Foro Maite Perroni & William Levy (LevyRroni)
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When I'm Gone WebNovela LevyRroni Adaptada

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When I'm Gone WebNovela LevyRroni Adaptada - Página 5 Empty Re: When I'm Gone WebNovela LevyRroni Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Sáb Mar 12, 2016 2:20 pm

42

Maite

El sonido de un teléfono me despertó. Incorporándome, miré alrededor y entrecerré los ojos contra la luz del sol viniendo a través de la ventana. El sonido se detuvo, y escuché la ducha corriendo en el baño. William había dejado la puerta bien abierta. ¿Eso era una invitación para espiar? Porque en serio quería verlo desnudo y húmedo.

Sonriendo, arroje las mantas y empecé a levantarme cuando el teléfono sonó y vibró en la cama. Mirando alrededor, vi el delgado teléfono plateado de William tendido justo debajo de su almohada. Lo agarré. Podía usar eso como excusa para entrar al baño mientras se bañaba. No es que esperara una excusa.

Conociendo a William, confiaba que lo hiciera.

Cubrí mi boca para reprimir una risita, y su teléfono sonó y vibró de nuevo. Alguien en serio trataba de ponerse en contacto con él. Dejé de reír, y la idea de que podía ser una emergencia, me golpeó.

Bajé la mirada al teléfono para ver un mensaje de texto de alguien llamado Major. No quería leerlo, pero mis ojos se enfocaron en las palabras sus bragas, y no pude evitarlo.

Deslizando mi dedo por la pantalla, abrí el mensaje de texto.

Leí el mensaje una y otra vez. No era mi mensaje para leerlo. Invadía la privacidad de William, pero no podía parar, Cord. Cordelia. Habló por teléfono con ella‖antes.‖¿Se‖encontraba….‖se la follaba?

Sus bragas…

La otra noche…

Oh, Dios. Me iba a enfermar.

La urgencia de tirar su teléfono contra la pared y gritar hasta que todo el dolor en mi pecho cesara era fuerte. ¿Cómo podía hacer esto? Mi William era tan bueno conmigo. Era dulce y atento. Fue tan paciente conmigo, y se preocupaba por mí.

Y‖era‖un…‖mentiroso.

Todo en mi cuerpo se entumeció. Excepto mi corazón, que se había roto en mi pecho.

La ducha se cerró, y finalmente me moví del punto donde había estado congelada. Moví mis dedos a través del mensaje y me detuve solo un minuto para pensar en ello antes de presionar eliminar. Luego puse su teléfono de vuelta donde lo dejó. Sin mirar hacia el baño, salí de la habitación y tan lejos a través del apartamento como fuera posible. Me paré en la esquina más alejada y esperé.

Vendría a buscarme. No lo quería acercándose.

No podía permitirme pensar en todos los lugares en los que me tocó. Cuando se iba, la tocaba a ella. Tenían sexo.

Todo tenía sentido ahora. Como pudo ser tan paciente conmigo. No necesitaba sexo de mí. Lo conseguía regularmente de vuelta en Texas. Me cubrí la boca con la mano para evitar gritar en agonía.

Esto era demasiado. No sabía que se sentiría así. El repentino, brutal final del amor.

No me había enamorado antes, pero ahora que terminó, el dolor era demasiado.

No haría esto de nuevo. Amar. La felicidad que brindaba era solo una cosa fugaz. No valía la pena esto.

Su cuerpo llenó la entrada. Una toalla envuelta alrededor de sus caderas, y su cabello aún goteaba agua que se arrastraba por su pecho desnudo. —¿Maite? — Su voz sonaba preocupada.

Se preocupaba por mí un montón. La chica rota que necesitaba ayuda. No podía leer, escribir, o tener sexo. Iba a repararme. ¿Era eso lo había sido para él? ¿Un proyecto?

—¿Qué está mal, nena? —preguntó, mientras empezaba a caminar hacia mí. No podía permitirle tocarme. Nunca más.

—¡No! —grité, alzando mis manos para mantenerlo lejos—. No te me acerques —advertí.

Se detuvo, pero la mirada en sus ojos fue la que una vez habría pensado era miedo. Ya no pensaba eso. Él no conocía lo que era el miedo. O el dolor.

—¿Maite, qué está mal? —preguntó con cuidado, estudiándome.

—Vete. Quiero que te vayas. No regreses. No te quiero aquí. —Alcé mis manos, pero giré mi mirada hacia la puerta. No podía mirarlo, porque mi corazón se hallaba confundido. Creyó haber visto dolor en sus ojos. No lo hizo. Pensé haber visto un montón de cosas cuando me miraba que realmente no vi.

—Nena, ¿Qué pasó? No hagas esto. No me apartes. Déjame llegar hasta ti.

Pensaba que esto se debía a mi pasado. Podía oírlo en su voz. Le hablaba a la chica rota. Por la que sentía pena. A la que compadecía. —Quiero que te vayas. ¡Vístete y vete! —grité la última parte. No me escuchaba. Quería que se fuera. No podía seguir de pie aquí mucho más. La ruptura en mi pecho me hacía querer acurrucarme y mantenerme junta.

—No voy a dejarte, Maite. Tienes que decirme que está mal. Puedo ayudarte…

—¡No! No soy tu caso de caridad personal. Me encontraba bien antes de ti, y estaré bien después. ¡Pero necesitas irte! Llamaré a la policía si no te has ido en cinco minutos.

William empezó a llegar hacia mí de nuevo, y grité con todos mis pulmones. — ¡Jesús, Maite! ¿Qué pasa? —me gritaba ahora, también.

Nivelé mi mirada con la suya. —Tú. Tú estás mal. Eres malo para mí. No te quiero aquí. Quiero que me dejes sola. Me has forzado a hacer cosas que no quería hacer. Me has tocado en lugares que no me gusta ser tocada. No te quiero ver de nuevo. Nunca. ¡Solo vete!

Decir esas palabras dolió. Eran una mentira. Sabría que eran una mentira, pero me sentía desesperada. No se iba. No escuchaba.

Cuando lo vi darse la vuelta y marcharse, casi colapsé. Iba a dejarme.

La realización de que William iba a salir por la puerta y no volver destruyó cualquier parte de mí que quedaba.

Nunca debí haberlo amado. No se suponía que amara o fuera amada. Esta era una lección que debí haber aprendido ya.

Quería que el entumecimiento se expandiera, pero se desvanecía. La pérdida me envolvió.

Si solo nunca hubiera sabido cómo se sentía creer que era especial para alguien más.

William reapareció, y sostenía su lona en la mano. Caminó hacia la puerta sin mirar hacia mí, pero se detuvo justo antes de llegar allí. Sus ojos se cerraron con fuerza, y dejó escapar un suspiro inestable. —Lo siento —fue todo lo que dijo.

Entonces caminó hacia la puerta y la abrió. Con no más que una larga pausa, se paró allí. Esperé a que se marchara y me dejara sola. De nuevo.

—Cuando te des cuenta de lo que has dicho y lo que has hecho, llámame. Estaré esperando. Quiero abrazarte más que cualquier cosa ahora mismo y ayudarte a pasar a través de esto, pero no me dejarás acercarme a ti. Así que voy a hacer lo que quieres, porque no puedo arreglar nada por ti. Esta vez, tienes que hacerlo tú misma. Pero cuando entiendas que estabas equivocada, llámame, Maite. Estaré esperando. Esperaré por siempre si tengo que hacerlo.

Entonces William Manning salió por mi puerta y fuera de mi vida.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Mar 12, 2016 2:24 pm

43

William

Cuando la puerta se cerró detrás de mí, dejé caer mi maleta y me incliné, apoyando las manos en mis rodillas para buscar aire. Recordándome que lo que ella‖debía‖atravesar‖ya‖era‖suficientemente‖duro.‖Dejarla…‖oh,‖Dios, no podía solo dejarla. Se encontraba en una maldita esquina pareciendo completamente destrozada, y no sabía por qué.

