WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por EsperanzaLR Jue Mar 10, 2016 4:07 pm
—Pero todos ellos me hacen parecer una muerta.
—No tanto —contestó, mientras enrollaba de nuevo la tela—, pero la verdad es que
este color resultaría mucho mejor.
—A lo mejor podemos pedir que nos hagan algo para estar por casa —sugirió
Maite, pasando la mano sobre el tejido que tanto le había gustado.
—Si quieres… —contestó Elizabeth, haciendo de nuevo un gesto al dueño de la
tienda.
—¿Lo es? —preguntó Maite, mientras esperaban a que cortasen la tela.
—¿El qué?
—Muy rico —repitió con impaciencia—. Porque es Ian quien va a pagar por todo
esto, ¿no? No me imagino a mi padre dejando dinero para que se me presente en
sociedad, sobre todo porque era incapaz de ahorrar un céntimo, así que… ¿es muy
rico?
—Creo que William recibió dinero de su madre, que invirtió en fondos. Sé que Daré
destinó una cantidad a sus hermanos pequeños nada más heredar. No quería que
tuviesen que acudir a él para pedirle dinero.
—Entonces, si no es tan rico, ¿por qué está haciendo todo esto?
Elizabeth dudó un segundo.
—Porque es tu tutor y quiere que tengas tu oportunidad.
—La oportunidad de casarme bien, lo cual se supone que es el sueño de cualquier
mujer.
—¿Es que no es el tuyo? —quiso saber Elizabeth.
—No lo sé. Nunca he estado casada, de modo que no puedo imaginarlo. ¿Tú
soñabas con ello?
—No soy yo la persona más apropiada para contestar a esa pregunta.
—Lo siento. Tenía la impresión de que…
—¿Qué?
—Que eras feliz en tu matrimonio.
—En mi segundo matrimonio y sí, soy muy feliz. Pero no puedo decir lo mismo del
primero.
—Entonces, ¿por qué te casaste? —preguntó cuando ya habían echado a andar
hacia la puerta.
—Porque aquel se consideraba precisamente un buen matrimonio —respondió sin
mirar hacia atrás.
Maite suspiró. No había hecho ninguna de las preguntas que en verdad deseaba
hacer. Y una de ellas era, por supuesto, por qué su tutor aún no se había casado. Pero
teniendo en cuenta la sequedad tan poco corriente en las respuestas de Elizabeth,
llegó a la conclusión de que aquél no debía ser el mejor momento de plantearlas.
—No tanto —contestó, mientras enrollaba de nuevo la tela—, pero la verdad es que
este color resultaría mucho mejor.
—A lo mejor podemos pedir que nos hagan algo para estar por casa —sugirió
Maite, pasando la mano sobre el tejido que tanto le había gustado.
—Si quieres… —contestó Elizabeth, haciendo de nuevo un gesto al dueño de la
tienda.
—¿Lo es? —preguntó Maite, mientras esperaban a que cortasen la tela.
—¿El qué?
—Muy rico —repitió con impaciencia—. Porque es Ian quien va a pagar por todo
esto, ¿no? No me imagino a mi padre dejando dinero para que se me presente en
sociedad, sobre todo porque era incapaz de ahorrar un céntimo, así que… ¿es muy
rico?
—Creo que William recibió dinero de su madre, que invirtió en fondos. Sé que Daré
destinó una cantidad a sus hermanos pequeños nada más heredar. No quería que
tuviesen que acudir a él para pedirle dinero.
—Entonces, si no es tan rico, ¿por qué está haciendo todo esto?
Elizabeth dudó un segundo.
—Porque es tu tutor y quiere que tengas tu oportunidad.
—La oportunidad de casarme bien, lo cual se supone que es el sueño de cualquier
mujer.
—¿Es que no es el tuyo? —quiso saber Elizabeth.
—No lo sé. Nunca he estado casada, de modo que no puedo imaginarlo. ¿Tú
soñabas con ello?
—No soy yo la persona más apropiada para contestar a esa pregunta.
—Lo siento. Tenía la impresión de que…
—¿Qué?
—Que eras feliz en tu matrimonio.
—En mi segundo matrimonio y sí, soy muy feliz. Pero no puedo decir lo mismo del
primero.
—Entonces, ¿por qué te casaste? —preguntó cuando ya habían echado a andar
hacia la puerta.
—Porque aquel se consideraba precisamente un buen matrimonio —respondió sin
mirar hacia atrás.
Maite suspiró. No había hecho ninguna de las preguntas que en verdad deseaba
hacer. Y una de ellas era, por supuesto, por qué su tutor aún no se había casado. Pero
teniendo en cuenta la sequedad tan poco corriente en las respuestas de Elizabeth,
llegó a la conclusión de que aquél no debía ser el mejor momento de plantearlas.
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por EsperanzaLR Jue Mar 10, 2016 4:09 pm
Maite se creía completamente sola en el salón de baile, pero justo cuando acababa
de hacer un giro que le pareció lleno de gracia, descubrió a su tutor apoyado en el
marco de la enorme puerta de doble hoja. Debía haber estado observándola y no
tenía ni idea de cuánto tiempo podía llevar allí.
—Por favor, no te interrumpas por mí —dijo William—. Estoy disfrutando mucho con el
espectáculo, pero si lo prefieres, me marcho.
Había dejado la pantomima en cuanto lo vio, con las mejillas al rojo vivo.
—Es tu salón de baile, así que si alguien debería irse, soy yo.
