Re: WEBNOVELA"Novios por una semana" de Lindsay Armstrong Novios

por EsperanzaLR Lun Ene 04, 2016 4:55 pm

que el tremendo atractivo de aquel hombre producía en ella y darle causas más que suficientes para despreciarlo.

A pesar de todo, no había nada que le impidiera echarse atrás, aún en aquellos momentos. Stan le había dejado bien clara su postura: no pensaba obligarla a hacer aquello solo por llevar un nuevo cliente a la agencia. Además, tenía un número al que llamar a William Dexter, que él le había dado por si surgía algún imprevisto.

Todavía tenía aquel número en su agenda, en el bolso beige, que, por casualidad, se encontraba en la mesa de al lado del sofá, en la que estaba el teléfono. Entonces, alcanzó el bolso, sacó la agenda, buscó entre las páginas. Acababa de tomar el teléfono cuando este empezó a sonar.

—¿Sí? Maite Florey al aparato.

—Soy William Dexter, Maite.

—Oh —dijo ella. Se había olvidado de lo profunda que resultaba aquella voz—. ¡Hola!

—Solo quería asegurarme de que nuestro trato seguía en pie. Si te has echado atrás, es el momento de decírmelo.

Maite guardó silencio durante unos segundos, sintiendo que sus emociones se apoderaban de ella. No le gustaba que él hubiera asumido que podría tener dudas pero, por otro lado, le hubiera gustado decirle sencillamente que, efectivamente, así era…

—No, William. Supongo que no te importa que te llame por tu nombre de pila. No voy a echarme atrás. ¿Y tú?

—Bien —dijo él, sin responder—. Mira, ha habido un ligero cambio de planes. Estoy en Brisbane y pienso ir a casa en avión mañana por mañana desde aquí en vez de desde Coolangatta. Pensé que sería una buena idea que cenáramos esta noche para que te pueda dar detalles de mi familia. También puedo pasar a recogerte mañana por la mañana y llevarte al aeropuerto.

—Me parece… bien —contestó ella—. Todavía tengo que hacer la maleta, así que, ¿qué te parece un lugar cercano a mi casa, como Riverside?

—De acuerdo —replicó él, dando el nombre de un restaurante, uno de los favoritos de Maite, con una terraza que daba al río—. Digamos a las seis y media. Hasta luego.

Entonces, colgó el teléfono. Maite se quedó mirando el auricular, sintiendo la tentación de arrojarlo al suelo. Sin embargo, descubrió que cualquier pensamiento de no darle a aquel hombre algo de su propia medicina se desvanecía en el aire.

Cuando Maite entró en el restaurante y se abrió paso entre los comensales que disfrutaban de las hermosas vistas, él ya la estaba esperando.

Al contrario que en la primera ocasión que lo había visto, estaba vestido con mucha formalidad. Llevaba un traje gris, camisa blanca y corbata azul marino. Ella,

por EsperanzaLR Lun Ene 04, 2016 5:00 pm

por el contrario, iba mucho más informal, con unos pantalones blancos, una blusa blanca bordada de caracolas que le llegaba justamente a la cintura, unos mules rosas y un bolso de rafia a juego. Como siempre, su cabello lucía en un revuelo de rizos y no llevaba ni maquillaje, ni laca de uñas ni joyas.

A medida que avanzaba, William la vio. En cuanto ella se detuvo al lado de la mesa, los dos se miraron fijamente durante un rato.

A Maite le llamó la atención que no reflejaba expresión alguna en los ojos pero que, en cambio, la boca parecía llena de dureza. Parecía una nueva versión del William Dexter que había conocido dos días atrás. Aquella nueva imagen era todo lo que se podía esperar del director de una empresa tan grande. No era alguien con el que se pudiera jugar. Sin embargo, también había algo más.

Volvía a haber aquella intensidad entre ellos, a pesar de la mirada tan fría. Algo parecido a electricidad estática flotaba en el aire, haciendo que ella permaneciera en silencio a pesar de que las miradas eran casi palpables. Ella reconoció enseguida una pura atracción física entre ellos, del tipo que hace que un hombre y una mujer se sientan intrigados el uno por el otro. A pesar de todo, a Vivian le resultó imposible romper el contacto visual. Tuvo que ser él quien lo hiciera.

Se levantó y sonrió, algo secamente, antes de separar una silla de la mesa para que ella pudiera sentarse.

—Tienes aspecto de estar ya de vacaciones, Maite.

—Gracias —dijo ella, sentándose—. No puedo decir lo mismo de ti.

—He estado muy ocupado. Ya me relajaré mañana. ¿Te apetece algo de beber?

—Si vas a pedir vino, tomaré solo eso.

Lleyton hizo una seña al camarero y le entregó a ella un menú. Maite escogió gambas al estilo criollo y una ensalada griega. Después de un momento, él pidió lo mismo. Cuando el camarero se hubo marchado, William sacó una caja de terciopelo gris del bolsillo de su chaqueta y se lo puso encima de la mesa.

—¿No será un anillo de compromiso?

—Es un anillo de alguna clase.

Maite consiguió controlar la respiración para no mostrar abiertamente lo enojada que estaba. Entonces, tomó el pequeño estuche y lo abrió. Era un aro de platino con diamantes incrustados todo alrededor. En el centro, había un diamante de color rosa, no demasiado grande, pero asombroso por su color y su fuego.

—Bueno, es muy bonito, Maite —dijo ella—, pero, dado que no es oficial, me lo pondré en la mano derecha —añadió, colocándose el anillo, que encajaba a la perfección, en el dedo—. ¿Cómo supiste qué medida comprar?

—Me la jugué. También mencioné la talla de calzado que utilizas, lo que pareció ayudar. Sin embargo, preferiría que te lo pusieras en la mano izquierda.