Cada respiración dolía. La opresión en mi pecho era como una tenaza rodeando mis pulmones. Mi corazón se sentía igual. Irme sin ella parecía imposible. Pero si quería tener una oportunidad en el futuro con Maite, debía dejarme entrar. El pasado la perseguía. La controlaba. Esa escoria de vida que tuvo le había hecho esto. Pensé que podía abrazarla a pesar de todo y darle todo mi amor para que lo superara. Pero esos demonios seguían allí en sus ojos.

Todo lo que podía hacer para ayudarla era fingir que no veía eso en ellos. No le ayudaba a destruirlos y superarlos. Mi amor no era suficiente. Quería que lo fuera. Dios, quería ser suficiente. Pero necesitaba encontrar la fuerza dentro de sí misma.

Cuando lo hiciera, podría aceptar que la amaba. Que la adoraba. Que la quería a ella y a toda la mierda de su pasado. Lo quería todo.

Poniéndome de pie, hice una mueca de dolor.

No me dirigí hacia mi camioneta. En su lugar, fui al apartamento de Jimmy. No podía dejarla sin saber que alguien la cuidaría. Cuando necesitara que la rescatara, alguien debía llamarme. Sabía que ella no lo haría.

Podría no quererme, pero que me condenaran si no era cierto que yo sí la necesitaba.

Tocando en la puerta de Jimmy, intenté tomar una profunda respiración. Pero no pude.

La puerta se abrió de golpe, y su sonrisa inmediatamente se convirtió en un ceño fruncido. —¿William?

Parecía estar esperando a alguien más. No quería pensar en quien, considerando que vestía un par de pantalones de seda roja y su pecho estaba desnudo y aceitado.

—Quiere que me marche. No, me ordenó que me marchara —corregí—, pero necesito que me llames si necesita algo. No la dejes sufrir. Puede creer que no me necesita, pero dejaré todo por estar con ella.

Jimmy se apoyó en la puerta. Tenía la mirada pensativa. —Bueno, mierda. ¿Qué tiene esa chica en la cabeza? Está loca por ti.

Era su pasado. Esos jodidos demonios en sus recuerdos. Pero no podía decirle eso.

—Si me necesita, llámame. Estaré aquí.

Asintió.

Agarré el asa de mi maleta y peleé contra la emoción. Esto era todo. Realmente iba a dejarla. —Cuida de ella. Asegúrate de que esté a salvo y cierre bien la puerta en las noches. No la dejes caminar a su trabajo. No la dejes caminar a casa, tampoco. Mantenla a salvo para mí. Por favor —Le supliqué. Pero en este punto, le suplicaba a todo el mundo.

Lágrimas llenaron sus ojos. —Mierda. Esa chica —Sacudió la cabeza—, tiene algo en su pasado que oculta, algo oscuro. Lo he visto en sus ojos. Te llamará. Te ama.

Le pedí a Dios que tuviera razón. —Cuando me vaya, necesitará a alguien. Sé ese alguien.

Limpió sus lágrimas, luego asintió. —Lo haré.

—Gracias.

Me dirigí de regreso a las escaleras y a mi camioneta.

Arrojé mi maleta en el asiento trasero, pero hice una pausa antes de entrar. No podía marcharme sin decírselo.

Regresé a su puerta con un propósito y toqué. No vino, pero esperé.

—Maite, sé que puedes escucharme —dije a través de la puerta.

Toqué otra vez, pero no respondió.

—Me voy. Quieres que me vaya, así que me iré. Pero sé que te amo. Voy a amarte el resto de mi vida. Si no me llamas, aun estaré en Texas amándote.

Esperé, pero nunca abrió la puerta.

Después de varios minutos, supe que no abriría. Iba a dejarme hacer esto.

Incapaz de detenerme, golpeé la puerta con mi puño una vez más y grité tan fuerte como pude—: ¡Te amo, Maite Ellis! ¡Te amo tan condenadamente tanto!

Escuché la puerta de al lado abrirse, pero no me giré a ver quién era. Esperé afuera de su puerta con la esperanza de que la abriera.

Pero no lo hizo.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Mar 12, 2016 2:30 pm

44

9 semanas después

Maite

Abrí mi puerta para encontrar a Jimmy al otro lado. Él tenía un cappuccino en cada mano. Alguna vez fue una vista reconfortante. Nada me conforta ahora. Las pesadillas de mi pasado estaban de vuelta con una venganza. Yo rara vez dormía de cualquier forma. Cappuccino en la mañana y una taza de café en la tarde eran la única forma de hacer el trabajo todos los días.

—¿Lista solecito? —preguntó. Asentí y tome mi mochila.

—Si —respondí, tomando la taza que me ofreció.

—Te odio. Quiero tu piel. No es justo que estés tan bronceada —se quejó.

—Trabajo bajo el sol. Por supuesto que voy a estar bronceada —le recordé, rodando los ojos. Él se queja de mí bronceado al menos dos veces por semana.

—Bronceándote y mirando hombres calientes rotando en el club. Estoy trabajando en el departamento equivocado —dijo con un bufido.

Ambos sabíamos que Darla no lo dejaba trabajar en el campo de golf del Club Kerrington. Jimmy tenía una cara que las mujeres amaban. Trabajó como servidor, y las mujeres llegaban en masa a coquetear con él y darle una buena propina. Por supuesto el no sería tan popular. Había varias mujeres que jugaban al golf, pero no muchas. La mayoría de ellas jugaban tenis. Los hombres dominaban el campo de golf.

—Hace mucho calor ahí afuera, y los hombre están todos vestidos con pantalones cortos y camisas tipo polo. No es exactamente un atuendo sexy. No te estás perdiendo de nada.

Jimmy abrió la puerta de su carro y rodo los ojos en mi dirección.

—Chica, he visto el trasero caliente de Rush Finlay en pantalones cortos y camisa polo, y es suficiente para derramar agua helada en mis pantalones.

—¡Dios, Jimmy! —No podía dejar de reír, pero sinceramente, no pudo ser más descriptivo.

Me hundí en el asiento de pasajero, puse mi mochila en el suelo y mi café en el portavasos, así podría colocarme el cinturón de seguridad. Viajar con Jimmy de ida y vuelta del trabajo era más fácil ahora que trabajáramos en el mismo lugar. Jimmy había arreglado que nuestros horarios coincidieran todas las semanas.

—Mantenlo real, nena —respondió mientras subía dentro.

Alguna veces Jimmy lo mantenía real solo buscado hacerme reír. Sólo recientemente había sido capaz de lograrlo, y no era a menudo. Pero le doy un punto: desde el momento en que William Manning había salido de mi vida, Jimmy había sido mi sombra.

No podía ir a ninguna parte sin consultar con él. Entraba en pánico si no sabía en donde estaba, y siempre se quedaba hasta tarde conmigo. Durante un tiempo, se sentaba y tomaba mi mano mientras me iba a dormir por la noche. Él nunca lo mencionó, pero yo sabía que estaba tratando de tomar el lugar de mis llamadas telefónicas nocturnas. Las que no tenía más.

Yo había dejado mi trabajo de limpieza con los Carter, simplemente porque no podía ver a nadie que me recordara a William, y ahí había la posibilidad de que él apareciera en cualquier momento para una visita. No estaba segura de cómo iba a manejar eso. También le dije a Blaire Finlay que no podía limpiar para ella. Los Finlay también me recordaban a William.

