Foro Maite Perroni & William Levy (LevyRroni)
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WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada

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WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada - Página 2 Empty Re: WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Jue Oct 08, 2015 11:24 am



William estaba todavía al alcance del oído. Maite no tenía idea de lo que sociales era, pero se suponía que debía de juntarse con Penn. Se suponía que iban a caminar juntas. Sus ojos estaban fijos en la parte posterior de la cabeza de William, y sabía que necesitaba responder a la pregunta de Cam sobre la fiesta, y realmente no debería ser tan difícil, pero cuando William dio la vuelta y la miró con los ojos juró eran lúgubres, el teléfono detrás de ella empezó a sonar, y Cam contesto y dijo: "Tengo que tomar esta, Maite. Estarás ahí?”

Casi imperceptiblemente, William asintió con la cabeza. "Sí," Luce le respondió a Cam. "Sí"

"Todavía no veo por qué tenemos que correr," Maite jadeaba veinte minutos después. Ella estaba tratando de mantenerse al día con Penn como treparon al otro lado de los bienes comunes hacia el auditorio de la misteriosa Noche Social, que Penn aún no le había explicado. Maite apenas tenía tiempo suficiente para subir a su habitación, ponerse brillo de labios y sus mejores jeans sólo en caso de que era esa clase de sociales. Ella todavía estaba tratando de disminuir la respiración por su encuentro con Cam y William cuando Penn irrumpió en su habitación para arrastrarla hacia la puerta.

"Las personas que están crónicamente tarde nunca entienden las muchas maneras en las que pueden arruinar los horarios de las personas que son puntuales y normales", dijo Penn a Maite mientras se salpicaban a través de una porción particular de césped empapado.

"¡Ja!" Una carcajada estalló detrás de ellos.

Maite miró hacia atrás y sintió una luz de arriba cuando vio a la pálida Arriane, corriendo para tratar de alcanzarlas "¿Qué curandero le dijo que estaba normal, Penn? Arriane le da un empujón a Maite hacia adelante. "Cuidado con la arena movediza!"

Maite se detuvo justo antes de que hubiera aterrizado en un parche de atorrado barro en el césped. "Alguien por favor dígame dónde vamos!"

"La noche del miércoles", dijo Penn rotundamente. "Noche Social".

"... Es como un baile o algo así?" Maite preguntó, visiones de William y Cam ya se mueven a través de la pista de baile en su mente.

Arriane abucheando dice. "Un baile con la muerte por aburrimiento. El término ‘sociales’ es típica aquí en Sword & Cross, son necesarios para programar eventos sociales para nosotros, pero también están aterrorizados de la programación de eventos sociales para nosotros. Apestosa situación”

"Así que en lugar de", agregó Penn, "tienen estos acontecimientos realmente terribles, como noches de cine seguida de conferencias sobre la película--o Dios,

¿te acuerdas del último semestre?" "Había dicho algo sobre la taxidermia?"

"En una manera espeluznante." Penn sacudió la cabeza.

"Esta noche, querida," Arriane arrastrando las palabras, "nos vamos a salir de esa fácil. Todo lo que tienes que hacer es roncar entre la rotación de las tres películas de Sword & Cross. ¿Cuál cree usted que va a ser esta noche, Penn? Starman? Joe contra el volcán? O Weekend at Bernie's? "

"Es Starman". Penn gimió.

Arriane le dio a Maite una mirada desconcertada. "Ella lo sabe todo."

"Espera", dijo Maite, de puntillas alrededor de las arenas movedizas y bajando la voz a un susurro mientras se acercaban a la oficina de la escuela. "Si todos han visto estas películas tantas veces, ¿por qué la prisa por llegar hasta aquí?"

Penn abrió las puertas de metal pesada para el “auditorio”, que, Maite se dio cuenta, que era un eufemismo y vieja habitación regular, techos de paneles de madera y sillas frente a una pared en blanco.

"No quiero quedarme atrapada en el banquillo junto al señor Cole”. Arrianne explicó, señalando al maestro, su nariz estaba enterrada dentro de un libro grueso, y fue rodeado por las pocas sillas vacías en el resto de la habitación. Mientras las tres niñas atravesaban el detector de metales en la puerta, Penn dijo: "Quien se sienta allí tiene que ayudar a pasar un cabo de encuestas semanales de ‘su salud metal’"

"Lo que no sería tan malo" Arrianne intervino.

"-Si usted no tiene que quedarse hasta tarde para analizar el hallazgo," Penn termino.

"De esta manera desaparecidos", Arriane dijo con una sonrisa, la dirección Maite hacia esta segunda fila, como le susurró, "la post-fiesta".

Al fin llegaron hasta el corazón de la cuestión. Maite da una sonrisita. "Escuché sobre eso", dijo ella, sintiéndose un poco cambiada. "Es en la habitación de Cam, ¿verdad?"

Arriane miró a Maite por un segundo y paso su lengua por sus dientes. Luego miro hacia atrás, casi como encima de Maite. “Hola Todd,” ella dijo, solamente agitando sus dedos. Empujo a Maite entre un asiento, afirmando un lugar seguro junto a ella (todavía dos puestos debajo de el Sr. Cole), y dio unas palmaditas en el asiento caliente. "Ven, siéntate con nosotras, T-man!"

Todd, que había desplazando su peso en la puerta, parecía un inmenso alivio de haberle dado una directiva, cualquier directiva. Se dirigió hacia ellas, la deglución. Apenas estaba manoseando su asiento que el Sr. Cole miro hacia adelante, se limpió las gafas en el pañuelo, y dijo: "Todd, me alegro de que estés aquí. Me pregunto si usted me puede ayudar con un pequeño favor después de la película. Usted ve, el diagrama de Venn es una herramienta muy útil para... " "Mala!" Penn asomó la cara entre Arriane y Maite.

Arriane se encogió de hombros y saco una bolsa gigante de palomitas de maíz de su maleta. "Sólo puedo cuidar a nuevos estudiantes", dijo, lanzando un núcleo de mantequilla en Maite. "Dichosa".

Mientras se estaba haciendo mas oscuro, Maite miró a su alrededor hasta que sus ojos se posaron en Cam. Pensó en su sesión en el teléfono con Callie, y cómo su amiga siempre decía que ver una película con un chico era la mejor manera de conocer cosas sobre él, cosas que no puede salir en una conversación. En cuanto a Cam, Maite sabia lo que Callie quiso decir: Algo seria emocionante sobre la suerte de mirar por el rabillo del ojo para ver las bromas que Cam pensaba que era gracioso, para reunir su risa con la suya.

Cuando sus ojos se encontraron con la suya, Maite sentía un instinto vergüenza de mirar a otro lado. Pero entonces, antes de que pudiera, la cara de Cam se iluminó con una sonrisa amplia. Se sintió muy descarada de haber sido sorprendida mirándolo. Cuando puso la mano en una ola, Maite no podía dejar de pensar acerca de cómo exactamente lo contrario que había pasado eran las pocas veces que William le había sorprendido viéndolo.

William llego con Roland, bastante tarde como para saber que Randy ya había contado a todos, bastante tarde que el resto de los asientos sólo estaban en el suelo en la parte delantera de la habitación. Pasó por el haz de luz del proyector y Maite se dio cuenta por primera vez una cadena de plata alrededor de su cuello, y una especie de medallón metido dentro de su camiseta. Luego se sumerge completamente fuera de su vista. Ni siquiera podía ver su perfil. Resultó que, Starman no era muy divertido, pero los otros estudiantes "constantemente Jeff Bridges tenia unas impresiones. Fue difícil para Maite en concentrarse en la trama. Tenía esa sensación incómoda de hielo en la parte posterior de su cuello. Algo iba a suceder.

Cuando las sombras llegaron en este momento, Maite ya los esperaba. Entonces no sabia si ella estaba nerviosa en Sword & Cross... o si eso significaba algo más. Nunca había estado tan mal antes del...

Ellos rezumaban en el auditorio, luego, se deslizaron a lo largo de los lados de la pantalla de cine, y, finalmente, trazaron las líneas de las tablas del suelo, como la tinta derramada. Maite se apoderó de la parte inferior de la silla y sintió un dolor de miedo a través de las piernas y los brazos. Apretó todos los músculos de su cuerpo, pero no podía seguir temblando. Una restricción en su rodilla izquierda le hizo mirar hacia Arriane.

"¿Estás bien?" Arriane le dijo.

Maite asintió con la cabeza y abrazó a sus hombros, fingiendo que no era más que frío. Deseó que fuera así, pero todo este frío no tenía nada que ver con el aire acondicionado de Sword & Cross.

Podía sentir las sombras tirándolos a sus pies bajo la silla. Estuvieron así, el peso muerto en toda la película y cada minuto se prolongaba una eternidad. Una hora más tarde, Arriane apretó los ojos de nuevo a la mirilla de la puerta pintada de bronce de la habitación de Cam. "Yoo-hoo," cantó, riéndose. "Las fiestas están aquí!"

Produjo unas plumas rosas del mismo mágico bolso de la bolsa de palomitas de maíz había venido. "Dame un impulso", dijo a Maite, colgando el pie en el aire. Maite engancho sus dedos juntos y les coloca bajo la bota de negra de Arriane. Vio como Arriane empujado fuera de la tierra y utiliza la boa para cubrir la cara de la cámara de vigilancia del pasillo mientras que trataba de apagar el aparato con el interruptor que se encontraba en la parte de atrás.

"Eso no es sospechoso o algo así", dijo Penn.

"¿Tu lealtad esta con la post-fiesta después?" Arriane replicó. "O la Fiesta Roja?" "Sólo estoy diciendo que hay maneras más inteligentes". Penn resopló mientras Arriane saltaba. Arriane colgó la boa sobre los hombros de Luce y Luce se echó a reír y comenzó a bailar a la música de Motown que se oía por la puerta. Pero cuando Luce ofreció la boa a Penn por un turno, ella estaba sorprendida de verla muy nerviosa. Penn se estaba comiendo las uñas y estaba sudando. Penn usaba seis suéteres en el pantanoso septiembre—ella nunca tenia calor.

"¿Qué pasa?" Maite susurró, inclinándose.

Penn se hizo un dobladillo a la manga y se encogió de hombros. Parecía que estaba a punto de responder cuando la puerta se abrió detrás de ellas. Un chorro de humo de cigarrillo, explosiones de música, y de repente los brazos abiertos de Cam saludándolos.

"Lograron llegar", dijo sonriendo a Maite. Incluso en la penumbra, en sus labios se notaba una baya de colores. Cuando Cam le dio un abrazo, ella se sintió pequeña y segura. Sólo duró un segundo, se volvió a saludar a las otras dos niñas, y Maite se sentía un poco orgullosa de haber sido la que había conseguido el abrazo.

Detrás de Cam, el pequeño cuarto oscuro estaba repleto de gente. Roland estaba en una esquina, en la en un rincón, levantando discos a una luz negro. La pareja que Maite había visto en el patio unos días antes estaban contra la ventana. Los chicos de buen gusto con la camiseta blanca Oxford fueron amontonados juntos, de vez en cuando chequeando a las niñas. Arriane no perdió el tiempo, salió casi disparada a través de la habitación hacia el escritorio de Cam, que parecía que se estaba duplicando como un bar. Casi de inmediato, tenía una botella de champán entre sus piernas y se reía mientras trataba de sacar para afuera el corcho. Maite estaba desconcertada. Ella ni siquiera sabe cómo conseguir alcohol de Dover, donde el mundo exterior había sido mucho menos fuera de los límites. Cam había vuelto a Sword & Cross sólo unos días, pero ya parecía saber cómo pasar de contrabando todo lo que necesitaba para lanzar una velada dionisíaco que toda la escuela se presentó. Y de alguna manera todo el mundo pensaba que esto era normal.

Aún de pie en el umbral, oyó el pop, entonces se oyeron los aplausos del resto de la multitud, luego la voz de Arriane que llamaba: "Maiteeee, ven aquí. Estoy a punto de hacer un brindis.”

Maite podía sentir el magnetismo de la fiesta, pero Penn parecía mucho menos dispuesta a ceder.

"Tu ve", dijo, agitando una mano a Maite.

"¿Qué pasa? ¿No quieres entrar?” La verdad es que, Maite estaba un poco nerviosa. No tenía idea de lo bajo que eran estas cosas, y dado que ella todavía no estaba segura de qué tan confiable Arriane fue, definitivamente haría sentir mejor tener Penn a su lado.

Pero Penn frunció el ceño. "Estoy... estoy fuera de elemento. Siempre estoy en la biblioteca... talleres sobre cómo usar el PowerPoint. ¿Quieres hackear un archivo?, yo soy tu chica. Pero esto—“ se puso de puntillas y se asomó a la habitación. "Yo no sé. La gente de allí sólo piensa que soy una especie de sabe- lo-todo.”

Maite le dio frunció la ceja como diciendo dame-un-descaso. "Y piensan que soy un bloque de pan de carne, y creemos que todos están totalmente plátanos." Ella rió. "¿No podemos llevarnos bien todos?" Poco a poco Penn frunció los labios, a continuación, tomó la boa de plumas y la puso sobre sus hombros. "Oh, está bien", dijo, caminando torpemente adelante de Maite.

Maite parpadeó mientras sus ojos se acostumbraban a las luces. Una cacofonía llenó la sala, pero aun así podía oír la risa de Arriane. Cam cerró la puerta detrás de ella y tiró de la mano de Maite para que ella diera un paso hacia atrás, lejos de el corazón de la fiesta.

"Estoy muy contento de que hayas venido", dijo, poniendo su mano en la parte baja de la espalda de Maite y bajando la cabeza para que ella le pudiera oír en la ruidosa habitacion. Sus labios parecían casi sabroso, sobre todo cuando dijo cosas como "Di un salto cada vez que alguien llamó a la puerta, con la esperanza de que fueras tu."

Cualquier cosa que haya atraído a Cam, Maite no quería hacer nada para estropearlo. El era popular y de forma inesperada, tambien pensativo, y su atención la hizo sentir más que halagado. Se sentía más cómoda en este nuevo y extraño lugar. Ella sabía que si trataba de responder a su cumplido, podría estropearlo con las palabras. Así que ella se echó a reír, lo que a el le hizo reír, y luego él tiró de ella para darle un abrazo. De repente, no había lugar para poner sus manos solamente alrededor de su cuello. Se sentía un poco mareada porque Cam la apretó, alzándola ligeramente del suelo.

Cuando la bajo, Maite se volvió hacia el resto del la fiesta y al primero que vio fue a William. Pero ella no creía que a él no le caía bien a Cam. Sin embargo, él estaba sentado con las piernas cruzadas sobre la cama, su camiseta blanca se hacía violeta con la luz negra. Tan pronto como sus ojos la encontraron, era difícil ver a otro sitio. No tenía sentido, porque un hombre hermoso y agradable estaba de pie justo detrás de ella, preguntarle lo que le gustaría beber. Mientras que el otro hombre magnífico, infinitamente menos amigable sentado frente a ella no debería ser el que ella no podía dejar de mirar. Y él la estaba mirando. Tan intensamente, entrecerrando sus ojos . Los ojos que Maite pensó que nunca había decodificar, aunque ella los mirara una y mil veces.

Todo lo que sabía era el efecto que tuvo sobre ella. Todos los demás en la sala estaban fuera de foco y se derritió. Ella podría haberse quedado mirándolo toda la noche si no hubiera sido por Arriane, que había subido en la parte superior de la mesa y llamó a Maite, su vaso levantado en el aire.

"Para Maite," ella brindo, dando Maite una sonrisa de santa. Quien podría perderse mi discurso de bienvenida, nunca sabrían que tan fabuloso era, ¿no era fabulosa, Ro?” Ella se inclinó para preguntarle a Roland, que le golpeaba el tobillo afirmando.

Cam deslizó un vaso de plástico de champagne en la mano de Maite. Ella se sonrojó y trató de reírse de ello, como todo el resto de la fiesta, se hizo eco, "Para Maite! Para Pan De Carne! "

A su lado, Molly se deslizó hacia ella y le susurró una versión más corta en su oído: "Para Maite, que nunca se sabe".

Unos días antes, Maite se habría apartado. Esta noche, ella simplemente enrolo sus ojos, y le dio la espalda a Molly. Maite tan sólo se agachó para compartir la silla de escritorio con Penn, quien le entregó una cuerda de regaliz negro. "¿Puedes creerlo? Creo que esto es realmente divertirse ", dijo Penn, masticando alegremente.

Maite mordió un poco del regaliz y tomó un pequeño sorbo de la champaña con gas. No es una combinación muy agradable. Tipo de ella y Molly. "Así que es Molly de que es mala con todo el mundo, o soy un caso especial?"

Penn, durante un segundo parecía que iba a dar una respuesta diferente, pero luego le dio unas palmaditas en la espalda Maite. "Sólo su comportamiento encantador de costumbre, mi querida".

Maite miró a su alrededor a todo el champán de flujo libre, en la bola de discoteca girando sobre sus cabezas, lanzando estrellas en las caras de todos. "¿De dónde sacan todo eso?", Se preguntó en voz alta.

"La gente dice Roland puede contrabandear cualquier cosa en Sword & Cross", dijo Penn tratando el asunto con total naturalidad. "No es que haya pedido algo a él."

Tal vez esto era lo que quería decir cuando Arriane dijo que Roland sabía cómo hacer las cosas. El único elemento fuera de los límites que Maite podía imaginar querer tanto como para preguntar sobre si le pudiera conseguir un celular. Pero entonces... Cam me había dicho de no escuchar a Arriane sobre el funcionamiento interno de la escuela. Que habría estado bien, su fiesta parece ser cortesía de Roland. Cuanto más intentaba desenredar sus preguntas, menos las cosas de agregaban. Probablemente podría quedarse con sólo estar "adentro" lo suficiente como para ser invitada a las otras fiestas.

"Está bien, todo lo que rechaza," Roland dijo en voz alta para llamar la atención de todos. El tocadiscos había calmado a la estática entre las canciones. "Vamos a iniciar con micrófono libre, y estoy tomando las solicitudes de karaoke".

Si tan sólo pudiera estar sola con el...

Roland estaba acaparando la atención de los invitados, que sólo Luce noto que, a mediados de la canción, William se levantó, se torno hacia a Molly y Cam, y se deslizó en silencio por la puerta.

Esta era su oportunidad. Aunque todo el mundo a su alrededor estaba aplaudiendo, Maite poco a poco se puso de pie. Entonces, dándose cuenta de Maite levantándose de la silla, Arriane dijo: "Oh, mi niña se paro para cantar?" "¡No!" Maite no quería cantar delante de la sala llena de gente más de lo que quería admitir la verdadera razón por la cual ella estaba de pie. Pero allí estaba ella, de pie en medio de su primera fiesta en Sword & Cross, con Roland confiando el micrófono debajo de la barbilla. ¿Y ahora qué?

"Yo -yo me sentí mal por, eh, Todd. Que se está perdiendo todo esto.” Maite dijo dando un eco que le regreso otra vez por los altavoces. Ya estaba arrepentida de su mala mentira, y el hecho de que no había vuelta atrás. "Pensé que podría correr hacia abajo y ver si ha terminado con el Sr. Cole."

Ninguno de los otros niños parecía saber muy bien qué hacer con esto. Sólo Penn llamó tímidamente ", regresa pronto!"

Molly estaba sonriendo por la nariz a Maite. "un amor ñoñó", dijo. "que romántico".

Espera, ¿creen que le gusta Todd? ¡Oh, a quién le importa--una persona que realmente Maite no quería que pensara eso era la única persona que había estado tratando de seguir.

Sin hacerle caso a Molly, Maite a toda prisa se dirigió a la puerta, donde Cam la paro con sus brazos cruzados. "¿Quieres compañía", se preguntó esperanzado. Ella sacudió la cabeza. En cualquier otro momento, probablemente habría querido que la compañía de Cam. Pero no ahora.

"ya vuelvo", dijo alegremente. Antes de que pudiera registrar la decepción en su cara, se escabulló hacia el pasillo. Después de que el estruendo de la fiesta, la tranquilidad sonó en sus oídos. Le tomó un segundo antes de que pudiera oir las voces a la vuelta de la esquina.

William. Podría reconocer su voz en cualquier lugar. Pero ella no podía reconocer la voz que él estaba hablando. Una niña.

Lo sientooo," quien lo dijo... tenía un acento del sur distintivo.





Gabbe? William se había ido escondidas a ver a esa rubia y esa cabeza-de-aire de Gabbe?

"No volverá a suceder", Gabbe continuó, "te lo juro-"

"No puede suceder otra vez", susurró William, pero su tono de voz casi gritó pelea de enamorados. "Me prometiste que estarías ahí, y no paso"

¿Dónde? ¿Cuándo? Maite estaba en agonía. Se desplazó por el pasillo, tratando de no hacer ruido.

Pero los dos se habían quedado en silencio. Maite podría imaginar a William teniendo las manos de Gabbe en las de él. Lo imaginaba apoyándose en ella para darle un beso largo y profundo. Una hoja de propagación de la envidia le consumió a través del pecho de Maite. Vuelta de la esquina, uno de los suspiró.

"Vas a tener que confiar en mí, querido", oyó Gabbe decir, con una voz que hizo que Maite decidiera que la odiaba. "Yo soy la única que tienes."

Capítulo 6

No hay salvación

Temprano y un brillante jueves en la mañana, un altavoz en el pasillo de la habitación de Maite:

“Atención Sword & Croissants”

Maite se volvió gimiendo y se puso la alfombra sobre las orejas tan fuerte como pudo, todo lo que hizo fue poco para bloquear la voz de Rany por encima del PA.

“Tenéis exactamente 9 minutos para llegar al gimnasio para vuestra prueba anual de gimnasia. Como sabréis ya, tomamos una visión sombría de los rezagados, así que daros prisa y estar listos para la evaluación corporal”.

¿Prueba anual de gimnasia?¿Evaluación corporal?¿A las seis y media de la mañana?

Maite ya se había arrepentido de estar afuera hasta muy tarde la noche anterior y de mantenerse echada en la cama hasta mas tarde aun, subrayo.

Ahora mismo el tiempo ella empezó a imaginar a William y Gabbe besándose, Maite había comenzado a sentir nauseas- de esa especificas clase de nauseas que vienen desde el conocimiento y comenzó a sentirse tonta. No había debido volver a la fiesta. Había solo curioseado la pared y se escabullo al dormitorio unos segundos adivino un extraño sentimiento, ella estaba con William. Por único por lo que ella había tomado tontamente (como unos cortos de la conexión). Ella se había levantado con un mal sabor después de la fiesta que todavía estaba en su boca. La ultima cosa sobre la que quería pensar ahora en la gimnasia.

Su pie oscilo fuera de la cama en el frió piso de vinilo. Lavándose los dientes, intento de conseguir una foto sobre lo que podría significar evaluación corporal en Sword & Croissant intimidantemente imágenes de sus compañeros estudiantes aparecieron – Molly haciendo decenas de flexiones con cara de malo, Gabbe ascendiendo satisfactoriamente nueve metro de cuerda hasta el cielo. Ella solo se agotaría y haría el tonto...de nuevo...estaba intentando poner a William y Gabbe fuera de su mente.

Cruzo la parte sur del Campus hasta el gimnasio, era una larga y gótica estructura con contrafuertes y fuertes torres que hacían que parecía mas como una iglesia que como un lugar donde irías a sudar. Mientras Maite se acercaba al edificio, la capa de kudzu que recubría la fachada susurraba la brisa de la mañana.

“Penn” Maite grito manchando el chándal de su amigo atando su zapatilla de deporte en el banco. Maite miro hacia abajo en su reglamento de ropa negra y de botas negras y de repente tuvo pánico de que se hubiera perdido algo en el cogido de vestimenta. Pero entonces vio algunos de los otros estudiantes que estaban vagando fuera de edificio y ninguno lucia muy diferente de lo que ella lo hacia.

Los ojos de Penn estaba groguis “como golpeados” ella gimió. Yo (karaoke) de una manera muy fuerte la noche anterior. Pienso que se compenso intentando parecer atlética.” Maite rió mientras Penn se ataba con doble nudo la zapatilla. “¿Qué te paso ayer por la noche?” Penn preguntó “no volviste a aparecer en la fiesta”

“Oh”. Maite estancándose “yo decidí”
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WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada - Página 2 Empty Re: WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Jue Oct 08, 2015 11:25 am

“Gaahhhh” Penn tapándose las orejas “Cada sonido es como un martillo en mi cerebro. ¿Me lo cuentas después? ”

“Si”dijo Maite”seguro”. Las puertas dobles de gimnasio estaban abiertas. Randy salió de los zuecos de goma gruesos, manteniendo siempre su portapapeles.

Ella saludó a los estudiantes de delante y uno por uno ellos desfilaron para ser asignados a una estación de fitness.

“Todd Harmord” Randy llamó y un chico con las rodillas tambaleantes se aproximo. Los hombros de Todd cedieron como un paréntesis y Maite pudo ver restos de un serio agricultor bronceado en la parte de atrás de su cuello.

“Pesas” Randy ordeno arrojando a Todd adentro .

“Penny Weather Van Syckled Lockwood”Randy grito después, haciendo que Penn se acobardara y apretara sus palmas contra sus oídos de nuevo. “piscina” Randy ordeno, alcanzo de dentro una caja de cartón que estaba detrás de ella y lanzo a Penn un rojo de speedo.

“Maite Prince” Randy continuo, después de consultar su lista. Maite Dio un paso adelante y ella estaba aliviada cuando Randy dijo “piscina también”. Maite alcanzo a coger el traje de baño en el aire. Era estirado y ligero como una pieza de pergamino entre sus dedos. Al menos parecía limpio.

“Gabrielle Givens” Randy dijo a continuación y Maite dio media vuelta para ver como su nueva persona menos favorita zigzagueaba con unos pantalones cortos negros y un delgado top negro tambien. Ella solo había estado en el colegio desde hace tres días...¿Cómo había podido conseguir ya a William?.

“hola Randy” dijo Gabbe sacando las palabras y estirándolas de una forma que hizo que Maite quisiera tirar a Penn y cubrirle los oídos ella misma.

Cualquier cosa menos piscina, Maite quería cualquier cosa.

“piscina” dijo Randy.

Andando al lado de Penn hacia el cuarto de las chicas Maite trato de evitar mirar a Gabbe, quien parecía tener el único bañador elegante del montón (con su manicura francés a en el dedo índice). En vez de eso Maite se centro en las paredes de piedra grises y en la vieja parafernalia religiosa que las cubría. Ella camino por delante del la ornamenta tallada en madera cruzado con el bajorrelieve represéntate de la pasión. Una seria de trípticos desaprecio colgados al nivel de los ojos. Con solo los orbes de las figuras de halos todavía radiantes. Maite se ladeo para conseguir una mejor vista de un largo rollo de papel escrito en latín, encajado en el cristal.

“una decoración estimulante, ¿no es así? Penn dijo tomándose un par de aspirinas con un trago de agua que saco de su bolso.

“¿Qué son todas estas cosas? Maite preguntó.

“Historia antigua, son las únicas reliquias que han sobrevivido de cuando todavía venia a este sitio la gente los domingos en masa, allá por los días de la guerra civil.”

“eso explica por que se parece mucho a una iglesia” dijo Maite, parándose enfrente de una reproducción de mármol de la piedad de Miguel Ángel. “como cualquier cosa en este infierno, ellos hicieron totalmente medio c**** al aire de trabajo quiero decir, ¿quién construye una piscina en medio de una vieja iglesia?

“estas bromeando”dijo Maite.

“eso desearía” Penn hizo rodar sus ojos “cada verano el director (consigue una idea en su pequeña cabeza y trata de asignarme la tarea de redecorar el lugar).” El no quiere admitirlo pero todas las cosas de Dios impresionan de mala manera” dijo ella “el problema es que aunque yo me sintiera como ser lanzada no tendría ni idea de que hacer con toda esta basura o incluso como limpiar todo sin ofender a nadie ni a dios.

Maite pensó en las inmaculas paredes blancas de gimnasio de Dover, hilera tras hilera de variadas pintura de campeonatos, cada (enmarañado con su misma cartulina azul marina) cada muestra en un marco de oro. El pasillo mas santificado en Dover era la entrada, que era donde estaban todos los antiguos alumnos que se convirtieron en senadores del estado y los ganadores de las becas Guggenheim y la ejecución de los mil billonarios que mostraban sus disparos en la cabeza.

“Tu podrías colgar aquí todas las fichas policiales de los alumnos” Gabbe dijo detrás de nosotras.

Maite empezó a reírse- era divertido...y raro, casi como Gabbe acababa de leer su mente- pero entonces ella recodo la voz de la chica la noche anterior, (cuando William le decía que era a la única que había tenido).Maite rápidamente se trago cualquier conexión que había tenido con ella.

“!Estáis rezagados¡”grito el desconocido entrenador de gimnasia, surgiendo de ninguna parte. Ella – al menos Maite pensó, ella era ella tenia el pelo rizado marrón que caía porla espalda en una cola de caballo (terneros como trozos de jamón y amarillentos invisibles tirantes que cubrían la parte de arriba de sus dientes). Ella empujo a la chica airadamente dentro del armario, donde estaban dando un candado con llave y te mandaban a una taquilla vacía con un empujón “Nadie se retrasa cuando la entrenadora Diante vigila.”

Maite y Penn (se mezclaron en sus desteñidos), holgados bañadores. Maite se estremeció al ver su reflejo en el espejo y trato de cubrirse cuanto pudo con la toalla.

Dentro de la piscina húmeda, ella instantáneamente comprendido de lo que Penn le había estado hablando, la piscina era gigante, tamaño olímpico (una de las pocas características de los estados
de la técnica que se había encontrado lejos del campus. Pero este no era el hecho notable. Maite se dio cuenta con temor) la piscina había sido establecida justo en el medio de lo que solía ser una enorme iglesia.

Había una fila de bonitas vidrieras, con solo unos pocos paneles rotos que abarcaban la zona más alta de las paredes, el techo abovedado. Había (nichos de piedra con luz de velas a lo largo de las paredes. Si Maite no se había planteado agnóstica, era mas bien como temor a dios que por la iglesia), como el resto de sus amigos en la escuela elementaria. Podría haber pensado que este lugar era un sacrilegio.

Algunos de los estudiantes ya estaban en el agua, faltándoles el aire ya que ellos completaron sus vueltas. Pero los otros estudiantes que no estaban en el agua llamaron la atención de Maite. Molly Ronald y Arriane estaban todos extendidos en las gradas al lado de la pared. Ellos estaban cracking por algo. Ronald estaba prácticamente doblado en dos y Arriane estaba enjuago las lagrimas. Ellos estaban mucho mas atractivos con sus trajes de baño que Maite pero ninguno de ellos parecían que tenia intención de ir hacia la piscina.

Maite cogió su bikini. Ella quería ir a unirse a Arriane- pero acababa de sopesar los pros (posible entrada en un colegio de elite mundial) y contras (la entrenadora Diante podría reprenderla a ella como una posible objeto de conciencia de ejercicio) Gabbe se paseaba por el grupo, como si fuera la mejor amiga de cada uno de ellos, ella se sentó al lado de Arriane e inmediatamente empezaron a reír, demasiado, para cualquiera que fuera la broma, (ella ya tenía).

“Ellos siempre tienen notas al sentarse” explico Penn, mirando a la gente popular de la grada”no me preguntes como ellos consiguen escaparse de esto” (Maite se fue a la orilla y reflexiono, incapaz de sintonizar con las instrucciones de la entrenadora Diante, mirando a Gabe agrupando a los chicos guay con estilo de las gradas Maite desearía que Cam estuviera allí, Ella lo imaginaba en busca de un aficionado elegante traje de baño negro, Ondulándola por encima de la pandilla) con su gran sonrisa y haciéndote inmediatamente sentir bienvenida incluso importante.

Maite sintió (que tenia la necesidad de disculparse por eludirle en la fiesta temprano). Lo cual era raro- ellos no habían estado juntos así que no era obligatorio que ella le explicara su idas y venidas a Cam. Pero al mismo tiempo a ella le gustaba cuando el le prestaba atención. A ella le gustaba la forma que el sonreía- una clase de libertad y (sin perjuicios), como cuando conduces con las ventanas bajadas en la noche. Claro que con la visión de William. Ella no quería hacer nada que hiciera a Cam reconsiderar la forma que el la trataba.

Cuando el silbato de la entrenadora sonó, muy asustada Maite se irguió entonces bajo la mirada y vio como Penn y los otros estudiantes cerca de ella ya estaban saltaron a la piscina.

Ella miro a la entrenadora Diante para que la orientara.

“Tu debes de ser Maite Price- ¿siempre tarde y nunca escuchas?” la entrenadora suspiro “Randy me hablo sobre ti. Son ocho vueltas (haz tu mejor jugada)”

Maite asintió y se quedo con el pie enroscado en el borde. A ella le solía gustar nadar. Cuando su padre la enseño en la piscina comunitaria de thunderbolt, ella incluso había recibido un premio como el niño de menos edad que era valiente e iba a hasta el final de la zona profunda sin flotadores. Pero fue hace muchos años Maite no podía recordar la ultima vez que había nadado. La piscina climatiza al aire libre de Dover siempre había tenido un brillo que la tentaba- pero esta estaba cerrada para cualquier persona que no tuviera un equipo de natación.

La entrenadora aclaro su garganta”quizás no has captado que esto es una carrera... y tu ya vas perdiendo”.

Esta era la mas ridícula y patética carrera que Maite había visto, pero esto no (paro su que competitividad saliera).

“Y... tu todavía vas perdiendo”la entrenadora dijo, mascando con el silbato. “No por mucho tiempo” Maite dijo.

Ella echo un vistazo a la competencia, los chicos de su izquierda estaban chisporroteando agua con la boca y haciendo un torpe estilo libre. Y en su derecha Penn estaba con la nariz tapada haciendo lentos desplazamientos y su estomago descansaba sobre una rosa de espuma. Por una fracción de segundo, Maite miro hacia la multitud de las gradas. Molly y Roland estaban mirando, Gabbe y Arriane estaban (colapsadas la una con la otra en una ataque de risa molesta).

Pero a ella no le importo que Ellas se estuvieran riendo, ella estaba ocupada. Con lo brazos inclino la cabeza. Maite estaba poniendo su espalda en un arco mientas que se deslizaba en la fría agua. Pocas personas podían hacerlo realmente bien. Su padre una vez se lo explico con 8 ochos en la piscina. (Pero perfecto era como un golpe de mariposa) no había manera de moverse mas rápido en el agua.

Dejándose impulsar por su irritación. Maite subiendo la parte superior fuera del agua. El movimiento vino de regreso hacia ella y comenzó a golpear sus brazos como alas.

Ella nado lo mas fuerte posible ella no había echo nada desde hace tiempo, mucho tiempo. Sintiéndose vindicada ella estaba al mismo nivel que los otros nadadores una vez y otra.

Ella estaba al final de su octava vuelta saco la cabeza por encima del agua lo suficiente para escuchar como decía Gabbe en voz baja “William”.

Como (apagarse una vela) el impulso de Maite desapareció. Ella puso el pie en el suelo y espero a cualquier cosa que Gabbe tuviera que decir. Desafortunadamente ella no pudo escuchar otra cosa que las estridentes salpicaduras y al momento siguiente el silbato.

“Y el ganador es...”dijo la entrenadora con una expresión atontada “Joe Bland” el chico de brazos escuchimizados del carril de al lado salto y empezó ha alzar los brazos para celebrar la victoria.

En el siguiente carril, Penn (paro con una patada), “¿Qué ha pasado?” Penn le pregunto a Maite (“tu le estabas totalmente ganando“)

Maite se encogió de hombros. Gabbe sabia lo que había pasado pero cuando Maite miro hacia las gradas Gabbe se había ido y Molly y Arriane también se habían ido con ella. Roland se mantenía allí solo donde la gente había estado, el estaba inmerso en un libro.

La adrenalina de Maite había estado muy alta mientras nadaba pero ahora ella estaba agotada. Penn tuvo que ayudarla a salir de la piscina.

Maite miraba como Roland salto de las gradas “tu eras muy buena” dijo Roland entregándole la toalla y la llave del armario ella las había perdido la pista”por un rato”Maite cogió la llave en el aire y se envolvió la toalla. Pero antes ella debería decir algo normal como “gracias por la toalla” o “supongo que estoy en forma” pero este nuevo lado exaltado de ella salió “están William y Gabbe saliendo o que?” Gran error, enorme, ella podría decir con una mirada en sus ojos que esa pregunta se dirigía a William.

“oh ya veo” dijo Roland y se rió.”Yo no puedo realmente....” El miro para abajo hacia ella y se rascó la nariz y le dio lo que parecía una sonrisa simpática. Entonces el señalo hacia las puertas abiertas y cuando Maite siguió la dirección de su dedo vio a William, la silueta de un rubio pasar “¿Por qué no se lo preguntas tu misma?”

El pelo de Maite estaba todavía goteando y sus pies descalzos cuando ella se encontró a si misma yendo hacia la puerta de la sala de los pesos. Ella intento volver dentro del cambiador para secarse el pelo y cambiarse. Ella no sabia por que esta cosa de Gabbe la esta sacudiendo tanto. William podía estar con quien quisiera, ¿verdad? Quizás a Gabbe le gustan chicos que la dan vuelta.

O más probablemente, (ese tipo de cosas no le suceden a Gabbe.)

Pero el cuerpo de Maite que estaba mejor que su mente cuando ella echo otro vistazo a William. El le daba la espalda y estaba de pie en la esquina escogiendo una cuerda para saltar un montón enmarañado. Ella vio como el escogió una delgada y armada cuerda con mango de madera, entonces se movió hacia el centro de la habitación y Maite estaba completamente absorta. Ella estaba de pie presionando contra el marco de la puerta, ignorando a sus dientes por que estaba tiritando y su toalla estaba empapada.

Cuando el se puso la cuerda detrás de sus tobillos, antes de que empezara a saltar. (Maite se golpeo con una ola de deja vu). No era exactamente como si ella hubiera visto a William saltar antes. Pero mas que la posición que el tomo le parecía muy familiar.

El estaba de pie con su pie (ancho de la cadera aparte), cerrando sus rodillas y con los hombros presionados hacia abajo y llenado su pecho con aire. Maite podía casi habérselo imaginado.

Fue solo cuando William empezó a saltar cuando Maite salió del trance...y entro en otro. Nunca en su vida había visto a alguien moverse como el. Era casi como si William estuviera volando. La cuerda (se movía arriba y abajo tan rápido que el desaparecía)

Y sus pies-agraciados y estrechos-¿estaban tocando el suelo? El se estaba moviendo tan ligeramente aun el no debía haber llevado la cuenta.

Un gruñido alto del otro lado de la sala llamo la atención de Maite. Todd estaba en la base de un montón de cuerdas de escalada anudadas. Ella sintió momentáneamente pena por Todd, quien estaba mirándose las ampollas de las manos. Antes de que ella pudiera volver a mirar a William si el se había enterado, una ráfaga de frió negro en el borde de la piel hizo a Maite temblar. La sombra el barrio suavemente al principio, gélido, tenebroso, era imperceptible. Entonces, repentinamente áspero (eso se choco dentro de su cuerpo y la fuerza la echó para atrás). La puerta de la sala de pesos dio una golpe en su cara y
Maite estaba sola en el pasillo.

“Ow” lloro ella, no porque estuviera herida, pero porque ella nunca había sido tocada por las sombras antes. MWilliam estaba al lado como si lo hubiera oído todo. Ella se sintió segura no sabia que el sabia lo que era. (El no estaba ceñudo).


Ella pensó sobre la sugerencia de Roland sobre que le preguntara al mismo William lo que estaba pasando, pero rápidamente desecho esa opción. Era imposible preguntar cualquier cosa de William. Ella no quería (traer a su cara un ceño).

Además que cualquier pregunta que planteara era inútil, ya había escuchado todo lo que necesitaba escuchar la noche pasada. Tendría que ser una clase de sádica para preguntárselo a el y que admitiré que estaba con juntos.

Ella se volvió hacia el vestuario cuando se dio cuenta de que no podía salir. Su llave. iro hacia sus brazo desnudo. Donde había sentido casi como unas manos habían estado agarrando la y empujándola fuera del gimnasio.

Era imposible- Acababa de estar de pie en un extraño lugar en donde el proyecto debe haber disparado el pensamiento del gimnasio. Inquietamente se acerco a cerrar la puerta y presiono su cara contra el pequeño cristal rectangular.

Se había debido resbalar de sus manos cuando ella tropezó en la habitación. Ella se puso de puntillas para ver a través del pequeño cristal de la puerta. Allí estaba, objeto de bronce sobre el acolchado suelo azul. ¿Como había llegado tan lejos a través de la habitación, tan cerca de donde el estaba trabajando? Maite suspiro y empujo la puerta de atrás abierta, pensando (si ella tendría que entrar a menos que ella hiciese rápidamente).

Alcanzando la llave, ella le echo un ultimo vistazo su rimo era lento, pero su pies todavía escasamente estaban tocando el suelo. (Y entonces con una luz final como un rebote en el aire. El vino se paro y se giro hacia su cara)

Por un momento el no dijo nada. Ella podía sentir como se estaba ruborizando y realmente no quería que el la viera con ese horrible traje de baño.

“Hola” fue todo lo que ella pudo decir.

“Hola” le dijo el devuelta, con mucha calma en su tono de voz, entonces hizo gestos hacia su traje de baño y pregunto”¿Ganaste?”

Maite río tristemente, una risa modesta y sacudió la cabeza “estuve lejos” William frunció los labios “Pero tu siempre....”

“Yo siempre ¿que?”

“Quiero decir, tu parece que eres una buena nadadora” el se encogió de hombros ”eso es todo”.

Ella dio un paso hacia el, ellos estaban con un pie de separación entre ellos. Gotas de agua cayeron del pelo de ella y golpeaban como lluvia en las esteras del gimnasio.”eso lo es lo que ibas a decir” insistió ella “tu dijiste que yo siempre....”

William ocupado enrollando la cuerda en su muñeca “si, no quería decir tu, tu, quería decir en general, se supone que te permiten ganar tu primera carrera aquí. Es una regla no hablada de conducta que viene desde los viejos tiempos.” “Pero Gabbe no gano tampoco” dijo Maite, cruzando los brazos sobre el pecho.”ella es nueva y ni siquiera ha entrado en la piscina”

“Ella no es exactamente nueva, ella solo volvió después de un tiempo...fuera” William se encogió de hombros, no regalando nada de sus sentimientos por Gabbe, (de su intento de mirada indiferente hizo que Maite se pusiera aun mas celosa. Ella vio como el acababa de dar vueltas a la cuerda de saltar y la dejaba en una bobina), la manera en las que sus manos se movían casi tan rápidas como sus pies y aquí ella que era torpe, solitaria y fría

(dejada de cada cosa por todo el mundo). Los labios de ella temblaron.

“Oh, Maite” el susurro, suspirando profundamente.

El cuerpo de ella entero ardió con ese sonido. La voz de el era tan intimidante y familiar.

Ella quería que el dijera de nuevo su nombre, pero el se alejo. El enganchó la cuerda de saltar en un gancho de la pared. “Debería ir a cambiarme antes de clase”

Ella apoyo una mano en su brazo. “Espera”

El (arranco como si el hubiera estado en shock- y ella también lo sintió, pero era un clase de shock que sintió bien) “¿alguna vez has tenido la sensación.......?” Ella elevo sus ojos hacia el, de cerca ella pudo

Capítulo Siete

Irradiando Luz

“¿A dónde te diriges ahora?” Preguntó Cam, mirando por debajo de sus lentes para sol de plástico rojo.

Él apareció afuera de la entrada de Augustine tan repentinamente que Maite casi se le estampó. O quizá él había estado ahí un buen rato y ella no lo había notado en su camino para llegar a clases. De cualquier manera, su corazón empezó a latir rápidamente y las palmas de sus manos empezaron a sudar.

“Um, ¿a clases?” Respondió Maite, porque ¿a dónde más parecía que ella estuviera yendo? Sus brazos estaban llenos con dos libros de cálculo avanzado y el cuaderno de materia de religión a medio completar.

Este hubiera sido un buen momento para disculparse por haberse ido tan repentinamente la otra noche. Pero ella no pudo hacerlo. Ya se le estaba haciendo tarde. No había salido ni gota de agua caliente en las duchas de los vestidores, así que ella había tenido que andar todo el camino hasta el dormitorio. De alguna manera, lo que había pasado después de la fiesta no parecía ya tan importante. Ella no había querido que se le diera tanta trascendencia a su partida – especialmente no ahora, después de que William la había hecho sentir tan patética. Pero tampoco quería que Cam pensara que ella estaba siendo descortés. Sólo quería mantener el control de sí misma frente a él, de manera que pudiera superar aquella mañana de continuas humillaciones. Excepto que – mientras el alto Cam la miraba fijamente, lo menos importante ahora era cubrir su huida. Y menos aún la herida en su propio orgullo por el rechazo de William. ¿Cómo una sola mirada de Cam podía hacer todo esto? Con su clara, pálida piel y su oscuro cabello negro, Cam era diferente de cualquier chico que ella hubiera conocido. Él destilaba confianza, y no sólo porque conocía a todo el mundo –y sabía cómo obtener cualquier cosa- antes de que Maite se diera cuenta siquiera donde serían sus propias clases. Justo entonces, ambos estaban afuera del monótono y gris edificio escolar. Cam lucía como una majestuosa fotografía en blanco y negro, sus gafas rojas teñidas en technicolor. “Clases, eh? Cam bostezó dramáticamente. Él estaba bloqueando la entrada y algo en la divertida manera en que puso su boca hizo que Maite quisiera saber qué loca idea se traía él bajo la manga. Había un morral colgando de su hombro y un conveniente vaso de xpreso entre sus dedos. Él presionó el botón de stop en su iPod, pero dejó los audífonos alrededor de su cuello. Una parte de ella quiso saber que canción estaría él escuchando, y de dónde había sacado ese clandestino expreso. La juguetona sonrisa visible sólo en sus ojos verdes la incitaba a preguntar.

Cam sustrajo un sorbo a su café. Sosteniendo en alto su dedo índice, dijo, “Permíteme compartir mi lema sobre las clases de Sword &Cross: Mejor nunca que tarde”

Maite rió, y entonces Cam empujó sus gafas de regreso sobre su nariz. Las lentes eran tan oscuras que ella no pudo ver siquiera un indicio de sus ojos.

“Además” Sonrió él, deslumbrándola con un níveo arco de dientes. “Ya es hora del almuerzo, y voy a tener un picnic”.

¿Almuerzo? Maite no había desayunado aún. Pero su estómago ya estaba gruñendo –y la idea de quedarse en detención con el Sr. Cole por perder al menos 20 minutos de la clase matutina parecía menos y menos atractiva mientras más tiempo estaba cerca de Cam.

Ella ladeó su cabeza hacia la bolsa que el sostenía. “¿Empacaste lo suficiente para dos?”

Guiando a Maite colocando una desenfadada mano sobre su espalda, Cam la llevó a través de los campos comunes, pasaron la biblioteca y el deprimente dormitorio. En las puertas metálicas del cementerio él se detuvo.

“Ya sé que este es un lugar extraño para un picnic”, se explicó, “pero es el mejor lugar para escapar de las miradas por un rato. Seguimos estando dentro del campus, de cualquier manera. Hay algunas veces en que simplemente no puedo respirar estando ahí”. Gesticuló él mirando hacía el edificio.

Maite definitivamente concordaba con eso. Ella se sentía sofocada y expuesta casi todo el tiempo en aquel lugar. Pero Cam se veía como la última persona que compartiría aquel síndrome-del-nuevo-estudiante. El se veía tan… integrado. Después de la fiesta de la noche pasada, y ahora con ese espresso prohibido en su mano, ella nunca habría adivinado que él pudiera sentirse sofocado, también. O ese era el sentimiento que él había escogido de ella para compartirlo.

Más allá de su cabeza, la chica pudo ver el resto del deteriorado campus. Desde aquí, no había mucha diferencia entre uno y otro lado de las puertas del cementerio.

Maite decidió continuar. “Sólo promete salvarme si alguna estatua me cae encima.”

“No,” dijo Cam con una seriedad que borró definitivamente su broma. “Eso no volverá a pasar otra vez.”

Los ojos de la chica cayeron en el punto donde solo unos días antes, ella y William estuvieron cerca de terminar en el cementerio por sí mismos. Pero el ángel de mármol que se había derrumbado sobre ellos se había ido, su pedestal estaba ya vacío.

“Vamos,” continuó Cam, tirando de ella. Sortearon a través de parches de pasto y mala hierba, Cam se mantenía volteando para ayudarle a evitar los montones de tierra excavada por quien-sabe-quién.

En cierto punto, Maite estuvo cerca de perder el balance y se sujetó a una lápida abrazándola para no caer. Era una pulida lápida de gran tamaño, con una de las caras rugosas, inconclusa.

“Siempre he querido una como esa,” dijo Cam, dirigiendo su mirada hacía la losa asalmonada bajo los dedos de la chica. Maite cruzó rodeando hasta el frente de la placa para leer la inscripción.

“Joseph Miley,” leyó en voz alta. “1821 a 1865. Sirvió valientemente en la Guerra de la Agresión del Norte. Sobrevivió a tres balas y cinco caballos cayeron sobre él antes de que encontrase su paz final.”

Maite tronó sus nudillos. ¿Quizá esa lápida le gustaba a Cam solo porque era de piedra pulida con un tono rosado a diferencia de las demás alrededor, en su mayoría grises? ¿O era por las intricadas espirales que remataban la cresta de la losa? Ella enarcó una ceja hacía el chico.

Si. Cam se encogió de hombros. “Me gusta cómo en su lápida se explica simplemente la manera en que murió. Es honesto, ¿sabes? Usualmente, la gente no quiere llegar a esto.”

Maite miró en su dirección. Ella sabía todo eso, demasiado bien, del inescrutable epitafio en la tumba de Trevor.

“Piensa cuán interesante sería este lugar si la causa de muerte de cada uno fuera cincelada en su lápida.” Él señaló una pequeña tumba a pocos lugares del de Joseph Miley. “¿Cómo crees que murió ella?”

“Um, ¿fiebre escarlata?” Conjeturó Maite, caminando distraídamente.

Ella delineó con sus dedos las palabras inscritas. La chica enterrada ahí era más joven que la propia Maite cuando murió. Y realmente no quería pensar demasiado en cómo pudo haber sucedido.

Cam inclinó su cabeza, considerándolo. “Tal vez,” dijo. “Puede ser eso, o un fuego misterioso en el granero mientras la joven Betsy tomaba una inocente ‘siesta’ con el chico de la casa de junto.”

Maite intentó pretender que estaba ofendida, pero en cambio el expectante rostro de Cam la hizo reír. Había pasado un largo tiempo desde que ella simplemente había tonteado con un chico. Seguro, esta escena era un poco más mórbida que los típicos flirteos en el estacionamiento del cine que ella solía tener, pero era de los estudiantes de Sword &Cross. Para bien o para mal, Maite era ahora uno de ellos.

Ella siguió a Cam hasta la parte inferior de ese cementerio en forma de tazón, hacía las tumbas más adornadas y los mausoleos. Cuesta arriba, las lápidas asemejaban estar mirando abajo hacia ellos, como si Maite y Cam fueran ejecutantes en un anfiteatro. El sol de mediodía brillaba con un resplandor naranja a través de las hojas de un gigantesco roble en el cementerio, y Maite se protegía los ojos con las manos. Era el día más caluroso que habían tenido en toda la semana.

“Ahora, este tipo,” dijo Cam, apuntando hacia una enorme tumba flanqueada por columnas griegas. “Un completo evasor de la milicia. Cayó sofocado cuando una viga se colapsó en su sótano. Lo cual te muestra, nunca te escondas de un rondín de Confederados.”

“¿Es verdad eso?” preguntó Maite. “¿Recuérdame que te hace un experto en todo esto?” Aunque estaba haciéndole una broma al chico, Maite se sentía extrañamente privilegiada de estar ahí con Cam. Él mantuvo su mirada para estar seguro de que ella estaba sonriendo.

“Es sólo un sexto sentido.” Él la deslumbró con una enorme e inocente mueca. “Si lo prefieres, hay un séptimo sentido, y un octavo sentido, y un noveno sentido de donde viene esto.”

“Impresionante.” Sonrió ella. “Yo me conformaría con el sentido del gusto por ahora. Estoy hambrienta.”



“A tu servicio.” Cam sacó un mantel de su morral y lo extendió en un pedazo de sombra bajo el gran roble. Él destapó un termo y Maite pudo aspirar el aroma de un expreso concentrado. Ella no solía tomar café negro, pero miró como él llenaba un vaso con hielo, vació algo de expreso, y añadía la cantidad justa de leche para llenarlo. “Olvidé traer azúcar,” dijo.

“No tomo azúcar.” Ella tomó un sorbo del latte helado, su primer delicioso sorbo en toda la semana de la prohibida cafeína en Sword & Cross.

“Que suerte,” Dijo Cam, acomodando el resto del almuerzo. Los ojos de Maite se agrandaron mientras lo veía colocar la comida: una baguette de pan negro, una pequeña rueda de queso añejado, un envase con aceitunas, un tazón de huevos cocidos, y dos brillantes manzanas verdes. No parecía posible que Cam hubiera traído tantos víveres en su morral – o que él planeara comer toda esa comida por sí mismo.

“¿Dónde conseguiste esto?” Preguntó Maite. Fingiendo estar ocupada en arrancar un trozo de pan, volvió a preguntar, “¿Y con quién más planeabas tener un picnic antes de que yo llegara?

“¿Antes de que tú llegaras?” Cam rió. “Apenas puedo recordar mi triste vida antes de ti.”

Maite le dirigió una ligera mirada sarcástica para que él supiera que había encontrado su broma increíblemente cursi… y un poquito encantadora. Ella se inclinó a un lado apoyando su codo en el mantel, cruzando sus piernas a la altura de los tobillos. Cam estaba sentado con las piernas cruzadas frente a ella, pero cuando se estiró sobre ella al tratar de alcanzar el cuchillo para queso, su brazo rozó, luego descansó, en la rodilla de los jeans negros de la chica. Él la miró, como si preguntara, ¿Está bien así?

Como ella no retrocedió, él se mantuvo ahí, tomando el trozo de baguette de la mano de la chica y usando la pierna de ella como una mesa mientras repartía un trozo de queso en el pan. A ella le agradó la sensación de su peso sobre ella, y en semejante clima caluroso, eso era decir algo.

“Empezaré con la pregunta más fácil primero,” dijo él, sentándose finalmente derecho. “Yo ayudo en la cocina un par de días a la semana. Parte del acuerdo para ser admitido nuevamente en Sword & Cross. Supongo que es como ‘dar algo a cambio’.” El entornó sus ojos. “Pero no me molesta en absoluto cuando estoy ahí. Creo que me agrada el calor. Esto, bueno, sin contar las quemaduras de aceite.” Él sostuvo sus muñecas vueltas hacia arriba para exponer docenas de cicatrices minúsculas en sus antebrazos. “Riesgos de trabajo,” mencionó casualmente. “Pero así obtengo el control de la despensa.”

Maite no pudo evitar que sus dedos recorrieran esas marcas, los pequeñísimos y pálidos edemas decolorándose en su piel aún más pálida. Antes de que ella pudiera sentirse abochornada por su atrevimiento, Cam tomó su mano y la estrechó.

Maite miró fijamente los dedos del chico envueltos alrededor de los suyos. Ella no se había dado cuenta de que tan parecido era el tono de su piel en ambos. Estando en los paisajes sureños bañados de sol, la palidez de Maite siempre la había hecho sentir cohibida. Pero la piel de Cam era tan llamativa, tan notable, casi metálica – Y ahora ella notaba que probablemente ella se veía igual que él. Sus hombros temblaron y empezó a sentirse un poco mareada.

“¿Tienes frío?” preguntó él en voz baja.

Cuando ella encontró los ojos de Cam, supo que él sabía que no tenía frío.

Él se deslizó más cerca sobre la manta y minimizó su voz convirtiéndola en un susurro. “Ahora, ¿supongo que vas a querer que yo admita que te vi cruzando el patio desde la cocina y empaqué todo esto con la esperanza de convencerte que te volaras la clase conmigo?”

En ese momento ella hubiera hurtado el hielo de su bebida, si no fuera porque ya se había derretido por el viciado calor de Septiembre.

“Y tú confabulaste este tipo de picnic romántico,” terminó ella. “¿En este pintoresco cementerio?”

“Hey.” Él acercó un dedo al labio inferior de la chica. “Tú eres la única que ha mencionado romance.”

Maite se echó para atrás. Él tenía razón – Ella había sido la única presuntuosa… por segunda vez en ese día. Podía sentir como sus mejillas ardían mientras trataba de no pensar en William.

“Estoy bromeando,” dijo Cam moviendo su cabeza hacia la mirada afectada en el rostro de la chica. “Como si esto no fuera obvio.” Él levantó su mirada hacía un buitre que circundaba una gran estatua blanca con forma de cañón. “Ya sé que aquí no es un Paraíso,” admitió, ofreciéndole una manzana a Maite, “pero solo pretendía que estuviéramos como en una canción de los Smiths. Y para darme crédito, no se necesita un gran esfuerzo para tener un escenario así en esta escuela.”

Eso ponía la situación más ligera.

“De la manera en que lo veo” continuó Cam, recostándose sobre la manta, “la locación es de lo más trivial.”

Maite le lanzó una mirada dudosa. Hubiera deseado que él no estuviera recostado tan apartado de ella, pero era demasiado tímida como para aproximarse mientras él estaba reclinado en su costado.

