Re: Web Novela "Boda sin sentimientos" De Lynne Graham

por EsperanzaLR Mar Oct 13, 2015 10:48 am

Al levantarse, Jon se puso en pie también y en ese momento sonó el timbre con un
pitido largo, como si el visitante se hubiera quedado con el dedo pegado al botón.
–Es una pena que la relaciones públicas llegue tan tarde –observó Mai.
–Eso solo era un cebo, Mai –respondió Jon, malhumorado como un niño enfadado.
–Evidentemente, William hizo bien en decirme que soy demasiado confiada –estaba
diciendo ella cuando Jon abrió la puerta, molesto por la inoportuna interrupción.
Bee se quedó boquiabierta al ver a Sergios en la puerta.
–¿Qué estás haciendo aquí? –preguntó asombrada–. ¿Cómo has descubierto dónde
estaba?
Los ojos de William brillaban de rabia mientras miraba a Jon.
–¿Por qué dice mi esposa que hice bien en decirle que era demasiado confiada?
A Mai no podría haberle importado menos Jon en ese momento. La encerrona de la
comida le había molestado, pero no quería que William le diese una paliza. Y, a juzgar por su
actitud amenazadora, probablemente lo haría si ella no hacía algo por evitarlo.
–Estaba bromeando –dijo–. Estábamos hablando de una cena benéfica…
William la agarró de la muñeca y la sacó del apartamento como si estuviese deseando
alejarla de una peligrosa fuente de contagio. Después se quedó mirando a Jon, que se había
puesto pálido.
–Deja en paz a mi mujer –le ordenó–. Lo que es mío es mío. Que no se te olvide.
«Lo que es mío es mío». Mai podría haber sido muy sarcástica con esa afirmación de
no haber estado tan escandalizada por la intervención de Sergios y por su actitud sexista.
–A veces te pones muy dramático –comentó tras reconocer esa cualidad en él por
primera vez desde que lo conocía.
–¿Qué estabas haciendo en el apartamento de Townsend a solas con él? –preguntó
William.
–No es asunto tuyo.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron en la planta baja,William le dirigió una
mirada de asombro.
–Explícate.
–¿Vamos a recoger a Eleni? –preguntó Mai. Se imaginó a Melita con su sonrisa felina
y sintió náuseas de nuevo.
–A Eleni le han dado el alta hace una hora. Karen me llamó y le dije que se llevara a
la niña a casa.
–Ah –Mai no dijo nada más, consumida por la culpabilidad de haberse olvidado de
que la niña recibiría el alta esa tarde. Se sentía agotada por la tormenta emocional de las
últimas dos horas. El hombre al que amaba tenía una amante con la que se acostaba
frecuentemente. ¿Qué podía hacer ella? ¿Realmente deseaba rebajarse al nivel de tener que
discutir sobre Melita? ¿Quería correr el riesgo de revelar lo profundos que eran sus
sentimientos hacia él?
¿O haría lo más sensato? Pagar las consecuencias y seguir adelante. Obviamente, no
volverían a compartir cama. Ese tipo de intimidad no era una opción con Melita en la
ecuación. Pero se había comprometido a una relación a largo plazo por el bien de su madre y
el de los niños. Su instinto le decía que lo abandonase, pero entonces demasiada gente
inocente saldría mal parada. Incluso William había dicho que ella no era de las que
renunciaban y en eso llevaba razón. Cuando daba su palabra, la mantenía.
¿Incluso a pesar de la existencia de Melita? ¿Podría mantener su palabra dadas las
circunstancias? El dolor era como un puñal que le desgarraba por dentro. Se habían alejado

