Webnovela LevyRroni William(Rush)Too Far (+18)
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Foro Maite Perroni & William Levy (LevyRroni) :: Tu primera categoría :: William & Maite (levyrroni)
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Webnovela LevyRroni William(Rush)Too Far (+18)
Sinopsis
Todo el mundo en Rosemary Beach cree saber cómo William Finlay y Maite Wynn
se enamoraron. Pero William está de regreso para contar su lado de la historia...
William se ganó a pulso su reputación de chico malo. La enorme casa en la playa,
autos lujosos y una fila de chicas rogando pasar tiempo entre sus sábanas es lo que lo
convierte en el chico más envidiado de Rosemary Beach, y William puede manejar todo
con la despreocupación de ser el hijo de una estrella de rock. Todo lo que necesita es a
su mejor amigo Grant y su hermana Nan.
Hasta que MaiteWynn llegó a la ciudad en su camioneta destartalada y una
pistola oculta debajo del asiento. Esa chica de Alabama atrapa al instante la atención de
William, pero una vez que descubre que esa belleza angelical es su nueva hermanastra
decide mantener su distancia. Incluso si ella necesita su ayuda. Incluso si él la anhela.
Cuando William descubre porque Maiteestá sola en el mundo, es obligado a
pedirle ayuda al padre que la abandonó tres años atrás. Y sabe que si se acerca
demasiado a ella podría destruir a Nan, quien tiene una conexión secreta con Blaire.
Él tiene todas las razones del mundo para mantenerse alejado de ella. Descubre por qué no lo hace.
Todo el mundo en Rosemary Beach cree saber cómo William Finlay y Maite Wynn
se enamoraron. Pero William está de regreso para contar su lado de la historia...
William se ganó a pulso su reputación de chico malo. La enorme casa en la playa,
autos lujosos y una fila de chicas rogando pasar tiempo entre sus sábanas es lo que lo
convierte en el chico más envidiado de Rosemary Beach, y William puede manejar todo
con la despreocupación de ser el hijo de una estrella de rock. Todo lo que necesita es a
su mejor amigo Grant y su hermana Nan.
Hasta que MaiteWynn llegó a la ciudad en su camioneta destartalada y una
pistola oculta debajo del asiento. Esa chica de Alabama atrapa al instante la atención de
William, pero una vez que descubre que esa belleza angelical es su nueva hermanastra
decide mantener su distancia. Incluso si ella necesita su ayuda. Incluso si él la anhela.
Cuando William descubre porque Maiteestá sola en el mundo, es obligado a
pedirle ayuda al padre que la abandonó tres años atrás. Y sabe que si se acerca
demasiado a ella podría destruir a Nan, quien tiene una conexión secreta con Blaire.
Él tiene todas las razones del mundo para mantenerse alejado de ella. Descubre por qué no lo hace.
tamalevyrroni- Mensajes : 2372
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Reputacion : 10
Fecha de inscripción : 22/08/2015
Re: Webnovela LevyRroni William(Rush)Too Far (+18)
Prólogo
Dicen que los niños tienen los corazones más puros. Que los niños no pueden
odiar porque no entienden completamente la emoción. Perdonan y olvidan fácilmente.
Dicen un montón de basura como esa porque les ayuda a dormir por la noche. Te
dicen esas buenas y agradables palabras mientras te sonríen.
Pienso diferente. Los niños pueden amar como nadie más. Pueden tener la
capacidad de amar con más fiereza que nadie. Es muy cierto. Yo mismo sé que es cierto.
Porque yo lo viví. A la edad de diez, sabía lo que era el odio y el amor. Tanto que te
consumían. Tanto que alteraban tu vida. Y tanto que te cegaban por completo.
Mirando hacia atrás, desearía que alguien hubiera estado allí para ver como mi
madre sembraba la semilla del odio dentro de mí. Dentro de mi hermana. Si alguien
hubiera estado allí para salvarnos de las mentiras y la amargura que ella permitió que
nos invadiera, entonces quizás las cosas pudieron haber sido diferentes. Para todos los
involucrados.
Nunca hubiera actuado tan tontamente. Nunca hubiera sido mi culpa que una
chica se quedara sola al cuidado de su madre enferma. No hubiera sido mi culpa que la
misma chica estuviera de pie junto a la tumba de su madre creyendo que la única
persona en la tierra que la amaba estaba muerta. No hubiera sido mi culpa que un
hombre se destruyera a sí mismo, su vida siento rota, convirtiéndose en un cascarón
vacío.
Pero nadie nos salvó.
Creímos las mentiras. Nos aferramos a nuestro odio. Sin embargo, sólo yo
destruí la vida de una chica inocente.
Dicen que cosechas lo que siembras. Eso es mentira, también. Porque debería
estar ardiendo en el infierno por mis pecados. No debería tener permitido despertar
cada mañana con esta hermosa mujer en mis brazos, amándome incondicionalmente.
No debería poder sostener a mi hijo y conocer lo que es la pura alegría.
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Pero puedo.
Por qué eventualmente, alguien me salvó. No lo merezco. Diablos, más que
alguien más, es mi hermana quien necesita ser salvada. Ella actúa por odio. Manipuló el
destino de otra familia, sin importarle el resultado. Pero la amargura aun la controla
mientras‖yo‖ya‖he‖sido‖rescatado.‖Por‖un‖chica...
Pero no es cualquier chica. Es un ángel. Mi ángel. Un hermoso, fuerte, feroz y leal
ángel que entró a mi vida en una camioneta, cargando un arma.
odiar porque no entienden completamente la emoción. Perdonan y olvidan fácilmente.
Dicen un montón de basura como esa porque les ayuda a dormir por la noche. Te
dicen esas buenas y agradables palabras mientras te sonríen.
Pienso diferente. Los niños pueden amar como nadie más. Pueden tener la
capacidad de amar con más fiereza que nadie. Es muy cierto. Yo mismo sé que es cierto.
Porque yo lo viví. A la edad de diez, sabía lo que era el odio y el amor. Tanto que te
consumían. Tanto que alteraban tu vida. Y tanto que te cegaban por completo.
Mirando hacia atrás, desearía que alguien hubiera estado allí para ver como mi
madre sembraba la semilla del odio dentro de mí. Dentro de mi hermana. Si alguien
hubiera estado allí para salvarnos de las mentiras y la amargura que ella permitió que
nos invadiera, entonces quizás las cosas pudieron haber sido diferentes. Para todos los
involucrados.
Nunca hubiera actuado tan tontamente. Nunca hubiera sido mi culpa que una
chica se quedara sola al cuidado de su madre enferma. No hubiera sido mi culpa que la
misma chica estuviera de pie junto a la tumba de su madre creyendo que la única
persona en la tierra que la amaba estaba muerta. No hubiera sido mi culpa que un
hombre se destruyera a sí mismo, su vida siento rota, convirtiéndose en un cascarón
vacío.
Pero nadie nos salvó.
Creímos las mentiras. Nos aferramos a nuestro odio. Sin embargo, sólo yo
destruí la vida de una chica inocente.
Dicen que cosechas lo que siembras. Eso es mentira, también. Porque debería
estar ardiendo en el infierno por mis pecados. No debería tener permitido despertar
cada mañana con esta hermosa mujer en mis brazos, amándome incondicionalmente.
No debería poder sostener a mi hijo y conocer lo que es la pura alegría.
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Pero puedo.
Por qué eventualmente, alguien me salvó. No lo merezco. Diablos, más que
alguien más, es mi hermana quien necesita ser salvada. Ella actúa por odio. Manipuló el
destino de otra familia, sin importarle el resultado. Pero la amargura aun la controla
mientras‖yo‖ya‖he‖sido‖rescatado.‖Por‖un‖chica...
Pero no es cualquier chica. Es un ángel. Mi ángel. Un hermoso, fuerte, feroz y leal
ángel que entró a mi vida en una camioneta, cargando un arma.
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Re: Webnovela LevyRroni William(Rush)Too Far (+18)
1
Esta no es una típica historia de amor. Es real y completamente jodida como para
ser encantadora. Pero cuando eres el bastardo del legendario baterista de una de las
bandas del rock más amadas en el mundo, se esperan serias cagadas. Eso es lo que nos
caracteriza. Agrega la egoísta y caprichosa madre que me crío a la mezcla, y el resultado
no es muy bueno.
Hay muchos lugares donde yo podría comenzar esta historia. En mi dormitorio,
sosteniendo a mi hermana mientras lloraba de dolor por las crueles palabras de nuestra
madre. En la puerta principal, mientras la veía con lágrimas corriendo por su rostro
cuando mi padre me llevaba por el fin de semana, dejándola sola. Ambas cosas
sucedían con frecuencia, marcándome por siempre. Odiaba verla llorar. Sin embargo,
así era esa parte de mi vida.
Compartimos la misma madre, pero nuestros padres eran diferentes. El mío era
un famoso rockero, quien me introdujo al mundo del sexo, drogas y rock and roll cada
fin de semana y por un mes durante los veranos. Él nunca me olvidó. Nunca puso
excusas. Siempre se hallaba allí. Con todas las imperfecciones que tenía, Dean Finlay
siempre aparecía para buscarme. Incluso si no se encontraba sobrio, venía.
El padre de Nan nunca vino. Se encontraba sola cuando yo no estaba, y aunque
amaba estar con mi papá, odiaba saber que me necesitaba. Yo era su padre. Era la única
persona en la que ella podía confiar para cuidarla. Eso me hizo crecer rápidamente.
Cuando le pregunté a mi papá si podría llevarla con nosotros, me dio una triste
mirada y negó con la cabeza. —No puedo, hijo. Desearía, pero tu mamá no va a
permitirlo.
Nunca dijo nada más. Sabía que si mi madre no lo permitía, entonces no había
esperanza. Así que Nan se quedaba sola. Quería odiar a alguien por eso, pero odiar a mi
madre era difícil. Era mi madre. Yo un niño.
Luego encontré una persona para concentrar mi odio y el resentimiento por la
injusticia en la vida de Nan. El hombre cuya sangre corría por las venas de ella, que no
la amaba lo suficiente para siquiera enviarle una tarjeta de cumpleaños. Él tenía su
propia familia. Nan lo visitó una vez.
Obligó a mamá a que la llevara a su casa. Quería hablar con él. Ver su cara. Creía
que la amaría en cuanto la viera. Creo que, en el fondo, pensaba que mamá no le contó a
él sobre ella. Tenía un cuento de hadas en su cabeza donde su padre se lanzaría de
picado y la salvaría al descubrir su existencia. Le daría ese amor que tan
desesperadamente buscaba.
Su casa era más pequeña que la nuestra. Mucho más pequeña. Se hallaba a siete
horas de distancia en una pequeña ciudad en Alabama. Nan dijo que era perfecta.
Mamá la llamó patética. Sin embargo, no era la casa lo que obsesionaba a Nan. No era la
pequeña cerca blanca que describía a detalle. O el aro de baloncesto afuera y las
bicicletas apoyadas contra la puerta de la cochera.
Fue la chica que abrió la puerta. Tenía el cabello largo y rubio, casi blanco. Le
recordó a Nan a una princesa. Excepto que ella usaba tennis sucios. Nan nunca tuvo un
par de tennis, ni siquiera zapatos normales sucios. La chica le sonrió, y Nan estuvo
momentáneamente encantada. Luego vio las fotografías en la pared detrás de la chica.
Fotografías de esta chica y otra casi idéntica. Y un hombre sosteniendo sus manos. Él
sonreía y reía.
Era el padre de ellas.
Eran las dos hijas que amaba. Fue obvio, incluso para los infantiles ojos de Nan,
que él era feliz en esas fotografías. No echaba de menos a la niña que olvidó. La que
nuestra madre le contó que existía.
Todas esas cosas que nuestra madre trató de decirle a lo largo de los años y que
se negó a creer, repentinamente cayeron en su lugar. Le dijo la verdad. El padre de Nan
no la quería, porque ya tenía una vida. Una con dos hermosas y angelicales hijas y una
mujer que se parecía a ellas.
Esas fotos en la pared torturaron a Nan durante años. Una vez más, quise odiar a
mi madre por llevarla hasta allí. Restregándole la verdad en la cara. Al menos cuando
Nan vivía en su cuento de hadas, era feliz, pero su inocencia se perdió ese día. Y mi
odio por su padre y su familia comenzó a crecer dentro de mí.
Ellas tenían la vida que mi hermana pequeña merecía, un padre que las amaba.
Esas chicas no lo merecían tanto como Nan. Esa mujer con la que estaba casado usaba a
esas dos lindas niñas para mantenerlo apartado de Nan. Las odiaba.
Eventualmente, actué por ese odio, pero la historia realmente comienza la noche
en que MaiteWynn caminó a mi casa con un nervioso ceño fruncido y el rostro de un
jodido ángel. Mi peor pesadilla...
ser encantadora. Pero cuando eres el bastardo del legendario baterista de una de las
bandas del rock más amadas en el mundo, se esperan serias cagadas. Eso es lo que nos
caracteriza. Agrega la egoísta y caprichosa madre que me crío a la mezcla, y el resultado
no es muy bueno.
Hay muchos lugares donde yo podría comenzar esta historia. En mi dormitorio,
sosteniendo a mi hermana mientras lloraba de dolor por las crueles palabras de nuestra
madre. En la puerta principal, mientras la veía con lágrimas corriendo por su rostro
cuando mi padre me llevaba por el fin de semana, dejándola sola. Ambas cosas
sucedían con frecuencia, marcándome por siempre. Odiaba verla llorar. Sin embargo,
así era esa parte de mi vida.
Compartimos la misma madre, pero nuestros padres eran diferentes. El mío era
un famoso rockero, quien me introdujo al mundo del sexo, drogas y rock and roll cada
fin de semana y por un mes durante los veranos. Él nunca me olvidó. Nunca puso
excusas. Siempre se hallaba allí. Con todas las imperfecciones que tenía, Dean Finlay
siempre aparecía para buscarme. Incluso si no se encontraba sobrio, venía.
El padre de Nan nunca vino. Se encontraba sola cuando yo no estaba, y aunque
amaba estar con mi papá, odiaba saber que me necesitaba. Yo era su padre. Era la única
persona en la que ella podía confiar para cuidarla. Eso me hizo crecer rápidamente.
Cuando le pregunté a mi papá si podría llevarla con nosotros, me dio una triste
mirada y negó con la cabeza. —No puedo, hijo. Desearía, pero tu mamá no va a
permitirlo.
Nunca dijo nada más. Sabía que si mi madre no lo permitía, entonces no había
esperanza. Así que Nan se quedaba sola. Quería odiar a alguien por eso, pero odiar a mi
madre era difícil. Era mi madre. Yo un niño.
Luego encontré una persona para concentrar mi odio y el resentimiento por la
injusticia en la vida de Nan. El hombre cuya sangre corría por las venas de ella, que no
la amaba lo suficiente para siquiera enviarle una tarjeta de cumpleaños. Él tenía su
propia familia. Nan lo visitó una vez.
Obligó a mamá a que la llevara a su casa. Quería hablar con él. Ver su cara. Creía
que la amaría en cuanto la viera. Creo que, en el fondo, pensaba que mamá no le contó a
él sobre ella. Tenía un cuento de hadas en su cabeza donde su padre se lanzaría de
picado y la salvaría al descubrir su existencia. Le daría ese amor que tan
desesperadamente buscaba.
Su casa era más pequeña que la nuestra. Mucho más pequeña. Se hallaba a siete
horas de distancia en una pequeña ciudad en Alabama. Nan dijo que era perfecta.
Mamá la llamó patética. Sin embargo, no era la casa lo que obsesionaba a Nan. No era la
pequeña cerca blanca que describía a detalle. O el aro de baloncesto afuera y las
bicicletas apoyadas contra la puerta de la cochera.
Fue la chica que abrió la puerta. Tenía el cabello largo y rubio, casi blanco. Le
recordó a Nan a una princesa. Excepto que ella usaba tennis sucios. Nan nunca tuvo un
par de tennis, ni siquiera zapatos normales sucios. La chica le sonrió, y Nan estuvo
momentáneamente encantada. Luego vio las fotografías en la pared detrás de la chica.
Fotografías de esta chica y otra casi idéntica. Y un hombre sosteniendo sus manos. Él
sonreía y reía.
Era el padre de ellas.
Eran las dos hijas que amaba. Fue obvio, incluso para los infantiles ojos de Nan,
que él era feliz en esas fotografías. No echaba de menos a la niña que olvidó. La que
nuestra madre le contó que existía.
Todas esas cosas que nuestra madre trató de decirle a lo largo de los años y que
se negó a creer, repentinamente cayeron en su lugar. Le dijo la verdad. El padre de Nan
no la quería, porque ya tenía una vida. Una con dos hermosas y angelicales hijas y una
mujer que se parecía a ellas.
Esas fotos en la pared torturaron a Nan durante años. Una vez más, quise odiar a
mi madre por llevarla hasta allí. Restregándole la verdad en la cara. Al menos cuando
Nan vivía en su cuento de hadas, era feliz, pero su inocencia se perdió ese día. Y mi
odio por su padre y su familia comenzó a crecer dentro de mí.
Ellas tenían la vida que mi hermana pequeña merecía, un padre que las amaba.
Esas chicas no lo merecían tanto como Nan. Esa mujer con la que estaba casado usaba a
esas dos lindas niñas para mantenerlo apartado de Nan. Las odiaba.
Eventualmente, actué por ese odio, pero la historia realmente comienza la noche
en que MaiteWynn caminó a mi casa con un nervioso ceño fruncido y el rostro de un
jodido ángel. Mi peor pesadilla...
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Re: Webnovela LevyRroni William(Rush)Too Far (+18)
***
Le dije a Nan que no quería a nadie esa noche, pero hizo la fiesta de todos
modos. Mi hermana pequeña no aceptaba un no por respuesta. Recostándome en el
sofá, estiré las piernas frente a mí y tomé un sorbo de mi cerveza. Necesitaba quedarme
aquí el tiempo suficiente para asegurarme que las cosas no se iban a salir de control. Los
amigos de Nan eran más jóvenes que los míos. Eran un poco ruidosos algunas veces.
