Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON

por EsperanzaLR Jue Jul 28, 2016 3:54 pm

Realidad e ilusión. Y si podía tener sólo una de aquellas dos cosas…
Las lágrimas velaron la imagen del jardín y soltó la cortina, como si no pudiera
seguir mirando. Porque si podía tener sólo una, ilusión o realidad, no sabría cuál
elegir. Y si la otra no llegaba nunca, al menos no tendría que soportar la negrura de
otra noche en soledad.
Si Elizabeth esperaba conseguir algo especial al tomar a Maite bajo sus alas, pensaba
William, debía estar plenamente satisfecha con los resultados. La joven que había traído
de Fenton se había convertido en aquellos meses en una mujer hermosa y segura de
sí misma, totalmente preparada para ocupar el lugar en la sociedad al que tenía
derecho por nacimiento.
Pero al verla durante la cena, pensó que preferiría al alegre torbellino que Travener
había destruido en lugar de la desconocida introvertida que había honrado su mesa.
Y temía que la joven de la que se había enamorado hubiera desaparecido para
siempre.
Se quitó el alfiler de ónice de la corbata y lo dejó sobre la cómoda. A pesar de la
interpretación de Maite y de la suya propia, sabía que su hermano había presentido
que algo iba mal.
Sin embargo, Val nunca podría imaginarse la verdad. Y si llegaba a preguntarle,
haría lo mismo que había hecho desde un principio: ocultar el horror que los había
unido.
Al aflojarse la corbata, se quedó mirando la imagen que le devolvía el espejo.
¿Qué vería ella cuando lo miraba? ¿Un recordatorio de un hecho demasiado
doloroso? ¿O le consideraría una amenaza? ¿Simplemente otro Travener que
esperase el momento oportuno para reclamar sus derechos? Aquella posibilidad era
tan amarga como la hiel.
Dándole la espalda al espejo, se obligó a terminar de quitarse la corbata, que dejó
después junto al alfiler para girar la cabeza de un lado al otro e intentar deshacerse
de la rigidez de los músculos del cuello que había ido adquiriendo en el transcurrir
de la velada.
Se acercó a la ventana y la abrió para respirar el aire cargado del perfume de las
rosas del jardín y se quedó allí de pie, contemplando la evolución de una nube que
pasaba lentamente sobre la faz de la luna.
Poco a poco los ruidos de la casa fueron apagándose, a medida que los criados
fueron terminando con sus obligaciones y sin embargo no le sorprendió oír que
alguien llamaba con suavidad a su puerta.
Sabía que no iba a poder escapar de las preguntas de Daré. Val veía demasiado y lo
entendía demasiado bien también. Sin molestarse en cerrar la ventana, dio permiso
para que entrase. Ya se había preparado para la conversación que no iba a tener más
remedio que mantener cuando la puerta se abrió. Pero no era su hermano, sino la
delgada figura de su esposa.

