Foro Maite Perroni & William Levy (LevyRroni)
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The Best Goodbye Webnovela LevyRroni(+18)

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Mensaje por Joanita Lun Ago 08, 2016 7:28 am

Siguelaáaaaaa por favor! !!!!!!
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The Best Goodbye Webnovela LevyRroni(+18) - Página 2 Empty Re: The Best Goodbye Webnovela LevyRroni(+18)

Mensaje por tamalevyrroni Lun Ago 08, 2016 12:14 pm

Franny estabaacurrucada en el sofá durmiendo cuando llegué a casa. La Señora Baylor estaba sentada en el sillón reclinable con un libro en su regazo. Me sonrió, levantando la vista de lo que estaba leyendo y me saludo
en un susurro.
—Traté de convencerla de ir a la cama, pero ella quería esperarte. Estuvo jugando demasiado hoy. Incluso hicimos tres docenas de galletas de nuez de macadamia. Deberías tomar una gran cantidad de galletas para llevar al trabajo mañana, nosotras no vamos a ser capaces de comernos todo eso.
La camioneta de Brad se detuvo detrás de la mía en el camino de entrada, y le eché un vistazo. No esperaba que Franny estuviera dormida tan temprano. Por lo general, se quedaba a trasnochar. Pero tampoco iba a preguntarle a la señora Baylor para que se quede y la mire mientras yo iba a comer pizza con un hombre.
—Gracias por lo de hoy. Sabía que se divertiría —le dije, mientras miraba a mi hija. Ella era mi mundo. Nunca sería capaz de agradecerle lo suficiente por ser tan buena con Franny.
La señora Baylor se puso de pie y se aclaró la garganta. —Bueno, parece que tienes compañía —su voz tenía un tono divertido.
Me di la vuelta para ver a Brad salir de su camioneta. Parecía seguro de continuar con esto. —Él es un amigo del trabajo. Voy a ir a explicarle que Franny está dormida y enviarlo de nuevo a casa.
—Deja de decir disparates. Tú necesitas hacer algunos amigos, y por lo que veo, ese amigo es un buen espectáculo —mi cara se puso roja.
—Franny estaba esperándome. Quiero estar aquí si se despierta.
—Vas a estar aquí. Pero eso no significa que no puedas darle a ese joven una copa de vino e invitarlo a sentarse en tu porche. Las estrellas están hermosas esta noche.
Dudaba que Brad bebiera vino. Parecía más como un bebedor de cerveza. Y tenía hambre. Todo lo que tenía era sobras de pastel de pollo de la noche anterior. Aunque también había ingredientes para hacer una pizza. Franny y yo teníamos noche de pizza una vez por semana, por lo que siempre mantenía la cocina equipada con todo lo necesario.
La Señora Baylor palmeó mi brazo mientras caminaba junto a mí. —Ya entenderás —luego le sonrió a Brad antes de caminar por el patio y dirigirse hacia su casa.
No estaba segura sí debería siquiera plantear la idea de hacer una pizza aquí. Él parecía muy entusiasmado con el lugar en Grayton Beach. Pedirle a un chico que venga a casa para cenar era algo que nunca había hecho. Y a pesar de que se estaba convirtiendo en un amigo, todavía me hacía sentir algo nerviosa.
—¿Todo está bien? —preguntó, mientras caminaba hacia mí. Frunció el ceño, preocupado.
—Sí, es sólo que Franny se quedó dormida. Ella estuvo enferma a principios de esta semana, y no está recuperada al cien por ciento todavía —hice una pausa en lugar de ofrecer hacerle una pizza. Brad tuvo la gentileza de aceptar incluso si él no quería.
—Eso es comprensible —respondió, luego miró por encima del hombro hacia la casa antes de volver la mirada a mí—. ¿Te gustaría pedir una pizza en su lugar?
Esa era la tranquilidad que necesitaba. —De hecho, tengo todo lo que necesitamos para hacer pizza aquí. Yo podría cocinar para ti —le ofrecí.
Una sonrisa se extendió por sus labios. —Me gustaría eso.
—Está bien, déjame que despierte a Franny y la traslado a su cama. Ella querrá hablar conmigo durante unos minutos, me imagino. Vamos adentro. No tengo cerveza, pero tengo té dulce —le dije, sintiendo una sonrisa tonta en mi cara que no pude evitar ocultar. Esto era agradable. Él era agradable.
—Soy un gran fan del té dulce —respondió.
Yo no era buena en esto, pero a él no parecía importarle. Nos dirigí hacia el interior, y rápidamente fui a servirle un vaso de té. Franny dormía en medio de todo. No quería que despertara y se confundiera al ver a un hombre extraño en la casa. No estaba acostumbrada a ver hombres en nuestra casa en absoluto.
—Aquí tienes —dije con una sonrisa, mientras le entregaba a Brad el vaso de vidrio—. Sólo dame un segundo para mover a Franny —tenía muchas ganas de pedirle que saliera un rato afuera mientras yo la despertaba, pero eso parecería gMaitero.
—Voy a disfrutar la vista del agua desde tu porche trasero —dijo con un guiño, antes de dirigirse a la puerta.
Era como si pudiera leer mi mente. Casi le dije gracias, pero me detuve. Cuando me asegure de que estuviera afuera, fui hasta el sofá y suavemente pasé la mano por el pelo de Franny. —Tú tienes que estar en la cama —le susurré al oído.
Ella se movió antes de parpadear lentamente mientras trataba de concentrarse en mí. —Mmm… está bien —murmuró, y luego se acurrucó más profundamente en el sofá.
—Yo no puedo cargarte, así que vas a tener que ponerte de pie. Te acompañaré a la
cama.
—Mmm… está bien —dijo de nuevo, y levantó un brazo para que lo tomara. Sonriendo, la ayudé a ponerse de pie y la acurruque a mi lado.
—Te amo —le dije.
—Te amo —respondió ella con voz aturdida.
Quería darle todo. Todas las cosas que nunca tuve. Y en su mayor parte, había hecho eso. Yo le había dado una vida estable, y no tenía ninguna duda de que ella estaba a salvo y era amada.
Cuando llegamos a la habitación, se fue directamente a la cama y se acurrucó sin abrir los ojos de nuevo. Tomé las mantas y la arropé, luego presioné un beso en su cabeza.
—¿Te gusta? —susurró, abriendo los ojos para mirarme.
—¿Quién? —le pregunté, preguntándome si estaba soñando. A menudo hablaba en sueños.
—El hombre que está en el porche trasero.
—¡Oh! —le contesté, sorprendida.
Ella sonrió, y luego cerró los ojos otra vez, tirando de las mantas hasta su barbilla. —Déjame un trozo de pizza para mañana.
Con una sonrisa, besé una vez más su cabeza antes de ir a unirme con Brad en el porche.
William
Doce años atrás…
Espera fuera de la escuela hasta que Addy saliera. Cada día, ella me encontraba aquí, y volvíamos caminando juntos a casa. Una vez habíamos tomado el autobús, pero cuando le di un puñetazo a un niño por empujar a Addy fuera de su asiento y tirarla al suelo, quede suspendido de los privilegios del transporte. Aunque, nosotros estábamos bien con eso. Disfrutábamos de ir a casa a pie.
Addy siempre me hablaba de cómo había ido su día, y me encantaba escucharla. Ella reía de cosas que yo decía, y a mí me gustaba intentar con todas mis fuerzas ser gracioso. Se sentía como si esas risas me pertenecieran. Addy no reía lo suficiente en casa. Mi madre se aseguraba de ello. Pero con cada oportunidad que tenía, yo le daba una razón para reír. Eso me daba más placer que cualquier otra cosa.
Las puertas se abrieron, y Addy salió. Sus rizos rubios caían por su espalda, y ella entrecerró los ojos a la luz del sol para mirarme. Dando un paso adelante, agité mi mano, y su rostro se iluminó. Una vez más, esa sonrisa me pertenecía. Ella solo me la dio. Mi pecho se apretaba cada vez que lo hacía.
—Hey, William, ¿seguimos con lo del viernes por la noche? Mis padres estarán fuera de la ciudad, por lo que podrías venir y ver una película —Era Mallory Buchanan, quien se acercó a mí y se echó el pelo sobre su hombro de forma espectacular.
—Sí, claro —respondí.
Mallory había estado coqueteando conmigo durante dos semanas, por lo que la había invitado a salir el viernes. No suelo coquetear con las chicas o hablar con ellas delante de Addy. Pude ver que la hacía sentirse incómoda cada vez que lo hacía. Miré de nuevo a Addy y vi que su sonrisa se había ido y estaba caminando más despacio. Ella no tenía prisa por llegar hacia mí ahora. ¿Por qué Mallory tenía que hablar conmigo aquí? —Debo irme —le dije a Mallory, sin quitar mi mirada de Addy.
Corrí hacia ella. La sonrisa forzada en mi cara estaba destinada a aliviar su mente. Addy se había convertido en mi mejor amiga. Ella me entendía de una manera que nadie más lo hacía, y yo la entendía a ella, también. Nos miramos el uno al otro y nos dijimos todo sin hablar. Excepto que yo traté de no traer a colación lo de las chicas en frente de ella.
—Oye, tú —dije, cuando me acerqué lo suficiente.
—Hey —respondió ella, y sus mejillas se volvieron de color rosa claro—, no quise interrumpirte.
Ella siempre hacia esto, siempre actuaba como si se estuviera interponiendo en mi camino. Yo sabía lo suficiente como para ser cuidadoso cuando estaba a su alrededor, pero odiaba que ella pensara que no era más importante que las otras chicas. Ella era la persona más importante en mi vida. Siempre lo sería.
—No seas tonta. Eres mi chica favorita. Tú lo sabes —dije, y puse mi brazo alrededor de sus hombros tirando de ella para darle un abrazo rápido—. ¿Qué tal si cuando lleguemos a casa, vamos hasta el estanque y hacemos nuestros deberes allí? —le encantaba el estanque. Teníamos que caminar a lo largo de un sendero por el bosque detrás de nuestra casa para llegar allí, pero le encantaba ir.
La sonrisa que había estado buscando estaba de vuelta mientras ella asentía con la cabeza. —Me gustaría eso.
Estaba soñando con ella de nuevo. Pero esta vez, no había sangre. Simplemente éramos nosotros. A nuestra manera. La manera en que me sentía a su alrededor. Cuando me sonreía, me hacía sentir completo.
De pie en la proa de mi barco con una taza de café, vi salir el sol, mientras los recuerdos de Addy volvían a mí. No era como si me hubiera olvidado de esos momentos. Me acordaba de todo lo relacionado con ella.
Cada momento que habíamos tenido quedaría grabado para siempre en mi cerebro. Simplemente había pasado demasiado tiempo desde que me había detenido a pensar en ellos.
El dolor agudo que sentía en el pecho estaba escondido tan profundo que no sería capaz de sacarlo. Venía con los recuerdos. Era por eso que trataba de no recordar. Pero mientras estaba aquí en el agua, viendo la belleza del sol de la mañana iluminar lentamente el cielo, se sentía bien. Addy amaba el agua, y le encantaba ver la salida del sol. Habíamos visto tantos amaneceres juntos. Ella habría adorado vivir en un barco.
Hubiera sido una aventura. Durante el tiempo que ella había pasado conmigo, estuvo dispuesta a todo.
Oí pasos que venían detrás de mí. Sabía por la pesadez de las pisadas que se trataba de un hombre. Alguien con un propósito. Yo no tenía necesidad de darme la vuelta. Escuchar era más importante que ver en mi anterior trabajo.
—Cope —dije, y luego tome otro sorbo de café mientras el sol brillaba sobre el
agua.
—Cap —respondió. Nuestros nombres habían sido acortados por DeCarlo. El suyo era Copeland, pero todo el mundo lo llamaba Cope.
—Ya no trabajo más para DeCarlo. No entiendo por qué estás aquí —nunca dudé que DeCarlo intentara meterme de nuevo en esto. No había querido que yo me fuera. Pero el pequeño trozo de mi alma que había sido capaz de conservar era la única pieza que mantenía los recuerdos de Addy vivos. No había estado dispuesto a perder eso.
—Vina a advertirte —dijo, en lo que siempre me recordaba a un gruñido. Él era el hombre más enojado que jamás hubiera conocido. Combina eso con su gran cuerpo, y podía ser intimidante. Él era un muro de ladrillo macizo cubierto de tatuajes—. Alguien está aquí. No sé quién, pero te rastrearon.
Fruncí el ceño. —¿Alguien está detrás de mí a causa de un trabajo anterior?
Se encogió de hombros. —No lo sé. Solo has sido rastreado. Mantén tus ojos abiertos.
Mierda. No quería traer mi antiguo infierno cerca de mi hermana y su familia. — ¿Por cuánto tiempo han estado aquí?
—Por al menos un mes. Tal vez más.
¿Y todavía no habían hecho nada? Eso no era algo típico. Esto era descabellado. — Voy a encontrarlos.
—Tengo que arreglar un poco de la mierda de Major —dijo Cope, luego se dirigió de vuelta hacia el muelle. Él no era un hombre de muchas palabras, pero yo siempre le había gustado.
No estaba preocupado porque alguien me siguiera. Si ellos estuvieran aquí, no podrían sorprenderme, sentiría su presencia primero. Sólo era cuestión de tiempo antes de que averiguara quién era.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Ago 08, 2016 12:19 pm

Capítulo 6
Maite
Me había retocado las raíces anoche después de que Brad se fuera, así que ahora mi cabello era de un tono rojo oscuro. Teñir mi pelo rubio no era algo que había querido hacer. Requería mucho mantenimiento, pero era parte de mi cubierta. Eso y las gafas me hacían lucir lo suficientemente diferente de la chica que había sido. Además había crecido, mis pómulos eran más definidos ahora, mis pechos se habían llenado, y mis caderas se habían ensanchado luego de dar a luz. También había perdido ese brillo de asombro en mis ojos.
El primer día de trabajo, había creído muy en el fondo que él me reconocería de todos modos. Que él sabría quién era yo, que mi fachada sería en vano, porque él sería un hombre maravilloso que me conocería por instinto y que adoraría a nuestra hija una vez que le haya hablado de ella. Pero eso no había sucedido. El casi ni me miró. Para lo único que había hablado conmigo era para decirme lo que tenía que hacer. Anoche, cuando Brad y yo tuvimos nuestra cita de pizza, me di cuenta que echaba de menos tener ese tipo de conexión con alguien. Yo no la había experimentado en mi vida adulta. Alguien con quien reírse y hablar sobre cosas de adultos. No estaba diciendo que podría enamorarme de Brad, porque sinceramente, no pensaba que existiera incluso una probabilidad. Por mucho que no quisiera admitirlo, William aún tenía un gran pedazo de mi corazón que William no había sido capaz de matar.
A veces, cuando no estaba mirándome, podía ver su expresión pensativa como si calculara algo en su cabeza, y me sentía como si estuviera en presencia de William en ese momento. Esos pequeños destellos eran suficientes para mantener un firme control sobre mi corazón. Pero amar a William había sido mi mundo. Uno no puede decirle al corazón que deje de amar a alguien. Lo había intentado durante años, simplemente para aliviar el dolor de haberlo perdido.
—La vajilla tiene que ser colocada según las especificaciones dadas. Elle dio tres clases sobre esto, y todos ustedes debían asistir por lo menos a una. Los cubiertos serán colocados por cada servidor cada noche hasta que haya trescientos preparados y listos para usar. Esta mierda no es ni de lejos la parte complicada. ¿Puede uno de ustedes demostrar cómo se debe hacer esto?
Nadie levantó la mano. La mirada tensa en el rostro de William los había silenciado. Dando un paso adelante, sostuve mi mano en alto. —Yo puedo hacerlo —había ido a dos de las clases de Elle, y ella había tomado todas las oportunidades para usarme de ejemplo. Yo había envuelto más de treinta conjuntos un día, porque ella seguía diciendo que mi trabajo era descuidado. No tenía ninguna duda de que podía hacerlo.
Los ojos de William se clavaron en mí, cogió una servilleta de lino y un juego de cubiertos. —Muéstrame.
No dejé que sus penetrantes ojos me intimidaran, pero tampoco le sostuve la mirada. Siempre existía la posibilidad de que pudiera reconocer mis ojos detrás de las gafas. Tomé los suministros y los puse sobre la mesa que estaba junto a él. Entonces los envolví perfectamente, mucho mejor de lo que Elle lo hubiera hecho nunca...
—Parece que alguien estuvo prestando atención —el alivio era evidente en su voz—. Elle estará fuera los próximos días. Necesito que tú le enseñes a este grupo cómo hacer esto —dijo en un tono suave, luego levantó su mirada hacia todos los demás—. Si no pueden envolver los putos cubiertos adecuadamente en dos días, estarán despedidos. ¿Entendido?
La tensión en la sala era espesa, pero todos respondieron afirmativamente. Eso significaba que tenía el resto del día para enseñarles la forma correcta de envolver cubiertos.
—Buen trabajo —dijo William, con una voz que agitaba mis recuerdos. No había amabilidad en su tono. Casi como si sintiera que éramos un equipo. Habíamos sido el mejor equipo de una vez.
—Gracias —le contesté.
—Si alguno de ellos te hace pasar un mal rato, házmelo saber. No voy a abrir este lugar con cualquier vago a bordo. Hay un montón de solicitudes en mi escritorio de personas que con mucho gusto querrían tomar sus lugares.
No lo dudaba. Aparte del Kerrington Country Club, este era el único lugar en la ciudad que traería grandes propinas.
—Está bien —le dije, bajando la mirada hacia mis manos.
—Síganla —gritó al resto de la habitación, haciéndome sobresaltar. Luego me dio unas palmaditas en el hombro y salió del comedor.
Los gruñidos y quejas comenzaron como susurros y se hicieron más fuertes rápidamente. Pensé que tomaría el lugar de Elle por un tiempo. Nadie parecía preocupado por hacer lo que él acababa de ordenar que hicieran.
—Hey, Maite, ¿estás bien? —me preguntó Brad, mientras entraba en el comedor de la cocina.
Levanté una servilleta con la mano y le di una sonrisa forzada. —Tengo que enseñarle a todos cómo envolver cubiertos —expliqué.
Miró a su alrededor hacia los demás, al notar su falta de preocupación, frunció el ceño. —¡Hey! —gritó, consiguiendo su atención. Cuando todos los ojos estuvieron puestos en él, me señaló—. Ustedes necesitan aprender cómo envolver los putos cubiertos, y Maite no tiene todo el maldito día. Presten atención.
Varias de las mujeres le sonrieron a Brad como diciéndole que ellas harían lo que él quería que hicieran. Era soltero y atractivo, así que no las culpo. Dejaron los chismes acerca de dónde podría ir Elle y escucharon mientras comenzaba con la primera de muchas lecciones ese día.
***
El rumor era que William había roto con Elle, y ella estaba en casa, haciendo pucheros. De cualquier manera, yo estaba aliviada de tener un descanso de ella durante los próximos días. Pero era demasiado esperar que no regresara. Las chicas como ella no se daban por vencido sin luchar.
Una vez que todos estuvieron al tanto sobre por qué Elle no estaba en el trabajo, parecían estar más dispuestos a escuchar la lección de cubiertos. Brad me registraba cada treinta minutos más o menos para asegurarse de que tenía su atención. Me gustaba eso de él. Era servicial y parecía importarle. De nuevo, sentía una sensación muy agradable. Una que no había tenido en mucho tiempo.
—Hey —dijo Brad—, invente un nuevo plato para el menú de hoy. ¿Estás interesada en ayudarme a probarlo? Podemos comer aquí o ir a tu casa y compartirlo con Franny. La opinión de un niño puede ser buena.
Levanté la vista para encontrarme con sus ojos mientras pulía las mesas. No lo había oído entrar, pero allí estaba de nuevo, siendo amable. —Uh, sí. Eso suena bien. Quiero decir, ir a mi casa. Así Franny tendrá la cena.
Una sonrisa se dibujó en su rostro, haciéndolo parecer aún más atractivo. — Excelente. Voy a empacar todo y te encuentro aquí en unos minutos —dijo. Luego se apresuró a volver a la cocina.
Con una sonrisa de satisfacción en mis labios, me agaché para terminar de pulir la madera de caoba gruesa de la mesa donde estaba trabajando. William había dicho que tenía que brillar.
—¿Tú y Brad se están viendo? —la profunda voz de William llenó la habitación, y mi corazón dio un aleteo.
Frustrada, mantuve mis sentimientos alejados y me levanté para mirarlo. Su expresión no era amable o curiosa, más bien, algo severa.
—Somos, uh, amigos. Creo —Le contesté. Porque, sinceramente, no estaba segura de lo que éramos todavía.
—¿Crees? —parecía molesto por mi respuesta.
Enderece mi columna vertebral, sostuve su mirada y le devolví la misma expresión molesta que me estaba dando. —No veo porque esto es asunto suyo.
Una sonrisa tocó sus labios, inclinó la cabeza ligeramente hacia un costado, pero su mirada era dura. Nada como William. No cuando lucia así. —Brad es el mejor chef en el sureste. No lo voy a despedir. Pero se irá, si las cosas no salen bien. ¿Entendido?
El dolor en mi pecho estaba de vuelta. Odiaba ver este lado de él. Era algo que nunca había experimentado. Dejar ir el pasado era duro, pero se hacía más fácil con momentos como estos. Nunca sería capaz de decirle adiós a William, siempre será una parte de mí, pero estaba preparándome para dejarlo ir.
—Entendido —le contesté con los dientes apretados.
—Hey, Maite... —la voz de Brad se fue apagando mientras entraba en la habitación—. Oh, hey, William. Ya probé el plato que estuvimos discutiendo. Maite y yo iremos a su casa para probarlo —levantó las cajas de comida para llevar en sus manos—. Te haremos saber nuestro veredicto.
William hizo un gesto rígido y salió de la habitación sin decir una palabra.
William
Estaba en un estado de ánimo de mierda. Cenar con mi hermana no era algo que quería hacer esta noche, pero cancelarlo tampoco era una opción. Si intentara echarme para atrás, ella pondría mala cara, y su marido aparecería en mi casa cabreado. Así que para evitar el drama, me decidí a ir.
Estacionando fuera de su mansión en la playa, hice un análisis rápido de los coches en la calzada y me sentí aliviado al ver que éramos sólo nosotros. No había invitado al resto de sus amigos. Esta noche no estaba de humor para todas las parejas felices y sus niños.
Cuando llegué a la puerta, llamé al timbre y esperé. Podía oír pequeños pies corriendo dentro justo antes sentir un golpe contra la puerta.
—¡Lo tengo! —mi sobrino gritó. Él había cumplido tres años el pasando veinte.
La puerta se abrió, y miré hacia abajo para ver Nate Finlay con una gran sonrisa, de esas que muestra sus dientes. Sus ojos de color gris plata eran como los de su padre. Diablos, la mayor parte del niño era como su padre. Blaire no podía pedir más.
—Hey, tio Cap —dijo, mientras extendía su puño para que lo golpeara.
Me agaché y choque su puño, luego me aseguré de hacerlo "volar por los aires", o si no él haría que lo hiciera otra vez hasta que esté bien. Había aprendido esa lección ya. — Oye, chico —le dije.
—Comeremos puré de patatas —anunció, como si eso fuera la mejor cosa en el
mundo.
—Esa es la única opción del menú que le importa —dijo Blaire, viniendo detrás de él—. Prometo que hice algo más que puré de papas.
Los olores procedentes de la cocina dieron hambre. Estaba listo para obtener un poco de comida. Lo que Brad había cocinado en el restaurante había olido increíble, pero luego había utilizado esa comida para impresionar a Maite.
Pensar en eso me molestó más. No quería admitir que no me gustaba la idea de Maite estando con Brad, pero joder, si eso no era cierto. Pensar en Addy me había jodido la cabeza. Me estaba haciendo cruzar la línea con Maite. Diablos, apenas había tenido una conversación con Maite. No tenía derecho sobre ella aparte del hecho de que ella me recordaba a Addy. Traía de vuelta los recuerdos que me esforcé por reprimir.
Decirle que estaba despedida hubiera sido cruel y fuera de lugar, pero en el fondo, yo quería hacer precisamente eso. Quería tener una excusa para alejarla de mí. Ella era, posiblemente, el mejor trabajador que tenía, pero yo estaba tratando de echarla debido a mi pasado atormentado. No era justo para ella, y una vez más, le debía una disculpa.
Esta mierda no necesitaba convertirse en algo habitual.
—¿Por qué tienes el ceño fruncido?, el puré de papas no es tan malo —dijo Blaire, estudiándome de cerca.
Blaire no sabía nada de mi pasado, y yo quería que siga siendo así. —Me encanta el puré de papas. Acabo de tener un largo día, eso es todo. Tengo muchas cosas en mi mente, con la apertura del restaurante en una semana.
Mi hermana no parecía muy convencida.
—Las costillas están listas —gritó Rush desde la cocina.
Blaire sonrió de nuevo. —Dejé que se cocinaran a los lados. Lo puse para controlar la parrilla.
Costillas sonaba bien. —Me muero de hambre.
—Perfecto. Vamos a comer.
—¡Puré de patatas! —Nate canturreó mientras corría por delante de nosotros.
El chico no tenía idea de lo buena que era su vida. Su padre lo adoraba, y su madre lo amaba incondicionalmente. Su mundo era tan diferente del que yo había vivido. La vida de Blaire había comenzado bien, pero después de que su hermana gemela muriera en un accidente de coche, todo se había ido al infierno. Me alegré de que hubiera conseguido una segunda oportunidad. Se lo merecía.
Blair tenía la vida que yo había querido para Addy. La que solíamos sentarnos a soñar juntos. Addy habría sido una madre increíble. Ella tenía un corazón tan condenadamente grande que había derrotado cualquier mal por el que tuvimos que pasar. Si yo no la hubiera necesitado tanto, la podría haber salvado. Se habría ido antes. Pero yo la había querido cerca de mí.
***
Hace once años…
Ni siquiera entré a casa cuando llegué de mi cita. Sabía Addy que no estaría dentro. Mamá estaba en su más reciente evento de recaudación de fondos esta noche. Era la única razón por la que había accedido a ir a ninguna parte sin Addy. Yo sabía que ella estaría a salvo.
Todavía no había podido disfrutar de mí mismo o de la chica, que había conseguido rápidamente desnuda para mí. Mis pensamientos habían estado con Addy y cómo necesitaba ver cómo estaba. Pensar en ella solo me molestó. No debería estar sola. Yo no necesito sexo, de todos modos. Que podría conseguir durante las horas de clase si lo necesitaba.
Di la vuelta a la parte posterior de la casa y me dirigí hacia el camino que sabía que me llevaba al punto preferido de Addy cerca del estanque. Pude ver su pelo rubio a la luz de la luna antes de que pudiera ver nada más. Me encantaba su pelo.
Pisé una rama y revelé mi presencia. Ella se sacudió, dándose la vuelta para ver que me acercaba a ella. La mirada de miedo en su rostro se desvaneció rápidamente en una sonrisa de satisfacción. Esa que sólo que yo podía ver. Había visto su sonrisa hacia otros chicos. Nadie obtiene esta sonrisa más que yo. La sonrisa que hacía que sus ojos se iluminaran y salieran chispas. Si otro individuo siquiera provocara eso, no estaría seguro de poder manejar la situación. Le habría hecho daño a alguien.
—Regresaste —dijo. El tono feliz en su voz se sentía como la mantequilla caliente.
—Sí, no era muy divertido.
Ella sonrió, luego miró lejos de mí, de vuelta hacia el agua. —¿Acaso ella no pudo convencerte lo suficientemente rápido? —hubo una amargura que no me gustaba.
—Uh, no, no era eso. Me gustaría simplemente estar aquí.
Addy volteó la cabeza hacia mí lentamente, y sus ojos parecían que estaban buscando en mi rostro cualquier signo de mentira. —¿De verdad?
—Si, en serio. Yo siempre prefiero estar contigo.
Se mordió el labio inferior un momento y luego frunció el ceño. —Entonces, ¿por qué fuiste?
No estaba seguro. Porque, ¿yo sabía que iba tener sexo? Porque… diablos, no lo sabía. Preferiría estar con Addy. Siempre prefiero estar con Addy, pero últimamente, cuando la miré, pensé cosas. Cosas que tenía que dejar de pensar. Ella era mi mejor amiga, y me necesitaba tanto como yo la necesitaba. Hemos luchado una batalla diaria en esa casa, y nos apoyamos el uno en el otro para superar todo.
Era sólo que cuando me dejo llevar, imaginaba cómo sería probar y besar sus labios, cómo se sentiría la suavidad de su piel. ¿Qué tipos de sonidos ella haría cuando la tocara debajo de su camisa o deslizara mis manos hacia sus bragas?
Joder, no podía pensar en eso. Aparté la vista de ella, hacia el agua. Addy era especial. Ella era perfecta y mía para proteger. Incluso de mí. —Me fui porque tenía necesidades, eso es todo. Estoy aquí ahora. Donde quiero estar —finalmente le contesté.
Ella no respondió, y no la miré, por temor a que mis pensamientos tomarían el mismo camino que luché duro para evitar.
—¿Quieres entrar y hacer un poco de palomitas de maíz antes de que ella llegue a casa? —preguntó Addy, con una sonrisa en su voz.
Mi respuesta había sido suficiente. Ella no iba a presionar por más. Nunca lo hizo. Me di la vuelta para mirarla y entonces supe, sin lugar a dudas, que era mi centro. Ella era mi hogar. Esa casa, a cargo de los padres que estaban demasiados jodidos para conocer la diferencia, no era un hogar para mí. Addy lo era. Ella siempre lo sería. Un día, me gustaría darle una mansión, y nos gustaría tener hijos. Ella viviría como una princesa.
—De acuerdo, vamos comer un poco —respondí, parándome y ofreciendo mi mano. Ella deslizó la suya en la mía y le dio un apretón ligero.
La sonrisa en su rostro era mejor que cualquier bocado pudiera alguna vez ser.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Ago 08, 2016 12:25 pm

Capítulo 7
Maite
Finalmente, llego la gran noche de inauguración del restaurante y el lugar estaba completamente lleno. Durante la última semana, todos habíamos trabajado hasta la medianoche para conseguir que estuviera listo para el gran evento. Brad no había llegado, otra vez, pero se había asegurado de que me alimentara bien durante mi hora de descanso enviándome las cosas que él estaba probando para el menú. Incluso me mandó a casa con un sándwich gourmet de queso a la parrilla y papas fritas, las mismas que había hecho en casa para Franny hace un par de noches atrás. Ella le había encantado, algo que no era sorprendente. Franny tenía ese efecto en la gente.  
William me estaba evitado. Entre todo el trabajo, intentar mantenerse alejado de mí y de Elle, debía ser agotador. Elle había regresado, determinada a actuar como si estuviera bien. Todos tuvimos que escuchar acerca de sus recientes citas, porque ella se lo dijo a las chicas, a las que les importaba, tan fuerte que todos los demás escucharon los detalles. Si ella tenía la esperanza de que William se pusiera celoso, no lo estaba logrando. Él la estaba ignorando.  
Casi sentí lástima por ella. Casi.  
—¿Tú piensas que Elle me mataría si yo tratara de hacer un movimiento con William? —me preguntó Patricia, una de las camareras, mientras miraba por encima de mi hombro, y daba una sonrisa descarada en esa dirección. Miré hacia atrás y vi a William inspeccionando la habitación mientras hablaba con Brad.  
—Probablemente, pero ¿tú realmente quieres salir con el jefe? Mira como dejó a Elle —le dije con sinceridad. Él había tomado a una mujer de carácter fuerte para desecharla luego de haberla utilizado, y todos lo sabían.
Patricia hizo un puchero y sus labios pintados de color rosa parecían aún más grandes de lo habitual. —El único otro bombón aquí es Brad, y todo el mundo sabe que tiene una cosa por ti —ella volvió su atención de nuevo hacia mí—. Él te gusta, ¿verdad?  
¿Me gustaba? Sí, lo hacía, pero éramos solo amigos. Coqueteábamos a veces, pero sobre todo nos gustaba hablar y reír. —Um, bueno, es un buen tipo. Me gusta pasar tiempo con él, pero no estamos en una relación ni nada parecido. Sólo somos amigos.  
Sus ojos de color marrón oscuro se iluminaron, y batió las pestañas antes de volverse hacia los dos hombres. Esta vez, su mirada estaba fija en Brad. —Estupendo. ¡Gracias! —dijo, antes de dirigirse hacia ellos con una oscilación de caderas y un brillo decidido en los ojos.  
Me podría haber quedado allí a ver, o podría ir a terminar de configurar las tablas y encender las velas. Elegí la segunda opción y me puse a trabajar. Si Brad estaba interesado en ella, entonces sería bueno para él. No arruinaría nuestra amistad. O al menos, eso pensaba.
***
A cada uno le dieron tres mesas para cubrir. William quería asegurarse de que a cada huésped se le diera la mayor atención posible. Yo tenía dos mesas para cuatro y una para dos, así que no estaba sobrecargada, pero la presión estaba en ser perfecto.
Brad estaba recibiendo elogios por parte de los comensales, y todo el mundo estaba disfrutando de la comida. El restaurante iba bastante bien, teniendo en cuenta que esta era la primera noche que abría.
Miré alrededor y vi a William hablando con un hombre mayor, obviamente, rico e importante que tenía una mujer joven y hermosa a su lado. Me hubiera imaginado que era su hija si su mano no estuviera colocada posesivamente en la cintura de la muchacha. El hombre estaba sonriendo y parecía contento de estar conversando con William.
—Ese es Arthur Stout —informó Patricia, susurrando a mi lado—. Es el propietario de este lugar.
Bueno, eso tenía sentido. Asentí con la cabeza y me dirigí a la cocina. La orden de la mesa siete estaba casi lista.
Caminé de regreso a la línea de servicio y vi a Brad organizando los pedidos y colocando los platos ya hechos.
Tenía un pañuelo atado alrededor de la cabeza para contener su cabello desordenado. Levanto la vista y me lanzó una sonrisa.
—Hey —dijo, antes de volver a centrarse en el plato que estaba sirviendo.
—El siete está listo —me dijo Henry, uno de los cocineros.
—Estupendo. Gracias —le contesté, mientras me dirigía a uno de los servidores de comida y esperaba a un lado—. Llévalo a la siete. De izquierda a derecha. Voy a estar detrás de ti.
Una de las cosas en las que William insistía era en que el camarero principal de la mesa no debía llevar la comida. Tenían que ir detrás, listos para hacer frente a todo lo que estuviera mal o darles a los clientes todo que solicitaron.
Había girado para irme cuando Brad habló. —Hey, amiga.
Sin saber si ese saludo era para mí, me detuve y mire hacia él.
Me guiñó un ojo y sacudió la cabeza. —Necesito intensificar mi juego —dijo. Luego volvió a su trabajo, aun sonriendo.
¿Se refería a lo que le había dicho a Patricia? ¿Ella le había contado?
—Coquetea en tu tiempo libre. Tienes gente a la cual servir, y él tiene comida para cocinar. Sin distracciones, Maite —la dura voz de William me sorprendió, levante mi mirada para verlo observarme con gesto furioso desde la puerta de la cocina.
Había estado trabajando para estar más allá de bien esta noche, quería estar excelente, y ¿él me trataba de esta manera? No he estado ligando, muchas gracias, ¡he estado trabajando! ¿Por qué no le estaba corrigiendo a Brad? Mordiéndome la lengua, me encontré con su mirada enojada, antes de salir por delante de él sin decir una palabra.
—Maite —William llamó con voz cortante.
Yo quería seguir caminando sin prestarle atención, pero no me gustaría llamar la atención de los otros en el pasillo que nos estaban viendo. Respiré profundo y me detuve para mirar a mi jefe. —¿Sí, señor? —le espeté.
Sus ojos se dilataron por un momento, y me preguntaba que había hecho para ponerlo tan furioso. —No me ignores cuando te dé instrucciones —su voz era baja, y el tono de advertencia en ella solo me hacía enojar.
—Debería dirigir sus instrucciones a aquellos que lo necesitan. Yo no hice nada malo —traté de mantener el enfado fuera de mi voz, pero era difícil.
—Te dije que Brad es el mejor. No quiero que tenga la cabeza en cualquier lugar más que en la comida,
—No lo estaba distrayendo. Solo estaba recibiendo la comida de mi mesa, para llevarla —respondí en defensa.
—¿Entonces por qué estaba concentrado en ti cuando debería haber estado concentrado en la mierda que había delante de él? No te hagas la tonta conmigo, Maite. Conozco a las mujeres, dulzura. Las conozco demasiado bien.
Eso era todo. William había ido demasiado lejos. —Voy a terminar de trabajar esta noche, y luego me iré. Eso es lo que quiere, después de todo. No voy a trabajar aquí sólo para ser acusada de cosas que no hice —fui más dura de lo que debería haber sido, pero no me importaba. Giré sobre mis talones y me alejé de ese hombre exasperarte.
Había cometido un gran error al lanzar mi vida por la borda para venir aquí por él.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Ago 08, 2016 12:29 pm

