WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por Joanita Jue Feb 25, 2016 6:36 pm
Siguelaáaaaaa por favor! !!!
Joanita- Mensajes : 210
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por EsperanzaLR Vie Feb 26, 2016 3:52 pm
—Ella no sabe nada de todo eso.
—Y tú no vas a decírselo —adivinó Daré.
—¿Tú lo harías?
Hubo un momento de silencio y Daré se sentó de nuevo en su silla.
—¿Qué vas a hacer? —preguntó y el sarcasmo y la ira habían desaparecido de su
voz.
—Encontrarle un marido adecuado.
—¿Tiene recursos?
La imagen de Maite Darlington se materializó ante sus ojos, pero Ian intentó
disociarla de la respuesta física que despertaba en él.
Era una joven encantadora y con una gran belleza natural y sin sofisticaciones,
además de ser más valiente que cualquier mujer que conociera, a excepción quizás de
Elizabeth, la mujer de Daré. Pero como hacía años que estaba fuera de la alta
sociedad de Londres, no estaba seguro de que aquéllas fuesen cualidades que se
apreciaran en ese círculo.
—¿William? —insistió Daré.
—¿Te refieres a dinero? Supongo que muy poco. El abogado está investigando las
posibles propiedades, pero Darlington solía jugarse lo que cayera en sus manos.
—¿Es guapa?
—Es… lo suficiente, supongo —contestó, recordando su rostro angustiado y pálido
a la luz de la luna. En aquel momento, a él le había parecido increíblemente hermosa,
pero tenía que reconocer que al acabar de salvarle la vida su juicio podía no ser
imparcial—. No estoy seguro de qué clase de belleza está de moda ahora.
—¿Y cuál es la suya? —preguntó, divertido.
—Es alta, bastante delgada y… castaña.
Había cambiado de adjetivo en el último minuto. Aun estando alejado de la
sociedad londinense, podía estar seguro de que las pelirrojas no habrían tomado la
ciudad al asalto en su ausencia.
—Tiene unos ojos bonitos. Muy expresivos — añadió, mirando a su hermano, que
también tenía unos ojos bonitos y ciertamente expresivos. Aunque en aquel momento
no le gustase lo que parecían decir.
—Buena suerte —dijo Daré.
—Voy a necesitar algo más que suerte, Val. Necesitaré tu ayuda —añadió en voz
baja.
Aquella obligación no se la había buscado él y tampoco la quería, pero no podía
culpar a la chica de los pecados de su padre, si bien era consciente de que el mundo
de miras estrechas al que ambos pertenecían no opinaría de igual modo, si llegaban a
saberlo. Se pertenecía a él por derecho de nacimiento y ése era un derecho que Maite
—Y tú no vas a decírselo —adivinó Daré.
—¿Tú lo harías?
Hubo un momento de silencio y Daré se sentó de nuevo en su silla.
—¿Qué vas a hacer? —preguntó y el sarcasmo y la ira habían desaparecido de su
voz.
—Encontrarle un marido adecuado.
—¿Tiene recursos?
La imagen de Maite Darlington se materializó ante sus ojos, pero Ian intentó
disociarla de la respuesta física que despertaba en él.
Era una joven encantadora y con una gran belleza natural y sin sofisticaciones,
además de ser más valiente que cualquier mujer que conociera, a excepción quizás de
Elizabeth, la mujer de Daré. Pero como hacía años que estaba fuera de la alta
sociedad de Londres, no estaba seguro de que aquéllas fuesen cualidades que se
apreciaran en ese círculo.
—¿William? —insistió Daré.
—¿Te refieres a dinero? Supongo que muy poco. El abogado está investigando las
posibles propiedades, pero Darlington solía jugarse lo que cayera en sus manos.
—¿Es guapa?
—Es… lo suficiente, supongo —contestó, recordando su rostro angustiado y pálido
a la luz de la luna. En aquel momento, a él le había parecido increíblemente hermosa,
pero tenía que reconocer que al acabar de salvarle la vida su juicio podía no ser
imparcial—. No estoy seguro de qué clase de belleza está de moda ahora.
—¿Y cuál es la suya? —preguntó, divertido.
—Es alta, bastante delgada y… castaña.
Había cambiado de adjetivo en el último minuto. Aun estando alejado de la
sociedad londinense, podía estar seguro de que las pelirrojas no habrían tomado la
ciudad al asalto en su ausencia.
