Foro Maite Perroni & William Levy (LevyRroni)
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Webnovela LevyRroni Fallen Too Far(+18)

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Mensaje por tamalevyrroni Jue Nov 19, 2015 1:10 pm

17

Abrí de golpe la puerta de mi camioneta, encantada de terminar el día. Mis ojos se posaron en una pequeña caja negra sobre mi asiento con una nota adjunta. Estiré la mano y la recogí.



Maite,



Es un teléfono. Necesitas uno. Hablé con tu papá y me dijo que lo consiguiera para ti. Es de él. Las llamadas y textos son ilimitados, así que úsalo cuanto desees.



William.



¿Mi papá le había dicho a William que me diera un teléfono? ¿En serio? Abrí la caja y un iPhone blanco completo con un estuche durable estaba metido de forma segura en el interior. Lo saqué y lo estudié un momento. Presioné el pequeño botón redondo en la parte inferior y la pantalla se iluminó. Mi padre no me había dado un regalo desde el cumpleaños antes de que él se hubiera ido. Antes de que Valerie muriera. Nos había dado un juego de motos eléctricas y cascos.



Me subí a la camioneta y sostuve el teléfono en la mano. ¿Puedo llamar a mi padre en esto? Sería bueno que me explicara por qué él no estaba aquí. ¿Por qué me había enviado a un lugar donde yo no era deseada? ¿Conocía a Nan? Sin duda, habría sabido que no me aceptaría. Además, si ella era la hermana de William, entonces era mi hermanastra. ¿Por eso estaba tan enfadada? ¿Yo había crecido con menos dinero que ella? Dios, era cruel.



Pulsé en los contactos y vi que sólo tenía tres números guardados en mi teléfono. El primero era Bethy, luego Darla, y luego William. Él había puesto su número aquí. Eso me sorprendió.



El teléfono comenzó a tocar una canción de Slacker Demon que había oído en la radio antes, y el nombre de William apareció en la pantalla. Me estaba llamando.



—Hola —dije, todavía insegura de qué pensar sobre esto.



—Veo que tienes el teléfono. ¿Te gusta? —preguntó William.



—Sí, es muy bonito. Pero ¿por qué papá quiere que lo tenga? —Él no se había preocupado mucho de cualquier otra cosa que hubiera necesitado en los últimos años. Esto parecía trivial.



—Medida de seguridad. Todas las mujeres necesitan un teléfono. Especialmente las que conducen vehículos mayores que ellas. Podría descomponerse en cualquier momento.



—Tengo una pistola —le recordé.



Él se rió entre dientes. —Sí, la tienes, impresionante. Sin embargo, un arma no puede remolcar tu carro.



Buen punto.



—¿Vas a venir a casa? —preguntó. La forma en que dijo "casa” como si su casa fuera también mi casa me hizo sentir cálida en el interior. Incluso si él no se hubiera referido a eso de esa manera.



—Sí, si te parece bien. Puedo ir a hacer otra cosa si necesitas que me quede lejos.



—No. Te quiero aquí. Cociné.



¿Había cocinado? ¿Para mí? —Oh. Bien. Bueno, voy a estar allí en unos minutos. —Nos vemos pronto —dijo, y la línea se cortó.



Aquí, él fue increíblemente extraño de nuevo.



William estaba de espaldas cuando entré en la cocina. Estaba tarareando una canción, que no reconocí, reproduciéndose en el estéreo. Era más suave y más lenta de lo que normalmente él escuchaba. Una botella de Corona estaba destapada en el bar con una rodaja de limón en el borde. Había arreglado muchas al igual que esa cuando trabajaba en el campo.



—Huele bien —dije. William miró hacia atrás por encima del hombro y una lenta sonrisa se dibujó en su rostro.



—Lo es —respondió, secándose las manos en la toalla junto a él. Agarró la Corona y me la dio—. Aquí, bebe. Las enchiladas están casi terminadas. Tengo que voltear las quesadillas y necesitan unos minutos más. Debemos estar listos para comer pronto.



Puse la Corona en mis labios y bebí un pequeño sorbo. Sobre todo para el valor. Esto no era lo que esperaba para nuestro próximo encuentro. William era un rompecabezas que nunca podría imaginar.



—Espero que comas comida mexicana —dijo mientras sacaba las enchiladas del horno. William Finlay no parecía alguien que perteneciera a la cocina. Pero maldita sea si no era sexy haciéndolo.



—Me encanta la comida mexicana —aseguré—. Debo admitir que estoy muy impresionada de que puedas cocinarla.



William me miró y guiñó un ojo. —Tengo toda una clase de talentos que volarían tu mente.



No tenía ninguna duda. Tomé una gran trago de la Corona. —Chica fácil. Tienes que comer algo. Cuando dije beber, no significaba que te la terminaras.



Asentí con la cabeza y me limpie la pequeña gota que se aferró a mi labio inferior.William me miraba fijamente. Esto hizo que mi mano temblara un poco.



Él apartó la mirada rápidamente y comenzó a sacar las quesadillas del sartén. Las puso en una bandeja llena de tacos duros y blandos. Había incluso burritos. Había hecho un poco de todo.



—Todo lo demás ya está en la mesa. Agarra para mí una Corona de la nevera, y sígueme.



Rápidamente hice lo que dijo y me apresuré después de William. No se detuvo en el comedor. En cambio, salió al pórtico trasero con vistas al océano. Dos lámparas de huracán estaban en el centro de la mesa para que pudiéramos tener la luz de las velas sin que se apagaran.



—Siéntate. Voy a arreglar tu plato —dijo, haciendo un gesto para que yo me sentara en el primer asiento al que llegamos. Aquí había sólo dos.



Me senté y William comenzó a repartir uno de todo en mi plato. Luego, puso la bandeja de comida abajo y colocó la servilleta a lado de mi plato en mi regazo. Tenía la boca tan cerca de mi oído que su cálido aliento me hizo estremecer.



—¿Puedo conseguirte otra bebida? —susurró al oído antes de pararse de nuevo.



Negué con la cabeza. No sería capaz de beber si iba a hacer las cosas de esa manera. Mi corazón ya latía como loco. No podía digerir una cosa así.



William tomó su bebida y se sentó frente a mí. Vi como arreglaba su plato, luego sus ojos se alzaron a los míos. —Si no te gusta, no me lo digas. Mi ego no puede manejarlo.



Estaba segura de que nada de lo que hizo sabia mal. Sonreí y cogí el tenedor y el cuchillo para cortar un pedazo pequeño de la enchilada que había colocado en mi plato. No había manera de que pudiera comer todo esto, pero podría probar un poco de todo.



En el momento en que tocó mi lengua, me sorprendió. Era tan buena como cualquiera que había comido en un restaurante mexicano. Sonriendo, lo miré. —Es delicioso y no puedo decir que me sorprenda.



William puso un bocado en su boca y sonrió. Su ego nunca podría ser aplastado. Incluso podría tener que ser derribado por algunas clavijas. Empecé a probar otras cosas y me encontré más hambrienta de lo que había pensado. Todo era tan bueno que no quería desperdiciar nada.



Después de mi cuarta probada de todo en el plato, sabía que tenía que parar. Tomé un sorbo de mi Corona y me recosté en el asiento. William fue acabando su comida, también. Una vez que terminó, dejó la botella y sus ojos fueron serios. Oh, oh. Estábamos a punto de hablar de anoche. Había querido olvidar la noche anterior. Sobre todo porque esta noche había sido tan agradable.



—Lo siento, por cómo te trató Nan hoy —dijo con una voz sincera de dolor.



—¿Cómo sabes eso? —pregunté y de repente me sentía incómoda.



—Woods me llamó. Me advirtió que a Nan se le pediría que se fuera la próxima vez que fuese grosera con un empleado.



Woods era un buen tipo. Él podría ser un demasiado a veces, pero era un buen jefe. Asentí con la cabeza.



—No debió haberte hablado de esa manera. He tenido una charla con ella. Me prometió que no volvería a suceder. Pero si lo hace, en otro lugar, entonces ven y dime, por favor.



Esta había sido una comida de disculpa por el mal comportamiento de su hermana menor, no una reparación de cerca entre nosotros. No estaba en una cita romántica que mi imaginación había podido inventar en mi cabeza. Esto fue sólo William disculpándose por Nan.



Empujé mi silla hacia atrás y tomé mi plato. —Gracias. Aprecio el gesto. Fue muy amable de tu parte. Te aseguro que no tengo la intención de hablar con Woods si Nan es grosera conmigo en el futuro. Él acaba de pasar a ser testigo de primera mano hoy. —Agarré mi bebida—. La cena fue encantadora. Fue bueno tenerla después de un largo día de trabajo. Muchas gracias. —No hice contacto visual. Sólo quería alejarme de él.



Corriendo dentro, enjuagué mi plato y lo coloqué en el lavavajillas antes de enjuagar mi botella y colocarla en el contenedor de reciclaje.



—Maite —dijo William a mi espalda y su cuerpo estaba allí de repente, enjaulándome. Tenía las manos a cada lado de la mesa y lo único que podía hacer era permanecer allí y mirar hacia abajo, al fregadero delante de mí. Su duro cuerpo caliente rozó mi espalda y me mordí la lengua para no hacer un gemido. No dejaría que viera cómo me afectaba.

—Este no fue un intento de disculparme por Nan. Fue un intento de disculparme por mí. Siento lo de anoche. Me acosté en la cama toda la noche deseando estar allí, contigo. Deseando no haberte apartado. Alejo a la gente, Maite. Es un mecanismo de defensa para mí. Pero no quiero alejarte.



Caminar lejos de él y mantenerlo a una distancia era lo más inteligente por hacer. William no ha sido y nunca será el príncipe encantador de nadie. No podría dejarme pensar que él podría ser alguien quien me amaría y me apreciaría. Nunca sería ese chico para mí. Pero mi corazón se había vuelto un poco atado a él. Esto no quiere decir para siempre, pero por ahora quería que William fuera mi primera vez. No sería la última. Sólo sería una parada en el camino de la vida. Una parada que nunca podría olvidar o superar. Eso era lo que me asustaba más. No ser capaz de seguir adelante.



Alzó la mano y cepilló mi cabello a un lado de mi cuello y luego me dio un beso en la curva de mi hombro. —Por favor. Perdóname. Una oportunidad más, Maite. Quiero esto. Te quiero a ti.



William sería mi primera vez. Se sentía bien. Dentro de mí sabía que estaba destinado a ser el tipo que me enseñara sobre la vida. Incluso si el rompía mi corazón al final. Me giré en sus brazos y deslicé las manos alrededor de su cuello.



—Te perdono con una condición —dije, mirando a sus ojos llenos de emoción que me hicieron esperar mucho más.



—Está bien —dijo con cautela.



—Quiero estar contigo esta noche. No más coqueteo. No más espera.



La expresión de preocupación desapareció al instante y se reemplazó con un brillo hambriento. —Diablos, sí —gruñó y me jaló contra él.
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Mensaje por tamalevyrroni Jue Nov 19, 2015 1:11 pm

18

William no empezó fácil. Su boca fue contundente y exigente. Me alegró. Era romántico. Era real. También llevaba su piercing en la lengua. No lo había notado antes, pero lo sentí. El toque de su lengua era malvado con esa cosa involucrada. Me gustó probar algo que sabía era inalcanzable.



Sus dos manos ahuecaron mi cara. Sus besos se ralentizaron y luego se echó hacia atrás sin soltar mi cara de entre sus manos. —Ven conmigo arriba. Quiero mostrarte mi habitación —Me dedicó una sonrisa traviesa—, y mi cama.





Asentí y William dejó caer sus manos de mi cara. Deslizó una de sus manos en la mía y entrelazó nuestros dedos, luego apretó. Sin decir palabra, me llevó a las escaleras, jalándome suavemente en su prisa por llegar arriba. Una vez que llegamos al segundo piso, me presionó contra la pared y me besó furiosamente, mordiendo mis labios y acariciando mi lengua.



Se hizo hacia atrás y tomó una respiración profunda. —Un tramo más de escaleras —dijo en una voz grave y me jaló hacia la puerta al final del pasillo. Pasamos junto a mi habitación y se detuvo. Al principio, pensé que quería ir allí en su lugar, pero no se detuvo hasta llegar a una estrecha puerta al final del pasillo. Me había preguntado si esa era la escalera que llevaba a su habitación. Sacó una llave para desbloquearla, luego abrió la puerta y me hizo señas para que fuera por delante.



La escalera era de dura madera como las otras, pero había paredes a ambos lados mientras subíamos los escalones.



Una vez que alcance el último escalón, me quedé helada. La vista era impresionante. La luna destacaba el océano, dándole a la sala el fondo más fabuloso e imaginable.



—Es por esta habitación mamá tuvo que comprar esta casa. Incluso diez años más tarde supe que esta habitación era especial —susurró William detrás de mí, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura.



—Es increíble. —Suspiré en voz baja. Sentía como si hablar demasiado alto fuera a arruinar el momento.



—Llamé a mi papá ese día y le dije que había encontrado una casa en la que quería vivir. Él le traspasó a mi madre el dinero y ella la compró. Amaba la ubicación, por lo que en esta casa pasamos nuestros veranos. Ella tiene una casa propia en Atlanta, pero prefiere aquí.



Estaba hablando de sí mismo. De su familia. Él lo estaba intentando. Mi corazón se derritió un poco más. Debía detenerlo antes de que se adentrara más en mi corazón. No quiero salir lastimada cuando todo acabara y él se alejara. Pero quería saber más acerca de él.



—Yo nunca querría irme —contesté con toda honestidad.



William besó mi oído suavemente. —Ah, pero no has visto mi cabaña en Vale o mi piso en Manhattan.



No, no lo había hecho y nunca lo haría. Sin embargo, podía imaginarlo en esos lugares. Había mirado bastante televisión para saber cómo lucían. Este invierno pude verlo en un rugiente fuego en una elaborada cabaña en las montañas, con nieve cubriendo el suelo afuera. O relajado en su apartamento con vistas a Manhattan. Tal vez desde sus ventanas veía el gran árbol de Navidad que siempre ponían cada año.



William me giró hacia la derecha hasta que estuve enfrente de una cama enorme. De sólido negro. La cama en sí y la colcha que la cubría. Hasta las almohadas eran negras. —Y esta es mi cama —dijo, caminando hacia ella con las manos en las caderas. No iba a pensar en todas las chicas que habían estado aquí antes que yo. No lo haría. Cerré mis ojos y bloqueé totalmente el pensamiento.



—Maite, incluso si lo único que hacemos es besarnos o simplemente yacer allí y hablar, estoy bien con eso. Sólo te quería aquí. Cerca de mí.



Otra pequeña pulgada o dos se incrustó en mi corazón. Me giré y lo miré. — No pretendes eso. Te he visto en acción, William Finlay. No llevas a chicas a tu habitación y esperas hablar. —Traté de sonar burlona, pero mi voz se quebró cuando mencioné a las otras chicas.



William frunció el ceño. —No traigo chicas aquí en absoluto, Maite.



¿Qué? Sí lo hacía.



—La primera noche que llegué aquí dijiste que tu cama estaba llena —le recordé.



Él sonrió. —Sí, porque yo estaba durmiendo en mí cama. No traigo chicas a mi habitación. No quiero sexo sin sentido contaminando este espacio. Me encanta estar aquí.



—La mañana siguiente, una chica todavía estaba aquí. Tú la habías dejado en la cama y ella vino buscándote en su ropa interior.


William deslizó una mano debajo de mi camisa y comenzó a frotar pequeños círculos en mi espalda. —La primera habitación a la derecha era la habitación de Grant hasta que nuestros padres se divorciaron. La uso como mi habitación de soltero por ahora. Es donde tomo a las chicas. Aquí no. Nunca aquí. Eres la primera. —Se detuvo y una sonrisa tiró de sus labios—. Bueno, dejo a Henrietta subir aquí una vez a la semana para limpiar, pero te prometo que no hay nada de metida de manos entre nosotros.

¿Significaba eso que yo era diferente? ¿No era una de muchas? Dios, lo esperaba. No… no lo hacía. Tenía que controlarme. Él pronto me dejaría. Nuestro mundo no coincidía. Ni siquiera se acercaban el uno al otro.



—Bésame, por favor —dije, poniéndome de puntillas y presionando mi boca contra la suya antes de que pudiera protestar o sugerir que habláramos otra vez. No quería hablar. Si hablábamos, querría más.



William me empujó hacia atrás sobre su cama y cubrió mi cuerpo con el suyo mientras su lengua se enredaba con la mía. Sus manos recorrieron los lados de mi cuerpo hasta que encontró mis rodillas. Tiró de mis piernas y se acomodó entre el espacio que había creado.



Quería sentir más de él. Agarré un puñado de su camisa y jalé. Él entendió la indirecta y rompió nuestro beso lo suficiente como para quitarla y lanzarla a un lado. Esta vez tenía espacio para explorarlo. Pasé mis manos por sus brazos y los duros bultos de sus bíceps. Moví mis manos en su pecho y pase mis dedos sobre sus abdominales, suspirando de placer ante la sensación de cada dura ondulación contra mis dedos. Deslizando mis manos, pasé mi pulgar sobre cada uno de sus duros pectorales y sentía sus pezones apretarse bajo mi tacto. ¡Oh Dios, eso fue sexy!



William se echó hacia atrás y empezó a desabrochar la camisa blanca de mi uniforme casi frenéticamente. Cuando llegó al último botón, empujó hacia atrás y bajó mi sujetador hasta que ambos senos saltaron de las copas de encaje que los cubría.



Él sacó su lengua y la movió rápidamente a uno de mis pezones. Se trasladó al otro e hizo lo mismo antes de que bajara su cabeza y lo jalara dentro de su boca con un duro tirón.



Mi cuerpo se arqueó contra el suyo y, la dureza que había sentido rozando mi pierna, ahora estaba firmemente encajada entre mis piernas, presionando directamente sobre mi problema. —¡AH! —exclamé, frotándome contra su dureza y necesitando sentir más de lo mismo.



William dejó salir mí pezón de su boca con un “pop” mientras mantenía sus ojos sobre mí y bajaba su cuerpo, dejándome una vez más sin la presión que necesitaba. Sus manos desabrocharon mi falda y comenzaron empujándola lentamente hacia abajo junto con mis bragas. Nunca apartó su mirada de mí.



Me levanté para permitirle bajarlos sobre mis caderas con facilidad. William se sentó sobre sus rodillas y dobló su dedo para que me sentara. Estaba dispuesta a hacer todo lo que pidiera. Tan pronto como estuve sentada, terminó con el resto del camino al quitar mi camisa. Entonces, se deshizo de mi sujetador y lo tiró a un lado.



—Desnuda en mi cama es incluso más increíblemente hermoso de lo que pensé que sería… y créeme que he pensado en ello. Mucho.



Se movió de nuevo sobre mí, enganchó sus brazos debajo de mis rodillas y se recostó abajo entre mis piernas. Pero todavía tenía sus pantalones. Los quería fuera… ¡AH!



William trasladó su caderas sobre mis piernas abiertas y se presionó justo donde lo necesitaba demasiado.—¡Sí! ¡Por favor! —Lo rasguñé, necesitándolo más cerca.



William bajó su cuerpo, moviendo sus manos para seguir el interior de cada uno de mis muslos mientras besaba mi ombligo y luego la parte superior de mi montículo. Necesitaba más cabello. Quería tirar de algo.



Sus ojos plateados se alzaron y se encontraron con los míos mientras su lengua se deslizaba hacia fuera y pasaba su piercing justo sobre mi clítoris. Grité su nombre y agarré un manojo de sabanas que también me mantenían en la cama. Sentí que podía dispararme al cielo por ventanas más grandes que la vida.