por EsperanzaLR Mar Oct 13, 2015 10:56 am

demasiado de su acuerdo original. Había demasiados sentimientos en juego. Apartarse de esa
intimidad, comportarse con frialdad de nuevo sería un gran desafío. ¿Alguna vez había creído
realmente que podría tratar a Sergios como a un jefe exigente? Al mirarlo a la cara ya no
estuvo segura de poder mantener su promesa y sobrevivir a los sacrificios que eso exigiría.
¿Cómo podría soportar darle la espalda a lo que creía que tenían y saber que Melita la
reemplazaría? Desde ese momento sería a Melita a la que William despertaría con un beso
cada mañana. Sería con Melita con la que cenaría en restaurantes acogedores donde nadie lo
reconociera. ¿Cómo podría vivir sabiendo que solo le hacía el amor porque estaba disponible
cuando otras opciones más tentadoras no lo estaban? Lo que para ella había significado tanto,
para él obviamente había significado muy poco. Mai se sentía cada vez más angustiada, como
si estuviese rompiéndose por dentro.
La limusina se detuvo. Con la cara pálida, salió del vehículo sin fijarse hacia dónde
iba, y se detuvo en seco al darse cuenta de que no habían llegado a la mansión que William
tenía en Londres, sino que estaban frente a un edificio de apartamentos que no había visto
antes.
–¿Dónde estamos?
–Tengo un apartamento aquí.
–¿Ah, sí? –dijo ella, y no pudo evitar preguntarse si sería allí donde había ido en su
noche de bodas a hacer el amor con su rubia griega. Estaba segura de que no había tenido que
convencer a Melita para que se pusiera lencería sexy. El instinto le decía que Melita ya
tendría ese aspecto cubierto, o descubierto, como prefería él. ¿De verdad había pensado en
teñirse de rubio? ¿Tan patética era? ¿Dónde se habían metido su orgullo y su independencia?
El amor había acabado con esos rasgos, pensó mientras subían en el ascensor hacia el
apartamento cuya existencia desconocía. El amor la había dejado vacía y débil. El amor le
había hecho querer teñirse el pelo y ponerse lencería cara si eso era lo que él quería. Pero su
cerebro le decía que eso era una tontería y que aquellos no eran más que detalles superficiales
que no servían para mantener a flote una relación condenada. Y una relación entre la sencilla
y sensata Mai Blake y el rico y atractivo Sergios Demonides siempre había estado condenada.
Una unión entre dos personas tan diferentes no podía convertirse en un matrimonio duradero
contra todo pronóstico… a no ser que creyera en los milagros. Y había deseado creer que
podría tener su milagro.
Prácticamente ajena a su entorno, controlada como estaba por las emociones, Bee
siguió a William hasta una espaciosa sala que tenía esa cualidad medio diáfana de una
propiedad que no se usaba a diario.
–Así que aquí es donde Melita y tú…
Sergios se quedó quieto frente a ella, como si hubiera dicho una palabra malsonante.
–No, aquí no. Mi abuelo usa este lugar cuando visita Londres. Le gusta tener su
independencia. Es una propiedad de la empresa.
Mai asintió y su columna vertebral se relajó mínimamente. Había desarrollado un
profundo odio hacia Melita Thiarkis, hacia todos los lugares donde la otra mujer había estado
con William y hacia todo lo que tuviera que ver con ella.
–Ella nunca ha estado aquí. Tiene su propio apartamento –añadió William, como si
estuviera conectado con todos sus pensamientos.
Mai, que nunca había tenido tantos pensamientos maliciosos a la vez, esperaba que no
estuviese tan conectado. Tenía la cara roja por la vergüenza y la angustia que estaba
intentando disimular. De pron to, incapaz siquiera de mirarlo, se dio la vuelta y fingió interés
por las vistas.

