas. ¿Qué demonios te pasa, compañero? "
‐Solía tener problemas para dormir. Hace y más de un año que no utilizo nada de eso.
‐Ahí hay más que unas simples pastillas para dormir. Tienes una farmacia completa.
‐Solía ir a un psicólogo. Me recetó unos antidepresivos. Una asquerosidad. Pero todo eso
terminó hace tiempo.
‐¿Entonces por qué los tienes aún ahí?
‐Para no olvidarme de lo mal que puede llegar a estar una persona ‐contestó Will
amargamente; entonces probó a ponerse de pie despacio‐. Deberías haberme despertado antes.
‐Lo intenté. Primero, cuando llegué a las siete de la mañana y, después, a las nueve. Me di
por vencido sobre las dos de la tarde. Debió de darte lo suficiente para dormir a un elefante. Quizá
intentara matarte, ¿tú qué crees?
‐Tal vez ‐concedió Will; desde luego se sentía medio muerto‐. Si sabes dónde está, ¿por qué
no la has traído aquí?
‐Iba a ir a buscarla, pero luego pensé que tal vez nos condujera hasta su hermano.
‐Ella no sabe dónde está ‐rugió Will, obligándose a sí mismo a ponerse de pie‐. ¡La quiero de
vuelta aquí, maldita sea!
WILL SE despertó con música. Solo que la música que lo estaba despertando no era la que
normalmente escuchaba. Parecía más parecida a los gustos de Jackson, rápida y estruendosa.
Pestañeó y vio que estaba en su propia cama. Hasta ahí era normal, pero el horrible dolor
de cabeza que le taladraba el cerebro en ese momento, no. El ruido de la batería le provocó otro
latigazo de dolor en la cabeza. De nuevo hizo un esfuerzo para incorporarse, pero le resultó
imposible.
‐Qué demonios... ‐ladeó la cabeza y vio su muñeca atada a la cama.
‐¿Necesitas ayuda, compañero?
Will volvió la cabeza hacia la ventana y vio a Jackson apoyado sobre la pared, contemplando
lo que quedaba del día.
‐¿Cuánto tiempo llevo dormido? ‐consiguió decir, aún medio aturdido.
‐Todo el día. Debió de darte un somnífero bien potente.
‐Cállate, Jackson, y desátame.
Jackson se volvió de espaldas a la ventana.
‐Tómatelo con calma.
‐¿Se ha largado?
‐Yo creo que escapó en mitad de la noche.
‐Pero sabes dónde está, ¿no?
‐Sí ‐Jackson se acercó a la cama y señaló la muñeca de Will y las esposas que lo tenían atado a
la cama‐. Maldita inventora, Maite duFray. También valiente. Me gustan las mujeres que saben
cómo tomar el mando.
Will agitó el brazo.
‐Trae mi llave, maldita sea.
‐Espero que al menos puedas recordar la parte buena ‐Jackson se agachó y levantó del suelo
los pantalones de Will.
Tras registrarle los bolsillos sin éxito, se metió la mano en el bolsillo y sacó sus propias llaves
‐Debió de drogarme ‐dijo Will‐. Me siento fatal.
‐Tienes mal aspecto también.
‐Quítame esto ‐le pidió Will.
Jackson le abrió las esposas y liberó a su compañero.
‐He echado un vistazo y me he encontrado un frasco de pastillas para dormir en el botiquín,
además de otras cosas. ¿Qué demonios te pasa, compañero? "
‐Solía tener problemas para dormir. Hace y más de un año que no utilizo nada de eso.
‐Ahí hay más que unas simples pastillas para dormir. Tienes una farmacia completa.
‐Solía ir a un psicólogo. Me recetó unos antidepresivos. Una asquerosidad. Pero todo eso
terminó hace tiempo.
‐¿Entonces por qué los tienes aún ahí?
‐Para no olvidarme de lo mal que puede llegar a estar una persona ‐contestó Will
amargamente; entonces probó a ponerse de pie despacio‐. Deberías haberme despertado antes.
‐Lo intenté. Primero, cuando llegué a las siete de la mañana y, después, a las nueve. Me di
por vencido sobre las dos de la tarde. Debió de darte lo suficiente para dormir a un elefante. Quizá
intentara matarte, ¿tú qué crees?
‐Tal vez ‐concedió Will; desde luego se sentía medio muerto‐. Si sabes dónde está, ¿por qué
no la has traído aquí?
‐Iba a ir a buscarla, pero luego pensé que tal vez nos condujera hasta su hermano.
‐Ella no sabe dónde está ‐rugió Will, obligándose a sí mismo a ponerse de pie‐. ¡La quiero de
vuelta aquí, maldita sea!
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
por EsperanzaLR Dom Oct 11, 2015 9:24 am
‐¿Porque es parte del caso? ¿O hay algo que te estás callando?
Will soltó una palabrota.
‐No estoy dispuesto a poner su vida en peligro otra vez, Jackson, eso es lo primordial.
‐Otra vez.
‐Sí, maldita sea, otra vez. Y no, no quiero explicártelo.
Por el modo de hablar, Jackson entendió que no podría sacarle nada más.
‐Mientras tú dormías, llamé a la comisaría y hablé con Andy. Ya tienen el informe sobre el
cadáver que encontraron ayer en el agua.
‐¿Y?
‐Y Anthony Taos trabajaba para Denorix S.A., ese negocio de importación exportación que
hay en los muelles. Andy dice que la sangre que había en el Nightwing es la de Taos. La causa de la
muerte, una herida de bala a corta distancia, probablemente del calibre 25. Andy dijo que tenías
razón. El cuerpo estuvo en el agua durante doce horas como máximo.
‐¿A quién has puesto para seguir a Maite?
‐A Frankie Costanini. Hasta que lo releve, sabe que tiene que ser su sombra.
‐¿Y qué ha estado haciendo desde que salió de aquí?
‐No puedo decirte dónde ha estado antes de las ocho y media de esta mañana, pero puedo
detallarte cada hora después de eso. Di con ella a las... ‐Jackson sacó una libreta‐. A las ocho y
treinta y seis. Estaba en casa de su madre. Se pasó allí tres horas; después, a las once y veinte, fue
al Salón Toucan. Habló con Tony Bichon y con una camarera llamada Angie Carson ‐hizo una breve
pausa para descifrar su mala letra‐. Volvió a su apartamento e hizo una llamada a Brodie Hewitt
sobre la una y media. Pincharle el teléfono del apartamento fue una buena idea, pero no nos sirvió
de nada. Hewitt no contestó. Frankie ha estado vigilando su casa desde entonces. Parece ser que
Maite está limpiando su apartamento.
En el baño, Will se espabiló un poco. Se sentía fatal, pero más que eso se sentía como un
imbécil. Debería haber esperado algo así. Maite nunca había sido de las que se quedaban
cruzadas de brazos.
Estaba dispuesto a reconocer que le dolía en su orgullo. Por una parte quería estrangularla,
pero por otra aplaudía su determinación.
Will apoyó las manos sobre el lavabo y cerró los ojos. De repente, de la nada, una imagen
nebulosa surgió en su mente; una imagen de un cuerpo cálido a horcajadas sobre el suyo, de unas
manos tocándolo. Entonces oyó una voz, la voz de Maite susurrándole algo al oído.
Cerró los ojos con fuerza e intentó recordar. ¿Qué le había susurrado? ¿Qué había sentido
que podía decirle dormido pero no despierto? Tenía que saberlo.
Media hora después, duchado y afeitado, Will entró en la cocina y encontró a Jackson delante
del fuego, preparándole unos huevos revueltos.
‐Pensé que algo de comida te ayudaría a recuperarte. De todos modos, es hora de cenar.
‐Tengo prisa ‐insistió Will mientras miraba su reloj.
Eran casi las siete. ¿Qué había planeado hacer Maite esa noche? ¿Iría a trabajar, o tenía
planes para librarse del hombre que Jackson le había puesto?
‐Acabo de llamar a Frankie. Maite está bien. Como te dije, está recogiendo el barullo que le
dejaron en el apartamento y llevando la basura al callejón trasero. Hay tiempo y tenemos que
hablar.
Will se estaba sirviendo una taza de café. Levantó la vista, incapaz de escuchar otra mala
noticia, porque por el tono de Jackson supo que no serían buenas.
‐¿Qué pasa?
Jackson se retiró de la cocinilla.
‐Anoche fui en busca de Goddard como tú me dijiste. No logré encontrarlo. Hablé con unos
Will soltó una palabrota.
‐No estoy dispuesto a poner su vida en peligro otra vez, Jackson, eso es lo primordial.
‐Otra vez.
‐Sí, maldita sea, otra vez. Y no, no quiero explicártelo.
Por el modo de hablar, Jackson entendió que no podría sacarle nada más.
‐Mientras tú dormías, llamé a la comisaría y hablé con Andy. Ya tienen el informe sobre el
cadáver que encontraron ayer en el agua.
‐¿Y?
‐Y Anthony Taos trabajaba para Denorix S.A., ese negocio de importación exportación que
hay en los muelles. Andy dice que la sangre que había en el Nightwing es la de Taos. La causa de la
muerte, una herida de bala a corta distancia, probablemente del calibre 25. Andy dijo que tenías
razón. El cuerpo estuvo en el agua durante doce horas como máximo.
‐¿A quién has puesto para seguir a Maite?
‐A Frankie Costanini. Hasta que lo releve, sabe que tiene que ser su sombra.
‐¿Y qué ha estado haciendo desde que salió de aquí?
‐No puedo decirte dónde ha estado antes de las ocho y media de esta mañana, pero puedo
detallarte cada hora después de eso. Di con ella a las... ‐Jackson sacó una libreta‐. A las ocho y
treinta y seis. Estaba en casa de su madre. Se pasó allí tres horas; después, a las once y veinte, fue
al Salón Toucan. Habló con Tony Bichon y con una camarera llamada Angie Carson ‐hizo una breve
pausa para descifrar su mala letra‐. Volvió a su apartamento e hizo una llamada a Brodie Hewitt
sobre la una y media. Pincharle el teléfono del apartamento fue una buena idea, pero no nos sirvió
de nada. Hewitt no contestó. Frankie ha estado vigilando su casa desde entonces. Parece ser que
Maite está limpiando su apartamento.
En el baño, Will se espabiló un poco. Se sentía fatal, pero más que eso se sentía como un
imbécil. Debería haber esperado algo así. Maite nunca había sido de las que se quedaban
cruzadas de brazos.
Estaba dispuesto a reconocer que le dolía en su orgullo. Por una parte quería estrangularla,
pero por otra aplaudía su determinación.
Will apoyó las manos sobre el lavabo y cerró los ojos. De repente, de la nada, una imagen
nebulosa surgió en su mente; una imagen de un cuerpo cálido a horcajadas sobre el suyo, de unas
manos tocándolo. Entonces oyó una voz, la voz de Maite susurrándole algo al oído.
Cerró los ojos con fuerza e intentó recordar. ¿Qué le había susurrado? ¿Qué había sentido
que podía decirle dormido pero no despierto? Tenía que saberlo.
Media hora después, duchado y afeitado, Will entró en la cocina y encontró a Jackson delante
del fuego, preparándole unos huevos revueltos.
‐Pensé que algo de comida te ayudaría a recuperarte. De todos modos, es hora de cenar.
‐Tengo prisa ‐insistió Will mientras miraba su reloj.
Eran casi las siete. ¿Qué había planeado hacer Maite esa noche? ¿Iría a trabajar, o tenía
planes para librarse del hombre que Jackson le había puesto?
‐Acabo de llamar a Frankie. Maite está bien. Como te dije, está recogiendo el barullo que le
dejaron en el apartamento y llevando la basura al callejón trasero. Hay tiempo y tenemos que
hablar.
Will se estaba sirviendo una taza de café. Levantó la vista, incapaz de escuchar otra mala
noticia, porque por el tono de Jackson supo que no serían buenas.
‐¿Qué pasa?
Jackson se retiró de la cocinilla.
‐Anoche fui en busca de Goddard como tú me dijiste. No logré encontrarlo. Hablé con unos
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
por EsperanzaLR Dom Oct 11, 2015 9:27 am
cuantos amigos que encontré en la Plaza Vieja del Barrio Francés, pero nadie lo ha visto.