—Tiene unos ojos bonitos. Muy expresivos — añadió, mirando a su hermano, que
también tenía unos ojos bonitos y ciertamente expresivos. Aunque en aquel momento
no le gustase lo que parecían decir.
—Buena suerte —dijo Daré.
—Voy a necesitar algo más que suerte, Val. Necesitaré tu ayuda —añadió en voz
baja.
Aquella obligación no se la había buscado él y tampoco la quería, pero no podía
culpar a la chica de los pecados de su padre, si bien era consciente de que el mundo
de miras estrechas al que ambos pertenecían no opinaría de igual modo, si llegaban a
saberlo. Se pertenecía a él por derecho de nacimiento y ése era un derecho que Maite
EsperanzaLR- Mensajes : 17168
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por EsperanzaLR Vie Feb 26, 2016 3:56 pm
Darlington tenía garantizado, además de ser el único atributo que al parecer iba a
tener sentido.
—¿Mi ayuda para qué? —preguntó su hermano—. No pretenderás que te ayude yo
a buscarle marido.
—Al menos a presentarla en sociedad. Le prometí a la directora del colegio que
tendría su oportunidad.
—¡Se lo prometiste a la directora! —repitió su hermano con incredulidad.
—Debe tener la oportunidad de casarse de acuerdo con su nacimiento y el único
lugar en el que puede conseguirlo teniendo en cuenta su edad es Londres.
—¿Y qué crees que puedo hacer yo por ella allí?
Un nuevo silencio. Por derecho de nacimiento, la condesa de Daré pertenecía a la
aristocracia y la presentación en sociedad de una joven debería realizarse bajo su
auspicio.
Sin embargo, la condesa de Daré había empeñado su prestigio social en una causa
tan noble como la de su marido, una causa que a Elizabeth le había costado la
reputación. Y el escándalo que se había provocado al casarse con Daré aún no se
había olvidado.
—Si estás decidido a embarcarte en esta empresa, deberás utilizar la casa de
Londres —dijo Daré, dando respuesta a su propia pregunta—. Y los fondos que
puedas necesitar, aunque sólo sea para quitártela de encima.
—No quiero tu dinero —contestó William—, pero sí acepto tu casa de Londres, si es que
estás hablando en serio.
—Ya sabes que yo nunca hablo en serio —contestó Daré—, pero puedes disponer
de la casa como si fuera tuya. Pero recuerda que al utilizarla te asociarán con
Elizabeth y conmigo y con nuestra mala reputación.
—Me considero honrado de tal asociación.
—Ellos no lo verán así —dijo, demasiado serio para su costumbre.
—A ti nunca te ha importado lo que piensen ellos. ¿Por qué ibas a empezar a
preocuparte ahora?
—Espera al año que viene —le aconsejó el conde—. Para entonces, el escándalo se
habrá olvidado y ya no…
—Ya no estaré hecho una pena, ¿no? —concluyó William, sonriendo.
—¿Qué mal puede hacerte esperar?
—La señorita Darlington cumplirá los veinte años cuando empiece la temporada de
los actos sociales y su edad ya va a ser un problema este año, de modo que si
esperamos al que viene…
Daré apretó los labios.
—Podríamos comprarle un marido.
tener sentido.
—¿Mi ayuda para qué? —preguntó su hermano—. No pretenderás que te ayude yo
a buscarle marido.
—Al menos a presentarla en sociedad. Le prometí a la directora del colegio que
tendría su oportunidad.
—¡Se lo prometiste a la directora! —repitió su hermano con incredulidad.
—Debe tener la oportunidad de casarse de acuerdo con su nacimiento y el único
lugar en el que puede conseguirlo teniendo en cuenta su edad es Londres.
—¿Y qué crees que puedo hacer yo por ella allí?
Un nuevo silencio. Por derecho de nacimiento, la condesa de Daré pertenecía a la
aristocracia y la presentación en sociedad de una joven debería realizarse bajo su
auspicio.
Sin embargo, la condesa de Daré había empeñado su prestigio social en una causa
tan noble como la de su marido, una causa que a Elizabeth le había costado la
reputación. Y el escándalo que se había provocado al casarse con Daré aún no se
había olvidado.
