Foro Maite Perroni & William Levy (LevyRroni)
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Webnovela Existence LevyRroni Adaptada(Terminada)

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Webnovela Existence LevyRroni Adaptada(Terminada) - Página 2 Empty Re: Webnovela Existence LevyRroni Adaptada(Terminada)

Mensaje por tamalevyrroni Sáb Sep 26, 2015 11:33 am

***

Me sentí aliviada al llegar a la cama. Después de la cena había sido enviada a salas de reuniones para "Tiempo de Discusión", lo que significaba que animan a todos a hablar. No quería hablar. No tenía nada que decir. Se había vuelto tan pesada que me encontré a mí mismo velando por las almas errantes. Después de ninguna señal de uno por hora, me di cuenta de que no había visto uno desde que puse un pie en la casa. Al parecer, las almas tenían miedo de este lugar. No podía culparlos. Podía oír las olas rompiendo afuera y esperaba que fuera el único sonido que escuchare esta noche.



Como si en el momento justo, oí un grito ahogado. Me estremecí y me hundí en la cama. No era que me daba miedo, pero me duele por ellos. Ellos realmente tratan con las cosas que no entendía. Otro grito hizo eco en el pasillo. Alguien había abierto la puerta y puso su terror suelto. Miré de nuevo a mi puerta para asegurarme que la había bloqueado. Una enfermera estaba hablando con el gritón y varias puertas se abrieron y cerraron.



—Yo nunca voy a poder dormir —Murmuré en la oscuridad. Me levanté de la cama y camine hacia la ventana para ver las olas iluminadas por la luna rompiendo contra la costa. Las olas me recordaban la última noche que había pasado con Dank. Me había salvó de las olas en la intención de quitarme la vida. Había estado lista para que sucediera hasta que su brazo se había envuelto alrededor de mí. El dolor atravesó mi corazón y tuve que sentarme en la cama y mantener presionado mi estómago fuertemente con el fin de mantenerme unida a mí misma. Otro grito vino de unas pocas habitaciones de distancia. Una lágrima ardiente corría por mi cara. Estaba sola, por primera vez en mi vida. Me acosté con mis rodillas levantadas contra mi pecho y mis brazos envueltos con fuerza alrededor de ellas. Mis párpados se volvieron pesados y los gritos apagados comenzaron a ser ahogados de inmediato.



A medida me dejé llevar en mis sueños por la música que empezó a tocar. Luché para despertar de nuevo. La música familiar era mi canción de cuna. El cansancio del día y mi sensación de soledad parecía desaparecer a medida que la música que se reproducia. La calidez de la voz de William llenó mi mente y me dormí.



* * * *



—Ya tienes un visitante y es delicioso, delicioso para lamerse los labios —dijo Gee, pavoneándose en la biblioteca estaba casi segura que ella nunca dedicado un momento un momento en alzar una mirada a la copia de cuero gastado de Orgullo y Prejuicio que había encontrado entre los estantes de libros que cubren las paredes.



—Sí —dijo y cerró la puerta detrás de ella. No había manera de Gee tenía cualquier momento la izquierda solo hoy. Personalmente había escuchado a la Enfermera Karen quitarle valor en dos días desde el desayuno. Alguien podría estar en busca de ella en unos pocos minutos.



Me dirigí escaleras abajo, ansiosa por ver quién había venido a verme. En el momento en que mis ojos se encontraron con Miranda de pie en la puerta con los brazos cruzados sobre el pecho a la defensiva me eché a correr.



—¿Te dijo Gee que tenías una visita? —Preguntó la enfermera Karen, frunciendo el ceño y mirando detrás de mí. Asentí con la cabeza, no queriendo delatar a Gee por ir a su habitación—. ¿Dónde está? —Preguntó.



Levanté las cejas y me encogí de hombros. —Pensé que ella volvió de nuevo aquí. —La enfermera Karen miró por el pasillo, con el ceño fruncido, como si pensara que había perdido a Gee de vuelta. Asintió con la cabeza y volvió a escribir en el ordenador.



Miranda echó los brazos alrededor de mí tan pronto como llegue hasta ella. Se sentía tan bien verla. —Por favor, márchate conmigo —susurró en mi oído.



Me reí entre dientes. —No puedo.



—Te ayudaré a salir. Chica, esta gente está loca, tienes que salir. —Me mordí por la risa—. La chica Gee es una loca y ella no volvió a bajar las escaleras. La estaba mirando. Si ella no volvía a bajar contigo de inmediato yo iba a subir para vengar tu muerte. —Me reí en voz alta un momento.



—Vamos por aquí y podemos hablar. —Le tomó la mano y la llevó de vuelta a donde me había sentado con Leif hace dos días.



Miranda volvió a mirar a las escaleras. —Todavía no a bajado. Tal vez tengas que decirle a la enfermera —susurró Miranda detrás de mí. Me senté en una silla y señale hacia una al lado que había a mi lado.



—No, no le voy a decir nada a Karen. Gee no es mala. A ella le gusta dejar una buena impresión. Es más acerca de la atención con ella. Y no quiero ser el que la delate. Me gusta y me gustaría mantenerlo de esa manera. He visto lo que hace a la gente que no le gusta. —Los ojos marrones de Miranda crecieron grandes y redondos. Le sonreí tranquilizadoramente—. Cosas que un matón de la escuela podría hacer, no un asesino en serie, cálmate.



Miranda pareció relajarse un poco y cruzó las piernas delante de ella luego se inclinó para mirarme de cerca. —Por lo tanto, ¿están siendo buenos aquí? ¿Los locos ni nadie te está maltratando? Porque si lo están voy a hacerlos caer. No existe una mental, por acá que valla a meterse con mi chica. Yo te protegeré. —Su expresión feroz me calentó.



Le sonreí. —Todo el mundo es grande, pero gracias por el apoyo.



Ella miró por encima del hombro a La enfermera Karen: —Espero que las otras enfermeras presten más atención a los enfermos mentales que ella hace. ¿Sabes que está jugando en Twitter?

17

—Maite— la doctora Janice vino caminando hacia la habitación en donde estaba sentada jugando Monopolio con Gee, quien hace trampa, y Roberta, quien sigue mirando a Gee por hacer trampa.
—¿Sí señora?— pregunté. Ella le sonrió a las chicas y sostuvo en el alto un portapapeles en sus manos.
—Es hora de tu valoración. Por favor ven conmigo.— deshice mi sentado hindú y me levanté del suelo.
—Oh Oops!, estaba disfrutando contigo Peggy Ann, aquí te van a decir que no eres una enferma mental y te enviarán a casa.— Gee me mostró su lengua perforada y me guiñó un ojo. Había tomado la costumbre de llamarme Peggy Ann en los últimos días. Era un poco molesto, pero no le veía el caso formar un problema por eso.

Forcé una sonrisa y seguí a la doctora. Aún no estaba lista para irme.
William había venido en la noche y temía que una vez que estuviera en casa el me dejaría otra vez. Mi corazón dolía, recordándome que seguía vacío. La doctora Janice abrió la puerta de su oficina y la sostuvo abierta para mí mientras entraba.

—Tendrás que ignorar el desastre en mi escritorio. He estado yendo a través de gráficos esta semana, y se sale un poco de las manos aquí.— me sonrió a modo de disculpa y caminó alrededor para situarse detrás de su escritorio.

—Por favor siéntate— dijo, señalando unos mullidos sillones de cuero negro detrás de mí. Me senté en uno mientras la doctora Janice tomaba el portapapeles en sus manos. Ella deslizó el par de gafas que colgaban de su cuello en una cadena de perlas en el puente su larga nariz.

—Aparece, Maite, que tú eres el paciente más saludable mentalmente que hemos tenido en un largo tiempo. Eres compasiva y te haces amiga de incluso los más duros casos que hemos tenido. Lo que solo refuerza el diagnóstico de que no estás mentalmente enferma. Entablar amistad con alguien como Georgia Vain no es fácil, y Jess es su única amiga porque parece tener miedo de Georgia. Las evaluaciones de las enfermeras dicen que eres amable y entendida. Reaccionas en el modo en el que lo hace alguien quien entiende que estás rodeada de enfermos mentales y eres paciente con ellos. Eso no solo te hace una paciente muy agradable sino también una persona muy estable.— La doctora Janice pone el portapapeles en su escritorio y se quita las gafas, dejándolas caer delicadamente en su pecho. —El hecho básico es: no perteneces aquí.

Asentí, sabiendo que no tenía ningún sentido discutir con la doctora de que yo era un caso mental y que necesitaba quedarme.

La doctora Janice bajó la mirada.

—Miré cuidadosamente las recomendaciones que fueron enviadas cuando fuiste recetada para estar aquí para ayudarte a aprender cómo lidiar con el trauma que sufriste. Normalmente no estoy en desacuerdo de manera tan radical con las observaciones de otros doctores pero esta vez fuiste muy mal diagnosticada. Ahora, la pregunta es, ¿Por qué, Maite Moore, te retiraste tanto en ti misma que tu madre tuvo que buscar ayuda médica?

