Foro Maite Perroni & William Levy (LevyRroni)
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WebNovela LevyRroni You Were Mine(+18)

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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Dic 05, 2015 12:48 pm

18

Maite

―¡Tía Mai, Mílame! ―gritó la pequeña voz de Nate. Me di la vuelta para verlo en los brazos de Rush mientras entraban a la cena de ensayo. Rush se agachó para colocar a su hijo en el piso, e inmediatamente sus piernas se enderezaron y se dirigieron directo hacia mí. Riendo, abrí los brazos para él.

―Mi chico favorito está aquí ―le dije, con sus pequeños brazos rodeando mi cuello. Nate tenía tan solo unos meses cuando Jace se ahogó, y pasé mucho tiempo con Blaire los meses después de eso. No podía estar sola. El vigilar a Nate cuando necesitaba una niñera fue bueno para mí, y nos unió.

―Volé ed un avón ―anunció mientras lo cogía en mis brazos.

―¡Lo hiciste! ¿Fue divertido? ―Él volaba un poco en el jet de su abuelo.

―Sí ―dijo, asintiendo. Luego sus ojos se iluminaron cuando vio a Grant―. Ahí etá tío Glant ―dijo, señalando―. ¡Mílame, tío Glant! ―gritó. Grant dirigió su atención a la voz de Nate, y una sonrisa se extendió por su cara. Después se dirigió hacia nosotros.

―¡Oye, amigo! ―dijo él, levantando su puño, el cual Nate golpeó con el suyo propio. El hecho de que Rush hubiera enseñado a su hijo de dos años a hacer el saludo-con-el-puño era muy divertido. También usaba sus gorras de béisbol hacia atrás y dibujaba garabatos en sus brazos cada vez que su mamá no veía. Quería “im{genes” en él, como su papi.

―Mira, mi Betty ―dijo Nate, palmeando mi pecho.

Grant se rió. ―Sí, veo a tu Betty. ¿Volaste con papá Dean?

Nate asintió. ―Vodamos en un avón.

―Apuesto a que lo hiciste ―dijo Grant.

―Mira Wiwa Kate ―dijo Nate, moviéndose en mis brazos mientras Harlow entraba con Lila Kate en los suyos.

Tomé la indirecta y puse a Nate en el suelo. Sus pequeños pies salieron corriendo en dirección a Harlow y la bebé.

―Creo que ama más a tu pequeña niña que a mí en estos días ―le dije a Grant.

―No dejes que te afecte. Es difícil competir con ella ―contestó con una sonrisa―. Necesito ayudar a Harlow con el hombrecillo salvaje ―dijo antes de perseguir a Nate. Vi cómo Grant lo levantaba en sus brazos para que pudiera ver a Lila Kate.

Nate era un encanto, e iba a hacer una vuelta completa alrededor de la sala antes de recordar que yo me encontraba aquí y regresara a verme. Amaba ser popular.

Caminé hacia las mesas, buscando mi nombre. Todo el mundo estaba entrando del ensayo y encontrando su asiento. Caminar por el pasillo del brazo de William había sido extraño, pero no incómodo. Él hizo una broma sobre mí tropezando y llevándolo conmigo. Más allá de eso, realmente no hablamos.

Me senté y volteé para ver que el nombre de Thad se hallaba escrito a mi derecha y el de Blaire a mi izquierda. Eso significaba que Rush y Nate también estarían en esta mesa. Y posiblemente Dean Finlay. Hubo un tiempo en el que esa era toda la emoción que necesitaba. Pero durante los últimos dos años, me las arreglé para contener mi comportamiento deslumbrado alrededor de Dean. Ahora no era más que el papá de Rush.

No sabía con seguridad de quién eran los últimos dos asientos. Saqué mi silla al mismo tiempo que se movía la silla a mi lado. Esperando ver a Thad, vi a William en su lugar. Él sonrió y se sentó.

Cautelosamente, hice lo mismo. Se suponía que Thad estaría sentado ahí, pero por el momento, no se veía por ningún lado. Si William quería ser amable, yo podía hacer eso. Por lo menos por un fin de semana, mientras celebrábamos la boda de nuestros amigos. Cuando estuviéramos de regreso en Rosemary Beach, necesitaría algunos límites. El ver a William todavía me recordaba cosas que quería olvidar. Necesitaba tomarme las cosas con calma.

―¿Está bien si me siento aquí?

Bajé la mirada hacía la tarjeta con el nombre y me encogí de hombros.

―No me importa, pero quizás a Thad sí. Es el asiento que le asignaron.

―No te preocupes por Thad. Es fácil de sobornar.

Me giré para ver a nuestros amigos reunidos en la gran pista de baile. El escenario estaba siendo montado para la banda. No había preguntado quién tocaría, pero considerando quiénes asistían a la boda, dudaba que fuera solo una banda de covers. Con dos hijos de miembros de Slacker Demon en la fiesta y el baterista de Slacker Demon mostrándole a su nieto cómo sostener adecuadamente las baquetas que Nate había arrebatado del escenario, la banda probablemente sería de gran renombre.

Woods y Della entraron, y todo mundo aplaudió como si ya estuvieran casados, aullando y silbando. Aplaudiendo, me puse de pie y miré mientras hacían su camino al centro de la pista. La sonrisa de Della iluminó la habitación. Woods le susurró algo al oído, haciéndola sonrojar. Solo podía imaginar lo que le había dicho.

Los ojos de Woods escanearon la multitud y se detuvieron en William. Frunció el ceño. Él y Della habían colocado a William y a Braden en su mesa, puesto que eran los padrinos de honor. Woods asintió hacia su mesa, señalándole a William sutilmente que se moviera allí.

Volteé hacia William para asegurarme de que había visto a Woods.

―Creo que el padrino de honor está siendo convocado ―le dije.

William tenía un ceño parecido dirigido hacia Woods. ―Sí. Eso veo. Vuelvo enseguida ―dijo mientras se dirigía a la mesa nupcial.

El ver a William en el ensayo parado junto a Woods había sido difícil. Debió haber sido Jace el que estuviera parado allí. Woods y Jace habían sido mejores amigos desde la infancia. Pero Jace se había ido, y William era su suplente. Simbolizaba al primo que no podía estar aquí.

―¡Tía Betty! ―gritó una voz familiar. Bajé la mirada para ver a Nate correr directo hacia mí y trepar a la silla a mi lado―. Me sento gunto a ti ―me dijo con naturalidad.

―Es la única forma en que pudimos conseguir que le devolviera las baquetas al baterista ―dijo Blaire, con una mirada exasperada.

―Le di el concierto al bastardo. Lo menos que podía hacer era darle a mi chico las malditas baquetas ―se quejó Dean Finlay, dirigiéndose a la mesa junto a Rush.

―Trató de darle los adicionales ―le dijo Blaire a Dean. Empezaba a pensar que su exasperación se hallaba dirigida a su suegro y no al niño.

―Cabrón tacaño ―murmuró Dean, tirando de la silla junto a Rush.

―Sí, cabón ―imitó Nate a su abuelo. Blaire pareció horrorizada.

―Papá. Lenguaje ―advirtió Rush, luego se inclinó sobre su esposa y chasqueó los dedos para llamar la atención de Nate―. Recuerda lo que te dije acerca de las palabras del abuelo. Mami se enoja cuando las dices. No nos gusta molestar a mamá, ¿verdad?

Nate pareció culpable y negó con la cabeza.

―Discúlpate con mami y la tía Betty. Los hombres no dicen esas palabras alrededor de las damas ―instruyó Rush.

Tuve que reprimir una sonrisa. En mi vida, había oído a Rush Finlay decir un montón de malas palabras alrededor de las mujeres. Escucharlo decirle a su hijo que no lo hiciera, era demasiado divertido.

―Lo sento, mami ―murmuró Nate, pareciendo realmente disgustado. Luego dirigió sus plateados ojos de papi hacía mí y repitió su disculpa.

―No supero que seas un coñ…

―Papá ―lo interrumpió Rush antes de que pudiera terminar la oración―. Estás molestando a Blaire. Para.

Dean se rió y se recostó en su silla con una expresión divertida. ―Es bueno que me guste la linda chica con la que te casaste. Seré bueno por ella.

Rush se inclinó para decirle algo a Blaire, ella apretó su brazo para asegurarle que se encontraba bien.

Ella me miró y suspiró profundamente, luego soltó una suave risita. ―La vida con una estrella de rock como abuelo de tu hijo. Siempre interesante.

La silla junto a mí fue apartada, y me giré, esperando ver a William, pero la blanca y perfecta sonrisa de Thad destelló hacia mí.

―¿Qué pasa? ―dijo, dándonos a todos una inclinación de cabeza―. Hay algunas meseras realmente amables en este lugar ―dijo deslizándose en su silla. La marca de lápiz labial en su cuello me hizo reír. Tomé una servilleta.

―Puedo ver eso. Dejó algo de amabilidad en tu cuello con un tono rojo manzana acaramelada. Ven aquí.

Una sonrisa torcida tiró de sus labios mientras se inclinaba para que pudiera limpiar su cuello.

―Debiste haber visto lo amable que fui con ella ―susurró. Al menos era precavido con los pequeños oídos de Nate.

―¿Era la rubia o la morena con rizos y grandes te…?

―¡Papá! ―espetó Rush, deteniéndolo antes de que pudiera terminar la frase, otra vez.

La sonrisa de Thad solo se hizo más grande.―La rubia ―aclaró.

Dean le dio una sonrisa. ―Prueba con la morena después. Ella deja su amabilidad en lugares mucho mejores.

Asco. No necesitaba saber eso.

―Juro por Dios que si no te callas de una puta vez, voy a sacar tu culo viejo de aquí ―le advirtió Rush a su padre.

Dean se rió y se encogió de hombros de esa manera despreocupada que tenían los rockeros rudos.

―Cálmate, chico ―le dijo y le palmeó la pierna.

―De acuerdo, ustedes dos. Vayan a divertirse ―les dijo Blaire mientras Nate se subía a su regazo.

Incapaz de evitarlo, miré hacia la mesa donde se encontraba sentado William. Platicaba con alguna mujer sentada a su lado a la que desconocía. No había estado en el ensayo, y tampoco en la fiesta de bodas. La mujer se rio de algo que William dijo, y algo en mi estómago se apretó.

No iba a reconocer el sentimiento. No tenía razón para que me importara que William hiciera reír a otra mujer. Incluso si ella realmente tenía un cabello espectacular. Era dorado y colgaba en ondas largas por su espalda. ¿Quién era?

―Supongo que no has conocido a la prima de Braden; Charity ―dijo Blaire, sacándome de mi obvia observación.

―No, no lo he hecho ―dije, forzando una sonrisa.

―Charity pasó por un feo divorcio el año pasado, y Braden quería traerla para alejarla de las cosas. Thad y tú fueron emparejados para las cenas y la boda. Y para igualar las cosas, Della pensó que sería agradable conseguirle alguien a William para que así no estuviera tan fuera de lugar.

Una cita para la boda. Della le había suministrado a William una cita para la boda. Ese no era mi problema. No me importaba. De verdad. No lo hacía.

―Dulce ―dijo Thad, poniendo su brazo en el respaldo de mi silla e inclinándose hacia atrás mientras descansaba un tobillo sobre su rodilla―. Betty es mi cita de bodas. ¿Por qué nadie me lo dijo? Nunca habría huido con la rubia.

Rodando los ojos, miré a Thad. ―Porque no soy tan amable.

Asintió. ―Es cierto, pero me imagino que puedo conseguirte un par de tragos y relajarte.

Me estaba tomando el pelo. Sacudí la cabeza y tomé el vaso de champaña colocado frente a mí.

―No hay suficiente alcohol en el mundo, Thad ―le informé.

Él puso una mano sobre su corazón. ―Auch. Eso es doloroso.

Tomando un sorbo, dirigí una última mirada hacia William y Charity. Sus cabezas se encontraban más juntas ahora mientras charlaban a la distancia.

Asombroso.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Dic 05, 2015 12:53 pm

19

William

Esto no era como preví que fuera mi noche. No podía creer que Della me arreglara una cita para el fin de semana. ¿Por qué pensaría que yo quería eso? ¿Me veía como que necesitaba una jodida cita? Diablos, no.

Charity era atractiva. Le daría eso a Della, tenía buen gusto. Pero no lo buscaba. Escuché mientras Charity me habló de cómo el cachorro golden retriever, que acababa de comprar, fue expulsado de la escuela de perros por tratar de montar a un caniche. Se echó a reír cuando me contó la historia. Si no estuviera enamorado de Maite, estaría totalmente interesado en ella. Tenía una bonita risa. Sus ojos marrones bailaban con diversión.

Woods me obligó a sentarme cuando traté de decirle que cambiaría con Thad. Me susurró al oído lo que ya sabía sobre Charity. ―Es prima de Braden, y tuvo un mal divorcio. Necesita un poco de atención. Haz esto por Della. ―Su tono significaba que no era una petición.

Me había sentado a regañadientes, mirando de regreso a Maite, quién, una vez más, fue entretenida por Nate. El chico conocía a una mujer guapa cuando la veía. El lamentable trasero de Thad podría estar con Maite esta noche. Podría hablar con ella. Escucharla reír. Decirle sus estúpidos chistes que sabía la divertirían. Thad era bueno encantando mujeres.

Maldito mujeriego.

Con su estúpida apariencia de niño bonito.

Debí romperle la nariz hace años y nivelar el campo de juego. Si lo veía tocar a Maite esta noche, haría más que romperle la nariz.

Eché un rápido vistazo y vi a Maite escuchando a Dean Finlay. Parecía divertida. Al menos el hombre anciano era el que la hacía sonreír. No Thad.

Espera... No. Dean Finlay se acostaba con mujeres más jóvenes que yo todo el tiempo. Tal vez esto no era bueno. Era un jodido dios del rock. Mierda.

―Deja de mirar a Maite como si fuera tu última comida, maldita sea ―gruñó Woods en voz baja a mi lado.

Volví mi atención a mi mesa y lo miré. Se encontró con mi mirada enojada con la suya propia. Della se aclaró la garganta lo suficientemente fuerte para llamar la atención de ambos. Dejé que Woods tratara con su mujer mientras alcanzaba mi bebida. Necesitaba algo más que jodidas burbujas rosadas.

―¿También surfeas? ―preguntó Charity a mi lado.

¿Ahora hablábamos de surfear? Mierda, no lo sabía. Me hallaba tan fuera de esta conversación. Enfocarme fue un problema, con tanto Dean Finlay y Thad coqueteando con Maite.

―Uh, sí. Es decir, lo hice en su día. Hace tiempo que no lo hago. No tenemos las olas en el Golfo para que realmente valga la pena.

―¿No viviste en Myrtle Beach por un tiempo? ―preguntó.

¿Le dije eso? ―Sí, lo hice. Fue un periodo corto ―contesté.