—Es el salón de mi hermano. Hacía años que no entraba aquí. Casi me había
olvidado de que estaba aquí de no haberte oído cantar.
—Esa sí que ha debido ser una experiencia desagradable.
Él se echó a reír.
—¿Practicando los pasos?
Maite nunca había bailado con pareja y mucho menos los bailes cortesanos que se
esperaría que ejecutase con destreza al cabo de muy poco. En cuanto Elizabeth
descubrió aquella infortunada situación, organizó unas clases privadas para ella.
En menos de media hora llegaría el maestro que iba a añadirle aquel necesario
barniz y ella había bajado al salón con el fin de prepararse para la temida lección ya
que los comentarios de Elizabeth aquella mañana sobre sus progresos, o más bien la
falta de ellos, habían sido descorazonadores.
Resultaba difícil de creer que alguien que podía trepar a un árbol con la misma
agilidad de un muchacho o que podía sumar mentalmente con más rapidez que la
mismísima señora Kemp no fuese capaz de aprenderse los pasos de unos cuantos
bailes.
—Elizabeth ha concertado unas clases con un maestro de baile —confesó.
—Ya —contestó William, controlando sus labios, que parecían tener tendencia a sonreír
casi de continuo.
—Y como no quiero humillarme más de lo estrictamente necesario, he venido un
poco antes para practicar. ¿Crees que si finjo desmayarme en sus brazos, le dirá a
Elizabeth que las lecciones son inútiles y que debe olvidarse de ellas si no quiere que
caiga enferma?
—Es muy poco probable —contestó William, rindiéndose por fin a la risa que había
estado intentando contener.
Una risa encantadora, pensó Maite. Menos dulce que su sonrisa quizás, pero que
parecía transformarlos en iguales, en conspiradores que compartieran un secreto.
—¿Qué es poco probable? ¿Que se olvide de las lecciones, o que él se lo diga?
—Que tú caigas enferma por bailar. Cualquiera que pueda enfrentarse a un
salteador de caminos puede soportar unos cuantos pasos de baile.
de hacer un giro que le pareció lleno de gracia, descubrió a su tutor apoyado en el
marco de la enorme puerta de doble hoja. Debía haber estado observándola y no
tenía ni idea de cuánto tiempo podía llevar allí.
—Por favor, no te interrumpas por mí —dijo William—. Estoy disfrutando mucho con el
espectáculo, pero si lo prefieres, me marcho.
Había dejado la pantomima en cuanto lo vio, con las mejillas al rojo vivo.
—Es tu salón de baile, así que si alguien debería irse, soy yo.
—Es el salón de mi hermano. Hacía años que no entraba aquí. Casi me había
olvidado de que estaba aquí de no haberte oído cantar.
—Esa sí que ha debido ser una experiencia desagradable.
Él se echó a reír.
—¿Practicando los pasos?
Maite nunca había bailado con pareja y mucho menos los bailes cortesanos que se
esperaría que ejecutase con destreza al cabo de muy poco. En cuanto Elizabeth
descubrió aquella infortunada situación, organizó unas clases privadas para ella.
En menos de media hora llegaría el maestro que iba a añadirle aquel necesario
barniz y ella había bajado al salón con el fin de prepararse para la temida lección ya
que los comentarios de Elizabeth aquella mañana sobre sus progresos, o más bien la
falta de ellos, habían sido descorazonadores.
Resultaba difícil de creer que alguien que podía trepar a un árbol con la misma
agilidad de un muchacho o que podía sumar mentalmente con más rapidez que la
mismísima señora Kemp no fuese capaz de aprenderse los pasos de unos cuantos
bailes.
—Elizabeth ha concertado unas clases con un maestro de baile —confesó.
—Ya —contestó William, controlando sus labios, que parecían tener tendencia a sonreír
casi de continuo.
—Y como no quiero humillarme más de lo estrictamente necesario, he venido un
poco antes para practicar. ¿Crees que si finjo desmayarme en sus brazos, le dirá a
Elizabeth que las lecciones son inútiles y que debe olvidarse de ellas si no quiere que
caiga enferma?
—Es muy poco probable —contestó William, rindiéndose por fin a la risa que había
estado intentando contener.
Una risa encantadora, pensó Maite. Menos dulce que su sonrisa quizás, pero que
parecía transformarlos en iguales, en conspiradores que compartieran un secreto.
—¿Qué es poco probable? ¿Que se olvide de las lecciones, o que él se lo diga?
—Que tú caigas enferma por bailar. Cualquiera que pueda enfrentarse a un
salteador de caminos puede soportar unos cuantos pasos de baile.
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por EsperanzaLR Jue Mar 10, 2016 4:11 pm
—¿A que no te imaginas qué es lo que preferiría si pudiera elegir?
—Vamos, que no es tan malo.
Su preocupación lo divertía y ella la exageraba para entretenerlo. Y para retenerlo
allí, quizás.
—Es que tú debiste aprender estos pasos cuando eras un niño —le dijo en tono
acusador.
William no se molestó en negarlo.
—¿Crees que podría ayudarte? —se ofreció.
—¿Quieres decir que estás dispuesto a practicar conmigo?
A pesar de que sin duda su ofrecimiento no pasaba de ser amistoso, sintió un
temblor ya conocido en la zona del corazón.
—Ésa sí que sería una experiencia desagradable —dijo William, riéndose—. Quiero decir
si yo intentase bailar. Ya te he dicho que llevo años sin entrar en un salón de baile.