Una vez que estuve sin trabajo, Jimmy ofreció conseguirme trabajo como una chica del carro del campo de golf en el club. Yo le había dicho acerca de mi dislexia entonces, y él me había ayudado a llenar la solicitud. Cuando me había preguntado si quería leerle en la noche, me había roto y encerrado en mi habitación. No tuvo que preguntar para deducir el porqué. Él era un hombre inteligente.

Ahora me pregunta, —¿Thad sigue viniendo mucho durante tus turnos? — Suspiré y puse la cabeza contra el asiento.

—Thad simplemente juega mucho al golf. El no viene solo durante mis turnos. Jimmy dejó escapar una risa divertida.

—Sigue diciéndote eso, polluelo. Pero rubio no juega al golf a menos que esté con Woods o Grant. No es algo que lo haya visto hacer por sí mismo. Hasta que te pones en ese pequeño atuendo y empiezas a repartir cervezas.

No quiero pensar en Thad viniendo a verme. No quería que nadie viniera a verme. No de esa manera.

¡Te amo, Maite Ellis!

Ese grito roto que había sido tan fuerte que mis vecinos lo oyeron era todo lo que se instaló en mi pecho. Todo lo demás se había ido. Encontrar cualquier emoción fue difícil para mí. Sólo por la noche, cuando estaba dormida y el pasado volvía a torturarme, gritaba y lloraba.

Durante las últimas nueve semanas, había tratado con momentos de debilidad. Una vez casi me convencí de que me había imaginado ese mensaje de texto. Y cuando no podía hacerme creer eso, traté de convencer a mí misma que podía vivir con él teniendo sexo con otras personas. Si yo lo tenía en mi vida, sería suficiente. Lo perdonaría por necesitar el sexo tan mal que tuvo que tenerlo en otro lugar.

Luego, en mis momentos más bajos, me culpaba a mí misma por faltarme un tornillo en la cabeza. Por no ser capaz de darle lo que su cuerpo necesita. Yo le había empujado a los brazos de ella.

Él me quería sin embargo. Lo había con todo el aire en sus pulmones.

Después de semanas de ninguna palabra de él, tuve que aceptar que se había ido. Yo lo había despedido, y se había ido. No fácilmente, pero se había ido. Ahora alguien más, probablemente Cordelia, estaba cuidando de sus necesidades. Ella lo estaba amando y haciendo sonreír. Era todo lo que yo no había sido para él.

Así que sólo sobreviví. Cada día, me levanté y sobreviví el día. Todas las noches, sobreviví las pesadillas. Entonces lo hice otra vez. Una y otra vez.

Y sola.

Debido a que lo había hecho abandonarme.

—Tierra a la pequeña Maite. ¿A dónde fuiste, mujer? Te hice una pregunta.

Sacudí los pensamientos de William lejos. Regresarían a llenar el vacío después.

—Lo siento, ¿qué lo preguntaste?

—Te pregunté si querías tomar tú examen escrito y obtener su permiso de conducir mañana ya que estamos libres del trabajo.

El Dr. Munroe me había estado ayudando a estudiar durante dos semanas. Yo estaba tan preparado como podía estarlo.

—Sí. Eso sería bueno —le contesté.

La emoción no llegó. Yo había pensado una vez que nunca iba a conducir un coche. Ahora estaba cerca de lograr ese objetivo, y no pude sentir incluso un poco de alegría. Debido a que la única persona que quería conmigo, la única persona con la que quería compartir esto, no estaba aquí.

Yo lo había empujado lejos. Yo había amado demasiado. Con una mente y cuerpo rotos, había amado por completo. Y él había necesitado más que esa mente y cuerpo rotos.

Imágenes de él tocando a una mujer sin rostro y haciendo cosas con ella que me hizo a mí me torturaban cada vez que me permitía pensar en ello. Yo quería ser todo. Yo quería ser suficiente para él.

—No te emociones demasiado. Voy a tener que detenerte hasta que te calmes —dijo Jimmy sarcásticamente.

Forcé una sonrisa para él.

—No comprare esa mierda falsa, Maite —contestó.

Era todo lo que tenía. Mierda falsa.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Mar 12, 2016 2:34 pm

45

William

Balanceando el hacha, dividí el trozo de madera que necesitaba para arreglar la cerca. Pero no pude detenerme. Levantando el hacha de nuevo, la balanceé una vez más, arruinando la perfecta pieza que había creado. Luego la balanceé otra vez. Y otra. Y otra.

No estaba seguro de cuando comenzaron los gritos, pero cuando levanté la mirada para ver a mi madre de pie frente a mí, con las manos en las caderas, frunciéndome el ceño con desaprobación, supe que debí haber hecho mucho ruido.

Mierda.

Ella había esperado a que me quebrara. Había tenido la precaución de pasar a través del día sin emociones mientras su atención estuviera en mí. Sacarte de encima a Maryann Colt cuando ella pensaba que necesitabas hablar era casi imposible.

Solté el hacha y miré al suelo a los pequeños trozos de madera que ahora eran sólo buenos como leños. Los había aniquilado. Tendría que conseguir otra pieza ahora para poder arreglar la maldita cerca.

No creo que la madera te haya hecho algo dijo mamá, levantando una de sus cejas.

No contesté. Sólo me dejé caer sobre mis talones y comencé a recoger el desastre que había hecho.

Ya he tenido todo lo que puedo soportar, William Colt Manning. Has sido un caparazón de mi niño por meses, ¿y ahora pierdes la cabeza y comienzas a gritar y a darle una paliza a ese tronco con un hacha? Tienes que hablar conmigo. Me estás dando ataques de ansiedad. Estoy preocupada por ti.

Por nueve semanas, me las he arreglado para vivir sin mi corazón. Esto no era una vida. Mi vida era una mujer que no me quería. Esto era una existencia. Una existencia vacía y superficial.

No le he contado a mi madre sobre Maite, pero Harlow sí. Mamá me había preguntado por ella la semana después que Maite me echara de su lado. Había estado tan abrumado por el dolor de sólo el sonido de su nombre que me había levantado de un salto y huido de la mesa. Mamá no la había mencionado de nuevo.

Pero ahora necesitaba que lo hiciera. Necesitaba hablar de Maite. Quería contarle a alguien sobre ella. Llenar mi vacío con el recuerdo de ella.

La amo dije simplemente.

Ella levantó sus dos cejas esta vez.

Ya más o menos me había dado cuenta, cariño. Cuando corriste como si los fuegos del infierno te persiguieran el día que te pregunté por ella, revelaste eso.

Ella es mi vida, mamá. Maite. Ella es. La única. Pero no me quiere. Sólo decirlo envió un rayo de agonía a través de mí. Hice una mueca, sin ser capaz de ocultarlo de mi madre.

Entonces es una tonta dijo mamá, con toda la convicción de una madre que amaba a su hijo.

No. Es brillante. Es hermosa. Es como un brillante rayo de sol. Ella‖es…‖ Su‖vida‖mientras‖crecía…‖ Me detuve y tragué la bilis que subió por mi garganta sólo de pensar por lo que ella había pasado. Como había sufrido mi chica . Fue malo, mamá. Oscuro. Tan oscuro y retorcido como puede ser la vida de una chica. Pero no es una tonta.

El rostro de mi madre cayó. Pude verla luchando por aguantar las lágrimas en sus ojos.

Oh, cariño. Debí haber imaginado que cuando mi hermoso chico de gran corazón se enamorara, se enamoraría completamente. Nunca hiciste nada a medias. No diste tus primeros pasos, echaste a correr. No dijiste tu primera palabra, cantaste una línea completa de una canción. Y simplemente no tomaste partido por los indefensos en la escuela, fuiste expulsado por atar a un matón en el asta de la bandera. Mi bebé nunca ha hecho nada a medias. Lo hiciste con tanta determinación que arruinó los intentos de todos los demás por destacarse.