“Donde yo crecí” -Cam hizo una pausa-“las cosas no eran muy diferentes del estilo de vida de penitenciaria en Sword & Cross, El resultado es que soy oficialmente inmune al ambiente.

“No es posible.” Maite sacudió su cabeza. “Si en este momento yo te diera un boleto de avión para California, ¿no estarías completamente emocionado por escapar de este lugar?”

“Mmm… me sería indiferente,” respondió Cam, haciendo estallar en su boca un huevo cocido.

“No te creo.” Maite le dio un pequeño empellón. “Entonces tú si debes haber tenido una niñez feliz.”

Maite mordió en la crujiente piel verde de la manzana y saboreó el jugo que corrió entre sus dedos. Hizo un recorrido mental en el catalogo de los ceños fruncidos paternos, las visitas al doctor y los constantes cambios de escuela durante su niñez, las sombras negras colgando como un oscuro velo sobre todas las cosas. No, ella no podía decir que había tenido una feliz infancia. Pero si Cam no podía siquiera ver que salir de Sword &Cross, era algo más esperanzador en el horizonte, entonces tal vez él había pasado por algo peor. Había algo haciendo un pequeño ruido junto a sus pies y Maite se hizo un ovillo cuando vio deslizarse una delgada serpiente verde y amarilla. Tratando de no estar tan cerca, ella abrazó sus rodillas y la miró fijamente. No era solo una serpiente, sino una en mitad de su cambio de piel. Una translucida funda iba saliendo por su cola. Solía haber serpientes por toda Georgia, pero ella nunca había visto una que estuviera mudando.

“No grites,” dijo Cam, descansando una mano en la rodilla de Maite. Su toque la hizo sentir a salvo.”Se marchará si sólo la dejamos en paz.”

Eso no podría suceder suficientemente rápido. Maite quería gritar con todas sus fuerzas. Ella siempre había odiado y temido a las serpientes. Eran tan escamosas y resbaladizas y … “Eugh.” Se estremeció, pero no podía quitar sus ojos del reptil mientras desaparecía entre el descuidado y crecido pasto.

Cam sonrió traviesamente mientras tomaba la piel de la serpiente y la colocaba en la mano de la chica. Aún se sentía viva, como la pielecilla húmeda de un bulbo de ajo que su padre hubiera arrancado del jardín. Pero esta había salido justamente de una serpiente. Asqueroso. Maite la arrojó de regreso al suelo y limpió sus manos en sus jeans.

“Vamos, ¿no crees que eso fue tierno?”

“¿Acaso mi temblor te mostró eso?” Maite aún sentía un poco de vergüenza por lo infantil que probablemente se veía.

“¿Y qué hay acerca de tu fe en el poder de transformación”? preguntó Cam, sosteniendo entre sus dedos la muda de piel. “Es por lo que estamos aquí, después de todo.”

Cam se despojó de sus lentes de sol. Sus ojos de esmeralda eran tan confiados. El estaba manteniendo esa inhumana pose otra vez, esperando por la respuesta de la chica.

“Estoy empezando a creer que tú eres un poquito extraño” dijo Maite finalmente, esbozando una sonrisa minúscula.

“Oh, y sólo piensa cuanto más hay por conocer acerca de mí,” replicó él, inclinándose más cerca. Tan cerca como cuando llegó la serpiente. Tan cerca que ella se quedó expectante frente a él. Cam se acercó más y lentamente recorrió el cabello de la chica con sus dedos. Maite se tensó.

Cam era tan guapo como misterioso. Lo que ella no podía imaginar era cómo, cuando ella debía estar hecha un manojo de nervios –justo en ese momento- se sentía de algún modo cómoda.

Ella quería estar justamente donde estaba ahora. No podía quitar sus ojos de los labios del chico, que estaban rebosantes y rosados, moviéndose cada vez más cerca, haciéndola sentir cada vez más mareada. Los hombros de Cam rozaron los suyos y ella sintió un extraño estremecimiento en lo profundo de su pecho. Maite observó a Cam separando sus labios. Entonces ella cerró los ojos.

“¡Ahí están ustedes dos!” Una voz sofocada empujó a Maite fuera del momento. Maite dejó escapar un exasperado suspiro y cambió su atención hacía Gabbe, que estaba parada frente a ellos con su cola de caballo peinada de lado y una despistada sonrisa en su rostro
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WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada - Página 2 Empty Re: WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Jue Oct 08, 2015 11:26 am

“Los estuve buscando por todas partes.”

“¿Por qué estarías haciendo semejante cosa?” Cam la fulminó con la mirada, anotándose algunos puntos más con Maite.

“El cementerio fue el último lugar que se me hubiera ocurrido” Parloteó Gabbe, contando con los dedos. “Los busqué en todos los cuartos del dormitorio, después por debajo de las gradas, y luego…-“

“¿Qué es lo que quieres, Gabbe?’” Cam la interrumpió, como un camarada a otro, como si ellos se conocieran desde hace bastante tiempo.

Gabbe parpadeó, entonces mordió su labio. “Fue debido a Miss Sophia,” dijo al fin, apretujando sus dedos. “Esa es la razón. Ella se puso frenética cuando Maite no llegó a clases. Repetía que eras una especie de estudiante prometedora y todo eso.”

Maite no podía creerle a esa chica. ¿Acaso era sincera y solamente estaba siguiendo órdenes? ¿Sólo estaba molestándola para causar buena impresión a una maestra? No era suficiente para Gabbe haber envuelto a William entre sus dedos -¿tenía que venir tras Cam ahora, también?

Gabbe debió sentir que había interrumpido algo, pero sólo se quedó ahí parpadeando con sus enormes ojos de ciervo y retorciendo un mechón de cabello rubio con su índice. “Bueno, vámonos,” concluyó, estirando ambas manos para ayudar a Maite y a Cam a levantarse. “Vamos a regresar a clases.” “Maite, puedes tomar el cubículo número tres,” dijo Miss Sophia, mirando una hoja de papel cuando maite, Cam, and Gabbe entraron a la biblioteca. No un ¿Dónde han estado? No puntos menos por el retardo. Sólo Miss Sophia colocando distraídamente a Maite junto a Penn en el laboratorio de computación de la biblioteca. Como si nunca hubiera notado que Maite estuvo ausente.

Maite le lanzó una mirada acusadora a Gabbe, pero esta solo se encogió de hombros y balbuceó, “¿Qué?”

“¿Dónde-rayos-estabas?” Le exigió Penn tan pronto como ella tomó asiento. La única persona que parecía haberse dado cuenta de que ella no estuvo todo ese tiempo.

Los ojos de Maite encontraron a William, quien prácticamente estaba enterrado en su computadora en el cubículo siete. Desde su silla, todo lo que podía ver Maite era el rubio halo de su cabello, pero eso era más que suficiente para que sus mejillas se sonrojaran nuevamente. Ella se hundió en su silla, mortificada nuevamente por su conversación en el gimnasio.

Después de toda la diversión y sonrisas y aquel potencial beso que estuvo a punto de darse con Cam, ella no podía simplemente deshacerse de lo que sentía cuando veía a William.

Y ellos nunca iban a estar juntos.

Eso fue en esencia lo que él dijo cuando le habló en el gimnasio. Después de que ella básicamente se le había declarado.

El rechazo la había herido tan profundamente, tan cerca de su corazón, que realmente sentía que cualquiera alrededor de ella podría saber exactamente qué había pasado con tan sólo mirarla.

Penn estaba golpeando su lápiz impacientemente en el escritorio de Maite. Pero Maite no sabía cómo explicarle. Su picnic con Cam había sido interrumpido por Gabbe antes de que ella fuese capaz siquiera de darse cuenta de lo que estaba sucediendo. O de lo que estaba a punto de suceder. Pero lo que era más extraño, y algo que ella no podía comprender, era por qué todo esto era mucho menos importante que su sentimiento por lo que había pasado en el gym con William. Miss Sophia se paró en medio del laboratorio de computación, agitando sus dedos en el aire, como si fuera una maestra de pre-escolar tratando de llamar la atención de sus estudiantes. Las cuentas plateadas de su brazalete de pulseras tintinearon como campanas.

“Si alguno de ustedes logra trazar su árbol genealógico,” animó la maestra al grupo, “Entonces podrán conocer las clases de tesoros que yacen enterrados en sus raíces.”

“Oh, cielos, por favor que alguien acabe con esa metáfora,” susurró Penn, “O que alguien me mate. Lo uno o lo otro.”

“Tienen veinte minutos de acceso a Internet para empezar con la búsqueda de su propio árbol genealógico,” continuó Miss Sophia, activando un cronómetro. “Una generación es más o menos entre veinte y veinticinco años, por lo que les sugiero investigar al menos seis generaciones

Fastidioso.

Un sonoro suspiro emanó del cubículo siete – William.

Miss Sophia volteó hacía él. “¿William? ¿Tienes algún problema con esta instrucción?

Él suspiró nuevamente y se encorvó en su asiento. “No, en absoluto. Está muy bien. Mi árbol genealógico. Debe ser interesante.”

Miss Sophia inclinó su cabeza de manera inquisitiva. “Tomaré esa declaración como un entusiasta ok.” Dirigiéndose nuevamente a la clase, dijo, “Confío en que logren encontrar una línea genealógica que valga la pena para realizar un trabajo de investigación de diez a quince páginas.”

Maite no podía concentrarse en la tarea justo en esos momentos. No cuando aún había tanto por procesar. Ella y Cam en el cementerio. Tal vez no tenía nada que ver con la definición común de romántico, pero para Maite había sido mejor de esa manera. No se parecía a algo que ella hubiera hecho antes. Volarse una clase para vagabundear entre todas esas tumbas. Compartiendo un almuerzo, mientras él le rellenaba el vaso con un latte perfectamente preparado. Burlándose de su miedo por las serpientes. Bueno, ella podría haber estado mejor sin todo ese asunto de la víbora, pero al menos Cam se había mostrado sensible en ese aspecto. Mucho más sensible y dulce de lo que William había estado toda la semana.

Ella odiaba admitirlo, pero era verdad. William no estaba interesado. Cam, por otro lado…

Ella estudió al chico, sentado a pocos lugares de ella. Él le guiño un ojo antes de empezar a picarle a su teclado. Así que ella le agradaba a él. Callie no iba a ser capaz de dejar de hablar acerca de lo obviamente interesado que Cam se mostraba hacía ella.



Ella quería telefonear a Callie en ese momento, escapar de esa biblioteca y dejar para más tarde esa tarea del árbol genealógico. Conversar acerca de este otro chico que fue él más rápido –quizá el único- sería la manera de sacarse a William de la cabeza. Pero ahí estaba la horrible política de uso del teléfono en Sword & Cross, además de todos los otros estudiantes alrededor, que parecían tan aplicados. Los pequeños ojos de Miss Sophia hacían un paneo para localizar disidentes entre su clase.

Capitulo Ocho

Una zambullida demasiada profunda

Cuando Maite respondió al golpe de su puerta en la mañana del sábado, Penn cayó en sus brazos.

“Crees que algún día recordaría que las puertas se abren hacia adentro?” ella se disculpó, componiéndose los lentes. “Debo recordar dejar de recostarme en las mirillas. Bonito cuarto, por cierto,” ella agregó, mirando alrededor. Cruzó hasta la ventana que estaba en la cama de Maite. “No está nada mal la vista, a pesar de las barras y todo.”

Maite se paró detrás de ella, mirando hacia el cementerio y, una buena vista, de el roble donde ella había tenido el picnic con Cam. E, invisible desde aquí pero muy claro en su mente, el lugar donde ella había sido clavada debajo de la estatua con William. El ángel vengador que había desaparecido después del accidente.

Recordando los ojos preocupados de William cuando él susurró su nombre ese día, el toqué cercano de sus narices, la manera en que ella había sentido sus dedos en su cuello-todo eso hizo subir su temperatura.

Y se sintió patética. Suspiró y se alejó de la ventana, dándose cuenta de que Penn también se movió.

Estaba levantado cosas del escritorio de Maite, dándole a cada una de las posesiones de Maite un examen cuidadoso. El sujeta papeles de la Estatua de la Libertad que su padre le había traído de la conferencia del NYU, la fotografía de su madre con su divertidísimo permanente cuando tenía aproximadamente la edad de Maite, el epónimo CD de Maite Williams que Callie le había dado como regalo de despedida antes de que Maite hubiera escuchado el nombre de Sword y Cross.

“Dónde están tus libros?” le preguntó a Penn, queriendo desviar los recuerdos. “Dijiste que venías a estudiar.”

Para entonces, Penn había comenzado a husmear en su guardarropa. Maite miraba mientras ella rápidamente perdió el interés en la variación de blusas negras y suéteres. Cuando Penn se movió hacia el cajón de su ropa interior, Maite se paró en medio para interceder.

“Okay, es suficiente, fisgona,” dijo ella. “No deberíamos estar investigando sobre nuestros árboles genealógicos?”

“Hablando de fisgonear,” los ojos de Penn brillaron. “Sí, hay una investigación que deberíamos estar haciendo. Pero no de la clase que estás pensando.”

Maite se quedó mirándola en blanco. “Huh?”

“Mira.” Penn puso su mano en el hombro de Maite. “Si realmente quieres saber sobre William Grigori-“ “Shhh!” Maite colocó un dedo en su boca, saltando a cerrar la puerta. Sacó su cabeza en el pasillo y examinó la escena. Se miraba despejado-pero eso no significaba nada.

La gente de esta escuela tenía una sospechosa manera de aparecerse de la nada. Cam en particular. Y Maite se moriría si él-o cualquiera- se enterara cuan enamorada estaba de William. O, a este punto- cualquiera menos Penn. Satisfecha, Maite cerró con llave y se dio vuelta hacia su amiga. Penn estaba sentada cruzada de piernas en la orilla de su cama. Se miraba que se estaba divirtiendo.

Luce cruzó sus manos detrás de su espalda y enterró su pie en la roja y circular alfombra cerca de la puerta. “Qué te hace pensar que quiero saber algo sobre él?”

“Dame un respiro,” dijo Penn, riéndose. “A, es totalmente obvio que te quedas mirando a William Grigori todo el tiempo.”

“B,” dijo Penn, sin bajar la voz, “He visto que lo has acosado en línea por una clase entera el otro día. Demándame-pero eres totalmente desvergonzada. Y C, no te pongas paranoica. Crees que le hablo a alguien más en esta escuela a parte de ti?”

Penn tenía un punto.

“Sólo estoy diciendo,” ella continuó, “asumiendo que hipotéticamente tú quisieras saber más sobre cierta persona innombrable, tú podrías posiblemente conseguir información.” Penn encogió un hombro. “Tú sabes, si tuvieras ayuda.”

“Estoy escuchando,” dijo Maite, hundiéndose en la cama. Su investigación de internet del otro día había consistido en, escribir, luego borrar, luego reescribir el nombre de William en el campo de investigación.

“Estaba esperando que dijeras eso,” dijo Penn. “No traje ningún libro conmigo hoy porque te estoy dando” –ella abrió sus ojos estúpidamente-“un tour guiado de los lugares prohibidos de los archivos de Sword y Cross!”

Maite hizo una mueca. “No sé. Meternos en los archivos de William? No estoy segura de que necesite otra razón para sentirme como una chica acosadora.” “Ha.” Penn sonrió. “Y sí, dijiste eso en voz alta. Vamos Maite. Será divertido. Además, qué mas vas a hacer en una perfecta soleada mañana del sábado?” Era un día lindo- precisamente la clase de lindo que te hacía sentir sola si no tenías absolutamente nada divertido planeado. A mitad de la noche, Maite había sentido una fresca brisa a través de la ventana, y cuando se había despertado esta mañana, el calor y la humedad había desaparecido.

“Shhh!” Maite dijo otra vez.

Ella solía pasar estas mañanas doradas de otoño paseando en bicicleta en el vecindario con sus amigos. Eso era antes de que comenzara a evitar los caminos de bosques por las sombras que ninguna otra chica miraba. Antes de que sus amigos se sentaran con ellas durante el recreo y sus padres no querían que la invitaran alguna vez, en caso de que ella tuviera un incidente.

La verdad era, Maite había estado asustada de cómo iba a pasar esta primera semana en Sword & Cross. No más clases, no aterrorizantes pruebas de condición física, no más eventos sociales. Sólo cuarenta y ocho horas de tiempo libre ilimitado. Una eternidad.

Ella había tenido un molesto malestar toda la mañana-hasta que Penn apareció. “Está bien.” Maite trató de no reír cuando dijo, “Llévame a tu guarida secreta.”

Penn prácticamente fue saltando mientras llevaba a Maite al otro lado pisoteando la grama del área comunal hacia el lobby principal de la entrada de la escuela. “No sabes cuánto tiempo he esperado para tener a un compañero de crimen para traer aquí abajo conmigo.”



Maite sonrió, feliz de que Penn estaba más concentrada en tener un amigo para explorar en vez de estar en, bueno, esta… cosa que sentía por William.

En la orilla del área comunal, pasaron unos chicos holgazaneando en las gradas en el sol de la mañana. Era extraño ver color en el campus, en estos estudiantes donde Maite identificaba el color negro. Ahí estaba Roland con un par de calcetines verde-lima, rebotando un balón entre sus pies. Y Gabbe, con su blusa de botones morada. Jules y Phillip-la pareja de la lengua-estaban dibujando en las rodilleras del pantalón del otro. Tood Hammond se sentó apartado del resto de los chicos en las gradas, leyendo un comic en una camisa camuflageada. Incluso los tops y shorts que Maite tenía se sentían más vibrantes que cualquier cosa que había usado toda la semana.

El entrenador Diante y el Albatross estaban cuidando el jardín y tuvieron que sentarse en dos sillas para jardín y un enorme paraguas en la orilla del área comunal. A parte de cuando ellos tiraban sus cigarrillos en el jardín, pudieron haber estado dormidos detrás de esos oscuros lentes de sol. Se miraban muy aburridos, prisioneros de sus trabajos tenían el cargo de monitorear.

Había muchas personas afuera de las áreas comunales, pero mientras seguía a Penn por atrás de cerca, estaba feliz de ver que no había nadie cerca del lobby principal. Nadie le había dicho nada a Maite por traspasar las áreas restringidas, o cuando no eran restringidas, pero estaba segura de que Randy encontraría un castigo apropiado.

“Qué hay de los rojos?” Maite preguntó, recordando las cámaras omnipresentes. “Les puse unas baterías sin carga en algunas de ellas en mi camino hacia tu cuarto,” dijo Penn, en el mismo tono de voz despreocupado de alguien más diciendo “Acabo de llenar el tanque del carro.”

Penn tomó una mirada a los alrededores antes de llevar a Maite a la entrada principal trasera del edificio y bajó tres gradas, hacia una puerta que no era visible desde el nivel del suelo.

“Este es el sótano de la era de la Guerra Mundial también?” Maite preguntó. Parecía una entrada de la clase de lugar donde podrías almacenar POW5. Penn dio un estornudo largo y dramático. “ El mal olor de podredumbre responde a tu pregunta? Esto que está aquí es moho de antes de la Guerra Civil.” Sonrió hacia Luce. “La mayoría de los estudiantes mataría por tener la oportunidad de inhalar este aire de la historia.” Maite trató de no respirar por su nariz mientras Penn sacaba un manojo de llaves que estaban unidas por un cordón. “Mi vida sería mucho más fácil si hubieran hecho una llave maestra para un lugar como este,” dijo ella, buscando entre el manojo y finalmente sacando una delgada llave de plata.

Cuando la llave giró el candado, Maite sintió un extraño estremecimiento de felicidad. Penn estaba en lo cierto-esto era mejor que estar buscando su árbol genealógico. Caminaron una pequeña distancia a través de un caliente y húmedo corredor el cual tenía un techo que era solo una pulgada más alta que sus cabezas. El rancio aire olía como si algo hubiera muerto ahí, y Maite estaba casi feliz de que el cuarto estaba muy oscuro para ver claramente el piso. Justo cuando estaba empezando a sentirse claustrofóbica, Penn sacó otra llave que abrió una pequeña puerta pero ésta era más moderna. Se agacharon, y luego fueron capaces de pararse en el otro lado.

Adentro, los archivos apestaban a podrido, pero el aire se sentía mucho más fresco y seco. Estaba pintado de negro excepto por el pálido rojo que brillaba del rótulo de SALIDA sobre sus cabezas. Maite podía ver la silueta grande de Penn, sus manos iban a tientas en el aire.


“Dónde está esa cuerda?” ella susurró. “Ya.”

Con un gentil tirón, Penn encendió una bombilla que estaba colgando del techo en una cadena de metal. El cuarto todavía estaba oscuro, pero ahora Maite podía ver que las paredes de cemento estaban también pintadas con verde olivo y lleno de estantes de metal y gabinetes de archivos. Docenas de cajas llenas de papel carbón habían sido metidas en los estantes, y los pasillos entre los gabinetes se miraban que se alargaban sin fin. Todo estaba cubierto con una gran manta de polvo.

El brillo de afuera de repente se vio muy lejos. Aunque Maite sabía que ellas estaban a solo unas gradas debajo del suelo, también pudo ser una milla. Se frotó sus brazos. Si ella fuera una sombra, este sótano sería exactamente donde ella estaría. No habían señales de ellas todavía, pero Maite sabía que no había una buena razón para sentirse segura.

Penn, desconcertada por el brillo del sótano, arrastró una herramienta desde la esquina.

“Wow,” dijo ella, jalando detrás de ella mientras caminaba. “Algo está diferente. Los archivos solían estar aquí… creo que han estado haciendo una limpieza de primavera desde la última vez que metía aquí.”

“Hace cuánto fue eso?” Maite preguntó.

“Hace una semana…” la voz de Penn se apagó mientras desaparecía en la oscuridad detrás de la alta fila de gabinetes.



Maite no podía imaginar qué era lo que Sword & Cross podría necesitar con todas estas cajas. Levantó una tapa y sacó un grueso archivo de decía MEDIDAS REMEDIALES. Tragó saliva secamente. Mejor era no saber. “Está ordenadamente alfabéticamente por estudiante,” Penn dijo. Su voz sonaba silenciosa y muy lejos. “E,F, G… aquí estamos, Grigori.”

Maite siguió el sonido de los papeles rústicos hacia un estrecho pasillo y pronto encontré a Penn con una caja en sus brazos, luchando con el peso. El archivo de William estaba hasta su barbilla.

“Es tan grueso,” dijo ella, levantando su barbilla un poco para que Maite pudiera tomarlo. “Generalmente hay mucho más, um…” Ella miró hacia Maite se mordió el labio. “Está bien, ahora yo sueno como la chica acosadora. Sólo vamos a ver qué es lo que hay dentro.”



Había una solo hoja del archivo de William. Un hoja en blanco y negro escaneada de lo que debía ser su fotografía de ID de estudiante, estaba pegada en la esquina superior derecha. Estaba mirando directamente hacia la cámara, hacia Maite, una pequeña sonrisa en sus labios. Ella no podía evitar sonreírle de vuelta. Se miraba igual que aquella noche cuando-bueno, ella no podía pensar cuándo. La imagen de su expresión era clara en su mente, pero no podía descifrar en dónde lo pudo haber visto.

“Dios, no se mira exactamente igual?” Penn interrumpió los pensamientos de Maite. “Y mira la fecha. Esta fotografía fue tomada hace tres años cuando él llego a Sword y Cross.”

Eso era lo que Maite había estado pensando… ese William se miraba igual allí que como estaba ahora. Pero sintió como había estado pensando-o estaba a punto de pensar- algo diferente, solo que ahora no podía recordar qué era.

“Padres: Desconocidos,” Penn leyó, con Maite inclinada en su hombro. “Guardián: El Orfanato de Los Ángeles.”

“Orfanato?” Maite preguntó, presionando su mano en su corazón.

“Eso es todo lo que hay. Todo lo demás que está enlistado aquí es su-“ “Historial Criminal,” Maite terminó, leyendo. “Holgazaneando en una playa pública luego de horas… vandalismo de un carro de supermercado… cruzar imprudentemente.”

Penn estrechó sus ojos hacia Maite y sofocó una risa. “ El amoroso Grigori fue arrestado por cruzar imprudentemente? Debes admitir, eso es gracioso.”

A Maite no le gustaba imaginarse a William siendo arrestado. No le gustaba más, según Sword & Cross, que toda su vida se resumía en una lista de crímenes. Todas estas cajas llenas de papeles, y eso era todo lo que era William.

“Tiene que haber más,” dijo ella.

Se escucharon pasos. Los ojos de Maite y Penn vieron el techo.

“El policía principal,” Penn susurró, sacando un pañuelo de su cartera para sonarse la nariz. “Puede ser cualquiera. Pero nadie va a venir aquí abajo, créeme”

Un segundo después, una puerta entre el cuarto se abrió, y luz de un pasillo iluminó las gradas. Un zapateo empezó en las gradas. Maite sintió el agarre de Penn en la parte trasera de su blusa, jalándola contra la pared detrás de un estante de libros. Esperaron, deteniendo su respiración y agarrando firmemente el archivo robado de William en sus manos. Estaban bien cachadas.

Maite tenía sus ojos cerrados, esperando lo peor, cuando un embrujado y melodioso tarareo llenó el cuarto. Alguien estaba cantando.

“Doooo da da da dooo,” una voz de mujer decía suavemente. Maite estiró el cuello entre dos cajas de archivos y podía ver una grande y vieja mujer con una pequeña linterna pegada a su frente como un minero. La Srta. Sophia. Estaba llevando dos cajas largas, una pegada a la otra así que la única parte visible de ella era la brillante frente. Sus pasos ligeros hacían parecer como si las cajas estaban llenas de plumas en vez de pesados archivos.

Penn agarró la mano de Maite mientras miraban poner a la Srta. Sophia las cajas de archivos en un estante vacío. Sacó un lapicero para escribir algo en su cuaderno.

“Sólo un par más,” dijo ella, luego dijo algo más en tono bajo que Maite no pudo escuchar. Un segundo después, la Srta. Sophia estaba yendo escaleras arriba, yéndose tan rápido como había aparecido. Su tarareo duró solo un momento después de que se fue.

Cuando la puerta se cerró, Penn dejó salir una bocanada de aire. “Ella dijo que había más. Probablemente regresará.”

“Qué hacemos?” preguntó Maite.

“Ve sigilosamente escaleras arriba,” Penn dijo apuntando. “Dobla a la izquierda y estarás de vuelta en la oficina principal. Si alguien te ve, puedes decir que estabas buscando el baño.”

“Qué hay de ti?

“Pondré el archivo de William de vuelta y te encontraré en las gradas. La Srta. Sophia no sopechara si me ve sólo a mí. Esta parte es como mi segundo cuarto de dormir.”

Luce miró hacia el archivo de William con un poco de remordimiento. Todavía no estaba lista para irse. Justo cuando ella había renunciado para ver el archivo de William, También había comenzado a pensar en el de Cam, por otra parte, se miraba tan abierto y tan fácil de leer que la hizo sentirse curiosa. Luce se preguntó qué más era capaz de encontrar sobre él que no podía contarle a nadie. Pero una mirada a la cara de Penn le dijo a Maite que estaban escazas de tiempo.

“Si hay más que encontrar de William, lo encontraremos,” le aseguró Penn. “Seguiremos buscando.” Le dio un empujoncito a Maite hacia la puerta. “Ahora, vete.”

Maite se movió rápidamente hacia el fétido corredor, luego empujó la puerta para abrirla hacia las escaleras. El aire de las escaleras todavía estaba húmedo, pero podía sentirlo más limpio con cada paso que daba. Cuando finalmente rodeo la esquina en el principio de las gradas, tuvo que parpadear y frotar sus ojos para reajustar el brillo de la luz del sol inundando el pasillo. Se tropezó en la esquina y a través de las blancas puertas hacia el lobby principal. Allí ella se congeló.

Dos botas negras, cruzados por las tobillos, bien apoyados y estaba saliendo de la cabina del teléfono, viéndose muy Bruja del Sur, Maite se estaba apresurando hacia la puerta, esperando no ser atrapada, cuando se dio cuenta que las botas negras estaban junto a un par de medias de piel de serpiente, la cual estaba junto a una Molly no sonriente. La pequeña cámara de plata estaba en su mano. Levantó los ojos hacia Maite, se puso el teléfono en la oreja, y pateó el suelo.

“Por qué te miras tan culpable, Pastel de Carne?” le preguntó, parándose con sus manos en sus caderas. “Déjame adivinar. Aún estás ignorando mi sugerencia de quedarte lejos de William.”

Toda esta cosa de monstruo malvado tenía que ser una actuación. Molly no tenía manera de saber dónde había estado Luce. Ella no sabía nada sobre Luce. No tenía razón para ser tan mala. Desde el primer día de escuela, Maite no le había hecho nada a Molly- excepto mantenerse lejos de ella.

“Ya has olvidado qué desastre hiciste la última vez que trataste de meterte con un chico que no estaba interesado? La voz de Molly era filosa como un cuchillo. “Cuál era su nombre? Taylor? Truman?”

Trevor. Cómo podía saber Molly de Trevor? Ese era su más profundo y oscuro secreto. La única cosa que Maite quería-que necesitaba- mantener bajo las mantas en Sword & Cross. Ahora, no solo el Mal Encarnado sabía todo sobre eso, no sintió lástima en mencionarlo, cruelmente, cadavéricamente- en medio de la oficina principal de la escuela.

Había sido posible que Penn había estado mintiendo, que Maite no era la única persona con la que ella compartía secretos? Había otra explicación lógica? Maite cruzó sus brazos en su pecho, sintiéndose enferma y expuesta… e inexplicablemente culpable como se había sentido en la noche del incendio. Molly ladeó su cabeza. “Finalmente,” dijo ella, sonando aliviada. “Algo te afectó.” Le dio la espalda a Maite y empujó la puerta del frente.

Luego, un poco después ella salió despacio hacia afuera, volteó su cuello y bajó la nariz hacia Maite. “Así que no te atrevas a hacerle a William lo que le hiciste a como se llame. Capicci?”

Maite la siguió con su mirada, pero sólo dio unos pasos fuera y se dio cuenta de que ella rompería a llorar si se encargaba de Molly ahora. La chica era muy despiadada. Luego, Gabbe trotó desde las gradas para encontrar a Molly en medio del campo. Estaban lo suficientemente lejos que Maite no podía ver sus expresiones cuando las dos se voltearon hacia ella. La rubia con cola alta estiró el cuello negro- la cosa más vil que Luce había visto.

Juntó sus sudorosos puños, imaginando a Molly escupiendo a Gabbe todo lo que sabía de Trevor, quien inmediatamente correría para decirle las noticias a William. Cuando pensó en eso, un cosquilleo se regó desde la punta de los dedos de Maite, a sus brazos, y luego hasta su pecho. William pudo haber sido atrapado cruzado imprudentemente, pero y eso qué?

No era nada comparado por lo que Maite estaba aquí.
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WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada - Página 2 Empty Re: WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Jue Oct 08, 2015 11:28 am

“Cuidado!” una voz llamó. Esa era siempre la frase menos favorita de Maite. El equipo de deportes tenía una extraña manera de siempre encontrarla.

Hizo un gesto de dolor, mirando directamente al sol. No podía ver nada y ni siquiera tuvo tiempo de cubrirse la cara antes de que sintiera el golpe contra el lado de su cara y escuchó un alto thrwunk resonando en sus oídos. Ouch.

El balón de football de Roland.

“Buena esa!” Roland gritó mientras lanzaba el balón directamente hacia él. Como ella lo había planeado. Se frotó su frente y caminó tambaleándose. Una mano sobre su muñeca. Una chispa de calor que la hizo dar un grito ahogado. Miró hacia abajo para ver dedos bronceados alrededor de su brazo, luego miró hacia los profundos ojos grises de William. “Estás bien?” le preguntó.

Cuando ella asintió, él levantó una ceja. “Si querías jugar fútbol, podías haberlo dicho,” dijo él. “Hubiera estado feliz de explicarte las reglas del juego, una sería cómo la mayoría de las personas usan partes menos delicadas de su cuerpo para regresar una patada.”

Le soltó su muñeca, y Maite pensó que él estaba acercándose hacia ella, para tocar la parte doliente de su cara. Por un segundo, se quedó allí, sin respirar. Luego su pecho colapsó cuando la mano de William retiró su mano para quitar propio cabello de su cara.

Allí fue cuando Maite se dio cuenta de que William se estaba burlando de ella.

Y por qué no debería? Probablemente había una impresión del balón de fútbol en un lado de su cara.

Molly y Gabbe aún estaban mirando-y ahora William- con sus brazos cruzados sobre su pecho.

“Creo que tu novia se está poniendo celosa,” dijo luce señalando al par. “Cuál?” el preguntó.

“No me había dado cuenta de que las dos eran tus novias.”


“Ninguna de las dos es mi novia,” dijo él simplemente. “No tengo novia. Me refiero, cuál creíste qu era mi novia?”

Maite estaba asombrada. Qué con toda esa conversación susurrada con Gabbe? Qué con las otras chicas que les estaban viendo ahora mismo? Estaba mintiendo William? La estaba mirando extrañamente. “Creo que te golpeaste la cabeza más duro de lo que pensé,” dijo él. “Vamos, tomemos un paseo, así tomarás un poco aire.”

Maite trató de localizar el sarcasmo en la última sugerencia de William. Acaso él estaba diciendo que ella era una bolsa que necesitaba aire? No, eso ni siquiera tenía sentido. Lo miró. Cómo podía verse tan sincero? Y justo cuando estaba acostumbrándose al desdén de William.

“A dónde?” Maite preguntó cautelosamente. Porque sería muy fácil sentirse alegre ahora que sabía que William no tenía novia, también que él quería ir a algún lugar con ella. Tenía que haber una trampa.

William simplemente entrecerró los ojos hacia las chicas del otro lado del campo. “Un lugar donde no seremos observados.”

Maite le había dicho a Penn que se encontrarían en las gradas, pero ya habría tiempo para explicar luego, y por supuesto Penn entendería. Maite dejó que William la llevara pasando las escudriñadas miradas de las chicas y el pequeño naranjal de duraznos medio podridos, por la parte trasera del viejo gimnasio- iglesia. William miró hacia atrás para asegurarse de que ella le seguía el paso.

Ella sonrió como si seguirlo no era una gran cosa, pero mientras caminaba entre las retorcidas y viejas raíces, no podía evitar pensar en las sombras.

Ahora iba hacia un área boscosa, la oscuridad debajo del follaje abundante era atravesada de vez en cuando por un pequeño rato de luz desde arriba. El hedor de lodo frío y húmedo se sentía en el aire, y Maite supo de repente que había agua cerca.


Si ella fuera la clase de persona que rezaba, este era el momento en donde rezaría porque las sombras se quedaran lejos sólo por este pequeño momento con William, para que así el no se diera cuenta de qué tan loca se ponía a veces. Pero Maite jamás había rezado. No sabía cómo. En vez de eso, sólo cruzó sus dedos.

“El bosque se abre aquí,” dijo William. Atravesaron un claro, y Maite dio un grito ahogado en asombro.

Algo había cambiado mientras ella y William habían estado caminando a través del bosque, algo más que sólo la mera distancia desde la colorida Sword & Cross. Porque cuando salieron de los árboles y se pararon en esta alta roca roja, era como si ellos estuvieran parados en medio de una postal, de la clase que estaba en un estante de metal de una farmacia en un pueblo pequeño, una imagen soñada de un idílico sureño que no existía más. Cada color que los ojos de Maite captaban eran brillantes, más brillantes que habían parecido hace un momento. Desde el lago azul cristalino debajo de ellos hasta el denso bosque esmeralda rodeándolos. Dos gaviotas pasaron en el claro cielo más adelante. Cuando se paró de puntillas, pudo ver los inicios de un pantano color cobrizo, uno que ella sabía daba inicio a la blanca espuma del mar en algún lugar en el invisible horizonte.

Echó un vistazo hacia arriba a William. Él también se miraba brillante. Su piel era dorada con esta luz, sus ojos casi como la lluvia. El peso de ellos en ella era intensa, una cosa sorprendente.

“Qué opinas?” él preguntó. Se miraba mucho más relajado ahora que ellos estaban lejos de todos.

“Nunca había visto algo tan hermoso,” dijo ella, escaneando la inmaculada superficie del lago, sintiendo una urgencia de nadar en él. Más o menos a cincuenta pies del agua, había una larga y plana roca cubierta de musgo. “Qué es eso?”

“Te mostraré,” dijo William, quitándose sus zapatos. Maite trató sin éxito de no mirar cuando él pasó su camisa sobre su cabeza, exponiendo su musculoso torso. “Vamos,” dijo él, haciendo que ella se diera cuenta cuánto había visto. “Puedes nadar eso,” añadió, señalando a su gris top y pantaloneta. “Hasta te dejaré que ganes esta vez.”

Ella se rió, “Contra qué? Todas esas veces que te dejé ganar?”

William comenzó a asentir, luego se paró abruptamente. “No. Desde que perdiste en la piscina el otro día.”

Por un segundo, Maite tubo la urgencia de decirle por qué había perdido. Tal vez ellos podían reírse sobre el malentendido de que Gabbe era su novia. Pero para entonces, los brazos de William estaban sobre su cabeza y él estaba en el aire, arqueándose y luego cayendo, nadando en el lago con un pequeño y perfecto salpicón.

Era una de las cosas más bellas que Maite había visto. Él tenía una elegancia como ningún otro que había presenciado antes. Hasta el salpicón que él había hecho le dejó un adorable ring en sus oídos.

Ella quería estar allá abajo con él.

Se quitó sus zapatos y los dejó debajo del árbol magnolia junto a los de William, luego se paró en el borde de la roca. La caída era de más o menos veinte pies, la clase de clavados que hacían que el corazón de Maite se acelerara. En un buen sentido.

Un segundo después, su cabeza salió de la superficie. Estaba sonriendo, tocando el agua. “No me hagas cambiar de parecer sobre dejarte ganar,” el gritó. Tomando un buen respiro, apuntó sus dedos sobre la cabeza de William y se lanzó hacia una gran caída. La caída duró sólo un segundo, pero fue la mejor sensación, caer a través del aire de verano, cayendo, cayendo, cayendo.

Splash. El agua estaba horriblemente fría al principio, luego perfecta luego de un segundo. Maite salió a la superficie para tomar aire, y dio un vistazo hacia William, y comenzó en su nadada de mariposa.

Se esforzó tanto que perdió el rastro de él. Ella sabía que se estaba luciendo y esperaba que él estuviera viendo. Ella se acercó más y más hasta que se golpeó su mano con una roca- un instante antes que William.

Los dos estaban jadeando mientras recorrían la plana y caliente superficie. Sus bordes estaban resbalosos por el musgo, y Maite tuvo un momento difícil encontrando su agarre. William no tuvo problemas escalando la roca. Se dio la vuelta y le dio una mano, luego la jaló hasta que pudo pasar una pierna sobre la roca.

Para cuando ella había salido completamente del agua, él estaba en el suelo sobre su espalda, casi seco. Sólo sus pantalones decían que él había estado en el lago. Por otra parte, las ropas mojadas de Maite colgaban de su cuerpo, y su cabello estaba goteando por todos lados. La mayoría de los chicos habrían aprovechado la oportunidad comerse con los ojos a una chica goteando, pero William se recostó en su espalda y cerró los ojos, como si él estuviera dándole tiempo para que se escurriera- o era amabilidad o no estaba interesado. Amabilidad, ella decidió, sabiendo que estaba siendo una romántica sin esperanzas. Pero William se miraba tan perspicaz, que debió de haber sentido aunque sea un poco lo que Maite sintió. No sólo atracción, la necesidad de estar junto a él cuando todos los que estaban a su alrededor le decían que se mantuviera alejada de él, pero esa sensación real que ellos se conocían- realmente conocían- de algún lado.

William abrió los ojos y sonrió- la misma sonrisa que la de la fotografía en su archivo. Un sentimiento de déjà vu la llenó que Maite tuvo que acostarse en el suelo.

“Qué?” él preguntó, sonando nervioso. “Nada.”

“Maite.”

“No puedo sacarlo de mi cabeza,” dijo ella, rodando para encararlo. No se sentía bien para sentarse aún. “Este sentimiento de que te conozco. De que te conozco desde hace un buen tiempo.”

El agua golpeó contra la roca, salpicando los dedos de Maite donde habían estado en la orilla. Estaba fría y se regó hasta sus pantorrillas. Finalmente, William habló.

“No habíamos pasado ya por eso?” Su tono había cambiado, como si intentara hacer que ella riera. Sonaba como un cazador: satisfecho, eternamente aburrido, engreído. “Estoy halagado de que sientas de que tenemos esta conexión, de verdad. Pero no tienes que inventar alguna historia olvidada para que un chico se fije en ti.”

No. Él pensó que ella estaba mintiendo sobre esta extraña sensación que no podía quitarse como una forma de hacer que él se interesara en ella? Rechinó sus dientes, avergonzada.

“Por qué lo inventaría?” ella preguntó, entrecerró los ojos con la luz.

“Tú dime,” dijo William. “No, de hecho no lo hagas. No hará ningún bien.” Él suspiró.

“Mira, debí haber dicho esto antes cuando comencé a ver las señales.” Maite se sentó.

Su corazón estaba acelerado. William vio las señales también.

“Sé que te rechacé en el gimnasio antes,” dijo lentamente, haciendo que Maite se inclinara hacia él, como si pudiera sacarle las palabras más rápido. “Debí simplemente haberte dicho la verdad.”

Maite esperó.

“Yo quemé a una chica.” Él metió una mano en el agua, sacó un lirio, y lo hizo trizas en su mano. “Alguien a quien realmente amé, no hace mucho tiempo. No es nada personal, y no quiero ignorarte.” Levantó la mirada y la vio, el sol de filtro en una gota de agua en su cabello, haciendo un reflejo. “Pero tampoco quiero que ilusiones. Sólo que no estoy buscando involucrarme con alguien, no en un tiempo cercano.”

Oh.

Ella miró lejos, al lago, agua de azul oscuro donde hace unos minutos ellos se habían estado riendo y salpicando. El lago ya no mostraba señales de esa diversión. Tampoco la cara de William.

Bueno, Maite también había quemado. Tal vez si ella le dijera sobre Trevor y cuán horrible había sido, William olvidaría su pasado. Pero luego otra vez, ella sabía que no soportaba decirles a los demás sobre su pasado. El pensamiento de William con otra chica- se imaginó un montaje de las caras sonrientes, los ojos grandes y el pelo largo de Gabbe y Molly-era suficiente para hacerla sentir enferma. Su historia de un mal rompimiento debería haber justificado todo.

Pero no lo hizo. William había sido tan extraño con ella desde el principio. Actuando serio con ella un día, mucho antes de que fueran presentados, luego protegiéndola de la estatua en el cementerio. Y ahora la había traído al lago- sola. Él estaba por todos lados.

La cabeza de William estaba baja pero sus ojos la estaban mirando. “No es una buena respuesta?” él preguntó, casi como si supiera lo que ella estaba pensado. “Todavía siento que hay algo que no me estás diciendo,” dijo ella.
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WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada - Página 2 Empty Re: WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Jue Oct 08, 2015 11:28 am

Todo esto no podía ser explicado por un mal rompimiento, Maite lo sabía. Ella tenía experiencia en ese departamento.

Su espalda estaba hacia ella y estaba mirando hacia el camino que ellos habían tomado para el lago. Luego de un momento, se rió amargamente. “Por supuesto que hay cosas que no te estoy diciendo. Apenas te conozco. No sé por qué piensas que te debo algo.” Se levantó.

“A dónde vas?”

“Tengo que regresar,” dijo él.

“No te vayas,” ella susurró, pero no pareció que la oyera.

Ella observó, con su pecho en pedazos, mientras William se metía en el agua. Salió demasiado lejos y comenzó a nadar hacia la orilla. Volteó a verla una vez, como a la mitad del camino, y le dio un gesto definitivo de adiós.

Luego su corazón se hinchó mientras cruzaba sus brazos encima de su cabeza en un paso de mariposa perfecto. Tan vacía como se sentía, no podía evitar admirarlo. Tan limpio, tan fuerte, casi ni se miraba que se estuviera nadando. En el tiempo en que él llegó a la orilla, haciendo parecer la distancia entre ellos más corta que lo que le parecía a Maite, había parecido tan calmado mientras nadaba, pero no había manera de que hubiera cruzado hasta el otro lado tan rápido, a menos que él realmente estaba desgarrando el agua. Qué tan urgente era para él alejarse de ella?

Ella observó- sintiendo una mezcla de confusa y profunda vergüenza y más profunda tentación- mientras William salía hasta la orilla. Un rayo de luz se coló entre los árboles y enmarcaron su silueta con una brillo radiante, y Maite tuvo que entrecerrar los ojos por la vista ante sus ojos.

Se preguntó si el balón de fútbol en su cabeza había distorsionado su vista. O lo que estaba viendo era un espejismo. Un truco de la luz de la tarde.

Se paró en la roca para tener una mejor vista.

Capitulo Nueve

Estado de Inocencia

En la noche del lunes, la Srta. Sophia se paró atrás del pódium en el frente del largo salón en Augustine, tratando de hacer sombras de títeres con sus manos. Ella había llamado una sesión de estudios de último minuto para los estudiantes en su clase de religión antes del parcial del día siguiente, y desde que Maite ya había faltado todo el mes a la clase, se dio cuenta que tenía mucho con lo que ponerse al día.

Lo que explicaba por qué era la única que pretendía tomar notas. Ninguno de los otros estudiantes siquiera notaron que el sol que estaba colándose por la estrecha ventana del oeste estaba haciendo reflejos en la brillante caja hecha a mano de la Srta. Sophia.

Y Maite no quería llamar la atención al hecho de que estaba prestando atención parándose para cerrar las polvorientas persianas.

Cuando el sol tocó la nuca de Maite, la golpeó cuánto tiempo había estado sentada en este cuarto. Había visto el sol del este brillar como una melena alrededor del delgado cabello del Sr. Cole esa mañana durante historia mundial. Había sufrido el sofocante calor de mediodía durante Biología con el Albatross. Era casi de noche. El sol había pasado todo el campus, y Maite había apenas dejado su escritorio. Su cuerpo se sentía tan tieso como el metal de la silla en la que estaba sentada, su mente tan apagada como el lápiz que había usado para tomar notas.

Qué era lo que pasaba con estas sombras de títeres? Tenían ella y los otros estudiantes cinco años?

Pero luego ella se sintió culpable. De toda la facultad, la Srta. Sophia era la más agradable, la más gentil, sobre todo cuando había hablado con Maite el otro día para discutir cuan atrasada estaba en escribir sobre su árbol genealógico. Maite tuvo que fingir asombrosa gratitud cuando la Srta. Sophia la encaminó hacia otra hora de información otra vez. Ella se sintió un poco avergonzada, pero hacerte el tonto estaba muy lejos de admitir que ella había estado muy ocupada obsesionada sobre cierto compañero de clase y gastar cualquier tiempo de investigación.

Ahora, la Srta. Sophia se paró con su largo y negro vestido de crepé, enlazando elegantemente sus dedos y alzando sus manos en el aire, preparando su siguiente pose. Afuera de la ventana, una nube pasó frente el sol. Maite dejó la lectura cuando se dio cuenta de que, de repente, había una verdadera sombra visible en la pared detrás de la Srta. Sophia.

“Como todos recuerda de su lectura Paradise Lost del año pasado, cuando Dios le dio el libre albedrío a sus ángeles,” dijo la Srta. Sophia, respirando en el micrófono, sujetando la solapa de marfil y agitando sus delgados dedos como unas perfectas alas de ángel, “hubo uno que cruzó la línea.” La voz de la Srta. Sophia se oscureció dramáticamente, y Maite observó mientras retorcía los dedos índices para que las alas de ángel se transformaran en cuernos de demonio.



Detrás de Maite, alguien susurró, “Qué gran cosa, ese es el truco más viejo del libro.” Desde el momento en que la Srta. Sophia había pateado su lectura, se miraba que por lo menos una persona en el salón había puesto atención a cada palabra que salía de su boca. Tal vez era porque Maite no había tenido una educación religiosa como el resto de ellos, o tal vez era porque sentía lástima por la Srta. Sophia, pero pudo sentir una necesidad para voltearse y callar a los que estaban interrumpiendo.

Estaba irritada. Cansada, hambrienta. En vez de bajar para cenar con el resto de la escuela, los veinte estudiantes que se enlistaron en la clase de religión de la Srta. Sophia habían sido informados que si estaban yendo a la “opcional”- una triste noticia, Penn le había informado- sesión de estudio, su comida sería servida en el salón donde la sesión estaba siendo llevada a cabo, para ahorrar tiempo.

La comida- no cena, ni siquiera almuerzo, solo una genérica llenada después de la tarde- había sido una extraña experiencia para Maite, quien había tenido un momento difícil para encontrar algo que pudiera comer en centro de la cafetería. Randy había entrado con un carrito de deprimentes sándwiches y algunos picheles de agua tibia.

Los sándwiches habían sido misteriosos cortes, mayonesa y queso, y Maite había observado envidiosamente mientras Penn masticado uno tras otro, dejando marcas de dientes en la corteza mientas comía. Maite había estado al borde de tomar un sándwich de salchicha de mortadela cuando Cam se paró al lado de ella. Había abierto su puño para exponer un racimo de higos frescos. Las moradas pieles se miraban como joyas en su mano.

“Qué es esto?” ella había preguntado, ahogándose una sonrisa. “No puedes vivir sólo con pan, verdad?” había dicho él.

“No comas esos.” Gabbe había aparecido, quitando los higos de los dedos de

Maite y tirándolos a la basura. Ella había interrumpido otra vez otra conversación privada y remplazado el espacio vacío de la palma de Maite con un montón de manías de M&M’s de una máquina expendedora. Gabbe usaba una cinta de color arcoíris en la cabeza. Luce se imaginó arrancando esa cosa de su cabeza y arrojándola al basurero.

“Ella tiene razón, Maite.” Arriane había aparecido, mirando a Cam.”Quien sabe quien se lo dio.”

Maite se rió, porque por supuesto que Arriane estaba bromeando, pero cuando nadie más sonrió, cerró la boca y deslizó las M&M’s en su bolsillo justo cuando la Srta. Sophia los llamaba para que tomaran sus asientos.

Lo que se sintió horas después, ellos todavía estaban atrapados en el salón de clases y la Srta. Sophia solo había abarcado de “Dawn of the Creation” hasta “War in Heaven.” Ni siquiera habían llegado a Adán y Eva. El estómago de Maite gruñó en protesta.

“Y todos sabemos quién era el débil ángel que desafió a Dios?” La Srta. Sophia preguntó, como si estuviera leyendo un diccionario con dibujos a un montón de niños en la biblioteca.

Maite medio esperaba que todo el salón cantara un Sí, Srta. Sophia. “Alguien?”La Srta. Sophia preguntó de nuevo.

“Roland!”Arriane dijo en tono bajo.

“Correcto,” dijo la Srta. Sophia, moviendo la cabeza en un asentimiento de santo. Ella estaba muy lejos de quedarse sorda. “Lo llamamos Satán ahora, pero a través de los años él ha trabajado bajo muchos disfraces-Mephistopheles, o Belial, incluso Lucifer para algunos.”

Molly, quien había estado sentada en frente de Maite, golpeando la parte de atrás de su silla contra el escritorio de Maite con el único propósito de volver loca a Maite, rápidamente deslizó una hoja de papel sobre su hombro hacia el escritorio de Maite.

Maite… Lucifer… alguna relación?

Su caligrafía era oscura y enojada y frenética. Maite podía ver sus altos pómulos alzarse en una mueca. En un momento de debilidad por el hambre, Maite comenzó furiosamente a garabatear una respuesta en la parte trasera de la nota de Molly. Que ella había sido nombrada por Maite Williams, la más grande cantante y compositora que había hecho el concierto donde sus padres se habían conocido por primera vez. Que después de que su mamá se había resbalado con un vaso plástico, tambaleado en un charco de lodo, y había aterrizado en los brazos de su padre, no había dejado esos brazos durante veinte años. Que su nombre representaba un acontecimiento romántico y qué era lo que Molly la bocona tenía para ella misma? Y además, si había alguien en toda la escuela que se asemejara a Satán, no era el receptor de la nota, sino que el emisor de ésta.
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WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada - Página 2 Empty Re: WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Jue Oct 08, 2015 11:29 am

Sus ojos taladraron la espalda de la nueva cortada de Molly. Maite estaba lista para lanzarle el papel doblado y tomar ventaja con el temperamento de Molly cuando la Srta. Sophia llamó su atención hacia la brillante caja. Tenía sus dos manos alzadas sobre su cabeza, las palmas arriba y tomando aire. Mientras las bajaba, las sombras de sus dedos en la pared se miraban milagrosos como meneando brazos y piernas, como alguien lanzándose de un puente o de un edificio. La vista era tan extraña, tan oscura y aún así tan bien hecho, que hizo que Maite estuviera nerviosa. No podía quitar la vista.

“Por nueve días y nueve noches,” dijo la Srta. Sophia, ”Satán y sus ángeles cayeron, más lejos y más lejos del cielo.”

Sus palabras refrescaron la memoria de Maite. Vio dos filas hacia adelante hacia William, quien encontró sus ojos medio segundo antes de que enterrara su cara en su cuaderno. Pero esa mirada de medio segundo había sido suficiente, y todo regresó de un solo: la noche que había tenido la noche anterior

Había sido una revisionista historia de William y de ella en el lago. Pero en el sueño, cuando William dijo adiós y nadó de regreso al agua, Maite tuvo el coraje de ir detrás de él. El agua estaba caliente, tan confortable que ni siquiera se había sentido mojada, y bancos de peces violetas nadaron alrededor de ella. Ella estaba nadando tan rápido como pudo, y al principio pensó que los peces estaban ayudándola a ir hacia William y hacia la orilla. Pero pronto los bancos de peces comenzaron a oscurecer y nublar su visión y no podía verlo. Los peces se volvieron sombras y borrosos, y se acercaron más y más hasta que ella no podía ver nada, y sintió que se hundía, desmayándose, hacia el cieno del lago. No era cuestión de ser capaz de respirar otra vez, era una cuestión de nunca ser capaz de levantarte otra vez. Era una cuestión de perder a William para siempre.

Luego, desde abajo, William había aparecido, sus brazos se desplayaron como las velas de un barco. Espantaron las sombras de los peces y envolvieron a Maite, y juntos los dos planearon de vuelta a la superficie. Salieron desde el agua, más y más alto, pasando la roca y el árbol de magnolia donde habían dejado sus zapatos. Un segundo después, estaban tan alto que Maite no podía siquiera ver el suelo.

“Y aterrizaron,” dijo la Srta. Sophia, poniendo sus manos en el pódium, “ en las candentes llamas del infierno.”


Maite cerro sus ojos y exhaló. Había sido solo un sueño. Desafortunadamente, ésta era su realidad.

Soltó un respiro y descansó su barbilla en sus manos, recordando su olvidada respuesta de la nota de Molly. Estaba doblada en sus manos. Ahora parecía estúpido y precipitada. Mejor no responder, para Molly no saber que había afectado a Maite.

Un avión de papel aterrizó en su antebrazo izquierdo. Miró hacia la lejana esquina izquierda de la clase, donde Arriane se sentó y le dio un exagerado guiño.

Maite no había tenido la oportunidad de hablar con Arriane durante todo el día. Pero cómo pudo Arriane saber que Maite se había ido con William? Mientras la Srta. Sophia estaba ocupada con una representación de los nueve círculos del infierno con sombras, Maite observó a Arriane lanzar otro avión perfecto de papel a su escritorio.

También Molly.

Lo atrapó en el momento justo para tomar el avión entre sus uñas negras, per Maite no iba a dejar ganar esta vez. Le arrancó el avión de las manos de Molly, rasgando su ala desde el centro. Maite había tenido suficiente tiempo para guardar la rasgada notas antes de que la Srta. Sophia se las arrebatara. “Maite y Molly,” ella dijo, mordiendo sus labios y poniendo sus manos en el pódium. “Yo esperaría que lo que sea que las dos estén discutiendo en tan irrespetuosa mandadera de notas pudiera ser dicho frente a toda la clase.”

“M-Molly estaba diciendo,” Maite tartamudeó, “que ella no está de acuerdo con su punto de vista de cómo es el infierno. Ella tiene sus propias ideas.”

“Bueno, Molly, si tú tienes un esquema diferente del inframundo, me gustaría escucharlo.”

“Qué demonios,” Molly murmuró en tono bajo. Se aclaró la garganta y se paró. “Bueno, usted ha descrito la boca de Lucifer como el lugar más bajo en el infierno, que es el por qué todos los traidores terminan ahí. Pero para mí,” dijo ella, como si hubiera ensayado sus líneas, “yo pienso que el lugar más tortuoso en el infierno”-tomó una larga y dramática mirada hacia Maite-“no debería ser no solo reservada para los traidores, sino también para los cobardes. Los más débiles y desvergonzados perdedores. Porque para mí quiénes son los traidores? Al menos ellos tomaron una decisión. Pero los cobardes? Solamente corrieron lejos mordiéndose las uñas y muy asustados para hacer algo. Que es mucho peor.” Ella tosió, “Maite!” y se aclaró la garganta. “Pero esa es sólo mi opinión.” Se sentó.

“Gracias, Molly,” dijo la Srta. Sophia cuidadosamente, “estoy segura todos nos sentimos iluminados.”


Maite no lo hacía. Ella había dejado de escuchar a la mitad de la rabia de Molly, cuando sintió un espeluznante y enfermo sentimiento en la boca de su estómago.

Las sombras. Los sintió antes de que los viera, burbujeando como alquitrán en el suelo. Un tentáculo de oscuridad se enrolló en su muñeca, y Maite miró hacia abajo aterrorizada. Estaba tratando de meterse en su bolsillo. Estaba yendo por el avión de Arriane. Ni siquiera lo había leído! Metió su puño en su bolsillo y usado dos dedos y toda su voluntad para lanzar la sombra tan fuerte como pudo.