William
Mierda. Me quedé mirando a Maite mientras caminaba a través de la puerta en dirección al comedor. Ella tenía razón. Era Brad quien había estado coqueteando con ella. Los había estado observando toda la noche, y noté que cuando Patricia le dijo a Brad que Maite había dicho que ellos eran sólo amigos, a él no le había gustado. Imaginé que no podría esperar para discutir con ella hasta después del cierre.
El fuego que vi en sus ojos, incluso detrás de las gafas, me recordó a Addy. Cuando se enojaba, Addy tenía el mismo fuego. Esa misma determinación. Sentía otra vez dolores en el pecho. Siempre dolía cuando la recordaba, y Maite me hacía recordarla todo el maldito tiempo. Los recuerdos solamente estaban empeorando. No tenía ninguna pistola en mano y no estaba la venganza en mis planes ahora. Había dejado esa vida atrás.
Y mi mente una vez más volvía hacia las partes buenas de mi vida. La mejor parte. A pesar de que había estado viviendo un infierno en esa casa con mis padres, Addy lo había hecho perfecto. Había hecho que todo valiera la pena. Creía que yo la había salvado, pero ella me había salvado a mí. Me había dado un propósito. Me había mostrado lo que era sentir amor verdadero.
Entonces, después de todo lo que me había dado, termine fallándole. No la había salvado. Amarme era lo que la había matado. Habernos hallado a mí y a Addy en la cama, juntos, volvió a mi madre completamente loca. No había sido nuestra primera vez, Addy me había dado su inocencia meses antes, y fue el momento más hermoso de mi vida. Nuestro tiempo juntos nos había acercado, habíamos forjado un vínculo que pensé que nunca podría ser roto. En cierto modo, había estado en lo cierto; Addy se había apoderado de mí. Aun me tenía atrapado. Muy fuerte.
—Mierda, esto se ve genial. No es necesario que estés ahí con el ceño fruncido —la voz de Major me sacó de mis pensamientos.
Me centré en el hombre delante de mí y deje mis recuerdos y mis problemas con Maite a un lado. —Estoy listo para seguir adelante. Esto no es lo mío —dije simplemente. Debido a que no lo era. Necesitaba más soledad.
Major ladeó la cabeza y me estudió. —¿Estás diciendo que quieres volver? DeCarlo se pondrá histórico, estará tan feliz.
—No. Ya dije que había acabado con eso.
Major se encogió de hombros. —Ya entendí. Pero es emocionante. Esa excitación que se siente. La cacería. ¿Acaso no lo echas de menos?
Él podría parecer un niño bonito, siempre listo para bromear, pero Major Colt era un tipo jodido. Tal vez no tan jodido como Cope, yo no estaba seguro de que incluso tuviera alma, pero al menos podrías saber en lo que te estabas metiendo con Cope. Major podría engañar a cualquiera. Incluso a su propia familia. Cosa que hacía de manera brillante.
Miré a mí alrededor, asegurándome de que todavía estuviéramos a solas, antes de responder. —Lo hice para sobrevivir, no porque me gustara mucho. Yo estaba buscando algo que nunca hemos hallado.
Major sonrió. —¿Estás diciendo que soy un jodido enfermo?
—Sí —respondí.
Major rio. —Nah, esto es como un juego.
La vida no era un juego. Era un regalo. Y la decisión de arrebatarle ese regalo a otra persona no era fácil. Lo que hicimos, lo que Major hacía, nunca sería correcto. Eso no significaba que lo cambiaría. Cada vez que jalaba el gatillo, sabía los costos. Sabía lo que significaba. Y aunque no era Dios, y la elección de quien debía vivir o morir no era mi trabajo, había elegido de todas formas. Corregí la mierda que estaba mal en el mundo, con la esperanza de que cada vez que mataba a alguien estuviera salvando a Addy.
—¿Por qué sigues aquí? Tengo trabajo que hacer —le dije, caminando delante de él, dirigiéndome hacia la puerta.
—Es complicado. Esto no se trata de cortar y secar. DeCarlo quiere algunas respuestas primero. Por suerte para mí, conseguí follar por ahí con una chica caliente para obtener esas respuestas. Dios, me encanta este trabajo.
Me detuve en la puerta. —Me iré de aquí temprano. Pero te quiero fuera y con el trabajo de DeCarlo hecho antes de irme. No quiero esta mierda cerca de mi hermana y su familia. Olvídate de las vaginas por un momento, y céntrate en tu tarea —No esperé por su respuesta antes de abrir la puerta para volver al comedor.
—¿Tú crees que Mase le dijo a Reese algo acerca de lo que hizo DeCarlo? — preguntó Major en voz baja.
Hice una pausa. Eso mismo me preguntaba yo. Ella era una de las razones por las que había estado en Texas antes de venir a Maitemary Beach. Ya no hablaba con Reese ahora que mi trabajo con ella había terminado, pero Mase y yo nos poníamos en contacto de vez en cuando. Matar al hombre que había abusado y violado a Reese cuando era niña había sido uno de mis grandes momentos de éxito. Él había arruinado la vida de una joven mujer con su mente enferma. Yo habría hecho cualquier cosa para asegurarme de que él nunca volviera a tocar a otra chica. DeCarlo era su verdadero padre, y él había deseado la muerte de ese hombre más que nadie. Su hija había sido una luchadora. Ella había sobrevivido al infierno, luego caminó directo hacia los brazos de Mase Colt Manning. Un tipo que la apreciaría y amaría por el resto de su vida. Había sido afortunada.
—No. Creo que si le hubiera dicho, DeCarlo sabría.
Major asintió. —Sí.
No esperé por más. Fui a comprobar el comedor. Necesitaba que esta noche fuera un éxito para poder salir y averiguar qué haría con el resto de mi vida.
***
Arthur estaba feliz. Los clientes estaban felices. Y yo estaba jodidamente feliz de que todo hubiera terminado. Pronto este lugar sería entregado al hijo de un amigo de Arthur, Jamieson Tynes. Todo lo que tenía que hacer era entrenarlo durante las próximas semanas y luego lo dejaría a cargo.
Era mucho después de la medianoche antes de que cerrara la puerta de mi oficina y me dirigiera hacia la puerta de atrás. La idea de acostarme en mi cama nunca había parecido tan condenadamente buena. Había comenzado el día antes del amanecer y no me había detenido hasta ahora.
—William —Elle me llamó, y me volteé para verla de pie justo fuera del comedor. Había estado haciendo todo lo posible para mantenerme lo más lejos posible de ella.
—Sí —respondí en un tono sin sentido. No quería tener ningún drama con ella. Especialmente no esta noche.
—¿Podemos hablar?
—No.
—En serio, ¿así es cómo te vas a comportar? Dormimos juntos durante semanas. Estábamos en una relación. Tú no puedes simplemente apagar las emociones como si nada.
Me detuve y me obligue a mí mismo a no observarla con una mirada irritada. —No tengo emociones, Elle. Te lo dije desde un principio, al igual que te dije que solo estaba en esto para follar. Nada más.
—¿Qué pasa con tu amor por ella, entonces? ¿Eh? ¿Dónde está ella? —Elle alzó la voz y dio un paso hacia mí—. Si ella es tan condenadamente maravillosa, ¿por qué no está aquí luchando por ti? Yo estoy aquí. Yo te amo. Ella no lo hace, sino estaría aquí.
La emoción que no sentía por Elle fue superada por la emoción que siempre acompañaba a cualquier mención de la chica que amaba. La única que se adueñó de mi corazón de una manera que nadie más lo haría. —Ella no tiene nada que ver contigo. Era pura y amable. Ella era desinteresada, y cuando sonreía, el mundo se iluminaba. Ella era mi mejor amiga. Mi razón para levantarme por las mañanas. Eso es lo que sentía al follar con ella. Nadie va a competir con eso. Nunca.
Elle alzó las manos como si fuera un loco. —¿Te estas oyendo? Estás hablando en pasado. Ella se ha ido. Supéralo. ¡Sigue adelante! Ella obviamente lo ha hecho.
La odiaba en ese momento. Odiaba su voz. Odiaba la forma en que vestía. Odiaba el aire que respiraba. Quería que cerrara la boca. Mi cuerpo se tensó con furia, y tuve que reprimir el impulso de enterrar mi puño en la pared. Ni siquiera podía rugir de rabia hacia ella para que saliera de mi vista. No podía perder la calma aquí. No ahora.
Toda la repugnancia y el odio que sentía hacia ella estaban contenidos en la mirada que le dirigí. Ella lo vería, y si era tan inteligente como yo pensaba que era, nunca se acercaría a mí de nuevo.
—Ella está muerta.
Decir esas palabras nunca fue fácil. Quería deshacerme de toda la mierda. Cualquier cosa menos admitirlo en voz alta. No esperé por su respuesta, pero el color pálido de su rostro me dijo que lo había entendido. La dejé atrás y me fui a mi único refugio seguro: mi barco.
***
Hace once años...
Mi madre estaba cantando en la cocina. Eso nunca era una buena señal. Me detuve en la puerta y puse una mano protectora frente a Addy. Era un acto reflejo. Como si mi madre pudiera escucharnos y viniera corriendo como una loca a atacarla. Sabía que eso no iba a suceder, pero también me estaba preparando por lo que esto podría significar. Mi madre cantando quería decir que estaba feliz, y por lo general eso significaba que pensaba que mi padre estaría pronto en casa para cenar.
Mi padre nunca llegaba a casa para la cena. No lo había hecho en más de cuatro años, desde que empezó a dormir con su secretaria. Incluso ahora que tenía un hijo con otra mujer y había pasado la mayor parte de sus noches con su otra familia, mi madre todavía pretendía que no era así.
Vi la botella vacía de tequila en la mesa de café y miré a Addy, que estaba mirando hacia ella, también. Esto era sin duda otra mala señal. Mi madre actuando como una loca era una cosa. Mi madre borracha actuando como una loca era otra.
—Ve a tu habitación y cierra la puerta —le susurré a Addy.
Ella me miró con esos grandes ojos suyos. Había miedo en ellos, pero también determinación. Sacudió la cabeza. —No te dejaré solo con ella. Si me encierro en mi habitación, sabes que luego vendrá por mí, y tú lucharás con ella, y ella te golpeara —Yo era más alto y fuerte que mi madre ahora. Sus golpes ya no me hacían daño. Pero si golpeaba a Addy podría lastimarla. Y no iba a dejar que eso suceda nunca más. Una vez había cometido el error de quedarme después de clase para las pruebas del equipo de baloncesto, Addy había llegado a casa temprano, mi madre estaba borracha y terminó con una muñeca rota. Todavía no me he perdonado a mí mismo por eso.
—No me duele que me golpee. Pero no voy a dejar que te haga daño a ti —dije en voz baja. No quería que nos escuchara. Quería que Addy esté segura, encerrada en su cuarto, antes que nada.
Finalmente suspiró derrotada y asintió. —De acuerdo. Pero si ella comienza a atacarte, voy a salir.
—No, Addy. Por favor. Hazlo por mí, quédate allí. Voy a hacerle daño si tengo que hacerlo —no quería hacerle daño a mi madre. La odiaba por cómo trataba Addy. La odiaba porque no podía ser una madre normal. Pero no quería herirla físicamente. Sólo quería tenerla lo más lejos posible. Sabía que si le hacía daño, ella me haría pagar, enviando a Addy lejos. Sin mí, ella no tendría a nadie para protegerla la próxima vez. Debía mantenerla a salvo.
—Te amo —me susurró, con los ojos llenos de lágrimas.
Habíamos estado diciéndonos eso desde hace un tiempo, pero pensé que significaba algo diferente para ella. Yo estaba enamorado de Addy, pero ella no me veía de la misma forma. Ella nunca coqueteaba o trataba de llamar mi atención de la forma en que lo hacían otras chicas. Yo no podía evitarlo, sin embargo. En algún momento, paso de ser mi mejor amiga a la persona con la que quería compartir mi vida para siempre. Éramos jóvenes, pero la mierda con la que había estado tratado me había hecho crecer rápido. A ambos. Yo sabía lo que sentía. Addy me pertenecía. Pero ella no lo sabía.
—También te amo —respondí, y luego asentí con la cabeza en dirección a las escaleras que conducían a las habitaciones.
—Ahora ve. Yo me encargo de ella. Permanece encerrada allí.
Addy me dio una última mirada suplicante, pero volví a señalar las escaleras, firme en mi decisión. Finalmente, se dio la vuelta y en silencio se dirigió a la habitación que una vez había sido la pequeña oficina de mi padre. Teníamos otra habitación de invitados que Addy podría haber ocupado, pero mi madre le había dado la habitación más pequeña en la casa. A menudo me preguntaba si era porque era la habitación más alejada de la mía.
Con la puerta cerrada y bloqueada detrás de ella, me dirigí a la cocina para enfrentarme a mi madre, borracha y loca.
El cabello de mi madre estaba recién lavado y atado en un moño. Llevaba un vestido y un par de zapatos de tacón, mientras removía algo en el fuego. Había otra botella de tequila sobre la barra a su izquierda, y una copa de vino junto a ella llena de licor. Estaba cantando una vieja canción, la que ella decía que era suya y de papá. Sabía que esta noche no sería buena.
—¿Qué estás cocinando? —pregunté, con la esperanza de distraerla para que no notara la ausencia de Addy. Decir que había llegado a casa hace un rato sería sólo para recordarle a Addy, y últimamente, ella la odiaba cada día más.
Se dio la vuelta. El rímel negro corriendo por su cara no me sorprendió. Cuando ella bebía tequila, por lo general lloraba. Mucho. —Albóndigas y pollo. A el bebé le encanta el pollo y las albóndigas —dijo, sonriendo.
Mierda. Ella estaba con la cosa del bebé otra vez. Desde que papá tuvo un bebé con la secretaria, mamá a veces pretendía que ella y papá también tenían un bebé. Era tan jodidamente extraño. Se lo dije a papá, le pedí que nos sacara a Addy y a mí de la casa y que le consiga un poco de ayuda a mamá, pero como siempre, me ignoró. No creía que fuera tan malo. Sin embargo, nunca vino a casa para ver lo loca que su esposa se había vuelto. Todo lo que papá hacía era pagar las facturas y mantener dinero en la cuenta de mamá.
—Tengo tarea que hacer. Te dejaré para que sigas con lo tuyo. Tú y el bebé disfruten el pollo y las albóndigas —dije. Si le seguía el juego, por lo general se mantenía calmada. Cuando intentaba convencerla de que lo que ella decía no era real, perdía la cabeza.
—Lo haremos. Ven a comer con nosotros cuando papá llega a casa —dijo en voz alta detrás de mí.
—Sí, seguro lo haré.
Luego, el llanto comenzó, y me quedé helado. Mierda. Esto nunca terminaba bien.
Capítulo 8
Maite
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Mensaje por Joanita Mar Ago 09, 2016 11:00 am

Siguelaáaaaaa por favor! !!!!!!!
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Mensaje por tamalevyrroni Mar Ago 09, 2016 11:50 am

No era una cobarde, pero había arrojado el guante la noche anterior en mi momento de ira, y ahora tenía que seguir con ello. Luego debía buscar otro empleo. Llegando al restaurante, me di vuelta y miré a Franny. Tenía que llevarla a su cita con el dentista hoy. —Quédate aquí y traba las puertas. Voy a estar de vuelta en un momento —le dije antes de salir.
—Desearía poder entrar a verlo —dijo ella, estudiando el exterior del lugar. Realmente era un edificio bonito. Arthur Stout no había elegido cualquier lugar, eso era seguro.
—Lo sé, y lo siento. Pero ahora no es un buen momento —le expliqué. No quería decirle que estaba despedida. Aún no. Necesitaba encontrar otro empleo en primer lugar. Mi niña podría preocuparse.
Cerré la puerta y esperé hasta que ella echara la llave, luego me dirigí hacia la entrada. Tenía que dejar mi carta de renuncia. Supuse que no iba a conseguir una buena referencia de él de todos modos, pero quería hacer esto correctamente.
—Pensé que habías renunciado —escuché la voz de William, y me volteé para verlo salir de su furgoneta. No lo había visto aparcado allí, estaba centrada pensando en lo que debía hacer.
Levanté mi carta de renuncia. —Y lo hice. Sólo vine a darte esto —mantuve mi columna rígida. Él realmente no tenía idea de las esperanzas y sueños que había destrozado. No sólo los míos, sino también los de Franny. Ella nunca sabría quién era su padre ahora, porque ya no confiaba en que él pudiera ser el hombre que necesitaba.
No podía ver su expresión detrás de sus gafas de sol, pero en este momento, no me importaba. Yo sabía cuan distante y frío podría ser. Probablemente tiraría el papel a la basura tan pronto como se metiera dentro y nunca pensaría en mí de nuevo.
—¿Estás segura de que quieres hacer esto? —preguntó, sorprendiéndome.
Hice una pausa. ¿Por qué estaba preguntándome eso? Se había enfadado conmigo ayer en la noche por algo que yo no había hecho.
—Tú no eres un jefe justo. No te agrado, y no estoy muy segura de por qué. Trabajo duro, y me esfuerzo para ser lo más profesional que puedo. Pero anoche tú estabas…
—Equivocado —terminó por mí—. Estaba equivocado.
Cerré la boca, luego la abrí de nuevo, antes de cerrarla una vez más. No sabía qué decir ante eso. Había visto este lado de William antes, cuando se había disculpado por ser duro conmigo cuando Franny estuvo enferma. Pero no lo había visto actuar así desde entonces.
—Escucha, Maite, no voy a estar aquí mucho más tiempo. El lugar está abierto por ahora, y voy a estar entrenando al nuevo gerente en las próximas semanas. Sé que hemos tenido un par de roces entre nosotros, pero eres una buena trabajadora. Este lugar te necesita. El hecho de que nosotros no nos llevemos bien... eso no quiere decir que no vayas a trabajar bien con el chico nuevo. Quédate. Dale otra oportunidad.
¿Él se iría pronto? ¡¿Qué?! —¿A dónde iras? —pregunté, ignorando por completo el hecho de que él me hubiera pedido que me quedara.
Se encogió de hombros. —No lo sé todavía. Simplemente no quiero estar aquí.
No debería importarme. Pero de alguna manera lo hacía. Renunciar era una cosa, pero no saber dónde se encontraría, era otra. No podía cambiar el hecho de querer saber si William estaría seguro y se encontraría bien. Durante diez años me había hecho la idea de no saber dónde estaba, y todos los días me preocupaba y esperaba que él fuera feliz.
Saber que se había convertido en este hombre, tan diferente del niño que había amado, era difícil, pero al menos ahora sabía dónde se encontraba. Sabía que no tenía una familia aquí. Eso me daba paz. Si él se iba, la perdería de nuevo. Y sólo porque William se hubiera convertido en William, no cambiaba el hecho de que me importaba. Siempre me importaría, porque lo amaba. Era una parte de mí.
—Te ves muy molesta por eso, Maite. ¿Alguna razón en particular? —dijo Capitán arrastrando las palabras, como si le divirtiera.
Me obligué a salir de mis pensamientos y sacudí la cabeza. No había manera de que pudiera explicarle esto a él. Incluso si lo intentaba, había una buena probabilidad de que él me odiara por haberlo dejado sin una explicación hace tantos años. Si él rechazaba a Franny, no podría lidiar con eso. Así que no dije nada.
—Mami, necesito ir al baño —habló de pronto Franny, le di la espalda a William para atender a mi hija. Ella había salido del coche y me miraba con un gesto de disculpa.
—Oh, sí... —me voltee hacia William, pero él no estaba mirándome. Su atención estaba centrada en Franny—. Tengo que llevarla dentro, necesita usar el baño. ¿Está bien? —le pregunté.
Él no respondió. Estaba congelado en el lugar. Ni siquiera estaba segura de que siguiera respirando. Ni un solo músculo de su cuerpo se movía. Su enfoque seguía fijo en Franny.
Ella movía sus pies mientras nos miraba. La pequeña sonrisa en sus labios cuando se encontró con mi mirada me golpeó duro. Oh Dios. No había pensado en eso.
—Por favor —dijo, esperando que yo responda.
Mi corazón estaba golpeando duro contra mi pecho, mientras sentía una mezcla de ansiedad y miedo. Esto no debía suceder. No delante de Franny. Ahora no.
—Prometo que no lo estoy inventando sólo para ver el interior del restaurante — añadió Franny, mientras empezaba a caminar hacia mí—. Quiero decir, claro que quiero verlo, pero realmente tengo que ir al baño.
Sus rizos rubios, así como mi propio pelo natural, rebotaron mientras caminaba, y su sonrisa parecía casi idéntica a la mía. Sus ojos azules brillaban con malicia, y todo lo que podía hacer era esperar que William no lo hubiera visto.
Volviéndome de nuevo hacia él, pude ver que incluso a través de las gafas de sol que llevaba puestas, estaba siguiendo cada movimiento de Franny. Esta no era la forma en que un hombre reaccionaba al ver a una niña de nueve años, a la cual no conocía. Me había visto, mejor dicho, había visto a su Addy en ella.
La mano de Franny que estaba envuelta alrededor de la mía se apretó. Ella le sonrió al hombre silencioso que estaba observándola. —Hola. Soy Franny. ¿Tú trabajas con mamá al igual que Brad? —preguntó inocentemente.
Él se estremeció ante la mención de Brad, y su mirada finalmente se trasladó de Franny hacia mí. Me sentí expuesta. Como si necesitara cubrirme u ocultarme. Él estaba viendo demasiado, y no estaba segura si sería capaz de unir cabos. ¿Quería que lo hiciera?
—¿Quién eres tú? —finalmente habló. Su voz sonaba ronca.
—Mi nombre es Ann Frances, pero todo el mundo me llama Franny. ¿Quién eres
tú?
La inocencia en su respuesta hizo que mis ojos ardieran y mi estómago se contrajo. No era así como se suponía que debía ser.
Apreté la mano de Franny. —Ve por esas puertas, justo allí, y gira a la derecha. Verás el baño a tu izquierda.
Ella asintió con la cabeza, antes de dirigirse hacia el interior para ver exactamente lo que quería ver.
Una vez que ella se fue, me di la vuelta para mirar otra vez a William.
—¿Quién eres tú, Maite? —preguntó.
¿Quién creía que era? Si él vio las similitudes entre Franny y la chica que una vez fui, entonces, ¿porque no podía ver más allá de mi color de pelo, mis gafas, y mi cuerpo ahora maduro, también?
—No entiendo lo que quieres decir —respondí con cuidado.
William respiró hondo y miró por encima de mi hombro, hacia el edificio. —¿Esa es tu hija?
—Sí.
Volvió su mirada hacia mí de nuevo. —¿Entonces, quién eres tú?
No le diría eso. —Tienes toda mi información en el archivo —le recordé.
Se quitó las gafas de sol, y sus ojos se estrecharon ligeramente mientras me estudiaba. Traté de no contener la respiración, pero no pude evitarlo. Había una parte de mí que quería que él me reconociera. Sin embargo, la mayor parte de mí, la que sabía que él no era mi William, quería permanecer oculta. No sólo por el bien de Franny sino también por el mío.
William había querido protegerme, pero este hombre... No estaba segura de cómo sobrevivir a él. Podría destruirme de una manera que no sabría cómo recuperarme.
—Quítate las gafas —las palabras de William sonaron como una orden, aunque su voz era poco más que un susurro.
Levante la vista hacia él. Esta vez, estaba paralizado. ¿Me veía ahora? ¿Era eso? Si me quitaba las gafas, todo habría terminado. Él lo sabría, ¿y luego qué? ¿Yo solo debería apostar que él aceptaría a Franny? ¿Que aceptaría que le había estado ocultando mi identidad durante todos estos años?
—¡Este lugar es genial! —se oyó la voz alegre de Franny.
No podría haber estado más aliviada de verla. Esquivando su intensa mirada, me dirigí hacia mi hija, esperando que la sonrisa que había puesto en mi rostro fuera suficiente para que ella subiera al coche sin hacer ningún tipo de preguntas. —Vamos a llegar tarde al dentista. Tenemos que irnos ahora —le dije, con toda la calma que pude. Apenas podía contener el pánico en mi voz.
—No me gusta ir al dentista —se quejó Franny, su entusiasmo pronto se esfumo al recordar hacia donde nos dirigíamos.
—Pero tú querías mantener tus dientes sanos —le recordé, como siempre lo hacía. Era más que consciente del par de ojos que estaba siguiendo cada uno de mis movimientos, pero aunque podía sentir el calor de su mirada en cada parte de mi cuerpo, no mire hacia atrás. Seguí caminando hacia el coche, rezando para que él nos dejara ir.
Franny se volteó y lo saludó con la mano, y yo cerré los ojos con fuerza, deseando que mi hija no fuera tan condenadamente amable a veces. Ella se volvió a subir al coche, y yo hice lo mismo.
Mi oración fue contestada. William nos dejó ir.
William
Fui directamente hacia los archivos de los empleados y saqué la carpeta de Maite Henderson. Había leído sobre su información personal, sus trabajos anteriores, y su dirección. Había recibido un GED. Pero no había mención de la universidad en su archivo. Ella había estado trabajando desde que tenía dieciocho años y tenía excelentes referencias de todos sus ex jefes. Especialmente de la escuela primaria en Oklahoma donde recientemente había trabajado como secretaria.
Pero sabía que todo eso era mentira.
Sacando mi celular del bolsillo, marqué la línea privada de Benedetto DeCarlo.
—Cap —fue su saludo.
—Necesito información sobre alguien, lo antes posible —le dije.
—De acuerdo. ¿Quién?
—Su nombre es Maite Henderson. Voy a escanear su archivo y te lo enviaré ahora. Necesito todo lo que puedas encontrar sobre ella.
—Pondré a mis hombres en ello —respondió.
—No quiero a tus hombres, hazlo tú. Solo quiero que tú compruebes esto. Nadie
más.
DeCarlo se quedó en silencio por un momento. —Me vas a decir por qué.
—Creo... Joder, yo creo... —¿Qué es lo que creía? Esa niña me había mirado al igual que Addy lo hacía, pero ¿qué significaba eso? Addy se había ido. Entonces, ¿quién era Maite? —. Creo que está conectada a ella —Yo sabía que él lo entendería. Había solo una ella en mi vida que siempre me había importado.
—Voy a tener tu información en las próximas horas —dijo antes de colgar.
Una vez que terminé de escanear el archivo y se lo envié a DeCarlo, me hundí en mi silla y me quedé mirando el papeleo en mis manos. Había muchas similitudes. ¿O estaba viendo algo que no era por la desesperación? Sí, Maite tenía la risa de Addy, y cuando sonreía, sentía como si me hubieran dado una patada en el estómago. Aquello podría haber sido coincidencia, pero la niña se parecía a Addy. Tan malditamente parecida a Addy que no había sido capaz de hablar al principio. Era más joven que Addy la primera vez que la había conocido, pero se parecía mucho a ella. Me había costado respirar.
La expresión que había visto en el rostro de Maite gritaba que estaba ocultando algo. Infiernos, ella prácticamente había huido de mí. Sabía que tenía algo que ver en esto. Yo no estaba imaginando toda esta mierda. ¿Quién demonios era Maite Henderson?
***
No era bueno esperando. Había memorizado cada palabra de la solicitud de empleo de Maite. Había pensado en todas las conversaciones que he tenido con ella. La noche en que habían vuelto mis sueños sobre Addy fue después de haber oído por primera vez la risa de Maite. Luego resulta que su hija es exactamente igual a Addy. Había una conexión. Tenía que haber una maldita conexión.
Aquí nadie conocía a Maite. Excepto, tal vez, Brad. Pero estaba enfadado irracionalmente con él en este momento, porque estaba cerca de alguien que posiblemente estaba conectado de alguna manera con Addy. No tenía ningún sentido, pero no me gustaba. Lo quería lejos de ella.
Pero en este momento, quería saber lo que él sabía sobre Maite. Tal vez ella le dijo algo que podría servirme como pista. Me dirigí directamente hacia la cocina, él seguramente estaba allí trabajando. En el momento que abrí la puerta, Brad levantó la vista.
—Tenemos que hablar —le dije, antes de que él pudiera empezar a hablarme de un nuevo plato que quería probar o lo bien que resultó el que estaba haciendo. El hombre siempre hablaba de comida.
—Está bien —dijo, con un ligero ceño fruncido, mientras dejaba el cuchillo y se limpiaba las manos en la toalla que colgaba de la cintura de sus pantalones.
—Se trata de Maite. ¿Podemos ir a hablar de esto en mi oficina? —no quería que nadie más nos oyera.
Sus ojos se ampliaron, y asintió. —Por supuesto. ¿Ella está bien?
—Sí —respondí en un tono cortante. Me dirigí de nuevo hacia mi oficina, con Brad siguiéndome detrás.
Una vez que cerró la puerta detrás de él, no esperé a que pudiera preguntar cualquier otra cosa. Este era mi momento para hacer preguntas.
—¿De dónde viene Maite? ¿Alguna vez te lo mencionó?
El ceño fruncido de Brad se hizo más profundo, y luego sacudió la cabeza. —No —
dijo.
—¿Ella nunca habla de cualquier otro familiar que no sea su hija?
—Ella no tiene más familia. Era una niña de acogida —dijo las palabras como si fueran algo simple. Sin embargo, el impacto que me causó, había roto el poco control que tenía sobre algo que no quería creer.
—Niña de acogida —repetí, pero no era una pregunta.
—Sí, me dijo que dejó el sistema cuando tenía dieciséis años a causa de una mala situación, no me habló sobre nada más. Es muy reservada.
Me senté en el borde de mi escritorio y me agarre a los lados con las dos manos para evitar gritar de alivio o rabia o... mierda, ni siquiera sabía lo que me estaba pasando en este momento. Esto no podía ser real. No podía creerlo.
—¿Ella hizo algo malo? Es una persona muy buena y genuina, William. Y una gran madre soltera también. Por lo que sé, nunca ha estado casada.
Quería estar solo, así podría llamar a DeCarlo. Pero tenía una pregunta más. — ¿Qué edad tiene su hija?
—Nueve.
Joder.
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The Best Goodbye Webnovela LevyRroni(+18) - Página 2 Empty Re: The Best Goodbye Webnovela LevyRroni(+18)