Me tragué el miedo que crecía dentro de mí ante el pensamiento que sería enviada a casa hoy y esta noche no tendría a William. Necesitaba una razón para quedarme. Estudié de vuelta a la Doctora Janice y me pregunté si podría ser honesta con ella y la verdad me mantendría aquí. Si le dijera que vi gente muerta, ¿Cambiaría ella su opinión? Empecé a hablar y una imagen de los ojos llenos de lágrimas de mamá cuando ella había venido a visitarme regresó a mi mente. Ella me extrañaba y estaba preocupada por mí. La estaba hiriendo, o bueno, más bien la enfermedad que ella pensaba que yo tenía la estaba hiriendo. Si yo admitía que veía almas ellos me etiquetarían de loca. Sería diagnosticada con todo un nuevo problema y mi madre sería consumida por la preocupación. Tan solo trataría de ganar una noche más. Una oportunidad más de escuchar a William y esta vez lucharía contra el sueño que siempre me impedía verlo. Encontraría una manera de hablar con él.

—El accidente automovilístico me molestó y me confiné en mí misma porque no me gustaba pensar acerca de lo que había sido testigo. Estuve de acuerdo en venir aquí para hacer sentir a mamá mejor. La estaba asustando con la idea en que me iba a convertir en una solitaria. Mi estancia aquí ha sido aclaradora y siempre lo voy a apreciar. Las chicas de aquí son como yo solo que ellas tienen enfermedades mentales que hacen que vivir una vida normal sea difícil. Siguen siendo personas. Ellas siguen teniendo sentimientos y quieren ser aceptadas. He disfrutado conocerlas a todas. Tienes razón, no tengo al enfermedad mental que los otros pacientes tienes, pero estar alrededor de ellos me ha ayudado a aprender a aceptar lo que fui testigo.

La doctora Janice sonrió. —Bueno, eso sigue confirmando mi diagnóstico. Tú estás completamente sana en cuanto a salud mental y eres muy madura para tu edad. ¿Te gustaría llamar a tu madre y contarle que ya eres libre para irte a casa?

Este era mi momento para pedirle una noche más, necesitaba decir adiós. Necesitaba abrir mis ojos esta noche y verlo. No me podía ir hasta que no lo viera.

—Doctora Janice, ¿Sería un problema si me quedo aquí esta noche y me voy mañana a primera hora? Me gustaría cenar con mis nuevos amigos y darles una apropiada despedida a todos ellos.
La doctora Janice me dio una lenta y complacida sonrisa y asintió.
—Pienso que eso serpia perfecto.

Observé el teléfono en su escritorio.

—Entonces, ¿Puedo llamar a mi madre y dejarle saber que estoy libre para irme mañana en la mañana?
Pensé en cómo las noticias de que podría ir a casa en la mañana iba a traer una sonrisa a su cara.
Sabiendo que eso ayudaría a reducir el dolor, pero no lo suficiente.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Sep 26, 2015 11:34 am

***

Llevé mi bandeja de comida para sentarme en frente de Gee y Jess. Gee inclinaba su cabeza de un lado a otro como ella hace frecuentemente cuando está pensando en algo, jugaba con el aro de su lengua, pasándolo contra sus dientes frecuentemente.

—Te vas Maite Ann, ¿Cierto?
Le sonreí y asentí. Ella suspiró dramáticamente.

—Era obvio que te mandarían a casa pronto, ya que no tienes fallos mentales. Quiero decir, ni siquiera gritas en las noches. Pero por supuesto, él canta para ti. Me impresiona de verdad. El me habría asustada hasta la Oops! si él entrara en mi habitación. El hecho de que no estás asustada de él te hace alguien que no me fastidie.Me congelé, escuchando sus palabras. Ella sabía que William venia en las noches y cantaba para mí. ¿Cómo lo supo? ¿Acaso ella lo vió? ¿Ella veía almas? ¿Era eso mi problema? ¿Era yo esquizofrénica? Ella dejó salir su sonrisa maniática y me guiñó el ojo.

—Estás pensando que sólo podrías se ridícula después de todo, ¿No es así Maite Ann? Desearías estar así de jodida. De ninguna manera, pequeña. De ninguna jodida manera.— ella susurró, inclinándose hacia mí para que las enfermeras no escucharan sus maldiciones y le quitaran sus privilegios.

—¿Qué es lo que te molesta? ¿Tomaste tus medicinas hoy, Gee?, porque estás hablando como una lunática, peor de lo normal.— dijo Jess, frunciendo el ceño antes de echar un cacahuate en su boca. Gee no quitó sus ojos de mí. Ella casi tenía un brillo en sus ojos mientras me miraba, disfrutando la confusión que sabía que estaba claramente visible en mi rostro.

—Sólo aquellos por los que él ha venido pueden verlo, Maite Ann. Sabes eso ¿Cierto?. Sólo aquellos a los que se les acerca su hora. Sé por qué está aquí.— Ella movió su cabeza de una lado a otro y me estudió más de cerca. —Pero él no canta para mí. No, él no canta para mí.
Jess suspiró ruidosamente y fulminó con la mirada a Gee.

—Si no paras de hablar como una psicópata, llamaré a la enfermera Karen para que venga y drogue tu Oops!.

—¿Quién es él?— le pregunté a Gee silenciosamente, temerosa que que ella en verdad no supiera.
Una sonrisa triste tocó sus labios y sacudió su cabeza.

—Ah, entonces él no ha venido por ti aún. Tan extraño. Tú lo puedes ver y él está contigo aunque no haya venido por ti. Él es el único que te lo puede decir.
Gee se levantó de la mesa, dejando su bandeja de comida sin tocar en ella y se alejó caminando.
Jess me observó y sacudió su cabeza tristemente.



—Ella está escondiendo sus medicinas debajo de su lengua otra vez y las está escupiendo en el sanitario. Tendré que decirle a alguien antes de que ella enloquezca más. Me temo que si ella pasa más tiempo sin tomar sus medicinas podrá hacer algo fatal. —Jess tomó un mordisco de carne, se levantó y se dirigió hacia la enfermera Ashley.


Esta noche estaba decidida a preguntarle a él otra vez pero el miedo de que él se alejara me asustó más que las palabras de mi psicótica amiga.

***

Empaqué el último par de jeans en mi maleta. Los cajones estaban vacíos y el armario no guardaba ya mis cosas. Caminé hacia la pequeña, redonda mesa y tomé las cartas que Leif y Miranda me habían enviado. Leyéndolas cada mañana me habían dado una razón para sonreír. Las deslicé en un bolsillo de mi mochila y me senté en mi cama.



Había sido autorizada para venir a mi habitación tan temprano como quisiera. Las reglas del aislamiento ya se aplicaban a mí, además necesitaba empacar. La pequeña habitación no era más grande el clóset de mi madre pero iba a ser duro alejarme de ella en la mañana. Justo como en casa, en esta habitación había estado William. Tendría recuerdos de William.



La enfermera Ashley estaba caminando por los pasillos, haciendo sonar su campana, anunciando que las luces se iban a apagar. Me levanté y empujé las cobijas de mi cama y me deslicé en ella antes de estirarme y apagar la lámpara. Esta noche él vendría y yo hablaría con él. No me tendría que preocupar acerca de si él me dejaría y no volvería porque me iba en la mañana. Quería saber por qué Gee sabía quién era él o si ella pensaba que él era alguien más. ¿Era él el mismo “él” que la pequeña niña pelirroja del hospital había habaldo? El él que ella había dicho que iba a venir pronto a llevársela.
William había sido el que se había llevado a la pareja del carro cuando habían muerto. ¿Eso fue lo que él había hecho? ¿Era él el alma quien iba y recuperaba otras almas cuando estas morían? Cerré mis ojos y esperé. Pensé en las diferentes cosas que había visto y lo que Gee y la pequeña niña habían dicho. Todo apuntaba a William siendo guardián de algún tipo. Quizás un ángel. Me volteé de un lado para otro, esperando a la música. Esperando a que William viniera y cantara para mí.

Él nunca vino.



El amanecer trajo un pálido brillo a la amarilla habitación mientras me levantaba con mis maletas, mirando alrededor para ver si había olvidado algo. Me estaba yendo sin ninguna respuesta. Mis pensamientos regresaron a Gee. Deslicé mi maleta un pococ más arriba de mi hombre y me encaminé escaleras abajo para encontrarla. Quería hablar con ella una última vez antes de que me fuera. Decirle adiós y preguntarle una vez más si ella me podía explicar quién era esa persona que ella había creído escuchar en mi habitación. La sala principal estaba vacía y los sonidos de pequeñas charlas a la deriva provenían del comedor, donde todo el mundo estaba comiendo el desayuno. Gee estaría allí. Puse mis maletas al aldo de la puerta y me dirigí a decir mis últimas despedidas.