—Dios, eres dulce —gruñó William cuando bajó su cabeza para poner su lengua en mí otra vez. Había oído hablar de esto. Sabía de ello, pero nunca imaginé que podía sentirse tan bien.



—William, por favor —lloriquee.



Se detuvo sobre mí. La calidez de su aliento bañó el palpitar que había creado. —Por favor, ¿qué? Bebé, dime qué es lo que deseas.



Sacudí mi cabeza hacia adelante y hacia atrás, apreté firmemente mis ojos. No podía decirle. No sabía cómo decirlo.



—Quiero oírte decirlo, Maite —dijo William en un susurro estrangulado.



—Por favor, lámeme otra vez. —Me atragante.



—¡Maldita sea! —William maldijo antes de pasar su lengua por mis pliegues. Luego, tiró de mi hinchado clítoris en su boca y me envió a un espiral en el espacio. El mundo estalló en colores y mi respiración se detuvo mientras el placer recorrió mi cuerpo.



No fue hasta que descendí que me di cuenta que William me había dejado y estaba ahora desnudándose, luego se puso de nuevo sobre mí.



—El condón esta puesto. Tengo que estar dentro —susurró William contra mi oído mientras extendía mis piernas abiertas con las manos y sentí la pun*ta de su miembro penetrarme.



—Santa mier*da, estás tan mojada. Va a ser difícil no caer derecho dentro de ti, voy a tratar de ir despacio. Te lo prometo. —Su voz era tensa y las venas de su cuello destacaron cuando presionó más en mí. Me estaba estirando, pero se sentía bien. El dolor que había esperado no estaba allí. Moví mi cuerpo abriendo más las piernas y William tragó saliva y se quedó helado.



—No te muevas. Por favor, bebé, no te muevas —suplicó William, manteniéndose inmóvil. Entonces, él empujó aún más en mi estrechez antes de que el dolor me golpeara. Me tensé y lo mismo hizo William—. Eso es todo. Voy a hacerlo rápido, pero luego voy a parar una vez que esté dentro y dejaré que te acostumbres a mí.



Asentí con la cabeza, cerré los ojos y me acerqué para sostenerme de sus brazos. William se retiró y luego sus caderas se movieron hacia adelante con un duro empuje. Un caliente dolor me atravesó y grité, apretando sus brazos firmemente y aferrándome mientras la ola de dolor sacudía todo mi cuerpo.



Podía oír la respiración rápida y dura de William cuando él mismo se quedó muy quieto. No sabía exactamente cómo se sentía para un chico, pero sabía que no era fácil. William tenía algún tipo de dolor.



—Está bien. Estoy bien —susurré mientras el dolor disminuía.



William abrió los ojos y bajó la mirada. Sus ojos estaban humeando. —¿Estás segura? Porque, cariño, quiero moverme tan condenadamente mal.



Asentí con la cabeza y continúe aferrándome a sus brazos en caso de que el dolor volviera cuando se moviera. Las caderas de William retrocedieron y sentí cómo salía de mí, luego empujó hacia adelante lentamente, llenándome de nuevo. Esta vez no hubo ningún dolor. Me sentía extendida y completa.



—¿Te duele? —preguntó William cuando se quedó quieto de nuevo.



—No. Me gusta —asegure.

William movió sus caderas hacia atrás otra vez y luego se hundió en mi, haciéndome gemir de placer. Se sentía bien. Más que bien.



—¿Te gusta eso? —preguntó William con asombro.



—Sí. Se siente tan bien.



William cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás y soltó un gemido cuando empezó a moverse más rápido. Podía sentir mi cuerpo escalando más alto otra vez. ¿Es posible? ¿Puedo tener otro orgasmo tan pronto?



Todo lo que sabía era que quería más. Levanté mis caderas para reunirme con su empuje y pareció ponerlo frenético.



—Sí. Dios, eres increíble. Tan apretada. Maite eres tan jodidamente apretada —dijo entre jadeos mientras se movía dentro de mí.



Levanté mis rodillas para poder envolver mis piernas alrededor de su cintura y empecé a temblar. —¿Está cerca, nena? —preguntó con voz tensa.



—Creo —respondí, sintiendo la construcción dentro de mí. Aunque todavía no estaba allí. El dolor había disminuido cualquier placer al principio. William deslizó su mano hacia abajo entre nosotros, hasta que su pulgar se frotó contra mi palpitar.



—¡AH! Sí, ahí —grité y me aferré a él cuando la ola se estrelló sobre mí. William dejó escapar un grito y se puso rígido e inmóvil, entonces bombeó en mí una vez más.
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Mensaje por tamalevyrroni Jue Nov 19, 2015 1:14 pm

19

William respirando pesadamente en mi oído mientras apoyaba su cuerpo sobre el mío era una maravilla. Quería mantenerlo aquí. Aún dentro de mí. Justo así.



Cuando movió sus brazos y se movió a un lado fuera de mí, apreté mis brazos alrededor de él y se rió entre dientes. —Volveré. Tengo que ocuparme de ti primero —dijo y luego me besó en los labios antes de dejarme sola en su cama.



Observé su trasero desnudo en toda su perfección caminar al otro lado de la habitación y entrar en lo que parecía ser el baño. Escuché la corriente de agua y luego caminó de regreso, completamente desnudo en la parte delantera. Mis ojos inmediatamente se dirigieron al sur. Oí a William reír y cerré mis ojos, avergonzada de ser atrapada mirando.



—No te avergüences de mí ahora —bromeó, entonces se acercó para separar mis rodillas—. Ábrete para mí —dijo en voz baja, separando mis rodillas. Noté por primera vez la toalla en sus manos—. No demasiado —dijo, limpiando entre mis piernas mientras observaba con fascinación—. ¿Te duele? —preguntó con preocupación en su voz mientras limpiaba gentilmente el área sensible.



Negué con la cabeza. Ahora que ya no estábamos locos con pasión, esto era vergonzoso. Pero tenerlo limpiándome era dulce. ¿Era esto lo que hacían los chicos después del sexo? Nunca había visto esto en una película.



William parecía contento con su trabajo de limpieza y arrojó la toalla usada en el bote de basura a lado de su cama. Se arrastró de vuelta a la cama junto a mi y me atrajo hacia él.



—Pensé que no eras de los que abrazaban, William —dije mientras pasaba su nariz a lo largo de mi cuello e inhalaba con fuerza.



—No lo era. Sólo contigo, Maite. Eres mi excepción —susurró, luego escondió mi cabeza debajo de su barbilla y tiró de las sábanas sobre nosotros. El sueño vino rápido. Estaba segura y feliz.



***



Besos lentos siendo colocados en el interior de mi pantorrilla y a lo largo del arco de mi pie fueron la primera cosa que registré. Forcé mis ojos a abrirse. William estaba de rodillas en el borde de la cama, besando mis pies y el costado de mi pierna con una sonrisa maliciosa en su rostro.



—Ahí están tus ojos. Estaba empezando a preguntarme hasta qué punto iba a necesitar besar para que despertaras. No es que me importe besar más arriba, pero conduciría a un poco de más increíble sexo y ahora sólo tienes veinte minutos para llegar al trabajo. —Trabajo. Ah, mier*da. Me siento y William baja mi pierna—. Tienes tiempo. Iré a arreglar algo de comer mientras te preparas —aseguró.



—Gracias, pero no tienes que hacerlo. Tomaré algo en la sala del descanso cuando llegue allí.



Trataba de no dejar que la incomodidad de la mañana se estableciera. Había tenido sexo con este hombre. Muy buen sexo o al menos eso era lo que yo pensaba. Ahora ya era de día y estaba desnuda en su cama.



—Quiero que comas aquí. Por favor.



Me quería aquí. Mi corazón latió más fuerte en mi pecho. —De acuerdo. Necesito ir a mi habitación y tomar una ducha.



William le echó un vistazo a su baño y luego a mí. —Estoy dividido, porque quiero que te duches aquí, pero no creo que sea capaz de irme sabiendo que estás desnuda y jabonosa en mi ducha. Querré unirme.



Sosteniendo la sábana sobre mi pecho, me senté y le sonreí. —Por más atractivo que suene eso, llegaría tarde al trabajo.



William suspiró y asintió. —De acuerdo. Tienes que ir a tu cuarto.



Miré alrededor buscando mi ropa, pero no la vi por ninguna parte.



—Ponte esto. Henrietta viene hoy. Estará lavando y pondré tu ropa de anoche. —Me lanzó la camiseta que él había usado anoche. Tomé una bocanada de aire de ella ya que aterrizó en mi pecho. Iba a tener un momento difícil devolviéndosela. Modestamente traté de ponérmela sin dejar que se cayera la sábana.



—Ahora levántate. Quiero verte —murmuró, retrocediendo. Llevaba un pantalón de pijama mientras se relajaba en el borde de la cama y esperaba a que me levantara. Dejé caer la sábana y me puse de pie. Su camisa se pegaba por encima de mis rodillas—. ¿Puedes reportarte enferma? —preguntó mientras sus ojos viajaban por mi cuerpo.



Una cálida sensación de hormigueo me recorrió. —No estoy enferma — repliqué.



—¿Segura? Porque creo que yo tengo fiebre —dijo, caminando alrededor de la cama y empujándome contra él—. Anoche fue increíble —dijo en mi cabello.



No había esperado este tipo de reacción de él. Había estado preocupada de que tal vez me echara esta mañana. Pero no. Estaba siendo dulce. Y tan increíblemente delicioso que estuve tentada a reportarme enferma.



Era mi día en el carrito de las bebidas y, si no me presentaba, entonces Bethy tendría que hacer todo el camino por sí misma en un viernes. Eso sería cruel. No podía.



—Tengo que trabajar hoy. Me están esperando —expliqué.



Asintió y dio un paso atrás. —Lo sé. Corre, Mai. Baja con tu lindo y pequeño trasero por las escaleras y alístate. No puedo prometerte que te dejaré ir si estás parada aquí luciendo así por mucho tiempo.William movió sus caderas hacia atrás otra vez y luego se hundió en mi, haciéndome gemir de placer. Se sentía bien. Más que bien.



—¿Te gusta eso? —preguntó William con asombro.



—Sí. Se siente tan bien.



William cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás y soltó un gemido cuando empezó a moverse más rápido. Podía sentir mi cuerpo escalando más alto otra vez. ¿Es posible? ¿Puedo tener otro orgasmo tan pronto?



Todo lo que sabía era que quería más. Levanté mis caderas para reunirme con su empuje y pareció ponerlo frenético.



—Sí. Dios, eres increíble. Tan apretada. Maite eres tan jodidamente apretada —dijo entre jadeos mientras se movía dentro de mí.



Levanté mis rodillas para poder envolver mis piernas alrededor de su cintura y empecé a temblar. —¿Está cerca, nena? —preguntó con voz tensa.



—Creo —respondí, sintiendo la construcción dentro de mí. Aunque todavía no estaba allí. El dolor había disminuido cualquier placer al principio. William deslizó su mano hacia abajo entre nosotros, hasta que su pulgar se frotó contra mi palpitar.



—¡AH! Sí, ahí —grité y me aferré a él cuando la ola se estrelló sobre mí. William dejó escapar un grito y se puso rígido e inmóvil, entonces bombeó en mí una vez más.
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Mensaje por tamalevyrroni Jue Nov 19, 2015 1:15 pm

19

William respirando pesadamente en mi oído mientras apoyaba su cuerpo sobre el mío era una maravilla. Quería mantenerlo aquí. Aún dentro de mí. Justo así.



Cuando movió sus brazos y se movió a un lado fuera de mí, apreté mis brazos alrededor de él y se rió entre dientes. —Volveré. Tengo que ocuparme de ti primero —dijo y luego me besó en los labios antes de dejarme sola en su cama.



Observé su trasero desnudo en toda su perfección caminar al otro lado de la habitación y entrar en lo que parecía ser el baño. Escuché la corriente de agua y luego caminó de regreso, completamente desnudo en la parte delantera. Mis ojos inmediatamente se dirigieron al sur. Oí a William reír y cerré mis ojos, avergonzada de ser atrapada mirando.



—No te avergüences de mí ahora —bromeó, entonces se acercó para separar mis rodillas—. Ábrete para mí —dijo en voz baja, separando mis rodillas. Noté por primera vez la toalla en sus manos—. No demasiado —dijo, limpiando entre mis piernas mientras observaba con fascinación—. ¿Te duele? —preguntó con preocupación en su voz mientras limpiaba gentilmente el área sensible.



Negué con la cabeza. Ahora que ya no estábamos locos con pasión, esto era vergonzoso. Pero tenerlo limpiándome era dulce. ¿Era esto lo que hacían los chicos después del sexo? Nunca había visto esto en una película.



William parecía contento con su trabajo de limpieza y arrojó la toalla usada en el bote de basura a lado de su cama. Se arrastró de vuelta a la cama junto a mi y me atrajo hacia él.



—Pensé que no eras de los que abrazaban, William —dije mientras pasaba su nariz a lo largo de mi cuello e inhalaba con fuerza.



—No lo era. Sólo contigo, Maite. Eres mi excepción —susurró, luego escondió mi cabeza debajo de su barbilla y tiró de las sábanas sobre nosotros. El sueño vino rápido. Estaba segura y feliz.



***



Besos lentos siendo colocados en el interior de mi pantorrilla y a lo largo del arco de mi pie fueron la primera cosa que registré. Forcé mis ojos a abrirse. William estaba de rodillas en el borde de la cama, besando mis pies y el costado de mi pierna con una sonrisa maliciosa en su rostro.



—Ahí están tus ojos. Estaba empezando a preguntarme hasta qué punto iba a necesitar besar para que despertaras. No es que me importe besar más arriba, pero conduciría a un poco de más increíble sexo y ahora sólo tienes veinte minutos para llegar al trabajo. —Trabajo. Ah, mier*da. Me siento y William baja mi pierna—. Tienes tiempo. Iré a arreglar algo de comer mientras te preparas —aseguró.



—Gracias, pero no tienes que hacerlo. Tomaré algo en la sala del descanso cuando llegue allí.



Trataba de no dejar que la incomodidad de la mañana se estableciera. Había tenido sexo con este hombre. Muy buen sexo o al menos eso era lo que yo pensaba. Ahora ya era de día y estaba desnuda en su cama.



—Quiero que comas aquí. Por favor.



Me quería aquí. Mi corazón latió más fuerte en mi pecho. —De acuerdo. Necesito ir a mi habitación y tomar una ducha.



William le echó un vistazo a su baño y luego a mí. —Estoy dividido, porque quiero que te duches aquí, pero no creo que sea capaz de irme sabiendo que estás desnuda y jabonosa en mi ducha. Querré unirme.



Sosteniendo la sábana sobre mi pecho, me senté y le sonreí. —Por más atractivo que suene eso, llegaría tarde al trabajo.



William suspiró y asintió. —De acuerdo. Tienes que ir a tu cuarto.



Miré alrededor buscando mi ropa, pero no la vi por ninguna parte.



—Ponte esto. Henrietta viene hoy. Estará lavando y pondré tu ropa de anoche. —Me lanzó la camiseta que él había usado anoche. Tomé una bocanada de aire de ella ya que aterrizó en mi pecho. Iba a tener un momento difícil devolviéndosela. Modestamente traté de ponérmela sin dejar que se cayera la sábana.



—Ahora levántate. Quiero verte —murmuró, retrocediendo. Llevaba un pantalón de pijama mientras se relajaba en el borde de la cama y esperaba a que me levantara. Dejé caer la sábana y me puse de pie. Su camisa se pegaba por encima de mis rodillas—. ¿Puedes reportarte enferma? —preguntó mientras sus ojos viajaban por mi cuerpo.



Una cálida sensación de hormigueo me recorrió. —No estoy enferma — repliqué.



—¿Segura? Porque creo que yo tengo fiebre —dijo, caminando alrededor de la cama y empujándome contra él—. Anoche fue increíble —dijo en mi cabello.



No había esperado este tipo de reacción de él. Había estado preocupada de que tal vez me echara esta mañana. Pero no. Estaba siendo dulce. Y tan increíblemente delicioso que estuve tentada a reportarme enferma.



Era mi día en el carrito de las bebidas y, si no me presentaba, entonces Bethy tendría que hacer todo el camino por sí misma en un viernes. Eso sería cruel. No podía.



—Tengo que trabajar hoy. Me están esperando —expliqué.



Asintió y dio un paso atrás. —Lo sé. Corre, Mai. Baja con tu lindo y pequeño trasero por las escaleras y alístate. No puedo prometerte que te dejaré ir si estás parada aquí luciendo así por mucho tiempo.

Riendo, pasé junto a él corriendo y bajé las escaleras. La risa divertida que dejé atrás fue perfecta. William era perfecto.



***



El calor sólo estaba empeorando. Realmente deseaba que Darla me dejara recogerme el cabello. Estaba dispuesta a tomar una botella de esa agua con hielo y verterla sobre mi cabeza. Me secaría en cuestión de segundos aquí con este calor. ¿Por qué los hombres jugaban golf con este clima? ¿Estaban locos?



Empujando el carrito de bebidas de regreso al primer hoyo, noté la cabeza oscura del cabello que le pertenecía a Woods. Genial. No es que estuviera de humor para hoy. Jace probablemente estaba queriendo esperar a Bethy para hacer sus rondas, de todos modos. Probablemente podría escapar de ellos. Woods se dio la vuelta, me miró, y una sonrisa apareció en sus labios.



—De vuelta al carrito hoy. Por mucho que me guste tenerte adentro, esto hace al golf tremendamente mucho más divertido —dijo Woods en un tono burlón mientras yo empujaba el carrito a lado de ellos.



No iba a animar su coqueteo. Pero era mi jefe, así que no podía hacerlo enojar, tampoco.



—Aléjate, Woods. Eso es un poco demasiado cerca. —La voz de William vino detrás de mí y me giré para verlo caminando hacia nosotros con pantalones cortos de color azul oscuro y una camisa polo blanca. ¿Estaba jugando golf?



—¿Así que ella es el porqué de repente querías jugar hoy con nosotros? — preguntó Woods.



No aparté la mirada de William mientras caminaba hacia mí. Estaba aquí por mí. Al menos, me encontraba bastante segura de que lo estaba. Me preguntó en dónde estaba trabajando hoy durante el desayuno.



Su mano se deslizó alrededor de mi cintura. Me atrajo contra su costado e inclinó su cabeza para susurrar en mi oído—: ¿Estás adolorida?



Había estado preocupado que yo estuviera adolorida hoy y tuviera que trabajar de pie todo el día. Le dije que estaba bien. Sólo me sentía estirada. Aparentemente, todavía estaba preocupado.



—Estoy bien —contesté en voz baja.



Presionó un beso en mi oído. —¿Te sientes estirada? ¿Podrías decir que he estado dentro de ti? —Asentí, sintiendo mis rodillas un poco débiles por el tono de su voz—. Bien. Me gusta saber que puedes sentir en dónde he estado —dijo, luego se apartó de mi y levantó su mirada hacia Woods.



—Pensé que esto pasaría —dijo Woods en un tono molesto.



—¿Ya lo sabe Nan? —preguntó Jace. El rubio le pegó en el brazo y le frunció el ceño.



¿Por qué siempre aparecía Nan? ¿Alguna vez lo sabría?



—Este no es asunto de Nan. O tuyo —replicó William, mirando a Jace.



—Vine aquí para jugar golf. Mejor no hablemos de esto aquí. Maite, ¿por qué no consigues las bebidas de todos y te diriges al siguiente hoyo? —dijo Woods.