Mensaje por tamalevyrroni Mar Ago 09, 2016 11:58 am

Capítulo 9
Maite
Cuando  llegamos a casa y vi que la camioneta de William no estaba aparcada en la entrada, sabía que no pasaría mucho tiempo antes de que eso sucediera. Tomé a Franny y la llevé a visitar a la señora Baylor, le expliqué que tendría compañía más tarde, asegurándome de que Franny podía quedarse aquí hasta que viviera por ella.
La señora Baylor parecía preocupada por mí, pero en aquel momento estaba luchando contra la ansiedad, el miedo y la incertidumbre con tanta fuerza que era imposible de ocultarlo. Debía mantener a Franny oculta, a salvo y enfrentar esto yo sola hasta que William se presentara, sería lo mejor. Tenía que tomar una decisión.
William sabía algo. Él debería estar atando cabos sueltos. Era muy probable que ya me hubiese reconocido, pero me odiara tanto que me había dejado ir. No, conocía lo suficiente al hombre en el que se había convertido para saber que iba a querer más respuestas. Y yo esperaba que sus preguntas llegaran más pronto que tarde.
Volví a casa luego de una hora, antes de que su camión se detuviera en la calzada. Cuando oí el crujido de la grava bajo los neumáticos, supe sin mirar que era él. Esperé sentada en la mesa de la cocina mientras él se dirigía a la entrada.
Sus pasos se detuvieron, y esperó un momento antes de llamar a la puerta. Esto era todo. Había llegado la hora de la verdad. Tenía que lidiar con las consecuencias y mantener a Franny lo más a salvo que fuera posible.
De pie, respiré hondo y trate de calmar los latidos de mi corazón, luego me quité las gafas y las dejé sobre la mesa. No había ningún motivo para utilizarlas ahora. Cuando llegué aquí, sabía que este día llegaría. Me había preparado para ello varias veces durante el año anterior. Pero me di cuenta ahora que nunca podrías prepararte para algo como esto.
Nuestro pasado no fue normal, sin embargo, eso no influyó en el modo en que amaba a William Kipling. Había sido mi ancla en la tormenta hasta que tuve la necesidad de dejarlo libre para salvarlo. Debía hacerlo. Lo amaba demasiado.
Al abrir la puerta, cada recuerdo que tenía de William regreso a mí. Cada buen momento que pasamos juntos, cada cambio que hubo en mi vida, cada vez que me había hecho sentir segura. Se lo debía a ese chico, por ello debía responder a este hombre. Debía decirle toda la verdad.
***
Hace once años…
Me acurruqué en mi cama mientras las lágrimas se deslizaban silenciosamente por mis mejillas. Mis estúpidas mejillas pecosas. Odiaba tener pecas. Odiaba ser baja. Quería ser alta y morena, como Delany O'Neil. Así, tal vez, William me miraría de la forma en que la miraba a ella.
Apreté los ojos con fuerza, tratando de luchar de nuevo para quitarme la imagen que vi hoy de la cabeza. Se suponía que William me esperaría para que fuéramos juntos hasta casa, pero él no se encontraba allí todavía. Creí que había salido de mi clase temprano, así que fui a buscarlo para reunirme con él fuera de su clase. Quería decirle que había aprobado el examen de historia para el que me había ayudado a estudiar.
No había sido difícil encontrarlo. Tenía a Delany O'Neil sobre su casillero, con las manos sobre sus pechos y su boca pegada a la de ella. Incluso vi su lengua, o era la de ella, no estaba segura. Era difícil asimilarlo todo mientras mi corazón explotaba en mil pedazos dentro de mi pecho.
Delany tenía sus manos enredadas en los mechones de pelo, bañados por el sol, de William que siempre he querido tocar, pero nunca lo hice. Su pierna se deslizo hasta su cadera, y cuando él movió una mano para agarrar su muslo, no pude aguantar más el dolor. Me tapé la boca para silenciar mi llanto, di la vuelta y corrí a casa.
La casa estaba vacía. Y agradecía no tener que preocuparme por recibir un golpe o un injusto castigo solo por estar viva. Mi habitación era el único consuelo que quería. Encerrarme dentro, sola. Solo yo y mi angustia.
Sabía que a William le gustaba Delany. Lo había visto mientras la miraba cuando caminaba por los pasillos. Era hermosa, y era sólo cuestión de tiempo antes de que se cruzara en su camino. Se enamoraría de ella pronto. Luego querría pasar más tiempo con ella, y me dejaría aquí sola.
Al menos no tendría que preocuparme más porqué él resultase herido o tenga que ver a su madre actuar como loca. Tomaría un descanso de todo esto cuando estuviera con Delany. Yo sólo debía aprender a vivir con ello y sobrevivir sin él durante su ausencia. No era como si lo tendría alrededor protegiéndome para siempre.  
El pomo de la puerta giró, y di un saltó antes de que comenzara el estruendo. — Addy, ¿estás ahí?
La voz de William estaba presa del pánico. No le había dicho que me había ido, pero pensé que se había olvidado de mí cuando Delany se pegó a él.
—Sí —grazné, haciendo una mueca por el sonido de mi propia voz.  
        —Mierda, ¿estás bien? ¿Por qué has vuelto sin mí? ¿Te duele algo? Joder, Addy, abre la puerta.
Estaba preocupado por mí. Él siempre estaba preocupado por mí. Yo era su carga, y odiaba eso incluso más de lo que odiaba mis pecas. Sorbí por la nariz y me limpié la cara, sabiendo que estaría toda roja.
—Por favor, Addy. Abre —rogó.
Me puse de pie y me dirigí hacia la puerta, deseando no tener que enfrentarme a él. Todavía podía ver su mano en Delany y su lengua en su boca. Estremeciéndome de celos y disgusto, abrí la puerta.
William empujó la puerta antes de que pudiera conseguir abrirla del todo. —¿Qué pasó? —preguntó, ahuecando mi cara con sus manos y estudiándome detenidamente en busca de signos de abuso.
—Nada —murmuré, alejándome de él, sabía dónde habían estado esas manos recientemente—. Ves, estoy bien. Ya puedes irte —señalé la puerta sin hacer contacto visual con él.
—Y una mierda que estás bien. Ni siquiera me miras, ¿y desde cuándo me echas de tu habitación? Addy, sé que algo sucedió, y quiero saber a quién carajos tengo que golpear —siempre estaba listo para salvarme. A la pequeña, y pecosa mejor amiga que estaba enamorada de él.
—Nadie. No es lo que crees. Sólo estoy algo sensible —admití. Caminé de regreso a mi cama y me senté allí.  
—Tú nunca estás sensible. Algo anda mal. Dime.
No se daba cuenta que en realidad no quería saber lo que estaba mal. Él pensaba que lo hacía, pero en realidad no. ¿Cómo iba a manejarlo? Yo no era una de esas chicas a las que podría evitar. Vivía en su casa. En el mismo infierno diario que él. —¿Confiarías en mí si te dijera que no quieres saber esto, y que no se puede arreglar? —le pregunté.  
         Él negó con la cabeza. —Quiero saber que mierda te hace llorar, porque sé que puedo solucionarlo.
Con un suspiró, coloqué mis rodillas debajo de la barbilla y giré la cabeza, apartando la vista de él, para mirar hacia la pared. Podríamos estar así toda la noche. Él no se iría hasta que le dijera que sucedía. Y se daría cuenta si mentía, porque podía leerme demasiado bien. En muchos sentidos, éramos similares. Decirle esto nos lastimaría a ambos. Pero él era mi mejor amigo, y si iba a tener dificultades para adaptarme a esto por un tiempo, entonces él debía estar preparado. Dudaba que esta fuera la última vez que me acurrucaría y lloraría por él y Delany. O alguna otra chica.
—Te vi con Delany —susurré. Tan pronto como lo dije, deseé no haberlo hecho. Tenía la esperanza de que no me hubiera oído. Cuando él no respondió, pensé que tal vez tuve suerte y él había perdido la audición. Cerrando los ojos con fuerza, contuve la respiración.  
       —¿Es por eso que estás llorando? —preguntó, demasiado suave, en un tono que me dijo que le importaba. Eso sólo me hizo sentir peor. Él odiaría pensar que me había hecho llorar. Había sido egoísta al decirle aquello—. Addy, habla conmigo. ¿Es por eso que te fuiste de la escuela sin mí, por eso estás llorando ahora mismo?
William tenía quince años. Era popular en la escuela, y aunque él no practicaba deportes (una vez más, por mi culpa), la gente lo amaba. ¿Era tan malo que me hubiera enamorado de él, también?
Su mano tocó mi brazo, y di un salto, pero no lo mire. Me sentía tan culpable. Era mi culpa que él no pudiera practicar deportes, y ahora le estaba haciendo pensar que no podría salir con nadie o yo lloraría como un bebé.
—Lo siento. Sólo ignorarlo. Juro que nunca volveré a reaccionar de esta manera otra vez —dije, con tanta convicción como pude. Quería que me creyera.
—Respóndeme, Addy. ¿Estás llorando porque me viste con Delany?
Me estremecí, odiaba oír como sonaba su nombre junto al suyo. Pero ella era alta y hermosa y popular. Tenía sentido. Ellos encajaban.
William se sentó a mi lado, manteniendo su mano en mi brazo. —Es eso. Es por eso que estás llorando. Porque me viste con Delany, y te molesta.
Él no lo estaba preguntando. Estaba afirmando lo que había averiguado por mi silencio.
—¿Por qué esto te molesta? —preguntó. Su voz era un murmullo bajo cuando se acercó a mí y su pulgar acarició mi brazo—. Siempre has hablado conmigo. No te detengas ahora. Necesito que lo digas, Addy. Por favor. Habla conmigo —la petición desesperada de su voz era mi perdición. Le estaba haciendo daño, y él no lo merecía.  
Volví la mirada hacia él, mis ojos llenos de lágrimas derramadas. —Lo siento... Sé que somos amigos, y qué harías cualquier cosa por mí. Así que esto es injusto, y no quería decírtelo, porque no quería que te sintieras mal por mí.
William no se movió. Sus ojos me suplicaban que continuara, así que lo hice.  
—Estaba celosa. Era difícil de ver... —tragué el nudo que tenía en la garganta—. Yo no quería... No quiero... —cerré los ojos. No podía decírselo mirándolo a la cara—. No quiero dañar nuestra amistad, pero estoy enamorada de ti —Listo. Lo había dicho.
Antes de que pudiera pensar en otra cosa, las manos de William ahuecaron mi rostro, pero esta vez era diferente. Sentía una intimidad en esto que no había cuando él me revisaba para ver si tenía contusiones. —Mírame, Addy.
Lentamente, abrí los ojos y fije mi mirada en la suya. Había tanta emoción allí. No era capaz de leer y saber lo que estaba sintiendo.
—He estado enamorado de ti desde hace un tiempo. Simplemente no creí que tu sintieras lo mismo por mí.
—¿Qué? —le dije, confundida.
Él me dio una sonrisa, luego se movió más cerca. —Estoy enamorado de ti. Eres lo único que me importa.
Con el ceño fruncido, miré hacia abajo y traté de quitar mi cara de su agarre, pero él se aferró a mí con un toque firme y suave. —También te importa Delany.
—No, eso que has visto, era yo siendo un chico. No pensé que sintieras algo más que amistad por mí, así que cuando Delany se me acercó, tomé la oportunidad. Yo no la quiero. Ella solo se ama a sí misma. No fue más que una distracción.
—¿Qué? —repetí—. Tú... tocaste sus pechos y su muslo. Vi tu lengua en su boca.
William hizo una mueca, como si eso le doliera. —No me gusta que hallas visto eso. Pero nunca voy a hacerlo de nuevo. Lo juro por Dios. Si me amas, Addy, entonces seré tuyo. He sido tuyo durante años.
William
No llevaba sus gafas, y sin esos grandes marcos que cubrían la mitad de su cara, pude ver claramente. Los ojos que me habían perseguido durante años. Ella había cambiado su color de pelo, pero era Addy. Sólo que una versión más adulta. ¿Cómo lo había pasado por alto?
Debido a que no creía que estuviera viva. Nunca la había mirado con la esperanza de ver a Addy.
—Addy —dije, necesitaba que me asegurara que no estaba alucinando y que esto era real. Que ella era real.  
Ella se apartó de la puerta para que pudiera entrar. —William —se limitó a responder, y era la única respuesta que necesitaba.
Todas las preguntas que había tenido de camino aquí, cuando todavía estaba el miedo de creer que Maite fuera Addy, desaparecieron. No podía formar palabras. Lo mejor que pude decir fue. —¿Cómo?
Addy cerró la puerta una vez que estuve en el interior y se volvió a mirarme. — ¿Cómo qué? ¿Cómo te encontré?
¿Encontrarme? ¿Ella me había estado buscando? Habían pasado diez años. Negué con la cabeza. Sí, quería la respuesta a es también, pero en primer lugar... —¿Cómo es que estás viva?
Ella frunció el ceño y me estudió durante un momento, como si mi pregunta no tuviera sentido.
¿Ella no creía que eso era lo primero que me gustaría saber? Joder, yo pensé que estaba muerta durante diez malditos años. Si hubiera tenido alguna idea de que estaba viva, habría llegado tras ella. La hubiera encontrado. Tenía ese tipo de poder con DeCarlo. Encontrarla habría sido fácil, pero había visto lo que mi madre le había hecho a ella.
—No entiendo la pregunta. Me fui sin decir una palabra porque te estaba protegiendo de tu madre. De mí y del destino que te esperaría si yo me quedaba. Yo nos salve a ambos, en realidad. ¿Por qué creías que estaba muerta?
—¿Por qué te fuiste? Sabías que no tenías por qué salvarme. Yo debía mantenerte a salvo, Addy, no al revés. Y pensé que estabas muerta porque mi madre llegó a casa con un arma en sus manos y sangre en su ropa. Ella admitió haberte matado y tirado tu cuerpo en un lago, pero no quiso revelar la ubicación exacta. Nunca llegaste a casa. Tenía la esperanza de que ella estuviera mintiendo, pero tú nunca regresaste. Nunca te pusiste en contacto conmigo. Fui a la policía, y mamá fue detenida y enviada a un hospital psiquiátrico, donde finalmente se quitó la vida. Joder, Addy, habría rastreado cada centímetro de agua en un radio de cien millas tan pronto como tuviera el dinero y el poder para hacerlo. Quería darte un entierro adecuado —mi corazón latía con fuerza en mi pecho mientras dejaba que los recuerdos y el dolor salieran de mí. Pero verla aquí de pie era casi demasiado.
—La sangre era mía —dijo en voz baja. Pero eso ya lo sabía. Los policías lo habían confirmado—. Ella me sacó de la escuela ese día. Había pedido en recepción que por favor te llamen desde allí, pero ella se había estado comportando demasiado bien y había explicado que no quería que te vieras perturbado solo por mi cita con el médico. Así que fui, aunque sabía que no había ninguna cita con el médico.  
>>Me llevó fuera de la ciudad y aparcó en la parte trasera de un estacionamiento en una estación de autobuses. Luego me preguntó cuántas veces habíamos tenido relaciones sexuales. No quería decirle. Esa mirada loca estaba en sus ojos, y yo sabía que si se lo decía, ella perdería la cabeza. Así que le dije que solo ocurrió una vez. Ella me dio un golpe en la cara y rompió mi labio inferior. Entonces volvió a preguntármelo, y le dije que fueron tres veces. Y me golpeó de nuevo. Luego volvió a preguntar. Lo hizo cinco veces, a pesar de que mi respuesta se mantuvo igual. Estaba sangrando demasiado, así que me arrojo algo de dinero y me dijo que subiera a un autobús y no volviera nunca más. Que podría estar embarazada de tu mocoso, y no iba a dejar que manchara su nombre y el tuyo.  
>>Me dijo que estaba sucia por lo que había hecho, y ella ya no me quería allí. Si no me iba, me enviaría de nuevo al sistema, y si estaba embarazada, se llevarían a mi bebé lejos de mí. Tenía mi periodo atrasado. Aun no quería confirmarlo, porque no estaba segura de sí era una preocupación todavía, pero cuando la escuché decir que no solo te perdería a ti sino también a nuestro bebé, fue suficiente para asustarme.
>>Tomé el dinero y comencé a salir del coche cuando ella me agarró del brazo y lo retorció hasta hacerme gritar. Luego dijo que si alguna vez intentaba ponerme en contacto contigo, ella nos mataría a los dos. Y yo le creí. Pero cuando pude permitirme el lujo de ver cómo estaban las cosas un par de años más tarde, me enteré que ella estaba en un hospital mental. Comencé a buscarte pero no pude encontrar nada referido a William Kipling. Sin embargo, nunca he dejado de buscar.
Mierda. Me senté allí escuchando las palabras de Addy sin cuestionarla. Mi madre había cometido una locura, pero ni una sola vez imagine que ella hubiera dejado ir Addy. Que se hubiera asustado y la hubiera enviado lejos. Siempre pensé que su locura había acabado con la vida de Addy.
—Tú solo tenías dieciséis —susurré, con miedo de escuchar cómo había sobrevivido y si Franny... si Franny era mía.
Addy asintió, su rostro permanecía tenso. —No fue fácil. Estuve en un refugio para desamparados, donde conseguía comida gratis, hasta que el olor de las hojas de nabo me dieron náuseas, y la esposa del ministro que ayudaba a servir los alimentos, inmediatamente vino a mi lado y me ayudó a limpiarme. Deborah Posey fue mi heroína. Ella descubrió que tenía dieciséis años y estaba sola así que me llevó a su casa. Me compró una prueba de embarazo y confirmó que estaba embarazada. Quise llamarte luego de saberlo, pero tenía miedo de perderte a ti, al bebé... no podía hacerle eso a ninguno de los dos. Deborah me dejó vivir con su familia hasta que mi embarazo comenzó a notarse y no pude ocultarlo más. Eran Bautistas del Sur, y la congregación no aceptaría a una adolescente embarazada viviendo en la casa del ministro. Así que ella me ayudó a conseguir un trabajo en Oklahoma, donde vivía su hermana, y fue allí donde construí una vida para Franny y para mí.
El odio que sentía hacia mi madre había sido algo que acepté hace mucho tiempo. Sin embargo, había odiado a mi padre con la misma intensidad, porque él nos había dejado con ella. No nos había ayudado. Pero ahora, sabiendo que Addy había pasado por ese infierno me hacía odiar a la mujer que me había dado la vida aún más. Tantas cosas podrían haberle sucedido a Addy. Tantas cosas malas, y yo no había estado allí para impedirlo.
—Ella es mía —tenía que decirlo en voz alta. Ya sabía que Franny era mía, pero escuchar a Addy decirlo lo hacía real.
Ella se limitó a asentir.
Tenía una hija.
Pero la mujer que estaba frente a mí era una extraña ahora. La chica a la que había amado una vez y conocido mejor que nadie, ahora era distante y reservada. Era una mujer fuerte e independiente. Ella ya no me necesitaba. Tampoco parecía gustarle demasiado. Éramos extraños, y la punzada que sentí al saberlo me destrozó por dentro.
Cuando notó que no decía nada más, Addy se dirigió hacia la pequeña sala de estar. —¿Por qué no nos sentamos? Te puedo conseguir algo para tomar.
No me moví del lugar donde estaba parado. Addy parecía estar mucho más tranquila con todo esto. Pero ella, había estado aquí observándome, y sabiendo quién era yo, por más de un mes. Había tenido tiempo para adaptarse. La seguí y me senté en la primera silla que encontré, no podía dejar de mirarla. Debería haberla notado. Desde el primer maldito día en el que ella entró en el restaurante.
—Tu pelo —dije, sonando más acusador de lo necesario, pero maldita sea, ella misma se había escondido de mí. Se había estado ocultando justo en frente de mí puta nariz.
Se tocó un mechón de cabello más oscuro y me dio una pequeña sonrisa. —No quería entrar en tu mundo como Addy. Necesitaba estar segura de que el hombre en el que te habías convertido era alguien que quería saber sobre Franny. Ella ha estado preguntando por su padre durante años, por lo que he estado buscándote. Cuando te encontré, no quise traerte a su vida hasta estar segura de que la aceptarías y ella no saldría dañada.
Tan cabreado como estaba, la comprendía. Ella era una madre amorosa y protectora. Algo que nunca había tenido en su propia vida. Algo que ninguno de nosotros había tenido.
El hecho de que ella no hubiera mantenido intencionadamente a mi hija alejada de mí, alivió mi ira, pero todavía me sentía estafado. La pérdida de Addy me había enviado por un camino que me había moldeado en un hombre que no era nada parecido al chico que la había amado. Ya no era el mismo chico que ella había dejado atrás.
—Soy diferente. He hecho cosas que me han cambiado —dije, mirándola mientras se sentaba frente a mí.
Ella me dio una sonrisa tensa y apartó la mirada. —Sé que eres diferente. Lo he
visto.
Esas palabras me hicieron sentir como si le hubiera fallado. Había luchado para sobrevivir. Ella no sabía nada de lo que había tenido que sufrir. Sabía que su vida había sido dura, pero la mía no había sido fácil, tampoco. No hubo ninguna mujer para ayudarme. Yo había matado a hombres. Había perdido mi maldita alma porque su muerte me había arruinado.
—Quiero conocer a mi hija —no iba a dejar que alejara a Franny de mí. Si ella no estaba contenta con el hombre que veía, no tenía problemas con eso. Pero tenía derecho a saber de mi hija. Quería estar involucrado en su vida.
Addy poso su mirada en mí. —Bien. Ella también quiere conocer a su padre.
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Mensaje por tamalevyrroni Mar Ago 09, 2016 12:05 pm

***
No me moví del lugar donde estaba parado. Addy parecía estar mucho más tranquila con todo esto. Pero ella, había estado aquí observándome, y sabiendo quién era yo, por más de un mes. Había tenido tiempo para adaptarse. La seguí y me senté en la primera silla que encontré, no podía dejar de mirarla. Debería haberla notado. Desde el primer maldito día en el que ella entró en el restaurante.
—Tu pelo —dije, sonando más acusador de lo necesario, pero maldita sea, ella misma se había escondido de mí. Se había estado ocultando justo en frente de mí puta nariz.
Se tocó un mechón de cabello más oscuro y me dio una pequeña sonrisa. —No quería entrar en tu mundo como Addy. Necesitaba estar segura de que el hombre en el que te habías convertido era alguien que quería saber sobre Franny. Ella ha estado preguntando por su padre durante años, por lo que he estado buscándote. Cuando te encontré, no quise traerte a su vida hasta estar segura de que la aceptarías y ella no saldría dañada.
Tan cabreado como estaba, la comprendía. Ella era una madre amorosa y protectora. Algo que nunca había tenido en su propia vida. Algo que ninguno de nosotros había tenido.
El hecho de que ella no hubiera mantenido intencionadamente a mi hija alejada de mí, alivió mi ira, pero todavía me sentía estafado. La pérdida de Addy me había enviado por un camino que me había moldeado en un hombre que no era nada parecido al chico que la había amado. Ya no era el mismo chico que ella había dejado atrás.
—Soy diferente. He hecho cosas que me han cambiado —dije, mirándola mientras se sentaba frente a mí.
Ella me dio una sonrisa tensa y apartó la mirada. —Sé que eres diferente. Lo he
visto.
Esas palabras me hicieron sentir como si le hubiera fallado. Había luchado para sobrevivir. Ella no sabía nada de lo que había tenido que sufrir. Sabía que su vida había sido dura, pero la mía no había sido fácil, tampoco. No hubo ninguna mujer para ayudarme. Yo había matado a hombres. Había perdido mi maldita alma porque su muerte me había arruinado.
—Quiero conocer a mi hija —no iba a dejar que alejara a Franny de mí. Si ella no estaba contenta con el hombre que veía, no tenía problemas con eso. Pero tenía derecho a saber de mi hija. Quería estar involucrado en su vida.
Addy poso su mirada en mí. —Bien. Ella también quiere conocer a su padre.
Ella sonrió y bajó la cabeza. —Siempre quiero que te quedes —dijo en voz baja.
Mi corazón golpeó contra mis costillas, y tomé una respiración profunda. Calma. Tenía que mantener la maldita calma. Me senté a su lado. —Entonces, ¿cómo te fue en la escuela hoy? —pregunté, con la esperanza de que no sonara tan nervioso como estaba.
Ella se acercó más a mí, y su mano se deslizó sobre la mía. —Estuvo bien. Igual que cualquier otro día.
Giré la mano de manera que nuestras palmas se tocaran y entrelacé mis dedos con los suyos, más pequeños. Incluso su pálida piel contra mi piel bronceada me encendía. Esto iba a matarme. Quería tanto de ella, y tenía que dejar de pensar en cómo sería tocar su suave y dulce piel debajo de esa ropa.
—William —dijo ella, inclinándose más hacia mí.
Respirar. Tenía que acordarme de respirar. —¿Sí?
—¿Por qué no me besas?
Giré mi cabeza y posé mi mirada sobre ella. —¿Qué?
Sus mejillas se tornaron de un rosa intenso. —¿Por qué no me besas? —repitió—. Sé que te gusta besar a las chicas, pero no me has besado a mí.
Tenía la entrepierna extremadamente apretada contra mis vaqueros mientras miraba su inocente y bello rostro pidiéndome que la besara. Al igual que me encargaría de eso más tarde. No estaba seguro si sería capaz de detenerme cuando llegara el momento de besarla, para no dejar que mis manos fueran a lugares a los que aún no estaba preparada para ser tocada.
—Estaba esperando que estuvieras lista —le dije con sinceridad.
Se humedeció los labios y la punta de su lengua se asomó, burlándose de mí. — Estoy lista.
Este sería su primer beso y mi último primer beso. Porque una vez que hiciera esto, nunca volvería a tocar a cualquier otra chica de nuevo. Sólo a Addy.
Capítulo 10
Addy
Muchas veces durante los últimos diez años, había imaginado este día. El día en que vería a William otra vez para decirle por qué me había escapado y para hablarle sobre Franny. Ni una sola vez pensé que sería así en mi imaginación. Pero hasta entonces, todo lo que había tenido en mi memoria eran recuerdos sobre William. No sabía nada de William. El hombre en el que se había convertido era alguien a quien no le importaba mucho.
Pero él quería ser parte de la vida de Franny, y se merecía eso. No era un hombre malo. Simplemente no era el hombre que yo había conocido. Por otra parte, yo tampoco era la chica que él había amado. Era difícil enfrentarlo, pero ahora que lo tenía frente a mí como William, no como mi jefe William, debía tratar con él.
—¿Ella sabe que soy su padre? ¿O al menos que su padre se encuentra en esta ciudad? —preguntó, mirándome con atención, como si estuviera tratando de determinar si le estaba mintiendo.
Negué con la cabeza. —Ella no tiene ni idea. Como te he dicho antes, tenía que ver quién eras ahora —le dije. No le gustó cuando dije eso. Me di cuenta por la forma en que sus ojos se achicaron, pero no estaba aquí para ser amiga de él. Franny estaba primero. Ella necesitaba esto.
—¿Cuándo podremos decirle?
Me gustó que se refiriera a "nosotros", como si estuviera listo para tomar un papel real en su vida. Sin embargo, yo estaba acostumbrada a ser la única que tomaba las decisiones en la vida de Franny, y una parte de mí no estaba lista para compartir eso. — Puedo sentarme a y hablar con ella esta noche, pero tengo que hacerlo sola. Una vez que entienda por qué la traje aquí, querrá conocerte, entonces podremos hacer frente a esto juntos. Los tres.
Él asintió con la cabeza. Me alegró que no quisiera discutir.
Nos sentamos en silencio, sin siquiera mirarnos. Había un abismo entre nosotros que nunca hubiera imaginado que sería posible. Él había sido mi alma gemela, mi mejor amigo, había llevado en mi memoria recuerdos nuestros juntos todos estos años. Era doloroso, porque sabía que tenía que dejarlos ir.
Mirando mis manos, le pregunté: —¿Por qué no podía encontrarte? ¿Por qué cambiaste tu nombre? —Le había contado todo sobre mi pasado, sin embargo, él aún no me había dicho nada.
—Papá se divorció de mamá cuando ella fue ingresada en la clínica, luego se casó con Carlotta, su secretaria. Así que hui. Salí de la ciudad y no miré hacia atrás. Luego conocí a un hombre que me dio trabajo y una vía de escape. Una manera de lidiar con mis demonios.
¿Eso era todo? ¿No me diría nada más que eso? —¿Qué hiciste? ¿Cambiaste de nombre porque habías huido? —insistí.
Él negó con la cabeza y se levantó. —Lo cambié porque quería olvidar lo que había sufrido William Kipling. Quería empezar una vida nueva y olvidar mi pasado —Eso era todo. Todo lo que iba a decir. Cuando me puse a su lado, dijo: —Dame tu teléfono. Te agendaré mi número.
No lo cuestioné. Hice lo que me pidió. Añadió rápidamente su número a mis contactos y me devolvió el teléfono.
Me quede de pie allí, esperando que dijera algo más, pero él se volteó y se dirigió a la puerta. Lo observé hasta que se detuvo y se giró para observarme. —No voy a aceptar tu carta de renuncia. Fui una mierda la otra noche. No volverá a suceder. Fue una noche estresante, y Brad merecía que lo corrigiera, no tú. Nos vemos mañana por la tarde en el trabajo. Y habla con Franny. Ya he perdido bastante tiempo con ella. Llámame tan pronto como esté lista.
Luego abrió la puerta y salió sin esperar que respondiera.
Nunca hubiera imaginado que así sería cómo terminaría esta noche.
Me acerqué a la ventana para ver a William subirse a su camioneta. Una vez que se fue, salí de casa y me dirigí hacia lo de la señora Baylor para buscar a Franny.
Planeaba mantener a Franny en casa luego de la escuela al día siguiente. Íbamos a tener todo el tiempo que necesitaba para hablarle sobre William. Sabía que tendría preguntas. También sabía que ella querría conocerlo oficialmente tan pronto como fuera posible. Había estado esperando mucho tiempo para ver a su padre.
***
Empecé a hacer tortitas con trocitos de chocolate, que eran las preferidas de Franny, y le envié un mensaje a William.
Hablaré con Franny hoy. Ella querrá verte pronto. Avísame cuando estés disponible.
Tardó sólo unos segundos en responder.
Estaré listo cuando ella lo esté.
Ese era William. Yo no podría acercarme a él nunca más pero, tal vez, por Franny, volvería a ser el hombre que una vez había conocido. El hombre protector que podría hacer o ser lo que ella necesitara.
Y confiaba en él. Sólo esperaba no equivocarme.
—¿Son esas chispas de chocolate? —preguntó la voz somnolienta de Franny. Podía sentir la emoción en su tono.
—Sí, lo son —le contesté, levantando la bolsa de chispas.
—¡Hurra! Iré por la leche —dijo, corriendo hacia la nevera.
—Buena idea. Estas están casi hechas.
Franny se concentró en no derramar la leche, mientras yo terminaba de hacer las tortitas. Una vez que tuvimos la mesa puesta, le eche un vistazo al reloj, Franny cubrió un bostezo con su mano y se dejó caer en una silla.
—Hoy vamos a pasar el rato, sólo tú y yo. No hay clases. ¿Qué te parece? —le dije sonando un poco, demasiado alegre.
Franny me estudió un momento. —¿Nos mudaremos de nuevo? —preguntó ella, con miedo en su voz.
Yo negué con la cabeza y sonreí. —No, pero quiero hablar acerca de algo contigo. Es algo bueno. Así que vamos a comer, y luego podremos hablar todo lo que quieras.
Ella no cogió el tenedor. —¿Qué cosa buena?
No debería haberlo mencionado todavía. Ella era una niña impaciente. Le gustaba saber el final de un libro antes de leerlo o incluso el final de una película. Debí suponer que querría saber de lo que hablaba antes que lo hiciéramos. —Primero comeremos, luego vamos a hablar —le contesté, antes de tomar un bocado.
Franny miró las tortitas y cedió. No podía resistirse a su golosina favorita. Di un suspiro de alivio. Necesitaba tiempo para concentrarme y prepararme antes de decirle a mi hija que había conocido a su padre por primera vez ayer.
William
No había dormido en toda la noche. Cuando llegué a mi barco, lo primero que hice fue agarrar una botella de whisky y tome varios tragos largos, antes de estrellar mi puño en la pared. Luego lancé una silla y me rompí una pierna. Me recosté sobre una pared y acuné mi cabeza entre mis manos, mientras las furiosas emociones que se desataban dentro de mí me destruían.
Addy estaba viva. Teníamos una hija en común. Y había perdido todos estos años con las dos. Había matado a hombres y perdí cada pieza de mi puta alma a excepción de la que aún se aferraba al amor que sentía por esa chica. Una chica que ni siquiera estaba seguro de que me siguiera queriendo. ¿Quién coño podría culparla?
Había sido una mierda con ella. Había actuado como un cabrón cuando su hija -no, nuestra hija- estaba enferma, y ella había estado cuidando de ella, sola. ¡Maldito infierno! Mi hija. Ella había estado cuidando de mi hija, y me había hecho sentir como si eso fuera un problema. El nudo de malestar que sentía en el estómago me hizo retorcer mientras recordaba todas las conversaciones que había tenido con ella desde que había entrado de nuevo en mi vida.
Mirarla a los ojos la noche anterior había sido mi perdición. Tuve que salir corriendo de la casa. Necesitaba tomar cierta distancia. Estuve tan cerca de caer de rodillas y pedirle que me perdone. Creo que esa podría haber sido la mejor cosa que pudiera haber hecho. Pero estaba tan descontrolado emocionalmente que no estaba seguro de poder decir mucho más.
Saqué el teléfono de mi bolsillo de nuevo solo para mirar el simple texto que me había enviado, para poder ver su nombre en mi pantalla. Addy. Sentí una opresión en mi pecho, y tome una respiración profunda. Ella estaba aquí. Esto era real.
Había permanecido despierto tantas noches, imaginando cómo sería nuestra vida ahora, si yo hubiera estado allí para protegerla. Ella era mi única razón en la vida para luchar. Cada batalla que tuve que pelear, cada error que intenté corregir, había sido por ella.
¿Pero para qué? Ella se había distanciado de mí. Le había fallado. Había matado al chico que una vez conoció. Este era yo ahora. Era todo lo que había quedado de mí. Y nunca sería suficiente para ella. Ella se merecía mucho más.
Había salido en búsqueda de justicia para los demás, mientras que la única persona en el mundo que había amado y era importante para mí estaba luchando para sobrevivir.
No iba a ir a trabajar hasta que Addy llamara. No podía. Me quedaría de pie en mi barco, manteniendo el teléfono cerca de mí, a la espera de su siguiente texto, era todo lo que podía hacer.
***
Once años atrás...
Mis padres habían estado gritándose el uno al otro durante más de una hora. Sostenía a Addy en mis brazos mientras nos sentamos en su cama, escuchando en silencio. Ambos queríamos que mi papá hiciera algo, pero nunca lo hizo. Sin embargo, eso no nos impedía tener esperanzas.
Cuando la puerta de entrada se cerró, los sollozos de mi madre se hicieron más fuertes, y pensé que estaríamos en una pelea muy pronto, pero entonces ella dio un gritó, y la puerta se cerró de nuevo mientras se iba tras él. Nos quedamos solos. El silencio en la casa era tan pacífico como el que manteníamos en esta habitación.
—¿Crees que debería conducir? —susurró Addy, a pesar de que no había nadie en la casa que pudiera oírnos.
—No, pero no puedo detenerla —le contesté. Probablemente podría, pero eso significaba traerla aquí de vuelta y Addy se convertiría en su objetivo. No estaba dispuesto a hacer eso.
—Él no va a volver, ¿verdad? —preguntó ella, había miedo en su voz. Los dos sabíamos que si este caso iba a la corte, Addy se iría de nuestra casa y sería enviada a otro lugar. No dejaría que ellos la alejaran de mí. ¿Quién sabía en qué tipo de situación se encontraría en otro lado? Al menos aquí, ella me tenía a mí.
—No, pero no voy a dejar que nadie te lleve —le aseguré.
Ella se acercó más a mí y levantó la cabeza para presionar un beso en la línea de la mandíbula. —Te amo —dijo en voz baja.
—Yo también te amo. Siempre —le contesté. Y lo decía en serio. Me encantaría estar con ella para siempre.
—¿Lo prometes? —preguntó.
—Te lo juro por Dios.
Eso la hizo sonreír, me encantaba hacerla sonreír. —¿Dormirás aquí conmigo?
Mi respuesta era siempre la misma. —Sí, no quiero estar en ninguna otra parte.
Movió sus manos para agarrar mis brazos con fuerza. —Bésame, por favor.
Una vez más, otra petición que nunca podría rechazar.
Sus labios eran tan suaves que me daban ganas de tener cuidado, pero ella siempre se presionaba más fuerte contra mí, y profundizábamos nuestros besos, hasta que me olvidaba de tratarla como si fuera frágil. Sus manos se deslizaron por mi pecho, mientras agarraba puñados de mi camisa y arqueaba su cuerpo contra el mío. Cada una de sus curvas se apretaba contra mí. La redondez de sus pechos se burlaba de mí, porque no la había tocado allí todavía. Realmente no. Pero Dios, lo quería, y por la forma en que se frotaba contra mí, sabía que ella también lo quería. Ya estaba lista.
En la oscuridad de su habitación, iluminada sólo por la luz de la luna que entraba a través de la ventana, por encima de un pequeño tocador, nos resguardábamos en nuestro lugar seguro. El que habíamos creado para olvidar el mal que nos rodeaba. No pensábamos que nuestros deseos fueran algo malo. Habíamos visto el mal, y sabíamos que esto no lo era. La sensación era demasiado real. Nuestros corazones latían al unísono. Había estado con chicas antes, cuando estaba muy caliente. Y sabía la diferencia.
Poco a poco, deslicé una mano debajo de su camiseta, y se derrumbó, se recostó sobre su espalda y su respiración se volvió pesada, mientras movía mi mano hacia arriba sobre su sostén para ahuecar su pecho derecho. Ella se estremeció cuando mi pulgar rozo su pezón totalmente erecto que empujaba contra el algodón desgastado. Necesitaba más. Tirando hacia abajo el sostén, liberé sus senos y con mi otra mano, ahueque ambos, cubriéndolos por completo. Addy dejó escapar un pequeño gemido que hizo que mi polla reaccionara. Sus ojos se cerraron, y arqueó la espalda, dándome una mejor vista. Mi sangre bombeaba tan fuerte que podía escucharla mientras deslizaba su camiseta por su cabeza y la tiraba al suelo antes de quitar su sujetador.
Sus ojos se abrieron, y ella me miró con una mezcla de necesidad e incertidumbre.
—Eres hermosa —le dije, inclinándome para presionar un beso en sus labios.
Ella abrió su boca para mí fácilmente y envolvió sus brazos a mí alrededor. Sus pezones duros, ahora desnudos, presionaban contra mi pecho, y mi pene se movió otra vez. Deje un rastro de besos desde su mandíbula hasta su cuello y luego demoré un tiempo en su clavícula, antes de mover mis manos para cubrir cada pecho redondo, y cremoso, sus pezones eran de color rosa pálido, más perfectos que cualquier cosa que jamás hubiera visto, se me hacía difícil resistirme a ellos, ya que mi boca se movía cada vez más cerca, y capturé uno en mi boca.
Addy gritó mi nombre, y sus manos fueron hacia mi cabeza, se aferró a mi pelo mientras se retorcía debajo de mí. Esta noche me tendría que detener aquí, pero yo sabía que esto era sólo el comienzo. Había estado enamorado de Addy desde hace un tiempo, y ella me había dado una muestra de lo que podía dar. Nunca querría a nadie más que a ella. Esto estaba tan cerca del cielo como cualquier hombre podría estar.


