Foro Maite Perroni & William Levy (LevyRroni)
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When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada

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Mensaje por tamalevyrroni Dom Mar 20, 2016 2:08 pm

13

Maite

Blaire nos consiguió a cada una un Mai Tai desde la cabaña y me guio hacia un par‖de‖sillones.‖Apuntó‖hacia‖la‖cascada‖en‖las‖rocas.‖―No‖quieres‖perderte‖esto.

Volteé mi atención hacia la cascada mientras tomaba un trago de mi bebida. Nate Finlay se encontraba de nuevo en la cima de la roca, pero esta vez, sostenía la mano de un hombre mayor. Incluso sin el delgado y muscular cuerpo cubierto de tatuajes y los brazaletes de oro en sus brazos, reconocí a ese hombre.

―Dean‖ Finlay‖ ―dije.‖ Sabía‖ que‖ estaría‖ aquí,‖ pero‖ verlo‖ así‖ no‖ era‖ algo‖ que‖ esperaba.

―Sip‖―respondió‖Blaire‖en‖un‖tono‖divertido.

Nate‖gritó―:‖¡Ya!‖―Y‖ambos‖se‖hundieron‖en‖el‖agua.

―Ha‖intentado‖hacer‖que‖Dean‖dé‖una‖voltereta‖con‖él,‖pero‖no‖lo‖hará.‖Dijo que se rompería algo importante si lo intentaba.

Me reí, pensando en lo divertido que sería ver a Dean dando una vuelta en el aire desde la cascada.

―Tomaste‖mi‖silla‖―dijo‖una‖voz‖profunda‖y‖masculina‖detr{s‖de‖mí,‖la‖reconocí‖ al instante.

No estaba segura si debería levantar la mirada y encontrar la suya o qué hacer. Ni siquiera podía imaginar porqué incluso se encontraba aquí. Me quedé esperando que William lo notara y dijera algo, pero nunca lo hizo.

―Sé‖agradable,‖Captain.‖Si‖quieres‖unirte‖a‖nosotros,‖puedes tomar ese asiento. ―Ella‖apuntó‖a‖uno‖al‖otro‖lado‖del‖mío.

¿Captain? Pero pensé que su nombre era River Kipling. Ninguno de esos nombres sonaba como Captain.

―Maite,‖este‖es‖mi‖hermano,‖Captain.‖Es‖un‖sabelotodo‖el‖cien‖por‖ciento‖del‖ tiempo‖―dijo‖Blaire.

¿Su hermano? ¿Qué?

―Un‖sabelotodo‖no,‖hermanita.‖Te‖dije‖que‖solo‖digo‖lo‖que‖pienso.‖No‖me‖ando‖ con rodeos. No veo el punto en malgastar palabras.

Blaire‖dejó‖salir‖una‖risita‖y‖rodó‖los‖ojos.‖―En‖realidad‖es‖un‖chico‖agradable‖ una vez que logras conocerlo.

Lo conocí antes, y no estaba de acuerdo en que fuera un chico agradable. Además, el que conocí mintió sobre su nombre.

―Yo,‖eh<‖―¿Debería‖decirle‖a‖Blaire‖que‖lo‖conocía‖desde‖antes?

―Lo‖que‖ella‖intenta‖decir‖es‖que‖ya‖me‖conoce.‖Estuvimos‖en‖la misma fiesta, la que dio mi nuevo compañero de negocios. De cualquier forma, me presenté como River Kipling.‖―Se‖giró‖hacia‖mí―.‖Le‖di‖mi‖nombre‖de‖pila.‖Captain‖es‖mi‖apodo.

Los‖ojos‖de‖Blaire‖se‖ampliaron‖mientras‖se‖sentaba‖m{s‖recta.‖―¿En‖serio?

Asentí. Quería agregar que en ese momento también fue un idiota, pero no lo hice. Me gustaba Blaire. No quería insultar a su hermano.

―¿Tu‖ novio‖ no‖ ha‖ bailado‖ más‖ con‖ su‖ prima?‖ ―preguntó‖ Captain,‖ River,‖ o‖ cualquiera que sea su nombre.

De verdad no me gustaba este chico. Manejé una sonrisa tensa y sacudí mi cabeza en un no. Aunque fueron juntos a montar a caballo y a un remate de ganado. Le dije a William que hiciera ambas cosas con la esperanza de poderle ganar a Aida como la novia despreocupada, pero no hice nada bien. Ella aun me miraba o me disparaba pequeñas sonrisas triunfantes a donde quiera que saliera sola con William, como si hubiera ganado alguna clase de competencia. Era increíblemente extraño.

―Observaría‖eso‖―dijo―.‖Le‖pregunté‖a‖Hawkins‖sobre‖ellos,‖y‖dijo‖que‖Aida‖ realmente no era prima de William. Es sobrina de su padrastro, y también es adoptada. La chica luce como si tuviera los ojos sobre tu hombre.

―Captain,‖es‖suficiente.‖William‖est{‖muy‖comprometido con Maite. Ella se mudó a Dallas para vivir con él. Y la forma en que la mira es la misma con la que Rush me ve a mí. No le des cosas sobre las que tenga que preocuparse.

Aprecié las palabras de Blaire, pero si lo que Captain dijo era cierto, entonces<‖ ¿era posible que Aida sintiera más por William que solo un vínculo familiar? ¿Ella quería más? Me encogí ante el pensamiento. Eso sería un desastre si fuera verdad.

―No‖ has‖ visto‖ a‖ su‖ prima‖ ―dijo‖ Captain‖ respondiendo‖ el‖ comentario‖ de‖ Blaire―.‖Largo‖cabello‖rubio,‖esas‖piernas‖largas‖y‖curvas.‖Ella‖es‖algo‖para‖mirar.

¿Qué demonios? ¿Trataba de asustarme? ¿Y por qué a este hombre le disgustaba tanto? No le hecho nada. Desde el momento en que lo conocí, fue rudo.

―Entonces,‖Maite,‖¿qué‖haces‖all{‖en‖el‖rancho‖todo‖el‖día?‖―preguntó‖Blaire,‖ obviamente tratando de cambiar de tema.

Además de tener sexo con William, dar paseos y limpiar, no hacía nada, en realidad. Necesitaba algo que hacer. No me gustaba vivir de William. Quería hacer mi propio dinero, quería conseguir mi Diploma de Equivalencia General. Era algo que planeaba hablar con William cuando regresáramos. Necesitaba un plan de vida.

―Visité‖a‖mi‖familia‖en‖Chicago‖durante‖un mes, pero desde que regresé, solo he estado pasando tiempo con William y merodeando por el rancho. Cuando regresemos lo primero que necesito hacer es conseguir trabajo. Todavía no he comenzado a buscar, pero pienso que tal vez en uno de limpieza. Y me gustaría‖regresar‖a‖la‖escuela.‖―No‖ mencioné que la escuela significaba clases para obtener mi DEG, seguido por un programa universitario en línea, si pudiera ahorrar suficiente.

―¿Disfrutas‖limpiar‖casas?‖―preguntó‖Blaire.

En realidad no, pero por mucho tiempo, fue todo lo que pude hacer. Ahora que podía leer mejor, tenía otras opciones. Me preocupaba el que a duras penas pudiera concentrarme‖en‖leer‖y‖escribir‖en‖un‖apuro‖si‖me‖estresaba‖en‖el‖trabajo.‖―No‖es‖mi‖ trabajo de ensueño, pero soy buena en eso. Si algo mejor viene más adelante, lo tomaría. Quiero hacer algo más que limpiar casas.

Blaire‖sonrió.‖―Sí,‖cuando‖trabajaba‖en‖el‖club‖de‖golf,‖quería‖ser‖algo‖m{s‖que‖ una chica que manejaba el carro, así que te entiendo completamente.

―Maite.‖―La‖voz‖de‖William‖fue un alivio, y levanté la vista para verlo de pie frente a mí. Su mirada cambió y la dirigió hacia Captain.

―Kipling,‖¿así‖era?‖―dijo,‖viéndose‖confundido‖y‖un‖poco‖enojado.

―Colt,‖¿así‖era?‖Oí‖que‖en‖realidad‖es‖Manning‖―respondió‖Captain,‖mirando‖a‖ William con una expresión de aburrimiento.

―William,‖ él‖ es‖ mi‖ hermano,‖ Captain,‖ pero‖ su‖ nombre‖ real‖ es‖ River‖ Kipling‖ ―explicó‖Blaire.

―¿Hermano?‖―preguntó,‖disparándole‖una‖mirada‖curiosa.

Ella‖asintió.‖―Sip.

―El‖mundo‖es‖un‖pañuelo‖y‖toda‖esa‖mierda‖―dijo‖Captain.

―Sí‖―concordó‖William,‖luego‖me‖tendió‖una‖mano―.‖Gracias‖Blaire,‖por‖cuidar‖ de mi chica y darle algo de compañía. Harlow se encuentra bien y ahora viene para disfrutar de la fiesta de su hija.

Blaire‖se‖veía‖aliviada.‖―Bien.

Deslicé mi mano en la de William y me‖puse‖de‖pie.‖―Disfruté‖hablar‖contigo‖―le‖ dije, mientras evitaba hacer contacto visual con Captain.

Creí que escuché una risa baja ante mi obvio desprecio hacia él, pero la ignoré.

―La‖ próxima‖ semana‖ estaré‖ en‖ el‖ rancho‖ con‖ Hawkins‖ para‖ ver‖ el‖ funcionamiento‖del‖ganado‖―le‖dijo‖Captain‖a‖William.

Él‖asintió.‖―Te‖veo‖entonces.

Podía decir que no era la única a quien no le gustaba Captain River Kipling.

Atravesamos el patio, y William me consiguió otra bebida. Mientras giraba para entregármela, sus ojos se enfocaron en algo, o alguien, detrás de mí.

―Kiro‖―dijo‖simplemente.

Kiro. Osea Kiro Manning. Vi saltar al agua a Dean Finlay con su nieto desde una roca, ahora Kiro Manning se encontraba parado detrás de mí.

―Me‖ alegra‖ que‖ lo‖ lograras.‖ Harlow‖ te‖ quería‖ aquí‖ ―respondió una voz profunda.

William‖lo‖miró.‖―Nunca‖le‖quedaría‖mal‖a‖mi‖hermana.

El hombre tras de mí, hizo un sonido de Pfff, y la espalda de William se puso rígida. Me estiré y pasé una mano por su brazo para tratar de calmarlo.

―¿Vas‖ a‖ presentarme‖ a‖ tu‖ amiga?‖ ―preguntó‖ Kiro.‖ Aun‖ no‖ me‖ giraba‖ para‖ devolverle la mirada.

William bajó la vista hacia mí, y me giré para dale la cara a Kiro. Era como todas las fotos que vi de él y se movía de la forma en que lo hacía en los videos musicales. Pero también abandonó a su hijo por años. No podía perdonarlo por eso.

―Kiro,‖ella‖es‖mi‖novia,‖Maite.‖Maite,‖este‖es‖mi‖padre,‖Kiro‖Manning.

Kiro‖me‖sonrió‖y‖sacudió‖la‖cabeza.‖―Este‖chico‖no‖presenta‖a‖ninguna‖mujer‖ como su novia, debes ser algo más.

―Eh,‖es,‖mm<‖un‖placer‖conocerlo.‖―Kiro‖sonrió.‖Se‖parecía‖tanto‖a‖la‖sonrisa‖ de William, que durante un momento lo miré fascinada.

―Iba‖ a‖ encontrar‖ a‖ mi‖ nieta‖ y‖ ver‖ si‖ no‖ puedo‖ lograr‖ separarla‖ el‖ tiempo‖ suficiente‖de‖Grant‖y‖llevarla‖adentro‖para‖que‖vea‖a‖Emmy‖―dijo,‖luego‖se‖alejó.

William no parecía estar sorprendido por la salida abrupta de su padre. En cambio, tocó‖mi‖espalda‖baja‖y‖me‖condujo‖a‖otra‖parte.‖―Vamos‖a‖buscar‖algo‖de‖comer.
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Mensaje por tamalevyrroni Dom Mar 20, 2016 2:20 pm

14

William

Pasar tiempo con mi hermana y sobrina fue agradable, y las extrañaba, pero estaba más que listo para volver a Texas con Maite. Tener sexo no fue fácil en la casa de mi hermana, y quería a Maite solamente para mí; Harlow seguía alejándola de mí. Sabía que Maite necesitaba amigas, pero extrañaba tenerla cerca.

Cuando regresamos a nuestra casa, respiré de alivio. Agarré la bolsa de las manos de Maite y la coloqué en el piso antes de jalarla contra mí. Estuve tentado de hacer esto en el avión, pero supuse que le avergonzaría que la asistente de vuelo pudiera escucharnos atrás, así que la dejé acurrucarse contra mí y dormirse.

Pero estábamos en la privacidad de nuestro hogar ahora, y la quería desnuda.

—Desnúdate —dije, y tiré de mi camiseta sobre mi cabeza.

Maite se rio mientras permanecía allí de pie y me observaba desabotonar mis vaqueros.

—No bromeo, nena. Necesito estar dentro de ti ahora.

No se rio esta vez. En su lugar, jaló la camiseta que vestía y salió de su falda. Justo lo que necesitaba.

—No te dejaré salir de la habitación hasta mañana por lo menos —advertí.

Mordió su labio inferior y terminó de quitarse sus braguitas. Esa vista nunca me aburría. —Pruébalo —se mofó.

La levanté y arrojé sobre mi hombro. Le di una nalgada a su trasero desnudo, haciéndola chillar. Cuando estuvimos en la habitación, la puse en medio de la cama. — Follamos primero, luego jugaré —prometí. Maite me mostró una sonrisa burlona y rodó, sacando su trasero en el aire mientras se puso sobre sus rodillas y palmas. Deslicé ambas manos sobre su trasero lleno y por detrás de sus muslos. —Querías follar. Así que, fóllame —dijo, mirando hacia mí.

Se comportaba valientemente. Haciendo la primera movida. Mi dulce chica estaba siendo traviesa. Jodidamente me encantaba. Me doblé sobre ella y besé su hombro. —¿Cómo quieres ser follada, nena? ¿Suave?

Maite negó. —No. Quiero que me folles como quieras.

Esa era una respuesta cargada. Pero lo primero que hice fue besar mi peca. Maite rio a medida que le di extra atención a ese punto antes de mover una mano hacia arriba entre la suavidad de la parte interna de sus muslos.

—¿Está bien que follemos primero? ¿Segura? —pregunté mientras pasé mis labios por donde acababan de estar mis manos.

—Sí, William. Fóllame primero —contestó con un suave gemido.

Sus deseos son mis órdenes.

Me acerqué por detrás, agarrando sus caderas y entrando, lentamente primero, hasta que me tomó por completo. Entonces hice lo que ella quería que hiciera, pero no fue hasta que la escuché gritar mi nombre una y otra vez, mientras su cuerpo se estremeció, que dejé salir mi propio grito de placer.

***

Arthur Stout se reuniría conmigo en el establo hoy. Llamó ayer, diciendo que quería hablarme con respecto a comprar uno de mis viejos caballos cuarto de milla para que su esposa usara para la escuela de equitación que llevaba en su rancho. Normalmente, sólo lidiaba con ganado cuando se trataba de los Stouts, pero de vez en cuando, su esposa necesitaba un caballo confiable para sus clases. Arthur siempre venía a mí, y tenía dos para que viera, los cuales pensaba que encajarían con las necesidades de la señora Stout.

Le di un beso de despedida a Maite y la dejé en cama antes que sol saliera. Me molestaba saber que estaría ahí la mayor parte del día a menos que viniera a verme. No necesitaba esa reclusión. Aida fue a visitar a la abuela Colt por unos pocos días con mi madre, y fue un alivio saber que no tendría que lidiar con su drama mientras descifraba cómo hacer una vida más llena para Maite.

La camioneta F—450 de Arthur se estacionó, limpié la tierra de mis manos y salí para recibirlo. Bañé y cepillé a Buttercup y Rose para que las inspeccionara. Ambas cumplirían catorce años este año. Tenían la edad perfecta para nuevos aprendices.

—Buenos días, William —gritó Arthur mientras caminó bajando por la colina para encontrarme.

—Buenos días —contesté, inclinando mi sombrero hacia atrás para poder verlo mejor.

—Sin embargo, es como tarde para un ranchero, ¿Cierto, chico? —Se rio.

Sólo eran las nueve de la mañana, pero tenía razón. Nos levantábamos lo suficientemente temprano para que las nueve fueran como las doce para el resto de las personas. Cuando llegó a la colina, miró sobre mi aro de entrenamiento y asintió. —Se ve bien. Las cosas deben estar yendo bien para ti. Me alegra ver eso.

—Sí, señor. El negocio está creciendo.

—Bien, bien —dijo, entonces se quitó su sombrero y limpió el sudor de su frente con su manga—. Vine aquí para ver esos caballos como te dije por teléfono, pero también tengo otra proposición para ti. El negocio de mi esposa está creciendo, y necesita más ayuda en la parte de la oficina. Recibir llamadas y hacerlas. Leer correos electrónicos y responderlos. Incluso sólo limpiar y demás —Hizo una pausa para ponerse de nuevo su sombrero—. Escuché que tu novia buscaba trabajo. Me agrada la chica, y creo que trabajaría bien con Piper.

¿Dónde escuchó que Maite buscaba trabajo? Ella no dijo nada al respecto. Tampoco estaba seguro de quererla en la propiedad de los Stout. No con Hawkins alrededor.

—Realmente no estoy seguro de que busque trabajo. No lo ha mencionado. No sé de dónde sacaste esa información, pero piensa en volver a la escuela. Sin embargo, aprecio la oferta.

Arthur lucía decepcionado, pero asintió. —Entiendo. Sólo pensé en comprobar. Piper ha entrevistado a unas pocas mujeres, y han sido... mayores y la han tratado como, eh, bueno, sólo digamos que no funcionó. Necesita a alguien más de su edad.

Asentí en comprensión, pero no me gustaba esta idea. —¿Listo para ver a las chicas? —comenté, y me dirigí hacia los establos sin esperar a que me siguiera.

Maite no buscaba trabajo. Si lo estuviera, me habría dicho. ¿Cierto?
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Mensaje por tamalevyrroni Dom Mar 20, 2016 2:34 pm

15

Maite

Ahuequé las almohadas en el sofá una vez más antes seguir paseando por la sala de estar. Durante todo el día, limpié y pensé en cómo le diría a William que quería trabajar. También quería obtener mi DEG y tomar cursos universitarios en línea, pero para hacer todo eso, necesitaba un ingreso estable.

Permanecer aquí todo el día no iba a ser suficiente. Incluso con la pausa para el almuerzo de dos horas de William, necesitaba algo qué hacer con el resto de mi día. Decirle a William que quería tener mi propio dinero y pagar mis cosas no iba a ir bien. Sólo podía sentirlo. Se pondría todo hombre de las cavernas e insistiría que podía cuidar de mí. Necesitaba ir por otro camino. Necesitaba hacer hincapié en que quería un propósito. Quería salir al mundo y hacer algo.

Él era un hombre razonable. Escucharía lo que le decía y lo entendería.

Antes de que pudiera estar más nerviosa, la puerta se abrió y entró William, luciendo sucio, sudoroso y muy sexy. Era mi propio vaquero personal, y me encantaba. Ver la sonrisa en su rostro era todo lo que necesitaba, ¿no? Esa sonrisa hacía que todo lo demás pareciera menos importante. ¿Quería hacerlo enfadar? ¿Quiero discutir esta noche? O ¿Simplemente acurrucarme en sus brazos y hablar de otras cosas? Cosas que le hicieran feliz.

