Re: WEBNOVELA"Novios por una semana" de Lindsay Armstrong Novios

por EsperanzaLR Vie Ene 08, 2016 12:14 pm

Capítulo 3

William se lanzó inmediatamente detrás de ella. Sin embargo, cuando la acercó un flotador, ella empezó protestar.

—No hace falta, sé nadar…

—Claro que hace falta, pequeña —le espetó él—. La corriente es especialmente rápida cuando el río lleva la marea baja. Cállate y haz lo que te dicen.

Cuando consiguieron llegar a la orilla, había una multitud de personas reunidas allí, para vergüenza de Maite. Incluso Ralph se había lanzado sobre la moto de agua y había salido tras ellos.

Muchas manos les ayudaron a salir del río y muchas voces expresaron su preocupación, pero de la manera en que lo hace la gente cuando está tratando desesperadamente de no reírse.

—Eres un desastre —dijo William, todavía enfadado—. ¿Cómo puede meterse una mujer de veinticinco años en tantos líos?

Una vez más, el silencio reinó. Entonces, Maite se incorporó, se apartó el pelo de los ojos, contempló sus ropas y sus botas italianas empapadas de agua y dijo:

—Tu problema, William Dexter, es que eres tan orgulloso que no tienes sentido del humor.

Entonces, empezó a reírse con tanta fuerza y a sufrir un hipo muy fuerte hasta que casi se puso a llorar.

A las seis de la tarde, alguien llamó a la puerta. La habitación que se le había asignado daba al río y era espaciosa. Estaba decorada con tonos lila y tenía su propio cuarto de baño. Había una puerta que daba a la galería superior, por lo que el aroma de los jazmines se colaba en su interior.

Se acaba de dar una ducha, después de dormir durante un par de horas. Amelia Dexter la había separado de William cuando la sacaron del río, consolándola por ser la víctima de un «desgraciado accidente» en vez de una «atolondrada».

Había insistido en acompañarla a su habitación, donde ya le habían desecho la maleta, y también en que descansara. Parecía estar sinceramente preocupada. Había conseguido que Maite se sintiera como una huésped mimada y querida. Incluso le había dicho dónde estaba su cuarto por si necesitaba algo.

Vestida solo con una bata color lila sobre la ropa interior y con el pelo recogido por una toalla, también de color lila, Maite dio por sentado que era Amelia y fue a abrir la puerta inmediatamente.

Sin embargo, era William

por EsperanzaLR Vie Ene 08, 2016 12:16 pm

—Oh, eres tú —dijo ella, sin mucho entusiasmo. Tras suspirar profundamente, se lanzó a recitar el discurso que había estado ensayando—. Mira, siento mucho lo que hice. Fue una tontería y ni siquiera tuve la decencia de darte las gracias por salvarme la vida…

—Olvídalo, Maite. ¿Puedo entrar? He traído un coñac para cada uno.

Tras estudiarlo durante unos minutos, Maite dio un paso atrás de mala gana y cerró la puerta. En un rincón de la habitación había una mesa de mimbre y unas sillas, en las que se sentaron.

—¿Es esa mi última copa antes de que se me saque al amanecer y se me fusile?

Él permaneció en silencio durante un largo momento. Su actitud parecía denotar el peligro que ella ya había identificado en otras ocasiones. Maite sabía que tenía derecho a estar enfadada con él, pero aquello no modificó en absoluto el otro aspecto de su relación. De nuevo, pareció desnudarla mentalmente, lo que no podía dejarla impasible tras haber experimentado el tacto de sus manos, los besos de sus labios. Era aquello lo que realmente la asustaba, sabiendo que solo había un lugar para ellos, la cama…

—¿Qué es lo que quieres decir? —preguntó él, por fin.

—Yo… bueno, me había imaginado que habíamos llegado al final de nuestra relación. No es yo pueda culparte. Resulta evidente que no podemos seguir después… bueno, después de lo que ha ocurrido. Ni siquiera te echaré la culpa si decides no darme la cuenta de los vinos…

—Es muy noble de tu parte, Maite, pero no era esa mi intención.

—Pero… ¿no dijiste que me olvidara cuando yo empecé a disculparme?

—¿Cuánto tiempo llevabas preparando ese ridículo discurso?

—Bueno, di por sentado que me dirías que me marchara de aquí enseguida, aunque podrías llevarme a la estación más cercana. En realidad, lo preferiría.

—¿Después de ser tan valiente en el avión? —preguntó él—. Además, eres la heroína del lugar para todos. Bueno, para la mayoría.

—¿Por que yo…?

—¿Por qué me pusiste en mi lugar? Sí, claro. Pero también porque se sienten algo culpables.

—¿Por qué? —quiso saber ella, tras tomar un sorbo de coñac.

—Vivian, porque Ginny y yo llevamos tres años divorciados. Porque ella no debería estar aquí. Yo no lo sabía. Fue una trama urdida por mi madre, mi hermana y Marlene. No tengo ni idea de por qué tengo que verme cargado con una madrina que sería perfecta de bruja buena. Lo habían ideado todo para hacer que volviéramos juntos.

—Da lo mismo. ¿Crees que Virginia hubiera accedido a todo esto si no hubiera querido volver contigo? —No hay posibilidad de eso. Se ha terminado. —Eso no es

por EsperanzaLR Vie Ene 08, 2016 12:27 pm

tan sencillo, William. ¿No crees que tu orgullo podría andar de por medio, al ser ella la que te dio con la puerta en las narices?

—Maite, no tienes ni idea…

—Tienes razón y no trataré de darte consejos sobre algo de lo que sé tan poco, pero…

—Te lo agradezco.