—Si estás decidido a embarcarte en esta empresa, deberás utilizar la casa de
Londres —dijo Daré, dando respuesta a su propia pregunta—. Y los fondos que
puedas necesitar, aunque sólo sea para quitártela de encima.
—No quiero tu dinero —contestó William—, pero sí acepto tu casa de Londres, si es que
estás hablando en serio.
—Ya sabes que yo nunca hablo en serio —contestó Daré—, pero puedes disponer
de la casa como si fuera tuya. Pero recuerda que al utilizarla te asociarán con
Elizabeth y conmigo y con nuestra mala reputación.
—Me considero honrado de tal asociación.
—Ellos no lo verán así —dijo, demasiado serio para su costumbre.
—A ti nunca te ha importado lo que piensen ellos. ¿Por qué ibas a empezar a
preocuparte ahora?
—Espera al año que viene —le aconsejó el conde—. Para entonces, el escándalo se
habrá olvidado y ya no…
—Ya no estaré hecho una pena, ¿no? —concluyó William, sonriendo.
—¿Qué mal puede hacerte esperar?
—La señorita Darlington cumplirá los veinte años cuando empiece la temporada de
los actos sociales y su edad ya va a ser un problema este año, de modo que si
esperamos al que viene…
Daré apretó los labios.
—Podríamos comprarle un marido.
EsperanzaLR- Mensajes : 17168
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por EsperanzaLR Vie Feb 26, 2016 3:58 pm
William se echó a reír al ver que el buen humor había vuelto a su hermano.
—Pero es que no posee fortuna.
—A mí no me importaría arriesgar el dinero suficiente para interesar a algún
caballero de buen nombre. Incluso a un hijo menor necesitado de mejorar.
—Yo creo que ella preferiría elegirlo sola —contestó William, recordando su
temperamento.
Daré se rió.
—No habrás estado hablando con Elizabeth, por casualidad.
—¿Cómo dices?
—Es que mi mujer tiene unas teorías muy interesantes sobre lo del matrimonio.
Tienes que pedirle que te hable de ellas en alguna ocasión —dijo, sonriendo.
Había un brillo en los ojos de Daré que le hizo envidiarlo, algo que nunca le había
ocurrido a pesar de ser su hermano quien poseía mayores cosas por derecho de
nacimiento.
—Lo haré, si tú quieres. ¿Está contigo?
—No he querido que se arriesgara por los caminos.
—Ojalá yo hubiera sido tan previsor —se lamentó.
—De modo que quieres conseguir un marido para la hija de Darlington y además
que se case con ella por amor —resumió el conde—. Y ya que te pones, ¿por qué no
organizas también la derrota francesa?
No había sido un ataque frontal, pero sí un directo al hígado.
—¿Crees que es imposible?
—Si se sabe la clase de hombre que era su padre, sí. Sobre todo habiéndote
nombrado a ti su albacea.
—No se llevó a cabo una investigación oficial —dijo William, intentando convencerse de
que los pormenores del caso no tenían por qué llegar a conocimiento de todo el
mundo—. Un oficial no puede ser condenado por el modo en que debía haberse
comportado en acción. Sólo si desobedece una orden directa y ése no fue el caso.
Además, la mayoría de hombres que saben de la cobardía de Darlington están: o
muertos o aún luchando en Portugal. Y quizás el hecho de que precisamente sea yo el
albacea de Anne acallará cualquier rumor que pueda llegar a Londres. Al menos
antes de que tenga la oportunidad de encontrar pareja.
—Lo cual resulta poco probable —dijo Daré—. Teniendo en cuenta que no posee
fortuna y nada que la recomiende, aparte de su pelo castaño y sus ojos… ¿expresivos,
dijiste?
—Yo no he dicho que no tenga nada que la recomiende.
—No ha hecho falta. He conocido a unas cuantas de esa clase a lo largo de los años.
—Pero es que no posee fortuna.
—A mí no me importaría arriesgar el dinero suficiente para interesar a algún
caballero de buen nombre. Incluso a un hijo menor necesitado de mejorar.
—Yo creo que ella preferiría elegirlo sola —contestó William, recordando su
temperamento.
Daré se rió.
—No habrás estado hablando con Elizabeth, por casualidad.
—¿Cómo dices?
—Es que mi mujer tiene unas teorías muy interesantes sobre lo del matrimonio.