Will maldijo.
‐No estoy diciendo que esté muerto ‐ dijo Jackson.
‐Tampoco que esté vivo.
‐Seguramente se habrá largado con tus cien pavos.
‐Eso no es cierto, y tú lo sabes.
Jackson colocó los huevos fritos en el plato y lo llevó a la mesa como si toda su vida hubiera
sido camarero en lugar de policía. Will miró el plato, lo bien colocados que estaban los huevos, los
cubiertos de plata sobre la servilleta junto al plato.
‐¿Fuiste cocinero en otra vida?
‐Cocino ‐Jackson se colocó delante del fregadero‐. Mi madre tiene un restaurante y me
aconsejó que aprendiera. Dijo que había pocas posibilidades de que una mujer me aguantara. Y
supongo que tenía razón.
Will sonrió al tiempo que se sentaba.
‐Entonces estás buscando esposa, ¿no?
Jackson se sirvió una taza de café y se apoyó contra la encimera.
‐Las mujeres no se enamoran normalmente de los policías. ¿O no te has dado cuenta?
Will asintió y después se metió un bocado en la boca. Conocía demasiado bien los riesgos a
los que se enfrentaba una mujer que se relacionara con un policía.
‐Entonces ¿ahora qué? ¿Quieres que agarre a Maite y te la traiga? ‐le preguntó Jackson.
Will dio un sorbo de café.
‐Mi primera reacción seria decirte que sí. Que la trajeras aunque fuera gritando y
pataleando.
‐¿Para poder encerrarla otra vez?
‐Sería por su propio bien ‐razonó Will. Jackson asintió.
‐Probablemente tengas razón, ¿pero qué te hace pensar que funcionará esta vez? No
funcionó antes. Tarde o temprano...
‐Funcionaría. Sabría qué esperar de ella.
‐Tal vez. Tal vez si intentara el mismo plan. Pero una señorita lista como ella no lo haría.
Will apartó el plato vacío y miró a Jackson.
‐¿Crees que debería abandonar el caso, Jackson?
Su compañero se encogió de hombros; tenía unos hombros anchos y fuertes.
‐¿Quieres la verdad?
‐Sí.
‐Mi opinión es que quizá sí. No llevamos tanto tiempo trabajando juntos, pero por lo que he
podido ver no sueles contentarte con esperar. Si vacilas y analizas la situación durante demasiado
tiempo, pierdes la tensión. Eso es lo que me dijiste una vez. También dijiste que un policía se
vuelve vulnerable y que eso pone en peligro a la gente que está a su alrededor.
El escuchar sus mismas palabras en boca de otra persona tuvo un efecto aleccionador, pero
también era lo que necesitaba escuchar. Si él no podía hacerse cargo de la situación, dejaría que
otra persona se encargara.
‐Me sorprende que el jefe no te haya quitado de este caso desde el principio, ¿o no sabe lo
de Margo?
‐Clide sabe lo de Maite. Pero no se enteró hasta ayer.
‐Ocultando pruebas ‐Jackson sonrió‐. Entonces no soy el único que ha hecho cosas así.
‐ De modo que ha llegado el momento de moverse, ¿es eso lo que estás diciendo?
‐Más o menos. ¿Quieres que te diga lo que yo creo?
‐ Adelante.
Will maldijo.
‐No estoy diciendo que esté muerto ‐ dijo Jackson.
‐Tampoco que esté vivo.
‐Seguramente se habrá largado con tus cien pavos.
‐Eso no es cierto, y tú lo sabes.
Jackson colocó los huevos fritos en el plato y lo llevó a la mesa como si toda su vida hubiera
sido camarero en lugar de policía. Will miró el plato, lo bien colocados que estaban los huevos, los
cubiertos de plata sobre la servilleta junto al plato.
‐¿Fuiste cocinero en otra vida?
‐Cocino ‐Jackson se colocó delante del fregadero‐. Mi madre tiene un restaurante y me
aconsejó que aprendiera. Dijo que había pocas posibilidades de que una mujer me aguantara. Y
supongo que tenía razón.
Will sonrió al tiempo que se sentaba.
‐Entonces estás buscando esposa, ¿no?
Jackson se sirvió una taza de café y se apoyó contra la encimera.
‐Las mujeres no se enamoran normalmente de los policías. ¿O no te has dado cuenta?
Will asintió y después se metió un bocado en la boca. Conocía demasiado bien los riesgos a
los que se enfrentaba una mujer que se relacionara con un policía.
‐Entonces ¿ahora qué? ¿Quieres que agarre a Maite y te la traiga? ‐le preguntó Jackson.
Will dio un sorbo de café.
‐Mi primera reacción seria decirte que sí. Que la trajeras aunque fuera gritando y
pataleando.
‐¿Para poder encerrarla otra vez?
‐Sería por su propio bien ‐razonó Will. Jackson asintió.
‐Probablemente tengas razón, ¿pero qué te hace pensar que funcionará esta vez? No
funcionó antes. Tarde o temprano...
‐Funcionaría. Sabría qué esperar de ella.
‐Tal vez. Tal vez si intentara el mismo plan. Pero una señorita lista como ella no lo haría.
Will apartó el plato vacío y miró a Jackson.
‐¿Crees que debería abandonar el caso, Jackson?
Su compañero se encogió de hombros; tenía unos hombros anchos y fuertes.
‐¿Quieres la verdad?
‐Sí.
‐Mi opinión es que quizá sí. No llevamos tanto tiempo trabajando juntos, pero por lo que he
podido ver no sueles contentarte con esperar. Si vacilas y analizas la situación durante demasiado
tiempo, pierdes la tensión. Eso es lo que me dijiste una vez. También dijiste que un policía se
vuelve vulnerable y que eso pone en peligro a la gente que está a su alrededor.
El escuchar sus mismas palabras en boca de otra persona tuvo un efecto aleccionador, pero
también era lo que necesitaba escuchar. Si él no podía hacerse cargo de la situación, dejaría que
otra persona se encargara.
‐Me sorprende que el jefe no te haya quitado de este caso desde el principio, ¿o no sabe lo
de Margo?
‐Clide sabe lo de Maite. Pero no se enteró hasta ayer.
‐Ocultando pruebas ‐Jackson sonrió‐. Entonces no soy el único que ha hecho cosas así.
‐ De modo que ha llegado el momento de moverse, ¿es eso lo que estás diciendo?
‐Más o menos. ¿Quieres que te diga lo que yo creo?
‐ Adelante.
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
por EsperanzaLR Dom Oct 11, 2015 9:31 am
‐Yo montaría un engaño. Dejaría a Maite libre pero vigilada y esperaría a ver quién viene
olisqueando tras ella.
‐¿Usarla de cebo? Eso fue lo que ella sugirió anoche.
Will se sentó y se bebió el café mientras Jackson lo sorprendía de nuevo poniendo en orden la
cocina.
‐Estoy seguro de que Maite irá al Toucan esta noche, si no voy por ella, claro está. Es
demasiado leal a Tony como para perder otra noche.
‐El Toucan está lleno los sábados por la noche ‐le recordó Jackson‐. Eso podría ser bueno o
malo, dependiendo de cómo lo mires.
‐Esperemos que sea bueno ‐Will miró el reloj y entonces se puso de pie‐. Subirá al escenario
dentro de poco más de una hora. Eso no nos da demasiado tiempo para montar un plan.
Jackson se quitó el paño del cinturón y lo colgó debajo de la pila.
‐¿Entonces sustituyo a Frankie? Sigo suspendido.
‐Eso no te ha impedido que te impliques hasta ahora. Además, Frankie no tiene experiencia
con una mujer como Maite. Es más lista que la mayoría.
Jackson se detuvo en la puerta.
‐Debe de serlo ‐sonrió‐. Te ha tomado el pelo. Y eso, Will, no es tan fácil de hacer.
Todo el día la había estado siguiendo un joven melenudo que fumaba como un carretero y
cuya forma de caminar, dando brincos, llamaba más la atención que si se hubiera atado unos
globos a la orejas. Hacía unos momentos el payaso había sido reemplazado por un hombre de
confianza. Pero Jackson Ward, a diferencia del joven, no parecía ni nervioso ni atormentado por
un molesto hábito que no podía controlar. Llevaba media hora apoyado sobre la pared del edificio
de enfrente y cinco minutos limpiándose las uñas con un cuchillo apto para abrir en canal a un
ciervo.
Entonces, ¿dónde estaba Will? Maite no tenía ni idea. ¿Estaría aún durmiendo? Había esperado
verlo a primera hora de la tarde. Y cuando no se había presentado, había decidido que
seguramente lo haría a la hora de la cena. Solo que ya eran más de las siete y, francamente, estaba
un poco preocupada. No deseaba preocuparse de un hombre al que debería odiar, pero así era.
Tal vez no debería haberse comido aquella tercera hamburguesa. Tal vez...
No, Will respiraba bien cuando lo había dejado. No iba a empezar a imaginarse cosas.
Maite dejó de pensar en Will y miró a su alrededor, en medio del maltrecho apartamento. Se
había pasado la mayor parte del día limpiándolo, llenando cajas de escombro y tirándolo a la basura.
Si no iba a tener muebles durante una temporada, se aguantaría y se sentaría en el suelo.
Miró el reloj de la cocina, el único del apartamento que aún funcionaba. Eran las siete y
media y eso significaba que tenía que irse a trabajar. Es decir, si Jackson le permitía pasar por
delante de él de camino al Toucan.
Eso esperaba. Había intentado hacerse lo más visible posible. Si los hombres que habían
destrozado su casa habían mantenido su apartamento vigilado, seguramente ya la habrían visto.
Sí, estaba nerviosa y más que un poco asustada por ponerse de cebo, pero no parecía haber otra
alternativa. Habían pasado demasiados días sin que Blu se pusiera en contacto con ella.
La noche anterior había llegado a la conclusión de que tenía que contarle todo a su madre
para que la vida de esta no corriera peligro y para hacer todo lo posible por Blu y Brodie. Bueno,
tal vez no todo, pero al menos todo lo relacionado con Blu y la situación presente. En realidad las
cosas no habían ido tan mal. Y cuando terminó de contárselo, llamó a su tío Pike y le pidió que se
trasladara al sofá de su madre durante unos días.
olisqueando tras ella.
‐¿Usarla de cebo? Eso fue lo que ella sugirió anoche.
Will se sentó y se bebió el café mientras Jackson lo sorprendía de nuevo poniendo en orden la
cocina.
‐Estoy seguro de que Maite irá al Toucan esta noche, si no voy por ella, claro está. Es
demasiado leal a Tony como para perder otra noche.
‐El Toucan está lleno los sábados por la noche ‐le recordó Jackson‐. Eso podría ser bueno o
malo, dependiendo de cómo lo mires.
‐Esperemos que sea bueno ‐Will miró el reloj y entonces se puso de pie‐. Subirá al escenario
dentro de poco más de una hora. Eso no nos da demasiado tiempo para montar un plan.
Jackson se quitó el paño del cinturón y lo colgó debajo de la pila.
‐¿Entonces sustituyo a Frankie? Sigo suspendido.
‐Eso no te ha impedido que te impliques hasta ahora. Además, Frankie no tiene experiencia
con una mujer como Maite. Es más lista que la mayoría.
Jackson se detuvo en la puerta.
‐Debe de serlo ‐sonrió‐. Te ha tomado el pelo. Y eso, Will, no es tan fácil de hacer.
Todo el día la había estado siguiendo un joven melenudo que fumaba como un carretero y
cuya forma de caminar, dando brincos, llamaba más la atención que si se hubiera atado unos
globos a la orejas. Hacía unos momentos el payaso había sido reemplazado por un hombre de
confianza. Pero Jackson Ward, a diferencia del joven, no parecía ni nervioso ni atormentado por
un molesto hábito que no podía controlar. Llevaba media hora apoyado sobre la pared del edificio
de enfrente y cinco minutos limpiándose las uñas con un cuchillo apto para abrir en canal a un
ciervo.
Entonces, ¿dónde estaba Will? Maite no tenía ni idea. ¿Estaría aún durmiendo? Había esperado
verlo a primera hora de la tarde. Y cuando no se había presentado, había decidido que
seguramente lo haría a la hora de la cena. Solo que ya eran más de las siete y, francamente, estaba
un poco preocupada. No deseaba preocuparse de un hombre al que debería odiar, pero así era.