William se tensó a mi lado. Woods nos estaba poniendo a prueba. Quería ver si actuaría diferente ahora que William estaba haciendo un tipo de derecho sobre mí en público. Estaba aquí para trabajar. Sólo porque había dormido con William no cambiaba mi lugar en el gran esquema de las cosas. Sabía eso.



Salí de los brazos de William para abrir el enfriador y comenzar a repartir la elección de bebidas de cada uno. Mis propinas no fueron tan altas como solían serlo con este grupo. Excepto, por supuesto, por Woods. Pensé que eso cambiaría hoy, también.



Pude ver el billete de cien dólares que Woods puso en mis manos, y estaba segura que William también. Cerré rápidamente mi mano y lo metí en mi bolsillo. Lidiaría con él luego, cuando William no estuviera mirando. William se acercó y puso su pago en mi bolsillo. Me besó suavemente y luego me guiñó un ojo antes de acercarse por un palo de golf del carrito.



No le di a Woods una razón para corregirme. Rápidamente giré el carrito y me dirigí al siguiente hoyo. El teléfono sonó en mi bolsillo, alarmándome. William lo había metido en mi bolsillo antes de irme esta mañana. Estaba teniendo problemas recordando que lo tenía.



Detuve el carrito y lo saqué.



William: Lamento lo de Woods.



¿Por qué se disculpaba? No tenía razón para sentirlo.



Yo: Estoy bien. Woods es mi jefe. No es la gran cosa.



Deslicé el teléfono de vuelta a mi bolsillo y me dirigí a mi siguiente parada.
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Mensaje por tamalevyrroni Jue Nov 19, 2015 1:16 pm

20

Un camino lleno de coches no era lo que me esperaba cuando entré a la cuadra de William después del trabajo. El campo de golf estaba tan ocupado que sólo había parado para darles tragos una vez más en el hoyo dieciséis. Él no me había mandado mensajes de nuevo en todo el día. Mi estómago se anudo nerviosamente. ¿Era esto? ¿Tuvo su breve momento de dulzura después de haber tomado mi virginidad y se desvaneció tan pronto?



Tuve que aparcar afuera en el borde de la calle. Cerrando la puerta de mi camioneta, comencé la caminata hacia la puerta.



—No quieres ir allí —dijo la familiar voz de Grant en la oscuridad. Miré alrededor y vi un pequeño resplandor naranja caer en el suelo que luego se apagó bajo una bota antes de que Grant saliera de su escondite.



—¿Vienes a estas fiestas a pasar el rato afuera? —pregunté, ya que esta era la segunda vez que había llegado a una fiesta para encontrarme a Grant solo afuera.



—Me parece que no puedo dejar de fumar. William cree que paré. Así que me escondo aquí cuando necesito un cigarrillo —explicó.



—Fumar te matara —dije, recordando todos los fumadores que había visto morir lentamente cuando lleve a mi madre a los tratamientos de quimioterapia.



—Eso es lo que ellos me dicen —respondió con un suspiro.



Observé de vuelta a la casa y oí la música saliendo de ella. —No sabía que había una fiesta esta noche —dije, esperando que la decepción en mi voz no se notara.



Gran se rio e inclinó la cadera contra el Volvo. —¿No hay siempre una fiesta aquí?



No, no la había. Después de la última noche, pensé que William me llamaría o me mandaría un mensaje de texto. —Supongo que no me lo esperaba.



—Creo que William tampoco. Esta es una fiesta de Nan. La chica siempre ha logrado salirse con la suya en lo que a William se refiere. William pateó mi trasero más de una vez al crecer porque no caí en la mier*da de ella de cachorro herido.



Me acerqué para apoyarme en el Volvo a su lado y crucé mis brazos. —¿Así que tu creciste con Nan, también? —Necesitaba algo. Cualquier tipo de explicación.



Gran posó sus ojos en mí. —Si. Por supuesto. Georgianna es su mamá. El único pariente que tiene. Bueno… —Gran se apartó del Volvo y negó con la cabeza— Nop. Casi me tenías. No te puedo decir ni mier*da, Maite. Honestamente, cuando alguien lo hace, no quiero estar alrededor de nadie.



Grant caminó de nuevo hacia la casa.



Lo miré hasta que estaba de vuelta en el interior antes de dirigirme hacia la casa. Oré para que no estuviera nadie en mi habitación. Si lo estaban, iría a la despensa. No estaba de humor para Nan. O los secretos rodeando a Nan que todo el mundo conocía menos yo. Estoy segura que no estaba para el humor de William.



Abrí la puerta y me alegré de que no hubiera nadie alrededor para verme llegar. Me dirigí directamente hacia las escaleras. Risas y voces llenaban la casa. Yo no encajaba con ellos. No tenía sentido ir allí y actuar como si lo hiciera.



Miré hacia la puerta que daba a las escaleras de William y dejé que los recuerdos de la noche anterior me recorrieran. Estaba empezando a pensar que sería una cosa de una sola vez. Abrí mi puerta y entré antes de encender la luz.



Cubrí mi mano por el grito que brotó de mi cuando me di cuenta que no estaba sola. Estaba William. Estaba sentado en mi cama, mirando por la ventana. Se puso de pie cuando cerré la puerta y caminó hacia mí.



—Hola —dijo él en voz suave.



—Hola—respondí, sin saber por qué estaba en mi habitación cuando tenía una casa llena de gente—. ¿Qué estás haciendo aquí?



Me dio una sonrisa torcida. —Esperándote. Pensé que era un poco obvio.



Sonriendo, agaché mi cabeza. Sus ojos podían ser demasiado a veces. — Puedo verlo. Pero tienes invitados.



—No son mis invitados. Confía en mí, quería la casa vacía —dijo ahuecando el lado de mi cara con su mano—. Ven arriba conmigo. Por favor.



Él no tenía que mendigar. Iría con mucho gusto. Dejé caer mi bolso sobre la cama y entrelacé mi mano con la suya. —Muéstrame el camino.



William apretó mi mano y nos dirigimos juntos a las escaleras.



Una vez que llegamos al escalón más alto, William me tomó en sus brazos y me besó con fuerza. Tal vez yo era fácil, pero no me importaba. Lo había extrañado hoy. Envolví mis brazos alrededor de su cuello y lo besé con toda la emoción, produciendo dentro de mi algo que no terminaba de entender.



Cuando rompió el beso, ambos estábamos sin aliento. —Hablemos. Vamos a hablar primero. Quiero verte sonreír y reír. Quiero saber cuál era tu programa favorito cuando eras una niña, quién te hizo llorar en la escuela y de qué grupo de chicos colgabas carteles en tu pared. Luego, te quiero desnuda en mi cama de nuevo.



Sonriendo ante su extraña manera, pero adorable, de decirme que me quería para más que sexo conmigo, me acerqué al gran sofá seccional café que daba al mar en lugar de a un televisor.



—¿Sedienta? —preguntó William, acercándose a un refrigerador de acero inoxidable que no me había tomado el tiempo para notar anoche. Un pequeño bar justo al lado de él.



—Algo de agua con hielo estaría bien —contesté.



William fue a preparar bebidas y yo me giré para mirar hacia el océano.



—Rugrats era mi programa favorito, Ken Norris me hacía llorar por lo menos una vez a la semana, luego hizo llorar a Valerie y yo me enojé y lo lastimé. Mi ataque favorito y de mayor éxito fue una patada en las bolas. Y vergonzosamente, The Backstreet Boys cubrían mis paredes.



William se detuvo a mi lado y me dio un vaso de agua con hielo. Pude ver la indecisión en su rostro. Se sentó a mi lado. —¿Quién es Valerie?



Había mencionado a mi hermana sin pensar. Me sentía cómoda con William. Quería que me conociera. Tal vez si me abría sobre mis secretos, él compartiría los suyos. Incluso si no me podía compartir los de Nan.

—Valerie era mi hermana gemela. Murió en un accidente de coche hace cinco años. Mi papá estaba conduciendo. Dos semanas después, él salió de nuestras vidas y nunca regresó. Mamá dijo que teníamos que perdonarlo porque él no podía vivir con el hecho de haber estado conduciendo el auto que mató a Valerie. Siempre quise creerle. Incluso cuando no vino al funeral de mamá, quería poder creer que él no podía hacerle frente. Así que lo perdoné. Ya no lo odio ni dejo que la amargura y el odio me controle. Pero vine aquí y bueno… tú sabes. Supongo que mamá estaba equivocada.



William se inclinó hacia adelante y dejó el vaso sobre la mesa de madera rústica a lado del sofá y pasó su brazo detrás de mí. —No tenía idea de que tuvieras una hermana gemela —dijo casi con reverencia.



—Éramos idénticas. No podías distinguirnos. Tuvimos un montón de diversión con eso en la escuela y con chicos. Solo Cain podía distinguirnos.



William empezó a jugar con un mechón de mi pelo mientras ambos mirábamos el agua. —¿Cuánto tiempo se conocieron tus padres antes de casarse? —preguntó.



No era una pregunta que yo esperara.



—Fue una cosa del tipo de amor a primera vista. Mamá estaba visitando a una amiga suya en Atlanta. Papá había roto recientemente con su novia y se acercó una noche cuando mamá estaba en el apartamento con su amiga sola. Su amiga era un poco salvaje según lo que me dijo mamá. Papá miro a mamá y se hundió. No puedo culparlo. Mi madre era preciosa. Tenía mi color de cabello, pero tenía grandes ojos verdes. Eran casi como joyas y ella era divertida. Eras feliz con solo estar cerca de ella. Nada la deprimía. Sonreía a través de todo. La única vez que la vi llorar fue cuando me contó sobre Valerie. Cayó al suelo y lloró ese día. Me habría asustado si no me hubiera sentido de la misma manera. Fue como si una parte de mi alma fuera arrancada. —Me detuve. Mis ojos estaban ardiendo. Me dejé cerrar por la apertura. No me había abierto a nadie en años.



William apoyó su frente en la parte superior de mi cabeza. —Lo siento mucho, Maite. No tenía idea.



Por primera vez desde que Valerie me había dejado, sentí como si ahí estuviera alguien para poder hablar. No tenía que contenerme. Me giré en sus brazos y encontré sus labios con los míos. Necesitaba esta cercanía. Recordaba el dolor y ahora lo necesitaba para hacerlo desaparecer. Era tan bueno en hacer desaparecer todo excepto a él.



—Las amaba. Siempre las amare, pero ya estoy bien. Ellas están juntas. Se tienen entre sí —dije cuando sentí su renuencia a besarme de nuevo.



—¿Qué tienes tu? —preguntó con voz torturada.



—Me tengo a mi. Me di cuenta hace tres años cuando mi mamá se enfermó que mientras me aferrara a mi misma y no olvidara quien era, siempre iba a estar bien —contesté.



William cerró los ojos y respiró profundamente. Cuando los abrió, tenía una mirada de desesperación que me sobresaltó. —Te necesito. Ahora mismo. Déjame amarte justo aquí, por favor.



Me saqué mi camisa y luego alcancé la suya. Levantó sus brazos para mí y saqué la camisa por su cabeza. Él hizo un rápido trabajo con mi sujetador y se había ido, con nada entre nosotros. Sus manos ahuecaron mis pechos mientras el pasaba el pulgar sobre cada cima dura. —Eres tan jodida e increíblemente hermosa. Por dentro y por fuera —susurro—. Por mucho que no lo merezco, quiero estar enterrado en ti. No puedo esperar. Necesito estar tan cerca de ti como sea posible.



Me deslicé detrás de él y me levanté. Después de deslizar mis zapatos, me desabroché los pantalones cortos y los bajé junto con mi ropa interior y luego salí de ellos. Él se quedó ahí sentado, mirándome como si fuese la cosa más fascinante que jamás hubiese visto. Se sintió poderoso. La vergüenza que esperaba al estar de pie, desnuda frente a él, no estaba allí.



—Desnúdate —dije, mirando la erección presionando sus pantalones.



Pensé que obtendría una risita divertida de él, pero no hubo ninguna. Se puso de pie, rápidamente salió de sus pantalones, y luego se dejó caer en el sofá jalándome hacia él.



—Ponte a horcajadas sobre mi —ordenó. Hice lo que me dijo—. Ahora — Trago saliva—, tranquilamente baja sobre mí. —Miré hacia abajo y lo vi sosteniendo la base de su pene. Me agarré a sus hombros y, poco a poco, bajé mientras él manejaba todo lo demás.



—Tranquila, bebé. Lento y fácil. Vas a estar dolorida.



Asentí con la cabeza y me mordí el labio interior mientras la pun*ta comenzaba a entrar en mí. Él movió la pun*ta hacia atrás y adelante sobre mi abertura, burlándose. Le apreté los hombros y jadeé. Se sentía bien. Muy bien.



—Es todo. Te estás poniendo tan jodidamente húmeda. Dios, quiero probarlo —gruñó.



Ver la expresión animal en sus ojos tocó un interruptor en mí. Quería hacer que me recordara. Recordar esto. Sabía que nuestro tiempo era limitado y sabía que yo nunca lo olvidaría. Sin embargo, quería saber que cuando él se fuera, nunca me olvidara. No quería ser esa chica cuya virginidad sólo tomaba.



Inclinándome hacia delante, esperé hasta que él frotó la pun*ta contra mi entrada. Luego, me dejé caer duro con un fuerte grito mientras me llenaba.



—MIER*DA —gritó William. No esperaba que se preocupara por mí. Lo iba a montar. Ahora entendí la terminología. Tenía el control de esto. Él empezó a abrir la boca para decir algo, pero lo paré metiendo mi lengua en su boca mientras levantaba mis caderas y volvía a sentarme sobre el más fuertemente. La sensación del gemido y hundimiento de su cuerpo me aseguraron que estaba haciendo algo bien.



Me aparté, para que así pudiera gritar mientras lo cabalgaba más rápido y más duro. La sensibilidad en mi interior estaba gritando con el estiramiento de mi entrada, pero era un dolor bueno.



—Maite, oh mier*da santa, Maite —gruñó cuando sus manos agarraron mis caderas y se dejó a si mismo liberarse y disfrutar del paseo. Sus manos comenzaron a tomar el control. Me levantó y me golpeó sobre él de nuevo con embestidas duras y rápidas. Cada maldición y gemido que escapaba de él me hicieron sentir más salvaje. Necesitaba esto con él.



El orgasmo se estaba construyendo y supe al cabo de unos cuantos golpes más que iba a acabar sobre él. Quería que él se viniera, también. Comencé a mecerme en él y dejé salir los gritos que estaba tratando de controlar. —Me voy a venir —gemí mientras la sensación se construía.



—Joder bebe, tan bueno —gruñó y luego ambos caímos juntos. Su cuerpo resistió debajo de mi y luego se calmó. Mi nombre fue arrancado de sus labios al mismo tiempo que mi cuerpo llegaba a su clímax.



Cuando los temblores se hicieron más lentos y pude respirar de nuevo, envolví mis brazos alrededor de su cuello y colapsé sobre él.



Ambos brazos me abrazaron con fuerza mientras su respiración se volvía lenta. Me gustaba el sexo dulce que habíamos tenido la noche anterior, pero había algo que decir sobre foll*ar. Sonreí para mis adentros ante la idea y me giré para besar su cuello.



—Nunca. Nunca en mi vida —jadeó, pasando su mano por mi espalda y ahuecando mi trasero con un suave apretón—. Eso fue... Dios, Maite. No tengo palabras.



Sonreí contra su cuello y sabía que había hecho mi marca en este perfecto, herido, confuso y misterioso hombre.



—Creo que la palabra que estás buscando es épico —dije riendo mientras me inclinaba hacia atrás para poder verlo.



La ternura en sus ojos derritió mi corazón un poco más. —El sexo más épico conocido por el hombre —respondió y extendió su mano para meter mi cabello detrás de mis orejas—. Estoy arruinado. ¿Sabes eso? Me has arruinado.



Moví las caderas y pude sentirlo aun en mi interior. —Mmm, no, creo que todavía podrías funcionar.



—Dios, mujer, vas a tenerme duro y listo de nuevo. Tengo que limpiarte.



Tracé su labio inferior con la yema de mi dedo. —No voy a sangrar de nuevo. Ya lo hice.



William colocó mi dedo en su boca y lo chupó con suavidad antes de dejarlo ir. —No estaba usando un condón. Estoy limpio, sin embargo. Siempre uso condón y me chequeo con regularidad. —No estaba segura de cómo procesar esto. No había pensado en un condón—. Lo siento. Tú te desnudaste y mi cerebro se desprotegió. Te prometo que estoy limpio.



Negué con la cabeza. —No, está bien. Te creo. No pensé en eso, tampoco.



William me empujó contra él. —Bueno, porque esto fue jodidamente increíble. Nunca lo sentí sin condón. Sabiendo que estaba en ti y sintiéndote desnuda me hizo de verdad endemoniadamente feliz. Te sentías increíble. Toda caliente, húmeda y muy apretada.



Me sacudí contra él. Sus palabras sucias en mi oreja hacían que mi dolor despertara de nuevo. —Mmm —contesté mientras lo sentía crecer, duro, dentro de mí de nuevo.



—¿Estás en control de natalidad?



Nunca tuve una razón para hacerlo. Negué con la cabeza.



Gimió y movió las caderas hasta que estuvo fuera de mi. —No podemos hacer esto hasta que lo estés. Pero me tienes duro otra vez. —Llegó hasta entre mis piernas y pasó un dedo contra mi clítoris hinchado—. Tan sexy —murmuro. Deje que mi cabeza cayera y disfruté de su tacto suave.



—Maite, toma una ducha conmigo —pidió con voz tensa.



—Está bien —dije, mirando hacia él. Me ayudó a levantarme y luego me llevó a su enorme cuarto de baño.



—Te quiero en la ducha. Lo que hicimos fue el mejor sexo que he tenido en mi vida. Pero aquí va a ser más lento. Estoy cuidando de ti.
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Webnovela LevyRroni Fallen Too Far(+18) - Página 2 Empty Re: Webnovela LevyRroni Fallen Too Far(+18)

Mensaje por tamalevyrroni Jue Nov 19, 2015 1:17 pm

21

Dejar a William en la cama esta mañana había sido duro. Estaba durmiendo tan plácidamente que no quise despertarlo. Me abstuve de besar su rostro antes de irme. Dormido parecía libre de toda preocupación. No me di cuenta de lo intenso y en guardia que se encontraba hasta que lo vi dormir y parecer completamente en paz.



Abriendo la puerta del salón de empleados, me saludó el aroma de rosquillas frescas y un sonriente Jimmy.



—Buenos días, nena —dijo tan alegre como siempre.



—Eso está por verse… ¿vas a compartir esas rosquillas o no?



Me alcanzó la caja. —Compré dos extra para ti, muñeca. Sabía que mi bombón rubio vendría a trabajar hoy y no quería estar con las manos vacías.



Me senté frente a él y alcancé mi rosquilla. —Si pensara que lo disfrutarías, te besaría —bromeé.



Jimmy movió las cejas.



—¿Quién sabe, nena? Una cara como la tuya puede llevar a un hombre por el mal camino.



Riéndome, mordí la cálida y mullida ricura. No era saludable, pero estaba malditamente buena.



—Come, porque tenemos un larguísimo día por delante. El baile de debutantes es por la noche y no estaremos en el comedor. Todos seremos enviados al salón de baile y forzados a caminar con bandejas de comida para luego servirles en la cena.



¿Baile de debutantes? ¿Qué narices era eso?



—¿Es por eso que afuera hay tantas furgonetas con flores y decoraciones?



Jimmy asintió y tomó otra rosquilla cubierta con chocolate.