Tienes que pedirle que te hable de ellas en alguna ocasión —dijo, sonriendo.
Había un brillo en los ojos de Daré que le hizo envidiarlo, algo que nunca le había
ocurrido a pesar de ser su hermano quien poseía mayores cosas por derecho de
nacimiento.
—Lo haré, si tú quieres. ¿Está contigo?
—No he querido que se arriesgara por los caminos.
—Ojalá yo hubiera sido tan previsor —se lamentó.
—De modo que quieres conseguir un marido para la hija de Darlington y además
que se case con ella por amor —resumió el conde—. Y ya que te pones, ¿por qué no
organizas también la derrota francesa?
No había sido un ataque frontal, pero sí un directo al hígado.
—¿Crees que es imposible?
—Si se sabe la clase de hombre que era su padre, sí. Sobre todo habiéndote
nombrado a ti su albacea.
—No se llevó a cabo una investigación oficial —dijo William, intentando convencerse de
que los pormenores del caso no tenían por qué llegar a conocimiento de todo el
mundo—. Un oficial no puede ser condenado por el modo en que debía haberse
comportado en acción. Sólo si desobedece una orden directa y ése no fue el caso.
Además, la mayoría de hombres que saben de la cobardía de Darlington están: o
muertos o aún luchando en Portugal. Y quizás el hecho de que precisamente sea yo el
albacea de Anne acallará cualquier rumor que pueda llegar a Londres. Al menos
antes de que tenga la oportunidad de encontrar pareja.
—Lo cual resulta poco probable —dijo Daré—. Teniendo en cuenta que no posee
fortuna y nada que la recomiende, aparte de su pelo castaño y sus ojos… ¿expresivos,
dijiste?
—Yo no he dicho que no tenga nada que la recomiende.
—No ha hecho falta. He conocido a unas cuantas de esa clase a lo largo de los años.
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por EsperanzaLR Vie Feb 26, 2016 3:59 pm
nancynieto85 escribió:Ese hermano Dare es un hombre sin sentimientos e insensible hacia Maite
Si amiga es verdad
EsperanzaLR- Mensajes : 17168
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por EsperanzaLR Vie Feb 26, 2016 4:07 pm
—Ella no es de esa clase —replicó, quizás con demasiada vehemencia y su
hermano, que lo conocía muy bien, supo leer sin dificultad en aquella vehemencia.
—Ya —contestó Daré, arqueando una sola ceja y controlando una sonrisa. Pero su
tono de voz cuando habló fue impersonal y serio—. Si estás decidido a seguir
adelante, tendré que preparar la casa de la ciudad. Y necesitarás el nombre de una
buena modista. Puedo recomendarte a alguien si quieres.
—Claro que quiero. Necesitaré toda la ayuda que Elizabeth y tú estéis dispuestos a
ofrecerme. Y Val… —añadió—, no te enfades conmigo.
—¿Enfadarme contigo? Yo nunca me enfado con mis hermanos. Eso es cosa tuya.
Pero si dejas que te ocurra algo, mi galante caballero, mientras intentas encontrarle
un marido a esa chica, te prometo estrangularla a ella y a la directora de su
internado. Y luego buscaré a Darlington entre las llamas del infierno para tener unas
palabras con él.
—Seguro que lo harías —contestó riendo.
La tos que acompañó a la risa fue, afortunadamente, de más corta duración en aquel
caso. Y cuando se calmó, vio que Daré lo miraba fijamente y que en sus ojos azules
no brillaba su habitual alegría.
—Iría a los confines mismos del infierno para evitarte más sufrimiento del que ya
has padecido. Y te juro, William, que si permites que todo esto te haga el más mínimo
daño, lamentará ser hija de Darlington.
—¿Daño? —repitió, sorprendido. Daré no podía saber lo que él había sentido
teniendo a Maite arrodillada a su espalda aquella noche.
—Por lo pronto ya llevas una semana en la cama.
—No puedes culparla por ello.
—No, ni tampoco por ese viaje al norte en mitad de una tormenta de nieve. Eso ha
sido culpa tuya.
—No estaba nevando cuando salimos —se disculpó con una sonrisa—.Y John
volvió con ayuda tan pronto como pudo. Nada de lo ocurrido fue culpa suya. Fue
simplemente una sucesión de desgracias.
—Y tengo la sensación de que estás a punto de embarcarte en más.