Última edición por tamalevyrroni el Miér Ago 10, 2016 11:08 am, editado 1 vez
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Mensaje por Joanita Mar Ago 09, 2016 4:00 pm

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Mensaje por tamalevyrroni Miér Ago 10, 2016 11:13 am

Capítulo 11
[color=#8B008B]Addy[color]
Franny me miraba sin decir una palabra. Estaba preocupada, tal vez me había apresurado, no lo había pensado demasiado bien o quizás ella estaba molesta conmigo por haberle ocultado esto desde que llegamos.
—Así que... ¿él quiere reunirse conmigo, también? —preguntó finalmente, con los ojos abiertos bien grandes por el asombro. Esto era lo que ella había querido durante mucho tiempo. Tener que estar delante de ella para decírselo era abrumador. Dejé escapar el aliento que estaba conteniendo cuando me di cuenta de que su silencio no era porque estuviera enfadada, era porque le estaba dando algo que ella quería desesperadamente.
—Sí, claro que sí. Él no tenía idea de que tú existías. Hubo un malentendido que nos mantuvo alejados, y me ha tomado mucho tiempo poder encontrarlo. Pero estoy contenta de haberlo hecho. Quiere conocerte y ser parte de tu vida.
Ella arrugó la nariz. —¿De nuestra vida, querrás decir?
No... nuestra no. Sólo la de ella.
Lo supe por nuestra conversación de anoche, en realidad lo sabía desde que comencé a observarlo los últimos meses. Él no estaba interesado en conocerme. Y yo no iba a rogar por su atención. Las personas que una vez hemos sido ya no existían. Realmente no.
—Él quiere conocerte, cariño. Eres su hija. Nos amamos mucho una vez, y tú fuiste concebida a partir de ese amor. Pero hemos crecido y cambiado desde entonces. Ya no tenemos esos sentimientos.
Franny asintió como si entendiera, pero me di cuenta por la expresión en su cara que ella no lo hacía. De ningún modo. Cuando tienes nueve años, es difícil darle sentido a muchas cosas. Especialmente cosas que a su madre le costaba explicar.
—¿Vas a estar allí cuando lo vea?
—Sí —le aseguré, y se veía aliviada.
—Está bien. ¿Cuándo puedo verlo?
Sabía que esto pasaría. Una vez que ella se decidía por algo, lo quería en ese mismo momento.
—Él dijo que estaría listo cuando tú lo estés —le contesté.
Franny respiró hondo y asintió con la cabeza. —Estoy lista.
Esto era todo. Todos esos años de preguntas, y esto era todo. William sería alguien en la vida de su hija. Había querido que esto sucediera hace tiempo. Franny lo merecía.
—Bien —saqué mi teléfono y le envié un mensaje a William.
Ella está lista para verte.
Él ni siquiera tardo treinta segundos en responder.
¿Quieres que vaya allí, o sería más fácil para ella si nos vamos por un helado o algo?
Miré a Franny, que me observaba mordiéndose el labio inferior con nerviosismo.
Un helado sería bueno, creo.
Él respondió inmediatamente.
Nos vemos en el Sugar Shack cuando ella esté lista. Estaré esperando.
Esto sucedía tan rápido. Él sólo había visto a Franny ayer, y fue un accidente total. Ahora se iba a reunir ella y a convertirse oficialmente en una parte de su vida. Miré a mi hija. Había una posibilidad de que esto pudiera lastimarme, pero pasaría por cualquier dolor por ella. Si tan sólo pudiera recordar que William no era mi William. Ya no. Tenía la esperanza de que mi corazón pudiera darse cuenta de lo que mi cabeza ya sabía. Ya no podía querer a William de nuevo.
—Vamos a reunirnos con él en Sugar Shack por un helado —le dije con una sonrisa. Ella ya había estado en Sugar Shack una vez. Había sido su regalo cuando me dieron mi primer cheque de pago la vez que nos mudamos aquí. Era una heladería pintoresca llena de todos los dulces que puedas imaginar, en medio de la playa.
Ella aplaudió y dio un salto. —Voy a vestirme.
La vi correr hacia la habitación con la esperanza de estar haciendo lo correcto. Si esto la hacía tan feliz, también temía tener que estar allí para ella si le causaba algún dolor potencial. Pero tenía que seguir con mi decisión. Mi instinto me decía que no importara qué, William estaría allí para ella. Puede que tenga mal gusto en las mujeres, pero eso era algo que me gustaría discutir con él una vez que terminemos con esto. Franny tendría que ser la chica más importante en su vida a partir de ahora.
***
Hace once años…
Yo observaba desde la distancia como Delany coqueteaba con William. Debido a que posiblemente conseguiría que me echen de casa si un profesor llegara a notar que William y yo éramos una pareja, no actuábamos de manera diferente en la escuela. Yo quería sostener su mano en los pasillos, pero los dos sabíamos que si alguien le decía a sus padres, ellos me enviarían lejos. Seguramente a un hogar para niñas hasta que cumpliera los dieciocho años. Esos lugares tenían terribles reputaciones, nunca vería a William otra vez.
Lo más difícil era ver a las chicas coquetear con William. Él nunca volvió a ligar de nuevo, siempre se mantenía a distancia, pero aun así era difícil de ver. Me preguntaba si algún día comenzaría a odiarme por complicar tanto su vida. Yo no quería ser una carga para él, pero tampoco le era útil. Su madre se volvía loca cada vez que estaba cerca, así que él tenía que mantenerme lejos de ella. No era una novia normal, por lo que William no podía llevarme a las fiestas, lo que significaba que él tampoco asistía.
Delany tocó su pecho, y yo dejé de respirar, pero seguí mirando, deseando poder caminar lejos y confiar en él. Pero era más que solo confianza. Quería ver su rostro. Ver si él la quería, también. Era todo lo que tenía que hacer para tranquilizarme.
Esos labios que tanto amaba hicieron una mueca de desagrado mientras él retiraba su mano de su pecho y se alejaba retrocediendo. Estaba demasiado lejos de ellos para oírlos, pero él se veía molesto. La opresión que sentía en el pecho, que sabía eran celos, se desvaneció lentamente, así que comencé a retroceder para marcharme de allí cuando sus ojos se encontraron con los míos.
Estaba atrapada. Me hubiera gustado haberme alejado antes. A William no le gustaría pensar que lo espiaba. Eso era injusto, también. No me hacía falta observar todos sus movimientos. Las comisuras de sus labios se levantaron, y me sonrió, luego comenzó a caminar hacia mí. Podría correr ahora, así no tendría que enfrentarme a él, pero tendría que enfrentarlo más tarde, así que era lo mismo.
Delany lo llamó, pero él no volvió a ver hacia atrás. Su mirada de odio se clavó en mí, antes de que ella girara sobre sus talones y se alejara con rabia. No me importaba si pensaba que William estaba conmigo. Ella no podía hacernos daño.
—¿Disfrutas del espectáculo? —preguntó William con una sonrisa suavizando sus palabras.
Sentí como mis mejillas se calentaban y agaché la cabeza incapaz de mirarlo a los ojos. Yo era culpable, esto era embarazoso.
—Lo siento. Estaba caminando y te vi... —mi voz se apagó.
Su mano acarició mi cabello, ese era el único contacto que se atrevía a tener en la escuela además de hablar. —Eres mi chica, Addy. Lo sabes. No quiero a nadie más —su voz era un susurro ronco.
Mi interior se sentía caliente. Solamente él me hacía sentir de ese modo. Antes de él, no sabía que podía sentir como si un día de verano estuviera pulsando a través de cada miembro de mi cuerpo, con sol y limonada dulce.
—Lo sé. Yo solo...estaba...Lo siento —dije finalmente. No había nada más que pudiera decir. Él sabía que lo había visto. No iba a mentir.
William rio. —Creo que si tu chica está celosa, ella te quiere tanto como tú la quieres a ella. Si ella deja de ser celosa, es porque quiere a otra persona. Mejor me quedo con los celos. Es dulce.
Sonriendo, lo miré a los ojos. —Iba a decirte que no estaba celosa, pero si así es como tú lo ves, entonces yo estaba muy celosa —susurré para que nadie más pudiera oírme.
William me hizo un guiño. —Bueno. Ya que cualquier tipo que se pare a mirarte de cualquier manera me hace verlo todo rojo. Mejor vamos a clase.
Caminé junto a él de nuevo por el pasillo, con el pecho tan grande y lleno de amor que era un milagro que no explotara justo allí.
[color=#8B008B]William[color]
Me senté en un banco a las afueras del Sugar Shack, buscando el coche de Addy. Había llegado aquí diez minutos después que ella enviara un mensaje, sabiendo que podría ser una hora antes de que llegaran, pero no iba a permitir estuvieran primero en este lugar. Yo quería esto. También necesitaba para ver Addy de nuevo, porque había sido un desastre anoche. Casi no había sido capaz de hablar o dar sentido a nada; había estado tan distraído por ella, sentada frente a mí.
Después de romper mierda y dejar salir mi ira y frustración por lo jodidamente injusto que nuestras vidas se habían vuelto, estaba listo para ver a nuestra hija. Yo estaba dispuesto a verla como mía. Sabiendo que habíamos hecho una niña durante el tiempo más feliz de nuestras vidas, de alguna manera, aliviaba los malos recuerdos. Franny hizo todo lo que yo había hecho valiera la pena.
Sólo deseaba haber podido estar allí. La vida que Addy y yo habíamos imaginado, abrazados juntos en su cama, nunca sucedería, pero al menos tenía esto. Yo tenía una parte de ella que era mía. Compartimos algo. No, compartimos alguien. El producto del único amor que jamás había experimentado.
La idea de que Addy podría haber amado de nuevo se sentía como un cuchillo carnicero en el estómago. Hubo otras mujeres para mí, pero nunca había dado mi corazón a nadie más. ¿Y si lo había hecho? ¿Y si no había sido su único amor, sólo el primero? ¿Qué podría hacer yo frente a esa información? Joder, no. Tendría que romper más mierda, porque cuando se trataba de Addy, yo era irracional.
Me di cuenta de su coche en el momento en que giró en la calle pequeña, y me puse de pie para que ella me viera. Esto era. Iba a conocer a mi hija. También era mi oportunidad para mostrar Addy que yo no era un bastardo completamente frío.
El coche se detuvo en un estacionamiento a unos pocos metros de distancia, y todo lo que pude fue su pelo rubio, muy similar a la de su madre. Se destacaba, al igual que Addy siempre ha hecho. Addy se volvió y le dijo algo a ella. Franny asintió antes de que abrieran sus puertas y salieron.
La cara de Franny me miraba con una mezcla de esperanza, miedo y emoción. Ella era tan fácil de leer como lo era Addy. Comenzaba a pensar que no había heredado nada de mí, pero tener una hija que era la réplica exacta de Addy no era algo malo, o al menos, no sería hasta que ella tuviera la edad para tener citas. Entonces tendría que asegurarme de que los chicos supieran bien que manejaban con un arma de fuego.
El pensamiento me hizo fruncir el ceño, y Franny detuvo sus pasos. Me di cuenta de lo que estaba haciendo: di una idea diferente. Puse una sonrisa en mi rostro para no asustar a mi hija. Se relajó un poco y tomó la mano de su madre antes de caminar el resto del camino hacia mí.
Cambié mi mirada a Addy; tenía el pelo largo y rojo que acomodó a un lado en una cola de caballo baja por encima del hombro. Tenía los hombros al descubierto, y su piel blanca mostraba un puñado de pecas. Solía bromear con ella sobre ellos mientras besaba cada uno de ellos. Eso siempre la hacía reír.
El azul pálido de su camiseta sin mangas hacía juego con sus ojos, haciéndolos brillar aún más mientras me miraba. Hubo una ligera advertencia en ellos, pero también había confianza. Ella me estaba confiando entrar en la vida de Franny, pero pude ver que la madre protectora en ella. Una vez más, algo que nunca había tenido la oportunidad de conocer antes. Me encantó que se asegurara de que nuestra hija tuviera lo que siempre habíamos deseado. Desde ahora, me aseguraría de que Franny consiguiera eso de ambos padres.
—Hola, William —dijo Addy, con una pequeña sonrisa—. Franny probablemente tiene un montón de preguntas para ti. Espero que estés preparado para una niña curiosa. Pero vayamos por un poco de helado primero y acabamos de conocer unos a otros. Ir lento —ella tenía el control, y yo estaba bien con eso. Ella sabía lo que ponía cómoda a Franny. Incluso si quería mirar a Franny y preguntarle acerca de la escuela y su música favorita y el tipo de películas que le gustaban, aún no era el momento.
Asentí en acuerdo y traté de tranquilizarla con la mirada, porque no quería estropear esto. Quería mantener esa confianza que me había dado. También quería a Franny feliz.
Caminamos hacia dentro, y Franny miró a su madre. —¿De cuál pedirás?
—Menta con chispas de chocolate —respondí por Addy, recordando que ella siempre lo eligió si estaba disponible. Me colaba en la cartera de mi madre y llevaba a Addy por un helado después de la escuela cada vez que podía.
Los ojos de Addy se ampliaron y me miró antes de voltear hacia Franny. —Um, menta con chispas de chocolate —repitió.
Franny sonrió a los dos. —Ella siempre pide eso. No dejo de pensar que va a cambiar de opinión. Ella nunca lo hace —explicó Franny, mientras miraba por encima de los diferentes sabores.
—Y tú nunca pides el mismo sabor dos veces —dijo Addy, luego echó un vistazo rápido a mí—. Como alguien que conozco —susurró ella, sonriendo. Ella no sólo estaba haciéndome saber que recordaba que a mí me gustaba probar todos los sabores, sino que también me demostraba que nuestra hija tenía algunos de mis rasgos. Franny podría ser una mini Addy, pero tenía su propia personalidad. Yo ya podía confirmarlo.
—Quiero el de almendras con nuez. Tiene trozos de nueces, ¿ves? —dijo Franny, apuntando al helado.
—¿Prefieres de cono? —le pregunté.
Giró su rostro emotivo hacía mí. —Me gustan los conos hechos de waffles.
Ya sabía lo que le gustaba a Franny. Miré hacia el joven que esperaba para tomar nuestras órdenes. —Dos bolas de almendra con nuez en cono de waffle, dos bolas de menta con chispas de chocolate en cono de azúcar y una bola de cada uno en un cono de waffle.
—Mami jamás pide de doble sabor —advirtió Franny, sus ojos grandes cuando miró a su madre.
—Está bien. Hoy podemos —aseguró Addy.
Sentí la mirada de Addy en mí. Y busqué sus ojos.
—A ti no te gusta la menta con chispas —dijo, remarcando lo obvio.
Eso había sido cierto en un momento dado, pero en los últimos diez años, el helado de menta era lo único que había pedido. Sin embargo, no se lo dije. En cambio, me encogí de hombros. —Soy atrevido.
Ella sonrió y negó con la cabeza, antes de alcanzar el cono lleno de crema de almendras que el chico entregó sobre el mostrador. —Aquí tienes, cariño. Vamos a encontrar un buen lugar en la sombra para comer esto.
Franny se apuró hacia la puerta mientras lamía su helado y Addy me miró. —Yo pagaré por nosotros.
Como el infierno que ella lo haría. —Yo me encargo —dije, luego tomé su cono de las manos del chico—. Ve con Franny. Ayúdala a encontrar un sitio.
Addy me estudió un momento, asintió ligeramente e hizo lo que le pedí.
Capítulo 12
[color=#8B0000]Addy[color]
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Mensaje por Joanita Jue Ago 11, 2016 8:23 am

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Mensaje por tamalevyrroni Jue Ago 11, 2016 12:27 pm

Él era diferente. Este no era el hombre que yo había conocido hace un mes. No era tan duro y distante. El hecho de que recordara mi sabor de helado favorito me derritió un poco. Tuve, por un breve momento, a William otra vez. Sin embargo, no albergaba ninguna esperanza. Pero me alegraba que Franny conociera a este hombre.  
—Él es muy alto —dijo Franny en tono bajo—. Parece fuerte.
Alto y fuerte. Eso era lo que ella pensaba hasta ahora. Sonreí cuando nos sentábamos en una mesa redonda con una gran sombrilla bloqueando el sol.  
—Él también nos compró el helado. Eso es amable.
Acordé con un asentimiento. —Es un buen hombre —yo lo sabía, muy en el fondo.  
Franny sonrió divertida y lamió de su helado.
—Buen sitio —dijo William, cuando empujaba una silla a un lado de Franny y frente a mí—. ¿Es rico el sabor? —preguntó mirando a Franny.
Ella limpió su boca con el dorso de su mano mientras asentía. —Me encanta aquí. Venimos una vez cuando recién nos mudamos. Pero era muy costoso así que no regresamos.
Quise arrastrarme bajo la mesa y esconderme, pero no tenía de qué avergonzarme. Franny no era una niña privada de cosas. Tenía una buena vida, y yo se la había dado. Mantuve mi cabeza derecha, como si lo que ella acababa de decir no era para nada vergonzoso.  
—Venir por helado todo el tiempo te quita la emoción. Te aburres. Debes venir de vez en cuando —comentó William. Pude sentir su mirada en mí, y cambié mi vista desde mi helado de cono. Él me dio una pequeña sonrisa y disfrutó de su helado.
—Mamá dijo que tú solías llevarla a comer siempre. ¿Eso te aburrió? —preguntó Franny con completa honestidad.  
Durante años, cualquier cosa que ella preguntaba sobre su padre, me pedía que le revelara algo. Ella recordaba cada una de las historias. Observé mi helado. Tuve la esperanza que él entendiera que no llené la cabeza de Franny con cosas, esperando que algo sucedería entre nosotros; simplemente le di algunas piezas de él.  
—Sí, lo hice, y tienes un punto. Nunca me aburrió —respondió William.
—No lo creo. Esto sabe muy bien. Nos dan helado para el almuerzo en la escuela los miércoles. Pero no sabe de esta manera, sólo tienen vainilla o chocolate.  
—¿Sólo esos? —William la escuchaba intensamente, y ella se comía toda su atención.
—Luego los viernes, nos ofrecen magdalenas para celebrar todos los cumpleaños de la semana, y a veces, son de frutos rojos. Son mis favoritos. Excepto para mi amiga Anna, que le gustan más los de chocolate, así que su semana favorita no es la misma que la mía y… —Franny tenía toda la atención de su padre, y ella hablaba mucho. Me recliné en el asiento y disfruté de mi helado, mientras nuestra hija le decía a William todo lo que él quería saber de la vida de ella. Apenas se detenía por aire. El único momento de descanso fue cuando regresaba a su postre, e incluso ahí, él apenas tenía la oportunidad de tomar un respiro antes de que ella volviera hablar.
Me quedé viendo el océano, pero de vez en cuando, observaba a William y cómo estaba manejando una conversación con una niña de nueve años. Cada vez, él la miraba fascinado. Como ni nada de lo que ella dijera pudiera aburrirlo. Él asintió con la cabeza y decía cosas acertadas en los momentos correctos. Esto ponía a Franny más ansiosa. Tuve el presentimiento de que ella hablará de esto todos los días.  
La forma en que él interactuaba con ella me hizo entender que estaba equivocada de ocultar la verdad; no decirle que tenía una hija. Esconderla de él había sido mi manera de protegerla, pero ¿realmente pensé que ese corazón que una vez conocí podría ser tan diferente después de diez años? Incluso si él había cambiado y endurecido su corazón, su bondad e instinto protector seguían allí. Sabía que Franny se acababa de convertir en una de las niñas más suertudas en todo el mundo.  
Porque cuando William Joshua Kipling decide que eras valiosa de proteger, él lo hacía con todo lo que tenía la alcance.
***
Hace diez años…
Ella estaba gritando y podíamos oírla desde afuera. William se detuvo en la puerta principal y puso su mano frente a mí, haciéndome retroceder. —Ve a nuestro sitio en el estanque. Yo lidiaré con ella y luego te veré allá.
Si yo no aparecía en la casa, ella estaría furiosa. Él lo sabía. La semana pasada, ella lo había atacado lanzándole un vaso de cristal a su cabeza cuando él me mandó a mi habitación y pidió que cerrara con llave. No iba a dejarle que ella hiciera eso otra vez. Gracias a Dios que él pudo esquivar el golpe.  
—No. Voy a entrar. Ella me ha amenazado por semanas en mandarme lejos. No quiero darle una razón —sabía que usar mi miedo de abandonarlo sería una manera de convencerlo.
—No dejaré que lo haga.
—William, tú no puedes detenerla.
—Ella no podrá enviarte de regreso, porque sabe que la demandaré. Llamaré a servicios sociales. Yo también me iré. Lo sabe. No dejaré que te alejen de mí —la determinación en su voz me hizo sentir segura, aun cuando yo estaba parada afuera de la casa con una mala mujer rugiendo dentro.  
—Ella está al teléfono con papá —dijo, alcanzando mi mano para darle un apretón—. Ve al estanque por mí.
Negué. —No. No te dejaré aquí.
William suspiró, luego dio la vuelta para enfrentarme y posicionó ambas manos en mis hombros. Me pasaba por unos cuantos centímetros más. —Addy, por favor. Yo puedo manejarla y calmarla. Pero si ella te lastima, yo la dañaré. No quiero hacerlo. Ella necesita ayuda. Necesito entrar allí sabiendo que tú estás a salvo.
Me quedé viéndole, deseando que no tuviera razón. —Odio tener que dejar que lidies con ella. Odio ser el motivo.
Me atrajo hasta él y acercó su boca a mi oído. —Tú eres mi razón para todo — luego besó mi mejilla y se enderezó.
En el medio de este momento insano, las mariposas en mi estómago enloquecieron. Pero, él siempre producía ese efecto en mí. —No puedo recordar cómo era mi vida antes de ti —le dije honestamente— y no quiero hacerlo.  
Sonrió. —Recuerdo cómo era la mía, y no quiero vivir sin ti otra vez.
William
Después de  nuestra cita de helado, Addy acordó traer a Franny a cenar en tres días más, en su noche libre. Yo estaba tratando de darles tiempo para adaptarse a tenerme en su vida, pero aseguro como el infierno que no quería esperar. Ver a Franny charlar era fascinante. Era una bola de energía, y me sentí como si tuviera una vida con ella para compensar.
El papeleo en mi escritorio me esperaba, pero mi cabeza no estaba en el trabajo. Estaba en las dos chicas en mi vida. Las dos que siempre amaría.
Un golpe interrumpió mis pensamientos. —Adelante —llamé.  
Brad abrió la puerta y dio un paso dentro. Yo había dejado un mensaje para él pidiendo que viniera a verme. Tenía algo que necesitábamos discutir, y la cocina no era el lugar para hacerlo.
—Hey, ¿necesitabas verme? —preguntó, mirando como si recién hubiera salido de la cama.
—¿Larga noche? —pregunté, esperando que dijera que sí. Quería su atención lejos de Addy.
Asintió. —Sí, me quedé despierto pensando en una nueva idea para el menú. Me tomó tres intentos, pero creo que lo logré. Lo prepararé hoy y dejaré que lo pruebes —el chico estaba obsesionado con la comida, pero eso era lo que le hacía ser el mejor.  
—Hazlo —respondí—. Cierra la puerta y toma asiento.
Hoy, el nuevo gerente venía al restaurante, y me daría más tiempo para estar con Franny, y su madre. Debido a que tenía la intención de pasar tiempo con Addy. Incluso si ella parecía insegura acerca de mí.
—Brad, ¿cuál es tu relación con Ad…, quiero decir Maite? —me corregí rápidamente. Llamarla Maite era difícil ahora. Recordarlo en el trabajo sería difícil. Explicar un cambio de nombre a todo el mundo no sería fácil.
Brad frunció el ceño y se removió en su asiento. —Nada aún. Es decir, yo creo que somos amigos. Me gusta pasar tiempo con ella. ¿Es que está contra la política de trabajo? Asumí desde que saliste con Elle, que estaba bien.
Pasó de estar nervioso a la defensiva. —No, no está en contra, pero voy a pedir que retrocedas con Maite.
Su ceño se profundizó. —¿Por qué?
Debido a que ella era mi Addy, y yo no lo quería jodidamente cerca de ella, haciéndola reír. —Porque tienes una cocina de primera clase que lucir. Coquetear con los empleados no es algo para gastar el tiempo. Maite tiene una hija. Ella tiene que centrarse en eso cuando  no está aquí. Así que, retrocede.
Brad me quedó mirando un momento, luego se puso de pie. —No estoy seguro de cómo, yo siendo su amigo y verla después del turno, afecta todo de eso. Ella es la mejor empleada que tenemos, y lo sabes. Ella no deja que nada afecte.
Él necesitaba dar marcha atrás. Mis manos se cerraron con fuerza mientras me fulminó con la mirada. —No me presiones —dije, bajando la voz para encontrarme con su desafío.  
—¿Te gusta ella? ¿De eso se trata? Porque la última vez que me fijé, ella no es tu tipo. Prefieres las Elle del mundo. Y Maite no es como Elle. Ni un poco.
Estoy de acuerdo con él por completo. —Estoy cuidándola. Eso es todo. Puedes irte ahora —no quería dejar ningún espacio para más argumentos.
Parecía como si quisiera decir algo más, pero no lo hizo. Yo sabía cómo él me veía ahora. Él no iba a decir nada, a causa de la advertencia en mi mirada. Con una expresión de frustración, se volteó y salió de mi oficina.
Eso había ido como esperaba, pero tenía que hacerlo. Brad era el mejor cocinero por aquí, y no me gustaría despedirlo porque no podía mantenerse alejado de Addy.
***
Me perdí las próximas horas en el papeleo y las llamadas telefónicas. Cuando Jamieson Tynes finalmente apareció, yo estaba molesto y aliviado. Arthur había dicho que estaría llegando hoy y yo lo necesitaba aquí, ahora más que nunca. Él sería mi manera de crear tiempo libre que necesitaba para mi hija.  
Dejar la playa de Maitemary ya no era el plan. Yo había llegado a un acuerdo con eso inmediatamente. Tiempo con Franny y Addy era mi prioridad. Quería presentarlas a mi hermana e integrarlas a mi mundo. Pero primero, Addy me necesitaba más. Ella no era la misma chica confiada que me buscaba para cualquier cosa.
Mi dolía el pecho ante la idea. La quería de vuelta. Deseaba que me mirara como si supiera que yo mejoraría todo. Sabía que ella era fuerte. Dios, ella ya lo había demostrado de la forma en que había sobrevivido y crio a nuestra hija. Ella era mucho más fuerte de lo que pensaba.
Pero yo no quería que ella tuviera que ser tan jodidamente fuerte. Quería estar allí para darle alguien en quien apoyarse. Para compartir la vida. Mis sentimientos por ella nunca habían cambiado. Incluso cuando pensaba que estaba muerta, me había controlado. Ella era la única razón por la que me aferraba a una pequeña porción de alma que me quedaba. Quería mantener una parte de mí para ella. Incluso si ella no estaba aquí.
—¿Eres William? —preguntó Jamieson, y me di cuenta que me había perdido en los pensamientos sobre Addy.
Me puse de pie y le tendí la mano. —Si ese soy yo. Asumo que tú eres Jamieson.
Respondió mi gesto y asintió. —Siento llegar tarde. Mi vuelo de Dallas se retrasó.
Así que, él estaba aquí. —No te preocupes. Tenía cosas que necesitaba arreglar esta mañana. Voy a pasar el resto del día enseñándote el lugar y presentarte a los empleados.
Jamieson era más joven que yo, pero tenía ese aspecto fresco recién salido de la escuela de negocios con sus pantalones y camisa Oxford. Yo sabía que se fijaba en mis vaqueros desteñidos y camiseta negra. Claro, yo siempre me cambiaba de ropa antes que comenzara el servicio de cena, pero durante el día, estaba cómodo. Él también tendría que relajarse.
—Estupendo. Estoy muy entusiasmado con esta oportunidad.
Me abstuve de rodar mis ojos. Él era un niño. Perdería ese entusiasmo muy pronto. Estaba a punto de entrar en el mundo real.
Pasé junto a él y abrí la puerta. —Vamos a empezar en la cocina, y te mostraré alrededor de la parte de atrás de las cosas. Te presentaré al personal de cocina. Nos encontraremos con los servidores cuando llegan a una hora.  
Jamieson sacó un iPad Mini de su maletín. ¿Qué demonios estaba haciendo? — ¿Puedo dejar mi bolsa aquí? —preguntó.
Solo asentí, todavía tratando de averiguar para qué necesitaba el iPad.
—Estupendo. Estoy listo para tomar notas —explicó, sosteniendo el aparato.
Esto iba a ser interesante.
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The Best Goodbye Webnovela LevyRroni(+18) - Página 2 Empty Re: The Best Goodbye Webnovela LevyRroni(+18)