—Los pobres, no escogen —murmuró ella—. Tómelo o déjelo, señor Dexter.

—¿Se debe eso a que estás reservando la mano izquierda para el verdadero?

por EsperanzaLR Lun Ene 04, 2016 5:03 pm

—Efectivamente.

—¿Te lo ha sugerido alguien, Maite?

—¿Te refieres a que si me han propuesto matrimonio? No, pero eso no significa que no ocurrirá. ¿Y tú? ¿Se lo has propuesto a alguien alguna vez,William?

—No, pero no eso no significa que yo no haya recibido algunas… sugerencias al respecto.

—Qué pena no saber si te quieren a ti o a tu dinero —dijo ella, encogiéndose de hombros—. Lo que realmente necesitas es enamorarte de una heredera. Si tu fortuna no tuviera tanta importancia, estarías en mejor posición de juzgar si el resultado tan poco satisfactorio se debía más bien a imperfecciones propias de ti mismo, tal vez.

—¿Cómo cuales?

En aquel momento tan crucial de la conversación, el camarero llevó el vino, lo que desvió inmediatamente la atención de Vivian. Era uno de los vinos Clover.

—Bien —dijo ella, estudiando la etiqueta de la botella, con su color rojizo y letras doradas—. Es conservador, bastante elegante… pero aburrido hasta la muerte, si no te importa que te lo diga.

—Entonces, ¿cómo te gustan los hombres, Maite?

Los ojos de Maite dejaron la botella y lo miraron abiertamente. Luego, empezaron a brillar, llenos de diversión.

—Los latin lovers osados son más de mi estilo, William, especialmente los que llevan coleta… Y tampoco me importa que lleven pendientes. Me agrada que sepan cocinar, me encanta que sean buenos bailarines porque adoro bailar y que vistan de un modo muy llamativo. ¡No veas lo mucho que te puedes divertir con ellos!

—Supongo que estabas hablando del vino, Maite.

—Puede ser —dijo ella, sonriendo—. Lo siento… era una oportunidad demasiado buena como para dejarla pasar. Sin embargo, no descartes automáticamente a los hombres de sangre latina, William, como los que más me gustan. Por cierto, se me han ocurrido algunas ideas para las nuevas etiquetas. ¿Quieres verlas?

William asintió y ella rebuscó en el bolso. Unos minutos más tarde, él levantó la cabeza y dijo:

—Tal vez acabes de redimirte, Maite Florey.

por SuenoLR Mar Ene 05, 2016 5:38 am

Sique mi Kat

por EsperanzaLR Mar Ene 05, 2016 2:47 pm

SuenoLR escribió:
Sique mi Kat

Ahora sigo mi Tonia

por EsperanzaLR Mar Ene 05, 2016 3:07 pm

Capítulo 2
Varias expresiones cruzaron el rostro de Maite, pero la principal fue la de sentir que se le había arrebatado la razón para estar enojada con él, aunque enseguida notó su ira inicial al pensar que no tenía que redimirse con él por nada.
—¿Te gustan?
Lleyton volvió a estudiar los dibujos. Eran estrechos y largos, como si se estuviera mirando a través de una puerta a medio cerrar, y había una pareja en cada uno de ellos, un hombre y una chica. Una de las parejas estaba sentada sobre un muro, abrazados y contemplando un campo de trigo lleno de amapolas. La falda de ella tenía mucho vuelo y él iba vestido todo de negro, y tenía una coleta. El segundo de los dibujos presentaba una pareja de la mano. La muchacha llevaba un sombrero de paja y estaban al lado de una pequeña iglesia blanca, con altos cipreses. En el tercero, la muchacha estaba abrazada al hombre y estaban besándose al lado de un arroyo. Había utilizado colores como el violeta, el verde, el azul y el rubí. En letras verticales, se leía una única palabra: CLOVER.
—Me gustan mucho. ¿Qué te hizo tener esta idea?
—Me puse a pensar en el vino y se me ocurrió que era una celebración de la vida, de la tierra, del cielo… La madre naturaleza, pero especialmente los sentimientos humanos… Ese tipo de cosas, algo que esta etiqueta —dijo ella, señalando la que tenía la botella que había encima de la mesa—, niega en cierto modo. Es tan seria que está a punto de perder lo más importante. El vino debe beberse para celebrar algo. El amor… o una comida deliciosa, o solo el hecho de que…
—Sigue.
—¡Que me equivoqué y que nadie me había robado los zapatos!
Los ojos de William cambiaron. De repente, la alegría los inundó y empezaron a reír. Maite sonrió también y se sorprendió a sí misma diciendo:
—Eso está mejor. Se estaba poniendo todo demasiado agresivo. Bueno, háblame de esta familia tuya que estoy a punto de embaucar.
En aquel momento el camarero les sirvió lo que habían pedido. No fue hasta que los dos empezaron a comer cuando él comenzó a hablar.
—Probablemente, mi madre sea por la que deba comenzar. Mi padre murió hace diez años. Ella es una defensora nata de los valores morales, una persona a la que le gusta hacer el bien. Por eso, aparte de ser una persona muy vigorosa y extrovertida, apoya varias fundaciones benéficas. Luego, está mi hermana Marguerite. Tiene treinta y dos años y se va a casar con un tipo llamado Eddie. Todos la llamamos Mag. En último lugar, pero no por ello menos importante, está mi hermano Ralph, de quien podríamos decir que es la oveja negra de la familia.
—¿Por qué?