—¿Yo? Te aseguro, Val, que mi vida es de lo más tranquila que te puedas imaginar.
Puede que por necesidad, pero estoy empezando a preguntarme si no seré aburrido
sin más.
—Y hasta que te hayas recuperado por completo, me voy a asegurar de que sigas
aburriéndote. Ahora, duérmete —le ordenó, retomando su libro.
Tras cuatro o cinco minutos de ver cómo Daré fingía leer siempre la misma página,
William sintió que los párpados le pesaban. Al principio se resistió, pero después
sucumbió a la atracción de un mundo en el que no había preocupaciones de ningún
tipo.
hermano, que lo conocía muy bien, supo leer sin dificultad en aquella vehemencia.
—Ya —contestó Daré, arqueando una sola ceja y controlando una sonrisa. Pero su
tono de voz cuando habló fue impersonal y serio—. Si estás decidido a seguir
adelante, tendré que preparar la casa de la ciudad. Y necesitarás el nombre de una
buena modista. Puedo recomendarte a alguien si quieres.
—Claro que quiero. Necesitaré toda la ayuda que Elizabeth y tú estéis dispuestos a
ofrecerme. Y Val… —añadió—, no te enfades conmigo.
—¿Enfadarme contigo? Yo nunca me enfado con mis hermanos. Eso es cosa tuya.
Pero si dejas que te ocurra algo, mi galante caballero, mientras intentas encontrarle
un marido a esa chica, te prometo estrangularla a ella y a la directora de su
internado. Y luego buscaré a Darlington entre las llamas del infierno para tener unas
palabras con él.
—Seguro que lo harías —contestó riendo.
La tos que acompañó a la risa fue, afortunadamente, de más corta duración en aquel
caso. Y cuando se calmó, vio que Daré lo miraba fijamente y que en sus ojos azules
no brillaba su habitual alegría.
—Iría a los confines mismos del infierno para evitarte más sufrimiento del que ya
has padecido. Y te juro, William, que si permites que todo esto te haga el más mínimo
daño, lamentará ser hija de Darlington.
—¿Daño? —repitió, sorprendido. Daré no podía saber lo que él había sentido
teniendo a Maite arrodillada a su espalda aquella noche.
—Por lo pronto ya llevas una semana en la cama.
—No puedes culparla por ello.
—No, ni tampoco por ese viaje al norte en mitad de una tormenta de nieve. Eso ha
sido culpa tuya.
—No estaba nevando cuando salimos —se disculpó con una sonrisa—.Y John
volvió con ayuda tan pronto como pudo. Nada de lo ocurrido fue culpa suya. Fue
simplemente una sucesión de desgracias.
—Y tengo la sensación de que estás a punto de embarcarte en más.
—¿Yo? Te aseguro, Val, que mi vida es de lo más tranquila que te puedas imaginar.
Puede que por necesidad, pero estoy empezando a preguntarme si no seré aburrido
sin más.
—Y hasta que te hayas recuperado por completo, me voy a asegurar de que sigas
aburriéndote. Ahora, duérmete —le ordenó, retomando su libro.
Tras cuatro o cinco minutos de ver cómo Daré fingía leer siempre la misma página,
William sintió que los párpados le pesaban. Al principio se resistió, pero después
sucumbió a la atracción de un mundo en el que no había preocupaciones de ningún
tipo.
EsperanzaLR- Mensajes : 17168
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por EsperanzaLR Vie Feb 26, 2016 4:14 pm
—Créame, señor Sinclair, que nada me gustaría más que discrepar de lo que los
médicos le dijeron en la Península, pero me temo que no tengo más remedio que
estar de acuerdo con ellos. Sus pulmones han resultado dañados irreparablemente y
siempre serán propensos a las infecciones. Sin embargo…
—Ya veo que es el sin embargo lo que más lo preocupa —dijo William.
Mientras era reconocido una vez más, en aquella ocasión por el hombre al que
muchos consideraban el mejor médico de Inglaterra, había tomado la decisión de
ponerle punto final a todo aquello. Dijera lo que dijese el doctor McKinley, lo
aceptaría sin más y viviría la vida, o lo que le quedase de ella, igual que había hecho
hasta entonces… al máximo de lo que le ofrecieran sus posibilidades.