—Sí. Bueno. A pesar de todo, no puedo dejar de preguntarme si, aunque tú no supieras que tu ex mujer estaba aquí, todo esto no tiene algo que ver con traerme a mí aquí para protegerte de tu familia más que de las posibles interesadas.

—Tienes razón. Estaba seguro de que mi familia me tenía a alguien preparado, pero no me había imaginado esto. Sin embargo, nunca te oculté la otra razón por la que te pedí que te hicieras pasar por mi prometida. Tú fuiste la que decidió no prestar atención a las chispas que parecían saltar entre nosotros y quien, en este momento, está enojada porque cree que es solo una protección para mí.

—Si crees que eso te hace más legítimo a ti de lo que me hace a mí —dijo ella, levantándose para dirigirse a la puerta que daba a la galería—, ¿puedo hacerte una observación? Cuando me miras como posible candidata para tu harén, ese hecho saca lo peor que hay en mí.

—¿Cuándo he hecho yo eso?

—Lo haces constantemente. ¡Incluso lo has admitido!

—Yo nunca he tenido un harén, ni tengo intención de tenerlo. Sin embargo, no puedo negarte que se me pasó por la cabeza cómo nos iría en la cama. ¿Me estás diciendo que tú no has pensado lo mismo? —preguntó él. Maite apartó la mirada y trató de tranquilizarse—. Porque, si no ha sido así, a pesar del contexto, yo diría que no es muy normal que vayas por ahí besando a los hombres del modo en que me besaste a mí, y mucho menos haber accedido a esto. ¿No te parece? —añadió él, esperando que ella respondiera—. ¿Por qué te cuesta tanto admitirlo?

—Porque no lo he elegido yo —replicó ella, por fin.

—Sin embargo, los dos nos estimulamos de una manera muy física, al igual que mentalmente —dijo él, mirando la cama—. Personalmente… creo que no solo sería una celebración de tu valor sino también de tu cuerpo y tu espíritu y que merecería el mejor vino… una celebración de la vida y de la atracción entre dos personas.

Maite cerró los ojos y pensó que nunca se podría acostar en aquella cama sin ver las imágenes que él había sugerido, de ellos haciendo el amor. Apretó los dientes y se obligó a concentrarse. Evidentemente, había subestimado a William Dexter y su propia habilidad para serle indiferente.

—Entonces, solo por eso, Maite —añadió él, terminándose la copa—, no veo por qué no deberíamos continuar lo que hemos comenzado. ¿No te parece?

Los separaban un par de pasos. A Maite le pareció muy importante separarse de aquel hombre y del efecto que tenía en ella. Sin embargo, cuando él la miró, sintió la desventaja queje producía estar en ropa interior y en bata. No solo era el

por EsperanzaLR Vie Ene 08, 2016 12:34 pm

devastador atractivo, eran aquellas manos, fuertes y esbeltas, que le habían dejado hematomas cuando la rescató del río y que, cuando la besó, se le deslizaban por la piel como una pluma. Habiendo sentido aquello una vez, ¿cómo era posible no desear que aquellas mismas manos no le acariciaran los pechos?

Maite sintió que se sonrojaba y se llevó una mano a la garganta para taparse más el escote. William siguió aquel movimiento con atención, fijándose justo en el antebrazo, de donde se le había deslizado la bata. —¿Te hice yo eso?

—¿El qué?

—Estos hematomas —dijo él, acercándose a ella y colocando los dedos sobre su piel.

—Sí, y unos cuantos más, pero prefiero tener unos cuantos hematomas a que me encuentren flotando boca abajo en el río.

—A pesar de todo, lo siento. —No importa.

—Tienes la piel como la seda, Maite —musitó él, acariciándole el brazo—. Y una hermosa figura. Y también me besaste de un modo único —añadió él, levantando los dedos hasta tocarle la boca, para luego meterse las dos manos en los bolsillos—. No puedo evitar preguntarme si algún hombre no te dejó magullada mentalmente…

—¿Dices eso porque no me he arrojado en tus brazos, William? —le espetó ella, tras tragar saliva. —Porque te has refugiado en ellos cuando no pudiste contenerte, pero no quieres admitirlo —replicó él.

Maite no pudo responder. Parecían estar atrapados en una red de recuerdos de lo ocurrido en la pista de aterrizaje, como si aquellos ojos azules que la observaban tuvieran el poder de hacerla sentir como si su cuerpo solo le perteneciera a William Dexter. Y no solo era eso. También parecía haberse adueñado de su mente, tras haber experimentado el gozo que él le podía proporcionar. Su mera presencia bastaba para recordárselo.

—Mira… —dijo ella, incómoda. No quería que él supiera que Goodman & Asociados estaba pasando por un mal momento y que aquella era la razón por la que estaba haciendo aquello, ya que tal vez William se pensara darle las cuentas. Y, sin embargo, necesitaba una razón para explicar su presencia allí—. Mira… Nunca formó parte de mi plan el tener que acostarme contigo para conseguir la cuenta del champú ni la de los vinos, pero es importante para la agencia… —Olvídate del champú. La tienes de todas maneras.

—Y lo que es más… ¿Cómo has dicho?

—Que ya la tienes, Maite. Julianna Jones puede estar tranquila y tú no tienes que cambiarle ni un solo pelo de la cabeza.

—¿Quieres decir que no voy perder la cuenta aunque… me niegue a tener que ver nada contigo? —Precisamente. Bueno, dejaré que te vistas. La cena estará servida dentro de media hora.