Miré a Della, quien me observaba con su labio inferior entre los dientes. Se encontraba preocupada. Conocía esa mirada. Pasé mucho tiempo con Della cuando ella y Woods arreglaban las cosas. Cuando pasas dos sólidas semanas en el camino con alguien, llegan a conocerse bien el uno al otro.

Me comportaba de manera egoísta. Este fue su fin de semana de la boda, y se preocupaba por mí. Me obligué a relajarme y regresé mi atención a Charity. Podía hacer esto. Maite no ligaría con Thad o Dean. La conocía bien. Mis estúpidos celos sacudían mi cerebro.

―¿Por qué? ¿Tú surfeas? ―le pregunté la Charity, esperando que no hubiera dicho ya que sí.

Rió y negó con la cabeza. ―No. Soy extremadamente descoordinada. Pero si quieres darme lecciones, no las dejaré pasar.

Oh, diablos. Me dirigí directamente a esa. Fijé mis ojos con Della, que escuchaba con expresión nerviosa. ―Claro. Puedo hacerlo, si quieres ―concordé, esperando no volverla a ver nunca después de que dejáramos la isla el domingo.

Charity parecía mareada por el deleite. ―¡Sí, me encantaría!

―Buena idea. ¿Por qué no la llevas en la mañana a una lección? ―dijo Woods.

Abrí la boca para soltar alguna excusa de mierda de por qué eso no sucedería. Pero Charity aplaudió y me sonrió. ―¡Oh, qué emocionante!

Bueno, mierda.

***

Bailé con Charity en dos ocasiones antes de ser capaz de alejarme para encontrar a Maite, pero ella no se hallaba en su mesa o en la pista de baile. Escaneé la multitud y las mesas, no la vi por ninguna parte. Luego busqué a Thad y comprendí que también se encontraba desaparecido.

¿Qué demonios?

Empecé a dirigirme hacia la puerta. No le expliqué a Woods mi salida. Haría algo más para arruinarla. Había hecho mi trabajo durante toda la cena, y luego bailé con Charity. Por no hablar de que tenía que llevarla a surfear por la mañana. Terminé con mi buena voluntad por esta noche.

Salí del edificio y crucé la arena, manteniendo los ojos abiertos por una señal de Maite.

Una risita me detuvo, me giré para caminar alrededor del edificio hacia un pequeño grupo de palmeras.

―Tienes una famosa boca, ahora, ¿verdad? ―bromeó Thad, y me tensé. Seguí el sonido de su voz cuando gimió―. Joder, sí, llévala hasta el fondo. Hasta atrás de tu garganta, nena ―animó.

Me detuve. De había ninguna jodida manera de que esa fuera Maite. No le haría una mamada. Las nubes se movieron, y la luna iluminó mi entorno. La mirada de Thad se elevó desde la chica que se arrodilló entre sus piernas para encontrarse con la mía.

Colocó un dedo sobre su boca para hacerme callar. No quería una interrupción. La chica tenía cabello castaño y rizado, vestía uno de los uniformes que llevaban los camareros. No era Maite. Joder, gracias.

Me giré y caminé de regreso hacia el camino que conducía a nuestras cabañas.

―¡Oh, mierda! Traga la cabeza. ¡Sí, Dios, sí! ―gritó Thad.

Caminé más rápido. No quería oírlo venirse. Pero si no se mantenía en voz baja, toda la condenada isla lo iba a escuchar.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Dic 05, 2015 12:56 pm

20

Maite

Me quite los tacones y regresé a acurrucarme en la tumbona y mirar hacia el agua. Después de ver a William bailar con Charity por media canción, me di cuenta que de verdad necesitaba salir. Me molestaba. No es que debería sorprenderme. Había estado celosa de Della, también, cuando pensaba que William tenía una cosa por ella. Salía con Jace en ese entonces, y no tenía derecho a estar celosa, pero con William, parecía no tener control de mis emociones.

Lo que apestaba.

Ser su amiga era mi manera de llamarlo una tregua. Encontrar un terreno común por lo que podría enfocarme en vivir otra vez en lugar de vivir con tanta culpa y odio. Ver a William con otras mujeres, sin embargo, no era parte del trato. Una vez que este fin de semana terminara, sonreiría a William cuando lo viera y lo mantendría casual. No hay razón para ser amigos cercanos.

Aunque me preguntaba si eso significaba que no me seguiría más hacia el trabajo y desde el trabajo. ¿Lo extrañaría sentado fuera de mi apartamento mirando a mi ventana por horas?

Sí.

Eso apestaba, también. Tanto como me decía a mí misma que lo odiaba por seguirme y sentarse fuera de mi apartamento, la verdad era, que estaba molesta conmigo por querer eso. Por esperarlo.

Todas esas emociones frustradas no eran cosas con las que tuve que lidiar en mi relación con Jace. Estuve segura y protegida. El drama y las emociones reprimidas que siempre experimentaba con William nunca estuvieron ahí con Jace. Simplemente fue tan fácil.

―Estaría de acuerdo contigo si realmente conocieras el pasado. Pero no lo haces. Al igual hay cosas que no sé. Cosas que quiero saber, incluso si van a desgarrarme. Necesito saberlo, Maite. Para nosotros encontrar una manera de sanar, tenemos que lidiar con el pasado primero.

Tenía. Pero yo no me hallaba lista. Nuestro pasado era lo que definiría el resto de mi vida. Él me había convertido en quien era. Nuestra relación había sido la fuente de mis mayores lamentos y errores. ―No estoy lista ―dije tranquilamente.

No respondió, y casi esperaba que se levantara y se fuera. Pero después de un rato, sus manos se movieron y cubrieron las mías. La calidez y el tamaño envolvieron mi mano, y sería una mentirosa si dijera que no fue reconfortante. Con ese pequeño gesto, me acorde que no encontraba sola en esto. Él entendía más que nadie lo que enfrentaba.

La noche se hizo más oscura, y el silencio se envolvió alrededor de nosotros como un capullo. Un lugar donde el pasado parecía distante y el futuro era desconocido.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Dic 05, 2015 1:05 pm

21

William

Enseñar a una mujer como surfear, cuando estaba dejando muy claro que me quería en su cama, era incómodo. Sabía que tenía mis manos llenas con cada observación coqueta que salió de la boca de Charity. El hecho de que había pasado por un mal divorcio y necesitaba atención masculina me hacía sentir lástima por ella. Pero no significaba que iba a ser el chico que le diera esa atención. No después que Maite me dejó sentarme con ella y sostener su mano por más de una hora la otra noche. No habíamos hablado mucho, pero solo estar ahí con ella había sido suficiente para mí. Fue un progreso.

Charity se rio de su último intento de arrastrarse sobre la tabla, luego se volvió hacia mí y batió sus pestañas. ―Ayuda ―dijo.

Esa era otra cosa. Insistía en que la pusiera en la maldita tabla, y no estaba vistiendo más que un bikini. Demasiado contacto de piel. ―Inténtalo por ti misma esta vez ―indiqué, sin querer agarrar su cintura de nuevo. Se estremecía cada vez que la tocaba, y me sentía culpable. No quería que pensara que esto iba a algún lado. No era su follada de boda. Desafortunadamente, ella no se había dado cuenta de eso todavía. ―Me gusta más cuando me ayudas ―dijo, dejando caer su voz a un nivel que estaba seguro de que sería un sonido atractivo para la mayoría de los hombres.

Habíamos estado en esto por una hora. Había hecho mi deber. Era tiempo de poner fin a las ideas que estaban corriendo por su cabeza. ―Sí, bueno, estoy agotado. Ambos tenemos que estar listos para una boda esta tarde y una larga noche de celebración por delante. Probablemente no deberías exagerar.

Con esa excusa, me deslice la tabla bajo el brazo y le asentí para que me siguiera antes de caminar hacia la orilla. ―Oh, está bien ―gritó detrás de mí, y se apresuró por alcanzarme. No le di razón para que pensara que quería prolongar esto; solo seguí caminando.

―Uh, ¿y ya desayunaste? ―preguntó, alcanzándome rápidamente.

Solo había agarrado una taza de café antes de salir, pero comer con ella no iba a pasar, de cualquier manera. Se estaba poniendo muy atrevida. ―No soy desayunador ―respondí, lo que era una mentira. Después de salir de las olas, estaba hambriento. ―Oh, bien, ¿supongo que te veré más tarde? ―inquirió cuando finalmente llegamos a la orilla. Asentí. ―Claro ―acordé, porque lo haría. Ambos estaríamos en la boda.

Luego me dirigí hacia la pequeña pendiente hacia el otro lado de la isla donde se encontraban las cabañas. ―Te ves como un hombre huyendo de algo ―dijo Woods con una sonrisa divertida mientras salía de un grupo de palmeras con una taza de café en las manos. Le lancé una mirada de advertencia. ―Esa mierda no es divertida. Woods se rio y tomó un sorbo. ―No sé. Observándote evitar las insinuaciones femeninas es nuevo. Me entretuve. ―Estoy aguantando esto por Della. Pero si esto me causa algún problema con Maite, terminó. Charity es genial, y sé que ha estado pasando por un tiempo de mierda. Me siento mal por ella. Pero estoy haciendo unos avances con Maite, y nada impide mi camino a eso.

La sonrisa de Woods se desvaneció. Se quedó mirando el agua por un momento, y sabía que sus pensamientos estaban con Jace. Este debería haber sido un día en el que Jace estuviese de pie a su lado. Debería ser Jace entregándole el anillo y dando un brindis en la recepción. Hoy Woods comenzaría un nuevo viaje en la vida, y lo haría sin su mejor amigo allí para animarlo. Todo se reflejaba en sus ojos. ―Ella luce mejor ―dijo.

Después de anoche, tuve que estar de acuerdo. La ira y el dolor ya no estaban hirviendo fuera de ella. ―Sí. Lo está. Woods tomó otro sorbo de café. ―No la presiones. No estuviste aquí la mayor parte del tiempo, pero ella lo amaba. Eran buenos juntos.

Ya sabía lo mucho que ella amaba a Jace. Eso no había sido difícil pasar por alto. ―Estoy siendo cuidadoso. No quiero tomar el lugar de Jace. Él tiene ese lugar en su corazón, y siempre lo tendrá. En este momento, solo quiero estar ahí para ella. Verla sonreír de nuevo. Una sonrisa verdadera.

―Él la habría querido feliz. Y él hubiese pateado mi culo por tratarla como lo hice. Dudo que me hubiera perdonado por lo que le dije esa noche en la playa. ―Su voz sonaba dolida.

No había estado ahí, pero lo supe por el tratamiento silencioso que le había dado por más de un año después de la muerte de Jace. Estaba en lo correcto, Jace no habría sido capaz de perdonarlo por eso. Amaba a Maite. Pero no era lo que Woods necesitaba escuchar ahora mismo. Este se suponía que sería uno de los días más felices de su vida. ―Pudo haber sido mi primo, pero tú eras como su hermano. Te amaba ―le dije. ―Lo defraudé ―dijo Woods. ―No, no lo hiciste. Tú la salvaste. Eso es lo que te pidió que hicieras, y lo hiciste.

Woods finalmente movió su mirada hacía a mí. Pude ver la emoción y lo entendí tan bien. Jace había dejado un lugar vacío en todos nosotros. ―Murió sabiendo que su mejor amigo hizo un sacrificio por el que lo marcaría por el resto de su vida. Tú fuiste su héroe.

Woods me estudio por un momento y luego volvió su atención al agua.

Después de unos minutos de silencio, pasé a su alrededor y me dirigí hacia las cabañas, una vez más. ―Gracias ―gritó Woods. Miré hacia él―. Necesitaba escuchar eso. Especialmente hoy. Logré una sonrisa. ―Eso es para lo que está un padrino ―respondí, y lo deje ahí con sus pensamientos.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Dic 05, 2015 1:17 pm

22

Maite

William deslizó suaves besos de arriba abajo por mi cuerpo, mientras se mantenía rígido encima de mí. El dolor que causó su entrada me dejó sin aliento, pero se detuvo al segundo en que lloré. No se había retirado, que era todo lo que quería que hiciera, así podría acurrucarme y llorar. Pero entonces comenzó a besarme suavemente y a susurrar en mi oído. ―Está bien. No me moveré. Déjame sentirte. Dios, Maite, no he sentido nunca algo como esto.

Al oír el placer en su voz mientras me besaba, como si no pudiera tener suficiente de mí, alivió la tensión. Lentamente, se hundió más, hasta que dejó escapar un fuerte gemido y cerró los ojos. Era hermoso, y yo estaba completamente fascinada.

―Me voy a mover ―dijo en mi oído, y luego inhaló hasta que estuvo casi fuera de mí y sacudió sus caderas hacia atrás. El movimiento no me dolió esta vez, al menos no del tipo punzante como la primera vez. Sólo un poco de malestar. Ver a William hizo que todo lo demás se desvaneciera. Las venas de su cuello sobresaliendo, y los músculos de sus brazos presionándose mientras se sostenía a sí mismo de modo que no pusiera todo su peso sobre mí. Con cada movimiento de sus caderas, se hizo más fácil, y la cara de William más impresionante. Su boca se abrió ligeramente, y sus pupilas se encontraban tan dilatadas que el verde había casi desaparecido.

Nuestras miradas se encontraron.

―Te amo. No te dejaré. No puedo.

Mis ojos se abrieron, y me quedé mirando el techo. No había soñado con esa noche en un largo tiempo. Mi corazón latía, como si me encontrará todavía debajo de él, perdiendo mi virginidad con el chico que amaba y oyéndole proclamar su amor por mí, por primera vez. Esa noche había hecho muchas promesas que no cumplió. Me senté y negué con la cabeza, porque no quería que la imagen se reprodujera en mi mente. La empujé a la basura hace mucho tiempo. Había utilizado a otros chicos con la esperanza de lavar mi memoria. Pero nadie lo hizo. Siempre terminaba llorando hasta quedarme dormida.

Ayer, había dejado que William se acercara de nuevo. A pesar de que no habíamos hablado, había permitido que se sentara conmigo, liberando las emociones y las imágenes suprimidas por un largo tiempo. No es de extrañar que mis sueños jugaran más como recuerdos.

Levantándome, tomé mi abrigo de seda negro y me lo puse antes de que la tensión aumentara. No quería irme hasta que fuera hora de ayudar a Della a prepararse. Había dicho que nos íbamos a encontrar en la habitación de la novia a la una. Me gustaría que me trajeran el desayuno y disfrutar de mi soledad hasta entonces.

―¿Hambrienta? ―preguntó William. Me di la vuelta para verlo sostener una bandeja de comida.

Con el recuerdo de nuestra primera vez aún fresco en mi cabeza, no necesitaba eso en ese momento.

Mis ojos, sin embargo, tenían otras ideas. Sus brazos eran más grandes ahora. Más musculosos de lo que habían sido antes. Tenía el pelo más corto y parecía húmedo, como si acabara de salir de la ducha, aunque sus pantalones cortos sugirieron que podría haber estado nadando. Luego estaba el hecho de que estaba sin camiseta. Todos esos músculos definidos, curtidos y decorados con unos tatuajes bien situados, que harían que cualquier mujer se parara a mirar.