por EsperanzaLR Mar Ene 05, 2016 3:15 pm

—Es el artista.
—No hay nada de malo en eso.
—No —dijo William—, pero cuando te gastas todo el dinero que Ralph se ha gastado para conseguirlo…
—¿De qué clase de arte estamos hablando?
—De la música. De varios grupos de rock que fueron un completo fracaso.
—¿Estoy en lo cierto al asumir que ni tú ni tu padre teníais vena artística? —preguntó ella, con una sonrisa—. Y seguro que no teníais ningún entusiasmo por los grupos de rock.
—¿Estás intentando decir, con otras palabras, que los palurdos solo se preocupan del comercio y de ganar dinero?
—Yo no he dicho eso, pero me da la sensación de que al pobre Ralph se le podría haber hecho sentirse inferior por no tener tu agudeza para los negocios.
—Tal vez tengas razón, pero, en lo que a mí respecta, Ralph puede hacer lo que quiera.
—No me parece que con eso demuestres mucho entusiasmo, William, pero, no es asunto mío. ¿Cuántos años tiene?
—Veintiséis.
—¿Y tú?
—Treinta y cinco. De hecho, ya voy entrando en años. ¿Cuántos tienes tú? ¿Veinticuatro?
—Veinticinco, casi veintiséis. ¿Soy demasiado joven para ti?
—¿Qué te hace pensar eso?
—No sé —respondió ella, encogiéndose de hombros—. Solo estaba preguntando. Fuiste tú el que quería saber cómo me gustan los hombres.
—Pensaba que, durante nuestra última reunión, te dejé ver que no ibas en contra de lo que yo considero adecuado en el sexo femenino —dijo él, reclinándose para tomar la copa de vino.
—Cuando dices cosas como esa,William Dexter… —musitó ella—… me enojas profundamente. Tú fuiste el que me vio como si yo fuera una hurí. ¡No creas que no me di cuenta!
—¿Una tentación hacia las delicias terrenales que un hombre debería poder resistir? Lo has acertado a la primera, Maite.
—¿Cómo puedes quedarte tan tranquilo tras admitir eso?
—Supongo que solo soy un ser humano.
—Eso lo empeora aún más… Mira, si eso es lo que crees que soy y quieres dar marcha atrás, solo tienes que decirlo.
—No quiero dar marcha atrás. ¿Y tú?

por EsperanzaLR Mar Ene 05, 2016 3:29 pm

—Si vas a tratarme como si fuera una prostituta, si vas a comportarte como si fueras un ser superior con derecho a juzgarme y todo eso, yo…
—Mis más sinceras disculpas. No volveré a hacerlo. Sin embargo, creo que sería una pena para tu genio creativo dar marcha atrás. En realidad, tus diseños resultan algo sorprendentes, Más románticos de lo que uno podría esperar de ti, Maite.
—Eso es porque no me conoces en absoluto. De eso es de lo que se trata una fuerza creadora. Es un sentimiento por… las cosas, bien sea porque las personas comen miel o porque beben vino.
—En ese caso, debes de ser una persona romántica. Sin embargo, antes de que volvamos a discutir, ¿seguimos adelante o no?
—Seguimos adelante, señor Dexter —dijo ella, pensando en Stan Goodman—. Lo que significa que debería irme a casa y hacer la maleta. Supongo que tendría que ir preparada para… navegar, jugar al tenis, montar a caballo e incluso jugar al croquet, por no hablar de los bailes, las fiestas nocturnas, los almuerzos y cosas por el estilo.
—¿Quién te ha contado todo eso?
—Mi jefe y socio mayoritario, Stan Goodman. ¿Se ha equivocado? Nunca le pregunté cómo sabía tanto sobre Harvest Moon.
—No, no se ha equivocado —afirmó William, poniéndose de pie.
Maite hizo lo mismo y esperaron mientras el camarero les preparaba rápidamente la cuenta. Luego, salieron del restaurante.
—¿Puedo acompañarte hasta tu casa? —preguntó él.
—No, no es necesario. Está muy cerca de aquí…
—No te estaba proponiendo que me invitaras a ver tus dibujos, pero necesito saber dónde recogerte mañana.
Había oscurecido ya, pero él pudo contemplar cómo Maite se sonrojaba. Por el modo en que él torció la boca, ella se dio cuenta de que así había sido, por lo que inmediatamente se puso a la defensiva.
—¿Cuánto vale esto? —preguntó Maite, extendiendo la mano derecha.
—Aproximadamente unos sesenta mil dólares.
Maite se quitó rápidamente el anillo y buscó la caja en el bolso. A continuación, le entregó ambos a William.
—Es mejor que te lo quedes tú. He decidido no llevarlo puesto.
—¿Por qué?
—Tal vez tenga razones de empresa para hacer esto, tal vez incluso me hayas pescado como a un pez, pero preferiría no llevar sesenta mil dólares encima, como si fueran la bola y la cadena de un preso.
—Resulta muy elocuente —respondió él, metiéndose la caja en el bolsillo.