—Sí. Tiene lugar todos los años durante esta semana. Las locas y ricas mamás pavonean a sus hijas y las presentan en sociedad. Después de esta noche, las chicas serán consideradas mujeres y tratadas como miembros adultos del club. Pueden estar en comités y cosas así. Es una tontería, eso es lo que es. Especialmente desde que Nan cumplió veintiuno hace un par de semanas. Eso significa que es estrenada en la jodida adultez.



Nan era una debutante. Eso era interesante. Su madre no estaba aquí. ¿Eso quería decir que volvía? Mi corazón se aceleró… tendría que marcharme pronto. William no me había dicho que había cambiado algo sobre mi mudanza. Cuando me fuera, ¿todavía me vería?



—Respira, Maite. Es solo un maldito baile —dijo Jimmy. Inhalé. No me había dado cuenta de que había entrado en pánico. Es por eso que quería mantener mi distancia. Sabía que este día llegaría. ¿Mi padre estaría en casa hoy?



—¿A qué hora empieza? —Me las arreglé para preguntar sin modificar mi voz.



—A las siete, pero a las cinco cerrarán el comedor para que podamos prepararnos.



Asentí y puse el resto de la rosquilla sobre la mesa, no podía terminarla. Hoy el tiempo no jugaba a mi favor. Sentía el teléfono en el bolsillo, pero no podía enviarle un mensaje a William. No quería que me diera malas noticias por esa vía. Sólo quedaba esperar.



—Maite, necesito verte un momento en mi oficina. —La voz de Woods interrumpió mis pensamientos. Miré a Jimmy y sus ojos se abrieron con preocupación. Genial. ¿Qué había hecho?



Me levanté y me giré hacia Woods. No parecía enojado. Me sonrió y eso me dio el coraje que necesitaba para caminar hacia él. Sostuvo la puerta por mí y salí al pasillo.



—Relájate, Maite. No estás en problemas. Sólo tenemos que hablar de esta noche.



Oh. Uf. Inhalé y asentí, entonces lo seguí hacia la puerta al final del pasillo.



—No tengo nada glamuroso. Papá cree en hacer que me trabaje mi camino hacia la cima, incluso aunque algún día heredaré el club. —Woods puso los ojos en blanco mientras abría la puerta de la oficina y me invitaba a entrar. El cuarto era tan grande como mi habitación en casa de William. Tenía dos largas ventanas panorámicas mirando hacia el hoyo dieciocho.



Caminó y se sentó en el borde de su escritorio en lugar de hacerlo detrás. Aprecié su intento de no hacerlo muy formal. Eso me hubiera puesto nerviosa.



—El Baile de Debutantes es por la noche. Aquí es un evento anual. Convertimos a las zorritas ricas en adultas. Es un estú*pido dolor en el trasero que hace ganar al club más de cincuenta millones de dólares con las cuotas, donaciones y todo eso. Así que no podemos detener la tontería. Ni mi madre lo haría si pudiera. Ella también fue una debutante una vez y podría pensarse que la coronaron reina de Inglaterra si la oyeses hablar.



No me sentí mejor. Esa explicación lo empeoraba todo.



—Nan ya tiene veintiuno, así que será una debutante. Miré la lista y William será su escolta; es tradicional que el padre o el hermano mayor sean los escoltas. Éste también debe ser miembro del club. No sé lo que pasa entre William y tu, pero lo que sí sé es que Nan te odia. No necesito dramatismos esta noche. Pero a pesar de todo, te necesito. Eres una de las mejores. La pregunta es: ¿puedes hacerlo sin una pelea? Porque Nan hará lo posible por molestarte. Dependerá de ti ignorarla. Puedes estar saliendo con uno de los miembros, pero eres parte del personal. Eso no cambia. Los miembros siempre tienen la razón. El club tomará partido por Nan si comienza una pelea.



¿Qué esperaba? Esto no era el instituto. Todos éramos adultos. Podría ignorar a Nan y a William toda la noche si era necesario.



—Puedo hacerlo. No hay problema.



Woods asintió energéticamente. —Bien, porque la paga es excelente y necesitas la experiencia.



—Puedo hacerlo —aseguré.



Él se levantó. —Estoy confiando en que así sea. Puedes ayudar a Jimmy con el desayuno. Ahora probablemente está echando pestes de nosotros.



***



El resto del día pasó volando y estuve tan ocupada con los preparativos que no tuve tiempo de pensar en Nan o en el regreso de mi padre. Ni en William. Ahora estaba de pie en la cocina con todos los camareros. Llevaba un vestido blanco con negro y el cabello recogido en un moño. Comenzaba a tener mariposas en el estómago.



Era la primera vez que tenía que enfrentarme a las diferencias entre William y yo. Su mundo contra el mío. Esta noche, colisionarían. Me había preparado para cualquier comentario que Nan pudiera hacer sobre mí. Hasta había hablado con Jimmy para que fuera mi amortiguador y evitara que me acercara a ella. Quería ver a William, incluso hablar con él, pero presentía que sería recibida con muchos ceños fruncidos.



—Hora del espectáculo. Entremeses y bebidas, gente. Ya saben su trabajo. Vamos. —Darla dirigía la función tras bambalinas esta noche. Recogí mi bandeja con los Martini y me dirigí hacia la fila en la puerta. Todos salieron rápido y recorrimos varios caminos a través de la muchedumbre. El mío era un semicírculo en el sentido de las agujas del reloj. A menos que viera a Nan, entonces me giraría contrarreloj y Jimmy iría a favor. Era un buen plan. Sólo esperaba que funcionara.



La primera pareja hacia la que me dirigí ni siquiera se enteró de que existía mientras charlaban y bebían de la bandeja. Eso era fácil. Pasé por otros grupos, donde reconocí algunos hombres y mujeres del campo de golf. Sonreían y asentían cuando me reconocían, pero eso era todo.



A medio camino del salón, mi bandeja estaba vacía y tomé nota mental del punto en que me encontraba. Me apuré a la cocina por más copas, Darla me estaba esperando. Me puso unas cuantas copas de Martini en la bandeja y me ahuyentó.



Regresé a mi sitio, sólo deteniéndome dos veces para permitir que alguien tomara alguna copa de la bandeja. El señor Jenkins me llamó y agitó una mano, saludándome, le devolví la sonrisa. Jugaba dieciocho hoyos cada viernes y sábado. Me impresionaba que un hombre de noventa y tantos años pudiera moverse tan bien. También venía a tomar café y dos huevos escalfados por las mañanas de lunes a viernes.



Mientras me giraba para sonreírle, mis ojos se trabaron con los de William. Había tratado con ahínco de no buscarlo, aun sabiendo que estaba aquí. Era la gran noche de Nan, William no se la perdería. No había razón para hacerlo. Ella era cruel, pero era su hermana. A mí era a quien detestaba, no a él.



Su rostro parecía dolido y la pequeña sonrisa era forzada. Le sonreí de vuelta, intentando no pensar en su extraño saludo. Al menos me había mirado. No sabía qué esperar de él.



El Doctor y la señora Wallace me saludaron y me dijeron que extrañaban verme en los terrenos de golf. Les mentí y les dije que yo también los extrañaba. Entonces, me dirigí hacia la cocina a buscar otra bandeja.



Darla me dio una bandeja con champán.



—Vamos, vamos, deprisa —ladró.



Caminé tan rápido como pude con una bandeja llena de copas de champán. Una vez en el salón, comencé el mismo camino a través de los miembros que estaban concentrados en conversaciones mientras yo sólo era una bandeja con bebida. Esto me gustaba más, no me ponía de nervios.



La risita familiar de Betty captó mi atención y me giré para buscarla. No la había visto antes en la cocina. Asumí que Darla no la había querido trabajando en esta función. O el padre de Woods no había querido.



Betty no iba vestida como nosotros. Llevaba un ceñido vestido negro de chiffon y su largo cabello castaño estaba recogido sobre la coronilla con tirabuzones cayendo por su rostro. Giró la cabeza, atrapando mis ojos y me dio una amplia sonrisa. La observé mientras se apuraba hacia mí. Los altos tacones que llevaba no hicieron que disminuyese la velocidad.



—¿Puedes creerte que estoy aquí como invitada? —preguntó Betty, mirando impresionada a su alrededor y después a mí. Sacudí la cabeza porque no podía—. Cuando anoche vino Jace a mi apartamento, me lo rogó de rodillas y le dije que si me quería, tenía que reclamarme como su novia en público. Accedió y bueno, ya captas la idea. Las cosas se calentaron en mi apartamento. Pero bueno, de todos modos, aquí estoy —dijo con entusiasmo.



Jace había perdido el miedo. Bien por él. Miré por encima del hombro de Betty y vi que Jace nos miraba. Le sonreí y asentí en aprobación. Una sonrisa torcida destelló en sus labios acompañada de un encogimiento de hombros.



—Me alegro de que le haya entrado algo de cordura —repliqué.



Betty me apretó el brazo. —Gracias —susurró.



No tenía nada que agradecerme, pero le sonreí. —Ve, diviértete. Tengo que pasar todo esto antes de que venga tu tía y me pille hablando.



—Está bien, lo haré, aunque ojalá pudieses divertirte conmigo. —Sus ojos echaron un vistazo sobre su hombro. Sabía que estaba mirando a William. Él estaba allí y estaba ignorándome delante de toda esta gente. Lo estaba haciendo por el bien de Nan. ¿Pero eso lo hacía mejor?



Poco a poco me di cuenta. Me había convertido en Bethy.



—Necesito el dinero, así podré tener mi propio lugar —dije con una sonrisa forzada—. Ves a integrarte. —La animé y me fui al siguiente grupo.



Ojos siguiéndome enviaron una sensación de ardor a mi cuello Sabía que William me estaba mirando, no necesitaba girarme y verlo para confirmarlo.Había llegado a la misma conclusión que yo? Lo dudaba, él era un chico. Me había convertido en disponible y fácil, también era la más hipócrita del mundo, ahora me sentía culpable de reprender y compadecerme de Bethy.



La última copa de champán dejó mi bandeja y me acerqué de nuevo a través de la multitud con cuidado de no acercarme ni a William ni a Nan. Ni siquiera les eché un vistazo, seguía teniendo un poco de orgullo. Sólo tuve que parar tres veces para que los clientes pusieran sus copas vacías en mi bandeja mientras me daba prisa en regresar a la seguridad de la cocina.



—Bien, estás de vuelta. Toma esta bandeja. Necesitamos un poco de comida por ahí antes de que todos beban demasiado y tengamos un lío de borrachos pretenciosos en nuestras manos —dijo Darla y me entregó una bandeja de cosas que no reconocí. También olían mal. Arrugué la nariz y mantuve la bandeja alejada de mí. Darla se rio a carcajadas.



—Son caracoles, son repugnantes, pero estas personas piensan que son un manjar. Olvida el olor y vete. —Sentí mi estómago retorcerse. Lo podría haber hecho sin la explicación, caracoles habría sido una descripción suficiente.



Cuando llegué a la entrada del salón de baile, me tranquilicé y traté de no pensar en los caracoles que estaba dando a la gente para comer o en el hecho de que William estaba ahí, actuando como si no me conociera en absoluto. Después de haber pasado las dos últimas noches en su cama.



—¿Estás bien? —preguntó Woods cuando entré en la sala, estaba a mi lado pareciendo preocupado.



—Sí, salvo por el hecho de que estoy dándole a las personas caracoles para comer —contesté. Woods se echó a reír, tomó uno de mi bandeja y se lo metió en la boca.



—Sí, salvo por el hecho de que estoy dándole a las personas caracoles para comer —contesté. Woods se echó a reír, tomó uno de mi bandeja y se lo metió en la boca.

—Deberías probar uno. Son realmente muy buenos. Especialmente empapados en ajo y mantequilla.



Mi estómago se retorció de nuevo y sacudí la cabeza. Woods se rio en voz alta esta vez.



—Siempre haces las cosas más interesantes, Maite —dijo, inclinándose hacia mi oído—. Siento lo de William. Sólo para que conste, si me hubieras elegido no estarías trabajando esta noche. Irías de mi brazo.



Sentí mi rostro ruborizarse. Ya era suficiente saber que era un sucio y pequeño secreto, pero que otros se dieran cuenta era humillante. Sin embargo, quería a William. Mucho. Bueno, obtuve mi deseo.



—Necesito el dinero. Estoy muy cerca de ser capaz de permitirme un lugar propio —informé con total naturalidad.



Woods me dio un gesto enérgico y una simpática sonrisa antes de girarse a saludar a un anciano que pasaba por allí. Tomé ese momento para escapar. Tenía gente que alimentar con caracoles. Jimmy me llamó la atención y me guiñó el ojo para tranquilizarme. Había atendido brillantemente el lado de la sala de William. No había llegado ni siquiera cerca de él. Bethy me sonrió cuando llegué a su grupo. Su sonrisa cayó cuando vio la comida de la bandeja.



—¿Qué es eso? —preguntó con horror.



—No quieres saber —dije causando que Jace y un tipo con el que no estaba familiarizada se rieran.



—Probablemente sea mejor dejar que esto pase de largo —dijo Jace a Bethy mientras colocaba la mano en su cintura y la atraía hacia su lado con afecto.



Le sonrió y eso fue todo el dulce romance que pude tomar. Me apresuré hacia el siguiente grupo. El rizado cabello rojo me era familiar. Me tomó un segundo ubicarla. El veneno malvado que destilaba su sonrisa me recordaba exactamente donde la había visto antes. Ella había estado en la casa de William, tras Woods, la noche de la fiesta de Nan. No había hecho una fan esa noche, gracias a Woods.



—¿No es divertido? —dijo ella, volviendo su atención de la pareja con la que había estado hablando y centrándose en mí—. Supongo que Woods decidió que era más adecuado para ti trabajar para él, que salir con él. —Ella se rio y negó con la cabeza haciendo que sus los rojos rizos rebotaran alrededor—. Lo juro, esto hace mi noche. —Levantó la mano y ladeó mi bandeja.



Los caracoles corrieron por delante de mi camisa, seguidos por la bandeja cayendo ruidosamente en el suelo. Estaba demasiado aturdida como para moverme o hablar.



—Ah y mira que es torpe. Woods debería ser más selectivo acerca de sus empleados —susurró odiosamente.



—¡Oh, dios mío! Maite, ¿estás bien? —La voz de Bethy vino detrás de mí y me sacudió de la sorpresa.



Me las arreglé para deshacerme de los caracoles que todavía se aferraban a mi ropa.



ordenó una voz profunda que reconocí al instante. Mi cabeza se disparó para encontrar a William empujando a la pareja con la que la pelirroja parecía estar riéndose del lío en el que estaba. Estaba enojado. No había duda de eso. William me agarró por la cintura y estudió mi rostro un momento. No estaba segura de por qué.



—¿Estás bien? —preguntó en voz baja.



Asentí con la cabeza, sin saber todavía cómo reaccionar. Las venas de su cuello comenzaron nuevamente a pulsar contra su piel mientras tragaba saliva. Apenas giró la cabeza para colocar sus ojos en la pelirroja.



—No te acerques ni a mí ni a ella de nuevo. ¿Entendido? —dijo con una calma mortal.



Los ojos de la pelirroja se agrandaron. —¿Tú estás enojado conmigo? Ella es la torpe, se arrojó la bandeja a sí misma.



Las manos de William apretaron con fuerza mis caderas.



—Si pronuncias una palabra más, voy a retirar todas mis contribuciones a este club hasta que seas escoltada fuera. Permanentemente.



La chica se quedó sin aliento.



—Pero yo soy amiga de Nan, William. Su amiga más antigua, no puedes hacerme eso a mí, especialmente por el personal contratado. —Fue un puchero infantil y una voz extraña viniendo de una mujer de veintiún años.



—Pruébame —respondió. Me miró de nuevo—. Tú vienes conmigo.



No tuve tiempo de responder antes de que girara la cabeza para mirar por encima de mi hombro.



—La tengo, Bethy. Está bien. Vuelve con Jace. —William deslizó su mano alrededor de mi cintura—. Cuidado con los caracoles, son resbaladizos.



Dos de los ayudantes se apresuraron a la sala, con suministros para limpiar el desorden. La música no había cesado, pero el lugar se había quedado en silencio. Poco a poco, la gente comenzó a hablar de nuevo. Mantuve mis ojos en la puerta, esperando poder salir del salón de baile y deshacerme de los brazos de William.



Si todos los de allí no sabían que estábamos teniendo sexo, ahora lo sabrían. William acababa de demostrarles a todos que se preocupaba por mí hasta cierto punto, pero no quería exactamente caminar conmigo de su brazo. Mi pecho dolía, necesitaba tener espacio. Hubo un tiempo en el que aprendí a recluirme en mi pequeño mundo en el que confiaba en mí y sólo en mí. Nadie más. Una vez que estuvimos fuera del salón de baile y lejos de miradas curiosas, me liberé de William y puse algo de distancia entre nosotros. Crucé los brazos sobre el pecho y me quedé mirándome los pies. No estaba segura de si mirarlo era una buena idea. No había tenido tiempo para disfrutar de lo guapo que se veía en un esmoquin negro.Había estado esforzándome al máximo para no mirarlo. Ahora que estaba aquí mismo, delante de mí, vestido como iba, mientras yo iba vestida de camarera, cubierta de aceite de caracol, la enorme diferencia entre nuestros mundos era evidente.



—Maite, lo siento. No esperaba que algo así sucediera. Ni siquiera sabía que ella tenía problemas contigo. Voy a hablar con Nan acerca de esto, tengo la sensación de que tiene algo que ver con esto.



—La pelirroja me odia por el interés de Woods en mí. Nan no tiene nada que ver con esto y tú tampoco.)

William no respondió de inmediato. Me preguntaba si sólo debiera girarme y caminar de regreso a la cocina.



—¿Woods sigue molestándote?



¿En serio estaba preguntándome eso? Yo estaba allí de pie, cubierta de caracoles con mantequilla, ¿y estaba preguntándome si otro chico estaba coqueteando conmigo? Ni siquiera sabía si todavía tenía un trabajo. Eso fue todo. Había tenido suficiente. Me di la vuelta y me dirigí a la cocina. William no me dejó llegar muy lejos. Su mano salió disparada y agarró mi brazo.



—Maite, espera, lo siento. No debería haber preguntado eso. Ese no es el problema ahora mismo. Quería asegurarme de que estabas bien y ayudarte a limpiarte. —Su voz fue quebrándose en la última parte.



Suspiré, me di la vuelta y esta vez lo miré a los ojos.



—Estoy bien. Tengo que ir a la cocina y ver si aún tengo trabajo. Me habían advertido esta mañana que algo así podría suceder por Woods y que sería culpa mía. Así que, ahora mismo tengo problemas más grandes que tu repentina necesidad de ser posesivo conmigo. Lo cual es ridículo, ya que estabas haciendo lo mejor que podías para ignorarme hasta que ocurrió este incidente. O me conoces o no, William.Elige. —El dolor en mi voz no había sido fácil de enmascarar. Tiré de mi brazo, liberándolo de su mano y me dirigí hacia la cocina.



—Tú estabas trabajando. ¿Qué querías que hiciera? —gritó y me detuve—. Reconociéndote le había dado una razón a Nan para atacarte. Estaba protegiéndote.



El hecho de que llegara a admitir eso decía mucho. Nan iba primero. Estaba ignorándome y así manteniendo feliz a Nan. Por supuesto, lo había esperado. Yo sólo era la cita de sexo. Nan era la hermana. Él hizo bien en elegirla por encima de mí. ¿Cómo podía verme como algo más cuando había caído tan fácilmente en su cama?



—Tienes razón, William. Tú ignorándome mantendrá a Nan lejos de atacarme. Yo sólo soy la chica que te follaste las últimas dos noches. A fin de cuentas, no soy tan especial. Soy una de tantas.