por SuenoLR Miér Oct 14, 2015 4:01 am

Sique mi Kat

por EsperanzaLR Miér Oct 14, 2015 10:17 am

SuenoLR escribió:
Sique mi Kat

Ahora sigo mi Tonia

por EsperanzaLR Miér Oct 14, 2015 10:20 am

–Cueste lo que cueste, quiero mantenerte conmigo –declaró William–. Espero que
aprecies el hecho de que no le he partido los dientes a Townsend como me hubiera gustado
hacer.
–A veces eres un cavernícola –de un modo retorcido que despertaba el lado más
oscuro de su temperamento, a Bee le hacía gracia que, a pesar de sus intereses extramaritales,
siguiese siendo tan posesivo con ella. La lógica de su actitud se le escapaba. Pero, por
supuesto, quería mantenerla como esposa: la necesitaba por los niños. Ellos la querían y ella
los quería. Ahora tenían que llegar a un acuerdo con el que William y ella pudieran vivir.
Alguna especie de solución mágica que proporcionara un camino a través del caos emocional
que le nublaba la visión.
–Mírame… –le dijo William.
–No quiero –contestó ella, pero se dio la vuelta de igual modo.
Se preguntó por qué ahora veía que Jon se enfurruñaba y hacía pucheros como un
niño malcriado cuando no conseguía lo que quería, pero a pesar de todo lo que había
descubierto sobre William seguía sin encontrar ningún fallo visible en él. Seguía
increíblemente guapo, desde sus ojos dorados hasta su barbilla ligeramente ensombrecida por
la barba.
–Eso está mejor –murmuró él, mirándola con una intensidad que le hacía sentir
incómoda.
–¿Por qué me has traído aquí?
–Si vamos a discutir, si va a haber un desacuerdo entre nosotros, no quería que los
niños lo vieran –admitió William.
–¡Madre mía, piensas en todo! –Mai era consciente de que ella no habría pensado en
ese peligro hasta que no hubiera sido demasiado tarde.
–Se merecen lo mejor de los dos…
–¿Así es como me recuerdas cuál es mi labor? –preguntó ella con un nudo de
lágrimas en la garganta.
–Cueste lo que cueste, quiero quedarme contigo.
–Eso ya lo has dicho.
–Es más de lo que le he dicho nunca a una mujer.
Lo deseaba todo, deseaba demasiado, pensó ella con tristeza. Deseaba a su amante y
deseaba a su esposa, una combinación que evidentemente consideraba necesaria para su
comodidad y su felicidad. Los sentimientos no entraban en su ecuación. Si tan solo fuera
igual para ella. Sintió el escozor en los ojos y los mantuvo muy abiertos, aterrorizada de que
las lágrimas que amenazaban con brotar lo hicieran delante de él.
–Si vamos a quedarnos aquí, me apetecería echarme un rato –dijo ella abruptamente,
desesperada por algo de intimidad.
–Por supuesto –William cruzó la sala y abrió una puerta que conducía a un pasillo. Le
mostró el dormitorio y la sorprendió al apartar el edredón para que ella se metiera. Se quedó
mirándola con incertidumbre en los ojos, y por primera vez Bee se dio cuenta de que él
también estaba disgustado.
–Gracias –dijo ella mientras se quitaba la chaqueta y los zapatos.
–¿Quieres beber algo? –preguntó él sin previo aviso.
–Un brandy –respondió ella al recordar que recomendaban eso para el estrés
emocional en un libro que había leído. Aunque probablemente no fuese el mejor remedio en
el mundo actual, pensó. De hecho, el alcohol podía actuar como depresor. En el estado en que
se encontraba era lo último que necesitaba.