En el momento en el que entré en el concurrido comedor miré hacia la mesa más alejada. Jess estaba sentada sola en ella, mirando hacia su plato mientras ella removía comida y la empujaba dentro de su boca. Miré hacia la línea de servicio, pero las enfermeras ya habían terminado de servir la comida a todos sus pacientes. Todo el mundo estaba sentado en sus mesas, desayunando. Al enfermera Karen miró hacia arriba y asintió hacia mí con una sonrisa triste en su rostro. Caminé hacia Jess y me senté en frente de ella.



—Ella se ha ido— dijo Jess, mientras metía otro pedazo de queso en su boca.
—¿Gee se fue? ¿Qué quieres decir?— pregunté confundida. La había visto la noche anterior antes de irme a la cama, sentada con un grupo de chicas jugando un juego de cartas.
Jess levantó su mirada hacia mí y me frunció el ceño.



—Ella se fue a golpearlos, alrededor de las cuatro. Empezó a gritar y a maldecir y ellos tuvieron que sedarla. Ella está empeorando y la doctora Janice no se quedará con aquellos que se alteren de tal manera que se vuelvan peligrosos para ellos mismos. Ella los transfiere al hospital donde puedan ser mantenidos solos y bajo llave.— Jess sacudió su cabeza y tomó un gran trago de leche achocolatada. —Sabía que la enviarían fuera pronto. Es lo que siempre hacen con los psicóticos.
Sentí un nudo enfermo en mi estómago.



—¿Sabes el hospital al que fue enviada?
Ella se encogió de hombros.



—No, porque no estoy lo suficientemente loca como para ser enviada allí.
Me levanté.



—Emm, está bien. Um, fue bastante lindo conocerte Jess.
Decirle que la vería después sonaría extraño porque ambas sabíamos que no era verdad. Así que simplemente sonreí y dije —Adiós.



Ella asintió, llenó su boca con otro pedazo de bacon y morió más allá de mí, hacia las ventanas de dabas vista al Golfo. Me di la vuelta y me dirigí hacia la puerta. La enfermera Karen caminó hacia mí.
—Necesito que tu madre firme algunos papeles, para tramitar tu salida— dijo, siguiéndome hacia la puerta.
Me volteé hacia ella.



—¿Gee fue enviada al hospital?— quería escucharlo de la enfermera.
—Me temo que sí. Ella no está segura aquí. Ella necesita un trato más fuerte, y aquí no se lo podemos ofrecer.



Tragué el repentino nudo en mi garganta y caminé detrás de ella por el pasillo. Mi mamá estaba esperando para saludarme. Ella estaba en la sala viéndonos aproximarnos. Miré por encima de mi hombro a la enfermera Karen antes de que estuviéramos lo suficientemente cerca de mi madre como para que ella oyera.



—¿En qué hospital está?— quería verla.
La enfermera Karen me sonrió.

—Mercy Medical.


El hospital en el que me había anotado para ser voluntaria. Sin embargo, ahora tenía en mi historial problemas mentales, así que ellos ya no me dejarían trabajar en el hospital nunca más. Pero estaba bastante segura de que podía seguir haciendo visitas.



—Maite, te ves como si hubieras perdido diez libras— dijo mamá tan pronto como estuve lo suficientemente cerca de ella para oírla. Ella caminó hacia mí y envolvió sus brazos alrededor mío, sosteniéndome fuerte.



—Estoy tan feliz que estés de vuelta en casa. Ganarás algo de peso en menos tiempo del que piensas.
Sonreí y disfruté la comodidad de sus brazos.



—Estoy segura de que la pizza y la comida china serán ilimitadas.— bromeé. Ella rió y me soltó.


—Nunca digas que cocinaré la comida que va poner algo de peso en ti. Sus ojos estaban aguados, pero estaba segura de que no eran lágrimas de tristeza esta vez.

Capítulo 18

Me mantuve de pie estudiando a la mesa de la cocina. Estaba cubierta con latas de soda vacías, dos cajas de pizza, también vacías, y la mitad de un pastel de chocolate, en el que se podía leer “Bienvenida a casa Maite” en letras blancas. Leif, Miranda y Wyatt me habían sorprendido esta tarde. Había abierto la puerta cuatro horas antes para encontrarlos a los tres sosteniendo pizza, sodas y una caja de pastelería. Estar con ellos, comiendo comida con un muy buen sabor, y entreteniéndolos con historias del tiempo que estuve en la casa de reposo me hizo sentir como si estuviera en casa. Sus caras sonrientes y la familiar risa me habían calentado, alejando la frialdad que siempre me penetraba. Leif me había sostenido en sus brazos mientras estábamos sentados en la sala, recuperando el tiempo que habíamos perdido.
Kendra se había caído de la cima de una pirámide durante una práctica de animadoras y tenía un cabestrillo en su pierna derecha. Miranda parecía bastante complacida con el pequeño sufrimiento de la chica. Los reclutadores de las universidades habían venido para observar a Leif y ahora él tenía propuestas de dos universidades diferentes.

Leif había seguido sin mí. Sabiendo que Leif estaría bien cuando ya no fuera parte de su vida alivió un poco de la culpa que había dentro de mí. No podía quedarme con él. No cuando ansiaba con tantas ganas a William. Incluso si no lo podia encontrar, sabía que le importaba.

El tendría que volver, eventualemente. El había sabido que lo necesitaba y él vendría a mí. Incluso si no lo podía ver, sabía que él estaba cerca. Miré hacia las escaleras sabiendo que él no vendría esta noche. Mi habitación era un lugar seguro para mí ahora. Si tan solo pudiera verlo y decirle que lo amo y que iría a cualquier lugar que tuviera que ir solo para estar con él… pero él nunca me permitiría saberlo, o incluso entenderlo.

El escritorio vacío en donde William se había sentado una vez en Literatura Inglesa relampagueó por mi mente y el vacío en mi pecho dolió aún más.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Sep 26, 2015 11:35 am

***

La música estaba sonando. Me tomó un momento abrir los ojos y darme cuenta de que William estaba tocando mi nana. Me senté derecha en mi cama y dirigir mi mirada hacia la silla, para encontrarla vacía, aún así la música estaba sonando. Me tomó unos minutos abrirme paso a través de la bruma del sueño y darme cuenta de que la música no sonaba en mi habitación, ni siquiera en la casa. La música se filtraba a través de la ventana desde el exterior. Salté y corrí para ver de dónde venía.

¿Estaba William ahí afuera? El patio trasero estaba oscuro y brumoso. La música venía hacia mí desde algún lugar en la noche. Alcancé mi chaqueta, me puse mis zapatos y luego me encaminé escaleras abajo hacia la puerta trasera, cerrándola cuidadosamente detrás de mí para no despertar a mi madre. Si ella me cogía escabulléndome en la oscuridad ella misma me devolvería a la casa de reposo.

La música sonaba como si viniera desde el bosque. Caminé hacia el jardín para encontrar una linterna, que mi madre siempre guardaba en el cobertizo. Una vez allí, agarré al linterna, comprobé que tuviera baterías y me encaminé de nuevo hacia el patio trasero.

¿Por qué William estaría aquí afuera en la oscuridad tocando mi nana? Tomé el camino que mi madre había hecho para que ella pudiera tener caminatas naturales desde nuestro patio trasero hasta el estanque comunitario a través del bosque. Las hojas crujían a mí alrededor y contuve un chillido. Necesitaba encontrar a William antes de que una extraña criatura me encontrara a mí. La música me llevó aún más adentro del bosque. Mi linterna no ayudaba mucho.

La espesa niebla hacía casi imposible la visibilidad. Me seguí repitiendo en mi cabeza que William estaba por aquí, en algún lugar él quería que yo lo encontrara. ¿Por qué otra razón el tocaría su música para que yo la pudiera oír, si no para sacarme de aquí?

Una luz brilló en la oscuridad, asomándose a través de la niebla. Camine hacia ella, sabiendo que la música venía de allí. Entre más me acercaba, la luz se hacía más brillante.

Rompí a través de la niebla y llegué a un pequeño claro. Una brillante bola flotaba en el centro del círculo de árboles rodeando la claridad. Escondí al linterna en el bolsillo de mi chaqueta antes de dar un cuidadoso paso hacia el orbe de luz. La música de William venía de la luz.

Confundida, escaneé rápidamente el claro en busca de William. Permanecía vacío, aparte de mí la luz musical. ¿Por qué estaba tocando la música de William? El miedo empezó lentamente a gotear a través de mí. William no estaba aquí. Él nunca me atraería a un claro oscuro en medio del bosque sola. Alguien más lo haría. Alguien que quería que dejara mi cama y me alejara de la seguridad de mi casa.