―Iba a comer fuera de mi choza, pero vi que te despertaste antes de que me sentara. Pensé que sería suficiente para compartir ―dijo, sacándome de mi momentánea falta de buen sentido.
 
Dirigí mis ojos hacia los suyos. Tenía que darle crédito, no me miró con aire satisfecho, a pesar de que se dio cuenta de que sólo le había dado un repaso. Estaba siendo cuidadoso ―Yo, uh, bien ―logré balbucear.
 
Él sonrió y entró, colocó la bandeja encima de la mesa redonda, que tenía dos‖taburetes‖debajo.‖―Incluso‖te‖dejaré tener los huevos ―dijo, como si necesitara endulzar el trato, para que no cambiara de opinión. Sus brazos no tenían que estar flexionando para hacer notar sus músculos. Lo hacían por su cuenta. Incluso podía ver las venas en ellos mientras servía una taza de café para cada uno y acomodaba los tres platos de comida que había traído con él. Necesitaba ponerse una camiseta, maldita sea. ¿Cómo se supone que iba a comer y no mirarlo?

Dios, Maite, no he sentido nunca algo como esto.

Cerré los ojos con fuerza y bloqueé las palabras de William repitiéndose en mi cabeza.

―¿Estás bien? ―preguntó en su mayor y más madura voz. Logré asentir con la cabeza y abrí los ojos.

―El sol es un poco intenso. Mis ojos se están adaptando ―mentí.

William frunció el ceño y se acercó para ajustar la cortina.

―¿Mejor? ―preguntó.

―Mmm ―le contesté, esperando que mis pensamientos culpables no se notaran en mi cara.

Volvió a la mesa y sacó un taburete, y luego hizo un gesto para que me acercara. Murmuré un gracias y subí. Mi bata se recorrió hasta mis muslos, abriéndose y revelando casi todas mis piernas. Agarré los bordes para tirar de ella, pero no antes de que William lo notara. Mi respiración se cortó cuando vi sus ojos mirando mis muslos. Sus fosas nasales se abrieron,  y todo su cuerpo se tensó. Si las venas en su cuello saltaban, estaba hundida. Tenía que tomar el control de las cosas. Agarrando los bordes, me cubrí bien. Apartó su mirada de mí y se movió hacia el otro lado de la mesa, más rápido de lo normal.

Se aclaró la garganta, deslizó un plato lleno de huevos, fruta, queso, pan tostado con mantequilla, y unas cuantas rebanadas de tocino hacia mí. ―Como lo prometí, los huevos.

Mi cara ardía de las muchas emociones que giraban en mi cabeza. En un intento de hacer las cosas menos incómodas, le sonreí. ―Gracias. Pero no necesito todos los huevos. Puedo compartir.

Se encogió de hombros. ―Estoy bien. Come lo que quieras, y me comeré lo que no te comas.

Como lo solíamos hacer.
   
Puf. ¿Por qué hacía esto? Él no había querido decir eso. Sólo se estaba refiriendo a los huevos. No trataba de recordarme  cómo fueron las cosas una vez. Eso era todo de mí. Estúpido sueño, me tenía toda caliente y mojada.

―Está bien ―le contesté, esperando que mi reacción pareciera normal.

Le dio un mordisco a su tostada. Conforme su mandíbula se movía, los músculos de su cuello se flexionaban. ¡Mierda! ¿Qué andaba conmigo?

Dejé caer mi mirada y agarré algo de mi plato. Ni siquiera me importaba que fuera. Por suerte, era una fresa. La metí en mi boca y empecé a masticar.

Comimos en silencio durante unos minutos. No estaba segura de qué decir y odiaba que fuera cada vez más incómodo. Pero cada vez que lo miraba, veía mi sueño reproduciéndose una y otra vez en mi cabeza.

―¿Está todo bien? Sólo pensé que quizá querrías comer. Si quieres, puedo tomar‖mi‖plato‖e‖ir‖a‖otro‖lado.‖―Los ojos de William estaban en mí, y tenía que encontrar su mirada para responder.

Empecé a decir que estaba bien pero me di cuenta que no era verdad. William me conocía lo suficiente como para saber que mentía. Si íbamos a ser amigos de nuevo, o al menos intentarlo, tenía que ser honesta con él. Bueno, no del todo honesta. No quiero que sepa que soñé con nuestra primera vez. ―Me‖tomar{‖un‖ poco de tiempo acostumbrarme‖―dije mientras finalmente me encontraba con su mirada―. Quiero olvidar todo. Como ya comentamos. Pero no estoy segura de cómo. Estoy tratando de averiguarlo.

William colocó su labio inferior entre los dientes y arrugó su frente. No necesitaba morderse los labios; eso era una ventaja muy injusta. Tenía que saber que era sexy. No necesitaba caras sexys de William. ―Muy‖bien ―respondió. Luego una sonrisa traviesa se coló por sus labios, y  dejó caer su mirada de la mía para mirar‖la‖mesa―.‖Tal vez la próxima vez, te voy a darte un segundo para que te pongas algo más que una pequeña pieza de tela.

Me estaba tomando el pelo. Amigablemente. Podía hacer esto. ―Tal vez la próxima vez, podrías usar una camiseta ―repliqué.

Su mirada se disparó de nuevo hasta la mía, y por un segundo, no estaba segura de sí debería haber dicho eso. Podría haberle dado una idea equivocada. Pero luego me sorprendió y se echó a reír. La profunda risa que solía despertar mariposas de mi estómago y me hacía sentir mareada.

Y todavía lo hacía.

―Es suficientemente justo. Nos vestiremos más apropiadamente la próxima vez.

Asentí mientras una sonrisa se instaló en mis labios. Me relajé y alcancé mi tenedor para poder comer mis huevos.

23

William


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Mensaje por EsperanzaLR Sáb Dic 05, 2015 3:07 pm

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Mensaje por EsperanzaLR Dom Dic 06, 2015 3:48 pm

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Mensaje por asturabril Dom Dic 06, 2015 8:04 pm

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Mensaje por Joanita Lun Dic 07, 2015 9:19 am

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Mensaje por tamalevyrroni Lun Dic 07, 2015 12:16 pm

Mantenerme enfocado en Woods y en Della durante la ceremonia fue difícil. El vestido azul pálido que Maite tenía puesto se adhería a sus curvas, lo que resultaba extremadamente distractor. Yo tenía el anillo, y no quería perderme nada, pero demonios, era duro no mirarla.

Su peinado tenía mechones sueltos que rozaban su rostro mientras eran atrapados por la brisa. Quería caminar hacia ella, quitarle lo que fuera que sostenía su cabello y verlos caer en una maraña de rizos. Nunca antes vi su cabello rizado, y aunque me gustaba cuando lo tenía lacio, quería envolver esos rizos alrededor de mis dedos.

―Te‖convertiste‖en‖mi‖lugar‖seguro‖después‖de‖robar‖mi‖corazón.‖―Las‖ palabras de Della me sacaron de mi ensoñación sobre Maite. Esa era mi señal. Metí la mano en mi bolsillo y saqué el anillo, luego se lo entregué a Woods. Era su turno de decir los votos que escribió para ella.

Más temprano, Grant intentó hacer que los ensayara frente a nosotros, pero no lo hizo. Dijo que no lo necesitaba. Ni siquiera tenía una hoja de repaso para darme en caso de necesitar cualquier ayuda.

―Mi‖ vida‖ carecía‖ de‖ un‖ propósito‖ y‖ un‖ significado.‖ Iba‖ a‖ través‖ del‖ movimiento, ignorando que estaba vacío por dentro. Entonces, una noche, esta morena preciosa iluminó la oscuridad en mi interior. Ella sólo se encontraba en la ciudad por una noche, pero afortunadamente, el destino me dio una segunda oportunidad, y una vez más la puso en mi camino.

»Cambiaste todo para mí, Della. Cuando estás a mi lado, puedo hacer cualquier cosa. Puedo enfrentar cualquier desafío y atravesar cualquier fuego. Siempre y cuando sostengas mi mano. Me dices que soy tu lugar seguro, pero tienes más fuerza y coraje que cualquiera que haya conocido.

»Nunca nadie estará antes que tú. Pasaré toda la vida asegurándome que siempre te sientas segura. Nunca dudes ni por un segundo que eres la dueña de mi corazón. Eres mi vida.

Los sollozos de Della fueron seguidos por muchos otros. Mi mirada regresó a Maite, y la observé mientras se limpiaba sus propias lágrimas. El destino le dio a Woods otra oportunidad. Realmente esperaba que también me diera una.

La multitud aclamó, y regresé la mirada para ver a Woods inclinar a Della hacia un costado entre sus brazos y la besaba.

Cuando finalmente terminó de comerse a su mujer en público, la tomó del brazo y caminaron por el pasillo como el señor y la señora Kerrington.

Thad dio un paso adelante desde detrás de mí y tomó el brazo de Braden siguiendo a la pareja. Esperé el movimiento de Maite. Cuando caminó hacia adelante, la encontré en el medio del pasillo y le ofrecí mi brazo para que lo tomara. Entrelazó el suyo con el mío y lo puse cerca de mi cuerpo. No era la forma en que el entrenador de bodas nos dijo que hiciéramos, pero no me importaba. Pasé los últimos treinta minutos queriendo tocar a Maite sin ser capaz de hacerlo. Esta era mi excusa para acercarme, y la tomaba. No luchó contra mí, me dejó sostenerla contra mí mientras seguíamos a los otros.

―Hueles‖bien‖―dije‖inclinando‖mi‖cabeza‖para‖inhalar‖su‖dulce‖aroma.
Se‖tensó‖pero‖solo‖por‖un‖momento.‖―Gracias‖―susurró.

Observé cuando Thad dejó caer su brazo y Braden se movió hacia adelante, buscando a su esposo con una sonrisa brillante en su rostro. Se supone que para la recepción, todos iríamos a la gran carpa ubicada en el centro de la isla. Pero a menos que Maite se alejara de mí, no iba a dejarla ir.

Woods se detuvo adelante, acunando el rostro de Della en sus manos y besándola. De nuevo.

―Demonios,hombre.Deja de comerte su cara. Tienes el resto de la vida para eso. ¡Vamos a la fiesta! ―gritó Thad.

Woods lo ignoró.

―Estoy tan feliz por ellos ―dijo Maite.

Yo también.―Sí.―Estuve de acuerdo.

―La luna de miel comienza después de la recepción. ¡Las novias son tan raras sobre esa mierda!―gritó Rush.

Esta‖vez,‖Della‖rompió‖el‖beso‖y‖miró‖hacia‖atr{s‖con‖ojos‖risueños.‖―Tienes‖ razón.‖Quiero‖bailar‖con‖mi‖esposo‖―dijo.

La mirada posesiva en la cara de Woods mientras lo llamaba su esposo no pasó desapercibida para nadie.

―Espera‖hasta‖que‖ella‖se‖dé‖cuenta‖de‖lo‖que‖sucede‖cada‖vez‖que‖se‖refiere‖ a‖ él‖ como‖ su‖ esposo‖ ―dijo‖ Blaire‖ mientras‖ Rush‖ y‖ ella‖ se‖ detenían‖ detr{s‖ de‖ nosotros.

Maite se rio, pero no era completa. Allí se encontraba la tristeza. Odiaba eso. No la quería triste. Lo había estado por demasiado tiempo.

―Vamos‖a‖la‖fiesta‖―dije,‖parando‖la‖maravillosa‖conversación‖sobre‖sexo,‖ y apretando mi agarre sobre Maite mientras la dirigía hacia la recepción.

Una vez que llegamos a la carpa, Maite se alejó, me dio una leve sonrisa avergonzada. Hasta ese momento, ella no se dio cuenta que aun la sostenía, era obvio por la mirada en su rostro. Estuvo cómoda con ello, y demonios, me gustaba eso.―Estarás na mesa de los novios por allí.―Señaló la más cercana a la pista de baile, con el centro de mesa más elaborado.

No me di cuenta de que no podría sentarme junto a ella de nuevo. ¿Eso significaba que tenía que hacerlo al lado de Charity? Mierda.

―Estamos‖ aquí,‖ Maite‖ ―le‖ gritó‖ Blaire‖ frente‖ a‖ la‖ pista de baile. Ellos también se encontraban cerca de la pista pero al otro lado de la habitación.

―Disfruta‖ la‖ cena‖ ―dijo‖ antes‖ de‖ voltear‖ y‖ alejarse‖ de‖ mí.‖ La‖ observé‖ mientras sus caderas se balanceaban y su vestido suave se movía sobre su trasero. Dios, era preciosa. Pero desde luego, siempre lo fue.

―Creo‖que‖esta‖noche‖eres‖mi‖compañero‖para‖la‖cena‖de‖nuevo‖―dijo‖una‖ voz femenina no bienvenida, interrumpiendo mis pensamientos.

Miré a Charity. Sonreía un poco demasiado brillantemente. Casi como si forzara su alegría. Probablemente esto tampoco era fácil para ella. Una vez pensó que también tendría su felices para siempre. No resultó de esa manera.

―Sí,‖estoy‖seguro‖de‖que‖lo‖somos‖―respondí‖con‖una‖medio‖sonrisa,‖y‖le‖ hice señas para que dirigiera el camino.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Dic 07, 2015 12:24 pm

24

Maite

El tintineo de la cuchara golpeando el vaso de champán calmó a la habitación y me di la vuelta, sabiendo quien había captado la atención de todos. Era el momento para que la dama de honor y el padrino hicieran sus discursos. Había tratado de mantener mis ojos fuera de esa mesa desde que me senté. No era una fanática de la bella rubia, Charity. ¿Estaba celosa?

Sí. Sí, lo estaba.

William sonrió y tenía la seguridad de que cada invitada se derritió un poco. ―Parece que voy primero ―dijo y luego arqueó una ceja burlona hacia Braden. Risas llenaron la carpa.

―En primer lugar, me gustaría tomar todo el crédito por esto ―dijo, agitando una mano a Woods y a Della―. Fui quien envió a Della a Rosemary Beach, o de regreso a Rosemary Beach. No tenía ni idea de que ella había pasado aquí meses antes. Pero independientemente, regresó por mí.

Más risas. No era una sorpresa que William fuera bueno en esto. Siempre había sido capaz de encantar a una multitud.

»No me di cuenta que el infame Woods Kerrington iba en serio hasta la noche en que entró en mi apartamento para mi fiesta de bienvenida a casa. Es un milagro que yo esté aquí hoy. El hombre quería marcar su territorio y se hallaba dispuesto a acabar con cualquier persona en su camino. ―Se detuvo de nuevo, mientras todos se reían. Todos sabían exactamente a lo que él se refería.