No esperé a que dijera más. Corrí por las puertas de la cocina chocando contra ellas antes de que las lágrimas en mis ojos se liberaran.
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Mensaje por tamalevyrroni Jue Nov 19, 2015 1:18 pm

22

—Whoa, chica —dijo Jimmy sosteniendo sus brazos para agarrarme cuando llegué disparada a la cocina.



Un hipo escapó y trague el sollozo que le siguió.



—Eso fue brutal allí, pero podría haber sido peor. Al menos William fue al rescate. —Jimmy me dio unas palmaditas en la espalda y me abrazó.



No quería que Jimmy supiera lo increíblemente barata que yo era. No podía decirle que estas lágrimas eran porque me había convertido en un sucio pequeño secreto de un chico rico. No porque alguna perra hubiese tirado comida por todo mi cuerpo delante de una sala llena de gente.



—¡Vuelve ahí Jim!. Necesitamos más ayudantes. Voy a hablar con Maite —dijo Woods cuando entró en la cocina.



Jimmy me abrazó fuerte una vez más y luego frunció el ceño a Woods antes de tomar su bandeja y dirigirse a la puerta. —Se bueno con mi chica —dijo Jimmy al pasar a Woods.



Woods no dijo nada. En su lugar, me estudió. Pensé que esto era. El gran momento de "es tu culpa así que puedes irte ahora".



—Voy por la molestia de advertirte acerca de Nan y ni siquiera es culpa de William que la perra celosa te atacara —gruñó Woods y sacudió la cabeza con disgusto. —Lo siento, Maite. Esto es todo sobre mí. No me esperaba eso de ella. Ella es la ex novia loca de la que parece no puede librarme.



¿No me estaba despidiendo? Me apoyé en el mostrador detrás de mí para tomar una respiración profunda.



—Debido al drama, no quiero que vuelvas allí. Puedes quedarte aquí y ayudar a preparar las bandejas sin embargo. Me aseguraré de que hagas la misma cantidad de dinero que habrías hecho por allí.



—Gracias. Pero, ¿puedo cambiarme? —Le pregunté, necesitando sacarme el caracol de encima.



Woods, sonrió: —Sí. Ve a coger uno de los uniformes de carrito en la oficina. Tenemos todos nuestros uniformes adicionales en uso esta noche.

Me apartó del mostrador y me dirijo a la puerta.

—Tómate tu tiempo. Estamos bien aquí si necesitas un descanso —llamó Woods cuando salí de la cocina.



William y Nan estaban en el pasillo, en lo que parecía una fuerte discusión cuando salí. Nan disparó su mirada gélida hacia mí. Pude ver la frustración en la expresión de William. Solo le estaba causando dolor. No me importaba ver esto. Ellos podrían tener su pelea de familia y superarlo.Después de esta noche, tendría suficiente dinero para mudarme. Mañana encontraría un lugar para dormir porque con William sería imposible. Di media vuelta y abrí la puerta que conducía fuera.



—Maite, espera —Llamó William.



—Deja que se vaya, William —exigió Nan.



—No puedo —respondió.



La puerta se cerró detrás de mí y traté de apartar lo que había oído. No tenía necesidad de pensar o siquiera considerar que William lucharía por mí.



La puerta se abrió y William salió corriendo de la misma. —Maite, por favor espera. Habla conmigo —suplicó.



Me detuve y lo observé mientras corría a pararse frente a mí. No tenía nada que decirle. Lo había dicho todo.



—Lo siento. Pero te equivocas, no te ignore allí. Pregúntale a cualquiera. Mis ojos nunca te dejaron. Si había alguna duda en la mente de nadie de lo que sentía por ti, el hecho de que no pudiera apartar la mirada de ti mientras caminabas alrededor de esa habitación debería haberlas disipado.



Hizo una pausa y se pasó la mano por el pelo y murmuró una maldición.



—Entonces vi la mirada en tu rostro cuando viste a Bethy con Jace. Algo dentro de mí se desgarró. No sabía lo que estabas pensando, pero sabía que te estabas dando cuenta de lo erróneo de esta noche. Nunca deberías de haber estado allí sirviendo a todos. Debías de haber estado a mi lado. Te quería a mi lado. Estaba tan malditamente tenso esperando a que alguien hiciera un movimiento en falso hacia ti que me olvidé de respirar la mayor parte del tiempo.

William extendió la mano y pasó un dedo por mi puño cerrado.



—Si me puedes perdonar, prometo que esto nunca volverá a suceder. Amo a Nan. Pero estoy cansado de complacerla. Ella es mi hermana y tiene algunos problemas que necesita resolver. Le he dicho que voy a hablar contigo acerca de todo. Hay algunas cosas que necesitas saber. —Cerró los ojos y respiró profundo. —Estoy lidiando con el hecho de que puedes alejarte de mí una vez lo conozcas y nunca mirar a atrás. Eso me asusta como el infierno. No sé qué es esto que está pasando entre nosotros, pero desde el momento en que puse mis ojos en ti supe que ibas a cambiar mi mundo. Estaba aterrorizado. Cuanto más te miraba, más te acercabas. No parecía acercarme lo suficiente.



Estaba dispuesto a abrirse a mí y dejarme entrar. No estaba simplemente usándome. No era una chica más con la que se había equivocado y arrojado a un lado. Estaba dispuesto a dejarme entrar en su mundo de secretos. Quería mantenerme. Mi corazón se rindió. Me había contenido y luchado con él para que no sucediera. Aún así, había logrado poseerlo. Verlo vulnerable era la cereza del pastel. No podía contenerme más.



Había caído demasiado lejos. Estaba enamorada de William Finlay.



—Está bien —le dije. No había nada más que decir. Él me tenía.



William frunció el ceño. —¿Está bien?



Asentí con la cabeza. —Está bien. Si realmente quieres mantenerme tan desesperadamente que estás dispuesto a abrirte a mí, entonces está bien. —No le diría que lo amaba. Era demasiado pronto. Podría pensar que era porque era muy joven. Eso era algo que mantendría cerca de mi pecho hasta que supiera que era el momento. Tal vez era porque era muy joven. Sentí que daba lo mismo



Una pequeña sonrisa tiró de sus labios. —¿Te enseñó mi alma y lo único que consigo es un ``está bien``? — preguntó.



Me encojo de hombros: —Has dicho todo lo que necesitaba oír. Ahora estoy enganchada. Me tienes. ¿Qué vas a hacer conmigo?



William dejó escapar una risa sexy baja y me acercó a él. —Estoy pensando que sexo en el hoyo dieciséis en el lago estaría bien.



Incliné mi cabeza como si estuviera pensando en ello. —Hmmm... el problema es que tengo que cambiarme e ir a trabajar en la cocina, el resto de la noche.



William dejó escapar un profundo suspiro. —Mier*da.



Le di un beso en la mandíbula. —Tienes una hermana a quien acompañar —le recordé.



Los brazos de William se apretaron a mí alrededor. —Todo en lo que puedo pensar es estar dentro de ti. Tenerte apretada contra mí y oírte haciendo esos pequeños gemidos sexys.



Oh. Dios. Mi ritmo cardiaco se aceleró ante la idea.



Si pudiera alejarme de ti fácilmente te llevaría a esa oficina y te presionaría contra la pared y me enterraría profundamente dentro de ti.Pero no puedo tener un rapidito contigo.Eres demasiado adictiva.Su descripción hizo que respirara con dificultad y me aferrara a sus hombros. —Cámbiate. Estaré aquí, así no estoy tentado. Entonces te voy a acompañar de regreso a la cocina —dijo William mientras lentamente me soltaba.



Necesitaba un momento para recuperar el control antes de soltar sus brazos. Entonces me volví y corrí a la oficina.



***



No vi a William después que lo deje en la puerta de la cocina con un beso rápido. La noche había sido interminable y estaba agotada. Preparar la comida era más difícil de lo que parecía. Después de que el lugar se había vaciado y desocupado habíamos quedado justo con la tarea de la limpieza.



Tres horas más tarde eran casi las cuatro de la mañana. Casi caminé a trompicones en la oscuridad de la madrugada y me dirigí a mi camioneta. Una parte de mí esperaba que William estuviese esperando por mí, pero para eso habría tenido que dormir en el coche lo que hubiera sido ridículo.



Conduje mi camioneta y me dirigí a su casa. No tengo que ir a trabajar hoy para que pueda dormir. Tampoco tendría que encontrar ese apartamento por más tiempo. Tan pronto como entré en el camino de entrada miré hacia arriba para ver que las luces seguían encendidas en la habitación de William. La parte superior de la casa estaba toda iluminada en comparación con la oscuridad en el resto de la misma.



La puerta principal estaba abierta, así que entre en la casa y cerré la puerta detrás de mí. Me pregunto si William seguía despierto esperando por mí o si se había dormido con las luces encendidas. ¿Voy a mi cuarto o al suyo?



Me dirigí escaleras arriba y me encontré a William sentado en el suelo apoyado contra la puerta mirándome directamente. ¿Qué estaba haciendo?



Cuando sus ojos se encontraron con los míos se puso de pie y caminó hacia mí. Lo encontré a mitad de camino. Parecía desesperado. No podía entender por qué. —Te necesito en el piso de arriba. Ahora —dijo en una apretada voz frenética.



Mi corazón se aceleró. ¿Había alguien herido? ¿Estaba bien?



Corrí detrás de él. Cerró la puerta con llave. Nunca la cerraba. Luego, sus manos estaban sobre mí antes de que incluso hubiera subido las escaleras.



Era como si un hombre salvaje estuviera tomando el control. William pasó las manos por mis caderas y por sobre mi trasero y después las subió otra vez. Agarró mi camisa y la arrancó. Oí estallarse un botón e hice una mueca. Esa era la camisa del uniforme. Empecé a preguntarle qué le pasaba, pero su boca cubrió la mía y su lengua estaba dentro. Sus manos encontraron el broche en mis pantalones cortos y comenzó a abrirlos mientras los empujaba hacia abajo. Los hambrientos pequeños gruñidos que estaba haciendo estaban causando que mi cuerpo reaccionara. Sentí la humedad entre mis piernas y el inicio del palpitar ansioso.



William me empujó de nuevo en la escalera y tiró de mis zapatos y tiró de mis pantalones y bragas y luego agarró mis dos rodillas y las empujó para separarlas. No tuve tiempo para procesar antes de que su boca estuviera sobre mí lamiendo mis pliegues y deslizándose dentro de mí. Mi carne tierna por el sexo salvaje que había tenido la noche anterior estaba extremadamente sensible a cada caricia de su lengua. Empecé a gritar su nombre. Apoyándose en los codos, miré cuando comenzó a llover besos a lo largo de mis muslos y luego enterró su cara entre mis piernas de nuevo para enviarme jadeando y pidiendo más.



—Mío. Esto es mío —grito como un poseso mientras tiraba hacia atrás para mirarme. Pasó los dedos por el centro y luego corto suavemente su mirada con la mía —Mío. Este dulce co*ño es mío, Maite.



Estaba dispuesta a aceptar cualquier cosa si me hacía correrme. Aunque primero lo quería dentro de mí.



—Dime que es mío —exigió.Asentí con la cabeza y deslizó un dedo en mi interior provocando que otro gemido se me escapara. —Dime que es mío —repitió.



—Es tuyo, ahora por favor William, follame.



Sus ojos se agrandaron y se puso de pie y empujó hacia abajo los pantalones de pijama que llevaba. Su erección se destacó con orgullo.



—Sin preservativo esta noche. Lo sacaré. Sólo tengo que sentirte por completo —dijo mientras empujaba mis rodillas y se dejaba caer hasta que estuvo en mi entrada. No choco contra mí como esperaba. Descendió lentamente.



—¿Te duele? —Preguntó mientras se movía.



Me dolía un poco, pero no iba a admitir eso. Lo quería sin control. —Se siente bien —le aseguré.



Se mordió el labio inferior y disminuyó lentamente hacia fuera. —Estas escaleras son demasiado duras para ti. Ven aquí. —Se inclinó y me recogió en sus brazos, comenzando a subir las escaleras. Nunca había sido llevada por un hombre antes y tengo que decir que fue una experiencia excelente. El pecho desnudo de William sosteniéndome fue increíble.



—¿Harías algo por mí? —Preguntó inclinando la cabeza hacia abajo para presionar pequeños besos en mi nariz y párpados.



—Sí —contesté.



Se detuvo junto a la cama y lentamente me dejó hasta que mis pies tocaron el suelo. —Inclínate hacia delante y pon tu pecho plano en la cama. Pon tus manos sobre tu cabeza y deja tu cu*lo al aire.



Um... bien. No le pregunté por qué, porque me había dado cuenta de eso. Manteniendo los pies en el suelo, me incliné hacia delante y me puse en la cama como él pidió.



Su mano pasó por encima de mi trasero y él hizo un sonido de satisfacción en su garganta. —Tienes el cu*lo más perfecto que he visto —dijo en un tono reverente.



Sus dos manos encontraron mis caderas y lentamente entró en mí tirando de nuevo mientras se deslizaba en mi interior. Era más profundo de esta manera. —¡William! —Grité mientras el dolor leve me golpeaba por la profundidad en la que estaba.



—Mier*da, estoy profundamente —se quejó.



Luego sacó lentamente sus caderas y comenzó ese movimiento familiar. Agarre las sábanas mientras mi cuerpo empezaba a subir hacia su punto culminante. Sabía lo que se avecinaba y mis piernas empezaron a temblar por el placer que comenzaba a construirse dentro de mí.



Una de las manos de William se deslizó hacia abajo hasta que toco mi clítoris hinchado y comenzó a frotar su pulgar sobre él. —Dios, estás empapada —jadeó.



Mis piernas se pusieron rígidas cuando el orgasmo se apoderó de mí y luego empecé a sacudirme incapaz de hacer frente a la sensación de William todavía rozándome. Era tanto placer que dolía. Antes de que pudiera pedir misericordia, sus manos agarraron mi cintura y tiró de mí rápidamente.



—GAAAAH —gritó mientras me desplomaba sobre la cama sabiendo sin mirar que lo había sacado antes de correrse.—Maldita sea nena, si supieras cuan jodidamente increíble se ve tu cu*lo en este momento —dijo en una voz sin aliento.



Volví la cabeza hacia un lado incapaz de levantarla y lo mire. —¿Por qué?



Una risa baja retumbó en su pecho. —Digamos que tengo que limpiarte.



La comprensión me golpeo y la calidez en mi trasero que no había notado antes de pronto me llamó la atención. Una risita se me escapó y enterré mi cara en mis manos.



Yací allí escuchando mientras corría el agua y luego regresó a mí. El calor de la toalla mientras me limpiaba de su semen fue agradable y poco a poco empecé a caer dormida. Estaba agotada. Me pregunté si alguna vez despertaría.
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Mensaje por tamalevyrroni Jue Nov 19, 2015 1:20 pm

23

Estaba sola. Me tapé los ojos contra el sol de la mañana y miré alrededor de la habitación. William no estaba aquí. Eso fue sorprendente. Me senté y miré el reloj. Eran más de las diez. No me extrañaba que no estuviera aquí. Había dormido toda la mañana. Hoy hablaríamos. Iba a dejarme entrar. Anoche habíamos tenido sexo increíble. Necesitaba palabras ahora.



Me levanté y encontré mis pantalones cortos tirados en el extremo de la cama. William debió haberlo traído arriba porque recuerdo dejarlos en la escalera anoche. Me los puse y luego busqué alrededor por mi camisa. Una de las camisetas de William fue doblada al lado de mis pantalones cortos, así que me lo puse y me dirigí hacia las escaleras. Estaba lista para ver William.



Las puertas en el lado de la sala familiar estaban abiertas. Me quedé helada. ¿Qué significaba eso? Ellas estaban siempre cerradas. Entonces oí voces. Caminé hacia el segundo tramo de escaleras y escuché. La voz familiar de mi padre me llevó por las escaleras de la sala de estar. Él estaba en casa.



Di el primer paso y me detuve. ¿Podría enfrentarme a él? ¿Me pediría que me vaya? ¿Sabría que había dormido con William? ¿Nan tendría su madre odiándome también? No había tenido tiempo para trabajar a través de todo esto.



Mi padre dijo mi nombre y yo sabía que tenía que ir allí y hacer frente a esto. Fuera lo que fuera. Me esforcé por cada paso. Lo hice a través del vestíbulo y me detuve una vez que los oí con claridad. Necesitaba saber en lo que me estaba metiendo.



-No puedo creerlo, William. ¿En qué estabas pensando? ¿Sabes quién es? ¿Lo que significa ella para esta familia? -Estaba hablando su madre. Nunca la había conocido, pero lo sabía.



-No puedes hacerla responsable. Ella ni siquiera había nacido todavía. No tienes ni idea de todo lo que ha pasado. Lo que él la ha hecho pasar. -William estaba enojado.



Comencé a caminar hacia la puerta, pero me detuve. Espera. ¿Qué significo para esta familia? ¿De qué estaba ella hablando?



-No vayas por allí todo arrogante y soberbio. Fuiste tú el que fue y lo encontraste para mí. Así que todo lo que él la hizo pasar - espetó:- Tú lo empezaste. ¿Después vas y duermes con ella? Realmente William. Dios mío, ¿qué estabas pensando? Eres igual que tu padre.



Extendí la mano para agarrar el marco de la puerta de apoyo. No sabía lo que se avecinaba, pero mi respiración se estaba volviendo poco profunda. Podía sentir el pánico creciente en mi pecho.



-Recuerda quién es dueño de esta casa, madre-, fue la clara advertencia de William.



Su madre soltó una carcajada ruidosa. -¿Puedes creer esto? Se está volviendo en mi contra por una chica que acaba de conocer. Abe tienes que hacer algo.



Se hizo el silencio. Entonces mi padre se aclaró la garganta. -Es su casa, Georgie. No puedo obligarle a hacer nada. Debería haber esperado esto. Ella es tan parecida a su madre.



-¿Qué se supone que significa eso?- rugió la mujer.



Mi padre suspiró. -Ya hemos pasado por esto antes. La razón por la que te dejé por ella era porque tenía este proyectar en ella. Me parecía que no podía dejarla ir...



-Ya lo sé. No quiero volver a oírlo. La querías tan condenadamente mal que me dejaste embarazada con un montón de invitaciones de boda para anular.



-Cariño, cálmate. Te quiero. Sólo estaba explicando que Maite tiene el carisma de su madre. Es imposible no sentirse atraído por ella. Y ella es tan ciega como su madre. No puede evitarlo.



-ARGH! ¿Nunca me dejará en paz esa mujer? ¿Ella siempre arruinará mi vida? Se ha ido por el amor de Dios. Tengo al hombre que amo de nuevo y nuestra hija tiene finalmente a su padre y ahora esto. Vienes y duermes con esta, ¡esta chica!



Mi cuerpo estaba entumecido. No me podía mover. No podía tomar un respiro profundo. Todavía estaba soñando. Eso era todo. No había despertado todavía. Cerré los ojos con fuerza obligándome a despertar de este sueño enfermo y retorcido.



-Una palabra más contra ella y tendré que dejarte.- El tono de William era frío y duro.



-Georgie, cariño, por favor, cálmate. Maite es una buena chica. Su estancia aquí no es el fin del mundo. Ella necesita un lugar donde quedarse. Ya te lo expliqué. Sé que odias a Rebecca, pero ella era tu mejor amiga. Ambas habían sido amigas desde que eran niñas. Hasta que llegué y arruiné todo lo que ustedes, que eran como hermanas. Esta es su hija. Ten un poco de compasión.