Una cosa asombrosa pasó: La sombra retrocedió, gimiendo como un perro lastimado. Era la primera vez que Maite había sido capaz de hacer eso.

Del otro lado del salón, encontró los ojos de Arriane. Su cabeza estaba levantada y su boca estaba abierta.

La nota-ella debe estar esperando a que Maite lea su nota.

La Srta. Sophia giró la brillante caja. “Creo que mi artritis ha tenido suficiente Infierno por una noche.”Rió entre dientes, animando a los estudiantes tontos a que rieran con ella. “Si todos volvieron a leer los siete ensayos críticos que asigné en Paradise Lost, creo que estarán más que preparados para el examen de mañana.”

Mientras los demás estudiantes se apresuraron para guardar sus cosas en sus bolsones y desaparecer del salón, Maite desdobló la nota de Arriane:

Dime que él no te dio esa pobre charla de “Yo nunca he sido quemado”.

Ouch. Ella definitivamente necesitaba hablar con Arriane y descubrir qué era lo que ella sabía exactamente de William. Pero antes.

Él estaba parado ante ella. La hebilla del cinturón de plata brillo ante sus ojos. Ella tomó una bocanada de aire y miró hacia su rostro.

Los ojos violeta-grisáceos de William se miraban descansados. No le había hablado a él en dos días, desde que él la dejó en el lago. Era como si el tiempo que él había pasado alejado de ella lo hubiera rejuvenecido.

Maite se dio cuenta que todavía tenía la reveladora nota abierta sobre su escritorio. Ella tragó saliva y la metió en su bolsillo.

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Mensaje por tamalevyrroni Jue Oct 08, 2015 11:33 am

“Quería disculparme por dejarte tan repentinamente el otro día,” dijo William, sonando extrañamente formal. Maite no sabía si ella debía aceptar esta disculpa, pero él no le dio tiempo de responder. “Creo que lograste regresar a tierra firme.”

Ella trató de sonreír. Pasó por su mente el decirle a William sobre el sueño que ella había tenido, pero afortunadamente se dio cuenta de que sería muy raro. “Qué te pareció la sesión de repaso?” William parecía retraído, duro, como si ellos nunca habían hablado antes. Tal vez estaba bromeando.

“Fue una tortura,” respondió Maite. Siempre había molestado a Maite cuando las chicas listas pretendían que no les gustaba algo solo porque asumían que eso era lo que un chico quería escuchar. Pero Maite no estaba fingiendo; había sido realmente una tortura.

“Bien,” dijo William, pareciendo complacido. “Tú también lo odiaste?”

“No,” dijo crípticamente, y ahora Maite deseaba hacer mentido para sonar más interesada de lo que realmente estaba.

“Así que… te gustó,” le dijo ella, queriendo decir algo, cualquier cosa para mantenerlo allí junto a ella, hablando. “Qué fue lo que exactamente te gustó?” “Tal vez la palabra “gustar” no es la correcta.” Después de una larga pausa, él dijo, “Está en mi familia… estudiar estas cosas. Creo que no puedo evitar sentir la conexión.”

Le tomó un momento a Maite para comprender totalmente sus palabras. Su mente viajaba hacia el viejo y maloliente sótano donde ella había alcanzado a ver la única página del archivo de William. El archivo que decía que William Grigori había pasado la mayor parte de su vida en un Orfanato de los Ángeles. “No sabía que tenías familia,” dijo ella.

“Por qué pensarías eso?” William se burló.

“No lo sé… entonces, digo, si tienes?”

“La pregunta es porqué asumiste que sabías algo sobre mi familia- o sobre mí?” Maite sintió que su estómago caía en picada. Ella vio el flash de Peligro: Alerta de Acosadora en los alarmados ojos de William. Y ella sabía que había estropeado las cosas con él otra vez.

“D.” Roland se apareció detrás de ellos y puso su mano en el hombro de la camisa de William. “Quieres quedarte para ver si hay alguna otra lectura de un año, o nos vamos a ir?”

“Si,” William dijo calmadamente, dándole a Maite una mirada de reojo. “Vámonos de aquí.”

Por supuesto- obviamente- ella tenía que haberse ido hace mucho tiempo. Como, al primer momento de haber de divulgado cualquier detalle del archivo de William. Una persona inteligente y normal hubiera esquivado esa conversación, o cambiado de tema hacia algo menos raro, o por lo menos, mantener su gran boca cerrada.

Capítulo 10

Donde hay humo

"¿Qué estás esperando?" Preguntó Penn apenas un segundo después de que William se hubiera ido con Roland. "Vamos". Tiró de la mano de Maite.

"¿A dónde?" Preguntó Maite. Su corazón seguía golpeando por la conversación con William - y desde el punto de vista de que él se fuera. La forma en que sus esculpidos hombros cortaban en el pasillo le hacía parecer más grande que el mismo William.

Penn golpeó ligeramente a un lado de la cabeza de Maite. "¿Hola? A la biblioteca, como te he dicho en mi nota..." Ella captó la expresión en blanco de Maite. "¿Tú no recibiste ninguna de mis notas?" Ella se golpeó la pierna, frustrada. "Pero yo se la entregué a Todd para que se la pasara a Cam, para que él te la pasara a ti".

"Pony Express". Cam se metió en frente de Penn y presentó a Maite dos trozos doblados de papel colocados entre el índice y el dedo medio.

"Dame un descanso. ¿Tu caballo murió de agotamiento en el camino?" Resopló Penn, cogiendo las notas. "Te los di, como hace una hora. ¿Por qué te llevó tanto tiempo? Tú no los leíste. "

"Por supuesto que no." Cam se llevó la mano a su amplio pecho, ofendido. Llevaba un grueso anillo negro en su dedo del medio. "Si recordáis, Maite se metió en problemas por pasarse notas con Molly. "

"No me estaba pasando notas con Molly."

"No importa", dijo Cam, cogiendo las notas de la mano de Penn y entregándoselas, finalmente, a Maite. "Yo sólo estaba mirando por tus intereses. Esperando la oportunidad adecuada."

“Bueno, gracias.” Maite se metió las notas en su bolsillo y le dio a Penn un encogimiento de hombros del tipo que-quieres-que-le-haga.

"Hablando de esperar el momento adecuado", dijo él, "Yo estaba fuera el otro día y vi esto". Sacó un pequeño joyero de terciopelo rojo y lo mantuvo abierto para que Maite lo viera.

Penn le dio un codazo a Maite en el hombro en su intento de echar un vistazo. En el interior, se encontraba una fina cadena de oro de la que colgaba un pequeño colgante circular con una línea esculpida en el centro y una pequeña cabeza pequeña de serpiente en la punta. Maite le miró. ¿Se estaba burlando de ella?

Él tocó el colgante. "Pensé que, después de lo del otro día... Quería ayudarte a enfrentar el miedo ", dijo en un tono casi nervioso, con miedo de que no lo aceptara.

¿Debería aceptarlo? "Sólo bromeaba. Me gustó. Es único, me recordó a tí. "

Era único. Y muy hermoso, y Maite se sintió extrañamente indigna.

"¿Fuiste de compras?" Se encontró preguntando, porque era más fácil hablar de cómo Cam había dejado el campus que de lo que hubiera sido preguntar ¿por qué a mí? "Pensé que una de las normas de la escuela es que todos estamos atrapados aquí".

Cam levantó la barbilla ligeramente y sonrió con los ojos. "Hay maneras", dijo en voz baja. "Yo te las mostraré en algún momento. ¿Te las podría mostrar esta noche? "

"Cam, cariño," dijo una voz detrás de él. Era Gabbe, golpeándole en el hombro. Una sección delgada en la parte frontal de su cabello era un trenzado francés y la cubría hasta detrás de la oreja, como una banda casi perfecta. Maite la miró celosamente. "Necesito tu ayuda para preparar algo," ronroneó Gabbe.

Maite miró a su alrededor y se dio cuenta que eran las únicas cuatro personas que quedaban en el salón de clases.

"Voy a hacer una pequeña fiesta en mi habitación más tarde," dijo Gabbe, apretando la barbilla en el hombro de Cam para hacer frente a Maite y a Penn. "Y - todos vienen, ¿no?"

Gabbe, cuya boca parecía siempre pegajosa por el brillo de labios, y con ese pelo rubio, que nunca dejaba de zumbar en el segundo justo en el que un hombre comenzaba a hablar con Maite. Incluso aunque William le hubiera dicho que no había nada entre ellos, Maite sabía que ella nunca iba a ser amiga de esta chica.

Entonces otra vez, tú no quieres parecer alguien que quiere a ir a su fiesta, especialmente cuando algunas otras personas que a ti te gustaban, probablemente estén allí...

¿O debería ella aceptar la oferta de Cam? ¿Estaba realmente sugiriendo que se escaparan?

Sólo ayer, un rumor había volado por toda la clase cuando Jules y Phillip, la pareja con la lengua agujereada, no se había presentado para la clase de la señorita Sophia. Al parecer, ellos habían tratado de salir de la escuela en medio de la noche, para una cita secreta en algún lugar incorrecto -- y ahora estaban en algún tipo de confinamiento solitario, cuya ubicación aún no era conocida por Penn.

Lo más extraño de todo fue que la señorita Sophia - que por lo general no toleraba los susurros-no calló a los estudiantes que susurraban chismes locamente durante la lección. Era casi como si quisiera que los estudiantes tuvieran la facultad de imaginar el peor castigo posible por romper alguna de sus normas dictatoriales.

Maite tragó, mirando a Cam. Él le ofreció su codo, haciendo por completo caso omiso a Gabbe y a Penn. "¿Qué dices, niña?", Preguntó, sonando tan encantadoramente a clásico de Hollywood que Luce se olvidó de lo que le había sucedido a Jules y a Phillip.

"Lo siento". Interrumpió Penn, respondiendo a ambos y tirando del codo de Maite. "Pero tenemos otros planes".

Cam miró a Penn como si estuviera tratando de averiguar de dónde había venido tan repentinamente. Él hacía que Maite se sintiera como una versión más fresca, de sí misma. Y tenía una manera de cruzarse en su camino en el momento correcto después de que William la hubiera hecho sentir exactamente todo lo contrario. Pero Gabbe seguía flotando a su lado, y el agarre de Penn era cada vez más fuerte, así que finalmente Maite sólo agitó la mano que aún sostenía el regalo de Cam.

"¡Um, tal vez la próxima vez! ¡Gracias por el collar! "

Dejando detrás de ellas a unos confundidos Cam y a Gabbe en la clase, Penn y Maite salieron fuera de Agustín. Se sentía raro estar solas en el oscuro edificio tan tarde, y Maite podría decir por el ruido que hacían las sandalias de Penn delante de ella en la escalera que ella sentía lo mismo, también.

Afuera, había viento. Una lechuza cantó en su árbol de palmito. Cuando pasaron bajo los robles al lado del edificio, había desordenados zarcillos de musgo español cepillándolos como mechones de pelo enmarañado.

"¿Tal vez la próxima vez?" Penn imitó la voz de Maite. "¿Qué fue eso?"

"Nada... No lo sé. "Maite quería cambiar de tema. "Tú no sonaste muy elegante, Penn," dijo ella, riendo mientras caminaba a lo largo de los lugares comunes.

Maite abrió la primera de las notas de Penn, que parecía una página fotocopiada de uno de los archivos clandestinos:

Gabrielle Givens, Cameron Briel, Maite Price

Todd Hammond

Ubicaciones anteriores:

Todos en el Nordeste, con excepción de T. Hammond

(Orlando, Florida)

Arriane Alter

William Grigori

Mary Margaret Zane Ubicaciones anteriores: Los Ángeles, California

El grupo de Maite se indicaba que llegó a Sword & Cross el 15 de septiembre de este año. El segundo grupo había llegado el 15 de marzo, de tres años antes.

"¿Quién es Mary Margaret Zane?" Preguntó Maite, señalando. "Justamente la muy virtuosa Molly ", dijo Penn.

“¿El nombre de Molly es Mary Margaret? No es de extrañar que esté tan cabreada con el mundo", dijo Maite. "¿Así que de donde obtienes todo esto?"

"Busqué un poco en una de las cajas que la señorita Sophia se llevó el otro día," Dijo Penn. "Es la escritura de Sophia."

Maite la miró. "¿Qué significa? ¿Por qué habría necesidad de escribir esto? Pensaba que tenían todas nuestras fechas de llegada por separado en nuestros archivos"

"Ellos las tienen. No puedo entenderlo, sin embargo ", dijo Penn. "Y quiero decir, que aunque tú te presentaste al mismo tiempo que los otros niños, no es como si tuvieras algo en común con ellos. "

Yo no podría tener menos en común con ellos", dijo Maite, que visualizando la mirada esquiva que Gabbe siempre le daba.

Penn se rascó la barbilla. "Pero cuando Arriane, Molly y William vinieron, ellos ya se conocían. Creo que provenían de la misma casa a medio camino en Los Ángeles."

En algún lugar había una clave para la historia de William. Tenía que ser para él algo más que un centro de rehabilitación en California. Pero pensando en cómo sería su reacción – aparte del horror que sentiría al saber que Maite quería saber más de él - bueno, la hizo sentir que todo lo que ella y Penn estaban haciendo era inútil e inmaduro.

"¿Cuál es el punto de todo esto?" Preguntó Maite, molesta de repente.

"No me puedo imaginar por qué la señorita Sophia estaría recopilando toda esa información. Aunque la señorita Sophia llegó a Sword & Cross el mismo día que Arriane, William, y Molly... "Penn se apagó. "¿Quién sabe? Tal vez no significa nada. Aquí mencionan un poco de los archivos de William, me imaginé que querrías que te mostrara cada cosa que encontrara. Por lo tanto Anexo B. "

Ella señaló hacia la segunda nota en la mano de Maite.

Maite suspiró. Parte de ella quería dejar la búsqueda y dejar de sentir vergüenza sobre William. Otra insistente parte de ella todavía anhelaba llegar a conocerle mejor... lo cual, curiosamente, era mucho más fácil de hacer cuando él no estaba presente para darle nuevos motivos para sentirse avergonzada.

Miró hacia abajo a la nota, una fotocopia de un carnet antiguo de biblioteca. Grigori, W. Los Vigilantes: Mito Medieval Europa. Serafín Press, Roma, 1755. Número de Teléfono: R999.318 CR!

"Suena como si uno de los antepasados de William fuera un erudito", dijo Penn, leyéndolo por encima del hombro de Maite.

"Esto debe de haber sido lo que quiso decir," dijo Maite en voz baja. Miró a Penn. "Me dijo que el estudio de la religión estaba en su familia. Esto debe ser lo que quería decir."

"Pensé que era huérfano".

"No preguntes," dijo Maite, agitando su mano. "Es un tema delicado para él." Pasó la el dedo sobre el título del libro. "¿Qué es un Vigilante?"

"Sólo hay una manera de averiguarlo", dijo Penn. "Aunque podemos vivir para lamentarlo. 'Porque esto suena como un libro, posiblemente, el más aburrido de todos”. Sin embargo, añadió, golpeando sus nudillos en su camisa, “Me tomé la libertad de controlar el catálogo. El libro debe de estar en las estanterías. Puedes darme las gracias más tarde. "

"Está bien." Maite sonrió. Estaba ansiosa por llegar a la biblioteca. Si alguien en la familia de William había escrito un libro, no podía ser aburrido. O no para Maite, de todos modos. Pero entonces ella miró la otra cosa que tenía en la mano. La caja de terciopelo de Cam.

"¿Qué crees que significa esto?", Le preguntó a Penn, mientras comenzaba a caminar hasta el mosaico de azulejos de las escaleras de la biblioteca.

Penn se encogió de hombros. "Tus sentimientos sobre las serpientes". "El odio, la agonía, la paranoia extrema, y el disgusto," Maite enlistó.

"Tal vez es como... Está bien, yo solía tener miedo de los cactus. No me podía ni acercar a ellos -- No te rías, ¿alguna vez te has pinchado con una de esas cosas? Permanecen en tu piel durante varios días. De todos modos, un año, para mi cumpleaños, mi papá me compró como once plantas de cactus. Al principio yo quería deshacerme de ellas. Pero entonces, tú sabes, me acostumbré a ellas. Dejé de darme la vuelta a cada momento en el que yo estaba cerca de uno. Al final, lo superé totalmente".

"Así que estás diciendo que el regalo de Cam," dijo Maite, "es en realidad muy dulce"

"Supongo", dijo Penn. "Pero si hubiera sabido que estaba loco por ti, yo no le hubiera confiado nuestra correspondencia privada. Lo siento. "

"Él no está loco por mí," empezó a decir Maite, tocando la cadena de oro, dentro de la caja, imaginando cómo sería el aspecto contra su piel, ella no le había contado nada a Penn acerca de su día de campo con Cam, pero realmente no sabía por qué. Esto tenía que ver con William, y con cómo Maite aún no sabía si quería estar o no estar - con cualquiera de ellos.

"Ja". Cacareó Penn. "¡Lo que significa que a ti te gusta un poco! Le engañas con William. Yo no puedo mantener eso contigo y tus hombres. "

"Como si estuviera pasando algo con cualquiera de ellos," dijo Maite con tristeza. "¿Crees que Cam leyó las notas?"

"Si lo hizo, y todavía te dio ese collar", dijo Penn, "entonces a él realmente le gustas.

Entraron en la biblioteca y las pesadas puertas dobles dieron un golpe sordo detrás de ellas. El sonido resonó en la sala. La Srta. Sophia levantó la vista de las montañas de papel que cubrían su escritorio en penumbras.

"Oh, hola, chicas", dijo, sonriendo de manera tan amplia que Maite se sentía culpable de nuevo por la zonificación que llevó a cabo durante su conferencia. "¡Espero que hayáis disfrutado de mi breve sesión de estudio!" dijo prácticamente cantando.

"Mucho." Maite asintió con la cabeza, aunque no había nada escrito al respecto. "Nosotras vinimos aquí para revisar un par de cosas más antes del examen. "

"Así es", intervino Penn. "Usted nos inspiró".

"¡Qué maravilloso!" Susurró la Srta. Sophia a través de su documentación. "Tengo una nueva lista de lectura en alguna parte. Estaré encantada de haceros una copia."

"Genial", Mintió Penn, dando Maite un pequeño empujón hacia las estanterías. “¡Nosotras la haremos saber si la necesitamos! "

Más allá de escritorio de la señorita Sophia, la biblioteca estaba en silencio. Maite y Penn iban ojeando los números identificativos mientras pasaban de estante en estante hacia los libros de religión. Las luces Energy Saving detectaban el movimiento y se suponía que lo hacían cada vez que cruzaban un pasillo, pero sólo la mitad de ellas funcionaban. Maite se dio cuenta de que Penn aún sostenía su brazo, y luego se dio cuenta de que no quería que lo dejara de hacer.

Las muchachas llegaron a la sección de estudios que por lo general estaba llena de gente, donde sólo había una lámpara de mesa quemada. Todo el mundo debía de estar en la fiesta de Gabbe. Todo el mundo excepto Todd. Él tenía los pies subidos en la silla en frente de él y parecía estar leyendo una mesa de café del tamaño de un atlas mundial. Cuando las niñas caminaban hacia él, las miró con una desmejorada expresión que quería decir que estaba muy bien solo o ligeramente molesto por haber sido perturbado.

"Chicas es tarde para estar aquí", dijo categóricamente.

"Igual para ti," replicó Penn, sacándole la lengua dramáticamente.

Cuando habían puesto algunos estantes entre ellas y Todd, Maite arqueó una ceja a Penn. "¿Qué fue eso?"

"¿Qué?" Dijo Penn enfurruñada. "El coquetea conmigo." Cruzó los brazos sobre el pecho y se quitó con una floritura el pelo marrón de sus ojos. "Como si".

"¿Estás en cuarto grado?" Maite bromeó.

Penn le clavó el dedo a Maite con una intensidad que hubiera hecho saltar a Maite si ella no se hubiera estado riendo. "¿Sabes de alguien más que quisiera profundizar contigo en la historia de la familia de William Grigori? Creo que no. Déjame en paz".

Para entonces, habían llegado a la esquina trasera de la biblioteca, donde todos los 999 libros se organizaban a lo largo de una estantería de un solo color. Penn se agachó y localizó los libros – pasando sus dedos por los lomos de los libros, Maite sintió un temblor, como si alguien recorriera su cuello con un dedo. Estiró la cabeza alrededor y vio una espiral de color gris. No negra, como eran las sombras por lo general, sino más ligera, más delgada. Pero igualmente indeseada.

Observó con los ojos muy abiertos, como la sombra se extendía en un largo rizo directamente hacia la cabeza de Penn. Bajaba lentamente, como si estuviera enhebrando una aguja y Maite no quería pensar en lo que podría suceder si tocaba a su amiga. El otro día en el gimnasio había sido la primera vez que la sombra la había tocado - y aún se sentía violada, casi sucia. Ella no sabía qué otra cosa podían ellos hacer.

Nerviosa, insegura, Maite estiró un brazo como si fuera una bate de baseball. Tomó un respiro profundo y se lanzó hacia adelante. Ella se erizó al contacto frío mientras ella golpeaba la sombra lejos—y golpeaba la cabeza de Penn.

Penn presionó sus manos contra su cráneo y miró a Maite en shock. “Cuál es tu problema?”

Maite se sentó junto a ella y tocó la parte de arriba del cabello de Penn, “Lo siento. Había… Pensé que vi una abeja… aterrizar en tu cabeza. Me asusté. No quería que te picara.”

Ella podía sentir cuan totalmente pobre esa excusa era y esperó a que su amiga le dijera que estaba loca—por qué estaría una abeja en una biblioteca? Ella esperó a que Penn se fuera.

Pero el rostro redondo de Penn se suavizó. Ella tomó la mano de Maite entre las de ella y las agitó. “Las abejas me aterrorizan también,” ella dijo. “Soy mortalmente alérgica. Básicamente, tú me salvaste la vida.”

Fue como si tuviéramos un gran momento de conexión—sólo que no lo era, porque Maite estaba completamente consumida por las sombras. Si tan sólo pudiera alejarlas de su cabeza, quitarse la cosa de la sombras, sin asustar a Penn. Maite tenía un fuerte e inquieto presentimiento sobre esta sombra grisácea clara. La uniformidad de las sombras nunca había si reconfortante, pero estas últimas variaciones eran nuevas en un nivel desconcertante. Significaba que más clases de sombras estaban encontrando la manera de llegar a ella? O sólo era que ella se estaba haciendo mejor en distinguirlas? Y qué hay sobre ese extraño momento durante la lectura de la Srta. Sophia, cuando ella, prácticamente, pinchó a una sombra lejos de su bolsillo? Lo había hecho sin pensar, y no tenía razón para esperar que sus dos dedos pudieran hacerle algo a las sombras, pero ellos habían—ella dio un vistazo alrededor de los estante—al menos temporalmente.

Ella se preguntaba si ella había tenido clase de precedente por interactuar con las sombras. Excepto a eso a lo que ella había hecho con la sombra rondando sobre la cabeza de Penn que no sabía si era “interactuar”—incluso Maite sabía que era un eufemismo. Un frío y enfermizo sentimiento creció en su interior cuando se dio cuenta que lo que ella había comenzado a hacerle a las sombras era más bien… pelear con ellas.

“Es la cosa más extraña,” Penn habló desde el piso. “Debería ser justo aquí entre El Diccionario de los Ángeles y este horrible incendio de Billy Graham y de la cosa de sulfúrica.” Ella miró hacia donde estaba Maite. “Pero ese no está.”

“Pensé que dijiste—“

“Lo hice. La computadora lo había enlistado en los estantes cuando busqué esta tarde, pero no podemos conectarnos en la computadora a estas horas de nuevo.”

“Be a preguntarle a Todd,” Maite sugirió. “Tal vez él esté usándolo como pasta para sus Playboys.”

“Qué asco.” Penn le golpeó su muslo.

Maite sabía que sólo había hecho esa broma para tratar de bajar un poco su decepción. Era tan frustrante. Ella no podía encontrar nado sobre William sin correr contra una pared. Ella no sabía lo que podría encontrar en esas páginas del libro de su tátara-tara lo que sea, pero al menos le diría algo más sobre William. Lo cual era mejor que nada.

“Quédate aquí,” dijo Penn, levantándose. “Le voy a ir a preguntar a la Srta. Sophia si alguien lo ha sacado hoy.”

Maite la observó irse sobre el largo corredor hacia el escritorio de enfrente. Ella se rió cuando Penn apretó el paso cuando pasó por el área donde Todd estaba sentado.

Sola en la esquina de atrás, Maite rozó con los dedos otros libros en los estantes. Ella hizo una rápida y mental revisión de todos los estudiantes en Sword & Cross, pero ella no podía pensar en nadie para sacar un libro viejo y religioso. Tal vez la Srta. Sophia lo había usado como referencia para su sesión de repaso en la mañana. Maite se preguntó qué debió de haber sido para William el sentarse allí, escuchando a la bibliotecaria hablar sobre cosas que habían sido probablemente temas de “la cena” en su casa cuando él estaba creciendo. Maite quería saber cómo había sido la infancia de William. Qué le había pasado a su familia? Había sido su educación en el orfanato religiosa? O había sido su infancia como la de ella, en donde las únicas cosas religiosas eran buenas notas y honores académicos? Ella quería saber si William había leído este libro escrito por su ancestro y qué había pensado de él, y si a él le gustaba escribir. Ella quería saber qué estaba haciendo justo ahora en la fiesta de Gabbe y cuándo era su cumpleaños y qué talla de zapato usaba y si él alguna vez desperdició un segundo de su tiempo pensando en ella.

Maite sacudió su cabeza. Este tren de pensamientos se estaba dirigiendo directamente a la Ciudad Patética, y ella quería bajarse. Sacó el primer libro del estante –la cubierta aburrida de tela del Diccionario de Ángeles—y decidió distraerse leyendo hasta que Penn regresara.

Ella había ido tan lejos como el ángel caído Abbadon, quien re arrepintió de estar del lado de Satanás y constantemente lamentaba su mala decisión— bostezo—cuando un sonido fuerte sonó sobre su cabeza. Maite miró hacia arriba para ver la luz roja de la alarma de incendios.

“Alerta. Alerta,” una monótona voz robótica anunciaba en el altavoz. “La alarma de incendios ha sido activada. Evacúen el edificio.”

Maite deslizó el libro de regreso en el estante y comenzó a caminar. Ellos habían hecho esta clase de cosa en Dover todo el tiempo. Luego de un tiempo, había llegado al punto donde ni siquiera los maestros habían puesto las tareas contra incendios, así que el departamento de Bomberos había comenzado a poner la alama para que las personas respondieras. Maite podía ver a los administradores en Sword & Cross sacando la misma cosa. Pero cuando ella comenzó a caminar hacia la salida, fue sorprendida hallándose tosiendo. Había fuego real en la biblioteca.

“Penn?” ella gritó, escuchando el eco de su voz en sus oídos. Ella sabía que sería ensordecido por el ruido de la alarma. El olor acre el humo hizo que ella regresara al fuego de la noche con Trevor. Imágenes y sonidos flotaban en su cabeza, cosas que ella había almacenado tan profundamente en su memoria que bien podrían haber sido borradas. Hasta ahora. Los sorprendentes ojos blancos de Trevor con la luz anaranjada. Los zarcillos individuales de llamas mientras el fuego se dispersaba entre cada uno de sus dedos. El agudo e interminable grito que resonaba en su cabeza como una sirena mucho después de que Trevor se hubiera dado por vencido. Y todo el tiempo, ella había estado allí parada, observando, ella no podía dejar de ver, paralizada en ese baño de calor. Ella no había sido capaz de moverse. Ella no había sido capaz de hacer algo para ayudarlo. Así que había muerto.

Sintió un agarre de una mano en su muñeca izquierda y se volteó, esperando ver a Penn. Era Todd. Lo blanco en sus propios ojos era enorme, y él estaba tosiendo también.

“Tenemos que salir d aquí,” él dijo, respirando rápido. “Creo que la salida está en la parte de atrás.”
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WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada - Página 2 Empty Re: WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Jue Oct 08, 2015 11:34 am

“Qué hay de Penn y la Srta. Sophia?” Maite preguntó. Ella se estaba sintiendo débil y mareada. Se estregó los ojos. “Estaban por allá.” Cuando ella apuntó hacia el pasillo hacia la entrada, ella podía ver cuánto el humo se había vuelto más espeso en esa dirección. Todd se miró inseguro por un segundo, pero luego asintió. “Está bien,” él dijo, mantenido agarrada la muñeca de ella mientras se agachaban y corrían hacia las puertas principales de la biblioteca. Fueron hacia la derecha cuando un corredor se miraba lleno de humo, se encontraron viendo hacia una pared de libros sin ninguna pista de hacia dónde correr. Los dos se pararon para respirar. El humo que hace sólo un momento había estado sobre sus cabezas ahora presionaba suavemente en sus hombros. Aún agachándose en él, estaban ahogándose. Y no podía ver nada más que un par de pasos frente a ellos. Asegurándose de mantenerse aferrada de Todd, Maite dio una vuelta en círculo, repentinamente insegura de cuál dirección ellos habían venido. Ella corrió sintió un metal caliente de uno de la pila. Ella ni siquiera podía ver las etiquetas en los lomos. Estaban en la sección de la W o de las O’s?

No habían pistas que los guiaran hacia Penn y la Srta. Sophia, y ninguna pista que los guiaran a la salida tampoco. Maite sintió un pánico que la llenó, haciendo más difícil respirar, “Ellas ya debieron haber salido por las puertas de enfrente!” Todd gritó, sonando medio convencido. “Tenemos que regresar!” Ella casi podía ver a Todd, quien estaba parado justo en frente de ella. Él tenía razón, pero cuál era el camino de regreso? Maite asintió silenciosamente, y sintió su mano tomando la de ella. Por un largo tiempo, ella se movió sin saber a dónde se estaban dirigiendo, pero mientras ellos corrían, el humo se desvaneció, poco a poco, hasta que, eventualmente, ella vio el brillo rojo de un letrero de salida. Maite dio un suspiro de alivio mientras Todd buscaba por la manija de la puerta y finalmente la abrió.

Estaban en un pasillo que Maite jamás había visto. Todd somató la puerta detrás de ellos. Ellos jadearon y llenaron sus pulmones con aire limpio. Sabía tan bien, que luce quería hundir sus dientes en él, beber un galón de él, bañarse con él. Ella y Tood tosieron el humo fuera de sus pulmones hasta que comenzaron a reírse, una inquieta, casi aliviada risa. Ellos se rieron hasta que ella estaba llorando. Pero incluso cuando Maite terminó de llorar y toser, sus ojos continuaban lagrimeando. Cómo podía respirar en este aire cuando ella ni siquiera sabía qué le había pasado a Penn? Si Penn había logrado salir—si ella estaba tirada en algún lugar de adentro—entonces Maite había fallado a alguien a quien le importaba de nuevo. Sólo que esta vez sería mucho peor.

Ella se limpió los ojos y vio una nube de humo arremolinarse debajo de la rajadura de la base de la puerta. Aún no estaban a salvo. Había otra puerta al final del pasillo. A través del panel de cristal de la puerta, Maitee podía ver el tambaleo de una rama de un árbol en la noche. Exhaló. En unos momentos, estarían afuera, lejos de estos humos intoxicantes. Si eran lo suficientemente rápidos, podían ir a la entrada frontal y asegurarse de que Penn y la Srta. Sophia habían salido.

“Vamos,” Maite le dijo a Todd, quien estaba doblado, respirando con dificultad. “Tenemos que seguir.”

Él se enderezó, pero Maite podía ver que estaba realmente mal. Su rostro estaba rojo, sus ojos eran salvajes y mojados. Ella prácticamente tuvo que arrastrarlo hasta la puerta. Ella estaba tan concentrada en salir de allí que le tomó un rato procesar el pesado silbido que había caído sobre ellos, silenciando las alarmas. Ella miró hacia la tormenta de sombras. Un espectro de sombras grises y negras. Ella sólo debía ser capaz de ver un poco más sobre el techo, pero las sombras parecían de alguna manera extenderse sobre los límites. En un extraño y escondido cielo. Todas estaban amontonadas unas sobre otras, pero aún así, de alguna manera eran distintas. En medio de ellas estaba la sombra más clara y grisácea que ella había visto anteriormente. Era de forma alargada como una aguja, pero ahora se miraba como la llama de un fósforo. Se balanceó hacia ellos en el pasillo. Ella realmente había ofendido a esa oscuridad amorfa cuando había amenazado con rasguñar la cabeza de Penn? El recuerdo hizo que sus palmas le picaran y sus dedos se enrollaran.

Todd comenzó a golpearse contra las paredes, como si estuvieran cerrándose en ellos. Maite sabía que estaban en ningún lugar cerca de la puerta. Ella tomó su mano, pero sus sudorosas palmas se deslizaron una de la otra. Ella enrolló sus dedos fuertemente alrededor de su muñeca. Él estaba tan pálido como un fantasma, se encogieron cerca del piso, casi besándolo. Un quejido aterrorizante se escapó de sus labios.

Era porque el humo ahora estaba llenando el pasillo?

O era porque él también podía ver las sombras también? Imposible.

“Maite?” Su voz se agitó.

Otra horda de sombras se levantó directamente en su camino. Una manta de negro intenso se extendió sobre las paredes e hizo imposible para Maite el ver el suelo. Ella vio a Todd—podía verlo?

“Corre!” ella gritó.

Podía él correr? Su rostro estaba lleno de ceniza y sus párpados se cerraron. Él estaba en el borde de desmayarse. Pero luego, repentinamente se miraba como si él estuviera llevándola. O algo los estaba arrastrando.

“Qué demonios?” Todd chilló.

Sus pies se levantaron del suelo sólo por un momento. Se sintió como montando una ola en el océano, una suave cresta que la levantaba más alto, llenando su cuerpo con aire. Maite no sabía hacia dónde se dirigía—ella ni siquiera podía ver la puerta, sólo un montón de sombras alrededor. Cerca de ella pero no la tocaron. Ella debería haber estado horrorizada, pero no lo estaba.

De alguna manera se sentía protegida de las sombras, como si algo la estuviera escudando—algo fluido pero impenetrable. Algo familiar.

Algo fuerte, pero gentil. Algo—casi demasiado rápido, ella y Todd estaban en la puerta. Sus pies tocaron el suelo de nuevo, y ella se lanzó contra las puertas de emergencia.

Luego suspiró algo ahogado. Luego jadeó. Y se rió.

Otra alarma estaba sonando. Pero esta sonaba muy lejos. El aire le rozó su cuello. Estaban afuera! Parados en una pequeña cornisa. Un montón de escaleras llevaban hacia el área comunal, e incluso cuando todo en su cabeza se sentía nublado y lleno de humo, Maite pensó que podía escuchar las voces de alguien cerca. Ella se volteó para tratar de saber qué era lo que había sucedido. Cómo ella y Todd habían salido a través de esa gruesa, negra e impenetrable sombra? Y qué era esa cosa que los había salvado? Maite sintió su ausencia.

Ella casi quería regresar para buscarla.

Pero el pasillo estaba oscuro, y sus ojos todavía estaban llenos de lágrimas, y ella ya no podía distinguir las retorcidas formas de las sombras. Tal vez se habían ido. Luego hubo un destello de luz, algo que se miraba como el tronco de un árbol con ramas—no, como un torso muy largo, con anchos miembros. Una pulsante, casi violeta columna de luz moviéndose arriba de ellos. Eso hizo que Maite pensara, absurdamente, en William. Ella estaba viendo cosas. Ella tomó un gran respiro y trató de quitar las lágrimas de humo de sus ojos. Pero la luz todavía estaba ahí. Ella sentía más que escucha que eso la llamaba, calmándola, una de cuna en medio una zona de guerra.

Así que ella no vio venir a la sombra.

La embistió a ella y a Todd, rompiendo su agarre del uno del otro y lanzando a Maite en el aire.

Ella aterrizó al final de las escaleras. Un agonizante gruñido se escapó de sus labios.

Capítulo 11

Brusco despertar

"¿Tienes miedo?" Preguntó William. Tenía la cabeza inclinada hacia un lado, su pelo rubio se despeinó por una brisa suave. Estaba agarrado de la mano de ella, y mientras apretaba firmemente alrededor de su cintura, fue lo más suave y ligero como seda. Sus dedos se colocaban detrás de su desnudo cuello.

¿Estaba asustada? Por supuesto que no. Ella estaba con William. Por fin. En sus brazos. La cuestión más cierta que estaba tirando en la parte posterior de su mente. Debería tener miedo? Ella no podía estar segura.

Ella ni siquiera sabía dónde estaba.

Se podía oler la lluvia en el aire, muy cerca. Pero tanto ella como William estaban secos. Podía sentir un vestido largo blanco que fluía hasta sus tobillos. Sólo hubo un poco de luz del día. Maite sintió una puñalada por a ver perdido la puesta de sol, como si no hubiera nada que pudiera hacer para impedirlo. De alguna manera sabía que estos rayos de luz final eran tan preciosos como las últimas gotas de miel en el frasco.

"¿Te quedarás conmigo?", Preguntó. Su voz era lo más ligero de susurro, casi anulado por un gemido de un trueno. Una ráfaga de viento se arremolinaba alrededor de ellos, el cepillado del pelo de Maite en sus ojos, William se cruzó de brazos con más fuerza a su alrededor, hasta que pudo respirar el aliento, el olor de su piel sobre la suya.

"Para siempre", respondió en voz baja. El dulce sonido de su voz la lleno. Hubo un pequeño arañazo en el lado izquierdo de su frente, pero se le olvidó como William le tomó la mejilla y la llevó más cerca de la cara. Echó la cabeza hacia atrás y sintió la totalidad de su cuerpo ir con holgura las expectativas.

Al fin, al fin, sus labios cayeron sobre las de ella con una urgencia que la dejó sin aliento. La besó como si ella le pertenecía a él, con tanta naturalidad como si fuera una perdida hace mucho tiempo parte de él que al menos podía reclamar.

Entonces la lluvia comenzó a caer. Se empapó sus cabellos, corría por el rostro y en sus bocas. La lluvia era cálida y embriagadora, como los besos sí mismos. Maite alcanzó en la espalda para acercarlo más, y sus manos se deslizaron sobre algo. Pasó una mano sobre ella, y luego otro, en busca de sus límites, y luego miró la cara brillante pasado de William.

Algo se despliega detrás de él.

Alas. Brillante e irisado, superando poco a poco, sin esfuerzo, brillando en la lluvia. Ella había visto antes, tal vez, o algo parecido en alguna parte.

"William", dijo, jadeando. Las alas consumieron su visión y su mente. Parecían remolino en un millón de colores, lo cual le dolía la cabeza. Ella trató de buscar en otra parte, en otro sitio, pero en todos lados, todo lo que podía ver, además de William fueron los rosas y azules infinitos del cielo del atardecer. Hasta que miró hacia abajo y tomó en una última cosa.

El suelo.

Miles de metros debajo de ellos.

***

Cuando abrió los ojos, era demasiado brillante, la piel muy seca, y había una división de dolor en la parte posterior de su cabeza. El cielo se había ido y también William.

Otro sueño.

Sólo que ésta dejó sentir casi enferma de deseo.

Ella estaba en una habitación de paredes blancas. Acostada en una cama de hospital. A su izquierda, una fina cortina de papel había sido arrastrada al otro lado del cuarto, la separa de algo animado en el otro lado.

Maite con cautela tocó el punto débil en la base de su cuello y gimió.

Trató de orientarse. Ella no sabía dónde estaba, pero tenía una clara sensación de que ella no estaba en Sword & Cross por más tiempo. Su vestido blanco era ondulante, ella le acarició, era una bata de hospital. Podía sentir cada parte de su sueño, todo, y las alas. Habían sido tan reales. El toque de tan aterciopelada y fluida. Tenía el estómago revuelto. Cerraba y abría los puños, híper- consciente de su vacío.

Alguien agarró y apretó la mano derecha. Maite volvió la cabeza rápidamente y se estremeció. Había asumido que estaba sola. Gabbe se sentó en el borde de la silla de un descolorida silla azul que parecía, molesto, para que saques el color de sus ojos.

Maite quería separarse de ella, o al menos, que la separasen de ella, pero luego Gabbe le dio la más cordial sonrisa, que Maite se sintió de algún modo seguro, y se dio cuenta que se alegraba de que no estaba sola.

"¿Cuánto de esto fue un sueño?", Murmuró.

Gabbe rió. Ella tenía un bote de crema de la cutícula en la mesa junto a ella, y ella empezó a frotar el blanco, con aroma de limón en las uñas de Maite. "Todo depende", dijo, masajeando los dedos de Maite. "Pero los sueños nunca mienten. Yo sé que cada vez que siento que mi mundo gira al revés, los motivos no me gustan una manicura. "

Maite miró hacia abajo. Maite se pregunta si todos estos años, que había estado perdiendo.

"¿Dónde estamos?", Preguntó. "Lullwater Hospital".

Su primer viaje fuera del campus y acabó en un hospital a cinco minutos de la casa de sus padres. La última vez que había estado aquí era cuando tuvo que conseguir los tres puntos de sutura en el codo cuando se había caído de su bicicleta. Su padre no había salido de su lado. Ahora estaba por ningún lado.



"¿Cuánto tiempo llevo aquí?", Preguntó.

Gabbe miró el reloj blanco en la pared y dijo: "Ellos te encontraron desmayada por la inhalación de humo ayer por la noche alrededor de las once. Es un procedimiento operativo de pie para llamar a técnicos de emergencias médicas cuando se encuentran un niño de reforma inconsciente, pero no te preocupes, Randy dijo que te van a dejar salir de aquí muy pronto. Tan pronto como sus padres dan el visto bueno-"

"Mis padres están aquí?"

"Y llenos de preocupación por su hija, hasta las puntas del cabello permanente de tu madre. Están en el pasillo, haciendo el papeleo. Yo les dije que estaría pendiente de ti. "

Maite gemía y apretaba su rostro en la almohada, llamando a un dolor profundo en la parte posterior de la cabeza de nuevo.

"Si no quieres verlos...”

Pero no fue Maite gimiendo sobre sus padres. Ella se moría por ver a sus padres. Estaba recordando la biblioteca, el fuego, y la nueva generación de sombras que se hizo más terrible cada vez que la encontró. Habían sido siempre oscuro y desagradable, que siempre la ponía nerviosa, pero anoche, había casi parecía como si las sombras quería algo de ella. Y luego estaba lo otro, la fuerza de levitación que la había liberado.

"¿Qué es esa mirada?" Gabbe preguntó, ladeando la cabeza y agitando su mano en el aire desde la cara de Luce. "¿Qué estás pensando?"

Maite no sabía qué hacer con la bondad repentina de Gabbe hacia ella. Asistente de la enfermera no se parece exactamente el tipo de actuación sería voluntario para Gabbe, y no era así había algún chico alrededor de cuya atención se puede monopolizar. Gabbe ni siquiera se parece a Maite. Ella no sólo se muestra aquí por su propia voluntad, ¿verdad?

Pero incluso tan bonito como Gabbe estaba, no había manera de explicar lo que había pasado la noche anterior. El macabro, la recopilación de indecible en el pasillo. La sensación surrealista propulsado hacia adelante por la oscuridad. La extraña figura de peso de la luz.

"¿Dónde está Todd?" Maite preguntó, recordando los ojos de miedo del niño. Se había perdido el control sobre él, se fue volando, y entonces...

El telón de papel fue arrojado repentinamente hacia atrás, y aquí estaba Arriane, usando los patines en línea y un rojo y blanco uniforme color caramelo. Su pelo corto y negro se retorcía en una serie de nudos en la parte superior de la cabeza. Se rodó en, llevando una bandeja en la que había tres cáscaras de coco cubierto con luces de neón de color paja parecían paraguas.

"Ahora déjame aclarar esto", dijo en una garganta, voz nasal. "Usted pone la cal en el coco y bebidas a los dos arriba, whooa, caras largas. Qué, estoy interrumpiendo? "

Arriane de ruedas a una parada a los pies de la cama de Maite. Extendió un coco con un paraguas de color rosa flotando.

Gabbe levantó de un salto y se apoderó de la primera de coco, dando su contenido una aspiración. "Arriane, ha sido a través de un trauma", regañó. "Y para su información, lo que interrumpió fue el tema de Todd."

Arriane arrojó sus hombros hacia atrás. "Precisamente por eso se necesita algo con una patada", argumentó, sosteniendo la bandeja posesivamente, mientras ella y Gabbe participan en una mirada hacia abajo.

"Bien", Arriane dijo, mirando fuera de Gabbe. "Voy a darle su bebida vieja y aburrida." Le dio a Maite el coco con la pajilla azul.

Maite debe haber sido en algún tipo de post-traumático aturdido. ¿Dónde se han conseguido estas cosas? Las cáscaras de coco? Paraguas beber? Era como si hubiese estado a cabo en la escuela de reforma y de despertar en el Club Med.

"¿Dónde se agarraron estas cosas?", Preguntó. "Quiero decir, gracias, pero-" "Tenemos en común nuestros recursos, cuando lo necesitamos," dijo Arriane.

"Roland ayudado".

Los tres se sentaron sorber el helado, bebidas dulces por un momento, hasta Maite no podía soportarlo más. "Así que volver a Todd ...?"

"Todd", dijo Gabbe, aclarándose la garganta. "Pensar es... que él inhalado mucho mas humo que tu"

"No," escupió Arriane. "Se rompió el cuello."

Maite con voz entrecortada y Gabbe golpeó el paraguas de Arriane.

"¿Qué?" Arriane dijo. "Maite puede manejarlo. Si se va a encontrar el tiempo, ¿por qué endulzarlo? "

"La evidencia es aún concluyente", dijo Gabbe, haciendo hincapié en las palabras.

Arriane encogió de hombros. "Maite estaba allí, ella debe haber visto-"

"No vi lo que pasó con él", dijo Maite. "Estuvimos juntos y luego de alguna manera nos echaron de separación. Tuve un mal presentimiento, pero yo no lo sabía ", susurró. "Así que es...”

"Lo de este mundo", Gabbe dijo en voz baja.

Maite cerró los ojos. Un escalofrío a través de ella que no tenía nada que ver con la bebida. Recordó golpes frenéticos de Todd en las paredes, su mano apretando la suya sudorosa cuando las sombras rugió sobre ellos el terrible momento los dos habían escindido y que había sido demasiado superar para ir con él.

Había visto las sombras. Maite estaba seguro de ello ahora. Y él había muerto. Después de Trevor muerto, no había pasado una semana sin una carta de odio, encontrando su manera de Maite. Sus padres comenzaron a tratar de EFP por correo antes de que pudiera leer las cosas venenosas, pero también es mucho lo que le llegó. Algunas letras fueron escritas a mano, algunos fueron escritos, uno incluso había sido cortado de una revista de letras, el estilo de rescate de la nota. Asesino. Bruja. Se había llamado a sus nombres lo suficientemente cruel para llenar un álbum de recortes, causó bastante sufrimiento para mantener encerrada dentro de la casa todo el verano.

Ella pensó que había hecho mucho para pasar de la pesadilla: dejar atrás su pasado cuando llegó a la Espada y la Cruz, centrándose en sus clases, hacer amigos ... oh Dios.

Ella contuvo el aliento. "¿Qué hay de Penn?", Preguntó, mordiéndose los labios. "Multa de Penn," Arriane dijo. "Ella es todo de primera página-historia, testigo presencial-a-la del fuego. Ella y la señorita Sofía salieron, con olor a humo enfrenta a una Georgia Oriente, pero no peor para el desgaste. "

Maite soltó el aliento. Por lo menos hubo una buena noticia. Pero en el papel, hojas delgadas de enfermería, que estaba temblando. Pronto, seguramente el mismo tipo de gente que había llegado a ella tras la muerte de Trevor vendría a ella de nuevo. No sólo los que escribió las letras enojado. Dr. Sanford. Su agente de libertad condicional. La policía.

Al igual que antes, había de esperar a tener toda la historia reconstruida. Para recordar todos los detalles. Pero, por supuesto, igual que antes, no podía ser capaz de hacerlo. Un minuto, que había estado a su lado, sólo dos de ellos. El siguiente

"Maite!" Penn irrumpieron en la sala, con un gran globo de helio marrón. Tenía la forma de una "curita" y dijo Stick It Out en azul letras cursivas. "¿Qué es esto?"-Preguntó ella, pintura esmalte transparente en el coco de Maite-mano libre.

"Sí," Arriane cacareó. "Únete a nosotros. Estábamos a punto de jugar Verdad o castigo. Te dejaremos ir primero”.

Gabbe trató de encubrir su risa con un delicado estornudo falso.

Penn se puso las manos en las caderas. Maite sentí mal por ella, y fue también un poco de miedo. Penn se ve bastante feroz.

"Uno de nuestros compañeros murió anoche," Penn cuidadosamente enunciada. "Y Maite podría haber sido mucho daño". Sacudió la cabeza. "¿Cómo pueden ustedes dos jugar en un momento como este?" Ella olió. "¿Es que el alcohol?"

"Ohhhh", Arriane dijo, mirando a Penn, su rostro era serio. "Usted le gustaba, ¿no?"

Penn tomó una almohada de una silla detrás de ella y lo tiraron en Arriane. La cosa era, Penn tenía razón. Era extraño que Arriane y Gabbe tomaban la muerte de Todd ... casi a la ligera. Al igual que vieron este tipo de cosas suceden todo el tiempo. Al igual que no les afectan la forma en que afecta Maite. Pero no podían saber lo que sabía acerca de Maite últimos momentos de Todd.

Ellos no podían saber por qué se sentía tan enferma. Dio unas palmaditas en el pie de la cama para Penn y le entregó lo que quedaba en su helado de coco.

"Salimos a la puerta de atrás y, luego--," Maite ni siquiera podía decir las palabras. "¿Qué pasó contigo y la señorita Sofía?"

"Sólo fui hacia allí a preguntarle acerca de--" Miró a las otras dos niñas más, y luego, le dio a Maite una mirada de complicidad. "Esta pregunta que yo tenía. Ella no sabía la respuesta, pero me quería mostrar otro libro.”

Maite había olvidado sobre la pequeña búsqueda de Penn a la noche anterior. Parecía tan lejos y tan fuera de lugar después de lo que había sucedido.

"Tomamos dos pasos de escritorio de la señorita Sofía," Penn continuó, "y no hubo esta explosión masiva de la luz con el rabillo del ojo. Quiero decir, he leído acerca de la combustión espontánea, pero esto era ... "

Ellos no podían saber por qué se sentía tan enferma. Dio unas palmaditas en el pie de la cama para Penn y le entregó lo que quedaba en su helado de coco.

"Salimos a la puerta de atrás y, luego--," Maite ni siquiera podía decir las palabras. "¿Qué pasó contigo y la señorita Sofía?"

"Sólo fui hacia allí a preguntarle acerca de--" Miró a las otras dos niñas más, y luego, le dio a Maite una mirada de complicidad. "Esta pregunta que yo tenía. Ella no sabía la respuesta, pero me quería mostrar otro libro.”

Maite había olvidado sobre la pequeña búsqueda de Penn a la noche anterior. Parecía tan lejos y tan fuera de lugar después de lo que había sucedido.

"Tomamos dos pasos de escritorio de la señorita Sofía," Penn continuó, "y no hubo esta explosión masiva de la luz con el rabillo del ojo. Quiero decir, he leído acerca de la combustión espontánea, pero esto era ... "

Las tres niñas fueron inclinándose hacia adelante para entonces. La historia de Penn fue noticia de primera plana.

"Algo tuvo que haberlo empezado," Maite dijo, tratando de imaginar el escritorio de la señorita Sofía en su mente. "Pero yo no pensaba que había alguien más en la biblioteca."

Penn sacudió la cabeza. "No hubo. Srta. Sofía dijo que debía haber un cable en cortocircuito en una lámpara. Lo que pasó fue que en el fuego había una gran cantidad de combustible. Todos sus documentos se quemaron.”

Ella chasqueó los dedos.

"Pero ella está bien?" Maite preguntó, tocando el bajo como el papel de su bata de hospital.

"Perturbada, pero está bien", dijo Penn. "Los rociadores llegaron a tiempo, pero creo que perdió un montón de sus cosas. Cuando le contaron lo que le sucedió a Todd, era casi como que estaba demasiada aturdida como para siquiera entender.”

"Tal vez estamos demasiado insensibles para entender", dijo Maite. Esta vez Gabbe y Arriane asintieron con la cabeza a cada lado de ella. "los padres de Todd, saben?"- Preguntó ella, preguntándose cómo diablos iba a explicarle a su propio padre lo que había sucedido.

Los imagino llenando el papeleo en el vestíbulo. ¿La querrán ver? ¿Se conecta la muerte de Todd con Trevor... y rastrear tantas historias horribles de nuevo a ella?

"Oí a Randy en el teléfono con los padres de Todd", dijo Penn. "Creo que se está llenando una demanda. Su cuerpo está siendo enviado de vuelta a la actualidad de Florida más tarde”.

Eso fue todo? Maite ingestión.

"Sword & Cross tiene un servicio conmemorativo para él, el jueves," Gabbe dijo en voz baja. "William y yo vamos a ayudar a organizarla."

“¿William?” Maite repitió antes de que pudiera controlarse. Miró a Gabbe, e incluso en su dolor, Estado afectada, no podía ayudar a revertir su imagen inicial de la niña: labios color rosa, rubia seductora.

"Él fue quien los encontró a los dos anoche," dijo Gabbe. "Te llevó desde biblioteca hasta la oficina de Randy."

William la había llevado a ella? ... Al igual que en sus brazos alrededor de su cuerpo? El sueño se apresuró a regresar y la sensación de volar, no, de flotar, ella abrumó. Se sentía demasiado atada hasta en su cama. Ella sufría por el mismo cielo, la lluvia, la boca, los dientes, lengua en la suya de nuevo. Su rostro se puso caliente, primero con el deseo, y luego, con la imposibilidad angustiosa de alguna de que ocurriera alguna vez mientras estaba despierta. Las gloriosas, alas no las únicas cosas fantásticas acerca de ese sueño. En La vida real, William sólo la llevaría a la estación de la enfermera. Nunca lo quiere, no tomarla en sus brazos, así no.

"Uh, Maite, ¿estás bien?" Penn preguntó. Ella se abanicaba las mejillas enrojecidas con su paraguas beber.

"Bien", dijo Maite. Era imposible empujar afuera las alas de su mente. Para olvidar la sensación de su rostro sobre el suyo. "recuperándome, supongo."

Gabbe le acarició la mano. "Cuando nos enteramos de lo que pasó, le hablamos dulcemente a Randy para que nos dejara venir a visitarte", dijo, fijando sus ojos. "No queríamos que te despertaras sola."

Hubo un golpe en la puerta. Maite esperado ver las caras nerviosas de sus padres, pero nadie entró Gabbe se levantó y miró a Arriane, que no hizo ademán de levantarse. "Ustedes quedarse aquí. Yo me encargaré de esto”.

Maite aún estaba superado por lo que había dicho acerca de William. A pesar de que no tenía ningún sentido en absoluto, ella quería que se le fuera de esa puerta.

"¿Cómo está?"-Preguntó una voz en un susurro. Pero Maitee oyó. Era él. Gabbe murmuró algo.

"¿Qué es todo esto?” Randy gruñó fuera de la habitación. Maite conocía con el corazón encogido que las horas de visita habían terminado. "El que me habló en lo que le permite gamberros se etiqueta a lo largo de una detención. Y no, Grigori, no voy a aceptar las flores como sobornos. Todos ustedes, entren en la furgoneta. "

Al oír la voz del asistente, Arriane y Penn se encogieron, y luego se apresuraron a esconder la cáscara de coco debajo de la cama. Penn se metió el paraguas beber dentro de su estuche de lápices y Arriane exprimo el aire con algunos perfume de vainilla almizcle. Maite se puso un pedazo de chicle de menta.

Penn amordazado flotando en una nube de perfume, se inclinó rápidamente a Maite y le susurró: "Tan pronto como estás de vuelta en tus pies, vamos a encontrar el libro. Creo que sería bueno para nosotros, tanto para mantenerse ocupados, mantener nuestras mentes en otras cosas”.

Maite apretó la mano de Penn dándole las gracias y sonrió a Arriane, que parecía demasiado ocupada.

Fue entonces cuando Randy irrumpió por la puerta. "Más congregan!- Exclamó ella-. "Increíble".

"Estábamos justo--" Penn comenzó a decir.

"Irse." Randy terminó de decir. Ella tenía un ramo de peonías blancas silvestres en la mano. Extraño. Esos eran los favoritos de Maite. Y era tan difícil de encontrar la flor por aquí.

Randy abrió un gabinete bajo el fregadero y arraigada de alrededor de un minuto, y luego sacó un pequeño vaso lleno de polvo. Ella lo llenó de agua turbia del grifo, relleno las peonías aproximadamente dentro, y los coloco sobre la mesa, junto a Maite. "Estas son de tus amigos," dijo, "que todos los que ahora hacen sus salidas".

La puerta estaba abierta, y Maite pudo ver a William apoyándose contra el marco. Su barbilla se levantó y sus ojos grises estaban llenas con preocupación. Se reunió a Maite con la mirada y le dio una pequeña sonrisa. Cuando se apartó el pelo de sus ojos, Maite pudo ver una pequeña herida de color rojo oscuro en la frente.

Randy dirigido por Penn, Arriane, y Gabbe por la puerta. Maite no podía apartar los ojos de William. Levantó una mano en el aire y con la boca lo que pensaba que era lo siento, justo antes de Randy los sacara a empujones.