por EsperanzaLR Jue Jul 28, 2016 3:58 pm

La última persona que esperaba ver en el mundo, comprendió Maite al verle abrir
de par en par los ojos. Y un segundo después, lo vio también sonreír.
—Debería haber sabido que Daré iba a venir en cuanto le llegase la noticia —dijo—.
Lo siento.
—¿Qué sientes? ¿Tener un hermano que te quiere? Confieso que siento celos de
algo así y desde luego no me debes ninguna disculpa por ello.
Entró y cerró la puerta a su espalda, pero se quedó un instante con el pomo en la
mano. Luego avanzó hasta quedar muy cerca de él.
Por la ventana abierta entraba el aroma de las rosas del jardín y Anne se preguntó si
habría visto bailar a su hermano y su cuñada, aunque aquel vals lento había tenido
lugar hacía ya varias horas. Horas que ella había pasado montando argumentos y
reuniendo el valor necesario para ir hasta allí. Y ahora que ya lo estaba…
Respiró hondo para calmarse y percibió otros olores en la habitación tan
persuasivos como el de las flores. Los mismos aromas masculinos que siempre había
asociado con Ian: jabón caro, el almidón de su camisa, incluso el perfume sutil y
varonil de su piel.
Y aquella noche había incluso un rastro de brandy subrayando todo lo demás. Ojalá
ella también hubiese tomado un poco. Le habría venido bien su fuerza.
—¿Ocurre algo? —preguntó él, la misma dulzura de siempre bailándole en los ojos.
—Es que… —dudó. A pesar de las horas que había pasado planeando aquel asalto,
no sabía cómo empezar—. He pensado que… que podíamos bailar —dijo de pronto.
—¿Bailar? —repitió Ian, como si oyese la palabra por primera vez.
—Ya lo hemos hecho en otra ocasión. No sé si te acuerdas de…
—Perfectamente —contestó, muy serio. Pero en sus ojos…— Lo recuerdo todo —
añadió y la esperanza que había empezado ante lo que creía haber percibido en su
mirada azul vaciló.
Entonces William le ofreció la mano, tal y como había hecho aquel día en el salón de
baile.
—Un vals —dijo ella, poniendo la mano en la suya. Y como siempre había ocurrido,
el calor de su mano la consoló y la caldeó como lo haría un buen fuego en una noche
de invierno.
Pero aquella noche él no desacreditó su capacidad como bailarín, sino que puso su
brazo derecho en posición y apoyó la mano izquierda en el centro de su espalda.
La distancia entre sus cuerpos siguió siendo, por desgracia, la que prescribían las
normas y Maite supo que aquel baile no se parecería en nada a la conexión íntima
que había entre la pareja que había visto bailar en el jardín.
—¿Quieres que tararee? —sugirió él, sonriendo.
Aquel día lo había hecho. Aquel día. Cuando lo que sentía por él era nuevo e
inexplorado y su deseo de satisfacerlo vivía solo y secreto en su corazón. Pero en los

por EsperanzaLR Jue Jul 28, 2016 4:09 pm

meses transcurridos desde entonces, en lugar de la satisfacción que esperaba
entonces, sólo había encontrado traición.
La de su padre. La de Travener. Y si no hacía nada para vencer el muro que ambas
habían erigido…
Cayó en la cuenta de que Ian seguía esperando. Esperaba su permiso para tararear.
Que fuese ella quien diera el primer paso. Esperando hacer, una vez más, lo que ella
le pidiera.
Ilusión y realidad. Y supo de pronto con cegadora claridad que todo era distinto. El
vals que habían bailado Daré y Elizabeth era una ilusión de ellos. Su realidad. No la
de ella. No la de William.
El suyo sería más terrenal. Más práctico. Sería la fuerza de la mano de un hombre
bueno, siempre allí si la necesitaba en la oscuridad aterradora. Era el perdón. Era la
templanza sin quejas.
Desde algún punto de los entrañables recuerdos de cada momento que había
pasado con William Sinclair vino la reminiscencia de su propia y entrañable realidad:
sabañones, purés, limpiar narices y coser bajos. Y si no había nada…
Soltó su mano y retrocedió, interponiendo aún más distancia entre ellos. Él no hizo
nada por retenerla, sino que siguió esperando, sus ojos llenos de comprensión.
—He visto cómo mirabas a Elizabeth —dijo ella.
Él frunció levemente el ceño.
—¿A Elizabeth?
—Lleva dentro el hijo de tu hermano —dijo. No estaba segura de por qué había
empezado así, pero ya que lo había hecho…— Y sé que tú también desearás tener
hijos.
Le observó intentando analizar su reacción. Pero se contenía tanto, sobre todo desde
que habían vuelto de Escocia, que sabía que sólo vería las reacciones físicas que nadie
era capaz de ocultar. La leve dilatación de sus pupilas. El movimiento de su nuez al
tragarse una emoción que no podía expresar. Y todas estuvieron allí.
Dejó que el silencio se extendiera, esperando que fuese él quien lo llenara, pero eso
no ocurrió.
—Te dije que no tenías que volver a pensar en eso.
¿Que no pensara en tener hijos? Ella, que le había confesado cuánto deseaba
tenerlos. Pero no. No se refería a eso. Se refería a lo que Travener había hecho.
—No sé qué hacer —dijo casi sin pensar—. No sé qué quieres que haga.
—¿Sobre qué? —preguntó él, tomando su mano igual que hiciera en aquel primer
interminable día que habían pasado juntos—. ¿Maite?
—Sobre esto. Sobre nuestro matrimonio. Tienes que decirme lo que debo hacer.
—¿Lo que debes hacer? —repitió, mirándola a los ojos—. No debes hacer nada. No
tienes por qué tener miedo.

por Joanita Jue Jul 28, 2016 4:15 pm

Siguelaáaaaaa por favor! !!!!!!!

por SuenoLR Vie Jul 29, 2016 2:38 am

Sique mi Kat

por Joanita Vie Jul 29, 2016 1:30 pm

Siguelaaaaaaaaaaaa por favor! !!!!!!!

por EsperanzaLR Vie Jul 29, 2016 3:21 pm

Joanita escribió:Siguelaáaaaaa por favor! !!!!!!!