—¿Y la cuenta del vino?

por EsperanzaLR Vie Ene 08, 2016 12:37 pm

—Ah. Eso llevará un poco más.

—Y tú hablas de ser legítimo… Entonces, tengo que seguir con esta farsa imposible para conseguirla. No puedo hacerlo. Nunca hubiera accedido a esto si hubiera sabido lo de tu ex mujer. Sí, de acuerdo, es importante para mi agencia pero, como te he dicho antes y te lo volveré a decir, un puñado de mujeres sin rostro es diferente de una ex esposa.

—Estoy seguro de que ella estará de acuerdo en eso. Por cierto, ha decidido quedarse. Es muy buena amiga de Mag. Y pensé que habíamos establecido otra buena razón para que tú te quedaras hace unos momentos al igual que esta mañana. ¿Por qué no te quedas como tú misma? Creo que todo el mundo tiene la idea de que no somos una pareja tradicional.

Después de decir eso, Lleyton salió de la habitación. Maite se sentó y se terminó el coñac de un tra2o. Se dio cuenta de que, por lo menos por aquella noche, no le quedaba más remedio que quedarse. Además, media hora más tarde, Amelia fue a buscarla.

—Es muy bonito —dijo la mujer, en relación con el vestido color terracota que Maite se había puesto. Era sin mangas, por lo que ella se había puesto encima una blusa transparente para ocultar los hematomas. El vestido lo había completado con un par de babuchas a juego.

—¿Cómo te sientes ahora, querida? —añadió—. William me ha asegurado que ha limado las asperezas contigo.

—Lo que a William le puede parecer limar asperezas, para otra persona sería cortarlas de raíz… Lo siento, señora Dexter. No debería haber dicho esto. Tengo la lengua un poco larga.

—Algo que a mí me parece muy refrescante, Maite. Por favor, no creas que tienes que contenerte delante de mí.

—Bueno… Tal vez yo no pueda hacerlo, pero él es su hijo.

—Eso no significa que apruebe el hecho de que se tenga que salir con la suya en todo. ¿Bajamos? Esta noche vamos a tomar un bufé.

—Me muero de hambre, señora Dexter. Me podría comer una vaca entera… Seguro que tiene que ver con haber estado a punto de ahogarme —añadió, con una sonrisa.

Amelia contempló a Maite en silencio durante un momento. Luego, muy sinceramente, le dijo:

—No apruebo el divorcio, Maite, tengo que confesártelo. He vivido con la esperanza de que William y Ginny pudieran reconciliarse. Y todavía lo espero. Sin embargo, creo que, en otras circunstancias, me hubieras gustado mucho, querida.

Entonces, enlazó su brazo con el de Maite, como para suavizar el daño que le pudiera haber causado con aquellas palabras.

—Por cierto —añadió—, por favor, llámame Amelia. Tal vez sea bastante mayor, pero nada me hace sentir más vieja que me llamen «señora Dexter».

por EsperanzaLR Vie Ene 08, 2016 12:43 pm

El bufé se sirvió en una terraza acristalada en la parte posterior de la casa. En vez de una mesa grande, había varias pequeñas, en las que los comensales se podían sentar a su gusto.

Para la cena, había vichyssoise o melón con salmón y salsa de mayonesa con aceitunas y alcaparras como entrantes. Luego, podían tomar jamón con una variedad de ensaladas y, como plato principal, había cerdo agridulce con arroz. De postre, fresas, kiwis, plátanos y fruta de la pasión con helado.

El ambiente era fantástico. Velas, mesas y sillas de hierro forjado, enormes macetas con naranjos… Se le ocurrió que se necesitaría una enorme fortuna solo para mantener Harvest Moon. Con aquel pensamiento, miró penetrantemente a William, sentado a su lado.

—¿Es que he hecho algo malo? —preguntó él. —En absoluto. Estaba pensando lo rico que debes de ser.

—No pienso hablar sobre ello —murmuró, mirando el reloj—. ¿Me perdonas un momento? Voy a recibir una llamada muy importante desde Singapur. No tardaré mucho.

—Claro.

—Uno se habría imaginado que sabrías lo rico que es, Maite —dijo Marlene Wainright, en cuanto su ahijado se alejó. Estaba sentada enfrente de ella, junto con Ralph y Eddie.

—No tengo nada en contra de él por eso.

—No nos pareció que te estuvieras quejando, querida.

Marlene tenía también unos sesenta años, pero, al contrario de su amiga, no se esforzaba por ocultar su edad. De hecho, a Maite le recordaba a un águila de cabeza plateada y penetrantes ojos.

—Bueno, no nos andemos con rodeos, lady Wainright —dijo Maite, tranquilamente—. ¿Quiere saber si soy una cazafortunas? Claro que lo soy. Y el pobre William también lo sabe, solo que no puede evitarlo. Sin embargo, yo no dejo de recordarme que es libre y mayor de edad, y que debería saber cómo cuidarse él solo, ¿no le parece?

Marlene Wainright tomó aire, como un toro. Tras recoger su plato, se marchó de la mesa echa una furia. —¡Dios mío! —susurró Ralph, escondiendo la cara en la servilleta para ahogar la risa—. Maite, ¿dónde has estado durante toda mi vida?

—¡Eso por mencionar la mía y la de Mag! —exclamó Eddie, también riendo.

—¿Por qué he tenido que hacer eso? —se preguntó Maite en voz alta, cerrando los ojos.