por SuenoLR Miér Ene 06, 2016 5:57 am

Sique mi Kat

por EsperanzaLR Miér Ene 06, 2016 2:55 pm

SuenoLR escribió:
Sique mi Kat

Ahora sigo mi Tonia

por EsperanzaLR Miér Ene 06, 2016 2:59 pm

—Además, yo casi no me pongo joyas, aparte de las perlas de mi madre, y esas solo en ocasiones muy especiales, así que podría perderlo muy fácilmente.
—Está asegurado. Por cierto, cuanto más te pongas las perlas sobre la piel, mejor.
—Gracias por el consejo, pero no soy una persona a la que le vuelvan loca las joyas. Sin embargo, tengo un aprecio sentimental por las perlas de mi madre.
—Creo que las perlas resultarían maravillosas sobre tu piel,Maite —susurró él. Ella se detuvo y lo miró abiertamente, pero él no se arredró—. De hecho, casi te puedo ver con ellas puestas… y sin nada más.
Para horror de Maite, ella también se vio acogiendo a William Dexter entre sus brazos solo con las perlas. Le estaba pasando de nuevo. Solo por unas palabras, por muy provocativas que fueran. De hecho, lo eran tanto que, aunque debería haberse sentido enojada y asqueada, aquel hombre había conseguido que tuvieran el efecto contrario en ella.
Una vez más, sintió el poder de sus fuertes hombros, de su altura, de su magnífica apariencia, tal y como lo habían demostrado las miradas de las otras mujeres mientras salían del restaurante.
—Pensé que habíamos acordado que evitaríamos este tipo de conversación dijo ella.
—Hemos acordado que no debía hacerte sentir como una prostituta ni como una hurí, pero eso ha sido un sentimiento sincero porque, Maite, no podemos dejar de pensar el uno en el otro en esos términos. Está… está ahí, entre nosotros.
—¿De verdad crees eso? A mí me parece más bien que lo has dicho para hacerme pagar por devolverte el anillo —dijo ella, con la intención de herir a pesar de que le temblaba ligeramente la voz—. ¡Y lo considero todo de muy mal gusto y me parece un golpe bajo!
—Bueno, si por lo menos ha conseguido su propósito… —dijo él. Ella apretó los dientes y cerró los ojos, algo avergonzada—. Pero también pensé que disfrutabas con este tipo de enfrentamientos, Vivian.
—Pues te has equivocado. Al menos, me parece que eso es demasiado personal. Lo que estaba diciendo antes de…
—¿De que te revelara mis pensamientos más íntimos? Tenía que ver con el hecho de que no quieras llevar mi anillo.
—Efectivamente —respondió ella, echando de nuevo a andar—. Iba a decirte que el hecho de que no me ponga joyas podría excusar el que no me hayas comprado un anillo.
—Puedes estar segura de que lo utilizaré como explicación si alguien me pregunta.
—Maldita sea… ¿fuiste a comprarlo especialmente para mí o qué? —replicó ella.

por EsperanzaLR Miér Ene 06, 2016 3:01 pm

—Si alguna vez decides ponértelo, te responderé a esa pregunta —replicó él, lanzándole una enigmática mirada.
A la mañana siguiente, Maite estaba en el recibidor de su apartamento, con las maletas a los pies, estudiándose en el espejo. Llevaba unos pantalones color crema, con una blusa del mismo color y una chaqueta azul marino en la mano. El pelo, recién lavado y cortado por encima de los hombros, a estilo paje, era dorado y rizado. Además, su atractivo se había visto aumentado por unas largas pestañas que se había teñido de un tono más oscuro. Aquella había sido su única concesión al maquillaje. El color más oscuro parecía acentuar el brillo verdoso de sus ojos y los resaltaba, lo que hacía que no tuviera que utilizar rimel. Tenía la piel suave como el melocotón, así que solo se ponía una crema hidratante y brillo de labios.
Su poco interés en el maquillaje no se extendía a la ropa. Los pantalones eran de un corte excelente, lo mismo que la chaqueta. La blusa, de cuello redondo, era divina. Los botines eran de piel y de estilo italiano. Además, necesitaba un maestro peluquero para que le domara los rizos que, del modo más natural, se habían metido detrás de las orejas.
Es decir, le parecía que ni siquiera la familia más acaudalada y extravagante podría encontrar fallos en su apariencia. Entonces, ¿qué era lo que le preocupaba?
Se sentó encima de la maleta y admitió que no era su aspecto exterior sino su fortaleza interior lo que podría ser el problema. La noche anterior se había enojado tanto con él que aquello no hubiera sido problema alguno pero, justo antes de que se separaran en el lujoso vestíbulo del edificio de apartamentos, había algo más que le había llegado al corazón.
Había sido algo que la había dejado en silencio, incapaz de pensar en algo que decir. ¿Qué clase de hombre era? Podría ser un hombre de acero, pero también el pícaro burlón de la primera vez que se conocieron. Era una fuerza demasiado impetuosa para ella.
También había algo más, el indudable magnetismo físico que se había apoderado de ella, a pesar de lo mucho que se había resistido.
De repente, había temblado y luego se había apresurado a hablar.
—Bueno, ya estamos aquí. Si me dices a la hora a la que vas a venir, estaré esperándote aquí mañana.
William se había metido las manos en los bolsillos y la había contemplado durante un largo momento. Era un hombre muy fuerte, impresionante físicamente, con un aura de poder que emanaba de todo su cuerpo. Ella se había sentido pequeña, vulnerable.
—No estoy seguro de a qué hora podré venir, pero creo que será sobre las siete. ¿Por qué no llamo a tu telefonillo?
—Me parece bien. Hasta mañana entonces. Y gracias por la cena.