—Thump thump, thump thump, el ritmo de tu corazón se está acelerando, ¿No es así Peggy Ann?— me giré alrededor al oír la voz de Gee. Ella estaba en la esquina más alejada del claro, observándome. Ella no se veía como la Gee de la casa de reposo. Su corto cabello rubio estaba volando a su alrededor en la brisa nocturna y sus labios rojos ahora parecían brillar como escarcha plateada a la luz de la luna. Retrocedí un paso, poniendo distancia entre nosotras.

—¿Qué estás haciendo Gee?— pregunté, tratando de mantener el pánico fuera de mi voz. Ella frunció sus escarchados labios y movió su cabeza de un lado a otro.

—Hmmm. La pequeña señorita pantalones listillos no es tan lista después de todo. La única chica sana en la casa, HA! Tú fuiste la única lo suficientemente estúpida como para hacerse mi amiga.— busqué frenéticamente alrededor de mí, tratando de pensar un modo de escapar.

—Jess era tu amiga— repliqué, esperando distraerla mientras trataba de pensar en cómo podría alejarme de ella.

Gee empezó a carcajearse.

—Jess es una lunática, a quien su mente fácilmente podía controlar. Tú, sin embargo, te me acercaste sin yo tener que esforzarme ni un ápice. Lo hiciste todo por tu cuenta. Confiaste en mí.— Ella paró de hablar y empezó a acercarse hacia mí. Riéndose maniáticamente. —He sido enviada para corregir los errores. Estaba allí por ti. La primera noche iba a ir port í. Estaba destinado a ser.— ella gruñó —Pero él ya estaba allí. Ni siquiera te había matado aún y el ya estaba allí. Protegiéndote. Una tonta humana. La simple alma viviendo dentro de tí. Él la protege.

Ella empezó a pasearse aquí para allá en frente de mí como si ella fuera un gran gato rondando a su presa. Retrocedí otro paso y ella se rió perversamente como si mi intento de irme fuera tan enfermo como ella lo estaba.

—Es su ¡TRABAJO! ¡Fui envianda para arreglar su error! Él rompió una regla contigo. Él no puede romper las reglas. Si él no corrige este error el pagará por ello. Debe ser corregido— ella empezó a tirar su cabeza de atrás hacia adelante, estudiándome como si fuera una especie desconocida. Me di cuenta de que sus ojos ya no se veían lunáticos. Se veían más como los de un gato. Sus rasgos habían tomado una especie de brillo. Ella no era humana. Ella no era una paciente mental. Ella era…algo más.

—¿Qué eres Gee?— pregunté.

—¿De verdad quieres saberlo?— dijo sonriendo. Ella dejó de rondarme y miró hacia el claro como si estuviera esperando a alguien más. ¿Habían más como ella aquí?

—Supongo que es hora de que lo sepas. Eres como un atrasado libro de historia. Tick tock, tick tock, estás desperdiciando mi valioso tiempo. Este no es mi trabajo. Es SUYO— Ella siseó, observando el claro otra vez, y me di cuenta de que ella estaba esperando a William.

—¿Quién es William?— pregunté. Ella se rió ante la pregunta y enarcó una de sus cejas que eran tan rubias como su cabello.

—¿Quién crees que es él, Maite Ann?— se burló.
—Él se lleva a aquellos que murieron a donde se supone que deben ir.— repliqué en un susurro, casi asustada de oírme a mí misma decir esas palabras. Gee se empezó a carcajear con su risa maniática.

—Bueno, si estuvieras en lo correcto, entonces este mundo sería mucha más fácil. Pero viendo lo pérdida que estás lo hace más difícil. William no es un transportador. Yo lo soy. Es cierto Maite Ann, yo las llevo arriba o abajo. 1 ella dijo con un tono de disgusto. —Y tú ibas a ser fácil. Tú ibas a ir arriba. Te darían un Nuevo cuerpo y vivirías una nueva vida y tu alma habría hecho lo que las almas buenas hacen. Ellas viven para siempre, una y otra vez. Pero ¡NO!— ella gritó en la oscuridad y chispas rojas brotaron de las Oops! de sus dedos. —No MAITE ANN, él no quería que eso pasara. ¿Por qué diablos no? Bueno, esta vez tu bonita alma estaba en un bonito cuerpo joven y tú tenías una sonrisa adorable y un adorable caminar una risa encantadora y eras interesante. Podías ver otras almas y eras vaalientee y bla, bla bla. Como sea.— ella paró y me fulminó con la mirada —Llegaste a él, se supone que nadie lo hace, pero tú lo hiciste.
Ella empezó a balancearse de atrás hacia adelante otra vez, mirándome como si ella no estuviera segura de qué hacer conmigo.

—Ahora, soy yo quien tiene que corregir los errores. Él es demasiado débil para hacerlo. Él te quiere. Él no quiere enviar tu alma conmigo arriba para vivir una nueva vida. Él no puede soportar el pensamiento de terminar las cosas contigo.— Ella rodó sus ojos y alzó sus manos en el aire con un suspiro frustrado.

—He sido enviada para recuperar tu alma, con o sin su consentimiento. Él estará aquí en el final, no frunzas el ceño. Verás su sexy cara otra vez.— Gee empezó a caminar hacia mí, pavoneándose como una gato.

—No me dijiste quién es él.— digo, retrocediendo de ella.

—¿Qué es él? ¿Aún no lo sabes? Y yo que pensé que lo había hecho bastante claro— se burló, deteniéndose en frente de mí para correr un uña por mi cara. Temblé ante el familiar toque helado. La rubia que había tratado de asesinarme se había sentido como el toque de Gee.

—Trataste de asesinarme— dije con voz ronca, buscando algún parecido con la rubia que pensé que William había asesinado.

Ella sonrió y sacudió su cabeza.

—No Maite Ann, esa alma no era yo. Ky era otro transportador del que tu amante se deshizo. Ahora puedes ver por qué no estoy muy entusiasmada con el trabajo que se me ha asaignado. Él no va a estar feliz conmigo. No quiero que su ira esté dirigida hacia mí cuando me lleve a su preciosa. Después de todo, ¿Quién quiere joder a la Muerte?— tragué el nudo que se había formado en mi garganta.

—Muerte— apenas pude susurrar.

—Déjala ir— la voz de William llenó el claro y Gee se tensó. Su agarre se aflojó antes de reforzarse otra vez, esta vez con mayor ahínco. Respirar era ahora imposible.

—¡NO!— la voz de William rompió en la oscuridad. El agarre de Gee se detuvo mientras su cuerpo era lanzado contra el suelo. Jadeé por aire, mirándola en el suelo mientras ella fulminaba con la mirada a William con una mezcla de miedo y odio.

—Es hora. He sido enviada. No puedes romper las reglas. Ella es un alma a la que se le dará otra vida. La puedes encontrar otra vez. Termina esto.— Gee rogó, observando a William. Él caminó más allá de ella y estiró una mano para tocar mi cuello. El calor alivió el dolor que el agarre helado de Gee había dejado.

—Lo siento— susurró y me miró directo a los ojos.

Asentí, sin estar segura el por qué de su disculpa, pero sabía que yo lo perdonaría sin importar que había hecho. La carcajada salvaje que vino detrás de él hizo que sus ojos azules se transformaran en dos brillantes zafiros. Él se dio la vuelta y fulminó con la mirada a Gee.

—Vete y te dejaré existir— su fría, dura demanda penetró la oscuridad.
Gee se levantó, mirándolo temerosa.

—No me puedo ir hasta que tú hagas tu trabajo y me vaya con esa alma.
William sacudió su cabeza y sus ojos parecían como si quisieran hacerle daño.

Ella hizo una mueco y retrocedió.

—Escucha, yo no pedí ser la que molestara a la Muerte. Ellos me enviaron. No tenía elección.— ella me señaló —Ella me agrada. Puedo ver lo que tu viste en ella, pero ella tiene que morir. Está escrito.
William se dio la vuelta por completo y empezó a caminar hacia ella.

—Nooo— él rugió. Gee retrocedió aún más con una expression aterrorizada. Alcancé a William, tomando su brazo.

—No, William, por favor. 1 rogué. Él se detuvo y se volvió hacia mí.

—¿Entiendes lo que ella quiere? Ella no es tu amiga Maite, tan solo interpretó muy bien su papel— me acerqué a él.

—Tú eres la Muerte y se supone que yo debo morir.— aparté mis ojos de los suyos y posé mi mirada en Gee. — Y ella me va a transportar.

William sacudió su cabeza y fulminó con la mirada a Gee.


—¿Lo hiciste sonar así de simple? ¿Le hiciste pensar que ella tan solo podría morir y flotar lejos y vivir otra vida?



Un brillo se alojó en el pecho de William y Gee se alejó más, su cuerpo tembalndo visiblemente.


—No funciona de ese modo, ¿No es cierto Gee?— replicó, y pude sentir los músculos de sus brazos tensarse bajo mi toque.