—No lo lamentes —le aconsejó Ralph—. Ya iba siendo hora de que alguien le diera a esa vieja lechuza su merecido.

por EsperanzaLR Vie Ene 08, 2016 12:51 pm

—Claro que lo lamento dijo Maite—. Parece que el destino me ha hecho convertir en un torbellino la semana anterior a tu boda, Eddie. Casi creo que William tiene razón. Soy un desastre andante.

—Estoy seguro de que William no hablaba en serio —dijo Eddie, para confortarla—. Son cosas que se dicen sin pensar. Además, sería un milagro que llegáramos al altar sin que hubiera habido ningún incidente.

—Estoy agotada —le dijo Maite a William aproximadamente a las once.

Estaban solos en la terraza, después de pasar la velada jugando a las cartas y a otros juegos.

—Ha estado todo muy animado.

—Sí, ha sido muy divertido. Estoy agotada de contener la lengua e intentar averiguar a quién le caigo bien. Por lo menos, sé que una persona me odia. —¿Quién es?

—Tu madrina. Tuvimos… un enfrentamiento mientras tú estabas hablando con Singapur —añadió, explicándole lo sucedido—. No entiendo cómo tu madre, que parece ser una persona muy agradable, la tiene como amiga.

—Fueron al colegio juntas. Marlene perdió a su hijo, su único hijo, en un accidente cuando él tenía quince años. Nunca lo ha superado. Luego, perdió a su marido. Por eso mi madre se encarga de cuidar de ella.

—Ahora me siento fatal —comentó Maite, contemplando el jardín.

—Siempre ha sido una persona bastante agria, pero se ha intensificado a lo largo del tiempo. Y, por lo que me has dicho, ella disparó primero.

—Sí, pero… ¡Qué diablos! ¿Dónde está todo el mundo? No tenía intención de quedarme a solas contigo esta noche, por cierto.

—Por ahí andan. Supongo que la mayoría metiéndose en la cama. Creo que, diplomáticamente, nos han dado la oportunidad de estar a solas. Yo diría que Ralph y Eddie no tienen el menor problema contigo, Maite.

—Tal vez no, pero son hombres.

—Uno de ellos es mi hermano y el otro está a punto de casarse con mi hermana —dijo él.

—¡Oh, no lo decía en ese sentido! Bueno, tal vez un poco en el caso de Ralph. Sin embargo, los hombres ven a las mujeres con diferentes ojos, ¿no te parece? Por cierto, no estarás previniéndome contra ellos, ¿verdad?

—Solo estoy diciendo que, el modo en que te comportas con los hombres ha podido tener que ver en cómo te consideran algunas de las mujeres en este circo.

—Acabo de conocerlos —protestó ella—. No he tenido tiempo de relacionarme con nadie… Esto es ridículo y no es propio de ti, William.

por EsperanzaLR Vie Ene 08, 2016 12:57 pm

—Pues te lo pasaste muy bien jugando a la petanca con Ralph de pareja. También me diste a entender que te gustaba ese tipo de hombres.

—¡Solo para bajarte un poco los humos! —¿De verdad?

—Sí, de verdad. Además, ¿qué es esto? ¿Es que te estás preguntando tú ahora si soy una cazafortunas? No te olvides que lo que busco aquí no es ni a tu hermano ni a ti.

—Bueno, dejemos esto por ahora. En realidad, solo te estaba avisando, Maite —dijo William, entrelazando sus dedos con los de ella—. Ralph puede resultar muy divertido, muy buena compañía y todo eso, pero tiene un fallo muy importante. Siempre ha estado en contra mía y ha hecho todo lo posible por estropeármelo todo, especialmente en lo que respecta a las mujeres.

—Oh, no… ¿también con Ginny?

—No, si hubiera hecho eso, no seguiría viviendo en esta casa —replicó William con tanta frialdad que Maite se echó a temblar—. Pero tú puedes ser otra cosa. —¿Por que sabe que no estoy de verdad contigo? —Algo por el estilo.

—Dios mío, ¿en qué me he metido?

—En una familia… Algo de lo que tal vez no sepas mucho, según creo. Puede ser maravilloso en los mejores momentos pero, cuando se tienen complicaciones, puede ser peor que el infierno.

—¿Cómo sabías que no tengo familia? —Por tu jefe, Stan Goodman.

—¿Es que has estado investigándome?

—En absoluto. Me llamó por teléfono y me hizo una advertencia.

—¿Que Stan hizo eso? —dijo ella, suavemente. De repente, se dio cuenta de que tenía lágrimas en los ojos.

—No te pongas triste —susurró él, soltándole la mano y rodeándole los hombros con el brazo.

—No puedo evitarlo. No sé por qué. Es decir, no sé por qué justo en este momento… Supongo que siempre echaré de menos a mi padre, pero… —añadió, apoyando la cabeza en el hombro de él.

—Ha sido un gran día. Lo suficiente para que alguien se ponga un poco sensible. Volar, nadar obligadamente y encontrarse con un montón de extraños, algunos de los cuales te consideran algo sospechosa…

—Mmm… Creo que tu hermana es una. Ella y tu ex mujer me han estado evitando delicadamente toda la noche.

—¿Y eso te molesta?

—Sé que no debería ser así en vista de nuestra relación, William, pero las dos parecen muy agradables. Así que sí, me molesta, pero… —se interrumpió para bostezar—… no creo que vaya a impedirme conciliar el sueño.

—Me alegro de oír eso.

por EsperanzaLR Vie Ene 08, 2016 1:08 pm

—El único problema es que no parezco tener ni la fuerza de voluntad ni las ganas de ir a ningún sitio en este momento.

—Siempre podría llevarte a la cama en brazos —respondió él, riendo y dándole un beso en lo alto de la cabeza.