Sí… no… ¡uf! Tenía que hablar con él. Tenía que enfrentar esto. Era mi vida. Nuestra vida. Tenía que encontrar mi dirección en esto.

—Quiero conseguir trabajo —espeté, por temor a no decirlo si esperaba—. Quiero conseguir trabajo, un certificado y tomar cursos universitarios en línea.
Ahí. Lo dije.

William se detuvo y me estudió. No dijo nada por un momento, y me preocupó haber sonado ingrata o infeliz. No era infeliz. Lo amaba. Me encantaba estar con él. Sólo necesitaba más que permanecer aquí todo el tiempo.

—¿Quieres trabajo? —preguntó—. ¿A quién le mencionaste esto?

Negué con la cabeza. —Sólo a ti —contesté. No creí habérselo dicho a nadie, pero tal vez se lo dije a Blaire, ¿o fue a Harlow? No podía recordar.

—¿Por qué quieres trabajo?

—Quiero ganar dinero. No quiero que pagues por mi escuela y —extendí las manos— todo.‖Quiero‖contribuir.‖El‖permanecer‖aquí‖todo‖el‖día‖es<‖es no hacer nada, de verdad. Necesito trabajar. Tengo que conseguir mi DEG.

William dejó escapar un suspiro y puso las manos en sus caderas mientras estudiaba sus botas un momento. Estaba molesto. Hice que se molestara. Esto era lo que no quería hacer. Abrí la boca para disculparme cuando miró hacia mí. —Está bien. Entiendo. ¿Qué piensas acerca de contestar llamadas telefónicas, correos electrónicos y limpiar establos de caballos?

¿Qué? ¿Trataba de darme trabajo? Eso no fue lo que quise decir. Él no me necesitaba. Creaba un trabajo para mí. Necesitaba sentirme más independiente que esto. Necesitaba esa seguridad. —No, William. No puedes crear un trabajo para mí. No necesitas ayuda. Tengo que conseguir trabajo afuera, en el mundo y traer dinero a casa.

Una pequeña sonrisa tiró de sus labios. —No sería para mí.

—¿Eh?

Se agachó, se quitó las botas llenas de barro y las puso cerca de la puerta, luego se dirigió hacia mí. —La esposa de Arthur Stout, Piper, da clases de equitación en sus establos. Necesita una asistente. Arthur te ofreció el trabajo hoy.

Tomó mi mano y la sostuvo en la suya como si examinara un tesoro de valor incalculable en su palma. —Tendrías que contestar teléfonos y tomar notas. Anotarlos. Tendrías que leer correos electrónicos y responderlos. No le dije a Arthur sobre tu dislexia. Eso es algo que le tendrás que decir a Piper si quieres este trabajo. Creo que puedes hacerlo. Creo que puedes ser la mejor maldita asistente en el mundo. Pero necesito saber si tú lo crees.

Un trabajo que no implicaba asear retretes. Un trabajo de asistente. En una oficina. Guau. Era más de lo que pensaba que podía hacer. —Se lo diré —aseguré—. Sí, lo quiero. Sería un gran trabajo para tener en mi currículo. Asintió. —Estoy de acuerdo. Y creo que lo puedes hacer. No me gusta pensar en que estés fuera todo el día, pero también quiero que seas feliz. Quiero que tengas todo lo que quieres en la vida.

Lo quería a él. Era la cosa más importante. Pero también quería otras cosas. Este fue el primer paso para ser mi propia persona. Estirándome, envolví mis brazos alrededor de su cuello y lo abracé. —Gracias. Muchas gracias por esto.

William besó mi cabeza. —No me des las gracias por querer hacerte feliz. Tengo la intención de mantenerte aquí. Lo que tenga que hacer para asegurarme de que eso ocurra, lo haré.

Sonriendo, puse mi cabeza en su pecho.

—Estoy muy sucio —dijo—, pasándose una mano por el pelo.

—No me importa. Me gustas así. Eres mi vaquero sexy.

William se rio entre dientes. —Vaquero sexy, ¿eh? —Asentí, y me abrazó con fuerza contra él—. ¿Por qué no nos preparó unos bocadillos, y entonces puedes tomar una ducha conmigo para asegurarte de que este vaquero quede todo limpio?

Me aparté y le sonreí. —¿Qué clase de novia sería si me quedara aquí todo el día y no te preparase ninguna cena?

—No huelo nada —dijo, mirando hacia la cocina.

—Debido a que es pescado frito, y las bolitas de maíz se encuentran enrolladas y listas para hacerse. Esperaba a que llegaras para freírlos, entonces estarían ricos y calientes. Sírvete un poco de té dulce. No me llevará, más de diez minutos freír todo. La ensalada de col ya se enfrió en el refrigerador.

Sus ojos se iluminaron. —¿En serio? ¿Pescado frito? Maldito calor. Voy a lavarme y poner la mesa.

Sonriendo, recorrí un dedo por su camisa sucia. —¿Por qué no tomas una ducha así puedes estar limpio para la cena?

—Una ducha contigo suena más divertido —dijo, con una mirada enfurruñada que me hizo querer seguirlo.

—Vas a disfrutar la comida si estás limpio. Siempre podemos ensuciarnos de nuevo más tarde.

—Sigue hablando así, y no vamos a comer hasta más tarde.

Riendo, corrí a la cocina para sacar el pescado de la nevera antes de que me pudiera agarrar.

—Bien. Pero nos ensuciaremos más tarde. Lo prometiste. Le dediqué una sonrisa, y fui a calentar el aceite.

***

William me dejó temprano esta mañana, como siempre, pero regresó alrededor de las ocho y media para despertarme. Piper estuvo encantada de escuchar que quería ir a hablar con ella sobre el trabajo. Me esperaba alrededor de las once. Por suerte, Piper no se regía por horarios de rancho. Le gustaba dormir.

Él me besó y me aseguró que podía hacer esto. También me dijo que iría a buscarme alrededor de las diez cuarenta para darme un aventón. No tenía coche aquí, pero no estaba segura de cómo llegar de todos modos. Esto era otra cosa que no consideré. ¿Cómo llegaría a mi trabajo todos los días? No podía solo caminar. gritando.

Maite no me preguntó nada, pero me di cuenta de que le daba vueltas en la cabeza. Intentaba encajar todo para que tuviera sentido. El problema era, nada con este lado de mi familia tenía sentido. Kiro había jodido todo hace años. Harlow y su hija eran todo lo que importaba en este lado de mi familia. Y Grant, a veces. Había probado ser digno de mi hermana, pero todavía me encontraba observándolo. Le mataría si alguna vez la hacía daño.

1 Certificado de Equivalencia de Educación Preparatoria.
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Mensaje por tamalevyrroni Dom Mar 20, 2016 2:40 pm

16

William

No fui capaz de dejar sola a Maite. Necesitaba estar con ella mientras se reunía con Piper. Quería sostener su puta mano a través de la entrevista completa, pero no podía. Si Maite debía mostrarle Piper que podía hacerlo, entonces tenerme cerca, mimarla, no ayudaría.

Piper le dio a Maite una sonrisa genuina cuando la conoció y fue muy amable. Debió haber visto mi renuencia a irme, porque se giró hacia mí y me dijo que Maite estaba en buenas manos y me llamaría más tarde. Era una sugerencia para que me fuera.

A regañadientes, volví al rancho. La camioneta de mi madre estaba en el camino, lo cual significaba que Aida estaba aquí. Pero la de Major se encontraba estacionada a su lado. No lo había visto desde al menos dos meses. Me dirigí a la casa, con la necesidad de un poco de té dulce y algo para mi mente y las preocupaciones sobre Maite.

Abrí la puerta de rejilla, bajé al pórtico y en la pequeña entrada que conducía directamente a la cocina. Major estaba sentado en la mesa, con un plato de galletas y salsa. Aida estaba frente a él, frunciendo el ceño a algo. Eché un vistazo a mi madre, quien todavía trabajaba en la cocina en algo que olía como tocino.

—Un poco tarde para el desayuno, ¿no? —Le pregunté, quitándome el sombrero antes de que mi mamá se quejara de mí y lo colgué en el perchero junto a la puerta.

Los tres pares de ojos se volvieron hacia mí.

—Su chico favorito está en casa. Tiene que alimentarme —respondió Major con una estúpida sonrisa. A veces creía que honestamente se tragaba eso.

—Oh, para eso. Pero sí, Major está aquí, y parecía hambriento. Sabía que tenía que poner algo de carne a sus huesos —dijo mamá.

Major luce igual que la última vez que lo vi. De ninguna manera se moría de hambre.

—Seguro que lo hace —dije, rodando mis ojos—. ¿Puede tu segundo chico favorito, tener un poco de eso? —Le pregunté.

Caminé y besé la mejilla de mamá, ella me abrazó por los hombros lo mejor que pudo. —Eres mi número uno siempre, y lo sabes. Siéntate, y déjame alimentarte, también. Además quiero sabe todo sobre el nuevo trabajo de Maite.

—¿Maite consiguió un trabajo? —preguntó Aida, sus ojos agrandándose con algo que no reconocí.

—¿Ya la pones a trabajar? Maldición, hombre ¿Cuál es tu problema? Mujeres como ella deben estar en la cama todo el día. Feliz y cuidada —dijo Major, y sabía a lo que se refería.

—Major Colt, es suficiente. No hables así en mi mesa —dijo mamá con severidad.

Le guiñó un ojo y frunció los labios como si le lanzara un beso a mamá, antes de tomar otro bocado. Como siempre, mi madre se rio de sus travesuras. Sí hubiese sido yo, me habría golpeado.

—Maite quería un trabajo. No le conseguí uno. Y Piper Stout le ofreció uno que creo que disfrutará.

Major frunció el ceño y tomó un sorbo de su té. —¿Estará trabajando con los Stouts?

Asentí.

—Eres‖estúpido,‖quiero‖decir<‖ —Se detuvo de maldecir mientras sus ojos se levantaron a mi madre, quien le miraba con advertencia.

—Creo que ella y Piper se llevarán bien.

Major arqueó una ceja. —No era a Piper a quien me refería. ¿Recuerdas a Hawkins? ¿Verdad?

Esa era mi mayor preocupación, pero confiaba Maite. No había duda de allí. Yo simplemente no quería que Hawkins- la hiciera sentir incómoda.

—Si en algún momento se pasa de la raya, lo manejaré. Pero no puedo mantenerla encerrada lejos del mundo. Ella necesita una vida.

Major encogió de hombros y volvió a comer. —Lo que sea. Pero amigo, tu mujer es caliente.

Aida dejó escapar una breve carcajada, como si pensara que el comentario era divertido. Tanto Major como yo nos volvimos hacia ella.

—¿Qué? ¿No estás de acuerdo? —preguntó Major. El siempre peleaba con Aida. Aunque yo era el primo con quien creció adorando, él era el primo con quien creció peleando.

—Es gorda. ¿Has visto su trasero? Sin ánimo de ofender, William. Podrías haber elegido mejor —dijo Aida, mirándome con lo que ella creía que era una sonrisa de disculpa. No lo era.

—Maite no es gorda. No puedo creer que dijeras algo tan cruel —Mamá volvió su mirada desaprobatoria a Aida.

Aida se encogió de hombros. —Lo‖siento.‖No‖quiero‖ser‖grosera,‖pero‖ella‖es<‖Es‖ un poco, demasiadas curvas.

Major dejó escapar una carcajada. —Estoy muy contento de haber venido aquí. Extrañaba esto, y nadie me lo dijo. —Continuó a carcajeándose de la risa.

—El trasero de Maite es de las mejores cosas que capta mi interés. Es perfecto, y es mío. No quiero volver a oírte decir nada negativo sobre su cuerpo o ella de nuevo. ¿Me entiendes?

Los ojos de Aida se ampliaron, y me di cuenta que nunca le hablé con tanta frialdad o con dureza antes. Pero dijo algo incorrecto. Ser cruel no era aceptable. Ser cruel con Maite me volvía completamente en contra de ella.

Major finalmente dejó de reír. —Maite tiene el cuerpo de una estrella de una porno, Aida. Tu tiene el cuerpo de una modelo. Las mujeres quieren tu cuerpo. Los hombres quieren a Maite. Es un hecho simple. Pero verte celosa no tiene precio.

Aida se puso rígida ante su comentario. —¡No estoy celosa!

—No digas que cuerpo de mi mujer es como el de una estrella porno, o vamos a tener que llevar esto afuera de la cocina, y te haré tragarte las palabras —le advertí a Major.

—¡No estoy celosa de ella! —dijo Aida con fuerza.

—Solo hice una comparación. Es el mejor que he visto —dijo Major con un encogimiento de hombros.

—No lo hagas —le advertí una vez más antes de que dijera algo que no pudiera perdonar.

—¡William es mi primo! ¿Por qué iba yo a estar celosa de quién sale? —escupió Aida con rabia.

Major volvió su atención a Aida. —Porque siempre has estado celosa de cualquier persona que te quite la atención, ya sea yo, Harlow, o diablos, un maldito caballo. Porque desde que cumpliste dieciséis años y las hormonas se hicieron presentes, comprendiste que no hay una gota de sangre entre ustedes dos y has estado obsesionado con él. Él no lo ha notado porque no te ve de esa manera. Pero yo sí. Haces todo lo posible para conseguir su atención. El problema es que ya perdiste. Te ve como su prima y nada más.

¿Qué? ¿A dónde quería llegar Major con esto? Aida no pensaba en mí de esa manera.

Aida se puso de pie y salió corriendo de la cocina sin decir una palabra. ¿Qué demonios?

—Alguien tenía que decirlo —dijo Major, luego se echó hacia atrás y tomó un sorbo de su té dulce.

—Será mejor que vaya a verla —dijo mamá, apagando la estufa—. Ustedes pueden terminar de cocinar el tocino.

Vi como mamá salía por la puerta para buscar a Aida.

—No lo sabías, ¿verdad? —preguntó Major.

¿Saber qué? ¿Qué Aida sentía algo para mí? Joder, no. —No creo que tengas razón —le dije.

Se rió entre dientes. —Sí, la tengo. ¿Tu mamá me corrigió o reprendió? No. Fue tras Aida. También sabe que tengo razón. Todos lo sabemos. Solo que tú no.

Mierda. ¿Qué se suponía que debía hacer con esto? Sabía que Aida actuaba diferente ahora que traje a Maite a casa. Cuando Aida no estaba cerca, no pensaba en ella, ni me preocupaba sobre ella como lo hacía con Harlow. No éramos tan cercanos.

—Siempre‖ quería‖ hacer‖ todo‖ contigo.‖ “Llévame‖ a‖ bailar,‖ William”‖ “Vayamos‖ a‖ montar los‖caballos,‖William”‖“Un chico me rompió‖el‖corazón,‖abr{zame,‖William” —Toda esa mierda era ridícula, pero cierta todos modos, ni una sola vez me di cuenta de lo que ella buscaba.

No dije nada, porque... Tenía miedo de que tuviera razón.

—Infierno, es una buena cosa que ella te eligiera a ti para estar detrás. Si hubiera sido yo, me la habría follado. No tengo la moral. Además, es adoptada, así que no estoy muy relacionado con ella, tampoco. Y sus piernas son muy muy lindas.

Sacudiendo la cabeza, me puse de pie. No podía sentarme aquí y escuchar esto. Necesitaba estar solo. Encontraría la manera de hablar con ella. Esto se volvería incómodo, y tenía que irse a casa. No podía tenerla aquí cerca de Maite. No con esta mierda loca pasando en su cabeza.
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 When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada - Página 2 Empty Re: When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Dom Mar 20, 2016 2:52 pm

17

Maite

—Ese hombre tuyo es un ejemplar hermoso. Verlo todo hombre de las cavernas y protector contigo es caliente —dijo Piper con un guiño. Se encontraba vestida con pantalones ajustados, botas de montar de cuero marrón y una camisa de franela atada en la cintura, mostrando su vientre plano—. Esta es la oficina en la que estarás trabajando —dijo, señalando una gran puerta de granero—. Entremos y hablemos.

—Está bien —dije mientras se giraba y dirigía a la puerta. Me sentía nerviosa. Desde el momento en que William me soltó la mano y se fue, mi corazón había estado latiendo aceleradamente en mi pecho y mi garganta se sentía apretada. Esta era. Mi oportunidad de un trabajo que podría ayudarme en la vida y realmente llevarme a alguna parte.

La puerta se abrió, y me tomó un momento observar mi alrededor. Todo el techo tenía vigas a la vista. Bombillas Edison largas colgaban de cuerdas desde el techo, bañando la habitación con una luz más favorecedora. Estanterías se alineaban en la pared del fondo, y tres archivadores altos se encontraban apoyados contra la parte izquierda de la habitación. Un ordenador con una pantalla gigante se encontraba sobre una mesa de madera encalada. Dos sillas de cuero marrón se hallaban al otro lado del escritorio, con un barril pequeño que servía de mesa entre ellas.

Piper se sentó en una de las sillas y me indicó que me sentara en la otra.

—Entonces —dijo, cruzando las piernas y apoyando un brazo en el muslo—. William le informó a Arthur que no tienes ninguna experiencia con caballos o con el tipo de trabajo que necesitaría. Dijo que eras una gran trabajadora y que creía que podías hacer cualquier cosa que te propusieras. Lo que quiero saber es acerca de ti. Lo que crees que puedes hacer. Qué quieres hacer.

Era hora. Ahora tendría que contarle acerca de mi dislexia. No tenía sentido seguir adelante si era inaceptable para ella. Relajé el puño apretado en mi regazo y respiré profundo. No tenía nada de qué avergonzarme. No era estúpida. Aprendí a leer, y mis habilidades de escritura mejoraron desde que William comenzó a enseñarme.

—Primero, quiero que sepas que tengo dislexia. —No me detuve ni le di tiempo para hablar—. Hasta que conocí a William, no podía leer o escribir. Entró en mi vida y me ayudó a identificar la raíz de mi problema, y entonces me consiguió ayuda. Le leo siempre, y también escribo todos los días en un diario, el cual William lee para revisar mi ortografía. He trabajado duro para llegar hasta donde estoy. Sin embargo, cuando me encuentro en una situación tensa y me siento presionada, puedo escribir algo mal o posiblemente congelarme y no ser capaz de escribir en absoluto. Entiendo si es algo que no crees que servirá con tus necesidades. Aun así, quiero este trabajo, y haré todo lo posible para hacerte feliz.

Piper se quedó callada un momento antes de hablar.

Me concentré en no juguetear con mis manos. Me encontraba nerviosa, pero esta era una parte de mi vida. Una con la que tenía que aprender a trabajar.

—Este trabajo requerirá una gran cantidad de lectura y escritura. Sin embargo, por lo que acabo de oír, creo que tener un empleado que quiere hacer un buen trabajo y confiarse es el mejor tipo. Necesitaré que respondas llamadas telefónicas, tomes notas, leas y respondas correos electrónicos, y que luego me ayudes un poco con los arreos y a limpiar los compartimentos. Si estás dispuesta a asumir este reto, quiero ofrecértelo. Me gustan los luchadores, Maite Ellis, y para mí, tú pareces una.