Tal vez no debería haberse comido aquella tercera hamburguesa. Tal vez...
No, Will respiraba bien cuando lo había dejado. No iba a empezar a imaginarse cosas.
Maite dejó de pensar en Will y miró a su alrededor, en medio del maltrecho apartamento. Se
había pasado la mayor parte del día limpiándolo, llenando cajas de escombro y tirándolo a la basura.
Si no iba a tener muebles durante una temporada, se aguantaría y se sentaría en el suelo.
Miró el reloj de la cocina, el único del apartamento que aún funcionaba. Eran las siete y
media y eso significaba que tenía que irse a trabajar. Es decir, si Jackson le permitía pasar por
delante de él de camino al Toucan.
Eso esperaba. Había intentado hacerse lo más visible posible. Si los hombres que habían
destrozado su casa habían mantenido su apartamento vigilado, seguramente ya la habrían visto.
Sí, estaba nerviosa y más que un poco asustada por ponerse de cebo, pero no parecía haber otra
alternativa. Habían pasado demasiados días sin que Blu se pusiera en contacto con ella.
La noche anterior había llegado a la conclusión de que tenía que contarle todo a su madre
para que la vida de esta no corriera peligro y para hacer todo lo posible por Blu y Brodie. Bueno,
tal vez no todo, pero al menos todo lo relacionado con Blu y la situación presente. En realidad las
cosas no habían ido tan mal. Y cuando terminó de contárselo, llamó a su tío Pike y le pidió que se
trasladara al sofá de su madre durante unos días.
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
por SuenoLR Lun Oct 12, 2015 3:39 am
Sique mi Kat
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
por EsperanzaLR Lun Oct 12, 2015 9:58 am
SuenoLR escribió:Sique mi Kat
Ahora sigo mi Tonia
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
por EsperanzaLR Lun Oct 12, 2015 10:02 am
Le había costado reconocer que había mentido pero su madre la había sorprendido dándole
un abrazo y asegurándole después que lodo saldría bien, sobre todo estando el caso en manos de
William Archard.
Will tenía razón. A su madre le gustaba.
Maite salió a la calle y la cruzó. Pasó justo delante de Jackson, con el corazón latiéndole a
cien por hora mientras intentaba no mirarlo. Para alivio suyo Jackson no intentó detenerla. Había
avanzado un trecho cuando volvió la cabeza; Jackson se había guardado el cuchillo y la seguía a
poca distancia.
Llegó al Salón Toucan diez minutos después. No se había dado cuenta del calor que hacía
fuera hasta que entró por la puerta trasera del local y el aire fresco le dio en la cara. Dos pasos
más y le llegó el aroma a bagre a la parrilla, el plato especial de los sábados por la noche. Tan solo
había faltado unos cuantos días, pero se sintió a gusto en aquel lugar que tan bien conocía,
sabiendo que esa noche sería apreciada y saludada con calor.
Cruzó el corto pasillo y se asomó al salón; no se sorprendió de verlo atestado de gente. Miró
a Tony a los ojos para que este viera que se había presentado, como había prometido. El asintió
desde detrás de la barra y sonrió de oreja a oreja.
‐Está bien ‐gritó Tony, tirándole un beso a Margo‐. Esta noche vamos a celebrarlo.
Maite se echó a reír y le tiró también un beso. Al volverse hacia su camerino, echó otra
mirada al comedor. No había esperado que Will estuviera sentado en su mesa de siempre y, al
verlo, se quedó inmóvil. Inmediatamente sintió una presión en el pecho y el corazón se le aceleró.
Como dos imanes, sus miradas se encontraron. Entonces Will hizo algo raro en él, levantó la
cerveza que tenía delante y la saludó.
Jamás la había saludado en público. Y por muy amigable que pareciera el gesto, Maite sabía
que tenía que estar furioso con ella por haberlo drogado. Evaluó la intensidad de sus ojos marrones y
le corrió un escalofrío por la espalda. Tenía un aspecto más temible y determinado que nunca.
También estaba muy guapo. Para ambas cosas iba a tener que estar en guardia.
Maite se quedó sin habla, pero agradeció la distancia que los separaba. Tenía que subir al
escenario al cabo de una hora, y necesitaba vestirse, y concentrarse bien para poder tocar el piano
lo mejor posible. A pesar de todos los problemas que la abrumaban, tendría que convertirse en la
cantante Chili duFray durante unas cuantas horas.
Dejó de mirar a Will y fue hacia su camerino. Al entrar, respiró hondo varias veces y abrió un
armario donde colgaban unas cuantas camisas de seda y varios vaqueros ceñidos de diversos
colores.
La habían educado en la sencillez y, en la mayoría de las cosas, sus gustos reflejaban esa
simplicidad. Sin embargo, cuando se trataba de entretener en una ciudad como Nueva Orkans, el
exótico ambiente requería un complemento equivalente. En el último año, Maite había creado
una mezcla de sus dos mundos combinando las elegantes camisas de seda con los tejanos. La
mezcla resultaba efectiva, sobre todo cuando la acentuaba con zapatos de tacón de aguja y quince
minutos extra delante del espejo.
Se puso unos pantalones negros muy ceñidos y después una camiseta sin mangas. Encima
de la camiseta se puso una camisa de seda blanca de manga larga que le llegaba por debajo de las
caderas. Se miró en el espejo para asegurarse de que nadie notaría la venda bajo la manga de la
camisa. Satisfecha, se calzó un par de sandalias moradas con unos tacones de cuatro centímetros.
Unos aros de oro en las orejas añadieron al conjunto un toque seductor, al igual que un grueso
collar de oro, varias pulseras y, por último, un anillo de zafiros de imitación.
No le resultó difícil cepillarse la espesa mata de sedoso cabello negro y, seguidamente, se
puso un poco de brillantina en el pelo y otro poco en la comisura de cada ojo. Por último, se pintó
los labios con un carmín con sabor a canela. Una vez que acabó, salió del camerino y fue hacia el
un abrazo y asegurándole después que lodo saldría bien, sobre todo estando el caso en manos de
William Archard.
Will tenía razón. A su madre le gustaba.
Maite salió a la calle y la cruzó. Pasó justo delante de Jackson, con el corazón latiéndole a
cien por hora mientras intentaba no mirarlo. Para alivio suyo Jackson no intentó detenerla. Había
avanzado un trecho cuando volvió la cabeza; Jackson se había guardado el cuchillo y la seguía a
poca distancia.
Llegó al Salón Toucan diez minutos después. No se había dado cuenta del calor que hacía
fuera hasta que entró por la puerta trasera del local y el aire fresco le dio en la cara. Dos pasos
más y le llegó el aroma a bagre a la parrilla, el plato especial de los sábados por la noche. Tan solo
había faltado unos cuantos días, pero se sintió a gusto en aquel lugar que tan bien conocía,
sabiendo que esa noche sería apreciada y saludada con calor.
Cruzó el corto pasillo y se asomó al salón; no se sorprendió de verlo atestado de gente. Miró
a Tony a los ojos para que este viera que se había presentado, como había prometido. El asintió
desde detrás de la barra y sonrió de oreja a oreja.
‐Está bien ‐gritó Tony, tirándole un beso a Margo‐. Esta noche vamos a celebrarlo.
Maite se echó a reír y le tiró también un beso. Al volverse hacia su camerino, echó otra
mirada al comedor. No había esperado que Will estuviera sentado en su mesa de siempre y, al
verlo, se quedó inmóvil. Inmediatamente sintió una presión en el pecho y el corazón se le aceleró.
Como dos imanes, sus miradas se encontraron. Entonces Will hizo algo raro en él, levantó la
cerveza que tenía delante y la saludó.
Jamás la había saludado en público. Y por muy amigable que pareciera el gesto, Maite sabía
que tenía que estar furioso con ella por haberlo drogado. Evaluó la intensidad de sus ojos marrones y
le corrió un escalofrío por la espalda. Tenía un aspecto más temible y determinado que nunca.
También estaba muy guapo. Para ambas cosas iba a tener que estar en guardia.
Maite se quedó sin habla, pero agradeció la distancia que los separaba. Tenía que subir al
escenario al cabo de una hora, y necesitaba vestirse, y concentrarse bien para poder tocar el piano
lo mejor posible. A pesar de todos los problemas que la abrumaban, tendría que convertirse en la
cantante Chili duFray durante unas cuantas horas.
Dejó de mirar a Will y fue hacia su camerino. Al entrar, respiró hondo varias veces y abrió un
armario donde colgaban unas cuantas camisas de seda y varios vaqueros ceñidos de diversos
colores.
La habían educado en la sencillez y, en la mayoría de las cosas, sus gustos reflejaban esa
simplicidad. Sin embargo, cuando se trataba de entretener en una ciudad como Nueva Orkans, el
exótico ambiente requería un complemento equivalente. En el último año, Maite había creado
una mezcla de sus dos mundos combinando las elegantes camisas de seda con los tejanos. La
mezcla resultaba efectiva, sobre todo cuando la acentuaba con zapatos de tacón de aguja y quince
minutos extra delante del espejo.
Se puso unos pantalones negros muy ceñidos y después una camiseta sin mangas. Encima
de la camiseta se puso una camisa de seda blanca de manga larga que le llegaba por debajo de las
caderas. Se miró en el espejo para asegurarse de que nadie notaría la venda bajo la manga de la
camisa. Satisfecha, se calzó un par de sandalias moradas con unos tacones de cuatro centímetros.
Unos aros de oro en las orejas añadieron al conjunto un toque seductor, al igual que un grueso
collar de oro, varias pulseras y, por último, un anillo de zafiros de imitación.
No le resultó difícil cepillarse la espesa mata de sedoso cabello negro y, seguidamente, se
puso un poco de brillantina en el pelo y otro poco en la comisura de cada ojo. Por último, se pintó
los labios con un carmín con sabor a canela. Una vez que acabó, salió del camerino y fue hacia el
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
por EsperanzaLR Lun Oct 12, 2015 10:08 am
pequeño escenario iluminado.
Al acercarse al salón, oyó la halagadora presentación de Tony. Después, sin más tardanza,
apareció delante del público y se colocó detrás del piano. El aplauso continuó durante la
introducción de su primera canción, una suave balada que conocía tan bien que hubiera podido
cantarla dormida. Su trabajo no consistía en distraer a los clientes del Toucan, sino en realzar el
ambiente exótico de conjunto. Tan solo Chili duFray, con aquella voz seductora que le hacía el
amor a cada palabra que salía de su garganta, era capaz de cautivar a los clientes con facilidad y, le
gustara o no, se había convertido en la atracción principal desde el primer día en que se sentó al
piano del Toucan.
Comenzó la canción siguiente y el público le recordó con otra ronda de aplausos lo mucho
que la había echado de menos. Cuarenta y cinco minutos después, Maite había conseguido
cautivar a sus fans una vez más y estaba lista para tomarse el primer descanso de la noche.
Había hecho bien en ignorar el rincón donde estaba sentado Will, pero al tiempo que la pista
de baile se llenaba de gente, echó una mirada al público y enseguida se topó con el íntimo rincón
al fondo del salón. No se sorprendió al ver a una rubia menuda con un vestido rosa de lentejuelas,
sentada en la silla que había junto a Will. No era ningún secreto que Charmaine Stewart llevaba
meses haciendo lo posible para que Will se fijara en ella.
Maite observó a la rubia reír, sonreír y, después inclinarse hacia delante para susurrarle
algo a Will al oído. Como su padre, el juez Stewart, Charmaine se había dado a conocer a través de
las páginas de sociedad. Últimamente los rumores apuntaban a que estaba buscando marido.
Maite se figuró que lo más probable fuera que su padre estuviera buscándole un marido para que
su hija dejara de aparecer en las revistas del corazón. Y qué mejor hombre que el sensual
detective de homicidios que, por casualidad, vivía en el Distrito Jardín.
Maite resopló con fastidio y volvió a su actuación. Una canción más y podría escapar a su
camerino para afianzar un poco sus sentimientos. Ansiosa por bajarse del escenario, escogió con
rapidez una favorita del público.