Mensaje por tamalevyrroni Jue Ago 11, 2016 12:31 pm

Capítulo 13
Addy
Franny me había rogado para acompañarme al trabajo esta noche. Ella quería estar con William. No entendía que él estaba ocupado toda la tarde, y no podía atenderla. Pero desde el momento que regresamos al auto luego de ir por un helado, ella no había dejado de hablar de su padre. Ya no lo llamaba William. Se refería a él como su papá cuando me comentaba sobre él. Supe que a ella le gustaba como sonaba eso, pero me preocupaba que estuviera apresurando las cosas.
Ambos necesitaban ir más lento.
O tal vez yo necesitaba que fueran más lento. Quizás era yo quien necesitaba espacio y tiempo para ajustarme. Franny había sido mía por tanto tiempo. Compartirla de esta forma –sus emociones, su amor– era difícil. No me lo esperaba. Quería que ella tuviera todo. La observé conocer a su padre. Simplemente no deseaba que sintiera que yo no era suficiente. Esa era mi inseguridad, y lo sabía.
—Reunión en el comedor. El administrador que William está entrenando anda por aquí. Escuché que es joven y super caliente —me informó Patricia cuando dejé mi bolso en la sala de empleados.
—Está bien —respondí.
Estaba consciente de que William no planeaba quedarse. Todos lo sabían. No lo ocultaba a nadie. Pero yo esperaba que no se marchara de la ciudad. No tan pronto. No ahora que había traído a Franny a su vida.
—Comedor, ahora. Todos —llamó Elle con un tono autoritario cuando entró a la habitación. Encontró mi mirada, luego dio la vuelta y se marchó.
—¿Quién quiere apostar que follará con el chico nuevo antes de que termine la semana? —susurró Daniel, uno de los empleados que no conocía bien. Los demás rieron en silencio, tratando de esconder su alegría.
Realmente esperaba que lo hiciera, pero eso era egoísta. No necesitaba pensar en
eso.
—No estás usando tus anteojos —dijo Natalie Orchard, sonriéndome—. Sabía que había algo diferente en ti. Me gustan tus lentes de contactos. Tus ojos son asesinamente asombrosos.
Ahora no había razón para usar anteojos falsos. No expliqué que no necesitaba de contactos. En su lugar, sólo le agradecí y seguí a todos hasta el comedor.
Era incapaz de controlarme para escanear la habitación en busca de William, y mis ojos aterrizaron en él, luego los aparté. No quería que me pillara observándolo. Seguía confundida de mis sentimientos por él. Cuando él estaba con Franny, vi a William en su expresión. La dureza se había derretido, y la sonrisa que solía usar para alejar todas las cosas malas en mi vida, tocaría sus labios, y yo sentiría una emoción que no pretendía experimentar. No estaba lista para sentir. Tenía miedo.
—Él es delicioso —susurró una empleada.
—Es todo un universitario sexy —dijo otra voz detrás de mí.
—Maldición. Él es hetero. Puedo decírtelo desde acá —murmuró Kyle. Eso me hizo sonreír. Kyle ha codiciado a William desde el primer día. Él había sido sincero en cuan atractivo encontraba a William y cuanto lo hacía sudar y ponerse caliente. Eso era más de lo quería escuchar.
—No, definitivamente le gustan las chicas. Ya está interesado en Elle —refunfuñó
Natalie.
—Porque ella está ligando con él —respondió Daniel—. Está tratando de darle celos a William o marcar su territorio.
—William ni siquiera le pone atención. Él está mirando hacia acá —susurró Kyle. Volteó para mirarme y luego a William—. O está mirando a Maite. Te ves malditamente bien sin anteojos.
Le sonreí a Kyle. —Gracias.
Dirigió su vista de regreso al cuarto y asintió. —Sip. Él está mirando a Maite.
No quise mirar, pero estaba curiosa. Lentamente, miré hacia él, y sus ojos estuvieron en mí de inmediato. Estaba observándome. Una pequeña sonrisa tiró de las esquinas de su boca, y no pude evitar sonreírle de vuelta.
—Esa mierda es caliente —Kyle arrastró las palabras y desvié la mirada hacia mis pies. Kyle soltó una risa y Natalie dejó salir un silbido bajo—. Oh, oh. Alguien capturó la atención del chico malo. Él es misterioso y caliente al mismo tiempo.
Lo ignoré. Ellos no conocían a William. No sabían el chico que fue o de su vida. Pero yo no sabía por lo que él había pasado en estos diez años. Tal vez, la vibra peligrosa que todos sentían era real. Una imagen de él riendo con Franny sobre alguna historia que ella contaba volvió a mí, y alejé el pensamiento. Él no era peligroso. Ellos creían que era muy misterioso, con su cabello amarrado y las facciones duras en su rostro. Pero a mi me gustaba así. Y mucho. Me hacían pensar en cosas. Cosas que no pensaba en mucho tiempo.
—Alguien tiene la cara sonrojada. ¿De qué me perdí? —preguntó Hillary mientras se posicionada a mi lado.
—Oh, sólo el jefe, devorando a Maite con la mirada —agregó Kyle.
—¿Cómo sabes que no está mirándome a mí? —cuestionó Hillary.
—Porque acabas de llegar, y él ha estado haciéndolo desde que Maite entró a la habitación —respondió Natalie, claramente disfrutando del momento. Había una fricción entre ellas que no noté antes.
—Bueno, las cosas tienen que ordenarse. Él es mío ahora. Elle está avanzando con el chico nuevo, y quiero ese culo de chico malo conmigo. Él luce como alguien a quien puedo entretener por cinco minutos —dijo Hillary, luego hizo su camino con un meneo de sus caderas, directo hasta William.
—Es una perra —murmuró Natalie en un tono de disgusto.
—La mayoría de las mujeres lo son —tercia Kyle—. Incluido yo.
Quise continuar mirando el suelo o la ventana. A cualquier lado pero mi mirada era determinada. Tenía que mirar y no estaba segura del por qué. ¿Y qué si él coquetea con alguien? Él era el padre mi hija. Era mi pasado. No tenía derecho en él. Pero cuando ella se inclinó para susurrarle al oído y capturó su atención, mi corazón se quebró un poco. No pude evitarlo. Las viejos hábitos nunca mueren.
—Dios, espero que sea más inteligente que eso —murmuró Natalie.
—Oh, él la follará. Es del tipo que hace folladas fáciles. Simplemente no se comprometen. Esa es la parte sexy del chico malo que a todos nos enloquece —dijo Kyle.
—Es una vergüenza —susurró Natalie, sonando tan decepcionada como yo me
sentía.
William bajó su cabeza al nivel de Hillary y le respondió, mientras ella mantenía una sonrisa de complacida y coqueta en su rostro. ¿Qué estaban haciendo? ¿Haciendo planes para más tarde? Mis entrañas se revolvieron, y lo odié la sensación. Lo odié tanto.
—¿Estas saliendo con Brad? —preguntó Daniel. Lo miré y esperé que la confusión interna que experimentaba no se notara en mi cara.
—No, no realmente. Sólo somos amigos —le corregí. Brad coqueteaba, pero no hacía más que eso. No me llamaba ni mandaba mensajes. Nosotros hablábamos en el trabajo, y era un buen chico, pero yo no quería más de él. Me agradaba la amistad que compartíamos.
—Ah, él te mira mucho, así que deduje que había algo más —explicó Daniel.
No dije nada. Era inconsciente de que Brad me observaba mucho. Raramente miraba en su dirección, al menos cuando hablábamos.
William aclaró su garganta para obtener la atención en la habitación. —De acuerdo, todos. Estamos todos aquí, así que es momento de presentarles a su siguiente administrador. Jamieson Tynes ha sido enviado por Arthur Stout para encargarse en las siguientes semanas. Mientras él esté aquí, son libres de solucionar dudas. Yo comenzaré a ausentarme algunas noches y dejaré que Jamieson se encargue, así que las decisiones y las órdenes vendrán de él. Jamieson, dejaré que sigas tú. Este es tu personal de servicio. Ve a conocerlos.
Miré a Jamieson, preguntándome si esta gente se lo comería vivo. Parecía muy joven e ingenuo.
—Oh, mierda, ahí viene —susurró Kyle. Levanté la mirada y vi al grupo separarse como el Mar Rojo.
William
—Se ve tan determinado. Sexy —Kyle hizo un extraño sonido de placer.
Esta vez, no pude apartar la mirada. Observé con ojos muy abiertos a William viniendo por mí. Había un brillo en sus ojos que me emocionó, pero no estaba segura de qué se trataba.
—Maite, ven conmigo —dijo él, suficientemente alto para que los otros escucharan, aun cuando era una suave demanda.
Simplemente asentí y lo seguí hasta su oficina. Tenía miedo de mriar a cualquier persona, pero pude sentir sus ojos pegados a mí. Esperando ver lo que pasaría.
Lo seguí obedientemente, porque siendo sincera, no estaba segura si alguna vez, alguien le había dicho no a este hombre. ¿Cuándo él había logrado obtener tanto poder con sólo una mirada y un par de palabras?
Cuando la puerta de su oficina se abrió, entré justo detrás de él, preguntándome que había hecho mal. Él tenía un humor extraño, y yo no tenía idea por qué yo estaba relacionada. Cuando di un paso dentro, él cerró la puerta, y me sobresalté ante el sonido del click.
—No me miraste —dijo con voz dura.
Si lo había mirada. ¿Acaso no lo notó? Nos observábamos el uno al otro antes de que Hillary llegara al comedor. —No sé a qué te refieres. —No, estabas mirándome, y luego ya no lo hiciste más.
¿Cómo era que el oxígeno de la habitación se sintiera tan pesado? Intenté de respirar profundo. —Desvié la mirada cuando tú lo hiciste —dije en un susurro.
William dio un paso hacia mí, y el resto del oxígeno se evaporó. Necesitaba afirmarme de algo. Este no era un humor que había visto antes en él. No tenía idea de cómo manejarlo. —No la quiero. Ella se ofreció. La rechacé. Pero no me miraste —dijo, su voz tan profunda y ronca que no pude controlar mi pecho de bajar y subir con cada breve respiración.
—Oh —ahogué, observando la tormenta en sus ojos. El verde se había tornado en pardo, y la dura línea de su boca se transformó en otra cosa… seductiva. Mis piernas se sintieron débiles.
—Sí. Oh —repitió—. ¿Por qué no me miraste?
Porque no me gustaba eso. No tenía ninguna razón para sentirme así, pero lo hacía de todos modos. —No lo sé —mentí.
La fuerte recuperación de las esquinas de su boca me dijeron que él no me creía. Pero el lleno de sus labios era fascinante. Podía mirarlos de cerca todo el día y jamás me aburriría. ¿Siempre habían sido así? ¿O yo fui muy joven para apreciar la belleza de su boca?
—Addy —su voz se volvió aún más profunda y temblé ante el sonido de mi nombre saliendo de esos labios. Él murmuró una maldición que me distrajo de la vista de sus labios.
Mirar sus ojos no era más fácil. Estaban oscuros ahora, sus pupilas grandes con la intensidad de su mirada. —No me mientas. ¿Por qué no me miraste?
Pestañeé, tratando de romper el hechizo en el cuál me había sometido, pero no ayudó. Iba a tener que sujetarme de sus brazos para mantenerme equilibrada si él seguía con esto. Eso, o encontrar una silla. —Tú dejaste de hacerlo.
Me obligué a dar un paso hacia atrás, esperando para tomar un poco de distancia, pero William se movió conmigo cuando dio un paso hacia adelante. Sentí como si estuviera siendo enjaulada, y por mucho que eso debió aterrorizarme, no lo hizo. Mi cabeza sabía que este era William. No podía estar asustada de él. Teníamos mucho entre nosotros.
—Por un momento. Tenía que aclarar las cosas con la chica. Mis ojos fueron donde justamente los quería, pero —hizo una pausa y su mano se movió para cepillar sus nudillos por mi brazo tan suave como un susurro— no me miraste de vuelta. No pude concentrarme. Ni siquiera estoy segura de qué le he dicho al personal. Sólo quería tus ojos en mí. No me gustó verte observar el suelo. Deseaba que me vieras.
Oh mi. Está bien. Este no era el hombre que solía conocer. No era el de la heladería. ¿Quién infiernos era este? ¿Y por qué hacía que mi corazón latiera tan rápido que corría peligro de romper una costilla en cualquier segundo? —No esperaba esto —dije, finalmente capaz de decir algo que tuviera sentido, que demostrara lo que estaba sintiendo.
Su mirada viajó a mi boca y mis rodillas se debilitaron ligeramente. Él lucía hambriento. Como si quisiera probarme. No, como si deseara que yo fuera su última cena.
Sus manos grandes agarraron mi cintura. Su toque era eléctrico; pude sentir el calor en mi piel, incluso a través de la ropa. Podría ser que estuviera desnuda.
—Cuando te vi por primera vez, como Maite, fui incapaz de apartar la mirada. Nadie me había capturado así. No desde… tú. No me agradaba mirarte porque te movías como mi Addy. Te reías como mi Addy. Eras pequeña y femenina, tan parecida a mi Addy, y yo no quería nadie a mi alrededor que me recordara lo que había perdido. Me mantuve alejado de cualquiera que te pareciera en lo más mínimo. Pero tú eras difícil de ignorar. Te observaba más de lo que debí. Odié que estuvieras llamando algo en mi interior que había reservado para una persona. ¿Y luego descubrí que tú eras esa persona? Estabas aquí, y está jodiendo con mi cabeza, Addy.
Esto era honestidad. El tipo de honestidad emocional que jamás esperé. Yo había sabido quien era él todo el tiempo; estuvo en la oscuridad, sin embargo, él me había sentido. Era por mí de quien se había sentido atraído, no importó cómo me había presentado.
—Estaba Elle —dije simplemente, recordando tanto a él como a mí. Puede que me haya sentido, pero era Elle quien estaba doblada en su escritorio, en esta oficina.
Sus ojos se nublaron con arrepentimiento. —Ella era una distracción. Todas fueron una distracción. Fueron cientos –no voy a mentirte. Pero no me importaba ninguna de ellas. Nunca las dejé que me tuvieran de la forma que tú lo hiciste. Nadie tocó mi alma, Addy. Sólo tú.
Mi piel odió esas palabras. Yo no había dormido con nadie más desde él. Pasaron diez años, y es difícil de creer, pero nunca quise estar con alguien más. Y hasta que me enamorara otra vez, no iba a darle esa parte de mí a otro. Tener intimidad con alguien los traía a mi vida, y también a la vida de Franny. Nadie había sido lo suficientemente bueno.
—¿Cientos? —repetí. Deseé que eso no doliera. Pero él había pensado que yo estaba muerta. ¿Podría escucharlo decir que enamorarse de una o dos mujeres era fácil? No. Eso podría matarme.
—Nunca me importaron. Nunca veía sus caras. A ninguna. No podía ver a nadie más que a ti —repitió cuando movió su mano para acunar un lado de mi cara.
Él necesitaba saber. No estaba lista para eso. —No he estado con nadie más… sólo
contigo.
Su mano se apretó contra mi cintura, y su cuerpo se tensó. Por un segundo, cerró los ojos y dejó salir un sonoro suspiro y supe que estaba aliviado. Sus ojos estuvieron en mí otra vez, y sus pupilas estaban completamente dilatadas. —¿Nadie? —dijo, como si estuviera aferrándose a esas dos palabras para sobrevivir.
—Nadie —repetí, porque parecía necesitar escucharlo.
—Joder —susurró, y luego ya no estaba a mi lado.
Tropecé hacia atrás, agarrando la parte trasera de la silla para mantenerme estable. William se dio vuelta y caminó hasta su escritorio. Posicionó ambas manos en la parte de arriba y dejó caer su cabeza mientras se quedaba parado ahí, luciendo como si se encontrara en una batalla interna.
No dije nada. Había pensado que él quería saber. Pero su reacción fue confusa. Finalmente fui capaz de recuperar la respiración; él estaba lo suficientemente lejos que su energía y presencia no consumía todo el aire a mi alrededor.
Mi mente comenzaba a despejarse, y el hechizo que él me había lanzado empezaba a desvanecerse mientras batallaba consigo mismo.
—No soy el mismo. Soy sombrío, Addy. He hecho cosas que me han roto. El chico que te adoró y trató con cuidado ya no está. Ya no lo conozco. Él no es yo. Soy… intenso. Incluso contigo, especialmente contigo, me he perdido, y… —negó, se enderezó y volteó—. Lo que deseo, lo que me gusta, no es algo que tú conozcas. No puedo avanzar allí contigo.
¿Hablábamos de sexo? Me perdí. —¿Por qué? —pregunté, esperando que explicara más.
Esa mirada. Una mirada que yo no había visto en tanto tiempo me golpeó con fuerza. Era la mirada que yo deseaba. —Eres demasiado especial, tan jodidamente preciosa, para lo que yo me he convertido.
No me gustó esta respuesta. Tampoco le creí. Hace algunos momentos, él estaba mirándome como si no quisiera nada más que tenerme. —¿Qué si yo quiero en lo que te has convertido? ¿Qué si el hombre que veo me gusta? ¿Acaso no tengo elección? —me di cuenta que sentía cada palabra. Yo deseaba al hombre que era ahora. Era diferente, pero yo también. ¿Acaso él no lo veía? Yo era fuerte y con carácter, y pude sobrevivir. Justo como él. Eso no lo hacía menos atractivo. Yo era una mujer ahora y necesitaba un hombre. No el chico de los recuerdos.
—No lo entiendes, y no puedo decírtelo. Si lo hiciera, dejarías la ciudad y nunca regresarías. No puedo dejar que eso pase. Quiero demostrarte que puedo ser el padre que Franny merece. No te decepcionaré.
Pero él no quería ser nada para mí. Me quedé sin habla, pero él era sincero. La realidad se deslizó dentro de mí de una manera que jamás lo superaré, pero yo era fuerte. Era una sobreviviente, y no rogaría a nadie para quererme. Ya lo había hecho cuando era niña una vez, y mi madre me dejó de todos modos. Nunca más. Ni siquiera por William Joshua Kipling.
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The Best Goodbye Webnovela LevyRroni(+18) - Página 2 Empty Re: The Best Goodbye Webnovela LevyRroni(+18)

Mensaje por tamalevyrroni Jue Ago 11, 2016 12:34 pm

William
Mi estado de ánimo se había ido al infierno. Había gruñido respuestas a cualquiera lo suficientemente valiente para preguntar y Jamieson estaba molestando la mierda fuera de mí, con su traje y su iPad Mini. Esta noche no podría terminar tan pronto. Mantenerse ocupado era todo lo que me permitió estar alejado de Addy y observar cada movimiento que hacía.
Cuando ella salió de mi oficina sin decir una palabra, supe que había estado muy cerca de atraerla hacia mí. Podría haberla besado. Ella lo habría permitido. Cuando se inclinó hacia mí y su cuerpo había respondido a mis manos, me sentí como el rey del mundo. Entonces me dijo lo que ya me había temido. La inocencia que brillaba a través de sus ojos no era un acto.
Si bien había cambiado con los años, asegurándome de destruir mis emociones para matar el dolor, Addy había permanecido esencialmente la misma. Se había vuelto dura, y había aprendido a sobrevivir, pero eso sólo la hacía más especial. ¿Cómo iba a tocarla? ¿Cómo era incluso que yo fuera digno de estar cerca de ella? Joder, si ella supiera lo que quería hacerle, estaría aterrada. Todo lo que ella había tenido era un chico que estaba tan enamorado de ella, y el dulce y fácil sexo que había sido perfecto.
Pero yo no quería eso con ella. La quería desnuda e inclinada sobre el escritorio con las piernas abiertas, para poder arrodillarme entre ellas y saborear, algo que nunca había hecho. Quería sus rodillas dobladas mientras las sostenía con mis manos y pasaba la lengua a través de su calor hasta que ella gritara mi nombre, temblando por mi beso. Entonces quería estrellarme duro contra ella por detrás y mirar su cara en un espejo mientras se corría en mi pene. Debido a que no habría ningún condón con ella. No quería nada entre nosotros.
Cerrando los ojos, consideré irme temprano. No podía seguir con esto. Cada movimiento que hacía, yo lo sabía. Incluso si no la estaba viendo como deseaba, yo la sentía. Sabía que ella estaba hablando y haciendo.
Su risa resonó y mis ojos se abrieron de golpe, y una opresión fuerte rodó sobre mí. Ella estaba en la cocina. El hijo de puta estaba haciéndola reír. La furia hirviendo en mis venas era más de lo que podía aplacar. Él había sido advertido.
Abrí de golpe la puerta trasera de la cocina, y mi mirada se fijó en Addy inmediatamente mientras ella observaba a Brad. La sonrisa todavía estaba en su cara, y todo lo que quería hacer era darle una paliza a mi jefe de cocina hasta tener sangre en los nudillos. La negrura que sabía nunca debía tocar, me envolvía, y yo no podía parar. Seguí avanzando hacia ellos. Este era el monstruo que no quería que ella viera. Del que yo había perdido el control.
—No —dije, mi mirada nivelado con la de Brad. No pronuncié nada más. La necesidad de herirlo estaba apoderándose de mí.
Sus ojos se ampliaron y pude ver desconcierto y miedo. Yo quería eso. Él tenía que jodidamente temer de mí. Yo no era un hombre completo. Estaba quebrado, jodido, y él se estaba acercando demasiado a la mujer que me pertenecía.
—¡William! —la voz de Addy me afectó, pero no la miré.
Mantuve mis ojos en Brad hasta que él asintió y enfocó su atención en la comida frente a él.
—William —habló Addy otra vez, claramente enojada.
Volteé para mirar por sobre su cabeza algún punto en la pared. No podía dejar que viera mis ojos. Conocía la maldad que había en ellos. La maldad que había surgido de mí.
—Esto no está bien —ella sonaba furiosa.
—No dejes que se acerque a ti —fue todo lo que dije, antes de marcharme.
Si ella no comprendía ahora por qué yo había hecho eso, entonces no estaba seguro que entendiera jamás. Tenía que salir y calmarme. No había ningún gimnasio abierto a esta hora en esta pequeña ciudad, y ahora mismo, lo necesitaba. Necesitaba golpear algo hasta tan estar exhausto para levantarme.
—La mesa cinco no está feliz con su carne, a pesar que está cocinada a la temperatura que ellos requirieron —dijo Jamieson, apresurándose hacia mí.
Me importaba una mierda que la mesa cinco estuviera de mal humor. —Encárgate. No hay tiempo como el presente para lidiar con mierda —mascullé, con un gruñido que no pude controlar, antes de dirigirme hacia fuera.
***
Diez años atrás...
Cuando abrí la puerta del cuarto de Addy, me congelé. Mi respiración cesó. Mi corazón se detuvo. No podía moverme. Era tarde y mi madre estaba durmiendo al otro lado de la casa, cerca de mi habitación. Había estado esperando hasta que supe que su medicina para dormir causara efecto antes de venir hacia Addy.
Esto no era lo que esperaba. En su oscuro cuarto, con la luz de la luna iluminándola, Addy estaba parada frente a mí usando nada. Nada en absoluto. Necesitaba hablar o respirar o algo, pero no podía apartar los ojos de ella. Temía estar durmiendo, y si me movía, me despertaría y todo esto se esfumaría.
Había pensado en ella de esta manera. Sabía que era hermosa pero nunca imaginé cuan perfecta sería. Ella tembló, y eso fue suficiente para despertar de mi trance y así cerrar la puerta y bloquearla. Estaba desnuda y esto no era un accidente.
—Hey —dijo suavemente, y mi pene, que ya estaba listo para poner atención, se levantó. ¿Qué estaba haciendo ella?
—Hey —gruñí, mis ojos puestos en sus pechos redondos y cremosos, completamente desnudos para mí.
Mis ojos bajaron por su estómago plano y la peca justo al lado de su ombligo que me encantaba. Entonces contuve el aliento mientras bajé la mirada para ver el pequeño triángulo de pelo rubio.
—Adyy —susurré mientras ella continuaba parada ahí, para mí.
—¿Sí? —sonaba tan afectada por esto como yo lo estaba.
—Eres tan hermosa… perfecta —dije con adoración.
—¿Lo soy? —murmuró insegura pero esperanzadora.
Dios, ¿acaso jamás se había mirado en un espejo? Esto era… joder, esto era cada fantasía que había tenido. —Completamente —le aseguré, arrancando mis ojos de su cuerpo para mirar su rostro. Ella sonrió tímidamente—. ¿Qué está pasando, Addy? —yo temía de esperar algo más.
—Yo quiero… esta noche. Estoy lista.
Joder. De acuerdo. Habíamos pasado las noches besándonos, pero siempre yo lo terminaba, antes que se volviera doloroso. Esto no era lo que esperaba de ella. —¿Por qué? Quiero decir, ¿estás segura? —mi mirada viajó de nuevo por su piel suave que tanto ansiaba tocar. Que deseaba sentir moviéndose contra mí.
—Porque te amo, y quiero estar tan cerca de ti como pueda —susurró.
Di un paso hacia ella, y mis manos temblaron mientras me aproximaba. Esto era. Esta noche la tendría de una forma en que nadie la iba a tener. Sería completamente mía. Nos conoceríamos más profundamente. Nuestra conexión ya era algo que jamás yo había experimentado en mi vida, pero esto sería inquebrantable.
—¿Estás segura? —pregunté, antes de alcanzar su cadera desnuda.
—Sí —dijo y no protesté. Tiré de ella y reclamé su boca, mientras su cuerpo se moldeaba al mío. El sexo que tenía en los asientos traseros de los coches y otros lugares menos atractivos había sido para liberarme, porque estaba caliente y ellas estaban dispuestas y se sentía bien.
Pero esto era diferente, quería memorizar cada segundo. Cada centímetro de su cuerpo. Cuando me sumergiera dentro de Addy, le daría todo de mí que ya le pertenecía. — Te amo demasiado —dije contra sus labios mientras nos dirigía hacia su cama.
—También te amo —respondió, mirándome con todo la confianza del mundo.
Nunca había estado con una virgen. —Esto dolerá al principio —le comenté, rezando para que no se arrepintiera.
Ella sonrió y escondió la cabeza en mi pecho. —Lo sé, pero con tus brazos a mí alrededor, no importará. Estaremos tan cerca como podamos. Eso es lo que quiero más que nada.
Mi estremecimiento empeoraba. La excitación, necesidad y deseo dentro por esta única chica, se mezclaban con todo lo que la amaba, era casi demasiado.
—Quítate la camiseta, William. Quiero sentirte contra mí con nada que se interponga entre nosotros —dijo contra mi pecho, luego retrocedió para que yo pudiera hacer lo que me pedía.
Sus pechos bajaban y subían rápido cuando su respiración se aceleró. Sus ojos estaban en mi camiseta, y alcancé el borde de esta para sacarla por sobre mi cabeza. Sus apretados pezones rosados se burlaban de mí, y la idea de sentirlos contra mi pecho desnudo me trajo peligrosamente cerca a correrme en mis vaqueros. Esto podría ser más de lo que yo podía manejar.
Lanzando mi camiseta, la observé, esperando. Necesitaba que ella hiciera el primer movimiento. Tenía miedo de asustarla. Sin vacilar, levantó sus brazos para rodear mi cuello mientras se paraba de puntillas y presionaba sus pechos contra mí.
—Jodeeeeer —susurré en un gruñido, incapaz de responder verbalmente.
—Se siente tan bien, ¿verdad? —jadeó suavemente.
—Sí —respondí, moviendo mis manos hacia abajo hasta acunar gentilmente su culo desnudo. La levanté, apretándola contra mí, y luego ella envolvió mi cintura con sus piernas, ubicando su centro justo sobre mi erección. Su calor atravesó mis vaqueros. La imagen de ella, abierta como ahora y presionada contra mí, me tenía a punto de derribarme hasta caer de rodillas. Tenía que recostarla en la cama, sostenerla.
Ella movió sus caderas ligeramente, y el calor en sus ojos se encendió. —Oh, eso… oh —sollozó.
Estaba moviendo su clítoris sensible sobre la rigidez de mis vaqueros. La detuve.
—No, cariño. Esto acabará antes de empezar si haces eso. No puedo controlarlo. Ya estoy muy cerca —le dije, mi voz grave y baja.
—De acuerdo, bien. Entonces, ¿puedes desnudarte?
El hecho de que ella estuviera lo suficientemente excitada para pedirme cosas, tan valiente y fuera de su carácter, me tenía sonriendo. Addy me pedía que me desnudara. Si yo estaba durmiendo, iba a despertar tan jodidamente molesto.
Capítulo 14
Addy
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Mensaje por EsperanzaLR Jue Ago 11, 2016 5:09 pm

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Mensaje por Joanita Vie Ago 12, 2016 6:38 am

Siguelaáaaaaa por favor! !!!!
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Mensaje por tamalevyrroni Vie Ago 12, 2016 1:47 pm