—Si fuéramos a acostarnos en la misma cama, tal vez aceptaría, William y creo que ese sería el caso para que el que deberías reservar ese gesto. E, incluso entonces, y te lo digo como observadora imparcial, ¿no crees que sería un poco peligroso subir las escaleras con una chica antes de…? Bueno, ya sabes. Unos pocos pasos bajo el umbral es diferente… —añadió ella, empezando a reírse.

—Maite, creo que conocerte ha sido una lección muy saludable. Sin embargo, creo que debería advertirte. A pesar de que no voy a demostrarte que estás equivocada en lo de las escaleras, podría sentir la tentación de demostrarte lo contrario otra vez en lo de los besos.

—No deberías hacerlo. Me estaba sintiendo bastante cómoda y segura. Sabes… Es como si fueras dos personas. El hombre que consiguió que llegara aquí en avión, por ejemplo y la… cerilla que está a punto de quemarme los dedos.

—Si quieres admitir algo, Maite, fue… bueno, supongo que ha sido un comienzo —dijo él, sonriendo débilmente.

—En este momento, no hay futuro para nosotros en esa dirección. No hay nada real entre nosotros, William.

—¿No? Bueno, por lo menos has dicho que por el momento —replicó él, sonriendo tristemente—. Me conformo solo con pequeñeces, nada más.

—Eres un hombre muy extraño.

—¿Por qué?

—Bueno, a veces eres completamente corriente, otras veces eres el magnate de los negocios, pero, justo ahora… eres muy humilde, casi como si esto no fuera un trato entre ambos —comentó ella. William se limitó a levantar una ceja, pero no dijo nada—. Pero, pensándolo bien, ¿podría ser un juego?

—A ver qué te parece esto. ¿Por qué no lo consultas con la almohada y me dices lo que has sacado en claro por la mañana?

Maite se levantó y lo contempló de un modo casi sombrío. Entonces, de repente, le deseó buenas noches y desapareció en la casa, dejando a Lleyton que pensara sobre lo que tenía en mente para Maite. Fue Ralph el que lo sacó de sus pensamientos. Apareció por una esquina y se sentó al lado de su hermano en el banco.

—No sabes lo que vale esa mujer, ¿verdad William?

—Tendría que haberme imaginado que alguien estaría escuchando —dijo él, secamente—. Y que, probablemente, serías tú.

—No sé lo que me he perdido, ya que solo llevo aquí un momento, pero sí lo suficiente para oír el trozo del trato. ¿Por qué?

por EsperanzaLR Vie Ene 08, 2016 1:11 pm

—¿Por qué, qué?

—¿Por qué tuviste que alquilar una chica? Me encantaría saber el tipo de trato que hay entre vosotros. ¿Dinero? ¿Trabajo? Y no te creas que yo soy el único que anda especulando, amigo. Mag es de la misma opinión. Y también…

—¡Perdonadme!

Los dos se volvieron para ver a Maite, a unos pocos pasos de ellos, muy acalorada, como si hubiera bajado las escaleras corriendo.

—¿Qué te pasa? —preguntó William, poniéndose de pie.

—Mi anillo. No lo encuentro. Por favor, dime que te lo di para que lo cuidaras y que no está en el lecho del río.

—Lo tengo yo —respondió William, tras un momento de duda—. Pero si me prometes no volver a caerte en el río, te lo daré otra vez.

—¡Gracias a Dios! —exclamó Maite. Luego, se puso de puntillas y, tras agarrarlo por las solapas de la chaqueta, le dio un beso—. ¿Me lo das, cariño? Prometo no hacer locuras porque realmente lo adoro.

—¿Por qué no? —murmuró él—. Vamos a por él.

William la llevó al despacho que había en la planta baja y abrió una enorme caja fuerte tras cerrar puertas y ventanas y echar las cortinas.

—Supongo que lo has oído.

—Sí —respondió ella, furiosa—. ¡Y si alguien cree que voy a quedarme aquí, comportándome como una chica alquilada, están muy equivocados!

—¿Cómo ha sido que lo has oído todo?

—Regresé para decirte que te estaba muy agradecida por todo lo que habías hecho por mí hoy. No soy ninguna desagradecida.

—Pues ha sido una actuación merecedora de un Óscar —dijo él, sacando la caja de terciopelo de la caja fuerte y poniéndola encima de la mesa.

—Es sorprendente lo que una es capaz de hacer cuando la gente está haciendo trizas tu reputación.

—Entiendo, pero esto… —comentó él, sacando el anillo del estuche—… es perpetuar la farsa. Algo que no estabas muy dispuesta a hacer antes.

—He cambiado de opinión —replicó ella, extendiendo la mano para tomar el anillo—. No creía que te molestaría.

—Supongo que solo te estaba avisando —dijo él, con una débil sonrisa—. Cuando se te haya pasado el disgusto, tal vez lo lamentes.

—No, no lo lamentaré. De acuerdo que fue una locura acceder a esto, pero ahora que estoy metida en ello, es mejor hacerlo bien. ¡No discutas conmigo, William! ¡Estoy cansada

por EsperanzaLR Vie Ene 08, 2016 1:19 pm

—No me digas nunca que no te lo advertí, Maite. ¿En qué mano? ¿La derecha o la izquierda?

—La izquierda. Pero no te excedas y te pongas de rodillas o algo por el estilo —añadió ella, con ironía.

William le colocó el anillo y la tomó entre sus brazos.

—William —protestó ella.

—¿Sí, Maite? —preguntó él, lleno de picardía—. Creo que tal vez debiera llevarte a dar un paseo en avión más a menudo.