"Espero que no te llevan a cabo", dijo Randy, al acecho en la puerta con un gesto indiferente

"¡Oh, no!" Maite sacudió la cabeza, dándose cuenta de lo mucho que había llegado a confiar en la lealtad de Penn y la forma peculiar Arianne de iluminación, incluso el estado de ánimo más sobrio. Gabbe, también había sido verdaderamente bueno con ella. Y William aunque apenas lo había visto, había hecho más para devolverle la paz de la mente de lo que nunca podría conocer. Había venido a ver cómo en ella. Había estado pensando en ella.

"Bien", dijo Randy. "Debido a las horas de visita no se ha terminado."

Una vez más, el corazón de Maite recogió mientras esperaba para ver a sus padres. Pero no fue sólo un clic rápido en el suelo de linóleo, y pronto Maite vio la diminuta figura de la señorita Sofía. Detrás de ella caminaba un hombre bajito y calvo con un traje, y dos oficiales de policía, uno gordito y otro delgado, ambos con retroceso de líneas de cabello y los brazos cruzados.

El oficial de policía gordito era más joven. Se sentó en la silla junto a Maite, y al darse cuenta de que nadie más se había trasladado a sentarse-volvió a levantarse y volvió a cruzar los brazos.

El calvo se acercó y le ofreció a Maite su mano. "Yo soy el señor Schultz, abogado de Sword & Cross." Maite rígidamente estrechó la mano. "Estos oficiales sólo van a hacerle un par de preguntas. Nada de lo que se utilizará en un tribunal, sólo un esfuerzo para corroborar los detalles del accidente”

"Y yo insistía en estar aquí durante el interrogatorio, Maite," la señorita Sofía añadió, adelantándose a acariciar el pelo de Maite. "¿Cómo estás querida?" Susurró. "En un estado de shock amnésico?"

"Estoy bien-"

Maite se interrumpió cuando vio a dos figuras en la puerta. Estuvo a punto de echarse a llorar cuando el oscuro y rizado pelo de su mama, y las grandes gafas de carey de su padre. "Mamá", susurró, demasiado bajo para que nadie oiga. "Papá".

Se apresuraron hacia la cama, arrojando sus brazos y apretando las manos. Quería abrazarlos, pero se sentía demasiado débil para hacer mucho más que quedarse quieta y disfrutar de las comodidades de su contacto. Sus ojos parecían tan asustados como los de ella.

"Cariño, ¿qué pasó?" Se preguntó mamá. Ella no podía decir una palabra.


"Les dije que eras inocente," dijo la señorita Sofía, volviéndose a los oficiales. "Grandes similitudes ser condenados".

Por supuesto que sabía la historia del accidente de Trevor, y por supuesto la policía se encuentra... notable a la luz de la muerte de Todd. Maite tenía suficiente práctica con los oficiales de policía para saber que sólo iba a salir de ellos frustrado y molesto.

El policía había delgadas largas patillas que se iban gris. Su archivo abierto en la mano parecía requerir su atención, porque ni una sola vez la mirada hacia ella.

" Sra. Price ", dijo con un acento sureño lento. "¿Por qué usted y el Sr. Hammond estaban solos en la biblioteca a una hora tan tarde, cuando todos los otros estudiantes estaban en una fiesta?"

Maite les da una mirada a sus padres. La cara de su padre era tan blanca como la sábana.

"Yo no estaba con Todd", dijo, sin entender la línea de las preguntas. "Yo estaba con Penn, amiga mía. Y la señorita Sofía estaba allí. Todd estaba leyendo por su cuenta y cuando comenzó el incendio, perdí Penn, y Todd fue el único que pude encontrar. "

"El único que se podía encontrar... para hacer qué?"

"Espera un minuto". Schultz dio un paso adelante para interrumpir la policía. "Este fue un accidente, me permito recordarle a usted. Usted no está interrogando a un sospechoso. "

"No, quiero responder", dijo Maite. Había tanta gente en esta sala pequeña que no sabía dónde buscar. Miró a la policía. "¿Qué quieres decir?"

"¿Es usted una persona enojada, Sra. Price?" Agarró la carpeta. "¿Te llamas a ti misma una solitaria?"

"Esto es suficiente", dijo su padre interrumpió.

"Sí, Maite es un estudiante seria," la señorita Sofía agregó. "No tenía ninguna mala voluntad hacia Todd Hammond. Lo que sucedió fue un accidente, nada más. "

El oficial miró hacia la puerta abierta, como si quisiera Srta. Sofía se trasladaría a sí misma fuera de ella. "Sí, señora. Bueno, con estos casos, la reforma de la escuela, dando el beneficio de la duda, no es siempre la más responsable”

"Te diré todo lo que sé", dijo Maite, calambre su ficha en el puño. "Yo no tengo nada que ocultar".

Se llevó a través de él era mejor que pudo, hablando despacio y con claridad para que ella no plantear nuevas preguntas para sus padres, por lo que la policía podría tomar notas. Ella no se dejó caer en la emoción, que parecía exactamente lo que todos esperaban. Y, dejando de lado el aspecto de las sombras, la historia hizo mucho sentido.

Se había corrido por la puerta de atrás. Habían encontrado la salida al final de un largo pasillo. Las escaleras se redujo con rapidez, abruptamente de la cornisa, y que ella y Todd habían estado funcionando con tanta fuerza, que no podía dejar de sí mismos de caer por la escalera. Ella perdió la pista, se golpeó la cabeza lo suficiente para despertar aquí doce horas más tarde. Eso era todo lo que recordaba.

Ella les dejó muy poco que se disputaban. No era sólo su verdadera memoria de la noche para lidiar con ella-por su cuenta.

Cuando todo terminó, el Sr. Schultz dio a los oficiales de policía una inclinación estás satisfecho de su cabeza, y la señorita Sofía sonrió Maite, como si juntos se había logrado algo imposible. La madre de Maite dejó escapar un largo suspiro.

"Vamos a reflexionar sobre esto en la estación", dijo el oficial fina, el cierre de archivo

Maite con resignación, parecía querer ser agradeció por sus servicios.

Luego, el cuatro de ellos salió de la habitación y ella estaba sola con sus padres.

Ella les dio su mejor tomar-me-mirar a casa. Los labios de su madre se estremeció, pero su padre sólo se ingiere.

"Randy va a llevar de vuelta a Espada y la Cruz esta tarde", dijo. "No me mires tan sorprendido, la miel. El médico dijo que está bien”.

"Más bien", agregó su mamá, pero ella parecía incierta.

Había dio unas palmaditas en el brazo. "Nos vemos el sábado. Dentro de pocos días más".

Sábado. Cerró los ojos. Día de los Padres”. Ella había estado esperando desde el momento en que había llegado a Espada y la Cruz, pero ahora todo se vio empañado por la muerte de Todd. Sus padres se parecía deseoso de salir de ella. Tenían una forma de no querer hacer frente a la realidad de tener una hija de reforma escolar. Eran tan normal. Ella no podía culparlos.

"Descansa un poco ahora, Maite", dijo su padre, inclinándose a besarla en la frente. "Usted ha tenido una noche larga y difícil".

"Pero-"

Estaba agotada. Se cerró brevemente los ojos y al abrirlos, sus padres ya estaban saludando desde la puerta.

Arrancó una flor blanca gorda del vaso y se lo llevó lentamente a su cara, admirando las hojas profundamente amado y pétalos frágiles, la aún húmeda gotas de néctar en el interior de su centro. Aspiró el olor suave de la flor, picante.

Trató de imaginar la manera en que se han visto en manos de William. Trató de imaginar de dónde había sacado, y lo que había en su mente.

Fue una extraña elección de la flor. Peonías silvestres no crecen en los humedales de Georgia. Ni siquiera tener a la tierra de su padre en el jardín en Thunderbolt. Es más, estos no se parecía a ninguna peonía que Maite había visto antes. Las flores eran tan grandes como las palmas de sus manos ahuecadas, y el olor le recordaba a algo que ella no podía poner su dedo.
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Mensaje por tamalevyrroni Jue Oct 08, 2015 11:36 am

Capitulo Doce

En polvo

En el brumoso atardecer sobre el cementerio, un buitre describía círculos. Dos días habían pasado desde la muerte de Todd, y Maite no había sido capaz de comer o dormir. Ella estaba parada en un vestido negro sin magas en la cuenca del cementerio, donde todo Sword & Cross se había reunido para presentar sus respetos a Todd. Como si una poco entusiasta ceremonia de una hora fuera suficiente. Especialmente tomando en cuenta que la única capilla del campus había sido convertida en una piscina, y la ceremonia había tenido que ser levada a cabo en el sombrío pantano del cementerio. Desde el accidente, la escuela había estado en receso, y los profesores habían sido la definición de labios-cerrados. Maite había pasado los últimos dos días evitando las miradas fijas de los otros estudiantes, quienes la miraban con diversos grados de sospecha. Los que ella no conocía muy bien parecían mirarla con un leve indicio de miedo. Otros, como Roland y Molly, la miraban fijamente en una manera distinta y sin vergüenza, como si hubiera algo oscuramente fascinante en su supervivencia. Ella soportaba los ojos escrutadores lo mejor que podía durante clase, y estaba agradecida en la noche cuando Penn se dejaba caer para dejarle un humeante jarro de té de jengibre, o Arriane deslizaba un sucio Mad libs1 bajo su puerta.

Ella estaba desesperada por cualquier cosa que alejara su mente de ese intranquilo y esperando-el-otro-zapato-para-avanzar sentimiento. Porque ella sabía que estaba viniendo. En la forma de una segunda visita, ya sea de la policía, o de las sombras-o ambas.

Esa mañana, un anuncio les había informado que la tarde social sería cancelada por respeto a la muerte de Todd, y que las clases serían terminadas un ahora antes, de modo que los estudiantes tuvieran tiempo de cambiarse y llegar al cementerio a las tres en punto. Como si toda la escuela no estuviera ya vestida para un funeral todo el tiempo. Maite nunca había visto tanta gente congregada en un lugar del campus. Randy estaba estacionada al centro del grupo en una falda gris plisada hasta la pantorrilla y gruesos zapatos negros con suela de goma. La Srta. Sophia con ojos brumosos y el Sr. Cole blandiendo un pañuelo estaban de pie tras ella en ropas de luto. La Sra. Tross y el entrenador Diante estaban de pie en un grupo de negro con otro grupo de otros facultativos y administrativos que Maite nunca había visto antes.

Los estudiantes estaban sentados en filas ordenadas alfabéticamente. En el frente, Maite podía ver a Joel Bland, el chico que había ganado la carrera de natación la semana pasada, sonándose en un sucio pañuelo. Maite estaba en la tierra de ninguna parte de las P, pero ella podía ver a William, molestamente posicionado en las G, junto a Gabbe, dos filas adelante. Él estaba vestido impecablemente en una ajustada chaqueta negra a rayas, pero su cabeza parecía colgar más abajo que las de los demás a su alrededor. Incluso desde atrás, William se manejó para lucir devastadoramente sombrío.

Maite pensó en las blancas peonias que él le había llevado. Randy no al había dejado llevarse el florero con ella cuando abandonó la enfermería, así que Maite había llevado las flores hasta su pieza y volviéndose muy ingeniosa, cortado la parte de arriba de una botella plástica de a5g5ua con un par de tijeras de manicure.

Las flores eran fragantes y tranquilizadoras, pero el mensaje que ellas ofrecían era poco claro. Usualmente cuando un chico te daba flores, tú no tenías que buscar segundos significados a sus sentimientos. Pero con William, esas clases de hipótesis eran siempre una mala idea. Era mucho más seguro asumir que el se las había llevado porque eso era lo que tú hacías cuando alguien había pasado por un trauma.

Pero aun así: ¡Él le había llevado flores! Si ella se inclinaba hacia adelante ahora en su silla plegable y miraba hacia su dormitorio, a través de las barras de metal en la tercera ventana desde la izquierda, ella casi podía distinguirlas.

“Con el sudor de tu frente comerás el pan,” un ministro pagado por hora gorjeaba desde el frente de la multitud. “Hasta que vuelvas a la tierra. Porque desde ahí fuiste creado, pues polvo eres, y al polvo volverás.”

Él era un hombre delgado de 70, perdido en su enorme chaqueta negra. Sus desgastados zapatos de gimnasia se deshilachaban en los lazos; su rostro era bronceado y lleno de granos. Él habló en un micrófono unido a una vieja caja de resonancia que parecía ser de los ochenta. El sonido que salía de ella era distorsionado y con acople y difícilmente llegaba a toda la multitud.

Todo sobre este servicio era inadecuado y completamente fuera de lugar. Nadie estaba prestando respeto a Todd estando aquí. El memorial completo parecía más un intento de enseñar a los alumnos cuan injusta puede ser la vida. Qué el cuerpo de Todd no estaba siquiera presente decía mucho sobre la relación de la escuela- o la carencia de esta- con el chico fallecido. Había algo falso sobre estar de pie aquí en medio de esta multitud, algo echo peor por los pocos que estaban llorando. Hizo a Maite sentir como si Todd fuera mucho más un extraño para ella de lo que realmente había sido. Dejen a Todd descansar en paz. Dejen al resto de ellos solo superarlo.

Una lechuza cornuda blanca arrulló en lo alto del roble sobre sus cabezas. Luce supo que había un nido en algún lugar con un grupo de nuevas lechuzas bebe. Ella había estado escuchando el canto asustado de la madre cada noche esta semana, seguido del frenético batir de las alas del padre en el descenso desde su caza nocturna. Y luego había terminado. Maite se levantó desde su silla, sintiéndose débil con la injusticia de todo eso. Todd había sido inocente y ella era culpable, aunque de que, ella no sabia. Mientras ella seguía a los otros estudiantes en la fila única hacia la así llamada recepción, un brazo se enroscó en su cintura y tirándola hacia atrás.

¿William?

Pero no, era Cam.

Sus ojos verdes buscaron los de ella y parecieron distinguir su decepción, lo cual solo la hizo sentir peor. Ella mordió su labio para impedir que se disolviera en un sollozo. Ver a Cam no debería hacerla llorar-ella estaba solo muy desgastada emocionalmente, tambaleándose en el muro del colapso. Ella mordió tan fuerte que saboreo sangre, luego limpio su boca en su mano.

“Hey,” dijo Cam, acariciando la parte de atrás de su cabello. Ella hizo una mueca. Aun tenía el golpe atrás desde cuando ella había golpeado su cabeza en los peldaños. “¿quieres ir a algún lugar a hablar?”

Ellos habían estado caminando con los otros a través del pasto hacia la recepción bajo la sombra de una de los robles. Un grupo de sillas habían sido puestas prácticamente una sobre la otra. Una cercana mesa plegable estaba sembrada con montones de galletas que se veían rancias, sacadas de sus cajas genéricas pero aun en sus envases plásticos. Un bol de ponche de plástico barato había sido llenado con un líquido rojo acaramelado y había atraído muchas moscas, en la forma en que un cuerpo lo haría. Era una recepción tan patética, pocos de los otros estudiantes incluso se molestaron con ella. Maite observó a Penn en un traje con falda negra, saludando con la mano al ministro. William estaba mirando lejos de todos, susurrando algo a Gabbe.

Cuando Maite se giró hacia Cam, sus dedos se deslizo suavemente por su clavícula, luego se demoraron en el hueco de su cuello. Ella inhalo y sintió escalofríos levantarse en su piel.

“Si no te gusta la gargantilla,” el dijo, inclinándose hacia ella, “Puedo conseguirte algo diferente.”

Sus labios estaban tan cerca de rozar su cuello que Maite puso una mano en el hombro de él y se alejo.

“Me gusta,” ella dijo, pensando en la caja que descansaba en su escritorio. Había terminado justo al lado de las flores de William, y ella había pasado la mitad de la noche anterior mirando del uno al otro, ponderando los regalos y las intenciones tras ellos. Cam era mucho más claro, fácil de comprender. Como si el fuera algebra y William fuera calculo. Y ella siempre había amado el cálculo, la forma en que a veces tomaba una hora para comprender un solo problema.

“Creo que la gargantilla es genial,” ella le dijo a Cam. “Solo no he tenido la oportunidad de usarla aun.”

“Lo siento,” dijo él, frunciendo sus labios. “No debería presionarte.”

Su cabello oscuro estaba peinado hacia atrás y mostraba más de su rostro que lo usual. Lo hacía ver más viejo, más maduro. Y la forma en que él la miraba era tan intensa, sus grandes ojos verdes sondeándola, como si aprobara todo lo que ella contenía dentro.

“La Srta. Sophia sigue diciendo que hay que darte espacio estos últimos días. Sé que está en lo correcto, has pasado por mucho. Pero deberías saber cuánto he pensado en ti. Todo el tiempo. He querido verte.”

Él acaricio su mejilla con el dorso de su mano y Maite sintió lagrimas brotar. Ella había pasado por mucho. Y ella se sintió terrible de estar aquí, a punto de llorar, no por Todd- cuya muerte no importaba, y debería haber importado más- sino por razones egoístas. Porque los pasados dos días trajeron de vuelta mucho dolor pasado sobre Trevor y su vida antes de Sword & Cross, cosas que ella pensó ella había superado y que no podría nuca explicar, a nadie. Más sombras con las que luchar. Era como si Cam censara esto, o al menos parte de esto, porque el la acuno dentro de sus brazos, apretando su cabeza contra su fuerte, amplio pecho, y la meció de lado a lado.

“Está bien,” el dijo. “Va a estar bien.”

Y quizá ella no tuvo que explicarle nada a él. Era como si mientras más trastornada ella se sintiera por dentro, más disponible Cam se volvía. ¿Qué si era suficiente solo estar de pie ahí en los brazos de alguien que se preocupaba de ella, dejar su simple afecto sostenerla por un momento?

Se sentía tan bien solo ser sostenida.

Maite no supo como alejarse de Cam. Él siempre había sido tan agradable. Y a ella si le gustaba, pero aun así, por razones que la hacían sentir culpable, él estaba comenzando a molestarla. Él era tan perfecto, y amable, y exactamente lo que ella debería haber necesitado ahora. Era solo…que no era William.

Un pastelillo de cabello de ángel apareció sobre el hombro de ella. Maite reconoció la mano con manicura sosteniéndolo. “Hay ponche allá que necesita ser bebido,” dijo Gabbe, dándole un pastelillo a Cam también. Él miró enojado hacia la parte escarchada de este. “¿Estás bien?” Gabbe le preguntó a Maite.

Maite asintió. Por primera vez, Gabbe había aparecido exactamente cuándo Maite necesitó auxilio. Ellas sonrieron la una a la otra y Maite elevo su pastelillo como agradecimiento. Ella tomó un pequeño, dulce mordisco.

“Ponche suena genial,” dijo Cam a través de dientes apretados. “¿Por qué no nos traes unos pocos vasos, Gabbe?”

Gabbe giró sus ojos hacia Maite. “Hazle una vez un favor a un hombre y él comenzará a tratarte como esclava.”

Maite rió. Cam estaba un poco fuera de línea, pero era obvio para Maite que era los que él estabaMaite se giró, lista para inventar alguna excusa para Cam de que no, ella no podía escabullirse-no ahora, y no con él. Pero no era Cam quien se había acercado y tocado la base de su muñeca con su pulgar.

Era William.

Ella se derritió un poco. Su cita con la llamada del miércoles era en 10 minutos y ella necesitaba desesperadamente escuchar la voz de Callie, o la de sus padres. Para hablar de algo que sucediera fuera de etsas puertas de hierro forjado, algo fuera de la desolación de sus últimos días.

Pero ¿salir de aquí? ¿Con William? Ella se encontró a si misma asintiendo.

Cam iba a odiarla si la veía irse, y él la vería. Él estaría mirándola. Ella podía incluso sentir sus ojos verdes en la parte de atrás de su cabeza. Pero por supuesto que tenía que ir. Ella deslizo su mano dentro de la de William. “Por favor” tratando de hacer.

“Yo iré a traer las bebidas,” dijo Maite, lista para respirar aire. Ella se dirigió hacia la mesa plegable y el bol de ponche. Ella estaba alejando una mosca de la superficie del ponche cuando alguien le susurró al oído.

“¿Quieres salir de aquí?”

Maite se giró, lista para inventar alguna excusa para Cam de que no, ella no podía escabullirse-no ahora, y no con él. Pero no era Cam quien se había acercado y tocado la base de su muñeca con su pulgar.

Era William.

Ella se derritió un poco. Su cita con la llamada del miércoles era en 10 minutos y ella necesitaba desesperadamente escuchar la voz de Callie, o la de sus padres. Para hablar de algo que sucediera fuera de etsas puertas de hierro forjado, algo fuera de la desolación de sus últimos días.

Pero ¿salir de aquí? ¿Con William? Ella se encontró a si misma asintiendo.

Cam iba a odiarla si la veía irse, y él la vería. Él estaría mirándola. Ella podía incluso sentir sus ojos verdes en la parte de atrás de su cabeza. Pero por supuesto que tenía que ir. Ella deslizo su mano dentro de la de William. “Por favor”

Todas las otras veces que se habían tocado, ya sea fue por accidente, o alguno de ellos se había alejado-usualmente William- antes de que el rayo de calor que Maite siempre sentía pudiera evolucionar en un creciente crescendo de calor. No esta vez. Maite miro hacia la mano de William, tomando rápidamente la de ella, y todo su cuerpo quiso más. Más del calor, más del hormigueo, más de William, era casi- no lo bastante-bueno como ella se había sentido en su sueño. Ella difícilmente podía sentir sus pies moverse bajo ella, solo el flujo del toque de él sobreponiéndose.

Fue como si ella solo hubiera pestañeado, y ellos había ascendido hacia las puertas del cementerio. Bajo ellos, lejos, el resto del servicio en memoria se tambaleaba fuera de foco mientras ambos dejaban todo atrás.

William paro repentinamente y, sin aviso, soltó su mano. Ella tembló, fría de nuevo.

“Tú y Cam,” el dijo dejando las preguntas en el aire como una pregunta. ¿Pasan mucho tiempo juntos?”

“Suena como si tú no estuvieras muy feliz con la idea,” ella dijo, sintiéndose inmediatamente estúpida por jugar a la recatada. Ella solo había querido molestarlo por haber sonado un poco celoso, pero su rostro y su tono era muy serios.

“Él no es-“William comenzó a decir. Él miró un halcón de cola colorada aterrizar en un roble sobre sus cabezas. “Él no es suficientemente bueno para ti”

Maite había escuchado a gente decir esa línea miles de veces antes. Era lo que todos siempre decían. No suficientemente bueno. Pero cuando las palabras salieron de los labios de William, ellas sonaron importantes, incluso de alguna forma verdaderas y relevantes, no vagas y desdeñosas en a forma en que la frase siempre había soñado para ella en el pasado.

“Bueno, entonces,” ella dijo en una voz suave, “¿Quién los es?”

William puso sus manos en sus caderas. Él rio para sí mismo por un largo rato. “No lo sé,” dijo finalmente. “Esa es una pregunta terrible.”

No exactamente la respuesta que Maite estaba buscando. “No es como si fuera tan difícil,” ella dijo, hundiendo sus manos en sus bolsillos porque quería acercarse a él. “ser suficientemente bueno para mí.”

Los ojos de William se vieron como si estuvieran decayendo, todo el violeta que había estado en ellos hace un momento de tornó en un profundo, oscuro gris. “Sí,” él dijo. “Sí lo es.”

Él sobó su frente, y cuando lo hizo, su pelo se fue hacia tras solo por un segundo. Lo suficiente. Maite vio una costra en ella. Estaba sanando, pero Maite pudo adivinar que era nueva.

“¿Qué le pasó a tu frente?” ella preguntó, acercándose a él.

“No lo sé,” él espetó, empujando lejos su mano, tan fuerte que ella trastabilló hacia atrás. “No sé de donde vino.”

Él parecía más intranquilo por ella que lo que Maite estaba, lo cual la sorprendió. Era solo un pequeño rasmillón.

Pasos en la grava tras ellos. Ambos se giraron.

“Te dije, no la he visto,” Molly estaba diciendo, soltándose de la mano de Cam mientras subían por el cerro del cementerio,

“Vámonos,” dijo William, detectando todo lo que ella sintió- ella estaba casi segura de que él podía- incluso antes de que ella le lanzara una nerviosa mirada.

Ella supo donde estaban yendo tan pronto como comenzó a seguirlo. Tras el gimnasio- iglesia y dentro de los bosques. Justo como ella había esperado su postura de saltar la cuerda antes de haberlo visto trabajar antes, justo como ella había sabido sobre ese corte antes de verlo.

Ellos caminaron al mismo paso, con pasos justo del mismo largo. Sus pies golpeaban el pasto al mismo tiempo, cada vez, hasta que alcanzaron el bosque.

“Si tu vas a un lugar más de una vez con la misma persona,” William dijo, casi para si mismo, “Supongo que no es solo para ti nunca más.”

Maite sonrió, honrada al darse cuenta de lo que William estaba diciendo: que el nunca había estado en el lago antes con nadie más. Solo ella.

Mientras ellos recorrían el bosque, ella sintió la frialdad de la sombra bajo los árboles sobre sus hombros desnudos. Olía igual que siempre, como la mayoría de los bosques costeros de Georgia lo hacían: una esencia de manto de roble que Maite solía asociar a las sombreas, pero que ella ahora asociaba a William. Ella no debería sentirse segura en ningún lugar después de los que había pasado con Todd, pero cerca de William, Maite sintió como si ella estuviera respirando tranquila por primera vez en días.

Ella tenía que creer que él la estaba trayendo de vuelta debido a la forma en que él se había alejado de ella tan repentinamente la otra vez. Como si ello necesitaran una segunda oportunidad para hacerlo bien. Lo que había comenzado sintiéndose como su primer tipo de casi-cita se había transformado en Maite sintiéndose lastimosamente plantada. William debería haber sabido eso y sentido mal por su tormentosa escapada. Ellos se acercaron a la magnolia que marcaba el punto de avistamiento del lago. El sol dejaba un trazado dorado el agua a medida que se esquinaba en el bosque hacia el oeste. Todo se veía tan diferente en la tarde. Todo el mundo parecía brillar.

William se apoyo en el árbol y la observó mirar el agua. Ella se movió para pararse junto a él bajo las cerosas hojas y las flores, las cuales deberían haber estado muertas para esta época del año, pero se veían tan frescas y puras como flores de primavera. Maite respiro la esencia almizclada, y se sintió más cerca de William que si ella hubiera tenido una razón- y amo que ese sentimiento pareciera venir de ninguna parte.

“No estamos exactamente vestidos para nadar esta vez,” el dijo, apuntando hacia el vestido negro de Maite.

Ella tocó el delicado dobladillo en ojal en sus rodillas, imaginando la consternación de su madre si ella arruinaba un buen vestido porque ella y un chico querían bucear en el lago. “¿quizá solo podemos meter nuestros pies?”

William se movió hacia el camino de pasos rojos que llevaba hacia el agua. Ellos treparon sobre unas gruesas, leonada cañas y pasto del lago y usaron los troncos retorcidos de los robles para mantener su balance, aquí, la arena del lago se trasformaba en guijarros. El agua se veía tan quieta, que ella sintió casi como si pudiera caminar sobre ella.

Maite se saco sus ballerinas (zapato plano) negras y barrio la superficie cubierta de flores de lis con los dedos de sus pies. El agua estaba más helada que como había estado el otro día. William arranco una hebra de pasto del lago y comenzó a trenzar su grueso vástago.

Él la miró. “Alguna vez piensas en salir de aquí-“

“Todo el tiempo,” ella dijo con un quejido, asumiendo que él lo decía porque se sentía igual. Por supuesto, ella quería irse tan lejos de Sword & Cross como fuera posible. Cualquiera lo haría. Pero ella trató al menos de mantener su mente lejos de girar alrededor fuera de control, hacia fantasías de ella y William planeando un escape.

“No,” dijo William “Me refiero, ¿De verdad has considerado ir a otro lugar? ¿Pedirles a tus padres un traslado? Es solo…Sword & Cross no perece ser lo más apto para ti.”

Maite se sentó en una roca opuesta a William y abrazó sus rodillas. Si él estaba sugiriendo que ella era una marginada en medio de un cuerpo de estudiantes llenos de marginados, ella no podía evitar sentirse un poco insultada.

Ella se aclaró la garganta. “No puedo darme el lujo de considerar seriamente otro lugar. Sword & Cross es”-ella hizo una pausa- “prácticamente el último esfuerzo para mí.” “Vamos,” dijo William

“No podrías saber-“

“Podría.” Él suspiró. “Siempre hay otra parada, Maite.”

“Eso es muy profético, William ,” ella dijo. Ella pudo sentir su voz elevándose. “Pero si estas tan interesado en deshacerte de mí, ¿qué estamos haciendo? Nadie te pidió que me arrastraras acá contigo.”

“No,” dijo él. “Tienes razón. Me refiero a que tu no eres como el resto de la gente aquí. Debe haber un lugar mejor para ti.”

El corazón de Maite estaba latiendo rápidamente, lo cual hacia usualmente alrededor de William. Pero esto era diferente. Toda esta escena la estaba haciendo sudar.

“Cuando vine aquí,” dijo ella, “Me hice una promesa de que no el diría a nadie sobre mi pasado, o que hice para aterrizar en este lugar.” William dejo caer su cabeza entre sus manos. “Lo que estoy diciendo no tiene nada que ver con lo que pasó con ese tipo-“ “¿Sabes sobre él?” el rostro de Maite se contrajo. No. ¿Cómo pudo William saber? “Cualquier cosa que Molly te haya dicho…”

Pero ella supo que era demasiado tarde. William había sido el que la encontró con Todd. Si Molly le había dicho algo a él sobre como Maite también había estado implicada en otra misteriosa muerte violenta, ella no podía empezar a imaginar cómo explicarlo. “Escucha,” dijo él, apretando sus manos. “Lo que te estoy diciendo no tiene nada que ver con parte de tu pasado.”

Ella encontró eso difícil de creer. “Entonces ¿tiene que ver con Todd?”

Él negó con la cabeza. “Tiene que ver con este lugar. Tiene que ver con cosas…”

El toque de William empugo algo en su mente. Ella comenzó a pensar en las extrañas sombras que había visto esa noche. La forma en que ellas habían cambiado tanto desde que ella había llegado a esta escuela- desde una sigilosa, perturbadora amenaza a unos casi ubicuos y en toda regla pesadillas.

Ella estaba loca- eso debía ser lo que William sentía en ella. Quizá el pensó que ella era bonita, pero él sabía en lo profundo que ella estaba seriamente perturbada. Eso era porqué él quería que ella se fuera, así el no estaría tentado de involucrarse con alguien como ella. Si eso era lo que William pensaba, él no sabía ni la mitad.

“¿Quizá tiene que ver con las extrañas sombras negras que vi la noche en que Todd murió?” dijo ella, deseando sobresaltarlo. Pero tan pronto como ella había dicho las palabras, ella supo que su intento fue no asustar a William aun más… sino de finalmente decirle a alguien. No era como si ella tuviera mucho más que perder.

“¿Qué fue lo que dijiste?” preguntó él lentamente

“Oh, tu sabes,” dijo ella encogiéndose de hombros ahora, tratando de bajarle el perfil a lo que había dicho recién. “una vez al día o algo así, tengo estas visitas de estas oscuras cosas que llamo las sombras.”

“No seas linda,” Dijo William cortante. Y incluso aunque su tono picaba, ella supo que él tenía razón. Ella odio cuan falsamente indiferente sonó, cuando de verdad ella estaba completamente liquidada. Pero ¿debería decirle? ¿Podría? Él estaba asintiendo para que continuara. Sus ojos parecían extenderse y sacar las palabras desde dentro de ella.

“Ha sido así por los últimos doce años,” ella admitió finalmente, con un profundo estremecimiento. “Solía ser solo por la noche, cuando estaba cerca del agua o de los árboles, pero ahora…” sus manos estaban templando. “Prácticamente no para.”

“¿Qué es lo que hacen?”

Ella podría haber pensado que él solo se estaba burlando de ella, o tratando de de que ella continuara así él podría hacer una broma a sus expensas, excepto que su voz se había puesto rasposa y su rostro había perdido el color.

“Usualmente, ellas comienzan por detenerse justo aquí.” Ella alcanzo la nuca de William y le hizo cosquillas para mostrarle. Por una vez, ella no solo estaba tratando de estar físicamente cerca de él- esta era de verdad la única forma que ella conocía para explicarlo. Especialmente desde que las sombras habían comenzado a invadir su cuerpo en una forma tan palpable y física.

William no se sobresalto, así que ella continuó. “Luego a veces ellas se ponen realmente atrevidas,” ella dijo, arrodillándose y poniendo sus manos en el pecho de él.” Y comienzan a empujarme directamente.” Ahora ella estaba directamente en el rostro de él. Su labio tembló y ella no podía creer que ella estaba realmente abriéndose a alguien- dejando de lado a William- sobre las horribles cosas que ella veía. Su voz bajo hasta un susurro y ella dijo, “Recientemente, ellas no parecen sentirse satisfechas hasta que han”- ella tragó- “tomado la vida de alguien, dejándome tirada sobre mi espalda.”

Ella le dio a los hombros de él el más suave empuje, no intentando afectarlo para nada, pero el toque más ligero de sus dedos fue suficiente para lanzara William al suelo.

La caída de él la tomo tan por sorpresa, que ella accidentalmente perdió su propio balance y aterrizó en una enredada pila sobre él. William estaba totalmente sobre su espalda, mirándola con amplios ojos.

Ella no debería haberle dicho eso, Aquí estaba ella, sobre él, y ella había justo divulgado su más profundo secreto, la cosa que realmente la definía como lunática.







“¿Tu de verdad las ves?” él susurró





“Sí,” ella susurró, deseando levantarse y retirar todo lo dicho. Y aun ella era incapaz de salirse del pecho de William. Ella trató de leer sus pensamientos- que pensaría cualquier persona normal sobre una confesión como la de ella. “Déjame adivinar,” ella dijo tristemente. “Ahora tú estás seguro de que necesito un traslado. A una sala de un psiquiátrico.”





Él se empujo fuera de debajo de ella, dejándola prácticamente acostada con el rostro en la piedra. Los ojos de ella se movieron hacia arriba de sus pies, a sus piernas, a su torso, a su rostro. Él estaba mirando fijamente hacia el bosque.





“Eso nunca había pasado antes,” él dijo.
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WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada - Página 2 Empty Re: WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Jue Oct 08, 2015 11:37 am

Maite se levantó. Era humillante, estar acostada ahí sola. Además, era como si él no hubiera escuchado lo que ella dijo.

“¿Qué no había pasado? ¿Antes de qué?”

Él se giró hacia ella y acunó sus mejillas en las manos de él. Ella contuvo el aliento. Él estaba tan cerca. Sus labios estaban tan cerca de los de ella. Maite le dio a su muslo un pequeño pellizco para asegurarse de que ella no estaba soñando. Ella estaba totalmente despierta.

Luego él casi forzadamente se alejó. Se paró delante de ella, respirando rápidamente, sus brazos rígidos a sus costados.

“Dime de nuevo que viste.”

Maite se giró para enfrentar el lago. El azul claro del agua golpeaba suavemente la orilla. Y ella considero tirarse un piquero. Eso fue lo que William había hecho la última vez que las cosas se habían puesto demasiado intensas para él. ¿Por qué ella no podía hacerlo también?

“Puede sorprenderte saber esto,” ella dijo. “Pero no es genial para mi sentarme y hablar sobre cuán completamente loca estoy.” Especialmente a ti.

Él no respondió, pero ella podía sentir sus ojos en ella. Cuando ella finalmente tuvo el coraje de mirarlo, el le estaba dando una extraña, perturbadora y apenada mirada- una en la cual sus ojos estaba n bajos en la esquinas y su particular gris era la cosa más triste que Maite había visto alguna vez. Ella sintió como si ella lo hubiera decepcionado de alguna forma. Pero esta era su horrible confesión. ¿Por qué debería ser William el que se veía tan triste y afectado? Él avanzo hacia ella y se inclinó hasta que sus ojos estaban mirando directamente en los de ella. Maite casi no lo podía soportar. Pero ella no podía moverse tampoco. Cualquier cosa que sucediera para romper este trance estaba en manos de William- quien estaba moviéndose aun más cerca, inclinando se cabeza hacia ella y cerrando sus ojos. Sus labios se entreabrieron. El aliento de Maite quedo atrapado en su garganta.

Ella cerró sus ojos también. Ella inclinó su cabeza hacia la de él también. Ella entreabrió sus labios también.

Y esperó.

El beso por el que ella había estado muriendo no llegó. Ella abrió sus ojos porque nada había pasado, excepto por el sonido susurrante de una rama. William se había ido. Ella suspiro, decepcionada pero no sorprendida.

Lo que era extraño era que ella casi podía ver el camino que él había tomado de vuelta por el bosque. Como si ella fuera alguna clase de cazador que pudiera interpretar la rotación de una hoja y dejarla guiarla de vuelta a William. Excepto que ella no era nada de eso, y el tipo de rastro que William dejo en su camino era de alguna forma más grande, claro, y al mismo tiempo más ilusorio. Era como si un resplandor violeta iluminara su camino de vuelta en el bosque.

Como el resplandor violeta que ella había visto durante el incendio de la biblioteca. Ella estaba viendo cosas. Ella buscó equilibrio en la roca y miró hacia otro lado por un momento, frotando sus ojos. Pero cuando miró de vuelta, estaba exactamente igual: en solo un plano de su visión- como si ella estuviera viendo a través de bifocales con una mala prescripción- los robles vivos, y el musgo bajo ellos, y incluso los cantos de los pájaros en las ramas- todo parecía tambalear fuera de foco. Y no solo tambaleaba, bañado en la luz violeta más suave, sino que parecía emitir un casi inaudible tarareo en bajo tono.

Ella se giró de nuevo, aterrorizada de enfrentarlo, aterrorizada de lo que significaba. Algo le estaba pasando, y no podía decirle a nadie de eso. Ella trató de focalizarse en el lago, pero incluso el se estaba poniendo oscuro y difícil de ver.

Capitulo Trece

Toque en las Raices.

Maite podía escuchar zapatillas Converse golpeando duro contra el pavimento. Ella podía sentir el húmedo viento tirando de ella en su camiseta negra. Ella podía prácticamente probar el alquitrán caliente de una recién pavimentada porción del estacionamiento. Pero cuando ella lanzo sus brazos alrededor de dos criaturas acurrucadas cerca de la entrada de Sword & Cross en un sábado por la mañana, todo eso estaba olvidado.

Ella no había estado tan contenta de abrazar a sus padres en toda su vida.

Por días, ella había estado arrepentida de cuan distante y frías habían estado las cosas en el hospital, y ella no iba a cometer el mismo error de nuevo.

Los dos se tropezaron mientras ella los alaba hacia sí. Su madre empezó a reír y su padre le dio palmaditas en la espalda con la palma en su manera de chico-duro. El tenía su enorme cámara atada alrededor de su cuello. Ellos se enderezaron y sostuvieron a su hija con todo el largo de sus brazos. Parecía como si ellos quisieran una buena mirada de su rostro, pero tan pronto como la obtuvieron, sus propias caras se cayeron. Maite estaba llorando.

“Dulzura, ¿Qué ocurre?” su padre pregunto, descansando su mano en su cabeza. Su mamá pesco a través de su gigante bolso azul por su caja de pañuelos. Con los ojos anchos, ella balanceo uno en frente de la nariz de Maite y preguntó, “Nosotros estamos aquí ahora. ¿Todo está bien, no?”

No, todo no estaba bien.

“¿Por qué ustedes no me llevaron a casa el otro día?” Maite preguntó, sintiéndose enojada y herida de nuevo. ‘’ ¿Por qué a ustedes los dejaron traerme aquí de nuevo?”

Su padre pestañeo. “Todas las veces que nosotros hablamos con el director, el dijo que te estaba yendo genial, de vuelta a clases, como la chica de tropa que criamos. Algo de dolor de garganta por el humo y un pequeño chichón en la cabeza. Nosotros pensamos que eso era todo.” El lamió sus labios. “¿Hay algo mas aparte de eso?” su mamá preguntó.

Una mirada entre sus padres le dijo que ellos ya habían tenido esta pelea. Mamá le abría rogado que la dejaran visitarla de nuevo más pronto. El papá duro-amoroso de Maite abría puesto el pie abajo.

Ahí no había una manera de explicarles que había ocurrido esa noche o lo que ella había estado pasando desde entonces, ella había ido directo de vuelta a clases, pensando que no iba por su propia elección. Y físicamente ella estaba bien. Solo que en todas las otras maneras– emocional, psicológica y romántica—ella no podía sentirse más rota.

“Nosotros solo estamos intentando seguir las reglas,” el padre de Maite explico, moviendo su gran mano para apretar el cuello de ella. El peso de eso cambio su postura general y le hizo incomodo estar parada quieta, pero había pasado demasiado tiempo desde que ella había estado así de cerca de las personas que amaba, así que ella no se atrevió a moverse. “Porque nosotros solo queremos lo que es mejor para ti,” Su papá agrego. “Nosotros tenemos que aceptarlo en fe a esas personas.”– el señalo al formidable edificio alrededor del campus, como si representara a Randy y al director Udell y al resto de ello– “Ellos saben de lo que están hablando.”

“Ellos no saben,” Maite dijo, mirando a los edificios de mala calidad y las comunidades vacías. Hasta ahora, nada en esta escuela tenía algún sentido para ella.

Caso en cuestión. Lo que ellos llamaban el día de los padres. Ellos hicieron un gran asunto de cuan afortunados son los estudiantes de tener el privilegio de ver a su propia carne y sangre. Y sin embargo, faltaban diez minutos para la hora del almuerzo y el carro de los padres de Maite era el único en el estacionamiento.

“Este lugar es una absoluta broma,” dijo ella, sonando lo suficientemente cínica para que sus padres compartieran una mirada de problemas.

“Maite, cariño” su mamá dijo, acariciando su cabello. Maite podía decir que no estaba acostumbrada a su corto tamaño. Sus dedos tenían un instinto maternal para seguir el fantasma del anterior cabello de Maite toda el camino hasta abajo por su espalda. “Nosotros solo queremos un lindo día contigo. Tu padre trajo todas tus comidas favoritas.”

Tímidamente, su padre levanto una colcha de retazos coloridos y un maletín de estilo-de mimbre que Maite nunca había visto antes. Usualmente, cuando ellos hacían picnics, era un asunto mucho más casual, con bolsas de papel y una vieja hoja debajo de la grama por la pista de canoa afuera de su casa.

“¿Okra* en escabeche?” Maite pregunto en una voz que sonó bastante como la pequeña- niña Lucy. Nadie podía decir que sus padres no lo estaban intentando.

* La okra: es una planta tropical similar al algodón, que necesita amplio espacio para la siembra y cuya vaina es cosechada cuando la fruta aún está blanda y no ha madurado.

Su papá asintió. “Y té dulce, biscuits* con Gravy blanco*. Granos de queso cheddar con extra de jalapeños, justo de la manera en que te gustan,” el dijo, “Y una cosa mas.” La mamá de Maite metió la mano en su bolso para buscar un sobre de grasa, rojo sellado y se lo entrego a Maite. Por un breve momento un dolor rugió en el estomago de Maite cuando pensó en volver al correo que estaba acostumbrada a recibir. Asesina psicótica. Chica muerta.

Pero cuando Maite vio a la carta escrita a mano en la envoltura, su cara se rompió en una sonrisa enorme.

Callie.

*Biscuits: Comida típica de estados unidos. *Gravy blanco: Especie de salsa dulce. Ella tiro de la envoltura y saco una tarjeta con una fotografía en blanco-y-negro de dos ancianas arreglándose el cabello. Adentro, cada centímetro cuadrado de la tarjeta estaba lleno con la grande, letra burbujeante de Callie.

Y ahí había varias piezas de garabateado-en-papel-de-hojas-sueltas porque ella no tenía espacio en la tarjeta.

Querida Maite,

Desde que nuestro tiempo en el teléfono es ahora ridículamente insuficiente (¿Podrías por favor pedir un poco más? Es francamente injusto), yo me voy a poner anticuada contigo y hacer una épica carta escrita a mano. Adjunto que podrás encontrar cada minúscula cosa que me ha pasado en las últimas dos semanas. Ya sea que te guste o no.

Maite sostuvo el sobre contra su pecho, sin dejar de sonreír, deseosa de devorar la carta tan pronto sus padres se dirigieran a casa. Callie no había renunciado a ella. Y sus padres estaban sentados justo a su lado. Había pasado demasiado tiempo desde que Maite se sentía así de amada. Ella busco y apretó la mano de su padre.

Un estridente silbato hizo que sus padres saltaran. “Es solo la campana de la cena.” Ella explico; ellos parecían aliviados. “Vamos hay alguien que quiero que conozcan.” Mientras caminaban por el caliente, brumoso estacionamiento hacia el área común donde los eventos abiertos del día de los padres estaba siendo organizado, Maite empezó a ver el campus a través de los ojos de sus padres. Ella noto de nuevo el hundimiento del techo de la oficina principal, y el enfermo, sobre madurado hedor del huerto de duraznos podridos junto al gimnasio. La manera en que las puertas de hierro forjado se superponía al oxido anaranjado. Ella se dio cuenta de que solo en un par de semanas, ella estaría completamente acostumbrada a las muchas monstruosidades de Sword & Cross.

“Estas son uvas chardoney*,” el dijo, haciendo una mueca, porque cuando una planta sentía dolor, también él lo sentía.

*Chardoney: Tipo de uvas que se utilizan para hacer vino.

Su madre estaba usando las dos manos para mantener su bolso contra su pecho, con los dos codos manteniendo la actitud que toma cuando se encuentra en un barrio en el que piensa que puede ser atracada. Y ellos no habían visto los rojos todavía. Sus padres que
estaban en contra de las pequeñas cosas como que Maite tenga una cámara web, odiarían la idea de una vigilancia constante en su escuela.

Maite quería protegerlos de todas las atrocidades del Sword & Cross, porque ella estaba averiguando como manejarlo y algunas veces hasta vencer al sistema de aquí. Justo el otro día, Arriane la había llevado a través de una carrera de obstáculos tipo-curso a través del campus a señalar todos los rojos muertos cuyas baterías habían muerto o han sido astutamente remplazadas creando así los puntos ciegos de la escuela. Sus padres no necesitaban saber todo eso, ellos solo necesitaban tener un buen día con ella.

Penn estaba balanceando sus piernas desde las gradas, donde ella y Maite habían prometido encontrarse al mediodía. Ella estaba sosteniendo una maceta de crisantemo.





“Penn, estos son mis padres, Harry y Doreen Price,” Dijo, Maite, haciendo un gesto

“Mamá y Papá esta es–”

“Pennyweather Van Syckle-Lockwood,” Penn dijo formalmente, extendiendo el crisantemo con ambas manos. “Gracias por dejarme unirme a su almuerzo.”

Siempre corteses, los padres de Maite la arrullaron y sonrieron, sin hacer preguntas acerca del paradero de la propia familia de Penn, cosa que Maite no había tenido tiempo de explicar. Era otro día cálido y claro. Los arboles de sauce verde-acido de en frente de la biblioteca se balanceaban suavemente con la briza, y Maite dirigió a sus padres sauces ocultaran la mayoría de las manchas de hollín y las ventanas rotas por el fuego. Ya que extendieron la manta en un parche de hierba seca, Maite tiro a Penn a un lado.

“¿Cómo están?” Maite pregunto, sabiendo que si a ella le tocara sentarse todo el día honrando los padres de todo el mundo, excepto a los de ella, ella tendría un gran venme- a-buscar.

Para su sorpresa, Penn cabeceo felizmente. “¡Esto ya es mucho mejor que el año pasado!” ella dijo, “Y es todo gracias a ti. Yo no tendría a nadie hoy si tu no hubieras venido sola.”

El halago tomo a Maire por sorpresa y la hizo mirar alrededor del patio para ver como todos los demás estaban manejando el evento. A pesar de que el estacionamiento todavía estaba medio vacío, el día de los padres parecía llenarse poco a poco.

Molly se sentó en una manta entre un hombre con cara de pocas pulgas y una mujer royendo con hambre una pata de pavo. Arriane estaba agachada en una de las gradas susurrándole a una chica punk mayor con un hipnotizante cabello rosa-caliente. Lo más probable su hermana mayor. Ellas dos llamaron la atención de Maite y Arriane sonrió, y luego se volvió a la otra chica a susurrar algo.

Roland tenía una inmensa fiesta de gente que configuraba un almuerzo de picnic en una larga colcha. Ellos estaban riendo y bromeando, y unos pocos niños más jóvenes estaban tirándose comida entre ellos. Ellos parecían estar teniendo un gran rato hasta que un grano de maíz en la mazorca salió volando y casi ciega a Gabbe, que estaba caminando por el área común. Ella le frunció el ceño a Roland mientras guiaba a un hombre lo suficientemente viejo para ser su abuelo, dándole palmaditas en el codo, mientras caminaban hacia una fila de sillas de jardín alrededor del campo abierto.

William y Cam estaban notablemente desaparecidos y Maite no podía fotografiar como ninguna de sus familias se verían. Por más furiosa y avergonzada que ella estuviera después de que William le diera libertad bajo fianza por segunda vez consecutiva en el lago, ella todavía se estaba muriendo de ganas de obtener una mirada de cualquier persona que estuviera relacionada con él. Pero luego, pensando en el delgado archivo de William en la sala de archivos, Maite se pregunto si aun se mantenía en contacto con alguien de su familia.

La madre de Maite repartió la sémola de queso cheddar en cuatro platos, y su padre puso en el tope de los montículos jalapeños recién comprados. Después de una mordida, la boca de Maite estaba en llamas, justo de la manera en que le gusta. Penn no parecía familiarizada con la comida típica de Georgia con la que Maite se había crecido. Ella parecía particularmente horrorizada por el okra en vinagre, pero tan pronto como le dio un mordisco, ella le dio a Maite una sorprendida sonrisa de aprobamiento.

La mamá y el papá de Maite habían traído con ellos cada uno de los platillos favoritos de Maite, incluso los bombones de nuez de la farmacia de la familia de la cuadra de abajo. Sus padres comían felices a cada lado de ella, pareciendo aliviados de llenar sus bocas con algo más que hablar de muerte.

Maite debería haber estado disfrutando de su tiempo con ellos, y lavando todo con su amado té dulce de Georgia, pero ella se sentía como una hija impostora pretendiendo que este almuerzo Eliseo era normal en el Sword & Cross. Todo el día era una farsa.

Al sonido de una corta, débil ronda de aplausos, Maite miro hacia las gradas, donde Randy estaba junto al director Udell, un hombre que Maite nunca había visto en carne antes. Lo reconoció del retrato inusualmente débil que colgaba en el vestíbulo principal de la escuela, pero no veía ahora que el artista había sido generoso. Penn ya le había dicho que el director solo se presenta en el campus un día del año –el día de los padres– sin excepciones. De lo contrario, el era un recluso que no dejaba su mansión en la isla Tybee, ni siquiera cuando un estudiante en la escuela falleció. La papada del hombre parecía tragarse su barbilla, sus ojos de bovina miraban a la multitud, no pareciendo centrarse en nada.

A su lado Randy estaba de pie, las piernas en jarras con medias blancas. Ella tenía una sonrisa sin labios estampada en el rostro, y el director estaba secando su grande frente con una servilleta. Ambos tenían sus caras de juego puestas hoy, pero parecía estar tomando una gran cantidad de ellos.

“Bienvenidos al ciento-cincuenta y nueve día anual de los padres del Sword & Cross.” El director Udell le dijo al micrófono.

“¿Esta el bromeando?” Maite le susurro a Penn. Era difícil imaginar el día de los padres antes del período de la guerra.

Penn rodo sus ojos. “Sin duda un error tipográfico. Yo les dije que le consiguieran a él unos nuevos lentes de lectura. ”

“Tenemos un día largo y lleno de diversión programado para ustedes comensando con este tranquilo picnic–”

“Normalmente solo tenemos diecinueve minutos,” Penn interrumpió en un aparte a los padres de Mait se pusieron rígidos.

Maite sonrió sobre la cabeza de Penn y murmuro, “Ella esta bromeando.”

“Ahora, ustedes tendrán su elección de actividades. Nuestra propia bióloga, la Dra. Yolanda Tross, dará una conferencia fascinante en la biblioteca de la flora en la sabana local que se encuentra en el campus. El entrenador Diante supervisara una serie de carreras familia-amigable aquí en el césped. Y el señor Stanley Cole ofrecerá una visita guiada histórica de nuestro apreciado cementerio de héroes. Va a ser un día muy ocupado. Va a ser un día bastante ocupado. Y si,” el director Udell dijo con una caseosa, dentada sonrisa, “ustedes serán evaluados en esto.”

Era simplemente el tipo de broma suave y trillada para ganar algunas risas enlatadas del montón de miembros visitantes de las familias. Maite le rodo los ojos a Penn. Este intento deprimente de buen humor hizo evidente que todo el mundo estaba aquí para sentirse mejor acerca de dejar a sus hijos en las manos de la facultad de Sword & Cross. Los Prices rieron, también, pero se quedaron mirando a Maite para más pistas acerca de cómo manejarse a ellos mismos.

Después del almuerzo, las otras familias alrededor del área común empacaron sus picnics y se retiraron a varias esquinas. Maite tuvo la sensación de que muy pocas personas realmente participarían en los eventos programados por la escuela. Nadie había seguido a la Sra. Tross a la biblioteca, y hasta ahora solo Gabbe y su abuelo habían trepado dentro de un saco de patatas en el otro extremo del campo.

Maite no sabía donde Molly o Arriane o Roland se habían escabullido con sus familias, y ella todavía no había visto a William . Ella sabía que sus propios padres estarían decepcionados si ellos no vieran nada en el campus y no participaran en ninguna de las actividades planeadas. Como las visitas guiadas del Sr. Cole parecían ser el menor de los males, Maite sugirió que recogieran sus restos y unirse a él en las puertas del cementerio. Mientras iban en la vía hacia allá, Arriane se balanceo en si misma fuera de la grada como una gimnasta desmontando una barra paralela. Ella paro su aterrizaje justo en frente de los padres de Maite.

“Holaaaaaa,” ella canto, haciendo su mejor impresión de chica-loca.

“Mamá y papá,” Luce dijo apretándose los hombros, “Esta es mi buena amiga Arriane,” “Y esta–” Arriane señalo a la alta, cabeza-rosa-caliente chica que estaba lentamente viniendo en vía desde las escaleras de las gradas, “Es mi hermana, Anabelle.”

Anabelle ignoro la mano extendida de Maite, y la llevo dentro de sus brazos abiertos, en un extendido, intimo abrazo. Maite podía sentir sus huesos crujiendo juntos. El intenso abrazo duro justo el tiempo suficiente para que Maite empezara a preguntarse qué pasaba con él, pero justo cuando ella estaba empezando a sentirse incomoda, Anabelle la dejo ir.

“Es tan bueno conocerte,” ella dijo, tomando la mano de Maite. “Igualmente,” Maite dijo, dándole a Arriane una mirada de reojo.

“¿Ustedes dos van al tour del Sr. Cole?” Maite le pregunto a Arriane, que también miraba a Anabelle como si estuviera loca.

Anabelle abrió su boca, pero Arriane rápidamente el corto. “Infiernos no,” ella dijo. “Estas actividades son absolutamente patecticas.” Ella miro a los padres de Maite. “Sin ofender.” Anabelle se encogió de hombros. “¡Tal vez tengamos una oportunidad de ponernos al día luego!” ella le dijo a Maite, antes de que Arriane la empujara lejos.

“Ellas parecen ser buenas,” la madre de Maite dijo en el tono de voz exploratorio que usaba cuando quería que Maite le explicara algo.

“Umm, ¿Por qué estaba la chica tan interesada en ti?” Penn pregunto.

Maite miro a Penn y luego a sus padres. ¿Realmente tenía que defender, en frente de ellos, el hecho de que podría gustarle a alguien?

“¡Maite!” el Sr. Cole llamo, saludando desde la otra parte de desocupado punto-de- encuentro en las puertas del cementerio. “¡Por aquí!”

El Sr. Cole estrecho las manos de sus dos padres cálidamente, y hasta le dio a Penn un apretón de hombros. Maite estaba tratando de decidir si debía ser más molesta por la participación del Sr. Cole en el día de los padres o estar impresionada por su falso show de entusiasmo. Pero luego él empezó a hablar y la sorprendió.

“Yo practique para esto todo el año,” el susurro. “Una oportunidad para sacar a los estudiantes al aire libre y explicarles las muchas maravillas de este lugar–oh, yo lo amo. Es lo más cercano que un profesor de reformatorio puede conseguir de un verdadero viaje de campo. Claro que nadie nunca se presenta para mis tour en los años pasados, lo que los convierte en mi tour inaugural–‘’

“Bueno, nosotros estamos honrados,” el papá de Maite estallo, dándole al Sr. Cole una gran sonrisa.

Inmediatamente, Maite se dio cuenta que no era solo el hambre-de-cañón de papá por la guerra civil el que estaba hablando. El claramente sentía que el Sr. Cole era legítimo. Y su padre era el mejor juez de carácter que ella conocía.

Los dos hombres ya habían empezado a avanzar en tropel por la empinada pendiente de la entrada del cementerio. La madre de Maite dejo la cesta de picnic en las puertas y les dio a Maite y a Penn una de sus bien-gastadas sonrisas.

El Sr. Cole agito una mano para tener su atención. “Primero, un poco de trivialidades.

Mientras Maite y Penn miraron hacia abajo a sus pies-evitando sus ojos como lo hacían durante clases- el padre de Maite se puso en puntillas para echar un vistazo a las estatuas más grandes.