»Della es especial. Lo supe en el momento en que la conocí. Pero pude ver en sus ojos la misma alma perdida que veía en mi propio reflejo todos los días. Éramos almas gemelas. Todo lo que sabía era que si pudiera volver a Rosemary Beach, entonces tal vez tendría la oportunidad de encontrarme. Pero no me encontraba listo. Así que enseguida hice la mejor cosa. Envié a Della. Si no estaba dispuesto a ayudarme a mí mismo, quería al menos ayudarla a ella. ―Se detuvo y miró a Woods―. Y tuve razón. Cuando miro a Della ahora, esa mirada perdida ha desaparecido por completo. Hay alegría y amor brillando en sus ojos.

»Y tú. ―Le dio un codazo a Woods―. Amigo, estás tan completamente poseído. ―La risa sonó y Della se inclinó hacia su marido, sosteniendo su brazo con fuerza.

»Una vez me pediste abrazarla porque no podías. No querías que estuviera sola. Pero lo que entendí entonces, lo que no habías descubierto del todo aún, fue que tú eres el único que podía abrazarla, amigo. Tus brazos son su casa.

William miró a la multitud y levantó su copa de champán. ―Les deseo toda la felicidad del mundo, pero ambos ya la consiguieron. Felicidades a ambos. Salud.

Tomé un sorbo de mi champán y vi como Della se puso de pie y echó los brazos alrededor de William, lágrimas de felicidad brillando en sus ojos. Woods, se puso de pie y casualmente tomó el brazo de su esposa e hizo una demostración de traerla posesivamente a su lado. Luego sacudió la mano de William y le dio las gracias antes de inclinarse y decirle algo al oído y darle una palmada en la espalda.

Sonriendo, ambos hombres se sentaron.

―No me gustaría ser Braden y tener que continuar eso. Fue fantástico ―susurró Blaire.

Estoy totalmente de acuerdo con ella.

***

Thad era una buena pareja de baile, pero sus ojos se hallaban en una linda mesera que también tenía sus ojos en él. Tan pronto como el baile terminó, me incliné hacia su oído. ―Asegúrate de que no te atrapen. Probablemente la pueden despedir ―le advertí.

Él me guiñó un ojo. ―Siempre tengo cuidado.

Me reí y me dirigí de regreso a nuestra mesa. Dean se encontraba sentado allí con Nate y habían tomado las cucharas de la mesa y las utilizaban como baquetas. Nate escuchaba con atención las explicaciones de su abuelo sobre cómo mantener el ritmo.

Rush y Blaire todavía estaban en la pista de baile. Vi a Della mientras bailaba con su padre. Un hombre que ella nunca supo que existía hasta hace dos años. Cuando Della llegó por primera vez a Rosemary Beach, no tenía familia, sólo su mejor amiga, Braden, y un montón de mierda jodida en su pasado.

―Estoy tocando batería, tía Betty ―me informó Nate en voz alta sobre la música.

―Ya veo. ¡Suenas genial! ―le aseguré.

Me dio una sonrisa encantadora que había heredado de su padre. Luego volvió a golpear la mesa con sus cucharas. Sorprendentemente, al ritmo de la música. Tal vez el chico había heredado el talento musical de su abuelo.

―¿Bailas conmigo? ―preguntó William justo antes de colocarse delante de mí.

Era ridículamente injusto que este hombre usara esmoquin. Tenía que haber una ley en contra de ello. Todo su metro noventa y dos se parecía más al hombre rico y de élite que podría haber sido en lugar del rebelde en una motocicleta que se había convertido.

Había estado entreteniendo a la prima de Braden toda la noche. Me había prohibido echarles un vistazo después de que mi estómago quedara anudado tan mal que apenas pude comer. No iba a hacerme esto. ―¿No necesitas bailar con tu cita? ―pregunté, incapaz de mantener la malicia fuera de mi voz. No era su culpa que Della le hubiera traído una cita para la boda. No pensaría en el sexo de la boda que estaba segura que la mujer se encontraba esperando.

―Ya bailé con ella. Ahora quiero bailar contigo.

Y no sabía con seguridad si podría evitar golpearlo en su maldito traje si colocaba sus brazos alrededor de mí. ¿Por qué este hombre tenía que tener este aspecto? ¿Por qué no podía haberse puesto feo con la edad?

―Por favor, Maite. ―Su voz bajó.

Como si pudiera decirle que no. Puse mi mano en la suya extendida y me levanté.

―Chica inteligente ―dijo Dean.

Alcé mi mirada hacia él. Me guiñó un ojo y le dio a William un pulgar hacia arriba antes de volver a la lección de batería con Nate.

―Está bien. Es sólo un baile ―dijo William, tirando de mi mano hasta que estuve cerca de él y más lejos de la mesa.

No era que no pudiera relajarme por los comentarios de Dean. Era por la idea de estar en los brazos de William.

Salimos a la pista justo cuando la música se desaceleró y James Morrison comenzó a cantar "I Will not Let You Go".

Una de las manos de William se colocó en mi espalda baja mientras ponía una suave presión sobre mí para acercarme mientras su otra mano se posó en mi cadera. Estaba agradecida de que llevara tacones de aguja de quince centímetros, así pude descansar mis manos sobre sus hombros.

―Puedes‖ hacerlo‖ mejor‖ que‖ eso‖ ―me susurró William al oído. Mi cuerpo traidor se estremeció.

―¿Qué? ―pregunté.

Sus manos me dejaron y alcanzaron las mías y las colocaron alrededor de su cuello antes de volver a mi espalda baja y cadera. ―Mucho mejor ―dijo mientras nuestros cuerpos se rozaban entre sí.

Esto estaba cerca. Demasiado cerca.

―Hueles increíble ―susurró, apretándome aún más cerca.

Está bien, demasiado. El calor de su cuerpo me rodeaba y me mareaba. Tal vez porque me olvidé de respirar. Cuando inhalé, el limpio aroma de su jabón se apoderó de mí. Rara vez usaba colonia. O bien olía como la brisa del mar por montar su motocicleta o así. De cualquier manera, solía amar acercarlo y olerlo.

―Te ves hermosa esta noche. Casi sentí lástima por las demás damas de honor al tener que usar el mismo vestido que tú.

Si alguien más hubiera dicho eso, me habría reído y rodado los ojos. Blaire Finlay era lo más parecido que había visto a la perfección en mi vida. Y Harlow Carter tenía el tipo clásico de belleza que no se ve a menudo. Pero escuchar a William decirlo, le creí.

Toqué el cuello de su traje y froté el caro tejido entre mis dedos. Este no era un esmoquin alquilado. Probablemente era Armani. Ninguno de estos chicos necesitaba un esmoquin alquilado. Había sido una parte de su vestuario desde que eran niños. Sus estilos de vida a menudo requerían un esmoquin.

―Te ves bien en esmoquin. Nunca te había visto en uno ―le respondí finalmente. Fue la cosa más cercana que pude decir a la verdad. Decirle eso hizo que mi corazón se acelerara en mi pecho aclarando que fue una mala idea.

Se rio entre dientes. ―Gracias. No soy un fanático. Ha pasado un tiempo desde que tuve que usar uno. Éste es nuevo. Pensé que si me iba a quedar en Rosemary Beach, necesitaba añadir algunas piezas a mi armario.

¿Se alojaba en Rosemary Beach? ¿Por qué? ¿Porque quería estar en casa? ―¿No extrañarás la carretera y ser capaz de‖ir‖y‖venir‖cuando‖quieras?‖―pregunté, pensando en lo que sabía de su vida desde que se fue.

La siguiente canción comenzó y él me acercó más. ―Ya he terminado de correr y no hay nada para mí allí afuera. Lo que quiero está en Rosemary Beach.

No se refería a mí. No yo. No quería que se refiriera a mí. El mundo romántico en el que estuvimos envueltos en esta isla fue fugaz. Mañana enfrentaríamos la realidad de nuevo. Y, con ello, el pasado.

No le respondí. No eran palabras que quisiera decir en voz alta ahora. Quería esta fantasía por esta noche. El cuento de hadas en el que podría estar, envuelta en los brazos de William para siempre. Podríamos bailar así y podría sentir su latido del corazón y ver el pulso latiendo en la base de su garganta. El calor de su abrazo era mío para guardarlo. En este momento, podía fingir.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Dic 07, 2015 12:36 pm

25

William

No estaba siendo cuidadoso. Tenerla en mis brazos hacía que saliera mierda de mi boca que iba a joder todo el progreso que habíamos hecho. Apreté la mandíbula fuertemente para evitar decirle lo bien se sentía, y exactamente lo que quería hacerle mientras no llevara nada más esos tacones sexys. Incliné la cabeza e inhalé profundamente. Si tan sólo pudiera presionar mis labios en la curva de su cuello. Quizás probar su piel suavemente con un movimiento de mi lengua. Solía hacer los sonidos más dulces cuando yo hacía eso. Su cuerpo ya no se encontraba tenso. Tenía sus brazos envueltos a mí alrededor y su pecho se hallaba presionado contra el mío. La sensación de tenerla pegada a mí era embriagadora.

Levantando la vista de esa piel tan cerca de mi boca, vi a Woods fulminándome con la mirada. ¿Cuál era su problema? Necesitaba bailar con su esposa y dejarme tener este momento. Él asintió hacia la izquierda, y yo giré la cabeza para ver a Charity sentada sola en la mesa. Oh, demonios, no. No iba a hacerme sentir mal sobre eso. Mierda. ¡Mierda!

Volví a mirarlo y él dio otro asentimiento brusco. Vi a Della acercarse a ella. Bueno, mierda. Della no disfrutaba de su propia fiesta porque se preocupaba por Charity. Esto de verdad apestaba. Iba a tener que ir allí para que Della pudiera volver a disfrutar.

¿Dónde se encontraba Braden? Era su prima, maldita sea. ¿Por qué no estaba entreteniendo a su prima? Yo no pedí una maldita cita. Si hubiera querido una cita, la hubiera traído.

Los dedos de Maite se deslizaron en el pelo de la parte trasera de mi cuello. Oh, joder. Cerré los ojos mientras comenzaba a pasar sus uñas suavemente por mi cuello. ¿Cómo se suponía que me alejara de esto? Dios, me encontraba en el cielo.

Mi mano se deslizó por su espalda hasta que la curva de su trasero estuvo bajo las yemas de mis dedos. Ella no se alejó, y yo ya no respiraba. Obligando a mis ojos a abrirse antes de perderme completamente, vi que Woods se hallaba caminando hacia mí. Parecía determinado.

Estaba listo para rogarle que me dejara solo. Que me dejara disfrutar esto. No tenía ni idea de lo que se sentían ocho años. Él había tenido que estar sin Della tan sólo dos malditas semanas. Quería verlo intentar ocho malditos años.

Thad pasó caminando y Woods lo agarró por el brazo y le dijo algo. La mirada de Thad giró hacia mí. Lucía arrepentido mientras asentía. Woods iba a enviarlo para cortar las cosas, por lo que tendría que dejarla ir.

Betty escogió ese momento para pasar sus uñas por el frente de mi pecho y observarme con esos grandes ojos marrones. Tenía que decir algo. Explicarme o disculparme. Incluso aunque esta mierda no era mi culpa.

―Oye, amigo. Comparte. La has tenido como por cinco canciones. Mi turno ―dijo Thad en un tono bromista que no llegó a sus ojos. Me estaba observando como si fuera a pegarle.

Maite parpadeó y parecía un poco aturdida y confundida antes de mirar a Thad, pero sus manos permanecieron fijas en mi cuerpo y no se alejó. Yo me encontraba malditamente cerca de golpear mi pecho como un buen hombre de las cavernas.

―De verdad, Maite. Baila conmigo. William tiene que darle un poco de atención‖a‖su…‖bueno,‖a‖la‖chica‖sentada‖al‖lado‖de‖él.

―Oh ―dijo Maite, mientras el entendimiento de lo que sucedía la golpeaba. Observó sus manos, todavía en mí, y luego las dejó caer rápidamente y se alejó―. Está bien ―dijo, mirando alrededor nerviosamente―. Lo siento.

Sacaría a la mujer a bailar para hacer feliz a Woods, pero no iba a dejar que Maite se disculpara. A la mierda con eso. Tomé su mano y presioné su espalda contra la mía. ―No te disculpes. No por eso ―dije, y luego puse su mano en la de Thad―. Ten cuidado ―le advertí a él en voz baja mientras pasaba a su lado.

Enfoqué toda mi frustración en Woods, que se encontraba observando. Al menos se veía algo arrepentido.

Caminando hacia la mesa, oí a Charity intentar convencer a Della de ir a bailar con su marido y no preocuparse por ella. ¿Por qué no podía bailar Thad con ella? ¿Por qué tenía que ser yo? Empujé a un lado la culpa que estaba tratando de salir y puse una sonrisa falsa en mi rostro.

―Oye, Della, ¿no se supone que tendrías que estar bailando? Es tu boda ―le recordé.

Della alzó la vista hacia mí con alivio en sus ojos. ―Oh, sí, simplemente estaba hablando con Charity. Braden no se sentía bien. Ella ha estado de pie demasiado tiempo hoy. Este segundo embarazo le está pateando el trasero.

Genial. Eso contestaba mi pregunta anterior. ―Yo me quedaré con Charity. Tú ve a bailar con tu marido. Parece‖solitario‖―dije.

Ella me sonrió y asintió, luego le dijo adiós a Charity antes de volver rápidamente con Woods. Esta era su noche. Haría esto por ellos. Esta vez. Pero nunca más. Y por nadie más.

―Parecías bastante ocupado con tu otra compañera de baile. ¿Alguien la alejó de ti? ―preguntó Charity. No me perdí el tono molesto en su voz.

Todavía sentía el calor de Maite en mis brazos. No me encontraba listo para que alguien más la reemplazara. Me senté al lado de Charity en lugar de preguntarle si quería bailar. ―¿Estás disfrutando? ―pregunté, ignorando completamente su comentario.

Ella alzó sus cejas como si estuviera sorprendida de que me importara.

Estaba evitando mirar a Maite en los brazos de Thad. No podía asegurar que no correría hasta allí y la alejaría de él.

―Mi pareja ha estado envuelta con otra persona durante la pasada media hora. ¿Tú qué crees? ―Su réplica fue brusca esta vez.

Me incliné hacia adelante y comencé a informarle que no era mi maldita cita. Ser encontraba aquí porque Della la había invitado, no porque yo se lo hubiera pedido. Todo lo que quería en este momento era volver afuera y sostener a Maite de la única manera en que ella me dejaría. Pero me frené. Yo no era cruel. Charity era una mujer despreciada que había sido herida por su marido. Se hallaba en una boda con un montón de personas felizmente casadas. Le hacía daño. Y yo, como uno de los pocos solteros aquí, era un objetivo fácil. Entendía eso. ―Estoy enamorado de ella ―dije. Charity tenía que saber que mi atención nunca iba a girar hacia ella.