Caminó alrededor de mi desorden y se dejó caer a mi lado. Sentí las lágrimas quemando mis ojos cuando tomó mi rostro en sus manos y me miró con tanto amor y dolor, porque eso era lo que ella era. Mi mamá sufría conmigo. Siempre lo había hecho.

Eres un buen hombre. El mejor. Amo a tu padrastro, pero ni siquiera el suyo se compara con el corazón que tú tienes. Fuiste lo mejor que pude llegar a hacer en esta vida. No puedo superar el haberte creado. Ser tu madre es un regalo que me trae alegría cada día de mi vida. Moriré sabiendo que dejé un hombre en esta tierra que dejará un rastro de bondad donde sea que vaya. Se detuvo, y supe que había‖un‖“pero”‖viniendo . Pero por primera vez en tu vida, estoy viendo como dejas que alguien te destruya. Extraño tu sonrisa y tu risa. Quiero esas de vuelta. Nunca dejaste que un obstáculo sin conquistar en tu vida. ¿Por qué lo estás haciendo ahora? Si la amas, entonces ve por ella. Ninguna mujer en su sano juicio podría rechazar está cara.

Estiré mi mano y limpié las lágrimas del rostro determinado de mi madre.

Necesito que ella venga a mí. Si tenemos alguna oportunidad en el futuro, necesito que ella venga a mí. Siempre he tomado lo que quise y conquistado mis pruebas, pero nada ni nadie me ha importado lo que ella me importa. No puedo conquistarla, mamá. La amo. Nunca quiero obligarla a hacer nada. Incluso amarme. Tiene que amarme por su cuenta.

Mamá dejó salir un sollozo y envolvió sus brazos alrededor de mí y me sostuvo contra ella. Cerré mis ojos y luché contra la emoción amenazando con salir. La última vez que mi madre me había visto llorar fue cuando tenía tres años y rompí mi brazo cayendo de un trampolín. Incluso cuando Harlow quedó en un coma, había llorado en privado.

Nunca superaría perder a Maite. Si ella nunca regresaba a mí, estaría roto por el resto de mi vida.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Mar 12, 2016 2:37 pm

46

Maite

Otra semana pasó, y me las arreglé para sobrevivir. Era todo lo que hacía. Con cada día que pasaba, sentía que me perdía a mí misma un poco más. El horror de mi pasado tomando el control lentamente. El progreso que logré en los últimos dos años se fue. No podía alejar los recuerdos de mi padrastro.

Tendría que ver a un terapeuta pronto, no dormía mucho ahora, y cuando lo hacía no era para nada tranquilo. Mi peso bajaba, y tenía ojeras bajo mis ojos que ya no podía ocultar más. Necesitaba ayuda.

La única cosa que me retenía era saber que tenía que hablar acerca de William.

No podía hablar sobre él. Dolía demasiado.

—¿Maite Ellis? —preguntó una voz femenina. Bajé las cervezas que cargaba en el refrigerador, y me di la vuelta.

Una atractiva mujer madura con cabello largo y rizado en las puntas hasta los hombros me miraba como si estuviera estudiándome. Yo sabía que ella no era miembro de aquí. Los vaqueros desgastados y las botas que llevaba puestas no se parecían a nada que las damas usaban en este lugar. Luego estaba el sombrero de vaquero sobre su cabeza. Un claro indicativo de que se encontraba fuera de lugar.

—¿Sí? —respondí.

Ella no sonrió ni dijo nada de inmediato. Pero continuó asintiéndome. Aunque no me miraba, se veía como si tuviera ganas de sacudirme.

Miré alrededor para ver si había alguien más cerca o solo éramos nosotras.

—Me imaginé que serías hermosa, pero como siempre, cuando mi chico hace algo, lo hace a lo grande —dijo, y una triste sonrisa tocó sus labios.

No sabía de qué hablaba, o lo que ella pensaba que hablaba. Decir gracias no parecía lo correcto.

—Esas ojeras y la mirada vacía en tus ojos me dicen todo lo que necesito saber. Así que déjame decirte lo que tú necesitas saber —dijo ella, caminando hacia mí—. He visto a mi hijo pelear batallas por todo aquel al que ama y ganarlas. Cuando tenía siete, su primo fue golpeado en la escuela por un matón. Mi bebé se enteró de eso. La siguiente cosa que supe, tenía que recoger a mi chico de la escuela porque había sido suspendido por envolver a otro niño al asta de la bandera con cinta adhesiva. Estaba horrorizada. Hasta de que me di cuenta de que se trataba del niño que molestaba a su primo. Llamándolo por apodos y empujándolo en los pasillos. Ese día en particular, el agresor introdujo la cabeza de su primo al inodoro, con orina en él, y tiró de la cadena. Después del incidente de la cinta adhesiva, nadie volvió a molestarlo otra vez.

»Cuando tenía diez, la bibliotecaria de su escuela, quien siempre le llevaba galletas y le apartaba los mejores libros, fue despedida debido a que el consejo escolar dijo que no tenía dinero para mantener una bibliotecaria a tiempo completo. La señora Hawks tenía más o menos unos setenta años, pero amaba a esos niños, y mi hijo era su favorito. Así que mi bebé consiguió una petición conjunta y luego se presentó ante diferentes empresas de la ciudad que se comprometieron a donar fondos para la causa. La señora Hawks no perdió su trabajo. De hecho, él recolectó tanto dinero que a ella le subieron el sueldo.

»Cuando tenía diecinueve, se enteró de que su hermana pequeña tenía el corazón roto a causa de un chico al que únicamente le importaba quién era su papá. Él me preguntó si podía ir a visitarla, y lo dejé ir. Ese chico que rompió el corazón de su pequeña hermana encontró su camioneta justo afuera de la ciudad, completamente inmersa en el agua.

Se detuvo y rio. —William Colt lucha por quien ama. Es lo que hace. Y sé que trató de luchar por ti. Quería conquistar tus batallas. Y por la pequeña investigación que he hecho, me enteré de que envía un cheque mensual al doctor Astor Munroe que cuesta más de lo que puedo compartir. Recibe informes semanales del progreso de una chica llamada Maite Ellis. Él está luchando tus batallas. Lo que significa que te ama, también. El problema es que mi chico lo hace a lo grande cuando se trata de cualquier cosa. Y cuando decidió enamorarse, lo hizo de una manera masiva.

Se detuvo y me señaló con el dedo. Ahora podía ver a su hijo en la determinada mirada que tenía puesta en mí. ¿Cómo no lo noté antes?

—Ahora necesita a alguien que luche por él. Porque se ha perdido a sí mismo. Es una cáscara del hombre que crié. Camina por la vida sin alegría. Me dice que se ha ido con su corazón. Se fue contigo. Por lo que si lo amas por lo menos una pequeña pizca de lo que él te ama, entonces, lucha por él. Se lo merece más que nadie. Es hora de que alguien luche sus batallas.

Una gota cayó sobre mi brazo, y extendí una mano para encontrar mi cara bañada en lágrimas. Mi corazón estaba de regreso, y se retorcía de dolor mientras escuchaba a la madre de William decirme cómo me necesitaba. Se encontraba herido por mi culpa.

Ya no me importaba el texto. O la otra mujer. Si William me necesitaba para pelear por él, lo haría. Lucharía contra quién demonios fuera Cordelia, también. Me gustaría luchar hasta que ya no pudiera hacerlo nunca más.

—¿Dónde está? —pregunté.

—En casa. Piensa que fui a visitar a mi hermana en San Antonio.

—¿Cómo llego a él? ¿Dónde está su casa?

Una sonrisa se extendió por los labios de la otra mujer. —Puedo llevarte directo a él.