Podía sentir las lágrimas formándose en mis ojos, pero las alejé. El alivio me llenó, y sonreí. Probablemente era una de esas sonrisas enormes y cursis, pero no me importó. Conseguí el trabajo. Yo. Lo hice.

—Gracias —dije, deseando tener las palabras para decirle lo verdaderamente agradecida que me sentía.

Piper se inclinó y me dio unas cuantas palmaditas en la rodilla.

—Todavía no me lo agradezcas. Puede ser que llegues a odiar este trabajo, pero espero que no.

No lo haría. Me iba a encantar. Debido a que era algo que conseguí por mi cuenta.

***

Sentada detrás del escritorio, sola en la oficina, taché la tercera cosa de la lista frente a mí. Piper revisó todo conmigo y luego me dejó una lista de cosas que necesitaba que hiciera hoy. Una vez que se fue, dejé escapar un gran suspiro de alivio. Estando aquí sola, hacía que fuera mucho más fácil leer y escribir. Me encontraba completamente enfocada.

Lo siguiente en la lista era leer y responder los correos electrónicos. Piper generó mucho interés con sus lecciones de equitación. Ya había atendido cuatro llamadas acerca de ello. Cuando abrí la bandeja de entrada, tenía ocho correos con consultas.

Comencé a leer el primero, pero apenas llevaba unas oraciones cuando hubo un golpe en la puerta y luego esta se abrió. Levanté la mirada para ver una cara familiar, pero no una que esperaba o quisiera ver, en realidad. Su cabello rubio y desordenado se hallaba peinado hacia atrás de nuevo y se encontraba cubierto por una gorra de béisbol al revés.

—Tienes el trabajo —dijo, con una mirada de suficiencia en su rostro.

¿Cómo supo del trabajo? Asentí, pero no hablé.

Captain se rió entre dientes y entró.

—¿Te gusta? —preguntó, viéndose como si tuviera todo el derecho de estar de pie en esta habitación.

Asentí de nuevo.

Su sonrisa creció, y un hoyuelo apareció en su rostro.

—¿Tu silencio es un reto, Maite? Porque me encantan los retos.

Maldito hombre. Se encontraba decidido a volverme loca.

—En realidad, era una pista para que te fueras.

Me sonrió, se acercó a una de las sillas de cuero y se sentó. Estiró sus largas piernas, y luego las cruzó.

—Me dijeron que esperara a Piper aquí. Está con un cliente. Necesito su firma en algunos formularios, y Arthur está en Austin hoy. Piper tiene que firmar cuando no está.

Genial.‖ No‖ sabía‖ que‖ ver‖ a‖ Captain<‖ River<‖ o‖ como‖ sea‖ que‖ tuviera‖ que‖ llamarlo, se encontrara en la descripción del trabajo.

Regresé mi atención a la pantalla del ordenador, pero podía sentir sus ojos en mí. Se me hacía difícil concentrarme. Me sentía como si estuviera tratando de memorizar cada uno de mis rasgos.

—¿Tu hombre sigue por ahí con esa prima suya?

Me tensé. ¿Por qué se encontraba tan decidido a hacerme pensar algo acerca de ellos que no era verdad? Sabía que William me amaba. También sabía que no sentía nada por Aida. A pesar de que ella podría sentir algo por él. —No, pero eso no es asunto tuyo.

—No reconozco que lo sea. Pero no quiero estar demasiado lejos cuando lo arruine. Tiene algo que quiero.

Todas las palabras en la pantalla se pusieron borrosas, y mi cabeza latió. ¿De qué hablaba? ¿William tenía algo que quería? ¿Yo? ¿Hablaba de mí? No. Le gustaba decir cosas para molestarme. No coqueteaba conmigo. Era un imbécil.

—Vas a tener que esperar mucho tiempo. William no comete errores. Es el mejor hombre que conozco —dije, mirando las palabras desordenadas en la pantalla. Mi enfoque había desaparecido por completo.

—Ningún hombre es perfecto, cariño —dijo, arrastrando las palabras.

No me gustaba que me llamara cariño. También odiaba que insinuara que William podía hacer algo mal. Algo para lastimarme. Él no era así. Sólo porque Captain River Quien Sea era un patán, eso no quería decir que todos los hombres lo eran.

—William lo es —contesté firmemente.

No respondió de inmediato, e intenté respirar hondo y centrarme en las palabras. Haciendo de cuentas que no se hallaba allí.

—¿Te salvó? ¿Es por eso que confías tanto en él? Necesitabas un salvador, y llegó en el momento adecuado. ¿Es eso?

Sí, me salvó. Me amaba. Pero eso no era asunto de este hombre.

—Cambió mi mundo.

Captain dejó escapar un suspiro que llamó mi atención, y me giré para mirarlo. Se puso de pie, y esperé que eso significara que se iba. Tenía trabajo que hacer. Me molestaba.

—También puedo cambiar tu mundo, cariño. Pero esperaré mi turno —dijo, y luego salió por la puerta sin decir ninguna palabra.

Me quedé mirando la puerta cerrada con una mezcla de incredulidad, confusión y enojo. ¿Quién se creía que era? Y, ¿por qué se encontraba interesado en mí? No era como si pudiera entrar en una habitación y escoger a cualquier chica que quisiera. Tenía que encontrar a alguien que se encontrara realmente disponible.
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Mensaje por Joanita Dom Mar 20, 2016 3:01 pm

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Mensaje por tamalevyrroni Dom Mar 20, 2016 3:03 pm

18

William

La sonrisa que iluminó el rostro de Maite cuando abrí la puerta de su oficina hizo que todo el dolor de extrañarla y la preocupación se desvanecieran. Verla sonreír así, sentada detrás de un agradable escritorio, hizo que todo valiera la pena. Ella era feliz.

—Lo hice. Hice todo en mi lista —dijo, con orgullo en su voz.

Me le acerqué al mismo tiempo que se levantó y tomó su bolso.

Tirándola en mis brazos, la abracé e inhale su aroma antes de cubrir su boca con la mía. Necesitaba su sabor antes de regresar a mi camión e ir a casa. Elevó las manos y se aferró a mis brazos. Me encantaba cuando hacía eso. Como si necesitara agarrarse de mí.

Cuando tuve suficiente para llegar a casa, presioné un último beso en sus labios y alejé mi cabeza así podría llevármela.

—Estoy tan orgulloso de ti.

Me sonrió.

—También lo estoy.

Eso. Eso era todo lo que necesitaba. Todo lo que quisiera hacer, haría que sucediera si podía oír esas palabras de su boca. Tenía mucho de lo que estar orgullosa. Nunca quería que dudara de sí misma otra vez.

—¿Lista para ir a casa? —le pregunté.

Se puso el bolso.

—Sí.

Puse mi mano en su espalda, y caminamos hacia la puerta. Se dio la vuelta y cerró la puerta con su nuevo juego de llaves, entonces me miró.

—Piper se fue temprano. Dijo que me vería mañana, así que no tengo que decirle que me voy.

Bien. Cuanto más pronto la llevara a casa, mejor.

Durante el viaje a casa, habló de su día y de todos los correos electrónicos y llamadas telefónicas que respondió. Sonaba emocionada, como si hubiera disfrutado cada minuto de ello. Deje que su felicidad alejara de mi mente mis propios sentimientos que tenía del día. Aida estuvo fuera todo el día. Mamá dijo que solo necesitaba darle tiempo para aceptarlo. Que era tiempo de que Aida superará ese enamoramiento que tenía por mí. El que Major lo mencionara fue lo mejor que le pudo haber pasado. Ahora ella tenía que superarlo y seguir adelante.

No hizo que fuera más fácil, y me encontraba preocupado acerca de a dónde había escapado. Era joven y tan ingenua e ilusa con respecto a las cosas. El hecho de que tuviera un enamoramiento por mí lo demostró aún más. No quería que saliera y se hiciera daño debido a eso. Me culpaba a mí mismo.

Cuando me detuve en la entrada, la camioneta de Aida se hallaba estacionada allí. Parecía que iba a enfrentarlo más temprano que tarde, y no quería a Maite oyendo cualquier cosa. Aida estaba sentada en el asiento del conductor con su cabeza en el volante, como si estuviera llorando. Excelente.

Estacioné el camión y miré a Maite, quien observaba a Aida. Nunca quise que supiera que tenía una cosa por mí. Era algo que tenía que cerrar ahora para que pudiéramos seguir adelante con las cosas. Los sentimientos de Maite no iban a ser dañados con esto. Tenía que protegerla primero.

—Tengo que hablar con ella. Está pasando por algo ahora mismo, y soy el único que puede ayudarla a superarlo —le explique. Quería entrar y cenar con Maite, luego disfrutar de una larga ducha juntos antes de acurrucarnos y que me leyera. Pero eso no pasaría esta noche. Tenía que dejar eso atrás.

Asintió.

—Está bien. Voy a hacer algo para cenar.

El tono de su voz era apagado, pero probablemente imaginaba cosas, puesto que ya me encontraba preocupado por esta mierda con Aida. Me incliné y le di un beso antes de salir de la camioneta.

Resse bajó antes de que pudiera llegar a ella.

—Ve a hacer lo que necesites —dijo y subió las escaleras sin mirar atrás.

Eso no era como Resse. Tal vez solamente se hallaba cansada y lista para entrar. Quería acompañarla. Mierda, esto estaba jodido en todo sentido. Me acerqué a la puerta del conductor de la camioneta de Aida y la abrí.

—Hazte a un lado, estoy conduciendo —le dije cuando levantó el rostro lleno de lágrimas para mirarme.

No me cuestionó y una vez que se hallaba en el otro lado, me subí.

—Ponte el cinturón de seguridad —dije cuando no reaccionó para ello.

Una vez que se lo puso, nos saque de la calzada y me dirigí a la carretera principal. Teníamos que hablar, pero iba a conducir mientras lo hacíamos. Necesitaba algo que hacer aparte de mirarla y enfrentar esa mierda.

—Habla, Aida. Deja de llorar y habla conmigo.

Sollozó, y la vi limpiar su rostro.

—¿Qué quieres que te diga? Major dijo todo.

Bueno, eso lo aclaraba.

—¿Qué demonios, Aida? ¿En serio? ¿Cómo sucedió?

Soltó un suspiro tembloroso.

—Tú eras... eres mi todo, William. Siempre lo has sido. Estas ahí cuando necesito a alguien. Nos divertimos juntos. Nos reímos. Encajamos. No sé porque no puedes verlo. Ella<‖no‖se‖ajusta‖a‖ti.‖Yo‖sí.‖Te‖conozco‖mejor.

Hijo de puta. ¿Cómo me había perdido esto? Me sentía tan cegado.

—Eres mi prima. Maldición, Aida, te vi un par de veces al año mientras crecíamos. No era como si fuéramos inseparables. La manera en que hablas de nosotros suena como si hiciéramos todo juntos. No veo cómo inventaste todo esto en tu cabeza. Ni una sola vez te he dado razones para pensar que tenemos algo o que incluso que tuvimos algo. Apenas nos vemos.

Aida suspiró.

—No lo ves. Siempre hemos tenido una conexión. Podía sentirlo. Sé que también lo sentiste. Maite lo arruinó todo. Crees que la amas. Simplemente no recuerdas lo que hemos tenido.

Si, amaba a Maite. La amaba como un hombre loco. Era mi mundo. Eso no cambiaría.

—Aida, Maite es todo lo que nunca supe que necesitaba, pero no puedo vivir sin ella. Decirte a ti misma que hay, o había, algo entre nosotros no tiene sentido. Siempre has estado celosa de aquellos que reciben mi atención. Lo sabía. Pero éramos niños, y fuiste demandante. Lo pase por alto o lo ignoré. Pero esto no puede ser ignorado. Maite es la persona más importante en mi vida.

Aida sollozó de nuevo.

—¿Por qué no puedo ser yo? ¿Qué tiene que yo no tenga? ¿Cómo puedo ser ella? ¿Cómo puedo ganar tu amor?

Maldición.

—No puedes. No funciona de esa manera. No puedes ser como ella y ganar mi amor. Maite es la única. Encontrarás a un chico algún día que será así para ti, y ninguno podrá comparársele.

—No quiero a nadie más, nunca lo haré —dijo con voz triste.

—Estoy tratando de ser comprensivo aquí, pero estás haciéndolo difícil. No lo entiendo. Esto no es saludable, Aida. Tienes que verlo.

Comenzó a llorar en voz baja otra vez, y simplemente conduje. Tenía que ver la verdad aquí y aceptarla. Las luces de Fort Worth aparecieron a la distancia. Esperaba que una cafetería estuviera abierta, porque necesitaba algo para salir de esto.

—¿Qué si no es tu por siempre? ¿Qué si un día se va? ¿Qué tal cuando te desenamores? No conoces el futuro. Nadie lo hace. La gente rompe, e incluso se divorcian. ¿Qué cuando ya no la ames más?

Nada de eso sucedería, y oírla siquiera mencionarlo me molestó.

—No yo. Ese no soy yo. No me doy por vencido. Nunca me rendiría con ella.

Aida apoyó la cabeza en el asiento y dejó escapar un gemido frustrado.

—Eres tan terco.

Casi me reí. Me llamaba terco. ¿En serio?

—Esto tiene que terminar, Aida. No bromeo. Maite es mía. Es mi felicidad. Mi razón para despertar en la mañana. Es cada sonrisa en mi cara. Ya basta. Nada lo cambiará.

Aida cerró los ojos cuando entré en un autoservicio de una cafetería. Una cerveza sería mejor, pero tenía que conducir, por lo que un café negro iba a tener que ser suficiente.

—¿Quieres algo? —le pregunté.

—No —dijo de mala gana.

Pedí lo mío, y nos sentamos allí en silencio. Una vez que tuve mi bebida volví de nuevo hacia el rancho. —Te dejará algún día, y me habré ido. Te arrepentirás de esto. Te juro que lo harás —dijo, mirando por la ventana.

La única cosa que lamentaba era haber perdido todos los signos y dejarlo llegar hasta esto. Aida tenía que ir a casa. Su visita había terminado. Tenía la esperanza de que pasaran años antes de la siguiente.

***

Cuando por fin llegué a casa después de dejar a Aida en casa de mis padres, habían pasado más de de dos horas. Aida quiso hablar más, y la había escuchado, pero no sentí como si hubiera hecho algún progreso. Aún me advirtió que lo estaba arruinando. Comenzaba a pensar que mi prima era una desequilibrada mental.

Cuando abrí la puerta, me llegó el olor a ajo y mantequilla. Al entrar en la cocina, vi el espagueti a fuego lento en una olla de agua hirviendo en la estufa. Pan francés tostado frotado con ajo y mantequilla al lado.

Pero Maite no se encontraba allí.

Me dirigí a la habitación, y justo cuando llegué a la puerta, escuché su voz. Me detuve y me di cuenta de que estaba leyendo. Sola. Sin mí.

Había tenido su primer día en un nuevo trabajo, y la había dejado aquí. En lugar de poner mala cara como la mayoría de las mujeres haría, preparó la cena y ahora continuaba con su noche. Mi instinto me golpeó. Me sentí como un idiota. Debería haber estado aquí con ella. Debería haber cocinado para ella. Y debería estar ahí sosteniéndola mientras leía. Eso era lo nuestro.

Al abrir la puerta, entré en la habitación, al instante encontrándola con mis ojos. Se hallaba acurrucada en la cama, con el pelo recogido en coletas bajas y vestida con una camiseta sin mangas y pantalones de pijama. Dejó de leer y levantó la mirada.

Entonces sonrió.

Esa sonrisa era todo lo que necesitaba en la vida. Eso y tenerla allí mismo en mi cama. Nada era tan perfecto como esto.

—Lo siento —dije, necesitaba decirlo. Mi culpa y pesar por dejarla me comían.

Se encogió de hombros.

—Está bien. Te necesitaba.

Pero también lo hacia Maite. Nunca quise elegir las necesidades de alguien más sobre las suyas. —Debería haber estado aquí contigo. Debería haber cocinado tu cena y haberte oído hablar acerca de tu día. Y debería estar en esa cama escuchándote leerme.

Maite dejó el libro en su regazo.

—Me habría gustado eso.

Esas palabras honestas me atravesaron. Ese paseo con Aida solamente me permitió decir lo que sentía. Había desperdiciado mi tiempo. Y dejé a Maite de lado.

—Tengo que levantarme temprano. Me gustaría quedarme despierta contigo mientras cenas y te duchas, pero Piper me necesita en la oficina a las ocho de la mañana. Firmó un contrato para algunas lecciones tempranas, así que necesito dormir un poco.

Aunque dijo todo con una sonrisa, había tal tristeza en sus ojos que me hizo sentir impotente. Luego se acostó y se dio la vuelta, poniendo fin a nuestra conversación.

Había metido la pata.

19

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 When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada - Página 2 Empty Re: When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada

Mensaje por Joanita Dom Mar 20, 2016 3:09 pm

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 When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada - Página 2 Empty Re: When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada

Mensaje por Joanita Lun Mar 21, 2016 6:19 am

Siguelaáaaaaa por favor! !!!!!

Pon un maraton de capítulos, por favor...........
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 When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada - Página 2 Empty Re: When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Lun Mar 21, 2016 12:49 pm

Cuando mi alarma sonó a las seis y media, me di la vuelta y estiré. Los eventos de la noche pasada y la tristeza con la que me fui a la cama regresaron a mí. William se había ido con Aida y permaneció desaparecido durante horas. Lo esperé para comer con él por más de un hora, hasta que estuve demasiada hambrienta para esperarlo más. Una vez que comí y limpié, tomé un baño y el siguió sin llegar a casa.

Para cuando tomé mi libro y comencé a leer, comprendí que esto era un patrón. Cuando Aida lo necesitaba, él iba con ella. Me preocupaba. No era su verdadera prima, pero nunca me lo dijo. Alguien más tuvo que hacerlo.

Sacudí la cabeza, aparté las mantas y salí de la cama. Tenía que concentrarme en el trabajo de hoy. No en William. Ni en Aida. Esa era una situación en la que necesitaba encontrar una manera de atravesarlo. Tenía la esperanza de dormir con él cuando llegara a casa a anoche después de qué le envíe un mensaje. Él me había molestado. Quería que lo supiera. No quería quedarme detrás de su prima para siempre.

Él era mi prioridad. ¿No debería yo ser la suya?

Fui a lavarme los dientes y a vestirme. Hoy demostraría mi valía en el trabajo, y no iría malhumorada porque William me defraudó anoche.

Cuando salí del dormitorio, mis ojos se posaron en William frente a la estufa. Estaba de espaldas a mí, pero definitivamente cocinaba. Caminé hacia la cocina cruzando la sala con la esperanza de ver lo que hacía.

William se giró justo cuando entré en la cocina y me dio esa sonrisa que hacía que mi corazón se acelerara. —Buenos días, hermosa. El desayuno está casi listo.

¿Desayuno? Normalmente comíamos cereal o algo que su mamá, Maryann, nos traía. ¿Y no se suponía que William ya hubiera bajado a trabajar a los establos? —Toma asiento, iré a traerte tu jugo de naranja —dijo, limpiándose las manos en el paño de cocina clavado en frente de sus vaqueros.

No me moví. Trataba de averiguar lo que pasaba.

Él hizo una pausa cuando me vio quedarme allí de pie. —¿Estás bien? — preguntó, pareciendo consternado.

Me las arreglé para asentir y moverme hacia la mesa mientras me servía un vaso de jugo de naranja.