Charity puso los ojos en blanco. ―Claro que sí. Tetas grandes y todas esas curvas. Estoy segura de que es amor, por supuesto.

Fue difícil recordarme una vez más que Charity estaba pasando un momento duro. ―Sí, ella es hermosa, pero esto es más profundo que eso ―dije, incapaz de esconder el hecho de que me había enojado.

―Hombres. Ven algo que piensan que es fácil y se vuelven perros jadeantes. Noticia de última hora: hoy yo iba a ser fácil.

Mis manos se volvieron puños mientras la fulminaba con la mirada. Se había pasado de la raya. Nadie, malditamente nadie, se refería a Maite como fácil. Inclinándome hacia adelante, apreté los dientes con tanta fuerza que mi mandíbula hizo ruido.

Charity se inclinó hacia atrás mientras sus ojos se abrían por el miedo.

No perdía los papeles a menudo, pero esta mujer estaba presionándome.

»Cuando tenía dieciocho años de edad, me enamoré. No el tipo de primer amor, si no del grande. El gran y único amor. Pero por padres que querían volverme alguien que no era, tuve que huir para salvarme. Ella sólo tenía dieciséis, por lo que no pude llevarla conmigo. Cuando me fui, lo hice por nosotros, para poder volver cuando ella fuera lo suficientemente grande. ―El tono duro de mi voz hizo que sus hombros se sacudieran y su rostro palideciera, pero escuchaba.

»Pero eso no sucedió. Mientras yo no estaba, ella se encontraba enfrentándose a algo espantoso sin mí. Yo no me hallaba a su lado para apoyarla y sostenerla. Y por eso, la perdí. Años después, ella se enamoró de nuevo. De mi primo. Y él era el mejor hombre.

»Cuando finalmente volví a casa para enfrentar a mis demonios, ella era feliz. Más que nada en esta tierra, yo quería que fuera feliz. Pero de nuevo, nos golpeó la tragedia. Una corriente se llevó a mi primo debajo del agua mientras intentaba salvar la vida de ella, y ambos lo perdimos.

»Durante dieciocho meses, he tenido que observar a la mujer que amo caminar perdida por la vida. Vacía por su pérdida. Me gritó y dijo cosas que me hirieron de maneras de las que no creo que vaya a recobrarme. Pero aún así, la seguí y la observé todos los días. Porque está sola. Y tengo que saber que está segura. Es la única cosa que me permite seguir adelante. ―El tono enojado de mi voz desapareció. Sonaba tan desesperado como me sentía.

La expresión de Charity se suavizó y la conmoción en sus ojos fue reemplazada por simpatía. Observé la pista de baile mientras Dean Finlay, que había relevado a Thad, hacía girar a Maite, haciéndola sonreír.

»Esta noche, por primera vez en ocho largos años, me dejó sostenerla. No me gritó. No me alejó. El mejor amigo de mi primo se casó esta noche, y en lugar de ser mi primo el padrino, tuve que tomar su lugar. Pero incluso con el recuerdo colgando sobre la noche, ella me dejó sostenerla.

Charity siguió mi mirada e hizo un suave sonido de entendimiento.

No sabía con seguridad por qué le estaba diciendo todo. Quería que entendiera que sabía todo sobre el dolor. No era la única que tenía mierda en su pasado. También quería que entendiera que no me acostaría con ella esta noche.

―Es ella, entonces ―dijo Charity, observando a Maite reír por las payasadas de Dean.

―Sí, es ella.

―Es hermosa ―susurró Charity.

―La mujer más hermosa que jamás he visto.

Ella sorbió y se limpió los ojos. Cuando volví a mirarla, sonrió. ―Es una historia rompedora de corazones. Pero me hace creer que hay más allí afuera para mí. Lo que yo tuve nunca fue ese tipo de amor. Pensé que un amor así sólo existía en las películas. Pero ver tu rostro cuando hablas sobre ella, eso es lo que quiero. ―Se detuvo, y su sonrisa se volvió más brillante―. Gracias. Por decirme todo eso. Estaba sentada aquí lamentándome por mí misma. Tengo que admitir que me enfadé contigo por no prestarme atención. Pero luego de oír eso y observar a Della y a Woods juntos, sé que Braden y Adam no son únicos en su especie. De verdad hay alguien ahí afuera para cada uno. Hay un gran amor para mí en algún lado. Simplemente no lo he encontrado, todavía.

Asentí y me puse de pie. ―Dejémoslo atrás. ¿Quieres bailar? ―pregunté, extendiendo mi mano en un gesto amistoso.

Se rió y sacudió su cabeza. ―De ninguna manera. Ve allí y baila con ella. Estoy esperando por un felices para siempre.

Sonreí agradecidamente. Por la esquina de mi ojo, vi a Dean llevar a Maite hasta su mesa. ―No vas a oír el final esta noche. Tenemos mucho con lo que luchar ―dije, deseando que fuera así de fácil.

―Lo imagino. Pero aunque sea, si me vas a dejar con un final de suspenso, haz que sea bueno ―dijo Charity con una sonrisa burlona.

No había nada que quisiera más que el hecho de que la noche terminara tan asombrosamente como había empezado. ―Deséame suerte ―dije, lanzándole una última sonrisa antes de dirigirme hacia Maite.

―Su nombre es Maite, ¿verdad? ―preguntó Charity.

Volví mi vista hacia ella. ―Sí.

―Entonces soy del Equipo Trethy, completamente.

¿De qué demonios hablaba? No pregunté, no quería perder más tiempo.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Dic 07, 2015 12:45 pm

26

Maite

Dean era una buena distracción. Thad dijo que Della necesitaba a William para entretener a Charity. Braden no se sentía bien y Charity no conocía a nadie más. Entendí eso y debía estar completamente bien con eso. Debía sentirme aliviada, en realidad. Pensaba demasiado en William y Thad me ayudó a salir de mis pensamientos. En algún momento, su presencia y su aliento contra mi cuello habían alterado mi sentido común.

Sin embargo, no regresé a la mesa con Dean. Continué caminando. Necesitaba encontrar un lugar callado y ordenar mis pensamientos. El ver a William conversando tan cerca de Charity, sus cabezas inclinadas juntas, fue demasiado. Me hallaba lista para saltar a sus brazos, pero él se había alejado con demasiada facilidad.

Ugh. Estaba siendo rencorosa. Odiaba eso. Yo no era esa chica.

Una vez fuera de la carpa, me dirigí hacia la oscuridad, lejos de las luces y el área de servicio. No podía regresar a mi choza todavía. Eso sería grosero. Solo necesitaba un poco de tiempo para mí. Tal vez una buena charla motivadora antes de regresar ahí.

Un grupo de palmeras era lo más cercano a la privacidad que pude encontrar, así que me dirigí hacia ellas colina abajo. Los sonidos de pisadas detrás de mí hicieron que me detuviera, di la vuelta y vi a William acercándose rápidamente. ¿Qué estaba haciendo?

Me alcanzó y tomó mi mano. ―No te detengas ―dijo, manteniendo su mirada en las palmeras.

―¿Por qué? ―pregunté, confundida, mientras comenzaba a trotar para alcanzar su paso.

Él no respondió. Cuando nos encontramos en el refugio de los árboles, él tomó mi cintura y me empujó contra uno de los gruesos troncos. ―¿A dónde ibas? ―preguntó, buscando mi rostro como si en él se encontraran todas las respuestas del mundo.

Sus manos aún se encontraban en mi cintura, su agarre, aunque no doloroso, era firme. ―Um, bueno, aquí ―balbuceé.

―¿Por qué? ―preguntó, acercándose más a mí.

―Necesitaba un momento a solas ―admití. Y tú estabas muy amistoso con Charity. Pero no dije esa parte. Eso confundiría las cosas. Esta noche era sólo un espacio en el tiempo donde podíamos olvidar el pasado. Nada más.

―Esperaba bailar contigo otra vez ―dijo, bajando su voz mientras se acercaba más e inclinaba su cabeza hacia mí.

―A mí me pareció que estabas muy ocupado ―contesté antes de poder detenerme.

Él movió uno de sus fuertes muslos entre mis piernas. ―Estaba charlando. ¿Eso te molesta?

Sí. ―No, claro que no.

―Mmm ―respondió mientras recorría con su pulgar mi mandíbula, luego detrás de mí oreja antes de dejar sus dedos trazar mi cuello.

―William. ―Me las arregle para decir, aunque mi voz era débil.

―¿Sí, cariño? ―contestó, ahora recorriendo lo alto de mi cuello con su dedo.

―¿Qu...Qu…Qué‖ est{s‖ haciendo?‖ ―Realmente tartamudeaba ahora. Oh Dios, no podía resistir esto.

Él inclinó su cabeza e inhaló profundamente contra mi cuello. ―Quise hacer esto mientras bailábamos. Tu piel es tan suave y huele tan jodidamente bien.

Quería decirle que debíamos parar. Que esto no llevaría a nada. Sólo añadiría más dolor. Pero mi cabeza se inclinó hacia atrás y arqueé mi cuello en su lugar. Una invitación abierta.

William gruñó justo antes de que sus labios tocaran mi piel. La caliente punta de su lengua salió y lamió el camino a un lado de mi cuello, y luego jaló gentilmente con sus dientes el lóbulo de mi oreja antes de besarme en dirección a mi boca. Sabía que eso seguiría, y lo único que pude hacer fue contener mi respiración con anticipación.

Cuando sus labios cubrieron los míos, la realidad dejó de importar. Ese momento era todo lo que importaba. La mano de William bajó, agarró una de mis piernas y la alzó. La pasó alrededor de su cintura mientras movía su pierna entre el espacio de mis muslos.

Su boca se abrió sobre la mía y le di lo que él pedía. El sabor del champán de esta noche me asaltó mientras su lengua se deslizaba lentamente sobre la mía, como si tratara de saborearme. Deslicé mis dedos de vuelta a su cabello. Necesitaba mantenerlo allí.‖No‖quería‖que‖esto‖terminase.‖Este‖sentimiento…‖Lo‖ había olvidado. Tantas veces, pensé que era solo mi imaginación de adolescente lo que me hizo pensar que esto fue tan bueno. Pero mi memoria no necesitaba decoración.

En la vida todo lo demás desaparecía cuando la boca de William tocaba la mía. Probarlo sólo era parte de ello. La intimidad de cada lamida y caricia era como una llama siendo encendida.

Las manos de William subieron por mis muslos y debajo de mi vestido hasta que acunaron mi trasero.

Él se congeló y todo se detuvo cuando sus manos se encontraron con piel desnuda en lugar de mis bragas. Había olvidado que decidí no usarlas para evitar que se marcaran.

Él inhaló rápidamente, apartó su boca de la mía y miró hacia abajo. El deseo que palpitaba en mis venas y despertaba cada centímetro de mi cuerpo estaba ahí en sus ojos. ―Sin bragas ―dijo en un susurro ronco.

Negué con la cabeza porque hablar era demasiado.

Lentamente, bajó su mano hasta que se encontró con la humedad que había provocado. Inclinó su frente contra la mía y cerró los ojos apretadamente mientras su dedo comenzaba a moverse entre mis piernas abiertas. Su respiración era dura e instable, como si olvidara respirar y tuviera que jadear cuando lo recordaba.

Apreté sus hombros y temblé mientras su dedo permaneció tan cerca del lugar en el que deseaba que tocara.

―Estás empapada ―dijo, luego soltó un suspiro.

Era consciente de ello. Podía sentir la humedad en mis muslos. Él comenzó a mover su dedo, yo enterré mi cara en su pecho y grité. Introdujo un dedo, y lentamente comenzó a bombearlo dentro y fuera. Gemí y jadeé, con mi boca amordazada contra su pecho.

―Tan caliente y apretada. Dios, amo tocarte así. Voy a acariciar ese hinchado clítoris ahora, cariño. Sostente en mí ―dijo, justo antes de que su pulgar hiciera lo que él había prometido.

Mi cabeza cayó mientras gritaba su nombre.

―Mieeerda ―dijo, agarrando mi cabeza y colocándola de nuevo contra su pecho―. ¿Tan bueno? ¿Quiere este pequeño y caliente coño que se encarguen de él? Estás apretando mis dedos tan jodidamente fuerte que juro que voy a terminar corriéndome en mis malditos pantalones.

No necesitaba estimulación extra con las sucias palabras de William. Estaba lista para explotar. Quería gritar su nombre y arañar su espalda desnuda. Ya no me importaba si alguien me escuchaba. Solo quería el alivio que él me iba a dar.

Agarré puñados de su camisa y traté de desabotonarla frenéticamente. Necesitaba tener mis manos en él. Quería sentir ese bello pecho con el que había fantaseado.

―Tranquila ―dijo, deteniéndome para evitar que rompiera su camisa―, Me la quitaré si eso es lo que quieres, pero ahora mismo, necesito sentir que te corres en mis dedos ―susurró, presionando un beso en mis labios.

Yo quería eso, también.

―Has mojado mi pierna ―dijo con una sonrisa satisfecha.

Oh, Dios. Ni siquiera me importaba. Sujetando su camisa más fuerte en mis puños, jadeé ferozmente contra su pecho.

―Monta mi mano. Muéstrame qué se siente bien. Jode mis dedos, cariño. Te tengo. ―Su voz era áspera y profunda en mis oídos.

No necesitaba montar su mano y mostrarle nada. El sonido de su voz diciendo frases sucias sobre la forma en que montaba sus dedos mientras él me hacía cosas maravillosas fue suficiente para mandarme a volar sobre el borde. El placer que rompió dentro de mí fue casi doloroso mientras sacudía mi cuerpo. Temblé salvajemente mientras el nombre de William caía de mis labios en una desesperada súplica.

Su boca permanecía aún en mi oreja, hablándome de cosas que solo prolongaban esto. Cómo podía olerme, cómo mi néctar cubría sus dedos y lo excitado que él estaba. Había olvidado su boca sucia. Él tenía mucho poder con las palabras.

―¡Para! ―jadeé, necesitando respirar.

Me sujetaba fuertemente contra él mientras su mano continuaba ahuecada entre mis piernas.

―¿Parar qué, cariño? ―preguntó, recorriendo mi cuello con su boca de arriba hacia abajo, mientras su pesada respiración calentaba mi piel.

―No hables ―supliqué. Él debía parar de hablar. Era demasiado.

Una corta risa vibró a través de su pecho, y me di cuenta que aún tenía su muy cara camisa sujeta en mis puños. La solté y traté de alisarla, aunque mi cuerpo no quería funcionar correctamente. ―¿Ya puedo hablar? ―preguntó.

Lo miré mientras él me observaba, su deseo aun resplandeciendo en sus ojos. ―Si no es algo sucio ―dije, todavía sonando como si hubiese corrido un kilómetro.

Él se rió fuerte esta vez y me jaló más firme contra su pecho mientras retiraba su mano lentamente de entre mis piernas.

―No es divertido ―dije, recostando mi cabeza contra el tronco de la palmera.