por EsperanzaLR Miér Ene 06, 2016 3:05 pm

Maite ni siquiera se había molestado en esperar al ascensor. Se había limitado a desaparecer por la primera puerta que encontró.
Aquellos pensamientos habían continuado acosándola toda la noche, dejándola inquieta, tal y como se sentía entonces, con un nudo en la boca del estómago, mientras estaba sentada en la maleta. Hasta ese momento, le habían gustado varios hombres como para empezar a pensar en ellos como en algo más que amigos, pero le había dado miedo y había dado marcha atrás. Había sido lo mismo con Ryan. Antes de darse cuenta de que también podía amarlo, le había gustado mucho.
Sin embargo, era imposible que sintiera lo mismo por un hombre que solo había visto dos veces. Aquella era una experiencia nueva y turbadora. El sentimiento de ser un hombre y una mujer que eran capaces de producirse mutuamente un efecto tan peligroso era desconcertante.
De repente, abrió mucho los ojos cuando comprendió algo. Tal vez pudiera ser desconcertante y peligroso para ella, pero era normal para William Dexter. Sabía perfectamente el efecto que producía en las mujeres y que podía elegir entre ellas a placer.
Saber eso no la ayudaba en absoluto. ¿Cómo podría protegerse de él? ¿Cómo hacer que las imágenes que él había creado en la mente de Maite se desvanecieran?
El sonido del telefonillo le sacó de sus pensamientos. Al encenderlo, vio a William en el vestíbulo exterior a través de la pequeña pantalla.
—Ya… ya bajo… Entra… No tardaré ni un minuto. Tras apretar el botón que abría las puertas, apagó la pequeña pantalla. Entonces, se quedó muy quieta y contó hasta veinte antes de sacar el equipaje por la puerta.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron en la planta baja, Maite sacó la maleta rápidamente y, precipitadamente, salió con el equipaje de mano y el bolso. Casi se llevó por delante a William.
—Lo siento —susurró ella.
—No importa, aunque nunca antes me había visto arrollado por una maleta.
—Es que… no me gustan los ascensores —confesó ella—. Y menos aún después de lo que me pasó en el de tu empresa.
—En ese caso, ¿qué te hace vivir en un edificio de apartamentos?
—Vivo en el tercer piso. Me gusta la seguridad, por no mencionar las vistas. Además, utilizo las escaleras la mayor parte de las veces. Es estupendo para la figura.
—En eso tengo que estar de acuerdo contigo —mencionó William, mirándola de arriba abajo. Llevaba puestos unos pantalones color caqui y una camisa a cuadros azules y blancos—. Por cierto, he aparcado el coche justo delante de la puerta principal, así que no deberíamos demorarnos mucho.
—¡Dios mío, no! Ahí no se puede aparcar —dijo ella, con severidad. Sin embargo, al ver el Rolls Royce plateado, cambió de expresión—. Por otro lado, estoy

por EsperanzaLR Miér Ene 06, 2016 3:10 pm

segura de que estarían dispuestos a hacer una excepción con esto… ¡Aunque eso no significa que yo lo apruebe!
—No volveré a hacerlo —prometió él, mientras le abría cortésmente la puerta antes de meter el equipaje en el maletero—. Es un día estupendo para volar —añadió, al sentarse tras el volante del coche y ponerlo en marcha.
—Sí, gracias a Dios.
—Entonces, ¿solo utilizas los ascensores cuando tienes que cargar con algo?
—Claro que no —respondió Maite, todavía impresionada por el lujo interior del coche—. No se me da tan bien subir escaleras, así que cuando tengo que trabajar y en algunas otras ocasiones tengo que subir en ascensor. Pero en mi casa, normalmente subo andando. El portero es un hombre muy amable y, cuando hago la compra, la dejo en la portería en un carrito y él me las sube. Se pasa todo el día arriba y abajo. Tampoco me gustan las alturas —añadió, empezando a hacer ciertos ejercicios.
Aquello la mantuvo en silencio todo el día. A él no pareció molestarle el silencio. De hecho, respondió a dos llamadas de teléfono en su móvil mientras ella se concentraba en sus ejercicios. Como era sábado, el tráfico era muy fluido.
—Creo que acabas de dejar atrás el desvío —dijo ella, cuando pasaron por el desvío a la terminal de vuelos nacionales.
—No, vamos a las pistas privadas.
—¿No querrás decir que…? ¿Es que no es un vuelo comercial? —preguntó Maite, tragando saliva.
—No —respondió él, llevando el coche hasta un hangar. Delante del edificio había una avioneta.
—¡No puedes estar hablando en serio! —exclamó ella, muy nerviosa.
—Claro que hablo en serio. Voy a pilotar este avión para llevarnos a Harvest Moon. Creeme, es la mejor manera de hacerlo. Así recortamos el tiempo que debemos viajar en coche al otro lado…
—Tal vez sea la mejor manera para ti, pero no para mí —lo interrumpió ella.
—Maite, entré en las Fuerzas Aéreas después de terminar el colegio y permanecí allí muchos años. En realidad, puedo pilotar aviones mucho mayores y complicados…
—No lo entiendes. ¿Qué es lo que crees que he estado haciendo durante los últimos veinte minutos? —¿Cómo? Bueno, he visto que estabas muy callada, pero… no tengo ni idea.
—¡Mis ejercicios! —exclamó ella—. Te dije que no me gustaban las alturas… ¡Odio volar! Tengo que hacer una serie de ejercicios de relajamiento cada vez que tengo que montarme en un avión. ¡Ahora he conseguirlo hacerlo en un avión de una compañía aérea gracias a la ayuda de un psicólogo, pero no podría poner ni un pie

por EsperanzaLR Miér Ene 06, 2016 3:13 pm

en esa cosa tan endeble! —añadió ella, en tono dramático. Tras un momento de silencio, William se echó a reír—. Si crees que es gracioso…
—Maite, ese avión no tiene nada de endeble. Puede transportar a seis personas y es muy rápido. Una maravilla de la tecnología moderna. Y bueno, me estoy riendo, pero principalmente porque estoy pensando en… cómo se estropean los planes mejores organizados de los hombres. Lo siento. Ascensores, alturas y ahora los aviones. Y yo que había creído que eras una chica tan moderna.
—Y así es, casi siempre.
—¿Estás segura de que no hay nada más sobre lo que sientas una fobia? Por lo menos así no volveré a cometer este tipo de errores.
—No —replicó ella, amargamente.
—De acuerdo. Entonces, veamos lo que puedo hacer para mejorar esto.
—No pienso…
—Eso ya lo veremos, Maite.
Media hora más tarde, ella estaba sentada al lado de William en la cabina del piloto.
El hecho de que él hubiera conseguido aquello era impresionante, aunque Maite no quería admitirlo. En primer lugar, le había presentado a los mecánicos que se ocupaban del avión. Ellos le habían dado una explicación de cómo funcionaba, que ella casi no había comprendido. Sin embargo, resultaba difícil no sentirse impresionada por su pericia y entusiasmo por la máquina. Y eso había sido sin poner ni siquiera un pie en el aparato. Además, estaba el respeto que sentían por William y la actitud sutilmente diferente que él tenía hacia ella.
No surgió ninguna de las tensiones que había entre ellos ni tampoco se hizo referencia al miedo que ella sentía a volar. Se le trató como a una mujer adulta y a una amiga.
—¿Preparada? —dijo él, mientras se dirigían a la pista.
—Yo… —respondió ella, con los cascos puestos. —No te olvides que sé lo que estoy haciendo. No pareció importarte que te llevara en coche. No pienso correr más riesgos en un avión de los que corro en un coche. En otras palabras, mi propia seguridad es para mí tan importante como la tuya —le aseguró él. Maite tragó saliva y asintió—. Además, esto es un regalo. Hace un día precioso y vas a volar por encima de la Bahía de Moreton.
Y así fue. William le mostró la isla de Santa Helena y las islas Mud, la isla Moreton, el norte de Stradbroke y Peel. Después, volaron por encima de la costa pasando por Surfers Paradise.
Poco a poco, Maite empezó a tranquilizarse, aunque no del todo, a pesar de que el vuelo era tranquilo. Además, él lo hacía interesante, mostrándole ciudades y