No. NO. No. No. No. No acabo de oír eso. Esto no es real. Mi madre nunca había separado la boda de alguien. Nunca hubiera dejado a mi padre abandonar a una mujer que estaba embarazada de su hijo. Mi madre era una mujer compasiva, dulce. Ella nunca, nunca dejaría que eso suceda. No podía estar aquí y escucharlos hablar de ella de esa manera. Lo tenían todo mal. No la conocían. Mi padre había estado fuera tanto tiempo que había olvidado lo que realmente sucedió.



Solté el agarre de muerte que tenía en el marco de la puerta y me dirigí a la habitación donde estaban deshonrando el nombre de mi madre.



-¡NO! Todos ustedes cierren la boca - grité. La sala quedó en silencio. Encontré a mi padre y estabilicé mi mirada enojada sobre él. No había nadie más por aquí que importaba en estos momentos. No la mujer que escupió mentiras sobre mi madre o el hombre que amaba. Al que había dado mi cuerpo. El que me había estado mintiendo.



-Maite-, la voz de William sonó lejos. Tendí la mano para detenerlo. No lo quería cerca de mí.



-Tú-, señalé con mi dedo a mi padre. -Sólo estás dejándolos mentir sobre mi madre-, grité. No me importaba si parecía una lunática. Odiaba a todos en estos momentos.



-Maite déjame explicarte…



-¡Cállate!- rugí. -Mi hermana, mi otra mitad, murió. Ella murió, papá. En un coche de camino a la tienda contigo. Era como si mi alma hubiera sido tomada de mí y partida en dos. Perderla fue insoportable. Vi a mi madre lamentarse, llorar y afligirse, y entonces vi a mi padre caminar lejos. Para no volver jamás. Mientras su hija y su esposa estaban tratando de recoger los pedazos de su mundo sin Valerie en ella. Entonces mi madre se enferma. Te llamo pero no contestas. Por lo tanto, tengo un trabajo extra después de la escuela y me pongo a hacer los pagos para la atención médica de mamá. No hago más que cuidar a mi madre, e ir a la escuela. Excepto mi último año, ella se pone tan enferma que tengo que abandonar los estudios. Toma mi GED y acábalo. Porque tenía a la única persona en el planeta que me amaba muriendo mientras estaba sentada y miraba sin poder hacer nada. Sostuve su mano mientras ella tomó su último aliento. Organicé su funeral. Los vi bajarla al suelo. Nunca llamaste. Ni una sola vez. Luego tuve que vender la casa que abuela nos dejó y todo de valor en ella sólo para pagar las facturas médicas. -Me detuve y tomé un ruidoso y jadeante respiro, un sollozo se me escapó.



Dos brazos me rodearon y grité, lanzando mis brazos y alejándome.Estaba sola. Me tapé los ojos contra el sol de la mañana y miré alrededor de la habitación. William no estaba aquí. Eso fue sorprendente. Me senté y miré el reloj. Eran más de las diez. No me extrañaba que no estuviera aquí. Había dormido toda la mañana. Hoy hablaríamos. Iba a dejarme entrar. Anoche habíamos tenido sexo increíble. Necesitaba palabras ahora.



Me levanté y encontré mis pantalones cortos tirados en el extremo de la cama. William debió haberlo traído arriba porque recuerdo dejarlos en la escalera anoche. Me los puse y luego busqué alrededor por mi camisa. Una de las camisetas de William fue doblada al lado de mis pantalones cortos, así que me lo puse y me dirigí hacia las escaleras. Estaba lista para ver William.



Las puertas en el lado de la sala familiar estaban abiertas. Me quedé helada. ¿Qué significaba eso? Ellas estaban siempre cerradas. Entonces oí voces. Caminé hacia el segundo tramo de escaleras y escuché. La voz familiar de mi padre me llevó por las escaleras de la sala de estar. Él estaba en casa.



Di el primer paso y me detuve. ¿Podría enfrentarme a él? ¿Me pediría que me vaya? ¿Sabría que había dormido con William? ¿Nan tendría su madre odiándome también? No había tenido tiempo para trabajar a través de todo esto.



Mi padre dijo mi nombre y yo sabía que tenía que ir allí y hacer frente a esto. Fuera lo que fuera. Me esforcé por cada paso. Lo hice a través del vestíbulo y me detuve una vez que los oí con claridad. Necesitaba saber en lo que me estaba metiendo.



-No puedo creerlo, William. ¿En qué estabas pensando? ¿Sabes quién es? ¿Lo que significa ella para esta familia? -Estaba hablando su madre. Nunca la había conocido, pero lo sabía.



-No puedes hacerla responsable. Ella ni siquiera había nacido todavía. No tienes ni idea de todo lo que ha pasado. Lo que él la ha hecho pasar. -William estaba enojado.



Comencé a caminar hacia la puerta, pero me detuve. Espera. ¿Qué significo para esta familia? ¿De qué estaba ella hablando?



-No vayas por allí todo arrogante y soberbio. Fuiste tú el que fue y lo encontraste para mí. Así que todo lo que él la hizo pasar - espetó:- Tú lo empezaste. ¿Después vas y duermes con ella? Realmente William. Dios mío, ¿qué estabas pensando? Eres igual que tu padre.



Extendí la mano para agarrar el marco de la puerta de apoyo. No sabía lo que se avecinaba, pero mi respiración se estaba volviendo poco profunda. Podía sentir el pánico creciente en mi pecho.



-Recuerda quién es dueño de esta casa, madre-, fue la clara advertencia de William.



Su madre soltó una carcajada ruidosa. -¿Puedes creer esto? Se está volviendo en mi contra por una chica que acaba de conocer. Abe tienes que hacer algo.



Se hizo el silencio. Entonces mi padre se aclaró la garganta. -Es su casa, Georgie. No puedo obligarle a hacer nada. Debería haber esperado esto. Ella es tan parecida a su madre.



-¿Qué se supone que significa eso?- rugió la mujer.



Mi padre suspiró. -Ya hemos pasado por esto antes. La razón por la que te dejé por ella era porque tenía este proyectar en ella. Me parecía que no podía dejarla ir...



-Ya lo sé. No quiero volver a oírlo. La querías tan condenadamente mal que me dejaste embarazada con un montón de invitaciones de boda para anular.



-Cariño, cálmate. Te quiero. Sólo estaba explicando que Maite tiene el carisma de su madre. Es imposible no sentirse atraído por ella. Y ella es tan ciega como su madre. No puede evitarlo.



-ARGH! ¿Nunca me dejará en paz esa mujer? ¿Ella siempre arruinará mi vida? Se ha ido por el amor de Dios. Tengo al hombre que amo de nuevo y nuestra hija tiene finalmente a su padre y ahora esto. Vienes y duermes con esta, ¡esta chica!



Mi cuerpo estaba entumecido. No me podía mover. No podía tomar un respiro profundo. Todavía estaba soñando. Eso era todo. No había despertado todavía. Cerré los ojos con fuerza obligándome a despertar de este sueño enfermo y retorcido.



-Una palabra más contra ella y tendré que dejarte.- El tono de William era frío y duro.



-Georgie, cariño, por favor, cálmate. Maite es una buena chica. Su estancia aquí no es el fin del mundo. Ella necesita un lugar donde quedarse. Ya te lo expliqué. Sé que odias a Rebecca, pero ella era tu mejor amiga. Ambas habían sido amigas desde que eran niñas. Hasta que llegué y arruiné todo lo que ustedes, que eran como hermanas. Esta es su hija. Ten un poco de compasión.



No. NO. No. No. No. No acabo de oír eso. Esto no es real. Mi madre nunca había separado la boda de alguien. Nunca hubiera dejado a mi padre abandonar a una mujer que estaba embarazada de su hijo. Mi madre era una mujer compasiva, dulce. Ella nunca, nunca dejaría que eso suceda. No podía estar aquí y escucharlos hablar de ella de esa manera. Lo tenían todo mal. No la conocían. Mi padre había estado fuera tanto tiempo que había olvidado lo que realmente sucedió.



Solté el agarre de muerte que tenía en el marco de la puerta y me dirigí a la habitación donde estaban deshonrando el nombre de mi madre.



-¡NO! Todos ustedes cierren la boca - grité. La sala quedó en silencio. Encontré a mi padre y estabilicé mi mirada enojada sobre él. No había nadie más por aquí que importaba en estos momentos. No la mujer que escupió mentiras sobre mi madre o el hombre que amaba. Al que había dado mi cuerpo. El que me había estado mintiendo.



-Maite-, la voz de William sonó lejos. Tendí la mano para detenerlo. No lo quería cerca de mí.



-Tú-, señalé con mi dedo a mi padre. -Sólo estás dejándolos mentir sobre mi madre-, grité. No me importaba si parecía una lunática. Odiaba a todos en estos momentos.



-Maite déjame explicarte…



-¡Cállate!- rugí. -Mi hermana, mi otra mitad, murió. Ella murió, papá. En un coche de camino a la tienda contigo. Era como si mi alma hubiera sido tomada de mí y partida en dos. Perderla fue insoportable. Vi a mi madre lamentarse, llorar y afligirse, y entonces vi a mi padre caminar lejos. Para no volver jamás. Mientras su hija y su esposa estaban tratando de recoger los pedazos de su mundo sin Valerie en ella. Entonces mi madre se enferma. Te llamo pero no contestas. Por lo tanto, tengo un trabajo extra después de la escuela y me pongo a hacer los pagos para la atención médica de mamá. No hago más que cuidar a mi madre, e ir a la escuela. Excepto mi último año, ella se pone tan enferma que tengo que abandonar los estudios. Toma mi GED y acábalo. Porque tenía a la única persona en el planeta que me amaba muriendo mientras estaba sentada y miraba sin poder hacer nada. Sostuve su mano mientras ella tomó su último aliento. Organicé su funeral. Los vi bajarla al suelo. Nunca llamaste. Ni una sola vez. Luego tuve que vender la casa que abuela nos dejó y todo de valor en ella sólo para pagar las facturas médicas. -Me detuve y tomé un ruidoso y jadeante respiro, un sollozo se me escapó.



Dos brazos me rodearon y grité, lanzando mis brazos y alejándome.

-¡No me toques!- No quería que me tocara. Me había mentido. Él lo sabía y me había mentido.-Ahora estoy siendo forzada a oírte hablar de mi madre, que era una santa. ¿Me oyes? ¡Ella era una santa! Todos ustedes son unos mentirosos. Si alguien es culpable de esta Oops! que oigo saliendo de tu boca es ese hombre.-Señalé a mi padre. No podía llamarlo así. No ahora.-Él es el mentiroso. No vale la tierra bajo mis pies. Si Nan es su hija. Si estabas embarazada... - Abrí los ojos a la mujer que aún no había visto y las palabras se congelaron en mis labios. La recordaba. Me tambaleé hacia atrás y sacudí la cabeza. No. Eso no era lo que parecía.



-¿Quién eres tú?- pregunté mientras los recuerdos de aquel rostro poco a poco volvían a mí.



-Ten cuidado cómo responder eso-, dijo la voz apretada de William detrás de mí. Todavía estaba cerca de mí.



Sus ojos se movieron de mí a mi padre y luego a mí.



-¿Sabes quién soy Maite? Nos hemos visto antes.



-Vino a mi casa. Usted... usted hizo llorar a mi madre.



La mujer rodó los ojos.-Última advertencia, madre- dijo William.



-Nan quería conocer a su padre. Así que la llevé a él. Llegó a ver a su pequeña y agradable familia con bonitas gemelas rubias que amaba y una mujer igualmente perfecta. Estaba cansada de tener que decirle a mi hija que no tenía padre. Ella sabía que lo tenía. Así que le mostré exactamente lo que él había elegido en lugar de ella. Ella no preguntó por él hasta mucho más tarde.



La niña de mi edad que había estado sosteniendo la mano de su madre fuertemente y estudiándome mientras estaba en la puerta. Había sido Nan. Mi estómago se revolvió. ¿Qué había hecho mi padre?



-Maite por favor mírame.- La voz desesperada de William llegó detrás de mí, pero no podía reconocerlo. Él sabía todo esto. Este había sido el gran secreto de Nan. Lo había protegido por ella. ¿No vió que este era mi secreto también? Él era mi padre y yo no sabía nada. Las palabras de Woods sonaron en mi cabeza. Si él tiene que elegir entre tú y Nan él elegirá Nan.



Supe entonces que William había elegido a Nan. Todo el mundo en este pueblo conocía el secreto excepto yo. Todos sabían quién era yo, pero yo no lo hacía.



-Estuve comprometido con Georgianna. Ella estaba embarazada de Nan. Su madre vino a visitarla. Ella era como nadie que hubiese conocido. Era adictiva. No fui capaz de mantenerme alejado de ella. Georgianna todavía estaba sujetando sobre Dean y William seguía visitando a su padre todos los fines de semana. Esperaba que Georgie dejara ir a Dean el momento en que decidiera que quería una familia. Ni siquiera estaba seguro de que Nan era mía. Tu madre era inocente y divertida. Ella no estaba con rockeros y me hacía reír. La perseguí y ella me ignoró. Entonces mentí. Le dije que Georgie estaba embarazada de otro de los hijos de Dean. Sintió lástima por mí. De alguna manera la convencí de huir conmigo. Tirar la amistad que había tenido toda su vida.



Apreté mis manos sobre mis oídos para bloquear las palabras de mi padre. No podía escuchar esto. Era todo mentira. Este mundo enfermo en el que vivían era para mí. Quería ir a casa. Regresar a Alabama. Volver a lo que entendía. Donde las estrellas de rock y el dinero no fueran un problema.



-Detente. No quiero oír eso. Sólo quiero mis cosas. Sólo quiero irme. -El sollozo que siguió no tuvo remedio. Mi mundo y lo que conocía de él acababa de ser volado en mil pedazos. Tenía que ir a sentarme junto a la tumba de mi madre y hablar con ella. Quería ir a casa.



-Nena, por favor, háblame. Por favor. -William estaba detrás de mí otra vez. Estaba demasiado cansada como para empujarlo. Me aparté de él en su lugar. No lo miraba.



-No puedo mirarte. No quiero hablar contigo. Sólo quiero mis cosas. Quiero ir a casa.



-Maite, cariño, no hay nadie en casa.- La voz de mi padre me crispaba los nervios. Alcé los ojos y lo miré. Todo el dolor y la amargura que había mantenido arrastrándose dentro desde que nos dejó me había consumido.



-Las tumbas de mi madre y mi hermana están en casa. Quiero estar cerca de ellas. He estado aquí y escuchado a todos ustedes decir que mi madre era alguien que yo sé que ella no era. Ella nunca hubiera hecho de lo que le acusan. Quédate aquí con tu familia, Abe. Estoy segura de que te amarán tanto como la último lo hizo. Trata de no matar a ninguno de ellos - escupí.



El jadeo ruidoso de Georgianna fue lo último que oí antes de salir de la habitación. Quería irme, pero necesitaba mi bolso y mis llaves. Subí corriendo las escaleras, eché todo lo que pude en mi equipaje y lo cerré de golpe. Levanté la correa del bolso sobre mi hombro y me dirigí a la puerta para ver a William de pie, observándome.



Su rostro estaba pálido y tenía los ojos inyectados en sangre. Cerré los ojos. No me importaba que él estuviera molesto. Él debe estarlo. Me había mentido. Me había traicionado.



-No me puedes dejar- dijo en un susurro ronco.



-Mírame- contesté con una fría voz plana.



-Maite, no me dejaste explicar. Iba a decirte todo hoy. Llegaron a casa ayer por la noche y entré en pánico. Necesitaba contarte primero. -Dio un puñetazo contra el marco de la puerta. -No se suponía que lo supieras de esa manera. No así. Dios, no así. -Sonaba realmente molesto.



No podía dejar que tirara de mi corazón la expresión de su rostro. Sería una idio*ta si lo hiciera. Además, su hermana... Nan era su hermana. No era de extrañar que hubiera crecido protegiéndola. Había sido la hija sin un padre. Tragué la bilis en mi garganta. Mi padre era un hombre horrible.



-No puedo quedarme aquí. No puedo verte. Representas el dolor y la traición, no sólo a mí, sino el de mi madre. -Sacudí mi cabeza. -Todo lo que había se ha acabado. Murió el momento en que bajé las escaleras y me di cuenta que el mundo que siempre había conocido era una mentira.



William dejó caer las manos del marco de la puerta y sus hombros se hundieron mientras bajaba la cabeza. No dijo nada. Sólo dio un paso atrás para que pudiera salir. El pequeño corazón que había dejado intacto se destrozó con su mirada derrotada. No había otra manera. Estábamos contaminados.
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Webnovela LevyRroni Fallen Too Far(+18) - Página 2 Empty Re: Webnovela LevyRroni Fallen Too Far(+18)

Mensaje por tamalevyrroni Jue Nov 19, 2015 1:21 pm

24

No mire hacia atrás y él no llama mi nombre otra vez. Bajó las escaleras con la maleta en la mano. Cuando llegue al último escalón, mi padre salió de la sala de estar y entro en el vestíbulo. Un ceño se dibujaba en su rostro. Se veía quince años mayor desde la última vez que lo había visto. Los últimos cinco años no habían sido buenos con él.



—No te vayas, Maite. Vamos a hablar de esto. Date tiempo para pensar las cosas. —Deseaba que me quedara. ¿Por qué? ¿Así él podría sentirse mejor por arruinar mi vida? ¿Por arruinar la vida de Nan?



Saco el teléfono que quería que tenga fuera de mi bolsillo y se lo tiendo a él. —Tómalo. No lo quiero, —le dije.



Se lo quedo mirando y luego a mí. —¿Por qué voy a tomar el teléfono?



—Porque no quiero nada de ti, —contesto. La ira estaba allí pero estaba cansada. Quería salir de aquí.



—No te di el teléfono, —dijo sin dejar de mirar confundido.



—Toma el teléfono, Maite. Si quieres irte, no puedo retenerte aquí. Pero, por favor, toma el teléfono. —William estaba de pie en la parte superior de las escaleras. Él me había comprado el teléfono. Mi papá nunca le había dicho que me consiguiera un teléfono. El entumecimiento se estaba asentando en. No podía sentir más dolor. Sin dolor por lo que podríamos haber tenido.



Me acerqué y puse el teléfono en la mesa al lado de la escalera. —No puedo, —fue mi simple respuesta. No miré hacia atrás a ninguno de ellos. A pesar de que había oído los talones de Georgianna hacer clic en el suelo de mármol alertándome de que había entrado en el vestíbulo.



Agarré la manija y abrí la puerta. No volvería a ver a ninguno de ellos. Sólo lloraría la pérdida de uno.



—Te ves como ella. —Sonó la voz de Georgianna en el vestíbulo silencioso. Sabía que quería decir mi madre. Ella no tenía derecho ni siquiera de recordar a mi madre. O hablar de ella. Había mentido sobre mi madre. Había tomado a la única mujer que yo admiraba por encima de todos los demás que parecen egoístas y crueles.



—Sólo espero que puedas ser la mitad de la mujer que era, —le dije en voz alta y clara. Quería que todos me escucharan. Necesitaban saber que no había duda en mi mente que mi madre era inocente.



Salí a la luz del sol y cerré firmemente la puerta detrás de mí. Un coche deportivo plateado hiló manejando mientras hice mi camino a mi camioneta. Sabía que era Nan. No podía mirarla. Ahora no.



La puerta del coche se cerró de golpe y no me inmuto. Tiré mi maleta en la parte trasera de la camioneta y abrí la puerta. Estaba haciendo aquí.



—Sabes, —dijo en voz alta en tono divertido.



No le respondí a ella. No escucharía a su boca vomitar más mentiras sobre mi madre.



—¿Cómo se siente? ¿Saber que te dejaron por otra persona por tu propio padre?