Por la cojera. La desilusión le anidó en el mismo sitio en el que antes había sentido
aquel temblor. No es que quisiera que él la viera tropezarse con sus propios pies,
pero se había imaginado que podría bailar con él al menos una vez cuando
empezasen los bailes. Una vez hubiese dominado la técnica, claro está. Otra
romántica fantasía destruida por la realidad, algo que parecía estar ocurriendo con
demasiada frecuencia últimamente. Quizás tuviese demasiada tendencia a la
fantasía.
—Sin embargo —continuó William—, estaría encantado de darte la mano y ayudarte a
practicar los pasos a mi alrededor. Así ganarás en confianza para cuando el maestro
te pida que lo hagas.
—¿De verdad tendré que hacerlo? —preguntó horrorizada.
—Creo que es así como se aprende —contestó William, sonriendo de nuevo.
Aquella bien podía ser la única oportunidad que iba a tener de bailar con él y
deseaba hacerlo. Lo deseaba mucho. Pero él la estaba mirando con sus ojos de color
azul intenso y una ceja enarcada, de modo que intentó no mostrar el entusiasmo que
estaba sintiendo.
—Te lo agradecería mucho —contestó.
Ian atravesó cojeando el salón de baile y le ofreció una mano.
—En ese caso, estaré encantado de ser tu compañero de baile, aunque de piedra,
más o menos.
No era así como se había imaginado aquel momento, pero estaban solos, sin que
nada pudiera distraerla de disfrutar de su presencia, así que podía resultar incluso
mejor de lo que se había imaginado. Colocó la mano en la de su tutor y se puso a su
lado.
—He de advertirte que soy muy, pero que muy mala en esto —le dijo.
—Entonces lo haremos de maravilla —contestó él.
—Vamos, que no es tan malo.
Su preocupación lo divertía y ella la exageraba para entretenerlo. Y para retenerlo
allí, quizás.
—Es que tú debiste aprender estos pasos cuando eras un niño —le dijo en tono
acusador.
William no se molestó en negarlo.
—¿Crees que podría ayudarte? —se ofreció.
—¿Quieres decir que estás dispuesto a practicar conmigo?
A pesar de que sin duda su ofrecimiento no pasaba de ser amistoso, sintió un
temblor ya conocido en la zona del corazón.
—Ésa sí que sería una experiencia desagradable —dijo William, riéndose—. Quiero decir
si yo intentase bailar. Ya te he dicho que llevo años sin entrar en un salón de baile.
Por la cojera. La desilusión le anidó en el mismo sitio en el que antes había sentido
aquel temblor. No es que quisiera que él la viera tropezarse con sus propios pies,
pero se había imaginado que podría bailar con él al menos una vez cuando
empezasen los bailes. Una vez hubiese dominado la técnica, claro está. Otra
romántica fantasía destruida por la realidad, algo que parecía estar ocurriendo con
demasiada frecuencia últimamente. Quizás tuviese demasiada tendencia a la
fantasía.
—Sin embargo —continuó William—, estaría encantado de darte la mano y ayudarte a
practicar los pasos a mi alrededor. Así ganarás en confianza para cuando el maestro
te pida que lo hagas.
—¿De verdad tendré que hacerlo? —preguntó horrorizada.
—Creo que es así como se aprende —contestó William, sonriendo de nuevo.
Aquella bien podía ser la única oportunidad que iba a tener de bailar con él y
deseaba hacerlo. Lo deseaba mucho. Pero él la estaba mirando con sus ojos de color
azul intenso y una ceja enarcada, de modo que intentó no mostrar el entusiasmo que
estaba sintiendo.
—Te lo agradecería mucho —contestó.
Ian atravesó cojeando el salón de baile y le ofreció una mano.
—En ese caso, estaré encantado de ser tu compañero de baile, aunque de piedra,
más o menos.
No era así como se había imaginado aquel momento, pero estaban solos, sin que
nada pudiera distraerla de disfrutar de su presencia, así que podía resultar incluso
mejor de lo que se había imaginado. Colocó la mano en la de su tutor y se puso a su
lado.
—He de advertirte que soy muy, pero que muy mala en esto —le dijo.
—Entonces lo haremos de maravilla —contestó él.
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por EsperanzaLR Jue Mar 10, 2016 4:14 pm
Maite respiró hondo y comenzó con la secuencia de pasos que con tanto esfuerzo le
había enseñado Elizabeth.
—Quizás sería mejor si yo tararease la melodía —sugirió Ian un momento
después—. Si la sigues, es mucho más fácil.
Ella lo miró sonrojada y él le apretó la mano antes de tararear la melodía con una
agradable voz de barítono. Obedientemente, Maite intentó concentrarse sólo en la
música. Elizabeth también le había dicho lo mismo… que debía concentrarse en la
música y dejarse llevar, en lugar de preocuparse por lo que estuvieran haciendo sus
pies.
Además haría muy bien en disfrutar de aquella ocasión, que podía no volverse a
presentar. Aunque no estuviesen bailando en serio. Él no hacía más que sujetar su
mano mientras ella evolucionaba, girando a medida que ella lo necesitaba.
Hacía mucho tiempo que no estaba a solas con él y nunca habían estado tan cerca, a
excepción de aquella noche en la nieve y de pronto percibió los mismos olores que
había detectado aquella noche: el olor a jabón de calidad y a cuero. A ropa recién
planchada. A pelo y piel limpios. Respiró hondo, consciente de que aquellas
fragancias quedarían para siempre asociadas a la noche en que la defendió. Y a partir
de aquella tarde, lo estarían para siempre a aquel momento.