Cerré el refrigerador. —Déjeme decirle a mi jefe que me voy. Entonces estaré lista para partir.

—Soy Maryann Colt, por cierto —dijo, extendiendo su mano para que la sacudiera—. Y es un placer conocer a la mujer que mi hijo ama. Estaba aterrorizada, pero puedo ver que hizo una buena elección.

Su aprobación envió la primera sensación de calidez a través de mí que había sentido en diez semanas, dos días, y veinticuatro horas.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Mar 12, 2016 2:41 pm

47

William

—Está bien, tengo que confesar que soy un idiota, porque esta mierda me está comiendo vivo —dijo Major mientras entraba al granero con una montura arrojada sobre el hombro.

Continué frotando mi caballo Appaloosa, Kryptonite, e ignoré su comentario. Tenía que limpiar el establo del semental a continuación y no tenía tiempo para ocuparme de Major y su drama.

—Me estoy tirando a Cordelia. Estamos follando desde hace dos meses. Es muy buena chupándome la polla. Lo siento, pero soy un hombre y vino a mí, y la dejé que me la chupara. Entonces le di la vuelta sobre el caballete y la follé. Fue un momento de debilidad. Estaba caliente, y ella vino pavoneándose usando estos pantalones vaqueros muy cortos que mostraban parte de su culo y un pequeño top que apenas cubría sus tetas. Es sensual, hombre. Te pregunté si todavía follabas con ella, y no respondiste. Pensé que significaba que no te importaba.

Era por eso que Cordelia me dejó en paz. Podría pagarle a Major por esto. — Me alegro de que te esté atendiendo bien. —Le di unas palmaditas a Kryptonite, luego me giré para dejarlo entrar al establo, que ya se encontraba limpio.

—Así que, ¿no te importa que esté aprovechando ese trasero? —preguntó.

—Me hiciste un favor. Ella no aceptaba un no por respuesta.

Major dejó escapar un suspiro de alivio. —Gracias a Dios. Me preocupada que tuvieras este humor de perros porque te robé tu vía de desahogo.

Ni siquiera respondí eso. No vi el punto.

—El día que vino a buscar sus bragas, estuve a punto de follarla. Estaba vestida con una falda corta, lucía como una jodida estrella porno. Pero te llamé y te envié un mensaje y no respondiste. La dejé ir en ese momento. Pero al día siguiente, cuando vino al granero, follamos. No saliste de tu casa esa semana. Fue la semana en que te la pasaste de mal humor.

Justo a tiempo. Empezó las cosas con ella cuando de verdad necesitaba a todo el mundo fuera de mi vista. Sin contar lo que le habría dicho si ella hubiera comenzado esa mierda en ese momento. No la quería, pero no había necesidad de decirle algo hiriente. No se lo merecía.

—De todos modos, ¿dónde estuviste durante esa semana? ¿Cuándo te envié un mensaje? Volviste enojado con el mundo. Y has estado jodido desde entonces ¿Fue Rosemary Beach? ¿Esa chica que fuiste a ver?

No iba a hablar de esto con él.

Espera, ¿qué mensaje?

El mundo a mi alrededor se detuvo, y mi pecho vacío, de repente se sintió más pesado que el plomo. Por favor, Dios, no. Que no sea lo que estoy pensando.

—Major —dije, casi con miedo de preguntar. ¿Quería la respuesta? ¿Podría vivir con esto?

—¿Sí?

—¿Qué mensaje?

—Ese que te envié, de que Cord encontró sus bragas bajo tu cama y preguntándote si aún querías follar con ella.

No… no… no…

—Major, nunca vi ese mensaje. ¿Cuándo me lo enviaste?

—Te‖dije…

—No. ¡Necesito saber el día y la hora en que me enviaste ese maldito mensaje!—grité. Los caballos relincharon, pero mi cabeza palpitaba, y una pesadez se fue apoderando de mis pulmones.

—Mierda, amigo. Verificaré. Cálmate —gruñó, buscando su teléfono y revisando los mensajes de texto.

—Uh…‖el‖29‖de‖junio‖a‖las‖nueve‖de‖la‖mañana.‖También‖te‖llamé‖dos‖veces‖ antes de eso. Ninguna respuesta.

Dejé caer las herramientas de mis manos, y caminé hacia la puerta. Seguí caminando. Simplemente seguí jodidamente caminando. Caminé hasta que estuve tan lejos de Major como pude, hasta que mi casa desapareció de la vista.

Entonces, incliné mi cabeza hacia atrás y dejé que todo saliera en un furioso rugido.

Ella vio ese mensaje. Eso fue lo que la envió al rincón, mirándome como si se hubiera roto. Un texto de mierda la alejó de mí.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Mar 12, 2016 2:44 pm

center]48[/center]

Maite

Maryann Colt habló todo el camino en auto desde el aeropuerto. Logró dormir durante todo el vuelo. Yo no fui capaz de hacer nada más que mirar por la ventana. Mis pensamientos se encontraban en William y el chico que ella describió. Sonó exactamente como el hombre del cual me había enamorado. Un mensaje me hizo dudar de todo. Todo lo que él había hecho era mostrarme lo mucho que me amaba, y yo ni siquiera le permití explicarse.

No era un caso de caridad. No intentaba arreglarme. Solo luchaba mis batallas porque me amaba.

Él ni siquiera sabía sobre el mensaje. o borré antes de regresar su teléfono a su lugar. No tenía ni idea de lo que cambió esa mañana. Y ahora iba a presentarme en su casa sin anunciar. Sabía por su madre que él me quería, pero eso no significaba que yo no tuviera que luchar por él.

Pudo haber seguido adelante con alguien más. Cordelia pudo haberlo mantenido caliente por la noche, pero no quería pensar en eso.

En su lugar, escuché a Maryann hablar. Tenía que concentrarme en sus palabras, no en lo que me enfrentaría pronto. Pero sin importar qué, lucharía. Él luchó por mí una vez. Ahora lucharía por él.

—Su casa es siguiendo ese camino. Debe estar en la cama a estas alturas. Es tarde, y se ha estado yendo a dormir después de cenar. Pero toca la ventana del lado izquierdo de la casa si no abre la puerta. Te dejaré que camines desde aquí. No quiero que vea mi camioneta. Está todo en ti ahora. Debes ir a mostrarle a mi chico que vale la pena luchar por él.

Abrí la puerta de la camioneta y salí de un salto.

Maryann señaló el camino de tierra iluminado por la luna justo detrás de su casa. —Sigue ese camino. Te llevará justo a su puerta.

Comencé a caminar en ese camino, me detuve y miré hacia atrás. La pillé secándose los ojos. —Gracias —dije—. Sé que lo haces por él. Pero también me has salvado.

No esperé su respuesta. Me dirigí hacia la colina. Apenas podía ver algo a la distancia. El techo de metal resplandecía con los rayos de luna, y los seguí. Mi corazón latió por primera vez en meses. Iba a verlo. Vería a William.

Si Cordelia estaba allí, debía mantener mi calma y no intentar sacarle los ojos. Pero cuanto más me acercaba a su cabaña, más comprendía que no podía atacarla‖solo‖porque‖lo‖tocaba.‖Si‖él‖también‖la‖tocaba…

Me iba a enfermar. No podía pensar en eso.

Había una camioneta negra similar a la plateada de su madre estacionada afuera. Era el único vehículo, y quise suspirar de alivio. Podía pelear la batalla contra Cordelia después. Justo ahora, quería concentrarme en conseguir su perdón.

Subí los escalones del pórtico y me detuve. Ahora que me encontraba aquí sin Maryann apoyándome, me congelaba de miedo. Pero no llegué tan lejos para nada. Volé por primera vez en mi vida y dejé el único lugar seguro que conocí en mi vida para venir aquí. Para enfrentarme a un hombre al cual eché de mi vida.