—La esquirla más grande de las que tiene alojadas en el pecho, dada su
localización, es imposible extraerla. Intentarlo supondría su muerte segura.
Francamente, no comprendo cómo no lo mató al alcanzarlo. Sin embargo, si hay algo
que he aprendido a lo largo de los años de ejercicio de la medicina es que el cuerpo
humano es un instrumento sorprendente y que muchas veces es capaz de curarse a sí
mismo… si nosotros los médicos lo dejamos —concluyó, sonriendo.
William le devolvió la sonrisa, consciente de lo que el médico escocés pretendía hacer. Y
no era que no le agradeciera el esfuerzo. Era simplemente que le gustaba la verdad
sin adulterar, aunque el barniz que en aquel caso pretendían darle tuviese la
intención de hacerla más digerible.
—¿Está usted sugiriendo que si la dejamos donde está…?
—Puede quedarse inmóvil durante años, de modo que moriría usted de viejo en su
cama. O podría desplazarse mañana y seccionarle el corazón, en cuyo caso…
Hizo una pausa e Ian concluyó por él.
—En cuyo caso, no moriría de viejo, ni en mi cama, ni en ningún otro lugar.
McKinley dejó un instante de silencio, pero no intentó negar lo que había dicho su
paciente.
—Le recomiendo que evite la clase de ejercicio físico que ha venido realizando
últimamente. Puede que ésa no sea la clase de vida que habría elegido para usted,
señor Sinclair, pero al menos es vida, algo mucho más preferible que la otra
alternativa, diría yo.
—Le agradezco la sinceridad —dijo William, intentando deshacerse de la ridícula
esperanza que ni siquiera se había dado cuenta que albergaba.
—Deduzco que su hermano no lo sabe.
—Y prefiero que siga sin saberlo. ¿Qué bien podría hacerle?
—Está muy preocupado por usted. Como no sabe la verdad, tiene la impresión de
que su recuperación ha sido demasiado lenta.
—Y confía en que sus reputadas habilidades ayuden a remediar esa situación.
—Ojalá fuese así.
médicos le dijeron en la Península, pero me temo que no tengo más remedio que
estar de acuerdo con ellos. Sus pulmones han resultado dañados irreparablemente y
siempre serán propensos a las infecciones. Sin embargo…
—Ya veo que es el sin embargo lo que más lo preocupa —dijo William.
Mientras era reconocido una vez más, en aquella ocasión por el hombre al que
muchos consideraban el mejor médico de Inglaterra, había tomado la decisión de
ponerle punto final a todo aquello. Dijera lo que dijese el doctor McKinley, lo
aceptaría sin más y viviría la vida, o lo que le quedase de ella, igual que había hecho
hasta entonces… al máximo de lo que le ofrecieran sus posibilidades.
—La esquirla más grande de las que tiene alojadas en el pecho, dada su
localización, es imposible extraerla. Intentarlo supondría su muerte segura.
Francamente, no comprendo cómo no lo mató al alcanzarlo. Sin embargo, si hay algo
que he aprendido a lo largo de los años de ejercicio de la medicina es que el cuerpo
humano es un instrumento sorprendente y que muchas veces es capaz de curarse a sí
mismo… si nosotros los médicos lo dejamos —concluyó, sonriendo.
William le devolvió la sonrisa, consciente de lo que el médico escocés pretendía hacer. Y
no era que no le agradeciera el esfuerzo. Era simplemente que le gustaba la verdad
sin adulterar, aunque el barniz que en aquel caso pretendían darle tuviese la
intención de hacerla más digerible.
—¿Está usted sugiriendo que si la dejamos donde está…?
—Puede quedarse inmóvil durante años, de modo que moriría usted de viejo en su
cama. O podría desplazarse mañana y seccionarle el corazón, en cuyo caso…
Hizo una pausa e Ian concluyó por él.
—En cuyo caso, no moriría de viejo, ni en mi cama, ni en ningún otro lugar.
McKinley dejó un instante de silencio, pero no intentó negar lo que había dicho su
paciente.
—Le recomiendo que evite la clase de ejercicio físico que ha venido realizando
últimamente. Puede que ésa no sea la clase de vida que habría elegido para usted,
señor Sinclair, pero al menos es vida, algo mucho más preferible que la otra
alternativa, diría yo.