—Mucho mejor —dijo él, girando con ella para que pudiera seguir.
Si estuviesen de verdad en una pista de baile, tendría que haberla entregado al
siguiente bailarín, pero en aquel caso la dejó que se alejase girando sobre sus pies y
volvió a tomar su mano.
—Te gusta bailar —dijo ella ya que parecía estar disfrutando incluso con aquella
versión truncada.
—Era miembro del equipo de Wellington —dijo— y nos gustase o no, todos
teníamos que bailar. Y eso es algo que, una vez aprendido, nunca se olvida.
Por primera vez pensó en lo mucho que debía haberle cambiado la vida a resultas
de sus heridas. Jamás había mencionado que echase de menos algo de lo que ya no
podía hacer, pero sin duda debía ser así. Bailar, por ejemplo. Y montar a caballo.
Seguramente habría al menos una docena más de cosas con las que disfrutaba en el
pasado y que ahora quedaban fuera de su alcance.
—Supongo que tendríais que bailar a menudo con damas de la nobleza española —
bromeó ella.
—Desde luego. Con tanta frecuencia como con los bigotes de sus abuelas.
Ella se rió.
—Como puede que ya te hayas dado cuenta, tengo tendencia a fantasear.
—Una característica común en la juventud. Pronto se te pasará, créeme.
—En mi primer baile.
—Tendrás un gran éxito. ¿Cómo iba a ser de otro modo, bajo la tutela de Elizabeth?
Y la mía, por supuesto.
había enseñado Elizabeth.
—Quizás sería mejor si yo tararease la melodía —sugirió Ian un momento
después—. Si la sigues, es mucho más fácil.
Ella lo miró sonrojada y él le apretó la mano antes de tararear la melodía con una
agradable voz de barítono. Obedientemente, Maite intentó concentrarse sólo en la
música. Elizabeth también le había dicho lo mismo… que debía concentrarse en la
música y dejarse llevar, en lugar de preocuparse por lo que estuvieran haciendo sus
pies.
Además haría muy bien en disfrutar de aquella ocasión, que podía no volverse a
presentar. Aunque no estuviesen bailando en serio. Él no hacía más que sujetar su
mano mientras ella evolucionaba, girando a medida que ella lo necesitaba.
Hacía mucho tiempo que no estaba a solas con él y nunca habían estado tan cerca, a
excepción de aquella noche en la nieve y de pronto percibió los mismos olores que
había detectado aquella noche: el olor a jabón de calidad y a cuero. A ropa recién
planchada. A pelo y piel limpios. Respiró hondo, consciente de que aquellas
fragancias quedarían para siempre asociadas a la noche en que la defendió. Y a partir
de aquella tarde, lo estarían para siempre a aquel momento.
—Mucho mejor —dijo él, girando con ella para que pudiera seguir.
Si estuviesen de verdad en una pista de baile, tendría que haberla entregado al
siguiente bailarín, pero en aquel caso la dejó que se alejase girando sobre sus pies y
volvió a tomar su mano.
—Te gusta bailar —dijo ella ya que parecía estar disfrutando incluso con aquella
versión truncada.
—Era miembro del equipo de Wellington —dijo— y nos gustase o no, todos
teníamos que bailar. Y eso es algo que, una vez aprendido, nunca se olvida.
Por primera vez pensó en lo mucho que debía haberle cambiado la vida a resultas
de sus heridas. Jamás había mencionado que echase de menos algo de lo que ya no
podía hacer, pero sin duda debía ser así. Bailar, por ejemplo. Y montar a caballo.
Seguramente habría al menos una docena más de cosas con las que disfrutaba en el
pasado y que ahora quedaban fuera de su alcance.
—Supongo que tendríais que bailar a menudo con damas de la nobleza española —
bromeó ella.
—Desde luego. Con tanta frecuencia como con los bigotes de sus abuelas.
Ella se rió.
—Como puede que ya te hayas dado cuenta, tengo tendencia a fantasear.
—Una característica común en la juventud. Pronto se te pasará, créeme.
—En mi primer baile.
—Tendrás un gran éxito. ¿Cómo iba a ser de otro modo, bajo la tutela de Elizabeth?
Y la mía, por supuesto.
EsperanzaLR- Mensajes : 17168
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por EsperanzaLR Jue Mar 10, 2016 4:16 pm
La hizo girar de nuevo y se cruzó al otro lado, fingiendo ser su siguiente compañero
de baile. Al completar el círculo, Anne levantó la mirada y lo encontró esperándola,
la mano invitándola y sonriendo.
Al sentir el roce de sus dedos, algo extraño le ocurrió en el estómago. Para ser
sincera, no le ocurrió exactamente en el estómago sino más…
De pronto no supo qué debía hacer y se perdió. Totalmente confusa, tanto por
haber perdido el paso como por la reacción al contacto con la mano de su tutor, se
detuvo. Sorprendido, Ian se volvió para mirarla.
—Me he olvidado de lo que viene ahora —dijo, apenas sin voz.
—La primera regla para tener éxito en sociedad —dijo él, sonriendo a pesar de la
severidad del tono—, es no admitir nunca que te has equivocado.
—Es que ha sido culpa mía.
—No. Es que tienes un compañero de baile un poco patoso.
—De eso nada —contestó, riendo—. La patosa soy yo.
Aunque habían dejado de moverse, él no le había soltado la mano. Y ella no quería
que lo hiciera. Era más, sería maravilloso poder estarse así todo el día, con la mano
en la suya.