—No creo que eso sea una buena idea.

—¿Por que podrías acostumbrarte y no sentirías el impulso de besarme tan espontáneamente? —preguntó él, rodeándole la cintura con las manos.

—Sí… No, quiero decir… —tartamudeó ella, sin saber qué decir.

—Háblame sobre todos esos hombres que te gustaban más que yo, pero que odiabas besar.

—Eso no era del todo cierto. Es decir, no ha habido muchos hombres…

—Pues eso fue lo que me diste a entender.

—Hum… —susurró ella, muy nerviosa por sentir las manos de él en las caderas, a pesar de que lo encontraba muy agradable—… de acuerdo, si lo quieres saber. Era cierto. No me gustaba que me besaran. Nunca creí que me gustaría. Lo otro… no estaba mal.

—¿Tan solo no estaba mal?

Maite frunció el ceño, pensando en Ryan Dempsey, que era el único punto de comparación que tenía con William. Ryan había tardado seis meses en convencerla de que ella lo deseaba tanto como él la deseaba a ella. Sin embargo, ella no había estado segura de eso, mientras que a William le había llevado cuatro días…

—¿Es que me estás comparando con otro amante, Maite? —preguntó él, de repente. Ella se sonrojó, sin saber qué decir—. ¿Me vas a decir cómo voy por ahora?

—Claro que no.

—Entonces, ¿no eres el tipo de chica que se acueste con alguien y luego va contándoselo a todo el mundo?

—No sé lo que te hace pensar que tienes derecho a hacer esto, William, pero creo que es… completamente gratuito.

—Llevas puesto mi anillo de compromiso, Maite.

—¡Y tú me prometiste un trato sincero y honorable!

—Todavía tengo que seducirte, querida —dijo él, con aspecto divertido—. También, por mucho que odie repetirme…

—Yo empecé todo esto. De acuerdo, me declaro culpable.

—Tú no lo empezaste… ocurrió. Pero no pareció molestarte tampoco.

por EsperanzaLR Vie Ene 08, 2016 1:23 pm

—Lo sé, pero me temo que todavía tengo miedo de quemarme los dedos. Y, mientras dure este trato, yo no voy a permitir que se convierta en nada más.

—De acuerdo —dijo él, llevándola hasta el sofá.

—No… —afirmó ella, intentando levantarse.

—Tranquilízate, Maite—susurró él, impidiéndoselo—. ¿Estás cómoda?

—No parece que me quede elección.

—No. Por el momento. Tenemos que hablar de algunas cosas.

—¿De qué? —suspiró ella, poniéndose más cómoda al sentir que él aflojaba la presión del brazo.

También se quitó los zapatos y se recogió los pies bajo el cuerpo.

—¿Estás resistiéndote a lo nuestro porque se trata de un trato o porque tienes miedo de implicarte con un hombre?

—Un poco de las dos cosas —confesó ella, mirándole a los ojos—. No creas que no sé que no debería haber accedido a esto, pero tú…

—¿Te tiré un guante que no pudiste resistirte a recoger?

—Exactamente. Realmente debería haberme atenido a las ideas que yo tenía sobre cómo un hombre debe impresionar a una chica y que no incluían el soborno.

—¿Por qué no me dejas intentarlo?

—¿Y que te deje besarme cada vez que te apetezca?

—No necesariamente, sino estar juntos porque queramos para empezar.

—¿Me compraste esto especialmente para mí, William?

—Sí —respondió él. Vivian se incorporó enseguida—. Pero, al mismo tiempo, también resultaba una buena inversión.

—¡Tendría que habérmelo imaginado! Oh, bueno, algunas veces se gana y otras se pierde. Durante un momento pensé que realmente te había causado una profunda impresión, William Dexter, lo que resultó bastante electrizante. En realidad, daba una fuerte sensación de poder. Sin embargo, vuelvo a tener los pies sobre la tierra y me voy a la cama.

—No me has respondido. De hecho, me parece que estás evitando el tema.

—No… no sé… Yo…

—Dime una cosa antes de que te vayas a la cama, Maite. Después de todo, estamos sentados como lo haría una pareja normal.

—¿Qué es lo que quieres?

—¿Quién fue?

—Alguien con el qué trabajaba.

—¿Y creías amarlo?

por EsperanzaLR Vie Ene 08, 2016 1:28 pm

—Eso pensaba, sí —respondió ella, tras una pausa—. Pensé que era mutuo, pero me equivoqué. Por supuesto, tal vez fui yo la culpable de eso. ¿Y tú?

William se soltó de ella y se levantó. Maite esperó un momento y luego se levantó ella también.

—Tuviste que estar enamorado de Ginny para casarte con ella —añadió, a pesar de que algo le advertía que no lo hiciera, que no debía mostrar interés en la relación de William con su ex mujer.

Estaban de pie, frente a frente, muy juntos. Maite lo miraba. Él levantó una mano, como si fuera a acariciarle la mejilla y luego se detuvo.

—Sí, al menos eso fue lo que me pareció al principio. Pero ese sentimiento fue muriendo poco a poco cuando descubrí que estaba vendiéndoseme y que se había quedado embarazada a propósito para terminar de cerrar el trato.

por Joanita Sáb Ene 09, 2016 8:43 am

Seguilaaaaaaaaaa por favor! !!!!

por Joanita Sáb Ene 09, 2016 3:09 pm

Seguilaaaaaaaaaa por favor! !!!!

por EsperanzaLR Sáb Ene 09, 2016 3:32 pm

Mis lindas lectores prometo que manana pondra 2 capitulos besos

por SuenoLR Dom Ene 10, 2016 5:14 am

Sique mi Kat

por EsperanzaLR Dom Ene 10, 2016 3:53 pm

SuenoLR escribió:
Sique mi Kat

Ahora sigo mi Tonia

por EsperanzaLR Dom Ene 10, 2016 3:54 pm

Joanita escribió:Seguilaaaaaaaaaa por favor! !!!!