Se agachó y besó la comisura de mi boca. ―¿No te gusta cuando te digo lo bien que te sientes?

Oh, vaya que me gusta. ―Tu boca sucia debería venir con una advertencia. Es letal. ―Le informé mientras mi ritmo cardiaco y mi respiración se estabilizaban.

Él sonrío, luego bajó su mirada hacia mis piernas, las cuales se enredaban ahorcajadas sobre su muslo. Bajé la pierna que tenía alrededor de su cintura. ―Mis muy mojados pantalones creen que disfrutaste bastante mis sucias palabras ―dijo, volviendo a mirarme.

Me paraba en punta de pies con mis tacones tratando de no recostarme por completo en su muslo. Mis pantorrillas comenzaban a quemar. Maldición, el hombre era muy alto. ―Necesito que muevas tu pierna antes de que me dé un calambre en la pantorrilla ―dije.

―¿Por qué te daría un calambre? ―preguntó, mirando hacia abajo―. Deja de pararte en puntas. Te tengo ―dijo, cuándo vio lo que hacía.

Suspiré y disfruté el oxígeno que llenaba mis pulmones. ―Ya te estás quejando de tu húmeda pierna. Se va a poner peor. Estoy hecha un desastre ―admití.

―No me estoy quejando, cariño. Es sexy como el infierno. Puedo olerte en mí y es jodidamente maravilloso.

Oh, Dios, allá va de nuevo. Negué con la cabeza hacia él y le puse un dedo sobre sus labios. ―No más de eso. Hablo en serio. Tengo que arreglarme y regresar.

William sonrió y sus labios se sintieron tan carnosos debajo de mi dedo que quise trazarlos y lamerlos. ―No puedes regresar ahí, cielo. Tu vestido está arrugado, solté casi todo tu cabello, tus labios están hinchados y puedo apostar a que la suave piel de tu cuello está enrojecida por mi obsesión con él. Luego está el hecho de que no estás usando ropa interior y hueles a sexo. Es intoxicante y me niego a dejar que alguien más lo huela.

Oh. Sí. No podía volver adentro. Realmente necesitaba tiempo a solas ahora.

―Voy a arreglarme e iré a despedirnos de Della y Woods. Diré una excusa para ti ―Se detuvo y me estudió por un momento. La mirada en sus ojos hizo que un ardor se esparciera entre mis piernas de nuevo, aunque eso debió haber sido imposible―. Luego vendré por ti. Te necesito desnuda y quiero estar dentro de ti.

No medio tiempo de contestar. Bajó su pierna y me equilibró, luego acomodó mi vestido antes de caminar de vuelta a la carpa. Observé sus largas piernas y la forma en la que sus anchos hombros lucían en esa chaqueta. Esperé que la culpa me golpeara. No había estado con alguien desde Jace.

Pero no llegó.

Lo que me hizo enojar. Conmigo por traicionar a Jace. Con William por hacerme desearlo. Con la vida porque sabía que lo que tuve con William fue destruido. Nunca podría ser de nuevo.

27

William
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Mensaje por EsperanzaLR Mar Dic 08, 2015 2:01 pm

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Mensaje por Joanita Miér Dic 09, 2015 1:55 pm

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Mensaje por EsperanzaLR Miér Dic 09, 2015 3:16 pm

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Mensaje por tamalevyrroni Jue Dic 10, 2015 12:01 pm

Una vez que estuve bajo el resplandor de las luces de la tienda, bajé mi mirada para examinarme. Aparte de mi camisa arrugada, me encontraba bien. Además, no tenía la intención de quedarme por mucho tiempo. No iba a darle el tiempo suficiente a Maite para que cambiara de opinión.

Afortunadamente, Woods y Della no estaban bailando. Hablaban con Rush y Blaire. Me deslicé por un costado para no tener que caminar a través de las mesas y hablarle a nadie. La mirada de Rush me encontró primero. Mi camisa arrugada no pasó desapercibida, y arqueó sus cejas sorprendido.

―¿En dónde has estado? ―preguntó con un acento lento y divertido cuando finalmente los alcancé.

Los otros tres pares de ojos giraron para mirarme. Woods no lucía emocionado, pero Della parecía estar bien con el hecho de que dejé a Charity. Una sonrisa tiraba de sus labios.

―Tú, uh, um ―tartamudeó Blaire, observando mi camisa arrugada. Miró a Rush en busca de ayuda.

Comenzó a reírse ante su reacción y los ojos de Blaire se agrandaron cuando comprendió.

―¿Tú y, umm, Charity entonces se cayeron bien? ―preguntó Blaire, su voz sonando insegura.

¿Charity? Joder, no.

―Abandonó a Charity hace un tiempo ―dijo Woods en un tono enojado.

Della levantó su mirada hacia él y le dio una palmada en el pecho. ―No lo hizo. Habló con ella, y ella le dijo que se fuera. Ahora está bien, no tienes que enojarte con él.

Woods lucía aliviado. ―Bien. No volvamos a prepararle una cita. Demasiado estrés maldición.

Della se rió y regresó su mirada hacia mí. ―Me disculpo por todo eso. Intentaba ser útil.‖No‖sabía…‖―Se fue callando.

―Está bien. Lo sé, y aprecio la intención. Uh, escuchen, esta noche ha sido genial, y estoy bastante feliz por todos ustedes. Pero Maite tiene que regresar a su cabaña, y voy a asegurarme de que llegue allí de forma segura.

Rush trató de sofocar su risa con una tos. Woods ni siquiera lo intentó. Imbéciles. Al menos, podrían pretender creerme por el bien de las mujeres.

―Oh, por supuesto. Dile a Maite gracias por todo, y si no los vemos por la mañana antes de que nos vayamos, los veremos cuando regresemos de nuestra luna de miel ―dijo Della.

―Diviértanse ―le dije, luego miré a Blaire, cuya curiosidad se encontraba por todo su rostro. Si no salía de allí rápido, iba a empezar a hacer preguntas.

―Tú también ―respondió Woods con una sonrisa.

Antes de que pudieran ver la sonrisa en mi rostro, me di la vuelta y me dirigí hacia la salida.

***

Maite se encontraba sentada en la hamaca afuera de su cabaña mientras me acercaba. Se hallaba perdida en sus pensamientos. No parecía que ni siquiera hubiera entrado en la casa. Los tacones que usó, colgaban de sus dedos; pero aparte de eso, no se cambió. Temía a dónde sus pensamientos podían ser arrastrados sobre mi persona.

Me senté a su lado, pero no me miró. No era una buena señal. Quería extender mi mano y tomar la suya, pero tenía miedo de que se encerrara en sí misma. De nuevo me sentía inútil. Conocía bien este sentimiento.

―Lucía como tú ―dijo en voz baja mientras observaba al agua brillar bajo la luz de la luna―. El primer día que me vio y coqueteó conmigo, eras tú todo lo que veía. La manera en la que sonreía, cómo sus ojos bailaban por el entusiasmo. Era tan parecido a ti. ―Hizo una pausa y me miró. Una tristeza en sus ojos que no podía alcanzar, me destrozó―. Me acosté con él la primera vez por ti. Te extrañaba muchísimo.

Ella necesitaba hacer esto, pero no estaba seguro de que pudiera sentarme y atravesar por ello.

―Pero no era como tú. En verdad no. Era él mismo. Su sonrisa era más torcida, y era juguetón. Menos serio. Me amó, y por eso, me enamoré de él. Al principio tenía miedo, de amar de nuevo. Sabía lo mucho que dolía al final.

Mis manos se cerraron en puños al tiempo que me obligaba a respirar.

―Su amor era fácil, y me hizo sentir como lo más importante en su vida. Jamás había tenido eso.

Porque la dejé. No me quedé.

―Perderlo, perder lo que teníamos fue…‖―Dejó caer su cabeza entre sus manos y respiró profundamente―. Me cambió. Casi me destruyó. No sé si alguna vez encontraré de nuevo a esa chica que alguna vez fui. La chica en la que me convertí con Jace. ―Finalmente, giró su cabeza para mirarme―. Nosotros tuvimos una historia. Un pasado que necesitaba un cierre. Tenía tanto miedo cuando regresaste de que aún te amara. De que siempre te amaría más. Me aterrorizabas. Me asustaba perder lo que tenía con Jace porque cuando te miraba, mi corazón sentía cosas que no percibió en un largo tiempo.

Levantó su mano y se limpió una lágrima que se le escapó y rodó por su mejilla. Si pudiera regresar y cambiar el pasado, lo haría. Cualquier cosa para quitarle esto.

―Tendré que vivir con el hecho de que mi estupidez le quitó la vida. Esa culpa jamás desaparecerá. Me emborrachaba para adormecer los recuerdos. Sabía que necesitaba contarle a Jace la verdad sobre nosotros y el embarazo, pero no podía. No quería que me odiara. Tenía miedo de perder su amor. La manera en la que me miraba, como si fuera la única en el mundo para él. Pero si pudiera volver atrás, se lo diría. Incluso si me odiara por lo que hice, al menos seguiría con vida. Su‖risa‖no‖se‖habría‖ido…

Extendí mi mano y cubrí las suyas, las que cerró en puños sobre su regazo. Su cuerpo se tensó bajo mi toque, pero no se alejó. No sabía cuáles eran las palabras correctas. Todo lo que sabía era que Jace no habría querido esto. No había muerto salvándola para que pudiera vivir con esta culpa. ―Tenías miedo de perder a un hombre que amabas por algo de tu pasado. Es normal emborracharse para enmascarar las emociones que no querías enfrentar. Las personas lo hacen todo el tiempo. Lo que le sucedió a Jace no fue tu culpa. Maite, fue un accidente. Fue un trágico accidente. Habías estado en esa agua después de estar de fiesta y borracha, muchas veces en tu vida. Todos lo hemos hecho. Demonios, una vez fui a surfear a la noche borracho. ¿Eso es seguro? No. Pero no pensaste con claridad. Jace te vio allí afuera, y su único pensamiento, fue mantenerte a salvo. Ni una sola vez pensó en el peligro de nadar en las corrientes demasiado profundas o fuertes. Eligió salvarte y sacrificarse. Y lo conozco lo suficientemente bien para saber que no quería salvarte para que pudieras vivir con esta culpa y este dolor. Maite, deseaba que tuvieras una vida. Quería que vivieras. Lo que has estado haciendo no es vivir.

La boca de Maite se frunció mientras contenía un sollozo. Le habría arrebatado todo esto y viviría con ello si pudiera. ―Esta noche ―dijo, mientras liberaba otro sollozo―.‖Esta‖noche‖contigo…‖ni‖siquiera‖pensé‖en‖él.‖―Como si se diera cuenta al tiempo que lo admitía, liberó sus manos de las mías y se puso de pie abruptamente, colocando distancia entre nosotros.

―Eso es parte de la vida. Disfrutarla. Solo has estado existiendo ―le dije, esperando que lo entendiera. Que lo aceptara.

Resopló y se limpió el rostro. ―Yo solo…‖no‖puedo.‖―Se detuvo y respiró profundamente, luego se dio la vuelta para mirarme―. No puedo vivir la vida…‖ contigo. Simplemente, no puedo hacerlo.

Me puse de pie, pero negó con su cabeza y se dio la vuelta para entrar. ―Te amo. ―Las palabras salieron antes de que pudiera detenerlas. Esas eran palabras que había querido decirle de nuevo por los últimos ocho años.

Agarró el lado de la puerta con fuerza pero no me miró. Permanecimos ahí en silencio por unos momentos mientras me aferraba al pequeño hilo de esperanza de que esto fuera a mantenerla en mi vida. ―Lo lamento, pero es demasiado tarde.

Entró, y se encerró con las paredes alrededor de su cabaña.

Esto era todo. Necesitaba alejarme y dejar que encontrara la vida que deseaba. Jamás sería parte de ella. Pero ¿cómo podría aceptar eso? Ansiaba un futuro con Maite. Anhelaba ser quien la hiciera sonreír. ¿Cuánto más podría presionarla? Encontrar una manera para dejarla seguir adelante y para que sanara sin mí, se sentía como arrancar mi corazón y dejarlo yaciendo allí a sus pies. Ella quería sanar. Solo que no deseaba hacerlo conmigo.
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Mensaje por tamalevyrroni Jue Dic 10, 2015 12:10 pm

28

Maite

Dejé mi bandeja de bebidas y tomé varias respiraciones profundas. Habían pasado tres meses desde que saqué con éxito a William de mi vida. Cuando regresamos de la isla después de la boda, William ya no me siguió al trabajo y viceversa. A menos que él estuviera con los chicos jugando al golf, rara vez le veía.

―Te encuentras bien, ¿chica1? ―preguntó Jimmy, el camarero principal del comedor del club, mientras caminaba por las puertas dobles.

Logré un movimiento de cabeza y pegué una sonrisa. ―Sí, muy bien ―contesté.

―Bien, porque los miembros del consejo están todos aquí. Tenemos las manos ocupadas esta noche, y la buena de la mayor tía Darla se encuentra ahí fuera para asegurarse de que no la liemos.

Ya vi la mesa reservada y los invitados sentados en la misma. Esa fue la razón principal por la que necesitaba un momento para reorganizarme. Atender a mis amigos normalmente era algo que me gustaba hacer, porque Della y Blaire también trabajaron aquí una vez. Eran fáciles de atender. La mayoría del tiempo, se levantaban y se arreglaban sus propias bebidas y cogían sus propios platos de la cocina.

Pero esto era diferente. Todos iban vestidos de gala. Esta era una cena de negocios que Woods celebraba cada trimestre. Una vez fui a esas reuniones con Jace, a pesar de estar en el exterior, no fue tan difícil para mí.

El ver a William con una cita, fue lo que me asombró. No es que tuviera derecho a importarme.

―El agua está sobre la mesa. Woods ya ha elegido un rojo y un blanco para la cena. Tú tomas el rojo, y yo me quedo con el blanco. También espero que Dean Finlay pida un bourbon. Todos los demás normalmente piden vino.

Asentí de nuevo, todavía intentando averiguar por qué me enojaba tanto que William trajera una cita. Yo lo alejé, y funcionó. Tal vez demasiado bien. Él se encontraba con London Winchester esta noche. Salieron en el instituto durante dos años. Cuando estábamos juntos, a él no parecía gustarle en absoluto. Ella le irritaba.

Pero tampoco se parecía a una modelo de pasarela en ese entonces. Tenía que estar cerca del uno ochenta de altura, y la mayor parte de eso eran piernas. Ugh.

―Chica, ¿seguro que estás bien? Te ves pálida. ―Jimmy se detuvo frente a mí y puso su dedo bajo mi barbilla para inclinarla hacia arriba para que pudiera verme. Había un montón de hombres hermosos en esta ciudad, pero Jimmy muy posiblemente los superaba a todos. Era sorprendentemente atractivo. Las pumas2 le daban muy buenas propinas, y trataron con todas sus fuerzas de acostarse con él.