Pero no me oponía porque esto la hacía feliz.
Mamá huyó a París con su nuevo esposo, el aun irresponsable padre de Nan, eso
no ayudaba a su humor últimamente. Esta era la única manera que podía pensar para
animarla. Por una vez en su vida, deseé que mi madre pensara en alguien más antes
que en sí misma.
—William, conoce a Blaire, creo que ella te pertenece. La encontré afuera un poco
perdida. —La voz de Grant irrumpió mis pensamientos. Miré a mi hermanastro y luego
a la chica de pie al lado suyo. Vi ese rostro antes. Era mayor, pero la reconocí.
Mierda.
Era‖una‖de‖ellas.‖No‖sabía‖sus‖nombres,‖pero‖recordaba‖que‖eran‖dos.‖Ella‖era...‖
Blaire. Posé mis ojos en Nan, encontrándola no muy lejos con un ceño fruncido en su
rostro. Esto no iba a ser bueno. ¿Acaso Grant no notó quién era esta chica?
—¿Ah, sí? —pregunté, mi cerebro buscando velozmente alguna manera de
sacarla de aquí, y rápido. Nan iba a explotar en cualquier momento. Estudié a la chica
que fue fuente de dolor para mi hermana la mayor parte de su vida. Era hermosa. Su
rostro en forma de corazón destacaba con un par de grandes ojos azules con las
pestañas naturales más largas que vi jamás. Rizos platinados caían sobre un par de
buenas tetas que ocultaba en una ajustada blusa de tirantes. Maldición. Sí, ella debía
irse—. Es linda, pero joven. No puedo decir que es mía.
La chica se estremeció. Si no la estuviera observando tan de cerca, no lo hubiera
notado. La expresión perdida en su rostro no tenía sentido. Entró en esta casa sabiendo
que era territorio de no bienvenida. ¿Por qué parecía tan inocente?
—Oh, sí que es tuya. Ya que su papi huyó a París con tu mamá por las próximas
semanas. Yo diría que ahora te pertenece a ti. Yo con mucho gusto le puedo ofrecer una
habitación en mi casa, si quieres. Eso es, claro, si se compromete a dejar su arma mortal
en su camioneta. —Grant encontró eso divertido. El cabrón. Sabía quién era todo este
tiempo. Amaba el hecho de que eso molestara a Nan. Grant haría cualquier cosa que cabreara a Nan.
—Eso no la hace mía —contesté. Ella necesitaba pillar la indirecta e irse.
Grant aclaró su garganta. —Es una broma, ¿verdad?
Tomé un trago de mi cerveza, luego nivelé mi mirada con la de Grant. No me
encontraba de humor para su drama con Nan. Esto iba demasiado lejos. La chica debía
irse.
Parecía lista para huir. Esto no era lo que esperaba. ¿En serio creyó que su
querido padre se hallaría aquí, esperándola? Esa historia sonaba a basura. Vivió con el
hombre por catorce años. Yo tenía tres de conocerlo, y sabía que era un pedazo de
mierda.
—Tengo una casa llena de invitados esta noche y mi cama ya está llena —le
informé, y luego miré de regreso a mi hermano—. Creo que es mejor si la dejamos ir a
buscar un hotel hasta que pueda ponerme en contacto con su papi.
Maitecogió la maleta que Grant sostenía. —Él tiene razón. Debo irme. Esto fue
una mala idea —dijo con un nudo en la voz. Grant no soltó la maleta fácilmente. Ella
tiró con fuerza para liberarla de su agarre. Podía ver las lágrimas contenidas en sus ojos,
y sentí un pinchazo de culpabilidad. ¿Había algo que me perdía? ¿En serio creía que la
esperábamos con los brazos abiertos?
Maitese apresuró hacia la salida. Vi la mirada de satisfacción en el rostro de Nan
mientras pasó a su lado.
—¿Te vas tan rápido? —le preguntó Nan. Maiteno respondió.
—Eres una mierda sin corazón. ¿Lo sabías? —gruñó Grant a mi lado.
No me encontraba de humor para lidiar con él. Nan se pavoneó hacia nosotros
con una sonrisa triunfante. Disfrutó esto. Entendía el porqué. Maitele recordaba todo lo
que Nan careció mientras crecía.
—Se ve exactamente como la recuerdo. Pálida y simple —ronroneó Nan,
hundiéndose a mi lado en el sofá.
Grant resopló. —Eres tan ciega como malvada. Puedes odiarla, pero me hace
agua a la boca.
—No comiences —le advertí a Grant. Nan podría parecer feliz, pero sabía que si
la presionabas demasiado, se venía abajo.
—Si tú no vas detrás de ella, yo lo haré. Voy a llevar ese sexy trasero a mi casa.
No es lo que ustedes dos asumen. Hablé con ella. No sabe nada. Ese tonto padre suyo le
dijo que viniera aquí. Nadie es tan buen mentiroso —dijo Grant mientras miraba a Nan.
modos. Mi hermana pequeña no aceptaba un no por respuesta. Recostándome en el
sofá, estiré las piernas frente a mí y tomé un sorbo de mi cerveza. Necesitaba quedarme
aquí el tiempo suficiente para asegurarme que las cosas no se iban a salir de control. Los
amigos de Nan eran más jóvenes que los míos. Eran un poco ruidosos algunas veces.
Pero no me oponía porque esto la hacía feliz.
Mamá huyó a París con su nuevo esposo, el aun irresponsable padre de Nan, eso
no ayudaba a su humor últimamente. Esta era la única manera que podía pensar para
animarla. Por una vez en su vida, deseé que mi madre pensara en alguien más antes
que en sí misma.
—William, conoce a Blaire, creo que ella te pertenece. La encontré afuera un poco
perdida. —La voz de Grant irrumpió mis pensamientos. Miré a mi hermanastro y luego
a la chica de pie al lado suyo. Vi ese rostro antes. Era mayor, pero la reconocí.
Mierda.
Era‖una‖de‖ellas.‖No‖sabía‖sus‖nombres,‖pero‖recordaba‖que‖eran‖dos.‖Ella‖era...‖
Blaire. Posé mis ojos en Nan, encontrándola no muy lejos con un ceño fruncido en su
rostro. Esto no iba a ser bueno. ¿Acaso Grant no notó quién era esta chica?
—¿Ah, sí? —pregunté, mi cerebro buscando velozmente alguna manera de
sacarla de aquí, y rápido. Nan iba a explotar en cualquier momento. Estudié a la chica
que fue fuente de dolor para mi hermana la mayor parte de su vida. Era hermosa. Su
rostro en forma de corazón destacaba con un par de grandes ojos azules con las
pestañas naturales más largas que vi jamás. Rizos platinados caían sobre un par de
buenas tetas que ocultaba en una ajustada blusa de tirantes. Maldición. Sí, ella debía
irse—. Es linda, pero joven. No puedo decir que es mía.
La chica se estremeció. Si no la estuviera observando tan de cerca, no lo hubiera
notado. La expresión perdida en su rostro no tenía sentido. Entró en esta casa sabiendo
que era territorio de no bienvenida. ¿Por qué parecía tan inocente?
—Oh, sí que es tuya. Ya que su papi huyó a París con tu mamá por las próximas
semanas. Yo diría que ahora te pertenece a ti. Yo con mucho gusto le puedo ofrecer una
habitación en mi casa, si quieres. Eso es, claro, si se compromete a dejar su arma mortal
en su camioneta. —Grant encontró eso divertido. El cabrón. Sabía quién era todo este
tiempo. Amaba el hecho de que eso molestara a Nan. Grant haría cualquier cosa que cabreara a Nan.
—Eso no la hace mía —contesté. Ella necesitaba pillar la indirecta e irse.
Grant aclaró su garganta. —Es una broma, ¿verdad?
Tomé un trago de mi cerveza, luego nivelé mi mirada con la de Grant. No me
encontraba de humor para su drama con Nan. Esto iba demasiado lejos. La chica debía
irse.
Parecía lista para huir. Esto no era lo que esperaba. ¿En serio creyó que su
querido padre se hallaría aquí, esperándola? Esa historia sonaba a basura. Vivió con el
hombre por catorce años. Yo tenía tres de conocerlo, y sabía que era un pedazo de
mierda.
—Tengo una casa llena de invitados esta noche y mi cama ya está llena —le
informé, y luego miré de regreso a mi hermano—. Creo que es mejor si la dejamos ir a
buscar un hotel hasta que pueda ponerme en contacto con su papi.
Maitecogió la maleta que Grant sostenía. —Él tiene razón. Debo irme. Esto fue
una mala idea —dijo con un nudo en la voz. Grant no soltó la maleta fácilmente. Ella
tiró con fuerza para liberarla de su agarre. Podía ver las lágrimas contenidas en sus ojos,
y sentí un pinchazo de culpabilidad. ¿Había algo que me perdía? ¿En serio creía que la
esperábamos con los brazos abiertos?
Maitese apresuró hacia la salida. Vi la mirada de satisfacción en el rostro de Nan
mientras pasó a su lado.
—¿Te vas tan rápido? —le preguntó Nan. Maiteno respondió.
—Eres una mierda sin corazón. ¿Lo sabías? —gruñó Grant a mi lado.
No me encontraba de humor para lidiar con él. Nan se pavoneó hacia nosotros
con una sonrisa triunfante. Disfrutó esto. Entendía el porqué. Maitele recordaba todo lo
que Nan careció mientras crecía.
—Se ve exactamente como la recuerdo. Pálida y simple —ronroneó Nan,
hundiéndose a mi lado en el sofá.
Grant resopló. —Eres tan ciega como malvada. Puedes odiarla, pero me hace
agua a la boca.
—No comiences —le advertí a Grant. Nan podría parecer feliz, pero sabía que si
la presionabas demasiado, se venía abajo.
—Si tú no vas detrás de ella, yo lo haré. Voy a llevar ese sexy trasero a mi casa.
No es lo que ustedes dos asumen. Hablé con ella. No sabe nada. Ese tonto padre suyo le
dijo que viniera aquí. Nadie es tan buen mentiroso —dijo Grant mientras miraba a Nan.
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Re: Webnovela LevyRroni William(Rush)Too Far (+18)
—Papá nunca le hubiera dicho que viniera a casa de William. Vino aquí por
avariciosa. Olió el dinero. ¿Viste lo que usaba? —Nan arrugó la nariz con disgusto.
Grant rio. —Diablos, sí, vi lo que llevaba puesto. ¿Por qué crees que quiero
llevarla a mi departamento? Es jodidamente sexy, Nan. No creo una mierda de lo que
me dices. Es una chica inocente, perdida y malditamente caliente.
Grant se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta. Iba a ir detrás de ella. No podía
permitirle hacer eso. Era tan fácil de engañar. Aceptaba que la chica parecía inocente a
simple vista, pero él pensaba con su polla.
—Alto. Yo iré tras ella —dije, poniéndome de pie.
—¿Qué? —preguntó Nan con la voz horrorizada.
Grant dio un paso atrás y me permitió pasar a su lado. No me volví hacia atrás
para ver a mi hermana. Grant tenía razón. Necesitaba ver si esta chica era una actriz o si
realmente el cabrón de su padre le dijo que viniera aquí. Por no mencionar que quería echarle otro vistazo sin audiencia.
avariciosa. Olió el dinero. ¿Viste lo que usaba? —Nan arrugó la nariz con disgusto.
Grant rio. —Diablos, sí, vi lo que llevaba puesto. ¿Por qué crees que quiero
llevarla a mi departamento? Es jodidamente sexy, Nan. No creo una mierda de lo que
me dices. Es una chica inocente, perdida y malditamente caliente.
Grant se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta. Iba a ir detrás de ella. No podía
permitirle hacer eso. Era tan fácil de engañar. Aceptaba que la chica parecía inocente a
simple vista, pero él pensaba con su polla.
—Alto. Yo iré tras ella —dije, poniéndome de pie.
—¿Qué? —preguntó Nan con la voz horrorizada.
Grant dio un paso atrás y me permitió pasar a su lado. No me volví hacia atrás
para ver a mi hermana. Grant tenía razón. Necesitaba ver si esta chica era una actriz o si
realmente el cabrón de su padre le dijo que viniera aquí. Por no mencionar que quería echarle otro vistazo sin audiencia.
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Re: Webnovela LevyRroni William(Rush)Too Far (+18)
2
Ella se dirigía hacia una camioneta vieja y destartalada cuando abrí la puerta y
salí. Me detuve un momento, preguntándome si era de ella o si alguien la trajo. Grant
no mencionó a nadie más. Entrecerré los ojos en la oscuridad para ver si podía
distinguir a alguien dentro de la camioneta, pero no podía decirlo desde esta distancia.
Maiteabrió de golpe la puerta del lado del conductor y luego hizo una pausa
para tomar una respiración profunda. Era casi dramático, o por lo menos lo sería si
supiera que era vigilada. Pero por la forma en que sus hombros se hundieron en derrota
antes de que subiera a la camioneta, supe que ella no tenía idea de que tenía audiencia.
Pero, de nuevo, tal vez lo sabía. No sabía nada de esta chica. Sólo sabía que su
padre era un jodido mantenido. Tomó lo que mi madre y Nan le dieron, y sin embargo,
nunca correspondió sus muestras de cariño o amor. El hombre era frío. Lo veía en sus
ojos. No se preocupaba para nada de Nan o de mi estúpida madre. Las usaba a ambas.
La chica era hermosa. No tenía ninguna duda al respecto. Pero también fue
criada por ese hombre. Podría ser una maestra de la manipulación. Usando su belleza
para conseguir lo que quería, sin importarle a quien lastimaba en el camino.
Bajé las escaleras y me dirigí a la camioneta. Todavía se hallaba sentada ahí, y
quería que se fuera antes de que Grant saliera y cayera en su actuación. La llevaría a su
casa. Y ella lo usaría hasta que se aburriera. No sólo protegía a mi hermana; también
protegía a mi hermano de ella. Grant era un blanco fácil.
Se giró y sus ojos chocaron con los míos antes de que ella dejara escapar un grito.
Sus ojos enrojecidos lucían como si hubiera llorado lágrimas de verdad. No se
encontraba nadie aquí para verla, así que cabía la pequeña posibilidad de que esto no
era parte de una estafa elaborada.
Esperé a que hiciera algo más que mirarme como si yo fuera el desconocido,
cuando era ella quien se hallaba en mi propiedad. Como si leyera mi mente, giró su mirada hacia el volante e hizo un movimiento para encender la camioneta.
Nada.
Comenzó a ponerse frenética en sus intentos para lograr que la camioneta
arrancara, pero por el clic que escuché, supuse que no tenía ni una gota de gasolina en
su tanque. Tal vez se encontraba desesperada. Todavía no confiaba en ella.
La visión de ella golpeando su volante con frustración era graciosa. ¿De qué
servía eso si la idiota condujo con su tanque completamente vacío?
Finalmente abrió la puerta de la camioneta y me miró. Si no era tan malditamente
inocente como parecía, entonces la chica era una actriz condenadamente buena.
—¿Problemas? —le pregunté.
La expresión en su rostro decía que no quería decirme que no podía irse. Me
recordé de nuevo que se trataba de la hija de Abe Wynn. La que él crio. Por la que
abandonó a Nan durante todos esos años. No sentiría lástima por ella.
—Me he quedado sin gasolina —dijo con voz suave.
No jodas. Si dejo que vuelva a entrar, tendría que lidiar con Nan. Si no lo hacía,
Grant se haría cargo de ella. Y entonces sería más que probable que se aprovecharía de
él.
—¿Cuántos años tienes? —pregunté. Ya debería saber, pero maldición, pensé que
era mayor de lo que parecía. La mirada asustada de grandes ojos en su rostro la hacía
parecer muy joven. La forma en que llenaba esa camiseta sin mangas y pantalones
vaqueros era la única señal de que era por lo menos mayor de edad.
—Diecinueve —respondió.
—¿En serio? —pregunté, sin hallarme seguro de creerle.
—Sí. En serio. —El ceño de enojo era lindo. Maldición. No quería pensar en que
era linda. Era una jodida complicación que no necesitaba.
—Lo siento. Simplemente pareces más joven —dije con una sonrisa. Luego dejé
que mi mirada viajara por su cuerpo. No necesitaba que pensara que yo era alguien en
quien podía confiar. No lo era. Nunca lo sería—. Retiro lo dicho. Cada trozo de tu
cuerpo parece de diecinueve años. Es esa cara tuya la que parece tan fresca y joven. ¿No
usas maquillaje?
No se ofendió, pero su ceño aumentó. No era el efecto que deseaba. —Me he
quedado sin gasolina. Tengo veinte dólares conmigo. Mi padre se ha marchado y me
dejó después de decirme que me ayudaría hasta que me pudiera hacer cargo de mi
misma. Confía en mí, él era la última persona a la que quería pedir ayuda. No, no uso
maquillaje. Tengo problemas más grandes que lucir bonita. Ahora, ¿vas a llamar a la policía o una grúa? Me quedo con la policía en caso de tener una elección.
¿En serio me sugirió que llamara a la policía? ¿Y fue desdén por su querido papá
lo que escuché en su voz? Me encontraba muy condenadamente seguro de que lo era.
Tal vez no fue el padre modelo que Nan imaginó en su cabeza por la breve visita que
hizo a esa casa cuando era niña. Sonaba como que Abe se hallaba en su lista negra.
—No me gusta tu padre y por el tono de tu voz, a ti tampoco—dije, dejando que
la idea de que tal vez era otra víctima de Abe Wynn penetrara en mí. Él abandonó a
Nan, y bastante seguro que sonaba como que abandonó a esta hija también. Me
encontraba a punto de hacer algo de lo que me arrepentiría—. Hay una habitación que
está vacía esta noche. Lo estará hasta que mi mamá vuelva a casa. No mantengo a su
criada cuando no está aquí. La señora Henrietta sólo viene a limpiar una vez a la
semana cuando mamá está de vacaciones. Puedes tener su habitación bajo las escaleras.