Demasiado tarde se dio cuenta de su error. La sensual canción de Tony Braxton, Yo no existo
sin ti, le hizo recordar un sinfín de momentos especiales.
Mientras Maite sufría cantando la letra, Charmaine Stewart arrastró a Will hasta la pista y se
acurrucó contra su pecho. Maite sabía lo que era estar entre aquellos fuertes brazos, casi pudo
sentir el calor y la fuerza de su torso.
De repente, Maite sintió una oleada de pesar. Había alimentado a sabiendas su adicción,
diciendo que era «solo sexo». Pero en ese momento, Will acechaba sus pensamientos como un
demonio; un demonio que no le permitía olvidar el calor intenso, la pasión..., la perfección.
Aquel aroma aún, permanecía en su memoria y Maite maldijo para sus adentros. La voz de
Will despertaba en ella la misma pasión que sus caricias. La verdad era que él siempre había sabido
cómo manejarla, desde el principio; dónde tocarla y qué decirle para hacer que se estremeciera
visiblemente. Había esperado poder olvidarse algún día de él y así mantenerse cuerda, pero dos
años después los sentimientos seguian siendo igual de intensos. Y hacer el amor... había sido aún
más apasionado y ardiente de lo que lo recordaba.
La voz de Maite se fue apagando al tiempo que sus dedos tocaban las últimas notas. Se
puso de pie automáticamente y se dirigió hacia el camerino a toda velocidad envuelta en aplausos.
Maite tenía un descanso de cuarenta y cinco minutos, y Will tenía la intención de monopolizar
al menos la mitad de ese tiempo antes de que subiera de nuevo al escenario. Tal vez no se
mostrara dispuesta a concederle su tiempo, pero él pensaba estar con ella de todos modos. Y no
escondidos en su camerino, sino delante de todo el mundo.
Jackson tenía razón. Había ido con mucha calma en aquel caso, y lo mismo podía aplicarse
en relación a Maite. Pero esa noche, Will estaba empeñado en que eso cambiara; no seguiría
Al acercarse al salón, oyó la halagadora presentación de Tony. Después, sin más tardanza,
apareció delante del público y se colocó detrás del piano. El aplauso continuó durante la
introducción de su primera canción, una suave balada que conocía tan bien que hubiera podido
cantarla dormida. Su trabajo no consistía en distraer a los clientes del Toucan, sino en realzar el
ambiente exótico de conjunto. Tan solo Chili duFray, con aquella voz seductora que le hacía el
amor a cada palabra que salía de su garganta, era capaz de cautivar a los clientes con facilidad y, le
gustara o no, se había convertido en la atracción principal desde el primer día en que se sentó al
piano del Toucan.
Comenzó la canción siguiente y el público le recordó con otra ronda de aplausos lo mucho
que la había echado de menos. Cuarenta y cinco minutos después, Maite había conseguido
cautivar a sus fans una vez más y estaba lista para tomarse el primer descanso de la noche.
Había hecho bien en ignorar el rincón donde estaba sentado Will, pero al tiempo que la pista
de baile se llenaba de gente, echó una mirada al público y enseguida se topó con el íntimo rincón
al fondo del salón. No se sorprendió al ver a una rubia menuda con un vestido rosa de lentejuelas,
sentada en la silla que había junto a Will. No era ningún secreto que Charmaine Stewart llevaba
meses haciendo lo posible para que Will se fijara en ella.
Maite observó a la rubia reír, sonreír y, después inclinarse hacia delante para susurrarle
algo a Will al oído. Como su padre, el juez Stewart, Charmaine se había dado a conocer a través de
las páginas de sociedad. Últimamente los rumores apuntaban a que estaba buscando marido.
Maite se figuró que lo más probable fuera que su padre estuviera buscándole un marido para que
su hija dejara de aparecer en las revistas del corazón. Y qué mejor hombre que el sensual
detective de homicidios que, por casualidad, vivía en el Distrito Jardín.
Maite resopló con fastidio y volvió a su actuación. Una canción más y podría escapar a su
camerino para afianzar un poco sus sentimientos. Ansiosa por bajarse del escenario, escogió con
rapidez una favorita del público.
Demasiado tarde se dio cuenta de su error. La sensual canción de Tony Braxton, Yo no existo
sin ti, le hizo recordar un sinfín de momentos especiales.
Mientras Maite sufría cantando la letra, Charmaine Stewart arrastró a Will hasta la pista y se
acurrucó contra su pecho. Maite sabía lo que era estar entre aquellos fuertes brazos, casi pudo
sentir el calor y la fuerza de su torso.
De repente, Maite sintió una oleada de pesar. Había alimentado a sabiendas su adicción,
diciendo que era «solo sexo». Pero en ese momento, Will acechaba sus pensamientos como un
demonio; un demonio que no le permitía olvidar el calor intenso, la pasión..., la perfección.
Aquel aroma aún, permanecía en su memoria y Maite maldijo para sus adentros. La voz de
Will despertaba en ella la misma pasión que sus caricias. La verdad era que él siempre había sabido
cómo manejarla, desde el principio; dónde tocarla y qué decirle para hacer que se estremeciera
visiblemente. Había esperado poder olvidarse algún día de él y así mantenerse cuerda, pero dos
años después los sentimientos seguian siendo igual de intensos. Y hacer el amor... había sido aún
más apasionado y ardiente de lo que lo recordaba.
La voz de Maite se fue apagando al tiempo que sus dedos tocaban las últimas notas. Se
puso de pie automáticamente y se dirigió hacia el camerino a toda velocidad envuelta en aplausos.
Maite tenía un descanso de cuarenta y cinco minutos, y Will tenía la intención de monopolizar
al menos la mitad de ese tiempo antes de que subiera de nuevo al escenario. Tal vez no se
mostrara dispuesta a concederle su tiempo, pero él pensaba estar con ella de todos modos. Y no
escondidos en su camerino, sino delante de todo el mundo.
Jackson tenía razón. Había ido con mucha calma en aquel caso, y lo mismo podía aplicarse
en relación a Maite. Pero esa noche, Will estaba empeñado en que eso cambiara; no seguiría
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
por EsperanzaLR Lun Oct 12, 2015 10:15 am
mirando los toros desde la barrera. Sería algo nuevo para los dos, el hablarse en
público. Había tenido cuidado de no decirle a nadie que él y Maite tenían un pasado
común, y en una ciudad como Nueva Orleans no le haba resultado difícil. Estaba seguro de que eso
era lo que le había salvado la vida a Maite dos años atrás con el caso Koch Menaro. Pero, Clide
había señalado, Koch estaba muerto y no había razón para que Maite y él no pudieran hablarse
en público si así lo deseaban. Después de todo, aquellas reglas que se había impuesto ya las había
mandado al cuerno. Y la verdad era que se sentía bien estando vivo de nuevo. Vivo de verdad.
Pidió otra cerveza y se arrellanó en su asiento. De nuevo, una elusiva imagen de la noche
anterior provocó sus sentidos y, por enésima vez desde que había abierto los ojos y se había
encontrado esposado a la cama, Will se sintió como un maldito voyeur, esperando con avidez
alguna pista que le explicara lo que había pasado entre Maite y él antes de que saliera volando. Y
estaba seguro de que algo había pasado.
Miró de nuevo el reloj. Hacía diez minutos que se había marchado. Decidió darle otros diez
antes de... De pronto, ella volvió al salón con una sonrisa superficial en los labios; Will se dio cuenta
de que era forzada por la rigidez de su cuerpo. Al pasar junto a una mesa donde había un hombre
solo sentado de espaldas a Will, ella se detuvo y habló con él brevemente. Will estiró el cuello y vio
que el caballero le ofrecía un asiento en su mesa. Aliviado al ver que Maite rechazaba la oferta,
discretamente le hizo a Jackson una señal para que fuera a ver quién era el hombre. Con la misma
discreción, Jackson reconoció que el hombre valía el esfuerzo.
Cuando Maite se acercó, Will vio que llevaba el brazo herido pegado al cuerpo. Decidió que
debía de dolerle, tal vez de tocar tanto el piano esa noche. Admiró su lealtad y se sintió
embelesado por su bella apariencia, aunque eso no fuera algo que le costara demasiado
conseguir. Su belleza era tan natural y cautivadora como la del amanecer sobre el mar.
‐Bueno ‐se detuvo y puso la mano sobre el respaldo de la silla vacía que había al lado de Will‐.
¿Has dormido todo el día o te has levantado a comer? Dejé una hamburguesa en el frigorífico.
Su sonrisa de pronto se volvió verdadera, además de petulante. Y esa sonrisa le dijo a Will
que Maite sentía que lo había drogado justificadamente. Aun así, él no pensaba que fuera a
restregárselo por las narices con tanto placer.
Cuando ella se sentó, Will se dio cuenta que las personas de las mesas contiguas se habían
quedado calladas de repente. Sabiendo que probablemente fueran a escucharlos, Will dijo:
‐Has sido muy amable al pensar en todo, me refiero a la hamburguesa. Pero te olvidaste de
desatarme de la cama, cariño. No me estoy‐ quejando, pero si quieres que te siga el juego, lo
menos que podrías hacer por la mañana es...
Ella le tapó la boca. Avergonzada, miró de reojo a la pareja que ocupaba la mesa contigua a
la de ellos. Will vio que se ponía colorada. Entonces Maite se volvió y le dijo a la pareja:
‐Siempre está con bromas. De verdad, nosotros nunca... Yo no...
Divertido, Will esperó a que se volviera de nuevo hacia él. Y, tal como había esperado, Maite
estaba que echaba chispas.
‐Qué cruel ‐dijo en tono bajo, pero con mucho sentimiento.
‐Fue más cruel darme una hamburguesa llena de somníferos ‐le contestó Will en el mismo
tono, pero con la misma intensidad con la que ella lo había reprendido.
‐Como dijiste que estabas cansado, yo tan solo te ayudé para que durmieras ocho horas
seguidas ‐volvió la sonrisa petulante‐. O quince. ¿Cuánto tiempo has dormido exactamente?
Will la estudió en silencio.
Ella se inclinó hacia delante.
‐No te sienta bien enfurruñarte, detective Archard.
‐Ni a ti regodearte.
‐No te sorprendas ‐miró alrededor y bajó la voz un poco más‐. Como si no supieras por qué
público. Había tenido cuidado de no decirle a nadie que él y Maite tenían un pasado
común, y en una ciudad como Nueva Orleans no le haba resultado difícil. Estaba seguro de que eso
era lo que le había salvado la vida a Maite dos años atrás con el caso Koch Menaro. Pero, Clide
había señalado, Koch estaba muerto y no había razón para que Maite y él no pudieran hablarse
en público si así lo deseaban. Después de todo, aquellas reglas que se había impuesto ya las había
mandado al cuerno. Y la verdad era que se sentía bien estando vivo de nuevo. Vivo de verdad.
Pidió otra cerveza y se arrellanó en su asiento. De nuevo, una elusiva imagen de la noche
anterior provocó sus sentidos y, por enésima vez desde que había abierto los ojos y se había
encontrado esposado a la cama, Will se sintió como un maldito voyeur, esperando con avidez
alguna pista que le explicara lo que había pasado entre Maite y él antes de que saliera volando. Y
estaba seguro de que algo había pasado.
Miró de nuevo el reloj. Hacía diez minutos que se había marchado. Decidió darle otros diez
antes de... De pronto, ella volvió al salón con una sonrisa superficial en los labios; Will se dio cuenta
de que era forzada por la rigidez de su cuerpo. Al pasar junto a una mesa donde había un hombre
solo sentado de espaldas a Will, ella se detuvo y habló con él brevemente. Will estiró el cuello y vio
que el caballero le ofrecía un asiento en su mesa. Aliviado al ver que Maite rechazaba la oferta,
discretamente le hizo a Jackson una señal para que fuera a ver quién era el hombre. Con la misma
discreción, Jackson reconoció que el hombre valía el esfuerzo.
Cuando Maite se acercó, Will vio que llevaba el brazo herido pegado al cuerpo. Decidió que
debía de dolerle, tal vez de tocar tanto el piano esa noche. Admiró su lealtad y se sintió
embelesado por su bella apariencia, aunque eso no fuera algo que le costara demasiado
conseguir. Su belleza era tan natural y cautivadora como la del amanecer sobre el mar.