—No podrías ser patosa aunque lo intentaras —dijo él.
—Espero que te quedes para decirle eso mismo al maestro de baile.
—Tú no necesitas que alguien gane las batallas por ti —contestó.
—Pues sería agradable que alguien lo hiciera, para variar.
Maite estaba acostumbrada a tener que valérselas por sí sola. Sin embargo, lo que
acababa de decir era algo que había empezado a pensar desde que William fuera a
recogerla a Fenton y que se había visto reforzado por la amabilidad de Elizabeth. Era
agradable tener a alguien de su lado. Y a su lado.
—Ése es el fin de todo lo que hemos venido a hacer a Londres —concluyó Ian con
suavidad.
«El matrimonio. Alguien que pelee por mí».
Nunca lo había considerado desde esa perspectiva. El recuerdo de la noche en que
habían quedado juntos de rodillas sobre la nieve volvió a venírsele a la memoria. La
imagen y la sensación que le había recorrido el cuerpo cuando William Sinclair le dio la
mano.
Y de pronto supo con claridad por qué nunca, ni desde el primer momento, había
albergado esperanza alguna de enamorarse de algún atractivo caballero que pudiese
conocer en un salón de baile de Londres. Sin tan siquiera darse cuenta ya había
encontrado a ese hombre y por ridículo o romántico que pareciera, supo que nunca
desearía encontrar a otro.
de baile. Al completar el círculo, Anne levantó la mirada y lo encontró esperándola,
la mano invitándola y sonriendo.
Al sentir el roce de sus dedos, algo extraño le ocurrió en el estómago. Para ser
sincera, no le ocurrió exactamente en el estómago sino más…
De pronto no supo qué debía hacer y se perdió. Totalmente confusa, tanto por
haber perdido el paso como por la reacción al contacto con la mano de su tutor, se
detuvo. Sorprendido, Ian se volvió para mirarla.
—Me he olvidado de lo que viene ahora —dijo, apenas sin voz.
—La primera regla para tener éxito en sociedad —dijo él, sonriendo a pesar de la
severidad del tono—, es no admitir nunca que te has equivocado.
—Es que ha sido culpa mía.
—No. Es que tienes un compañero de baile un poco patoso.
—De eso nada —contestó, riendo—. La patosa soy yo.
Aunque habían dejado de moverse, él no le había soltado la mano. Y ella no quería
que lo hiciera. Era más, sería maravilloso poder estarse así todo el día, con la mano
en la suya.
—No podrías ser patosa aunque lo intentaras —dijo él.
—Espero que te quedes para decirle eso mismo al maestro de baile.
—Tú no necesitas que alguien gane las batallas por ti —contestó.
—Pues sería agradable que alguien lo hiciera, para variar.
Maite estaba acostumbrada a tener que valérselas por sí sola. Sin embargo, lo que
acababa de decir era algo que había empezado a pensar desde que William fuera a
recogerla a Fenton y que se había visto reforzado por la amabilidad de Elizabeth. Era
agradable tener a alguien de su lado. Y a su lado.
—Ése es el fin de todo lo que hemos venido a hacer a Londres —concluyó Ian con
suavidad.
«El matrimonio. Alguien que pelee por mí».
Nunca lo había considerado desde esa perspectiva. El recuerdo de la noche en que
habían quedado juntos de rodillas sobre la nieve volvió a venírsele a la memoria. La
imagen y la sensación que le había recorrido el cuerpo cuando William Sinclair le dio la
mano.
Y de pronto supo con claridad por qué nunca, ni desde el primer momento, había
albergado esperanza alguna de enamorarse de algún atractivo caballero que pudiese
conocer en un salón de baile de Londres. Sin tan siquiera darse cuenta ya había
encontrado a ese hombre y por ridículo o romántico que pareciera, supo que nunca
desearía encontrar a otro.
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por Joanita Sáb Mar 12, 2016 10:08 am
Siguelaáaaaaa por favor! !!!!!
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por EsperanzaLR Lun Mar 14, 2016 1:24 pm
Capítulo 6
La condesa había decidido que la primera aparición de Maite en sociedad tendría
lugar en una cena íntima ofrecida por lady Laúd, la madrina de William.
Puesto que Elizabeth no podía actuar como carabina de Maite en la interminable
sucesión de reuniones que se celebrarían en la temporada, William albergaba la esperanza
de que su madrina estuviese dispuesta a asumir ese papel. Tanto la posición de su
marido en el gobierno como la propia reputación de lady Laúd elevarían a Maite a
los ojos de los demás, si es que su madrina accedía.
Y eso, en opinión de Elizabeth, dependería de la impresión que Maite le causase
aquella noche. Era simplemente una presión más añadida a todas las demás de las
que Anne era perfectamente consciente.
Afortunadamente, Elizabeth había elegido el más favorecedor de los vestidos
nuevos de Maite para la ocasión. Era de color crema intenso y su único adorno
consistía en unas pequeñas rosas de seda en el bajo de la falda. Había otra rosa más
pequeña cosida discretamente en el escote, cuyos pétalos rozaban la piel de Maite
justo encima de la curva de sus pechos.
Llevaba otra rosa del mismo tejido en el pelo, cuyo color parecía complementar al
del vestido en lugar de pelearse con él. La propia Elizabeth se había ocupado del
peinado, recogiéndole los bucles en lo alto de la cabeza y dejando algunos mechones
que flotaran junto a su rostro.