por EsperanzaLR Miér Ene 06, 2016 3:17 pm

ríos a lo largo de la Costa de Nueva Gales del Sur y explicándole los instrumentos de vuelo. Unas pocas horas más tarde, sobrevolaban el río Hawkesbury. Entonces, él le dijo que estaban a punto de aterrizar en la pista privada de Harvest Moon.
Inmediatamente, Maite empezó a sudar otra vez, sin poder concentrarse en las explicaciones que él le daba sobre la finca. Aterrizó el avión tan suavemente como si se tratara de una pluma. Todos los músculos de Vivian parecían haberse disuelto, por lo que William tuvo que ayudarle a descender.
—Has sido muy valiente, Maite.
—Lo siento mucho, William —dijo ella, muy agradecida por aquellas palabras—, pero creo que voy a vomitar.
—No, Maite —replicó él, rodeándola con el brazo—. No vas a vomitar. Respira profundamente. —No vas a poder evitarlo, William…
—Claro que voy a poder. Haz lo que yo te diga… Toma aire. No te olvides que ahora estás en tierra y de que el aire es fresco y limpio. No estás sola y yo siento una profunda admiración por ti. Vuelve a tomar aire…
La manera sosegada y confiada en la que hablaba resultaba increíblemente relajante. Y no solo eso, sino el verse rodeada por sus brazos. No se había sentido tan protegida desde la muerte de su padre, aunque era un modo diferente de protección.
—No sé cómo lo has hecho —dijo ella, asombrada, al ver que las náuseas habían pasado.
—Era una reacción que no se debía al movimiento, creo.
—Probablemente fue así. A menudo siento náuseas cuando me pongo nerviosa… y me da hipo en las ocasiones más inadecuadas.
—Podríamos decir que tienes unos cuantos problemas, ¿verdad Vivian? Sé que, delante de mí, no has tenido hipo, pero ¿has sentido náuseas alguna vez, aparte de ahora cuando has volado conmigo?
—Bueno, no, y es algo raro porque a veces, me has producido reacciones muy extrañas.
—¿Como cuáles?
Maite frunció el ceño, deseando poder escapar de aquella mirada azul tan penetrante. Sin embargo, aquello era parte del problema. La atracción prohibida que sentía por William Dexter. Era el poder magnético de sus ojos, el modo en le caía el pelo, las líneas de la expresión que proyectaban diversión y picardía o poder y autoridad, unido todo ello a un físico que le encendía la imaginación. Era fuerte y alto, haciendo que ella se sintiera pequeña y femenina entre sus brazos. Y excitada, si era sincera con lo que estaba experimentando realmente.
Entonces, la mirada de él viajó desde la boca de Maite, por la columna de su garganta, hasta su cuerpo. Ella se sintió gozosa de pensar que su cuerpo podría resultarle deseable a él, que pudiera tentarle. Era consciente de las cosas que podría hacer, cosas que nunca había explorado antes porque ningún hombre le había hecho

por EsperanzaLR Miér Ene 06, 2016 3:20 pm

sentir de aquella manera. Aquello resultaba aterrador, pero imposible de resistir a pesar de lo que se había dicho antes de abandonar su apartamento…
Antes de que él lo hiciera, supo un segundo antes que William había adivinado lo que estaba pasándole por la cabeza. Tal vez su cuerpo había hablado por ella. Sabía que iba a besarla y que no tenía la fuerza de voluntad necesaria para impedírselo, que había respondido a su pregunta mucho más claramente que si lo hubiera hecho con palabras.
Unos pocos minutos más tarde, temblorosa entre los brazos de él, descansando la frente sobre su hombro, excitada y respirando con dificultad, gozaba al sentir cómo William le acariciaba el pelo y la estrechaba entre sus brazos. Sin embargo, justo cuando Maite pensó que había reunido el valor para permitir que él la mirara a los ojos sin perderse completamente, una voz resonó a sus espaldas. Los dos se volvieron todavía de la mano.
—Perdón.
Era un hombre alto y joven, con el pelo oscuro recogido en una coleta. Tenía los ojos grises y un pendiente de plata. Estaba apoyado contra el capó de un Land Rover.
—Perdóneme, señorita, pero me encargaron que viniera a recogerles a usted y a William después de que él llamara a la casa.
—Gracias, Ralph —contestó William, sin soltar la mano de Maite—. Te presento a mi prometida, Maite Florey.
—¿Cómo? —exclamó Ralph, asombrado.
—Ya lo has oído —murmuró William—. Maite, te presento a mi hermano Ralph. Ya te he hablado de él.
—Sí, sí.
Aquello fue todo lo que Vivian pudo decir. Cuando había estado describiendo al Latin Lover de sus sueños, parecía haber estado describiendo a Ralph Dexter. Además, ¿por qué se había quedado tan asombrado su hermano? ¿Es que ni siquiera les había dicho que iba a traer una acompañante?
Sin embargo, lo peor de todo era cómo se sentía Maite por aquel beso. ¿Cómo había podido estar tan absorta que ni siquiera había oído que alguien se acercaba? ¿Le habría pasado lo mismo a William o había utilizado aquella oportunidad para cimentar la farsa que estaban a punto de representar?
—Échanos una mano con el equipaje, hermano —le dijo William a Ralph.
—Claro, pero lo primero es lo primero. ¡Maite! Me gusta. Me gusta todo sobre ti, si quieres que te sea sincero. ¡Bienvenida a la finca! —exclamó, extendiendo la mano con una sonrisa—. Va a ser una semana… muy especial.
—Gracias —dijo Maite, sonriendo débilmente—. Todo parece ser muy bonito —añadió, mirando por primera vez a su alrededor.
No había mucho que ver, tan solo una pista de aterrizaje y un pequeño hangar, lo que le hizo parecer aún más tonta.