—Estoy aquí para corregir un error. Rompiste una regla que no puede ser rota. No te puedes quedar con ella, Muerte. Ella no es una mascota con la que puedas jugar. Ella es un alma y tu único título sobre un alma es el hecho es que tu tomas la vida del cuerpo cunado es el momento. Tú no posees las almas.


—Yo NO tomaré su alma. Ella va a vivir. Su muerte no sucedió.



Gee alzó sus manos con exasperación.



—Sí, sabemos eso. ¡Porque TÚ lo detuviste! Se suponía que ella iba a morir en aquel coche. Tu estaba allí para tomar el alma de su cuerpo. Ky iba a terminar las cosas, pero NO. Tu tomaste su cuerpo y lo salvaste.


Mis piernas se aflojaron cuando la verdad de las palabras de Gee me golpeó. Las palabras de la pequeña niña del hospital vinieron volando hacia mi mente.



—No te pongas triste. Él dijo que este cuerpo que tengo está enfermo y una vez que muera tendré un nuevo cuerpo y una nueva vida. Las almas no están forzadas para permanecer en la tierra. Solo aquellas que están muy asustadas de irse son las que permanecen aquí. Si tu escoges dejar al tierra regresarás con un cuerpo nuevo y una vida nueva. Tu alma, sin embargo, será la misma. Él me dijo que el hombre que escribió mis libros favoritos, Las Crónicas de Narnia, dijo que “Tú no eres un cuerpo. Tú tienes un cuerpo.



Tú eres un alma.

William me alcanzó antes de que golpeara el piso. Levanté la mirada hacia él.



—Conocí una pequeña niña en el hospital. Ella te había conocido. Ella estaba enferma y ella iba a morir y tu le dijiste que su cuerpo estaba enfermo y que no tuviera miedo porque ella iba a tener un cuerpo Nuevo.
William sacudió su cabeza con una expresión atormentada.



—Sé lo que estás pensando y no.
Miré a Gee y ella apartó su mirada. Había algo que no sabía y que era importante . levanté mi mirada hacia William.



—¿Qué es lo que no me estás diciendo William? ¿Por qué no puedes tomar mi cuerpo y dejarme vivir una vida otra vez? Puedo estar contigo una vez que no esté destinada a morir y tú no romperías ninguna regla.


Gee sacudió su cabeza y me dio la espalda.
William cerró sus ojos fuertemente.



—No volverás— dijo en un ronco susurro.



—¿Por qué? Tú le dijiste a la pequeña niña que ella lo haría. Gee dijo que yo tendría otro cuerpo y que yo viviría, que es lo que las almas hacen.— William tomó mi cara entre sus manos.



—Maite, el momento en que me consumí por ti y elegí romper la regla todo cambió. Tú eres mi debilidad. Te escogí por encima de las reglas. Una vez que te hayan llevado no volverás. No podré verte nunca más y no se me dará la oportunidad de estar cerca de ti. Soy la Muerte. No puedo vivir con la luz y tu vivirás con la luz. Para siempre, sin regresar a la tierra. No me puedo resistir a ti, así que ellos no me dejarán mantenerte conmigo.



El bajó su cabeza y besó mi nariz gentilmente. Temblé bajo su toque.
Las lágrimas quemaban mis ojos. No podía soportar el pensamiento de nunca verlo.



—Y si él se rehúsa a tomar tu cuerpo, el suyo será tomado en consecuencia. ¿Le contarás esa parte, Muerte? ¿Le contarás que ya no serás capaz de correr libremente por la tierra como la Muerte sino que serás enviado al infierno? Serás como los ángeles caídos. Si ella vive, tú morirás— Gee miraba a William con sus manos en sus labios. —La elección es ahora. Una vez que tus poderes te sean quitados, te transportaré abajo. Y en verdad odio tener que ir abajo.— ella dirigió si mirada hacia mí —Puedes vivir y tener una vida eterna mientras él se quema en el infierno con él resto de los ángeles caídos y los pecadores, o puedes venir conmigo y vivir en la luz, y dejarlo continuar viviendo la vida que él ha vivido desde la creación de los hombres. Por lo que es, y siempre ha sido, La Muerte.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Sep 26, 2015 11:38 am

Capitulo 19

Le pregunté sobre el sonido del rugir del viento en la distancia. William negó con la cabeza, con los ojos sobre Gee.


Ella miró de él a mí. —Van a llevarlo. Gracias a ti, será considerado como uno de los menos. Ha caído. Rompió las reglas. —Gee empezó a gritar a través de la tormenta - como vientos encerrando el intercambio de información. Solté a William y caminé hacia delante, sabiendo que tenía detener esto y él no me iba a decir cómo.



—¿Qué puedo hacer? —le grité a Gee.



Ella miró a William detrás de mí —Ella no es como los otros seres humanos. Es por lo qué te enamoraste de ella cuando nadie más te tentó. Déjala que tome esta decisión.



—¡NO! —gritó William detrás de mí con una intensidad de su voz rayando el pánico. Corrí hacia Gee, con miedo a que William pudiera detenerme.



—Dime —le exigí. Ella me miraba mientras sus brillantes rasgos parecían cada vez más de otro mundo. La tormenta se hizo más fuerte. Su cabello rubio se azotaba violentamente a su alrededor creando la apariencia de lo inmortal que era.



—Él sólo puede ser perdonado si tú mueres. Él es La Muerte y tendrá que aceptar tu alma. Sólo puedo hacer lo que se requiere para matar a tu cuerpo pero al final hasta que Él ya no exista, La Muerte tiene que tomar tu alma.



—¡NO! ¡NO LA TOMARÉ! ¡ELLA ES UN ALMA NUEVA! ¡MI DEBILIDAD NO LA CONDENARÁ! —William rugió detrás de mí y sus brazos me apartaron de Gee.



Ella ignoró la protesta William y continuó mirándome mientras la tormenta se hizo más fuerte. Yo tenía un poder aquí que William no admitiría y Gee estaba demasiado asustada para decirme. Estaba tratando. La amiga que pensaba que había hecho en la casa mental en verdad podría ser mi amiga, después de todo. No había ninguna intención malvada en su mirada como había visto en los ojos del otro transportador. Ella estaba suplicando conmigo silenciosamente. ¿Cuál fue la elección? Si William se negó a tomar mi alma, entonces, ¿cómo iba a matarme incluso cuando caminé directo a sus brazos? Los brazos de William parecían estar luchando contra un tirón de la tormenta que no estaba tirando de mí o Gee. Estaba aquí por él. Levanté la vista hacia él y toqué su rostro angustiado tan lleno de determinación por salvarme que estaba dispuesto a ser absorbido hacia el Infierno.



—Te amo —le dije, haciendo que su cara se retorciera de dolor.



—Yo no soy un hombre por lo que no tengo un corazón que ame como un ser humano lo hace. Soy un dios inmortal que vive con el poder supremo porque poseo las llaves de La Muerte. Pero tú eres mi existencia. Soy tuyo. —Lágrimas calientes corrían por mi rostro mientras miraba la cara de alguien que comprendió una emoción mucho más fuerte que mis débiles palabras, débiles de amor. Su brazo fue arrancado de mí por la fuerza de la tormenta de viento y permaneció como el dios que era mientras un embudo oscuro se formó alrededor de él.



Mi corazón latía con fuerza en mi pecho y corrí por Gee, sabiendo de alguna manera que había algo que podía hacer. Ella me podía llevar, podía verlo en sus ojos. Para mí era una manera de detener esto. Gee me miraba cuando me acerqué a ella y me di cuenta de la esperanza parpadeando en sus ojos.



—Ayúdale! Haz lo que puedas, pero no dejes que se lo lleven, por favor —le grité por encima del ruido detrás de mí arrancado del pecho de La Muerte. Gee asintió y miró por encima del hombro.


—Ella hizo el sacrificio. Se acabó. —Gee, anunció con un tono dominante alto y profundo. Sus ojos se volvieron a mí cuando me tocó con su mano en la cabeza.



El aire a mi alrededor cesó. Ya no podía extraer oxígeno para mis pulmones. Necesité de toda mi fuerza de voluntad para no tratar de tomar aire. Si William me vio luchando yo sabía que iba a luchar contra cualquier fuerza que le unía a librarme del poder de Gee. El suelo frío y húmedo se levantó a mi encuentro y yo yacía inerte y el dolor agudo de la asfixia me quemó los pulmones. La tormenta a mí alrededor se desvaneció. No oía nada más y ya no sentía. Era diferente que antes. Esta vez el dolor se apartó rápidamente y la oscuridad me consumió.