“¡Pregunta truco!” el Sr. Cole grito golpeando las puertas de hierro forjado. “esta parte frontal de las puertas fue construida por el propietario original en 1831. Ellos decían que se esposa, Ellamena, tenía un jardín adorable, y que quería mantener a las gallinas guineas fuera de sus tomates.” El se rio debajo de su aliento. “Eso fue antes de la guerra. Y del agujero negro. ¡Moviéndonos!”

Mientras caminaban, el Sr. Cole recito hecho por hecho acerca de la construcción del cementerio, el contexto histórico acerca del cual fue construido, y el “Artista”- incluso el utilizo el termino vagamente- que había venido con la escultura de la bestia alada en la parte superior del monolito en el centro de los motivos. El padre de Maite salpico al Sr. Cole con preguntas mientras que la madre de Maite paso las manos por algunas de las tumbas más bonitas, dejando salir un murmuro de “Oh Dios” cada vez que ella paraba para leer la inscripción. Penn arrastraba los pies detrás de la madre de Maite, posiblemente deseando haberse aferrado a una familia diferente hoy. Maite cerraba la marcha, considerando que podría pasar si ella fuera a darle a sus padres su propio recorrido personal por el cementerio.

Aquí es donde yo serví mi primera detención…

Y aquí es donde un ángel caído de mármol casi me decapita…

Y aquí es donde un extraño chico de reformatorio que ustedes nunca aprobarían me llevo al picnic más extraño de mi vida.

“Cam,” el Sr. Cole llamo, mientras dirigía al tour alrededor del monolito.

Cam estaba parado con un hombre alto, de cabello-oscuro en un traje de negocios hecho a la medida negro.

Ninguno de ellos escucho o vio al Sr. Cole o le pusieron atención a la fiesta que él estaba dirigiendo en el tour. Ellos hablaban y hacían gestos en una manera muy involucrada en el árbol de roble, la manera en que Maite había visto a su profesor de Drama hacer gestos cuando los estudiantes estaban bloqueando una escena en una obra.

“¿Tú y tu padre quieren unirse tardíamente a nuestro tour?” el Sr. Cole le pregunto a Cam, esta vez mas audiblemente. “Ustedes se perdieron casi todo, pero todavía hay uno o dos hechos interesantes que estoy seguro les puedo impartir.”

Cam lentamente volteo la cabeza en su vía, luego de vuelta a su acompañante, que parecía entretenido. Maite no pensaba que el hombre, con su clásica altura, oscura, y atractiva buena apariencia y enorme reloj dorado, se viera lo suficientemente viejo para ser el padre de Cam. Pero tal vez el solo envejecía bien. Los ojos de Cam le echaron una ojeada a el cuello desnudo de Maite, y el parecía brevemente decepcionado. Ella se ruborizo, porque podía sentir a su madre teniendo en conjunto toda la escena y preguntándose qué estaba pasando.

Cam ignoro al Sr. Cole y se acerco a la madre de Maite, llevando las manos de ella a sus labios antes de que alguien pudiera siquiera presentarlos. “Usted debe ser la hermana mayor de Maite,” el dijo elegantemente.

A su izquierda, Penn estaba amordazándose con el codo y susurro de una manera en que solo Maite podía oír,

“Por favor, dime que alguien mas esta nauseabundo.”

Pero la mamá de Maite, parecía de algún modo deslumbrada, en una manera que ponía a Maite-y a su padre claramente- incomoda.

“No, nosotros no podemos quedarnos para el tour,” Cam anuncio, haciéndole un guiño a Maite y retrocediendo justo como el padre de Maite aprobaba. “Pero fue muy adorable”- el miro a cada uno de los tres, excluyendo nada mas a Penn- “encontrarlos aquí, vámonos papá.”

“¿Quién era ese?” la madre de Maite susurro cuando Cam y su padre, o quien sea que el haya sido, desaparecieron dando marcha atrás por el lado del cementerio.





“Oh, solo uno de los admiradores de Maite” dijo Penn, tratando de aligerar el ambiente y haciendo exactamente lo contrario.

“¿Uno de?” el padre de Maite vio abajo hacia Penn.

En la luz de tarde-noche, Maite podía ver por primera vez algunas pocas canas grises en la barba de su papá. Ella no quería gastar sus últimos momentos de hoy, convenciendo a su padre acerca de los chicos de su escuela reformatoria.

“No es nada, papá, Penn esta bromeando.”

“Nosotros queremos que seas cuidadosa, Maite,” el dijo.

Maite pensó en lo que William había sugerido-algo duramente-el otro día.

Que tal vez ella no podía estar en Sword & Cross para nada. Y de repente ella quería tan arduamente tocar el tema con sus padres, rogar e implorarles que se la llevaran muy lejos de ahí.

Pero fue el mismo recuerdo de William que hizo que ella sostuviera su lengua. El emocionante toque de su piel con la suya cuando ella lo empujo en el lago, la manera en que sus ojos algunas veces eran las cosas más tristes que ella conocía. Se sentía a la vez absolutamente loco y absolutamente verdadero que podría valer todo ese infierno en el Sword & Cross solo para pasar un poco más de tiempo con William. Solo para ver si algo mas puede venir de ello.

“Odio las despedidas,” la mamá de Maite suspiro, interrumpiendo los pensamientos de su hija para arrastrarla en un ligero abrazo. Maite miro abajo hacia su reloj, y su cara se cayó. Ella no sabía cómo la tarde había pasado tan rápidamente, como podía ser ya el momento en que ellos se vayan.

“¿Tu nos llamaras el miércoles?” su papá pregunto, besando sus dos mejillas de la manera en que el lado francés de su familia siempre lo hacía.

Mientras todos ellos caminaban hacia el estacionamiento, los padres de Maite apresaron sus manos. Cada uno de ellos le dio otro abrazo y otra serie de besos. Cuando ellos sacudieron la mano de Penn y le desearon que estuviera bien, Maite vio una video cámara anclada en el puesto de ladrillo de la vivienda de una cabina rota en la salida. Debe haber un detector de movimiento conectado a los rojos, porque la cámara estaba haciendo una panorámica, siguiendo sus movimientos. Este no había estado en el tour de Arriane y ciertamente no era un rojo muerto. Los padres de Maite no notaron nada-y tal vez sea mejor de ese modo.

Luego ellos se alejaban, mirando hacia atrás dos veces para despedirse de las dos chicas de pie en la entrada del lobby principal. Papá manipulo su viejo Chrysler New Yorker y bajo la ventana.

“Te amamos,” el dijo tan audiblemente que Maite estaría avergonzada si ella no estuviera tan triste por verlos irse.

Maite saludo de vuelta, “Gracias,” ella susurro. Por los bombones y el okra. Por gastar todo el día aquí. Por tomar a Penn debajo de sus alas, sin preguntar nada. Por seguir amándome a pesar de que me temen.

Cuando las luces traseras desaparecieron en la curva, Penn toco la espalda de Maite. “Yo estaba pensando que en ir a ver a mi papá.” Ella pateo el suelo con la punta de su bota y miro tímidamente a Maite. “¿Hay alguna posibilidad de que tú quieras venir? Si no, yo entiendo, considerando que eso involucra otro viaje dentro de–” ella sacudió el pulgar atrás hacia las profundidades del cementerio.

“Por supuesto yo iré,” dijo Maite.

Ellas caminaron alrededor del perímetro del cementerio, permaneciendo altas en el borde hasta que habían llegado a la esquina del extremo oriente, donde Penn se detuvo frente una tumba. Era modesta, blanca, y cubierta por una capa tostada de agujas de pino. Penn se puso de rodillas y empezó a limpiarlas.

STANFORD LOCKWOOD, la simple tumba de piedra decía, EL MEJOR PADRE DEL MUNDO.

Maite podía oír la conmovedora voz de Penn detrás de la inscripción, y ella podía sentir las lagrimas llenando sus ojos. Ella no quería que Penn viera- después de todo, que Maite todavía tenía a sus padres. Si alguien debería llorar en este momento debería ser… Penn estaba llorando. Ella estaba intentando ocultarlo con el más suave de los lloriqueos y algunas lágrimas se derramaron el borde irregular de su suéter. Maite se puso de rodillas, también, y comenzó a ayudarla a quitar las agujas. Ella puso sus brazos alrededor de su amiga y la sostuvo lo más fuerte que pudo.

Cuando Penn retrocedió y le dio las gracias a Maite, ella busco en su bolsillo y saco una carta.

“Yo normalmente le escribo algo,” ella explico.

Maite quería darle a Penn un momento a solas con su papá, así que se levanto, tomo un paso atrás, y se dio la vuelta, bajando la pendiente hacia el centro del cementerio. Sus ojos estaban todavía un poco vidriosos, pero ella pensó que podía ver a alguien sentado solo en la parte de arriba del monolito. Si. Un tipo con sus brazos envueltos alrededor de sus rodillas. Ella no podía imaginar como él se subió ahí, pero ahí el estaba.

El se veía rígido y solitario, como si él hubiera estado ahí todo el día. El no había visto ni a Maite ni a Penn. El no parecía ver a nada. Pero Maite no tenía que estar lo suficientemente cerca para ver esos ojos gris-violeta y saber quién era.

Todo este tiempo Maite había estado buscando explicaciones acerca de por qué el archivo de William era tan escaso, que secretos contienen los libros perdidos de sus ancestros en la biblioteca, adonde había viajado su mente aquel día que le pregunto por su familia. Porque el siempre es tan caliente y tan frio con ella… siempre.

Capítulo 14

Manos Desocupadas

Llovió durante todo el martes. Torbellinos negros envolvían a las nubes desde el oeste, y avanzaban sobre el campus, lo que no era de ayuda para aclarar la mente de Maite. El aguacero llegó en desiguales oleadas de llovizna, a continuación, se volvió torrencial, por último, empezó a granizar, antes de que se atenuara y empezara todo de nuevo. Los estudiantes ni siquiera habían sido autorizados a salir durante las pausas, y al final de su clase de cálculo, Maite se iba a volver loca.

Se dio cuenta de esto cuando sus notas comenzaron a apartarse del teorema del valor medio y empezaron a parecerse más a esto:

15 de septiembre: Introducción al cambio de W [William]

16 de septiembre: la estatua se derriba, su mano en la cabeza protegiéndome (alternativamente: él solamente estaba buscando una salida), W se va inmediatamente.

17 de septiembre: Potencial interpretación errónea del movimiento de cabeza de D como recomendación a que asista a la fiesta de Cam. Descubrimiento perturbador de la relación de W & G [William y Grabbe] (¿error?)

Articuladas así, eran el comienzo de un catálogo bastante embarazoso. Él era tan caliente y frío. Es posible que él sintiera lo mismo por ella, aunque, si se apuraba, Maite, podría insistir en que, cualquier rareza, por su parte era sólo en respuesta a una absoluta rareza por parte de ella.

No. Este era precisamente el tipo de argumento circular del que Maite no quería formar parte. Ella sólo quería estar con él. Sólo que no tenía idea de por qué. O de cómo hacerlo. O realmente, que significaba incluso estar con él. Todo lo que sabía era que, a pesar de todo, él era en el que ella pensaba.

El único que le importaba.

Había creído que si ella podía seguir cada vez que ellos habían conectado y cada vez que se habían alejado, ella podría ser capaz de encontrar alguna razón para entender ese comportamiento errático de William. Pero su lista hasta el momento estaba haciendo que se deprimiera. Arrugó la página en una bola.

Cuando la campana sonó para despedir finalmente el día, Maite salió de la clase. Normalmente se esperaba para andar fuera con Arriane o con Penn, temiendo el momento en el que se separaran, porque entonces Maite estaría a solas con sus pensamientos. Pero hoy, para variar, ella no tenía ganas de ver a nadie. Estaba buscando como redirigir algo del tiempo de Maite. Ella sólo tenía una idea acerca de cómo asegurarse de apartar su mente de William: una larga dura y solitaria sesión de natación.

Mientras que el resto de los estudiantes comenzaron a caminar hacia sus dormitorios, Maite levantó la capucha de su jersey negro y se lanzó a la lluvia, deseosa de llegar a la piscina.

Mientras bajaba por las escaleras de Agustín, se estrelló directamente con algo de alto y negro. Cam. Cuando ella lo empujó, una torre de libros se tambaleó en sus brazos, y luego cayó al pavimento mojado con una serie de golpes. Había tenido su propia capucha negra puesta sobre su cabeza y sus auriculares a todo volumen en sus oídos. Es probable que él no la hubiera visto venir, tampoco. Los dos habían estado en sus propios mundos.

"¿Estás bien?", Preguntó, poniendo una mano en su espalda.

"Estoy bien", dijo Maite. Apenas había tropezado. Esto fue lo que hizo que los libros de Cam se cayeran.

"Bueno, ahora que nosotros nos hemos golpeado el uno al otro con los libros, ¿no es el próximo paso que nuestras manos se toquen accidentalmente mientras estamos recogiéndolos?"

Maite se rió. Cuando ella le entregó uno de los libros, él se aferró a su mano y se la apretó. La lluvia había empapado su pelo oscuro, y grandes gotas caían hacia sus gruesas pestañas. Él se veía realmente bien. "¿Cómo se dice, 'vergüenza' en francés?", Preguntó él.

"Um... genê, "Maite empezó a decir, sintiéndose de pronto un poco genee. Cam todavía le aferraba la mano. "Espera, ¿tú no sacaste una A en el examen de Francés de ayer?"

"¿Te has dado cuenta?", Preguntó. Su voz sonaba extraña. "Cam", dijo, "¿está todo bien?"

Se inclinó hacia ella y le rozó una gota de agua que ella sentía corriendo por el puente de la nariz. El simple toque del dedo índice la hizo temblar, y de repente no podía dejar de pensar en lo maravillosa y cálida que se sentiría si él la estrechara en sus brazos de la forma en que lo había hecho en el monumento conmemorativo de Todd.

He estado pensando en ti,” dijo. "Deseaba verte. Te esperé en el monumento, pero alguien me dijo que te fuiste. "

Maite tuvo la sensación de que él sabía porque ella se había ido. Y que él quería que ella supiera que él lo sabía.

"Lo siento", dijo, tuvo que gritar para hacerse escuchar por encima de un trueno. Ahora ambos estaban empapados por la fuerte lluvia.

"Vamos, salgamos de esta lluvia." Cam anduvo de espaldas hacia la entrada cubierta de Agustín.

Maite miró sobre su hombro hacia el gimnasio, ella quería estar allí, no aquí ni en ningún otro lugar con Cam. Al menos, no ahora. Su cabeza estaba demasiado llena de muchos impulsos confusos, y necesitaba tiempo y espacio lejos de todo el mundo -para ordenar su mente.

"No puedo", dijo.

"¿Y después? ¿Qué tal esta noche? " "Claro, más tarde, está bien."

Sonrió. "Iré a buscarte a tu habitación."

Ella se sorprendió cuando él tiró de ella hacia él, sólo por un breve momento, y la besó suavemente en la frente. Maite se sintió aliviada al instante, casi como si la hubieran inyectado algo. Y antes de que tuviera la oportunidad de sentir nada más, él la liberó y se fue rápidamente hacia el dormitorio.

Maite sacudió la cabeza y se dirigió lentamente hacia el gimnasio. Era evidente que tenía algo más en lo que pensar que sólo William.

Había una posibilidad que pudiera ser bueno, incluso divertido, el pasar después algún tiempo con Cam esta noche. Si la lluvia amainaba, probablemente la llevara a algún lugar secreto del campus y su actitud sería alarmantemente carismática y magnifica. Él hacía que se sintiera especial. Maite sonrió.

Desde que ella había puesto los pies en Nuestra Señora de la Aptitud (como Arriane había bautizado al gimnasio), el personal de mantenimiento de la escuela había empezado a luchar contra el kudzu [tipo de planta]. Se habían despojado de la manta verde lejos de gran parte de la fachada del edificio, pero sólo estaba a medio terminar, y las ramas verdes colgaban como tentáculos a través de las puertas. Maite tenía que agacharse bajo unos largos tentáculos para que ella pudiera entrar.

El gimnasio estaba vacío, y la estancia estaba tranquila en comparación con la tormenta exterior. La mayoría de las luces estaban apagadas. Ella no le había preguntado si estaba permitido utilizar el gimnasio fuera de hora, pero la puerta estaba abierta, y, bueno, no había nadie allí para impedírselo.

En el oscuro pasillo, ella pasó los pergaminos antiguos de América, en estuches de vidrio, y la reproducción de mármol en miniatura de la Piedad. Se detuvo delante de la puerta de la sala de pesas, donde había visto a William saltar la cuerda. Suspiró. Eso sería una gran adición a su catálogo:

18 de septiembre: W me acusa de acecharlo. Seguido dos días después por:

20 de septiembre: Penn me convence para empezar realmente a acecharlo. Estoy de acuerdo.

Uf. Estaba en un agujero negro de auto-odio. Y sin embargo, no podía contenerse. En el medio del pasillo, ella se quedó inmóvil. Todo cobró sentido a la vez, él por qué ese día se había sentido aún más consumida por William que de costumbre, y aún más en conflicto acerca de Cam. Ella había soñado con ambos la noche anterior.

Ella había estado vagando por una niebla de polvo, alguien sostenía su mano. Ella se volvió, pensando que sería William. Pero cuando los labios la presionaron tierna y confortablemente, ella supo que no eran suyos. Eran de Cam. Él la dio innumerables besos suaves, y cada vez que Maite le miraba, sus tempestuosos ojos verdes estaban abiertos, también, fijos en ella, interrogándola acerca de algo que ella no podía contestar.

Luego Cam se había ido, y la niebla también, y Maite fue envuelta por los brazos de William, justo donde quería estar. Él la sumergió en el agua y la besó con fiereza, como si estuviera enfadado, y cada vez que sus labios se alejaban de ella, aunque sólo fuera durante medio segundo, la sed más abrasadora corría por ella, haciéndola llorar. Esta vez, ella sabía que tenían alas, y ella dejaba que envolvieran su cuerpo como una manta.

Quería tocarlas, a veces la cubrían a ella y a William por completo, pero pronto el cepillo de terciopelo se alejaba, plegándose sobre sí mismo. Dejó de besarla, miró su rostro, esperando una reacción. Ella no entendía el extraño miedo caliente que crecía cada vez más en la boca del estómago. Pero ahí estaba, volviéndola incómodamente caliente, luego aparecieron ampollas calientes-hasta que no pudo aguantar más. Ahí fue cuando ella se despertó. En el último momento del sueño, la misma Maite se había chamuscado y astillado-entonces se había convertido en ceniza.
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WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada - Página 2 Empty Re: WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Jue Oct 08, 2015 11:38 am

Se había despertado empapada en sudor, su pelo, su almohada, su pijama todo estaba mojado y de pronto hacía mucho, mucho frío. Ella había estado allí temblando hasta la primera luz de la mañana.

Maite frotó las mangas empapadas por la lluvia para entrar en calor. Por supuesto. El sueño la había dejado un fuego en su corazón y un escalofrío en sus huesos que había sido incapaz de abandonar durante todo el día. Esa era la razón por la cual ella había venido aquí a nadar, para tratar de borrar ese sentimiento.

Esta vez, su Speedo negro estaba realmente bien, y ella se acordó de traer un par de gafas de protección. Abrió la puerta de la piscina y se dispuso a zambullirse sola, respirando el aire húmedo, con su sabor mate de cloro.

Sin la distracción de los otros estudiantes, o el trino del silbato del entrenador Diantes, Maite podía sentir la presencia de otra cosa en la iglesia. Algo casi sagrado.

Tal vez fue sólo que la piscina era una sala magnífica, incluso con la lluvia torrencial a través de las agrietadas vidrieras. Incluso con ninguna de las velas encendidas en los altares laterales en rojo. Maite trató de imaginar cómo había sido el lugar antes de que la piscina hubiera reemplazado a los bancos, y sonrió. Le gustaba la idea de nadar bajo las cabezas de los que rezan.

Ella se puso las gafas y saltó. El agua estaba caliente, mucho más caliente que fuera de la lluvia y el trueno que sonó fuera se volvió inofensivo y lejano cuando hundió la cabeza bajo el agua.

Ella se empujó y empezó un lento calentamiento de brazadas.

Su cuerpo rápidamente se soltó, y un par de vueltas más tarde, Maite aumentó su velocidad y comenzó a nadar en mariposa. Podía sentir la quemadura en sus extremidades, y empujó a través de ella.

Esta fue exactamente la sensación que tuvo después. Totalmente en la zona.

Si pudiera hablar con William. Hablar de verdad, sin él interrumpiéndola o diciéndola que la transferirían de escuela o esquivándola antes de que ella pudiera llegar hasta él. Eso podría ayudar. También podía atarlo y taparle la boca sólo para que él la escuchara.

¿Pero que le iba a decir? Todo lo que ella sentía cuando estaba alrededor de él, cómo, si pensaba sobre eso, él no tenía nada que ver con ninguna de sus acciones. ¿Y si ella podía hacerle subir a la laguna? Él era el que lo había convertido en su lugar. Esta vez, ella podría llevarle allí, y debería de tener mucho cuidado en no hacer nada que le horrorizara a él. No estaba trabajando.

Mier****. Lo estaba haciendo de nuevo. Se suponía que debía nadar. Sólo nadar. Nadaría hasta que ella estuviera demasiado cansada para pensar en otra cosa, sobre todo en William.

Ella nadó hasta que. "¡Maite!"

Hasta que fue interrumpida. Por Penn, que estaba de pie al lado de la piscina.

"¿Qué estás haciendo aquí?" Maite preguntó, escupiendo agua.

"¿Qué estás haciendo aquí?" Imitó Penn. "¿Desde cuándo haces ejercicio de buen grado? No me gusta esta nueva faceta tuya. "

"¿Cómo me encontraste?” Hasta que ella no lo hubo dicho Maite no se dio cuenta de que sus palabras podían haber sonado groseras, como si estuviera tratando de evitar a Penn.

"Cam me lo dijo". Respondió Penn. "Tuvimos una conversación extensa. Fue raro. Él quería saber si estabas bien. "

"Eso es extraño," Maite estuvo de acuerdo.

"No", dijo Penn, "lo que fue raro es que él se acercara a mí y tuviéramos una conversación. El Sr. Popularidad... y yo. ¿Tengo que explicar mi sorpresa? Lo que pasa es que él realmente es agradable. "

"Bueno, él es agradable." Maite se quitó las gafas.

"Contigo", dijo Penn. "Es tan bueno que se escapa de la escuela a comprarte un collar que nunca has usado".

"Me lo puse una vez," dijo Maite. Lo cual era cierto. Cinco noches antes, después de la segunda vez que William la dejó varada en el lago, a solas con el camino iluminado en el bosque. Ella no había sido capaz de deshacerse de esa imagen y no había podido dormir. Así que ella se había probado el collar. Ella se había dormido aferrada a él cerca de su clavícula, y se despertó con él caliente en su mano.

Penn movió tres dedos enfrente de Maite, como diciendo, ¿Hola? Y tu punto es.

"Mi punto es," dijo Maite finalmente, " que no soy tan superficial para estar buscando a alguien que me compre cosas".

"No eres tan superficial, ¿eh?" Preguntó Penn. "Entonces, me atrevo a hacer una no- superficial lista de por qué te gusta tanto William. Que no diga que Él tiene los más bellos ojos grises o Ooh, la forma en que sus músculos ondean a la luz del sol."

La voz de Maite se quebró por el tono falsete de Penn y la forma en la que se llevó las manos entrelazadas a su corazón. "Simplemente”, dijo ella, evitando los ojos de Penn. "No puedo explicarlo".

"¿Él consigue que tú merezcas ser ignorada?" Penn sacudió la cabeza.

Maite nunca le había contado a Penn acerca del tiempo que había pasado a solas con William, las veces en las que ella había visto un flash de que se preocupaba por ella, también. Así que Penn no podía entender sus sentimientos. Y eran demasiado privados y demasiado complicados para explicárselos.

Penn se agachó delante de Maite. "Mira, la razón por la que vine a buscarte en primer lugar fue para arrastrarte a la biblioteca para una misión relacionada con William".

“¿Has encontrado el libro? "

"No exactamente", dijo Penn, extendiendo una mano para ayudar a Maite a salir de la piscina. "La obra maestra del Sr. Grigori sigue estando misteriosamente desaparecida, pero yo soy el tipo de persona que tal vez pueda piratear las suscripciones de la señorita Sophia- utilicé el único motor de búsqueda literaria, y aparecieron un par de cosas. Pensé que las podrías encontrar interesantes"

"Gracias" dijo Maite izándose a sí misma fuera con la ayuda de Penn. "Voy a tratar de no ser demasiado molesta con el asunto de William. "

"Lo que sea", dijo Penn. "Sólo date prisa y sécate. Nosotras estamos bajo la imposición de no salir y además no tengo un paraguas."

Mayormente seca y de regreso a su uniforme de la escuela, Maite siguió a Penn a la biblioteca. Parte de la zona delantera había sido bloqueada por una cinta amarilla, por lo que las chicas tuvieron que deslizarse a través del estrecho espacio entre el catálogo y la sección de referencia que todavía olía como una hoguera, y que ahora, gracias a los rociadores y a la lluvia, poseían una cantidad extra de moho.

Maite echó su primera mirada al escritorio donde la señorita Sophia se había sentado, y que ahora estaba carbonizado, un círculo casi perfecto en el viejo suelo de baldosas en el centro de la biblioteca. Todo en un radio de quince pies había sido quemado. Más allá de eso todo lo demás estaba extrañamente intacto.

La bibliotecaria no estaba en su puesto, pero había puesto una mesa plegable al lado del terreno quemado. La mesa estaba deprimentemente desnuda, excepto por una lámpara nueva, un bote de lápices y un bloc de notas adhesivas de color gris.

Maite y Penn echaron un vistazo al lugar antes de ir a la estaciones de computadoras en la parte posterior. Cuando pasaron por la sección de estudios donde habían visto a Todd por última vez, Maite echó una mirada a su amiga. Penn mantuvo la cara hacia adelante, pero cuando Maite se acercó y le apretó la mano, Penn se la apretó duramente.

Llevaron dos sillas hasta un terminal de computadora, y Penn escribió su nombre de usuario. Maite echó un vistazo alrededor para asegurarse de que no había nadie cerca. Un cuadrado rojo de error apareció en la pantalla.

Penn se quejó.

"¿Qué?" Preguntó Maite.

"Después de las cuatro, se necesita un permiso especial para acceder a la Web".

"Por eso este lugar siempre está tan vacío por la noche."

Penn buscó en el interior de su mochila. "¿Dónde puse la contraseña encriptada?" Murmuró.

"Hola Srta. Sophia", dijo Maite, llamando a la bibliotecaria, que estaba cruzando el pasillo con una blusa y un pantalón negro equipados con una chaqueta de color verde brillante. Sus trémulos pendientes se sacudían en sus hombros, y ella tenía un lápiz metido a un lado de su cabello.


"Por aquí". Maite susurró en voz alta.

La Srta. Sophia las miró. Sus lentes bifocales se había deslizado por su nariz, y al tener una pila de libros bajo cada brazo, ella no tenía una mano libre para empujarlas arriba.

"¿Quién está ahí?", Llamó, acercándose.

"¡Oh, Maite y Pennyweather! ", dijo en tono cansado. "Hola".

"Nos preguntábamos si nos podría dar la contraseña para utilizar la computadora," preguntó Maite señalando al mensaje de error en la pantalla. "No estaréis mintiéndoos en redes sociales, ¿verdad? Esos sitios son obras del diablo".

"No, no, solo es investigación, esto es serio", dijo Penn. "Yo quiero aprobar".

La Srta. Sophia se inclinó sobre las niñas para desbloquear el equipo. Los dedos volaron al escribir la contraseña más larga que Maite había visto nunca. "Tienen veinte minutos", dijo tajante, mientras se alejaba.

"Eso debería ser suficiente", susurró Penn. "He encontrado un ensayo crítico sobre los Vigilantes, por lo que hasta localizar el libro, al menos podemos leer acerca de eso. "

Maite sintió a alguien de pie detrás de ella y se dio la vuelta para ver que la señorita Sophia había regresado. Maite dio un salto. "Lo siento," dijo. "No sé porque me asusté. "

"No, soy yo la que lo siente," dijo la Srta. Sophia. Su sonrisa hacía que sus ojos prácticamente desaparecieran. "Todo es más duro ahora, desde el incendio. Pero no hay razón para descargar mi dolor en dos de mis estudiantes más prometedoras".

Ni Maite ni Penn sabían realmente qué decir. Una cosa era consolarse unos a otros después del incendio. Tranquilizar a la bibliotecaria de la escuela estaba un poco fuera de su liga.

"He estado tratando de mantenerme ocupada, pero..." La Srta. Sophia se apagó.

Penn miró nerviosamente a Maite. "Bueno, podría ayudarnos con nuestras investigaciones, es decir, si usted puede."

“¡Claro que puedo ayudar!" La Srta. Sophia se sentó sobre una silla en tercer lugar, "Veo que estáis buscando sobre los Vigilantes ", dijo, leyendo sobre sus hombros. "El Grigoris era un clan muy influyente. Lo que pasa es que tienes saber dar con una base de datos papal. Déjame ver lo que puedo encontrar".

Maite casi se atragantó con el lápiz que había estado masticando. "Perdón, ¿ha dicho Grigoris?"

"Oh, sí, los historiadores los han rastreado de nuevo en la Edad Media. Ellos fueron... "Ella hizo una pausa, buscando las palabras. "Una especie de grupo de investigación, por ponerlo en un accesible lenguaje moderno. Se especializaron en un determinado tipo de folclore de ángel caído".

Se puso entre las niñas de nuevo y Maite se maravilló con como sus dedos corrían sobre el teclado. El motor de búsqueda luchaba para mantener el ritmo, mostrando artículo tras artículo, en la principal fuente después de la fuente primaria, estaba todo sobre los Grigoris. El nombre de la familia de William estaba en todas partes, llenando la pantalla. Maite sentía su cabeza un poco ligera.

La imagen de su sueño regresó a ella: las alas desplegadas, su cuerpo calentándose hasta que ardía en cenizas.

"¿Hay diferentes tipos de ángeles para especializarse?" Preguntó Penn.

"Oh, claro-es un amplio cuerpo de la literatura", dijo la señorita Sophia, mientras ella escribía. "Hay quienes se convirtieron en demonios. Y los que se fueron con Dios. E incluso hay quienes se juntaron con mujeres mortales. "Por fin sus dedos se pararon. " Un hábito muy peligroso".

Penn dijo: "¿Tienen estos Vigilantes alguna relación con el William Grigori de aquí?"

La Srta. Sophia tocó sus labios de color malva. “Es muy posible. Eso me preguntaba yo, pero no es nuestra labor escavar en la vida de nuestros estudiantes, ¿no os parece? "Su rostro pálido frunció el ceño cuando ella miró su reloj.

"Bueno, espero haberos dado lo suficiente como para empezar a trabajar en vuestro proyecto. No voy a robaros más tiempo. "señaló un reloj en la pantalla del ordenador. "Os quedan nueve minutos".

Mientras caminaba hacia la parte delantera de la biblioteca, Maite observó la postura perfecta de la señorita Sophia. Ella podría haber equilibrado un libro sobre la cabeza. Eso hacía parecer que se alegraba un poco de haber ayudado a las chicas con sus investigaciones, pero al mismo tiempo, Maite no tenía ni idea de qué hacer con la información que ella acaba de conseguir sobre William.

Penn lo hizo. Ella ya había empezado a garabatear notas furiosamente.

"Ocho minutos y medio", informó a Maite, dándole una pluma y un pedazo de de papel. "No hay manera hay demasiado aquí para darle sentido en ocho minutos y medio. Comienza a escribir. "

Maite suspiró e hizo lo que le decían. Era una página Web con un diseño aburridamente académico elaborada con un fino borde azul sobre un fondo beige claro. En la parte superior, había una cabecera en la que se podía leer: EL CLAN GRIGORI.

Sólo con leer el nombre, Maite ya sintió que su piel se calentaba.

Penn tocó el monitor con la pluma, haciendo que Maite volviera la atención a sus tareas. Los Grigoris no duermen. Parecía posible; William siempre parecía cansado. Son generalmente silenciosos. Comprobado. A veces, para hablar con él había que despegarle dientes. En un decreto del siglo octavo.

La pantalla se quedó en negro. Su tiempo se había terminado. "¿Cuánto has sacado?" Preguntó Penn.

Maite levantó la hoja de papel. Patético. Lo que había era algo que incluso no recordaba haber garabateado: bordes de alas con plumas.

Penn le dio una mirada de reojo. "Sí, puedo ver que tú vas a ser una excelente asistente de investigación, "dijo ella, mientras se reía. "Tal vez más adelante podemos teorizar sobre un juego de "MASH". "Ella levantó su propia nota que era mucho más copiosa. "Está bien, yo tengo suficiente para llevarnos a unas pocas búsquedas".

Maite metió el papel en el bolsillo al lado de la arrugada lista maestra que había empezado de todas sus interacciones con William. Estaba empezando a convertirse en su padre, que no le gustaba estar en cualquier lugar demasiado lejos de su trituradora de papel. Se agachó para buscar un contenedor de reciclaje y vio un par de piernas caminando por el pasillo hacia ellas.

La marcha era tan familiar como la suya. Se sentó-o intentó sentarse y se pegó en la cabeza con la parte inferior de la mesa de ordenador.

"¡Ay!” gimió, frotando el lugar donde se había golpeado la cabeza en el incendio de la biblioteca.

William se detuvo a unos metros de distancia. Su expresión, decía que la última cosa en el mundo que él habría querido hacer en este momento era ir hacia ella. Por lo menos, había aparecido después de que el ordenador se hubiera desconectado. No necesitamos que pensara que le estaba acosando más activamente de lo que ya lo hacía.

Sin embargo, William parecía estar mirando a través de ella, sus ojos gris- violeta se fijaron en su hombro, en algo o en alguien más.

Penn la golpeó en el hombro, y luego sacudió el pulgar hacia la persona de pie detrás de ella. Cam se inclinaba sobre la silla de Maite sonriéndola. Un rayo envió a Maite prácticamente saltando a los brazos de Penn.

"Sólo es una tormenta", dijo Cam, inclinando la cabeza. "Va a terminar pronto. Lástima, porque te ves muy linda cuando tienes miedo".

Cam se adelantó. Comenzó por el hombro, trazando el borde de su brazo con los dedos todo el camino hasta su mano. Sus ojos se agitaban, se sentía tan bien, y cuando los abrió, había una pequeña caja de terciopelo rubí en su mano. Cam la abrió, sólo por un segundo, y Maite pudo ver un destello de oro.

"Ábrela más tarde,", dijo. "Cuando estés sola". "Cam".

"Pasé por tu habitación."

"Nosotras podemos..." Maite miró a Penn, quien estaba mirándolos descaradamente como un espectador de primera fila.

Por último salió de su trance, cuando Penn agitó sus manos. "¿Quieres que me vaya? Lo entiendo. "

"No, quédate", dijo Cam, sonó tan dulce que Maite estaba expectante. Se volvió a Maite. "Yo me iré. ¿Pero prometes vernos después? "

"Claro..." Me sentí enrojecer.

Cam le cogió la mano y empujó la caja dentro del bolsillo de la parte frontal izquierda de los vaqueros. Fue un ajuste apretado, que la hizo temblar al sentir sus dedos tan cerca de las caderas. Luego, le guiñó el ojo y giró sobre sus talones.

Antes de que ella incluso tuviera la oportunidad de recuperar el aliento, él se dio la vuelta. "Una última cosa ", dijo, plantando su brazo detrás de la cabeza y acercándose un paso a ella.

Ella inclinó su cabeza hacia atrás y él hacia delante, y entonces tenía su boca en la suya. Sus labios eran tan carnosos como le parecieron a Maite todas las veces que los había mirado.

No fue profundo, sólo un beso, pero Maite sintió que era mucho más. Ella no podía respirar por la conmoción y la emoción y el potencial de la visión pública lo hacía más largo e inesperado.

La cabeza de Cam desapareció, y luego estaba encorvado, apretando la mandíbula.

William estaba de pie detrás de él, frotándose la muñeca. "Mantén tus manos fuera de ella."

"¿No lo has oído?", dijo Cam, irguiéndose lentamente.

Oh. Dios Mío. Ellos estaban luchando. En la biblioteca. Por ella.

Luego, en un movimiento limpio, Cam se abalanzó sobre Maite. Ella gritó cuando sus brazos se empezaron a cerrar a su alrededor.

Pero las manos de William fueron más rápidas. Le dio un fuerte manotazo a Cam, y lo empujó contra la mesa del ordenador. Cam gruñó cuando William tomó un puñado de su cabello y echó su cabeza hacia atrás.

"Te dije que mantuvieras tus sucias manos alejadas de ella, pedazo de mierd****".

Penn chilló, cogió su bolso, su lápiz, y fue de puntillas a la pared. Maite observó cómo ella golpeó el lápiz amarillo una vez, dos, tres veces en el aire. La cuarta vez, fue lo suficientemente alto como para clavarse en la cámara negra colgada en la pared, el resultado fue que envió la lente de la cámara hacia la izquierda, hacia una pila de libros de no ficción.

Para entonces, Cam había arrojado a William al suelo y ellos rondaban entre sí, con los pies golpeando en el suelo pulido.

William comenzó a agacharse, incluso antes de que Maite pudiera avisar a Cam. Sin embargo, William no actuó con la suficiente rapidez. Cam dio lo que pareció un golpe definitivo justo por debajo de los ojos de William.

William rodó hacia atrás con fuerza, empujando a Maite y a Penn contra la mesa del ordenador. Se dio la vuelta y murmuró una disculpa mareado antes de contraatacar de vuelta.

"¡Oh Dios Mío, detente!" Maite gritó, justo antes de que saltara a la cabeza de Cam.

William abordó a Cam, lanzando una lluvia de golpes sucios en los hombros y en los lados de su cara.

"Eso se siente bien," Cam gruñó, haciendo estallar el cuello de lado a lado como un boxeador.

Todavía colgando, William movió sus manos alrededor del cuello de Cam. Y apretó. Cam respondió lanzando a William de espaldas contra un alto estante de libros. El impacto resonó en la biblioteca, más fuerte que el trueno exterior.

William gruñó y le dejó ir. Se dejó caer al suelo con un ruido sordo. "¿Qué más tienes, Grigori?"

Maite se tambaleó, pensando que él no podía levantarse. Sin embargo, William se incorporó rápidamente.

"Yo te mostraré", dijo entre dientes. "Fuera". Avanzó hacia Maite, hacia su camino. "Tú quédate aquí. "

Luego, los chicos se marcharon de la biblioteca, a través de la puerta de atrás la que Maite había utilizado la noche del fuego. Ella y Penn se quedaron congeladas en sus lugares. Se miraron la una a la otra, boquiabiertas.

"Vamos", dijo Penn, arrastrando a Maite a una ventana que daba al patrimonio común. Ellas acercaron sus caras al vidrio, limpiando la niebla de su respiración.

La lluvia caía en las hojas. El campo de afuera estaba oscuro, excepto por la luz que entraba por las ventanas de la biblioteca. Estaba todo tan fangoso y resbaladizo, que era difícil ver nada en absoluto.

Entonces, aparecieron dos figuras corriendo hacia el centro del patrimonio común. Ambos se empaparon al instante. Ellos discutieron por un momento y luego empezaron a dar vueltas entre sí. Con sus puños en alto de nuevo.

Maite se apoderó de la ventana y vio cómo Cam daba el primer paso, corriendo hacia William y chocando su hombro contra él. Entonces rápidamente giró hacia sus costillas.

William se desplomó, aferrándose a su lado. Levántate. Mait quiso que se moviera. Sintió como si hubiera sido golpeada ella misma. Cada vez que Cam iba hacia William, ella lo sentía en sus propios huesos.

Ella no podía soportar ver eso.

"William tropezó por un segundo allí", Penn anunció después de que Maite se hubiera alejado.
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WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada - Página 2 Empty Re: WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Jue Oct 08, 2015 11:39 am

Pero golpeó a la derecha y totalmente sincronizado dio a Cam en la cara.

¡Estupendo! "

"¿Estas disfrutando con esto?" Preguntó Maite, horrorizada.

"Mi padre y yo solíamos ver UFC," dijo Penn. "Parece que estos dos muchachos han tenido una seria formación en artes marciales. ¡Centro perfecto, William! "Ella gimió. "Oh, hombre.

"¿Qué?" Maite se asomó de nuevo. "¿Está herido?"

"Relax", dijo Penn. "Alguien va a acabar con la pelea. Justo ahora que William se estaba recuperando".

Penn tenía razón. Parecía que el Sr. Cole corría por todo el campus. Cuando llegó a donde los chicos se estaban peleando, se detuvo y miró un momento, casi hipnotizado por la forma en la que ellos estaban.

"Haz algo," susurró Maite, con una sensación de malestar.

Por último, el Sr. Cole agarró a cada niño por su cuello. Los tres lucharon por un momento hasta que finalmente William se alejó. Movió su mano derecha, a continuación, hizo un círculo y escupió varias veces en el suelo.

"Muy atractivo, William," dijo Maite sarcásticamente. Salvo que lo era.

Ahora hablaba con el Sr. Cole. Él hizo un gesto con las manos hacia ellos y se llevó las manos a la cabeza. Cam fue el primero en ser despedido. Corrió fuera de la cancha hacia el dormitorio y desapareció.

El Sr. Cole puso una mano sobre el hombro de William, Maite se moría de ganas por saber de lo que estaban hablando, si William sería castigado. Ella quería ir con él, pero Penn la bloqueó.

"¿Que vas a hacer con la pieza de joyería que Cam te dio?”

El Sr. Cole se marchó y William se quedó solo, de pie a la luz de una sobrecargada farola, mirando la lluvia.

"No lo sé", dijo Maite a Penn, dejando la ventana. "Sea lo que sea, no lo quiero. Sobre todo después de esto". Regresó a la mesa de ordenador y sacó la caja de su bolsillo.

"Si no, yo lo haré", dijo Penn. Abrió la caja, y luego miró a Maite, confusa.

Capítulo Quince

La guarida DEL León

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que Maite se había echado un buen vistazo en el espejo. Ella nunca solía preocuparse por su reflejo – sus ojos color avellana claro; sus pequeños, alineados dientes; pestañas espesas; y una cascada de cabello negro. Así era en aquel entonces. Antes del último verano.

Después de que su mamá le había cortado el cabello, Maite había empezado a apartarse de los espejos. No era sólo a causa del cabello corto; Maite ya no creía que volvería a ser como antes, así que no quería ver ninguna evidencia. Empezó a mirar sólo hacía abajo cuando se lavaba sus manos en el baño. Mantenía su cabeza recta cuando caminaba al lado de ventanas con vidrios polarizados y evitaba el polvo facial que incluía espejos compactos.

Pero veinte minutos antes de cuando se suponía se encontraría con Cam, Maite estuvo ante el espejo en el baño de chicas de Augustine, que estaba vacío. Se preguntó si lucía bien. Su cabello finalmente había crecido, y el peso de sus rizos empezaba a hacerlos más sueltos. Ella checó sus dientes, luego enderezó sus hombros y posó ante el espejo como si estuviera mirando a Cam a los ojos. Tenía que decirle algo, algo importante, y quería estar segura de poder mostrar la apariencia necesaria para que él la tomara en serio.

Él no había estado en clases hoy. Tampoco William, así que Maite asumió que Mr. Cole los había puesto a ambos en algún tipo de confinamiento. Era eso o que estaban en la enfermería curando sus heridas. Pero Maite no tenía duda de que Cam estaría esperándola ese día.

Ella no quería verlo. No realmente. Su estómago dolía tan sólo pensando en los puños de Cam golpeando a William. Pero en primer lugar, había sido culpa de ella que los chicos pelearan. Ella le había dado entrada a Cam – y si lo había hecho porque había estado confundida, o deslumbrada por él o mínimamente interesada ya no importaba. Lo que importaba era que ahora sería directa. No habría nada entre ellos.

Tomó una profunda respiración, estiró su falda desde la cadera para acomodarla y empujó hacia afuera la puerta del baño.

Ella no pudo verlo, mientras se aproximaba a las compuertas. Pero es que, era difícil ver algo más allá de la zona de construcción en la zona del estacionamiento. Maite no había vuelto a estar en la entrada de la escuela desde que habían empezado con la remodelación, y se sorprendió de que tan complicado era maniobrar a través del pavimento hecho pedazos. Pasó al lado de tambos y trató de escabullirse del radar del equipo de construcción, abanicándose entre el humo de asfalto que no parecía disiparse nunca.

No había ni una señal de Cam. Por un segundo, ella se sintió como una tonta, casi como si hubiera caído en algún tipo de broma. Las altas compuertas de metal estaban cubiertas de rojo herrumbre. Maite miró a través de ellas hacía el denso bosque de viejos olmos vadeando el camino. Ella tronó sus nudillos, y recordó el momento en que William le había dicho que odiaba cuando ella hacía eso. Pero él no estaba aquí para verla; no estaba aquí nadie. Entonces ella notó una pieza de papel doblada con su nombre escrito. Estaba clavada al delgado y gris tronco del árbol de magnolia junto a la maltrecha cabina telefónica.

Te estoy salvando del evento de esta noche. Mientras el resto de nuestros compañeros estudiantes llevan a cabo una reconstrucción de la Guerra Civil – triste pero cierto- tú y yo pintaremos de rojo la ciudad. Un sedán negro con placa dorada te traerá hasta mí. Pienso que nosotros dos podríamos aprovechar una dosis de aire fresco.

-C

Maite tosió a causa del humo. Aire fresco era una cosa, pero, ¿un sedán negro llevándola fuera del campus? Llevándola hacía él, ¿como si fuera algún tipo de monarca que simplemente puede ordenar a su antojo que le lleven mujeres para conquistar? ¿Y dónde estaba él, de cualquier manera?

Nada de esto era parte de su plan. Había aceptado encontrarse con Cam sólo para decirle que él había ido demasiado lejos y ella realmente no podía involucrarse con él. Porque –aunque ella nunca se lo iba a decir- la noche anterior, cada vez que él había golpeado a William, algo dentro de ella se había estremecido y comenzado a hervir. Claramente, necesitaba cortar de raíz esta pequeña relación con Cam. Ella tenía el collar dorado de serpiente en su bolsillo. Era tiempo de regresárselo.

Excepto que ahora se sentía estúpida por asumir que Cam sólo quería platicar. Por supuesto que él tenía algo más bajo la manga. Él era ese tipo de chico.

El sonido de ruedas de coche acercándose lentamente hizo que Maite volteara. Un sedán negro se detuvo en frente de las compuertas. El vidrio polarizado de la ventana del conductor bajó un poco y una mano velluda salió y levantó la bocina de la cabina telefónica que estaba fuera de las compuertas. Después de un momento, la bocina fue devuelta a su lugar y el conductor se apoyó en el claxon.

Al final, las compuertas de metal se separaron, rechinando, y el auto avanzó, deteniéndose frente a ella. Los seguros de las puertas bajaron suavemente. ¿Realmente iba a subir a ese auto que la llevaría quién-sabe-dónde a encontrarse con Cam?

La última vez que ella había estado parada ante esas compuertas había sido diciendo adiós a sus padres. Extrañándolos antes de que siquiera se alejaran, ella se había

despedido de ellos ondeado su mano desde este mismo lugar, junto a la cabina rota dentro ya del campus –y, según recordaba, ella había notado una de las tantas cámaras de seguridad de alta tecnología. De la clase de cámaras con detector de movimiento, haciendo acercamientos a cada paso de ella. Cam no podría haber escogido un peor lugar para que el auto pasara por ella.

Repentinamente, ella tuvo la visión de la celda de confinamiento, en la soledad del sótano. Húmedas paredes de cemento y cucarachas corriendo por sus piernas. Sin ninguna luz. Los rumores aún se esparcían por el campus, acerca de aquella pareja, Jules and Phillip, a quienes nadie había vuelto a ver desde que habían tratado de salir a hurtadillas. ¿Acaso Cam pensaba que Maite quería verlo tan ansiosamente como para que ella se arriesgara a salir del Campus a plena vista de las cámaras de seguridad?

El auto aún estaba en marcha, estacionado en el camino frente a ella. Después de un momento, el conductor – un hombre con lentes de sol deportivos, una delgada cadena en el cuello y poco cabello- extendió su mano. En ella había un pequeño sobre blanco. Maite vaciló un segundo antes de avanzar y tomarlo de sus dedos.

Era de Cam. Una gruesa tarjeta color marfil cremoso con su nombre grabado en un decadente dorado en la esquina inferior izquierda.

Debí mencionarlo antes, las cámaras han sido aisladas. Mira por ti misma. Me encargué de ellas, así como cuidaré de ti. Te veré pronto. Eso espero.

¿Aisladas? ¿Acaso el quería decir que-? La chica aventuró una mirada hacía la cámara. Si, él lo hizo. Un tosco círculo negro de cinta de aislar había sido colocado limpiamente sobre el lente de la cámara. Maite no sabía cómo iba a funcionar eso o en cuánto tiempo tendrían la posibilidad de encontrar que, en una forma extraña, ella se había sentido aliviada de que Cam hubiera pensado en encargarse de eso. No podía imaginarse a William pensando en llegar tan lejos.

Tanto Callie como sus padres estuvieron esperando que los llamara esta tarde. Maite había leído tres veces la carta de diez páginas de Callie, y había memorizado todos los divertidos detalles del viaje de fin de semana a Nantucket de su amiga, pero aún no sabía cómo responder a ninguna de las preguntas de Callie acerca de su vida en Sword & Cross. Si ella se diera la vuelta y entrara para levantar la bocina, no sabría cómo empezar a explicarle a Callie o a sus padres sobre los extraños, oscuros y retorcidos días que había pasado. Era más fácil no decirles nada en absoluto, o al menos hasta que no hubiera arreglado las cosas, de una forma u otra.

Ella se deslizó en el asiento trasero, de lujosa piel beige, en el sedan, y se colocó el cinturón. El conductor puso en marcha el auto sin decir una palabra.

“¿A dónde vamos? Le preguntó ella.

“A un pequeño remanso río abajo. Al Sr. Briel le agrada el color local. Sólo siéntate y relájate, dulzura. Ya lo verás por ti misma.”

¿El Sr. Briel? ¿Quién era este tipo? A Maite nunca le había gustado que le dijeran que se relajara, especialmente cuando ella sentía que se lo decían como un tipo de advertencia para no hacer más preguntas. No obstante, ella cruzó los brazos sobre su pecho, mirando por la ventana, y trató de olvidar el tono que había utilizado el conductor al llamarla “dulzura”.

A través de los vidrios polarizados, se veían de color café los árboles y el gris camino de pavimento bajo ellos. El sedan negro giró en la vuelta hacia el oeste por dónde se llegaba a Thunderbolt. Estuvieron siguiendo el río hasta la ribera. Desde ese momento, cuando la senda y el río convergieron, Maite pudo ver el agua, oscura y salobre, remolineando al lado de ellos. Veinte minutos después el auto se detuvo lentamente en frente de un ajado bar al lado del río.

Estaba construido con grisácea madera antigua, y en un fanfarrón anuncio, empapado de agua, sobre la puerta principal, se podía leer STYX en letras irregulares pintadas a mano. Un puñado de pendones de plástico anunciando cerveza había sido engrapado a las vigas de madera justo debajo de donde terminaba el techo de lámina, en un mediocre intento de mostrar festividad. Maite estudió las imágenes impresas en los triángulos de plástico –palmeras y bronceadas chicas usando diminutos bikinis acercando botellas de cerveza a sus sonrientes labios – y se preguntó cuando había sido la última vez que alguna chica de verdad pisó este lugar.

Dos tipos pasados de moda vestidos como punks fumaban sentados en bancos frente al agua. Eran unos Mohawks de aspecto cansado, inclinados sobre sus frentes de mediana edad, con chaquetas de cuero que mostraban el aspecto sucio, opaco, de algo que habían estado usando desde que el estilo punk era lo nuevo. La expresión en blanco que mostraban en sus miserables y morenos rostros hacía que la escena se viera aún más desolada.

El embalse a la orilla de la carretera de doble sentido había empezado a inundar el asfalto, y el camino de alguna manera se veía invadido de hierba y fango. Maite nunca había llegado tan lejos en la ribera del río.

Mientras ella permanecía sentada, insegura sobre lo que haría una vez bajándose del auto, o dudando si había sido una buena idea, la puerta de Styx se abrió repentinamente y Cam apareció. Él se recargó plácidamente contra el mosquitero, con una pierna cruzada sobre la otra. Maite sabía que a través del vidrio polarizado no podía verla, sin embargo, como si él realmente pudiera, Cam extendió su mano y la exhortó a acercarse.

“No es nada,” Maite murmuró antes de agradecer al conductor. Ella abrió la puerta y fue recibida por una ráfaga de viento salado mientras subía los tres escalones hacía el porche de madera del bar.

El cabello revuelto de Cam caía suelto alrededor de su rostro y tenía esa mirada apacible en sus ojos verdes. Una manga de su playera negra estaba enrollada sobre su hombro y Maite pudo ver la suave línea de sus bíceps. Ella acarició la cadena de oro en su bolsillo. Recuerda para qué estás aquí.

Cam no mostraba en su rostro huella alguna de haber peleado la noche anterior, lo que la hizo preguntarse, inmediatamente, que oportunidad habría tenido William.

Cam la miró inquisitivo, paseando su lengua sobre su labio superior. “Estuve calculando cuantos tragos de consolación iba a necesitar si me dejabas plantado hoy,” dijo, abriendo sus brazos para envolverla con ellos. Maite se aproximó. Cam era un chico a quien era difícil decirle que no, aún cuando no estaba totalmente segura de que era lo que él le estaba pidiendo.

“No iba a dejarte plantado,” le dijo Maite, e inmediatamente se sintió culpable, sabiendo que esas palabras las había dicho más por obligación que con el sentido de romance que hubiera preferido Cam. Estaba ahí solo porque tenía que ir a decirle que no quería involucrarse con él. “Así que, ¿qué es este lugar? ¿Y desde cuando tienes un servicio de auto particular?”

“Júntate conmigo, chiquilla,” le contestó, mostrando que había tomado sus preguntas sólo como un cumplido, como si a ella le agradara el haber sido arrastrada a ese bar que olía igual que una profunda alcantarilla.

Ella era tan mala para decir ese tipo de cosas. Callie siempre decía que Maite era incapaz de ser brutalmente honesta y esa era la razón de que se hubiera visto atrapada en tantas relaciones horrendas con tipos a los que ella simplemente debería haberles dicho no. Maite empezó a temblar. Ella debía sacar esto de su pecho. Ella buscó en su bolsillo y jaló el pendiente. “Cam.”

“Oh que bien, lo trajiste.” Él tomó el collar de sus manos y giró alrededor de ella. “Déjame ayudar a ponértelo.”

“No, espera-“

“Ahí,” dijo él. “Realmente te queda. Echa un vistazo.” La condujo por las tablas que crujían a cada paso, hasta llegar a la ventana, donde cierto número de bandas habían sido colocadas para anunciar shows. THE OLD BABIES. EMPAPADOS DE ODIO. DESTRUCTORES DE CASAS. Maite tuvo que escoger entre estudiar alguno de esos anuncios que mirar su reflejo. “¿Ves?”

Ella no podía distinguir claramente sus facciones en el vidrio salpicado de lodo, pero veía el dorado pendiente resplandeciendo sobre su cálida piel. Lo sostuvo en su mano. Era adorable. Y tan distintivo con esa pequeña víbora hecha a mano serpenteando en el centro. No era algo que pudieras encontrar en las mesillas de los mercados, donde los residentes ofrecían artesanías de elevados precios a los turistas, suvenires del estado de Georgia hechos en las Filipinas. Detrás de su reflejo en la ventana, el cielo mostraba un intenso color naranja-como-paleta-de-caramelo, rasgado por delgadas líneas de nubes rosas.

“Acerca de la noche pasada…,” Empezó a decir Cam. Ella apenas si pudo ver en el reflejo del cristal sus rosados labios moviéndose sobre sus hombros.

“Yo también quería hablarte sobre lo de esta noche,” contestó Maite, colocándose a su lado. Ella logró observar apenas las Oops! de su colorido tatuaje en la parte posterior de su cuello.

“Entremos,” le dijo, guiándola tras el mosquitero a medio caer de la puerta. “Podemos platicar aquí dentro.”

El interior del bar estaba revestido de madera, había unas pocas lámparas naranjas que con su tenue luz proveían la única iluminación en el lugar. Cornamentas de todos tipos y tamaños estaban montadas en la pared y un guepardo disecado estaba suspendido sobre el bar, listo para atacar en cualquier momento. Una desteñida foto compuesta con las palabras PULASKI COUNTY MOOSE CLUB OFFICERS 1964-65 era la única otra decoración en las paredes, mostrando un ciento de rostros ovales, sonriendo modestamente encima de sus corbatas de moño color pastel. La rockola estaba tocando Ziggy Stardust, y un tipo viejo con la cabeza rasurada y pantalones de cuero estaba canturreando y bailando solo, a mitad de un arrebato de entusiasmo. Además de Maite y Cam, él era la única otra persona en el lugar.

Cam señaló hacía dos bancos. Los gastados cojines verdes de cuero estaban rasgados justo en el medio, la esponja beige sobresalía como si fuera una masiva cantidad de palomitas de maíz. Ya había un vaso medio vacío frente al asiento que reclamó Cam. La bebida en su interior era color café claro, estaba diluida con hielo y pequeñas gotas cubrían el vaso.

“¿Qué es eso?” Preguntó Maite.