‐Bueno ‐se detuvo y puso la mano sobre el respaldo de la silla vacía que había al lado de Will‐.
¿Has dormido todo el día o te has levantado a comer? Dejé una hamburguesa en el frigorífico.
Su sonrisa de pronto se volvió verdadera, además de petulante. Y esa sonrisa le dijo a Will
que Maite sentía que lo había drogado justificadamente. Aun así, él no pensaba que fuera a
restregárselo por las narices con tanto placer.
Cuando ella se sentó, Will se dio cuenta que las personas de las mesas contiguas se habían
quedado calladas de repente. Sabiendo que probablemente fueran a escucharlos, Will dijo:
‐Has sido muy amable al pensar en todo, me refiero a la hamburguesa. Pero te olvidaste de
desatarme de la cama, cariño. No me estoy‐ quejando, pero si quieres que te siga el juego, lo
menos que podrías hacer por la mañana es...
Ella le tapó la boca. Avergonzada, miró de reojo a la pareja que ocupaba la mesa contigua a
la de ellos. Will vio que se ponía colorada. Entonces Maite se volvió y le dijo a la pareja:
‐Siempre está con bromas. De verdad, nosotros nunca... Yo no...
Divertido, Will esperó a que se volviera de nuevo hacia él. Y, tal como había esperado, Maite
estaba que echaba chispas.
‐Qué cruel ‐dijo en tono bajo, pero con mucho sentimiento.
‐Fue más cruel darme una hamburguesa llena de somníferos ‐le contestó Will en el mismo
tono, pero con la misma intensidad con la que ella lo había reprendido.
‐Como dijiste que estabas cansado, yo tan solo te ayudé para que durmieras ocho horas
seguidas ‐volvió la sonrisa petulante‐. O quince. ¿Cuánto tiempo has dormido exactamente?
Will la estudió en silencio.
Ella se inclinó hacia delante.
‐No te sienta bien enfurruñarte, detective Archard.
‐Ni a ti regodearte.
‐No te sorprendas ‐miró alrededor y bajó la voz un poco más‐. Como si no supieras por qué
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
por EsperanzaLR Lun Oct 12, 2015 10:19 am
lo hice. Me mentiste acerca de algo importante. Si vuelves a hacerlo, prepárate para algo peor que
lo de anoche. No soy una niña, Will. Ni tampoco tonta.
Will suspiró.
‐Necesitaba que fueras sincera conmigo. Tú no lo estabas siendo. Al revés de lo que puedas
creer, no me gusta mentir más que a ti ‐ Will intentó controlarse, pero cada vez se ponía muy
nervioso.
‐Para que lo sepas, esta mañana le conté a mamá lo que pasó con Blu. Lo sabe todo. No más
mentiras.
‐¿Y qué tal reaccionó?
‐ Bien.
‐Entonces se lo tomó como una valiente.
‐¿Acaso no te dije que...?
‐También le di instrucciones estrictas a mi tío Pike para que se quedara con ella hasta que
todo esto se resuelva.
‐Has hecho muy bien.
Estaba muy seria. Sintiendo la necesidad de establecer con ella algún tipo de contacto,
estiró el brazo y le tomó la mano. Ella intentó soltarse, pero él la agarró con fuerza.
‐Te perdono por lo de anoche.
‐Bueno, pues yo no te perdono. Ya estaba de nuevo con su tozudez. Will sabía que también la
animaba a ello el saber que había recuperado su libertad, o al menos eso pensaba ella.
‐¿Y si firmamos la paz?
‐No.
‐Hagamos un trato entonces, ¿vale?
‐No.
‐Podría haber hecho que fueran a buscarte hace horas ‐Will le dijo‐. Jackson te vio cuando
ibas a ver a tu madre.
‐No hay trato ‐repitió.
Y, entonces, como si se hubiera olvidado de algo, intentó ponerse de pie. Will le apretó la
mano y la obligó a sentarse.
‐No tienes que volver al escenario hasta dentro de quince minutos.
‐Suéltame ‐le susurró ella con rabia.
‐Haz una escena ‐Will le urgió en voz baja‐. Te desafío a que lo hagas.
‐No quiero montar ninguna escena, pero tampoco quiero estar aquí sentada cuando tu
amiga vuelva de empolvarse la nariz. Así que suéltame.
En lugar de hacer lo que le pedía, Will entrelazó los dedos con los de ella, como si fueran las
piezas de un rompecabezas que habían encontrado su ajuste perfecto.
‐¿Estarnos hablando de Char?
‐Sabes que sí.
Will la miró. Tenía los ojos casi negros y respiraba despacio. Si no supiera que era imposible,
pensaría que estaba celosa. Y la idea le gustó.
‐No es mi «amiga», cielo. No tienes nada por lo qué preocuparte.
‐¿Yo preocuparme por ti? Estarás de broma, ¿no?
‐Háblame de anoche.
‐Ya sabes lo que pasó anoche.
Torció la muñeca y Will la soltó. Entonces se inclinó hacia delante.
‐Me refiero a lo que pasó después de que me drogaras. Dime lo que ocurrió en mi cama.
Will vio que se echaba hacia atrás y que respiraba hondo un par de veces.
‐Quieres saber cómo conseguí la llave y me marché. Bien. Esperé hasta que estuve segura
lo de anoche. No soy una niña, Will. Ni tampoco tonta.
Will suspiró.
‐Necesitaba que fueras sincera conmigo. Tú no lo estabas siendo. Al revés de lo que puedas
creer, no me gusta mentir más que a ti ‐ Will intentó controlarse, pero cada vez se ponía muy
nervioso.
‐Para que lo sepas, esta mañana le conté a mamá lo que pasó con Blu. Lo sabe todo. No más
mentiras.
‐¿Y qué tal reaccionó?
‐ Bien.
‐Entonces se lo tomó como una valiente.
‐¿Acaso no te dije que...?
‐También le di instrucciones estrictas a mi tío Pike para que se quedara con ella hasta que
todo esto se resuelva.
‐Has hecho muy bien.
Estaba muy seria. Sintiendo la necesidad de establecer con ella algún tipo de contacto,
estiró el brazo y le tomó la mano. Ella intentó soltarse, pero él la agarró con fuerza.
‐Te perdono por lo de anoche.
‐Bueno, pues yo no te perdono. Ya estaba de nuevo con su tozudez. Will sabía que también la
animaba a ello el saber que había recuperado su libertad, o al menos eso pensaba ella.
‐¿Y si firmamos la paz?
‐No.
‐Hagamos un trato entonces, ¿vale?
‐No.
‐Podría haber hecho que fueran a buscarte hace horas ‐Will le dijo‐. Jackson te vio cuando
ibas a ver a tu madre.
‐No hay trato ‐repitió.
Y, entonces, como si se hubiera olvidado de algo, intentó ponerse de pie. Will le apretó la
mano y la obligó a sentarse.
‐No tienes que volver al escenario hasta dentro de quince minutos.
‐Suéltame ‐le susurró ella con rabia.
‐Haz una escena ‐Will le urgió en voz baja‐. Te desafío a que lo hagas.
‐No quiero montar ninguna escena, pero tampoco quiero estar aquí sentada cuando tu
amiga vuelva de empolvarse la nariz. Así que suéltame.
En lugar de hacer lo que le pedía, Will entrelazó los dedos con los de ella, como si fueran las
piezas de un rompecabezas que habían encontrado su ajuste perfecto.
‐¿Estarnos hablando de Char?
‐Sabes que sí.
Will la miró. Tenía los ojos casi negros y respiraba despacio. Si no supiera que era imposible,
pensaría que estaba celosa. Y la idea le gustó.
‐No es mi «amiga», cielo. No tienes nada por lo qué preocuparte.
‐¿Yo preocuparme por ti? Estarás de broma, ¿no?
‐Háblame de anoche.
‐Ya sabes lo que pasó anoche.
Torció la muñeca y Will la soltó. Entonces se inclinó hacia delante.
‐Me refiero a lo que pasó después de que me drogaras. Dime lo que ocurrió en mi cama.
Will vio que se echaba hacia atrás y que respiraba hondo un par de veces.
‐Quieres saber cómo conseguí la llave y me marché. Bien. Esperé hasta que estuve segura
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
por EsperanzaLR Lun Oct 12, 2015 10:23 am
de que estabas dormido y... ‐bajó la voz‐ conseguí llegar a tus pantalones y sacar la llave del
bolsillo.
‐Mis pantalones estaban en el suelo. Tú estabas esposada a mí al otro lado de la cama.
¿Cómo lo lograste?
‐No fue fácil conseguir la llave. Yo no he dicho que lo fuera.
‐Me tocaste.
Ella bajó la vista un momento.
‐Por supuesto que te toqué. Tuve que gatear sobre ti. Deja de mirarme así.
‐¿Cómo?
‐Cómo si supieras algo...
‐¿Algo?
‐No puedes saberlo... ‐se calló‐. Estabas dormido.
‐¿No puedo saber el qué? ¿Qué me tocaste?
Will esperaba que Maite confesara algo, cualquier cosa que avivara en él algún recuerdo.
Necesitaba saber lo que había pasado, lo que ella le había dicho.
‐Me susurraste algo al oído.
‐¡Oh, Dios! ‐se puso de pie rápidamente, estuvo casi a punto de tirar la silla al hacerlo. Will le
atrapó la mano.
‐Te estás poniendo nerviosa, cielo. Ella se volvió a sentar.
‐Deja esto. Estás llamando la atención. Me gusta mi trabajo. Me gustan estas personas y yo
les gusto a ellos. No quiero que nada lo estropee, así que déjalo ya.
‐De acuerdo. Lo dejaré de momento. Lo discutiremos después, cuando estemos en casa.
‐No.
‐Me temía que fueras a mostrarte obstinada. Will le soltó la mano, se echó para atrás y se
cruzó de brazos.
‐Si no vuelves a casa conmigo, prepárate para ser arrestada.
‐¿Arrestada? ¿A santo de qué?
Con una expresión tan fiera como pudo, Will dijo:
‐Por intento de homicidio.
Ella lo miró con incredulidad.
‐¿A quién he intentado matar?
‐A mí. Anoche.
Ella entrecerró sus lindos ojos de miel
‐Eso es ridículo.
Will se encogió de hombros.
‐No lo harías.
‐¿Que no? He hecho cosas peores ‐se inclinó hacia delante‐. Hay algo más que debería
advertirte ‐le susurró, y muy despacio le puso la mano en la parte de atrás del cuello y la acercó a
él‐. Quiero que vuelvas a estar en mi vida, en mi cama.
Dicho eso,Will ladeó la cabeza y la besó. Fue un beso como en los viejos tiempos. Un beso
cargado de insinuación y de más de una promesa. Y para cuando terminó de besarla, había más de
una mesa observando la actuación fuera del escenario.
Maite no tenía suerte a menudo. Recientemente había sido tan escasa como la presencia
de Will en su vida. De modo que cuando empezó la pelea en la barra, lo vio como la ocasión
perfecta para escapar.
bolsillo.
‐Mis pantalones estaban en el suelo. Tú estabas esposada a mí al otro lado de la cama.
¿Cómo lo lograste?
‐No fue fácil conseguir la llave. Yo no he dicho que lo fuera.
‐Me tocaste.
Ella bajó la vista un momento.
‐Por supuesto que te toqué. Tuve que gatear sobre ti. Deja de mirarme así.
‐¿Cómo?
‐Cómo si supieras algo...
‐¿Algo?
‐No puedes saberlo... ‐se calló‐. Estabas dormido.
‐¿No puedo saber el qué? ¿Qué me tocaste?
Will esperaba que Maite confesara algo, cualquier cosa que avivara en él algún recuerdo.
Necesitaba saber lo que había pasado, lo que ella le había dicho.
‐Me susurraste algo al oído.
‐¡Oh, Dios! ‐se puso de pie rápidamente, estuvo casi a punto de tirar la silla al hacerlo. Will le
atrapó la mano.
‐Te estás poniendo nerviosa, cielo. Ella se volvió a sentar.
‐Deja esto. Estás llamando la atención. Me gusta mi trabajo. Me gustan estas personas y yo
les gusto a ellos. No quiero que nada lo estropee, así que déjalo ya.