por EsperanzaLR Miér Oct 14, 2015 10:24 am

Sin embargo, William parecía encantado de tener algo que hacer. Salió de la
habitación y ella se sentó en la cama. El tiempo pareció avanzar sin que se diera cuenta,
porque él reapareció muy rápido y le entregó una copa llena de brandy.
–¿Estás intentando emborracharme? –preguntó con incredulidad.
–Pareces un fantasma, toda blanca. Bébetelo.
–No puedo vivir así contigo… –dijo sin apenas darse cuenta.
William se agachó a sus pies y levantó la copa hacia su boca.
–Bebe –repitió.
–Puede que me revuelva el estómago.
–Lo dudo.
De pronto, Mai se dio cuenta de que la mano que William tenía puesta en la copa le
temblaba casi imperceptiblemente. Se comportaba como si el alcohol fuese un salvavidas,
más que un energizante. Dio un trago y se estremeció al sentir el licor por la garganta, que
hizo que tosiera y escupiera. Él se quedó mirándola con ojos crispados.
–¿Qué diablos te pasa? –preguntó ella, frustrada–. Actúas de un modo muy extraño.
William se incorporó.
–¿Y qué esperas? Vas a ver a mi antigua amante, después te vas a tener una reunión
con tu ex, que obviamente está desesperado por recuperarte. Quiero decir que no es mi idea
de un día perfecto, y además sigo sin saber qué diablos está sucediendo.
¿Antigua amante? No podía creer lo que había oído. ¿Estaría intentando engañarla
para salir del callejón sin salida en el que se encontraba? ¿Fingir que su relación con Melita
se había acabado? Bee dio otro trago de brandy, agradecida por el calor que se extendía por
su vientre.
–¿Por qué fuiste a ver a Melita? –preguntó él–. ¿Qué te llevó a hacer tal cosa?
–Ella me pidió que fuera a verla.
–¿Que te lo pidió?
Mai levantó la barbilla.
–Sí, y sentía curiosidad. Claro que la sentía. La vi en la isla la semana pasada.
Él entornó los párpados.
–Nectarios lo mencionó, pero esperaba que no te dieras cuenta de quién era.
–No soy estúpida, William.
–No de manera evidente –admitió él–. Pero, si creías que había estado con ella desde
que nos casamos, entonces estabas siendo estúpida.
–Según Melita, has estado acostándote con ella siempre que has podido. Lo dijo
literalmente.
William pareció asombrado.
–Esperaba algo mejor de ella. Nos separamos de manera amistosa, o eso pensaba yo.
–¿Cuándo fue la última vez que la viste?
–Hará unas seis semanas, en Atenas. No nos acostamos. No me he acostado con ella
desde que nos casamos.
Mai se carcajeó.
–¿Cómo voy a creerme eso de la mujer que insististe que querías mantener en tu vida
a pesar de tu matrimonio?
–Es la verdad. Melita formaba parte de mi rutina.
–¿Rutina? –repitió ella con desprecio.
–No era una relación romántica. Yo financiaba su firma de moda y ella compartía mi
cama. Viajaba por el mundo para reunirse conmigo. Era más fácil mantenerla como amante

por EsperanzaLR Miér Oct 14, 2015 10:28 am

que tener que adaptarme a diferentes mujeres –admitió William con evidente incomodidad–.
La conozco desde hace mucho tiempo. Apoyé su primera colección de moda porque era
isleña. Acabamos en la cama después de que Krista muriera. La manera casual en que Melita
concebía el sexo me pareció atractiva en una época en la que yo no quería nada serio.
–Si se ha acabado, ¿por qué miente?
–Probablemente porque pensaría que, si podía causar problemas entre nosotros, yo
volvería con ella –sugirió William–. Me da rabia que se pusiera en contacto contigo y te
mintiera. Llegué a un acuerdo muy generoso con ella cuando terminamos y debería haberse
quedado satisfecha con eso.
–Dijo que estuviste con ella en nuestra noche de bodas.
William blasfemó en voz baja.
–Se suponía que iba a reunirme con ella, pero cancelé la cita.
–Saliste de casa.
–Fui a un casino, jugué en las mesas y bebí. No me parecía bien ir a verla. Sé que
nuestro matrimonio tenía que ser falso, pero estar con ella esa noche en particular… –William
se encogió de hombros con incomodidad–. Me habría parecido irrespetuoso, así que no lo
hice.
–Irrespetuoso –repitió Mai débilmente. Tenía toda su atención puesta en su cara, y
reconoció la mezcla de incomodidad y sinceridad.
–Te juro que no he estado con Melita –insistió William–. Y, si tengo que arrastrarla
hasta aquí y hacer que lo admita en tu cara, lo haré.
–No vendría.
–Vendría si la amenazara con retirarle el dinero. Firmó un contrato legal en el que
prometía ser discreta sobre nuestra relación. Y dirigirse a mi esposa y mentirle no es nada
discreto.
Mai recordó lo ansiosa que estaba Melita por asegurarse de que William nunca se
enterase de su encuentro, lo cual no era sorprendente si el dinero que él le había dado
dependía de que mantuviese la discreción sobre su historia. ¿Sería posible que simplemente
hubiera querido causar problemas? Naturalmente, la culparía a ella de que William hubiera
roto su relación.
–Estoy empezando a creerte –confesó Mai con el ceño fruncido. Le preocupaba estar
siendo ridículamente crédula, pero al mismo tiempo recordó que Sergios no le había mentido
en nada desde que lo conocía. Era mucho más dado a la franqueza letal que a la falsedad.
–Gracias a Dios –susurró él en griego.
–Pero sigo sin entender por qué estabas tan decidido a mantener a Melita que hasta
me hablaste de ella antes de la boda… para luego librarte de ella pocas semanas más tarde.
William gimió como un hombre atormentado.
–Obviamente, porque te tenía a ti y ya no la necesitaba.
–Oh –fue lo único que pudo decir Mai. ¿Era tan simple para él? ¿En vez del sexo con
Melita había descubierto el sexo con su esposa y le parecía un sustituto adecuado? Al parecer
sí que era tan simple para él. Era un gran alivio saber que no la había traicionado con Melita.
La cabeza le daba vueltas y pensó que tal vez hubiera bebido demasiado brandy.
–Eres fantástica en la cama,mi mujer.
–¿Lo soy? –Mai se quedó mirándolo con sus ojos verdes asombrados.
–No he mirado a otra mujer desde que me casé contigo. Y tampoco lo haré en el
futuro. Es una promesa. ¿Ahora vendrás conmigo a casa?
–Aún no me has explicado cómo sabías dónde estaba esta tarde.