—El café está preparándose. Te traeré algo dentro de pronto.

—¿Qué estás haciendo? —espeté.

Deslizó lo que parecía ser una tortilla de un sartén a un plato, luego se volvió hacia mí. —Preparándote el desayuno. No pude prepararte la cena después de tu primer día de trabajo. Así que pensé en arreglarlo haciéndote el desayuno antes de tu segundo día. No es lo mismo, pero no dormí mucho. Te observé dormir y quise golpearme por dejarte anoche. —Caminó hacia mí con una expresión seria en su rostro. Cuando dejó el plato frente a mí, se inclinó y me miró a los ojos—. No quiero nunca ser quien te falle, e hice eso anoche. No quiero hacerlo otra vez. Eres la parte más importante de mi vida.

Mi corazón latió a un ritmo vertiginoso. Había estado molesta con él, pero esto hacia que me derritiera. Este era William. El hombre en quien confiaba y amaba. Le regresé la sonrisa. —Gracias —susurré.

Se inclinó y me besó dulcemente. —No me des las gracias. No me lo merezco — dijo contra mi boca—. Enójate conmigo. Lánzame algo. Infierno, nena, golpéame. Pero no me des las gracias. Eso me mata.

Alargué mis brazos y acuné su rostro. Adoraba ese rostro. —¿Qué hay de decirte que te amo, entonces? —dije con una sonrisa.

Cerró sus ojos y ladeó su rostro contra mi mano. —Eso siempre suena bien.

Aparté mis manos y bajé la mirada al plato frente a mí. El omelet que hizo se veía delicioso y lleno de queso, pero era tan grande que era suficiente para tres personas. — Trae otro plato y come conmigo. Esto está enorme.

Se rio entre dientes. —Sí, supongo que sí.

Durante nuestro desayuno, le conté todo lo que le quise decir anoche. Él me contó sobre su día, aunque sentí como si estuviera escondiendo algo. Estaba en sus ojos. Y nunca me contó lo que ocurrió cuando se fue con Aida.

Eso me molestó. La mañana transcurrió rápidamente. Piper estuvo demasiado ocupada con una lección tras otra, y tuve que salir y ayudarla a hacer un poco de limpieza y cepillar a los caballos. Me explicó cómo hacerlo y me lo demostró una vez ayer, y yo aprendí rápidamente. Me sentía muy cansada para cuando la hora del almuerzo llegó.

No preparé un gran almuerzo para hoy, y me moría de hambre. Mi emparedado de pavo y manzana no sería suficiente. Quería una gran y gorda hamburguesa con papas fritas. No era lo que mi trasero necesitaba, pero estoy segura de que era lo que yo quería. Quizás algunas galletas con chispas de chocolate. Pensé en usar mi imaginación y comer el emparedado que traje fingiendo que era lo más delicioso.

—¿Trajiste algo para comer? —preguntó Piper, asomando su cabeza a través de la puerta.

No lo que yo quería. —Sí —repliqué.

—Bien. Tómate una hora de almuerzo. Iré a casa para reunirme con Arthur para comer. Nos vemos más tarde.

Asentí, y ella cerró la puerta tras de sí. Suspirando, saqué mi bolsa de papel y la coloqué en mi escritorio. Mañana prepararía un gran almuerzo. Algo delicioso. Algo maravilloso.

La puerta se abrió otra vez, y levanté la mirada esperando ver a Piper, pero no era mi jefa. Era alguien más. Alguien que no quería ver.

—Piper se acaba de ir a almorzar —dije, sonando más molesta de lo necesario.

Captain sonrió, y noté sus hoyuelos otra vez. ¿Se suponía que estos chicos tuvieran esos hoyuelos? Eran profundos.

—Traje el almuerzo —dijo, levantando una larga bolsa de papel. Mucho más grande que la mía.

—No te pedí un almuerzo —espeté.

Mi actitud no lo detuvo. Caminó dentro de la oficina y cerró la puerta detrás de él. —No, no lo pediste, pero fue idea mía, y pensé ¡al diablo! Haz algo amable por alguien hoy, Captain. —Dejó la bolsa en mi escritorio. El olor de algo delicioso golpeó mi nariz. Mucho mejor que mi emparedado—. Así que ordené la mejor jodida hamburguesa de Texas, y decidí conseguir dos y te traje una. Segundo día de trabajo, imaginé que necesitabas algo bueno.

Me trajo una hamburguesa. ¿Bromeaba? ¿Podía leer mentes?

Cuando colocó la bolsa en frente de mí, estaba segura de que babeaba. Olía maravilloso. Él estaba siendo amable. ¿Quién era yo para rechazar el almuerzo que tanto había soñado? —Esperaba más comentarios sarcásticos. La posibilidad de que me lanzaras la jodida hamburguesa a la cara. Ese tipo de cosas —dijo Captain, sonando petulante.

Debí haber hecho todas esas cosas, pero quería la comida. La idea de comer mi emparedado de pavo ahora era simplemente triste.

—Para endulzar el trato, tengo una rebanada de pastel de fresa —añadió. No eran galletas de chocolate, pero era un buen sustituto. Abrió la bolsa como si yo no pudiera hacerlo.

—Tú ganas. Tengo hambre.

Entonces se rio. Una risa real. No una risa listilla o de imbécil. Me agradó esa risa. No era mala. Ni cerca de la persona molesta que él era usualmente.

—Bien, gracias. Esto significa que mi buena acción del día está completa y puedo seguir mi camino a ser un bastardo.

Esta vez. Yo reí.

Cuando retiró una silla y comenzó a abrir su comida, noté que él se quedaría. No estaba segura de eso. Me parecía demasiado familiar. No éramos amigos. No éramos nada.

—Solo come, Maite. No voy a saltar la mesa e ir tras de ti. Solo voy a comer antes de que mi comida se enfríe.

Correcto. Bien.

Observé como levantaba su hamburguesa y le daba un mordisco. Se veía deliciosa. Aparté mis preocupaciones a un lado e hice lo mismo.

Comimos en silencio, y decidí que esto era correcto. Nada raro, en absoluto. Y las hamburguesas eran la mejor cosa que había puesto en mi boca. Las patatas fritas también cumplían mis fantasías. Cuando casi terminaba, habló otra vez.

—¿Te fuiste a casa sola anoche? ¿Ya que tu hombre se quedó bebiendo café con su prima?

¿Fue a tomar un café con ella? Pensé que ella estuvo llorando. ¿Se quedaron hasta tarde tomando café? —Ella estaba molesta. Él intentaba consolarla —dije, apartando la comida. Ya no tenía hambre. Ni siquiera la idea del pastel de fresa me atraía más.

—Oh, no parecía molesta cuando los vi. Incluso lo vi a él reírse. Le debería dar vergüenza dejarte ir a tu casa sola de noche. Era tu primer día de trabajo. Debió haber estado contigo allí.

—Basta —dije, levantándome y poniendo distancia entre nosotros. No quería escucharlo expresar mis propios miedos. Era suficiente para mí con escucharlos en mi cabeza.

Cerró la bolsa y se reclinó en su silla para mirarme. —No manejas bien la verdad, ¿cierto?

—Estoy bien con la verdad —contesté, alzando la voz. Me provocaba. Me estaba poniendo furiosa otra vez. Era bueno en eso.

—Entonces, ¿Por qué cuando te cuento lo que vi y cuan incorrecto me parece te molesta? Solo digo la verdad. Cualquier hombre que te tenga en su casa debería mantener su culo allí a tu lado.

No, no, no. No escucharía esto. Decía estas cosas para que dudara de William. No dudaría de William. Había hecho eso una vez y casi arruiné todo. —Se siente mal por dejarme. Se disculpó una y otra vez e incluso me preparó el desayuno esta mañana. William es un buen hombre. Me ama. Así que deje de intentar hacerme dudar de él.

Captain se puso de pie y mantuvo su mirada centrada en la mía. No sonreía ahora o parecía como si estuviera a punto de decir algo sarcástico. Era la primera expresión verdadera que veía en él. —No estoy tratando de molestarte. Estoy tratando de mostrarte que no todos los hombres son lo que parecen ser. Nadie lo es, cariño. Lo he visto muchas veces. Y la primera vez que vi tus ojos, vi un dolor que yo comprendí. Antes de que abrieras tu boca y encantarás mi dura y amarga alma, quería protegerte. No puedo evitarlo.

No tenía palabras. Él tenía que irse. Esto no fue un almuerzo inocente. —Vete, por favor —dije, señalando la puerta.

No discutió. Simplemente asintió, se dio la vuelta y se fue.

Estuve allí de pie mirando la puerta cerrada por un par de minutos. Él era peligroso. No podía dejar que se acercara a mí otra vez. No quería su honestidad. No quería sus verdades. Solo quería a William.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Mar 21, 2016 12:56 pm

20

William

Algo molestaba a Maite. Desde el momento en que la recogí esta tarde, la sentía ausente. Su sonrisa no llegaba a sus ojos. También parecía empalagosa. No me quejaba de eso. Pero no dejaba que me alejara mucho de ella. Nos duchamos juntos y tuvimos sexo sobre el mostrador del baño antes de movernos al sofá y acurrucarnos.

En este momento, se encontraba sentada en mi regazo con su brazo alrededor de mis hombros y su cabeza en mi pecho. Aún me corroía la culpa de lo de anoche. ¿Era por eso que actuaba de manera tan diferente? ¿Le preocupaba que la dejara de nuevo? ¿Pensaba que tenía que aferrarse a mí? Jodidamente me encantaba cuando se aferraba a mí, pero no quería que lo hiciera porque sentía que tenía que hacerlo.

Quería que supiera que siempre sería de ella. No necesitaba aferrarse a mí. No iría a ninguna parte. Arrastré mis dedos sobre sus muslos desnudos, pensando en todo lo que pasamos y lo lejos que ella había llegado.

Creció tanto, y nunca me perdonaría si mis estúpidas acciones me alejaban de ella. Tanto como era suyo, ella era mía. Nadie más me tendría de esta manera.

—Te amo —susurré en su cabello.

—También te amo —contestó, y con su dedo trazó un corazón sobre mi pecho.

—No me iré de nuevo —le dije. Necesitaba que me creyera.

No contestó. En cambio, continuó trazando ese corazón sobre mi pecho una y otra
vez.

—Me posees, Maite. Tienes que saber eso, nena. Saber que soy tuyo.

Dejó de trazar sobre mi pecho y levantó su rostro para mirarme. —¿Qué pasa si, un día, ya no eres mío y no puedes evitarlo?¿Qué quiso decir con eso? —Puedo jurarte que siempre será así para mí. Nadie encaja conmigo como tú. Nadie me hace sentir completo. Nadie más lo hará.

Sonrió y besó mi pecho. —Quiero creer eso.

Bueno, que me jodan. También quería que lo creyera. Pensaba que lo creía. ¿Y si mi estúpido error de anoche la hizo dudar de eso? ¿Dudar de mí?

Acuné su rostro entre mis manos y la sostuve para que me mirara directamente a los ojos. —¿Me ves? Este hombre frente a ti te amará hasta el día en que muera. Eres la única para mí, Maite. Mi única.

Se relajó en mis brazos y se apoyó en mí. —De acuerdo.

¿De acuerdo? ¡Ja! ¿Eso era todo lo que iba a decir? ¿De acuerdo?

—¿Ese‖“de‖acuerdo”‖significa‖que‖me‖crees?

Asintió. —Te creo. Siempre te creo.

La abracé fuertemente contra mi pecho. Este era mi hogar. Ella era donde mi hogar siempre estaría. Ya era hora de que diera el siguiente paso y que le demostrara que me encontraba en esto. Para siempre.

***

Esta mañana, Maite hablaba con su padre por teléfono. No tenía que ir a trabajar hasta las nueve, por lo que llamó a su padre para ponerlo al día. Hablar con la familia no era algo que Maite acostumbraba hacer. Esperaba que él quisiera que ella lo visitara de nuevo pronto, y necesitaba preparar el rancho para mi ausencia. No se iría sin mí de nuevo.

—Sí, me encanta. Piper, mi jefa, es realmente genial. Y aprendí a cepillar los caballos —dijo, charlando alegremente.

El solo escucharla me hizo sonreír. Al principio, no estuve seguro de lo que sentía acerca de que él entrara en su vida. Temía que buscaba algo. Pero no era así. Honestamente quería conocer a su hija. Maite necesitaba eso más de lo que siquiera me daba cuenta. El horror de su pasado parecía estar desapareciendo, aunque sabía que de alguna manera siempre sería parte de ella. Simplemente no dejaba que definiera su vida. No usaba más a su madre y a su padrastro como excusas para no lograrlo. Maite creía en sí misma.

Después de que dejé a Maite en el trabajo, fui a casa de mamá. No hablaba con ella desde lo de Aida. Sabía que la camioneta de Aida se fue, pero no le pregunté al respecto. Ver que no estaba era más que un alivio.

Sin embargo, la camioneta de Major seguía allí. Él estuvo afuera todo el día de ayer, pero aparentemente, no salió de la ciudad. Estacioné mi camioneta y me dirigí hacia el interior.

Major bebía una taza de café y comía de nuevo. —¿Qué crees que es esto? ¿Una pensión? —me quejé, entrando para besar a mi mamá y servirme una taza de café.

—No seas odioso. Hay mucho para ti también —dijo con la boca llena de comida.

—Buenos días, hijo —dijo mamá.

—Buenos días, mamá.

—¿Maite está en el trabajo? —preguntó.

Asentí y tomé un sorbo del líquido caliente.

—¿Le contaste que tu prima está caliente por ti? —preguntó Major.

Si no estuviéramos en la cocina de mamá, hubiera estrellado mi puño contra su rostro.

—Major —advirtió mamá.

Levantó ambas manos. —Solo preguntaba.

—Aida regresó a casa de sus padres. Dejó la universidad este semestre, y van a obligarla a regresar este verano. Su papá no está contento con que lo dejara para venir aquí —explicó mamá—. Pero ella es joven, y aprenderá. Vamos a dejar esto atrás.

—Entonces, no se lo contaste a Maite ¿verdad? —preguntó Major, sonriendo.

Lo fulminé con la mirada por encima de mi taza de café.

—Tampoco tendría que contárselo. Si realmente piensas en ello, es espeluznante.

—¿Te callarías? —gruñí.

Se puso de pie con su plato vacío y se dirigió al fregadero. —Por supuesto. Me callaré. Tengo trabajo al qué llegar.

—¿Trabajo? —pregunté, sorprendido.

—Sip. Trabajo en la construcción de la ampliación de Stouts y Hawkins. Su nuevo chico supervisando el proyecto, River Kipling, me contrató. Si éste es tan exitoso como el de Key West, entonces Arthur lo enviará a Rosemary Beach para construir otro, y también iré. Encontraré una de esas bellezas de las que he escuchado mucho.

La idea de River Kipling mudándose a Florida, lejos de Dallas, era muy atractiva.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Mar 21, 2016 1:01 pm

21

Maite

Piper entró a la oficina una hora después de que llegué, llevando dos tazas de café. —Buen día —dijo, animada.

Sin importar lo extraño que fuera imaginarla casada con Arthur, un hombre que podría ser su padre, de verdad me agradaba Piper. Tenía los pies en la tierra, y la observaba con los chicos que entrenaba. Era amable. Ahora me sentía culpable por pensar que Arthur se casó con ella por su belleza y juventud, mientras que ella se casó con él por su dinero. Piper no me daba esa impresión.

—Buenos días —respondí, tomando la taza que me entregaba—. Gracias. Lo necesitaba.

—Todos necesitan una buena taza de café. —Tomó uno de los asientos de cuero al otro lado del escritorio—. Así que, dime, ¿qué te parece este trabajo?

Amaba trabajar aquí. Sentía que era productiva. —Estoy disfrutándolo mucho.

Piper tomó un sorbo de su taza y me sonrió por encima del borde. —Bien — dijo—. Estoy muy contenta con tu trabajo. En todo lo que has hecho, has entregado el cien por ciento. Trabajas con esmero y como si significara algo para ti. Es difícil encontrar eso en un empleado. Espero que podamos mantenerte alrededor por un rato.

—Gracias —respondí, sintiendo mi pecho hincharse con orgullo. Estuve tan preocupada de no sería capaz de hacer este trabajo correctamente, y aquí me decía ella que se encontraba impresionada con mi labor. Podía hacer esto. William tenía razón. Él creía en mí, y yo necesitaba comenzar a confiar en mí, también.

—Ahora que demostraste que puedes manejar las tareas diarias, necesito añadir una cosa más a tu lista. Mi marido tiene a un tipo trabajando en preparar y expandir el menú para incluir mariscos en su parrilla aquí en Dallas, algo que ya ha hecho exitosamente en Key West. River Kipling. Él ha pedido un poco de ayuda para llenar recibos y facturas. Hasta que la expansión esté completa, Arthur necesita utilizar mi archivador adicional para organizar todo eso. Necesitaremos que archives la documentación que traiga River, y ocasionalmente te pedirá que hagas llamadas en su nombre mientras está aquí.

Oh, no. ¿Cómo podía decirle que no quería trabajar con River? Acababa de decir que hacía un buen trabajo y que quería que me quedara. No me podía negar a esto. Además, él sólo vendría a dejar cosas cada cierto tiempo. No era gran cosa. Hacia un escándalo de algo que no lo era.

—Está bien, seguro —respondí, aunque no me sentía segura para nada.

Ella me dio una sonrisa aprobadora y tomó un último sorbo de su café antes de ponerse de pie. —Debería pasar en algún momento antes del almuerzo para repasar las cosas contigo. Le dije que ibas a estar esperándolo.

¿Hoy? ¿Ya? Necesitaba más tiempo. Asentí. Eso era todo lo que podía hacer.

—Genial. Bueno, de vuelta al trabajo. Tengo un estudiante llegando dentro de cinco minutos. Que tengas una buena mañana, Maite.

Creo que murmuré algo sobre que ella tuviera una buena mañana también, pero no estaba segura. Mi mente asimilaba el hecho de tratar con River<‖o‖Captain. Tenía que hablarle a William sobre esto. Necesitaba saber que iba a ver a River más a menudo, pero ¿luego qué? Él estaría furioso y yo probablemente perdería este empleo.

Me gustaba mi trabajo. No iba a conseguir uno mejor. Tener este en mi currículum iba a mostrarme mejores oportunidades.

En algún punto, fui capaz de sacar a Captain de mi mente el tiempo suficiente para concentrarme en mis llamadas y correos electrónicos. Cepillé dos caballos para Piper, hice otra tanda de café y le llevé una taza. Justo antes de estar lista para almorzar y luego de que Piper se fuera a comer con su esposo, la puerta de mi oficina se abrió. Sabía quién era sin alzar la vista.

El mismo cabello desordenado en una cola de caballo, la misma sonrisa sabelotodo. Sólo le di una mirada antes de volver a observar la pantalla de mi computadora y terminar de leer un correo. O al menos intentar.

—¿Estás enojada por este acuerdo? —preguntó, acercándose para dejar una bolsa en mi escritorio.

No podía ignorarlo; Piper me pidió que lo ayudara. Me forcé a mirarlo. —¿Qué tienes para mí? —pregunté, encogiéndome interiormente.

Él sonrió, satisfecho. —Primero, tengo un poco de la mejor comida mexicana en Dallas para ti. Después de que comamos, podemos ponernos con lo demás.