La última vez que escuché su voz, gritó a través de mi puerta que me amaba.

¿Lo seguía haciendo? ¿Si estuviera en su lugar hubiera esperado tanto tiempo?

La puerta se abrió antes de que yo tuviera tiempo suficiente de tocar, revelando a William sin camiseta. Las sombras cubrían su rostro, pero conocía ese pecho. También conocía esos calzoncillos. Tenía que decir algo. Todo mi cuerpo pareció congelarse. —Vine a pelear por ti —solté, y luego rompí en llanto.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Mar 12, 2016 2:49 pm

49

William

Maite se encontraba aquí. En mi casa. En mi pórtico. Y estaba llorando.

Di un paso hacia la oscuridad, todavía preguntándome si era un sueño y si, después de todo, logré dormir un poco esta noche.

—¿Maite? —le pregunté, temiendo que si la tocaba, me despertaría.

—Lo‖siento.‖Es‖que…‖verte…‖Iba‖a‖ser‖fuerte‖y‖decirte‖que‖te‖amo,‖que‖metí‖ la‖pata‖y‖te‖amo‖y…

A la mierda el sueño. Me acerqué a ella y la atraje a mis brazos.

Se encontraba aquí. Se encontraba aquí. Se encontraba aquí.

Sus brazos se envolvieron a mi alrededor y me abrazaron con fuerza. Tal como lo recordaba. La canela dulce llegó a mi nariz, y yo sabía que mi imaginación no era tan buena. Había tratado de imaginar su olor más de una vez y no podía. Esta era mi Maite.

—Te amo. No voy a irme. Estoy aquí para hacer que vuelvas a quererme. Me encuentro vacía sin ti —sollozó en mis brazos.

¿Trataba de convencerme de que la dejara quedarse conmigo? ¿En serio creía que debía rogarme para que la quisiera a mi lado?

—Maite,‖yo…

Se apartó y me miró con ojos grandes y aterrorizados. —No. No digas nada. Solamente‖escúchame.‖Me‖equivoqué.‖Vale‖la‖pena‖luchar‖por‖ti.‖Yo‖era…‖Soy‖un‖ desastre. Tengo que superar muchas cosas, pero voy a hacer que valga la pena. Te amaré más de lo que jamás podría amarte ella. Más de lo que podría cualquiera. Pasaré el resto de mi vida demostrándote que valgo las molestias. No voy a dejar pasar un día sin mostrarte lo mucho que te amo. Voy a mudarme aquí. Voy a buscar‖una‖casa‖y‖un‖trabajo.‖Voy‖a‖prepararte‖las‖comidas‖y‖yo…

Cubrí su boca con la mía y detuve a su adorable y disperso discurso. Su grito de sorpresa fue seguido de un gemido, y me besó como si necesitara probarme para vivir. Mientras esos labios carnosos se apretaban contra los míos, se me filtró su dulzura. Acuné su cara y la hice retroceder para poder mirarla a los ojos.

Seguían llorosos de su emoción instantánea cuando me vio. Pero eran hermosos. Mis hermosos ojos azules. Con los que he soñado. Los que siempre me sostendrían.

—¿Vale la pena luchar por mí? —le pregunté, con ganas de oírla decirlo una vez más. Había lucido tan condenadamente determinada la primera vez que lo dijo.

—¡Sí! —dijo, recuperando la fiereza.

—¿Y contra quién crees que debes luchar por mí?

El dolor apareció en sus ojos. No quería eso. Iba a asegurarle que no había nadie, pero ella habló primero. —Contra‖cualquier‖persona…‖Voy‖a‖luchar‖con‖ quien sea —dijo al final.

Hablaba de Cordelia. Ese maldito mensaje de texto.

—Cariño. Desde el momento en que esos labios tocaron los míos, fui tuyo. No, tacha eso. Desde el momento en que salí de la habitación y vi tu dulce culo en el aire y te oí cantando fuera de tono, fui tuyo. De nadie más. Nunca. Antes, sí, hubo otras. Y una vez tuve‖una‖relación‖de‖“amigos‖con‖beneficios”‖con‖una‖chica.‖ Nada más. Pero al instante en que entraste en mi vida, se terminó. Ella no lo tomó bien, y trató de hacerme cambiar de opinión. Pero todo lo que vi, todo lo que mi corazón veía, era a ti. A nadie más.

—Cordelia —dijo en voz baja.

—Sí. Pero el mensaje que viste de Major fue porque llegué a casa del trabajo para encontrarla en mi cama. Le pedí que se fuera y la amenacé con llamar a mi mamá si ella no salía de mi cama. Incluso lavé las sábanas para deshacerme de su olor. Diablos, hasta compré un colchón nuevo y sábanas nuevas. No quiero dormir en ninguna parte donde haya alguien más que tú. Nunca.

—Dejó sus bragas ese día —dijo en voz baja y sus ojos brillaban con nuevas lágrimas—. A eso se refería el mensaje de texto.

Asentí. Metí un mechón de cabello detrás de su oreja. —Si hubiera sabido que era por eso que me mirabas como si fuera un monstruo, me habría quedado y luchado por ti. Pero pensé que era el pasado, los demonios que te acechaban. Pensé que había ido demasiado lejos y que necesitabas espacio. —Me detuve y respiré hondo—. Pensé que me llamarías. Esperé. Estuve esperando. Iba a esperar para siempre.

Frunció los labios, y me incliné para besarle el rostro. No quería que llorara. La tenía aquí. Conmigo.

—No voy a dejar que te vayas. Te quedarás conmigo. No puedo dejar que me abandones. Me volveré loco —le dije, mientras le besaba las mejillas y la nariz, y luego le di un beso casto en la boca.

—No quiero irme —dijo.

Dios, la amaba. —Ven adentro —le dije, deslizando la mano sobre la de ella y llevándola a la casa—. Acuéstate conmigo. Quiero abrazarte.

Maite se detuvo y la miré de nuevo. —No. Esta noche quiero abrazarte — dijo; su expresión determinada una vez más.

—Si eso es lo que quieres —concordé.

Le quité las botas y bajé sus pantalones vaqueros. Me dejó desvestirla sin reservas. Cuando le desabroché el sujetador, no toqué ni miré, solamente agarré mi camiseta desechada y la deslicé por su cabeza.

Enterró su nariz en ella e inhaló, envolviendo sus brazos alrededor de sí misma. Me encantaba cuando abrazaba mi ropa como si fuera yo.

Luego se arrastró hacia mi nueva cama de dos plazas, puso su espalda contra la cabecera y tendió los brazos en mi dirección.

En tanto que la emoción luchaba con el entretenimiento, fui capaz de evitar que se liberaran las lágrimas que escocían mis ojos. Me acerqué a ella y puse mi cabeza contra su pecho para escuchar sus latidos.

Cuando nos quedamos así, pasó los dedos por mi cabello. Envolví su cintura con mis brazos y disfruté de su aroma. El sonido de su corazón aumentaba el ritmo cada vez que deslizaba mi mano hacia abajo, hacia la parte inferior de su cuerpo, y luego, volvía hacia arriba.

—Cada paso que he dado en la vida me ha traído a ti —dijo en un susurro— . Y porque ahora estoy aquí, no me arrepiento de nada. Por todas las cosas malas que pasaron, a cambio, he sido recompensada con algo aún más hermoso. Has hecho que valga la pena. Eres mi regalo de la vida. Pasé por lo malo y sobreviví. Mi recompensa fue que Dios me dio a ti.

Ya no me importaba contener las lágrimas.