Escuchar a Franny hablar sobre nuestra cena con William en los próximos dos días era difícil. Yo no estaba lista para verlo, menos cenar con él. Tan pronto como deje a Franny en la escuela, llamaría para decir que estaba enferma. No quería enfrentarlo hoy. No después de la montaña rusa de anoche.
Fui de sentirme que estábamos conectando a totalmente rechazada. De hecho lo deseaba, pero él me había echado a un lado porque yo no había tenido sexo en diez años. Para hacer las cosas más brillantes, cuando Brad había bromeado con ponerle una mazorca de maíz en el asiento de un cliente particularmente difícil, lo cual fue la única cosa que me hizo reír en todo el puto día, William apareció en la cocina como un loco. ¿Estaba furiosa porque Brad me hacía reír? ¿Acaso eso era aceptable?
—Y le dije a Cameron que tan alto era mi papá y que tenía músculos grandes. Él tiene grandes músculos, ¿verdad, mami?
Sí, su padre tenía músculos. No el tipo exagerado pero sí el de un hombre trabajador. Asentí y tomé una cucharada de mi avena. Él también tenía ojos asombrosos, y sus pestañas eran largas y oscuras comparadas con los brillos claros de su cabello.
—Ella dijo que su padre era más grande, pero él no lo es. Mi papi es más lindo. Lo sé. Creo que nadie tiene un papi tan lindo como el mío.
Ella tenía razón. Sin embargo, no iba a ser algún comentario. Sólo seguí revolviendo mi avena.
—¿Crees que vendrá para mi fiesta de cumpleaños?
El cumpleaños de Franny no era hasta en cinco meses. No tenía idea de qué deparaba el futuro para nosotros y William. Nunca le había mentido a ella antes. Fui honesta sobre todo. Excepto, claro, mantener la verdad con respecto al motivo por el cual nos encontrábamos en Maitemary Beach, pero eso fue temporal.
—No lo sé, Franny. Aún queda tiempo, y recién estamos integrándolo a nuestras vidas. Él podría irse —yo había escuchado que él pretendía no quedarse por mucho—. Puede visitarte cuando tenga tiempo. Sólo que ahora no sé.
La luz en los ojos de Franny disminuyó un poco. Odiaba ser la causa de eso, pero ¿cómo podía prometerle algo de lo que no estaba segura?
—Sí él puede estar ahí, lo estará. Eso lo sé —le aseguré, esperando arreglar mi respuesta anterior.
Luego, ella sonrió. —Apuesto que si querrá. Puedes hacer un gran y delicioso pastel con cubierta de frutos rojos. Me encanta. A él también le gusta. Le pregunté. Ama cuando tú cocinas. Haces los mejores.
Ella parecía muy feliz con esto. Levantándose, camino hacia mí y besó mi mejilla. —Cepillaré mis dientes y luego estaré lista para la escuela.
Asentí, dándole una abrazo y observando a mi pequeña saltar lejos. Quería que lo tuviera todo. Y para ella, William era parte de eso.
Si simplemente pudiera controlar todo en su vida y cumplir todas sus esperanzas y sueños.
***
Una vez que Franny estaba en la escuela y yo de vuelta en casa, me puse un par de pantalones cortos y un top corto y decidí que era buen momento para limpiar la casa de arriba hasta abajo. Estuve agradecida que fuera Jamieson quien atendiera mi llamada. Me había dicho que esperaba que me mejorara pronto y fue muy profesional y educado. Me pregunté cuanto duraría su entusiasmo.
No tener que lidiar con William fue la mejor parte. Sin embargo, no estaba segura si esto afectaría mi noche libre. Sabía que él quería cenar con Franny. Supuse que si él es el jefe, se aseguraría que yo no estuviera trabajando esa noche.
El plan de hoy era limpiar y olvidarme por completo de ayer. Especialmente del momento en su oficina cuando quedé como una tonta por derretirme frente a él como una idiota. La manera en que me rechazó tan fácilmente se había sentido como un balde de agua fría. Después de observar cómo él trababa a las mujeres hace un mes, pensé que tenía que ser más inteligente que eso.
Ya no culpaba a Elle. Si él podía producir esa intensidad latente y asombrosa en ella, no había duda de que se obsesionara con William. Y él tampoco le había dado la espalda. Tomó lo que ella le ofrecía. No obstante, mi oferta era muy inexperimentada para él. Imbécil. Playboy imbécil.
Una vez, yo había sido lo que él quería. El hecho de que había estado sólo con él nos hizo más cercanos. William se había sentido orgulloso y me hizo sentir especial. Nuestros ojos se encontraban en los pasillos de la escuela, y nos conectábamos sin palabras. Nos unió de una manera que me arruinó para todos los demás. No había deseado esa clase de conexión con otra persona.
Sin embargo, eso había cambiado para él. Ahora quería otras cosas y no pretendía enseñarme. Bien. Como sea. Tampoco lo necesitaba. La única cosa que me molestaba era que sus acciones desfloraban el recuerdo de lo que una vez tuvimos. Yo conservaba un recuerdo en particular y me mantenía cálida cuando estaba sola. Ahora no era suficiente. O tal vez, yo no era suficiente.
***
Hace diez años…
Me quedé viendo mi reflejo en el espejo. ¿Podían otros ver que estaba diferente? Me sentía distinta y era capaz de notarlo.
William me había abrazado por horas después de tener sexo la última noche. Luego me limpió y se encargó de mis sábanas temprano por la mañana, antes de atraerme hacia sus brazos por un beso y volver a su habitación.
Yo no había sido capaz de dormir después de que se marchara. Todo lo que pude hacer fue sonreír mientras miraba el techo, recordando cada momento. Había dolido, pero la forma en que me sostuvo y susurraba en mi oído cuanto me amaba ayudó para aliviar la molestia palpitante hasta que él pudiera moverse otra vez.
Su rostro cuando se quedó quieto y bajaba la vista hacia mí, su mandíbula aflojada y sus ojos perdidos, habían sido hermosos. Deseaba ver eso otra vez. Ver el condón mientras se lo sacaba, manchado con mi sangre, me sorprendió, pero él cogió su camiseta y limpió entre mis piernas, diciéndome que era normal en la primera vez. Le creí. Ahora, decirle que lo amaba no parecía suficiente. Era mucho más que eso. Él era lo que me completaba. Llenaba mi vida.
Ahora, William apareció por detrás, deslizó sus brazos alrededor de mi cintura, y miró nuestro reflejo en el espejo. Lo observé cuando giró su cabeza para besar mi sien antes de volver a mirarme. Nuestros ojos decían más lo que nosotros podíamos.
Sus brazos bronceados se convertían en los de un hombre musculoso, y los amaba a mí alrededor. También me encantaba la forma en que se flexionaban mientras se mantenía sobre mí la noche anterior. Por un momento, me había perdido en la manera en que los músculos se movían con cada sacudida de sus caderas. Otra cosa de él que era hermosa.
—¿Cómo te sientes? —me preguntó, observándome con cuidado.
La sonrisa en mi rostro debió decirle todo lo que necesitaba. —Perfecta.
Tragó saliva y puso su palma contra mi estómago y me empujó suavemente hacia su pecho. —Yo también.
William
Su coche estaba en el camino de entrada cuando llegué a casa de Addy. Cuando había llegado a la oficina y descubrí que ella había llamado para avisar que estaba enferma, yo había girado y regresé por la carretera. Ella no estaba enferma. Al menos, esperaba que no lo estuviera. Estaba más que seguro de que había llamado para mantenerse alejada de mí. Yo lo merecía, maldición. La noche anterior había salido mal. Quería acercarme a ella y tener una relación con mi hija.
Quería a Addy. Sí, lo dije. Jodidamente la quería. La idea de ella con alguien más, me volvía loco. Pero ¿cómo podría tenerla? El hombre que era ahora nunca podría ser alguien a quien ella adorara.
Aparqué mi camioneta y me dirigí a la puerta, sin saber lo que pretendía decir, pero tenía que explicarme. Esta cosa entre nosotros tenía que arreglarse por Franny, y mi cordura. Dormir la noche anterior fue imposible. La expresión en el rostro de Addy antes de que ella volteara y saliera de mi oficina, jugaba con mi mente. ¿Cómo podría protegerla de mí? La había protegido de todos los demás, pero nunca había tenido que protegerla de mí.
El pequeño porche de la casa de huéspedes que habían alquilado estaba limpio, con macetas de flores le daba al lugar un toque casero. Incluso las huellas fueron barridas. Addy le dio tanto nuestra hija. Nunca sería capaz de darle lo que Addy podía. Pero quería entregarle todo lo que estuviera en mi poder.
Antes de alcanzar el escalón más alto, la puerta se abrió, y Addy se quedó allí, mirándome. Eso debería haber sido lo primero en preocuparme: lo que iba a decir para solucionar este problema. Pero eso no fue lo que me llamó la atención.
Ella no llevaba sujetador. Sus pechos mucho más grandes fueron metidos en un top que no era lo suficientemente grande como para contenerlos. Dios me ayude, la quería desnuda.
—¿Por qué estás aquí? —espetó.
Tuve que sacudir mi cabeza y enfocar mis ojos lejos de sus tetas para recuperar la concentración. Mirar hacia arriba, a su cara enfadada, ayudó. No quería que se enojara conmigo. Tenía que encontrar una manera de compensarla por la noche anterior y la forma desagradable con que manipulé las cosas. Pero ella necesitaba un sujetador. Un saco de patatas sería aún mejor. —Vine a hablar —dije.
—Habla —dijo, sin moverse de la puerta, una mirada de acero en su cara. Que sólo la hacía más caliente. Una Addy loca no era de temer.
—¿Puedo entrar?
—No.
Iba a tener que hacerlo mejor. —Addy, lo siento. Fui un idiota anoche, y me gustaría hablar de lo sucedido. Por favor.
Eso la ablandó un poco. Pude ver deslizarse la ira que estaba usando como un escudo. Ella mordió su labio inferior y dio un paso atrás. Esa fue una buena señal. —De acuerdo. Bien.
Cuando se volvió para caminar hacia el interior, me tomé un momento para disfrutar de la vista de su culo. Fue algo idiota, pero su cuerpo estaba tan lleno ahora, y yo no lo había visto desnudo así. El cuerpo que tenía, el que una vez fue mío, ya no parecía el mismo, y quería ver más.
—¿Quieres algo de beber? —preguntó, mirando hacia atrás.
Alejé la mirada fuera de su trasero antes de sacudir la cabeza. —No, estoy bien,
gracias.
—Bien, entonces, habla —ella me miró con una franqueza de la que no estaba acostumbrado. Últimamente, casi no me miraba a los ojos. Pero yo había logrado que fuera así. Me indicó que me sentara en el sofá, y ella lo hizo en una silla al frente.
Me hubiera gustado venir más preparado. Había tomado una decisión apresurada cuando supe que ella había faltado al trabajo, pero ahora que la tenía para mí solo, no sabía por dónde empezar. Se veía molesta. Una vez más, yo no estaba acostumbrado a eso.
—Lo que ocurrió en mi oficina, lo he manejado mal. Me vi envuelto en el momento, y luego tus palabras me hicieron volver a la realidad. Por… —hice una pausa, ya que esta parte debía ser cuidadosamente explicada. Molestarla no era una buena idea ahora. Yo dudaba que ella me diera otra oportunidad para rectificar las cosas. Y por el amor de Franny más que cualquier otra cosa, necesitaba que yo le agradara. Que confiara. De nuevo.
>>Los últimos diez años se desvanecieron, y sólo éramos nosotros. Eras… mía, y perdí la cabeza. Yo regresé a ese momento en el que confiabas en mí y eras la razón por la que despertaba cada mañana. Mi cabeza funcionó lento para ponerse al día con el corazón o las emociones o lo que sea. Yo sólo hice todo mal. Cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, ya era demasiado tarde. Había ido demasiado lejos.
La mirada de Addy bajó a su regazo mientras se retorcía las manos. Habría dado cualquier cosa por saber lo que estaba pensando. Repetí lo que había dicho en mi cabeza, esperando que sonara de la forma en que lo sentía. Minimizar lo que había pasado entre nosotros no era lo que deseaba hacer. No con Addy. Debido a que había estado perdido en ella en ese momento y no volvería hacerlo.
—Creo que me perdí, también. Eras William por un momento. Por lo que entiendo — ella levantó la mirada para encontrarse con la mía, y vi dolor allí que me retorcía las tripas— . ¿Pero qué sucedió en la cocina? ¿Por qué te enojas tanto? Ni Brad ni yo hicimos algo para encender tu furia.
Mierda. Joder. No tenía una respuesta, y si esto era por qué ella parecía herida, lo odiaba incluso más. La idea de que ella podría tener sentimientos por Brad casi me deshizo. No podía manejarlo. No, no éramos Addy y William de nuestro pasado, pero como infierno si iba a sentarme y dejar que se enamorara de otro hombre cuando yo había sido el único que ella había conocido.
Ese conocimiento me había mantenido despierto durante toda la noche. Addy había sido tocada solamente por mí. Se había entregado a mí, y seguía siendo de esa manera. Si quería admitirlo o no, ella se había salvado debido a mí. En su corazón, ella me pertenecía.
Joder si eso no me hacía sentir como un hombre de las cavernas. Yo quería eso. Me encantaba. Me obsesionaba. Y quería que siguiera siendo así. Lo cierto era que no podía mantener a cada Brad fuera de su vida, ni ella se merecía eso. No era justo.
Sobre todo porque yo estaba demasiado jodido para ser lo que ella necesitaba.
Yo sabía que ella estaba esperando una respuesta de mi parte. Podría mentir. Sería más fácil para los dos. Pero yo no quería.
—Estaba celoso —dije simplemente. Sus ojos se abrieron, y no dijo nada, pero la sorpresa en su cara significaba que tenía que decir más. Había una idea equivocada—. Simplemente me dijiste que yo era el único hombre con el que has estado alguna vez. Los viejos sentimientos volvieron con fuerza, y no voy a mentirte, Addy, para un hombre, eso es intenso. Especialmente cuando tuvimos la conexión que teníamos. Una que se ha quedado conmigo y cambió el curso de mi vida. Saber que sólo habías estado conmigo, bueno, eso me tuvo como un idiota. Cuando oí Brad hacerte reír, le grité. La posesividad que no tengo derecho a sentir salió con garras a la superficie, y actué como un idiota. No debí. No lo haré de nuevo. Lo siento.
Addy dejó escapar un suspiro y asintió. Ella mantuvo su expresión neutra. La única cosa que mostraba alguna reacción eran sus ojos. No estaban seguros. Eso sí lo sabía. Yo no daría lugar a más inseguridad. No podía hacer eso a ella o a nuestra hija. Lo que necesitábamos era una amistad. Eso era algo que podía darle. Mantendría la suciedad de mis manos lejos de ella.
—Quiero estar en la vida de Franny. Es perfecta. Pensé que ella era completamente igual a ti, pero solamente tiene tu apariencia. Tiene de mí dentro de ella, y observar eso es el regalo más precioso que alguna vez me han dado. Durante todo este tiempo, tú has sido la única familia en mi vida que me importaba. Ahora me has dado alguien que es parte de mí. Alguien a quien puedo amar incondicionalmente.
Los ojos de Addy se llenaron de lágrimas, sorbió y asintió con la cabeza. —Está bien. Sí. Yo también quiero que estés en su vida. Ella te quiere allí. Ella ya está contando a todos en la escuela que su padre es el hombre más grande y fuerte en la tierra —parpadeó para contener las lágrimas—. Nuestro pasado saldrá en alguna conversación. Es imposible que no suceda. Las emociones se enredarán, y no creo que podamos evitarlo. Pero quiero que Franny te tenga en su vida. Deseo que viva lo que nosotros no pudimos.
Addy ya se lo había dado, pero yo entendía lo que quería decir. También lo quería. Sólo tenía que proteger a Addy de mí mientras que les daba lo que ellas necesitaban.
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Mensaje por tamalevyrroni Vie Ago 12, 2016 1:54 pm

Capítulo 15
Addy
Las cosas en el trabajo se calmaron con William después de que fuera casa. Intenté no desear más. Cada vez que me sonríe o hace bromas, observándome si me yo me ría, mi corazón se derretía un poco más. Conocía a ese chico. William comenzaba a surgir, y cada vez que lo hacía, yo caía otro poco más.
Brad había dado un paso hacia atrás, y realmente estaba aliviada. No quería sentirme como si necesitara tener cuidado cada vez que Brad coqueteara conmigo. William había dicho que no lo volvería hacer, pero no me agradaba la idea de William molestándose de ver a Brad y a mí juntos. Tal vez, eso era algo de una mujer débil, y tal vez debería ser más fuerte. Hacerlo sufrir. Pero yo no jugaba. No iba a empezar ahora.
Yo no estaba interesada de forma romántica por Brad, usarlo para llegar a William era erróneo. Por suerte, Brad captó la indirecta de William y se hizo a un lado por completo. Ahora él sólo asentía cuando me veía. Y raramente lo hacía.
Sabía que Brad simplemente había estado llenando el vacío que yo había vivido por diez años. Él merecía algo mejor que eso. Era un buen chico. Simplemente, no era el que yo quería.
Esta noche era nuestra cena con William. Franny ha estado escalando las paredes desde que llegó de la escuela. Me había preguntado tres veces si su vestido era lindo. Era uno de sus favoritos, y verla ansiosa por complacer a William me hizo sonreír.
—Ven aquí —le dije, secando mis manos luego de terminar de lavar los platos de esta mañana.
Camino hacia mí, mirándome con esos ojos tan parecidos a mí.
—Tu padre piensa que eres la niña más hermosa y perfecta que sus ojos han visto. Está orgulloso de ti. Amará tu vestido, pero también ama tus pantalones cortos de mezclilla y su camiseta que estabas usando más temprano. A él no le importa lo que uses. Su amor no es algo que tengas que ganar. Él te amó en el momento que se enteró que estabas aquí. Así es un buen padre. Nosotros te amamos incondicionalmente, porque no podemos evitarlo. Eres nuestra.
Franny suspiro y sonrió, luciendo como si yo acabase de sacarle un peso de sus hombros. —De acuerdo —susurró—. Eso es bueno. Porque no quiero que él se vaya.
Ese tipo de miedo era algo que jamás quise que ella lidiara. Iba a hablar con William sobre eso. Yo había sido honesta con ella a cerca de no tener control de lo que pasará con William. Él aún querrá irse de Maitemary Beach, pero esperaba que no lo hiciera. Tenía que saber que Franny estaba esforzándose. Sólo William podía aclarar su mente. No yo. Ella sabía que yo siempre estaría aquí. Éramos un equipo. William todavía no era parte. Ella no confiaba de la misma forma. Él debía ganarse eso.
—Disfrutemos de esta noche. Tendrás toda su atención —le dije, ignorando el resto de su comentario.
Franny me dio una sonrisa completa, parecida a la de su padre. —No toda su atención —comentó, luego dio la vuelta y se pavoneó en la sala de estar.
No le pregunté a qué se refería. Sus pensamientos estaban por todos lados.
—¡Está aquí! —chilló, justo cuando las ruedas de su camioneta crujían en el camino de entrada—. ¡Ha llegado temprano! —agregó, corriendo hasta la puerta.
Él había llegado diez minutos antes. Eso significaría mucho para Franny. Esperé donde estaba y dejé que ella abriera la puerta y lo saludara.
Los ojos de William cayeron de inmediato en ella mientras ella abría la puerta cuando él pisaba el último escalón.
—Hey —dijo ella, en su tono chispeante que significaba que todo estaba bien en su mundo. Gracias a él.
William sonrió y las esquinas de sus ojos se arrugaron, lo que era nuevo para mí. Esas eran marcas de un hombre. Uno que había sonreído a lo largo de los años. Él había tenido razones para sonreír. Yo estaba agradecida por eso. No quería pensar que fue infeliz.
—¿Acaso no estás tan linda? —murmuró él, y seriamente podría haberle besado ahí mismo. Había dicho lo que ella exactamente necesitaba escuchar. También quería besarlo porque, en esa camisa azul de botones y vaqueros desgastados, lucía abrumador. Un hombre no debería ser tan hermoso. No era justo.
—Es mi vestido favorito —le dijo ella a él, y dio una vuelta en círculo para mostrarle cuan acampanado era al final.
—Puedo ver —respondió, y ella lució aún más feliz.
Cuando él levantó la mirada, se quedó en mí, y deseé que mi corazón no se acelerara. No necesitaba esto ahora. No era lo que él quería. Era un gran error sentirme atraída por él. Uno más grande, sentir cosas por él. Podría destrozarme.
—Como la madre, es la hija —dijo con una sonrisa pequeña—. No es cualquier día que un hombre consigue salir con las chicas más bellas de la ciudad.
Franny rio y volteó para verme. Me las arreglé para controlarme y sonreír de vuelta. Caminé hasta la mesa, donde había dejado mi bolso. De espaldas, respiré profundo y me animé en mi mente.
—Está bien, suertudo, vámonos —traté de sonar divertida, pero temí que mi voz me delatara.
William ofreció su mano a Franny, quien de inmediato estrelló su pequeña mano en la suya y lo guio hasta afuera. Quise detenerme y simplemente verlos caminar. Él era tan grande y masculino, y al mismo tiempo parecía peligroso. Pero verlo con Franny, de la mano, su pequeña cabeza mirando hacia arriba, hablando, quitaba el aliento.
Toqué mi estómago y ordené a mis ovarios que se calmaran antes de quemarse. Supéralo, Addy.
Franny escaló en la parte delantera de la camioneta de William y trató de acomodarse para que yo también entrara. Pero yo necesitaba el espacio para recomponerme. Opté por entrar en la parte de atrás. Franny abrochó el cinturón de seguridad y, feliz, comenzó a contarle cada detalle de su día a William.
Lo escuché respondiendo cuando necesitaba hacerlo, y era obvio que se entretenía. No podía imaginarlo marchándose de Maitemary Beach. No cuando él anhelaba esta relación. Por el amor de Franny, esta era otra conversación que debía tener con él.
En el fondo, sabía que no quería que se fuera por razones egoístas. Aun cuando Franny iba primero en todas las cosas, por primera vez que la sostuve en mis brazos, quise algo para mí. Algo que nunca podría tener, así que debía enfrentar esto, y rápido. La felicidad de Franny era primordial.
William
No pude salir de mi camioneta tan pronto. Charlar con Franny era increíble. Ella quería contármelo todo, y me encantó. Pero, Dios me ayude, Addy olía tan bien que mis manos sudaban. Su esencia había envuelto mi coche, y cada pequeño movimiento que hacía era como una sacudida eléctrica a mis sentidos. Estaba tan acabado hasta el momento en que aparcamos, abrí de golpe la puerta y salí sólo para tomar un respiro y no estar tan lleno de Addy.
Despejar mi cabeza era lo más importante en este momento. Estaba empezando a conocer a mi hija y a construir una amistad con su madre. No conseguir un jodida erección por cada vez que pensaba en piel suave de Addy era lo más importante ahora.
Jesús, estaba jodido.
Tomé una respiración más, libre del aire de Addy, antes de caminar alrededor de la parte delantera de la camioneta para abrir la puerta de Franny y ayudarla a bajar. Addy abrió su propia puerta y salió. También quería ayudarla, pero ella no había esperado, así que lo dejé pasar. Ella quería definir lo que éramos, y tuve que dejarla.
Yo me hundía rápidamente. Mis buenas intenciones eran difíciles de aferrarse cuando ella olía como el cielo, lucía como un ángel, y llevaba un jodido vestido rojo. El maldito vestido hacía duro mantener la atención lejos de ella.
—¿Qué lugar es este? —preguntó Franny.
—Es el mejor lugar de hamburguesas en todo el sitio, y está sobre el agua. Pensé que nos gustaría salir de la playa de Maitemary, para variar. Esta es la playa de Grayton. Te gustará. Hay música en vivo al aire libre en el agua si deseas escuchar después de comer.
Sonrió y asintió. Comenzaba a pensar que ella estaría feliz de hacer cualquier cosa que yo sugiriera. Eso era humildad. Esta niña apenas me conocía y ya quería estar cerca de mí, para hablar conmigo y tenerme en su vida. Esto debería haber sido más difícil, pero con Franny, nada lo era.
Ahora, con su madre… Sacudí mi cabeza para alejar el pensamiento. Yo no estaba pensando en Addy en este momento. Lo haría solo en casa, esta noche.
—Puedo tocar la guitarra —anunció Franny, mirándome de cerca—. Mami me enseñó. Pero ella toca mejor.
Incapaz de no mirar a Addy, quien caminaba en silencio detrás de nosotros, me dejé llevar por un momento, hacia el tiempo cuando éramos jóvenes, cuando ella tocaba solamente para mí. Recuerdo haber negociado mi tarjeta de béisbol de colección que mi padre me dio, la que su padre le había obsequiado, por una guitarra usada en una casa de empeño. Addy jamás se enteró de cómo la había conseguido, y nunca le dije, pero a ella le encantaba. La manteníamos escondida debajo de su cama, y ella sólo tocaba cerca del estanque o cuando mi madre no se encontraba en casa. Cuando ella se fue –cuando yo pensaba que estaba muerta-, había sacado la guitarra del lugar bajo su cama. Ahora estaba en una caja, almacenada de forma segura en mi casa de bote. No lo había tomado en años.
Esta noche lo haría. Sostenerla no causaría un dolor imborrable ahora. Cuando sea el momento correcto, se la devolvería a su dueña.
Addy levantó la mirada para encontrar la mía, y una sonrisa tocó sus labios. —Ella es innata —dijo.
Alejé mi mirada. —Apuesto a que sí. Su madre es increíblemente talentosa —dije, mirando hacia adelante para que ninguna de ellas pudiera observar mis ojos; ellos decían más de lo que necesitaba decir.
—¿Mamá tocó para ti cuando la amabas? —preguntó Franny inocentemente.
Cuando la amabas. Esas tres palabras fueron demasiado. Simplemente asentí.
—Ella solía tocar para mí en las noches y cantaba hasta que yo me quedara dormida. Luego me enseñó —continuó Franny. Otra cosa que Addy le había dado a nuestra hija.
—¡Hey, ellos tienen tarta de lima casera aquí! —chilló Franny, saltando de felicidad—. Mira el cartel. Es lo mejor del mundo. Adoro la tarta de lima.
—Entonces, ordenaremos una tarta completa y comeremos hasta enfermarnos —le dije.
Ella rio, luego miró a su madre. —Creo que él está jugando. No comeré hasta vomitar.
La suave risa de Addy envió un cálido hormigueo por mi espina dorsal. —Estoy segura de que es una broma.
—¿Yo? ¿Jugando? Soy completamente serio —miré por sobre mi hombro para guiñarle.
El calor pasajero en sus ojos no pasó desapercibido.
Sí. Estábamos jodidos. Si ella me deseaba como yo la deseaba, estábamos muy acabados.
Franny soltó mi mano y corrió por las escaleras hasta la puerta del restaurante. La seguí y di nuestros nombres a la anfitriona. Cuando di vuelta para encontrar a las chicas, vi Franny estudiar el gran tanque de peces de agua salada. Addy estaba detrás de ella, señalando peces diferentes y diciéndole lo que eran. Ambas eran mucho que asimilar. Podía ver a los demás mirarlas. Un tipo del bar estaba observando con interés Addy. Le dirigí una mirada de advertencia mientras yo caminaba detrás de ellas y ponía mi mano sobre la espalda baja de Addy.
La mirada del hombre se desplazó hacia mí y luego la dejó caer de nuevo a su bebida. Ha recibido el mensaje. Vi entonces que Addy me estaba mirando. Ella estaba tensa.
Me tomó un momento darme cuenta de que mi mano le había puesto de esa manera. No había manera de negar el hecho de que yo sólo le había tocado en un gesto de posesión. Por mucho que no quería, dejé caer mi mano y observé el tanque. —Estoy impresionado que tu mamá conozca todos los nombres de estos peces.
Franny me miró y sonrió. —Mami sabe todo —me informó con completa sinceridad, luego se volteó hacia el estanque de peces.
No estaba de acuerdo. Si ella supiera todo, sabría que ese vestido que usaba y el perfume me volvían loco. Mi toque en su espalda, como si ella fuera mía, no la sorprendería. Si ella supiera todo, sabría que estaba tocándola como advertencia para los demás.
—Kipling, mesa para tres —dijo la anfitriona detrás de mí.
—Esa es nuestra —tomé la mano de Franny.
—¡Sí! —su pequeña mano sostuvo ligeramente la mía mientras seguíamos a la anfitriona hasta nuestra mesa. Había pedido una cerca de la ventana para poder contemplar la vista. Franny se sentó en la silla a un lado de la ventana y me miró con esperanza. Yo sabía dónde ella me quería. Tomé asiento a su lado, sonrió y volvió la vista hacia afuera, donde se veía el agua.
Addy ocupó la silla frente a mí.
—Mira, están jugando voleibol allá —dijo Franny, apuntando algunos niños en la playa.
Intenté no imaginar cosas sobre Addy que no debería de imaginar y traté de enfocarme en nuestra hija. Esta noche podría ser la más larga de mi vida, pero no pude pensar en otro lugar donde preferiría estar.
Capítulo 16
Addy
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Mensaje por EsperanzaLR Vie Ago 12, 2016 5:37 pm

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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Ago 13, 2016 11:22 am