“Georgia Moonshine,” contestó él, tomando un trago. “No lo recomiendo para comenzar.” Cuando ella lo miró acusadoramente, agregó, “He estado aquí todo el día.”

“Encantador,” Dijo Maite, palpando el collar dorado. “¿Cuántos años tienes, diecisiete? ¿Sentado en un bar tú solo y todo el día?”

Él no se veía obviamente borracho, aún así a ella no le gustaba la idea de haber venido todo este camino hasta aquí a romper la relación con él, sólo para encontrarlo tan ebrio como para que él pudiera entenderlo. Empezó a preguntarse cómo podría ir de regreso a la escuela. Ella ni siquiera sabía qué tan lejos estaba este lugar.

“Ouch,” Cam se frotó el corazón. “La belleza de ser suspendido de clases, Maite, es que nadie te extrañe durante las horas de escuela. Así que pensé que merecía un pequeño tiempo de recuperación.” Él alzó su cabeza. “¿Qué es lo que en verdad te molesta? ¿Es este lugar? ¿O la pelea de anoche? ¿O el hecho de que no nos están dando un buen servicio?” Cam levantó la voz para casi gritar las últimas palabras, lo suficientemente alto como para lograr que un enorme y fornido cantinero caminara desde la puerta de la cocina tras el mostrador. Tenía un largo cabello cortado en capas, y tatuajes que parecían trenzas de cabello humano corriendo arriba y abajo por sus brazos. Era todo músculo y debía pesar por lo menos trescientas libras.

Cam no mostraba en su rostro huella alguna de haber peleado la noche anterior, lo que la hizo preguntarse, inmediatamente, que oportunidad habría tenido William.

Cam la miró inquisitivo, paseando su lengua sobre su labio superior. “Estuve calculando cuantos tragos de consolación iba a necesitar si me dejabas plantado hoy,” dijo, abriendo sus brazos para envolverla con ellos. Maite se aproximó. Cam era un chico a quien era difícil decirle que no, aún cuando no estaba totalmente segura de que era lo que él le estaba pidiendo.

“No iba a dejarte plantado,” le dijo Maite, e inmediatamente se sintió culpable, sabiendo que esas palabras las había dicho más por obligación que con el sentido de romance que hubiera preferido Cam. Estaba ahí solo porque tenía que ir a decirle que no quería involucrarse con él. “Así que, ¿qué es este lugar? ¿Y desde cuando tienes un servicio de auto particular?”

“Júntate conmigo, chiquilla,” le contestó, mostrando que había tomado sus preguntas sólo como un cumplido, como si a ella le agradara el haber sido arrastrada a ese bar que olía igual que una profunda alcantarilla.

Ella era tan mala para decir ese tipo de cosas. Callie siempre decía que Maite era incapaz de ser brutalmente honesta y esa era la razón de que se hubiera visto atrapada en tantas relaciones horrendas con tipos a los que ella simplemente debería haberles dicho no. Maite empezó a temblar. Ella debía sacar esto de su pecho. Ella buscó en su bolsillo y jaló el pendiente. “Cam.”

“Oh que bien, lo trajiste.” Él tomó el collar de sus manos y giró alrededor de ella. “Déjame ayudar a ponértelo.”


“No, espera-“

“Ahí,” dijo él. “Realmente te queda. Echa un vistazo.” La condujo por las tablas que crujían a cada paso, hasta llegar a la ventana, donde cierto número de bandas habían sido colocadas para anunciar shows. THE OLD BABIES. EMPAPADOS DE ODIO. DESTRUCTORES DE CASAS. Maite tuvo que escoger entre estudiar alguno de esos anuncios que mirar su reflejo. “¿Ves?”

Ella no podía distinguir claramente sus facciones en el vidrio salpicado de lodo, pero veía el dorado pendiente resplandeciendo sobre su cálida piel. Lo sostuvo en su mano. Era adorable. Y tan distintivo con esa pequeña víbora hecha a mano serpenteando en el centro. No era algo que pudieras encontrar en las mesillas de los mercados, donde los residentes ofrecían artesanías de elevados precios a los turistas, suvenires del estado de Georgia hechos en las Filipinas. Detrás de su reflejo en la ventana, el cielo mostraba un intenso color naranja-como-paleta-de-caramelo, rasgado por delgadas líneas de nubes rosas.

“Acerca de la noche pasada…,” Empezó a decir Cam. Ella apenas si pudo ver en el reflejo del cristal sus rosados labios moviéndose sobre sus hombros.

“Yo también quería hablarte sobre lo de esta noche,” contestó Maite, colocándose a su lado. Ella logró observar apenas las Oops! de su colorido tatuaje en la parte posterior de su cuello.

“Entremos,” le dijo, guiándola tras el mosquitero a medio caer de la puerta. “Podemos platicar aquí dentro.”

El interior del bar estaba revestido de madera, había unas pocas lámparas naranjas que con su tenue luz proveían la única iluminación en el lugar. Cornamentas de todos tipos y tamaños estaban montadas en la pared y un guepardo disecado estaba suspendido sobre el bar, listo para atacar en cualquier momento. Una desteñida foto compuesta con las palabras PULASKI COUNTY MOOSE CLUB OFFICERS 1964-65 era la única otra decoración en las paredes, mostrando un ciento de rostros ovales, sonriendo modestamente encima de sus corbatas de moño color pastel. La rockola estaba tocando Ziggy Stardust, y un tipo viejo con la cabeza rasurada y pantalones de cuero estaba canturreando y bailando solo, a mitad de un arrebato de entusiasmo. Además de Maite y Cam, él era la única otra persona en el lugar.

Cam señaló hacía dos bancos. Los gastados cojines verdes de cuero estaban rasgados justo en el medio, la esponja beige sobresalía como si fuera una masiva cantidad de palomitas de maíz. Ya había un vaso medio vacío frente al asiento que reclamó Cam. La bebida en su interior era color café claro, estaba diluida con hielo y pequeñas gotas cubrían el vaso.

“¿Qué es eso?” Preguntó Maite.

“Georgia Moonshine,” contestó él, tomando un trago. “No lo recomiendo para comenzar.” Cuando ella lo miró acusadoramente, agregó, “He estado aquí todo el día.”

“Encantador,” Dijo Maite, palpando el collar dorado. “¿Cuántos años tienes, diecisiete? ¿Sentado en un bar tú solo y todo el día?”

l no se veía obviamente borracho, aún así a ella no le gustaba la idea de haber venido todo este camino hasta aquí a romper la relación con él, sólo para encontrarlo tan ebrio como para que él pudiera entenderlo. Empezó a preguntarse cómo podría ir de regreso a la escuela. Ella ni siquiera sabía qué tan lejos estaba este lugar.

“Ouch,” Cam se frotó el corazón. “La belleza de ser suspendido de clases, Maite, es que nadie te extrañe durante las horas de escuela. Así que pensé que merecía un pequeño tiempo de recuperación.” Él alzó su cabeza. “¿Qué es lo que en verdad te molesta? ¿Es este lugar? ¿O la pelea de anoche? ¿O el hecho de que no nos están dando un buen servicio?” Cam levantó la voz para casi gritar las últimas palabras, lo suficientemente alto como para lograr que un enorme y fornido cantinero caminara desde la puerta de la cocina tras el mostrador. Tenía un largo cabello cortado en capas, y tatuajes que parecían trenzas de cabello humano corriendo arriba y abajo por sus brazos. Era todo músculo y debía pesar por lo menos trescientas libras.

Cam volteó hacía ella y sonrió. “¿Cuál es tu veneno?”

“No importa,” contestó Maite. “Realmente no tengo mi propio veneno.”

“Tú estabas tomando champaña en mi fiesta,” señaló Cam. “¿Ves quien si pone atención?” Él la golpeo suavemente con su hombro. “Tu mejor champaña aquí,” le dijo al cantinero, quien tiró su cabeza hacia atrás y dejó escapar una sarcástica y áspera risa.

Sin hacer el menor intento de pedirle una identificación a la adolescente o al menos mirarla lo suficiente para adivinar su edad, el cantinero se dirigió a un pequeño refrigerador con puerta deslizante de cristal. Las botellas tintineaban mientras rebuscaba entre ellas. Después de lo que había parecido un buen rato, el mesero emergió con una pequeña botella de Freixenet. Se veía como si hubiera algo naranja creciendo alrededor de su base.

“No acepto la responsabilidad por esto,” comentó, ofreciéndoles la botella. Cam botó el corcho y elevó sus cejas hacía Maite. Él sirvió el Freixenet ceremoniosamente en una copa.

“Quiero disculparme,” dijo. “Yo sé que he ido demasiado lejos. Y la noche pasada, lo que pasó con William, no me siento bien sobre eso.” Él espero a que Maite asintiera antes de continuar hablando. “En vez de enojarme, simplemente debí haberte escuchado. Tú eres la única que me importa, no él.”

Maite observó las burbujas subiendo en el vino, pensando si debía ser honesta, si le diría que era William quien le importaba a ella y no Cam. Ella tenía que decírselo. Si él había lamentado el no haberla escuchado la noche anterior, quizá ahora si empezaría a escuchar. Ella agarró su copa para beber un sorbo antes de comenzar.

“Oh, espera,” Cam puso una mano en su brazo. “No puedes beber hasta que no hayamos brindado por algo.” Él elevó su vaso y le sostuvo la mirada. “¿Por qué deberíamos brindar? Escoge.”

El mosquitero de la puerta principal se abrió ruidosamente y entraron los tipos que habían estado fumando en el porche. El más alto de ellos, con grasoso cabello negro, nariz afilada y uñas asquerosamente sucias, echó una mirada hacía Maite, y se encaminó hacia donde estaban los chicos.

“¿Qué estamos celebrando?” Se dirigió a ella, chocando su vaso con el de la chica. Se acercó más a ella, que percibió el roce de su cadera a través de su falda de franela. “¿La primera noche fuera de la nena? ¿A qué hora es el toque de queda?”

“Estamos celebrando que vas a llevar tu trasero fuera de aquí, ahora mismo,” replicó Cam de una manera tan agradable como si estuviera sólo anunciando que era el cumpleaños de Maite. Fijó sus ojos verdes en el tipo, que mostró sus dientes llenos de caries.

“Fuera de aquí, ¿huh? Sólo si ella me acompaña.”

El tipo hizo el intento de coger la mano de Maite. Después de la forma en que la pelea con William había empezado, Maite esperaba que Cam necesitara sólo una mínima excusa para que sus manos volaran a los golpes otra vez. Especialmente si él había estado bebiendo en este lugar todo el día. Pero Cam se veía sorprendentemente tranquilo.

Todo lo que hizo fue arrojar la mano del tipo con la velocidad, gracia y fuerza brutal de un león lanzando a un ratón.

Cam observó al tipo mientras retrocedía dando traspiés. Luego sacudió su mano con una mirada aburrida en el rostro, entonces acarició la muñeca de Maite donde el tipo había tratado de sujetarla. “Lamento esto. ¿Qué estabas diciendo sobre la noche anterior?”

“Yo decía que…” Maite sintió la sangre ardiendo en sus mejillas. Directamente sobre la cabeza de Cam, una enorme oscuridad empezaba a abrirse, extendiéndose, desplegándose hasta convertirse en la más grande, negra sombra que jamás había visto. Una descarga de viento ártico era disparada desde su centro, y Maite sintió la frialdad glacial de la sombra aún sobre los dedos de Cam que seguían acariciando su piel.

“Oh. Dios. Mio,” susurró la chica.

Hubo un estrépito de cristales cuando el tipo aplastó su vaso sobre la cabeza de Cam. Lentamente, Cam se levantó de su silla y sacudió de su cabello algunos restos de cristal. Volteó hacia aquel hombre, que fácilmente le doblaba la edad y era bastantes pulgadas más alto que él.

Maite se encogió en su banco, huyendo de lo que había sentido acerca de la pelea que estaba a punto de empezar entre Cam y ese tipo. Y de lo que temía que podría suceder con esa sombra oscura como noche-de-muerte desplegada sobre sus cabezas.
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Mensaje por tamalevyrroni Jue Oct 08, 2015 11:40 am

“Terminen con eso,” ordenó tajantemente el enorme tabernero, aunque no se molestó en levantar la mirada de su revista de peleas.

Inmediatamente, el tipo empezó a golpear ciegamente a Cam, quien recibió esos golpes sin ton ni son como si fueran los besos de un niño.

Maite no era la única sorprendida por la serenidad de Cam. El bailarín uso-pantalones- de- cuero se había encogido junto a la rockola. Y hasta el tipo de cabello grasiento después de haber golpeado varias veces a Cam, se retiró unos pasos, escrutándolo, confuso.

Durante ese tiempo, la sombra había inundado el techo, oscuros zarcillos creciendo como mala hierba y colgando cada vez más cerca sobre sus cabezas. Maite se encogió y estremeció en el momento en que Cam esquivaba el último puñetazo del tipo drogado.

Y entonces decidió responder a la pelea.

Fue simplemente un ligero movimiento de sus dedos, como si Cam se hubiera deshecho de una hoja marchita. En un minuto, el tipo estaba todo sobre el rostro de Cam, pero cuando los dedos del chico conectaron en el pecho de su oponente, este último salió

volando – sacudiendo sus pies por el aire, desperdigando botellas vacías de cerveza por su trayecto, hasta que su espalda se estrelló en la pared opuesta, cerca de la rockola.

El tipo se frotó la cara y, quejándose, empezó a ponerse en cuclillas. “¿Cómo hiciste eso?” Los ojos de Maite estaban abiertos de par en par.

Cam ignoró su pregunta, volteó hacía el robusto y menos alto amigo de aquel tipo y lo encaró, “¿Sigues tú?”

El segundo tipo alzó las palmas. “No es mi pelea, hombre,” balbuceó, mientras retrocedía.

Cam se encogió de hombros, caminó hasta el primer tipo, y lo alzó en vilo sujetándolo de la espalda de su playera. Sus miembros oscilaron inexorablemente en el aire, como si fuera una marioneta. Entonces, con un simple movimiento de su muñeca, Cam arrojó al tipo contra la pared. Parecía que se iba a quedar pegado ahí cuando Cam lo sujetó nuevamente, azotando al tipo y diciendo una y otra vez, “Te dije, ¡fuera de aquí!”

“¡Suficiente!” gritó Luce, pero ninguno de ellos la escuchó o les importó. Maite empezó a sentirse enferma. Ella quería apartar sus ojos de la ensangrentada nariz y boca del tipo inmovilizado contra la pared, por la casi sobrehumana fuerza de Cam. Quería decirle que se olvidara de la plática y que ella misma encontraría la manera de regresarse a la escuela. Pero más que nada, quería, apartarse de esa densa sombra que ya cubría completamente el techo y escurría por las paredes. Agarró su bolsa y salió, corriendo hacía la noche-

Y derecho hacía los brazos de alguien. “¿Estás bien?”

Era William.

“¿Cómo me encontraste?” preguntó ella, hundiendo desfachatadamente su rostro en el hombro de William. Las lágrimas que Maite no quería permitirse, estaban manando dentro de ella.

“Vamos,” contestó él. “Hay que sacarte de aquí.”

Sin mirar atrás, ella deslizó su mano en la de él. La calidez de William se extendió por su brazo y luego por todo su cuerpo. Entonces las lágrimas comenzaron a fluir. No era justo sentirse tan a salvo cuando las sombras aún estaban tan cerca.

Hasta William se veía perturbado. Él la arrastró a través del lote tan rápidamente, que ella casi tuvo que correr para mantener su paso.

No fue su intención el mirar atrás cuando sintió las sombras que se derramaban ya por fuera de la puerta del bar, dispersándose amenazantes en el aire. Fluían constantes sobre su cabeza, succionando toda la luz a su paso. Era como si el mundo entero empezara a hacerse pedazos ante sus ojos. Un picante hedor sulfuroso golpeó su nariz, peor que cualquier cosa que ella hubiera conocido.

William miró hacia arriba, también, y frunció el ceño, sólo que él parecía como que simplemente estaba tratando de recordar dónde se había estacionado. Pero entonces sucedió la cosa más extraña. Las sombras retrocedieron, desperdigándose en negros manojos que se dispersaban y diluían.

Los ojos de Maite se estrecharon por la incredulidad. ¿Cómo había hecho eso William?

¿Él no lo había hecho, o sí?

“¿Qué?” preguntó William, distraídamente. Él quitó el seguro de la puerta del pasajero al llegar a la camioneta Taurus color blanco. “¿Hay algo mal?”

“No tenemos tiempo para que me ponga a enlistar todas las, tantas cosas que están mal,” dijo Maite, hundiéndose en el asiento. “Mira,” señaló hacía la entrada del bar. La puerta estaba justamente balanceándose ante la salida de Cam. Él debía haber noqueado al otro tipo, pero no tenía el aspecto de haber estado peleando. Sus puños estaban apretados.

William sonrió con aire de complicidad y sacudió su cabeza. Maite apuñalaba una y otra vez su cinturón de seguridad en el broche, infructuosamente, hasta que él se le acercó y le apartó las manos. Ella sostuvo el aliento mientras los dedos del joven rozaban su estómago. “Tiene un truco,” le susurró, abrochando la hebilla en la base.

Él encendió el auto, entonces retrocedió lentamente, tomando su tiempo mientras pasaba frente a la puerta del bar. Maite no podía pensar en una sola cosa para decirle a Cam, pero se sintió perfecto cuando William bajó la ventanilla y simplemente dijo, “Buenas noches, Cam.”

“Maite,” imploró Cam, caminando hacía el auto. “No hagas esto. No te vayas con él. Esto terminará mal.” Ella no pudo mirarlo a los ojos, los cuales ella sabía estaban suplicándole que volviera. “Lo lamento.”

William ignoró completamente a Cam y se limitó a conducir. El embalse lucía nublado en el crepúsculo, y el bosque en frente de ellos lucía aún más nublado.

“Aún no me has contado cómo fue que me encontraste aquí,” dijo Maite. “O cómo sabías que yo vine a encontrarme con Cam. O de dónde sacaste este auto.”

“Es de Miss Sophia,” Explicó William, encendiendo las luces pues los árboles se elevaban juntos sobre el camino y lo cubrían con una densa sombra.

“¿Miss Sophia te prestó su coche?”

“Después de años de vivir en los barrios bajos de L.A.,” él se encogió de hombros, “puedes decir que tengo un toque mágico en lo que respecta a “tomar prestado” un auto.”

“¿Robaste el auto de Miss Sophia? Maite lo miró de soslayo, preguntándose cómo anotaría la bibliotecaria este suceso en su expediente.

“Lo devolveremos,” añadió William. “Además, ella está bastante preocupada por la reconstrucción de la Guerra Civil de esta noche. Algo me dice que ni siquiera se va a enterar de que el auto se ha ido.”

Sólo entonces Maite se dio cuenta de la ropa que William estaba usando. Contempló el azul uniforme de soldado de la Unión con su ridícula tira de cuero café atravesada diagonalmente sobre su pecho. Había estado tan asustada de las sombras, de Cam, de toda esa escena espeluznante, que ni siquiera había hecho una pausa para echar una mirada a William.

“No te rías,” le dijo William, tratando de no reírse él mismo. “Esta noche tú estás totalmente fuera del peor Evento Social de este año.”

Maite no pudo contenerse: acercó su mano para acunar uno de los botones de William. “Que pena” le contestó, hablando con un acento sureño. “Estoy escasa de vestidos belle- of-the-ball.”

Los labios de William se curvaron en una sonrisa, pero entonces suspiró. “Maite. Lo que hiciste esta noche –las cosas pudieron haber resultado realmente mal. ¿Entiendes eso?”

Maite clavó la mirada en el camino, molesta por la forma en que había sido repentinamente devuelta a la nefasta realidad. Se escuchó el ulular de un búho posado en un árbol, tras de ellos.

“No era mi intención venir aquí,” dijo ella, con sinceridad. Era casi como si Cam la hubiera engañado. “Desearía no haberlo hecho,” añadió quedamente, preguntándose dónde estaría ahora aquella sombra.

William golpeó bruscamente el volante con su puño, haciéndola saltar. Él estaba apretando sus dientes y Maite odió ser ella la única persona que lo hacía ponerse tan furioso.

“Simplemente no puedo creer que te hayas involucrado con él,” le dijo a la chica. “No me involucré,” insistió ella, “La única razón por la que vine era para decirle que…” Ya no tenía caso. ¡Involucrada con Cam! Si William sólo supiera que ella y Penn gastaban la mayor parte de su tiempo libre buscando datos de su familia… bueno, él probablemente estaría igual de molesto.

“No tienes nada que explicarme,” dijo William, sacándola de sus pensamientos. “Esto es culpa mía, de cualquier manera.

“¿Tu culpa?”

Para ese entonces William había abandonado el camino y detenido el auto en la orilla de un banco de arena. Apagó las luces del auto y quedaron de frente al océano. El oscuro cielo estaba adornado por una profunda sombra carmesí, y las crestas de las olas parecían hechas de plata, brillando. La hierba en la playa se mecía con el viento, creando un agudo y desolado sonido sibilante. Una parvada irregular de gaviotas ocupadas en acicalar sus alas estaba a lo largo de las rejas de protección.

“¿Estamos perdidos?” Preguntó Maite.

William la ignoró. Salió del auto, cerrando la puerta, y comenzó a caminar hacia el agua. Maite esperó diez agonizantes segundos, observando mientras su silueta disminuía en el crepúsculo púrpura, antes de saltar del auto y seguirlo.

El viento azotaba su cabello contra su cara. Las olas golpeaban en la playa, regando en su camino hileras de conchas y algas marinas. El aire estaba tan frió como el agua. Todo el ambiente estaba lleno de una áspera esencia salina.

“¿Qué está pasando, William?” le preguntó, trotando a través de las dunas. Se sentía más pesada caminando en la arena. “¿Dónde estamos? ¿Y qué quieres decir con que, es tu culpa?”

Él volteó hacia ella. Se veía tan vencido, su uniforme todo arrugado, sus ojos grises mirándola tristemente. El rugido de las olas casi superaba su voz.

“Sólo necesito algo de tiempo para pensar.”

Maite sintió un nudo creciendo en su garganta nuevamente. Ella casi había dejado finalmente de llorar, pero William estaba haciendo todo esto tan difícil. “¿Por qué me rescataste entonces? ¿Por qué manejaste todo este camino para salvarme, y luego me gritas, luego me ignoras?” Secó sus lágrimas en el dobladillo de su camiseta y la sal marina en sus dedos hizo que los ojos le lloraran más. “No es que esto sea muy diferente de la manera en que me tratas la mayor parte del tiempo, pero-“

William giró y tomó la cara de la chica entre sus manos. “No lo entiendes, Maite.” Él meneó su cabeza. “Ese es el punto –tú nunca lo entiendes.”

No había ninguna maldad en su voz. De hecho, era casi… demasiado tierno. Como si ella fuera tan tonta como para no captar lo que fuera que era tan obvio para él. Y eso la hizo sentir absolutamente furiosa.

“¿Qué yo no lo entiendo?” preguntó ella. “¿Yo no entiendo? Déjame decirte algo que si entiendo. ¿Te crees que eres demasiado listo? Yo estuve tres años con una beca académica al cien por ciento en el mejor colegio del país. Y cuando se acabó, tuve que solicitar –solicitarles- que me permitieran privarlos de mi expediente académico de Excelencia.”

William trató de alejarse, pero Maite lo persiguió, dando un paso adelante por cada pequeño paso que él retrocedía. Probablemente lo iba a poner histérico, pero, ¿y qué? Él se lo había ganado por cada vez que se había mostrado condescendiente con ella.

“Hablo Latín y Francés, y en la secundaria, gané el concurso de ciencias tres años seguidos.”

Maite atrapó a William contra el barandal de protección y trataba de contenerse para no golpearlo con su dedo. Ella no había terminado. “Y también resuelvo el crucigrama del domingo, algunas veces en menos de una hora. Tengo un inequívoco sentido de orientación… que si lo pienso, no es tan bueno tratándose de chicos.”

Maite tragó saliva y tomó un momento para recuperar el aliento.

“Y algún día, voy a ser una Psiquiatra que realmente escuchará a sus pacientes y ayudaré a la gente. ¿Okay? Así que no sigas hablándome como si yo fuera una estúpida y no me digas que no entiendo, solo porque no puedo decodificar tu errática, excéntrica, un- minuto-ardiente-siguiente-minuto-helado, francamente…” –ella lo miró de frente, conteniendo el aliento- “verdaderamente hiriente comportamiento.” Maite se sacudió una lágrima, molesta consigo misma por haberse exaltado tanto.

“Cállate,” dijo William, pero lo dijo tan suave y tiernamente que Maite sorprendió a ambos obedeciéndole.

“Yo no pienso que seas estúpida.” Él cerró sus ojos. “Pienso que eres la persona más lista que conozco. Y la más agradable. Y” –hizo una pausa, abriendo sus ojos para mirarla directamente- “la más hermosa.”

“¿Perdón?”

William miró hacia el océano. “Es sólo que yo… estoy tan cansado de esto,” agregó. Sonaba exhausto.

“¿Cansado de qué?”

Él la miró, con una expresión llena de tristeza en su rostro, como si hubiera perdido algo precioso. Este era el William que ella conocía, aunque ella no podía explicar cómo o de dónde. Este era el William que ella… amaba.

“Puedes decirme,” susurró Maite.

Él inclinó su cabeza. Pero sus labios aún estaban tan cerca de los de ella. Y la mirada en sus ojos era tan seductora. Era casi como si él quisiera que ella tomara la iniciativa.

El cuerpo de Maite tembló nerviosamente mientras acercaba sus labios inclinándose hacía él. Ella colocó su mano en la mejilla de William y él parpadeó pero no se movió. Ella avanzó despacio, muy despacio, como si se estuviera preocupada por incomodarlo, a cada segundo sentía que se petrificaba. Y entonces, cuando estuvieron tan cerca como para que sus miradas casi se cruzaran, ella cerró sus ojos y presionó sus labios contra los de él.

Apenas un suave toque de sus labios, como la caricia de una pluma, fue todo lo que hubo, pero un fuego que Maite nunca había sentido recorrió todo su cuerpo, y ella supo que necesitaba más todo-de-William. Hubiera sido demasiado pedirle que él la necesitar de la misma manera, para envolverla en sus brazos como lo había hecho tantas veces en sus sueños, para devolver ese tan deseado beso con más fuerza.

Pero él lo hizo.

Sus fuertes brazos rodearon su cintura. La atrajo hacía él y Maite pudo sentir la fina línea de los dos cuerpos conectados- sus piernas enredadas, cadera contra cadera, sus corazones latiendo al mismo compás. William la colocó contra el barandal, girándola tan cerca de él que no la dejaba moverse, hasta que la tuvo exactamente donde ella había querido estar. Todo esto sin romper el apasionado broche de sus labios.

Entonces empezó a besarla realmente, suave al principio, imperceptiblemente, rozando con la nariz su oído. Después tardada, dulce y tiernamente, a lo largo de la línea de su rostro y bajando por su cuello, haciéndola gemir inclinando su cabeza. Él tiró de su cabello suavemente y Maite abrió los ojos para ver fugazmente las primeras estrellas asomándose en el negro cielo. Se sintió aún más cerca del cielo de lo que nunca había estado.

Al final, William regresó a sus labios, besándola con mucha más intensidad – succionando su labio superior, delineando con su suave lengua los dientes de la chica. Ella abrió más los labios, desesperada por tener más de él en su interior, abandonando finalmente el miedo de mostrar cuánto había anhelado por él. Para igualar la fuerza de sus besos con los de ella.

Ella comenzó a sentir arena en su rostro y bajo sus pies, el viento salado se estrellaba en su piel, y un dulce, embelesado sentimiento se desbordaba de su corazón.

En ese momento, ella hubiera podido morir por él.

William se apartó y la miró fijamente, como si él quisiera que la chica le dijera algo. Maite sonrió y lo besó suavemente en los labios, mostrando que le pertenecían a él. Ella no sabía con qué palabras, con qué mejor manera, comunicarle lo que ella estaba sintiendo, lo que ella quería.

“Aún continuas aquí,” susurró él.

“Ellos no podrán llevarme a rastras.” Dijo ella sonriendo.

William dio un paso atrás, y con una mirada oscura hacia ella, su sonrisa se desvaneció. Él empezó a caminar lentamente frente a ella, frotándose la frente con la mano.“

“¿Qué va mal? Preguntó Maite sutilmente, jalando la manga de William para que regresara a besarla de nuevo. Él paseó sus dedos por el rostro de la chica, a través de su cabello, alrededor de su cuello. Como si estuviera asegurándose de que ella no fuera sólo un sueño.

¿Fue realmente este su primer beso? Ella no creía que lo de Trevor debía contar, así que técnicamente si era el primero. Y todo parecía tan correcto, como si ella hubiera estado destinada para William, y él para ella. Su aroma era… delicioso. Su boca sabía suntuosa y dulce. Él era alto y fuerte y… Escapando de su abrazo.

“¿A dónde vas? Inquirió la chica.

Las rodillas de William se doblaron y se hundió unas pulgadas, inclinándose contra la reja de madera y mirando al cielo. Se veía sufriendo.

“Dices que nada podrá llevarte a rastras,” murmuró el chico. “Pero ellos lo harán. Tal vez sólo se les hizo tarde.”

“¿Ellos? ¿Quiénes?” preguntó Maite, mirando alrededor de la playa desierta. “¿Cam?, Creo que lo perdimos.”

“No,” William empezó a caminar alejándose del barandal. Él se estremeció. “Eso es imposible.”

“William.”

“Esto llegará,” susurró él.

“Me estás asustando.” Maite caminó tras William, tratando de mantener su paso. Porque repentinamente, aunque ella no quisiera, empezaba a tener la sensación de saber a qué se refería él. No a Cam, sino a algo más, alguna otra amenaza. La mente de Maite empezó a nublarse. Las palabras de William la habían abatido.

Capitulo 16

Aguantando en el Balance

Maite se paró en el cruce entre el cementerio en el lado norte del campus y el camino del lago al sur. Era casi de noche y los trabajadores de construcción se habían ido a casa. Una luz salió de unas ramas de roble detrás del gimnasio, produciendo sombras en el jardín que llevaba al lago. Tentando a ir detrás de ellas. Ella no estaba segura si debía ir. Sostuvo dos cartas en sus manos. La primera, de Cam, era la disculpa que ella había estado esperando, y la petición de que se encontrara con él después de la escuela para hablar. La segunda, de William, no decía nada más que “Encuéntrame en el lago.” Ella no podía esperar. Sus labios todavía le hormigueaban por su beso de la última noche. No podía sacarse ese pensamiento en sus dedos el su pelo, o sus labios en su cuello, fuera de su cabeza.

Otras partes de la noche eran borrosas, como lo que había pasado luego de haberse sentado junto a William en la playa. Comparada con la manera en que sus manos habían tocado su cuerpo no hace menos de diez minutos, William se miraba casi horrorizado de tocarla.

Nada podía quitarlo de su toque. Él seguía murmurando lo mismo una y otra vez-‘Algo debe haber pasado. Algo cambió”- y mirándola con dolor en sus ojos, como si ella tuviera la respuesta, como si ella tuviera idea de lo que sus palabras significaban. Por fin, ella se había quedado dormida en su hombro, mirando el océano eterno. Cuando se despertó horas después, él la estaba llevando hacia arriba en sus dormitorio. Ella estaba a perpleja al darse cuenta de que había dormido todo el camino de regreso hacia la escuela-y más perpleja por el extraño resplandor en el pasillo. Estaba de vuelta. La luz de William. La cual ella no sabía si él podía ver.

Todo a su alrededor estaba bañado de una suave luz violeta. Los paragolpes blancos pegados en la entrada de otros estudiantes habían tomado un azul neón. Los linóleos azulejos pálidos parecían que brillaban. La ventanilla donde se miraba el cementerio había tomado un brillo violeta en los primeros rayos del sol afuera. Todo directamente bajo la mirada de los rojos.

“Estamos bien cachados,” ella susurró, nerviosa y casi dormida.

“No estoy preocupado por los rojos,” William dijo calmadamente, siguiendo sus ojos hacia las cámaras. Al principio, sus palabras eran tranquilizantes, pero cuando ella se comenzó a notar un tono preocupado en su tono: Si William no estaba preocupado por los rojos, estaba preocupado sobre algo más.
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WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada - Página 2 Empty Re: WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Jue Oct 08, 2015 11:41 am

Cuando la dejó sobre su cama, la beso ligeramente en la frente, luego tomó un profundo respiro, “No te desaparezcas sobre mí,” el dijo.

“No hay oportunidad de eso.”

“Lo digo en serio.” Él cerró sus ojos por un largo tiempo. “Descansa pero encuéntrame en la mañana antes de clases. Quiero hablar contigo. Lo prometes?”

Ella apretó su mano para jalarlo hacia ella por un último beso. Ella sostuvo su rostro entre sus manos y se derritió. Cada vez que sus ojos medio se abrían, los de él la estaban viendo. Y a ella le gustaba.

Por fin, él retrocedió, y se paró en la puerta mirándola, sus ojos aún con esa intensidad para que su corazón corriera tan rápido como cuando la había besado hace un rato. Cuando él se deslizó al pasillo y cerró la puerta detrás de él, Maite se hundió en el sueño más profundo.

Había dormido en sus clases de la mañana y se había despertado casi en la tarde sitiándose viva y renacida. No importándole que ella no tuviera excusa por faltar a la escuela. Sólo preocupada de que se había perdido el encuentro con William. Ella debía encontrarlo tan pronto como pudiera, y él entendería.

Alrededor de las 2 en punto, cuando finalmente se le había ocurrido que debía conseguir algo de comer o tal vez aparecer en la clase de religión de la Srta. Sophia, ella se salió gateando de la cama. Eso fue cuando ella vio los dos sobres que había sido deslizados debajo de su puerta, la cual la puso lista para salir del dormitorio.

Ella tenía que ir con Cam primero. Si iba al lago antes de cementerio, ella sabía que no sería capaz de dejar a William, si ella iba primero al cementerio, su deseo de ver a William harían que ella se desesperara lo suficiente para decirle a Cam las cosas de las que había estado tan nerviosa antes. Antes todo se hubiera vuelto tan horrorizante y fuera de control la última noche.

Sacudiendo sus miedos por verlo, Maite pasó a través de las salas comunales hacia el cementerio. La noche estaba cálida, y el aire era pegajoso con humedad. Iba a ser una de esas noches sofocantes cuando la briza del distante océano nunca se ponía tan duro como para refrescar. No había nadie afuera en el campus, y las hojas de los árboles estaban quietas.

Maite podía haber sido la única cosa en Sword & Cross que estaba moviéndose. Todos serían liberados de las clases, arreados hasta el salón de estar para comer, y Penn-y posiblemente otros-se estarían preguntado dónde estaba Maite. Cam estaba inclinado sobre el portón del cementerio cuando ella llegó. Sus codos recostados en unos postes en forma de vainas, sus hombros doblados hacia adelante. Estaba recogiendo un diente de león con la Oops! de hierro de su gruesa y negra bota.

Maite no podía recordar haberlo visto tan internamente consumido-la mayoría del tiempo Cam se miraba que tenía un entusiasta interés en el mundo alrededor de él. Pero esta vez, ni siquiera miró hacia arriba hasta que ella estaba directamente frente a él. Y cuando lo hizo, su cara estaba pálida. Su cabello estaba aplastado sobre su cabeza y ella estaba sorprendida de notar que él necesitaba una rasurada. Sus ojos rodaron hacia su rostro, como si enfocarse en sus rasgos requiriera algún esfuerzo. Se miraba destrozado, no golpeado por la luz, pero simplemente como si él no hubiera dormido en días.

“Viniste.” Su voz era ronza, pero sus palabras terminaron con una pequeña sonrisa. Maite se tronó los nudillos, pensando que él no estaría sonriendo por mucho más. Ella asintió y sostuvo su carta.

Él alcanzó su mano, pero ella quitó su brazo, pretendiendo que necesitaba la mano para quitarse el cabello de sus ojos.

“Pensé que estarías enojada por lo de anoche,” él dijo, poniéndose lejos de la puerta. Tomó unos pasos al cementerio, luego se sentó con las piernas cruzadas en una pequeña banca de mármol gris entre la primera fila de lápidas. Limpió la tierra y quebró unas hojas, luego le dio una palmadita al lugar vacío junto a él.

“Enojada?” ella dijo.

“Eso es por lo que generalmente las personas salen de los bares.”

Ella se sentó viéndolo, con la pierna cruzada también. Desde aquí, ella podía ver la Oops! de las ramas de los enormes y viejos robles en el centro del cementerio, donde ella y Cam había tenido su picnic de la tarde que parecía que había sido hace tanto tiempo.

“No lo sé,” Maite dijo. “Más bien desconcertada. Confundida, tal vez. Decepcionada.” Ella se estremeció ante el recuerdo de esos ojos del sujeto cuando él la agarró, la ráfaga enferma de los puños de Cam, el intenso techo de saombras… “Por qué me llevaste ahí? Sabes lo que pasó cuando Jules y Phillip se escaparon.”

Sabes lo que pasó cuando Jules y Phillip se escaparon.” “Jules y Phillip eran unos idiotas que cada movimiento era monitoreado por bandas rastreadoras. Por supuesto que iban a ser cachados.” Cam sonrió sombríamente,, pero no hacia ella.

“No somos como ellos, Maite. Créeme. Además, yo no estaba tratando de meterme en otra pelea.” Él sobó sus sienes, y su piel alrededor de ella se arrugó, viéndose muy de cuero y demasiado delgado. “Simplemente no podía soportar la manera en que ese tipo te habló, te tocó. Tú mereces ser tratada con el mayor cuidado.” Sus ojos verdes se ampliaron. “Yo quiero ser el que lo haga. El único.” Ella puso su pelo detrás de sus ores y tomó un respiro hondo. “Cam, tú pareces un buen muchacho-“

“Oh no.” Cubrió su rostro con sus manos. “No me des el discurso de “rechazame suavemente”. Espero que no digas que deberíamos ser amigos.”

“No quieres ser mi amigo?”

“Sabes que yo quiero ser más que un amigo,” él dijo, escupiendo “amigo” como si fuera una palabra sucia. “Es Grigori, verdad?”

Ella sintió su estómago estremecerse. Ella supuso que no era tan difícil de descifrarlo, pero ella había estado tan envuelta en sus sentimientos, que ella casi no había tenido tiempo para considerar lo que Cam pensaba de ellos dos.

“Tú realmente no conoces a ninguno de los dos,” dijo Cam, parándose y caminando, “pero estás preparada para escoger ahora, uh?”

Era presuntuoso de él asumir que aún estaba en la jugada. Especialmente después de lo de anoche. Que él pudiera pensar que había algún tipo de concurso entre él y William.

Luego Cam se puso de rodillas ante ella en la banca. Su rostro era diferente- suplicante,seria mientras tomaba sus manos en la de él.

Maite estaba sorprendida de verlo tan decidido. “Lo siento,” ella dijo, retirándose. “Simplemente pasó.”

“Exactamente! Simplemente pasó. Qué fue, dejame adivinar anoche él te miró de una manera romántica. Maite, estás apresurándote en la decisión antes de que siquiera sepas lo que es una estaca. Podría haber… muchas estacaduras.” Él suspiro ante la confusa mirada en el rostro de ella. “Yo podría hacerte feliz.”

“William me hace feliz.”

“Cómo puedes decir eso? Él ni siquiera se atreve a tocarte.”

Maite cerró sus ojos, recordando el lío en sus labios anoche en la playa. Los brazos de William haciendo un círculo alrededor de ella. Todo el mundo se había sentido tan bien, tan armonioso, tan seguro. Pero cuando ella abrió sus ojos, no miraba a William.

Era solo Cam. Ella aclaró su garganta. “Claro, él lo hará. Él lo hace.” Sus mejillas se sintieron calientes, Maite presionó una fría mano contra ellas, pero Cam no se dio cuenta. Sus manos se curvaron en un puño.

“Elaborado.”

“La manera en que William me bese no es asunto tuyo.” Ella se mordió el labio, furiosa. Él se estaba burlando de ella.

Cam soltó una risa ahogada. “Oh? Puedo hacerlo tan bien como Grigori,” él dijo, tomando la mano de ella y besando la parte de atrás antes de que la dejara caer abruptamente a su lado.

“No fue nada como eso,” dijo Maite, volteándose.

“Qué tal esto entonces?” Sus labios rozaron su mejilla antes de que ella pudiera quitárselo. “Error.”

Cam se lamió sus labios. “Estás diciéndome que William Grigori realmente te besó de la manera en que tú mereces ser besada?” Algo en sus ojos carbón comenzó a verse torvo.

“Sí,” ella dijo, “el mejor beso que he recibido.” Y aunque ese haya sido el único beso real que ella había tenido, Maite sabía que si le volvías a preguntar en sesenta años, cien años, ella diría lo mismo.

“Y aún así, aquí estás,” dijo Cam, sacudiendo la cabeza incrédulamente.

A Maite no le gustaba lo que él estaba insinuando. “Sólo estoy aquí para decir la verdad sobre mí y William. Para hacerte saber que tú y yo-“ Cam estalló en una carcajada, una bulliciosa y vacía risa que hizo eco a través del vacío cementerio. Él se rió tan fuerte y por un buen tiempo, se agarró sus hombros y quitó una lágrima de sus ojos.

“Qué es tan gracioso?” dijo Maite.

“No tienes ni idea,” él dijo, aún riéndose.

El tono “no lo entenderías” de Cam no estaba muy lejos del que William había usado anoche cuando, casi inconsolable, él seguía repitiendo, “Es imposible.” Pero la reacción de Maite hacia Cam fue muy diferente. Cuando William la había amurallado, ella se sentía más atraída hacia él. Aún cuando ellos discutían, ella añoraba estar con William más de lo que ella quería estar con Cam. Pero cuando Cam la hacía sentir como una intrusa, ella estaba aliviada. Ella no quería estar más cerca de él.

De hecho, ahora ella se sentía demasiado cerca. Ella había tenido suficiente. Rechinando sus dientes, se levantó y caminó hacia las puertas, enojada consigo misma por desperdiciar tanto tiempo con él.

Pero Cam la agarró, meciéndose en frente de ella y bloqueándole la salida. Él todavía se estaba riendo de ella, mordiéndose su labio, tratando de no hacerlo. “No te vayas,” él se rió.

“Déjame en paz.”

“Todavía no.”

Antes de que ella pudiera detenerlo, Cam la tomó en sus brazos y la dobló hacia atrás en una agachón oscilante, tanto que sus pies dejaron de tocar el suelo. Maite chilló, luchando por un momento, pero él sonrió.

“Suéltame!”

“Grigori y yo hemos peleado una pelea justa hasta ahora, no lo crees?”

Ella le dio un vistazo, sus manos empujando contra su pecho. “Vete al Infierno.”

“Estás malentendiendo,” dijo él, llevando su rostro más cerca al de él. Sus ojos verdes bajaron hacia ella y ella odiaba todavía la parte de sentirse nerviosa por su mirada.

“Mira, sé que las cosas se han vuelto locas en los últimos días,” dijo él en una silenciosa voz, “pero me preocupo por ti, Maite. Profundamente. No lo elijas a él antes de que me dejes darte un beso.” Ella sintió sus brazos apretarse alrededor de ella, y de repente, ella estaba asustada. Estaban fuera de la vista de la escuela, y nadie sabía dónde estaba ella.

“No cambiará nada,” ella le dijo a él, tratando de sonar calmada.

“Sígueme la corriente? Pretende que soy un soldado y me estás concediendo mi último deseo. Lo prometo, sólo un beso.”

La mente de Maite fue hacia William. Ella lo imaginó esperando en el lago, manteniendo sus manos ocupadas tirando piedras en el agua, cuando él debería tenerla en sus brazos. Ella no quería besar a Cam, pero y si él realmente no la dejaba ir? El beso podía ser la cosa más pequeña e insignificante. La forma fácil de huir. Y luego ella sería liberada de vuelta con William. Cam lo prometió.

“Sólo un beso-“ ella comenzó, pero sus labios estaban en los de ella. Su segundo beso en tantos días. Cuando el beso de William había sido hambriento y casi desesperado, el beso de de Cam era gentil y demasiado perfecto, como si él hubiera estado practicando en millones de chicas antes que ella.

Y aún así ella se sentía algo en sus entrañas, queriendo que ella respondiera, tomando la furia que había sentido hace solo unos segundos antes y convirtiéndolas en nada. Cam todavía tenía su espalda en sus brazos, balanceando todo su peso en su rodilla. Ella se sintió segura en sus fuertes y capaces manos. Y ella necesitaba sentirse segura.

Era un cambio de, bueno, cada momento cuando no estaba besando a Cam. Ella sabía que estaba olvidando algo, o al aguien-quién? Ella no podía recordar. Lo único que había era el beso, y sus labios, y de repente, ella se sintió cayendo. Ella se golpeó contra el suelo tan dura que el aire fue sacado de ella. Levantandose con sus brazos, ella miraba como, unos metros lejos, el rostro de Cam hacía contacto con el suelo. Ella hizo un gesto de dolor a pesar del propio. El sol de la temprana noche producía una luz borrosa en dos figuras en el cementerio.

“Cuántas veces tendrás que arruinar a esta chica?” Maite escuchó una voz lejana triste al sur.

Gabbe? Ella miró hacia arriba, parpadeando por la puesta de sol. Gabbe y William. Gabbe se apresuró hacia ella para ponerla de pie, pero William ni siquiera la miró a los ojos.

Maite se maldijo por lo bajo. Ella no podía saber qué era peor que William la había visto besándose con Cam, o que ella estaba segura William iba a pelear con Cam otra vez. Cam se paró y los encaró, ignorando a Maite por completo. “Muy bien, quién de ustedes dos va a pelear conmigo esta vez?” él gruñó.

Esta vez?

“Yo,” dijo Gabbe, dando un paso hacia adelante con sus manos en sus caderas. “Ese último golpe de amor fue mío, Cam amor. Qué es lo que vas a hacer al respecto?”

Maite sacudió su cabeza. Gabbe tenía que estar bromeando. Seguramente era una clase de juego. Pero Cam no parecía pensar que esto era gracioso. El cerró sus dientes y rodo hasta sus talones, levantando sus puños y moviéndose hacia adelante.

“De nuevo Cam?” Maite lo regañó. “No has tenido ya suficientes peleas durante esta semana?” Como si no hubiera tenido suficiente, él iba realmente a golpear a una chica.

Él le dio una de esas sonrisas de lado. “La tercera es la vencida,” él dijo, su voz soltando malicia. Él solo se dio la vuelta mientras Gabbe venía hacia él con una patada alta hacia su quijada. Maite se hizo hacia atrás mientras Cam caía. Sus ojos fueron cerrados y él agarraba su rostro. Parandose encima de él, Gabbe se miraba tan sombría como si ella recientemente hubiera sacado un perfecto zapatón durazno horneado del horno. Ella dio un vistazo hacia sus uñas y suspiró.

“Será una lástima tener que darte una paliza justo cuando me acabo de hacer mi manicure. Oh bueno,” ella dijo, procediendo a patera a Cam repetidamente en el estómago, deleitándose con cada patada igual como un niño ganando un juego de arcada.

El se pasmó encorvado. Maite no podía ver más su rostro-estaba enterrado entre sus rodillas-pero él estaba gimiendo de dolor y ahogándose con su propio aire. Maite se paró y miró de Gabbe a Cam y de regreso, incapaz de hallarle sentido a lo que ella estaba viendo. Cam era el doble de alto que ella, pero Gabbe parecía tener otra mano. Sólo ayer, Maite había a Cam vencer a ese enorme tipo en el bar. Y la otra noche, afuera de la biblioteca, William y Cam parecían tener fuerzas similares. Maite se maravillo ante Gabbe, con su listón de arcoíris sosteniendo su cabello hacia atrás en una cola alta. Ahora ella había clavado a Cam en el suelo y estaba torciendo su brazo. “Tío?” ella dijo.

“Sólo di la palabra mágica, cariño. Y te dejaré ir.”

“Jamás,” Cam espetó hacia el suelo.

“Estaba esperando que dijeras eso,” ella dijo, y metió su cabeza en la tierra, fuertemente.

William puso una mano en el cuello de Maite. Ella se relajó contra él y miró lejos, aterrorizada de ver su expresión. Él debe odiarla ahora.

“Lo siento,” ella susurró. “Cam, él-“

“Por qué vendrías aquí para encontrarte con él?” William se escucha herido y furioso al mismo tiempo. El tomó su barbilla para hacer que lo viera. Sus dedos estaban helados contra su piel. Sus ojos eran todos violetas, no grises.

El labio de Maite tembló. “Pensé que podía hacerme cargo de él. Hacerle entender a Cam para que tú y yo pudiéramos estar juntos y no tener que preocuparnos por nada más.” William bufó, y Maite se dio cuenta de cuán estúpida se había escuchado.

“Ese beso…,” ella dijo, enrollando sus manos. Ella quería escupirlo de su boca. “Fue un gran error.”

William cerró los ojos y se volteó. Dos veces él abrió su boca para decir algo, luego mejor lo pensó. Él tomó su cabello entre sus manos y lo agitó. Mirándolo, Maite temía que él fuera a llorar. Finalmente, él la tomó en sus brazos.

“Estás enojado conmigo?” Ella enterró su rostro en su pecho y respiró en el dulce olor de su piel.

“Sólo estoy feliz de que llegamos justo a tiempo.”

El sonido de los chillidos de Cam hizo que los dos voltearan a ver. Luego hicieron una mueca. William tomó la mano de Maite y trató de jalarla, pero ella no podía quitar los ojos de Gabbe, quien tenía a Cam en una llave y ni siquiera parecía que estuviera haciendo fuerza. Cam se miraba derrotado y patético. Simplemente no tenía sentido.

“Qué está pasando, William?” Maite susurró. “Cómo puede Gabbe golpear a Cam? Por qué se está dejando golpear?”

William medio suspiro, medio se rió. “Él no se está dejando. Lo que estás viendo es sólo la muestra de lo que esa chica puede hacer.”

Ella movió su cabeza. “No entiendo. Cómo-“

William tocó su mejilla. “Tomarías un paseo conmigo?” él preguntó. “Te lo voy a explicar, pero creo que probablemente deberías sentarte.”

Maite tenía unas cuentas cosas que descubrir sobre William. O, si no las descubría, al menos para sacar conversación, para ver si él mostraba signos de pensar que ella era completamente y verificablemente una trastornada. Esa luz violeta, para comenzar. Y los sueños que ella no podía-no quería-parar.

William la guió hacia la parte del cementerio donde Maite jamás había estado, una claro y plano lugar donde dos árboles de durazno habían crecido juntos. Sus troncos enrollados uno entre otro, formando una silueta de un corazón en el aire debajo de ellos. La guió debajo de extrañas y retorcidas ramas y tomó sus mano, juntando sus dedos en con los de él.

La noche estaba silenciosa excepto por las canciones de los grillos. Maite imaginó a todos los otros estudiantes en el salón de comida. Tomando cucharadas de sus papas machacadas de sus platos, bebiendo leche al tiempo con una pajilla. Eso era si, de repente, ella y William estuvieran en un lugar diferente que el resto de la escuela. Todo menos sus manos alrededor de las de ella, su cabello brillando en la luz de la puesta de sol, sus cálidos ojos grices-todo lo demás se sentía tan distante.

“No sé por dónde comenzar,” él dijo, presionando más fuerte mientras él masajeaba los dedos de ella como si de allí pudiera sacar la respuesta. “Hay tanto que decirte, y tengo que decírtelo bien.”

Por mucho que ella quisiera que las palabras de de William fueran una simple confesión de amor,, Maite sabía que no era así. William tenía algo difícil que decir, algo que tal vez podría explicar mucho sobre él, pero también podría ser difícil para Maite escucharlo.

“Tal vez haz eso de tengo buenas y malas noticias?” ella sugirió.

“Buena idea. Cuál quieres primero?”

“La mayoría de las personas quieren las buenas primero.”

“Tal vez,” dijo él. “Pero tú estás muy lejos de ser la mayoría de las personas.”

“Está bien, tomaré primero las malas.”

Él se mordió su labio. “Entonces prométeme que no irás antes de que llegue a las buenas noticias.”

Ella no tenía planeado irse. No ahora que él no estaba alejándola. No cuando él podría estar apunto de ofrecerle algunas respuestas de la larga lista de preguntas con la que ella se había obsesionado las últimas semanas.

Él llevó las manos de ella a su pecho y las sostuvo contra su corazón. “Te voy a decir la verdad,” él dijo. “No me creerás, pero mereces saber, incluso si eso te mata.”

“Está bien.” Un pequeño nudo de dolor se apoderó de los adentros de Maite, y ella podía sentir sus rodillas comenzando a temblar. Ella estaba contenta de que William la hubiera hecho sentarse. Él vio hacia atrás y hacia adelante, luego tomó un gran respiro. “En la Biblia…”

Maite gruño. No podía evitarlo; ella tenía una mala reacción a las charlas de la escuela de los domingos. Además, ella quería discutir sobre ellos dos, no sobre parábolas moralistas. La Biblia no tenía todas las respuestas a ninguna de sus preguntas que ella tenía sobre William.

“Sólo escucha,” dijo él, dándole una mirada. “En la Biblia, tú sabes cómo Dios hace el gran asunto sobre cómo todo el mundo debería amarlo con toda su alma? Que tiene que ser incondicional, e incomparable?”

Maite se encogió de hombros. “Supongo.”

“Bueno-“ William parecía estar buscando las palabras correctas. “Esa petición no se aplica solamente a las personas.”

“A qué te refieres? A quiénes? A los animales?”

“Seguro, a veces,” dijo William. “Como la serpiente. Él fue maldecido luego de que tentó a Eva. Condenada a arrastrarse por la tierra para siempre.”

Maite se estremeció, pensando en Cam. La serpiente. Su picnic. Ese collar. Ella se sobó su limpio cuello, feliz de haberse deshecho de él.

Él corrió sus dedos sobre el cabello de ella, pasando por su quijada, hasta el agujero de su cuello. Ella suspiró, en un estado de dicha.

“Lo que estoy tratando de decir… creo que podrías decir que yo también estoy maldito, Maite. He sido condenado por un largo, largo tiempo.” Él habló como las palabras supieran a amargo. “Yo tomé una decisión una vez, una decisión que yo pensé-que yo todavía creo, aunque-“

“No entiendo,” ella dijo, moviendo su cabeza.

“Por supuesto que no,” él dijo, dejando caerse en el suelo junto a ella. “Y no tengo el mejor historial de explicártelo.” Él se rascó su cabeza y bajó el tono de su voz, como si estuviera hablándose a sí mismo. “Pero todo lo que puedo hacer es tratar. Aquí va.”

“Está bien,” ella dijo. Él la estaba confundiendo, y ni siquiera había dicho algo aún. Pero ella trató de actuar menos perdida de lo que realmente se sentía.

“Me enamoré,” él explicó, tomando sus manos y sosteniéndolas fuertemente. “Una y otra vez. Cada vez, terminando catastróficamente.”

“Una y otra vez.” Sus palabras la hicieron sentir enferma. Maite cerró sus ojos y retiró sus mano. Él ya le había dicho esto. Ese día en el lago. Que él había tenido rompimientos. Que había sido quemado. Por qué mencionar a esas chicas ahora? Había dolido antes y dolía mucho más ahora, como un filoso dolor en sus costillas. Él apretó sus dedos.

“Mírame,” él rogó. “Esta es la parte dura.”

Ella abrió sus ojos.

“La persona de la que me enamoro cada vez eres tú.” Ella había estado aguantando su respiración, y quería exhalar, pero había salido como una filosa y cortante risa.

“Claro, William,” ella dijo, comenzando a pararse. “Wow, realmente estás maldito. Eso suena horrible.”

“Escucha.” Él la jaló hacia abajo con una fuerza que hizo que sus hombros vibraran. Sus ojos brillaban por el violeta y ella podía decir que él se estaba poniendo molesto. Bueno, también ella. William miró arriba hacia el árbol de durazno, como si pidiera ayuda. “Te estoy rogando, déjame explicarte.” Su voz tembló. “El problema no es amarte.”

Ella tomó un profundo respiro. “Entonces qué es?” Ella se rogó a ella misma para poder escuchar, para ser más fuerte y no sentirse herida. William se miraba como si ya estuviera herido lo suficiente por los dos. “Yo voy a vivir para siempre,” él dijo.

Los árboles crujieron a su alrededor, y Maite notó un hilo de sombra desvanecida por su mirada periférica. No el enfermizo y consumidor giro de oscuridad del bar de anoche, sino uno cálido. La sombra estaba manteniendo su distancia, bullendo fríamente alrededor de una esquina, pero estaba estaba esperando. Por ella. Maite sintió un profundo escalofrío, recorriendo sus huesos. Ella no podía deshacerse de la sensación de que algo colosal, negro como la noche, algo final iba en camino.
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WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada - Página 2 Empty Re: WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Jue Oct 08, 2015 11:42 am

“Lo siento,” ella dijo, arrastrando sus ojos de vuelta a William. “Podrías, um, decirlo de nuevo?”

“Yo viviré para siempre,” él repitió. Maite todavía estaba perdida, pero él siguió hablando, un puñado de cosas salían de su boca. “Yo viviré, y veré a los bebés nacer, y crecer, y enamorarse. Los veo tener bebés propios y envejecer. Los veo morir. Estoy condenado, Maite, a verlo una y otra vez. A todos menos a ti.” Sus ojos estaban vidriosos. Su voz cayó hasta un susurro. “Tú no te enamoras de-“

“Pero…,” ella susurró. “Yo me he enamorado.”

“Tú no puedes tener bebés y envejecer, Maite.”

“Por qué no?” “Tú vienes cada diecisiete años.”