Me trajo comida de nuevo. Esto no era sólo amigable; lo sabía. Él intentaba coquetear conmigo. Pero yo era de William, y esto no iba a funcionar. —Ya comí —mentí.

Captain sacudió la cabeza como si estuviera decepcionado de mí. —No soy fanático de los mentirosos.

Ugh. Este hombre me hacía enojar. —Simplemente pongámonos con los negocios. ¿Qué quieres que archive? —No iba a jugar al gato y al ratón, o a cualquier cosa que estuviera intentando hacer conmigo.

Él abrió la bolsa y sacó el taco con el olor más delicioso del mundo. Lo desenvolvió antes de tomar un bocado y sentarse en una de las sillas enfrente de mí. ¿Qué hacía, trataba de torturarme? —Es mi descanso para almorzar. Pensé que podía compartirlo contigo, pero dado que quieres fingir que ya comiste, estoy seguro de que no te importará si como enfrente de ti. Estoy muriendo de hambre.

Fantástico. Intenté respirar por la boca para no oler el taco delicioso, pero ya podía saborearlo. Y quería uno. Levantando la vista de nuevo hacia mi computadora, releí la misma oración tres veces, y cada vez decía algo diferente. Él me ponía nerviosa, y no me gustaba.

—¿Podrías pasarme otro taco? —preguntó, y alcé la vista para verlo arrugar la envoltura vacía.

—No sabía que mi nuevo trabajo incluía alimentarte. Tómalo tú mismo —espeté.

Esto sólo lo hizo reír. Podía verlo por el rabillo de mi ojo, poniéndose de pie y tomando otro taco de la bolsa. Se quedó allí y lo desenvolvió, luego lo dejó justo enfrente de mí antes de tomar otro y sentarse de nuevo al otro lado del escritorio. —Son unos tacos condenadamente buenos —dijo.

Intenté no observar el taco. ¿Por qué estaba tan decidido a alimentarme? ¿Y por qué siempre traía cosas buenas para comer? ¿Por qué no podía traer algo que no me gustara? Las cosas serían mucho más fáciles de esa manera.

—Sólo cómelo, Maite. No es una propuesta de matrimonio; es un maldito taco, por el amor de Dios.

Le lancé una mirada furiosa, luego me rendí y tomé el taco para darle una mordida. No lo miré, pero él no se regodeó. Nos quedamos sentados silenciosamente, y yo terminé el taco, aunque sentí un golpe de culpa con cada mordida.

—¿Uno más? —preguntó Captain.Pensé que ya que me comí uno, bien podría comerme dos. No hablamos. No discutimos. Fue pacífico, y esperaba que el lado de negocios de nuestra relación fuera así de bien.

Él limpió los residuos de los tacos y luego sacó un gran sobre y lo dejó enfrente de mí. —Esta primera pila es un desorden, y hay un montón de recibos. Intentaré traértelos cada par de días para que no suceda de nuevo. Y, ¿tienes celular? Tendré que poder mandarte un mensaje cuando necesite que hagas algunas llamadas por mí.

Tenía celular, pero no estaba segura de que él mandándome mensajes fuera una buena idea. Simplemente lo observé, silenciosamente.

Él suspiró y alzó las cejas mientras me dedicaba una mirada exasperada. — ¿Prefieres que te mande un mensaje o que te visite cada vez que necesite que hagas unas llamadas?

Rápidamente le di mi número, lo que lo hizo reír.

—Estaré aquí el lunes para repasar algunas otras cosas que necesito que archives y clasifiques por separado.

Asentí. ¿Podía irse ahora?

Captain me dio una sonrisa, luego se giró para irse. —Disfruté el almuerzo contigo —dijo, justo antes de salir de la oficina. Siempre tenía la última palabra. Era molesto.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Mar 21, 2016 1:07 pm

22

William

―Viernes en la noche. Vamos, hombre. Maite va a disfrutar de un buen bar. No has estado conmigo en años. Vamos a tomar, a jugar un poco de billar y bailar. Será divertido ―me acosó Major mientras se sentaba en el poste de la cerca mientras yo trabajaba en el nuevo caballo cuarto de milla, Bingo.

Fui más que positivo en que Maite disfrutaría de un bar. Ignoré la sugerencia de Major por quinta vez consecutiva. ―¿No tienes trabajo que hacer? ―pregunté, molesto porque decidió venir a fastidiarme.

―Entro después de las dos. Oye, vamos a jugar boliche. Puedo patear sus traseros.

Le disparé una mirada. No iba a ir al boliche. ―¿Estás solo? ¿De eso se trata? ¿Terminaste con Cordelia?

Frunció el ceño como si no estuviera seguro de que hablaba. ―¿Cordelia? Demonios, hombre, no la he visto desde hace un mes o más. No es como si quisiera ponerle un anillo. Solo fue buen sexo.

Rodando mis ojos, volví al trabajo. A veces era imposible hablar con él.

―Vas a extrañarme cuando esté en Florida. Sabes que lo harás. Bien podrías tener todo el Major que quisieras mientras estoy aquí.

―Ya tuve lo suficiente de ti. Siempre estás en la cocina de mi madre rellenando tu cara.

―Awww, ¿estás celoso porque me ama más?

―No<‖ ¿Pero‖ ya‖ te‖ acostaste con la nueva novia de tu padre? ―repliqué, pensando que eso lo molestaría. Contribuyó con terminar el último matrimonio de su padre acostándose con su madrastra.

Solamente río. ―Aún no. ―Si no lo conociera tan bien, pensaría que bromeaba. Lamentablemente, probablemente era en serio―. ¿Está Maite a gusto con su trabajo? ―preguntó, saltando de la cerca. Quizá eso significaba que me dejaría en paz.

―Lo ama. Piper ha sido buena con ella.

―Qué bueno saber que no tengo que patear el trasero de nadie, entonces ―dijo con una sonrisa.

Ni siquiera le respondería. Amaba intentar hacerme enojar. ―Ve a trabajar — ―dije.

―Aún no es tiempo ―respondió.

―Entra más temprano.

Iba a comprar un anillo mañana, o al menos buscar uno que quisiera ver en la mano de Maite. No podía imaginar cómo sería exactamente, pero debía ser perfecto. Tenía que ser como Maite.

Mientras trabajaba todo el día, pensé en diferentes maneras de proponerme. Quería hacer algo especial que nunca olvidaría y pudiera compartir una y otra vez. Se merecía lo mejor. Le iba a dar eso. Por el resto de mi vida.

Esos pensamientos me tuvieron todo el día y me impidieron extrañarla demasiado. Tenía ganas de ir por ella todos los días. Miré el reloj mientras se acercaban las cinco, poniéndome más ansioso con cada minuto.

Cuando abrí la puerta de su oficina, su trasero estaba al aire mientras se agachaba sobre la gaveta del archivador. Los pantalones que llevaba le quedaban como una segunda piel.

―No te muevas ―dije, caminando detrás de ella y deslizando mis manos sobre su trasero regordete.

Inclinó la cabeza hacia un lado y levantó la mirada con una risita. —Bueno, hola a ti también.

―Mi chica tiene un trasero grandioso ―respondí, mientras permanecía inclinada para mí.

―Gracias, pero si me quedo en esta posición, voy a terminar con un calambre.Quité las manos de su trasero y di un paso hacia atrás a regañadientes. Cuando se enderezó, tomé sus caderas y la jalé contra mí. ―Mmmm ―murmuré en su oído―. Te extrañé.

Se derritió contra mí. ―También te extrañé.

Deslicé sus manos en el frente de su camisa y acuné sus pechos, dejando que su pesadez llenara mis manos.

Inclinó su cabeza contra mi pecho y dio un suave gemido que solo me animó más. Con un tirón, bajé las copas de su sostén y agarré cada pezón entre mis dedos. ―Se siente tan bien ―le susurré en la oreja antes de besar su sien.

―No podría estar más de acuerdo ―dijo sin aliento.

Teniéndola toda derretida y dispuesta para mí era difícil para mí autocontrol. Ya la imaginaba inclinada contra el escritorio y llevándonos a un lugar feliz. Empecé a bajar mis manos, pero las tomó y las llevó hacía allí.

―No ―dijo, presionando su pecho contra mis manos―. Necesito este trabajo.

La necesitaba a ella, pero esto podría hacerse en mi camioneta si no podíamos llegar a casa.

―Quiero quitar estos pantalones ajustados y hundirme dentro de ti, nena. Necesitamos irnos. Ahora.

Sus manos fueron hacia su cadera y empezó a desabotonar sus pantalones. ¿Qué demonios? A Maite le gustaba tener sexo, pero nunca fue de las que lo iniciaban en lugares públicos, donde alguien podría entrar. Incluyendo a su jefa.

―Piper fue a una junta de negocios con Arthur. No hay nadie aquí ―dijo mientras deslizaba sus pantalones hacia abajo y movía sus caderas. Los pantalones cayeron a sus tobillos y entonces puso ambas manos en la orilla del escritorio, tirando su cabello hacia un hombro y mirándome―. Te necesito ahora.

Esta no era ella, pero no iba a quejarme. Su dulce culo se movía y esperaba. De ninguna maldita manera le diría que no. Si alguien entraba, la cubriría; me importaba una mierda si miraban mi trasero.

Abrió las piernas tanto como sus pantalones le permitieron y levantó su trasero en el aire. Esta no era una vista a la que un hombre podría resistirse. Era hermosa y sensual, todo en uno.

Rápidamente, desabroché mis pantalones y los bajé antes de deslizar mis manos bajo su camisa y tomar sus senos, ahora balanceándose libremente mientras ella se inclinaba. ―¿Estás mojada? ―le pregunté, presionando un beso en su espalda. ―Mi ropa interior está empapada.

Demonios.

Utilicé una mano para posicionarme, me introduje con un empuje rápido. Gritó y se retorció debajo de mí. Sus pechos llenaban mis manos mientras empezaba a deslizarme dentro y fuera lentamente, disfrutando su apretado calor y gemidos suaves.

Besé cada punto de su espalda y cuello que podía alcanzar mientras mis manos trabajaban en complacer sus pezones.

―William ―jadeó―. Oh, Dios.

No voy a mentir; amaba cuando me llamaba Dios. ―Mi sexy y empapado coño ―respondí mientras hacía mi camino dentro y fuera.

Pronto, tendría un anillo en su dedo avisándole al mundo que era mía. El pensar en eso hizo que el hombre de las cavernas en mí cobrara vida y mi pene pulsará fuerte en su interior. Quería reclamarla. Marcarla y asegurarme que nadie más la tocará.

―Sí ―gimió―. Más fuerte.

Empecé a bombear dentro de ella con más intensidad y sus manos se apretaron contra el escritorio mientras gritaba mi nombre. Sus muros me apretaron, y empecé a tener espasmos y a apretarme mientras me venía dentro, su nombre en mis labios.

Pasaron varios minutos para que ambos estabilizáramos nuestra respiración. Cuando el mundo regresó a la normalidad, me sonrío mientras se recostaba contra el escritorio, satisfecha.

―No puedo creer que hiciéramos esto ―dijo sin aliento.

―Honestamente, yo tampoco. Pero estoy feliz de haberlo hecho.

Se rio y hundió la cabeza entre sus manos. ―Yo también.

Mi pecho se apretó con emoción y recorrí las puntas de mis dedos por su espalda. Ella era mi mujer.
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Mensaje por tamalevyrroni Lun Mar 21, 2016 1:15 pm

23

Maite

Los días siguientes pasaron sin que tuviera que lidiar con Captain. Fue un movimiento osado tener sexo en mi oficina, pero necesitaba asociar este lugar con William. La próxima vez que Captain pusiera comida sobre este escritorio, yo sabría que sería justo donde William me tomó. Se sentía como nuestro lugar ahora. En mi mente, eso limpió todo lo de Captain de ahí. Incluso podía oler a William cuando entraba. Él marcó esta área, y me gustaba esa sensación. Me daba confianza. Se sentía como si estuviera aquí conmigo.

No hubo señal de Captain el viernes, y dejé salir un suspiro de alivio al final de la semana de trabajo. No más almuerzos, no más comentarios con la intención de que cuestionara a William, no más coqueteo. Podía disfrutar mi trabajo sin su molesta presencia.

William y yo acabábamos de llegar a casa cuando Major se detuvo, vestido con un par de vaqueros, una camiseta negra entallada, botas, y un sombrero de vaquero en su cabeza. —¿Cuándo estarán listos para salir? —preguntó, como si tuviéramos planes.

Miré a William, quien tenía el ceño fruncido. —Te dije que no íbamos a ir contigo.

Major no dejó que eso lo disuadiera. —Pero tengo tres boletos para escuchar a Pat Green en donde Billy Bob esta noche —dijo, elevando los boletos—. No pueden hacerme ir solo. Además, es Pat Green. Vistan sus traseros y vayámonos.

No tenía idea de quién era Pat Green, pero podía decir por la mirada en el rostro de William que él sí. Parecía estar contemplándolo. Esperé y luego se giró para mirarme. — ¿Quieres ir a un concierto esta noche? ¿O preferirías quedarte aquí?

Podía decir que él quería ir, y honestamente, sonaba divertido. No sabía que era el lugar de Billy Bob ni quién era Pat Green, pero quería ir a lo que sea que fuera. Asentí.

—Sip. Me gustan los conciertos. —En realidad nunca había estado en un concierto, pero no mencioné eso.

—Y jodidamente amarás a Pat Green. No hay nada mejor que él en concierto excepto Robert Earl Keen. Desearía como el infierno que estuviera tocando esta noche. Pero será para otra ocasión. Ve y arregla tu lindo culo —dijo Major, lo que hizo que William frunciera el ceño.

Major solo se rió y pasó junto a nosotros al interior de la casa.

—Una vez que superas su mierda idiota, es tolerable —dijo William, todavía sonando molesto.

Me reí. Me gustaba Major. Era gracioso. —Él no me molesta.

William no pareció convencido mientras nos dirigíamos al baño para prepararnos.

—Nada de follar ahí. Tenemos un concierto al que llegar. Además, no parece justo para mí tener que escuchar sin poder ver —gritó Major detrás de nosotros.

Comimos una deliciosa barbacoa en el café de Billy Bob antes de encontrar nuestros asientos. No tenía un atuendo de vaquera para hacer juego con los dos vaqueros con los que estaba, pero sí tenía mis botas y pantalones. Até una camisa de franela de la manera que vi a Piper hacerlo para revelar mi zona media, pero William la desató, sacudiendo la cabeza, y volvió a meterla en mis pantalones por mí.

El lugar no era como imaginaba que se vería un bar country, y dije lo mismo cuando condujimos. William me dijo que no era un verdadero bar country; era un enorme edificio con un restaurante, una tienda, y un gran escenario. No podía asimilar todo lo suficientemente rápido, a pesar de que de inmediato me di cuenta de que me encontraba entre la minoría sin un sombrero de vaquero.

Una vez que encontramos nuestros asientos, William se sentó entre Major y yo. Había dos asientos vacíos a mi lado, pero el resto de la fila se llenaba rápidamente. Después de que William y Major se fueran a buscar cervezas para ellos y una soda para mí, me senté y observé a las personas mientras llegaban. Varias chicas tenían sus camisas atadas de la forma en que intenté poner la mía. Sonriendo, pensé en la vena posesiva de William; me gustaba que él no quisiera mostrarme.

Alguien se deslizó en el asiento junto a mí, y levanté la vista para ver unos familiares ojos verdes y esa estúpida sonrisa. ¿Qué demonios? Aparentemente leyó mi rostro con facilidad, porque su sonrisa se volvió aún más grande. —Que gusto encontrarte aquí —dijo, arrastrando las palabras, como si no tuviera nada que ver en esto de alguna manera.

Una mujer con rubio cabello ondulado y una sonrisa demasiado brillante se inclinó hacia él, enseñándome su impresionante escote y la brillante camiseta de tirantes plateada que llevaba puesta. —Hola, soy Kinsley —dijo mientras colocaba una mano sobre la pierna de Captain. Suspiré de alivio por que tuviera una cita. Desearía que dejara que Kinsley se sentara junto a mí en lugar de él.

—Un placer conocerte. Soy Maite —respondí, con una sonrisa que no tuve que forzar. Era un verdadero placer conocerla. Más de lo que probablemente pudiera saber.

—¿No es Maite un nombre de chico? —preguntó con una risita—. Quiero decir, nunca antes escuché de una chica llamada así.

Decidí no señalar que Maite Witherspoon era una actriz famosa. Solo me encogí de hombros. —Bueno, ahora sí —respondí y regresé a mirar a las personas a mí alrededor, esperando que este fuera el final de la conversación con cualquiera de ellos.

—No sabía que fueras fanática de Pat Green —dijo Captain a mi lado. Le lancé una sonrisa rápida sin ganas.

—No tengo idea de quién es. Pero a William le gusta, así que aquí estamos.

Captain hizo un sonido despectivo. —Un hombre debería llevar a su mujer a donde ella quiera ir.

Empuñé las manos sobre mi regazo. Ya comenzaba a molestarme. —Lo hace. Quería venir esta noche. Me gusta la música, y nunca antes estuve en un concierto.

No dijo nada al principio, pero mi suerte no duró mucho. —Entonces, ¿este es tu primer concierto? ¿En tu vida? —Su tono era incrédulo.

Asentí pero no lo miré.

Kinsley le preguntó algo que no pude oír, y mientras hablaba, sabía que ella luchaba por mantener su atención. No podía estar más agradecida. Si William y Major se apresuraran con las bebidas, entonces podría inclinarme hacia William y sentirme a salvo del acoso sin cesar de Captain.

—Pat Green es de la clase de country popular. Es del country de Texas. Creo que lo disfrutarás —me dijo Captain—. Hace un buen espectáculo.

Me giré para mirarlo. —De todos los asientos en esta inmensa arena, ¿cómo terminaste en el que está justo a mi lado? —pregunté. Esto no era una coincidencia.

Captain parecía presumido. —¿De dónde crees que consiguió Major los boletos? —dijo, arrastrando las palabras.

Lo sabía. Maldito fuera ese hombre.

—Sin embargo, si hubiera sabido que nunca antes habías ido a un concierto, habría optado por algo mucho más grande —dijo.

Me permití asimilar su comentario. ¿Qué conseguía él? No era como si hubiera conseguido esos boletos solo con el propósito de traerme aquí. Ni siquiera sabía que Major iba a invitarme. ¿O sí?

Empecé a preguntarle cuando vi el sombrero de William, seguido por su largo cuerpo musculoso revestido con vaqueros azules, caminando hacia mí. Era mío, este hombre que hacía girar las cabezas de las mujeres con regularidad. Era difícil creerlo, pero así era.

—Lamento que me tomara tanto tiempo. La fila era horrenda —dijo, sentándose a mi lado y pasándome la soda que pedí. Todavía no notaba a Captain.

Pero Major sí. Extendió una mano y sonrió. —Hola, River, Kinsley. Asientos geniales, hombre. ¡Gracias!

William se tensó a mi lado, luego giró la cabeza para ver a Captain y a su cita antes de volver a mirarme. Me incliné hacia él y sonreí para asegurarle que todo se encontraba bien. Él colocó su brazo sobre mis hombros, y me incliné más cerca, lo que pareció aliviar la tensión.

—River me dio los boletos. Kinsley es la mesera principal en el restaurante. Ellos se engancharon recientemente —escuché a Major decirle a William.