‐De acuerdo. Lo dejaré de momento. Lo discutiremos después, cuando estemos en casa.
‐No.
‐Me temía que fueras a mostrarte obstinada. Will le soltó la mano, se echó para atrás y se
cruzó de brazos.
‐Si no vuelves a casa conmigo, prepárate para ser arrestada.
‐¿Arrestada? ¿A santo de qué?
Con una expresión tan fiera como pudo, Will dijo:
‐Por intento de homicidio.
Ella lo miró con incredulidad.
‐¿A quién he intentado matar?
‐A mí. Anoche.
Ella entrecerró sus lindos ojos de miel
‐Eso es ridículo.
Will se encogió de hombros.
‐No lo harías.
‐¿Que no? He hecho cosas peores ‐se inclinó hacia delante‐. Hay algo más que debería
advertirte ‐le susurró, y muy despacio le puso la mano en la parte de atrás del cuello y la acercó a
él‐. Quiero que vuelvas a estar en mi vida, en mi cama.
Dicho eso,Will ladeó la cabeza y la besó. Fue un beso como en los viejos tiempos. Un beso
cargado de insinuación y de más de una promesa. Y para cuando terminó de besarla, había más de
una mesa observando la actuación fuera del escenario.
Maite no tenía suerte a menudo. Recientemente había sido tan escasa como la presencia
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perfecta para escapar.
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
por EsperanzaLR Lun Oct 12, 2015 10:29 am
Sentada al piano, mientras terminaba el poro final de la última canción de la noche,
Maite vio cómo Will se ponía de pie y se dirigía a la barra donde Charmaine Stewart se había
convertido en el premio difícil de alcanzar en un tira y afloja entre dos corpulentos admiradores.
Mientras tiraban de ella amenazando con partirla en dos brillantes mitades, continuó gritando a
pleno pulmón, llamando a Will para que la ayudara.
Maite ignoró la irritación que sintió al escuchar el nombre de Will en labios de Charmaine
Stewart e intentó bajarse del escenario lo más rápidamente posible. Con todos los ojos puestos en
la barra del bar, se levantó rápidamente del asiento y corrió al pasillo trasero. No se tomó tiempo
para trazar un plan, lo único que sabía era que tenía que salir de allí, y deprisa. El apasionado beso
de Will le había hecho cuestionarse demasiadas cosas. Sí, había sido un beso de lo más explosivo,
¿pero qué había del pasado? ¿Y qué quería decir él con que la quería de nuevo en su vida?
Decidió que todo era una especie de broma. Una forma miserable y cruel de hacerle daño
por haberlo drogado la noche anterior y haberlo esposado a la cama.
Al llegar a la puerta de su camerino, Maite se miró las sandalias de tacón alto y después
volvió la cabeza. Como no quería perder tiempo cambiándose de calzado, no entró en el camerino.
Volvió de nuevo la cabeza, abrió la puerta de atrás del local y se lanzó de lleno a los brazos de uno
de los clientes del Toucan.
‐ ¡Ah!
Maite pegó un brinco y se tambaleó. Pero antes de que se cayera al suelo, el hombre estiró
el brazo y la agarró. Sintió su fuerte mano agarrándole del brazo herido mientras la levantaba y
sintió cómo los puntos le tiraban. Gritó y lo empeoró todo sacudiendo el brazo para que la soltara.
‐Perdóneme, yo... no miraba por dónde iba y...
‐¿Entonces no se estaba echando a mis brazos? Qué lástima ‐dijo el hombre en tono
seductor‐. Tenía la esperanza de que así fuera.
Le sonrió amigablemente. Lo cierto era que el tipo era apuesto de un modo excéntrico, pero
Maite no le devolvió la sonrisa. Miró cómo iba vestido todo de negro, y que los cabellos rubios le
caían por los hombros. Le recordó a un pirata aventurero. Lo único que le faltaba era una de esas
terroríficas pistolas enganchada en el cinto y un parche en el ojo.
‐Tengo prisa ‐dijo Maite, y enfatizó sus palabras volviendo la cabeza.
Sintió alivio al ver el pasillo vacío.
‐No me diga que la persiguen los demonios del infierno ‐se burló.
‐No ‐Maite sacudió la cabeza.
‐Entonces no tiene necesidad de ser rescatada, ¿no es así? Está lloviendo y tengo el coche
justo a la puerta.
Maite vaciló. Una escapada rápida sería lo mejor. Aunque Will no estuviera pisándole los
talones, podría estarlo en cualquier momento.
‐Sí, creo... ‐a media frase se calló.
Si se metía en el coche con aquel hombre, tal vez estropeara la oportunidad de hacer salir al
enemigo de Blu. En ese mismo momento, tal vez alguien la estuviera observando, esperando el
momento para abordarla. Le daba miedo pensar en ello, pero también era la única manera que
tenía de encontrar a Blu.
‐Gracias por su amabilidad, pero me enfrentaré a la lluvia y a los demonios del infierno si es
necesario ‐le dijo Maite al pirata, pasó delante de él con rapidez y salió al callejón.
El ambiente se había vuelto húmedo y sofocante a causa de la lluvia; los olores de la ciudad
se elevaban en el aire. La lluvia enseguida le empapó la camisa, que se pegó a su cuerpo como una
segunda piel. De pronto, Maite deseó haber aceptado la oferta del desconocido. Miró hacia atrás
para ver si aún estaba allí. Cuando no vio a nadie, consideró sus opciones y decidió que su
apartamento era lo que más cerca le pillaba.
Minutos después, empapada hasta los huesos y sin aliento, Maite entró en el edificio de
apartamentos donde vivía. Corrió escaleras arriba y pasillo adelante. Sin aliento, se apoyó sobre la
pared junto a su puerta para descansar. Cerró los ojos e intentó calmar los fuertes latidos de su
corazón.
Un ruido repentino la avisó del peligro inminente. Maite se apartó de la pared, pero fue
demasiado tarde. La puerta de su apartamento se abrió y apareció una mano que la arrastró
dentro.
Maite vio cómo Will se ponía de pie y se dirigía a la barra donde Charmaine Stewart se había
convertido en el premio difícil de alcanzar en un tira y afloja entre dos corpulentos admiradores.
Mientras tiraban de ella amenazando con partirla en dos brillantes mitades, continuó gritando a
pleno pulmón, llamando a Will para que la ayudara.
Maite ignoró la irritación que sintió al escuchar el nombre de Will en labios de Charmaine
Stewart e intentó bajarse del escenario lo más rápidamente posible. Con todos los ojos puestos en
la barra del bar, se levantó rápidamente del asiento y corrió al pasillo trasero. No se tomó tiempo
para trazar un plan, lo único que sabía era que tenía que salir de allí, y deprisa. El apasionado beso
de Will le había hecho cuestionarse demasiadas cosas. Sí, había sido un beso de lo más explosivo,
¿pero qué había del pasado? ¿Y qué quería decir él con que la quería de nuevo en su vida?
Decidió que todo era una especie de broma. Una forma miserable y cruel de hacerle daño
por haberlo drogado la noche anterior y haberlo esposado a la cama.
Al llegar a la puerta de su camerino, Maite se miró las sandalias de tacón alto y después
volvió la cabeza. Como no quería perder tiempo cambiándose de calzado, no entró en el camerino.
Volvió de nuevo la cabeza, abrió la puerta de atrás del local y se lanzó de lleno a los brazos de uno
de los clientes del Toucan.
‐ ¡Ah!
Maite pegó un brinco y se tambaleó. Pero antes de que se cayera al suelo, el hombre estiró
el brazo y la agarró. Sintió su fuerte mano agarrándole del brazo herido mientras la levantaba y
sintió cómo los puntos le tiraban. Gritó y lo empeoró todo sacudiendo el brazo para que la soltara.
‐Perdóneme, yo... no miraba por dónde iba y...
‐¿Entonces no se estaba echando a mis brazos? Qué lástima ‐dijo el hombre en tono
seductor‐. Tenía la esperanza de que así fuera.
Le sonrió amigablemente. Lo cierto era que el tipo era apuesto de un modo excéntrico, pero
Maite no le devolvió la sonrisa. Miró cómo iba vestido todo de negro, y que los cabellos rubios le
caían por los hombros. Le recordó a un pirata aventurero. Lo único que le faltaba era una de esas
terroríficas pistolas enganchada en el cinto y un parche en el ojo.
‐Tengo prisa ‐dijo Maite, y enfatizó sus palabras volviendo la cabeza.
Sintió alivio al ver el pasillo vacío.
‐No me diga que la persiguen los demonios del infierno ‐se burló.
‐No ‐Maite sacudió la cabeza.
‐Entonces no tiene necesidad de ser rescatada, ¿no es así? Está lloviendo y tengo el coche
justo a la puerta.
Maite vaciló. Una escapada rápida sería lo mejor. Aunque Will no estuviera pisándole los
talones, podría estarlo en cualquier momento.
‐Sí, creo... ‐a media frase se calló.
Si se metía en el coche con aquel hombre, tal vez estropeara la oportunidad de hacer salir al
enemigo de Blu. En ese mismo momento, tal vez alguien la estuviera observando, esperando el
momento para abordarla. Le daba miedo pensar en ello, pero también era la única manera que
tenía de encontrar a Blu.
‐Gracias por su amabilidad, pero me enfrentaré a la lluvia y a los demonios del infierno si es
necesario ‐le dijo Maite al pirata, pasó delante de él con rapidez y salió al callejón.
El ambiente se había vuelto húmedo y sofocante a causa de la lluvia; los olores de la ciudad
se elevaban en el aire. La lluvia enseguida le empapó la camisa, que se pegó a su cuerpo como una
segunda piel. De pronto, Maite deseó haber aceptado la oferta del desconocido. Miró hacia atrás
para ver si aún estaba allí. Cuando no vio a nadie, consideró sus opciones y decidió que su
apartamento era lo que más cerca le pillaba.
Minutos después, empapada hasta los huesos y sin aliento, Maite entró en el edificio de
apartamentos donde vivía. Corrió escaleras arriba y pasillo adelante. Sin aliento, se apoyó sobre la
pared junto a su puerta para descansar. Cerró los ojos e intentó calmar los fuertes latidos de su
corazón.
Un ruido repentino la avisó del peligro inminente. Maite se apartó de la pared, pero fue
demasiado tarde. La puerta de su apartamento se abrió y apareció una mano que la arrastró
dentro.
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
por asturabril Lun Oct 12, 2015 7:26 pm
asturabril- Mensajes : 4514
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
por SuenoLR Mar Oct 13, 2015 5:57 am
Sique mi Kat
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
por EsperanzaLR Mar Oct 13, 2015 9:50 am
asturabril escribió:
EsperanzaLR- Mensajes : 17168
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
por EsperanzaLR Mar Oct 13, 2015 9:51 am
SuenoLR escribió:Sique mi Kat
Ahora sigo mi Tonia
EsperanzaLR- Mensajes : 17168
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
por EsperanzaLR Mar Oct 13, 2015 10:02 am
Capítulo 11
M E ESTOY haciendo demasiado mayor para esto. No he corrido cuatro manzanas sin parar
desde que me hice detective.
‐¡Will! Pensé que...
‐Jackson se está ocupando de Charmaine Stewart.
La tenía inmovilizada, de cara a la puerta y él pegado a su espalda. Respiraba ruidosamente
y Maite notó su aliento húmedo junto a la oreja. En el apartamento, Margo sintió el mismo calor
sofocante que había hecho todo el día.
‐Quítate, Will.
‐¿Por qué? ¿Te estoy haciendo daño?
‐No... Quiero decir, sí.
‐Decídete, cariño.
‐¡Sí!
‐No lo creo ‐suspiró y apoyó la cabeza contra la puerta, junto a la cabeza de Maite‐. Estoy
cansado de correr detrás de ti, cansado de ocultar lo que siento, de no tocarte.
‐Will, por favor, quítate ‐Margo intentó darse la vuelta, pero él se pegó con más firmeza a su
cuerpo‐. Will... Will, por favor...
Sintió su mano en la cadera, y después deslizándose por el muslo.
‐Di que no ‐murmuró Will‐. A ver consigues algo.