Teniendo en cuenta que sus expectativas eran bastante reducidas, la imagen que le
había devuelto el espejo le había complacido mucho. Y más aún el brillo de
aprobación que estaba viendo en aquel momento en los ojos de su tutor.
William, guapísimo con su traje de gala, estaba en el recibidor, mirándola cuando ella se
paró en el primer descansillo de la hermosa escalera de la casa de Londres. Y a pesar
de su nerviosismo, al verlo Maite se convenció de que no podía haber deseado un
acompañante más atractivo.
Aunque William era su tutor y no su acompañante, se recordó. Pero nadie le había dicho
que no pudiera fingir. Sonrió al recordar las largas horas de adolescencia pasadas
imaginando un momento como aquél. Y nadie, ni siquiera su tutor, sabría lo que
estaba imaginando aquella noche.
—¿Qué te parece? —le preguntó Elizabeth a su cuñado. Había hecho la pregunta
para que Maite pudiese oírla también.
—Creo —contestó William, sonriendo—, que voy a ser el hombre más envidiado de todo
Londres.
Extendió un brazo y Maite bajó el resto de la escalera para poner su mano en la de
él. En cuanto se hizo el contacto, sintió aquel sobresalto en la boca del estómago.
De no haber sabido su causa, lo habría achacado a la excitación de la noche que iba
a ser el pistoletazo de salida que marcase el inicio de aquello para lo que tan
duramente habían estado trabajando.
La condesa había decidido que la primera aparición de Maite en sociedad tendría
lugar en una cena íntima ofrecida por lady Laúd, la madrina de William.
Puesto que Elizabeth no podía actuar como carabina de Maite en la interminable
sucesión de reuniones que se celebrarían en la temporada, William albergaba la esperanza
de que su madrina estuviese dispuesta a asumir ese papel. Tanto la posición de su
marido en el gobierno como la propia reputación de lady Laúd elevarían a Maite a
los ojos de los demás, si es que su madrina accedía.
Y eso, en opinión de Elizabeth, dependería de la impresión que Maite le causase
aquella noche. Era simplemente una presión más añadida a todas las demás de las
que Anne era perfectamente consciente.
Afortunadamente, Elizabeth había elegido el más favorecedor de los vestidos
nuevos de Maite para la ocasión. Era de color crema intenso y su único adorno
consistía en unas pequeñas rosas de seda en el bajo de la falda. Había otra rosa más
pequeña cosida discretamente en el escote, cuyos pétalos rozaban la piel de Maite
justo encima de la curva de sus pechos.
Llevaba otra rosa del mismo tejido en el pelo, cuyo color parecía complementar al
del vestido en lugar de pelearse con él. La propia Elizabeth se había ocupado del
peinado, recogiéndole los bucles en lo alto de la cabeza y dejando algunos mechones
que flotaran junto a su rostro.
Teniendo en cuenta que sus expectativas eran bastante reducidas, la imagen que le
había devuelto el espejo le había complacido mucho. Y más aún el brillo de
aprobación que estaba viendo en aquel momento en los ojos de su tutor.
William, guapísimo con su traje de gala, estaba en el recibidor, mirándola cuando ella se
paró en el primer descansillo de la hermosa escalera de la casa de Londres. Y a pesar
de su nerviosismo, al verlo Maite se convenció de que no podía haber deseado un
acompañante más atractivo.
Aunque William era su tutor y no su acompañante, se recordó. Pero nadie le había dicho
que no pudiera fingir. Sonrió al recordar las largas horas de adolescencia pasadas
imaginando un momento como aquél. Y nadie, ni siquiera su tutor, sabría lo que
estaba imaginando aquella noche.
—¿Qué te parece? —le preguntó Elizabeth a su cuñado. Había hecho la pregunta
para que Maite pudiese oírla también.
—Creo —contestó William, sonriendo—, que voy a ser el hombre más envidiado de todo
Londres.
Extendió un brazo y Maite bajó el resto de la escalera para poner su mano en la de
él. En cuanto se hizo el contacto, sintió aquel sobresalto en la boca del estómago.
De no haber sabido su causa, lo habría achacado a la excitación de la noche que iba
a ser el pistoletazo de salida que marcase el inicio de aquello para lo que tan
duramente habían estado trabajando.
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por EsperanzaLR Lun Mar 14, 2016 1:31 pm
William seguía sonriendo y al comprobar la admiración que no se molestaba en ocultar,
empezó a relajarse. Durante las últimas y difíciles semanas, su confianza infatigable
la había animado, e iba a necesitarla más que nunca aquella noche. William colocó su
mano sobre su antebrazo y la cubrió con la suya.
—Estás temblando —dijo, sorprendido—. No tienes nada que temer, te lo prometo.
Y mientras él siguiera dándole la mano, no lo habría.
«Debería haberla advertido». Suponía que Elizabeth le habría explicado la disposición
de los asientos en un evento así, pero no le cabía la menor duda de que Maite no se
había dado cuenta de que no iba a estar sentada a su lado en la mesa.
—Mayor Sinclair —le saludó Doyle Travener, inclinándose ligeramente en
respuesta a la presentación de su anfitriona—. Lamento no haber tenido el honor de
conocerlo antes, señor. Su reputación entre las fuerzas de Su Majestad es inmejorable.
El joven que iba a acompañar a Maite a la mesa acababa de volver, según había
dicho lady Laúd, de prestar servicio en la Península Ibérica. Su piel tostada por el sol
y el cabello rubio ofrecían un vivo contraste a sus ojos azules, que parecían llenos de
auténtico respeto.