Me sentía entumecida. Eso era lo menor de mi dolor. Mi padre nos dejó hace cinco años. Había seguido adelante.



—No te sientes tan alta y poderosa ahora, ¿ya? Tu mamá era una mujerzuela barata que se merecía lo que le pasó.



La tranquilidad que se había apoderado de mí se rompió. Nadie iba a hablar de mi mamá otra vez. Nadie. Meto la mano bajo el asiento y sacó mi nueve milímetros. Me giré y la dirigí a sus mentirosos labios rojos.



—Tú dices una palabra más acerca de mi mamá y voy a poner un agujero en tu cuerpo, —le dije con voz plana y dura.



Nan gritó y levantó las manos en el aire. No bajó el arma. No iba a matarla. Solamente el ala de su brazo si abría la boca. Mi objetivo era perfecto.



—¡Maite! Baja el arma. Nan, no te muevas. Ella sabe cómo usar esa cosa mejor que la mayoría de los hombres. —La voz de mi padre hizo que mis manos temblaran. La estaba protegiendo. De mí. Su hija. La que él quería. La que él nos dejó por ella. La que había abandonado la mayor parte de su vida. No sabía qué sentir.



Oí la voz de pánico de Georgianna. —¿Qué está haciendo con esa cosa? ¿Es aún legal para que ella lo tenga?



Ella tiene un permiso, —mi padre contestó—, y sabe lo que está haciendo. Mantén la calma.



Bajé la pistola. —Me voy a meter en esa camioneta y expulsarme de tu vida. Para siempre. Sólo mantén la boca cerrada acerca de mi mamá. No voy a escuchar otra vez, —le advertí antes de girar y subir a mi camioneta. Metí mi pistola bajo el asiento y salí de la calzada. No miré para ver si ellos estaban apiñados alrededor de la pobre Nannette. No me importaba. Tal vez ella lo pensaría dos veces antes de que jodiera con la mamá de otra persona. Porque, por Dios, mejor nunca hable mal de la mía de nuevo.



***



Me dirigí al club de campo. Tendría que decirles que me iba. Darla merecía saber para no esperarme. Lo mismo hizo Woods para el caso. No quería explicar pero probablemente ya lo sabían. Todo el mundo sabía más que yo. Todos habían estado esperando sobre mí para averiguarlo. Por qué uno de ellos no podría haberme dicho la verdad que no entendía.



No era como si se trataba de alterar la vida de Nan. Todo lo que alguna vez había conocido no acababa de ser volado en el infierno. Mi vida acababa de volcarse sobre su eje. No se trataba de Nan. Esto era sobre mí. Yo, maldita sea. ¿Por qué tenían que protegerla? ¿De qué necesitaba protección?



Aparqué la camioneta fuera de la oficina y Darla me recibió en la puerta delantera.



—Tú te olvides de revisar el calendario, ¿chica? Este es tu día libre. —Me sonreía, pero su sonrisa se desvaneció cuando mis ojos se encontraron con los suyos. Ella se detuvo y se agarró a la barandilla del porche de la oficina. Luego sacudió la cabeza—. Sabes, ¿verdad?



Hasta la Sra. Darla había sabido. Simplemente asentí. Dejó escapar un prolijo suspiro, —Había oído los rumores, como la mayoría de la gente, pero no sabía toda la verdad. No quiero saber eso porque no es asunto mío, pero si es lo que yo he oído entonces sé que esto duele. —Darla caminó por el resto de la escalera. El pequeño petardo que manda que conocía se había ido. Abrió los brazos cuando llegó al escalón inferior y corrí hacia ellos. No pensé en ello. Necesitaba a alguien para sostenerme. Los sollozos vinieron en el momento que me envolvió en sus brazos.



—Sé que es una mier*da, azúcar. Me gustaría que alguien te lo hubiese dicho antes.



No podía hablar. Sólo lloraba y me aferraba a ella mientras me sostenía con fuerza.

—¿Maite? ¿Qué hay de malo? —La voz de Bethy sonaba preocupada y miré hacia arriba para verla corriendo por las escaleras hacia nosotras—. Oh mier*da. Ya sabes, —ella dijo, deteniéndose en seco—. Debería haberte dicho, pero me daba miedo. No conocía todos los hechos. Yo sabía lo que Jace había oído de Nan. No quería decir la cosa equivocada. Tenía la esperanza de que William te lo diría. Él lo hizo, ¿no? Estaba segura de que lo haría después de la forma en que lo vi mirándote anoche.



Me echó hacia atrás de los brazos de Darla y me limpió la cara. —No. Él no me lo dijo. Lo oí. Mi papá y Georgianna vinieron a casa.



—Mier*da, —Bethy dijo en un suspiro de frustración—. ¿Te vas? —La expresión de dolor en sus ojos me dijo que ella ya sabía la respuesta a eso.



Sólo asentí.



—¿Dónde vas a ir? —Darla preguntó.



—Devuelta a Alabama. De vuelta a casa. Tengo un poco de dinero ahorrado ahora. Voy a ser capaz de encontrar un trabajo y tengo amigos allí. Las tumbas de mi mamá y mi hermana están allí. —No termine. No podía sin quebrarme de nuevo.



—Te echaremos de menos por aquí, —Darla dijo con una sonrisa triste.




Los echaría de menos. A todos ellos. Incluso a Woods. Asentí con la cabeza. —Yo también.



Bethy dejó escapar un gemido fuerte y corriendo hacia mí, echó los brazos alrededor de mi cuello. —Nunca he tenido una amiga como tú. No quiero que te vayas.




Mis ojos se llenaron de lágrimas. Había hecho unos pocos amigos aquí. No todo el mundo me había traicionado. —Tal vez podrías llegar a Bama y visitarme alguna vez, —le susurré en un sollozo ahogado.



Ella se apartó y olisqueó. —¿Tú me dejarías venir de visita?


—Por supuesto, —respondí.



—Está bien. ¿Es la próxima semana demasiado pronto?



Si pudiese haber conseguido la energía para sonreír, lo habría hecho. Dudaba que alguna vez sonriera de nuevo. —Tan pronto como esté lista.



Ella asintió y se frotó la nariz roja con su brazo.



—Le dejare saber a Woods. Él va a entender, —Darla dijo detrás de nosotras.



—Gracias.



—Se cuidadosa. Ten cuidado. Háganos saber cómo lo estás haciendo.



—Lo haré, —le contesté, preguntándome si sería una mentira. ¿Podría alguna vez hablar con ellas otra vez?



Darla dio un paso atrás y le indicó a Bethy venir a su lado. Saludó con la mano a los dos y abro la puerta de la camioneta para subir dentro. Ya era hora de dejar atrás este lugar.
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Webnovela LevyRroni Fallen Too Far(+18) - Página 2 Empty Re: Webnovela LevyRroni Fallen Too Far(+18)

Mensaje por tamalevyrroni Jue Nov 19, 2015 1:22 pm

25

El suspiro de alivio que esperé sentir cuando conduje debajo del primer semáforo con tres luces de tráfico en Sumit, Alabama no llegó. El entumecimiento se había apoderado completamente de mí en el viaje de siete horas. Las palabras que había escuchado a mi padre decir sobre mi madre sonaban una y otra vez en mi cabeza hasta que ya no pude sentir nada por nadie.



Giré hacia la izquierda en el segundo semáforo y me dirigí al cementerio. Necesitaba hablar con mamá antes de registrarme en el único motel que había en el pueblo. Quería hacerle saber que no creía nada d elo que habían dicho. Yo sabía qué clase de mujer había sido ella. Qué clase de madre había sido. Nadie podrá compararse. Había sido mi roca cuando la que estaba a punto de morir era ella. Nunca había sentido el miedo de que se alejara de mí.



El estacionamiento de gravilla se encontraba vacío. La última vez que había estado aquí, todo el pueblo había venido a brindarle sus respetos a mi madre. Hoy, el sol de la tarde se estaba desvaneciendo y las sombras eran la única compañía que tenía.



Tragué el nudo que había subido hasta mi garganta al salir del camión. Estar aquí de nuevo. Sabía que ella se encontraba aquí, pero que a la vez no. Caminé el camino hasta su tumba preguntándome si alguien habría venido a verla mientras no estuve. Tenía amigos. Seguramente alguien había venido a traerle flores frescas. Mis ojos picaban. No me gustaba pensar que había estado solo durante semanas. Me sentía contenta de haberla enterrado junto a Valerie. Hizo mucho más fácil mi partida.



El camino de lodo fresco ahora se encontraba cubierto de grama. El Sr. Murphy me había dicho que la cubriría en césped gratis. No había podido pagar nada extra. Verla cubierta de grama me hacía sentir como si estuviese cubierta apropiadamente, tan tonto como sonaba. Su tumba ahora lucía igual a la de Valerie. Aunque su lápida no era tan lujosa como la de ella. Era simple; había sido todo lo que podía pagar. Había pasado horas intentando decidirme lo que quería que dijera exactamente.



Rebecca Hanson Wynn

19 de Abril, 1967 – 2 de Junio, 2012



El amor que dejó atrás será la razón por la que los sueños sean alcanzados. Ella fue la roca en un mundo que se caía a pedazos. Su fuerza permanecerá por siempre. Se encuentra en nuestros corazones.



La familia que me había amado ya no se encontraba aquí. Estar de pie aquí, mirando sus tumbas, me hacía darme cuenta lo sola que en verdad estaba. Ya no tenía familia. Y nunca reconocería la existencia de mi padre luego de este día.



—No esperaba que regresaras tan pronto. —Había escuchado la grama crujir detrás de mí, y sabía quien era si siquiera tener que voltearme. No lo miré. Aún no estaba lista. Él vería a través de mí. Cain había sido mi amigo desde el jardín de niños. El año en que nos convertimos en algo más, sólo había sido de esperarse. Lo he amado durante años.

—Mi vida se encuentra aquí —respondo con simpleza.



—Intenté discutir ese punto hace algunas semanas. —El toque de humor en su voz no pasó desapercibido. Le gustaba tener la razón. Siempre había sido así.

—Creí necesitar la ayuda de mi padre. No era así.

La grama crujió un poco más al acercarse a mi lado. —¿Aún es un imbé*cil?



Sólo asentí. No estaba lista para decirle a Cain lo imbé*cil que era mi padre. No podía decirlo en este momento. De alguna manera, decirlo en voz alta, sólo lo haría más real. Quería creer que era un sueño.

—¿No te gusta su nueva familia? —preguntó Cain. No se rendiría. Me haría preguntas hasta que me derrumbara y le contara todo.

—¿Cómo supiste que estaba en casa? —pregunté, cambiando el tema. Sólo lo distraería por un momento, pero no tenía la intención de quedarme por aquí durante todo ese tiempo.



—En verdad no habrás esperado conducir tu camión alrededor del pueblo y no convertirte en noticia número uno en sólo cinco minutos, ¿cierto? Conoces este lugar mejor que eso, M.

M. Me ha llamado M desde que tenemos cinco años. Y a Valerie la llamaba, Ree. Apodos. Recuerdos. Era seguro. Este pueblo era seguro.

—¿He estado aquí cinco minutos? —pregunté, aún estudiando la tumba frente a mí. El nombre de mi madre bordeado en la roca.



—Nah, probablemente no. Me encontraba sentado afuera del supermercado esperando a que Callie saliera del trabajo —dijo. Estaba saliendo con Callie de nuevo. Para nada sorpresivo. Ella parecía ser alguien de la cual él no tenía suficiente.

Tomé aire profundamente y finalmente giré mi cabeza para mirar fijo a sus ojos azules. Las emociones atravesaron el entumecimiento al que me aferraba. Este era mi hogar. Esto era seguro. Esto era todo lo que conocía.

—Voy a quedarme —le dije.



Una sonrisa adornó sus labios, y asintió. —Me alegra. Te hemos extrañado. Aquí es donde perteneces, M.



Hace algunas semanas había pensado que sin mamá, yo no encajaba en ningún lugar. Quizá haya estado equivocada. Mi pasado se encontraba aquí.



—No quiero hablar sobre Abe —le dije, y volví mirada hacia la tumba de mi madre.

—Hecho. Nunca volveré a mencionarlo.



No tenía que decir nada más. Cerré los ojos y recé en silencio para que mi mamá y mi hermana estuviesen juntas y felices. Cain no se movió. Nos quedamos allí sin hablar hasta que el sol se puso.



Cuando al oscuridad finalmente descendió sobre el cementerio, Cain deslizó su mano entre la mía. —Vamos, M. Encontremos algún lugar donde puedas quedarte.



Permití que me dirigiera por el camino hacia mi camión. —¿Me dejarías llevarte a donde Granny? Ella tiene una habitación de invitados y le encantaría que te quedaras allí. Esta muy sola en esa casa. Incluso me llamaría menos si tiene algo de compañía.



Granny Q era la madre de la madre de Cain. Ella había sido mi maestra en las clases de los domingos durante toda la escuela primaria. También nos enviaba comida una vez a la semana cuando mamá se puso muy enferma.



—Tengo algo de dinero. Iba a registrarme en un motel. No quiero molestarla.


Cain dejó salir una risotada. —Si llega a enterarse de que estas en la habitación de un hotel, aparecerá frente a la puerta a formar alboroto. Estarás en su casa cuando termine contigo. Es más fácil simplemente ir a su casa ahorita en vez de causar una escena. Además, M, sólo hay un motel en este pueblo. Tú y yo sabemos las muchas citas que han terminado en ese lugar. Enorme factor de asco.



Tenía razón.



—No tienes que llevarme. Iré a verla yo misma. Tienes a Callie esperándote —le recordé.



Rodó los ojos. —No vayas hasta allá, M. Sabes mejor que eso. En un chasquido, nena. Sólo un chasquido de tus dedos. Es todo lo que tomaría.



Me había estado diciendo eso durante años. Ahora sólo era aun chiste. Al menos, para mí lo era. Mi corazón no se encontraba allí. Ojos plateados aplacieron de pronto en mi mente y el dolor atravesó el entumecimiento. Sabía dónde se encontraba mi corazón, y no estaba muy segura si alguna vez volvería a verlo. No si pensaba sobrevivir.



Granny Q no dejaría que tuviera un momento de tranquilidad. No dejaría que me asentara. Hoy necesitaba paz. Soledad.



—Cain. Necesito esta noche para estar sola. Necesito pensar. Procesar todo. Debo quedarme en el hotel esta noche. Por favor compréndeme, y haz que Granny comprenda. Sólo por esta noche.



Cain miró por encima de mi cabeza con una mueca de frustración. Sabía que quería hacer preguntas, pero estaba siendo respetuoso. —M, odio todo esto. Sé que estás lastimada. Puedo verlo en todo tu rostro. Te he visto lastimada durante muchísimos años. Lentamente me carcome por dentro. Habla conmigo, M. Necesitas hablar con alguien.



Tenía razón. Necesitaba hablar con alguien, pero en este momento, tenía que preocuparme en lidiar con todo internamente. Eventualmente, le contaré todo lo que sucedió en Rosemary Beach. Tendré que decírselo a alguien. Cain era el amigo más cercano que tenía en este lugar.



—Dame algo de tiempo —dije, mirándolo.



—Tiempo —asintió—. He estado dándote tiempo durante tres años. No veo qué daño pueda hacer un poco más.



Abrí al puerta del camión y entré. Mañana estaré lista para enfrentar la verdad. Los hechos. Podré hacerlo… mañana.


—¿Tienes el teléfono? Llamé a tu antiguo número el día en que te fuiste y me dejaste, y decía que estaba desconectado.



William. Su rostro cuando me rogó que me quedara con el celular del que había mentido, pasó pro mi mente. El dolor me atravesó un poco más fuerte.



Sacudí la cabeza. —No. No tengo.



La mueca de Cain se hizo más pronunciada. —Demonios, M. No deberías estar por ahí sin teléfono.



—Tengo un arma —le recordé.

—Aún así, necesitas un teléfono. Dudo que alguna vez en tu vida amenaces con eso a alguien.

Allí era donde se equivocaba. Me encogí de hombros.



—Consigue uno mañana —ordenó. Asentí, aunque en realidad no tenía al intención de conseguir uno, luego cerré la puerta tras de mí.



***



Conduje de vuelta hacia la calle con doble camino. Conduje media cuadra hasta el primer semáforo y giré hacia la derecha. El motel era el segundo edificio a la izquierda. Nunca antes me había hospedado allí. Tenía amigos que habían venido aquí luego del baile de graduación, pero eso sólo era parte de una secundaria de la que sólo escuchaba en los pasillos.



Pagar por una noche fue lo suficientemente fácil. La chica trabajando detrás del mostrador se me hacía familiar, pero era menor que yo. Probablemente aún en la secundaria. Tomé mi llave y me dirigí afuera otra vez.



La brillante Range Rover que se encontraba aparcada al lado de mi camión lucía completamente fuera de lugar aquí. El corazón que había pensado entumecido, latió con fuerza dentro de mi pecho con un solo doloroso latido cuando mis ojos se conectaron con los de Rush. Se encontraba de pie frente a la camioneta con sus manos dentro de sus bolsillos, observándome.

No había esperado verlo otra vez. Al menos no tan pronto. Había dejado en claro cómo me sentía. ¿Cómo había sabido llegar hasta aquí? Nunca le dije el nombre de mi pueblo. ¿Mi padre le había dicho? ¿Acaso no entendían que quería estar sola?



La puerta de un auto se cerró de golpe, atrayendo mi atención lejos de William para ver a Cain saliendo del camión rojo Ford que había obtenido como regalo de graduación. —Esperaba como el demonio que conocieras a este tipo, porque te ha estado siguiendo desde el cementerio. Lo noté del otro lado del camino mirándonos mucho antes, pero no dije nada —dijo Cain mientras caminaba hasta nosotros para detenerse ligeramente frente a mí.

—Lo conozco. —logré decir a pesar de la tensión en mi garganta.



Cain volvió a mirarme. —¿Él es la razón por la que volviste corriendo a casa?

No. En realidad, no. Él no fue lo que me hizo huir. Él fue lo que hizo querer quedarme. Incluso sabiendo que todo lo que pudimos haber tenido era imposible.



—No —dije, sacudiendo al cabeza y mirando a William otra vez. Incluso a la luz de la luna, su rostro lucía lleno de dolor.



—¿Por qué estas aquí? —pregunté, manteniendo mi distancia. Cain se movió aún más frente a mí cuando se dio cuenta de que no me acercaba a William.

—Estás aquí —respondió.



Dios. ¿Cómo podré soportar de nuevo esto? Verlo y saber que no podré tenerlo. Lo que representaba siempre ensuciaría cualquier cosa que sintiera por él.

—No puedo hacer esto, William.



Él tomó un paso hacia adelante. —Habla conmigo. Por favor, Mai. Hay tantas cosas que quiero explicarte.


Sacudí al cabeza y tomé un paso hacia atrás. —No. No puedo.



William maldijo y posó su mirada sobre Cain, —¿Podrías darnos un minuto? —demandó.



Cain cruzó los brazos sobre su pecho y se movió aún más para posarse frente a mí. —No lo creo. No parece que ella quiera hablar contigo. Y no puedo decir que vaya a obligarla. Y tú tampoco lo harás.



No necesitaba ver a William para saber lo mucho que Cain acababa de enojarlo. Si no los detenía, esto podría terminar mal. Pasó al lado de Cain y caminé hacia William y en dirección a mi habitación. Si íbamos a hablar, no tendríamos audiencia.



—Está bien, Cain. Este es mi hermanastro, William Finley. Él ya sabe quien eres tú. Sólo quiere hablar. Así que vamos a ir a hablar. Puedes irte. Estaré bien —dije sobre mi hombro, luego me giré para abrir la habitación 4A.