Ahora sigo Joanita

por asturabril Dom Ene 10, 2016 3:57 pm

por EsperanzaLR Dom Ene 10, 2016 4:02 pm

Capítulo 4

Maite se sentó en la cama a la mañana siguiente, como movida por un resorte. Entonces, se tumbó aliviada al comprobar que tenía el anillo en el dedo.
Seguía en Harvest Moon, en aquella lujosa habitación, sobre aquella cómoda cama, entre suaves sábanas. Apenada, pensó que no había sido transportada a la seguridad de su casa en sueños. Ya no le quedaba ninguna duda de que estaba andando sobre un campo de minas. Y no solo por la familia de Dexter sino por sí misma.
La noche anterior no se había quedado para preguntar a William más detalles ni para responder las preguntas que le ardían en el cerebro. ¿Por qué se había vendido Ginny Deacon a William? ¿Qué le había pasado al niño? Más bien había huido, tras murmurar unas precipitadas buenas noches, a su habitación. Solo al llegar allí se había dado cuenta de que se había dejado los zapatos, pero no se había molestado en volver a recogerlos. Todo aquello simplemente posponía tener que pensar en el efecto que William causaba sobre ella.
No hacía frío, pero se cubrió bien con la colcha. El día anterior, después de conocerse solo durante tres días, él la había besado de un modo que casi no podía definir. Ya no podía negar por más tiempo que encontraba a Lleyton muy atractivo. Incluso hasta el punto de… No podía hacerlo. Sin embargo, la sinceridad le obligaba a admitirlo. Aceptar lo que él le había sugerido sobre conocerse fuera de aquel ambiente, le había parecido… bien.
Tenía que admitir que le había hecho conseguir varios pequeños milagros. En primer lugar que volara, lo que le había hecho sentirse valiente y admirada. Aquella reputación había desaparecido más tarde, al caer al río, pero también la había salvado entonces, posiblemente de ahogarse. Y le había dado la cuenta del champú Clover, aunque todavía no la del vino…
Era una situación muy difícil. Unas veces se sentía segura y cómoda con él, y otras electrificada y aterrorizada por cómo la hacía sentirse entre sus brazos. Además, no conocía con claridad sus intenciones y tenía una ex mujer, un niño… Entonces, alguien llamó a la puerta.
—¿Quién es? —preguntó Maite
—El desayuno, señora —anunció una voz juvenil.
—¡Entra! —exclamó Maite, sentándose en la cama. Entonces, entró una chica joven con un carrito—. No esperaba esto.
—Ha sido la señora Dexter —respondió la chica—. Le gusta hacer que la gente se levante temprano. Hoy tiene planeada una excursión en bote, así que me ha pedido que le diga que quiere que todo el mundo esté en el embarcadero a las diez en punto. Van a navegar río arriba hasta un agradable restaurante en el que tomarán el almuerzo y luego, cuando regresen, habrá una competición de croquet. ¿Le apetece té o café, señora?

por EsperanzaLR Dom Ene 10, 2016 4:03 pm

asturabril escribió:

por EsperanzaLR Dom Ene 10, 2016 4:07 pm

—Café… Parece una excursión muy interesante, y este desayuno tiene un aspecto estupendo. Muchas gracias… Belinda —añadió, leyendo el nombre en el uniforme.
—Bon appétit —dijo la muchacha, antes de marcharse.
A las diez menos cuarto, Maite bajó al embarcadero. En realidad, llevaba bastante más tiempo paseando ya que había ido a la pista de aterrizaje y había vuelto. Lo había hecho con la esperanza de encontrar solución a sus problemas personales. Aunque no lo había conseguido, se sentía mucho mejor, a pesar de que no sabía cómo iba a enfrentarse a William aquella mañana.
Tenía un aspecto muy adecuado para la excursión náutica. Se había puesto unos pantalones cortos de color blanco, su blusa blanca de caracolas y una gorra rosada que hacía juego con su bolso de rafia. Completaba el atuendo con un biquini amarillo limón bajo la ropa, gafas de sol y una toalla, ropa limpia y crema para el sol en el bolso. Y por supuesto, llevaba el anillo en la mano izquierda.
Durante su paseo no se había encontrado a nadie y fue la primera en llegar al barco a excepción de William. Hacía un día magnífico y soleado.
—Buenos días —dijo ella, con algo de cautela.
—Vaya, vaya —replicó él. Estaba echando un vistazo a los motores del barco. Al ponerse la mano en la cara para frotarse la mejilla, se la tiznó de grasa—, si es la señorita Florey, mi poco entusiasta prometida, con un aspecto estupendo.
—¿Estás enfadado conmigo, William? —preguntó ella, poniéndose las manos en las caderas.
—En absoluto —respondió él, tapando uno de los motores.
—Pues a mí me parece que sí lo estás, ¿o es que lo estoy imaginando?
—Estás otra vez al borde del embarcadero, Maite.
—Siento haber… —empezó ella, echándose atrás—. No, no pienso decirlo.
—Por favor, no te reprimas por mí —afirmó él, amargamente, antes de tapar el segundo motor y saltar al embarcadero.
Vivian lo contempló con cautela.
—Bueno, solo iba a decir que la única razón por la que me caí ayer fue porque me llevé una sorpresa. Una enorme sorpresa.
—Y supongo que lo mismo te pasó anoche, ¿no?
—Sí. La vida entre los ricos y famosos está muy por encima de las personas a las que yo estoy acostumbrada.
—Tonterías. Le ocurre a personas de toda clase.
—Er… Bueno, pues las personas de toda clase se están acercando —le advirtió ella—. Tu madre, tu madrina, tu hermana, tu ex mujer, Eddie, Ralph, las damas de