William solo asintió. Sabía que no le gustaba la idea de estar en un concierto pagado por Captain. Pasó las puntas de sus dedos por mi brazo, trazando patrones mientras me abrazaba más cerca. Sus ojos permanecieron en el escenario vacío, y sabía que pensaba seriamente.

Captain se levantó y bajó las escaleras; por bebidas, me imaginé. Le sonreí a William. —Espero esto con ansias.

Presionó un beso en mi nariz. —Yo también. Una de sus canciones me recuerda a ti. Tenerte aquí mientras la canta va a ser malditamente perfecto.

Me gustaba saber que pensaba en mí cuando oía una canción. Tomé un sorbo de mi soda y me relajé. Íbamos a disfrutar de nosotros mismos. No tenía que dejar que Captain lo arruinara. Además, William no se preocupaba por él porque Captain dijo algunos comentarios groseros. No lo sabía todo. Superaría su presencia aquí lo suficientemente rápido.

Cuando las luces bajaron y el escenario se iluminó, todos se levantaron de sus asientos, aullando y gritando. Silbidos y gritos de—: ¡Diablos, sí! —llenaron el lugar. William se levantó, alcanzando mi mano, y me haló frente a él, envolviendo sus manos a mí alrededor. Me incliné contra su pecho. Nada más importaba.

Estaba envuelta en William, y la música era genial. Major cantaba junto a nosotros, y me sentí sorprendida de lo bien que sonaba. Como, realmente bien. Ni una vez miré hacia Captain y Kinsley. Ni siquiera se hallaban ahí por lo que a mí concernía.

Pat Green se paró en el escenario y comenzó a hablar sobre una canción, y todo el mundo a mí alrededor pareció saber de qué hablaba, porque los aplausos comenzaron de nuevo. —Esta es —susurró William en mi oreja—. Mi canción para ti.

Eso atrajo inmediatamente mi atención. Me enderecé y esperé a que la música empezara otra vez. William me acarició los brazos mientras me abrazaba y presionaba su boca cerca de mi oreja a medida que cantaba las palabras. Tenerlo cantándome me hizo sentir mareada.

Todo lo que busco eres tú.

Las palabras hicieron que mi corazón revoloteara en mi pecho y me giré para mirarlo.

Viniste a mí ola sobre ola.

Cantaba con tanta intensidad en sus ojos que me aferré a él aún más y oré porque este momento no terminara nunca. Solo nosotros ahí, juntos, con William cantándome al oído. Fue la noche perfecta.

24

William
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Mensaje por Joanita Lun Mar 21, 2016 2:58 pm

Siguelaáaaaaa por favor! !!!!!
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Mensaje por EsperanzaLR Lun Mar 21, 2016 4:02 pm

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Mensaje por asturabril Lun Mar 21, 2016 4:34 pm

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Mensaje por tamalevyrroni Mar Mar 22, 2016 12:16 pm

Después de dejar a Maite en el trabajo el lunes en la mañana, llegué a los establos y vi una cara que no esperaba ver. Tú podrías mirarme y nunca adivinar que mi padre era una estrella de rock, pero no podrías decir lo mismo de Rush Finlay.

Él tenía el aspecto. Aún cuando tuviese un hijo de tres años ahora, no lucía como un papá.

Dudo que alguna vez lo hiciera.

Pero ¿por qué rayos él estaba en mi rancho?

Saliendo de mi camioneta, cerré la puerta y me dirigí hacia él. Subió sus gafas de sol y me sonrió. —¿Siempre vienes a trabajar así de tarde? —preguntó con una sonrisa.

—Tenía que llevar a Maite al trabajo. No esperaba regresar y verte de pie aquí.

Se encogió un poco de hombros. —Traje a Blaire y a Nate a visitar a su hermano. Figuré que les dejaría un poco de tiempo en familia y vendría aquí para ver cómo van las cosas.

Casi había olvidado que Captain era el hermano de Blaire. Recordarlo sentado al lado de Maite en el concierto este fin de semana todavía me enfurecía.

—Luces como si conoces al hermano de Blaire y te gustaría golpearlo en la cara — dijo Rush con una alegre carcajada.

—Él trabajó con alguien con quien hago negocios. Él ha hecho unos cuantos comentarios los cuales no me han vuelto loco concerniente a Maite.

—Suena como Captain —dijo Rush—. Él solo es imprudente. La primera vez que lo conocí, señaló que había dejado embarazada a Blaire antes de casarme con ella y que esa era la manera invertida de hacerlo. Me enfureció como el infierno. Aunque ha dejado de hacerlo conmigo, sin embargo.

Quizás estaba siendo muy duro con él. No es como si estuviese oliendo alrededor de Maite. Sólo estaba siendo sensible y posesivo; la vibra que estaba recibiendo de él cuando estaba alrededor de Maite podría posiblemente ser sólo yo analizando mucho las cosas.

—Mantendré eso en mente —respondí—. ¿Así que viniste para ayudarme a arreglar algunas cercas? —Sabía muy bien que Rush Finlay no estaba aquí para hacer algo de trabajo duro.

—Declinaré esa oferta. Estaba comprobando para ver si Harlow ha hablado contigo acerca de Kiro últimamente.

¿Eh? Sacudí mi cabeza.

Rush suspiró y asintió como si hubiese esperado eso. —La mamá de Harlow no lo está haciendo muy bien, y él no está lidiando bien con eso. Está cayéndose en pedazos. Papá dijo que no lo dejarían cerca de ella por tres días porque la medicina en la que estaba debilitó su sistema inmune. Kiro se derrumbó de una manera que papá tuvo que meterlo en la ducha para evitar que se vomitara encima antes de ponerlo en la cama. Se despierta y comienza a beber de una vez. Le grita a todo el mundo. La única persona a la que le está hablando es Harlow. Está preocupada por él. Pensé que podrías querer saberlo.

Mierda. ¡Maldita mierda! Harlow no necesitaba esto. ¿Y por qué no me había llamado? Tiré el pasto que tenía en mi camioneta contra el muro y maldije ruidosamente.

—Papá dijo que no lo entendemos. No sabemos cómo era Kiro cuando tenía a Emily. Me dijo que sería como si perdiera a Blaire. Y hombre, no puedo imaginar eso. Si Kiro ama a Emily como amo a Blaire, entonces, hermano, él está en un maldito dolor y lo ha estado por veintitrés años.

Entendía que Kiro amaba a Emily. Era obvio. Pero maldita sea, el tenía una hija con un problema en el corazón. Un año antes, Harlow le había sido dado un milagro cuando dio a luz a Lila Kate y vivió en el proceso. Ella no necesitaba esta mierda en ella ahora. Él nunca pensó en nadie más, sólo en cuanto estaba sufriendo.

—Harlow no puede lidiar con esto —dije airadamente. Mi cerebro estaba ya dando vueltas. Tenía que hacer algo. No podía dejar que lidiara con esto sola. Además necesitaba ver a Kiro. Está mierda tenía que terminar. Un día, Emily moriría. A ella se le había dado mucho más de lo que cualquier doctor esperaba. Kiro tenía que luchar a brazo partido con eso.

Rush asintió. —Ella tiene a Grant. Él está preocupado como el infierno por ella. Está llorando mucho. Supuse que tenías que saber. Harlow te necesita. Te necesita para hacer algo con tu padre.

Él estaba en lo cierto. Me necesitaba. —Gracias por decirme. No sé por qué no me ha llamado. —O Grant, lo que me enfurecía. Grant debería haber llamado.

—Ella dijo que te enojarías con Kiro y no ayudaría en nada. Le pidió a Grant que no te llamará, así que en su lugar vino a mí. Ella nunca le dijo que no me dijera para decírtelo a ti.

Maldición. Tenía que darle a mí cuñado más crédito. —Necesitó empacar y decirle a mamá y a papá que me estoy yendo. ¡Mierda! Maite tiene un trabajo nuevo. Ella no va a querer un tiempo fuera, y honestamente, no quiero que vea toda esta Mierda con Kiro. Es jodido. No necesita estar envuelta.

—Ve y arregla las cosas. Estaremos viajando a la seis esta noche si quieres irte con nosotros. Tenemos el jet.

—Gracias. Los veré entonces.

—La vida como el hijo de una estrella de rock apesta más de lo que no lo hace — dijo Rush, y se dirigió a la colina para irse.

Pude decir que él entendía, pero él no lo hacía en realidad. Él era el hijo de Dean Finlay.

Dean nunca había hecho la mierda que Kiro había hecho.

Dean había sido un cariñoso, presente padre—en su mayor parte. Dean no siempre estaba metido en alguna mierda loca. Rush no tenía ni idea como se sentía ser el hijo de Kiro Manning.

Apestaba. Eso era lo que malditamente hacía. Apestaba. Todo el tiempo.
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Mensaje por tamalevyrroni Mar Mar 22, 2016 12:20 pm

25

Maite

Cuando la puerta de la oficina se abrió justo después de las dos, de alguna forma sabía que iba a ser él. Todo mi cuerpo se tensó mientras levanté la mirada para encontrarme con los ojos de Captain. Había un brillo en ellos mientras entró sin prisas a la habitación.

—Buenas tardes Maite. Tengo algunos papeles y recibos para ti —dijo, mientras se sentó en la silla de cuero más cercana a mi escritorio.

—Está bien —respondí simplemente. Ya me había resignado a no preguntarle por los boletos del concierto.

—Parece que disfrutaste el concierto —me dijo, como si leyera mi mente. De nuevo. ¿Cómo lo hizo?

—Fue un concierto grandioso —le dije. A pesar de que no tengo nada con que compararlo.

Él sonrió—. Dices eso ahora. Espera hasta que veas a una banda como U2 en concierto. Entonces sabrás lo que es un grandioso concierto.

Ni siquiera sabía quién era U2, así que solo ignoré su comentario—. ¿Los papeles? —pregunté, sosteniendo mi mano hacia arriba, esperando para terminar con esto.

Él se rió entre dientes. —No te gusto Maite. ¿Por qué es eso?

No tengo una respuesta, además de que me pone nerviosa. Y coquetea conmigo. Bueno, creo que esa es una respuesta. —Coqueteas, no me gusta —respondí.

El me estudió por un momento, y entonces su divertida sonrisa se convirtió en algo más serio mientras se inclinó hacia adelante, poniendo sus codos en sus rodillas. Su cara estaba más cerca de mí, y la mesa entre nosotros se sentía como un respaldo.

—Yo no he estado coqueteándote Maite. Cuando coquetee contigo, lo sabrás.

Oh. Está bien. Bueno, lo que está haciendo ahora parece coqueteo. ¿Pero estaba equivocada? ¿Estaba asumiendo que sus intentos de ser amigable eran coqueteo? No. Él me había hecho comentarios acerca de querer lo que William tenía.

—Has hecho comentarios, comentarios‖ sobre‖ mi< —me detuve, sintiendo mi cara calentarse.

Él se encogió de hombros. —Soy honesto. No me preocupa lo que piensen los demás. Si quiero decir algo, lo hago. No significa que estuviera coqueteando nena.

Era tan confuso. Apreté mi mano en mi regazo, totalmente frustrada. —Está bien. Bueno, entonces, vamos a olvidar todo esto y volver a los negocios. ¿Qué tienes para mí?

Él buscó en su bolsillo trasero y sacó un sobre manila. —Aquí tienes. —Entonces se levantó y fue hacia la puerta—. Si tienes preguntas, puedes llamar o enviar un mensaje —me dijo, sin mirarme. Cuando la puerta se cerró detrás de él, caí de nuevo en mi asiento y dejé salir un suspiro frustrado. ¿Cómo había terminado sonando como la tonta? Él había sido honesto y lo volteó para hacerme ver como una idiota.

Sacudiéndolo, abrí el sobre para encontrar más papeles y recibos de los que iba a tener tiempo de manejar hoy. Aún tenía varias cosas que hacer por Piper. Ella se irá mañana, y tenía que alimentar y dar agua a los caballos, encima de cepillarlos y limpiar los establos. Piper recientemente había dejado ir a su ayuda de cuadra porque la chica se la pasaba hablando por teléfono durante horas laborales. Ella no había contratado un remplazo aun.

Tenía unos pocos días ocupados por delante y necesitaba trabajar hasta tarde esta noche. Había sacado mi teléfono del bolsillo para comenzar a llamar a William cuando su nombre iluminó mi pantalla.

Sonriendo, respondí, lista para escuchar su voz. —Oye, estaba a punto de llamarte.

—Hola nena. Tengo un problema. Odio tener que llamarte por esto, pero estoy empacando ahora y tengo que clavar unas cosas antes de volar a las seis.

¿Qué? ¿Empacando? —¿Qué está mal? —pregunté, sin gustarme la idea de que vaya a algún lado con tan poca antelación.

—Es Kiro. La mamá de Harlow está teniendo complicaciones de salud, y Kiro no está lidiando bien con eso. Está actuando como solía hacerlo y Harlow ha estado lidiando‖sola‖con‖él.‖Ella‖no‖necesita‖esta‖mierda.‖Su‖corazón... bueno, te he contado acerca de su corazón. Solo necesito manejarlo. Calmarlo y asegurarle a mi hermana que todo‖ va‖ a‖ estar‖ bien.‖ Te‖ llevaría,‖ pero‖ va‖ a‖ ponerse‖ feo.‖ Kiro... no es normal. Este jodidamente loco. Pero no quiero dejarte, tampoco. Estoy teniendo dificultades con esto.

No podía irme. Tenía más trabajo del que podía manejar así como estaba, además, Piper iba a salir del pueblo y se estaba apoyando en mí. —Tengo que trabajar de todos modos. Piper va a salir, y tengo que cubrirla. Solo ve. Ayuda a Kiro y mantenme actualizada.

—Te amo. Voy a extrañarte. Te llamaré cada noche. Mamá dijo que va a darte un aventón de y hacia el trabajo, y te recogerá a las cinco hoy; tengo que irme para el aeropuerto antes de eso.

—También te amo. Estaré bien. Voy a extrañarte, pero tu familia te necesita. ¿Crees que hay manera de que Maryann pueda venir por mí hasta las seis y media? Tengo que trabajar hasta tarde hoy.

El duda. —Sí, puede. Solo odio la idea de que estés trabajando tan tarde.

Quería abrazarlo apretado y sentir su beso en mis labios. Mi corazón ya dolía de extrañarlo. Pero no dejaría que lo supiera. Tenía suficiente con lo que lidiar ahora. No estaba agregándole más. —Estaré bien. Solo tengo un montón de papeles que necesitan ser archivados primero. Viaja seguro, y llámame cuando llegues allá.

El suspiro—. Dios, odio dejarte.

Yo también lo odiaba. —No será por mucho. Te extrañaré, pero estaré aquí cuando vuelvas.

—Te amo. Tan malditamente tanto —dijo fervientemente.

—Te amo más —le respondí.
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Mensaje por tamalevyrroni Mar Mar 22, 2016 12:26 pm

26

William

Tomamos el jet privado a Florida así podía comprobar a Harlow, pero no me quedaría mucho  tiempo con ella. Tenía que llegar a Los Ángeles y lidiar con Kiro. Sólo tenía que hablar con Harlow primero; ella sabía todo lo que sucedía. También quería asegurarle que manejaría bien la situación. Lo que fuera para evitar que se preocupara.

Grant abrió la puerta antes de que incluso golpeara. Le envié un mensaje diciéndole que ya iba de camino desde el aeropuerto. Lucía estresado. —Gracias por venir —dijo en un susurro.

Asentí. —Ponte en contacto conmigo más pronto la próxima vez, ¿sí?

Grant señaló con la cabeza la parte trasera de la casa. —Está en el porche trasero. Está llamando a Dean para comprobar a Kiro. Lila Kate ya está en la cama.

Dejé caer la mochila de lona en el piso y me dirigí al porche trasero.

Vi a Harlow sentada en una silla con el teléfono en la mano, balanceándose hacia un costado. Su barbilla descansaba en sus rodillas. —No responde —dijo, sonando triste. Todavía no me veía. Creía que era Grant.

—Iré esta noche. Veré como está y te llamaré de inmediato —le dije.

Ante el sonido de mi voz, su cabeza se enderezó y se dio la vuelta para mirarme. De inmediato, sus ojos se llenaron de lágrimas. —Le dije que no te dijera —dijo con voz quebrada.

—No lo hizo. Fue Rush. Tú deberías haberlo hecho —dije, caminando hacia ella, alcanzando una de sus manos, y sosteniéndola en la mía.

—Te ibas a enojar con él. Y no lo necesita. Está sufriendo —dijo con un sollozo.

Lo sabía. Y si no fuera por Harlow, le daría una paliza por actuar así. Pero no lastimaría a mi hermana de ninguna manera. —No es así. Sé que está sufriendo. Voy a hablar con él. Veré si puedo hacer que vea las cosas más claras y duerma para que se le baje el vodka. Encontrará otra manera de arreglárselas sin usar el alcohol. Después, volverá a las drogas. Alguien tiene que detenerlo, y ambos sabemos que Dean no puede.

Harlow dejó caer la frente contra sus rodillas. —La ama tanto. No puedo imaginarlo, William. No puedo comprender cómo lidia con ver a la mujer que ama tanto perdida en su propio cuerpo. Se me rompe el corazón. Quiero que encuentre una manera de ser feliz de nuevo. No lo ha sido en mucho tiempo.

Si alguno de los hijos de Kiro Manning fuera a llorar por él, sería Harlow. Lo amaba de una manera que no entendía. El padre que ella conocía era tan diferente del Kiro con el que me encontraba familiarizado. Me sentía agradecido de que apreciara a Harlow. Lo odiaría completamente y me lo quitaría de encima si no adorara a Harlow de la forma en que lo hacía. Era su única cualidad redentora en mis ojos. Amaba a mi hermanita. Lo que me bastaba para tratar de evitar que se matara con su propia estupidez. —Se ha aferrado a Emily por demasiado tiempo. Está hundiéndolo. Siente que está perdiéndola de nuevo. Pero va a perderse a sí mismo si alguien no lo hace entrar en razón. No seré malo con él, pero lo obligaré a ver las cosas como son. Lo necesita, Harlow.

Sorbió y asintió mientras se secaba una lágrima que se deslizaba por su rostro. — Lo amo, —dijo con suavidad.

Me acerqué y la abracé apretadamente. —Sé que lo haces. Y por eso, voy a hacer todo lo que pueda para salvarlo de sí mismo.

Se aferró a mí, y permanecimos allí hasta que sus sollozos silenciosos se desvanecieron. Cuando se apartó, usó una manga para limpiar su rostro cubierto de lágrimas. —¿Dónde está Maite?

Maite. Tuve que dejar a Maite. Odiaba dejarla atrás. La necesitaba. —Tiene un trabajo nuevo, y su jefa no va a estar mañana. Tiene que ocupar su lugar. Y con sinceridad, no quiero que Maite esté ahí para ver a Kiro en su estado actual.

Harlow me dio una sonrisa triste. —Lamento que tuvieras que dejarla.

Yo también. Alargué una mano y metí un mechón de cabello suelto de Harlow detrás de su oreja. —La extraño. No mentiré. Pero ahora, Kiro necesita ayuda. Y por ti, voy a asegurarme de que la consiga.

Harlow suspiró y se recargó contra su asiento. —Él también te ama, sabes. Está orgulloso de ti. No lo dice, pero está orgulloso del hombre en el que te has convertido. De que no seas como él.

No era como él porque fui criado por un buen hombre. Aunque no se lo dije a Harlow. Sólo asentí, porque era lo que necesitaba.