—¿Hermanastro? Espera… ¿William Finley? ¿El único hijo de Dean Finley? Mier*da, M, eres familia de una celebridad del rock.



Había olvidado lo fanático que es Cain hacia las bandas de rock. Él sabría todo sobre el hijo único del baterista de Slacker Demon.



—Vete, Cain —repetí. Abrí la puerta y entré.
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Mensaje por tamalevyrroni Jue Nov 19, 2015 1:23 pm

26

Puse toda la longitud de la habitación entre nosotros. No me detuve hasta que estuve parada contra la pared del otro lado de la habitación.



William me siguió adentro y cerró la puerta detrás de él. Sus ojos parecían como si estuvieran bebiéndome.



—Habla. Apúrate. Quiero que te vayas —le dije.



William se encogió con mis palabras. No me permitiría sentirme mal por él. No podía.



—Te amo.



No. Él no estaba diciendo eso. Sacudí la cabeza. No. No estaba escuchando esto. Él no me amaba. No podía. El amor no mentía.



—Sé que mis acciones no parecen respaldar eso pero si tan sólo me dejaras explicarme. Dios, nena, no puedo soportar verte sufrir tanto.



No tenía idea de la magnitud del dolor. Él había sabido lo mucho que había amado a mi madre. Lo importante que era para mí. Lo mucho que ella había sacrificado. Él sabía todo esto y aún así no me había dicho lo que pensaban de mi madre. Lo que él pensaba de mi madre. No podía amar eso. A él. A nadie que se burlara de la memoria de mi madre. Jamás podría amar eso. Jamás.



—Nada que puedas decir arreglará esto. Era mi madre, William El único recuerdo que tiene algo bueno en mi vida. Es el centro de cada momento de infancia feliz que tengo. Y tú... —Cerré lo somos incapaz de mirarlo—. Y tú, y... y ellos... todos la desgraciaron. Las mentiras horribles que dijeron como si fueran la verdad.



—Lamento tanto que te hayas enterado de esta forma. Quería decírtelo. Al principio, eras sólo un producto que lastimaría a Nan. Pensé que tú le causarías más dolor. El problema fue que me fascinaste. Admitiré que estuve inmediatamente atraído a ti porque eres hermosa. Fue impresionante. Te odié por eso. No quería estar atraído a ti. Pero lo estaba. Te deseé terriblemente aquella primera noche. Sólo estar cerca de ti, Dios, inventé razones para encontrarte. Luego... luego llegué a conocerte. Estaba hipnotizado por tu risa. Era el sonido más increíble que jamás había oído. Eras tan honesta y determinada. No lloriqueabas ni te quejabas. Tomabas lo que la vida te daba y te las arreglabas con eso. No estaba acostumbrado a ello. Cada vez que te veía, cada vez que estaba cerca de ti me enamoraba un poco más. —William dio un paso hacia mi y yo levanté ambas manos para detenerlo. Estaba respirando profundamente varias veces. No iba a llorar otra vez. Si él necesitaba decirme todo esto y devastarme totalmente incluso más entonces iba a escucharlo. Le daría su cierre porque sabía que yo jamás tendría el mío.



—Luego esa noche en el honky-tonk. Te pertenecí después de entonces. Puede que no te hayas dado cuenta pero estaba atrapado. No había vuelta atrás para mí. Tenía tanto por que arreglar. Te había llevado por el infierno desde que habías llegado y me odiaba por ello. Quería darte el mundo. Pero sabía... sabía quién eras. Cuando me dejé recordar exactamente quién eras me eché atrás. ¿Cómo podía estar estar tan complemente envuelto alrededor de la chica que representaba todo el dolor de mi hermana?



Me cubrí los oídos.



No. No voy a escuchar esto. Vete, William. ¡Vete ahora! —grité. No quería escuchar acerca de Nan. Sus palabras viles sobre mi madre resonaban en mis oídos y sentía la necesidad de gritar burbujeando en mi pecho. Cualquier cosa para bloquearlo.

El día que mamá llegó a casa del hospital con ella yo tenía tres años. Lo recuerdo, sin embargo. Ella era tan pequeña y recuerdo preocuparme de que algo pudiera pasarle. Mamá lloraba mucho. También Nan. Yo creí rápido. Para cuando Nan tenía tres yo estaba haciendo todo, desde hacerle el desayuno hasta arropándola en la cama a la noche. Nuestra madre se había casado y ahora teníamos a Grant. Jamás hubo estabilidad alguna. En realidad deseaba llegar a los tiempos en que mi padre volvía a mí porque no sería responsable de Nan por unos días. Tendría un descanso. Luego ella comenzó a hacer preguntas sobre por qué yo tenía un padre y ella no.



—¡Deténte! —le advertí, moviéndome más lejos a través de la pared. ¿Por qué me estaba haciendo esto?



—Maite, necesito que me escuches. Esta es la única manera en que entenderás. —Su voz estaba rota—. Mamá le decía que no tenía un padre porque era especia. No funcionó por mucho tiempo. Fui y exigí que mamá me dijera quién era el padre de Nan. Quería que fuera el mío. Sabía que mi padre tomaría sus lugares. Mamá me dijo que el papá de Nan tenía otra familia. Él tenía dos niñas pequeñas a las que amaba más que a Nan. Quería a esas niñas pero no quería a Nan. No podía entender cómo alguien no podría querer a Nan. Era mi hermana pequeña. Seguro, a veces quería matarla pero la amaba ferozmente. Luego llegó el día en que mamá la llevó a ver a la familia que su padre había elegido. Ella lloró por meses luego de eso. —Se detuvo y yo me dejé caer sobre la cama. Iba a hacer que escuchara esto. No podía hacer que se detuviera.—Yo odiaba a esas niñas. Odiaba esa familia que le padre de Nan había elegido por encima de ella. Juré que un día le haría pagar. Nan siempre decía que tal vez un día él vendría a verla. Soñaba sobre él deseando verla. Escuché esos sueños por años. Cuando cumplí diecinueve, fui a buscarlo. Sabía su nombre. Lo encontré. Le dejé una foto de Nan con nuestra dirección en la parte trasera. Le dije que tenía otra hija que era especial y ella sólo quería conocerlo. Hablar con él.



Eso fue cinco años atrás. Mi estómago se retorció. Me sentía enferma. Había perdido a Valerie cinco años atrás. Él se había ido cinco años atrás.



—Lo hice porque amaba a mi hermana. No tenía idea de las cosas por las que su otra familia estaba pasando. No me importaba, honestamente. Sólo me importaba Nan. Ustedes eran el enemigo. Luego llegaste a mi casa y completamente cambiaste mi mundo. Siempre juré que jamás me sentiría culpable por romper esa familia. Después de todo, ellos habían roto la de Nan. Cada momento que estuve contigo la culpa de lo que había hecho comenzaba a comerme vivo. Ver tus ojos cuando me dijiste sobre tu hermana y tu madre. Dios, juro que me sacaste el corazón aquella noche, Maite. Jamás superaré eso. —William caminó hacia mi y yo fui incapaz de moverme.



Entendía. Lo hacía. Pero en el entendimiento había perdido mi propio corazón. Todo era una mentira. Mi vida entera. Era una mentira. Todos esos recuerdos. Las Navidades que mamá cocinaba galletitas y Papá nos levantaba a Valerie y a mí para que pudiéramos decorar la parte elevada del árbol, era todo mentira. No podían ser reales. Creía en William. No cambiaba cómo veía a mi madre. Ella no estaba aquí para contar su lado de la historia. Sabía lo suficiente como para saber que ella era inocente. Ella no podría ser otra cosa. Todo era pecado de mi padre.



—Te juro que por mucho que amo a mi hermana si pudiera volver y cambiar las cosas lo haría. JAMÁS habría vuelto a ido a tu padre. Nunca. Lo siento tanto, Maite. Lo siento tanto, maldita sea. —Su voz se rompió y yo alcé los ojos para ver que los suyos estaban húmedos con lágrimas no derramadas.



—Si él no hubiera ido a ver a mi padre, las cosas habrían sido tan diferentes. Pero ninguno de nosotros podía cambiar el pasado sin importar lo mucho que quisiéramos. Ninguno de nosotros podía hacer esto correctamente. Nan tenía a su padre ahora. Ella tenía lo que siempre había querido. También Georgianna.



Yo me tenía a mi.



—No puedo decirte que te perdono —dije. Porque no podía—. Pero puedo decirte que entiendo por qué hiciste lo que hiciste. Alteró mi mundo. Eso jamás puede ser cambiado.



Una lágrima solitaria recorrió el rostro de William. No podía levantar la mano y limpiarla porque las lágrimas se habían ido a por mi ahora.



—No quiero perderte. Estoy enamorado de ti, Maite. Jamás he querido a nada o a nadie de la manera en que te quiero a ti. No puedo imaginar mi mundo ahora sin ti en él.



Yo siempre me tendría sólo a mí. Porque este hombre había tomado mi corazón y lo había destruido. Incluso si no lo hubiera hecho a propósito. Jamás confiaría lo suficiente para amar otra vez.



—No puedo amarte, William.



Un sollozo estremeció su cuerpo mientras dejaba caer su cabeza en mi regazo. No lo consolé. No podía. ¿Cómo podía calmar su dolor cuando el mío era un enorme agujero lo suficientemente grande para que ambos entráramos en él?



—No tienes que amarme. Sólo no me dejes —dijo contra mi pierna.



¿Estaría mi vida siempre llena de pérdida? No había sido capaz de decirle adiós a mi hermana cuando se fue ese día y jamás volvió. Me había negado a decirle adiós a mi madre esa mañana cuando me dijo que ya casi era la hora. Había cerrado los ojos y jamás los había vuelto a abrir. Sabía que una vez que William se fuera de esta habitación sería la última vez que lo vería. Sería nuestro último adiós. No podía seguir con mi vida si él estaba en ella. Siempre dificultaría mi curación.



Pero quería mi adiós esta vez. Este era mi último adiós y esta vez quería la oportunidad de decirlo apropiadamente. No podía decir las palabras. Se negaban a venir. Mi necesidad de proteger el nombre de mi madre se interponía entre yo y las palabras que sabía que William necesitaba oír. No podía decirle que lo había perdonado sabiendo que él era la razón por la que mi padre se había ido y jamás había vuelto. Se había llevado a mi padre ese día incluso si no sabía el daño que la imagen causó.



Nada de eso cambiaba cómo me había sentido por William antes de que él hubiera echado a perder mi mundo en mil pedazos. Tendría mi adiós.
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Mensaje por tamalevyrroni Jue Nov 19, 2015 1:25 pm

27

—William.



Él alzo su cabeza. Su rostro estaba empapado con lágrimas. No las limpiaría. Cumplieron su cometido. Me puse de pie y desabroche mi camisa y me la quite para ponerla sobre la cama. Luego me deshice de mi sujetador. Los ojos de William nunca dejaron mi cuerpo. La confusión en su rostro era de esperarse. No podía explicarle esto. Sólo lo necesitaba.



Bajé los shorts que estaba usando y salí de ellos. Luego quite mis zapatos y lentamente me quite mis bragas. Una vez estuve completamente desnuda pasé a horcajadas sobre las piernas de William. Sus manos se envolvieron alrededor de mí inmediatamente y enterró su cara en mi estomago. La humedad de sus lágrimas era fría contra mi piel haciéndome temblar.



—¿Qué estás haciendo, Maite? —Preguntó William retrocediendo lo suficiente para mirarme. No podía responder eso.



Agarré puñados de su camisa y tiré de ella hasta que él levanto sus brazos y me dejó sacarla por encima de su cabeza y lanzarla a un lado. Bajando hasta que estuve sentada en su regazo deslicé mis manos detrás de su cabeza y lo besé. Lentamente. Esta era la última vez. Las manos de William estaban en mi cabello y tomó el mando inmediatamente. Cada caricia de su lengua era suave y relajada. No estaba hambriento ni exigente. Tal vez ya sabía que era el adiós. No significaba que tenía que ser duro y rápido. Era el último recuerdo que tendría de él. De nosotros. El único que tendría donde una mentira no contaminaba el agua. La verdad estaba allí entre nosotros ahora.



—¿Estás segura? — Susurró William contra mi boca mientras me balanceaba contra la dureza que ya sentía debajo de su pantalón.

Sólo asentí.



William me levantó y me puso sobre la cama antes de quitarse sus zapatos y pantalón. Gateó sobre mí mientras su cara torturada me estudiaba. —Eres la más hermosa mujer que alguna vez vi. Por dentro y por fuera —susurró mientras dejaba una lluvia de besos en mi rostro antes de poner mi labio inferior en su boca y chuparlo.



Levanté mis caderas. Lo necesitaba adentro. Siempre lo necesitaría adentro pero esta sería la última vez que lo tendría allí. Así de cerca. Nadie jamás estaría así de cerca otra vez. Nadie.



William recorrió sus manos por mi cuerpo tomando tiempo para tocar cada parte. Como si estuviera memorizándome. Me arqueé en sus manos y cerré mis ojos dejando que la sensación me marcara. —Te amo tan jodidamente demasiado —juró mientras su cabeza bajaba para besar mi ombligo.



Dejé que mis piernas cayeran abiertas para que pudiera moverse entre ellas.



—¿Necesito usar un condón? Preguntó, regresando hacia mí.



Si, lo necesitaba. No hay posibilidades.



Otra vez, sólo asentí.



Se levantó para recoger su pantalón y sacó un condón de su billetera. Lo observé rasgarlo luego deslizarlo sobre su pene. Nunca lo había besado ahí antes. Había pensado sobre eso pero nunca había tenido el valor. Algunas cosas deberían permanecer desconocidas.



William recorrió sus manos por la parte interior de mis piernas y luego lentamente las apartó para abrirlas totalmente. —Esto siempre será mío —dijo con convicción.



No lo corregí. No servía de nada. Nunca sería de nadie más después de hoy, sólo me pertenecería a mí.



William bajó su cuerpo sobre el mío hasta que pude sentir la punta de su erección presionando contra mí. —Nunca ha sido tan bueno. Nunca nada ha sido tan bueno como esto —gimió luego se deslizó dentro de mí. El momento fue recibido. Envolví mis manos alrededor de sus brazos y grité mientras él me llenaba por completo.



Lentamente, se retiró y luego se impulsó de nuevo dentro de mí. Sus ojos nunca dejaron los míos. Sostuve su mirada. Podía ver la tormenta en sus ojos. Sabía que él estaba confundido. Incluso podía ver el miedo. Luego hubo amor. Lo vi. La ferocidad en sus ojos. Lo creía. Pude verlo claramente. Pero era demasiado tarde ahora. El amor no era suficiente. Todo el mundo siempre decía que el amor era suficiente. No lo era. No cuando tu alma fue destruida.



Deslicé mis piernas alrededor de su cintura y luego envolví mis brazos alrededor de su cuello. Cerca. Lo necesitaba cerca. Su aliento era cálido en mi cuello mientras presionaba besos en la piel sensible. Él susurraba palabras de amor y promesas que nunca tendría que mantener. Lo dejaba. Sólo esta ultima vez.



El placer que había estado construyéndose alcanzó su cima cuando William aplicó un beso contra mis labios y dijo—: Solo tú.



No aparté la mirada de él mientras me aferraba a él y dejaba que la sensación de completa éxtasis corriera a través de mí. La boca de William se abrió y un fuerte gruñido vibró en su pecho mientras bombeó dentro de mí dos veces más y luego se quedó inmóvil. Sus ojos nunca dejaron los míos.Nosotros dos respiramos rápido y fuerte mientas decía todo lo que necesitaba ser dicho sin palabras. Estaba en mis ojos. Si estaba mirando con atención suficiente.



—No hagas esto, Maite —suplicó.



—Adiós, William.



Él sacudió su cabeza. Aún estaba enterrado muy dentro de mí. —No. No nos hagas esto a nosotros.



No dije nada más. Dejé caer mis manos a mi lado y mis piernas se deslizaron de su cadera hasta que ya no estaba sujeta aferrada a él. No discutiría con él.



—No me pude despedir de mi hermana o mi mamá. Esos eran los adioses finales que nunca tuve. El último adiós que necesitaba. El ultimo adiós que necesitaba. Esta ocasión entre nosotros sin mentiras.



William agarró las mantas debajo de mí en ambas manos y cerró sus ojos severamente. —No. No. Por favor, no.



Quise levantar el brazo y tocar su cara. Decirle que estaría bien. Él seguiría adelante y superaría esto. Nosotros. Pero no podría hacer eso. ¿Cómo podría consolarlo si yo estaba vacía por dentro?



William se retiró de mí e hice una mueca de dolor por el vacio que hizo eco a través de mi cuerpo. Él se levanto y no me miró. Observe en silencio mientras comenzaba a vestirse. Eso era todo. ¿Se suponía que el vacio doliera? ¿Cuándo pararía de aparecer el dolor?



Cuando tuvo puesta su camiseta de nuevo levantó sus ojos para mirarme. Me incorporé y doblé mis rodillas contra mi pecho para cubrir mi desnudez y tranquilizarme. Estaba asustada de que pudiera literalmente derrumbarme.



—No puedo hacer que me perdones. No merezco tu perdón. No puedo cambiar el pasado. Todo lo que puedo hacer es darte lo que quieres. Si esto es lo que quieres, me iré, Maite. Me matará pero lo haré.



¿Qué otra cosa podría haber? Nunca sería la misma. La chica de la que se había enamorado ya no existía. Él lo vería muy pronto si se quedaba. No tuve un pasado. No tuve una base. Todo se había ido. Nada tenía sentido y sabia que jamás lo tendrías. William merecía más.



—Adiós, William —dije una última vez.



El dolor que nubló sus ojos fue demasiado. Aparté la mirada de él y estudié la manta de cuadros azules debajo de mí.



Escuché cómo caminaba hacia la puerta. Sus pisadas eran amortiguadas por la vieja desteñida alfombra. Entonces la puerta se abrió y la luz de la luna llego a la oscura habitación. Hubo una pausa. Me preguntaba si él diría más. No quería que lo hiciera. Cada palabra que él decía solo hacia esto más duro.



La puerta se cerró.



Alcé mis ojos para ver el vacio cuarto de motel rodeándome. Las despedidas no eran todo lo que dijeron que era. Sabía eso ahora.

Fin.

Nos Vemos En Never Too Far.
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Mensaje por EsperanzaLR Jue Nov 19, 2015 6:32 pm

Muchas Gracias por compartir ese linda historia Tami Besos
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Mensaje por tamalevyrroni Vie Nov 20, 2015 12:04 pm

EsperanzaLR escribió:Muchas Gracias por compartir ese linda historia Tami Besos

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Mensaje por EsperanzaLR Sáb Nov 21, 2015 5:42 pm

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Mensaje por asturabril Sáb Nov 21, 2015 7:35 pm

Gracias Tami amiga por tu trabajo I love you I love you I love you I love you
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Mensaje por EsperanzaLR Dom Nov 22, 2015 12:14 pm

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Mensaje por EsperanzaLR Lun Nov 23, 2015 1:28 pm

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Mensaje por EsperanzaLR Mar Nov 24, 2015 2:33 pm

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Mensaje por EsperanzaLR Miér Nov 25, 2015 4:47 pm

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Mensaje por EsperanzaLR Jue Nov 26, 2015 1:06 pm

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Mensaje por EsperanzaLR Vie Nov 27, 2015 11:35 am

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Mensaje por EsperanzaLR Sáb Nov 28, 2015 12:22 pm

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Mensaje por EsperanzaLR Dom Nov 29, 2015 11:59 am

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Mensaje por EsperanzaLR Lun Nov 30, 2015 11:34 am

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