Es pequeña, pero tiene una cama.
La mirada de incredulidad y alivio en su rostro casi hizo que la idea de enfrentar
a Nan valiera la pena. Aunque me encontraba muy condenadamente seguro de que
Maitey Nan tenían problemas de abandono, por parte de su padre, en común, sabía
que Nan nunca aceptaría eso. Se hallaba decidida a odiar a alguien, y Maitese llevaría
la peor parte de su ira.
—Mi única otra opción es esta camioneta. Te puedo asegurar que lo que estás
ofreciendo es mucho mejor. Gracias —dijo con firmeza.
Joder. ¿Realmente estuve a punto de dejar a esta chica en su camioneta? Eso era
peligroso. —¿Dónde está tu maleta? —pregunté, con ganas de acabar con esto y hablar
con Nan.
Maitecerró la puerta de la camioneta y se dirigió hacia la parte trasera para
conseguir su maleta. De ninguna manera su pequeño cuerpo la tomaría y la levantaría
por encima de la cama de la camioneta. Me acerqué por detrás de ella y la tomé.
Se dio la vuelta, y la mirada de asombro en su rostro me hizo sonreír. Le guiñé
un ojo. —Puedo llevar tu equipaje. No soy tan imbécil.
—Gracias, otra vez —dijo con un tartamudeo, mientras esos ojos grandes e
inocentes se clavaban en los míos.
Maldición, sus pestañas eran largas. No veía chicas sin maquillaje a menudo. La
belleza natural de Maiteera sorprendente. Tendría que recordarme que ella no era otra
cosa más que problemas. Eso y mantener mi jodida distancia. Tal vez debí dejar que
bajara su propia maleta. Por lo menos así ella pensaría que era un idiota y se mantendría a distancia.
salí. Me detuve un momento, preguntándome si era de ella o si alguien la trajo. Grant
no mencionó a nadie más. Entrecerré los ojos en la oscuridad para ver si podía
distinguir a alguien dentro de la camioneta, pero no podía decirlo desde esta distancia.
Maiteabrió de golpe la puerta del lado del conductor y luego hizo una pausa
para tomar una respiración profunda. Era casi dramático, o por lo menos lo sería si
supiera que era vigilada. Pero por la forma en que sus hombros se hundieron en derrota
antes de que subiera a la camioneta, supe que ella no tenía idea de que tenía audiencia.
Pero, de nuevo, tal vez lo sabía. No sabía nada de esta chica. Sólo sabía que su
padre era un jodido mantenido. Tomó lo que mi madre y Nan le dieron, y sin embargo,
nunca correspondió sus muestras de cariño o amor. El hombre era frío. Lo veía en sus
ojos. No se preocupaba para nada de Nan o de mi estúpida madre. Las usaba a ambas.
La chica era hermosa. No tenía ninguna duda al respecto. Pero también fue
criada por ese hombre. Podría ser una maestra de la manipulación. Usando su belleza
para conseguir lo que quería, sin importarle a quien lastimaba en el camino.
Bajé las escaleras y me dirigí a la camioneta. Todavía se hallaba sentada ahí, y
quería que se fuera antes de que Grant saliera y cayera en su actuación. La llevaría a su
casa. Y ella lo usaría hasta que se aburriera. No sólo protegía a mi hermana; también
protegía a mi hermano de ella. Grant era un blanco fácil.
Se giró y sus ojos chocaron con los míos antes de que ella dejara escapar un grito.
Sus ojos enrojecidos lucían como si hubiera llorado lágrimas de verdad. No se
encontraba nadie aquí para verla, así que cabía la pequeña posibilidad de que esto no
era parte de una estafa elaborada.
Esperé a que hiciera algo más que mirarme como si yo fuera el desconocido,
cuando era ella quien se hallaba en mi propiedad. Como si leyera mi mente, giró su mirada hacia el volante e hizo un movimiento para encender la camioneta.
Nada.
Comenzó a ponerse frenética en sus intentos para lograr que la camioneta
arrancara, pero por el clic que escuché, supuse que no tenía ni una gota de gasolina en
su tanque. Tal vez se encontraba desesperada. Todavía no confiaba en ella.
La visión de ella golpeando su volante con frustración era graciosa. ¿De qué
servía eso si la idiota condujo con su tanque completamente vacío?
Finalmente abrió la puerta de la camioneta y me miró. Si no era tan malditamente
inocente como parecía, entonces la chica era una actriz condenadamente buena.
—¿Problemas? —le pregunté.
La expresión en su rostro decía que no quería decirme que no podía irse. Me
recordé de nuevo que se trataba de la hija de Abe Wynn. La que él crio. Por la que
abandonó a Nan durante todos esos años. No sentiría lástima por ella.
—Me he quedado sin gasolina —dijo con voz suave.
No jodas. Si dejo que vuelva a entrar, tendría que lidiar con Nan. Si no lo hacía,
Grant se haría cargo de ella. Y entonces sería más que probable que se aprovecharía de
él.
—¿Cuántos años tienes? —pregunté. Ya debería saber, pero maldición, pensé que
era mayor de lo que parecía. La mirada asustada de grandes ojos en su rostro la hacía
parecer muy joven. La forma en que llenaba esa camiseta sin mangas y pantalones
vaqueros era la única señal de que era por lo menos mayor de edad.
—Diecinueve —respondió.
—¿En serio? —pregunté, sin hallarme seguro de creerle.
—Sí. En serio. —El ceño de enojo era lindo. Maldición. No quería pensar en que
era linda. Era una jodida complicación que no necesitaba.
—Lo siento. Simplemente pareces más joven —dije con una sonrisa. Luego dejé
que mi mirada viajara por su cuerpo. No necesitaba que pensara que yo era alguien en
quien podía confiar. No lo era. Nunca lo sería—. Retiro lo dicho. Cada trozo de tu
cuerpo parece de diecinueve años. Es esa cara tuya la que parece tan fresca y joven. ¿No
usas maquillaje?
No se ofendió, pero su ceño aumentó. No era el efecto que deseaba. —Me he
quedado sin gasolina. Tengo veinte dólares conmigo. Mi padre se ha marchado y me
dejó después de decirme que me ayudaría hasta que me pudiera hacer cargo de mi
misma. Confía en mí, él era la última persona a la que quería pedir ayuda. No, no uso
maquillaje. Tengo problemas más grandes que lucir bonita. Ahora, ¿vas a llamar a la policía o una grúa? Me quedo con la policía en caso de tener una elección.
¿En serio me sugirió que llamara a la policía? ¿Y fue desdén por su querido papá
lo que escuché en su voz? Me encontraba muy condenadamente seguro de que lo era.
Tal vez no fue el padre modelo que Nan imaginó en su cabeza por la breve visita que
hizo a esa casa cuando era niña. Sonaba como que Abe se hallaba en su lista negra.
—No me gusta tu padre y por el tono de tu voz, a ti tampoco—dije, dejando que
la idea de que tal vez era otra víctima de Abe Wynn penetrara en mí. Él abandonó a
Nan, y bastante seguro que sonaba como que abandonó a esta hija también. Me
encontraba a punto de hacer algo de lo que me arrepentiría—. Hay una habitación que
está vacía esta noche. Lo estará hasta que mi mamá vuelva a casa. No mantengo a su
criada cuando no está aquí. La señora Henrietta sólo viene a limpiar una vez a la
semana cuando mamá está de vacaciones. Puedes tener su habitación bajo las escaleras.
Es pequeña, pero tiene una cama.
La mirada de incredulidad y alivio en su rostro casi hizo que la idea de enfrentar
a Nan valiera la pena. Aunque me encontraba muy condenadamente seguro de que
Maitey Nan tenían problemas de abandono, por parte de su padre, en común, sabía
que Nan nunca aceptaría eso. Se hallaba decidida a odiar a alguien, y Maitese llevaría
la peor parte de su ira.
—Mi única otra opción es esta camioneta. Te puedo asegurar que lo que estás
ofreciendo es mucho mejor. Gracias —dijo con firmeza.
Joder. ¿Realmente estuve a punto de dejar a esta chica en su camioneta? Eso era
peligroso. —¿Dónde está tu maleta? —pregunté, con ganas de acabar con esto y hablar
con Nan.
Maitecerró la puerta de la camioneta y se dirigió hacia la parte trasera para
conseguir su maleta. De ninguna manera su pequeño cuerpo la tomaría y la levantaría
por encima de la cama de la camioneta. Me acerqué por detrás de ella y la tomé.
Se dio la vuelta, y la mirada de asombro en su rostro me hizo sonreír. Le guiñé
un ojo. —Puedo llevar tu equipaje. No soy tan imbécil.
—Gracias, otra vez —dijo con un tartamudeo, mientras esos ojos grandes e
inocentes se clavaban en los míos.
Maldición, sus pestañas eran largas. No veía chicas sin maquillaje a menudo. La
belleza natural de Maiteera sorprendente. Tendría que recordarme que ella no era otra
cosa más que problemas. Eso y mantener mi jodida distancia. Tal vez debí dejar que
bajara su propia maleta. Por lo menos así ella pensaría que era un idiota y se mantendría a distancia.
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Re: Webnovela LevyRroni William(Rush)Too Far (+18)
—Ah, bueno, la detuviste. Te estaba dando cinco minutos para luego venir aquí y
asegurarme de que ella no había escapado —dijo Grant, sacándome de cualquier trance
bajo el que esta chica me puso. Hijo de puta, tenía que parar esta mierda ahora.
—Va a tomar la habitación de Henrietta hasta que pueda ponerse en contacto con
su padre y encontrar algo mejor —le contesté, y empujé la maleta hacia Grant—. Toma,
llévala a su habitación. Tengo compañía con la que regresar.
No la miré de nuevo, ni hice contacto visual con Grant. Necesitaba distancia. Y
tenía que hablar con Nan. No estaría feliz, pero de ninguna jodida manera dejaría a la
chica dormir en su camioneta. Llamaría la atención. Era hermosa y completamente
incapaz de cuidar de sí misma. ¡Maldición! ¿Por qué fui y metí a Abe Wynn en nuestras
vidas? Él causaba toda esta mierda.
Nan se encontraba de pie en la puerta con los brazos cruzados sobre su pecho,
mirando hacia mí. La quería enojada. Mientras se hallara enojada conmigo, no lloraría.
No sabía cómo lidiar con ella cuando lloraba. Era el que trataba de aliviar su dolor
desde que era pequeña. Cuando Nan lloraba, de inmediato comenzaba a tratar de
arreglar las cosas.
—¿Por qué aún está aquí? —espetó Nan, mirando por encima de mi hombro
antes de que yo pudiera cerrar la puerta y ocultar el hecho de que Grant se dirigía hacia
aquí con Blaire.
—Tenemos que hablar. —La tomé del brazo, apartándola de la puerta y yendo
hacia la escalera—. Arriba. Si vas a gritar, no quiero hacer una escena —dije,
asegurándome de usar mi voz severa.
Frunció el ceño y pisoteó subiendo las escaleras como una niña de cinco años.
La seguí, esperando que se alejara lo suficiente de la puerta principal antes de
que se abriera. No tomé una respiración profunda hasta que ella entró al dormitorio que
solía utilizar cuando ésta era nuestra casa de verano. Antes de convertirme en un adulto
y tomara lo que era mío.
—Le estas creyendo esa excusa, ¿no? ¡Grant te convenció! Sabía que debí seguirlo
afuera. Es un imbécil. Sólo hace esto para molestarme —espetó antes de que yo pudiera
decir algo.
—Se quedará en el cuarto debajo de las malditas escaleras. No es como si la
pusiera aquí arriba. Y sólo se quedará hasta que pueda hablar con Abe y averiguar qué
hacer. No tiene gasolina en su camioneta y no tiene dinero para conseguir una
habitación de hotel. Quieres enojarte con alguien, bien, ¡enójate con el hijo de puta de
Abe! —No tenía la intención de alzar la voz, pero cuanto más pensaba acerca de Abe
corriendo a París sabiendo que su hija se dirigía hacia acá en una destartalada
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camioneta vieja sin dinero, más me molestaba. Cualquier cosa pudo suceder. Ella era
demasiado condenadamente frágil y necesitada.
—Crees que es ardiente. Vi la mirada en tus ojos. No soy estúpida. De eso es de
lo que se trata todo esto —dijo Nan, antes de que sacara su labio en una mueca—. Verla
me hiere, William. Lo sabes. Ella lo tuvo por dieciséis años. ¡Es mi turno!
Sacudí mi cabeza con incredulidad. ¿Ella pensaba que tenía a Abe ahora? ¿En
serio? Él se largó a disfrutar la vida en París con el dinero de mi madre, y ¿Nan pensaba
que eso significaba que ganó? —Es un maldito perdedor, Nan. Ella tuvo al idiota
durante dieciséis años. No creo que eso signifique que ganó algo. La dejó venir aquí
pensando que él le ayudaría y no pensó dos veces sobre el hecho de que es una niña
indefensa con esos grandes ojos tristes de la que cualquier hombre se podría
aprovechar. —Dejé de hablar, porque me encontraba diciendo demasiado.
Los ojos de Nan se abrieron ampliamente. —¡Santo infierno! ¡No te la folles! ¿Me
escuchas? ¡No te la folles! Se va tan pronto como puedas echarla. No la quiero aquí.
Hablar con mi hermana era como hablar con la pared. Era tan testaruda. No haría
esto nunca más. Ella podía hacer todas las demandas que quisiera, pero era el dueño de
esta casa. Era dueño de su apartamento. Era el dueño de todo en su vida. Tenía el
control. No ella.
—Regresa abajo, a tu fiesta y tus amigos. Me voy a la cama. Déjame manejar esto
de la forma en que se necesita —dije, me di la vuelta y me dirigí a la puerta.
—Pero te la vas a follar, ¿no es así? —preguntó Nan detrás de mí.
Quería que dejara de decir esa palabra en relación a Blaire, porque, maldito sea el
infierno, me hacía pensar sobre todo ese cabello rubio platinado en mi almohada y esos
ojos mirándome mientras ella llegaba a su clímax. No le respondí a Nan. No follaría a
MaiteWynn. Me mantendría lo más lejos posible de ella. Pero Nan no me daría órdenes, tampoco. Tomaba mis propias decisiones.
asegurarme de que ella no había escapado —dijo Grant, sacándome de cualquier trance
bajo el que esta chica me puso. Hijo de puta, tenía que parar esta mierda ahora.
—Va a tomar la habitación de Henrietta hasta que pueda ponerse en contacto con
su padre y encontrar algo mejor —le contesté, y empujé la maleta hacia Grant—. Toma,
llévala a su habitación. Tengo compañía con la que regresar.
No la miré de nuevo, ni hice contacto visual con Grant. Necesitaba distancia. Y
tenía que hablar con Nan. No estaría feliz, pero de ninguna jodida manera dejaría a la
chica dormir en su camioneta. Llamaría la atención. Era hermosa y completamente
incapaz de cuidar de sí misma. ¡Maldición! ¿Por qué fui y metí a Abe Wynn en nuestras
vidas? Él causaba toda esta mierda.
Nan se encontraba de pie en la puerta con los brazos cruzados sobre su pecho,
mirando hacia mí. La quería enojada. Mientras se hallara enojada conmigo, no lloraría.
No sabía cómo lidiar con ella cuando lloraba. Era el que trataba de aliviar su dolor
desde que era pequeña. Cuando Nan lloraba, de inmediato comenzaba a tratar de
arreglar las cosas.
—¿Por qué aún está aquí? —espetó Nan, mirando por encima de mi hombro
antes de que yo pudiera cerrar la puerta y ocultar el hecho de que Grant se dirigía hacia
aquí con Blaire.
—Tenemos que hablar. —La tomé del brazo, apartándola de la puerta y yendo
hacia la escalera—. Arriba. Si vas a gritar, no quiero hacer una escena —dije,
asegurándome de usar mi voz severa.
Frunció el ceño y pisoteó subiendo las escaleras como una niña de cinco años.
La seguí, esperando que se alejara lo suficiente de la puerta principal antes de
que se abriera. No tomé una respiración profunda hasta que ella entró al dormitorio que
solía utilizar cuando ésta era nuestra casa de verano. Antes de convertirme en un adulto
y tomara lo que era mío.
—Le estas creyendo esa excusa, ¿no? ¡Grant te convenció! Sabía que debí seguirlo
afuera. Es un imbécil. Sólo hace esto para molestarme —espetó antes de que yo pudiera
decir algo.
—Se quedará en el cuarto debajo de las malditas escaleras. No es como si la
pusiera aquí arriba. Y sólo se quedará hasta que pueda hablar con Abe y averiguar qué
hacer. No tiene gasolina en su camioneta y no tiene dinero para conseguir una
habitación de hotel. Quieres enojarte con alguien, bien, ¡enójate con el hijo de puta de
Abe! —No tenía la intención de alzar la voz, pero cuanto más pensaba acerca de Abe
corriendo a París sabiendo que su hija se dirigía hacia acá en una destartalada
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camioneta vieja sin dinero, más me molestaba. Cualquier cosa pudo suceder. Ella era
demasiado condenadamente frágil y necesitada.
—Crees que es ardiente. Vi la mirada en tus ojos. No soy estúpida. De eso es de
lo que se trata todo esto —dijo Nan, antes de que sacara su labio en una mueca—. Verla
me hiere, William. Lo sabes. Ella lo tuvo por dieciséis años. ¡Es mi turno!
Sacudí mi cabeza con incredulidad. ¿Ella pensaba que tenía a Abe ahora? ¿En
serio? Él se largó a disfrutar la vida en París con el dinero de mi madre, y ¿Nan pensaba
que eso significaba que ganó? —Es un maldito perdedor, Nan. Ella tuvo al idiota
durante dieciséis años. No creo que eso signifique que ganó algo. La dejó venir aquí
pensando que él le ayudaría y no pensó dos veces sobre el hecho de que es una niña
indefensa con esos grandes ojos tristes de la que cualquier hombre se podría
aprovechar. —Dejé de hablar, porque me encontraba diciendo demasiado.