***

El olor a café y tocino llenaron mis sentidos mientras
inhalé un respiro tan dichosamente dulce que me despertó con un sobresalto. Me senté y miré alrededor de mi habitación. Estaba en mi cama. Tragué saliva y mi garganta se apretó en dolor. Me toqué el pecho y lo sentí sensible, como si me hubieran dado un puñetazo justo sobre el lugar donde descansaban mis pulmones dentro de mí. Todo había sido real. Aturdida, me puse de pie y me acerqué a la ventana para mirar hacia el bosque detrás de mi casa. ¿Mostrarían evidencia de los vientos huracanados que azotaron anoche, luchando para tomar a William? Los árboles se alzaban tal y como estaban cuando yo había entrado en ellos la noche anterior. Las hojas soplaron suavemente en la brisa. Esto estaba mal. Me había entregado por La Muerte. Gee me podría haber tomado. Lo había visto en sus ojos. ¿Tenía William aún en posesión el poder de detenerlo incluso con el Infierno tirándolo lejos? Yo estaba viva y estaba aquí en mi casa, respirando, cuando yo había pedido dejar este cuerpo atrás y cesar mi vida en la tierra.

—No —le susurré contra el cristal de la ventana mientras las lágrimas corrían por mi cara—. Quería morir. Esta existencia que me has dado no vale nada sin ti. No puedo vivir con el hecho de que tú ya no... —Un sollozo sacudió mi cuerpo y mis piernas cedieron y me desplomé en el suelo. Acurruqué mi cuerpo en una bola en un intento de lidiar con el dolor rasgando en mi pecho. Esto no era una existencia con la que podría vivir. Yo había estado tan segura de que Gee conocía una forma de salvarlo.

Esta, esta vida donde William fue condenado al Infierno y a mí
se me permitió seguir adelante como si nada hubiera pasado, sería mi Infierno personal.

—Dime, Maite Ann, ¿eres siempre así de dramática? —Me sacudí al sonido de la voz de Gee y levanté los ojos hinchados para encontrarla sentada en el borde de mi cama. Sus piernas largas y delgadas estaban cruzadas y me estaba estudiando con la cabeza inclinada. —Eres un ser humano bastante singular —dijo con una sonrisa.

La ira comenzó a subir dentro de mí, me puse de pie y la miré. Ella me había mentido. Me había hecho pensar que podría detener el destino de William.

—Guau, Maite Ann, toma el aspecto psicológico de tu cara bonita y respirar profundamente —Hizo una pausa y sonrió—. Ahora que puedes respirar, eso es. —Odiaba la sonrisa y la indiferencia de su actitud después de lo que había sucedido con William.

—Me mentiste —susurró mientras cerré la distancia entre nosotras.

Gee meneó la cabeza lentamente. —No, no lo hice. Honestamente, Maite, deja de avanzar la cosa sobre mí. No es como que me puedas hacer daño. Apaga el drama, cariño. Sé que lo amas. Oops!, me imagino que tienes sentimientos más intensos hacia él que los miserables te amo que los seres humanos dan tan fácilmente. Quiero decir, la mayoría de los seres humanos no tiraría sus almas ciegamente en una eternidad que no entenderían por el bien de salvar a La Muerte. Fue raro efectivamente.

—Podrías haberte esforzado más para tomarme. Él fue apartado por una fuerza más fuerte que él. Podrías haberme matado! Caminé hasta tí y me ofrecí como un sacrificio. —Me tapé la boca, cuando un sollozo escapó y los pasos de mi madre se hicieron eco en el pasillo. Me quedé inmóvil, sin saber qué hacer. Mis entrañas se sentían como si hubieran sido arrancadas de mí. Ya no tenía fuerzas para ocultar el dolor que estaba sintiendo.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Sep 26, 2015 11:40 am

La puerta del dormitorio se abrió y mamá se asomó y sonrió, luego cerró la puerta suavemente. Me quedé congelada y confundida en cuanto a lo que acababa de presenciar. Levanté la mirada hacia Gee, que seguía sentada en el borde de mi cama. Mamá no había estado mirándola fijamente. Gee se volvió ligeramente y le dio unas palmaditas con la mano a algo mientras me sonreía. Mis ojos se movieron de ella al lugar que había dejado desocupado después de despertarme por la mañana y por primera vez, me di cuenta de que todavía estaba en la cama. Di un paso más cerca y miré hacia abajo a lo que parecía ser mi cuerpo dormido.



—Creo que un 'lo siento' sería suficiente en este momento. Ya sabes, por gritarme y por el espantoso silbido que hiciste. Un poco me recordó a los de allí abajo y, bueno, me asuste. —Arranqué mis ojos de mi cuerpo y devolví la mirada a Gee que parecía completamente satisfecha—. Estoy esperando mi disculpa. Habla, Maite Ann, tú sabes que puedes. —Ella frunció los labios y ladeó la cabeza de lado a lado.



—¿Estoy muerta? —Le pregunté mirando hacia atrás a mi cuerpo—. Me refiero a, ¿mi cuerpo está muerto?


Gee dio un largo suspiro. —Siiiiiiiii, ahora vamos a oírlo: ‘Lo siento, Gee por hablarte tan feo cuando hiciste lo que te pedí ’ Vamos, puedes decirlo.



Negué con la cabeza y estudié mi cuerpo antes de caminar
hasta el espejo. Tenía la misma apariencia en la mayoría de los aspectos, excepto todas mis imperfecciones, donde han ido. Yo era una versión perfecta de mí.



—¿Qué? ¿Por qué estoy aquí? ¿No se da cuenta mi madre que estoy muerta? ¿Dónde está William? ¿Ellos lo dejaron ir?¿Tú me vas a transportar? ¿O soy un alma errante?¿Dónde está William? — Sentí esperanza por primera vez desde que había despertado. Miré de nuevo al espejo y me toqué la cara. Mis mejillas suaves y lisas donde las lágrimas las habrían dejado húmedas y sensibles.



Gee hizo una mueca. —Se necesita un poco acostumbrarse, todo el ser en un cuerpo de diecisiete años y ahora no tienes uno. Te olvidas y piensas que las cosas son de determinada manera y no lo son. Al igual que el hecho de que llorabas con tanta intensidad en el suelo con todo tu instinto dramático y sabías que tu cuerpo produce lágrimas por lo que las sentiste, ya que creías que iban a estar allí. —Gee se encogió de hombros y se levantó.



—¿Adónde vas? ¿Me estás llevando? ¿Dónde está
William? —Le pregunté de nuevo y ella levantó las manos como en defensa.



—Bueno, en primer lugar, no he tenido mis disculpas y todavía piensas que puedes comenzar a exigir respuestas.



—¡Lo siento! Ahora, ¿dónde está William?



Gee frunció el ceño. —Eso no suena como que lo decías en serio. —Cerré los ojos y me di cuenta de que incluso con ellos cerrados todavía podía ver. Extraño—. Tus ojos no se cierran, Maite Ann, tu tan solo piensas que lo están. Ya te expliqué la forma en que funciona así que para. Parece que te estás haciendo la cosa de la mirada escalofriante que las almas hacen.



—Por favor. Lo siento. Sólo dime dónde está William. —Declaré.



Gee sonrió. —Vale, vale bien. La verdad es que no sé exactamente. —Ella se encogió de hombros y pasó de largo caminando hacia mí.



—¿Qué quieres decir?



Ella se dio la vuelta y me sonrió. —Todo es confuso. Me dejaste matar tu cuerpo, pero, por supuesto, el amante no iba a tomar el alma de tu cuerpo. Sin embargo, yo sabía, como él, que si tu alma estaba verdaderamente dispuesta podría dejar el cuerpo por sí solo. Por lo tanto, dejé el remolino del huracán ayer por la noche y llevé tu cadáver de vuelta aquí. Yo sabía que cuando tu alma volviera alrededor del trauma de la muerte de tu cuerpo, sería el momento de la verdad. Esperé para ver y, por supuesto...



—Hizo una pausa y sonrió—. Honestamente, nunca lo dudé. Pude ver tu fiereza por salvarlo. Yo sabía que era tu alma que estaba hablando y esperaba que tu alma abandone tu cuerpo. Eso, por supuesto, lo hizo e inmediatamente debería haber sido capaz de llevarte y advertirte. —Ella mordió su labio inferior y se encogió de hombros.



—¿Qué? —Le pregunté con alivio corriendo a través de mí al pensar que William aún era La Muerte y él no se estaba quemando en el Infierno.



—Ah, bueno, no estoy muy segura. Quiero decir me gustas y todo, pero tengo una agenda muy ocupada y me has tomado una buena cantidad de mi tiempo durante las últimas semanas. Bueno, al menos desde que William expulsó a Ky y me quedé atrapada con el trabajo de asegurarme de que el señor Obstinado libere tu alma. De todos modos, mira la cosa es que no me distraje alrededor y pospuse nuestra partida para que pudiera hablar contigo y tú me hagas un millón de preguntas. Yo, eh, bueno, tu alma no está por venir. No va a marcharse y no tiene una fuerza que lo sostenga. —Ella suspiró y me frunció el ceño.