Jimmy, sin embargo, tenía novio. Un novio muy sexy llamado Ben. Se mantuvo en secreto porque si las pumas supieran que Jimmy no tenía ningún interés en el sexo femenino, entonces sus propinas no serían tan buenas. Era excelente coqueteando.

―Un día largo, y el atender una mesa donde mi tía Darla está sentada no suena como una buena manera de acabarlo.

Jimmy puso los ojos en blanco. ―Esa mujer te ama. No seas tan mala.

Tía Darla me amaba, pero también era difícil de complacer. Imponía estrictas reglas aquí. Era una de las razones por las que se encontraba en el consejo de administración del club. Woods sabía que la necesitaba. ―Lo sé ―contesté, y tomé la botella de vino tinto de la mano extendida de Jimmy.

―Sal ahí fuera. ―Me dio un codazo, puse una sonrisa y me dirigí hacia la zona privada del comedor, donde la junta directiva se hallaba sentada.

Una mesa llena de mis amigos y mi tía no debía ser tan difícil de tratar. Debería estar feliz por terminar mi noche de esa manera. Las propinas de Woods me permitirían pagar el alquiler de este mes y algo más. Debería estar agradecida.

London volvió sus ojos gatunos en mi dirección, y su mirada me atravesó directamente. Ella no sabía quién era yo, y lo agradecía. No sabía de London desde el verano con William, así que no tenía ni idea de lo que hacía ahora. Muy probablemente podría estar modelando.

―¡Maite! ―llamó la voz emocionada de Blaire. Cambié mi mirada de London a ella. Se hallaba radiante por verme como si no hubiera pasado el día con ella hace dos días. Después de la boda, hice mi mejor esfuerzo por vivir mi vida de una manera en que no lo hice durante años. William tenía razón en eso. Jace no sacrificó su vida para que no viviera la mía. Tenía que vivir por los dos. Lo hacía lo mejor que podía.

―Escuché que me perdí un viaje de compras ―dijo Della, sonriendo hacia mí―. Exijo repetirlo la próxima semana.

―Si no hubieras estado fuera en una cita secreta con tu marido, podrías haber venido también ―bromeó Blaire.

Della sonrió y lanzó una mirada amorosa a Woods.

Miré a mí alrededor, evitando deliberadamente a William, y me di cuenta de que Harlow no se encontraba allí.

―¿Dónde está Harlow? ―pregunté a Grant, que parecía perdido sin su esposa e hija.

―Lila Kate ya no duerme toda la noche. Harlow se echa la siesta cada vez que lo hace el bebé, lo que incluye ahora. ―Grant dio un bostezo de los suyos.

Rush rió. ―He pasado por eso.

Jimmy me dio un codazo en el costado mientras caminaba a mi lado. ―Vino ―susurró.

Me acordé de que no estaba aquí para hablar y me moví para llenar el vaso de Woods con vino tinto. Nunca bebía blanco.

Jimmy comenzó en el otro extremo, donde Rush se hallaba sentado.

―Sólo quiero un poco de agua con gas ―dijo Della mientras me movía hacia ella.

Pasé por la mesa y llené el vaso de Grant, luego el de mi tía Darla. Blaire ya tenía vino blanco en el vaso, así que seguí mi camino. Mientras servía, la voz de William era la única cosa que oía. Se reía con Woods sobre algo que sucedió ese día en el curso. Era feliz. ¿London le hacía feliz?

London ya tenía un vaso de vino blanco, pero el vaso de William seguía vacío. Iba a tener que preguntarle si quería rojo. Mierda. ¿Por qué era tan difícil? Estaba siendo ridícula.

―¿Vino tinto? ―pregunté en voz baja, para no llamar la atención o interrumpir a nadie.

William volvió la cabeza para mirarme directamente. Mi corazón aumentó su ritmo como siempre lo hacía cuando se hallaba cerca de mí. Hacer contacto visual con él parecía una mala idea, pero no tenía mucha opción.

Fue un breve momento, pero en sus ojos vi un destello de arrepentimiento antes de asentir. ―Por favor ―respondió, y luego miró hacia otro lado para continuar su conversación con Woods.

London se acercó más a él, y este puso su brazo detrás de su silla. La intimidad entre ellos era evidente. Se encontraban cómodos juntos. Se adaptaban. Ella era alta y hermosa. Perfecta para William. Mi estómago se retorció en nudos.

Rápidamente me apresuré de la sala hacia la cocina, donde Jimmy esperaba con una bandeja de sopas. ―Sopa de coliflor con setas y aceite de trufa. Tan pronto como éstos se sirvan, tendremos que sacar los platos de queso. Yo los llevaré. Pesan una burrada. Sólo sígueme, lleva la bandeja y colócala sobre la mesa.

―Lo tengo ―contesté.

Jimmy me guiñó un ojo y se dirigió a la puerta para mantenerla abierta mientras llevaba mi bandeja. Él estaba justo detrás de mí con una idéntica.

Una vez más, fui hacia Woods, y Jimmy empezó con Rush. Me moví a la izquierda por lo que Jimmy tendría que ir a la derecha. Una cosa menos que tenía que servir a William y a su cita. Tal vez podría trabajar de esa manera toda la noche.

―¿Qué es esto? ―susurró Della mientras colocaba la sopa delante de ella.

―Sopa de coliflor con setas y aceite de trufa ―contesté.

Ella arrugó la nariz, y tuve que reprimir una sonrisa.

―Sabe bien. La probé la semana pasada. Si no te gusta, pediré que te preparen algo más ―prometió Woods, y le sonrió como si ella fuera la cosa más maravillosa que jamás había visto.

Tuve que estar de acuerdo con ella. No creía que nada con coliflor podría estar buena. Ni siquiera el aceite de trufa podría arreglar eso. Della tomó una pequeña muestra, y esperé para a ver si necesitaba llevármela de nuevo.

―Está bien, sí, está deliciosa ―dijo, y me moví para terminar de colocar la sopa en frente de los de mi lado.

Eso habría sido fácil si no sintiera el calor de la mirada de William en mí todo el tiempo. Me ponía nerviosa. Mi corazón no redujo la velocidad, y ese estúpido nudo se apretó más.

Jimmy me esperaba una vez más cuando llegué a la puerta. La abrí y la sostuve para que pudiera salir con los platos de queso. Una vez que llegamos a la mesa, intenté no hacer contacto visual con nadie mientras tomaba los cuatro platos y los colocaba en el medio de la mesa. Debido a que Jimmy se detuvo al lado de William, yo tenía que inclinarme sobre su lado para colocar la bandeja que pertenecía a esa parte de la mesa.

Su brazo me rozó el costado, y tuve que aguantar la respiración para no hacer ruido. Destellos de nuestra noche contra la palmera volvieron a mí, y mi cara se calentó. Este no era el momento de recordar eso. Usaba esos recuerdos por la noche, para que me hicieran compañía en mi cama solitaria. Al principio, me sentía culpable por correrme con las palabras sucias de William, pero lo necesitaba. Y ahora lo aceptaba.

Esta noche él usaría sus palabras sucias con alguien más.

1 En español original.
2 Mujer mayor que elige a chicos jóvenes.
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Mensaje por tamalevyrroni Jue Dic 10, 2015 12:16 pm

29

William

London cruzó las piernas a mi lado y frotó el pie en mi pantorrilla. La semana pasada, mientras me dirigía desde el campo de golf a mi Harley después de jugar una ronda con Woods, London salía de su Mercedes, el cual estacionó justo a mi lado. No reparé en ella al principio, pero cuando dijo mi nombre, reconocí su voz. Era mayor ahora, más madura, pero era London.

Conversamos y fue sorprendentemente agradable. Parecía diferente ahora. La niña mimada de la cual me cansé se había ido. Maduró y se convirtió en una mujer más confiada.

Y necesitaba una distracción.

Seguir adelante y dejar que Maite se fuera no fue fácil. Pensé en ella todo el maldito tiempo.

London pasaría un mes en Rosemary Beach, en la casa de sus padres, así que pensé ¿diablos, por qué no? Y la invité a cenar. Desde entonces, salimos tres veces. Esta noche era la cuarta vez. Todavía estaba envuelta en un mundo con el que no quería tener nada que ver, pero yo le gustaba. Parecía disfrutar de estar cerca de mí. Maite me estuvo alejando por tanto tiempo que era refrescante.

No me había dado cuenta de que Maite nos serviría la cena de esta noche. Si lo hubiera sabido, probablemente me habría excusado. Verla no fue fácil. Poner espacio entre nosotros parecía no importar. Una mirada, y volvía a ser ese hombre de nuevo, desesperado por conseguir que me perdonara. Que me amara de nuevo.

Durante los últimos tres meses, acepté el hecho de que ella podía ser mi gran amor, pero Jace era el suyo. Me dolió como el infierno, pero era la verdad. Con quien fuera que terminara sería el segundo mejor. No estaba seguro de poder vivir siendo el segundo mejor para Maite. No cuando ella siempre sería mi número uno.

―Esa camarera te sigue mirando ―dijo London en un susurro molesto. Inmediatamente, quite mis ojos de los camarones en mi plato para ver a Maite tomando el plato vacío de Blaire. Sus ojos estaban fijos en mí, pero al segundo que miré hacia arriba, desvió la mirada rápidamente.

Bueno, ¿qué diablos significaba eso?

―¿Ves? Ha estado haciendo eso toda la noche. Traté de ignorarlo, pero se está volviendo ridículo. ―London silbó―. ¿Della y Woods no se dan cuenta? ¿Es amiga de Blaire? Parecen muy cercanas.

Vi como Maite tomó el último plato vacío y salió corriendo. Si London no lo hubiera señalado, no me habría dado cuenta, porque trataba de no mirar a Maite. Hice un maldito buen trabajo toda la noche. Está bien, no, no lo hice. Cada vez que venía a la mesa, no era capaz de mirar hacia otro lado. Pero al menos estaba tratando de no mirar.

―¿La conoces? ―preguntó London, frustrada. Yo no respondía a sus preguntas.

―Sí. Era la novia de Jace. Es muy amiga de Blaire y Della ―le contesté, tratando de alcanzar mi copa de vino.

―¿Jace salió con una chica que trabaja aquí? ―preguntó, obviamente horrorizada.

Puse mi copa sobre la mesa y traté de no molestarme por su tono. Era una elitista. Así la criaron. ―Blaire y Della trabajaban aquí antes. Rush y Woods se casaron con ellas. No veo cómo eso sea un problema.

Ella se quedó sin aliento. ―¡Oh Dios mío! ¡Me estás tomando el pelo! Estoy tan atrasada con los chismes de por aquí.

Esta vez, me hizo rodar los ojos.

Atrapé la mirada de Blaire mientras miraba de mí a London, luego me dio una sonrisa tensa antes de mirar hacia otro lado. Me pregunté si había escuchado a London. Seguramente no. Si fuera así, Rush también la hubiera escuchado, y si Rush la escuchó, todos lo sabríamos.

Woods, se puso de pie, y todo el mundo hizo lo mismo. Las conversaciones terminaron, y las mujeres tomaron sus bolsos. Della me miró. ―Irás a la barbacoa que haremos el sábado, ¿no? Espero que Woods te hablara de ello.

Woods me envió un texto invitándome hace un par de días. Asentí. ―Sí, estaré allí.

Della cambió su mirada a London. ―¿Traerás una cita?

Las manos de London envolvieron mi brazo como si estuviera reclamando posesión. Lo cual era bueno. ¿Cierto? Quería que me quisieran. Y en verdad parecía que ella me quería. ―Sí, eh…‖―Miré a London―. ¿Quieres ir?

Asintió, claramente complacida por la invitación.

Della no se veía muy emocionada, pero lo cubrió bien. ―Excelente. Nos vemos entonces.

Dije mis adioses a los demás e incliné mi brazo para que London pudiera seguir aferrándose a mí, ya que eso era lo que parecía querer hacer.

Era consciente de que ni Blaire ni Della se preocupaban mucho por London. Ninguna habló con ella directamente, y sus expresiones faciales lo decían todo. Necesitaban superarlo. Maite había dejado muy claro que nunca me querría. Este era yo siguiendo adelante. Tal como Maite quería que hiciera.

Mientras caminábamos hacia el aparcacoches, oí la risa de Maite, y mi cuerpo volvió a la vida. Era un sonido que no había escuchado en mucho tiempo. Uno que me encantaba. Uno que no podía jodidamente superar.

Mirando hacia atrás, la vi hablando con Jimmy mientras caminaba hacia la entrada trasera. Él la estaba haciendo reír. Quería hacerla reír. Los ojos de Jimmy se levantaron y se encontraron con los míos. Maite se volvió para ver a quién estaba mirando, y su sonrisa se desvaneció. Ella iba a tropezar, y Jimmy la agarró del brazo y le dijo algo al oído.

Con su brazo alrededor de ella, desaparecieron fuera.

―¿Está listo para que traigamos su coche, Sr. Newark? ―preguntó el mozo cuando salí. Vinimos en el coche de London. No era una fan de las motos. Pero no lo corregí. Simplemente asentí.

―¿Crees que puedo ir contigo a casa esta noche? ―preguntó London mientras me miraba a través de sus pestañas. No tenía que explicarme. Esa mirada me dijo todo lo que necesitaba saber. Si quería, podía tenerlo.

El problema era que no quería. No después de ver a Maite. ―Estoy cansado ―le contesté.

―¿En serio? ¿Cansado? ¿Esa es tu excusa? ―Se enojó. Pero yo sabía que se enojaría. Lo había tomado bien cuando esquivé los últimos avances que hizo, y era momento de que comenzara a ser más clara. Lo tengo. Pero no estaba listo.

―Está bien. ¿Quieres la verdad? No he superado mi última relación. Necesito tiempo. Si no puedes lidiar con eso, entonces tenemos que poner fin a esto ahora. Si me puedes dejar tratar con ello, entonces estamos bien. Pero no me presiones, London ―le dije, dejando caer mi brazo y poniendo un poco de espacio entre nosotros.

No respondió de inmediato. Sabía que no esperaba que culpara a una relación pasada. Si ella supiera que habían pasado ocho años desde que terminó. ―No lo sabía. No mencionaste a nadie.

Dejé que lo pensara y decidiera qué quería hacer. De cualquier forma, estaría bien con el resultado.

El mozo trajo su coche, y me volví hacia ella.

―Puedo ir a casa con alguien más ―dije, casi esperando que lo prefiriera así.

Frunció el ceño y sacudió la cabeza. ―No. Te llevaré a casa. Estoy dispuesta a darte más tiempo.

No estaba seguro de que tuviera la energía para esto. Usar a London para distraerme de Maite estaba mal. No tenía que hacerle perder el tiempo. Yo era una causa perdida y completamente fuera del alcance de lo que ella quería.
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Mensaje por tamalevyrroni Jue Dic 10, 2015 12:20 pm

30

Maite

Me encontré con la tía Darla en la casa club la mañana siguiente. La mujer nunca pareció preocupada, así que el inquieto ceño entre sus cejas no era buena señal.