Los ojos de Nan se abrieron ampliamente. —¡Santo infierno! ¡No te la folles! ¿Me
escuchas? ¡No te la folles! Se va tan pronto como puedas echarla. No la quiero aquí.
Hablar con mi hermana era como hablar con la pared. Era tan testaruda. No haría
esto nunca más. Ella podía hacer todas las demandas que quisiera, pero era el dueño de
esta casa. Era dueño de su apartamento. Era el dueño de todo en su vida. Tenía el
control. No ella.
—Regresa abajo, a tu fiesta y tus amigos. Me voy a la cama. Déjame manejar esto
de la forma en que se necesita —dije, me di la vuelta y me dirigí a la puerta.
—Pero te la vas a follar, ¿no es así? —preguntó Nan detrás de mí.
Quería que dejara de decir esa palabra en relación a Blaire, porque, maldito sea el
infierno, me hacía pensar sobre todo ese cabello rubio platinado en mi almohada y esos
ojos mirándome mientras ella llegaba a su clímax. No le respondí a Nan. No follaría a
MaiteWynn. Me mantendría lo más lejos posible de ella. Pero Nan no me daría órdenes, tampoco. Tomaba mis propias decisiones.
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Re: Webnovela LevyRroni William(Rush)Too Far (+18)
3
La música fluía fuerte por las escaleras, pero sabía que no sería capaz de
escucharla en mi habitación.
No me encontraba de humor para toda esa mierda ahí abajo. No estuve de
humor antes de que MaiteWynn apareciera, y de seguro no estaba de humor ahora.
—Ahí estás —dijo una mujer con voz suave, y me giré para ver a una de las
amigas de Nan del club caminando hacia mí. Su falda era tan corta que su trasero casi
salía de la parte trasera. Esa fue la única razón de que la notara. Es difícil perderse un
trasero exhibiéndose así. Sin embargo, no podía recordar su nombre.
—¿Te perdiste? —pregunté, sin agradarme que viniera arriba. Mi regla era
mantener la fiesta lejos de mi espacio personal.
Sacó su pecho y mordisqueó su labio inferior antes de batir sus pestañas en mi
dirección. Largas y falsas pestañas. Nada como las de Blaire. Jódeme. ¿Por qué pensaba
en Blaire?
—Estoy exactamente donde quiero estar. Contigo —dijo en un susurro ronco,
antes de presionar sus tetas contra mi pecho y pasear sus manos hacia abajo para acunar
mi polla—. He escuchado cuán bien puedes hacer sentir a una chica. Cómo puedes
hacer gritar orgasmos, una y otra vez —dijo, apretándome con suavidad—. Hazme
venir, William.
Extendí‖la‖mano‖y‖agarré‖un‖mecho‖de‖su‖cabello‖rubio.‖No‖era‖tan‖rubio‖como...‖
no. Maldita sea. Iba a hacerlo otra vez. Comparar cada cosa de ella con Blaire. Era un
problema del que necesitaba tomar control, ahora. —Ruega —dije.
—Por favor, William —respondió con rapidez, y frotó mi polla desinteresada para
ponerla dura—. Quiero que me folles, por favor.
Era buena. Sonaba casi como una estrella porno. —Es solo sexo, nena. Nada más.
Y solo por esta noche —dije. Siempre me aseguraba de que conocieran las reglas. No tendríamos repetición a menos de que fuera malditamente buena.
—Mmm. Te recordaré que dijiste eso —dijo, guiñándome como si no me creyera
en absoluto. O era malditamente brillante haciéndolo, o era una ilusión de su parte.
Difícilmente alguna vez regresaba para una segunda vez—. ¿Dónde está tu habitación?
—preguntó, presionando un beso en mi pecho.
—No te llevaré a mi habitación —dije, y la empujé hacia atrás hasta que
trastabilló en la habitación de invitados que utilizaba para sexo. Las chicas no iban a mi
habitación. Ese era mi lugar, y no quería recuerdos de chicas ahí arriba.
—Oh, señor Impaciente —dijo, riéndose mientras se contoneaba fuera de su falda
y lamía sus labios—. Soy una profesión chupando pollas.
Me saqué la camisa y me acerqué para sentarme en la cama. —Muéstrame —
respondí.
***
El aroma a perfume golpeó mi nariz, y entorné los ojos contra el sol, maldiciendo
a quien sea que no hubiera cerrado las malditas cortinas la noche anterior. Giré, y el
cuerpo desnudo a mi lado hizo un ruido. Se quedó toda la noche. Mierda. Odiaba a las
que no se marchaban. Eran las pegajosas. Las que creían que eran más que una follada.
¿En serio creían que ponerse de rodillas y chuparme hasta correrme sin decirme su
nombre iba a ganarles puntos?
Me puse de pie y encontré mis vaqueros, luego me los coloqué de un tirón. La
chica bostezó, y decidí que olvidaría la camisa y saldría de aquí mientras tuviera
tiempo. Entendería la pista cuando no me encontrara en ningún lugar. Abrí la puerta
lentamente, me deslicé en el pasillo, y me dirigí a las escaleras. Si iba a mi habitación,
vendría a tocar mi puerta. Podría marcharme a la playa y meterme en una carrera
temprana. Pero primero, necesitaba café.
Preparé una taza rápida, luego caminé hacia las puertas francesas que conducían
al exterior. En el momento en que llegué a la puerta, la vi. Su largo y sedoso cabello
ondeaba en la brisa mientras permanecía en mi pórtico mirando el agua. Me encantó la
vista. Era tranquilizante. Me pregunté qué pensaba. ¿Le preocupaba que Abe podría no
regresar? ¿Realmente iba a encontrar una manera de irse? ¿O era vaga como su padre?
Después de una noche de sexo con una desconocida amiga de mi hermana, me
pregunté cómo sería acercarme a Blaire. No se arrojaría hacia mí, y seguro como el
infierno de que no ser arrodillaría y me chuparía porque se lo ordenara. ¿Por qué la idea
de inocencia me parecía atractiva? Eso era complicado. No hacía cosas complicadas. Sin
embargo, no podía ignorarla. No esta mañana. Necesitaba ver su rostro de nuevo y ver Llamaría a su padre esta mañana. Necesitaba sacarla de aquí. Hasta entonces,
tenía que asegurarme de que me odiara. —Ya tengo un ama de llaves. No estoy
buscando contratar a otra si eso es lo que estás pensando. —El áspero tono en mi propia
voz me hizo querer encogerme, pero mantuve la mirada aburrida en mi rostro. La había
perfeccionado hace años. No podía mirarla justo ahora.
—No. Ya lo sé. Solo estaba tratando de ser útil. Tú me dejaste dormir en tu casa
anoche. —Su voz era suave y suplicante como si necesitara que le creyera. A la mierda.
Necesitábamos fijar algunas reglas antes de que lo jodiera. —Acerca eso.
Tenemos que hablar.
—Está bien —dijo en un susurro. Maldición. ¿Por qué parecía tan derrotada de
nuevo? No había pateado a su maldito cachorro.
—No me agrada tu padre. Es un vividor. Mi madre siempre tiende a encontrar
hombres así. Es su talento. Pero creo que tú ya sabes eso acerca de él. Lo que se me hace
curioso, ¿por qué has venido a él en busca de ayuda si sabías lo que era? —Necesitaba
que me dijera algo real. O necesitaba atraparla en una mentira. No podía seguir aquí
por mucho más tiempo. Esas malditas piernas largas suyas y sus grandes ojos azules me
enloquecían.
—Mi madre acaba de morir. Ella tenía cáncer. Tres años de pena y tratamientos.
Lo único que poseía era la casa que mi abuela nos dejó. Tuve que venderla y todo lo
demás para pagar los gastos médicos de mi madre. No he visto a mi padre desde que
nos abandonó hace cinco años. Pero es la única familia que me queda. No tenía a nadie
a quién pedirle ayuda. Necesito un lugar donde quedarme hasta que pueda encontrar
un trabajo y obtener unas cuantas monedas. Entonces podré rentar mi propio lugar.
Nunca tuve la intención de quedarme mucho. Sé que mi papá no me quiere aquí. —Se
detuvo y rio, pero no fue real. Se encontraba llena de dolor, lo que solo hizo mi
estómago retorcerse—. Aunque nunca esperaba que saliera corriendo antes de que
llegara.
Maldita mierda. Iba a matar a Abe Wynn. ¿El hijo de puta abandonó a su hija
mientras cuidaba de su madre enferma? ¿Qué clase de monstro enfermo hacia esa
mierda? No podía echarla. Sin embargo, iba a hacer de la vida de Abe un infierno
viviente. El imbécil pagaría por esto. —Lamento lo de tu mamá —me las arreglé para
decir a través de la sangre hirviendo en mis venas—. Eso tiene que ser duro. Dijiste que
estuvo enferma por tres años. Así que, ¿fue desde que tenías dieciséis? —Era una niña.
Y él la abandonó, y solo era una niña.
Asintió simplemente y me observó cautelosamente.
—Estás pensando conseguir un trabajo y un lugar propio —dije, queriendo
recordarme que este era su plan. Podía ayudarla por el tiempo suficiente para que pudiera lograr esto. Alguien necesitaba ayudarla, maldición. Se hallaba malditamente
sola—. El cuarto de las escaleras es tuyo por un mes. Debes ser capaz de encontrar un
trabajo y conseguir el dinero suficiente para un apartamento. Destin no está demasiado
lejos de aquí y el costo de vida es más accesible allí. Si nuestros padres regresan antes de
ese tiempo, espero que tu padre sea capaz de ayudarte.
Dejó escapar un pequeño suspiro, y sus hombros se hundieron. —Gracias.
No podía mirarla. Me hacía querer asesinar a Abe solo con mis manos. Justo
ahora, no podía concentrarme en Nan y su necesidad de un padre. El hombre que
quería como un padre era un bastardo. Un bastardo al que iba a hacer pagar por esta
mierda. —Tengo algunas cosas que hacer. Buena suerte en la búsqueda de empleo —dije, antes de alejarme de ella. Tenía una llamada que hacer.
La música fluía fuerte por las escaleras, pero sabía que no sería capaz de
escucharla en mi habitación.
No me encontraba de humor para toda esa mierda ahí abajo. No estuve de
humor antes de que MaiteWynn apareciera, y de seguro no estaba de humor ahora.
—Ahí estás —dijo una mujer con voz suave, y me giré para ver a una de las
amigas de Nan del club caminando hacia mí. Su falda era tan corta que su trasero casi
salía de la parte trasera. Esa fue la única razón de que la notara. Es difícil perderse un
trasero exhibiéndose así. Sin embargo, no podía recordar su nombre.
—¿Te perdiste? —pregunté, sin agradarme que viniera arriba. Mi regla era
mantener la fiesta lejos de mi espacio personal.
Sacó su pecho y mordisqueó su labio inferior antes de batir sus pestañas en mi
dirección. Largas y falsas pestañas. Nada como las de Blaire. Jódeme. ¿Por qué pensaba
en Blaire?
—Estoy exactamente donde quiero estar. Contigo —dijo en un susurro ronco,
antes de presionar sus tetas contra mi pecho y pasear sus manos hacia abajo para acunar
mi polla—. He escuchado cuán bien puedes hacer sentir a una chica. Cómo puedes
hacer gritar orgasmos, una y otra vez —dijo, apretándome con suavidad—. Hazme
venir, William.
Extendí‖la‖mano‖y‖agarré‖un‖mecho‖de‖su‖cabello‖rubio.‖No‖era‖tan‖rubio‖como...‖
no. Maldita sea. Iba a hacerlo otra vez. Comparar cada cosa de ella con Blaire. Era un
problema del que necesitaba tomar control, ahora. —Ruega —dije.
—Por favor, William —respondió con rapidez, y frotó mi polla desinteresada para
ponerla dura—. Quiero que me folles, por favor.
Era buena. Sonaba casi como una estrella porno. —Es solo sexo, nena. Nada más.
Y solo por esta noche —dije. Siempre me aseguraba de que conocieran las reglas. No tendríamos repetición a menos de que fuera malditamente buena.
—Mmm. Te recordaré que dijiste eso —dijo, guiñándome como si no me creyera
en absoluto. O era malditamente brillante haciéndolo, o era una ilusión de su parte.
Difícilmente alguna vez regresaba para una segunda vez—. ¿Dónde está tu habitación?
—preguntó, presionando un beso en mi pecho.
—No te llevaré a mi habitación —dije, y la empujé hacia atrás hasta que
trastabilló en la habitación de invitados que utilizaba para sexo. Las chicas no iban a mi
habitación. Ese era mi lugar, y no quería recuerdos de chicas ahí arriba.
—Oh, señor Impaciente —dijo, riéndose mientras se contoneaba fuera de su falda
y lamía sus labios—. Soy una profesión chupando pollas.
Me saqué la camisa y me acerqué para sentarme en la cama. —Muéstrame —
respondí.
***
El aroma a perfume golpeó mi nariz, y entorné los ojos contra el sol, maldiciendo
a quien sea que no hubiera cerrado las malditas cortinas la noche anterior. Giré, y el
cuerpo desnudo a mi lado hizo un ruido. Se quedó toda la noche. Mierda. Odiaba a las
que no se marchaban. Eran las pegajosas. Las que creían que eran más que una follada.
¿En serio creían que ponerse de rodillas y chuparme hasta correrme sin decirme su
nombre iba a ganarles puntos?
Me puse de pie y encontré mis vaqueros, luego me los coloqué de un tirón. La
chica bostezó, y decidí que olvidaría la camisa y saldría de aquí mientras tuviera
tiempo. Entendería la pista cuando no me encontrara en ningún lugar. Abrí la puerta
lentamente, me deslicé en el pasillo, y me dirigí a las escaleras. Si iba a mi habitación,
vendría a tocar mi puerta. Podría marcharme a la playa y meterme en una carrera
temprana. Pero primero, necesitaba café.
Preparé una taza rápida, luego caminé hacia las puertas francesas que conducían
al exterior. En el momento en que llegué a la puerta, la vi. Su largo y sedoso cabello
ondeaba en la brisa mientras permanecía en mi pórtico mirando el agua. Me encantó la
vista. Era tranquilizante. Me pregunté qué pensaba. ¿Le preocupaba que Abe podría no
regresar? ¿Realmente iba a encontrar una manera de irse? ¿O era vaga como su padre?
Después de una noche de sexo con una desconocida amiga de mi hermana, me
pregunté cómo sería acercarme a Blaire. No se arrojaría hacia mí, y seguro como el
infierno de que no ser arrodillaría y me chuparía porque se lo ordenara. ¿Por qué la idea
de inocencia me parecía atractiva? Eso era complicado. No hacía cosas complicadas. Sin
embargo, no podía ignorarla. No esta mañana. Necesitaba ver su rostro de nuevo y ver Llamaría a su padre esta mañana. Necesitaba sacarla de aquí. Hasta entonces,
tenía que asegurarme de que me odiara. —Ya tengo un ama de llaves. No estoy
buscando contratar a otra si eso es lo que estás pensando. —El áspero tono en mi propia
voz me hizo querer encogerme, pero mantuve la mirada aburrida en mi rostro. La había
perfeccionado hace años. No podía mirarla justo ahora.
—No. Ya lo sé. Solo estaba tratando de ser útil. Tú me dejaste dormir en tu casa
anoche. —Su voz era suave y suplicante como si necesitara que le creyera. A la mierda.
Necesitábamos fijar algunas reglas antes de que lo jodiera. —Acerca eso.
Tenemos que hablar.
—Está bien —dijo en un susurro. Maldición. ¿Por qué parecía tan derrotada de
nuevo? No había pateado a su maldito cachorro.
—No me agrada tu padre. Es un vividor. Mi madre siempre tiende a encontrar
hombres así. Es su talento. Pero creo que tú ya sabes eso acerca de él. Lo que se me hace
curioso, ¿por qué has venido a él en busca de ayuda si sabías lo que era? —Necesitaba
que me dijera algo real. O necesitaba atraparla en una mentira. No podía seguir aquí
por mucho más tiempo. Esas malditas piernas largas suyas y sus grandes ojos azules me
enloquecían.
—Mi madre acaba de morir. Ella tenía cáncer. Tres años de pena y tratamientos.
Lo único que poseía era la casa que mi abuela nos dejó. Tuve que venderla y todo lo
demás para pagar los gastos médicos de mi madre. No he visto a mi padre desde que
nos abandonó hace cinco años. Pero es la única familia que me queda. No tenía a nadie
a quién pedirle ayuda. Necesito un lugar donde quedarme hasta que pueda encontrar
un trabajo y obtener unas cuantas monedas. Entonces podré rentar mi propio lugar.
Nunca tuve la intención de quedarme mucho. Sé que mi papá no me quiere aquí. —Se
detuvo y rio, pero no fue real. Se encontraba llena de dolor, lo que solo hizo mi
estómago retorcerse—. Aunque nunca esperaba que saliera corriendo antes de que
llegara.
Maldita mierda. Iba a matar a Abe Wynn. ¿El hijo de puta abandonó a su hija
mientras cuidaba de su madre enferma? ¿Qué clase de monstro enfermo hacia esa
mierda? No podía echarla. Sin embargo, iba a hacer de la vida de Abe un infierno
viviente. El imbécil pagaría por esto. —Lamento lo de tu mamá —me las arreglé para
decir a través de la sangre hirviendo en mis venas—. Eso tiene que ser duro. Dijiste que
estuvo enferma por tres años. Así que, ¿fue desde que tenías dieciséis? —Era una niña.
Y él la abandonó, y solo era una niña.
Asintió simplemente y me observó cautelosamente.
—Estás pensando conseguir un trabajo y un lugar propio —dije, queriendo
recordarme que este era su plan. Podía ayudarla por el tiempo suficiente para que pudiera lograr esto. Alguien necesitaba ayudarla, maldición. Se hallaba malditamente
sola—. El cuarto de las escaleras es tuyo por un mes. Debes ser capaz de encontrar un
trabajo y conseguir el dinero suficiente para un apartamento. Destin no está demasiado
lejos de aquí y el costo de vida es más accesible allí. Si nuestros padres regresan antes de
ese tiempo, espero que tu padre sea capaz de ayudarte.