—Le agradezco la sinceridad —dijo William, intentando deshacerse de la ridícula
esperanza que ni siquiera se había dado cuenta que albergaba.
—Deduzco que su hermano no lo sabe.
—Y prefiero que siga sin saberlo. ¿Qué bien podría hacerle?
—Está muy preocupado por usted. Como no sabe la verdad, tiene la impresión de
que su recuperación ha sido demasiado lenta.
—Y confía en que sus reputadas habilidades ayuden a remediar esa situación.
—Ojalá fuese así.
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por EsperanzaLR Vie Feb 26, 2016 4:16 pm
—Ojalá —admitió con una sonrisa—. Sin embargo y ya que no puede ser… De
todos modos, ninguno de nosotros tenemos el tiempo comprado. Es una lección que
aprendí bien en Portugal. Y es como si a mí me hubiesen enviado una nota en la que
me recordasen que debo vivir mi vida tan intensamente como pueda.
—No me cabe la menor duda de que lo hará así. ¿Qué quiere que le diga al conde?
—Que aún no puede deshacerse de mí, que es, al fin y al cabo, la verdad.
—Estoy convencido de que será un alivio para él —dijo el doctor McKinley. Y
luego, cuando su paciente iba a hacer sonar la campanilla que tenía sobre la mesilla,
añadió—: No moleste al servicio, que puedo volver yo solo al salón. Si necesita mis
servicios en un futuro, no dude en llamarme.
Cuando la puerta se cerró tras el médico, William miró el adorno que tenía el techo. El
diagnóstico no había sido distinto a lo que se esperaba. Lamentaba algunas de las
cosas que había hecho en la vida, pero no las acciones que lo habían llevado a aquel
estado y por lo tanto se enfrentaría a sus consecuencias sin lamentaciones. Pero eso
sí, era mejor hacerlo solo. Siempre lo había sabido. Era mejor para él. Y era lo mejor
para su familia.
todos modos, ninguno de nosotros tenemos el tiempo comprado. Es una lección que
aprendí bien en Portugal. Y es como si a mí me hubiesen enviado una nota en la que
me recordasen que debo vivir mi vida tan intensamente como pueda.
—No me cabe la menor duda de que lo hará así. ¿Qué quiere que le diga al conde?
—Que aún no puede deshacerse de mí, que es, al fin y al cabo, la verdad.
—Estoy convencido de que será un alivio para él —dijo el doctor McKinley. Y
luego, cuando su paciente iba a hacer sonar la campanilla que tenía sobre la mesilla,
añadió—: No moleste al servicio, que puedo volver yo solo al salón. Si necesita mis
servicios en un futuro, no dude en llamarme.
Cuando la puerta se cerró tras el médico, William miró el adorno que tenía el techo. El
diagnóstico no había sido distinto a lo que se esperaba. Lamentaba algunas de las
cosas que había hecho en la vida, pero no las acciones que lo habían llevado a aquel
estado y por lo tanto se enfrentaría a sus consecuencias sin lamentaciones. Pero eso
sí, era mejor hacerlo solo. Siempre lo había sabido. Era mejor para él. Y era lo mejor
para su familia.
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por Joanita Sáb Feb 27, 2016 4:04 pm
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por nancynieto85 Lun Feb 29, 2016 12:37 pm
Muy buenos capitulos, continua porfavor 
nancynieto85- Mensajes : 248
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por Joanita Mar Mar 01, 2016 6:15 pm
Siguelaáaaaaa por favor! !!!
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por asturabril Mar Mar 01, 2016 7:43 pm
Kat por favor 
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por nancynieto85 Mar Mar 01, 2016 9:01 pm
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por Joanita Sáb Mar 05, 2016 1:29 pm
Siguelaáaaaaa por favor! !!!
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por SuenoLR Dom Mar 06, 2016 7:09 am
Sique mi Kat
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por Joanita Dom Mar 06, 2016 7:42 pm
Siguelaáaaaaa por favor! !!!!
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por Joanita Lun Mar 07, 2016 8:24 am
Siguelaaaaaaaaaaaaa por favor! !!!!
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por EsperanzaLR Jue Mar 10, 2016 3:52 pm
Capítulo 5
Londres
Seis semanas más tarde.
—Y esto para los remates —dijo Elizabeth, sosteniendo en las manos una tira de
perlas plateadas sobre el tejido blanco que habían elegido para el vestido del primer
baile de Maite—. ¿Qué te parece?