Lloré en sus brazos.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Mar 12, 2016 2:55 pm

50

Maite

Hoy regresaríamos a Rosemary Beach para empacar mis cosas. William no aceptó que fuera a ninguna parte sin él, así que por dos días, usé ropa que pertenecía a Harlow que dejó cuando hace un par de años atrás se quedó en su casa. Todas eran demasiado cortas y ajustadas, pero me las arreglé para hacerlo funcionar.

Sin embargo, William no me dejaría salir de la casa vestida con esa ropa. Le preocupaba que alguien me mirara. Major me vio la primera mañana vestida con un par de pantalones cortos de Harlow y una camiseta, y le ofreció a William su testículo izquierdo por mí. William lo golpeó en la cara. Fue un desastre.

Cuando Maryann llegó a la casa, enojada y preguntándole a William porqué rompió la nariz de Major, le contó lo ocurrido, y ella comenzó a reír. Entonces giró sobre sus talones y se fue.

Esa mañana me desperté en una cama vacía, que después de la forma en que William me sostuvo en un férreo abrazo las dos noches anteriores, me sorprendió. Me levanté y caminé hacia el baño para escuchar la ducha corriendo y a William cantando. Al contrario de mi forma cantar, la suya era hermosa. Su voz tenía un borde rasposo, pero fluía de una forma que me erizó la piel. Nunca lo había escuchado cantar. Con un padre como Kiro, tenía sentido que tuviera una voz acorde a sus genes.

No reconocí la letra, pero me atrapó. Abrí la puerta y entré al baño. No me notó, pero su cabeza se hallaba inclinada hacia atrás debajo del agua, y aún cantaba.

Tomaría tus demonios si me dejas entrar. No los retengas, nena, porque todo lo que quiero dar es más.

Giró la cabeza, y detuvo su canto cuando su mirada se encontró con la mía.

Esto no era algo que necesitara pensar y planear. Este hombre me amaba, y sabía que nunca amaría a nadie más de la forma en que lo amaba. Estaba dispuesto a tomar cualquier cosa que le lanzara, siempre que al final pudiera sostenerme.

Tomando el borde de mi camiseta, la saqué por encima de mi cabeza y la lancé al piso. Al segundo siguiente, me quité las bragas y me dirigí hacia la puerta abierta de la ducha. William, inmóvil, deslizaba la mirada a través de mi cuerpo desnudo.

Entrando a la caliente corriente de agua, bajé la mirada a sus gruesos y marcados muslos y la arrastré hacia arriba para ver que se hallaba duro y listo. Sintiéndome valiente y segura, alcancé el jabón y comencé a enjabonar mis manos mientras William permanecía quieto. No se movió, ni siquiera parpadeó. Sus ojos seguían cada uno de mis movimientos. Me acerqué y deslicé las manos sobre su rígida y sedosa dureza.

Un gemido gutural emergió de su pecho, y levanté la mirada para ver que sus pestañas habían bajado a esa encapuchada expresión que amaba. Acariciándolo con mis húmedas y jabonosas manos, observé cómo su mandíbula se tornaba laxa, y retrocedía para recargarse contra la pared. Deslicé una mano para a cunar su apretado saco y comencé a enjabonarlo.

—Maite —gimió, alcanzando mi mano.

—Déjame —le rogué, presionando mis pechos contra su pecho.

—Ah…joder.

Mantuve mi agarre firme y lento mientras la punta de su pene enrojecía. Comenzó a escurrir un claro fluido, y me excité por escucharlo venirse. Apresuré el paso, y contuvo el aliento.

—Voy‖ a…venirme.‖ Mierda,‖ nena,‖ voy‖ a‖ venirme‖ —dijo, entonces un profundo grito cayó de sus labios mientras su liberación se precipitaba sobre mi estómago y mis manos.

—No te muevas —jadeó, y vi sus ojos enfocarse en mi estómago cubierto de él—.‖Oh,‖maldita‖sea…no‖te‖muevas.‖Déjame‖verte.‖Así.

Sintiéndome valiente, atravesé con la punta del dedo el reguero blanco de su clímax que me cubría. Entonces levanté la mirada para verlo. Sus ojos se habían calentado de nuevo, un brillo posesivo grabado en ellos.

—Frótalo —dijo en un ronco susurro.

Hice lo que ordenó. Usé ambas manos y lo masajeé en mi piel hasta que desapareció.

Estiró la mano detrás de sí, tomó la barra de jabón y comenzó a enjabonar sus manos. Alejándose de la pared, cerró el espacio entre nosotros hasta que sus manos cubrieron mis pechos. Entonces comenzó a lavarme. O a ellos, a conciencia. Pellizcó mis pezones y los apretó con gentileza antes de moverse hacia mi estómago. Cuando llegó al lugar donde froté su liberación en mi piel, lo lavó con un toque reverente que causó que el dolor entre mis piernas se convirtiera en una punzada.

Para el momento en que movió las manos entre mis piernas, tuve que poner ambas manos a cada lado en la pared. Mis piernas comenzaron a doblarse, y William susurró en mi oído que era hermosa. Que era suya. Que amaba cada parte de mí. Que ver su venida en mí lo puso loco de necesidad.

Sosteniendo sus hombros, sentí construirse mi liberación, y sabía que me encontraba a punto de ser golpeada con un orgasmo que muy probablemente me pondría de rodillas.

William deslizó un brazo en mi cintura y me sujetó mientras presionaba mi clítoris una vez más. Me sostuvo cuando el placer se estrelló contra mí, y mis rodillas al final cedían y se doblaban.

Para el momento en que volví a la tierra, me había levantado y me sacaba de la ducha. Me secó y me sentó en el borde de su cama. Cuando terminó, se secó con rapidez, y entonces me deslizó sobre a la cama.

Su boca cubrió la mía mientras su duro y desnudo cuerpo me rozaba. Arqueé la espalda, tratando de sentirlo más mientras, continuaba elevándose encima de mí. Esta sería otra razón por la agradecería mis piernas largas. Las envolví alrededor de su cintura y lo forcé a bajar en mí.

—Sí, Dios, sí, eso se siente bien —dije contra su boca, mientras mis pechos por fin chocaban contra su pecho y mi centro se encontraba abierto para él mientras lo acariciaba con su gruesa erección.

William alejó su boca de la mía y la enterró en mi cuello. Respiraba con dificultad. Y me di cuenta que sus manos se encontraban en puños encima de mi cabeza.

—¿William? —pregunté, pasando los dedos por su espalda, disfrutando la sensación de sus músculos moviéndose bajo mi toque.

—Quiero…no‖ puedo…‖ Dios,‖ nena‖ —gimió, y tensó los puños como si peleara duro contra algo.

Sentí la hinchazón de su erección saltar contra mí, y entonces, lo supe. Quería penetrarme. Estuve tan envuelta en sentirlo cerca que nunca me asusté.

El dolor de mi pasado. El dolor que una vez marcó cada contacto, sexual o de otra índole, ya no existía en mi vida. Este hombre era mi mundo. Me amaba. Era gentil y cuidadoso conmigo. Y quería sentirlo tan cerca de como fuera posible. Quería saber cómo era ser uno con él. Esto no era sucio o incorrecto. Era hermoso y puro.

Alzando las caderas, moví la mano y lo acomodé hasta que su punta se encontró en mi entrada. En una estocada, estaríamos unidos. Esto era para lo que el sexo fue hecho, una conexión mágica entre dos personas que se amaban tanto que se completaban con sus cuerpos, aunque fuera solo un momento. Al igual que los corazones ya unidos.

—Hazme el amor, William. Muéstrame cómo es el amor. Por favor —agregué las últimas palabras para recordarle todas las veces que me preguntó si podía tocarme‖terminando‖con‖un‖“por‖favor”.‖Quería‖esto‖tanto‖como‖él‖deseó‖aquello.