Dejó escapar un pequeño suspiro, y sus hombros se hundieron. —Gracias.
No podía mirarla. Me hacía querer asesinar a Abe solo con mis manos. Justo
ahora, no podía concentrarme en Nan y su necesidad de un padre. El hombre que
quería como un padre era un bastardo. Un bastardo al que iba a hacer pagar por esta
mierda. —Tengo algunas cosas que hacer. Buena suerte en la búsqueda de empleo —dije, antes de alejarme de ella. Tenía una llamada que hacer.
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Re: Webnovela LevyRroni William(Rush)Too Far (+18)
4
Dejé que el teléfono sonara tres veces antes de colgar y volver a marcar. Llamaría
a mi madre hasta que me contestara. Será mejor que no joda conmigo, o complicaría las
cosas y cancelaría sus tarjetas de crédito. Entonces me llamaría.
—Honestamente, William, ¿es realmente necesario qué me llames sin cesar? Si no
contesto, deja un mensaje y te devolveré las llamadas cuando sea conveniente para mí.
—Me importa una mierda tu conveniencia. Quiero hablar con el hijo de puta con
el que estás casada. Ahora.
Mamá resopló en el teléfono. —Sin duda no voy a escuchar a mi hijo hablarme de
esa manera, o a mi marido. Puedes volver a llamar cuando estés listo para hablar con
respeto‖y...
—Mamá, que Dios me ayude. Si no pones al hombre en el teléfono, tú teléfono y
tus tarjetas de crédito serán canceladas en los próximos diez minutos. No me jodas.
Eso la calló. Su brusca inhalación fue la única respuesta que obtuve.
—Ahora, mamá —repetí con firmeza.
Hubo murmullos atenuados antes de escuchar a Abe aclararse la garganta. —
Hola —dijo, como si no estuviera ignorando el hecho de que había abandonado a su
hija.
—Entiende una cosa. Yo controlo todo. El dinero. Mi madre. Todo. Es mío. Me
jodes, y me las pagarás. Te traje aquí porque amo a mi hermana. Pero me estás
mostrando que no eres digno de su tiempo. Ahora, explícame cómo le dices a tu otra
hija que venga a mi casa y luego simplemente te marchas del maldito país.
Abe hizo una pausa. Le oí respirar hondo. —Olvidé que iba a venir.
Y una mierda que lo hizo. —Está aquí ahora, imbécil. Necesita ayuda. Tú y mi madre necesitan subirse a un avión y traer sus culos de vuelta aquí.
—No‖la‖he‖visto‖en‖cinco‖años.‖No‖sé...‖No‖sé‖qué‖decirle.‖Es‖una‖adulta‖ahora.‖
Puede arreglársela sola. No debí haberle dicho que vaya a tu casa, pero necesitaba
decirle algo. Me pidió ayuda. Si no la quieres ahí, envíala devuelta. Es una chica
inteligente. Tiene un arma. Va a sobrevivir. Es una sobreviviente.
Es una sobreviviente. ¿Acababa de decir eso? ¿En serio? Mi cabeza comenzó a
palpitar, y presioné mis dedos contra las sienes buscando algún alivio. —Tienes que
estar bromeando. —Me las arreglé para decir a través de mi completa, horrorizada
conmoción—. Acaba de perder a su madre, pedazo de mierda. Está jodidamente
indefensa. ¿La has visto? Es demasiado malditamente inocente como para andar sin
protección. No puedes decirme que es una sobreviviente, ya que la chica que apareció
en mi puerta anoche parecía completamente rota y sola.
El tirón en su respiración fue la única señal que tuve de que le importaba un poco
su hija. —No puedo ayudarla. Ni siquiera puedo ayudarme a mí mismo.
Eso fue todo. Abe, se negaba a volver a casa y hacer algo al respecto. Maitefue
dejada aquí para mí, para ayudarla o botarla. No le importaba. No podía formar
palabras. Terminé la llamada y dejé caer el teléfono en el sofá antes de mirar hacia la
ventana frente a mí.
Nan odió a esta chica la mayor parte de su vida. La había envidiado. La culpaba.
¿Por qué? ¿Por tener un padre peor que la madre que teníamos?
No hubo ninguna llamada a la puerta que conducía al último piso, que reclamé
por completo. Oí la puerta abrirse, seguido por el sonido de pisadas. Solo una persona
caminaría hasta aquí sin llamar.
—Puse gas en su camioneta —dijo Grant, pisando el último escalón—. No tienes
que pagarme nada.
No miré hacia el hombre que consideraba mi hermano. Fuimos hermanastros
una vez, cuando nuestros padres estuvieron casados por un corto tiempo. Necesitaba a
alguien en quien apoyarme en ese punto de mi vida, y Grant fue ese alguien. Eso nos
unió.
—¿Vas a dejarla bajo las escaleras como Harry maldito Potter? —preguntó,
dejándose caer en el sofá frente a mí.
—Está más segura bajo las escaleras —contesté, dirigiendo mi mirada en su
dirección—. Lejos de mí.
Grant rio y levantó los pies para descansarlos en la otomana frente a él. —Sabía
que no podías ignorar el hecho de que es muy caliente. Esa inocencia, y esos grandes ojos que tiene a su favor, la hacen aún más tentadora.
Dejé que el teléfono sonara tres veces antes de colgar y volver a marcar. Llamaría
a mi madre hasta que me contestara. Será mejor que no joda conmigo, o complicaría las
cosas y cancelaría sus tarjetas de crédito. Entonces me llamaría.
—Honestamente, William, ¿es realmente necesario qué me llames sin cesar? Si no
contesto, deja un mensaje y te devolveré las llamadas cuando sea conveniente para mí.
—Me importa una mierda tu conveniencia. Quiero hablar con el hijo de puta con
el que estás casada. Ahora.
Mamá resopló en el teléfono. —Sin duda no voy a escuchar a mi hijo hablarme de
esa manera, o a mi marido. Puedes volver a llamar cuando estés listo para hablar con
respeto‖y...
—Mamá, que Dios me ayude. Si no pones al hombre en el teléfono, tú teléfono y
tus tarjetas de crédito serán canceladas en los próximos diez minutos. No me jodas.
Eso la calló. Su brusca inhalación fue la única respuesta que obtuve.
—Ahora, mamá —repetí con firmeza.
Hubo murmullos atenuados antes de escuchar a Abe aclararse la garganta. —
Hola —dijo, como si no estuviera ignorando el hecho de que había abandonado a su
hija.
—Entiende una cosa. Yo controlo todo. El dinero. Mi madre. Todo. Es mío. Me
jodes, y me las pagarás. Te traje aquí porque amo a mi hermana. Pero me estás
mostrando que no eres digno de su tiempo. Ahora, explícame cómo le dices a tu otra
hija que venga a mi casa y luego simplemente te marchas del maldito país.
Abe hizo una pausa. Le oí respirar hondo. —Olvidé que iba a venir.
Y una mierda que lo hizo. —Está aquí ahora, imbécil. Necesita ayuda. Tú y mi madre necesitan subirse a un avión y traer sus culos de vuelta aquí.
—No‖la‖he‖visto‖en‖cinco‖años.‖No‖sé...‖No‖sé‖qué‖decirle.‖Es‖una‖adulta‖ahora.‖
Puede arreglársela sola. No debí haberle dicho que vaya a tu casa, pero necesitaba
decirle algo. Me pidió ayuda. Si no la quieres ahí, envíala devuelta. Es una chica
inteligente. Tiene un arma. Va a sobrevivir. Es una sobreviviente.
Es una sobreviviente. ¿Acababa de decir eso? ¿En serio? Mi cabeza comenzó a
palpitar, y presioné mis dedos contra las sienes buscando algún alivio. —Tienes que
estar bromeando. —Me las arreglé para decir a través de mi completa, horrorizada
conmoción—. Acaba de perder a su madre, pedazo de mierda. Está jodidamente
indefensa. ¿La has visto? Es demasiado malditamente inocente como para andar sin
protección. No puedes decirme que es una sobreviviente, ya que la chica que apareció
en mi puerta anoche parecía completamente rota y sola.
El tirón en su respiración fue la única señal que tuve de que le importaba un poco
su hija. —No puedo ayudarla. Ni siquiera puedo ayudarme a mí mismo.
Eso fue todo. Abe, se negaba a volver a casa y hacer algo al respecto. Maitefue
dejada aquí para mí, para ayudarla o botarla. No le importaba. No podía formar
palabras. Terminé la llamada y dejé caer el teléfono en el sofá antes de mirar hacia la
ventana frente a mí.
Nan odió a esta chica la mayor parte de su vida. La había envidiado. La culpaba.
¿Por qué? ¿Por tener un padre peor que la madre que teníamos?
No hubo ninguna llamada a la puerta que conducía al último piso, que reclamé
por completo. Oí la puerta abrirse, seguido por el sonido de pisadas. Solo una persona
caminaría hasta aquí sin llamar.
—Puse gas en su camioneta —dijo Grant, pisando el último escalón—. No tienes
que pagarme nada.
No miré hacia el hombre que consideraba mi hermano. Fuimos hermanastros
una vez, cuando nuestros padres estuvieron casados por un corto tiempo. Necesitaba a
alguien en quien apoyarme en ese punto de mi vida, y Grant fue ese alguien. Eso nos
unió.
—¿Vas a dejarla bajo las escaleras como Harry maldito Potter? —preguntó,
dejándose caer en el sofá frente a mí.
—Está más segura bajo las escaleras —contesté, dirigiendo mi mirada en su
dirección—. Lejos de mí.
Grant rio y levantó los pies para descansarlos en la otomana frente a él. —Sabía
que no podías ignorar el hecho de que es muy caliente. Esa inocencia, y esos grandes ojos que tiene a su favor, la hacen aún más tentadora.
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Re: Webnovela LevyRroni William(Rush)Too Far (+18)
—Probablemente porque estás muy ocupada en los arbustos, abriéndole las
piernas a Dios sabe quién en vez de trabajar —dijo Nan.
Podía sentir la tensión saliendo de Maitemientras abría mi Corona. Sus hombros
estaban rectos, y su espalda lucía tensa como una pizarra.
—Ya es suficiente, Nan —le dije, esperando terminar esto para que pudieran irse.
Maiteme alcanzó la botella y entonces no pude ignorarla. Se enfocaba en
cualquier cosa excepto en mí en ese momento, pero sólo por un segundo, quería que me
viera. Que me mirara. Sus ojos se levantaron y encontraron los míos, y me golpeó
fuerte.
—Gracias —dije, entonces deslicé un billete en su bolsillo. Era una excusa para
tocarla y esconder de Nan lo mucho que le daba de propina.
Me alejé y tomé el hombro de mi hermana. Hora de alejarla de ellas. —Ven y
muéstrame cómo aún puedes patear mi trasero jugando —bromeé.
Ella cayó en mi juego. —Estás acabado —dijo y se alejó de las chicas.
Escuché a Bethy murmurarle algo a Maitey miré hacia atrás para verla
mirándome. Una sonrisa tocó mis labios. No pude evitar sonreír cuando la miré. Alejé
la mirada de ella y regresé a hablar con Nan. Discutía sobre el palo que le di.
Me gustaba una bebida fría mientras jugaba al golf, pero por primera vez en la vida, esperaba que el carrito de bebidas no nos encontrara de nuevo en esta ronda.
Bailey era sexy. No lo negaba. Usaba adecuadamente su vestido caro y ajustado y
los tacones que tenía le hacían cosas increíbles en la noche, se presionó contra mí e hizo
promesas increíbles con sus ojos. Cuando me dejó deslizar la mano en su vestido justo
ahí en el restaurante y jugar con ella, sabía que era más que consiente del por qué la
había llamado.
Nan me aburrió con su charla sobre que Bailey es una chica buena y que se
merecía más que una rápida follada. El hecho era, que era linda. También me gustaba lo
suficiente. Sería grandiosa para algún chico que quisiera ese tipo de cosa. Yo no. Solo
quería sacar a MaiteWynn de mi cabeza.
Bailey envolvió sus brazos a mí alrededor y comenzó a besarme y a mordisquear
mi cuello mientras yo abría la puerta principal. Maitellegaría pronto. Pero no iba a
llevar a Bailey a mi habitación. Miré el reloj, y supe que tenía treinta minutos. Lo
comenzaría aquí y luego la llevaría a la playa a algún lugar oscuro y escondido. Blaire
no nos vería. Y yo no estaría pensando en cómo de cerca se encontraba.
―¿Apurada?‖―pregunté‖mientras‖abría‖la‖puerta.
Bailey‖me‖sonrió‖y‖frunció‖los‖labios.‖―Tal‖vez.‖He‖fantaseado con tenerte dentro
de‖ mí,‖ William‖ Finlay,‖ por‖ demasiado‖ maldito‖ tiempo‖ ―dijo,‖ alcanzando‖ su‖ espalda‖ y‖
bajando la cremallera de su vestido, deslizándolo hacia abajo. Sus doble D cayeron
libres,‖ y‖ unos‖ pezones‖ grandes‖ y‖ cafés‖ me‖ saludaron―.‖ Quiero‖ esa‖ boca‖ sucia en mí
―dijo,‖ sacando‖ su‖ pecho‖ y‖ sosteniendo‖ sus‖ senos‖ pesados‖ en‖ sus‖ manos.‖ Las‖ uñas‖
perfectamente arregladas largas y rojas apretaron sus pezones mientras retrocedía
dentro‖de‖la‖casa―.‖Me‖he‖venido‖muchas‖veces‖imagin{ndote‖chupando‖mis‖pezones‖y‖
desliz{ndote‖dentro‖de‖mí,‖m{s‖duro‖y‖m{s‖duro‖―dijo‖en‖un‖susurro‖ronco.
No había estado duro, pero la imagen sugerente que pintaba ayudaba a tenerme
muy interesado. Agarrando su cintura, me obligué a mantener mis ojos en ella. Para recordar con quién me encontraba. Esta no era Maite. Estaba con Bailey.
―¿Quieres‖esto?‖―pregunté‖levant{ndola,‖así‖su‖pezón‖se‖hallaba‖en‖mi‖boca‖y‖
sus piernas rodeaban mi cintura. Sacando mi lengua, golpeé su pezón con el aro en que
llevaba la lengua, sabiendo que esta noche mi boca complacería a una mujer.
―Sí,‖Dios,‖sí.‖¡Chúpalo!‖―gritó.
Disfruté la plenitud de su seno en mi mano mientras empujaba el duro pezón en
mi boca. Abrí los ojos frecuentemente para recordarme quién era. No iba a usar a
alguien más de esta forma de nuevo. Si iba a follarla, entonces iba a follarla. Solo a ella.
Comenzó a restregarse contra mi pecho. Eso era caliente. Ella iba a estallar rápido
y varias veces. Bien. Yo lo necesitaba varias veces. La lancé sobre el sofá, subiendo su
vestido alrededor de su cintura, y enterré mi cara en su escote mientras gritaba mi
nombre.
No olía dulce como Blaire. Sus sonidos no eran suaves y sexys. ¡Maldición!
Tenía que parar esto. Separé sus piernas y deslicé mis manos dentro de sus
bragas. Mirándolas, vi que eran negras. No rosadas. También eran de encaje. No de
raso. Nada como Blaire. No era Blaire.
Deslicé mis dedos dentro de ella, y la humedad me empujó más a fondo. Estaba
lista. Más que lista. Iba a agotarnos a los dos.
―Sí,‖William,‖nene,‖justo‖así.‖M{s‖fuerte.‖¡M{malo‖m{s‖fuerte!‖―gritó.
Necesitaba que se callara. Eso no me ayudaba, demonios.
―Umm,‖sí,‖por‖favor‖tócame‖―suplicó.
―Shhh―le‖ dije,‖ lejos‖ de‖ su‖ boca.‖ Tenía‖ algo‖ sobre‖ las‖ bocas.‖ No‖ confiaba‖ en‖
dónde habían estado. Nunca besaba fácilmente. Todos sus sonidos estaban mal. Era
demasiado‖ruidosa.‖Demasiado...‖demasiado...
Una puerta se cerró de golpe, y me congelé. Mierda. Me alejé de Bailey y me puse
de pie al instante.
―Cúbrete.‖B{jate‖el‖vestido‖―exigí,‖y‖salí‖de‖la‖habitación‖para‖detener‖a‖Blaire‖
antes de que viera algo. Metí mi mano en mi bolsillo cuando pensé en el olor de Bailey
en mis dedos.
―Salió‖corriendo.‖Quienquiera‖que‖sea‖―dijo‖Bailey‖detr{s‖de‖mí,‖y‖me‖detuve.
No. Joder, no. No en este momento. No ahora. ¡Demonios!
―¿Quién‖era?‖―preguntó‖Bailey‖detr{s de mí.
―Vístete,‖ te‖llevaré‖ a‖ casa‖―le‖dije,‖y‖me‖dirigí‖ al‖ baño‖donde‖podía‖lavar‖mis‖
manos. Maitehabía salido corriendo. ¿Por qué corrió? La última vez se fue a su habitación. Esta vez, salió corriendo y cerró la puerta de golpe.
piernas a Dios sabe quién en vez de trabajar —dijo Nan.
Podía sentir la tensión saliendo de Maitemientras abría mi Corona. Sus hombros
estaban rectos, y su espalda lucía tensa como una pizarra.
—Ya es suficiente, Nan —le dije, esperando terminar esto para que pudieran irse.
Maiteme alcanzó la botella y entonces no pude ignorarla. Se enfocaba en
cualquier cosa excepto en mí en ese momento, pero sólo por un segundo, quería que me
viera. Que me mirara. Sus ojos se levantaron y encontraron los míos, y me golpeó
fuerte.
—Gracias —dije, entonces deslicé un billete en su bolsillo. Era una excusa para
tocarla y esconder de Nan lo mucho que le daba de propina.