Ahora sigo Joanita

por EsperanzaLR Vie Jul 29, 2016 3:28 pm

SuenoLR escribió:
Sique mi Kat

Ahora sigo Mi Tonia

por EsperanzaLR Vie Jul 29, 2016 3:42 pm

—No tengo miedo. Travener está muerto y no puede volver a hacernos daño, lo sé.
—Me refería a mí —dijo tras un latido de silencio.
A mí. Maite tardó un segundo en comprender.
—¿Miedo de ti? ¿Crees que… que tengo miedo de ti? —su mirada le contestó y el
corazón de Maite comenzó a latir con rapidez—. ¿Cómo puedes pensar que puedo
tener miedo de ti?
Y eso parecía ser exactamente lo que creía, comprendió al seguir mirándolo a los
ojos. Y al comprender, la esperanza empezó a crecer.
—Tú creías que yo tenía miedo y yo creía…
Las lágrimas acechaban.
—¿Qué creías tú?
—Que no podías olvidar.
—¿Olvidar a Travener?
—Olvidar lo que hizo. Te mostrabas tan… — movió la cabeza y cientos de imágenes
se le aparecieron ante los ojos. Imágenes que tenía que reinterpretar a aquella nueva
luz—. No me tocas. No me miras. Mirarme de verdad, quiero decir. Y yo creía que
era porque cuando lo hacías, aquella habitación y lo que ocurrió en ella, era lo único
que veías.
—No —respondió sin más. Y sin equívocos posibles.
—¿No? —repitió ella.
—Lo que veo en esa habitación es sólo mi fracaso. Estabas a mi cuidado y no supe
protegerte.
Lo que palpitaba en su voz y brillaba en sus ojos era el sentimiento de culpa.
—¿Y cuánto tiempo debes ser castigado por ello? —le preguntó y conociéndolo
como lo conocía, supo que nada que pudiera decir lo convencería de que lo que había
ocurrido aquella noche no era culpa suya, sino de Travener—. ¿Cuánto tiempo debo
ser castigada yo?
—Esto no es… —empezó, pero se detuvo.
—Lo que Travener hizo no tiene nada que ver contigo. Y nada que ver con esto —
dijo, apretando su mano—. Sé que no me quieres y que las razones por las que te
casaste conmigo quedan muy alejadas de las que deberían conducir al matrimonio,
pero estamos casados. Y no hay nada que podamos hacer para cambiarlo.
Maite dudó, proporcionándole la oportunidad de refutar lo que había dicho. Pero él
guardó silencio, inmóvil, sin dejar de mirarla a los ojos.
—Lo que siento por ti —continuó, obligándose a hablar por encima de la emoción
que le cerraba la garganta—, lo que siempre he sentido por ti, es bastante para
sustentar cualquier matrimonio, si quisieras darme una oportunidad. Sé lo que
piensas de…