“Por favor-“

“Nos conocemos. Siempre nos conocemos, de alguna manera siempre somos arrastrados, no importa a dónde vaya, no importa cuánto trate de distanciarme de ti. Nunca importa. Tú siempre me encuentras.”

Él estaba mirando hacia sus puños presionados ahora, viéndose como si quisiera golpear algo, incapaz de levantar sus ojos.

“Y cada vez que nos encontramos, tú te enamoras de mí-“

“William-“

“Yo puedo resistirme o escaparme de ti o tratar de no responderte, pero no hace ninguna diferencia. Tú te enamoras de mí, y yo de ti.”

“Es eso tan terrible?”

“Y te mata.”

“Basta!”

Ella chilló. “Qué es lo que tratas de hacer?

Espantarme?”

“No.”

Él bufó. “De todas maneras no funcionaría.”

“Si tú no quieres estar conmigo…,” ella dijo, esperando que todo fuera una elaborada broma, un discurso de rompimiento para terminar todos los discursos de rompimientos, y no la verdad. No podía ser la verdad, “…hay probablemente una historia que sería más creíble para contar.”

“Sé que no puedes creerme. Es por eso que no podía decírtelo hasta ahora, cuando yo tengo que decírtelo. Porque pensé que entendía las reglas y… nos besamos, y ahora no entiendo nada.”

Sus palabras de la noche anterior regresaron a ella: No sé cómo detenerlo. No sé qué hacer.


“Porque me besaste.”

Él asintió.

“Tú me besaste y cuando lo terminamos, tú estabas sorprendido.” Él asintió de nuevo, tendiendo la gracia de mirarse un poco avergonzado. “Tú me besaste,” Maite continuó, buscando una manera de unir todas las piezas, “y tú pensaste que no iba a sobrevivir?”

“Basado en experiencias previas,” él dijo en voz ronca. “Sí.”

“Eso es una locura,” ella dijo.

“No es sobre el beso esta vez, eso sobre lo que significa. En algunas vidas nos podemos besar, pero en la mayoría no podemos.”

Él tocó la mejilla de ella, y ella luchó con lo bien que se sentía.

“Debo decir que prefiero las vidas en que nos podemos besar.” Él miró hacia abajo. “Aunque eso lo hace mucho más difícil perderte.”

Ella quería estar enojada con él. Por inventar algo tan extraño cuando ellos deberían estar atados en un abrazo. Pero algo había allí, como una picazón en lo profundo de su mente, diciéndole que no corriera lejos de William ahora, sino quedarse y escuchar tanto como ella pudiera.

“Cuando me pierdes,” ella dijo, sintiéndose el peso de la palabra en su boca.

“Cómo sucede? Por qué?”

“Depende de ti, en cuánto mires de nuestro pasado, en cuán bien me conozcas, quién soy.”

Él tiró sus manos hacia arriba en un encogimiento de hombros.

“Sé que esto suena increíblemente-“ “Loco?”

Él sonrió. “Iba a decir vago. Pero no estoy tratando de esconderlo de ti. Es sólo un tema muy, muy delicado. A veces, en el pasado, sólo hablando así ha…” Ella miró la forma de sus palabras en sus labios, pero él no diría nada.

“Me ha matado?”

“Iba a decir ‘roto mi corazón.’”

Él estaba en un obvio dolor, y Maite quería reconfortarlo.

Ella podía sentirse arrastrada, algo en su pecho empujándola hacia adelante.

Pero no podía. Fue allí que ella sintió que William sabía lo de la brillante luz violeta.

Que él tenía todo que ver con ella.

“Qué es lo que eres?” ella preguntó. “Algún tipo de-“

“Yo vago por la tierra siempre sabiendo en el fondo de mi cabeza que tú vendrás.

Yo solía mirarte. Pero luego, cuando comencé a esconderme de ti-de la inevitable herida del corazón-tú comenzaste a seguirme.

No me tomó mucho tiempo darme cuenta que tú venías cada diecisiete años.”

El cumpleaños número diecisiete de Maite había sido el Agosto pasado, sólo Maite, sus padres, y un pastel comprado. No había candelas, sólo por si acaso. Y qué hay de su familia? Ellos regresaban cada diecisiete años también?

“No es lo suficientemente largo par mi haber superado la última vez,” él dijo. “Sólo lo suficientemente largo para que pueda bajar la guardia de nuevo.”


“Así que sabías que iba a llegar?” ella preguntó con duda. Él se miraba serio, pero aún así ella no podía creerle. Ella no quería.

William movió su cabeza.

“No el día que te apareciste. No es de esa forma.

No recuerdas mi reacción cuando te vi?”

él miró hacia arriba, como si estuviera pensando en eso.

“Cada vez por los primeros segundos, siempre estoy tan eufórico.

Me olvido de mí mismo.

Luego recuerdo.”

“Sí,” ella dijo lentamente. “Tú sonreíste, y luego… es por eso que tú me tiraste?”

Él frunció el ceño.

“Pero si esto ocurre cada diecisiete años, como tú dices,” ella dijo, “tú aún sabías que yo vendría.

De alguna forma, tú sabías.”

“Es complicado, Maite.”

“Yo te vi aquél día, antes de que tú me vieras. Te estabas riendo con Roland afuera de Augustine. Te estabas riendo tan fuertemente que yo estaba celosa. Si tú sabías todo esto, William, si eres tan listo que puedes predecir cuándo voy a llegar, y cuándo voy a morir, y cuán difícil eso será para ti, cómo te puedes reír así? No te creo,” ella dijo, sitiendo que su voz temblaba. “No te creo nada de esto.”

William gentilmente presionó su dedo pulgar en el ojo de ella para limpiar una lágrima, “Es una hermosa pregunta, Maite. Te adoro por haberla preguntado, y deseo que pudiera explicártela de una mejor forma. Todo lo que puedo decirte es esto: La única manera de sobrevivir la eternidad es ser capaz de apreciar cada momento. Eso es todo lo que yo estaba haciendo.”

“Eternidad,” Maite repitió. “Otra cosa que no podría comprender.” “No importa. No me puedo reir así otra vez. Tan pronto como apareces, estoy tomado.” “No tiene sentido lo que dices,” ella dijo, esperando irse antes de que se hiciera demasiado oscuro. Pero la historia de William era más de sin sentido. Todo el tiempo que ella había estado en Sword and Cross, ella había creído que estaba loca. Su locura palidecía con la de William.

“No hay un manual para poder explicar esta… cosa a la chica que amo,” él suplicó, tocando el pelo de ella con sus dedos. “Lo estoy haciendo lo mejor que puedo. Quiero que me creas, Maite. Qué es lo que debo hacer?”

“Contarme una historia diferente,” ella dijo cortante. “Inventa una excusa sana” “Tú dijiste que sentías como si me conocieras. Traté de negarlo tanto como pude porque sabía que esto pasaría.” “Sentía que te conocía de algún lugar, seguro,” ella dijo. Ahora su voz sonaba con temor. “Como el centro comercial o el campamento de verano o algo. No de otra vida.” Ella movió su cabeza.”No… no puedo.”

Ella se tapó los oídos. William los destapó. “Y aún así, sabes en tu corazón que es cierto.” Él le dio una palmadita en sus rodillas y la miró directamente en los ojos. “Lo sabías cuando te seguí hacia la cima de Corcovado en Río, cuando quisiste ver la estatua de cerca. Lo sabías cuando te llevé por dos dulces millas hacia el Río Jordan luego de que te enfermaste en Jerusalén. Te dije que no te las comieras todas. Lo sabías cuando tú eras mi enfermera en ese hospital italiano durante la Primer Guerra Mundial, y antes de eso, cuando me escondí en tu sótano durante la purga del zar en San Petersburgo. Cuando escalé la torre de tu castillo en Escocia durante la Reformación, y bailé contigo una y otra vez en la coronación del Rey en el baile en Versalles. Eres la única vestida de negro. Allí estaba ese artista de la colonia en Quintana Roo, y la marcha protestante en Cape Town donde ambos pasamos la noche en el corral. La ignauración del Globe Theatre en Londres. Tuvimos los mejores asientos. Y cuando mi barco naufragó en Tahiti, tú estabas allí, como también estabas cuando fui un convicto en Melbourne, y un carterista en el Nimes del siglo dieciocho, un monje en el Tibel. Tú aparecías por todos lados, siempre, y tarde o temprano tú presentiste todas las cosas que te acabo de decir. Pero tú no te permitirás aceptar eso que tú sientes que puede ser verdad.”

William paró para tomar aire y la pasó su mirada sobre ella pero no la miró. Luego él se acercó, presionando su mano en la rodilla de ella y enviándole ese fuego a través de ella de nuevo.

Ella cerró sus ojos, y cuando ella los abrió, William estaba sosteniendo la peonía más blanca y perfecta. Prácticamente brillaba. Ella se volteó para ver de dónde la había arrancado, cómo ella no se había dado cuenta. Sólo había maleza y el olor putrefacto de carne de la fruta caída. Ellos sostuvieron la flor, juntos.

“Lo supiste cuando recogías peonías blancas todos los días por un mes ese verano en Helston. Lo recuerdas?” él la miró, como si quisiera ver dentro de ella. “No,” él suspiró luego de un momento. “Por supuesto que no. Te envidio por eso.” Pero como él lo había dicho, la piel de Maite comenzó a sentirse caliente, como si estuviera respondiendo a las palabras que su cerebro no sabía comprender. Parte de ella ya no estaba segura de nada.

“Yo hago todas estas cosas,” William dijo, inclinándose hacia ella hasta que sus frentes se tocaron, “porque tú eres mi amor, Maite. Para mí, tú eres todo esto.” El labio inferior de Maite estaba temblando. Sus manos se aflojaron en las de él. Los pétalos de las flores caían entre sus dedos hacia el suelo. “Entonces por qué te miras tan triste?”

Era demasiado como para empezar a pensar. Ella se alejó de Willia y se paró, quitándose las hojas y la grama de sus vaqueros. Su cabeza estaba dando vuelta. Ella había vivido antes?

“Maite.” Ella le dio una señal de adiós. “Creo que necesito ir a algún lugar, por mi cuenta, para recostarme.” Ella recostó su peso en el árbol de duraznos. Se sentía débil. “No estás bien,” él dijo, parándose y tomando su mano. “No.”

“Lo siento tanto.” William suspiró. “No sabía qué era lo que esperaba que pasara diciéndotelo. No debí…”

Ella nunca hubiera pensado que podía llegar un momento en que necesitara un descanso de William, pero ella tenía que irse de ahí. Por la manera en que él la estaba mirando, ella podía decir que él quería que ella le dijera que lo encontraría luego, que podrían hablar más de las cosas, pero ella ya no estaba muy segura de si esa era una buena idea.

Mientras más hablaba él, ella podía sentir más que algo se estaba despertando dentro de ella-algo de lo que no estaba segura si estaba lista-y tampoco sabía si William lo estaba también. Para alguien más, su explicación podía haber tenido menos y menos sentido mientras él hablaba. Para Maite… ella no estaba segura aún, pero y si las palabras de William eran las respuestas que podían explicar el sentido de toda su vida? Ella no lo sabía. Ella se sentía más asustada de lo que ella jamás había estado.

Ella agitó su mano, soltándose y comenzó a irse hacia su dormitorio. Dio unos pasos, ella se paró y lentamente se volteó.


William no se había movido. “Qué ocurre?” él preguntó, levantando su barbilla. Ella se paró donde estaba, distanciada de él. “Te prometo que me quedaré cerca, tanto como pueda para poder escuchar las buenas noticias.”

Capitulo Diecisiete

Un libro abierto

Maite colapsó en su cama, dándole una sacudida al gastado colchón. Después de que ella salió del cementerio –y William- ella prácticamente corrió hacía su habitación. Ni siquiera se había molestado en encender la luz, así que tropezó contra la silla de su escritorio y se torció el tobillo. Se hizo un ovillo y sujetó su lastimado pie. Al menos el dolor era algo real con lo que ella podía enfrentarse, algo cuerdo y de este mundo.

Estaba tan feliz de estar finalmente a solas.

Entonces alguien llamó a su puerta. No la dejaban tomar un respiro.Maite ignoró los golpes en la puerta. No quería ver a nadie, y quienquiera que fuese debía entender la indirecta. Otro golpe. Respiración pesada y flemosa, como soportando una alergia, un sonido de aclararse la garganta. Penn.

No podía ver a Penn justo en este momento. Tampoco quería sonar como una desequilibrada si trataba de explicarle todo lo que le había pasado las últimas veinticuatro horas, o iba realmente a volverse loca tratando de poner una cara normal y mantenerla así.

Finalmente, Luce escuchó los pasos de Penn alejándose por el pasillo. Respiró con un suspiro de alivio, que después se convirtió en un largo, triste gemido.

Quería culpar a William por desatar dentro de ella este sentimiento fuera-de-control, y por un segundo, intentó imaginar su vida sin él. Excepto que eso era imposible. Como tratar de recordar tu primera impresión de una casa después de que has vivido ahí por años. Así de fuerte era lo que él significaba para ella. Y ahora tenía que imaginar un modo de discurrir a través de las extrañas cosas que él le había dicho esa noche. Pero en el fondo de su mente, seguía girando alrededor de lo que él le había dicho sobre las veces que estuvieron juntos en el pasado. Quizá Maite no podía recordar exactamente los momentos que él describió o los lugares que le mencionó, pero de una extraña manera, sus palabras no fueron tan impactantes del todo. Había sido de alguna manera familiar.

Por ejemplo, ella inexplicablemente siempre había odiado los dátiles. La sola vista de uno la hacía sentirse mareada. Ella empezó a alegar que era alérgica así que su mamá tuvo que dejar de intentar colarlos a escondidas en cada cosa que horneaba. Y prácticamente toda su vida, estuvo rogándoles a sus padres que la llevaran a Brasil, aunque nunca pudo explicar exactamente por qué deseaba ir. Las peonías blancas. William le había regalado un ramo después del incendio en la librería. Siempre había existido algo inusual, pero a la vez tan familiar.

El cielo a través de su ventana era como un profundo carbón, con sólo unas borlas de nubes blancas. Su cuarto estaba oscuro, pero los pálidos botones de las flores en el alfeizar permanecían fuera de las sombras. Habían estado en el florero por una semana ahora, y ni un solo pétalo se había caído.

Maite se incorporó sentándose e inhaló el dulce aroma.No podía culparlo. Si, el sonaba como un loco, pero también estaba en lo correcto – ella era la que había venido tras él una y otra vez sugiriendo que habían tenido algún tipo de historia. Y no sólo eso. Era ella quien veía las sombras, la que se mantenía encontrándose involucrada en la muerte de gente inocente. Había intentado no pensar en Trevor y Todd cuando William comenzó a hablar de las propias muertes de ella –de cómo la había visto morir tantas veces. Si había alguna manera de concebir una cosa semejante, Maite hubiera querido preguntar si acaso William sentía que era responsable. Por la pérdida de ella. Si acaso la realidad de él era algo como la secreta, horrible, inherente culpa que ella enfrentaba cada día.

Se acomodó para sentarse en la silla de su escritorio, la cual de alguna manera se encontraba a mitad de la habitación. Ouch. Cuando extendió su mano bajo ella, para alcanzar lo que fuera el duro objeto sobre el que se había dejado caer, se encontró con un delgado libro.

Maite fue hasta la pared y encendió el interruptor de su lámpara, bizqueó un poco ante la horrenda luz fluorescente. El libro en sus manos era uno que nunca antes había visto. Estaba forrado con una pálida tela gris, con esquinas desgastadas y pegamento marrón cayéndose a pedazos en las orillas.

Los Vigilantes: Mitos en Europa Medieval.

El libro de los ancestros de William.

Era pesado y apestaba a humo.

Jaló la nota que estaba pegada dentro de la cubierta frontal.

Si, encontré una llave adicional y entré ilegalmente a tu habitación. Lo lamento. ¡Pero esto es URGENTE! Y no pude hallarte en ningún lado. ¿Dónde estás? Necesitas echarle un vistazo a esto, y luego necesitamos tener una conferencia privada. Me daré una vuelta por aquí en una hora. Procede con precaución.

Xoxo Penn.

Maite dejó caer la nota cerca de las flores y se llevó consigo el libro a la cama. Se acomodó sentándose con las piernas oscilando en la orilla. Solamente sostener el libro le provocaba una sensación extraña, cálida, y vibrante que recorría su piel. Sentía casi que cobraba vida en sus manos.

Lo abrió ávidamente, esperando tener que descifrar alguna espesa tabla de contenidos o escarbar un índice en la parte de atrás antes de encontrar algo remotamente emparentado con William.

Nunca pasó de la hoja del título.

La pasta dentro de la cubierta frontal del libro era una fotografía en tonos sepia. Era una foto realmente antigua estilo carte de visite, impresa en papel amarillento. Alguien había garabateado con tinta en la parte de abajo: Helston, 1854. El calor le atravesó sorpresivamente la piel. Tiró de su suéter negro por encima de su cabeza para quitárselo pero aún así sentía calor en su torso. El recuerdo de la voz de William sonaba como un eco en su mente. Yo tengo que vivir para siempre, le había dicho. Tú vienes cada diecisiete años. Te enamoras de mí, y yo de ti. Y esto provoca tu muerte.

Su cabeza palpitaba.

Tú eres mi amor, Maite.

Para mí, tú eres todo lo que existe.

Siguió con su dedo el perímetro de la línea de la foto pegada dentro del libro.

El papá de Maite, el gurú aspirante a fotógrafo, se habría maravillado de que tan bien preservada estaba la imagen, que tanto valor debía tener.

Maite, por su parte, estaba ocupada observando a la gente en la imagen. Porque, independientemente de que cada palabra salida de la boca de William fuera verdad, no tenía ningún sentido.

Un hombre joven, con cabello claro cortado al ras y ojos aún más claros, posaba elegantemente con un estilizado abrigo negro. Su barbilla alzada y los huesos de la mandíbula bien definidos hacían que su fino atavío luciera aún más distinguido, pero fueron sus labios los que le dieron a Maite un tipo de comienzo. La forma exacta de su sonrisa, combinada con la mirada en aquellos ojos… se añadían a una expresión que Maite había visto en cada uno de sus sueños estas últimas semanas, y sobre todo, en el último par de días, en persona.

Este hombre era la imagen de William. El William que apenas le había dicho que la amaba – y que ella había reencarnado docenas de veces. El William que había dicho tantas otras cosas que Maite no quiso oír y de quien ella había huido. El William que la abandonó debajo del árbol de durazno en el cementerio.

Podría haber sido una notable semejanza. Algún pariente lejano, el autor del libro, tal vez, de quien graciosamente cada uno de sus genes había pasado por el árbol genealógico directo hacía William. Excepto que el joven hombre en la foto estaba posando junto a una joven chica que también parecía alarmantemente familiar.

Maite sostuvo el libro a pulgadas de su rostro y contempló absorta la imagen de la mujer. Usaba un traje de seda negra con volantes, que ceñía su cuerpo hasta la cintura antes de caer ondulante en anchas sucesiones. Negros guantes con lazos recubrían sus manos, dejando desnudos sus blancos dedos. Sus dientes pequeños se veían entre sus labios, que estaban separados en una agradable sonrisa. Tenía la piel varios tonos más claros que la del hombre. Unos ojos profundos eran ribeteados por espesas pestañas. Una cascada de negro cabello caía en densas ondas hacía su cintura.

A Maite le tomó un momento recordar cómo respirar, y aún así, ella no podía retirar sus ojos tensos del libro. ¿La mujer en la fotografía? Era ella. O Maite había estado en lo correcto, y sus recuerdos de William habían llegado de un viaje olvidado al Savannah mall, donde habían posado para unas cursis fotos en la antigua cabina fotográfica que ella tampoco podía recordar – o William estaba diciéndole la verdad.

Maite y William se conocían el uno al otro.De un tiempo diferente en que habían estado juntos. Ella no podía respirar. Su vida entera se sacudía en el turbio mar de sus pensamientos, cada cosa convirtiéndose en una pregunta –la molesta sombra oscura que la perseguía, la espantosa muerte de Trevor, los sueños….

perseguía, la espantosa muerte de Trevor, los sueños…. Tenía que encontrar a Penn. Si alguien podía llegar a una explicación para semejantes acontecimientos imposibles, debía ser Penn. Con su inescrutable libro antiguo bajo el brazo, Maite salió de la habitación y corrió hacía la biblioteca.

La biblioteca estaba tibia y vacía, pero algo en el alto techo y las interminables filas de libros hicieron que Maite se pusiera nerviosa. Caminó rápidamente dejando atrás el escritorio nuevo de la recepción, que aún lucía estéril y sin vida. Pasó por el formidable y en desuso catálogo de tarjetas así como la interminable sección de referencias antes de que pudiera llegar a las largas mesas en la sección de estudios en grupo.

En lugar de Penn, Maite encontró a Arriane, jugando una partida de ajedrez con Roland. Ella tenía sus pies sobre la mesa y usaba una gorra rayada de conductor. Su cabello estaba metido bajo ese sombrero y Maite notó nuevamente, por primera vez desde la mañana en que ella cortó el cabello de Arriane, la brillante, jaspeada cicatriz que atravesaba su cuello.

Arriane estaba concentrada en el juego. Un cigarro de chocolate se balanceaba entre sus labios mientras contemplaba su siguiente movimiento. Roland había retorcido sus rastas en dos amplios nudos sobre su coronilla. Él miraba con ojos de halcón hacía Arriane, jugueteando uno de sus peones con su meñique.

“Jaque mate, canijo,” Arriane dijo triunfante, golpeando fuera al rey de Roland, justo cuando Maite se detenía bruscamente en frente de la mesa. “MaiMaiMaite,” cantó la chica, mirándola. “Has estado escondiéndote de mí.” “No,” “He escuchado cosas sobre ti,” dijo Arriane, provocando que Roland inclinara su cabeza atentamente. “Codazo codazo, guiño guiño. Eso significa siéntate y confiesa. Ahora mismo.”

Maite abrazó el libro en su pecho. No quería sentarse. Quería recorrer la biblioteca en busca de Penn. No podía tener una pequeña charla con Arriane –especialmente no frente a Roland, quien estaba quitando sus cosas del asiento junto a él.

“Únete a nosotros,” dijo Roland.

Maite se dejó caer a regañadientes en el borde de la silla. Sólo se quedaría unos pocos minutos. Era verdad que no había visto a Arriane por un par de días, y bajo circunstancias normales, ella realmente hubiera extrañado la bizarra forma de ser de la chica.

Pero ahora estaba lejos de estar en circunstancias normales, y Maite no podía pensar en nada más que en la fotografía.

“Como acabo de limpiar el tablero de ajedrez con el trasero de Roland, vamos a empezar un juego nuevo. Qué tal acerca de ‘¿quien vio una foto incriminatoria de Maite el otro día?’” dijo Arriane, cruzando sus brazos sobre la mesa.

“¿Qué?” Maite dio un salto hacía a atrás. Apretó fuertemente con su mano la cubierta del libro, sintiendo sin duda que su tensa expresión estaba revelando todo. Nunca lo debió haber llevado hasta ahí.

“Te daré tres pistas,” dijo Arriane, entornando los ojos. “Molly tomó una instantánea de ti zambulléndote en un enorme coche negro ayer después de clases.”

“Oh.” Suspiró Maite.

“Ella se iba a convertirte en un Randy,” continuó Arriane.

“Hasta que yo le dirigí un por qué hacerlo. Mmm-Hmm.” Chasqueó sus dedos. “Ahora, para mostrar tu gratitud, dime –¿te estaban llevando furtivamente para ver a un loquero fuera del campus?”

Bajó el tono de su voz hasta convertirla en un susurro y golpeó con sus dedos sobre la mesa. “¿O es que te conseguiste un amante?”

Maite miró furtivamente a Roland, quien la veía fijamente.“Ninguna de las dos cosas,” dijo, “Sólo salí por un ratito para tener una conversación con Cam. Aunque no iba a ser así exactamente-“ “¡Bam! Paga, Arri,” dijo Roland, sonriendo burlonamente. “Me debes diez billetes.”La quijada de Luz se abrió con sorpresa.

Arriane le dio una palmadita a su mano. “No es un gran asunto, sólo hicimos una pequeña apuesta para mantener las cosas interesantes. Yo asumí que era con William con quien te habías ido. Roland escogió que con Cam. Me has mandado a la quiebra, Maite. No me agrada.”

“Yo estuve con William,” agregó Maite, sin saber realmente por qué sentía la necesidad de aclararles el asunto. ¿Acaso no tenían ellos algo mejor que hacer en vez de sentarse por ahí adivinado con quién pasaba ella su tiempo?

“Oh,” dijo Roland, sonando decepcionado. “La trama se complica.” “Roland,” Maite volteó hacía él. “Necesito pedirte algo.” “Habla conmigo.” Él extrajo una libreta y una pluma de su saco negro con blanco a rayas. Colocó la pluma sobre el papel, como un mesero tomando una orden. “¿Qué es lo que quiere? ¿Café? ¿Un trago? Sólo tengo bebidas fuertes los viernes. ¿Periódicos viejos?”

“¿Cigarrillos?” Ofreció Arriane, ceceando a través del chocolate en su boca. “No.” Maite sacudió su cabeza, negando. “Nada de eso.” “Okay, un pedido especial. Olvidé la carta en la habitación.” Roland se encogió de hombros. “Puede usted venir después-“

“No necesito que me traigas nada. Solo quiero saber-” Maite tragó saliva. “Tú eres amigo de William, ¿correcto?” Él asintió con indiferencia. “No odio al tipo.”

“¿Pero tú crees en él?” inquirió la chica. “Me refiero a que, si él te dijera algo que sonara loco, ¿qué tanto le creerías?”Roland la miró entrecerrando los ojos, pareciendo momentáneamente perplejo, pero Arriane rápidamente saltó sobre la mesa y balanceó sus pies hacía el lado de Maite.

“¿Exactamente de qué estamos hablando?” Maite se quedó quieta. “No importa.” Nunca debió haber planteado el tema. El total lío de los detalles regresaba a su mente. Tomó el libro de la mesa. “Tengo que irme,” dijo. “Lo lamento.”

Ella empujó su silla y se caminó alejándose. Sus piernas las sentía pesadas y torpes, su mente sobrecargada. Una soplo de viento levantó el cabello por detrás de su cuello y volteó bruscamente la cabeza en busca de las sombras. Nada. Sólo una ventana abierta, en lo alto, cerca de las vigas de la biblioteca. Sólo un pequeño nido escondido en la cornisa. Revisando la biblioteca otra vez , Maite encontró difícil creerle a sus ojos.

Realmente no había señales de ellas, nada de zarcillos de tinta oscura o el escalofriante clima gris turbulento – pero Maite podía sentir su marcada cercanía, podía incluso sentir el olor salado y sulfuroso en el aire. ¿Dónde estarían, si no cazándola? Ella siempre había considerado que las sombras eran suyas solamente. Nunca consideró que pudieran ir a otros lugares, hacer otras cosas –atormentar a otra gente. ¿William las había visto, también?

Rodeando la esquina hacía los cubículos de cómputo en la parte de atrás de la biblioteca, donde pensaba que podría encontrar a Penn, Maite chocó de lleno con Miss Sophia. Ambas se tambalearon y Miss Sophia se sostuvo de Maite para estabilizarse a sí misma. Iba vestida con unos jeans a la moda y una blusa blanca larga, con una bufanda roja bordada de cardigán alrededor de sus hombros. Sus anteojos metálicos de color verde colgaban de una cadena multicolor alrededor de su cuello. Maite se sorprendió de qué tan fuerte la había sujetado.

“Discúlpeme,” murmuró Maite.“¿Por qué, Maite, qué es lo que sucede?” Miss Sophia presionó su mano en la frente de Maite. El aroma a talco de bebé de sus manos saturó la nariz de la chica. “No te ves bien.”

Maite tragó saliva, conteniéndose de no estallar en lágrimas solo porque la simpática bibliotecaria mostraba compasión por ella. “Es que no estoy bien.”

“Lo sabía,” dijó Miss Sophia. “Perdiste las clases de hoy y no estuviste en la reunión de alumnos la otra noche. ¿Necesitas que te vea un doctor? Si mi kit de primeros auxilios no se hubiera quemado en el incendio, te tomaría la temperatura aquí mismo.”

“No, bueno, no lo sé.” Maite sostuvo el libro frente a ella y contemplo la posibilidad de decirle todo a Miss Sophia, empezando desde el principio... ¿que había sido cuándo? Sólo que, no tuvo que hacerlo. Miss Sophia miró el libro, suspiró y le dirigió una mirada de complicidad a Maite. “Finalmente lo encontraste, ¿no es así?” Vamos, hay que charlarr.”

Hasta la bibliotecaria sabía más que Maite acerca de su vida. ¿Vidas? No podía ni imaginarse el significado de eso, o como algo de eso era posible. Siguió a Miss Sophia hasta una mesa en una esquina en la parte de atrás de la sección de estudio. Aún podía ver a Roland y Arriane con el rabillo del ojo, pero al menos ellos parecían estar lejos de estar atentos para escuchar la conversación.

“¿Cómo encontraste esto? Miss Sophia palmeó la mano de Maite y se deslizó las gafas. Sus pequeños ojos de perlas negras centellearon detrás de los bifocales. “No te preocupes, no estás en problemas, querida.”

“No sé. Penn y yo habíamos estado buscándolo. Era una idea estúpida. Pensamos que tal vez el autor era un pariente de William, pero no estábamos seguras. Cada vez que veníamos a buscarlo, parecía que acababa de ser prestado a alguien. Pero, cuando regresé esta noche, Penn lo había dejado en mi habitación-”

“No lo sé,” dijo Maite sacudiendo su cabeza. Podía sentirse a sí misma hablando incoherentemente, y aún así no podía callarse. Miss Sophia era también como la agradable, estrafalaria abuela que nunca tuvo. La idea de un gran viaje de compras de su propia abuela era ir a la tienda de abarrotes. Además, se sentía tan bien el sólo hablar con alguien. “No había sido capaz de encontrarla ayer, sólo porque estuve con William, y usualmente el actúa tan extraño, pero la noche anterior me besó, y estuvimos fuera hasta que-“







“Discúlpame, querida,” la interrumpió Miss Sophia, hablando un poco más alto, “pero acabas de decir que William Grigori te besó?”







Maite cubrió su boca con ambas manos. No podía creer que acabara de decirle eso a Miss Sophia. Realmente debía estar perdiendo la cabeza.

“Lo siento, eso era completamente irrelevante, Y vergonzoso.

No sé porque se me escapó decirlo.” Aclaró mientras se abanicaba las mejillas encendidas.







Pero ya era demasiado tarde. A través de la sección de estudio, Arriane tronó contra Maite, “¡Gracias por decirme!” Su rostro mostraba asombro.Pero Miss Sophia capturó bruscamente la atención de Maite cuando arrancó el libro de las manos de Maite. “Un beso entre William y tú es no solo irrelevante, querida, es usualmente imposible.”







La profesora acarició su barbilla y miró hacia el cielo. “Lo cual significa… bueno, esto no puede significar que…” Los dedos de Miss Sophia empezaron a volar hojeando el libro, volteando cada página con un milagroso ritmo.

“¿Qué quiere decir con, ‘usualmente’?” Maite nunca se había sentido tan excluida de su propia vida.

“Olvida lo del beso.” Miss Sophia agitó su mano hacia Maite, dejándola desconcertada. “Eso no es la mitad de esto. EL beso no significa nada a menos que…” murmuró las últimas palabras escondiéndolas bajo su respiración y continuó de regreso a girar las páginas.

¿Qué sabía Miss Sophia? El beso de William significaba todo. Maite observó a Miss Sophia mover velozmente sus dedos con cierta reserva, hasta que algo en una de las páginas capturó su atención.

“Regrésemelo,” dijo Maite, extendiendo su mano hacia Miss Sophia para detenerla. Miss Sophia se recargó lentamente mientras Maite regresaba las delgadas, translucidas páginas. Ahí. Se llevó una mano al corazón. En el margen había una serie de dibujos hechos en tinta más oscura. Hechos rápidamente, pero por una elegante y fina mano.

Por alguien con un cierto talento. Maite recorrió con sus dedos los dibujos, abarcándolos. La suave pendiente de un hombro femenino visto desde atrás, con el cabello anudado en un moño bajo. Delicadas rodillas desnudas cruzada una sobre la otra, destacando un cintura sombreada. Una larga y delgada muñeca daba paso a una palma abierta en la cual una enorme, floreciente peonia descansaba.

Los dedos de Maite empezaron a temblar. Un nudo subía por su garganta. No sabía por qué esto, fuera de lo que había visto y oído ese día, era suficientemente hermoso – suficientemente trágico- como para finalmente hacerla romper en llanto. El hombro, las rodillas, la cintura…. Todo era de ella. Y sabía –que todo eso había sido dibujado por la mano de William.

“Maite.” Miss Sophia se veía nerviosa, lentamente alejó su silla de la mesa. “¿Estas –segura de que te sientes totalmente bien?”

“Oh, William,” Susurró Maite, desesperada por estar cerca de él otra vez. Se enjugó una lágrima.

“Él está condenado, Maite.” Miss Sophia añadió en una sorpresiva fría voz.

“Ambos lo están.”

Condenado. William había hablado acerca de estar condenado. Esa era su palabra para todo esto. Pero él se había referido a sí mismo. No a ella.

“¿Condenado?” Repitió Maite. Solo que, ella no quería escuchar nada más.

Todo lo que quería era encontrarlo a él.

Miss Sophia chasqueó sus dedos en frente del rostro de Maite.

Maite la miró a los ojos, lentamente, lánguidamente, sonriendo tontamente.

“Aún no estás despierta,” Murmuró Miss Sophia. Cerró el libro de golpe, capturando la atención de Maite y extendió sus manos sobre la mesa.

“¿Él te ha dicho algo?

Después del beso ¿Quizá?”

“Me dijo…” Empezó Luce.

“Esto sonara loco.”

“Así sucede frecuentemente con estas cosas.”

“Me dijo que nosotros dos… somos alguna clase de amantes cruzados-por-las- estrellas.” Maite cerró sus ojos, recordando su largo catalogo de vidas pasadas.

Al principio la idea la sentía extraña, pero ahora ella estaba empezando a entender, ella pensó que tal vez era la cosa más romántica que había sucedido en la historia del mundo. “Me habló de todas las veces que nos hemos enamorado, en Rio, y Jerusalén, Tahití-“

“Eso si que suena bastante loco,” Dijo Miss Sophia. “Pero, por supuesto, ¿Tú no lo crees?”

“Al principio no,” contestó Maite, recordando su acalorado desacuerdo bajo el árbol de durazno. “Él empezó a sacar el tema de la Biblia, lo que hizo que mi instinto lo rechazara-“ se mordió la lengua. “Sin ofender. Quiero decir, Creo que sus clases son realmente interesantes.”

“No hay problema. La gente de tu edad comúnmente se aparta de su educación religiosa. No es nada nuevo, Mait.” “Oh,” Maite tronó sus nudillos. “Pero no tenía una educación religiosa. Mis padres no creen es eso, así que-“ “Todos creen en algo. ¿Seguramente que si fuiste bautizada?”

“No, si no cuenta la alberca construida bajo los bancos de la iglesia de aquel lado,” Dijo Maite tímidamente, sacudiendo su pulgar en dirección al gimnasio de Sword & Cross.

Si, ella celebraba la Navidad, había estado en la iglesia un puñado de veces, y aún cuando su vida la hizo a ella y a todos a su alrededor miserables, no tenía fe en que había alguien o algo allá arriba en lo que valiera la pena creer. Eso siempre había sido suficiente para ella.

A través de la habitación, se escuchó un fuerte estrepito. Maite volteó para ver que Roland había caído de su silla. La última vez que le había echado un vistazo, él se estaba balanceando en dos patas y ahora parecía que la gravedad finalmente había ganado.

Mientras el tropezaba con sus propios pies, Arriane había ido a ayudarlos. Ella miró en su dirección y ofreció un apurado saludo con la mano. “¡Él está bien!” gritó entusiasta. “¡Levántate!” le susurró un poco alto a Roland.

Miss Sophia continuaba sentada, con sus manos en las rodillas bajo la mesa. Aclaró su garganta un par de veces, abrió nuevamente la cubierta frontal del libro y recorrió con sus dedos la fotografía, entonces dijo, “¿Él te reveló algo más? ¿Sabes quién es William?”

Lentamente, sentándose muy derecha en su silla, Maite preguntó, “¿Usted lo sabe?” La bibliotecaria se puso rígida. “Yo estudio estas cosas. Soy una académica. No me complico en temas triviales del corazón.”

Esas fueron las palabras que usó –pero todo desde la vena pulsante a lo largo de su cuello, hasta el casi imperceptible brillo de sudor brotando de su frente le dijo a Maite que la respuesta a esa pregunta era si. Sobre sus cabezas, el enorme reloj antiguo marcaba las once. El minutero tembló con el esfuerzo de cambiar a su posición, y el artefacto completo sonó por tanto tiempo que interrumpió su conversación, Maite nunca se había dado cuenta de que tan alto sonaba e reloj. Ahora, cada campanada le causaba dolor. Había estado lejos de William por tanto tiempo.

“William pensaba…,” Maite empezó a hablar. “La noche pasada cuando nos besamos por primera vez, él pensaba que yo iba a morir.” Miss Sophia no pareció sorprenderse tal como a Maite le hubiera gustado. La chica tronó los nudillos. “Pero eso es loco, ¿o no? Yo no voy a ir a ningún lado.”

Miss Sophia se quitó los bifocales y frotó sus pequeños ojos. “Por ahora.” “Oh Dios,” Maite susurró, sintiendo la misma oleada de miedo que la había hecho dejar a William en el cementerio. Pero ¿Por qué? Había algo que él aún no le decía algo que ella sabía tenía el poder de hacerla sentir aun más o mucho menos temerosa. Algo que ella sabía en si misma que no podría creer. No hasta que ella viera su rostro de nuevo.

El libro continuaba abierto mostrando la fotografía. En ese lado, la sonrisa de William se veía preocupada, como si el supiera tal como había dicho que siembre sabía que había algo rondando en la siguiente esquina. No pudo imaginarse por lo que él debía estar atravesando en este mismo momento. Para haber abierto todo acerca de la extraña historia que ambos compartían solo para que ella lo rechazara completamente. Tenía que encontrarlo.

Maite cerró el libro y lo guardó bajo su brazo. Luego se puso de pie y empujó la silla. “¿A dónde vas?” Preguntó nerviosamente Miss Sophia.

“A encontrar a William”

“Iré contigo.”

“No.” Maite sacudió su cabeza, imaginando como sería arrojar sus brazos en torno a William trayendo a la bibliotecaria de la escuela consigo.

“Usted no tiene que hacerlo. De verdad.”

Miss Sophia estaba muy ocupada inclinándose para amarrar con doble nudo sus cómodos zapatos. Se levantó y puso una mano en el hombro de Maite.

“Confía en mi,” dijo. “Voy a ir. Sword & Cross tiene una reputación que mantener. ¿Acaso piensas que dejamos que nuestros estudiantes anden rondando, como que no quiere la cosa, durante la noche?”

Maite resistió el impulso de contarle a Miss Sophia acerca de su reciente escapada fuera de las puertas de la escuela. Gruño para si misma. ¿Por qué no traer también a todo el cuerpo estudiantil para que todos puedan disfrutar del drama? Molly podría tomar fotografías, Cam podría empezar otra pelea. ¿Por qué no empezar aquí mismo, y llevar a Roland y Arriane- quienes, por cierto, habían desaparecido.

Miss Sophia, con el libro en la mano, ya había llegado a la entrada principal. Maite tuvo que correr un poco para alcanzarla, dejando atrás rápidamente el catalogo de tarjetas, la chamuscada carpeta Persia del escritorio, y las vitrinas de cristal repletas de reliquias de la Guerra Civil en el ala especial de colecciones, donde había visto a William dibujando un bosquejo del cementerio la primera noche en que ella había llegado a este lugar.

Ellas caminaron adentrándose en la humedad de la noche. Una nube cubría la luna y el campus cayó en una negra oscuridad. Entonces, como si alguien hubiera puesto una brújula en su mano, Maite se sintió guiada a través de las sombras. Sabía exactamente donde estaban. No cerca de la biblioteca, pero no tan alejadas, tampoco.

Aun no podía verlas, pero ya podía sentirlas, lo que era mucho peor. Una dolorosa, intensa ansía cubría su piel, filtrándose hasta sus huesos y sangrando como ácido. Encharcando, coagulándose, haciendo que el cementerio – y más allá- apestara con su maloliente olor a azufre. Eran mucho más grandes esta vez. Parecía como si el aire en el campus estuviera contaminado con su horrible fetidez de putrefacción.

“¿Dónde está William?” Preguntó Miss Sophia. Maite comprendió que la bibliotecaria debía saber un poco sobre el pasado, se veía totalmente inconsciente del peligro de las sombras. Eso hacía que Maite se sintiera aterrada y sola, responsable de cualquier cosa que estuviera a punto de suceder.

“No lo sé” dijo, sintiendo como si no pudiera obtener suficiente oxigeno en el adelgazado, cenagoso aire nocturno. No quería decir las palabras que sabía las acercarían demasiado cerca a todo eso a lo que temía. Pero ella tenía que ir con William. “Lo dejé en el cementerio.”

Ellas atravesaron apresuradamente el campus, esquivando manchas de lodo que había dejado la lluvia del otro día. Sólo unas pocas luces iluminaban el dormitorio a su derecha. A través de una de las ventanas con barrotes, Maite vio a una chica que raramente sabía lo que era estudiar un libro. Estaban en el mismo grupo de clases matutino. Era una chica con pinta de lista y un tabique perforado, así como los estornudos más pequeños pero Maite nunca la había escuchado hablar. No tenía idea de si era miserable o disfrutaba la vida. Maite se preguntó en ese momento: ¿Si ella pudiera cambiar lugar con esa chica quien nunca había tenido que preocuparse por vidas pasadas, o sombras apocalípticas, o las muertes de dos chicos inocentes en sus manos- de verdad lo haría?


El rostro de William de la forma en que se había bañado de luz violeta cuando la había llevado de regreso esta mañana apareció ante sus ojos. Su reluciente cabello dorado. Sus tiernos, sabios ojos. La forma en que un toque de sus labios la transportaba lejos de cualquier oscuridad. Por él, ella sufriría todo esto, y más.Si tan sólo supiera que tanto más había.

Ella y Miss Sophia siguieron adelante, pasando las crepitantes gradas comunes, luego pasaron por el campo de soccer. Miss Sophia realmente se mantenía en forma. Maite hubiera estado preocupada acerca de la rapidez de sus propios pasos si no fuera porque la mujer todo el tiempo había estado a pocos metros delante de ella.

Maite aminoró el paso. El temor de enfrentar las sombras era como la fuerza de un huracán de frente a ella, haciéndola caminar más lento. Y aún tuvo más presión. Una incontenible nausea le dijo que estaba casi a la vista lo que las oscuras cosas podían llevar a cabo.

Se detuvieron en las puertas del cementerio. Maite estaba temblando, abrazándose a sí misma en un intento fallido de esconder este hecho. Una chica estaba de espaldas frente a ellas, observando el cementerio que se extendía.“! Penn!” La llamó Maite, feliz de ver a su amiga.

Cuando Penn volteó hacía ellas, su rostro estaba pálido. Usaba un rompe vientos negro, a pesar del calor, y sus anteojos estaban empañados por la humedad. Ella estaba temblando justo al igual que Maite. Maite jadeó. “¿Qué sucedió?” “Yo venía a buscarte,” dijo Penn, “y entonces un puñado de los otros chicos corrieron en esta dirección. Ellos se fuera hacía allá abajo.” Apuntó más allá de las puertas. “Pero yo n-no pude.”

“¿Qué es?” Preguntó Maite. “¿Qué es lo que hay allá abajo?” Pero aunque lo preguntara, ella sabía que cosa era lo que estaba allá, una cosa que Penn nunca hubiera sido capaz de ver. La espeluznante sombra oscura incitaba a Maite para que avanzara, ella sola.

Penn parpadeaba rápidamente. Se veía aterrorizada. “No tengo idea,” dijo finalmente. “Al principio pensé que eran fuegos artificiales. Pero no vi nada en el cielo.” Se estremeció. “Algo malo va a suceder. Pero no sé qué.”
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WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada - Página 2 Empty Re: WebNovela Fallen (Oscuros) Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Jue Oct 08, 2015 11:43 am

Capitulo Dieciocho

LA GUERRA ENTERRADA.

Maite le tiro una Mirada a la luz cambiante en la base del cementerio y empezó a correr hacia ella. Ella se precipito hacia abajo pasando las lapidas de piedra, dejando a Penn y a la Srta. Sophia lejos atrás. A ella no le importaba que los agudos, torcidos miembros del roble viviente le rascaran sus brazos y cara mientras corría, o que grupos de gruesas raíces de maleza trepaban por sus pies.

Ella tenía que bajar de ahí.

Una brizna de luna menguante plateada ofrecía una pequeña luz, pero ahí había otra fuente. Viniendo del centro del cementerio. Su destino. Se veía como una monstruosa, nube de una tormenta luminosa. Solo que estaba sucediendo en el piso.

Las sombras le habían estado advirtiendo, ella se dio cuenta, por días. Ahora su show oscuro se había convertido en algo que incluso Penn podía ver. Y los otros estudiantes que huyeron apenas lo habían notado, también. Maite no sabía lo que eso posiblemente significaba.

Solo que si William estaba allá abajo con ese siniestro parpadeo… era todo por su culpa.

Sus pulmones quemaban, pero eso fue conducido lejos con la imagen de él bajo los árboles de durazno. Ella no se detendría hasta que lo encontrara a él. Porque ella tendría que encontrarlo de todos modos, para meter el libro debajo de su nariz y llorarle que le creía, que parte de ella le había creído todo el tiempo, pero que ella había estado muy asustada de aceptar su historia insondable. Ella le diría que ella no iba a dejar que el miedo condujera su camino, no esta vez, ya no más. Porque ella sabía algo, entendía algo que le había tomado demasiado tiempo armar todo junto. Algo salvaje y extraño que hizo que sus experiencias pasadas más y menos creíbles. Ella sabía quién, que William era. Parte de ella había llegado a esta realización por su cuenta. Que ella tal vez había vivido antes y lo había amado antes.

Solo que ella no había entendido lo que significaba, de lo que todo se trataba. La atracción que sentía hacia él, sus sueños. Hasta ahora.

Pero nada de eso importaba si ella no podía bajar allá a tiempo para encontrar alguna manera de defenderse de las sombras. Nada de eso importaba si ellos capturaban a William antes de que ella lo hiciera.

Ella se derrumbo en las gradas empinadas de las tumbas, pero la cuenca en el centro del cementerio estaba todavía muy lejana.

Detrás de ella, golpes de pasos de pies. Luego una voz aguda.

“¡Pennyweather!” esa era la Srta. Sophia. Ella le estaba ganando terreno a Maite, llamándola sobre su hombro, donde Maite podía ver a Penn cuidadosamente trabando su vía sobre una tumba caída.

“¡Eres más lenta que la llegada de la navidad!”

“¡No!” Maite grito. “Penn, Srta. Sophia, ¡No vengan aquí!” ella no sería responsable de poner a alguien más en el camino de las sombras.

La Srta. Sophia se tropezó en una congelada lapida blanca y contemplo el cielo como si ella no hubiera escuchado a Maite para nada. Ella levanto sus delgados brazos en el aire, como para protegerse a ella misma. Maite miro hacia la noche y contuvo el aliento. Algo se estaba moviendo hacia ellas, soplando en el frio viento.

Al principio pensó que eran las sombras, pero esto era algo diferente y más aterrador, como un irregular velo lleno de bolsillos oscuros, dejando flecos de cielo filtrados a través de él. Esta sombra estaba hecha de un millón de pequeños pedazos negros. Una agitada, disturbada tormenta de oscuridad estirándose en todas las direcciones.

“¿Langostas?” Penn lloro.

Maite se encogió de hombros. La densa nube estaba todavía a la distancia, pero su percusión profunda crecía más fuerte con cada segundo que pasaba. Como el aleteo de un millar de alas de pájaros. Como una profunda oscuridad hostil recorriendo la tierra. Estaba viniendo. Estaba yendo a arremeter contra ella, tal vez a todos ellos, esta noche.

“¡Esto no es bueno!” La Srta. Sophia le despotrico al cielo. “¡Se supone que las cosas tienen un orden!”

Penn llego con una jadeante parada al lado de Maite y ellas dos intercambiaron una mirada desconcertada. El Sudor llenaba el labio superior de Penn, y sus lentes morados seguían resbalándose hacia abajo en el calor húmedo.

“Ella lo está perdiendo,” Penn susurro, señalando con sus pulgares a la Srta. Sophia.

“No.” Maite estrujo su cabeza. “Ella sabe cosas. Y si la Srta. Sophia está asustada, tu no deberías estar aquí, Penn.”

“¿Yo?” Penn pregunto, desconcertada, probablemente porque desde el primer día de escuela, ella había sido la que guiaba a Maite “Yo no creo que ninguna de nosotras debería estar aquí.” El pecho de Maite cayó en picado con un dolor similar al que tenía cuando tuvo que decirle adiós a Callie. Ella aparto la mirada de Penn. Ahí había una división entre ellas ahora, una profunda división cortándolas a ellas aparte, por culpa del pasado de Maite. Ella odiaba sus propias cosas, por llamar la atención de Penn hacia ellas, pero ella sabía que sería mejor, más seguro, si ellas partían por caminos diferentes.

“Tengo que quedarme,” ella dijo, tomando una respiración profunda. “Tengo que encontrar a William, tu deberías volver a la residencia, Penn. Por favor.”

“Pero tú y yo,” Penn dijo con voz ronca. “Nosotras somos las únicas.”

Antes de que Maite pudiera oír el final de la oración, ella miro hacia el centro del cementerio. A través del mausoleo donde ella había visto a William meditando en la tarde del día de los padres. Ella salto sobre la última de las lapidas, después patino en una pendiente húmeda, podrida paja hasta que piso finalmente se igualo. Ella vino a parar en frente del roble gigante en la cuenca del centro del cementerio.

Caliente y frustrada y aterrorizada todo al mismo tiempo, ella se inclino contra el tronco del árbol. Entonces, a través de las ramas del árbol, ella lo vio.

William.

Ella dejo salir todo el aire en sus pulmones y sintió débil sus rodillas. Una mirada a su distante, oscuro perfil, tan hermoso y magistral, le dijo que todo lo que William había insinuado e incluso la gran cosa que ella había descubierta por sí misma, que todo era cierto.

El estaba parado encima del mausoleo, brazos cruzados, viendo hacia arriba donde la turbulenta nube de langostas justo había pasado sobre su cabeza. La delgada luz de luna arrojo a su sombra en una creciente oscuridad que cayó fuera del ancho de la cripta, techo de Fiat. Ella corrió hacia él, tejiendo su camino a través del colgante musgo español y las viejas estatuas inclinadas.

“¡Maite!” El la vio mientras ella se acercaba a la base del mausoleo. “¿Qué estas haciendo aquí?” su voz no mostraba felicidad por verla. Más bien algo como shock y horror.

Es mi culpa, ella quería llorar mientas se acercaba a la base del mausoleo.

Y yo lo creo, yo creo en nuestra historia. Perdóname por siempre dejarte, yo nunca lo hare de nuevo. Ahí había una cosa más que ella quería decirle. Pero el estaba muy por encima de ella, y de las sombras. El horrible estruendo era demasiado ruidoso, y el aire estaba demasiado espeso como para intentar hacerle oírla desde ahí donde ella estaba parada por debajo de él.

La tumba era de mármol solido. Pero ahí había un gran fragmento en una de las esculturas bajorrelieve de un pavo real, y Maite lo uso como punto de apoyo. La usualmente fría piedra estaba cálida al tacto. Sus palmas sudorosas se resbalaron algunas veces mientras ella se forzaba por alcanzar la cima. Por alcanzar a William, quien tenía que perdonarla.

Ella solo escalo unos pocos pies en la pared cuando alguien agarro su hombro. Ella se dio la vuelta y jadeo cuando vio que era William, y perdió el control. El la capturo, sus brazos haciendo un círculo en su cintura, antes de que ella se deslizara al piso. Pero el

justo había estado debajo de ella un Segundo antes, como una historia completamente diferente.

Ella enterró la cara en su hombro. Y mientras la verdad todavía la asustaba, estar en sus brazos la hacía sentir como el mar buscando su costa, como un viajero regresando después de un largo, duro, distante viaje, finalmente regresando a casa.

“Tu elegiste un buen momento para regresar,” el dijo. El sonrió, pero su sonrisa era pesada con preocupación. Sus ojos seguían mirando lejos de ella, hacia el cielo.

“¿Tu también lo ves?” Ella pregunto.

William solo la miro, incapaz de responder. Su labio tembló.

“Por supuesto que lo haces,” ella susurro, porque todo se estaba juntando. Las sombras, la historia, sus pasados juntos. Un llanto sorpresivo se estaba llenando dentro de ella. “¿Cómo puedes amarme?” ella sollozo. “¿Cómo tu puedes si quiera soportarme?”

El tomo su cara en sus manos. “¿De que estas hablando? ¿Cómo puedes decir eso?”

El corazón de ella quemaba por latir tan rápido.

“Porque…” ella trago. “Tú eres un ángel.”

Sus brazos se pusieron flojos. “¿Qué dijiste?”

“Tú eres un ángel, William, yo lo sé,” ella dijo, sintiendo que compuertas se habrían dentro de ella, mas y mas hasta que todas solo se callaron. “No me digas que estoy loca. Yo tuve sueños acerca de ti, sueños que son demasiado reales como para olvidarlos, sueños que me hicieron amarte antes de que tú me dijeras cualquier cosa.”

Los ojos de William no cambiaron para nada.

“Sueños en donde tú tienes alas y me sostienes muy arriba en un cielo que no reconozco, pero sin embargo yo sé que he estado ahí, solo como así, en tus brazos un centenar de veces antes.” Ella toco su frente con la de él. “Eso explica tanto. Cuan elegante eres al moverte, y el libro que tu ancestro escribió. Porque nadie vino a visitarte en el día de los padres. La manera en que tu cuerpo parece flotar cuando nadas. Y porque, cuando tú me besaste, me sentí como si hubiera ido al paraíso.” Ella se detuvo para agarrar aliento. “Y porque tu puedes vivir para siempre. La única cosa que no explica es que en la tierra estas haciendo conmigo. Porque yo soy solo… yo.” Ella miro hacia arriba al cielo otra vez, sintiendo el hechizo negro de las sombras. “Y soy culpable de tantas cosas.”

El color se había ido de la cara de él. Y Maite podía deducir solo una conclusión.

“Tú no entiendes porque, tampoco,” ella dijo.

“Yo no entiendo que tú haces aquí todavía.”

Ella parpadeo y asintió miserablemente, entonces empezó a voltearse.

“¡No!” él la tiro de vuelta. “No te vayas. Es solo que tu nunca. Nosotros nunca… llegamos tan lejos.” El cerró sus ojos. “¿Lo dirías de nuevo?” le pregunto, casi con timidez. “¿Dirías de Nuevo… lo que soy?”

“Tú eres un ángel,” ella repitió lentamente, sorprendida de ver a William cerrar los ojos y gemir con placer, casi como si ellos se estuvieran besando. “Yo estoy enamorada de un ángel.” Ahora era ella la que quería cerrar sus ojos y gemir. Ella inclino la cabeza. “Pero en mis sueños, tus alas.”

Un viento caliente, aullador viento barrio por ambos lados de ellos, prácticamente sacando a Maite de los brazos de William. El protegió su cuerpo con el suyo. La nube de sombras-langostas se había establecido en la copa de un árbol más allá del cementerio y había estado haciendo sonidos de chisporroteo en las ramas. Ahora se levantaron en un gran desastre.

“Oh Dios,” Maite susurro. “Yo tengo que hacer algo. Yo tengo que detenerlas.”

“Maite.” William avivo su mejilla. “Mírame. Tú no has hecho nada malo. Y no hay nada que tú puedas hacer acerca de.” El señalo. “Eso.” El sacudió su cabeza. “¿Por qué tu si quiera piensas que eres culpable?”

“Porque,” ella dijo, “Toda mi vida, yo he estado viendo estas sombras.”

“Yo debería haber hecho algo cuando me di cuenta de que, la semana pasada en el lago. Es la primera vida en que la vez. Y eso me asusta.”

“¿Cómo puedes saber que no es mi culpa?” ella pregunto, pensando en Todd y en Trevor. Las sombras siempre venían a ella justo antes de que algo terrible pasara. El beso su cabello. “Las sombras que vez son llamadas Anunciadores. Ellas se ven malas, pero ellas no pueden lastimarte. Todo lo que hacen es hacer un ámbito de una situación y reportársela a alguien más. Chismes. La versión demoniaca de un cliché de chicas de la secundaria.”

“¿Pero que hay acerca de estas?” ella señalo a los arboles que estaban alineados en el perímetro del cementerio. Sus ramas estaban agitándose, agobiadas por la gruesa, supuración de oscuridad. Willam las vio con una mirada calmada. “Esas son las sombras que los Anunciadores han convocado. Para batallar.”

Los brazos y piernas de Maite se pusieron fríos con miedo. “¿Qué… um… que clase de batalla es esta?”

“La grande,” el dijo simplemente, levantando su barbilla. “Pero ellas solo se están mostrando en este momento. Nosotros todavía tenemos tiempo.”