Me alejé y tomé el hombro de mi hermana. Hora de alejarla de ellas. —Ven y
muéstrame cómo aún puedes patear mi trasero jugando —bromeé.
Ella cayó en mi juego. —Estás acabado —dijo y se alejó de las chicas.
Escuché a Bethy murmurarle algo a Maitey miré hacia atrás para verla
mirándome. Una sonrisa tocó mis labios. No pude evitar sonreír cuando la miré. Alejé
la mirada de ella y regresé a hablar con Nan. Discutía sobre el palo que le di.
Me gustaba una bebida fría mientras jugaba al golf, pero por primera vez en la vida, esperaba que el carrito de bebidas no nos encontrara de nuevo en esta ronda.
Bailey era sexy. No lo negaba. Usaba adecuadamente su vestido caro y ajustado y
los tacones que tenía le hacían cosas increíbles en la noche, se presionó contra mí e hizo
promesas increíbles con sus ojos. Cuando me dejó deslizar la mano en su vestido justo
ahí en el restaurante y jugar con ella, sabía que era más que consiente del por qué la
había llamado.
Nan me aburrió con su charla sobre que Bailey es una chica buena y que se
merecía más que una rápida follada. El hecho era, que era linda. También me gustaba lo
suficiente. Sería grandiosa para algún chico que quisiera ese tipo de cosa. Yo no. Solo
quería sacar a MaiteWynn de mi cabeza.
Bailey envolvió sus brazos a mí alrededor y comenzó a besarme y a mordisquear
mi cuello mientras yo abría la puerta principal. Maitellegaría pronto. Pero no iba a
llevar a Bailey a mi habitación. Miré el reloj, y supe que tenía treinta minutos. Lo
comenzaría aquí y luego la llevaría a la playa a algún lugar oscuro y escondido. Blaire
no nos vería. Y yo no estaría pensando en cómo de cerca se encontraba.
―¿Apurada?‖―pregunté‖mientras‖abría‖la‖puerta.
Bailey‖me‖sonrió‖y‖frunció‖los‖labios.‖―Tal‖vez.‖He‖fantaseado con tenerte dentro
de‖ mí,‖ William‖ Finlay,‖ por‖ demasiado‖ maldito‖ tiempo‖ ―dijo,‖ alcanzando‖ su‖ espalda‖ y‖
bajando la cremallera de su vestido, deslizándolo hacia abajo. Sus doble D cayeron
libres,‖ y‖ unos‖ pezones‖ grandes‖ y‖ cafés‖ me‖ saludaron―.‖ Quiero‖ esa‖ boca‖ sucia en mí
―dijo,‖ sacando‖ su‖ pecho‖ y‖ sosteniendo‖ sus‖ senos‖ pesados‖ en‖ sus‖ manos.‖ Las‖ uñas‖
perfectamente arregladas largas y rojas apretaron sus pezones mientras retrocedía
dentro‖de‖la‖casa―.‖Me‖he‖venido‖muchas‖veces‖imagin{ndote‖chupando‖mis‖pezones‖y‖
desliz{ndote‖dentro‖de‖mí,‖m{s‖duro‖y‖m{s‖duro‖―dijo‖en‖un‖susurro‖ronco.
No había estado duro, pero la imagen sugerente que pintaba ayudaba a tenerme
muy interesado. Agarrando su cintura, me obligué a mantener mis ojos en ella. Para recordar con quién me encontraba. Esta no era Maite. Estaba con Bailey.
―¿Quieres‖esto?‖―pregunté‖levant{ndola,‖así‖su‖pezón‖se‖hallaba‖en‖mi‖boca‖y‖
sus piernas rodeaban mi cintura. Sacando mi lengua, golpeé su pezón con el aro en que
llevaba la lengua, sabiendo que esta noche mi boca complacería a una mujer.
―Sí,‖Dios,‖sí.‖¡Chúpalo!‖―gritó.
Disfruté la plenitud de su seno en mi mano mientras empujaba el duro pezón en
mi boca. Abrí los ojos frecuentemente para recordarme quién era. No iba a usar a
alguien más de esta forma de nuevo. Si iba a follarla, entonces iba a follarla. Solo a ella.
Comenzó a restregarse contra mi pecho. Eso era caliente. Ella iba a estallar rápido
y varias veces. Bien. Yo lo necesitaba varias veces. La lancé sobre el sofá, subiendo su
vestido alrededor de su cintura, y enterré mi cara en su escote mientras gritaba mi
nombre.
No olía dulce como Blaire. Sus sonidos no eran suaves y sexys. ¡Maldición!
Tenía que parar esto. Separé sus piernas y deslicé mis manos dentro de sus
bragas. Mirándolas, vi que eran negras. No rosadas. También eran de encaje. No de
raso. Nada como Blaire. No era Blaire.
Deslicé mis dedos dentro de ella, y la humedad me empujó más a fondo. Estaba
lista. Más que lista. Iba a agotarnos a los dos.
―Sí,‖William,‖nene,‖justo‖así.‖M{s‖fuerte.‖¡M{malo‖m{s‖fuerte!‖―gritó.
Necesitaba que se callara. Eso no me ayudaba, demonios.
―Umm,‖sí,‖por‖favor‖tócame‖―suplicó.
―Shhh―le‖ dije,‖ lejos‖ de‖ su‖ boca.‖ Tenía‖ algo‖ sobre‖ las‖ bocas.‖ No‖ confiaba‖ en‖
dónde habían estado. Nunca besaba fácilmente. Todos sus sonidos estaban mal. Era
demasiado‖ruidosa.‖Demasiado...‖demasiado...
Una puerta se cerró de golpe, y me congelé. Mierda. Me alejé de Bailey y me puse
de pie al instante.
―Cúbrete.‖B{jate‖el‖vestido‖―exigí,‖y‖salí‖de‖la‖habitación‖para‖detener‖a‖Blaire‖
antes de que viera algo. Metí mi mano en mi bolsillo cuando pensé en el olor de Bailey
en mis dedos.
―Salió‖corriendo.‖Quienquiera‖que‖sea‖―dijo‖Bailey‖detr{s‖de‖mí,‖y‖me‖detuve.
No. Joder, no. No en este momento. No ahora. ¡Demonios!
―¿Quién‖era?‖―preguntó‖Bailey‖detr{s de mí.
―Vístete,‖ te‖llevaré‖ a‖ casa‖―le‖dije,‖y‖me‖dirigí‖ al‖ baño‖donde‖podía‖lavar‖mis‖
manos. Maitehabía salido corriendo. ¿Por qué corrió? La última vez se fue a su habitación. Esta vez, salió corriendo y cerró la puerta de golpe.
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Re: Webnovela LevyRroni William(Rush)Too Far (+18)
Fue el beso. Yo no besaba. Follaba. Pero había besado a Blaire. Sabía que su boca
era limpia y dulce. La quería. Más.
Siempre más con ella. Siempre quería más.
No podía tener más.
Cuando salí del baño, me dirigí hacia a la puerta. La jalé con brusquedad para
abrirla, y mi corazón se hundió cuando me di cuenta de que la camioneta de Maiteno
se hallaba. Había estado aquí y se fue. Trabajaba todo el día. Tenía que estar cansada y
hambrienta. Necesitaba venir a casa y conseguir algo para comer. Probablemente
querría una ducha. Pero ¿qué fue a hacer? ¿Manejar por ahí? Ni siquiera tenía un
maldito celular. Joder. Le iba a dar uno. Necesitaba un maldito celular.
―¿Por‖qué‖se‖encontraba‖aquí?‖¿Tenías‖una‖cita‖doble?‖―preguntó‖Bailey‖en‖un‖
tono afilado. La había molestado. Pero no podía seguir tocándola mientras imaginaba a
Maiteviéndonos. Odiaba la idea de Maiteviéndonos.
―No.‖Vamos‖―dije.‖No‖le‖debía‖una‖explicación‖sobre‖Blaire.
―No‖me‖importa.‖Sé‖que‖esto‖es‖cosa‖de‖una‖noche.‖Soy‖consciente‖de‖que‖es‖la‖
forma en la que William Finlay trabaja.‖ Quiero‖ esa‖ única‖ noche,‖ William‖ ―dijo‖ Bailey,‖
caminando‖hacia‖mí‖y‖ tirando‖de‖mi‖camisa―.‖Necesito‖ser‖follada‖duro.‖Donde‖sea‖y‖
como sea que quieras.
Grandioso. Ahora la tenía caliente, e iba a ser incluso más difícil librarme de ella.
―Escucha,‖esa‖chica...‖―Me‖detuve.‖¿Qué‖iba‖a‖decir?‖ Iba‖a‖usar‖a‖Bailey‖para‖
sacar a esa chica de‖mi‖cabeza.‖Ahora‖todo‖lo‖que‖podía‖hacer‖era‖pensar‖en‖ella―.‖Es...‖
es especial. Necesito estar pendiente de ella y traerla de regreso. Se está quedando aquí,
lo que vio...‖no‖se‖merecía‖ver‖eso.
Bailey dio un paso atrás. Sus tacones hicieron clic contra el suelo de mármol.
―¿Est{s‖en‖una‖relación?‖―preguntó,‖con‖incredulidad.
Sacudí‖la‖ cabeza.‖―No.‖No‖ tengo‖nada‖ con‖ nadie.‖Pero‖ella‖es...‖―Me‖detuve.‖
Maldición. No tenía tiempo‖ para‖ esto―.‖ Necesito‖ llevarte‖ a‖ casa‖ en‖ este‖ momento‖ y‖
encontrarla, o tengo que llamar a alguien para que venga por ti. No tengo tiempo para
esto.
Bailey‖ giró‖ sobre‖ sus‖ tacones‖ y‖ fue‖ hacia‖ la‖ puerta.‖ ―Bien,‖ Finlay.‖ Pero‖ ni‖
siquiera me llames de nuevo. Esto fue todo. Tu única oportunidad. Se acabó.
Las mejores noticias que había escuchado en todo el maldito día.
***
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visto desde que llegué a la playa de Rosemary. Sus padres vivían en Seattle, y lo último
que supe es que estaba asistiendo a Princeton.
—Malcolm no puede conseguir entradas para Slacker Demon en Seattle para el
próximo mes —dijo Grant, sonriendo.
Normalmente no conseguía boletos para que la gente vea la banda de mi padre
en la gira, pero Malcolm había sido amigo de Grant cuando crecían. Él también había
estado cerca de Tripp Montgomery y Tripp era mi amigo. Aunque no lo había visto
desde que había escapado un par de años atrás.
—Voy a hacer una llamada—le dije, y la sonrisa de Grant creció.
—Dile a alguien, y voy a patear tu culo —le advirtió Grant a Malcolm, sin dejar
de sonreír—. Él no reparte entradas por cualquiera. Está haciendo esto por mí, así que
no lo arruines.
Grant ya había tenido demasiado esta noche. Él era muy generoso y alegre
cuando estaba borracho. Lo que significaba que me hizo entrar en su caridad. Sacudí la
cabeza y me dirigí hacia el interior.
Alguien gritó—: Hola Woods. —Y dejé de caminar y me volví bruscamente.
¿Qué demonios estaba haciendo Kerrington aquí? No lo había invitado, y Grant habría
dicho algo si lo hubiese invitado. Sabía que yo no estaba contento con Woods en estos
momentos.
Aceché a la ventana y miré hacia afuera para ver la camioneta de Blaire
estacionada hacia la parte posterior del camino. Eso me molestó. No deberían haber
bloqueado la salida. Debería haber pensado en eso.
Pero ella estaba aquí. Y también lo estaba Woods. Mierda.
No hice caso de la gente y me moví pasando a Woods para ir directamente a la
despensa. Maiteestaba allí. ¿Se estaba cambiando? ¿Había ella invitado a Woods? ¿Qué
demonios‖iba‖a‖hacer‖si‖ella‖lo‖hizo?‖Éramos...‖amigos‖ahora.‖Mierda.‖A‖la‖mierda‖los‖
amigos. Eso ni siquiera sonaba posible.
Deteniéndome en la despensa, vi como ella salía de su habitación como si la
estuviera dejando. Tal vez ella iba a ver a Woods.
—¿William? ¿Pasa algo malo? —preguntó ella, mirando sinceramente.
Esperé un momento para responder. No quería asustarla o sonar duramente. —
Woods está aquí —dije finalmente, con toda la calma que pude.
—Que yo sepa él es amigo tuyo —dijo ella.
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La última vez que lo comprobé, él estaba caliente por su rastro. —No. No está
aquí por mí. Vino por alguien más —le dije.
La expresión confusa de Maitese cambió a defensiva y cruzó los brazos bajo sus
pechos, realmente no lo tenía que hacer si quería que mantuviera mis ojos de ellos. —
Tal vez sí. ¿Tienes un problema con que tus amigos estén interesados en mí?
—Él no es lo suficientemente bueno. Es un triste imbécil comemierda. No debería
llegar a tocarte —le contesté sin pensar. La idea de él haciendo algo con ella hace que
me hierva la sangre.
Maiteparecía estar considerando lo que acababa de decir. Maldición, era
adorable cuando estaba frustrada. —No estoy interesada en Woods de esa manera. Él es
mi jefe y, posiblemente, un amigo. Eso es todo.
No estaba seguro de qué decir a eso. No podía pedir que se quedara debajo de las
malditas escaleras.
—No puedo dormir mientras que la gente está subiendo y bajando las escaleras.
Me mantiene despierta. En lugar de sentarme en mi habitación sola, preguntándome
con quién estás arriba follando esta noche, pensé en hablar con Woods en la playa.
Charlar con alguien. Necesito amigos.
Hijo de puta. —No te quiero fuera con Woods —le dije. Quería decirle que no
había ninguna posibilidad de que llevara a cualquiera arriba y follara con ellas. Ella me
había arruinado de alguna manera, y lo único que había hecho era besarla.
—Bueno, tal vez yo no quiero que folles a una chica, pero lo harás —disparó ella,
de nuevo, a mí. La mirada feroz en su rostro hizo que me dieran ganas de reír y besarla
sin sentido, al mismo maldito tiempo.
Ella me estaba empujando. Estaba demasiado cerca de olvidar por qué esto era
una mala idea. Me acerqué a ella, y retrocedió hasta que estábamos de vuelta en el
interior de su pequeña habitación. A salvo de Woods Kerrington. Quería mantenerla
aquí. —No quiero follar a nadie esta noche —le dije. Entonces no podía mantener la
diversión de mi cara. Debido a que era una mentira—. Eso no es exactamente cierto.
Permíteme aclarar. No quiero follar a nadie fuera de esta habitación. Quédate aquí y
habla conmigo. Charlaremos. Dije que podíamos ser amigos. No necesitas a Woods
como amigo.
Ella me empujó hacia atrás sin mucha fuerza. —Nunca me hablas. Hago la
pregunta equivocada, y te vas sin decir palabra.
Pero ella había dicho que éramos amigos. Me gustaría jugar esa carta toda la
maldita noche si tuviera que hacerlo. —Ahora no. Somos amigos. Responderé y no me iré. Sólo por favor, quédate aquí conmigo.
era limpia y dulce. La quería. Más.
Siempre más con ella. Siempre quería más.
No podía tener más.
Cuando salí del baño, me dirigí hacia a la puerta. La jalé con brusquedad para
abrirla, y mi corazón se hundió cuando me di cuenta de que la camioneta de Maiteno
se hallaba. Había estado aquí y se fue. Trabajaba todo el día. Tenía que estar cansada y
hambrienta. Necesitaba venir a casa y conseguir algo para comer. Probablemente
querría una ducha. Pero ¿qué fue a hacer? ¿Manejar por ahí? Ni siquiera tenía un
maldito celular. Joder. Le iba a dar uno. Necesitaba un maldito celular.
―¿Por‖qué‖se‖encontraba‖aquí?‖¿Tenías‖una‖cita‖doble?‖―preguntó‖Bailey‖en‖un‖
tono afilado. La había molestado. Pero no podía seguir tocándola mientras imaginaba a
Maiteviéndonos. Odiaba la idea de Maiteviéndonos.
―No.‖Vamos‖―dije.‖No‖le‖debía‖una‖explicación‖sobre‖Blaire.
―No‖me‖importa.‖Sé‖que‖esto‖es‖cosa‖de‖una‖noche.‖Soy‖consciente‖de‖que‖es‖la‖
forma en la que William Finlay trabaja.‖ Quiero‖ esa‖ única‖ noche,‖ William‖ ―dijo‖ Bailey,‖
caminando‖hacia‖mí‖y‖ tirando‖de‖mi‖camisa―.‖Necesito‖ser‖follada‖duro.‖Donde‖sea‖y‖
como sea que quieras.
Grandioso. Ahora la tenía caliente, e iba a ser incluso más difícil librarme de ella.
―Escucha,‖esa‖chica...‖―Me‖detuve.‖¿Qué‖iba‖a‖decir?‖ Iba‖a‖usar‖a‖Bailey‖para‖
sacar a esa chica de‖mi‖cabeza.‖Ahora‖todo‖lo‖que‖podía‖hacer‖era‖pensar‖en‖ella―.‖Es...‖
es especial. Necesito estar pendiente de ella y traerla de regreso. Se está quedando aquí,
lo que vio...‖no‖se‖merecía‖ver‖eso.
Bailey dio un paso atrás. Sus tacones hicieron clic contra el suelo de mármol.
―¿Est{s‖en‖una‖relación?‖―preguntó,‖con‖incredulidad.
Sacudí‖la‖ cabeza.‖―No.‖No‖ tengo‖nada‖ con‖ nadie.‖Pero‖ella‖es...‖―Me‖detuve.‖
Maldición. No tenía tiempo‖ para‖ esto―.‖ Necesito‖ llevarte‖ a‖ casa‖ en‖ este‖ momento‖ y‖
encontrarla, o tengo que llamar a alguien para que venga por ti. No tengo tiempo para
esto.