—Eres mi vida —me susurró al oído, mientras entraba en mi interior, llenándome.

Mis ojos se inundaron de lágrimas, y envolví los brazos a su alrededor sosteniéndolo cerca. Con una gentileza que solo había conocido de él, comenzó a penetrarme, mientras besaba mi cara y mi cuello y me decía que era hermosa. Que éramos hermosos.

Nunca creí que algo podía sentirse así de completo.

Deslizando mis piernas arriba y abajo por su espalda y por su perfectamente definido trasero, me deslicé dentro del lujo de ser amada por William.

—Te amo —jadeó en mi oído.

—También te amo —dije en un pequeño grito.

—Quiero venirme en tu interior. Pero no lo haré hasta que te sientas lista — dijo, mientras besaba mi cuello.

Lo quería dentro de mí. Pero no me hallaba en control de natalidad. Necesitaba hacerlo. Nunca lo había necesitado antes.

—Dios, Maite, eres tan estrecha. Lo juro, nunca quiero salir de ti —dijo en un gruñido.

evanté mis piernas para que sus estocadas llegaran más profundo, entonces lo sentí frotar algo en mi interior, e instantáneamente estallé en la más brillante explosión que alguna vez hubiera sentido. Su nombre salió de mis labios, y bloqueé mis piernas a su alrededor para sostenerlo y no derrumbarme.

Su cuerpo tembló mientras gritaba mi nombre. Mientras vibraba sobre mí, levanté la mirada para ver sus ojos cerrados con fuerza y su cabeza echada hacia atrás. Sudor brotaba de su frente, y una pequeña gota rodó de su cara para caer en la mía.

Cuando por fin abrió los ojos, me miró con franqueza. —No puedo disculparme por eso, porque, Dios Maite, lo juro, los ángeles cantaron, y esta casa se sacudió desde los cimientos.

Sonriendo, pasé mis manos por su húmedo cabello y bajé su boca a la mía. —¿Por qué te disculparías? —pregunté contra sus labios.

—Por venirme dentro de ti —dijo en un susurro.

Todavía permanecía en mi interior. Me sentí tan perdida en las repercusiones del cielo que no lo noté.

—Oh —respondí.

—Cuando cerraste tus piernas, traté de detenerme hasta que terminaras, pero eres tan estrecha. Y tan malditamente preciosa cuando te dejas ir. Y me apretaste con un guante, nena. Me vine antes de darme cuenta.

No arruinaría este momento porque nos perdimos en nosotros. —William, eso fue…eso‖fue‖m{s…‖m{s‖de‖lo‖que‖nunca‖imaginé.

Rodó sobre su espada, aún en mi interior. Me gustaba que no sintiera prisa por dejarme. Lo quería tan cerca como fuera posible. Ahora me encontraba encima de él. —Te amo, eres mi mundo. Pero existen dos cosas muy cerca, ocupando el segundo lugar —dijo en tono serio—. Tus largas piernas y ese apretado pequeño coño van a poseerme si no tienes cuidado —agregó con una sonrisa bromista.

Riendo, lo besé. Porque era mío.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Mar 12, 2016 3:04 pm

51

William

Escribí mi dirección con un marcador en cada caja, ahora apilada al lado de la puerta principal de Maite. Ella se hallaba ocupada limpiando la ahora nevera vacía. Jimmy acababa de marcharse después de abrazarla al borde de las lágrimas durante su despedida.

Él hizo justo lo que le pedí. Estuvo allí para ella. La mantuvo a salvo. Y le debía al hombre una. No sabía cómo se lo pagaría, pero lo haría. De alguna manera.

Maite se agachó, distrayéndome con su pantaloncillos cortos subiendo por sus piernas y mostrándome mis pecas favoritas. —Esas pecas, nena. Si quieres terminar esto sin mi boca en tu trasero, entonces no te agaches —le advertí, mientras cerraba la puerta y rodeaba las cajas para dirigirme hacia ella.

Se levantó y se giró para sonreírme. —Lo lamento. Tenía que limpiar hasta el fondo de la nevera.

—No te disculpes. He decidido que quiero besar ese trasero. Inclínate otra vez —dije con una sonrisa maliciosa.

Maite retrocedió, poniendo sus manos enfrente de ella para detenerme. — No. Nunca saldremos de aquí si no te detienes. Tuvimos sexo en el sofá, en la cama, encima de la barra y en el tocador. Y solo han pasado como treinta y seis horas desde que llegamos aquí. Nunca terminaremos.

Agarré sus manos y la estiré hacia mí, cuidando no lastimarla. —Nena, ¿de quién es ese coño? —pregunté, deslizando mi mano hacia la parte delantera de sus pantaloncillos cortos.

—Tuyo —dijo en un suspiro.

Mi monstruo posesivo rugió a la vida. —Eso es correcto. Y quiero jugar con mi coño. Y escuchar a mi chica gritar mi nombre.

Los ojos de Maite brillaron, conteniendo la respiración. Sabía que la tenía. Era tan fácil de convencer. Las primeras veces, tuve cuidado y nos tomábamos nuestro tiempo. Me aseguraba que estuviera conmigo y supiera que la adoraba y que nunca la lastimaría.

Ella ya no necesitaba eso. Todo lo que tenía que hacer, era hablarle sucio y se derretía contra mí; lista para que hiciéramos lo que fuera. Una vez más, esta mujer me hacía sentir como el rey del mundo.

Un golpe en la puerta impidió que le quitara su blusa y jugara con sus tetas. Retrocedí con dificultad, murmurando una maldición, porque era probable que alguien más viniera a despedirse. Maite necesitaba saber que la extrañarían. Que más gente aquí se preocupaba por ella además de Jimmy. Y por esa razón, no me quejé.

—Yo me encargaré. La señorita popularidad tiene más invitados —bromé.

Su risa musical me siguió.

Abrí la puerta, esperando ver a alguien conocido, pero en cambio, fui recibido por un hombre alto y de aspecto distinguido vestido con lo que sabía era que un traje Armani, porque tenía uno igual para los eventos especiales. Su cabello oscuro y piel bronceada me hizo pensar que era italiano. Había algo en la forma de sus ojos. Eran cafés, pero familiares.

—¿Aquí vive Maite Ellis? —preguntó, su acento no tan marcado como esperaba. Me recordaba a la versión de un mafioso al estilo Hollywood.

—Sí —contesté, sin agradarme que este hombre conociera el apellido de Maite y la estuviera buscando.

—Soy Maite Ellis —dijo ella, viniendo detrás de mí.

Mierda. No quería que lo conociera. Algo en ese hombre no me gustaba.

—¿Puedo ayudarle? —preguntó ella, estudiando al hombre con curiosidad.

—Nena, yo me encargo —susurré, ocultándola detrás de mí con un brazo y asegurándome de que mi cuerpo la cubriera.

La comisura de la boca del hombre se curvó como si mi acción le hiciera gracia. —Me alegra ver que Maite tiene a alguien que la proteja. Sin embargo, he esperado veintitrés años para conocerla. —Extendió su mano hacia mí—. Soy Benedetto DeCarlo, el padre de Maite.

Nos Vemos En When You´re Back
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Mensaje por asturabril Sáb Mar 12, 2016 9:04 pm

Gracias Tami I love you I love you
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Mensaje por EsperanzaLR Lun Mar 14, 2016 1:08 pm

Gracias Tami por compartirla fue linda historia
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When I'm Gone WebNovela LevyRroni Adaptada - Página 5 Empty Re: When I'm Gone WebNovela LevyRroni Adaptada

Mensaje por asturabril Lun Mar 14, 2016 4:38 pm

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