Se rió y estiró para apretar mi mano. —Estás de acuerdo conmigo porque no quieres hacerme enojar. Eres tan malo como Grant. Sé que no lo crees. No sé si alguna vez lo harás. Pero conozco a papá. Te ama.

Sonreí ante el sonido de su risa. Aligeró algo de la presión en mi pecho. —Solo quiero que me prometas que dejaras de preocuparte. No llores. Descansa, disfruta a Lila Kate y dale al pobre de Grant un descanso. El hombre está más que preocupado por ti.

Harlow le echó un vistazo a la casa, y una sonrisa dulce tocó sus labios. —Fui afortunada con él. Hace que todo en mi mundo sea más brillante.

Qué bueno. —Entonces, enfócate en eso. La mierda brillante que crea Grant. Deja de preocuparte.

Harlow se rió de nuevo, y me sentí mucho mejor por ella. Ahora podía dejarla y lidiar con Kiro, sabiendo que se sentía mejor y su mente se encontraba tranquila.

La puerta se abrió, y Grant asomó la cabeza. —¿La oí reír? —preguntó con un tono esperanzado.

—Sí, lo hiciste. Hago magia, hombre. Podrías tomar lecciones conmigo —le dije, levantándome. Me acerqué y presioné un beso en la cabeza de Harlow—. Te amo.

Me apretó el brazo. —Yo también.

Grant se acercó, y ella se levantó para acurrucarse en su pecho. Él comenzó a acariciar su espalda y metió su cabeza debajo de su barbilla. —Gracias —dijo, mirándome cono si acabara de solucionar todos los problemas del mundo.

—Llámame sin importar lo que diga la próxima vez. No hay razones para que se preocupe. Es terca, pero puedes ser más terco. Lo he visto. Estuve ahí cuando te pusiste en la puerta del hospital, negándote a moverte hasta que tu esposa saliera de ese cuarto con vida.

Un momento de miedo y después de alivio atravesó sus ojos ante el recuerdo. — Anotado, —respondió.

Harlow me sonrió. —Le estás enseñando a llevarme la contraria.

Me encogí de hombros. —Cuando es acerca de tu salud y felicidad, hermanita, haré lo que sea que tenga que hacer. Y lo mismo hará el.

Harlow presionó un beso en la barbilla de Grant. Volvió su atención a ella, y de repente, era invisible. Ya comenzaba a decirle que me iba a Los Ángeles cuando se dio la vuelta para mirarme. —No te irás esta noche. Te vas a quedar a dormir y verás a tu sobrina en la mañana. Entonces tomarás desayuno con nosotros. Quiero pasar algo de tiempo contigo antes de que te vayas a lidiar con papá.

Quería volver con Maite, pero también me sentía exhausto, y tenía razón; debería ver a Lila Kate primero. Asentí, y Grant se rió entre dientes. —¿Qué? —le pregunté.

Sonrió. —Es divertido ver que también te tiene como loco.

Lo negaría, pero amaba a Harlow, y era difícil decirle que no.

Además, si veía a Kiro mientras me sentía cansado, no iba a hacerle ningún bien a nadie. Podía hacer a Harlow feliz y ser productivo cuando finalmente lidiara con él.
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Mensaje por tamalevyrroni Mar Mar 22, 2016 12:35 pm

27

Maite

Anoche, la cama se sintió solitaria sin William. Al final conseguí dormir un poco, pero no fue suficiente. Me desperté bostezando. Antes de que Maryann me recogiera, me preparé un poco de café, y lo puse en el termo que William solía usar.

Oí cuando la camioneta de Maryann se detuvo, y rápidamente agarré mi almuerzo y el termo. Corriendo hacia la camioneta, noté que no era la madre de William quien conducía, sino Major. Abrí la puerta del lado del pasajero y metí la cabeza.

—¿Eres mi transporte? —le pregunté, asegurándome de que no apareció solamente en busca de William.

Su sonrisa siempre parecía como si guardara un gran secreto.

—Sí. Maryann tenía que ayudar con algunas complicaciones con un ternero. Me dijo que te llevara.

Subí y puse mis cosas en el asiento junto a mí, antes de abrocharme el cinturón.

—Gracias —le dije.

—De nada. Pero seré completamente honesto. Me prometió galletas y salsa, así
que<

Reí. William siempre se quejaba de que Major se comía toda la comida de su mamá. Por lo que había oído, no tuvo mucha presencia materna, así que sentí una especie de pena por él. Pero, de nuevo, se acostó con su última madrastra. Tal vez no merecía mi simpatía.

—¿Hablaste con William?

—Sí. Llamó anoche cuando aterrizó en Florida para hacerme saber que iba a ver Harlow.

Major dejó salir un largo suspiro.

—Esa familia es rara.

William era hijo de una celebridad. Su vida no se suponía que fuera normal. Pero, al parecer, era peor de lo que creía.

—Parece preocupado —dije simplemente.

Major me miró antes de salir a la carretera principal.

—Está preocupado. Pero solamente por Harlow. Si no fuera por ella, no le importaría ni una mierda Kiro. Ese hombre pudo haberle dado la vida, pero no es el padre de William.

Tenía que concordar, aunque me entristeció pensar que no tuvo una relación con su verdadero padre como la tenía Harlow. Kiro se perdió el conocer a este maravilloso hombre que ayudó a crear.

—Entonces, ¿cómo va el trabajo? ¿Te está gustando? ¿Lista para dejarlo?

Abrí mi termo y bostecé.

—Me gusta. Piper es alguien realmente genial para quien trabajar.

Asintió.

—Eso es bueno. Sin embargo, apesta que no puedas ir con William.

Sí, apestaba.

—¿Crees que va a hacer la pregunta pronto?

¿Hacer la pregunta? ¿Eh? Fruncí el ceño y bajé el termo.

—¿Qué pregunta? —le pregunté.

Major me miró como si estuviera bromeando. Luego se rió y levantó la mano izquierda.

—“¿Quieres‖casarte‖conmigo?”‖Esa‖clase‖de‖pregunta.

Oh<‖¡Oh!‖Todavía no había pensado en ello. Claro, pensaba en mi futuro con William, pero eso no era algo que esperaba en cualquier momento cercano. Acabábamos de empezar a vivir juntos.

Mi silencio hizo que Major soltara una risita.

—Supongo que no —respondió.

Lo miré, preguntándome lo que esperaba que dijera. Por suerte, estábamos llegando al rancho de los Stout, y podría terminar esta conversación pronto. Una vez que condujera hasta los establos, sería libre. No tenía más respuesta para él aparte de que, lo dudaba.

Cuando la camioneta se detuvo, se giró en mi dirección.

—Simplemente por curiosidad, ¿el silencio es porque no quieres que te lo pida o porque crees que no quiere preguntártelo?

Decidí tomar una página del libro de Captain y ser honesta.

—Creo que no está listo. Todavía somos algo nuevo. Si estuviera realmente dispuesto a casarse conmigo ahora, ya me lo habría preguntado. Creo que quiere esperar hasta que estemos juntos por más tiempo.

Major asintió, y luego se encogió de hombros.

—Tal vez —dijo, luego inclinó su sombrero de vaquero hacia mí, igual que como William hacía a menudo—. Que tengas un buen día, Maite.

Me bajé de la camioneta antes de que Major pensará en alguna otra pregunta curiosa.

***

En dos horas de trabajo, me había terminado todo el termo de café y bebía en una nueva taza de la cafetera de la oficina. Me encontraba de rodillas en el suelo, buscando un archivo que Piper había pedido, cuando la puerta de mi oficina se abrió, y entró Captain.

No sería grosera hoy. Dijo que no coqueteaba conmigo, así que no estaría tan a la defensiva. Trabajaríamos juntos por un tiempo, y necesitaba encontrar una manera de hacerlo sin sentir que tenía que mantener mi guardia alta. Además, normalmente no era una persona grosera. Era difícil serlo.

En vista de mi nueva actitud, le sonreí.

—Buenos días —dije. Pude ver la sorpresa en su rostro. No iba a dejarle decir algo "honesto" y que lo estropeara—. Tengo que buscar un archivo para Piper, luego te ayudaré en lo que sea que necesites. —Regresé a la caza del archivo.

—¿Entré en la oficina incorrecta? —preguntó Captain.

Sabía que diría algo. Tenía que. Así era él. Le di otra sonrisa amistosa.

—No. Solamente intentaba hacer esto más fácil. Si no coqueteas conmigo, no tengo ninguna razón para estar a la defensiva contigo.

Por fin, el archivo apareció, y lo agarré. Me levanté y me sacudí el polvo de los pantalones antes de caminar detrás de mi escritorio.

—¿Más papeleo para que archive? —pregunté.

Inclinó la cabeza y me estudió. Bueno, mierda. Se suponía que esto sería sencillo, pero él le daría mucha importancia.

—Hoy no. Realmente necesito ver un recibo que te traje la semana pasada. Si me apuntas al gabinete correcto, lo buscaré.

Asentí.

—De acuerdo. El segundo cajón tiene archivos etiquetados con las fechas de los recibos.

Todavía me miraba como si no estuviera seguro de qué hacer conmigo. Finalmente, asintió y fue a buscar el recibo. Lo tomé como mi oportunidad de sentarme y encontrar la información que necesitaba para enviarle un mensaje a Piper. Saqué mi teléfono y tomé varias fotos de los papeles que necesitaba. Entonces se los envié en un mensaje de texto.

Era el momento de devolver correos de voz acerca de las lecciones, pero Captain seguía en mi oficina, lo cual parecía incómodo. Además, si me miraba, no sería capaz de escribir sin arruinarlo.

Decidí conseguir otra taza de café, a pesar de que me empezaba a poner nerviosa toda la cafeína. Tendría que conseguir dormir mejor esta noche. Tal vez podría dormir con una camisa de William. Olerlo podría ayudar.

—Lo encontré —dijo Captain, parándose con un papel en la mano—. Gracias. Eso está muy organizado.

Asentí. Me enorgullecía de ello. Antes de William, nunca habría sido capaz de organizar algo de acuerdo a su fecha. Él lo cambió.

Captain se acercó y mantuvo su mirada en mí.

—Había un par de fechas que se encontraban un poco mezcladas. Las arreglé. Estoy seguro de que mirar muchos números llega a los ojos después de un tiempo.

Mierda. Sentí que mi cara se calentaba. Aquí me sentía tan realizada, pero me equivoqué con unos recibos. De todas las personas para darse cuenta, tenía que ser Captain.

—No tienes que verlo como si hubieras hecho algo imperdonable. Fueron solamente un par de recibos.

Mi cara se sonrojó más. Quería que se fuera. Necesitaba un momento para reagruparlos. Luego comprobaría todos los archivos. No quería que Piper los viera y pensara que no podía hacerlo. Me encontraba orgullosa de este trabajo. Era buena en ello. O, al menos, eso creía.

—Maite, mírame. —La voz de Captain sonaba autoritaria, y mi cabeza se sacudió hasta encontrar su mirada—. Te ves como si estuvieras a punto de llorar. Joder, si hubiera sabido que te alterarías así, no te he hubiera dicho de los pocos recibos que encontré. Fue un error inocente.

Mis ojos ardían con lágrimas, y lo odiaba. No quería sentirme débil o afectada. Además, no quería que Captain viera mi debilidad.

—Juro por Dios que si lloras por esto, me enojaré. ¿Por qué estás tan molesta?

Tal vez fue el agotamiento junto con toda la cafeína que ingerí, pero me encontraba definitivamente emocional. También extrañaba a William. Era mi manto de seguridad, y con él fuera, tenía que ser fuerte. Siempre había sido fuerte antes de conocerlo. ¿Por qué me caía a pedazos ahora?

—Maite...

—Soy disléxica —solté.

Se quedó inmóvil por un momento, y luego el arrepentimiento brilló en sus ojos, y por primera vez en la historia, vi a Captain luciendo arrepentido. Sin embargo, no quería su simpatía.

—Estoy aprendiendo a trabajar con ello, y he recorrido un largo camino. Odio cometer errores así. Me recuerda a dónde me encontraba antes. No quiero sentirme así de nuevo. —Me preparé para la disculpa de Captain y apreté los dientes. No quería escucharla, pero sabía que vendría.

—Cierra bajo llave, y ven conmigo. Hay alguien que quiero que conozcas —dijo, como si fuera a hacer exactamente lo que dijo.

Negué con la cabeza.

—Tengo que trabajar.

Frunció el ceño.

—Bien. Después del trabajo, entonces.

No iba a ir a ninguna parte con Captain.

—No puedo.

—Por William. —No fue una pregunta. Declaró un hecho—. Entonces lo llevaré a ti.

¿Quién? Había empezado a preguntármelo, cuando Captain se dio la vuelta hacia la puerta para salir.

Miró hacia atrás.

—No quiero que llores nunca más por eso. Solamente debes estar orgullosa de lo que has logrado. Demonios, ese fue un error inocente que nadie podría haber hecho. No dejes que tu debilidad te defina, Maite. Nunca. Tus fortalezas deben hacerlo. —Y entonces se fue.

28

William
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Mensaje por Joanita Miér Mar 23, 2016 6:58 am

Siguelaaaaaaaaaaaaaa por favor!!!!!!!!!
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Mensaje por tamalevyrroni Miér Mar 23, 2016 12:18 pm

Dean Finlay abrió la puerta de la mansión que compartía con Kiro en Beverly Hills. —Ya se ha desmayado por esta noche. He tenido una habitación preparada para ti —dijo cuando entré—. Va a ser un hijo de puta en la mañana. Es su nueva rutina.

No tenía miedo del temperamento del anciano. —Lo manejaré. Esta mierda tiene que parar. Es tan malditamente egoísta —le dije, enojado de que estuviera haciéndoles la vida un infierno, no sólo para Harlow, sino también para Dean, su mejor amigo. Aparte de Harlow, Dean era la única persona que amaba al hombre.

—No sabes lo que era ella para él. A menos que vivieras a través de ello, no lo puedes entender, William. Era un hombre diferente a causa de ella. El accidente creó a alguien que ninguno de nosotros reconoció. Le rompió el alma. Cuando eso te sucede, nunca vuelves de nuevo.

Estaba cansado de escuchar cómo perder a Emily le dio el derecho de ser un idiota de clase mundial. —¿Sabes esto porque has tenido esa clase de amor? Porque te aseguro que no actúas como él.

Dean suspiró profundamente y sacudió la cabeza. —Nunca he estado en el amor así. Después de ver cómo cambió a Kiro cuando la perdió, nunca dejé que nadie se acercara lo suficiente a mí. No iba a conocer nunca ese dolor. No lo quiero.

No podía asegurar de qué era peor, amar y perder o no llegar a conocer esa clase de amor en absoluto. La vida sin Maite parecía vacía, desprovista, sin sentido. ¿Me convertiría en mi padre si la perdiera? Quería creer que no lo haría, pero no podía asegurar de que un hombre sin alma podía ser otra cosa. Si eso fuera cierto, entonces, ¿podría perdonar al hombre? ¿Podría entenderlo y no odiarlo por lo que le hacía a mi hermana? ¿Había tenido ya esta conexión? Ella no sólo tenía a Grant, a Lila Kate, también. No quería pensarla perdiendo a cualquiera de los dos.

—No lo juzgues cuando no has estado allí —dijo Dean, con una palmada en la espalda—. Ahora, ve a descansar un poco. Vas a necesitarlo. No estará emocionado de verte.

Acertaba. Kiro iba a estar enojado de que estuviera aquí para hablar con él. No quería tratar conmigo. Quería regodearse en su dolor. Pero cuando lo enfrenté mañana, sabía que lo vería de otra manera. Tenía que recordarme que este sería yo si perdiera a Maite. Un mundo sin ella era incomprensible.

Puse mi alarma para despertar a las nueve así podría vestirme y estar listo para enfrentar a mi padre. Necesitaría café antes de que hiciera eso. Ayer, Harlow se había mantenido encontrando razones para mantenerme en la playa de Rosemary. Por último, le dije que la amaba, pero tenía que ir. Llegar a casa de Maite era importante, y tenía que llegar a Kiro antes de que pudiera ir a su casa.

Rumbo a la cocina, escuché dos voces. Reconocí a Dean pero no a la mujer que se hallaba junto a él; tenía un acento. Al entrar en la iluminada sala, vi a una señora mayor trabajando sobre la estufa, mientras que Dean se sentaba en la mesa, bebiendo café y hojeando un ejemplar de la revista Rolling Stone. Levantó la vista y me sonrió.

—Buenos días, sol. Te levantaste antes que él. Joder gracias —dijo.

—¿Café? —pedí.

La señora se limpió las manos en el delantal y empezó a apresurarse a la cafetera.

—Lo tengo —le dije—. Solo señálame las tazas.

Me dio una sonrisa nerviosa, y luego miró a Dean.

—Marlana es nueva —dijo—. Marlana, este es el hijo de Kiro. No tienes que esperar de él. No es nada como su padre.

Levantó la mirada, luciendo todavía nerviosa, luego metió la mano en el armario y me trajo una taza antes de apresurarse de regreso al sartén en la estufa. Pobre mujer tenía que lidiar con mi padre culo loco. No es de extrañar que fuera un desastre nervioso.

Eché mi café y me acerqué a la mesa para sentarme frente a Dean.

—¿Quieres un periódico? Creo que hay uno sobre la puerta principal. Marlana normalmente lo consigue y lo pone allí. No sé por qué tenemos uno, ya que ninguno de nosotros lo lee.

—Lo tengo —dijo Marlana, dio la vuelta y corrió fuera de la habitación. No necesitaba el periódico, pero era rápida.

Dean se encogió de hombros. —Es bastante entusiasta para complacer. Si Kiro no la asusta primero.

—Mi plan es estar seguro de que su cabeza esta derecha antes de que me vaya de
aquí.

—Los planes no siempre resultan. Recuerda, que el hombre vive y respira por esa mujer. Esta realmente perdiéndola de este tiempo.

Mi dolía el pecho. Todo lo que podía pensar era en perder a Maite.

—Hace que te arrepientas de enamorarte, ¿eh? —dijo Dean, bajando la mirada a la revista en su mano.

Se equivocaba. Nunca me arrepentiría de Maite. Nunca me arrepentiría de esos sentimientos. Ella abrió mi mundo de una manera que nunca imaginé. Cambio mi vida. Me entrego la verdadera felicidad. Negué con la cabeza. —No, no es así.

Dean miró hacia mí.

—Antes de Maite, no sabía que el mundo podría estar lleno de sueños. Que podías despertar cada día emocionado de respirar. Que una sonrisa podía hacerme sentir como un maldito rey. Amarla vale. . . vale la pena todo. Vivir con el miedo del amor no es vivir.

Frunció el ceño y puso la revista hacia abajo, luego continuó bebiendo su café. No me miró como si me creyera. En realidad, se veía tan triste como Kiro. No sabía la verdadera cruda emoción. No sabía que una mujer podía hacerte sentir todo. Podría decir que pensaba en decir algo, pero cambio de idea.

—Kiro no se arrastrará fuera de la cama durante dos horas. Te sugiero que lo dejes levantarse por su cuenta. Si lo levantas, vas a tener un tiempo más difícil.

—Bien. Voy a comer y luego llamaré a Maite.

Dean dejó la taza sobre la mesa. —Marlana está haciendo panqueques y salchichas. O lo estaba, hasta que salió corriendo para obtener tu periódico. Por lo menos mira la maldita cosa. La mujer es demasiado vieja para correr tanto.