Bailey‖ giró‖ sobre‖ sus‖ tacones‖ y‖ fue‖ hacia‖ la‖ puerta.‖ ―Bien,‖ Finlay.‖ Pero‖ ni‖
siquiera me llames de nuevo. Esto fue todo. Tu única oportunidad. Se acabó.
Las mejores noticias que había escuchado en todo el maldito día.
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visto desde que llegué a la playa de Rosemary. Sus padres vivían en Seattle, y lo último
que supe es que estaba asistiendo a Princeton.
—Malcolm no puede conseguir entradas para Slacker Demon en Seattle para el
próximo mes —dijo Grant, sonriendo.
Normalmente no conseguía boletos para que la gente vea la banda de mi padre
en la gira, pero Malcolm había sido amigo de Grant cuando crecían. Él también había
estado cerca de Tripp Montgomery y Tripp era mi amigo. Aunque no lo había visto
desde que había escapado un par de años atrás.
—Voy a hacer una llamada—le dije, y la sonrisa de Grant creció.
—Dile a alguien, y voy a patear tu culo —le advirtió Grant a Malcolm, sin dejar
de sonreír—. Él no reparte entradas por cualquiera. Está haciendo esto por mí, así que
no lo arruines.
Grant ya había tenido demasiado esta noche. Él era muy generoso y alegre
cuando estaba borracho. Lo que significaba que me hizo entrar en su caridad. Sacudí la
cabeza y me dirigí hacia el interior.
Alguien gritó—: Hola Woods. —Y dejé de caminar y me volví bruscamente.
¿Qué demonios estaba haciendo Kerrington aquí? No lo había invitado, y Grant habría
dicho algo si lo hubiese invitado. Sabía que yo no estaba contento con Woods en estos
momentos.
Aceché a la ventana y miré hacia afuera para ver la camioneta de Blaire
estacionada hacia la parte posterior del camino. Eso me molestó. No deberían haber
bloqueado la salida. Debería haber pensado en eso.
Pero ella estaba aquí. Y también lo estaba Woods. Mierda.
No hice caso de la gente y me moví pasando a Woods para ir directamente a la
despensa. Maiteestaba allí. ¿Se estaba cambiando? ¿Había ella invitado a Woods? ¿Qué
demonios‖iba‖a‖hacer‖si‖ella‖lo‖hizo?‖Éramos...‖amigos‖ahora.‖Mierda.‖A‖la‖mierda‖los‖
amigos. Eso ni siquiera sonaba posible.
Deteniéndome en la despensa, vi como ella salía de su habitación como si la
estuviera dejando. Tal vez ella iba a ver a Woods.
—¿William? ¿Pasa algo malo? —preguntó ella, mirando sinceramente.
Esperé un momento para responder. No quería asustarla o sonar duramente. —
Woods está aquí —dije finalmente, con toda la calma que pude.
—Que yo sepa él es amigo tuyo —dijo ella.
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La última vez que lo comprobé, él estaba caliente por su rastro. —No. No está
aquí por mí. Vino por alguien más —le dije.
La expresión confusa de Maitese cambió a defensiva y cruzó los brazos bajo sus
pechos, realmente no lo tenía que hacer si quería que mantuviera mis ojos de ellos. —
Tal vez sí. ¿Tienes un problema con que tus amigos estén interesados en mí?
—Él no es lo suficientemente bueno. Es un triste imbécil comemierda. No debería
llegar a tocarte —le contesté sin pensar. La idea de él haciendo algo con ella hace que
me hierva la sangre.
Maiteparecía estar considerando lo que acababa de decir. Maldición, era
adorable cuando estaba frustrada. —No estoy interesada en Woods de esa manera. Él es
mi jefe y, posiblemente, un amigo. Eso es todo.
No estaba seguro de qué decir a eso. No podía pedir que se quedara debajo de las
malditas escaleras.
—No puedo dormir mientras que la gente está subiendo y bajando las escaleras.
Me mantiene despierta. En lugar de sentarme en mi habitación sola, preguntándome
con quién estás arriba follando esta noche, pensé en hablar con Woods en la playa.
Charlar con alguien. Necesito amigos.
Hijo de puta. —No te quiero fuera con Woods —le dije. Quería decirle que no
había ninguna posibilidad de que llevara a cualquiera arriba y follara con ellas. Ella me
había arruinado de alguna manera, y lo único que había hecho era besarla.
—Bueno, tal vez yo no quiero que folles a una chica, pero lo harás —disparó ella,
de nuevo, a mí. La mirada feroz en su rostro hizo que me dieran ganas de reír y besarla
sin sentido, al mismo maldito tiempo.
Ella me estaba empujando. Estaba demasiado cerca de olvidar por qué esto era
una mala idea. Me acerqué a ella, y retrocedió hasta que estábamos de vuelta en el
interior de su pequeña habitación. A salvo de Woods Kerrington. Quería mantenerla
aquí. —No quiero follar a nadie esta noche —le dije. Entonces no podía mantener la
diversión de mi cara. Debido a que era una mentira—. Eso no es exactamente cierto.
Permíteme aclarar. No quiero follar a nadie fuera de esta habitación. Quédate aquí y
habla conmigo. Charlaremos. Dije que podíamos ser amigos. No necesitas a Woods
como amigo.
Ella me empujó hacia atrás sin mucha fuerza. —Nunca me hablas. Hago la
pregunta equivocada, y te vas sin decir palabra.
Pero ella había dicho que éramos amigos. Me gustaría jugar esa carta toda la
maldita noche si tuviera que hacerlo. —Ahora no. Somos amigos. Responderé y no me iré. Sólo por favor, quédate aquí conmigo.
tamalevyrroni- Mensajes : 2372
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Fecha de inscripción : 22/08/2015
Re: Webnovela LevyRroni William(Rush)Too Far (+18)
Miró a su alrededor y frunció el ceño. —No hay mucho espacio aquí —dijo ella,
sus manos todavía planas en mi pecho. Me preguntaba si podía sentir mi corazón
latiendo. Latía con tanta fuerza que lo podía oír golpeando en mis oídos.
—Podemos sentarnos en la cama. No vamos a tocarnos. Sólo hablar. Como
amigos —le dije. Cualquier cosa para conseguir que se quede aquí lejos de Woods.
Se relajó y se sentó en la cama, sus manos dejándome. Quería llegar y
apoderarme de ellas y mantenerlas en mi pecho. —Entonces vamos a hablar —dijo ella,
mientras se deslizaba en la cama y cruzaba las piernas.
Me senté en la cama y me apoyé contra la otra pared. No estábamos lejos, pero
era tanto como esta habitación lo permitía. La situación me hizo reír. —No puedo creer
que le supliqué a una mujer para que se sentase y hablase conmigo.
—¿De qué vamos a hablar? —preguntó ella, estudiándome. Me di cuenta por su
expresión que esperaba que yo disparara en cualquier momento.
—¿Qué te parece sobre cómo diablos sigues siendo virgen a los diecinueve? —le
dije, antes de que pudiera detenerme. Ella era condenadamente demasiado hermosa
para ser tan inocente. No tenía ningún sentido para mí.
Ella se puso rígida. —¿Quién dijo que soy virgen? —preguntó, sonando molesta.
Había sabido que era virgen desde la primera vez que la había atrapado
checándome afuera. El rubor en su rostro había sido todo lo que necesitaba saber. La
chica era inocente. —Conozco una virgen cuando beso a una —le dije en su lugar.
Se relajó de nuevo, luego se encogió de hombros como si no fuera gran cosa.
Cuando se trataba de una gran cosa de mierda. No conocía a vírgenes de diecinueve
años, que se vieran como ella.
—Estaba enamorada. Su nombre es Caín. Fue mi primer novio, mi primer beso,
mi primer más allá de besos, aunque suene aburrido. Me dijo que me amaba y afirmó
que era la única para él. Entonces, mi mamá se enfermó. Ya no tenía tiempo para ir a
citar y pasar tiempo con Caín los fines de semana. Él necesitaba salir. Necesitaba
libertad para tener ese tipo de relación de otra persona. Por lo tanto, lo dejé ir. Después
de Caín no tuve tiempo para salir con nadie más.
¿Qué demonios? Ella amaba a ese idiota y, ¿el la dejó? —¿No se quedó contigo
cuando tu mamá estaba enferma?
Ella se tensó de nuevo y jugueteó con sus manos en su regazo. —Éramos jóvenes.
Él no me amaba. Sólo pensó que lo hacía. Tan simple como eso. —Lo estaba defendiendo. Al diablo con eso. Él necesitaba una patada en el culo.
sus manos todavía planas en mi pecho. Me preguntaba si podía sentir mi corazón
latiendo. Latía con tanta fuerza que lo podía oír golpeando en mis oídos.
—Podemos sentarnos en la cama. No vamos a tocarnos. Sólo hablar. Como
amigos —le dije. Cualquier cosa para conseguir que se quede aquí lejos de Woods.
Se relajó y se sentó en la cama, sus manos dejándome. Quería llegar y
apoderarme de ellas y mantenerlas en mi pecho. —Entonces vamos a hablar —dijo ella,
mientras se deslizaba en la cama y cruzaba las piernas.
Me senté en la cama y me apoyé contra la otra pared. No estábamos lejos, pero
era tanto como esta habitación lo permitía. La situación me hizo reír. —No puedo creer
que le supliqué a una mujer para que se sentase y hablase conmigo.
—¿De qué vamos a hablar? —preguntó ella, estudiándome. Me di cuenta por su
expresión que esperaba que yo disparara en cualquier momento.
—¿Qué te parece sobre cómo diablos sigues siendo virgen a los diecinueve? —le
dije, antes de que pudiera detenerme. Ella era condenadamente demasiado hermosa
para ser tan inocente. No tenía ningún sentido para mí.
Ella se puso rígida. —¿Quién dijo que soy virgen? —preguntó, sonando molesta.
Había sabido que era virgen desde la primera vez que la había atrapado
checándome afuera. El rubor en su rostro había sido todo lo que necesitaba saber. La
chica era inocente. —Conozco una virgen cuando beso a una —le dije en su lugar.
Se relajó de nuevo, luego se encogió de hombros como si no fuera gran cosa.
Cuando se trataba de una gran cosa de mierda. No conocía a vírgenes de diecinueve
años, que se vieran como ella.
—Estaba enamorada. Su nombre es Caín. Fue mi primer novio, mi primer beso,
mi primer más allá de besos, aunque suene aburrido. Me dijo que me amaba y afirmó
que era la única para él. Entonces, mi mamá se enfermó. Ya no tenía tiempo para ir a
citar y pasar tiempo con Caín los fines de semana. Él necesitaba salir. Necesitaba
libertad para tener ese tipo de relación de otra persona. Por lo tanto, lo dejé ir. Después
de Caín no tuve tiempo para salir con nadie más.
¿Qué demonios? Ella amaba a ese idiota y, ¿el la dejó? —¿No se quedó contigo
cuando tu mamá estaba enferma?
Ella se tensó de nuevo y jugueteó con sus manos en su regazo. —Éramos jóvenes.
Él no me amaba. Sólo pensó que lo hacía. Tan simple como eso. —Lo estaba defendiendo. Al diablo con eso. Él necesitaba una patada en el culo.
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Re: Webnovela LevyRroni William(Rush)Too Far (+18)
Baje las escaleras para ver si Maiteya se había ido. No podría haber tenido
tiempo de vestirse y comer. No si tomo una ducha. Abrí la puerta en el fondo de la
escalera y miré a la derecha. La puerta de Maiteestaba abierta. No estaba allí. Las luces
apagadas.
Me dirigí a las escaleras y las tome de dos en dos, esperando poder alcanzarla a
tiempo para un beso de despedida. Estaba de pie al lado de la barra, con un plato de
cereal en la mano y una cuchara elevándose hacia su boca. Comiendo. Bien.
—No dejes que te detenga —dije, caminando hacia la cafetera, no queriendo
ponerla nerviosa. Parecía tan asustadiza—
¿Estás trabajando dentro hoy? —pregunte. Negó con la cabeza y luego trago.
—Ellos me necesitan afuera hoy —dijo.
Me gire hacia la cafetera antes de sonreír. La vería, entonces. Joder amaba el golf.
Vi su teléfono celular sobre el mostrados y lo recogí. Lo había olvidado ya.
Encendí la cafetera y la vi caminar hacia el fregadero con su tazón. Me puse
delante, bloqueando su camino y tomando el tazón de ella, poniéndolo en el fregadero
detrás de mí.
—Esta...‖ ¿Est{‖ todo‖ bien?‖ —pregunté, luego deslice mi mano hacia abajo para
gentilmente ahuecar el lugar entre sus piernas, que me preocupaba le molestaría hoy.
Tendría que trabajar afuera en el calor, y no quería que fuera doloroso.
Se sonrojo y agacho la cabeza. —Estoy bien —dijo con la voz entrecortada.
—Si te quedas aquí, te haría sentir mejor —le dije.
Su respiración se aceleró. —No puedo. Tengo que ir a trabajar —dijo, levantando
los ojos para encontrarse con los míos.
Deslice su teléfono en el bolsillo de sus pantalones cortos. Lo quería con ella todo
el tiempo. —No puedo soportar la idea de lastimarte y no poder hacer nada al respecto
—le dije, acariciando lentamente el exterior de sus pantalones cortos.
—Tengo que darme prisa. Tuve que saltarme la ducha, lo cual es terrible, lo sé,
pero‖no‖podía‖ducharme‖y‖comer.‖No‖quiero‖que‖tu...‖Quería‖comer‖así‖serias‖feliz‖—
dijo.
No se había duchado. Bueno, mierda. Enterré mi cabeza en la curva de su cuello
e inhale profundamente. —Joder, Blaire. Me encanta que vas a oler a mí todo el maldito
día —admití. Saber que no se había lavado hizo a mi bestia interior rugir. Estaba fuera
de control.
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—Me tengo que ir —dijo, dando un paso atrás. Con un pequeño adiós con su
mano, corrió hacia la puerta.
No fue hasta que oí cerrarse la puerta que me di cuenta que no conseguí mi beso.
Me distrajo con el hecho de que todavía me llevaba por todo su cuerpo. La estúpida
sonrisa en mi cara empezaba a hacer que mi rostro doliera. No había sonreído tanto en
mucho tiempo, pero esa chica se mantenía dándome razones para hacerlo.
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23
Traducido por NnancyC
Corregido por Paltonika
—¿De vuelta al carrito hoy? Por mucho que me gusta tenerte adentro, esto hace al
golf tremendamente mucho más divertido —le dijo Woods a Maitecuando estacionó el
carrito al lado del hoyo uno.
Aclararía esta mierda ahora mismo. —Aléjate, Woods. Eso es un poco demasiado
cerca —advertí, mientras caminaba hacia ellos. Maitese giró con una mirada
sorprendida en el rostro. No me esperaba. Pronto descubriría que no podía liberarse de
mí.
—¿Así que ella es el porqué de repente querías jugar hoy con nosotros? —
preguntó Woods, sonando molesto.
No me interesaba responderle. Mi concentración permanecía en Blaire. Ya tenía
el nacimiento del pelo húmedo por el sudor. Hacía calor aquí afuera, y ella podría estar
sufriendo. Si estuviera dolorida en lo más mínimo, entonces Woods la dejaría ir a casa.
La arrojaría sobre mi hombro y me marcharía con ella si necesitaba hacerlo. Deslicé una
mano alrededor de su cintura y la presioné contra mí, de un modo posesivo, antes de
bajar la cabeza para poder susurrarle al oído. —¿Estás adolorida? —le pregunté.
—Estoy bien —contestó.
Le besé la oreja, pero todavía no me sentía listo para soltarla. —¿Te sientes
estirada? ¿Puedes notar que he estado dentro de ti? —pregunté. Tanto como no la
quería sufriendo, quería que me sintiera allí. Que recordara que estuve allí.
Asintió y se fundió en mí. A la pequeña Maitele gustaba que le hablara sucio.
Necesitaría recordar eso.
—Bien. Me gusta saber que puedes sentir donde he estado —dije, luego lancé mi
mirada a Woods. Quería asegurarme que me entendía.
—Pensé que esto pasaría —dijo Woods, sonando enojado.
—¿Ya lo sabe Nan? —preguntó Jace, y Thad, uno de los amigos cercanos de
Woods, pero Jace, le dio un codazo como para callarlo.
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—Este no es asunto de Nan. O tuyo —respondí, fulminando con la mirada a Jace.
Necesitaba escuchar a Thad y callarse. Lidiaría con Nan. Ellos no sabían una mierda.
—Vine aquí a jugar golf. Mejor no hablemos de esto aquí. Blaire, ¿por qué no
consigues las bebidas de todos y te diriges al siguiente hoyo? —dijo Woods.
No me gustaba que le dé órdenes a diestro y siniestro. Lo hacía a propósito. El
hijo de puta mejor se cuidaba. Su papi me tendría en la oficina malditamente rápido. El
dinero Finlay mantenía este lugar funcionando.
No haría esto en frente de Blaire, porque la disgustaría, pero Woods sería puesto
en su lugar.
Maitedio un paso fuera de mis brazos y fue a conseguir las bebidas para todos.
Me entregó una Corona sin preguntarme lo que quería. Le entregó a Woods su cerveza,
y él deslizó un maldito billete de cien en sus manos. Podía ver la forma en que los
hombros se tensaron mientras lanzó la mirada hacía mí y rápidamente lo metió en el
bolsillo. No me enojaría debido a que le pagaba bien. Él podía permitírselo, y ella lo
merecía por trabajar para su lamentable culo. Desgraciado.
Me acerqué a ella y coloqué doscientos en el bolsillo, luego presioné un beso en
sus labios. Reivindiqué mi derecho, y mejor que todos entendieran eso. Le guiñé un ojo
y se dirigió al carrito. No miraría a Woods hasta que Maitese marchara, porque una
sonrisa complacida de él, y rompería su maldita nariz.
Cuando miré atrás, vi a Maiteconduciendo lejos. Saqué mi teléfono y le envié un
texto.
Lamento lo de Woods.
Fue un imbécil, y me preocupaba que la disgustara. Era su jefe. Ella necesitaba
saber que él no haría eso de nuevo.