por EsperanzaLR Vie Jul 29, 2016 3:44 pm

—No tienes ni idea de lo que pienso —la interrumpió.
Y había algo diferente en su mirada. Ni dulzura, ni siquiera compasión.
—Sé lo que me dijiste.
Él asintió y se llevó su mano a los labios.
—Y lo que te dije…
Esperó, temiendo el final de la frase.
—¿Sobre que había alguien más? —preguntó por fin—. ¿Es que era mentira?
—No es eso.
—¿Entonces?
—Otro fracaso. Perdóname. Soy un tutor nefasto. Prometo intentar ser un mejor
marido.
Anne tembló al descubrir lo que había en sus ojos.
—Y no debes pensar nunca que no te quería — dijo—, porque nada podría quedar
más lejos de la realidad. Al intentar protegerte…
No terminó la frase porque la voz le falló.
—No te entiendo.
Había ido allí para ofrecerle un compromiso y sin embargo…
Con una sonrisa, Ian la acercó a él y las dudas que Maite pudiera tener murieron al
sentir su boca. No había dudas en aquel beso y nada que pudiera considerarse
piedad o compasión. Ni siquiera compromiso. Aquello era deseo, negado hasta que
ella le había dado permiso para expresarse.
A pesar de su experiencia con la versión perversa de Travener, Maite respondió,
olvidándose del miedo que podría sentir al quedar a merced de un hombre. Porque
aquel hombre era William y no había nada que temer en sus brazos. Y supo que siempre
lo había sabido. En él había una ternura que nunca se vería desbordada, ni siquiera
por la pasión.
Sintió su lengua en los labios y los abrió. William no contuvo nada en aquella ocasión,
sujetándola por los brazos y ella se puso de puntillas mientras le devoraba la boca.
Y Maite por fin comprendió, maravillada, que no se trataba de un hombre que
luchase contra el fantasma de la posesión de otro hombre, sino un hombre que
reclamaba lo que había deseado desde hacía tiempo.
Se separó de su boca para recorrer con los labios su mejilla y su cuello y Maite dejó
caer la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados para saborear sus caricias.
William la empujó por la espalda para que sus cuerpos entrasen en contacto y ella le
rodeó el cuello con los brazos y mientras disfrutaba del estremecimiento que estaban
desatando sus labios, sintió que le desabrochaba el camisón y que introducía las
manos por el escote. Maite volvió a estremecerse y sus manos quedaron inmóviles.
Durante un momento no comprendió, pero luego puso sus propias manos sobre las

por EsperanzaLR Vie Jul 29, 2016 3:47 pm

que habían quedado detenidas y susurró la palabra que siempre había soñado poder
decirle y que al final, podía pronunciar.
—Sí.
En lugar de continuar con aquella caricia, la tomó en brazos y mirándola a los ojos,
la llevó a la cama donde hasta entonces había dormido solo. Y donde aquella
noche…
Nunca volvería a dormir solo, se prometió, aunque sólo a sí misma. Ninguno de los
dos volvería a estar solo en la oscuridad.
A pesar de lo que le había dicho, Maite se había imaginado que tendría miedo en
algún momento. Tendría que quedar en ella una ansiedad residual, si no en la mente,
que disfrutaba con sus caricias, sí en la piel y en los músculos, marcados por el
recuerdo de aquel otro dolor. Pero afortunadamente y gracias a Dios, no era así.
Se preguntó si el lento y sensual hacer de sus manos habría sido deliberado, o si
sería aquélla la forma en que le habría hecho el amor si nada de lo que había ocurrido
en aquella pensión de Escocia hubiese tenido lugar.
Había explorado su cuerpo con una sabiduría que la había dejado sin aliento y
temblorosa, pero no le había negado nada. Porque al final había comprendido qué
era lo que él temía y por qué le había dicho la verdad. La profundidad del amor que
sentía por él era en sí misma más que suficiente para conducirlos aquella noche.
Mucho más que suficiente.
La había acariciado largamente antes de que sus labios y su lengua se unieran a la
sensual veneración de sus manos y entonces supo que lo que él le había dicho era
verdad también. No la encontraba manchada o ultrajada, porque, de ser así, no
habría acariciado con sus labios la carne palpitante que una vez fue marcada y
ensangrentada por la lujuria brutal de otro hombre.
Aun en su inocencia, Maite supo que aquello no era lujuria. Eso también había
tenido que aprenderlo. Había luz de día y oscuridad de la noche, como había lo que
ocurrió antes y lo que ocurría entre ellos.
Aquella maravilla, para la que no tenía palabras. Ni guía. Ni reglas. Sólo que era
suya, para que hiciese con ella lo que deseara. Y lo que él deseaba…
Y había descubierto que lo que él deseaba no era distinto a lo que ella misma
ansiaba también. El deseo que tan rápidamente había crecido en su interior le había
llegado por sorpresa, cuando ella estaba preparada más bien para soportar.
Sabía que él la había observado y por supuesto, también sabía por qué. Pero ahora
también la miraba y sus ojos eran simplemente parte de lo que estaba ocurriendo
entre ellos. Nada más y nada menos.
Parecía feliz observándola y ella había descubierto que era feliz dejándolo mirar.
Feliz. William le había dado felicidad. O mejor dicho, le había devuelto la alegría de vivir
que siempre había formado parte integral de sí misma.
—¿Por qué? —le preguntó, esperando una negativa o al menos, una evasiva.
Él acarició su mejilla con el pulgar.