Le hundió los dedos en el muslo y subió mano lentamente. Maite habría sentido miedo si el
hombre que tenía detrás de ella hubiese sido otro. Pero aquel era William Archard, hombre de
mágicas manos y besos embriagadores. Y aunque su tono sugería que esta enfadado, que estaba
al límite, Maite sabía que no le haría daño.
Sintió que Will se estremecía, sintió su propio cuerpo responder del mismo modo. Mar, se
mordió el labio y cerró los ojos con fuerza. No podía dejar de pensar en sus besos, en que sentiría
si él le hiciera el amor allí mismo, en ese momento.
‐A mitad de tu segundo pase, me acordé ‐le susurró al oído.
‐¿Acordarte?
‐De lo que pasó anoche.
Maite soltó una exclamación entrecorta y cerró los ojos.
‐Estabas dormido ‐insistió ella‐. No puedes saberlo.
Sus manos le demostraron que estaba equivocada. De repente, la separó de la pared lo
suficiente para tocarle los pechos del mismo modo en que ella le había acariciado el pecho a él la
noche anterior. La acción la empujó a arrimar el trasero a su entrepierna y Maite tomó aire.
‐Aún estoy enfadado contigo por escaparte de mí ‐le dijo‐. Pero...
‐Te equivocas si crees que me importa ‐ argumentó Maite.
‐Veremos lo que te importa ‐le dijo al oído.
M E ESTOY haciendo demasiado mayor para esto. No he corrido cuatro manzanas sin parar
desde que me hice detective.
‐¡Will! Pensé que...
‐Jackson se está ocupando de Charmaine Stewart.
La tenía inmovilizada, de cara a la puerta y él pegado a su espalda. Respiraba ruidosamente
y Maite notó su aliento húmedo junto a la oreja. En el apartamento, Margo sintió el mismo calor
sofocante que había hecho todo el día.
‐Quítate, Will.
‐¿Por qué? ¿Te estoy haciendo daño?
‐No... Quiero decir, sí.
‐Decídete, cariño.
‐¡Sí!
‐No lo creo ‐suspiró y apoyó la cabeza contra la puerta, junto a la cabeza de Maite‐. Estoy
cansado de correr detrás de ti, cansado de ocultar lo que siento, de no tocarte.
‐Will, por favor, quítate ‐Margo intentó darse la vuelta, pero él se pegó con más firmeza a su
cuerpo‐. Will... Will, por favor...
Sintió su mano en la cadera, y después deslizándose por el muslo.
‐Di que no ‐murmuró Will‐. A ver consigues algo.
Le hundió los dedos en el muslo y subió mano lentamente. Maite habría sentido miedo si el
hombre que tenía detrás de ella hubiese sido otro. Pero aquel era William Archard, hombre de
mágicas manos y besos embriagadores. Y aunque su tono sugería que esta enfadado, que estaba
al límite, Maite sabía que no le haría daño.
Sintió que Will se estremecía, sintió su propio cuerpo responder del mismo modo. Mar, se
mordió el labio y cerró los ojos con fuerza. No podía dejar de pensar en sus besos, en que sentiría
si él le hiciera el amor allí mismo, en ese momento.
‐A mitad de tu segundo pase, me acordé ‐le susurró al oído.
‐¿Acordarte?
‐De lo que pasó anoche.
Maite soltó una exclamación entrecorta y cerró los ojos.
‐Estabas dormido ‐insistió ella‐. No puedes saberlo.
Sus manos le demostraron que estaba equivocada. De repente, la separó de la pared lo
suficiente para tocarle los pechos del mismo modo en que ella le había acariciado el pecho a él la
noche anterior. La acción la empujó a arrimar el trasero a su entrepierna y Maite tomó aire.
‐Aún estoy enfadado contigo por escaparte de mí ‐le dijo‐. Pero...
‐Te equivocas si crees que me importa ‐ argumentó Maite.
‐Veremos lo que te importa ‐le dijo al oído.
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
por EsperanzaLR Mar Oct 13, 2015 10:07 am
La agarró de las muñecas y le plantó las manos contra la puerta. Seguidamente, le separó las
piernas y después la agarró por la cintura.
‐ ¡Will, por favor!
‐¿Por favor qué, cariño?
Contoneó las caderas contra el bien formado trasero de Maite, para hacerle saber en qué
estado se encontraba ya. Bajó la cabeza y le besó y mordisqueó el cuello. Maite sintió que le
rozaba los pezones ya duros a través de la seda empapada y protestó débilmente. Pero su protesta
fue demasiado endeble comparada con el inmenso placer que le proporcionaban las manos de Will,
un placer que la empujó a gemir involuntariamente.
Se esforzó por recuperar la compostura, solo que en lugar de gemir, empezó a jadear y a
pronunciar su nombre mientras los hábiles dedos de Will continuaban volviendo a inventar el
significado de la palabra placer.
Will le bajó la cremallera y le metió la mano por debajo de las braguitas; sus largos dedos se
deslizaron hacia abajo hasta que la encontró tan necesitada como claramente lo estaba él.
‐Me lo esperaba ‐le susurró al oído.
Sin apenas darle tiempo a respirar, Will continuó su camino sin piedad. Con la mano que tenía
libre le bajó los pantalones hasta las rodillas. Maite apoyó la frente contra la puerta, y se mordió
el labio inferior para no gemir.
‐Eres mía, cariño. Reconócelo.
Maite sacudió la cabeza con tozudez.
‐Dilo, Maite. ¡Dímelo!
‐Sí ‐Maite gimió al tiempo que sus dedos se deslizaban dentro de ella‐. ¡Sí, maldito seas!
Oyó cómo se bajaba la cremallera, sintió su miembro caliente y duro presionándole el trasero.
La abrazó y le hizo inclinarse un poco hacia delante. Cuando la penetró, su calor la quemó.
Maite gimió de placer y, entonces, presionó para atrás para que él la tomara por entero.
Temblando, Maite se agarró a la puerta, arqueó la espalda y volvió la cabeza al sentir la ávida
boca de Will en el cuello.
Fue intenso y rápido, alucinante y tremendamente satisfactorio. Un pedazo de cielo en la
tierra.
Al sentir el cuerpo de Will relajándose sobre ella, Maite se dejó caer sobre la puerta, con los
pantalones y las braguitas aún por las rodillas. Will respiraba excitadamente mientras intentaba
subirse y abrocharse su ropa, también húmeda.
‐Siento haberte asaltado así, cariño.
Sintió sus manos de nuevo sobre ella, solo que esa vez fue para subirle las braguitas y los
pantalones con cuidado. Muy despacio le dio la vuelta para que lo mirara frente a frente en la
oscuridad.
Maite no dijo nada y, cuando el silencio se prolongó, él le dijo:
‐No te he hecho daño, ¿verdad? Si te he hecho...
Maite lo besó dulcemente. No quería que Will se disculpara y, en ese momento, no tenía
nada que decirle. En el pasado, él la había amado de una docena de formas distintas. Y,
sinceramente, a Maite le habían gustado todas.
‐Di algo ‐él le devolvió el beso, esa vez como si fuera una frágil flor.
Maite lo miró a los ojos en la oscuridad, deseando poder ver su hermoso rostro.
‐Sabes que eso nunca me importó...
‐Me he intentado acercar a ti desde todos los ángulos ‐suspiró y le dio un beso en la nariz‐.
No huyas más de mí. Me muero de miedo cada vez que te alejas de mí ‐cuando Maite no contestó
él la abrazó con fuerza‐. Dime que no te alejarás de mí. Necesito escuchar...
‐ ¡Ay! ‐exclamó Maite al sentir un agudo dolor en el brazo.
piernas y después la agarró por la cintura.
‐ ¡Will, por favor!
‐¿Por favor qué, cariño?
Contoneó las caderas contra el bien formado trasero de Maite, para hacerle saber en qué
estado se encontraba ya. Bajó la cabeza y le besó y mordisqueó el cuello. Maite sintió que le
rozaba los pezones ya duros a través de la seda empapada y protestó débilmente. Pero su protesta
fue demasiado endeble comparada con el inmenso placer que le proporcionaban las manos de Will,
un placer que la empujó a gemir involuntariamente.
Se esforzó por recuperar la compostura, solo que en lugar de gemir, empezó a jadear y a
pronunciar su nombre mientras los hábiles dedos de Will continuaban volviendo a inventar el
significado de la palabra placer.
Will le bajó la cremallera y le metió la mano por debajo de las braguitas; sus largos dedos se
deslizaron hacia abajo hasta que la encontró tan necesitada como claramente lo estaba él.
‐Me lo esperaba ‐le susurró al oído.
Sin apenas darle tiempo a respirar, Will continuó su camino sin piedad. Con la mano que tenía
libre le bajó los pantalones hasta las rodillas. Maite apoyó la frente contra la puerta, y se mordió
el labio inferior para no gemir.
‐Eres mía, cariño. Reconócelo.
Maite sacudió la cabeza con tozudez.
‐Dilo, Maite. ¡Dímelo!
‐Sí ‐Maite gimió al tiempo que sus dedos se deslizaban dentro de ella‐. ¡Sí, maldito seas!
Oyó cómo se bajaba la cremallera, sintió su miembro caliente y duro presionándole el trasero.
La abrazó y le hizo inclinarse un poco hacia delante. Cuando la penetró, su calor la quemó.
Maite gimió de placer y, entonces, presionó para atrás para que él la tomara por entero.
Temblando, Maite se agarró a la puerta, arqueó la espalda y volvió la cabeza al sentir la ávida
boca de Will en el cuello.
Fue intenso y rápido, alucinante y tremendamente satisfactorio. Un pedazo de cielo en la
tierra.
Al sentir el cuerpo de Will relajándose sobre ella, Maite se dejó caer sobre la puerta, con los
pantalones y las braguitas aún por las rodillas. Will respiraba excitadamente mientras intentaba
subirse y abrocharse su ropa, también húmeda.
‐Siento haberte asaltado así, cariño.
Sintió sus manos de nuevo sobre ella, solo que esa vez fue para subirle las braguitas y los
pantalones con cuidado. Muy despacio le dio la vuelta para que lo mirara frente a frente en la
oscuridad.
Maite no dijo nada y, cuando el silencio se prolongó, él le dijo:
‐No te he hecho daño, ¿verdad? Si te he hecho...
Maite lo besó dulcemente. No quería que Will se disculpara y, en ese momento, no tenía
nada que decirle. En el pasado, él la había amado de una docena de formas distintas. Y,
sinceramente, a Maite le habían gustado todas.
‐Di algo ‐él le devolvió el beso, esa vez como si fuera una frágil flor.
Maite lo miró a los ojos en la oscuridad, deseando poder ver su hermoso rostro.
‐Sabes que eso nunca me importó...
‐Me he intentado acercar a ti desde todos los ángulos ‐suspiró y le dio un beso en la nariz‐.
No huyas más de mí. Me muero de miedo cada vez que te alejas de mí ‐cuando Maite no contestó
él la abrazó con fuerza‐. Dime que no te alejarás de mí. Necesito escuchar...
‐ ¡Ay! ‐exclamó Maite al sentir un agudo dolor en el brazo.
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
por EsperanzaLR Mar Oct 13, 2015 10:19 am
Will la soltó instantáneamente.
‐¿Qué? ¿Qué tienes?
‐No es nada. Yo...
Antes de poder terminar Will encendió la luz. Pero ninguno de los dos se fijó en los montones
que Maite había hecho en un esfuerzo por apilar la habitación. Los dos tenían puestos ojos en la
seda manchada de sangre que se pegaba al brazo.
‐¡Qué demonios! ¿Eso lo he hecho yo? ‐ preguntó ‐Will. ¿Cómo? ¿Cuándo?
Maite miró la mancha roja y recordó el momento en que debió de haberle pasado.
‐No me lo has hecho tú, Will. Fui yo ‐insistió‐. Estuve a punto de caerme al salir por la puerta
de atrás del Toucan y...
‐¿Por qué no me dijiste nada? Venga, déjame ver ‐rápidamente le desabotonó la camisa
como si fuera la cosa más natural del mundo; con cuidado le retiró el vendaje manchado de
sangre‐. Los puntos parecen intactos, pero hasta que no te limpie la herida no lo sabré con
seguridad.
Maite vio que a Will le temblaban las manos; al mirarlo a la cara vio lo serio que se había
puesto.