Eso fue todo lo que dijo antes de que saliera de la cocina con una arrogancia que era similar a la de mi padre. Decidí hace mucho tiempo que sólo las estrellas de rock sabían cómo caminar de esa manera.

Marlana llegó arrastrando los pies y puso el papel delante de mí. —El desayuno estará listo pronto —me aseguró, y luego regresó a la estufa.

Abrí el periódico, no dando una mierda a lo que tenía que decir, pero, al igual que Dean dijo, ella fue y lo consiguió para mí. No quería herir sus sentimientos.
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Mensaje por tamalevyrroni Miér Mar 23, 2016 12:23 pm

29

Maite

Había llamado a Maryann para pedirle que me recogiera una hora más temprano ayer así no estaría allí cuando Captain regresara. Cuanto más pensaba sobre ello, más deseaba no haberle dicho sobre mi dislexia. ¿Qué pasaba con él que me hacía dejar salir todo?

William me llamó cuando aterrizó en Los Ángeles. Hablamos durante su viaje a la casa de su padre en Beverly Hills. Podía decir que se encontraba tenso y nervioso por lo que iba a encontrar cuando llegara allí, y me sentía culpable por no estar allí con él.

Para compensar el haberme ido temprano del trabajo ayer, había venido más temprano esta mañana. Dormí mejor que la noche anterior porque me hallaba demasiado cansada por la falta de sueño. Si todo iba bien hoy, William vendría a casa.

Piper también regresaría hoy, y quería asegurarme que todo estaba ordenado y listo para ella. Comprobé los caballos y barrí el polvo de los pisos que se había acumulado en la noche. Luego me dirigí de regreso a mi oficina.

El resto de la mañana pasó rápido. Continué esperando la llamada de William, pero me enfoqué en tener todo mi trabajo hecho en caso de que algo nuevo surgiera hoy.

Justo después que Piper se fue para almorzar, la puerta se abrió, y un chiquillo que no podía tener más de diez entró. Al principio, pensé que era un estudiante de Piper cuyos padres habían confundido la hora. Hasta que Captain entró detrás del chico.

¿Qué?

—Me alegra que estés aquí. Henry y yo conducimos hasta aquí ayer para encontrar que ya te habías ido. Temprano.

¿Había planeado traer a un niño a verme? Estaba confundida. —Uhm, sí, terminé temprano —Lo que era una mentira. Sentí un tirón de culpa.

—Está bien. Henry y yo hicimos planes de regresar aquí hoy. Incluso trajimos fajitas de bistec del restaurante. El padre de Henry es el cocinero principal en Stoust y Hawkins aquí en Dallas. Él se ha convertido en mi amigo. Quería presentarle a uno de mis otros amigos.

¿Qué hacía? ¿Traerme comida otra vez y usar a un niño para que comiera con él y ser amable? Captain no tenía sentido. Dijo que no estaba coqueteando conmigo, pero después hace cosas como esta.

—Mi papi hace las mejores fijitas de bistec —dijo Henry orgullosamente. Era un niño lindo—. Te hizo unos especiales. Con su salsa secreta.

—Oh, gracias. Huele delicioso —le dije a Henry mientras Captain empezó a sacar la comida frente a mí.

—¿Podemos tener un picnic? Es más divertido comer afuera. Además, este lugar huele a popo de caballo —dijo Henry, alzando la vista hacia Captian y arrugando su nariz.

Captain se rió y llevó su mirada a la mía. —¿Estarías bien con eso, Maite?

Como si fuera a decirle no a este niño. Él sabía eso. Maldito él. —Por supuesto — dije a través de mis dientes apretados, entonces forcé una sonrisa mientras recogía la caja que Captian había puesto frente a mí.

—Genial. Iré por la manta en la parte trasera de mi camión —dijo Captian. Se dirigió hacia su camión, dejando a Henry y a mí con nuestras manos llenas de comida.

—¿Tiene una manta en su camión? —pregunté.

Henry asintió. —Síp. Miramos las estrellas en las noches que mi papi tiene que trabajar hasta tarde.

Así que Captian cuidaba a un chiquillo mientras su papi trabajaba. No era lo que esperaba. Eso no iba con la imagen de Captian en mi cabeza.

—Kinsley fue con nosotros la otra noche. Ella estaba fuera del trabajo, y nos dieron batidos y fuimos a ver las estrellas. Pero a Kinsley no le gustó mucho. Se quejó un montón.

Eso no decía mucho acerca de su carácter. Esperaba que Captian no la forzara a estar alrededor de Henry otra vez. Él no necesitaba eso. Me pregunté dónde estaba la madre de Henry, pero sonaba como que ella no estaba alrededor, así que no pregunté.

—Lo tengo. Lidera el camino, Henry. Llevamos al primer punto de picnic —dijo Captian, sonriéndole al chico. Nunca había visto esa sonrisa en él antes. Era real. No era calculada o planeada. No era una sonrisa mala.

Henry caminó poca distancia lejos de los establos y se detuvo donde supuse no podía oler más a los caballos. Asintió para dejarnos saber que deberíamos asentarnos aquí, su pelo marrón peludo cayendo en sus ojos. Quería meterlo detrás de su oreja, pero estaba segura que no lo apreciaría.

Captian extendió la manta para nosotros, me quitó la comida, y la colocó en la manta mientras Henry presentó la comida que había estado llevando. Captian rebuscó en su bolsillo trasero y le lanzó a Henry una lata de soda. Entonces me miró. —Te traje una, también.

Me tendió la lata, y manejé un—: gracias. —Me senté con las piernas cruzadas y coloqué la caja de comida que me tendió en mi regazo.

—No va a ser fácil comer fajitas aquí. Pero no apesta, y es más divertido —dijo Henry, sonriéndome.

—Tienes razón. Huele mejor, y es un montón más divertido. Además, como en mi oficina cada día. Este es un lindo cambio.

Henry miró a Captian. —Ella es mejor que Kinsley. Sabe lo que es diversión — dijo el chico.

No miré a Captian. A su vez, me enfoqué en mi comida. Tenía que pasar a través de este almuerzo. Enfrentaría a Captian cuando Henry no estuviera con él. No sabía cuáles eran sus motivos para traer a este chico aquí. ¿Trataba de manipularme?

No confiaba en él. Esto solo justificaba ese sentimiento.

Cogí mi fajita y tomé un bocado. Podía ver los ojos de Henry en mí, esperando una reacción.

—Mmm, esto es increíble. La mejor fajita que he tenido alguna vez. Tenías razón, tu papi seguro conoce su negocio.

Henry sonrió, entonces se volvió hacia su propia comida y empezó a comer.

Podía sentir a Captian observándome, pero no iba a mirarlo. Iba a comer esta comida y ser linda con Henry, y entonces iba a empezar a bloquear la puerta de mi oficina cuando Piper estuviera fuera. No más interrupciones de Captian.

—¿Por qué no le cuentas a Maite sobre el libro que estás escribiendo, Henry? — dijo Captian. Observé mientras Henry lo miraba tímidamente, como si no estuviera seguro—. A ella le encantará, lo prometo —lo animó Captian.

Henry finalmente giró sus grandes ojos marrones hacia mí, y las pecas en su nariz hicieron su cara aún más linda. —En noviembre, gané el concurso de ortografía en mi escuela. Luego fui a un concurso de ortografía en todo el estado, y lo gané, también. Voy a ir a los nacionales en mayo.

Guao eso era algo de lo que estar orgulloso. A su edad, no había sido capaz siquiera de escribir mí nombre correctamente. —¡Eso es asombroso! —Le sonreí—. Debes ser un deletreador muy dotado.

Henry miró a Captian de nuevo antes de mirarme. —Es por eso que estoy escribiendo un libro. Porque soy disléxico. Eso cuando no siempre ves las letras y números de la forma que la otra gente lo hace —dijo, observándome de cerca.

La razón por la que Captian quería que conociera a Henry ya estaba claro. Esto no había sido algún esquema. Asentí. —Sé lo que es la dislexia —le aseguré.

Pareció aliviado al no tener que explicarse. —Muchas veces, los chicos con dislexia son ignorados o creen que no pueden hacer algo. Quiero decirles a ellos que pueden. Mi papi y yo deletreamos palabras cada minuto que tuvimos la oportunidad por meses antes de ese concurso de ortografía. Creo que la gente con dislexia puede hacer lo que sea que ellos quieran. Solo que no creen en ellos mismos.

Sentí la emoción obstruir mi garganta. Este pequeño niño iba a vivir una vida plena. Nunca se había dicho que era estúpido, y tendría una oportunidad de terminar la secundaria e ir a la universidad. No conocía a su padre, pero lo amaba. Amaba que Henry no estuviera sufriendo lo que yo sufrí. Bajé la fijita sin terminar y sollocé, tratando de no llorar. —Eso es algo maravilloso para hacer, Henry. Los niños y adultos con dislexia necesitan escuchar ese mensaje. Ellos necesitan ser inspirados por tu historia.

Henry sonreía de oreja a oreja ahora. —También creo eso. Si no hubiera sido por mi padre diciéndome que yo podía hacerlo una y otra vez, no sé si habría intentado lo del concurso de ortografía. Pero quería, y él me convenció que podía.

Quería eso para todos los niños. Era desalentador saber que no todo el mundo consigue esa clase de apoyo en sus vidas o les dicen que nada está mal con ellos. El saber que son capaces de tanto haría maravillas con su autoestima. —Tu padre suena como un hombre muy especial —dije sinceramente.

Henry asintió. —Lo es. Es el mejor.

Una vez más, no mencionó a su madre.

Era mi turno de admitirle a Henry que tenía dislexia, también. Compartir esto con las personas no era algo que alguna vez hice. Era duro para mí, pero este pequeño niño iba a compartir su historia con el mundo. Estaba orgulloso de lo que podía hacer mientras lidiaba con este desafío. No había vergüenza en ser disléxico.

—Henry —dije, y me miró mientras masticaba su comida—. También tengo dislexia.

Sus ojitos se agrandaron, y entonces una enorme sonrisa se esparció a través de su rostro. —Sabía que eres especial —respondió—. Justo como yo.

Esas palabras se hundieron en mi corazón, y sabía que se quedaría por siempre-
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Mensaje por tamalevyrroni Miér Mar 23, 2016 12:28 pm

30

William

Era bien pasada la hora del almuerzo cuando Kiro llegó tropezando a la sala de entrenamiento, donde me encontraba sentado con Dean, mientras él jugaba en la Xbox. Amenacé con despertar a Kiro varias veces, pero cada vez, Dean sacudió su cabeza y me advirtió que solo empeoraría las cosas.

Cuando los ojos nublados de Kiro inyectados en sangre me vieron, se detuvo. — Mierda —murmuró, luego se dirigió hacia el bar. Esa fue mi señal para levantarme y hacer algo.

—Estoy aquí para hablar, Kiro. Prefiero hacerlo contigo sobrio.

Trató de empujarme a un lado, pero se encontraba demasiado resacoso y débil. No me moví. —Mi puta casa, muchacho. Muévete fuera de mi camino —gritó.

No retrocedí. —Bueno, Harlow es mi hermana. Y tú la molestaste, estresándola, y haciéndola llorar y es mi maldito problema. Así que pon tu lastimoso culo abajo y escúchame.

Al igual que sabía que lo haría, salió de su estupor ante el sonido del nombre de Harlow. —¿Qué pasa con mi niña? —preguntó, pasándose la mano a través de su pelo, haciendo que se pegara aún más.

—Está preocupada por ti. Te ama. Y la estás alterando actuando de esa forma. Piensa en su corazón, Kiro. No queremos que algo le suceda porque tú no puedes conseguir tu mierda junta.

Sacudió su cabeza. —No, nada puede pasarle a mi niña. La necesito. No puedo perderla —dijo, sonando como un hombre roto en lugar del borracho enojado que caminó por aquí.

—Entonces deja tu ira. Mantén tu cabeza bien puesta. ¿Es esta la forma en que Emily querría que te comportaras? ¿Esto la haría feliz?

—¡No hables de mi Emily! —rugió, esta vez me empujó hacia detrás con más fuerza—. ¡Tú no entiendes que es esto! Tú no entiendes ni una mierda. Mi corazón. —Se detuvo, inclinó la cabeza hacia atrás y miró al cielo—. Ella me robó el corazón. Esa bonita cara de ángel. Tan inocente y dulce. Siempre la tendrá. Mi vida con ella era perfecta. —Volvió la mirada encantada de nuevo a mí—. ¡Perfecta! ¡Tan jodidamente perfecta! Pero terminó. Terminó. Y si pierdo todo lo que queda de ella, no quiero vivir más. No puedo soportar este dolor.

Sus ojos no eran los de la leyenda del rock que apareció en las revistas, donde parecía que fuera el dueño del mundo. No tenía la arrogancia que lo definía. Ahora no. Estaba destrozado.

Kiro Manning se había ido. En su lugar permanecía un hombre que estaba a punto de quedarse sin ataduras a esta tierra. Si hubiera sido un buen padre para mí, si lo hubiera amado como Harlow lo hacía, no podía asegurar de que sería capaz para estar aquí y asumir esto. Mi pecho se apretó por el dolor de un hombre que había pasado la mayor parte de mi vida cuestionando si dio una mierda por la mía.

—Harlow te necesita. Lila Kate necesita un abuelo —dije simplemente, recordándole que si perdía a Emily, todo su mundo no se habría ido—. Si algo te sucede, Harlow estará devastada. Esa chica te adora. ¿Podrías realmente hacerle eso a ella? ¿No puedes encontrar la voluntad de sobrevivir a esto y ser el padre que necesita?

Kiro se tambaleó hacia atrás y se apoyó en el sofá, sosteniendo la cabeza con ambas manos. —Se está desvaneciendo. No sé si puedo hacerlo sin ella. Yo amo a mi niña. Ambos amamos a nuestra niña. Ha crecido hasta ser una hermosa mujer y madre. Estoy tan orgulloso. No le he dado nada de que enorgullecerse.

Me hubiera gustado estar de acuerdo con él, pero sabía que Harlow no lo estaría. Así que hablé por mi hermana, que no tiene la capacidad de manejar esto por sí misma. —Te equivocas, está orgullosa de ti. Siempre ha estado orgullosa de ti. Y cuando se enteró de que te quedaste al lado de su madre a través de todo esto, eso la sacudió. Sabe que amas a su madre. Lo ha visto, y la hace estar más orgullosa de ti. Vio un lado de ti que no pensó que existía. Todos lo hicimos.

Kiro se frotó la cara y dio un rugido frustrado antes de dejar caer las manos a su lado. —¿Acaso Dean te llamó? No necesito esta mierda ahora, hijo. ¿Por qué no puedo hacer frente a esto de la única forma que conozco?

Su forma de tratar está destrozando y molestando a Harlow. —Tu forma afecta a mi hermana, entonces me afecta a mí. Dean no me llamó. Rush me hizo una visita. Grant se encontraba preocupado por su esposa. Va a proteger a Harlow de cualquier forma que pueda. ¿Seguramente puedes entender eso? Tu niña es amada con igual fiereza, como tú a Emily.

Al oír el nombre de Emily, Kiro se estremeció como si le doliera. —¿Qué es lo que quieres que haga? ¿Ser el maldito Superman? ¡No soy el hijo de puta de Superman! Nunca lo he sido. No puedo empezar ahora solo porque vienes aquí a exigirlo.

Kiro tuvo la visión del túnel. Se hacía daño y eso era todo lo que el hombre podía ver. Estaba perdiendo a Emily y no podía aceptar nada más. Quería agarrarlo y sacudirlo. En cambio, apreté mis manos a mis costados y respiré hondo para calmar mi frustración. —¿Quieres que Harlow pierda a los dos? ¿Crees que puede manejar eso? ¿Quieres su corazón roto? ¿No quieres ser parte de la vida de tu nieta? Esta es tu oportunidad de ser el hombre que Emily hubiera querido que fueras. Tú y yo sabemos que no eras el padre que hubiera querido para Harlow. No puedes salvarla, pero puedes concederle la única cosa que los dos sabemos que quería. Quiere que seas el maldito mejor abuelo en el planeta por Lila Kate.

—Yo soy el mejor abuelo del planeta. Tendrá que ser el segundo —habló Dean mientras seguía jugando en la Xbox.

¿En serio? ¿No se da cuenta el hombre que ésta conversación es importante?

—Vete a la mierda, imbécil —se quejó Kiro.

—Sólo establezco lo correcto —replicó Dean.

Un atisbo de sonrisa tocó los labios de Kiro. —Quiero hacer que Emily se enorgullezca. Le encanta Lila Kate. Se ilumina cada vez que Harlow la trae a visitarla. Si pudiera, sería la mejor jodida abuela que alguna vez existió.

—No voy a discutir eso contigo. Emily era especial —dijo Dean.

—Es especial. —Kiro se rompió—. Es jodidamente especial.

Dean lanzó abajo el mando a distancia y se volvió para mirar a Kiro. —Es especial, Kiro. Pero los dos sabemos que no es lo mismo. La Emily que salió el día del accidente no regresó igual. Ha estado bloqueada en su cuerpo, incapaz de funcionar, durante veintitrés años. Tú te has aferrado a ella más tiempo que cualquier médico haya creído posible. Querer mantenerla aquí es egoísta, hombre. La echo de menos, también. Te hace un hombre mejor. Ese hombre se perdió hace veintitrés años, también. El muchacho tiene razón. No puedes salvarla. Pero puedes muy bien hacerla sentir orgullosa de ti. ¿No quieres que esté agradecida de que tuvo una vida contigo? ¡Por supuesto que sí! Tú harías cualquier cosa por esa mujer. Haz esto por ella. Joder haz esto. Por. Ella.

Yo no necesité decir más. Dean lo dijo todo. Perfectamente. Había vivido en un mundo donde mi padre había amado a una mujer y fue feliz. Sabía cosas que yo no. Ver a Kiro a través de los ojos de Dean fue esclarecedor.

—Ella quería que fuera fuerte. Lo esperaba —dijo Kiro, mirando al suelo delante de él.

Ninguno de los dos dijo nada. Dejamos que lo asumiera todo. Dean se levantó de su lugar en el sofá y nos miramos cada uno sobre la cabeza inclinada de Kiro. Los dos queríamos que nuestro mensaje llegara a él.

—Yo quiero que haya un cielo. Lo quiero para ella. Debería estar bailando y riendo. Tiene la mejor sonrisa. Quiero que haya un lugar donde pueda tener todo eso. Dime que cuando termine esta vida, no será el final, que tiene una nueva vida por delante, llena de todo lo que le robaron en esta.

Tragué saliva a través de la emoción oprimiendo mi garganta. Dios, yo no quería volver a pasar por esto. Kiro fue un idiota la mayor parte de mi vida, pero nadie merecía tener que lidiar con un dolor tan intenso.

Dean se acercó y tiró su brazo sobre el hombro de Kiro. —Hay un cielo, hombre. Tiene que haber un cielo para los ángeles. Y Emily era un ángel. Era el tuyo. No ha terminado después de esta vida.

Kiro cerró sus ojos y asintió. —Tienes razón. Mi ángel va a estar bien. Va a bailar otra vez.

Dean me miró y asintió. Kiro lo iba a hacer. Tenía un duro camino por delante, pero ahora se encontraba centrado en hacer a Emily orgullosa de él. Eso fue la única cosa que lo podría sacar de esto. No quería dejarla triste.
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