por EsperanzaLR Vie Jul 29, 2016 3:52 pm

—¿Por qué? —preguntó él, totalmente relajado.
Aunque odiase destruir aquella tranquilidad, necesitaba comprender aquello, lo
último de todo lo que se había interpuesto entre ellos. Comprender y luego destruir,
como aquella noche había destruido el resto.
—Cuando vine a ti y te dije que te quería… —dijo y vio cambiar su mirada—, me
dijiste que Daré se equivocaba. Y ahora… perdona mi arrogancia —sonrió—, pero es
obvio, incluso para mí, que mentiste sobre tus sentimientos. Necesito comprender
por qué.
—Porque soy un idiota —contestó, devolviéndole la sonrisa.
—Puedes ser muchas cosas, amor mío, pero no un idiota. ¿Era por el dinero?
¿Temías lo que la gente pudiera decir?
—No sabía nada de ese dinero y nada tenía que ver contigo.
—Entonces… —si nada tenía que ver conmigo—. Debía tener que ver contigo.
Cuando el silencio se extendió durante demasiado tiempo, la sonrisa de Maite se
desvaneció y con ella su tranquilidad.
—¿William?
—Quería que tu vida fuese sólo felicidad.
Ella movió la cabeza.
—Nadie puede tener una vida que sea sólo felicidad.
—Pues yo quería que la tuya fuera así.
—¿Y pensaste que estaría mejor sin ti? Que negando que me querías… —aquello no
tenía lógica—. No comprendo.
Él apretó los labios, tomó su mano y la hizo pasar por un punto en concreto sobre
su pecho. Había visto las cicatrices y era consciente de la culpa de su padre, pero
aquello…
—¿Qué es? —preguntó, explorando con los dedos la forma y el tamaño de lo que
había bajo la piel.
Él respiró hondo.
—Algo que me traje de Portugal. Algo que me han dicho que podría moverse. Que
podría cambiar de posición.
—¿Qué podría hacer que se moviera? —le preguntó, intentando comprender—.
¿Por qué después de todo este tiempo…?
—Ejercicio físico. Eso me ha dicho McKinley.
—¿Ejercicio? ¿Algo parecido a pelear con un salteador? ¿O en una revuelta
callejera? —preguntó, recordando aquellas situaciones con un horror que no había
sentido entonces porque no tenía ni idea de lo que realmente se jugaban—. ¿Hiciste
todas aquellas cosas sabiendo que era posible…

por EsperanzaLR Vie Jul 29, 2016 3:54 pm

—No ocurrió nada —contestó él con voz tranquilizadora, acariciando su sien—.
Nada en absoluto.
Y tenía razón: había sobrevivido a ambas batallas. Y al disparo de Travener. Incluso
había sobrevivido a aquella terrible fiebre de Escocia, una enfermedad padecida por
culpa de su empeño en rescatarla.
Superviviente. Incluso Travener había reconocido la tenacidad con que William Sinclair
se aferraba a la vida, lo cual debía significar…
Puso la mano en su mejilla, pensando en el tiempo que llevaba viviendo bajo pena
de muerte. Una pena en la que, teniendo en cuenta todo lo que le había ocurrido
desde que lo conocía, no podía creer.
—McKinley podría equivocarse. Es más, debe estar equivocado. Si eso fuese a
ocurrir ya debería haber sucedido.
Él la miró a los ojos deseando creer en sus palabras.
—Me niego a permitir que ocurra —dijo, sonriéndole—. Me niego a creer en lo que
te han dicho y me niego a permitir que tú lo creas.
—Has sido creada para la felicidad —dijo él de nuevo.
—He sido creada para esto —replicó ella—. Dure lo que dure. Nadie tiene garantía
de por vida.
Aquello sería otra ilusión. Habría años por delante que saborear. A veces los había
y a veces no.
Lo único seguro era aquel momento. Aquel segundo. Aquel latido. Y sabía que los
quería todos, tantos como quedasen. Esa era la realidad de amar a alguien. El precio
inevitable y terrible.
—Quiero esta felicidad —dijo—. Quiero tener hijos tuyos. Y por encima de todo, te
quiero a ti.
Incluso más de lo que era necesario. Y tanto si duraba mucho como si duraba poco,
siempre sería así.
Fin

por SuenoLR Sáb Jul 30, 2016 3:18 am

Muy linda historia mi Kat Gracias

por Contenido patrocinado