‐Mejorará; tampoco me duele tanto.
‐Tienes que tener más cuidado, maldita sea.
Era como si no estuviera escuchándola. Maite frunció el ceño y le habló con voz
temblorosa.
‐Will...
‐Primero te la limpiaré...
‐¿Will?
‐No te preocupes, cariño, yo me ocuparé...
‐¡Will!
El la miró.
‐Dime ‐Maite levantó la mano y tomó la suya‐ ¿por qué estás temblando? Él retiró la mano.
‐No es nada.
‐Quiero saber por qué estas tan disgustado. No es propio de ti. Al menos no solías ser así.
‐Después hablamos. Ahora tu brazo necesita atención...
Maite lo empujó.
‐Te dejaré que me cures el brazo si me contestas con sinceridad unas preguntas.
‐Maite, esto es muy serio ‐le señaló el brazo‐. Estás sangrando.
‐Un poco de sangre no me va a matar, o va estaría muerta.
‐¡No digas esas cosas!
‐Ves. Te pones nervioso por cualquier cosita.
‐Te va a quedar una cicatriz muy fea. Y eso es una verdadera lástima. ¡Sin sentido, la verdad!
¿Por qué cada vez que le gastaba una broma sobre ella misma Will se volvía loco? De nuevo
Maite lo miró a la cara con curiosidad.
‐Supongo que no pasará nada si te dejo jugar a los médicos una vez más.
‐No, desde luego.
‐¿Entonces estás de acuerdo?
‐¿De acuerdo?
‐Dime «sí, Maite, acepto tu trato. Te diré cualquier cosa que quieras saber» ‐le instruyó
Maite.
Él estaba frunciendo el ceño. De pronto esbozó una media sonrisa y se inclinó a darle un
beso.
‐Sí, cariño ‐le murmuró‐. Acepto el trato. Eso es, si puedo jugar a los médicos todo el tiempo
‐¿Qué? ¿Qué tienes?
‐No es nada. Yo...
Antes de poder terminar Will encendió la luz. Pero ninguno de los dos se fijó en los montones
que Maite había hecho en un esfuerzo por apilar la habitación. Los dos tenían puestos ojos en la
seda manchada de sangre que se pegaba al brazo.
‐¡Qué demonios! ¿Eso lo he hecho yo? ‐ preguntó ‐Will. ¿Cómo? ¿Cuándo?
Maite miró la mancha roja y recordó el momento en que debió de haberle pasado.
‐No me lo has hecho tú, Will. Fui yo ‐insistió‐. Estuve a punto de caerme al salir por la puerta
de atrás del Toucan y...
‐¿Por qué no me dijiste nada? Venga, déjame ver ‐rápidamente le desabotonó la camisa
como si fuera la cosa más natural del mundo; con cuidado le retiró el vendaje manchado de
sangre‐. Los puntos parecen intactos, pero hasta que no te limpie la herida no lo sabré con
seguridad.
Maite vio que a Will le temblaban las manos; al mirarlo a la cara vio lo serio que se había
puesto.
‐Mejorará; tampoco me duele tanto.
‐Tienes que tener más cuidado, maldita sea.
Era como si no estuviera escuchándola. Maite frunció el ceño y le habló con voz
temblorosa.
‐Will...
‐Primero te la limpiaré...
‐¿Will?
‐No te preocupes, cariño, yo me ocuparé...
‐¡Will!
El la miró.
‐Dime ‐Maite levantó la mano y tomó la suya‐ ¿por qué estás temblando? Él retiró la mano.
‐No es nada.
‐Quiero saber por qué estas tan disgustado. No es propio de ti. Al menos no solías ser así.
‐Después hablamos. Ahora tu brazo necesita atención...
Maite lo empujó.
‐Te dejaré que me cures el brazo si me contestas con sinceridad unas preguntas.
‐Maite, esto es muy serio ‐le señaló el brazo‐. Estás sangrando.
‐Un poco de sangre no me va a matar, o va estaría muerta.
‐¡No digas esas cosas!
‐Ves. Te pones nervioso por cualquier cosita.
‐Te va a quedar una cicatriz muy fea. Y eso es una verdadera lástima. ¡Sin sentido, la verdad!
¿Por qué cada vez que le gastaba una broma sobre ella misma Will se volvía loco? De nuevo
Maite lo miró a la cara con curiosidad.
‐Supongo que no pasará nada si te dejo jugar a los médicos una vez más.
‐No, desde luego.
‐¿Entonces estás de acuerdo?
‐¿De acuerdo?
‐Dime «sí, Maite, acepto tu trato. Te diré cualquier cosa que quieras saber» ‐le instruyó
Maite.
Él estaba frunciendo el ceño. De pronto esbozó una media sonrisa y se inclinó a darle un
beso.
‐Sí, cariño ‐le murmuró‐. Acepto el trato. Eso es, si puedo jugar a los médicos todo el tiempo
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
por EsperanzaLR Mar Oct 13, 2015 10:22 am
que quiera y de la manera que me apetezca.
‐Eres un vicioso,Will.
‐Solía encantarte cómo te acariciaba y cómo te poseía en cuanto sabía que estabas
ardiendo.
Sí, lo cierto era que solía gustarle todo lo de Will Archard, y aún le gustaba. En realidad, lo
amaba aún más que antes; el hombre sensible que tenía delante, por la razón que fuera, le
recordaba a un héroe herido.
Era una tonta, una loca, y sabía que él volvería a hacerle daño. Pero sí, lo amaba con un
amor tan grande que sabía que esa vez, cuando él la dejara, no podría volver a recomponer su
corazón hecho pedazos. Sin embargo, no podía dejar de amarlo. Fingir que lo odiaba era
simplemente otra mentira con la que estaba harta de vivir. Lo amaría hasta la muerte y, después,
para toda la eternidad. Sencillamente, no tenía elección en el asunto.
Maite se apartó de la puerta y, al pasar a su lado, le dio la mano y tiró de él.
‐Veamos si podemos encontrar una toalla limpia en el cuarto de baño.
Pasaron junto a los montones de basura y entraron en el diminuto baño del apartamento.
Cuando Maite se dio la vuelta, Will volvió a abrazarla; en su rostro había una expresión
sombría.
‐Encontraré a los canallas que te dispararon y destrozaron tu apartamento. Dime que lo
crees, cariño. Dime que confías en mí, porque sabes que puedes. Puedes confiar en mí como en
ninguna otra persona.
Normalmente se habría burlado de sus palabras para salvaguardar sus propios sentimientos,
pero lo dijo tan serio y con tanta convicción...
‐Creo que encontrarás a esas personas. Pero confiar en ti... ‐Maite se encogió de hombros‐.
Confiar en ti va a ser un poco más difícil.
Entonces ella se inclinó y le dio un beso breve pero sincero.
‐¿Por qué has hecho eso? ‐le preguntó, satisfecho pero curioso al mismo tiempo.
Maite reflexionó un momento, necesitaba decirle algo.
‐Por dejar a Charmaine Stewart en manos de tu compañero, supongo.
‐Ha sido un placer.
‐Lo mismo digo ‐concedió Maite.
Will miró a su alrededor y ella supo que estaba observando con interés su precario estilo de
vida. Sí, el apartamento estaba hecho un asco, y sintió cierta vergüenza por eso. Podría haber
alquilado un sitio mejor si hubiera querido, solo que prefería tener un poco más de dinero para
ayudar a que la flota pesquera no se viniera abajo. Y, a pesar de las veces en las que Blu había
protestado cuando ella le había ofrecido dinero, se había tragado el orgullo y lo había aceptado
porque ambos deseaban que los Diablos duFray sobrevivieran.
‐No paso mucho tiempo aquí ‐dijo cuando él se volvió a mirarla‐. No sientas lástima de mí,
Will, ni del modo en que he elegido vivir.
‐No siento lástima de ti ‐le acarició la mejilla‐. Te admiro. Siempre lo he hecho. Siéntate.
Maite se sentó en el retrete. Él sacó una toalla limpia de un armario y se arrodilló delante
de ella. Lo observó mientras le limpiaba la sangre con mucho cuidado.
‐Blu tiene suerte de tenerte por hermana. ¿Crees que se da cuenta de eso? ‐comentó
pasado un rato.
‐Meterse con Blu no va a...
‐Deja de defenderlo ‐la miró y entrecerró los ojos ligeramente‐. Te hizo ir al muelle de
DuBay sabiendo que no era seguro. Solo por eso le voy a...
Maite le tapó la boca con la mano.
‐No me obligó a ir al muelle de DuBay. Fui yo la que decidí salir del callejón.
‐Eres un vicioso,Will.
‐Solía encantarte cómo te acariciaba y cómo te poseía en cuanto sabía que estabas
ardiendo.
Sí, lo cierto era que solía gustarle todo lo de Will Archard, y aún le gustaba. En realidad, lo
amaba aún más que antes; el hombre sensible que tenía delante, por la razón que fuera, le
recordaba a un héroe herido.
Era una tonta, una loca, y sabía que él volvería a hacerle daño. Pero sí, lo amaba con un
amor tan grande que sabía que esa vez, cuando él la dejara, no podría volver a recomponer su
corazón hecho pedazos. Sin embargo, no podía dejar de amarlo. Fingir que lo odiaba era
simplemente otra mentira con la que estaba harta de vivir. Lo amaría hasta la muerte y, después,
para toda la eternidad. Sencillamente, no tenía elección en el asunto.
Maite se apartó de la puerta y, al pasar a su lado, le dio la mano y tiró de él.
‐Veamos si podemos encontrar una toalla limpia en el cuarto de baño.
Pasaron junto a los montones de basura y entraron en el diminuto baño del apartamento.
Cuando Maite se dio la vuelta, Will volvió a abrazarla; en su rostro había una expresión
sombría.
‐Encontraré a los canallas que te dispararon y destrozaron tu apartamento. Dime que lo
crees, cariño. Dime que confías en mí, porque sabes que puedes. Puedes confiar en mí como en
ninguna otra persona.
Normalmente se habría burlado de sus palabras para salvaguardar sus propios sentimientos,
pero lo dijo tan serio y con tanta convicción...
‐Creo que encontrarás a esas personas. Pero confiar en ti... ‐Maite se encogió de hombros‐.
Confiar en ti va a ser un poco más difícil.
Entonces ella se inclinó y le dio un beso breve pero sincero.
‐¿Por qué has hecho eso? ‐le preguntó, satisfecho pero curioso al mismo tiempo.
Maite reflexionó un momento, necesitaba decirle algo.
‐Por dejar a Charmaine Stewart en manos de tu compañero, supongo.
‐Ha sido un placer.
‐Lo mismo digo ‐concedió Maite.
Will miró a su alrededor y ella supo que estaba observando con interés su precario estilo de
vida. Sí, el apartamento estaba hecho un asco, y sintió cierta vergüenza por eso. Podría haber
alquilado un sitio mejor si hubiera querido, solo que prefería tener un poco más de dinero para
ayudar a que la flota pesquera no se viniera abajo. Y, a pesar de las veces en las que Blu había
protestado cuando ella le había ofrecido dinero, se había tragado el orgullo y lo había aceptado
porque ambos deseaban que los Diablos duFray sobrevivieran.
‐No paso mucho tiempo aquí ‐dijo cuando él se volvió a mirarla‐. No sientas lástima de mí,
Will, ni del modo en que he elegido vivir.
‐No siento lástima de ti ‐le acarició la mejilla‐. Te admiro. Siempre lo he hecho. Siéntate.
Maite se sentó en el retrete. Él sacó una toalla limpia de un armario y se arrodilló delante
de ella. Lo observó mientras le limpiaba la sangre con mucho cuidado.
‐Blu tiene suerte de tenerte por hermana. ¿Crees que se da cuenta de eso? ‐comentó
pasado un rato.
‐Meterse con Blu no va a...
‐Deja de defenderlo ‐la miró y entrecerró los ojos ligeramente‐. Te hizo ir al muelle de
DuBay sabiendo que no era seguro. Solo por eso le voy a...
Maite le tapó la boca con la mano.
‐No me obligó a ir al muelle de DuBay. Fui yo la que decidí salir del callejón.
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Re: WEB NOVELA "Reencuentro con la tentación" DE WENDY ROSNAU
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