—Ustedes también parecen estar haciéndolo muy bien —contestó William, azorado y
sonrió.
No había olvidado el placer que encontraba en la camaradería con sus soldados.
Pero la robusta condición física de Travener le había hecho sentir todo el peso de sus
treinta y dos años. Y de la diferencia que existía entre su edad y la de Maite.
—Le aseguro, señor, que no ha sido una exageración por mi parte —contestó
Travener, antes de incluir a Maite en la conversación—. Su tutor es muy respetado
entre sus hombres y los demás oficiales, señorita Darlington.
—Entre los que se contaba mi padre —contestó Maite—. El coronel George
Darlington. ¿Lo conoció usted, señor Travener?
—Creo no haber tenido ese privilegio, para desgracia mía.
Travener miró brevemente a William antes de dar esa respuesta, e William no podía estar
seguro de si su mirada quería decir que conocía a Darlington o que sabía de él. Fuera
lo que fuese, William sintió gran alivio por la amable y evasiva respuesta del soldado.
La conversación pasó de ocuparse de asuntos militares a otros dominios más
acordes con el fin de aquella velada. Aunque Maite había parecido brevemente
consternada al saber que no iba a sentarse al lado de William, pronto empezó a charlar,
aparentemente cómoda, con su compañero de mesa.
Doyle era además el hombre de edad más cercana a la de Maite de entre todos los
invitados, reparó William al estar ya todos sentados. Había sido un gesto muy
considerado por parte de su madrina sentarlos juntos.
Durante los dos primeros platos no pudo dejar de vigilar a su protegida y puesto
que intentaba también mantener su parte de la conversación, el ejercicio mental le
empezó a relajarse. Durante las últimas y difíciles semanas, su confianza infatigable
la había animado, e iba a necesitarla más que nunca aquella noche. William colocó su
mano sobre su antebrazo y la cubrió con la suya.
—Estás temblando —dijo, sorprendido—. No tienes nada que temer, te lo prometo.
Y mientras él siguiera dándole la mano, no lo habría.
«Debería haberla advertido». Suponía que Elizabeth le habría explicado la disposición
de los asientos en un evento así, pero no le cabía la menor duda de que Maite no se
había dado cuenta de que no iba a estar sentada a su lado en la mesa.
—Mayor Sinclair —le saludó Doyle Travener, inclinándose ligeramente en
respuesta a la presentación de su anfitriona—. Lamento no haber tenido el honor de
conocerlo antes, señor. Su reputación entre las fuerzas de Su Majestad es inmejorable.
El joven que iba a acompañar a Maite a la mesa acababa de volver, según había
dicho lady Laúd, de prestar servicio en la Península Ibérica. Su piel tostada por el sol
y el cabello rubio ofrecían un vivo contraste a sus ojos azules, que parecían llenos de
auténtico respeto.
—Ustedes también parecen estar haciéndolo muy bien —contestó William, azorado y
sonrió.
No había olvidado el placer que encontraba en la camaradería con sus soldados.
Pero la robusta condición física de Travener le había hecho sentir todo el peso de sus
treinta y dos años. Y de la diferencia que existía entre su edad y la de Maite.
—Le aseguro, señor, que no ha sido una exageración por mi parte —contestó
Travener, antes de incluir a Maite en la conversación—. Su tutor es muy respetado
entre sus hombres y los demás oficiales, señorita Darlington.
—Entre los que se contaba mi padre —contestó Maite—. El coronel George
Darlington. ¿Lo conoció usted, señor Travener?
—Creo no haber tenido ese privilegio, para desgracia mía.
Travener miró brevemente a William antes de dar esa respuesta, e William no podía estar
seguro de si su mirada quería decir que conocía a Darlington o que sabía de él. Fuera
lo que fuese, William sintió gran alivio por la amable y evasiva respuesta del soldado.
La conversación pasó de ocuparse de asuntos militares a otros dominios más
acordes con el fin de aquella velada. Aunque Maite había parecido brevemente
consternada al saber que no iba a sentarse al lado de William, pronto empezó a charlar,
aparentemente cómoda, con su compañero de mesa.
Doyle era además el hombre de edad más cercana a la de Maite de entre todos los
invitados, reparó William al estar ya todos sentados. Había sido un gesto muy
considerado por parte de su madrina sentarlos juntos.
Durante los dos primeros platos no pudo dejar de vigilar a su protegida y puesto
que intentaba también mantener su parte de la conversación, el ejercicio mental le
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por EsperanzaLR Lun Mar 14, 2016 1:33 pm
estaba resultando muy enervante, especialmente al llevar tanto tiempo fuera de la
circulación. Sin embargo Travener parecía estarse esforzando por entretener a Maite,
tal y como debía hacer, e Ian consiguió por fin tranquilizarse.
—Es encantadora —dijo lady Laúd, inclinando levemente la cabeza hacia el lugar
que ocupaba Maite—. Es una pena lo de su padre —añadió en voz baja—. Esperemos
que no llegue a ser del dominio público.
Laúd trabajaba en el Ministerio de Defensa y naturalmente estaba al corriente de lo
ocurrido en Portugal, pero William confiaba en que no llegase a extenderse por la ciudad.
Como le había dicho a Daré, la mayoría de hombres implicados o bien habían muerto
aquel día o durante batallas posteriores. Y otros estaban aún combatiendo junto a
Wellington.
—No tendría por qué.
—Qué raro que Darlington fuese a escogerte a ti precisamente —continuó lady
Laúd, mirando a la chica sentada al final de la mesa.