por EsperanzaLR Dom Ene 10, 2016 4:10 pm

honor, tu prima Mary y ¡aleluya! ¡Niños! Estaba empezando a preguntarme si los teníais encerrados en el zoo. ¿Vamos a caber todos en este barco?
—Todos menos nosotros dos. Tú y yo iremos en este —dijo él, señalando uno más pequeño que había al otro lado del embarcadero.
Maite estuvo a punto de contestar, pero en ese momento llegaron los otros.
—¡Pero si son nuestros tortolitos! —exclamó Ralph—. Buenos días, Maite. Ya veo que no has perdido el anillo todavía. Muéstranoslo.
Cuando lo hizo, Ralph silbó con admiración y se lo ofreció a su madre para que lo inspeccionara.
—Muy bonito —dijo la madre de William, muy tensa—. No es solo eso —afirmó, asomándose por encima del hombro—. También es muy caro, creo yo.
—Sesenta mil dólares, según creo —replicó Maite, retirando la mano—. Estoy segura de que os estaréis preguntando si me lo merezco, pero…
—Estoy seguro de que sí, Maite —intervino William—. De acuerdo, Ralph, tú te encargarás de capitanear el barco grande. Vivian y yo iremos en el pequeño para ayudaros si tenéis problemas. ¡Todos a bordo!
Tardaron unos quince minutos en acomodarse todos en el barco grande. Maite los observaba sentada en un muro bajo. Había cuatro críos, dos niños y dos niñas, de entre tres y diez años, aunque ninguno parecía ser de William y Ginny. Esta llegó y se sentó al lado de Maite mientras William les iba poniendo a todos los niños sus chalecos salvavidas y se los daba a Eddie y Ralph.
—Es muy bonito —dijo Ginny, aparentemente con sinceridad.
—Oh, el anillo… Sí que lo es.
—No pareces estar del todo segura. Yo no le haría mucho caso a Lady Wainright. Puede ser muy molesta para cualquiera.
—Yo no sabía lo tuyo… lo siento —respondió Vivian, admirando la belleza y elegancia de Ginny, a pesar de lo informal de sus ropas.
—Ya me lo pareció. William puede ser muy selectivo sobre lo que le dice a la gente.
—No te equivocas. Por eso me caí al río ayer. No tenía ni idea de que tuviera una ex mujer. ¿Puedo preguntarte una cosa?
—Sí, aunque tal vez no pueda contestarte.
—¿Estás enamorada de él…? ¿Lo estuviste alguna vez?
—Oh, sí, pero amar a William es pedir que te rompan el corazón… Bueno, creo que la única que falta soy yo —anunció, levantándose ágilmente y bajando por la escalerilla.
Maite también se levantó y, junto a William, contempló cómo Ralph sacaba el bote del embarcadero.
—¿Lista? —preguntó él.

por EsperanzaLR Dom Ene 10, 2016 4:14 pm

—Cuando tú quieras.
—No tendrás algún tipo de fobia sobre los barcos también, ¿verdad?
—En absoluto —replicó ella furiosa, saltando al pequeño barco sin esperar a que él la ayudara.
—¿Te he ofendido?
—Claro que me has ofendido. No solo eso. Me has desilusionado —le espetó ella—. Ayer estuviste maravilloso con mi miedo a volar. Hoy lo has borrado todo de una sola pasada.
—En ese caso, te pido humildemente que me perdones. Estar en tu lista negra resulta aterrador.
—¡Tonterías! —exclamó ella, volviéndose para mirarlo. Entonces, al ver que él rompía a reír, sintió que algo de su propia furia la abandonaba, aunque no supo por qué.
—Nunca he conocido a nadie que tenga el genio que tú tienes. Espero que no cambies nunca. ¿Lista?
Maite dudó y luego asintió. Él sacó una gorra y gafas de sol y arrancó el motor. Momentos más tarde, estaban planeando a mucha velocidad sobre el río. Era una sensación muy emocionante.
—¿Has practicado alguna vez el esquí acuático?
—¡No! Pero estoy segura de que es muy divertido —respondió ella, ya de mejor humor.
De repente, William detuvo el barco y lo metió en una pequeña cala rodeada de arbustos.
—Creía que íbamos a ir de apoyo a los demás.
—Ralph se puede poner en contacto con nosotros por radio si algo va mal, pero él es muy hábil con los barcos. ¿Has traído traje de baño?
—Sí, lo llevo puesto ¿Es que vamos a dar esquinazo al resto?
—Por el momento no nos necesitan. Creo que son suficientes como para entretenerse —replicó él, echando el ancla.
—Un par de cosas —dijo ella, mirando el agua—. Me gustaría tirarme desde el barco. ¿Es el agua lo suficientemente profunda? —añadió.
William asintió.
—¿Y la famosa corriente?
—Está a punto de dar la vuelta. Entonces, es cuando la corriente es más débil. No tendrás problema.
—De acuerdo pero, ¿cómo vuelvo a subirme al barco?
—Así —dijo William, sacando una escalera de cuerda que enganchó en un costado del barco.

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