—No sé lo que está pasando aquí. Tú eres la primera en todos los sentidos. Tal vez la muerte tiene que tomar tu alma, después de todo. No tengo ni idea. Mi conjetura es mejor ir a buscar de nuevo en el cuerpo de los tuyos y vivir esta vida. Me temo que a La Muerte no se le ha dado un indulto por su rebelión. Si no vuelves a tu cuerpo, entonces te vas a pasar la eternidad como un alma errante. No tengo que decirte lo que un alma errante es porque las dos sabemos que ya sabes. Las ves todo el tiempo.



¿Quiere tener su miserable existencia? Mira, no dejes que le den la condenación eterna a cambio de nada.

—Ella se acercó a donde yacía mi cuerpo sin vida—. Si él tiene que quemarse en el Infierno por toda la eternidad no dejes que lo tenga que hacer sabiendo que eres un alma perdida. Él sabrá. Ellos se asegurarán de que lo sepa. Es todo sobre el dolor y tortura allí abajo. ¿Qué no puede hacer un poco de calor para el conocimiento de que renunciaste a la eternidad prometida que él tanto luchó para que tú tengas, va a causarle un dolor como nunca lo comprenderás. —Ella miró hacia abajo a mi cuerpo—. Es tu elección. Vuelve a vivir. Hazlo por él. —Entonces ella se había ido.



Me paré sobre mi cuerpo viendo como ardientes lágrimas corrían por mi cara de nuevo, aunque ahora sabía que sólo se siente el recuerdo de las lágrimas. Yo era un alma. No podía llorar. Me toqué la cara y mi cuerpo se sentía frío. La idea de volver a este cuerpo y existir al mismo tiempo que William ya no vagaba por la Tierra a causa de mí era insoportable. —Tú eres la razón de mi existencia, William. ¿Cómo puedo vivir sin ti? —Susurré en la habitación y sabía que no importa lo que el dolor de la vida me guardaba, yo no podía causarle más dolor. Quisiera soportar la vida así él no tendría la culpa de mi alma perdida que lo atormente. Él había renunciado a todo por mí. Podría sacrificar a una eternidad de dolor, si eso es lo que se necesitaba para aliviar su sufrimiento. Me deslicé en la cama y sentí una sensación de hormigueo caliente correr por mí, ya que me reuní con el cuerpo que había dejado. Mis ojos se abrieron y un sollozo escapó de mis labios.



—Maite, ¿cariño? ¿Nunca te vas a levantar y venir a comer? Mamá estaba parada en mi puerta sonriéndome, completamente inconsciente de que su última visita a mi habitación había visto un cuerpo vacío.



—Sí, bueno, lo siento. Supongo que estar en mi cama otra vez me hizo dormir demasiado. —Ella caminó hacia mí y se sentó a mi lado.



—Se sintió bien tenerte en casa anoche. Puedes faltar a la escuela hoy si necesitas un día para aclimatarte. —Pensé quedarme en casa en mi habitación y sabía que iba a ser muy difícil. Tenía que salir y hablar con gente. Necesitaba ver la vida y encontrar una manera de sobrevivirla. No sería la causa del dolor de William Viviría, por él.


Capitulo 20

Mamá había enviado a Leif a la escuela sin mí y explicó que estaría viniendo en la tarde. Leif era una cosa con la que tenía que tratar. Si tenía que vivir esta existencia, no podía continuar usándolo. Yo nunca lo amaría en la forma en que se merece. Él era mi amigo y una fuente de consuelo. Dejarme permanecer como su novia no sólo fue un error para Leif, fue una traición porque nunca pertenecería a nadie sino a William. Yo no podría vivir de esa manera. Vivir no iba a ser fácil para mí. Tenía que cortar todas las cuerdas que rompieron mi alma ya dañada.

Para el momento en que nos registramos en la escuela me había perdido literatura Inglesa. Los pasillos se fueron llenando con estudiantes. Mantuve mis libros cerca de mi pecho y apretó mi pase de llegada tarde en mi mano. Puedo hacer esto. Canté el recordatorio una y otra vez en mi cabeza. Miranda salió de la multitud de gente, sonriendo cuando me vio.

—¡MAITE! ¡Hurra, viniste! Te he extrañado como loca. Ahora el almuerzo no será tan aburrido y, ¡Oh mi G! ¿Adivina qué? —Me esforcé para continuar con su torrente de palabras, así que me tomó un momento darme cuenta de que quería que yo reaccione al —¿adivina qué?—

—Oh, eh, ¿qué? —Ni siquiera podía forzar una sonrisa.

Ella me sonrió y miró a su alrededor para ver si alguien la estaba escuchando antes de mirar hacia mí.

—William Walker está aquí. Como, en nuestra escuela. Como, que está, inscrito en nuestra escuela. ¿Puedes creerlo? Quiero decir, sé que él fue a una escuela secundaria en Mobile, Alabama, hasta el año pasado, cuando su banda consiguió un hit y comenzó a tocar en todo los Estados Unidos en lugar de sólo el sureste. GAH! ¿Puedes creer que él está aquí! En nuestra escuela? Supongo que si tenía que volver a la escuela secundaria nuestro pintoresco pueblito costero es preferible a algún lugar de Alabama. Pero aun así, no puedo creer esto.

Me quedé congelada, con sus palabras registradas en mi cerebro. ¿William estaba aquí? ¿Cómo? El rockero del que ella hablaba ya no existía. Pánico mezclado con incredulidad me apretaba el pecho y tuve que tomar una respiración profunda.

—¿Dónde? —Me las arreglé para preguntar, sabiendo que no podía ocultar la expresión desesperada en mi cara. Miranda sonrió y asintió con la cabeza hacia Leif.

—Será mejor que quites esa cara de anonadada por la estrella. Aquí Viene Tu Hombre.
Yo apenas lo miré y le tomé la mano. —Dime dónde está. Por favor, ahora. —Ensanchó mucho los ojos a mi demanda sin aliento repentino. Ella iba a pensar que estaba tirando mi tapa de nuevo.

—Eh, eh, bien por aquí en alguna parte —dijo en un tono de preocupación y miró a Leif, forzando una sonrisa que no cumplía sus ojos llenos de preocupación.

—¿Sabías que Maite era una gran fan de Cold Soul? —Leif me miró, pero yo no tenía tiempo para ocuparme de él en este momento. Necesitaba encontrar a William.

—Me tengo que ir. Nos vemos más tarde —dije a modo de explicación mientras me dirigía a través de la multitud en una carrera. Luché contra la tentación de llamar su nombre en voz alta.

—Vas a conseguir volver a ese lugar mental si no te calmas. —Dijo la voz suave William bromeando en mi oído y me di la vuelta. Él estaba, por supuesto, no susurrando en mi oído o en cualquier lugar cercano a mí.

—¿Dónde estás? —Susurré en voz baja. Oí una carcajada y me tiró a mirar hacia atrás para ver una pareja de estudiantes de primer año besándose.

—La mesa de picnic —dijo simplemente. Me giré de nuevo y me dirigí a la puerta principal de la escuela. Él me estaba esperando en el lugar que le había visto por primera vez. Empujé la puerta con ambas manos y me eché a correr.

Estaba descansando allí justo como lo había sido el primer día que lo había visto, me sonreía cuando llegué a la esquina. Dejé mis libros y me lancé a sus brazos abiertos. Un sollozo sacudido mi cuerpo. ¡Él estaba aquí! Estuvo aquí. No podía hablar, así que seguí con mi rostro enterrado en su pecho, sollozando incontrolablemente. Quería mirar a sus ojos y darle un beso y preguntarle cómo, pero no era capaz de controlar el pozo de emoción abrumándome. Él me llevó a su regazo y se sentó de nuevo en la parte superior de la mesa.

—Te alegras de verme? —preguntó en mi oído. Su cálido aliento me hacía cosquillas en la oreja. Me reí en su pecho y asentí, todavía no estaba segura de que pudiera hablar. —Hubiera llegado antes, pero no estaba seguro. Tuve que esperar hasta que ... —se calló y me retiré hacia atrás para mirar a su cara.

—¿Esperar qué? —Le pregunté, necesitando la seguridad de que él no se estaba yendo. William secó con el dedo las lágrimas de mi rostro húmedo e inclinó la barbilla para que yo pudiera mirar directamente a sus ojos semejantes a joyas.

—Yo no podía regresar hasta que tú elijas. Al parecer, si hacías el máximo sacrificio entonces mi regla rota seria enmendada. —Sacudí la cabeza, sin entender de qué sacrificio estaba hablando.

—¿Quieres decir que mi muerte? Hice eso voluntariamente la noche anterior. ¿Qué te tomó tanto tiempo? Gee vino a mi habitación y ella estaba tan confundida como yo.

Él me sonrió. —No, no es morir, aunque el sacrificio no fue tomado a la ligera. Sin embargo, podría haber sido interpretado como la naturaleza egoísta de la Deidad. Tú ves, los seres humanos abandonan la vida cuando no pueden lidiar con el dolor. Es una salida fácil para ellos. El sacrificio del que estoy hablando no es de muerte sino de vida.