Para el momento en que William llegó a nuestra casa, Franny había caído dormida en el asiento delantero. Se estacionó y me miró con una pequeña sonrisa. —Tenemos que sacarla.
—Ella tendrá que levantarse. Desearía tener un cuarto de su energía —respondí, abriendo mi puerta—. Pero se divirtió esta noche. Gracias por hacerlo especial —tenía el pastel de lima sobre mi regazo. Los ojos de ella se habían iluminado cuando llegó a la mesa, y aunque ya se había comido un trozo, era importante para ella que él comprara todo el pastel.
Bajé justo cuando William caminaba hasta nuestro lado. Empezó abrir la puerta de Franny pero se detuvo y me miró. —¿Tuviste una buena noche? —su pregunta era sincera. Como si quisiera que le dijera que sí.
Había tenido una noche maravillosa, pero hubo momentos en que me olvidé quienes éramos y donde estábamos. Los límites se habían borrado otra vez, y la fantasía de ser una familia feliz era fácil de creer. No podía dejar que Franny esperara eso. —Fue realmente buena. Gracias.
Ladeó la cabeza y me estudió por un momento. —Sólo bien, ¿no?
El hecho de que este hombre necesitara asegurarse era dulce. Quise besar esa mirada en su rostro, pero rápidamente salí de mi ensueño y retrocedí.
William me siguió los pasos. Confundida, lo miré, preguntándome que sucedía. No podía hacerme la tonta con él.
—No —dijo suavemente, cuando comencé a moverme de nuevo—. Solo por un momento, déjame estar cerca de ti. Sé que no es lo que quieres. Esto no es inteligente. Pero… —cerró sus ojos ligeramente y apretó sus dientes—. Necesito tocarte.
Oh, Dios. Oh, Dios. Me congelé, y moverme era imposible.
Se acercó, hasta que nuestros pechos casi se tocaban. Ya habíamos estado así antes. Y no terminó bien. Pero aunque mi mente estaba gritando que me detuviera, mi corazón latía, y las mariposas en mi estómago volaron.
—Toda la noche, he estado ahogándome en tu esencia —dijo en un susurro ronco, y bajó su cabeza, su nariz cepillando mi cuello.
Dejé salir una débil respiración cuando le escuché inhalar profundamente. — Increíble. Ahora toda mi camioneta huele a ti. No voy a ser capaz de sacarte de mi mente. Nunca pude.
Sus palabras hicieron a mi cerebro vagar un poco. Nada bueno. Una mano tocó mi cintura y recorrió el camino hasta mi cadera.
—Tan bueno —dijo, aun rozando su nariz a lo largo de la piel sensible de mi cuello—. Nada ha sido tan bueno como esto.
Debí moverme. Debí decir algo. En su lugar, me aferré a sus bíceps para equilibrarme. Era una idiota, pero en el momento, no me importó. Quería más.
Cuando sus labios tocaron la base de mi garganta, inhalé tan fuerte que me sorprendí y apreté mi agarre en él. —Sólo déjame probarte un poco. Necesito una probada de ti. Juro que pararé —no estaba segura si me rogaba o trataba de convencerse a sí mismo.
Si pudiera hablar, le diría estaba bajo su misericordia, y que era libre de hacer lo que quisiera. Había pasado tanto tiempo desde que fui tocada de esta manera. Mucho tiempo.
Su otra mano se deslizó por mi cadera y luego detrás de mi espalda, hasta que presionó contra mi trasero. Me empujó hacia él mientras sus labios dejaban un camino de besos por mi clavícula y de vuelta a mi cuello.
Mi cabeza cayó hacia atrás, dándole más acceso a mi cuello. Mi cuerpo comenzaba a derretirse y estaba segura de que él podía hacer cualquier cosa, y yo lo dejaría.
Su otra mano fue hasta mi cabello y acunó la parte trasera de mi cabeza cuando besaba mi cuello, deteniéndose para darme pequeñas lamidas donde mi pulso latía furioso. Presionó su lengua contra un punto en particular y gruñó.
—Necesito tu boca otra vez, Addy —dijo. Antes de siquiera pensar, cubrió mi boca con la suya.
Le di lo que deseaba, porque yo también lo quería. La redondez de sus labios me llevó a temblar y aferré desesperadamente a él. Me levantó hasta que nuestros cuerpos estaban juntos. La fricción que conseguiría, si extendiera mis piernas y las envolviera alrededor de él, era tan tentadora que tenía que luchar para no hacerlo. Tenía que parar esto.
Franny estaba dormida en el coche, pero si se despertaba, ella nos vería y estaría confundida. Podría pensar que sucedía algo que realmente no era. Debido a que esto no cambiaba nada. Él había dicho que quería una amistad. Entonces, ¿por qué me daba esto?
Arranqué mi boca de él y lo empujé lejos. Para conseguir espacio. Para aclarar mi cabeza. Dios, yo era tan débil. Franny podría haber despertado y visto esto. ¿Qué estaba pensando? ¿Cuándo había llegado a ser tan descuidada? Furiosa conmigo, guardé mi necesidad persistente. Franny era lo primero.
—No podemos hacer esto —dije, sonando como si hubiera corrido kilómetros.
La mirada en los ojos de William era demasiado, así que miré sobre su hombro, hacia la luna. No podía mirarlo en este momento. También sentí el calor que emanaba su cuerpo. No sabía lo que íbamos a hacer con eso. Debido a que las sesiones de folladas rápidas no eran lo mío.
—He luchado toda la noche para no tocarte, y yo sólo… —pausó—. Perdí el control durante un minuto. Tenía que tocarte y saborearte otra vez.
Bueno, obtiene puntos por ser honesto. Miré de vuelta a la camioneta, agradecida de que Franny siguiera durmiendo. —Necesito llevarla a la cama. Es tarde.
—Yo la cargaré —dijo William, dando la vuelta para abrir la puerta de la camioneta y sacar a nuestra hija.
Abrí la puerta principal. Las respiraciones profundas y la brisa de la tarde ayudaron a refrescar mi piel enrojecida. Podía sentir los ojos de William en mí mientras caminaba en el interior, pero no quería mirarlo. No podía. Él tenía que saber cómo esto me hizo sentir. No era justo. Él no estaba siendo justo.
—¿Dónde? —susurró. Asentí con la cabeza en dirección a la habitación y lideré el camino para arreglar las sábanas.
Le quité las sandalias y rápidamente la arropé, besándola en la frente mientras se acurrucaba más en las cubiertas. Cuando me di la vuelta, William estaba observándola dormir. El amor en sus ojos hizo que mi estómago se sintiera divertido, y tuve que dejarlo allí. Si quería sumergirse en ese momento, bien. Pero yo no tenía que observarlo. Eso jugaba con otro conjunto de mi sistema nervioso.
Lo sentí moverse y sabía que me estaba siguiendo. El suave clic de la puerta de la habitación me hizo desear que se hubiera quedado allí con Franny. A salvo de él. A salvo de mi debilidad y las emociones.
—No voy a disculparme por lo de afuera —dijo, su voz baja.
No di la vuelta para mirarlo. —Yo también participé. No necesitas pedir disculpas.
Dejó salir un suspiro pesado. —Vamos, Addy. Mírame.
La idea me asustaba. Incluso ahora, que mi cuerpo seguía palpitando. Mirarlo no ayudaría. —Es tarde.
Oí sus pasos pesados y me tensé cuando su calor se acercó a mí. Si él me tocaba, tuve que recordarme a mí misma. Nuestra hija estaba durmiendo a una habitación de distancia.
—Quiero protegerte. De todo. Siempre lo hago. Pero no creo que pueda protegerte de mí. Pensé que podía —su voz estaba tan cerca que podía sentir la calidez de su aliento—. No puedo. Te quiero demasiado. Quiero ser capaz de tocarte. No se ha ido para mí, Addy. Nada de esto se ha ido.
Di un paso atrás y tropecé con la barra. —¿Por qué crees que necesito ser protegida de ti? —pregunté. ¿Cuándo alguna vez había necesitado eso?
Dejó caer su mirada esta vez, y pensé que iba a dejarme, pero en cambio, recorrió mi brazo con dorso de sus dedos y sobre mi mano, en una suave caricia. —He hecho muchas cosas. Cosas que me han dañado. Pensaba que estaba demasiado roto para sentirme de esta manera otra vez. No pensé que mi alma ennegrecida podría necesitar, desear, querer, a nadie más.
A pesar de que yo quería saber lo que él había hecho, eso no era a lo que me aferraba ahora. Él me quería, necesitaba y deseaba.
—Creo que trajiste de vuelta a la vida una parte de mí. La mayor parte de mí. La pieza que perdí cuando pensé que estabas muerta. Siento mucho más de lo que he sentido en mucho tiempo —su mano se deslizó en la mía, y dejó que nuestros dedos se unieran.
—¿Qué estamos haciendo?
—Todo. Hacemos todo. Estoy dispuesto. Siempre lo he estado contigo. Eso jamás ha cambiado.
Wow. No lo esperaba. —¿Qué significa eso? —pregunté. No quería tener esperanza.
Acunó mi cara con su mano libre. Su otra mano seguía en la mía. —Te quiero. Quiero a nuestra hija. Quiero ser algo más que una parte de sus vidas. Deseo estar en sus vidas. Pero ahora mismo, te deseo. Te deseo tanto que me cuesta concentrarme.
Mi boca se abrió ligeramente mientras me quedaba viéndolo.
—Ven a mi camioneta. Sólo necesito tocarte un poco, Addy. Por favor —rogó, atrayéndome hacia él. No me besó. Mantuvo su mirada en la mía mientras esperaba que le respondiera.
Franny tenía el sueño pesado. Ir a su coche era seguro. Ella no podría oírnos afuera. —De acuerdo —susurré.
Cerró los ojos por un momento, y luego su mano se apretó alrededor de la mía mientras se movía tan rápido que casi perdí el equilibrio. Él casi me tiró hacia la puerta. Cuando llegamos a los escalones, me cogió y dio varios pasos largos hasta que estaba en su camioneta, con la puerta abierta.
Caí sobre mis codos en el asiento de atrás y lo miré mientras se movía sobre mí. Sus ojos recorrieron lentamente mi cuerpo, hasta que aterrizaron en el borde de mi vestido de verano, que se había subido cuando me deslicé hacia atrás, exponiendo mis muslos desnudos y una visión de las bragas rojas a juego.
—Rojas —dijo, luego me miró—. Son jodidamente rojas. He estado atormentado toda la noche por el color que serían. Nunca imaginé que hicieran juego con ese sexy vestido corto.
El vestido no era sexy. Era un simple vestido rojo de verano. Me gustaba la forma en que me quedaba.
Observó mi cara cuando subía por mi pierna con su mano. Sus dedos se deslizaron justo dentro de mis muslos cerrados, y los abrí. —Quiero esto —habló, bajando su boca a la mía.
Yo también, y si él me lo daba, yo lo iba a recibir.
Su boca tocó la mía y me arqueé para probarlo. Me encantaban sus labios. Entre más me besaba, más obsesionada estaba. Deseé mordisquearlos y lamerlos. Quería sentirlos en mi cuerpo. Temblé cuando mis pensamientos se volvieron más sucios de los que habían sido en mucho tiempo.
William movió su mano hasta que su dedo rozó el satín entre mis bragas. Estaba húmeda, y lo sabía, pero había pasado tanto tiempo, y tenía muchas ganas que no pude evitarlo.
Él rompió el beso pero no se alejó de mis labios. —Tan mojada. Eso es jodidamente caliente. Voy a necesitar probarlo, bebé.
Quise suplicarle que simplemente lo hiciera, pero en su lugar, gemí. Todo lo que él necesitaba.
William maldijo con un gruñido, y luego ambas de sus manos estuvieron bajo mi vestido, arrastrando las bragas por mis piernas. Levanté las caderas, ayudándolo a liberarme de la barrera no deseada.
Levantó las bragas a su nariz y aspiró con una sonrisa maliciosa, a continuación, las dobló cuidadosamente y las puso en su tablero de mandos como si tuviera todo el tiempo del mundo. Me moví, necesitando algo. El gesto era dulce y muy sexy, pero mi cuerpo se sentía como si estuviera en llamas.
—Calma —dijo, posando su mano en mi pierna—. Haré que se sienta mejor. Lo juro —luego levantó mi pierna y la posicionó sobre su hombro antes de hacer lo mismo con mi otra extremidad.
Dejé de respirar mientras él sostenía la mirada, bajando la cabeza hasta que el primer contacto casi me envió volando del asiento. Grité, pero su lengua se deslizó contra mi clítoris hinchado de nuevo, y empecé a gemir. Esto era demasiado bueno. Había estado sin esto por tanto tiempo, e iba a ser demasiado. Mis manos agarraron puñados de su cabello largo mientras continuaba con su dulce tormento, degustando de mí.
Con cada lamida, quería arañar algo. Rogar y suplicar. El placer estaba construyéndose rápido, y mi cuerpo estaba listo para lo que venía. Cuando el calor explotó dentro de mí, dejé caer mi cabeza, mi cuerpo tembloroso, mientras William continuó con sus besos íntimos.
Cuando bajé de mi cielo, él besó la cara interna del muslo y lentamente removió mis piernas de sus hombros y subió para cubrirme. A través de mi neblina de felicidad, quedé mirando hacia él.
La sonrisa en su rostro me hizo reír. Él se regodeaba por dentro por hacerme perder el control de esa manera. Me sentía tan bien que no me importaba. Él podría presumir todo lo que quería. Si tan sólo pudiera tener algo más de eso de nuevo.
—¿Se siente bien? —preguntó, rozando mi labio inferior con su pulgar.
Asentí. La perezosa sonrisa en mi rostro no era de ayuda.
—Sabes increíble —dijo, su voz ronca—. Tan bien que podría probar más.
Me gustaba mucho esa idea.
La evidencia de su excitación se presionaba contra mi muslo. Seguía con los vaqueros puestos, pero podía sentir la dureza, y también quería eso. Quería hacerle sentir tan bien como él lo había hecho conmigo.
Moví mi muslo para encontrarme con su erección, y siseó entre sus dientes.
—Es mi turno —dije, moviéndome otra vez. Esta vez, meció sus caderas, causando la fricción.
—Nada de turnos. Esta noche es sólo para ti. Deseo eso —habló, sujetándome para que no pudiera llegar a su bragueta y liberar lo que yo quería.
—Pero yo lo quiero —dije, dejando a mis piernas caer abiertas; él estaba entre ellas. Todo lo que William tenía que hacer era subir un poco para presionar donde yo deseaba que estuviera.
—Joder, Addy —sin aliento, levantó sus caderas para encontrarse con mi calor.
Quise más que esto. Quise darle más. —Déjame —moví mi mano para tocarlo por encima de sus vaqueros. Cerró los ojos cuando recorrí su dureza—. Quiero tocarlo —dije, tratando de desabotonar sus vaqueros.
Abrió los ojos y me miró. La necesidad me hizo temblar y apretarle más fuerte. Su mandíbula trabajó contra su piel. —¿Qué es lo que quieres? —preguntó, moviéndose sus caderas.
—Quiero tu polla en mi boca —le advertí valiente cuando lo apreté gentilmente.
Dejó escapar un gemido y se alejó de mí hasta estar sentado. Me apresuré a ponerme de rodillas junto a él antes de que cambiara de opinión. —No fue mi intención que hicieras esto, pero joder si puedo rechazar tu solicitud cuando me preguntas de esa manera.
Rápidamente bajé sus pantalones hasta que lo tenía desnudo en mis manos. Silbó entre dientes de nuevo, y su cabeza golpeó la parte trasera del asiento, pero no me quitaba los ojos de encima. Me gustó saber que quería verme hacer esto. Bajando mi boca, besé la punta, y se puso a temblar bajo mi tacto. Me encantó el poder que esto me daba.
Yo quería hacerlo temblar. Quería que se desvaneciera en mi boca de la forma en que yo lo había hecho por él. La idea me excitó, y sentí el calor entre mis piernas comenzar a temblar de nuevo. Moví las piernas ligeramente para separarlas y agarré la base de su pene con una mano, luego deslicé la otra mano entre mis propias piernas para provocar el dulce dolor que estaba de regreso.
—Joder —se quejó, y levanté la vista para ver que me observaba tocarme—. Voy a jodidamente correrme por presenciar eso, bebé.
Sonriendo, deslicé mis labios hasta que la cabeza golpeó la parte posterior de la garganta, dándome nauseas.
—Tranquila, bebé. No te lastimes. No quiero que hagas eso —la preocupación en su voz me dijo que por mucho que no pretendía hacerme daño, estaba disfrutando de esto.
Succioné fuerte cuando lo sacaba de mi boca con un pop. —Me gusta de esa manera —le dije, luego lo llevé de vuelta a mi boca mientras la suya se aflojaba.
Estaba por completo bajo mi poder.
William
Me gusta de esa manera.
¿Qué mierda quería decir? Ella había dicho que no había estado con nadie más, y la última vez que hizo esto, no fue tan osada. La observé cuando la punta de mi erección se deslizaba por su garganta. En el momento, no me jodidamente preocuparía acerca
de lo que quería decir.
Dios, ella era hermosa.
Cambié mi atención a la mano que ella tenía entre sus muslos abiertos, y mi polla palpitaba en su apretada y cálida boca. Nunca me habían hecho una mamada tan buena. Ella no era una experta, pero el hecho de que estaba dando todo lo que tenía, cuando su culo redondo estaba en el aire mientras se tocaba, hacía realidad mi propia fantasía.
Ella gimió, y la vibración me hizo apretar los abdominales en un intento de alejarme de su boca para sacar mi liberación. No podía hacer eso a ella. Nunca lo hice cuando éramos más jóvenes.
Su lengua salió y sacudió la punta sensible. Agarré un puñado de su cabello y tiré de ella. —Me voy a venir —jadeé, manteniendo alejada la necesidad de disparar sobre su rostro.
Me miró mientras empujaba mi pene en su garganta, justo cuando ella se corría en su mano, temblando y gimiendo. No pude contenerlo. Sosteniendo su cabeza, no deseando que se detuviera ahora, tiré mi liberación en su garganta y ella tragó todo, ni siquiera haciendo arcadas.
—Joder, Addy, joder, bebé —gruñí cuando el placer me sacudió. Verla tomar todo de mí me tenía con las ganas de convertir esto en algo sucio. El tipo de sucio que me gusta. La idea sólo hizo que mi pene se contrajera de vuelta a la vida mientras lentamente ella abría sus labios y me dejaba ir con una sonrisa antes de lamer lo poco que se había escapado hacia la comisura de su boca.
La sonrisa de satisfacción en su rostro era tan malditamente adorable. Cogí la mano que había estado entre sus piernas y agarré su muñeca, llevándolo a mi boca para chupar sus dedos.
—Oh —murmuró, mirándome, sus muslos seguían abiertos cuando se arrodilló en el asiento.
Cuando tuve sus dedos limpios, dejé caer su mano y le pregunté lo único que realmente necesitaba saber pero temía preguntar. —¿Cómo sabes que te gusta hacerlo así?
Al principio, frunció el ceño. Luego, la comprensión cayó en su cuenta y sonrió, agachando la cabeza con timidez. ¿Cómo podía ponerse tímida ahora, después de todo esto? —El hecho de que no he estado con otro hombre no quiere decir que no he usado mi imaginación para conseguir un poco de liberación.
No estaba seguro de que me gustara esa respuesta. —¿Y a quién imaginabas? — pregunté, necesitando escuchar que había sido yo. Incluso si eso era injusto, no podía evitarlo.
Con la expresión más sincera que jamás había visto, simplemente dijo: —Tú. ¿Con quién más podría fantasear?
Tiré de ella en mi regazo y reclamé su boca.
Cuando ella presionó su húmedo y desnudo coño sobre mi polla semidura, tuve que romper el beso para alejarla. Si hacía eso, yo iba a jodidamente terminar aquí en el asiento trasero, y estaría en este camión durante toda la noche. No era un lugar que quisiera para nosotros cuando durmiéramos juntos otra vez. Ella merecía más. Ya había dejado que me chupara. Tuve que controlarme. Ella no era una zorra. Era mi Addy.
—No. Aquí no. No de esta manera —mi voz se vio afectada. El dolor de necesidad era imposible pasar por alto. Addy se acercó más. Apartándola iba en contra de todo instinto que tenía, pero yo no dejaría que sucediera de esta manera. Me odié a mí mismo por ello. —Addy, bebé, no en este maldito camión. Al menos, no la primera vez.
—Esta no es la primera vez, ¿o se te olvida? —preguntó, inclinando la cabeza hacia un lado con una sonrisa burlona.
—Nunca se me olvidó eso. Nunca lo haría —respondí, acunando un lado de su cara—. Siempre este rostro —no dije más. Ella sabía lo que quería decir. Ninguno de los dos necesitaba que explicara.
Ella cerró los ojos y se apoyó en mi tacto. —De acuerdo —susurró.
Necesitar de esta mujer nunca había cambiado para mí. Cuando ella era una niña, la había necesitado para sentirme completo. Así podría sobrevivir. Ahora que la tenía entre mis brazos otra vez, seguía anhelándola. Esto era lo que se sentía ser un todo. Hacía tanto tiempo que no experimentaba la sensación, que me había olvidado cómo era.
Addy se deslizó fuera de mi regazo y se sentó a mi lado. —Tengo que volver a entrar en caso que Franny despierte —explicó, y cogió el pomo de la puerta.
—Te acompaño —dije, abriendo la puerta de la camioneta de mi lado para saltar fuera, después le ofrecí mi mano.
Deslizó su mano en la mía, y quise mantenerla así por siempre. En este toque. Parte de mí temió de despertar en cualquier momento para darme cuenta que estaba soñando. Que no tenía a Addy ni a Franny. Que mi vida estuviera ausente de emoción. Carente de necesidad.
—¿Por qué esa mirada? —preguntó.
Sacudí los pensamientos y apreté mi agarre en su mano mientras comenzaba a caminar hasta su puerta. —Nada.
Eso no era suficiente para ella. Detuvo sus pasos y dio un apretón a mi brazo para captar mi atención. —No digas eso. Te conozco. Es el ceño de “William está pensando en cosas malas”. ¿Qué te preocupa?
Alguna vez, había sido capaz de contarle todo. Ahora no podía. Había una oscuridad en mi vida que ella jamás entendería. Yo no podía compartir esas cosas, no si quería mantenerla cerca de mí. Debía valer la pena para ella y Franny. Mi pasado era algo que guardaría como un secreto.
—Es sólo que no quiero despertar y descubrir que todo esto es un sueño —respondí finalmente. Era toda la verdad que podía decirle. Recompensaría las mentiras.
Su pequeña mano apretó la mía. —Yo también.
—He tenido mucho en qué trabajar. He cambiado, pero no tiene nada que ver contigo. Estar a tu lado me hace recordar al antiguo yo, él que pensé que había perdido.
Esperé que ella me creyera. Alejarme esta noche me asustaba. Una vez que ella tuviera tiempo para pensar en el imbécil que he sido desde que llegó, podría arrepentirse.
No iba a perderla. No otra vez.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Ago 13, 2016 11:26 am

Capítulo 17
Addy
Cómo sabes que te gusta hacerlo así?
Cubrí mi rostro con mis manos y gruñí de la vergüenza. Anoche, estaba tan emocionada de estar otra vez en los brazos de William que no había pensado en lo que hacía. A la luz del día, repetí todo en mi mente. Ni siquiera conocía a la chica en que me convertí.
Oí a Franny en la cocina y empujé los pensamientos de William fuera de mi cabeza. Tenía que concentrarme en la actualidad. Ayer por la noche, significó algo para mí. Yo no estaba segura de lo que significaba para él. Sobre todo después de que él tuviera tiempo de dormir y pensar en ello. Esta tarde en el trabajo podría responder a mis preguntas. Cómo actuaba conmigo me diría si he sido una idiota o si él había sentido lo mismo que yo. La forma en que me había mirado antes de irse me hizo creer que así era.
—Mami, ¿quieres panqueques? —preguntó Franny, volviéndose para sonreírme mientras permanecía a la espera de la tostadora para que saliera de su desayuno.
Sacudí mi cabeza. —No, gracias, bebé. Creo que café es suficiente para mí ahora.
—Ya lo sabía, pero pensé que debía preguntar.
Sonriendo, empecé a preparar el café.
—¿Cuándo veré a papi otra vez?
Buena pregunta. Realmente no habíamos discutido la noche anterior. —Pronto, estoy segura. Él disfrutó estar contigo tanto como tú —le aseguré.
Sonrió y se sentó en la mesa. —Creo que también disfrutó estar contigo. Te mira mucho.
Bajé mi taza de café y me recompuse. —No te hagas ideas en la cabeza sobre nosotros, ¿de acuerdo? —ella necesitaba entender. Mi corazón roto era una cosa, pero el corazón de Franny era otra. No estaba dispuesta a correr ese riesgo.
Ayer por la noche, yo había estado con William de nuevo, pero no podía olvidar que había visto el lado de William. Y William no era alguien en que yo estaba dispuesta a confiar en todo el camino. Aún no.
—No estoy haciéndome ideas. Sólo digo que lo vi mirándote bastante. Apuesto que si te ve con tu pelo rubio, realmente pensará que eres hermosa.
A Franny no le había gustado cuando me tinturé el cabello de rojo. Decía que no lucía correcto. Le gustaban nuestros colores parecidos.
—No lo creo, si ese fuera el caso. Pero sí pienso que es tiempo de volver a mi color
natural.
Franny comenzó a comer, y bebí mi café, suspirando con alivio de que esta conversación había llegado a su fin.
—Cuando lo veas hoy, ¿le preguntarás si quiere ir nuevamente a la heladería con nosotras?
Ella quería tanto que él estuviera cerca. —¿Por qué mejor lo invito aquí para cenar en mi próxima noche libre? Podemos cocinar para él.
Franny me sonrió. —Sí, eso es aún mejor. Pero cocinemos la mejor comida. No sólo pizza. Puedo hacer galletas.
—De acuerdo. Hecho —acordé.
***
En el momento en que llegué a trabajar por la tarde, estaba aún más segura. Una parte de mí esperaba una llamada o, posiblemente, un mensaje de él. Pero no había nada. En dos ocasiones, casi le envié un mensaje para preguntarle por la cena, pero me detuve. No estaba segura de lo que pensaba, y si se arrepentía de ayer por la noche, entonces no podía estar segura de poder enfrentarlo. Sobre todo después de lo que yo había hecho.
Mi cara enrojeció de vergüenza una vez más, y agaché la cabeza mientras caminaba por la puerta trasera.
—Llegas tarde —el tono agudo de Elle me sorprendió, y levanté la vista para verla salir de la oficina de William y cerrando la puerta detrás de ella.
El dolor agudo que se disparó a través de mí provocó una mueca de dolor. No pretendía hacer que ella pensara que me molestaba, pero saber que había estado en la oficina de William era difícil de aceptar. Sobre todo porque yo les había oído una vez allí a tener relaciones sexuales.
—Llegué minutos más temprano —le contesté. Nunca llegaba tarde. Ella lo sabía, y lo odiaba.
—No en mi reloj. Voy a despedirte si esto ocurre de nuevo.
Quería rodar los ojos, pero no lo hice. Tomando el camino correcto, pasé junto a ella, hacia los armarios en la sala de empleados para dejar mi bolso y conseguir mi delantal. Cuando pasé junto a la puerta de William, resistí el impulso de patearla. No sabía lo que ella estaba haciendo allí, pero odiaba lo celosa que yo me encontraba.
La noche anterior había sido un error. Él no había enviado mensajes de texto o llamado durante todo el día, y entonces vi a su ex dejar su oficina el momento en que llegué. Si no reconociera las pistas que estaban siendo arrojadas hacia mí, era una ingenua. Él era el padre de Franny. Eso era todo. Yo no jugaría este juego.
Brad estaba en el cuarto de empleados, y se volteó para sonreírme. —Hey.
—Hey —respondí, sorprendida de que me hablara.
—La última noche estuvo llena de gente. Agradece haber estado libre.
Un breve charla. Algo más no lo habría esperado. —¿Sí? Espero que esta noche no sea tan mala.
—Espero que este nuevo chico pueda manejar las cosas cuando William se vaya.
Otra cosa que no había pensado. ¿Aún me gustaría seguir trabajando aquí cuando William se fuera? ¿Por qué mantener este trabajo y tratar con Elle, cuando podía trabajar en algún lugar donde no tenía que hacer frente a una perra que me odiaba?
—Estoy segura de que William lo tendrá listo cuando él se vaya —dije para llenar el silencio. Porque en este momento, no quería pensar en William.
—Tienes razón. Lo haré —la voz de William llegó desde la puerta. Me puse tensa, pero no volteé a mirarlo.
—Oh, sí. Sé que lo harás. Sólo quería decir que él no es como tú. No pongo en duda tus habilidades —Brad sonaba un poco nervioso.
—Maite, necesito verte en mi oficina —su voz se había suavizado.
—Voy tarde. Si no salgo al comedor, su novia me va a despedir. Ella me lo dijo cuando salió de su oficina antes —la amargura en mi tono era evidente. No había querido decir todo eso, pero simplemente salió. Ahora me veía como una perra celosa. Mierda.
—Ahora, Maite —su voz bajó, y pude escuchar una pequeña advertencia en su tono.
Por mucho que quería gritarle que se fuera, asentí y cerré mi casillero con más fuerza de la necesaria, antes de volver a seguirlo hasta su oficina.
Excepto que él no dio la vuelta, y no se alejaba. Él me miraba, con el ceño fruncido arrugando su frente. Estaba confundido, como debería estarlo. Yo estaba exagerando por completo. Por lo que habíamos hecho la noche anterior. No era como si habíamos hecho alguna promesa.
Esta no era la escuela secundaria, pero yo estaba actuando como una adolescente
loca.
Suspiré. No había nada que pudiera decir al respecto, salvo que lo lamentaba. Sin embargo no pensé que mi orgullo iba dejar que me disculpara.
Capitán se volvió y se dirigió hacia su despacho. Todo lo que podía hacer era ir detrás de él. Podía sentir los ojos de Brad en mi espalda, pero no había manera de despedirme de él o siquiera mirarlo. Puede que no sea capaz de hacer contacto visual con él de nuevo después de esto. De alguna manera me las había arreglado para avergonzarme a mí mismo.
Al primer paso que he dado en el despacho de William, se giró y envolvió su mano alrededor de mi muñeca y tiró de mí más cerca antes de golpear la puerta detrás de mí. Salté, y mi pulso se aceleró bajo su tacto firme. Lo había hecho enojar, pero no me daba miedo.
—¿Novia? —dijo en voz baja, ronca, cuando me apoyó contra la puerta—. Que yo sepa, fue tu coño el que estaba saboreando.
Oh, querido Dios.
—Elle no tiene poder para joderte las cosas. Sus amenazas no tienen sentido. No voy a dejar que te haga daño, y lo sabes. Debes saberlo —se detuvo y bajó la cabeza hasta que sus labios besaron mi cuello—. Que te pongas celosa me molesta y jodidamente excita, todo al mismo tiempo.
Oh, Dios mío.
Su lengua salió y corrió a lo largo de la curva de mi cuello. —No quiero a nadie más. Te dije anoche que siempre fue tu cara. Cada maldita vez. Yo nunca podría amar a nadie más que a ti.
Mi cuerpo se derritió contra el suyo.
—He intentado todo lo que había que intentar. Hice todo lo que pude para sacarte de mi cabeza. Pero no pasó un solo día que no aparecieras. Que no vi tu cara cuando cerraba los ojos.
Su boca dejó besos por mi cuello, hasta que colocó uno pequeño en la esquina de mi boca. Luego apoyó la frente contra la mía y me cogió por la cintura hasta que estaba a la altura de los ojos.
—Dime que te ha molestado. ¿Fue Elle saliendo de mi oficina? El hecho de que ella entre siendo una perra no quiere decir que la quiero aquí. Es necesario que confíes en mí.
—No llamaste o si quiera me escribiste en todo el día —espeté.
Una lenta sonrisa tiró de sus labios, y él negó con la cabeza. —Te estaba dando un poco de espacio para aceptar esto. A nosotros. Ayer por la noche fue intenso, y no quería abrumarte. Pero si hubiera pensado por un segundo que estabas esperando a que te llamara, jodidamente lo habría hecho.
Toda la preocupación y los celos que me habían estado comiendo, desaparecieron, y rodeé su cuello con mis brazos. —Lo siento.
Rio y se inclinó para reclamar mi boca en un beso que fue tan dulce como caliente. Agarré puñados de su pelo, y sus manos me agarraron fuerte mientras me atraía hacia él. — Envuelve tus piernas alrededor de mí —dijo contra mis labios.
Cuando lo hice, me acercó al sofá y se dejó caer mientras se mantenía sobre mí. — Creo que te tendría toda la noche aquí —agregó con una sonrisa arrogante.
—Definitivamente me van a despedir —contesté.
Se encogió de hombros. —Conozco al jefe.
Riendo, me incliné para besarlo de nuevo. Porque cuando estábamos así, yo estaba en casa.
William
Me quedé mirando a Addy en el comedor, en una de sus mesas. Seguí tratando de concentrarme en el trabajo, pero siempre terminaba volviendo aquí. Ella se reía del anciano que le contaba alguna historia de la que su esposa parecía divertida también. Ella poseía un encanto que ponía a todos muy cómodos. Me descubrí con la idea de querer todo eso para mí.
—Así que es por esto que estás distraído últimamente —la voz de Blaire susurró detrás de mí. Volteándome, miré a mi hermana, quien estudiaba a Addy con una sonrisa en su rostro.
—¿Qué haces aquí? —pregunté, un poco molesto de ser descubierto de esta manera por Blaire.
—He venido para descubrir por qué has estado ignorando mis dos últimas llamadas y respondiendo mensajes con un par de palabras —movió la cabeza hacia la dirección de Addy—. Me agrada lo que veo. Es una buena razón para evadirme. Bethy dijo que te vio con una atractiva pelirroja y una adorable niña rubia la última noche. Pensé en visitarte y preguntarte al respecto. Ahora puedo verlo por mí misma. Así que, ¿ella tiene una hija?
Retrocedí un paso hacia el pasillo antes que Addy pudiera dar la vuelta y pillarnos observándola y hablando. No había notado a la amiga de Blaire, Bethy, en Grayton. Aunque, siendo sincero, había tenido ojos sólo para mis chicas. Nada más importó.
—Ven a mi oficina —le dije. Si Blaire iba a realizar preguntas, quería algo de privacidad.
—No te imaginaba como una persona que salía con una madre soltera, pero me gusta este lado tuyo.
—La niña, Franny. Ella es mía —listo, lo había dicho. Necesitaba decírselo a alguien. Quería hacerlo. Los ojos de Blaire se abrieron, y su boca cayó abierta mientras me miraba.
—¿Tuya? —preguntó, aun en shock.
—Maite… es de mi pasado. Un pedazo que mantengo conmigo. Es una larga historia. No sabía de Franny hasta hace una semana.
Los ojos de Blaire se incendiaron, y posó sus manos en sus caderas como si estuviera lista para atacar. —¿Mantuvo a tu hija alejada de ti?
Negué y levanté la mano para calmar a mi hermana. —No es así. Ella no podía encontrarme. Yo dejé esa vida y hui. Cambié mi nombre, tomé mañas decisiones. Encontrarme no fue fácil. Pero ella siguió hasta conseguirlo.
La postura de Blaire se relajó y su expresión, suavizó. —Oh, bien, eso es diferente.
Asentí. —Sí. Ella no ha tenido un buen momento. Me culpo por eso, pero me tiene ahora, y no me iré a ningún lado.
Se quedó en silencio. Pude ver las tuercas girando dentro de la mente de Blaire. Yo sólo tenía que dejar que lo procesara.
—Entonces, quiero conocerlas —dijo simplemente.
—Bien. También quiero que las conozcas.
Blaire sonrió. —No puedo creerlo.
Si sólo supiera la historia real… pero nunca se la diría. Mi pasado era algo que se quedaría entre Addy y yo. Blaire había entrado a mi vida hace unos pocos años. Compartíamos el mismo padre, pero yo era hijo de una madre adolescente que me dio en adopción. Cuando decidí mis padres biológicos, también encontré a Blaire. Una hermana que no sabía que tenía. Estábamos conectándonos, pero esto seguía siendo más de lo que quería compartir con ella.
—Y su nombre no es Maite. Es Addy. Ella estaba asegurándose de que yo fuera un padre que valiera la pena para nuestra niña, así que cambió de apariencia y nombre.
La sonrisa de Blaire se amplió. —Me agrada. Es una mamá protectora. Dice mucho de una persona.
—Sólo espera a conocer a Franny y verás el asombroso trabajo que ha hecho criándola.
—Cena en mi casa en tu próxima noche libre. Asegúrate de llevarlas —Blaire no estaba preguntando; era una orden.
—Deja que hable con ella. Ver si está de acuerdo con esto. Todo es nuevo para nosotros, y no quiero hacer nada que sea demasiado para Franny.
Blaire dejó salir una risa y me sonrió. —Eres todo un papá. Me encanta.
A mí también. —Sí —respondí.
***
Una vez que mi hermana se marchó, volví para revisar las cosas. No era que me sintiera necesitado, pero quería ver a Addy.
—Maite llegó atrasada hoy, a la reunión en el comedor. Estoy advirtiendo que la despidamos —dijo Elle, saliendo de la cocina, caminando directo hacia a mí.
—No —respondí, molesto de que Elle estuviera atacando a Addy por celos.
—¿Por qué? ¿Estás saliendo con ella? ¿Es eso? Si alguien llega atrasado, tú lo dejarías ir. ¿Por qué a ella no?
Rodeé a Elle y me dirigí hacia el comedor.
—Respóndeme. ¿Es ella con quien has salido adelante?
Me detuve, odiando la incredulidad en su voz, como si ella se considerara superior a Addy. Mujer estúpida. Miré hacia atrás sobre mi hombro y encontré su mirada furiosa. — Ella es la mejor maldita empleada que tenemos aquí. Lo sabes tú y todo el mundo.
Por mucho que deseaba decirle que sí, que yo estaba con Addy, no podía. Ella atacaría a Addy con ferocidad. Terminaría despidiéndola y causándome problemas con Stout.
—Ella es la mejor mediocre —espetó Elle.
—No seas patética —respondí aburrido con toda esta conversación.
—¡Te odio! —gritó con odio.
No sentí nada en reacción, así que no tenía una respuesta.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Ago 13, 2016 11:30 am