Detrás de ellos un pequeña tos hizo a Maite saltar. William se inclino en respeto a la Srta. Sophia, quien estaba parada en la sombra del mausoleo. Su cabello se había soltado de las horquillas y se veía salvaje y rebelde, como sus ojos. Entonces alguien más se acerco

de detrás de la Srta. Sophia. Penn. Sus manos estaban dentro de los bolsillos de su chaqueta. Su cara estaba roja todavía, y el nacimiento de su cabello estaba empapado en sudor.

Ella le encogió los hombros a Maite como diciendo no se qué infiernos está pasando, pero no podía solo abandonarte. A pesar de sí misma, Maite sonrió.

La Srta. Sophia se paro más cerca y levanto el libro. “Nuestra Maite ha estado haciendo su investigación.”

William froto su barbilla. “¿Tu has estado leyendo esa cosa vieja? Nunca debí haberlo escrito.” El sonaba casi avergonzado. Pero Maite deslizo una pieza más de su rompecabezas en su lugar.

“Tu escribiste eso,” ella dijo. “Y garabateaste en los márgenes. Y pegaste esa foto de nosotros.”

“Encontraste la foto,” William dijo, sonriendo, sosteniéndola más cerca como si la mención de la foto le trajera una arremetida de recuerdos. “Por supuesto.”

“Me tomo un tiempo entenderlo, pero cuando vi que tan felices éramos, algo se abrió dentro de mí. Y yo lo supe.”

Ella envolvió una mano alrededor de su cuello y atrajo su cara a la de ella, ni siquiera importándole que la Srta. Sophia y Penn estuvieran ahí. Cuando los labios de William tocaron los suyos, toda la oscuridad, el horrible cementerio desapareció. Las gastadas tumbas, también, y los bolsillos de sombras escarbando alrededor de los arboles; incluso la luna y las estrellas por encima de ellos.

La primera vez que ella vio la foto de Helston, la había asustado. La idea de todas esas versiones pasadas de ella misma existiendo. Era solo demasiado para aceptarlo. Pero ahora, en los brazos de William, ella podía sentir todo eso de alguna manera trabajando junto, un gran consorcio de Maites que amaban al mismo William una y otra y otra vez. Tanto amor. Se derramaba fuera de su corazón y su alma, vertiéndose de su cuerpo y llenando el espacio entre ellos.

Y ella a lo último escucho lo que él le estaba diciendo cuando estaban viendo las sombras: que ella no había hecho nada malo. Que ahí no había ninguna razón para sentirse culpable. ¿Podría ser verdad? ¿Era ella inocente de la muerte de Trevor, de la de Todd, como ella siempre creyó? El momento que ella se pidió a sí misma, ella sabía que William le había dicho la verdad. Y ella se sintió como si se estuviera despertando de un mal sueño muy largo. Ella ya no se sentía como la niña con el cabello despojado y las holgadas ropas negras, ya no más la eterna arruina-todo con miedo del cementerio podrido, y atrapada en la escuela reformatoria por buena razón.

“William,” ella dijo, empujando sus hombros gentilmente para poder verlo. “¿Por qué no me dijiste antes que tu eres un ángel? ¿Porque toda la charla acerca de estar condenado?” William la miro nerviosamente.

“No estoy molesta.” Ella le aseguro. “Solo curiosa.”

“Yo no te podía decir,” el dijo, “Todo está envuelto junto. Hasta ahora, yo ni siquiera sabía que tú podías descubrirlo por tu cuenta. Si yo te decía muy rápido o en el momento equivocado, tú desaparecerías de nuevo y yo tendría que esperar. Y yo ya he tenido que esperar demasiado tiempo.”

“¿Cuan demasiado?” Maite pregunto.

“No lo suficiente como para olvidar que tú lo vales todo. Cada sacrificio. Cada dolor.” William cerró sus ojos por un momento. Luego el miro a Penn y la Srta. Sophia.

Penn estaba sentada con su espalda contra una tumba de piedra negra mohosa. Sus rodillas estaban curveadas hacia su barbilla y ella estaba mascando sus uñas con avidez. La Srta. Sophia tenía sus manos en las caderas. Ella se veía como si tuviera algo que decir. William retrocedió, y Maite sintió una ráfaga de aire frio soplar entre ellos. “Todavía tengo miedo de que en cualquier momento tú puedas—”

“William.” La Srta. Sophia lo llamo reprobatoriamente.

Él la cayó con un movimiento de la mano. “Que nosotros estemos juntos, no es tan simple como tú vas a querer que sea.”

“Por supuesto que no,” Maite dijo. “Me refiero a que, tu eres un ángel, pero ahora que lo se—”

“Mait Price.” Esta vez fue Maite el objeto de la rabia de la Srta. Sophia.

“Lo que él te tiene que decir, tu no lo quieres saber,” ella advirtió. “y William, tú no tienes derecho. Eso la mataría.”

Maite sacudió su cabeza, confundida por la solicitud de la Srta. Sophia. “Yo creo que podría sobrevivir a una pequeña verdad.”

“No es una pequeña verdad,” la Srta. Sophia dijo, caminando hacia adelante para posicionarse entre ellos. “Y tú no sobrevivirás a ella. Como tú no has sobrevivido en los últimos miles de años desde la caída.”

“William, ¿De qué está hablando?” Maite busco su muñeca alrededor de la Srta. Sophia, pero la bibliotecaria le hizo frente. “No puedo manejarlo,” Maite dijo, sintiendo un hoyo seco de nervios en su estomago. “Yo no quiero ningún secreto mas. Yo lo amo.”

Era la primera vez que ella decía las palabras en voz alta a quien sea. Su único arrepentimiento era que ella había dirigido las tres palabras más importantes que conocía a la Srta. Sophia en vez de a William. Ella se volteo a él. Sus ojos estaban brillando. “Lo hago,” ella dijo. “Te amo.”

Clap.
Clap. Clap.
Clap. Clap. Clap. Clap.

Lentos, ruidosos aplausos sonaron desde detrás de ellos en los arboles. William se separo y se volteo hacia el bosque, su postura rígida, mientras Maite sentía el viejo miedo inundándose dentro de ella, se sintió a si misma echando raíces por el terror acerca de lo que estaba viendo en las sombras, aterrorizada de lo que él vio antes de que ella lo hiciera.

“Oh, bravo. ¡Bravo! Realmente, estoy conmovido en mi alma. Y no muchas cosas me conmueven estos días, lamento decir.”

Cam se paro en el claro. Sus ojos estaban rodeados con una espesa, brillante sombra dorada, y eso brillaba en su rostro a la luz de la luna, haciendo que el pareciera un gato salvaje.

“Eso es tan increíblemente dulce,” el dijo. “Y el te ama, también. ¿No la amas también chico? ¿No lo haces, William?”

“Cam,” William advirtió. “No hagas esto.”

“¿Hacer qué?” Cam pregunto, levantando su brazo izquierdo en el aire. El chasqueo sus dedos una vez y una pequeña llama, del tamaño de una cerilla, se encendió en el aire arriba de sus manos. “¿Te refieres a eso?”

El eco de sus dedos chasqueando parecía perdurar, ser reflejo de las tumbas en el cementerio, de crecer más ruidoso y multiplicarse como si rebotara hacia adentras y hacia adelante. Al principio Maite pensó que el sonido era más como una alabanza, como si un auditórium demoniaco lleno de oscuridad estuviera aplaudiendo burlonamente al amor de Maite y William, en la manera en que Cam lo había hecho. Ella contuvo su aliento mientras el sonido tomaba la forma de esos miles de trozos de oscuridad fugaz. El enjambre de sombras en forma de langostas que se había desvanecido dentro del bosque reapareció sobre su cabeza una vez más.

Su tamborileo era tan ruidoso, que Maite tenía que cubrir sus oídos. En el suelo, Penn estaba en cuclillas con la cabeza entre las rodillas. Pero William y la Srta. Sophia veían estoicamente el cielo mientras la cacofonía crecía y cambiaba. Empezó a sonar mas como aspersores muy ruidosos… o como el siseo de miles de serpientes.

“¿O esto?” Cam pregunto, encogiéndose mientras la horrible, oscuridad sin forma se cernía a su alrededor.

Cada insecto empezó a crecer y desplegarse, volviéndose más largo de lo que cualquier insecto podría ser jamás, desparramándose como el pegamento y creciendo como

cuerpos segmentados negros. Entonces, como si estuvieran aprendiendo a usar sus propias extremidades de sombras mientras se formaban, ellos lentamente se izaron a sí mismos en sus numerosas patas y vinieron hacia adelante, como mantis* creciendo a la altura humana. Cam les dio la bienvenida mientras ellas pululaban a su alrededor. Pronto ellas habían formado una armada masiva de noche consagrada detrás de Cam.

“Lo siento,” el dijo, golpeándose en la frente con su palma. “¿Me dijiste que no hiciera eso?

“William,” Luce susurro. “¿Qué está pasando?”

*Mantis: es un género de insectos que incluye la mantis religiosa, uno de los mantodeos más conocidos y frecuentes de Europa.

“¿Por qué convocaste un final de la tregua?” él llamo a Cam.

“Oh. Bueno. Tu sabes lo que dicen acerca de los momentos desesperados.” Cam se burlo. “Y mirarte a ti cubrir su cuerpo con esos perfectos besos angelicales tuyos… me hizo sentir tan desesperado.”

“¡Cállate, Cam!” Maite disparo, odiando que ella alguna vez lo haya dejado tocarla.

“En buena hora.” Los ojos de Cam rodaron hacia ella. “Oh si, nosotros vamos a pelear, nena. Por ti. De Nuevo. ” El avivo su barbilla y redujo sus ojos verdes. “Más grande esta vez, yo creo. Unas pocas victimas más. Asúmelo.”

William se reunió con Maite en sus brazos. “Dime porque, Cam. Tú me debes demasiado.”

“Tú sabes porque,” Cam exploto, señalando a Maite. “Ella todavía esta aquí. No estará por mucho tiempo, de todos modos.”

El puso las manos en sus caderas, y una serie de densas sombras negras, ahora se sacudían como serpientes gordas sin fin, deslizándose hacia arriba por su cuerpo, enrollándose en sus brazos como brazaletes.

Él le acaricio la cabeza a la más grande cariñosamente.

“Y esta vez, cuando su amor vuele en ese trágico pequeño soplo de cenizas, va a ser definitivo. Verán, todo es diferente esta vez—” Cam dio una sonrisa deslumbrante, y Maite pensó que ella sintió a William temblar por solo un segundo.

“Oh, excepto que una cosa es igual. Y yo tengo una debilidad por tu previsibilidad, Grigori.” Cam tomo un paso hacia adelante. Su legión de sombras avanzo en

consecuencia, haciendo que Maite y William, y Penn y la Srta. Sophia, avanzaran hacia atrás.

“Tienes miedo,” el dijo, señalando dramáticamente a William. “Yo no.”

“Eso es porque no tienes nada que perder,” William escupió. “Yo nunca intercambiaría lugares contigo.”

“Hmm,” Cam dijo, tocando su barbilla. “Ya veremos eso.” El miro alrededor, sonriendo.

“¿Debería deletreártelo? Si. Yo escuche que tu tal vez tendrías algo más grande que perder esta vez. Algo que va a hacer la aniquilación mucho mas disfrutable.”

“¿De que estas hablando?” William pregunto.

A la izquierda de Maite, la Srta. Sophia abrió su boca y dejo salir una sarta de aullidos de ruidos salvajes. Ella sacudió sus manos salvajemente sobre su cabeza en un baile de movimientos de sacudida, sus ojos casi transparentes, como si ella estuviera en alguna clase de trance. Sus labios temblaron, y Maite se dio cuenta con shock de que ella estaba hablando en lenguas.

William tomo los brazos de la Srta. Sophia y la sacudió, “No, tú tienes toda la razón: eso no tiene sentido,” el susurro, y Maite se dio cuenta de que podía entender la extraña lengua de la Srta. Sophia.

“¿Sabes lo que está diciendo?” Maite pregunto.

“Permítannos traducir.” Una voz familiar disparo desde el techo del mausoleo.

Arriane. Al lado de ella estaba Gabbe. Ambas parecían estar iluminadas desde atrás y estaban envueltas en un resplandor de plata extraño. Ellas saltaron de la cripta, aterrizando al lado de Maite sin hacer ruido.

“Cam tiene razón, William,” Gabbe dijo rápidamente. “Algo es diferente esta vez… algo acerca de Maite. El círculo puede romperse. Y no de la manera en que queremos que se rompa. Me refiero a que…se podría terminar.”

“Alguien que me diga de que están hablando,” Maite dijo, entrometiéndose. “¿Qué es diferente? ¿Qué está roto? ¿Cuál es el asunto con toda esta batalla, de todos modos?” William, Arriane, y Gabbe se le quedaron mirando por un momento como si intentaran ubicarla, como si ellos la conocieran de algún lugar pero ella cambio tan drásticamente en un instante que ellos ya no reconocían su cara.

Finalmente Arriane hablo. “¿El asunto?” ella froto la cicatriz en su cuello. “Si ellos ganan será el infierno en la tierra. El fin del mundo como todos lo conocen.”

Las formas negras chillaron alrededor de Cam, luchando y masticándose entre ellas, en alguna clase de enfermo, diabólico calentamiento.

“¿Y si ganamos?” Maite lucho por dejar salir las palabras.

Gabbe trago, luego dijo gravemente, “No sabemos todavía.”

Repentinamente William se tropezó, lejos de Maite, y la señalo. “E-ella no ha sido…,” el tartamudeo, cubriendo su boca, “El beso,” el dijo finalmente, parándose hacia adelante para agarrar el brazo de Maite. “El libro. Es por eso que tu puedes—”

“Llega a la parte B, William” Arriane pidió. “Piensa rápido. La paciencia es una virtud, y tu sabes cómo se siente Cam acerca de eso.”

William apretó las manos de Maite. “Te tienes que ir. Tienes que salir de aquí.”

“¿Qué? ¿Por qué?”

Ella miro a Arriane y a Gabbe en busca de ayuda, luego retrocedió lejos de ellas mientras una multitud de centelleos plateados empezaron a flotar encima del techo del mausoleo. Como una corriente sin fin de luciérnagas liberadas del enorme jarro de un albañil.

Ellos llovieron encima de Arriane y Gabbe, haciendo a sus ojos brillar. Eso le recordó a Maite a los fuegos artificiales. Y en un cuatro de julio,* cuando la luz había sido brillante y ella vio dentro de las iris de su madre y vio los fuegos artificiales. El reflejo, un flash de destellante luz plateada, como si los ojos de su madre fueran un espejo.

Solo que, estos centelleos no se desvanecían en humo como los fuegos artificiales. Cuando golpearon la grama del cementerio, florecieron en elegantes, brillantes iridiscentes seres. Ellos no eran exactamente como formas humanas, pero eran vagamente reconocibles. Hermosos, brillantes rayos de luz. Criaturas tan deslumbrantes que Maite sabia instantáneamente que eran una armada de poder angelical, equivalentes en talla y numero de la grandiosa fuerza negra detrás de Cam. Esto era como la verdadera belleza y bondad se veía. Una espectral, luminiscente reunión de seres tan puros que dolía mirar directamente hacia ellos, como el más glorioso eclipse, o quizás el paraíso en sí mismo. Ella debería haberse sentido confortada, parada en el lado que tenía que prevaler en esta batalla. Pero ella estaba empezando a sentirse enferma.

William presiono la parte de atrás de su mano en su mejilla. “Ella esta febril.”

Gabbe le dio unas palmaditas al brazo de Maite y le dio una sonrisa radiante. “Está bien, dulzura,” ella dijo, guiando lejos a la mano de William.

Su acento era de algún modo tranquilizador. “Nosotros lo manejaremos desde aquí. Pero tú te tienes que ir.” Ella lanzo por encima de su hombro a la horda de oscuridad detrás de Cam. “Ahora.”

William atrajo a Maite hacia él para un último abrazo.

*Cuatro de Julio: Día de la independencia de Estados Unidos.

“Yo la cuidare,” La Srta. Sophia llamo audiblemente. El libro todavía estaba debajo de su brazo.

“Conozco un lugar seguro.”

“Ve,” William dijo. “Yo te encontrare tan pronto como pueda. Solo prométeme que correrás de aquí, y que no miraras hacia atrás.”

Maite tenía tantas preguntas. “No quiero dejarte.”

Arriane se paro entre ellos y le dio a Maite un último, áspero empujón hacia las puertas. “Lo siento, Maite,” ella dijo. “Es tiempo de dejar esta pelea para nosotros. Nosotros somos del tipo profesionales.”

Maite sintió las manos de Penn deslizarse dentro de las suyas, y pronto ellas estaban corriendo. Dando golpes hacia las puertas del cementerio tan rápido como se había limitado hacia abajo en su camino para encontrar a William. De vuelta hacia arriba el resbaladizo mantillo se deslizaba. De vuelta a través de las irregulares ramas vivientes del roble y las destartaladas pilas de lapidas rotas. Ellas saltaron las lapidas y trotaron hacia abajo por la cuesta, buscando el distante arco de hierro de las puertas. Viento caliente soplaba su cabello, y el aire pantanoso todavía se acumulaba en sus pulmones. Ella no podía encontrar la luna para que las guiara, y la luz en el centro del cementerio ya no estaba. Ella no entendía que estaba pasando. Para nada. Y a ella no le gustaba para nada que todo el mundo si entendiera.

Un rayo de negrura golpeo el suelo en frente de ella, agrietando la tierra y abriendo un barranco irregular. Maite y Penn detuvieron su patinaje justo a tiempo. La brecha era tan ancha como Maite era de alta, tan profunda como…bueno, ella no podía ver hacia el fondo de la oscuridad. Los bordes chisporroteaban y sacaban espuma.

Penn jadeo. “”Maite, tengo miedo.”

“Síganme, chicas,” llamo la Srta. Sophia.

Ella las dirigió hacia la derecha, curveándose entre las oscuras tumbas mientras explosión tras explosión sonaban detrás de ellas. “Solo es el sonido de la batalla,” ella resoplo, como alguna clase de extraña guía de tour. “Eso va seguir por un rato, me temo.”

Maite hizo una mueca con cada golpe, pero ella siguió empujándose hacia adelante hasta que sus pulmones se estaban quemando, hasta que detrás de ella, Penn dejo salir un sollozo. Maite se volteo y vio a su amiga tropezándose, sus ojos rodando hacia atrás en su cabeza.

“¡Penn!” Maite grito, agarrándola justo antes de que se cayera. Tiernamente, Maite la bajo al suelo y le dio la vuelta. Ella casi deseo no haberlo hecho. El hombro de Penn

había sido cortado por algo negro e irregular. Había un trozo en su piel, dejando una línea calcinada de piel que olía como a carne quemada.

“¿Es grave?” Penn susurro con voz ronca. Ella parpadeo rápidamente, claramente frustrada de ser incapaz de levantar su cabeza hacia arriba y ver por ella misma.

“No,” Maite mintió, sacudiendo su cabeza. “Solo un corte.” Ella trago, intentando tragar las nauseas creciendo en ella mientras tiraba de la manga negra deshilachada de Penn para ponerla junta. “¿Te estoy lastimando?”

“No sé,” Penn dio una respiración silbante. “No puedo sentir nada.”

“¿Chicas cual es la demora?” la Srta. Sophia se había duplicado de vuelta.

Maite miro hacia la Srta. Sophia, tratando de convérsela de que no dijera que tan mal se veía la herida de Penn.

Ella no lo hizo. Ella le dio a Maite gesto ligero, luego estrecho sus brazos debajo de Penn y la levanto como un padre cargando a su hijo a la cama. “Te tengo,” ella dijo. “Eso no será largo ahora.”

“Hey.” Maite siguió a la Srta. Sophia, quien cargaba el peso de Penn como si ella fuera una bolsa de pluma. “Como tu—”

“Sin preguntas, no hasta que estemos muy lejos de todo esto,” La Srta. Sophia dijo.

Muy lejos. Maite no quería nada menos que estar muy lejos de William. Y Entonces, después de que ellas cruzaron el umbral del cementerio y estuvieron paradas en el piso de cemento de la comunidad de la escuela, ella no se podía ayudar a sí misma. Ella miro hacia atrás. E instantáneamente entendió porque William le había dicho que no lo hiciera.

Un pilar de fuego torcido plateado-dorado estallo en el centro del oscuro cementerio.

Era tan amplio como el cementerio mismo, una trenza de luz se elevaba cientos de metros hacia arriba en el aire y espantaban a las nubes. Las sombras negras recogieron toda la luz, ocasionalmente tirando zarcillos libremente y cargando con ellos, gritando, dentro de la noche.

Mientras los capítulos de bobina eran reemplazados, ahora mas plateados, ahora mas dorados, una única cuerda de sonido empezó a llenar el aire, plena y sin fin, ruidosa como una cascada caudalosa. Notas bajas tronaron en la noche. Notas altas brillaron para llenar el espacio alrededor de ellas. Era la más grandiosa, mas perfectamente balanceada armonía celestial que jamás se haya escuchado en la tierra. Era hermosa, y aterrorizante, y todo apestaba a azufre.

Todas las personas a millas a la redonda debían haber creído que el mundo estaba terminado. Maite no sabía que pensar. Su corazón se agrando.

William le había dicho que no mirara hacia atrás porque él sabía que la vista de ello haría que ella quisiera ir con él.

“Oh, no lo harás,” la Srta. Sophia dijo, agarrando a Maite por la nuca del cuello y la arrastro a través del campus. Cuando ellas alcanzaron el gimnasio, Maite se dio cuenta de que la Srta. Sophia había estado cargando a Penn todo el tiempo, utilizando solo un brazo.

“¿Qué es usted?” Maite pregunto mientras la Srta. Sophia la empujaba a través de las puertas dobles.

La bibliotecaria empujo una larga llave desde el bolsillo de su chaqueta roja con cuentas y la deslizo dentro de una parte de la agrietada pared del frente del vestíbulo que ni siquiera se parecía a una puerta. Una entrada hacia una larga escalera se abrió silenciosamente, y la Srta. Sophia le hizo gestos a Maite para que la procediera hacia arriba por las escaleras.

Los ojos de Penn estaban cerrados. Ella estaba o inconsciente o en demasiado dolor para mantenerlos abiertos. De cualquier manera, ella estaba permaneciendo remarcablemente callada.

“¿A dónde vamos?” Maite pregunto. “Tenemos que salir de aquí. ¿Dónde está su auto?” ella no quería asustar a Penn, pero ellas necesitaban encontrar un doctor. Rápido. “Silencio, si sabes lo que es bueno para ti.” La Srta. Sophia miro la herida de Penn y suspiro. “Vamos a la única cámara en este lugar que no ha sido desacreditada con equipo atlético. Donde podremos estar solas.”

Para entonces, Penn había empezado a gemir en los brazos de la Srta. Sophia. La sangre de su herida eras un denso, oscuro arroyo en el piso de mármol.

Maite miro el escalón de la escalera. Ella ni siquiera podía ver en donde terminaba. “Yo pienso que por el bien de Penn nosotras deberíamos quedarnos aquí abajo. Vamos a necesitar conseguir ayuda bastante pronto.” La Srta. Sophia suspiro y recostó a Penn abajo en la piedra, rápidamente apareciendo de nuevo para cerrar la puerta frontal por la que ellas justo habían pasado. Maite se cayó en sus rodillas en frente de Penn. Su amiga se veía tan pequeña y frágil. En la luz reducida proveniente del delicado candelabro de hierro forjado encima de su cabeza, Maite podía al menos ver que tan grave ella estaba herida.

Penn era la única amiga que Maite tenía en Sword & Cross con la que ella podía realmente relacionarse, la única de la que no estaba intimidada. Luego de que Maite había visto de que eran capaces Arriane y Gabbe y Cam, pocas cosas tenían sentido. Pero una si tenía: Penn era la única chica en Sword & Cross como ella.

Excepto que Penn era más fuerte que Maite. Más inteligente y más feliz y más sencilla.

Ella era absolutamente la razón de que Maite había logrado estas primeras pocas semanas en la escuela reformatoria. Sin Penn, ¿Quién sabría donde estaría Maite?

“Oh, Penn.” Maite suspiro. “Vas a estar bien. Vamos a hacer que todo se arregle.”

Penn murmuro algo incomprensible, cosa que puso nerviosa a Maite. Maite se volteo hacia la Srta. Sophia, quien estaba cerrando todas las ventanas en el vestíbulo una por una.

“Ella se está desvaneciendo rápido,” Maite dijo. “Necesitamos llamar a un doctor.”

“Si, si,” La Srta. Sophia dijo, pero algo en su tono sonaba preocupado. Ella parecía consumida con cerrar el edificio, como si las sombras del cementerio estuvieran en su vía para acá en este momento.

“¿Maite?” Penn susurro. “Tengo miedo.”

“No lo tengas.” Maite apretó su mano. “Eres tan valiente. Todo este tiempo tu has sido un pilar de fuerza.”

“Dame un respiro,” dijo la Srta. Sophia desde detrás de ella, en una voz ruda que Maite nunca le había escuchado usar. “Ella es un pilar de sal.”

“¿Qué?” Maite pregunto, confundida. “¿Qué significa eso?”

Los ojos de abalorio de la Srta. Sophia se había reducido en delgadas rendijas negras. Su rostro se sacudió en arrugas y ella sacudió su cabeza amargamente. Entonces, muy lentamente, desde la manga de su chaqueta, ella produjo una larga daga de plata. “La chica solo nos está retrasando.”

Los ojos de Maite se ampliaron mientras ella observaba a la Srta. Sophia correr la daga por encima de su cabeza.

Aturdida, Penn no registro que estaba pasando, pero Maite ciertamente si lo hizo.

“¡No!” ella grito, alcanzando para detener el brazo de la Srta. Sophia, para girar la daga. Pero la Srta. Sophia sabía que estaba haciendo y diestramente bloqueo el brazo de Maite, empujándola a un lado con su mano libre mientras ella arrastraba la cuchilla a través de la garganta de Penn.

Penn gruño y tosió, su aliento tornándose trabajosa. Sus ojos rodaron hacia atrás en sus cuencas de la manera en que lo hacían cuando ella estaba pensando. Excepto que ella no estaba pensando, ella estaba muriendo. A lo ultimo sus ojos encontraron los de Maite. Luego ellos lentamente se embotaron y la respiración de Penn se aquieto.

“Desastroso pero necesario,” La Srta. Sophia dijo, limpiando la cuchilla en el suéter negro de Penn.

Capitulo Diecinueve

Fuera de Vista

Al principio de las escaleras estaba una pared plana de ladrillos. Los puntos muertos de cualquier clase siempre habían hecho sentir claustrofóbica a Maite, y este era aún peor porque el cuchillo presionaba su garganta. Ella se atrevió a mirar atrás hacia la empinada subida que ellos habían escalado. Desde aquí, se miraba como una muy larga y dolorosa caída.

La Srta. Sophia estaba hablando entre lenguas, hablando en voz baja como ella hábilmente había abierto otra puerta escondida fácilmente. Ella lazó a Maite en una pequeña capilla y cerró la puerta detrás de ellos. Estaba helando adentro y olía irresistiblemente a polvo de tiza. Maite contuvo su aliento, para tragar la saliva descompuesta de su boca. Penn no podía estar muerta. Todo eso no podía haber pasado. La Srta. Sophia no podía ser tan malvada. William dijo que confiara en la Srta. Sophia. Él dijo que fuera con ella hasta que él pudiera ir con Maite…

La Srta. Sophia no le prestó atención a Maite, simplemente caminó en el salón, encendiendo candela tras candela, genuflexiando una por una, y continuaba cantando en un lenguaje que Maite no conocía. En un abrir y cerrar de ojos se reveló que la capilla estaba limpia y en buen estado, lo cual significaba que no había pasado mucho tiempo desde que alguien más estuviera aquí. Pero seguramente la Srta. Sophia fuera la única persona en el campus que tuviera una llave para una puerta escondida? Quién más sabría que este lugar existía?

El techo rojo de tejas estaba inclinado y torcido. Ancho, tapices desteñidos cubrían las paredes, representando imágenes de escalofriantes criaturas mitad hombre-mitad pez peleando en un océano turbio. Había un pequeño y blanco altar arriba en el frente, y unas cuantas filas de simples bancos de madera a lo largo del piso gris de roca. Maite buscó alrededor desesperadamente por una salida, pero no habían otras puertas y no habían ventanas. Las piernas de Maite estaban temblando con temor y furia. Ella estaba en agonía por Penn, traicionada y dejada sola al pie de las escaleras.

“Por qué estás haciendo esto?” ella preguntó, recostándose sobre las puertas arqueadas de la capilla.

“Confié en ti.”

“Esa es tu culpa, querida,” La Srta. Sophia dijo, rudamente torciendo el brazo de Maite. Luego, la daga estaba de nuevo en su cuello y ella estaba siendo guiada hasta un pasillo de la capilla. “La confianza es una búsqueda sin sentido, en su mejor parte. En la peor parte, es una buena forma de ser asesinada.”

La Srta. Sophia empujó a Maite hacia el altar. “Ahora sé buena y acuéstate, si?”

Porque el cuchillo todavía estaba demasiado cerca de su garganta, Maite hizo lo que se le ordenó. Ella sintió un lugar frío en su cuello y alzó su mano para tocarlo. Cuando ella retiró sus dedos, las Oops! estaban rojas con puntos de sangre donde el cuchillo le había pinchado. La Srta. Sophia le golpeó la mano.

“Si piensas que eso es malo, deberías ver de lo que te estás perdiendo allá afuera,” ella dijo, haciendo que Maite se estremeciera. William estaba afuera.

El altar era una plataforma cuadrada blanca, un pedazo de piedra no más grande que Maite. Ella se sentía fría y desesperadamente expuesta en lo alto de él, imaginándose a los bancos siendo llenados por practicantes sombríos esperando para que su tortura se llevara a cabo. Mirando hacia arriba, ella vio que había una ventana en esta capilla cavernosa, una larga escarapela como un tragaluz en el techo. Tenía un complicado patrón floral geométrico, con rosas rojas y moradas contra el fondo azul marino. Hubiera sido mucho más bonito para Maite si le hubiera ofrecido una vista de lo de afuera.

“Veamos, dónde puse… ah sí!” La Srta. Sophia se fue debajo del altar y regresó con una larga y gruesa cuerda. “No te mueves, ahora,” ella dijo, agitando el cuchillo en la dirección de Maite. Luego ella aseguró a Maite a cuatro agujeros que fueron taladrados en la superficie del altar. Primero, cada tobillo, luego cada muñeca. Maite trató de no retorcerse por el dolor mientras ella era atada para una clase de sacrificio. “Perfecto,” dijo la Srta. Sophia, dándole unas palmaditas a los nudos.

“Tú planeaste todo esto,” Maite se dio cuenta, aterrada.

La Srta. Sophia sonrió tan dulcemente como ella lo había hecho el primer día que Maite se había lanzado en la biblioteca. “Diré que no es nada personal, Maite pero realmente, sí lo es,” ella se rió. “He estado esperando un largo tiempo para este momento a solas contigo.”

“Por qué?” Maite preguntó.” Qué quieres de mí?”

“A ti, sólo quiero eliminarte,” dijo la Srta. Sophia. “Es a William a quien quiero liberado.”

“A ti, sólo quiero eliminarte,” dijo la Srta. Sophia. “Es a William a quien quiero liberado.”

Dejó a Maite en el altar y se movió hacia un atril cerca de los pies de Maite. Levantó el libro de los Grigori en el atril y comenzó a pasar rápidamente las páginas. maite pensó en el momento en que ella lo había abierto y había visto el rostro de William por primera vez, pero aún así ella se había sentido segura de que la fotografía significaba que ella y William podían estar juntos.

“Sólo estás allí desvaneciéndote sobre él, no es cierto?” La Srta. Sophia preguntó. Ella cerró el libro y golpeó la portada con su puño. “Este es precisamente el problema.”

“Qué es lo que pasa contigo?” Maite se jalaba contra las cuerdas que la sujetaban al altar. “Qué te importa lo que William y yo sentimos el uno por el otro, o quién le pide una cita al otro en primer lugar?” Esta psicópata no tenía nada que ver con ellos.

“Me gustaría tener una conversación con quien sea que pensara que poner el destino de todas nuestras alamas inmortales en manos de un par de infantes enfermizamente enamorados era una idea tan brillante.” Ella levantó un puño y lo agitó en el aire. “Ellos quieren que el balance sea igual? Yo les mostraré el balance perfecto.” La Oops! de su daga brilló con la luz de la candela.

Maite quitó sus ojos de la chuchilla. “Estás loca.”

“Si el querer traer a un final la más larga y grande batalla jamás peleada significa que estoy loca”—El tono de la Srta. Sophia implicó que Maite era una torpe por no saber ya todo esto—“que así sea.”

La idea que la Srta. Sophia pudiera decir algo de el final de una batalla no se adhería en la cabeza de Maite. William estaba peleando la batalla afuera. Lo que estaba sucediendo aquí no podía compararse con lo eso, a pesar de que la Srta. Sophia se había pasado al otro lado.

“Dijeron que sería el Infierno en la Tierra,” Maite murmuró. “El fin de los días.” La Srta. Sophia comenzó a reírse. “Pareciera ser de esa forma sabes? Te sorprende tanto que yo sea una de los chicos buenos, Maite?”

“Si estás en el lado bueno,” Maite escupió, “no parece una guerra buena para pelear.”

La Srta. Sophia sonrió, como si ella hubiera esperado esas mismas palabras. “Tu muerte puede ser el empuje que William necesite. Un pequeño empujón en la dirección correcta.” Maite se retorció en el altar. “Tú—tú no me lastimarías.”

La Srta. Sophia se acercó, y puso su rostro cerca. El aroma artificial de talcos viejos de bebé llenaron la nariz de Maite, haciéndola reír.

“Por supuesto que lo haría,” dijo la Srta. Sophia, balanceado el exótico gancho de plata en su cabello desarreglado, “Tú eres el humano equivalente a una migraña.”

“Pero yo regresaré. William me lo dijo.” Maite tragó saliva. En diecisiete años. “Oh, no, no lo harás. No esta vez,” dijo la Srta. Sophia. “Ese primer día en que entraste a mi biblioteca, vi algo en tus ojos, pero no podía saber qué era.” Ella sonrió hacia Maite. “Te he conocido muchas veces antes, Maite, y la mayoría de las veces, eres una descarada pesada.”

Maite se puso tensa, sintiéndose expuesta, como si estuviera desnuda en el altar. Era una cosa que William la hubiera encontrado en otras vidas—pero otros la habían conocido también? “Esta vez,” la Srta. Sophia continuó, “esta vez tienes algo en el borde. Una chispa genuina. Pero no fue hasta esta noche, ese hermoso error sobre tus agnósticos padres.”

“Qué hay sobre mis padres?” Maite siseó.

“Bueno, querida, la razón por la que vuelves una y otra vez es porque todas las otras veces en que naces, eres iniciada en una creencia religiosa. Esta vez, cuando tus padres optaron por no bautizarte, ellos efectivamente dejaron a tu pequeña alma expuesta a otros.” Ella se encogió de hombros dramáticamente. “Sin ritual de bienvenida en la religión equivale a no reencarnación para Maite. Una pequeña pero esencial curva en tu ciclo.”

Podía ser lo esto lo que Arriane y Gabbe habían estado insinuando en el cementerio? La cabeza de Maite comenzó a punzar. Un velo de puntos rojos se apoderó de su visión y comenzó a escuchar que sus oídos estaban vibrando. Ella parpadeó lentamente, sintiendo esa pequeña ráfaga de sus párpados cerrándose como un golpe a través a de su cabeza. Ella estaba casi alegre que ya estaba casi recostada. De otra manera ella se hubiera desmayado.

Si este era realmente el final… bueno, no podía ser.

La Srta. Sophia se inclinó más cerca al rostro de Maite, enviando un montón de odio en sus palabras. “Cuando mueras esta noche-tú mueres. Eso es todo. Kaput. En esta vida no eres más de que aparentas ser: una estúpida, egoísta, ignorante y estropeada pequeña niña quien cree que el mundo vive o muere dependiendo si ella logra salir con un chico apuesto en la escuela. Incluso si tu muerte no lograra algo tan esperado, glorioso y grande, todavía le encontraría sabor al matarte.”

Maite observó mientras la Srta. Sophia levantaba el chuchillo y tocaba su dedo con la Oops!. La cabeza de Maite se tambaleó. Todo el día había habido tanto que ella necesitaba procesar, tantas personas diciéndole diferentes cosas. Ahora la gafa estaba presionada sobre su corazón y sus ojos se volvieron borrosos otra vez. Ella sintió la presión de la Oops! de la daga contra su pecho, sintió a la Srta. Sophia investigando a lo largo de su esternón por el espacio entre sus costillas, y ella pensó que había algo de cierto en el discurso exasperante de la Srta. Sophia. Para poner un poco de esperanza en el poder del amor verdadero—lo cual ella sentía era sólo el principio de un vistazo de ella misma—era ingenuo? Después de todo, el amor verdadero no podía ganar esa batalla de afuera. Podía no ser capaz de salvarla de morir justo aquí en este altar.

Pero tenía que hacerlo. Su corazón todavía latía por William —ya hasta que eso cambiara, algo en lo profundo de Maite creyó en ese amor, en el poder de convertirla en una versión mejor de ella misma, de volver a ella y William en algo glorioso y bueno—Maite chilló cuando la daga picó su piel—luego en shock mientras la ventana de vidrio teñido, parecía destruirse y el aire alrededor de ella se llenó con luz y ruido.

Un hueco y precioso murmullo. Una claridad enceguecedora.

Así que ella había muerto.

La daga había ido más adentro de lo que ella había sentido. Maite se estaba moviendo hacia el otro lugar. Cómo explicar las brillas y opalescentes formas rondando sobre ella, descendiendo del cielo, la cascada de centellos, del espeso brillo? Era difícil ver algo
claramente en la cálida luz plateada. Volando sobre su piel, se sintió como si fuera del terciopelo más suave, como en merengue congelándose en un pastel. Las cuerdas reteniendo sus brazos y sus piernas fueron soltadas, luego liberadas, y su cuerpo—o tal vez esta era su alma—era libre de flotar en el cielo.

Pero luego ella escuchó a la Srta. Sophia gritando, “Todavía no! Está sucediendo demasiado pronto!” La mujer vieja había apartado la daga del pecho de Maite. Maite parpadeó rápidamente. Sus muecas, desatadas. Sus tobillos. Libres. Pequeños fragmentos de vidrio teñido de azul y rojo y verde y dorado sobre su piel, el altar, el suelo debajo de él. Ellos ardían mientras ella los quitaba, dejando delgados trazos de sangre en sus brazos. Ella entrecerró sus ojos hacia el agujero enorme en el techo.

No estoy muerta, entonces, sino fui salvada. Por ángeles.

William había venido por ella.

Dónde estaba él? Ella casi podía ver. Ella quería caminar a través de la luz hasta que sus dedos pudieran encontrarlo, cerrarla alrededor de la parte de atrás de su cuello, y nunca, nunca, nunca, dejarlo ir. Sólo estaban las formas opalescentes a la deriva hacia y alrededor del cuerpo de Maite, como un cuarto lleno de plumas brillantes. Ellos acudieron con ella, atendiendo su cuerpo en los lugares que el vidrio destruido la había cortado. Franjas de vidrio transparente que parecían de alguna manera lavar la sangre de sus brazos, y en la pequeña cortada profunda de su pecho, hasta que estaba completamente restaurado.

La Srta. Sophia había corrido hasta la pared más lejana y estaba golpeando con las manos desesperadamente contra los ladrillos, tratando de encontrar la puerta secreta. Maite quería detenerla—hacerla pagar por lo que había hecho, y por lo que casi había hecho—pero luego parte de la centellante luz plateada se tornó de un color violeta apagado y comenzó a formar el contorno de una figura.

Un brillante pulseo hizo vibrar el cuarto. Una luz tan gloriosa que pudo haber eclipsado al sol, hizo que las paredes temblaran y las candelas parpadearan en los sostenedores de bronce. Los fantasmagóricos tapices se movían en contra de la pared de roca. La Srta. Sophia se encogió de miedo, el resplandor estremecedor se sentía como un profundo mensaje, en los huesos de Maite. Y cuando la luz se condensó, extendiendo calidez a través del cuarto, se convirtió en una forma que Maite reconocía y adoraba.

William se paró ante ella, frente al altar. Él estaba sin camisa, descalzo, vestido solamente en vaqueros blancos. Él le sonrió, luego cerró sus ojos y colocó sus brazos en sus lados. Luego, lentamente y con cautela, como si no quisiera asustarla, exhaló profundamente y sus alas comenzaron a desplegarse. Salieron gradualmente, saliendo de la base de sus hombros, dos brotes blancos extendiéndose de su espalda, creciendo más y más, volviéndose más grandes y gruesas mientras se esparcían por su espalda arriba y afuera. Maite le dio un vistazo a los bordes ostiones, anhelando trazarlas con sus manos, sus mejillas, su labios. La parte interior de sus alas comenzaron a brillar con terciopelo tornasolado. Igual que en su sueño. Sólo que ahora, cuando finalmente se había vuelto realidad, ella podía mirar sus alas por primera vez sin sentirse mareada, sin presionar sus ojos. Ella podía deleitarse toda la gloria de William.

Él todavía estaba brillando, como una luz dentro de él. Ella todavía podía ver claramente sus ojos grisáceos violetas y toda su boca. Sus manos fuertes y anchos hombros. Ella podía acercársele y enrollarse en la luz de su amor.

Él se acercó a ella. Maite cerró los ojos cuando la tocó, esperando algo fuera de este mundo para que su cuerpo humano pudiera soportar. Pero no. Era simplemente, tranquilizantemente, William. Ella pasó sus manos en su espalda para tocar sus alas con los dedos. Ella las buscó nerviosamente, como si ellas pudieran quemarla, pero ellas fluyeron en sus dedos, más suaves que el más suave terciopelo, la más lujosa alfombra. De la forma en que a ella le gustaba imaginarse esa suave y sedosa, nube que se hubiera sentido si ella pudiera tenerlas entre sus manos.

“Eres tan… hermoso,” ella susurró en su pecho. “Digo, siempre has sido hermoso, pero esto—“

“Te asusta?” él murmuró. “Duele mirarlas?”

Ella movió su cabeza. “Pensé que tal vez,” ella dijo, pensando sobre sus sueños. “Pero duele no verlas.”

Él suspiró, aliviado. “Quiero que te sientas segura conmigo.” La luz brillante alrededor de ellos caía como confeti, y William la jaló hacia él. “Es mucho con lo que tienes que lidiar.” Ella tiró su cabeza hacia atrás y abrió sus labios, ansiosa con sólo hacer eso. El fuerte somatón de la puerta los interrumpió. La Srta. Sophia había encontrado las escaleras. William dio un ligero asentimiento y una figura llameante salió como una flecha a través de la puerta secretas detrás de la mujer.

“Qué fue eso?” Maite preguntó, mirando el camino de luz rápidamente desvaneciéndose a través de la puerta abierta.

“Un ayudante.” William guió su barbilla de vuelta.

Y luego, aunque William estaba con ella y ella se sentía amada y protegida y segura, ella también sintió una punzada ácida de incertidumbre, recordando las cosas oscuras que habían sucedido, y Cam y sus ayudantes negros. Todavía habían unas respuestas sin respuestas corriendo por su cabeza, tantos eventos desastrosos que ella sentía que nunca sería capaz de entender. Como la muerte de Penn, pobre dulce e inocente Penn, su violento y casi increíble final. Eso abrumó a Maite, y su labio comenzó a temblar.

“Penn se ha ido William,” ella dijo, “La Srta. Sophia la mató. Y por un momentos, pensé que también me mataría.”

“Jamás hubiera dejado que eso pasara.”

“Cómo sabías que estaba aquí? Cómo sabes siempre cómo salvarme?”

Ella movió su cabeza. “Oh Por Dios,” ella susurró calldamente mientras la verdad la golpeaba. “Tú eres mi ángel de la guarda.”

William ahogó una risa. “No exactamente. Aunque creo que tú me estabas dando un cumplido.”

Maite se ruborizó. “Entonces, qué clase de ángel eres?”

“Estoy entre una clase de actuación ahora,” Dijo William.

Detrás de él, la luz plateada en el salón se abrió y se partió a la mitad. Maite se volteó para verlo, su corazón latiendo fuertemente, mientras el brillo finalmente se congregó, como había pasado con la figura de William, sobre dos formas distintas:

Arriane y Gabbe.

Las alas de Gabbe ya estaban extendidas. Ellas eran anchas y lujosas y tres veces el tamaño de su cuerpo. Plumoso, con suaves con orillas ostionadas, de la manera en que las alas de los ángeles se miraban en las tarjetas de felicitaciones y en las películas, y sólo con un toque de rosado pálido sobre sus Oops!. Maite se dio cuenta que estaban batiéndose ligeramente—y que los pies de Gabbe estaban unos metros arriba del suelo.

Las alas de Arriane eran más suaves, lacias y brillantes y con bordes más pronunciados, casi como una mariposa gigante. Parcialmente traslúcidas, ellas brillaban y emitían prismas opalescentes de luz en el piso de piedra debajo de ellas. Como Arriane, ellas eran extrañas y seductoras, y totalmente hermosas.

“Debería haberlo sabido,” Maite dijo, una sonrisa poniéndose en su rostro.

Gabbe sonrió de vuelta, y Arriane le dio una pequeña reverencia.

“Qué está pasando allá afuera?” William preguntó, poniendo una expresión de preocupación en el rostro de Gabbe.

“Tenemos que sacar a Maite de aquí.”

La batalla. Aún no había terminado? Si William y Gabbe y Arriane estaban aquí, ellos debían haber ganado—verdad? Los ojos de Maite le dieron una mirada rápida a los de William. Su expresión no le dijo nada.

“Y alguien debe ir tras Sophia,” dijo Arriane. “Ella no pudo haber estado trabajando sola.” Maite tragó saliva. “Está del lado de Cam? Es una clase de… demonio? Un ángel caído?” Era uno de los pocos término que se habían plasmado en ella de la lectura de la Srta. Sophia.

Los dientes de William estaban presionados. Incluso con sus alas se miraban rígidas por la furia. “No un demonio,” él murmuró, “pero difícilmente un ángel también. Pensamos que estaba con nosotros. Nunca debimos haber permitido que se acercara tanto.”

“Ella era uno de los Veinticuatro Mayores,” Gabbe agregó. Ella bajó sus pies a la tierra y se amarró sus alas rosadas pálidas detrás de su espalda para que ella pudiera sentarse
en el altar. “Una muy respetable posición. Ella tuvo esta parte de ella muy bien escondida.”

“Tan pronto como llegamos aquí, fue como si sólo se hubiera vuelto loca,” Maite dijo. Ella se sobó el cuello donde la daga la había cortado.

“Ellos están locos,” Gabbe dijo. “Pero muy ambiciosos. Ella es parte de una secta secreta. Debía haberme dado cuenta antes, pero las señales son claras ahora. Se hacen llamar los Zhsmaelim. Se visten igual, y tienen cierta… elegancia. Siempre pensé que ellos eran más un show que otra cosa. Nadie los tomó en serio en el Cielo,” ella informó a Maite, “pero ahora sí lo harán. Lo que ella hizo esta noche merece el exilio. Ella estará viendo más de Cam y Molly de lo que jamás negocio.”

“Entonces Molly también es un ángel caído,” Maite dijo lentamente. De todo lo que ella había aprendido hoy, esto era lo que más sentido tenía.

“Maite, todos somos ángeles caído,” William dijo. “Es sólo que algunos de nosotros están de un lado… y otros están del otro.”

“”Alguien de aquí”—ella tragó—“es del otro lado?”

“Roland,” Gabbe dijo.

“Rolando?” Maite estaba perpleja. “Pero eran sus amigos. Siempre tan carismático y genial” William sólo se encogió de hombros. Era Arriane la que se miraba preocupada. Sus alas se batían tristemente, las agitó y envió una ráfaga de viento con polvo. “Lo tendremos de vuelta algún día,” ella dijo silenciosamente.

“Qué sobre Penn?” Maite preguntó, sintiendo un nudo de lágrimas en la parte de atrás de su garganta. Pero William movió su cabeza, apretando su mano. “Penn era una mortal. Una inocente víctima en una larga guerra sin sentido. Lo siento mucho, Maite.”

“Así que toda esa pelea de afuera…?” Maite preguntó. Su voz ahogada. Ella todavía no podía hablar de Penn.

“Sólo una de las muchas batallas que hacemos contra los demonios,” Gabbe dijo.

“Bueno, quién gano?”

“Nadie,” William dijo amargadamente. Tomó un largo pedazo del vidrio teñido del techo y lo lanzó a través de la capilla. Se quebró en millones de pequeños fragmentos, pero no parecía que hubiera aliviado su enojo. “Nunca nadie gana. Es casi imposible para un ángel extinguir a otro. Es sólo un montón de peleas hasta que todo el mundo se canse y lo deja para otra noche.”

Maite se asustó cuando una extraña imagen apareció en su cabeza. Era William siendo golpeado directamente en el hombro por uno de los largos y negros pestillos que había golpeado a Penn. Ella abrió sus ojos y miró su hombro izquierdo. Había sangre en su pecho.

“Estás herido,” ella susurró.

“No,” William dijo.

“Él no puede lastimarse, él es—“

“Qué es eso en tu brazo, William?” Arriane preguntó, señalando su pecho. “Es sangre?”

“Es de Penn,” William dijo bruscamente. “La encontré al pie de las escaleras.” El corazón de Maite se estremeció. “Necesitamos enterrar a Penn,” ella dijo. “Junto a su padre.”

“Maite, cariño,” Gabbe dijo, parándose. “Desearía que hubiera tiempo para eso, pero ahora mismo, tenemos que irnos.”

“No la abandonaré. Ella no tienen a nadie más.”

“Maite,” William dijo, frotándose la frente.

“Ella murió en mis brazos, William Porque no sabía que había algo mejor que seguir a la Srta. Sophia hasta esta cámara de tortura.” Maite miró hacia lo tres. “Porque ninguno de ustedes me pudo decir algo.”

“Muy bien,” William dijo. “Haremos las cosas para Penn lo mejor que podamos. Pero luego tenemos que irnos lejos de aquí.”

Una ráfaga de viento se filtró por el agujero en el techo, causando que las candelas parpadearan y haciendo que los pedazos restantes de vidrio en la ventana rota se balancearan. Al momento siguiente, cayeron en una lluvia de filosas astillas.

Justo a tiempo, Gabbe voló del altar y se paró al lado de Maite. Ella no tenía expresión alguna. “William tiene razón,” ella dijo. “La tregua que hicimos después de la batalla se aplica sólo a los ángeles. Y ahora que tantos saben sobre”—ella pausó, aclarando su garganta—“um, el cambio en su estatus de moralidad, hay muchos malos que estarán interesados en ustedes.”

Las alas de Arriane la levantaron del suelo. “Y muchos de los buenos vendrán a sacarlos,” ella dijo, volando hacia el otro lado de Maite como para asegurarla bien.

“Todavía no lo entiendo,” Maite dijo. “Por qué importa tanto? Por qué debe importarme tanto? Es sólo porque William me ama?

William suspiró. “En parte, tan inocente como suene.”

“Sabes que todos aman odiar a un par de felices aves,” Arriane repicó.

“Cariño, es una larga historia,” Gabbe le dijo, la voz de la razón..

“Sólo podemos darte un capitulo a la vez.”

“Y al igual que mis alas,” William agregó,” tendrás que descubrirlo por tu cuenta.”

“Pero por qué?” Maite preguntó. Esta conversación era tan frustrante. Ella se sintió como una niña a la que le decían que lo entendería cuando fuera mayor. “Por qué no puedes sólo ayudarme a entender?” “Podemos ayudar,” Arriane dijo, “pero no podemos descargar todo sobre ti de una sola vez. Al así como cuando se supone que nunca debes asustar a un sonámbulo. Es demasiado peligroso.” Maite enrolló sus brazos sobre su cuerpo. “Me mataría,” ella dijo, diciendo las palabras que todos ellos estaban evadiendo.

William puso sus manos alrededor de ella. “Lo ha hecho antes. Y ya has tenido demasiados encuentros cercanos con la muerte por una noche.”

“Y qué? Ahora sólo tengo que dejar la escuela?” Ella se volteó hacia William. “A dónde me llevarás?”

Su ceja se levantó, y miró lejos de ella. “No puedo llevarte a ningún lado. Llamaría demasiado la atención. Tendremos que contar con alguien más. Hay un mortal en el cual podemos confiar.” Él miró a Arriane.

“Lo traeré,” dijo ella levantándose.

“No te dejaré,” Maite le dijo a William. Su labio temblando. “Apenas te tengo de vuelta.
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Mensaje por tamalevyrroni Jue Oct 08, 2015 11:45 am

Epilogo

DOS GRANDES LUCES

Una noche larga él la miraba dormir de manera irregular en una estrecha cama de lona. Una linterna verde estilo army colgando de una de las vigas de madera de abajo en la cabina de tronco iluminaba su silueta. Su suave brillo resaltaba su brillante cabello negro desplayado en la almohada, sus mejillas tersas y rosada por el baño. Cada vez que el océano rugía contra la desolada playa de afuera, ella se arrinconaba en un lugar. Su top abrazaba su cuerpo tan bien que cuando la delgada sábana se acoplaba alrededor de ella, él sólo podía ver su suave hombro izquierdo. Lo había besado tantas veces antes.

Por veces ella suspiraba en su sueño, luego respiraba más, luego gruñía de algún lugar profundo desde su sueño. Pero él no sabía si era por alegría o por dolor. Dos veces, ella dijo su nombre.

William quería flotar hacia ella. Dejar su lugar sobre las viejas cajas de arena de municiones en lo alto del desván del frente de la cabina. Pero ella no podía saber que él estaba allí. No podía saber que estaba en algún lugar cerca. O lo que los siguientes días le podían traer a ella.

Detrás de él, en la ventana cubierta de la sal, él visualizó una sombra que estaba pasando por ahí con su vista periférica. Luego el destello se desvaneció en el vidrio. Quitando sus ojos de su cuerpo, él se movió hacia la ventana, soltando el candado. Un torrente de lluvia se escuchó desde afuera, reuniéndose con el océano. Una negra nube escondía a la luna y no mostraba ninguna luz en la cara de su visitante.

“Puedo pasar?”

Cam estaba retrasado. Aunque Cam poseía el poder de haber simplemente aparecido de un grueso aire al lado de William, William abrió la ventana más para dejar que él pudiera pasar. Tanto estaba olvidado y circuncidado todo en estos días. Era importante para los dos tener claro que William había invitado a Cam a pasar.

El rostro de Cam todavía estaba en las sombras, pero no mostraba señal alguna de haber viajado miles de millas en la lluvia. Su oscuro cabello y su piel estaban secos. Sus alas áuricas, compactas y sólidas ahora, eran las únicas partes de él que brillaban. Como si fueran hechas de veinticuatro quilates de oro. Aunque él las puso claramente detrás de él, cuando se sentó junto a William en una tablilla de madera de cartón, las alas de Cam gravitaban hacia las tornasoladas de William. Era el estado natural de las cosas, un

inexplicable dependencia. William no podía alejarse una pulgada sin renunciar a su inobstruida vista de Maite.

“Es tan hermosa cuando duerme,” Cam dijo calladamente.

“Es por eso que querías que durmiera por toda la eternidad?”

“Yo? Nunca. Y hubiera matado a Sophia por lo que intentaba hacer—no dejarla correr hacia libremente hacia la noche como lo hiciste tú.” Cam se inclinó hacia adelante, descansando sus codos en la reja del desván. Debajo, Maite apretó las sábanas alrededor de su cuello. “Simplemente la quería. Tú sabes porqué.”

“Qué patético. Terminarás decepcionado.”

Cam sostuvo la mirada de William y se frotó su mandíbula, riéndose cruelmente debajo de su aliento. “Oh, William, tu pobre visión me sorprende. Todavía no es tuya.” Él robó otra larga mirada hacia Maite. “Ella puede pensar que lo haces. Pero ambos sabemos cuán poco ella comprende.”

Las alas de William se tensaron contra sus anchos hombros, pero sus Oops! estaban inclinándose hacia adelante. Más cerca de Cam. Él no podía evitarlo.

“La tregua dura dieciocho días,” Cam dijo. “Aunque tengo el presentimiento que necesitaremos el uno del otro antes de eso.”

Luego se paró, poniéndose de nuevo en sus pies. El roce contra el techo sobre la cabeza de Maite, hicieron que sus ojos parpadearan, pero ambos ángeles se agacharon contra las sombras antes de que su mirada pudiera posarse en cualquier lugar. Se encararon, cada uno aún cansados de la batalla, cada uno sabiendo que era sólo una muestra de lo que estaba por venir.

Lentamente, Cam extendió su pálida mano derecha.

Este es un trabajo de ficción. Nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor o son usados ficcionalmente. Cualquier semejanza a personas, vivas o muertas, eventos, o escenarios son completamente coincidencias.

-FIN-

GRACIAS A TODOS!!!

NOS VEMOS EN TORMENT

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Mensaje por EsperanzaLR Jue Oct 08, 2015 12:30 pm

Muchas Gracias Tami por compartirla esta muy linda
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Mensaje por asturabril Jue Oct 08, 2015 7:35 pm

Gracias amiga
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Mensaje por EsperanzaLR Vie Oct 09, 2015 10:30 am

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Mensaje por SuenoLR Sáb Oct 10, 2015 6:00 am

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Mensaje por EsperanzaLR Sáb Oct 10, 2015 11:41 am

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Mensaje por EsperanzaLR Dom Oct 11, 2015 10:51 am

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Mensaje por asturabril Dom Oct 11, 2015 1:32 pm

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Mensaje por EsperanzaLR Lun Oct 12, 2015 11:43 am

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