—Creo que tomó la decisión hace años —contestó William. No es que el abogado le
hubiese dicho nada al respecto, pero sería mejor no alimentar la especulación en ese
sentido—. Mucho antes de… lo otro.
Él también se había preguntado muchas veces por los motivos que habrían
empujado a George Darlington a nombrarlo tutor de su hija, pero no había
conseguido encontrarle explicación. Incluso había llegado a la cínica conclusión de
que podía tratarse de un chiste macabro de Darlington.
—¿Conoces bien a Travener? —preguntó casualmente.
—Muy poco, la verdad. No recuerdo quién me lo recomendó, pero ha demostrado
ser un invitado excelente, lo cual lo convierte en el blanco de cualquier anfitriona en
estas fechas —añadió, riendo—. Ha llegado hace poco a la ciudad. Parece ser que lo
licenciaron por algún problema de familia. Si quieres puedo preguntarle a Laúd.
—No te molestes —contestó William, que no quería parecer demasiado curioso—. Como
me ha dicho que ha servido en Portugal, quería intentar encuadrarlo, pero debió
llegar después de que yo me marchara.
Inconscientemente volvió a mirar a Maite. En aquel momento, Travener se había
acercado a ella para señalar una de las muchas copas de vino que habían sido
colocadas delante de cada plato.
Maite rozó con el dedo la copa que le había indicado y se volvió a él enarcando las
cejas para pedirle su aprobación. Él asintió y ella se llevó el vino a los labios.
William sintió cierta ansiedad. No habían hablado de ello y Maite no era ya una
colegiala, pero no debía tener demasiada experiencia con el alcohol.
La vio mirar a su vecino de mesa por encima del borde de la copa en el momento de
llevársela a los labios. Conociéndola como la conocía, sabía que aquella mirada había
sido perfectamente inocente, pero verla mirar a Travener con un gesto tan común en
el flirteo, le provocó una oleada de calor.
circulación. Sin embargo Travener parecía estarse esforzando por entretener a Maite,
tal y como debía hacer, e Ian consiguió por fin tranquilizarse.
—Es encantadora —dijo lady Laúd, inclinando levemente la cabeza hacia el lugar
que ocupaba Maite—. Es una pena lo de su padre —añadió en voz baja—. Esperemos
que no llegue a ser del dominio público.
Laúd trabajaba en el Ministerio de Defensa y naturalmente estaba al corriente de lo
ocurrido en Portugal, pero William confiaba en que no llegase a extenderse por la ciudad.
Como le había dicho a Daré, la mayoría de hombres implicados o bien habían muerto
aquel día o durante batallas posteriores. Y otros estaban aún combatiendo junto a
Wellington.
—No tendría por qué.
—Qué raro que Darlington fuese a escogerte a ti precisamente —continuó lady
Laúd, mirando a la chica sentada al final de la mesa.
—Creo que tomó la decisión hace años —contestó William. No es que el abogado le
hubiese dicho nada al respecto, pero sería mejor no alimentar la especulación en ese
sentido—. Mucho antes de… lo otro.
Él también se había preguntado muchas veces por los motivos que habrían
empujado a George Darlington a nombrarlo tutor de su hija, pero no había
conseguido encontrarle explicación. Incluso había llegado a la cínica conclusión de
que podía tratarse de un chiste macabro de Darlington.
—¿Conoces bien a Travener? —preguntó casualmente.
—Muy poco, la verdad. No recuerdo quién me lo recomendó, pero ha demostrado
ser un invitado excelente, lo cual lo convierte en el blanco de cualquier anfitriona en
estas fechas —añadió, riendo—. Ha llegado hace poco a la ciudad. Parece ser que lo
licenciaron por algún problema de familia. Si quieres puedo preguntarle a Laúd.
—No te molestes —contestó William, que no quería parecer demasiado curioso—. Como
me ha dicho que ha servido en Portugal, quería intentar encuadrarlo, pero debió
llegar después de que yo me marchara.
Inconscientemente volvió a mirar a Maite. En aquel momento, Travener se había
acercado a ella para señalar una de las muchas copas de vino que habían sido
colocadas delante de cada plato.
Maite rozó con el dedo la copa que le había indicado y se volvió a él enarcando las
cejas para pedirle su aprobación. Él asintió y ella se llevó el vino a los labios.
William sintió cierta ansiedad. No habían hablado de ello y Maite no era ya una
colegiala, pero no debía tener demasiada experiencia con el alcohol.
La vio mirar a su vecino de mesa por encima del borde de la copa en el momento de
llevársela a los labios. Conociéndola como la conocía, sabía que aquella mirada había
sido perfectamente inocente, pero verla mirar a Travener con un gesto tan común en
el flirteo, le provocó una oleada de calor.
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por SuenoLR Mar Mar 15, 2016 7:12 am
Sique mi Kat
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por Joanita Mar Mar 15, 2016 5:50 pm
Siguelaáaaaaa por favor! !!!!!
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por Joanita Vie Mar 18, 2016 11:48 am
Siguelaáaaaaa por favor! !!!!!
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por Joanita Lun Mar 21, 2016 6:21 am
Siguelaáaaaaa por favor! !!!!!
Pon un maraton de capítulos, por favor......
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por Joanita Miér Mar 23, 2016 6:59 am
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por Joanita Dom Mar 27, 2016 6:07 pm
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Re: WEB NOVELA LEVYRRONI "El Marido Ideal" DE Gayle WILSON
por Joanita Vie Abr 01, 2016 1:53 pm
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