Capítulo 18
Addy
Me había estado observando toda la noche. Eso me hizo sentir emocionada y nerviosa al mismo tiempo. Me gustaba saber que se encontraba allí, pero también me preocupaba de olvidar lo que hacía si
volvía a mirarlo.
Esperaba encontrarlo en el momento que cerramos, pero él no estaba. Fui hacia la parte trasera la coger mi bolso, aun pensando que aparecería, pero no lo hizo. Elle siguió mirando en mi dirección y sonriendo, como si ella supiera algo que yo no. La ignoré y decidí que pararía en su oficina para despedirme. Tal vez estaba ocupado.
La puerta de su despacho estaba abierta, y pude ver que estaba vacía. Pensé en escribirle un texto pero cambié de opinión. Necesitaba llegar a casa con Franny. Esperaría hasta que él se contactara conmigo. Quizás él había tratado de decirme algo, pero nunca miré en su dirección para descubrir que podría ser.
Habían varias situaciones corriendo por mi mente, pero cuando me detuve afuera, me di cuenta que ninguna era verdadera; su camioneta seguía en el estacionamiento, y él también. En la oscuridad, pude verlo en una conversación con una rubia alta, su cabello recogido en una coleta alta, vestida en cuero negro y ajustado. No podían estar más cerca el uno del otro sin tocarse. Me detuve y los observé. Incluso en las sombras, pude ver que el rostro de William era intenso mientras la escuchaba.
Nunca la había visto antes, pero él parecía conocerla. Era importante para él. La forma en que su cuerpo se inclinaba hacia el de ella mientras hablaban significaba algo. Había un aire de intimidad sobre ellos que hacía retorcer a mi estómago.
William parecía apasionado cuando hablaba, y se inclinó más cerca. No podía quedarme y verlos por más tiempo. No sabía lo que era, pero podía confirmar, desde mi lugar, que era más de lo que yo aceptaría.
Apresurándome a mi auto, saqué mis llaves y encendí el motor. Llegar a casa y abrazar a Franny aliviaría este dolor. Saber que ella siempre estaba ahí para ayudarme a enfrentar cualquier cosa. Ella venía primero. Era todo lo que importaba en este mundo. No lo necesitaba a él. Ella sí, pero yo no.
Sobreviviría a esto. Yo era más fuerte.
No fue hasta que llegué a la carretera que las lágrimas picaron mis ojos, y tuve que pestañear para alejarlas. Llorar por esto no era algo que aceptaría. Mañana, estaba segura que él tendría una excusa. No creía que me importara escucharlo. Nada podía explicar lo que había visto.
Contuve mis lágrimas todo el viaje hasta casa, y cuando finalmente llegué, estaba tan exhausta de mi fuerza de voluntad que no hice nada más que correr hasta entrar a casa.
Abrazar a Franny toda la noche era lo que necesitaba.
***
Escribió tres veces y llamó cinco, dentro de una hora. Las ignoré todas. Me acurruqué con Franny en la cama, silencié el móvil y observé mientras se iluminaba cada vez. No iba a responder. Si él estuviera tan preocupado de que yo llegara sana y salva a casa, debió haber estado allí cuando saliera del trabajo. No con la rubia extraña. Él siquiera había notado que me marché. Cada vez que recordaba eso, me daba fuerzas para mantenerme firme.
***
—Mami, ¿por qué papá está afuera, durmiendo en su camioneta? —preguntó
Franny.
Abrí mis ojos y miré hacia arriba para ver que estaba inclinada hacia mí. Tratar de comprender exactamente lo que quería decir me tomó un momento.
—Él está afuera durmiendo. En su camioneta —dijo, con una expresión confusa y ansiosa—. ¿Voy a despertarlo?
¿Quién estaba afuera? —¿Qué? —pregunté cuando me senté y froté mis ojos, intentando concentrarme en mi hija.
—Papá. En su camioneta —ella comenzaba a sonar frustrada.
—¿William? —repetí, sintiéndome más confundida de lo que ella parecía.
Franny suspiró. —Iré a despertarlo —luego dio la vuelta y salió corriendo de la habitación.
William estaba fuera en su camioneta. ¡Mierda! Salté de la cama, agarré un par de pantalones cortos, y tiré de ellos, junto con la parte superior del top con que había dormido, antes de seguir a Franny. ¿Por qué William estaría dormido en su camioneta? No tenía sentido para mí. No quería que Franny fuera la que lo despertara y enfrentara.
—¡Franny, espera! —llamé cuando la alcancé.
Ella tenía su mano en la puerta, apunto de salir, cuando se detuvo y me miró. — Está dormido en su camioneta —sonaba preocupada.
Asentí en señal que había entendido lo que me estaba diciendo. —Vamos a ver por qué está ahí fuera. Quédate aquí y haz un poco de desayuno. Estoy segura de que va a venir cuando está despierto. Haz algunos panqueques, también —sugerí, esperando que esto la mantuviera en la casa.
Se veía consternada mientras miraba por la ventana. —Está bien, pero asegúrate de que entre. Quiero verlo. Él está aquí para verme, creo.
—Lo haré. Lo prometo —le aseguré.
No le di tiempo a discutir antes de dirigirme hacia fuera, a la camioneta de William. Yo sabía que Franny estaría mirando desde la ventana, por lo que gritar no era una opción.
El hecho de que él estuviera aquí me enfureció. Me estaba manipulando. Él sabía que yo no iba a reaccionar mal frente a Franny. Además, ¿cuál fue el punto de dormir toda la noche aquí? Yo no había respondido a sus llamadas; debería haber sido suficiente para él para captar la indirecta.
Al verlo dormido, con la cabeza inclinada hacia atrás contra el asiento, no ayudó a mi temperamento. Incluso se veía bien. Eso no era justo. Maldito sea.
Golpeé con fuerza en la ventana y en silencio disfruté verlo levantarse de golpe con el sonido repentino. No le di tiempo para despertar antes llamar de nuevo y lo miré. Franny estaba viendo, pero yo estaba lo suficientemente lejos que no podía ver mi cara.
William se incorporó y abrió la puerta. Di un paso atrás, cruzando los brazos sobre el pecho defensivamente.
—¿Qué estás haciendo? —exigí, antes de que pudiera decir nada.
—No has contestado el teléfono.
—¿Así que tiene sentido para ti dormir en tu coche a la entrada de mi casa? Franny está dentro en este momento, preocupada por ti y haciendo panqueques. Lo que significa que vas a entrar y comer los malditos panqueques con ella. Asegurarle que estás bien, y llegar con alguna razón de por qué tuviste que dormir afuera.
William volvió a mirar a la casa, y vi un atisbo de arrepentimiento en su cara por preocupar a Franny.
Al menos eso. Ahora, él tenía alguna pista de lo tonto que era esto.
—¿Por qué no respondiste? —preguntó, mirando hacia mí. Su cabello estaba revuelto, y yo quería alzar la mano y arreglarlo. Pero no lo haría. Yo no tocaría a este hombre nuevo.
—Estaba en la cama. Si querías hablar conmigo, deberías haberlo hecho antes de que saliera del trabajo. Yo no estaba disponible para hablar cuando llegué a casa. Ese tiempo está reservado para Franny —lo miré, esperando a que me diera una razón creíble. Alguna excusa estúpida. No había nada que pudiera decir que no me haría sentir lastimada por lo que había visto. —Estás enojada —dijo, dando un paso más cerca de mí.
Me reí. ¿Cómo podría responder a eso? —Ven adentro y come galletas con nuestra hija. Luego te vas —giré de regreso a la casa.
—¿Por qué estás enojada? ¿Me viste hablando con Alexa anoche? ¿Es que se trata
de eso?
Genial, ella tenía un nombre. —Si ese es el nombre de la rubia, entonces sí —le contesté, sin disminuir la velocidad.
—Ella es una vieja amiga.
—Bien por ti.
—Addy, detente. En serio, escúchame.
No me detuve. Estaba muy enojada con Alexa, por ser una vieja amiga, y conmigo por preocuparme.
—Addy —llamó otra vez—. No hagas esto.
—Voy a ir a desayunar con Franny. Ella está observándonos ahora mismo.
No dijo nada más, pero podía oír sus pasos detrás de mí. Miré hacia arriba para ver Franny asomándose por la ventana, como si supiera que ella lo haría.
—Antes de entrar allí, dime que dejarás explicarte lo que viste no es lo que piensas —dijo, en voz baja que Franny no fuera capaz de oír desde el interior.
—No hay nada que explicar —respondí, todavía no estaba lista para ceder. El hecho de que había dormido fuera de mi casa no fue suficiente para solucionar este problema. Si tuviera que hacer frente a las mujeres en su coche, en su oficina, y Dios sabía dónde si no, entonces yo no me metería en esto. No competería por su atención—. Simplemente haz a Franny feliz, William. Eso es todo lo que necesito de ti —dije con una sonrisa, por el bien de mi hija, y luego me dirigí a la casa.
Franny estaba corriendo de nuevo a la tostadora cuando la puerta se abrió. —Estoy haciendo panqueques —anunció ella para William, no para mí.
—Voy a querer dos —le dije. Ella me miró y sonrió, sorprendida de que fuera a comer, pero no lo cuestionó.
—Yo tres —añadió William, caminando detrás de mí.
—¡De acuerdo! —habló Franny, y ella se iluminó como si su celebridad favorita acababa de entrar en la casa.
Yo no dejaría que le haga daño a ella también. Le había permitido entrar a su mundo, y él volvería a ser lo que necesitaba. Me aseguraría de ello.
William
Ella estaba molesta y yo no tenía idea de cómo mierda iba a explicar esto. Alexa trabajaba para DeCarlo. Ha estado con él casi tanto tiempo como yo lo había hecho, pero ella no tenía intenciones de salir del negocio. En este mundo, había poca gente tan implacable como lo era Alexa. Era una asesina entrenada y nadie la veía venir, porque no cometía errores.
Sus objetivos más fáciles eran hombres, porque podía usar su cuerpo y su aspecto para llamar su atención antes de liquidarlos. Era más fácil para ella deshacerse de sus marcas, ya que lo hacía sin ninguna emoción. La había observado en acción más de alguna vez, y fue intenso, la manera en qué asesinaba sin una pizca de remordimiento.
La noche anterior, ella había llegado al restaurante para hacerme saber que los miembros de una banda venían por mí, o eso se creía. Ellos tenían algo de información privilegiada de la persona que había matado a su “hermano”, y deseaban la venganza.
Saber que había una posibilidad de que mi pasado volviera para arruinar las cosas ahora, era la mierda más aterradora que he tenido que tragar. Si han estado observándome, no tardarían mucho en averiguar quiénes eran Addy y Franny. Había venido aquí la última noche para asegurarse de que estaban a salvo. Cuando Addy no había respondido, no me marché. No las dejaría en paz hasta que Cope y Alexa encontraran a los bastardos que estaban buscándome.
Ambos estaban en la ciudad, detrás de quien ellos creían que me perseguían. Si Cope había venido a verme y me dejó entrar en toda esta mierda, entonces no tendría a Addy molesta conmigo. Pero él había mandado a Alexa mientras hacía sus investigaciones de rastreo.
Jodido infierno. La única excusa que tenía para Addy era que Alexa era una vieja amiga. Contarle la verdad no era algo que me permitiese hacer. La perdería si lo hiciera. Se llevaría a nuestra hija y escaparía lejos.
Y, ¿Quién podría culparla?
Miré por encima de la mesa, hasta el otro extremo, a mi hija, mientras ella hablaba felizmente, completamente ignorante de que su madre estaba lista para apuñalarme con el tenedor que usaba para comer sus panqueques.
—Es tiempo de que te vistas para ir a la escuela —dijo Addy cuando Franny paró de hablar.
—Está bien, pero ¿puede papi llevarme? —preguntó, mirando de su madre a mí, con esperanza.
—Me encantaría llevarte —hablé, antes de que Addy pudiera responder. Escuchar a Franny llamarme papá tan natural, hizo que me pecho se hinchara.
Addy asintió. —De acuerdo. Ahora, apresúrate para que él no tenga que llegar tarde
—¡Lo haré! —respondió, saltando de su silla y corriendo a su dormitorio.
Cambié mi atención a Addy, quien limpiaba la mesa antes de que Franny siquiera dejara el cuarto.
—¿Siquiera vas a mirarme? —pregunté, necesitando que sus ojos se posaran en mí para que viera que tan jodidamente sincero estaba siendo en esta situación.
—No hay razón para hacerlo —fue su respuesta.
—Addy, por favor —rogué.
Se detuvo en el momento en que tomaba el plato de Franny y finalmente, levantó la mirada para encontrar la mía. —¿Qué?
Ahora tenía su atención, y nada era más preciado. Era como si sólo tuviera cinco segundos para hacer que me escuchara, y el calor estaba en el aire. —Cuando te digo que ella es una vieja amiga, es verdad. Ella está en la ciudad con otro viejo amigo. Un chico. Ellos están juntos. Ellos tienen información que darme sobre mi antiguo trabajo. Eso es todo.
Estaba más que seguro de que Cope y Alexa follaban. Así que no era completamente una mentira. Estaba insinuando que ellos eran algo más, pero fue lo mejor que se me ocurrió para decir, y por la mirada de Addy, parecía creerlo, así que continué.
—Creí que te había visto marcharte. Cuando me di cuenta que tu auto no estaba, comencé a llamarte, pero no contestaste. Estaba preocupado, y quería verte, así que vine. Dormir afuera fue la única forma para encontrar un poco de paz. Necesitaba oír tu voz.
—¿Puedo usar esto? —preguntó Franny.
Addy pestañeó y se alejó de la mesa para voltearse y ver a nuestra hija. —Sí, eso está lindo. ¿Por qué no usas tus tenis blancos con eso?
Franny asintió y se apresuró de regreso a la habitación.
—¿Puedo volver aquí después de llevarla a la escuela?
Ella no me miró; en su lugar se quedó con una postura tensa. —No lo sé, William.
—Addy, tienes que creerme.
Se volteó para mirarme, y había un miedo obvio en sus ojos. Estaba asustada de confiar en mí. —Ella te necesita. Te quiero en nuestra vida. Pero, también tengo miedo de necesitarte.
Me había levantado y acercado a ella cuando Franny se escabulló al cuarto con su morral sobre su hombro. —¡Lista!
Addy volvió para limpiar. —No te olvides de tu bolsa del almuerzo en la nevera.
Franny corrió hacia la nevera y sacó una bolsa de color rosa de lunares, y luego se acercó a Addy y envolvió sus brazos alrededor de su cintura.
Addy dio la vuelta y se inclinó para tirar de ella en un abrazo. —Ten un maravilloso día. Haz que valga la pena —dijo.
Franny asintió. —Por supuesto —le aseguró a su madre. Se liberaron la una a la otra, y Franny se acercó a mí—. Vámonos.
La mirada de Addy encontró con la mía, y asintió ligeramente. Ese fue todo el estímulo que necesitaba.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Ago 13, 2016 11:33 am

Capítulo 19
Addy
Lo había hecho de nuevo. Yo había sacado conclusiones apresuradas. No dejé que explicara. ¿Cuándo yo había dejado de confiar? ¿Cuándo había llegado a ser tan negativa? Me hacía estas preguntas, mientras limpiaba la cocina y tomaba una ducha antes de que William regresara.
El hecho de que había dormido fuera simplemente porque yo no respondía a sus llamadas era prueba suficiente de que le importaba y yo estaba siendo una idiota. Después de todo este tiempo, todavía era tan increíblemente celosa e insegura con él. No quería ser de esa manera. Nunca me dio una razón para no confiar en él, en aquel entonces ni ahora. Tenía que detener esto.
En el momento en que estaba fuera de la ducha y me vestí, William llamaba a mi puerta. Yo tenía que disculparme, y esta sería la última vez que lo hiciera. La próxima vez, yo le preguntaría si veía algo, sin mal humor ni molesta.
Al abrir la puerta, William entró, su mirada en mí. —Tienes que dejar de hacerme esto, Addy. Después de todo lo que ha ocurrido en los últimos dos días y todo lo que he dicho, me gustaría pensar que sabrías donde están mi mente y corazón. Donde siempre han pertenecido.
—Lo sé —yo estaba de acuerdo.
Él abrió la boca para decir algo y se detuvo cuando procesó mi respuesta.
—No voy a hacerlo de nuevo —le aseguré.
Dio un paso más cerca. —No me gusta pensar que estás molesta conmigo.
Retrocedí, no segura de lo que él estaba haciendo. Pero dio otro paso, cerrando la distancia. —No puedo amar a nadie más que a ti —su ceño se desvaneció en algo más profundo. Algo intenso.
Mi corazón se apretó con sus palabras, y era difícil pensar en cualquier otra cosa. Cuando sus manos estuvieron alrededor de mi cintura y tiró de mí, fui de buena gana. Este era mi William. El chico que robó mi corazón y nunca lo devolvió.
—Ven aquí —dijo en voz baja, antes que su boca presionara contra la mía.
Deslicé mis manos por su pecho y las posicioné sobre sus hombros mientras me levantaba de puntillas. Era lo más alto que podía llegar.
—Tan pequeña —murmuró contra mis labios, luego me recogió y nos llevó a la barra. Me subió para que mi boca estuviera al nivel de la de él—. Siempre quise abrazarte y protegerte. No pude. Pero Dios, quería. Te he fallado tantas veces. Durante diez años, estuve vacío… roto —se detuvo y cerró los ojos, y luego tomó una respiración profunda—. Pensé que te había perdido. He vivido sin ti, la lucha contra los demonios que no podía matar.
Moví mi mano para tocar suavemente el lado de la mandíbula sin afeitar. —Estoy aquí ahora. No hay más demonios para luchar.
Observé su garganta cuando tragó saliva y me dio una pequeña inclinación de su cabeza, pero había algo en sus ojos que me preocupaban. Antes de que pudiera averiguar lo que estaba mal, sus manos apretaron su control sobre mis caderas, y me atrajo más cerca de él. —Te necesito —dijo en un suave gruñido.
También lo necesitaba. Yo lo había necesitado durante diez años. De muchas maneras. Pero en este momento, conocía la forma a la cual se refería, era la forma en que más lo necesitaba. Siempre le iba a necesitar de esta manera. Solo él.
Levantando las piernas, las envolví alrededor de su cintura.
—Deja que te lleve a la cama —susurró, mientras besaba mi oído.
—No —negué con la cabeza—. Hazlo aquí.
Él se quedó quieto, y pasé las manos por debajo de su camisa para sentir su pecho musculoso.
—¿En el mostrador? —preguntó, tirando hacia atrás lo suficiente como para mantener la mirada.
Asentí, mordiéndome el labio porque nunca había hecho algo como esto antes. Lo quería. Yo quería saber lo que se sentía el sexo salvaje, sin inhibiciones. Era una mujer adulta y madre, pero nunca había experimentado este tipo de cosas. Cosas que sólo quería experimentar con William.
Sus las manos apretaron mis muslos y me acercó lo suficientemente cerca que podía sentir su erección presionada entre mis piernas. Mi clítoris latía de emoción. Esto era real. No como mi fantasía. Era mejor.
Con un gruñido, su boca cubrió la mía de nuevo, y me aferré a sus lados, sintiendo sus músculos flexionándose bajo mi tacto. El olor de su piel era intoxicante, y me sentí mareada por la inhalación rápida, tratando de obtener más de él. Me encantó tenerlo cubriendo mi cuerpo con el suyo. Me encantaba sentir que estábamos conectados.
No fue hasta que susurró: —Alza tus brazos —que me di cuenta que estaba tomando mi camisa. Obedecí, temblando de emoción. Cuando sus manos cubrieron mis pechos y apretó su plenitud, no podía no gemir. Se sentía tan bien. El dolor en los pezones disparó directamente a mi centro, y podía sentir la humedad en mi ropa interior. Era como si él estuviera encendiendo lentamente un petardo; en cualquier momento, tocaría el lugar correcto, y me desmoronaría.
Descolgó el sujetador con una mano y lo retiró lentamente, dejándolo caer al suelo. —Tan jodidamente hermoso —murmuró, sus ojos obteniendo una vista de mis pechos desnudos. Mis pezones estaban tan duros que tenía miedo si tocaba uno, me correría. No es que no quería tener un orgasmo, pero ¿Qué tan patética me vería si tuviera uno tan pronto? Sus manos se movieron para sostenerlos, y rozó su pulgar sobre las cimas sensibles. Deseé que esto nunca terminara. Haber sido afectada de esta manera fue suficiente. Más de lo que podía haber esperado.
Besó su camino por mi cuello, y me eché hacia atrás, arqueando el cuello para que pudiera tener más acceso. Yo quería su boca en todos lados. Que me llevara a lugares que nunca había estado y lugares que sólo quería estar con él.
William
Buscar la fuerza para tomar esto con calma era la cosa más difícil que alguna vez he hecho. No quería ir lento. Quería a Addy desnuda y envuelta a mí alrededor mientras me enterraba tan profundamente en él hasta perderme. Mi cuerpo tembló cuando pensé en cómo se iba a sentir.
La vida sin ella había sido un infierno, pero tenerla ahora, me di cuenta que había encontrado mi cielo. Lo había logrado. Perderla ahora era imposible. Nunca lo superaría. Ella no era del tipo que sobrevivías dos veces después de perderla.
Deslizando mi mano por su muslo interno hasta sentir la humedad entre sus bragas, contuve mi aliento.
—Por favor, ahora —dijo, sus uñas enterradas en mis brazos—. Te quiero dentro de
mí.
Inhalando profundamente, pude oler su esencia, y mi polla se endureció. —Fuera —gruñí cuando levanté su culo para bajar sus bragas por sus piernas y lanzarlas al suelo.
Sus manos temblaban mientras trabajaban en el botón de mis vaqueros. Por mucho que deseaba verla desnudarme, todo lo que podía pensar era sobre cuán cálido se sentiría cuando deslizara mis dedos en ella.
La ayudé a desabotonar mis vaqueros y los empujé bajo mis caderas.
—Estoy tomando la píldora —dijo, tocando la parte baja de mi estómago con reverencia—. ¿Podemos… hacerlo sin condón?
Yo sabía que estaba limpio. Me mantenía chequeado, y estaba seguro de revisarme después de que la relación con Elle terminara.
Sostuve sus piernas más abiertas y observé cómo lentamente nos juntamos para mirar su rostro fascinado, mientras poco a poco me deslizaba dentro de ella. Yo la había tocado. Sabía el grado de tensión en que se encontraba. Fue todo lo que me impedía chocar contra ella, con la necesidad arañando mi cuerpo.
Su jadeo ruidoso fue seguido por sus manos agarrando con fuerza mis brazos y sus ojos destellaron con excitación. Entrar en ella era otro nivel de pura felicidad. Un gruñido bajo rompió desde mi pecho cuando su interior me apretó con cada centímetro al enterrarme profundamente. Las piernas de Addy me envolvieron la cintura, y los ruidos de placer que ella estaba haciendo me llevaban al borde.
—Eres tan jodidamente estrecha —dije entre dientes.
—Lo lamento —susurró, mirándome con preocupación.
Bajé mi boca hasta tocar sus oídos. —No te disculpes por ser tan malditamente perfecta, Addy. Te sientes tan bien que estoy tan cerca de volverme loco.
Abandonó mis brazos para rodearme el cuello, y su boca gesticuló un bajo “oh” al segundo que estaba completamente enterrado en ella. —Oh, Dios —dijo, inclinándose para presionar su pecho desnuco contra el mío.
—Eso es —cerré mis ojos y me dejé llevar por el momento.
Cuando mecí mis caderas, ella hizo pequeños sonidos sexys que hicieron que mis bolas se apretaran. Iba a explotar muy pronto si ella no se detenía con esa actitud provocadora.
—¿Se siente bien? —le pregunté, necesitando que se sintiera perfecto para ella más que cualquier otra cosa.
—Sí, oh, sí, tan bien —dijo en mi cuello, donde su cara estaba escondida. Su lengua salió y lamió un pequeño pedazo de mi piel.
Nuestros cuerpos empezaron a moverse en perfecta sincronía. Su piel se presionó contra la mía, y su calidez apretó mi polla con cada pulso y estocada. Sabía que en el momento que ella se corriera, yo acabaría. Nunca había sido capaz de aguantar hasta que ella terminaba.
Su mano se deslizó por mi pecho y se posó en mis abdominales. Ella miró hacia abajo justo cuando su cuerpo se endureció y comenzaba a temblar. Levantando su cabeza,me miró. Su boca estaba ligeramente abierta y sus ojos, cerrados. La mano en mi vientre se volvió un puño cuando ella gritó mi nombre. No fue William, si no William.
Y con eso, la seguí hasta el abismo.
***
Dos horas después, sostuve a Addy en su cama mientras ella dormía. Después de arreglar la cocina, la cargué hasta aquí, e hicimos el amor otra vez. Esta vez, más lento y exhaustivo. Había dejado que se corriera dos veces antes de seguirla. Luego, ella había cerrado sus ojos y se acurrucó en mí antes de caer en un profundo sueño.
Otra cosa que me había perdido. Sostener a Addy mientras dormía había sido parte de mi vida. Era lo que me ayudó a dormir por la noche. Sin ella en mis brazos, dormir había sido casi imposible durante años.
Me quedé mirando al techo. Mi pasado estaba de regreso para atormentarme, y no se iba. Tenía que hacerle frente y también encontrar una manera de mantener Addy. Ella y Franny eran mi vida. Me había prometido que había terminado de matar. Si ellos amenazaban lo que yo más amaba, les demostraría con qué estaban lidiando. Haría cualquier cosa para proteger a mis chicas.
Mi teléfono vibró en la mesa junto a mí. Estiré la mano para cogerlo suavemente y no molestar a Addy.
Era DeCarlo.
Están ahí. Tendrás que encargarte.
Eso era todo. Nada más. Pero yo sabía exactamente lo que estaba hablando. Mi último trabajo aún no había terminado.
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The Best Goodbye Webnovela LevyRroni(+18) - Página 2 Empty Re: The Best Goodbye Webnovela LevyRroni(+18)

Mensaje por tamalevyrroni Sáb Ago 13, 2016 11:37 am

Capítulo 20
Major
Estaba oscuro como la mierda. Odiaba trabajar en la oscuridad. En tiempos como estos, me preguntaba en qué infiernos me había metido. Imploraba por peligro y emoción. Algo más de lo que tenía. Pero, ¿era eso lo que realmente quería?
Trabajar con William había sido genial. Él no era un asesino a sangre fría. El hombre tenía compasión y sabía cuándo definir y cruzar los límites.
No obstante, Cope era un jodido maniaco. Lo juro, el tipo mataba por diversión. Nunca actuó como si le afectara o se arrepintiera por un momento. Y este era el hombre del que recibía mis órdenes.
Al diablo con mi vida.
—William ha sido alertado. Esto terminará pronto —la voz de Cope salió de las sombras. Maldita sea. Él siempre salía de la nada. Nunca podía oír al hijo de puta. Era como un maldito ninja.
—¿Cómo se llevará a cabo? ¿Nosotros los localizamos? —pregunté, molesto porque una vez más me había asustado cuando necesitaba estar más alerta que nunca.
—Alexa lo tiene marcados. William irá por ella y los sacará.
William había dicho que terminó con los crímenes. El hecho de que él tenía que entrar a causa de un antiguo trabajo no me cayó bien. Quería saber que cuando yo me alejara, me gustaría ser verdaderamente libre.
—Él ya no está trabajando —le contesté—. ¿Por qué no podemos hacerlo nosotros? Infiernos, yo lo haré.
Cope encendió un cigarrillo y se encogió de hombros mientras miraba a la casa antigua que yo había sido instruido para observar. —Tienes razón. Pero este es su problema. Nosotros los rastreamos y aseguramos que supiera, porque Benedetto se encarga por su cuenta. William puede estar fuera, pero todavía tiene sangre en sus manos para DeCarlo. Le cuidamos la espalda, pero él sabe que esto es su responsabilidad.
Parecía molesto por mí. Todavía no entendía todos los trabajos internos de esta cosa. Lo que sí sabía era que DeCarlo no estaba completamente en todo. Había algo más en juego, más que matar a quien debía ser eliminado. Todo lo que tengo son órdenes de Cope, y hasta ahora, yo no había sido capaz de cerrar un acuerdo por mi cuenta.
—La chica que estás vigilando es donde necesitas enfocarte. Pensamos que ella sabe lo que necesitamos. Te voy a dar los detalles mañana. Esta noche terminamos esto para Cap.
El trabajo para el que me enviaron aquí se hacía cada vez más complicado. Ni siquiera estaba seguro de los detalles. Sólo que había un hombre que buscábamos; secuestró a un niño hace diez años y se salió con la suya. No habían dicho nada más.
Cope buscó su teléfono y comprobó la pantalla. —Él está ahí. Alexa le ha avisado, y él esta dentro. Vamos yendo en caso de que necesite más seguridad —dijo Cope, dejando caer el cigarrillo encendido y pisándolo fuerte. Comenzó a moverse hacia el bosque detrás de nosotros.
—¿Qué hay de la casa? —le pregunté, cuando di vuelta para seguirlo.
—No hay nadie de importancia. Sólo te necesito en una ubicación privilegiada, y pensé que esto te mantendría ocupado —respondió en un tono aburrido.
Cabrón. Él realmente era molesto como el infierno. Había estado aquí viendo esta casa durante tres horas y tenía alrededor de un millón de picaduras de mosquitos.
—¿Cuándo planeas en darme más crédito? —pregunté, molesto. Todo el mundo estaba tan asustado de Cope, pero él sólo mató a los que se le dijo que matara. Siguió las órdenes, lo mismo que todos los demás.
—Al hacer el jodido trabajo que te han dado —respondió, mientras seguía avanzando—. Ahora, cierra la boca y deja de putear como una mujer. Concéntrate. Cap puede necesitarnos.
Quería discutir o al menos llamarlo un hijo de puta, pero mantuve la boca cerrada. En realidad, no me habían dado un trabajo fácil. Ser mandado para acechar a la hermana de mi primo era jodido. No ayudó que ya había tenido mis ojos en ella antes de firmar por toda esta mierda. Nan era un pedazo de culo caliente. Pero si ella estaba follando con alguien quien DeCarlo quería, entonces ella estaba en peligro.
Y no podría incluso decirle a Mase sobre él, si quería que ambos viviésemos.
Addy
Después de la más sorprendente mañana de mi vida, me había despertado con un William distante e incómodo. No había esperado que se retirara de esa manera. Cuando éramos más jóvenes, habíamos conectado más cada vez que dormimos juntos. Esta experiencia fue totalmente diferente.
Sus pensamientos habían estado en otro lugar. Cuando él me había dado una excusa de que tenía que ir a trabajar para solucionar algunas cosas, sus ojos decían otra cosa. Me sentí desechada. Mi estómago se retorció en un nudo para el resto del día.
La llegada de Franny a casa había ayudado a aclarar algunas cosas. Tener la charla sobre su día y escuchar su risa ante sus programas favoritos de televisión era una distracción definitiva. No tenía que trabajar esa noche, y estaba agradecida. Enfrentar a William ahora parecía imposible.
No estaba segura de qué decirle a él o incluso cómo mirarlo. Él me había un beso de despedida y dijo que me llamaría pronto. Eso fue todo. Luego se marchó de aquí lo más rápido posible.
La charla constante de Franny sobre lo divertido que fue que William la llevara a la escuela, no ayudó. Cuando por fin dejó de hablar de él y comenzó en su tarea, me sentí aliviada.
Me concentré en hacer la cena, a pesar de que no tenía un apetito. En todo el día. No había espacio en mi estómago para nada más que ese nudo que él había dejado allí.
Cuando la hora de dormir de Franny finalmente llegó y ni siquiera había recibido un texto William, estaba devastada. Sonreír y llevarla a la cama, como si mi corazón no estuviera rompiéndose lentamente, era difícil, pero lo manejaría.
No fue hasta que supe que me había quedado dormida y me acurruqué en el sofá con el teléfono en la mano y dejé que la primera lágrima cayera lentamente. Sabía que él estaba ocupado, y cómo era su trabajo, pero también sabía que si él hubiera querido, habría encontrado un momento, para al menos, mandarme un texto. Cualquier cosa habría sido agradable.
Un golpe en mi puerta me sobresaltó, y salté mientras secaba mis ojos. Tal vez era William, que venía a verme y explicar por qué no había llamado en todo el día. Me apresuré hasta la puerta y la abrí, esperando a William, pero me congelé cuando un hombre alto y aterrador, con los hombros más anchos que yo había visto alguna vez, posó sus fríos y azules ojos en mí.
Apreté el teléfono en mi mano. No tenía idea de quién era este hombre, pero tuve el presentimiento que necesitaría marcar a emergencias. Me pregunté si podría hacerlo lo suficientemente rápido.
—Deja de pensar en escapar. No estoy aquí para dañarte. Trae a tu vecina para que cuide de tu hija, y ven conmigo. William te necesita.
¿Qué? Me quedé viendo al hombre, preguntándome cómo podía ser atractivo y atemorizante como el infierno, todo a la vez. Y cómo sabía sobre mi vecina y mi hija.
—Necesitamos ir. Ocúpate de tu hija y muévete —dijo con autoridad.
—Disculpa, pero, ¿Quién eres? —pregunté, retrocediendo, con mi mano en el pomo de la puerta.
Él suspiró como si estuviera impaciente. —Sabía que debí mandar a Alexa — gruñó. Luego, con una mirada irritada, apuntó hacia la habitación donde Franny dormía—. Tu hija necesita que tu vecina se quede con ella. Necesito llevarte al jodido hospital, porque William se ha metido en algo esta noche. Cuando su culo se despierte, querrá ver a su mujer. Ahora, ¿podrías por favor hacer lo que te digo, y parar de hacer millones de preguntas?
Dos cosas que jamás quise escuchar en mi vida eran “William” y “hospital”, juntas en una frase. Tal vez eran tonterías, o era miedo por William…. O simplemente no podía imaginar que alguien que querría hacerme daño me hablaría como si fuera una niña desobediente, pero saqué mi teléfono, todo el tiempo con mis ojos en el hombre alto, y marqué a la señora Baylor.
—Que sea a tu vecina a quien llamas —murmuró.
Diana respondió al segundo tono. —Maite, ¿estás bien?
—Sí, señora Baylor, estoy bien. Pero necesito visitar a un amigo que está en el hospital. ¿Podría por favor quedarse con Franny? Ella ya está dormida.
Pude ver el alivio en el rostro del hombre mientras asentía y regresaba a la oscuridad, hacia una camioneta negra que casi yo podía visualizar, incluso a la luz de la luna.
—Oh, mi Dios. Espero que todo esté bien. Estaré allí ahora.
—Gracias —respondí antes de colgar. Salí hacia la entrada—. ¿Cómo conoces a William? —le pregunté al hombre.
—Trabajábamos juntos.
No pude imaginar a este hombre trabajando en un restaurante de cualquier tipo, pero William tampoco encajaba en ese mundo. —¿En el restaurante de aquí? —pregunté, sabiendo que si lo afirmaba, estaría mintiendo.
Lo primero que oí fue una sonrisa ahogada. —Joder, no —fue la única respuesta que obtuve antes de que él subiera a su camioneta.
La señora Baylor se apresuró por el jardín y llegó hasta los escalones de mi entrada. —Yo me encargo. Ve a visitar a tu amigo.
Le agradecí nuevamente con un abrazo y bajé los escalones hasta llegar a la camioneta –y deposité mi confianza en un completo extraño.
***
Una vez que estuve en la camioneta, abroché mi cinturón y giré para estudiar al hombre que manejaba.
—Sólo porque ella luzca inofensiva, no significa que no sea una mujer inteligente. No creas que no anotó la marca y el modelo de esta camioneta y miró tu placa de licencia antes de irnos. Si yo no vuelvo, ella le avisará a la policía.
Una pequeña y casi elusiva sonrisa tocó la esquina de su boca. —Bien —fue su única respuesta, antes de que su rostro volviera a su estado natural. Tan raro como se veía, su respuesta fue tranquilizadora.
—¿Podrías decirme tu nombre, por favor?
Frunció el ceño. —Cope.
¿Cope? ¿Qué era ese nombre? —Cope como Copeland.
—Cope como Cope.
Bueno, de acuerdo. —Un placer conocerte, Cope. Yo soy…
—Addison Turner. Viviste en la casa de William Kipling como una niña de orfanato por cuatro años. Su madre era loca y abusaba de ti. Se todo de ti, así que guárdatelo.
Mi boca se abrió mientras escuchaba a este hombre hablar de todo mi pasado con William en cuatros frases. ¿Cómo lo sabía? ¿Realmente era cercano a William? —Así que, ¿William está en el hospital? ¿Es verdad?
Asintió.
—Sin embargo, ¿él estará bien? —pregunté, mi corazón comenzando a acelerarse y mi miedo escalaba hasta la cima. Aun cuando me haya subido a esta camioneta, no estaba tan segura de que él estaba siendo honesto conmigo.
—Joder, sí. William ha sobrevivido a más que una bala en la pierna. Estará bien, pero te va a necesitar.
Una bala… —¿Qué? —me aferré a la manilla de la puerta cuando la palabras “bala” se procesaba en mi mente. ¿Alguien le había disparado? ¿Cómo? ¿Por qué? Él estaba trabajando esta noche.
—No es mi asunto compartirlo contigo. William lo hará. Pero sí, él estará bien. Incluso conservará su pierna. Fue una bala limpia.
Conservará su pierna… bala limpia. Oh, mi Dios.
No dije nada más mientras lo observaba manejar en dirección al hospital. Una gran parte de mí pensaba que él habría preferido secuestrarme que escoltarme hasta el hospital donde estaba William.
Cuando llegó al estacionamiento, casi salté fuera de la camioneta aun en marcha.
—Whoa, mujer. En serio, jodidamente relájate. Te llevaré de inmediato allí —me ladró cuando yo comenzaba abrir la puerta.
—Necesito llegar a él —espeté.
—Y te llevaré. Jesús —gruñó, cuando abría su puerta y yo salté de mi asiento.
Este tipo tenía que apresurarme, o yo lo dejaría aquí y me dirigiría directamente hacia el mostrador de información. Yo no tenía tiempo para esperarlo.
—Habitación 345. Ve. Necesito café —dijo, como si pudiera leer mi mente.
Ni siquiera me di vuelta antes de que empezar a correr.
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