por EsperanzaLR Miér Oct 14, 2015 10:32 am

–Tu equipo de seguridad sabe que no debe hacerte caso cuando intentas ir a algún
sitio sin ellos. Te siguieron. ¿Qué quería Townsend?
–A mí, al parecer, pero después de todo este tiempo ya no me interesa. Le he dicho
que… –Mai vaciló ante lo que había estado a punto de decir–. Le he dicho a Jon que estoy
muy unida a ti.
–¿Unida? ¿Eso es un hecho? –preguntó él suavemente sentándose a su lado en la
cama para apartarle el pelo de la cara–. Yo también estoy muy unido a ti.
–Sexualmente hablando.
–Bueno, he de admitir que tienes los pechos más fabulosos que he visto y me
avergüenza admitir que fueron lo primero que advertí de ti la noche que nos conocimos –
confesó William con una sonrisa perversa–. Pero te las has ingeniado para construir muchas
más capas sobre esa impresión inicial. Sabes escuchar, eres leal, inteligente y cariñosa.
Cuando estoy enfadado o estresado, haces que me sienta mejor. Cuando soy desagradable, tú
me haces ver otro punto de vista. Y ni siquiera menciono lo maravillosa que eres con los
niños porque nuestra relación ya no se trata de eso.
–¿No?
–Claro que no. Comenzamos con un matrimonio práctico.
–También le dijiste eso a Melita, ¿verdad? –recordó Mai con el ceño fruncido.
Él utilizó el dedo índice para suavizar la tensión alrededor de su boca.
–Me temo que se me escapó, pero de verdad creía que íbamos a tener un matrimonio
de negocios.
–¿Y ahora qué es lo que crees?
–Creo que hice el negocio de mi vida al llevarte al altar –declaró William–. Tienes que
saber que estoy loco por ti. Me has enseñado a amar de nuevo. Me has enseñado a confiar y
has transformado mi vida.
Mai se quedó mirándolo con los ojos desorbitados.
–¿Estás loco por mí?
–Estoy locamente enamorado de ti.
Mai le rodeó con los brazos como si fuera un enorme oso de peluche.
–Estaba intentando salvar mi dignidad al decir que estaba unida a ti.
–Eso esperaba, mi amorcito.
–Yo también te quiero, pero sigo sin saber por qué.
–No lo analices demasiado, por si acaso cambias de opinión.
–Es solo que no eras el hombre más cariñoso del mundo cuando nos casamos.
–Pero estoy trabajando en ello –señaló él–. Y no pararé.
Mai se quedó mirándolo con asombro.
–¿Lo prometes?
–Lo prometo. Te quiero. Lo único que deseo es hacerte feliz.
La sinceridad de su mirada le llegó directa al corazón y las lágrimas comenzaron a
picarle en los ojos. Por fin lo creía. Su matrimonio estaba a salvo. Mejor aún, era suyo como
había soñado. La amaba y el amor era la única cadena que podría retenerlo.
–Debería haber sabido que estaba en problemas cuando compré aquel vestido de
novia –confesó William con una carcajada.
–¿Qué estabas haciendo en un desfile de moda? –nada más hacer la pregunta, supo la
respuesta–. ¿Estabas allí por Melita y aun así escogiste un vestido para mí?
–Vi el vestido y no pude evitar imaginarte llevándolo, y sé que es muy prepotente por
mi parte, pero estaba decidido a que te lo pusieras.