por EsperanzaLR Miér Ene 06, 2016 3:24 pm

—Lo entiendo dijo Ralph, guiñándole un ojo—. Estamos a más de un kilómetro de la casa. Allí mejoran las cosas.
—Me imagino que nos estará esperando el almuerzo —dijo William, algo secamente.
—Así es. Es un pecado mortal llegar tarde a las comidas, Maite, así que es mejor que te subas al coche. Yo ayudaré con el resto del equipaje.
Sin embargo, fue William el que se sentó al volante, con lo que Ralph no tuvo más remedio que hacerlo en el asiento de atrás, con la cara larga.
—¿Quién ha venido? —preguntó el hermano mayor. —Mag y Eddie, Lady Wainright… —dijo Ralph, deteniéndose con una sonrisa al ver que su hermano maldecía—. Un par de damas de honor, nuestra prima Mary con su agotadora prole y… Virginia.
—Bueno —dijo William, tras un incómodo silencio—. Así seremos suficientes para jugar al golf, a menos que…Maite, ¿sabes jugar al golf?
—No. Sé al tenis y al croquet… pero no al golf. Sé montar a caballo y nadar…
—¿Y tú no sabías que no jugaba al golf? —preguntó Ralph, asomando la cabeza entre los dos asientos delanteros.
Maite se acobardó. Sin embargo, William respondió con toda comodidad.
—Es raro, pero no ha surgido el tema hasta ahora. —¿Cuánto tiempo hace que os conocéis? —quiso saber Ralph.
—Lo suficiente. Ahí está la casa, Maite. Como sacada de Lo que el viento se llevó.
Así era, pero era una casa muy hermosa. Estaba situada en un pequeño otero, por encima del río y un embarcadero. Tenía dos plantas y una galería en el piso superior. Había magnolias y jazmines por todas partes.
En la terraza, Vivian observó que había una mesa puesta para comer. Cerró los ojos y deseó estar a miles de kilómetros de allí.
—¿No te parece que sería una buena idea no darles la noticia tan de repente? —sugirió ella.
—A mí me parece una buena idea —dijo Ralph—. Poner un gato en un palomar sería un revuelo sin importancia comparado con el jaleo que vas a provocar con la noticia.
—Gracias por el consejo, Ralphie, pero ya me encargaré yo del asunto —replicó William. Luego, miró a Maite—. Comparado con lo que tú has conseguido hoy, esto será coser y cantar.
Durante un instante, aquellos ojos azules la miraron con afecto. El corazón de William empezó a latir más rápidamente, haciendo que se preguntara si aquello no sería todo cierto y de verdad estaría prometida a William Dexter.
—Yo… no estoy segura de eso.

por EsperanzaLR Miér Ene 06, 2016 3:29 pm

—Confía en mí —concluyó él, saliendo del coche.
Los siguientes diez minutos resultaron muy confusos. Parecía que William no le había dicho a nadie que iba a llevar una acompañante, y mucho menos a una prometida. A pesar de todo, parecía que nada de lo que él hiciera podía molestar a nadie en Harvest Moon. Ni siquiera a su madre.
—¿Qué es esto, William? Podrías haberme dicho que ibas a traer una amiga… —protestó la mujer—. Querida, perdóname —añadió, dirigiéndose a Maite—. No es que haya problema alguno en que William traiga a nadie, pero te hubiera preparado una habitación… ¿o es que no vas a quedarte con nosotros?
Amelia Dexter era sorprendente. Muy alta y esbelta, con el cabello rojizo muy corto, estaba vestida con unos ajustados vaqueros y una blusa blanca con mariposas azules y llevaba una impresionante selección de cadenas de oro y anillos de diamantes.
—Yo creía que sí me iba a quedar aquí, señora Dexter, pero no sabía que usted desconocía que yo venía. —Me temo que William tiene reglas propias —comentó la madre, resignada—. Sin embargo, eres más que bienvenida. ¿Cómo te llamas?
—Maite —dijo William, antes de que ella pudiera abrir la boca—. Maite Florey —añadió, presentándosela a todos los que había sentados a la mesa. Entonces, hizo que Maite se sentara en una silla y él se sentó en la que quedaba libre—. Por cierto, estamos muertos de hambre y de sed.
—Vaya —protestó Ralph—. No te molestes, ya voy yo a por otra silla.
Así, terminó el almuerzo, dejando muchas impresiones en Maite. Lady Wainright era la amiga más antigua y querida de Amelia y poseía una languidez que no lograba ocultar una mente despierta y una habilidad para hacer comentarios afilados. La novia, Marguerite, era una belleza y adoraba a su hermano. Se iba a casar con un hombre muy callado al que todos llamaban Eddie. La prima Mary no tenía alrededor a su agotadora prole, pero parecía completamente exhausta. También le presentaron a las damas de honor. Solo quedaba una persona en la mesa. Se llamaba Virginia Deacon, pero nadie le había explicado su relación con la familia. De repente, se dio cuenta de que todo el mundo parecía estar muy pendiente de aquella belleza nórdica, de fríos ojos azules. ¿Estaría enferma? Parecía algo pálida y, aunque tranquila, algo callada.
Fue Lady Wainright quien puso fin al misterio mientras les servían el primer plato. Tomo su copa y dijo, en un tono algo aburrido.
—Dejemos de andarnos con rodeos. A mí me parece que todo se ha acabado con Virginia y ha empezado con Maite. ¿William? Qué coincidencia. Los dos nombres empiezan por uve.
—¡Marlene! —exclamó Amelia, mirando a su amiga horrorizada mientras reinaba un profundo silencio. —Soy la madrina de William.
—Ya hace un tiempo que somos historia, ¿verdad Ginny? —intervino William—. No permitas que te acosen ni que te causen mal.