—Pues que ya no puedo mirar ni un solo adorno ni un solo tejido más —contestó
Maite con sinceridad—. ¿Es que no tienes hambre?
—¿Hambre? —repitió Elizabeth, haciendo al comerciante un gesto con la mano
cubierta por un guante blanco.
—Han pasado ya horas desde que desayunamos.
—Estoy entrenándote para que puedas dejar de comer.
—¿Dejar de comer?
—Para preparar tu primer baile.
—En los bailes se cena. Tú me lo dijiste.
—Desde luego, pero no pretenderás que te vean comiendo de verdad, ¿no?
—¿Ah, no?
—Claro que no. Puede que un par de bocados. Si no te acostumbras a pasar hambre
ahora, ¿cómo te las vas a arreglar para no comer sobre todo después de haberte
pasado horas bailando?
—Me estás tomando el pelo, ¿no? —preguntó riéndose.
—Sólo en parte. No está bien que te vean mostrar un gran apetito.
—Lo que podríamos hacer sería engordarme durante estas tres semanas que faltan,
como se hace con el pavo de Navidad y así podría vivir de lo acumulado.
—Entonces, no entrarías en todos estos vestidos.
«Todos estos vestidos», pensó Maite. Tantos que había perdido la cuenta. Tantos que
no podía imaginar tener ocasión de ponérselos todos. Tantos que…
—¿Es muy rico? —preguntó, pasando los dedos por un satén tostado que recordaba
las hojas caídas del otoño.
Le sorprendió que Elizabeth le quitase el tejido de las manos y se lo pusiera sobre el
hombro para ver el efecto.
—Muy bien —contestó, retrocediendo para ver cómo quedaba junto a la piel y el
cabello de Maite—. Tienes buen ojo para lo que te sienta bien. Es una pena que no
pueda ser de este color.
—Porque no es blanco —dijo Maite que ya se había aprendido las normas que
regían el vestido de una debutante.
—O crema, rosa o azul. Plateado incluso, si quieres ser atrevida.
Londres
Seis semanas más tarde.
—Y esto para los remates —dijo Elizabeth, sosteniendo en las manos una tira de
perlas plateadas sobre el tejido blanco que habían elegido para el vestido del primer
baile de Maite—. ¿Qué te parece?
—Pues que ya no puedo mirar ni un solo adorno ni un solo tejido más —contestó
Maite con sinceridad—. ¿Es que no tienes hambre?
—¿Hambre? —repitió Elizabeth, haciendo al comerciante un gesto con la mano
cubierta por un guante blanco.
—Han pasado ya horas desde que desayunamos.
—Estoy entrenándote para que puedas dejar de comer.
—¿Dejar de comer?
—Para preparar tu primer baile.
—En los bailes se cena. Tú me lo dijiste.
—Desde luego, pero no pretenderás que te vean comiendo de verdad, ¿no?
—¿Ah, no?
—Claro que no. Puede que un par de bocados. Si no te acostumbras a pasar hambre
ahora, ¿cómo te las vas a arreglar para no comer sobre todo después de haberte
pasado horas bailando?
—Me estás tomando el pelo, ¿no? —preguntó riéndose.
—Sólo en parte. No está bien que te vean mostrar un gran apetito.
—Lo que podríamos hacer sería engordarme durante estas tres semanas que faltan,
como se hace con el pavo de Navidad y así podría vivir de lo acumulado.
—Entonces, no entrarías en todos estos vestidos.
«Todos estos vestidos», pensó Maite. Tantos que había perdido la cuenta. Tantos que
no podía imaginar tener ocasión de ponérselos todos. Tantos que…
—¿Es muy rico? —preguntó, pasando los dedos por un satén tostado que recordaba
las hojas caídas del otoño.
Le sorprendió que Elizabeth le quitase el tejido de las manos y se lo pusiera sobre el
hombro para ver el efecto.
—Muy bien —contestó, retrocediendo para ver cómo quedaba junto a la piel y el
cabello de Maite—. Tienes buen ojo para lo que te sienta bien. Es una pena que no
pueda ser de este color.
—Porque no es blanco —dijo Maite que ya se había aprendido las normas que
regían el vestido de una debutante.
—O crema, rosa o azul. Plateado incluso, si quieres ser atrevida.
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