por EsperanzaLR Miér Oct 14, 2015 10:38 am

Bee estaba conmovida por la confesión de que, incluso antes de la boda, se sintiera
atraído por ella hasta tal punto.
–Aun así ambos pensamos que yo iba a ser más una empleada que una esposa de
verdad.
–Incluso yo puedo ser estúpido.
Bee sonrió con cariño.
–Espera mientras voy a buscar un micrófono y una grabadora.
–Bueno, fui estúpido contigo. Desde el principio me resistí a lo que sentía por ti.
–Tu matrimonio con Krista te hizo mucho daño –comentó Bee suavemente. Lo
comprendía y estaba dispuesta a perdonar el tiempo que le había costado a él reconocer lo
que sentía por ella.
–Pensé que sería más feliz viviendo sin una relación seria. Pero tú cambiaste todo lo
que sabía sobre mí mismo. Te deseaba. Te deseaba en mi cama, en mi casa, en todos los
aspectos de mi vida –dijo antes de besarla suavemente–. Sé que no te dije que había
terminado con Melita, pero no creí que fuera necesario.
–Yo creí que pensabas que podías tenernos a las dos.
Sergios se rio inesperadamente.
–No. Nunca fui tan estúpido. Sabía que no era una opción, pero posiblemente me
sentí un poco tonto al cambiar de opinión tan deprisa y desear el tipo de matrimonio que
había dicho que no quería.
Bee le acarició la mejilla con las yemas de los dedos.
–Eso nunca se me ocurrió.
–Pues debería. Pensé que tenía nuestro matrimonio totalmente controlado y me
sorprendió al ver que no podía quitarte las manos de encima.
–Cuando vi a Melita, decidí que solo te gustaban las rubias, e incluso pensé en
teñirme de ese color. Fue mi momento más bajo –confesó Bee avergonzada.
Sergios lanzó un gemido y le acarició el pelo.
–Te agradezco que no lo hicieras. Me encanta tu pelo como está.
–Puede que me lo deje más largo por ti.
Sergios la recostó sobre las almohadas y le dio un beso apasionado.
–Ahora que estamos aquí, puede que me aproveche.
–Oh, sí –convino Bee, con los labios hinchados y los ojos encendidos de deseo al
notar su erección en el vientre.
Y los besos se convirtieron en una sesión de sexo salvaje. Después, Bee se quedó
tendida entre sus brazos, saciada, segura, feliz y agradecida por todo lo que tenía.
En el camino de vuelta a su residencia londinense aquella noche,William la miró de
reojo y dijo abruptamente:
–Tal vez en unos meses podríamos pensar en tener un bebé.
–¿Con los niños que tenemos ya, vamos a pensar en tener otro? –preguntó ella
secamente.
William frunció el ceño.
–Supongo que me merezco ese comentario, pero he cambiado. Me gustaría tener un
hijo contigo en el futuro.
–Puedo estar de acuerdo con eso ahora que tienes la actitud adecuada –le dijo Mai, y
se lanzó con abandono hacia sus brazos–. Y ahora que sé que me quieres, será mejor que te
acostumbres a que haga cosas como esta.
Él la rodeó con sus brazos y se quedó mirándola con cariño.
–Y tal vez incluso haya aprendido a que me guste, mi mujer.
Mai se relajó y supo que podría abrazarlo con todo su corazón. Desde aquel momento
no existirían barreras que temiera cruzar.

por asturabril Miér Oct 14, 2015 8:40 pm

por EsperanzaLR Jue Oct 15, 2015 10:08 am

asturabril escribió:

por EsperanzaLR Jue Oct 15, 2015 10:12 am

Epilogo
CÓMO te sientes? –preguntó William con evidente ansiedad.
–¡Maravillosamente bien! –exclamó Mai–. ¡Deja de preocuparte!
Pero a Mai no le agradaba su reflejo en el espejo. Era el octogésimo tercer
cumpleaños de Nectarios e iban a darle una gran fiesta en su casa de la isla. Llevaba puesto
un bonito vestido de noche en su color favorito, pero había que decir que nada, ni siquiera los
fabulosos diamantes que brillaban en sus orejas y en su cuello, podía hacer que se sintiera
elegante estando tan embarazada. De casi ocho meses, se sentía como una ballena.
William la estrechó contra su cuerpo y deslizó las manos sobre su tripa con palpable
fascinación al sentir las pataditas de su hija. Una niña, eso era lo que iban a tener de acuerdo
con la última ecografía. Eleni ya tenía cuatro años y estaba entusiasmada con la idea de tener
una hermanita. Mai había disfrutado decorando la habitación y había pasado muchas horas
felices eligiendo ropa y accesorios.
Sin embargo, no podía creer que William y ella llevaran casados casi tres años. Habían
esperado un poco más de lo planeado para intentar tener un bebé, pero enseguida se había
quedado embarazada. No había ninguna nube en su horizonte. El año anterior, Melita
Thiarkis había vendido su propiedad en la isla y se había instalado permanentemente en
Milán con un millonario italiano.Mai no había llegado a involucrarse con la organización
benéfica para la que trabajaba Jon Townsend porque se sentía incómoda, pero había elegido
otra organización centrada en adultos discapacitados como su madre. Cuando no estaba
corriendo detrás de los niños o viajando con William, porque no les gustaba estar separados
más de dos noches, efectuaba un trabajo excelente buscando patrocinadores para la
organización y recaudando fondos.
Su madre, Emilia, estaba instalada en su casita en Orestos. Más feliz y saludable de lo
que había estado en años, la mujer estaba plenamente integrada en la vida de la isla y se
sentía mucho menos sola y aburrida. Le encantaba vivir cerca de su hija y disfrutaba
enormemente con Paris, Milo y Eleni, que la trataban como a una abuela. Nectarios visitaba
regularmente la casa de su nieto. Estaba encantado de estar a punto de tener un cuarto
bisnieto.
–Has hecho muchos preparativos para esta fiesta. No quiero que te agotes –admitió
William.
La casa estaba llena de invitados y se oía un zumbido lejano, que probablemente
significaría la llegada de otro helicóptero con más invitados.
–Estaré bien –le dijo Mai, sorprendida por su preocupación, pues había tenido un
embarazo tranquilo que apenas le había impedido realizar sus rutinas. Sin embargo, él era de
gran ayuda y asistía con ella a todas las citas con el médico.
William se quedó observando a la mujer que amaba y de nuevo tuvo que ocultar su
miedo ante la idea de que pudiera pasarle algo. Cuanto más la quería, más preocupado estaba,
pero la recompensa era un amor y una felicidad que jamás había conocido hasta que ella
entró en su vida.
–Te quiero, mi amorcito–murmuró suavemente al pie de las escaleras.
Mai le devolvió la mirada y todos sus sentidos se pusieron alerta. El mundo que
habían construido juntos era un lugar seguro para los niños y para ellos.
–Te quiero más de lo que podría expresar.

por EsperanzaLR Jue Oct 15, 2015 10:14 am

por asturabril Jue Oct 15, 2015 8:19 pm

Gracias amiga

por EsperanzaLR Vie Oct 16, 2015 9:10 am

asturabril escribió:
Gracias amiga

De nada mi Abril:) Beotes I love you

por asturabril Vie Oct 16, 2015 7:46 pm

por SuenoLR Sáb Oct 17, 2015 6:09 am

Muy linda historia mi Kat Muchas Gracias

por EsperanzaLR Sáb Oct 17, 2015 9:00 am

SuenoLR escribió:
Muy linda historia mi Kat Muchas Gracias

De nada mi Tonia Gracias a ti por leerla

por asturabril Sáb Oct 17, 2015 9:05 pm

por EsperanzaLR Dom Oct 18, 2015 9:36 am

asturabril escribió:

por asturabril Dom Oct 18, 2015 7:47 pm

por EsperanzaLR Lun Oct 19, 2015 10:03 am

asturabril escribió:

por asturabril Lun Oct 19, 2015 4:09 pm

por EsperanzaLR Mar Oct 20, 2015 10:38 am

asturabril escribió:

por asturabril Mar Oct 20, 2015 8:29 pm

EsperanzaLR escribió:
asturabril escribió:

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