Tocó su frente con la mía. —Tú ves, Gee estaba desempeñando su papel. Ella sabía exactamente lo que estaba sucediendo. Ella no es una Deidad, sino que es inmortal y ha existido desde el principio del tiempo. Sabía que todo gira en torno al auto-sacrificio. Un acto totalmente desinteresado



Negué con la cabeza, frunciendo el ceño. —¿Qué quieres decir? —Se rió entre dientes y me di cuenta que era el sonido más hermoso del mundo.



—Elegiste vivir una vida que ya no querías sólo para aliviar mi dolor. No querías vivir sin mí, sin embargo, cuando supiste que habría hecho mi extinción sin sentido no pudiste soportar la idea. Elegiste vivir por mí.



—Asentí de acuerdo con él, pero no estaba segura de cómo esto tuvo algo que ver con cómo él estaba aquí delante mio.



Mi alma bella —murmuró y me acarició la mejilla—. Cuando diste el último sacrificio desinteresado, pagó por mi mal. Has demostrado ser digna de mi devoción. Del amor… de La Muerte.



Toqué sus labios perfectos con mis dedos, con ganas de darle un beso. Para estar lo más cerca posible de él. —Así que, porque elegí la vida, sigues existiendo? —Le pregunté asombrada.



Él asintió. —En realidad, es aún mejor —dijo, besando mi mentón y luego cada una de mis mejillas, haciendo que me olvide lo que estábamos hablando. Su cercanía me hizo débil con el placer y un suave gemido escapó de mi garganta.



—Ah, eso suena maravilloso —murmuró mientras corría
besos por mi cuello y a través de mi clavícula. Me aferré a sus hombros, sabiendo en todo momento que iba a desmayarme de placer. Sentí su lengua cálida sobre mi piel y me quedé sin aliento, presionándome mas cerca de él, dispuesta a pedir más justo ahí en el patio del colegio. Él se echó hacia atrás y su respiración era entrecortada.



—Tengo para mantenerte —dijo— mirándome con una intensidad que me hizo temblar.



—Mantenerme? —pregunté, llegando hasta besar su mentón y haciendo un sendero de besos por su cuello perfecto.



—No aquí. No puedo aguantar mucho más, Maite. Sólo soy tan fuerte —dijo con voz ronca mientras me atrajo hacia su pecho—. Eres mía ahora. Mientras camines en la Tierra me perteneces. Nada puede hacerte daño. Oí un toque de humor en su voz. —Es prácticamente imposible hacer daño a lo que la Muerte protege. —Sonreí en su pecho, con ganas de quedarme en sus brazos para siempre. Pero había preguntas que sabía que tenía que hacer. Podría disfrutar en su presencia más tarde.



—Puedo quedarme contigo para la eternidad, entonces? —Le pregunté, mirándole. Una pequeña mueca tocó perfectamente esculpida boca—. No exactamente. Eres mía, siempre y cuando camines por la tierra. Tu cuerpo va a envejecer y la vejez no es algo que puedo parar. Un día tendrás que dejar este cuerpo y empezar una nueva vida.



—Voy a envejecer y tener que dejarte y entonces qué? Comenzar una nueva vida donde no te voy a conocer? ¿Vas a esperar hasta que sea lo suficientemente mayor y luego venir a verme? No. William, ¡NO! No quiero hacer eso. Yo quiero conservarte para siempre, todo el tiempo.



William acunó mi cara y me miró a los ojos. —Maite eres un alma. Debes vivir la eternidad que a las almas se les da. No te dan una opción. El hecho de que pueda amarte y protegerte mientras vives en la Tierra es un don que no me había atrevido a esperar. Esto es todo lo que podemos tener. Soy La Muerte, soy una Deidad. No soy y nunca he sido un alma. Tomo almas frías o almas cuyos cuerpos han muerto y los envío al lugar que han ganado. Fui creado para esto. —Sacudí la cabeza, envolviendo mis brazos alrededor de él como si fuera a desaparecer en cualquier momento.



—Quiero ser inmortal. Quiero estar siempre contigo. ¿No hay nada que puedas hacer? —Sacudió la cabeza con tristeza, y luego se detuvo, mirando por encima del hombro con un furioso ceño fruncido.



—Vete, Gee, este no es tu asunto. —Su voz goteaba hielo frío que sólo La Muerte podía reunir. Me volví y Gee estaba cerca con una mano en la cadera, sonriendo como si acabara de ganar un concurso.


—Ah, pero no me importa. Esa es la belleza del mismo —dijo brillante y me miró—. Él no te está diciendo todo lo que hay que saber porque piensa que tu mente es demasiado frágil para entender la complejidad. No se lo dejes tan fácil, MaiteAnn.



William gruñó detrás de mí. —No la llames así.



Gee sonrió y me guiñó un ojo. —Bueno, está bien. Maite —Me volví a mirar a William. —¿De qué está hablando, William, dime. Haré lo que sea por lo que nunca te dejaré. No quiero envejecer. Quiero seguir siendo como somos ahora, para siempre. Iré a donde quiera que vayas. Por favor.

William suspiró, deslizó su mano alrededor de mi cintura y apretó. —Un día te diré. Cuando llegue el momento. Hay una manera pero, Pagan, no es fácil. Se requiere dar más de lo que podrías imaginarte. La elección nunca se ha hecho y para un alma sería imposible. Las almas están en desventaja por sus emociones, que son demasiado débiles.



Gee se rió detrás de mí. —Se supone que las almas son emocionalmente débiles, pero esta no es débil en absoluto. Dale un poco de crédito. Acaba de hacer una elección que ninguna otra alma podría o habría tenido el poder de hacer. Su alma es poco común o si no tu nunca la habrías hecho tuya.



Él me miró y sonrió dulcemente. —Lo sé. —La calidez en sus ojos hizo que el resto del mundo se desvanezca.



—Nos vemos por ahí, Maite —Gee llamó desde detrás de mí. Odiaba apartar la vistaa de la mirada de William, pero lo hice para decirle adiós Gee. Ella ya se había ido.



William dejó escapar un suspiro de frustración. —Si tanto no te gusta me aseguraré de que nunca la volvamos a ver.



Me puse tensa. —¿Qué? No.



Él sonrió. —Relájate, Maite, está a salvo de mi ira. Ella te hace sonreír y se preocupa por ti. Eso la hace por siempre segura y preciada.



Sonreí y pasé la mano por sus rizos oscuros. —Entonces, Muerte, ¿qué hacemos ahora?



—Para empezar tienes que romper las cosas con Leif y yo voy contigo.



La idea de romper el corazón de Leif era bastante malo. La la culpa me estaba comiendo por dentro ante la idea de hacerle daño. Negué con la cabeza y miré suplicante a William. —Por favor, déjame hacer esto sola. No puedes estar allí, sólo empeorará las cosas.



La expresión de Dank se mantuvo inflexible. —Lo siento, Maite, pero no puedo dejarte hacer esto sola. Él no es quien crees que es. No me fío de su reacción.



Sonreí a la creencia de que William necesitaba protegerme de Leif. Leif era inofensivo. Estaría deshecho, pero no peligroso.



William se puso de pie, poniéndome en el suelo delante de él y deslizando su mano en la mía. —Maite, no estoy seguro de cómo decirte esto, pero ... Leif no es humano.



Nos Vemos en Predestined.
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Mensaje por EsperanzaLR Sáb Sep 26, 2015 12:21 pm

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Mensaje por asturabril Sáb Sep 26, 2015 11:15 pm

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Mensaje por SuenoLR Dom Sep 27, 2015 3:46 am

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Mensaje por tamalevyrroni Dom Sep 27, 2015 10:31 am

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Mensaje por EsperanzaLR Dom Sep 27, 2015 10:47 am

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Mensaje por asturabril Dom Sep 27, 2015 8:27 pm

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Mensaje por SuenoLR Lun Sep 28, 2015 4:06 am

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Mensaje por EsperanzaLR Lun Sep 28, 2015 11:32 am

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Mensaje por SuenoLR Mar Sep 29, 2015 4:53 am

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Mensaje por EsperanzaLR Mar Sep 29, 2015 11:37 am

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Mensaje por asturabril Mar Sep 29, 2015 9:20 pm

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Mensaje por EsperanzaLR Miér Sep 30, 2015 11:19 am

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Mensaje por asturabril Miér Sep 30, 2015 7:08 pm

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Mensaje por EsperanzaLR Jue Oct 01, 2015 9:54 am

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Mensaje por tamalevyrroni Jue Oct 01, 2015 10:40 am

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Mensaje por asturabril Jue Oct 01, 2015 8:49 pm

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Mensaje por EsperanzaLR Vie Oct 02, 2015 12:50 pm

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Mensaje por EsperanzaLR Sáb Oct 03, 2015 8:42 am

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Mensaje por SuenoLR Dom Oct 04, 2015 4:42 am

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Mensaje por EsperanzaLR Dom Oct 04, 2015 10:12 am

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