―Buenos días, tía Darla ―dije.

Ni siquiera fingió una sonrisa.

―Ven a mi oficina. Necesitamos hablar ―dijo, y dio la vuelta para dirigirse allá.

No me había llamado a la oficina para hablar desde antes de empezar a salir con Jace. Amenazó con despedirme si seguía teniendo sexo con miembros del club en la propiedad. La verdad era que solo había tenido sexo con Jace. He tenido una reputación por la bebida y la fiesta, pero no me acostaba con más de un chico a la vez. Incluso si era acusada de ello.

La seguí a la oficina y cerré la puerta. Se encontraba de pie con los brazos cruzado sobre el pecho mientras me estudiaba. ¿Qué demonios pensaba que había hecho? Mi vida era bastante aburrida. Sin fiestas, ni alcohol, o sexo en mucho tiempo, solo socialización con buenos amigos.

―¿Qué está pasando contigo y William Newark? ―preguntó―. Pensé que eras más inteligente. ¿Recuerdas la última vez que tonteaste con él? Sé que estás herida y extrañas a Jace. Quiero que lo superes tanto como cualquier otra persona, pero no con William. Lo que hizo contigo es lo que chicos como él hacen. Jace fue la excepción. Pero William en cualquier momento se casará por dinero. Corrió de ti una vez, Maite. Y te dejó embarazada. ―Ante la palabra «embarazada» paró el sermón y tomó una respiración cansada.

―Nada pasa con nosotros. ¿Qué escuchó? ―pregunté, aún sin saber quien podría haberle contado algo a mi tía Darla. Nadie tenía idea de lo que pasó en la boda.

―No necesité que alguien me contara. Estuve ahí anoche. Te vi mirándolo toda la noche. Entonces, cuando se tomó un momento para notarte, también vi algo en sus ojos. No vayas ahí, Bethann. ¿Viste a la mujer con la que se encontraba? Ese es el tipo con el cual se casará. La próxima vez que te embarace, tal vez no abortes involuntariamente. ¿Qué pasará entonces? Ambas sabemos que no abortarías.

¿Aborto? ¿Qué?

―Espera. ¿Qué quieres decir con que tal vez no sufra un aborto la próxima vez? No sufrí un aborto la última vez. Tú me llevaste a la clínica de aborto. ¿Recuerdas?

La tía Darla se puso rígida, y algo pasó por su rostro que no comprendí.

―Bethann, nunca te llevé a una clínica de aborto. Te dije que te ayudaría a hacer algo con el bebé. Lloraste por veinticuatro horas seguidas. Te hice una cita fuera de la ciudad en la oficina privada de un ginecólogo. No quería correr el riesgo de encontrarnos con alguien conocido. Cuando llegamos ahí, tuviste dolor menstrual. La enfermera te llevó. El doctor te examinó, y comenzó el sangrado. Solo tenías ocho semanas, y estabas perdiendo al bebé. El doctor te dio una medicación fuerte para el dolor la cual te desmayó, y te mandó a casa. Cuando te dije que te ayudaría a hacer algo con el bebé, me refería al bebé real. Te iba ayudar a encontrarle un buen hogar. No te dejaría terminar con el embarazo. Eso te habría perseguido‖de‖por‖vida…‖―paró de hablar y me miró con horror en los ojos―. Oh, Bethann. Oh, Dios, cariño. ¿Pensaste que tuviste un aborto voluntario todo este tiempo? ―No sabía que lloraba hasta que se inclinó para quitarme las lágrimas y abrazarme―. No tenía idea de que eso es lo que pensabas. Eras tan joven y asustadiza. Debería haberte explicado mejor las cosas.

Me sujetó en sus brazos mientras por fin me rompía y lloraba la muerte del bebé que nunca llegué a sujetar. La culpa y vergüenza que sentí por tanto tiempo lentamente me dejaba, y lloré más fuerte. Tantas veces deseé nunca haberlos dejado inyectarme lo que pensé era para dormirme y abortar. Estuve tumbada en esa mesa, pensando en formas de tener a ese bebé. En maneras en que podría haberlo hecho funcionar. Le rogaría a la tía Darla. Iba a decirle a la enfermera que no quería hacerlo tan pronto como volvió. Pero no pude abrir los ojos.

Cuando por fin desperté, me encontraba en casa de la tía Darla con una venda apretada, y me dijo que el bebé se había ido. Desde ese momento un vacío se encontraba en mi interior.

―No maté a mi bebé ―dije por fin, necesitando oírlo en voz alta.

Tía Darla me sujetó más fuerte.

―Por supuesto que no. Eso no es algo que podrías soportar. Tampoco estoy segura cómo podría haber vivido conmigo misma. Solo deseo haber sabido lo que pensabas que había pasado.

Un peso fue liberado. Un peso que llevé por los últimos ocho años. Esa decisión que pensé haber hecho me llevó a una serie de eventos que me destruyó no solo a mí sino a esos a mi alrededor. La culpa de Jace nunca me dejaría, pero me recordaba diariamente que me amó. Incluso cuando actuaba de manera estúpida, aún me amó. Decidió que yo viviera, y le debía eso. No podía dejar que su muerte fuera en vano.

―Quiero que vayas a casa y descanses. Asimila esto, y pasa algún tiempo sola. Aún no creo que estés preparada para enfrentar a la gente. Pero esto no cambia lo que dije de William. Te dejó una vez, y te vi derrumbarte. No le confíes tu corazón de nuevo.

Asentí. No hacía falta que me lo advirtiera. William lo estaba superando. Pero tenía que morderme la lengua para evitar defenderlo. En ese entonces también era un niño. Ambos fuimos descuidados. Si no se hubo ido, sus padres lo habrían inscrito en Yale. Habría abortado al bebé de todas formas. No se encontraba destinado a ser. Nada habría detenido eso.

No tenía algo por lo cual culpar a William. La pared que construí para mantener fuera todos los recuerdos que venían con él por fin se derrumbó y me dejó completamente herida.
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Mensaje por tamalevyrroni Jue Dic 10, 2015 12:29 pm

31

William

Woods me envió un mensaje anoche para que me reuniera con él en el campo a las ocho de esta mañana para jugar una ronda. No jugaba al golf en años, hasta que me mudé de nuevo a Rosemary Beach. Aparte de surfear, no se encontraba mucho más que hacer aquí. Apestaba en el golf, especialmente comparado con Woods. Él jugaba todos los días.

La verdad era que necesitaba hablar con alguien, y esta era una buena oportunidad. Cuando nos reuníamos fuera del campo, por lo general Della andaba cerca, y pasaba lo mismo con las demás personas.

La expresión de Maite mientras me miraba la otra noche en la cena se quedó atrapada en mi cabeza, y no podía superarla. O bien fue una ilusión, o realmente parecía molesta por London.

Woods esperaba en la casa club cuando me acerqué. No tenía a un caddy acompañándolo. Nunca lo tenía. Dijo que no necesitaba que otro hombre llevara su mierda y le dijera qué palo utilizar. Tuve que estar de acuerdo con él.

Se encontraba solo, y aunque esperaba ver a Rush, quizás a Grant o a Thad, me sentí aliviado de que no se encontraran allí.

―Seremos sólo nosotros. Rush iba a venir, pero al parecer, Blaire no se siente bien esta mañana ―dijo, poniéndose la correa del bolso sobre su brazo―. ¿Listo?

―Muéstrame el camino ―dije, haciéndole un gesto para que avanzara.

―Tengo un aviso. Maite trabaja esta mañana. La vi cargar el carrito de las bebidas cuando llegué ―dijo Woods cuando se detuvo en el primer hoyo.

Ella estaba aquí. De acuerdo, muy bien. Eso era bueno. Podría conseguir agua de ella. No era gran cosa.

―London y tú se están viendo otra vez, ¿eh? No esperaba eso ―dijo mientras sacaba el palo que necesitaba.

Puse mi bolso en el suelo y miré alrededor para asegurarme de que no hubiera carritos de bebidas en los alrededores. Esta no era una conversación que quería que Maite escuchara. ―Nos encontramos aquí la semana pasada. Hemos salido un par de veces desde entonces. Necesitaba ver si podía seguir adelante, pero no estoy seguro de poder. No funciona. Creo que me encuentro bien, luego veo a Maite y me doy cuenta de que sigo completamente jodido.

Woods asintió, y luego se concentró en su bola antes de hacer un movimiento. La bola aterrizó y rodó cerca del espacio verde. No me sorprendió. ―Maite tampoco parecía muy emocionada sobre tu cita. Me preocupó que fuera a tirar la comida sobre alguien, se distrajo mucho por ti.

―Eso es lo que me jode. En la boda, logramos un progreso. En serio un buen progreso, pero cambió de opinión de la nada. Me dijo que no había ninguna posibilidad, incluso después de decirle que la amaba. ―Bajé la voz en la última parte.

Woods levantó las cejas. ―¿Le dijiste que la amabas?

―Sí. Lo hice. La amo. Siempre lo he hecho.

Woods dejó escapar un silbido y sacudió la cabeza. ―Maldición, amigo. No voy a mentir, planeaba tratar de conseguir que Maite te diera una oportunidad más. Te veías tan feliz la noche de mi boda cuando viniste a saludar. Entonces, vi a Maite comerte con los ojos la otra noche, imaginé que alguien necesitaba ceder. Pero no sabía que sacaste la artillería pesada y ella te rechazó.

Eso no me ayudaba. Saqué un palo de mi bolso y me acerqué al soporte. No tenía una respuesta para eso. Enfoqué toda mi energía en golpear con fuerza la bola. Por desgracia, la envié volando hacia los árboles más cercanos.

―El hoyo se encuentra por allá. Donde está la bandera ―dijo Woods con una carcajada.

Pasé pisoteando a su lado y empujé el palo de vuelta en mi bolso. Nos dirigimos a los árboles, ya que mi pelota se hallaba más cerca de nosotros. Concentrarme en este juego no iba a ser posible si pensaba en lo definitivo que eran las cosas con Maite.

―¿Puedo preguntarte algo? ―Woods interrumpió mis pensamientos.

―Seguro, pero no significa que voy a responder.

―Cuando piensas en tu futuro, hijos, esposa, casa, etcétera, ¿a quién ves a tu lado?

Eso era fácil. ―A Maite. Siempre ha sido así. Desde ese verano.

Woods se detuvo cuando nos acercamos a mi bola. Por suerte, no fue completamente bloqueada por los árboles. Estaba justo ahí en el borde. Todavía podía salvar este tiro. ―Las cosas que valen la pena nunca vienen tan fácilmente ―dijo―. Tienes que luchar por ello hasta que te sientas cansado, luego te tomas un descanso y luchas un poco más. ―Me apretó el hombro―. No te rindas. Te arrepentirás si lo haces.

***

No supe cómo responder al consejo de Woods, pero no podía dejar de reproducirlo en mi cabeza. Me venció por doce puntos en los primeros nueve hoyos, y nos dirigíamos de regreso cuando el carrito de las bebidas apareció sobre la colina. Woods también se dio cuenta, y me miró. No dijo nada, pero pude verlo recordándome en silencio lo que me dijo.

Maite desaceleró y estacionó el carrito. Me miró nerviosamente mientras se bajaba y caminaba en nuestra dirección.

―Buenos días, Maite. Oí que te sentiste mal ayer y Darla te envió a casa. Espero que estés mejor hoy ―dijo Woods mientras se acercaba.

Los ojos de Maite se movieron hacia mí otra vez, luego rápidamente de regreso a Woods. ―Estoy mejor hoy. Gracias ―respondió―. ¿Puedo conseguirles una bebida? ―Su atención se enfocó en Woods.

―Sí, tomaré un Gatorade. Azul, si tienes ―contestó él.

Maite me miró. Quería mantener su atención, pero no quería ponerla más nerviosa de lo que ya parecía. ―Agua está bien ―contesté.

Asintió y se dirigió al carrito. La seguí, sin mirar hacia atrás a Woods para ver su expresión. Quería preguntarle qué le pasó ayer, pero no quería hacerlo delante de él.

Abrió la parte posterior de la mini nevera, luego saltó cuando vio que la seguí. ―Oh ―jadeó, y sus mejillas se pusieron color rosa―. No te escuché venir detrás de mí.

Cerré el espacio entre nosotros hasta que casi nos tocábamos. ―¿Qué te pasó ayer? ¿Te sientes lo bastante bien para trabajar hoy? ―Fue por eso que la seguí por tanto tiempo. Nadie la comprobaba ni se aseguraba de que estuviera bien. ¿Alguien jodidamente la cuidó ayer? ¿O estuvo sola y enferma en su casa?

―Estoy bien ―dijo, luego se detuvo y se mordió el labio inferior como si quisiera decir algo más―. Yo, uh, en realidad no estaba enferma. Es sólo que me enteré de algo que alteró mis emociones. Necesitaba un poco de tiempo a solas para pensar.

―¿De qué te enteraste? ―pregunté, sabiendo que probablemente atravesaba la línea que trazó.

Miró por encima del hombro a Woods, luego de vuelta a mí. ―Este no es el lugar para hablar sobre eso.

Bueno, mierda. ¿Así que me lo diría si no estuviéramos en su lugar de trabajo? Estuve medio tentado de pedirle a Woods que le diera el día libre para poder averiguar lo que pasaba, pero ella estaría molesta. Ya la alejé una vez.

―Toma. ―Me entregó la botella de agua y pasó junto a mí para darle el Gatorade a Woods.

La vi caminar. Estaría mintiendo si no admitiera que miré su culo como un hombre hambriento. Llenaba esos pantalones cortos muy, muy bien.

―Te falta arruinar nueve hoyos más ―dijo Woods cuando no hice ningún movimiento para volver.

Maite se dio la vuelta y se dirigió de regreso al carrito. También le quedaba muy bien la camiseta que llevaba puesta. Mierda. No estaba para nada cerca de superarla.

―Tengo que servirle a algunos chicos en los hoyos siete y tres ―dijo, subiéndose en el carro.

―Entonces, ¿te sientes bien hoy? ―Necesitaba algún tipo de certeza de que no pensaba saltar de un acantilado. Ya tenía demasiado inquietándola; no necesitaba algo nuevo que la molestara.

Sonrió, y era una sonrisa verdadera. No una de esas sonrisas forzadas que vi bastante últimamente. ―Me siento bien. En realidad, me siento mejor de lo que he estado en mucho tiempo. ―Y luego se marchó.

Se sentía mejor de lo que estuvo en mucho tiempo. Y yo vivía en mi propio infierno personal. En el que veía a Maite seguir adelante con su vida sin mí. ¿Qué haría cuando ella comenzara a tener citas de nuevo? ¿Si se metía en una relación seria? Esto ya era bastante malo.

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Mensaje por EsperanzaLR Jue Dic 10, 2015 3:15 pm

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Mensaje por Joanita Jue Dic 10, 2015 6:00 pm

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