por EsperanzaLR Miér Ene 06, 2016 3:32 pm

—Si recuerdo bien, William, fui yo la que te dije que te marcharas —dijo Ginny Deacon, mirando su copa. Luego, levantó los ojos para mirarlo a él—. No te preocupes, no lo permitiré. ¿Hay que… dar la enhorabuena?
—Todavía no es oficial.
—¿Cómo has dicho? —exclamó Amelia, pronunciando aquellas palabras con sorpresa.
—Te lo dije —murmuró Ralph, sin referirse a nadie en particular.
—¡Deberías habérmelo dicho!
El almuerzo había terminado y los dos paseaban hacia el embarcadero sobre la espesa hierba. El sol brillaba deliciosamente.
El grupo de comensales había salido en diferentes direcciones después de comer. Amelia se había ofrecido a mostrarle a Maite su dormitorio, pero William había dicho que primero irían a dar un paseo.
—¡No solo deberías habérmelo dicho que era una sola mujer de la que tratabas de librarte sino que les deberías haber dicho que yo iba a venir, William Dexter! —insistió ella—. ¿Es que acaso disfrutas avergonzando, por no decir humillando a las personas?
—No tiene que ver con nadie más que con nosotros, Maite —dijo él suavemente.
—¡Tonterías! Son tu familia. Esto tenía que ser una ocasión especial, pero les has arrojado a un remolino, al tiempo que me has puesto a mí en… una situación increíble. Estabas empezando a caerme bien, pero ahora…
—Ya me había dado cuenta —murmuró él.
—¿Cómo dices?
—Que me había dado cuenta de que había empezado a caerte bien, Maite—respondió él, con toda la picardía que pudo reunir.
—Eso fue… Eso fue diferente —dijo ella, deteniéndose y no solo porque hubieran llegado al borde del embarcadero.
—¿Sí? ¿Cómo?
—Estaba relacionado con haber sobrevivido a un vuelo sin haber hecho el ridículo.
—Entonces, ¿era como una celebración de tu valentía o algo por el estilo?
—Bueno, creo que sí.
—¿Estás diciendo que, fuera quien fuera quien hubiera estado contigo, bajo, gordo, calvo, de mediana edad… lo hubieras besado con la misma sensualidad y gozo físico? —preguntó él, mientras ella se acercaba al borde mismo del embarcadero—. Ten cuidado, Maite. ¿Es que no vas a responder a mi pregunta? ¿O es que no puedes?

por EsperanzaLR Miér Ene 06, 2016 3:37 pm

—¡Eso no cambia nada, William! Este asunto… —añadió, señalando a la casa.
—Espera un momento. Vamos por partes. ¿Por qué me besaste de ese modo? Debo decirte que a mí me pareció que había cierto aspecto de viaje de reconocimiento en aquel beso… ¿tienes que acercarte tanto al borde?
—Estoy bien. Quiero estar aquí y no se trata de una de mis fobias —le espetó ella—. Tengo un buen sentido del equilibrio.
—Entonces, ¿por qué no lo aplicas a lo que ocurrió cuando nos bajamos del avión? —replicó él.
—De acuerdo —dijo ella—. Lo haré si eso es lo que quieres. Normalmente no me gusta que me besen. De hecho, lo he evitado siempre que he podido como si fuera una peste. Incluso con hombres que me gustan mucho más que tú, William Dexter. ¿Qué nos dice eso?
—Maite…
—No, William, tú lo has pedido. Claro que tenemos que ponerlo en su contexto. Yo estaba temblando, pero también estaba muy orgullosa de mí misma, y sí, tú me ayudaste a conseguirlo. En cuanto al beso, evidentemente eres un experto y ahora que estoy empezando a entender por qué, me entusiasma mucho menos que antes, creeme.
—¿Qué diablos significa eso?
—¿Cómo puedes decir eso cuando una antigua novia tuya está en esa casa, desesperada por volver contigo y tú me traes aquí como tu nueva novia, por no decir tu prometida? Perdóname pero estoy empezando a ver esto cada vez menos como «el trato sincero y honorable» que me vendiste.
—No es una antigua novia, Maite. Es mi ex esposa.
Tal fue la sorpresa que se llevó, que Maite dio un paso en falso y cayó al río.

por asturabril Miér Ene 06, 2016 4:52 pm

por SuenoLR Jue Ene 07, 2016 7:35 am

Sique mi Kat

por EsperanzaLR Jue Ene 07, 2016 1:45 pm

asturabril escribió:

por EsperanzaLR Jue Ene 07, 2016 1:48 pm

SuenoLR escribió:
Sique mi Kat

Sequira manana mi Tonia

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