Estoy bien, Woods es mi jefe. No es la gran cosa.
¿Estaba acostumbrada a él actuando así? Sí, él y yo tendríamos una charla. Ahora.
—Entonces, ¿tú y Blaire, eh? No vi venir eso —dijo Jace, sonriendo como un
idiota.
Woods dejó salir una risa amargada.
Caminé hasta pararme frente a él. —¿Quieres decirme algo, Woods? Porque si
quieres, adelante y dilo ahora, ya que estoy seguro como la mierda, que tengo algo que
decirte.
La ira en los ojos de Woods no me sorprendió. No le gustaba que le recordaran
que no podía intimidarme. Sacudió la cabeza y miró hacia el carrito de Blaire, que
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en voz baja mientras se alejaba de mi abrazo y cruzó los brazos sobre el pecho, a la
defensiva.
—Porque‖no‖puedo‖dejarla‖ir.‖Ella...‖me‖hace‖feliz,‖Nan‖—le admití eso.
Los ojos de Nan destellaron con ira, que sabía que encendería si creyera, por un
minuto, que sentía más por Maitede lo que sentía por ella. Tan jodido como era eso,
Nan esperó ser mi número uno durante la vida entera. Nunca consideró qué sucedería
si me enamoraba un día. Le desesperaba tanto ser la prioridad de alguien que decidió
forzarlo en mí. —¿Debido a que es una buena follada? —dijo con acritud.
Cerré los ojos con fuerza y tomé una profunda respiración. Mantener la calma era
importante. Perderla con Nan de nuevo no ayudaría en nada. Cuando abrí los ojos,
dirigí la mirada a mi hermana. —Nan. No hagas eso otra vez. Maiteno es solo una
follada para mí. Consigue meterte eso en la cabeza. No está controlándome con sexo. Es
más que eso.
Nan se tensó y giró la cabeza para fulminar con la mirada la puerta abierta del
cuarto de Blaire. —Ni siquiera la conoces. La acabas de conocer. Y aun así, quieres
elegirla por encima de mí —espetó.
—La conozco. Hemos estado compartiendo una casa desde hace semanas. He
sido incapaz de apartar los ojos de ella. La he observado. Hemos conversado. La
conozco.‖Ella‖es...‖Dios,‖Nan,‖ella‖es‖lo‖que‖me‖hace‖feliz.‖¿No‖puedes‖aceptar‖eso?‖¡Deja‖
ir esta cosa con ella!
Nan no me miró o respondió. La lucha acabó por ahora, pero sabía que no gané.
No superaría esto fácilmente.
Nos quedamos en silencio por unos cuantos minutos, y esperé para que dijera
algo. Lo que fuera que decidió, necesitaba ser tratado con mucho cuidado. Nan poseía
el poder de arruinar las cosas para mí. Podría decirle de todo a Blaire, y perdería. No
podía perder a Blaire.
—Quiero tener amigos aquí esta noche —dijo, osciló la mirada de regreso a mí.
Bien. Me obligaba a otra de sus fiestas. Típico de Nan. Necesitaba saber que
todavía cedería ante ella en algún nivel. —Bueno —respondí sin discutir. Llevaría a
Maitea mi habitación, para estar lejos de la multitud y el ruido.
Nan asintió, luego dio media vuelta y se alejó. Eso era todo. Por ahora.
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Traducido por Sofía Belikov & Adriana Tate
Corregido por Mel Markham
No me sentía de humor para esto, pero le dije a Nan que podía tener su fiesta.
Debería haber esperado que ella exagerara las cosas cuando no le di reglas. No iba a
beber esa noche. Intentaría pasar mi nombre con Blaire. Los chicos podrían haber sido
informados del hecho de que Maiteestaba fuera de los límites, pero las chicas no habían
aceptado el que yo no estuviera disponible.
Negué con la cabeza hacia otra de las amigas de Nan que me ofrecía una
mamada justo al frente de todos.
Los ojos de Grant encontraron los míos por encima de la multitud. Se encontraba
recostado en el sofá, con una chica a la que le dije que no más temprano media sentada
en su regazo. Rodó los ojos y tomó un trago de su cerveza. Le pedí que viniera y
vigilara las cosas esa noche. No quería interrupciones. Había aceptado con tal de que
pudiera quedarse en su habitación usual si una de las chicas llamaba su atención.
No me importaba lo que hiciera, mientras nadie nos molestara a Maitey a mí.
Asentí hacia la chica que acababa de rechazar. Si quería algo de fácil e intrépido sexo,
estaba seguro de que esa era una buena opción.
Arqueó las cejas con interés y la observó contonearse hacia la sala de estar. Iba a
subir y esperar a Maiteen su habitación. No debería tardar demasiado.
—¿Vas a subir? —preguntó Nan.
Asentí. —Sí. Grant estará aquí por si lo necesitas.
—¿Qué con ella? ¿También va a quedarse allí arriba? —preguntó Nan, tratando
de lucir como si no le importara lo que Maitehiciera.
—Maiteestará conmigo. Buenas noches, Nan. Disfruta tu fiesta. —Se giró sobre
sus talones y caminó furiosamente hacia la cocina.
Me giré para mirar a Grant, y él sólo negó con la cabeza.
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Sabía que Nan me molestaba por lo de Blaire. Sabía que él no estaba de acuerdo
con la idea de no contarle a Blaire. Creía que debería decirle ahora, antes de que fuera
demasiado lejos.
El problema con eso era que ya había permitido que llegara demasiado lejos.
* * *
La habitación de Maiteya olía a ella. No encendí las luces. Podía ver mejor la luz
de la luna en el golfo en la oscuridad. Sentándome al borde de su cama, inhalé, tratando
de alimentar mi hambre por ella. Llegaría en cualquier minuto. Pero me ponía
impaciente. Si pudiera hacer que dejara de trabajar y me permitiera cuidar de ella, lo
haría, pero sabía que no era buena idea sugerir eso. Maitese enojaría. Le tuve que
mentir para que aceptara el maldito teléfono. Aún planeaba pagarme por la comida en
mi cocina. Pero aun así, iba a encontrar una forma de poner lo que me entregara en sus
ahorros. De alguna forma. La testaruda mujer no aceptaba nada más de mí que mi
cuerpo. Sonreí ante el pensamiento. Estaba más que dispuesto a darle mi cuerpo.
También aceptaba felizmente mi lengua. Tenía algo con ella. La forma en que sus ojos
bailaban con anticipación cuando veía mi perforación era demasiado sexy, maldición.
Escuché pasos y me giré para ver a Maiteentrar a la habitación. Sus manos
volaron a su boca para cubrir un grito sorprendido, el cual murió al momento en que se
dio cuenta de que era yo. Me levanté y caminé hacia ella. Ya no podía esperar por
tocarla.
—Hola —dije.
—Hola —respondió, y luego una mueca tiró de sus labios—. ¿Qué estás haciendo
aquí?
¿A dónde más estaría? —Esperándote. Pensé que era un poco obvio.
Bajó la cabeza para ocultar esa sonrisa complacida que aun así veía en sus labios.
—Puedo verlo. Pero tienes invitados —dijo.
Ya había olvidado que estaba allí. Había estado completamente centrado en ella.
—No son mis invitados. Confía en mí, quería que la casa estuviera vacía —le aseguré, y
ahuequé un lado de su rostro—. Ven arriba conmigo. Por favor.
Lanzó su cartera en la cama, y luego deslizó su mano en la mía. —Muéstrame el
camino.
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Me las arreglé para permitir que alcanzara el último escalón antes de empujarla
entre mis brazos y presionar mis labios contra los suyos. Estuve pensando todo el día en
cuán delicioso sabía y cómo amaba sentir su lengua deslizándose contra la mía.
Envolvió los brazos en mi cuello, besándome con la misma ansiedad. El anhelo
en su beso igualaba al mío, y supe que tenía que detenerme si quería hablar con ella esa
noche.
Me alejé de golpe. —Hablemos. Vamos a hablar primero. Quiero verte sonreír y
reír. Quiero saber cuál era tu programa favorito cuando eras una niña, quién te hizo
llorar en la escuela y de qué grupo de chicos colgabas carteles en tu pared. Luego, te
quiero desnuda en mi cama de nuevo —dije.
Sonrió y caminó hacia el sofá. Imágenes de ella desnuda en mi inmenso
transversal destellaron en mi mente, y tuve que sacudirme para detenerme. Sigue el
plan, William.
—¿Sedienta? —pregunté, abriendo el refrigerador que mantenía en mi habitación.
tiempo de vestirse y comer. No si tomo una ducha. Abrí la puerta en el fondo de la
escalera y miré a la derecha. La puerta de Maiteestaba abierta. No estaba allí. Las luces
apagadas.
Me dirigí a las escaleras y las tome de dos en dos, esperando poder alcanzarla a
tiempo para un beso de despedida. Estaba de pie al lado de la barra, con un plato de
cereal en la mano y una cuchara elevándose hacia su boca. Comiendo. Bien.
—No dejes que te detenga —dije, caminando hacia la cafetera, no queriendo
ponerla nerviosa. Parecía tan asustadiza—
¿Estás trabajando dentro hoy? —pregunte. Negó con la cabeza y luego trago.
—Ellos me necesitan afuera hoy —dijo.
Me gire hacia la cafetera antes de sonreír. La vería, entonces. Joder amaba el golf.
Vi su teléfono celular sobre el mostrados y lo recogí. Lo había olvidado ya.
Encendí la cafetera y la vi caminar hacia el fregadero con su tazón. Me puse
delante, bloqueando su camino y tomando el tazón de ella, poniéndolo en el fregadero
detrás de mí.
—Esta...‖ ¿Est{‖ todo‖ bien?‖ —pregunté, luego deslice mi mano hacia abajo para
gentilmente ahuecar el lugar entre sus piernas, que me preocupaba le molestaría hoy.
Tendría que trabajar afuera en el calor, y no quería que fuera doloroso.
Se sonrojo y agacho la cabeza. —Estoy bien —dijo con la voz entrecortada.
—Si te quedas aquí, te haría sentir mejor —le dije.
Su respiración se aceleró. —No puedo. Tengo que ir a trabajar —dijo, levantando
los ojos para encontrarse con los míos.
Deslice su teléfono en el bolsillo de sus pantalones cortos. Lo quería con ella todo
el tiempo. —No puedo soportar la idea de lastimarte y no poder hacer nada al respecto
—le dije, acariciando lentamente el exterior de sus pantalones cortos.
—Tengo que darme prisa. Tuve que saltarme la ducha, lo cual es terrible, lo sé,
pero‖no‖podía‖ducharme‖y‖comer.‖No‖quiero‖que‖tu...‖Quería‖comer‖así‖serias‖feliz‖—
dijo.
No se había duchado. Bueno, mierda. Enterré mi cabeza en la curva de su cuello
e inhale profundamente. —Joder, Blaire. Me encanta que vas a oler a mí todo el maldito
día —admití. Saber que no se había lavado hizo a mi bestia interior rugir. Estaba fuera
de control.
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—Me tengo que ir —dijo, dando un paso atrás. Con un pequeño adiós con su
mano, corrió hacia la puerta.
No fue hasta que oí cerrarse la puerta que me di cuenta que no conseguí mi beso.
Me distrajo con el hecho de que todavía me llevaba por todo su cuerpo. La estúpida
sonrisa en mi cara empezaba a hacer que mi rostro doliera. No había sonreído tanto en
mucho tiempo, pero esa chica se mantenía dándome razones para hacerlo.
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Traducido por NnancyC
Corregido por Paltonika
—¿De vuelta al carrito hoy? Por mucho que me gusta tenerte adentro, esto hace al
golf tremendamente mucho más divertido —le dijo Woods a Maitecuando estacionó el
carrito al lado del hoyo uno.
Aclararía esta mierda ahora mismo. —Aléjate, Woods. Eso es un poco demasiado
cerca —advertí, mientras caminaba hacia ellos. Maitese giró con una mirada
sorprendida en el rostro. No me esperaba. Pronto descubriría que no podía liberarse de
mí.
—¿Así que ella es el porqué de repente querías jugar hoy con nosotros? —
preguntó Woods, sonando molesto.
No me interesaba responderle. Mi concentración permanecía en Blaire. Ya tenía
el nacimiento del pelo húmedo por el sudor. Hacía calor aquí afuera, y ella podría estar
sufriendo. Si estuviera dolorida en lo más mínimo, entonces Woods la dejaría ir a casa.
La arrojaría sobre mi hombro y me marcharía con ella si necesitaba hacerlo. Deslicé una
mano alrededor de su cintura y la presioné contra mí, de un modo posesivo, antes de
bajar la cabeza para poder susurrarle al oído. —¿Estás adolorida? —le pregunté.
—Estoy bien —contestó.
Le besé la oreja, pero todavía no me sentía listo para soltarla. —¿Te sientes
estirada? ¿Puedes notar que he estado dentro de ti? —pregunté. Tanto como no la
quería sufriendo, quería que me sintiera allí. Que recordara que estuve allí.
Asintió y se fundió en mí. A la pequeña Maitele gustaba que le hablara sucio.
Necesitaría recordar eso.
—Bien. Me gusta saber que puedes sentir donde he estado —dije, luego lancé mi
mirada a Woods. Quería asegurarme que me entendía.
—Pensé que esto pasaría —dijo Woods, sonando enojado.
—¿Ya lo sabe Nan? —preguntó Jace, y Thad, uno de los amigos cercanos de
Woods, pero Jace, le dio un codazo como para callarlo.
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—Este no es asunto de Nan. O tuyo —respondí, fulminando con la mirada a Jace.
Necesitaba escuchar a Thad y callarse. Lidiaría con Nan. Ellos no sabían una mierda.
—Vine aquí a jugar golf. Mejor no hablemos de esto aquí. Blaire, ¿por qué no
consigues las bebidas de todos y te diriges al siguiente hoyo? —dijo Woods.
No me gustaba que le dé órdenes a diestro y siniestro. Lo hacía a propósito. El
hijo de puta mejor se cuidaba. Su papi me tendría en la oficina malditamente rápido. El
dinero Finlay mantenía este lugar funcionando.
No haría esto en frente de Blaire, porque la disgustaría, pero Woods sería puesto
en su lugar.
Maitedio un paso fuera de mis brazos y fue a conseguir las bebidas para todos.
Me entregó una Corona sin preguntarme lo que quería. Le entregó a Woods su cerveza,
y él deslizó un maldito billete de cien en sus manos. Podía ver la forma en que los
hombros se tensaron mientras lanzó la mirada hacía mí y rápidamente lo metió en el
bolsillo. No me enojaría debido a que le pagaba bien. Él podía permitírselo, y ella lo
merecía por trabajar para su lamentable culo. Desgraciado.
Me acerqué a ella y coloqué doscientos en el bolsillo, luego presioné un beso en
sus labios. Reivindiqué mi derecho, y mejor que todos entendieran eso. Le guiñé un ojo
y se dirigió al carrito. No miraría a Woods hasta que Maitese marchara, porque una
sonrisa complacida de él, y rompería su maldita nariz.
Cuando miré atrás, vi a Maiteconduciendo lejos. Saqué mi teléfono y le envié un
texto.
Lamento lo de Woods.
Fue un imbécil, y me preocupaba que la disgustara. Era su jefe. Ella necesitaba
saber que él no haría eso de nuevo.
Estoy bien, Woods es mi jefe. No es la gran cosa.
¿Estaba acostumbrada a él actuando así? Sí, él y yo tendríamos una charla. Ahora.
—Entonces, ¿tú y Blaire, eh? No vi venir eso —dijo Jace, sonriendo como un
idiota.
Woods dejó salir una risa amargada.
Caminé hasta pararme frente a él. —¿Quieres decirme algo, Woods? Porque si
quieres, adelante y dilo ahora, ya que estoy seguro como la mierda, que tengo algo que
decirte.
La ira en los ojos de Woods no me sorprendió. No le gustaba que le recordaran
que no podía intimidarme. Sacudió la cabeza y miró hacia el carrito de Blaire, que
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en voz baja mientras se alejaba de mi abrazo y cruzó los brazos sobre el pecho, a la
defensiva.
—Porque‖no‖puedo‖dejarla‖ir.‖Ella...‖me‖hace‖feliz,‖Nan‖—le admití eso.
Los ojos de Nan destellaron con ira, que sabía que encendería si creyera, por un
minuto, que sentía más por Maitede lo que sentía por ella. Tan jodido como era eso,
Nan esperó ser mi número uno durante la vida entera. Nunca consideró qué sucedería
si me enamoraba un día. Le desesperaba tanto ser la prioridad de alguien que decidió
forzarlo en mí. —¿Debido a que es una buena follada? —dijo con acritud.
Cerré los ojos con fuerza y tomé una profunda respiración. Mantener la calma era
importante. Perderla con Nan de nuevo no ayudaría en nada. Cuando abrí los ojos,
dirigí la mirada a mi hermana. —Nan. No hagas eso otra vez. Maiteno es solo una
follada para mí. Consigue meterte eso en la cabeza. No está controlándome con sexo. Es
más que eso.
Nan se tensó y giró la cabeza para fulminar con la mirada la puerta abierta del
cuarto de Blaire. —Ni siquiera la conoces. La acabas de conocer. Y aun así, quieres
elegirla por encima de mí —espetó.
—La conozco. Hemos estado compartiendo una casa desde hace semanas. He
sido incapaz de apartar los ojos de ella. La he observado. Hemos conversado. La
conozco.‖Ella‖es...‖Dios,‖Nan,‖ella‖es‖lo‖que‖me‖hace‖feliz.‖¿No‖puedes‖aceptar‖eso?‖¡Deja‖
ir esta cosa con ella!
Nan no me miró o respondió. La lucha acabó por ahora, pero sabía que no gané.
No superaría esto fácilmente.
Nos quedamos en silencio por unos cuantos minutos, y esperé para que dijera
algo. Lo que fuera que decidió, necesitaba ser tratado con mucho cuidado. Nan poseía
el poder de arruinar las cosas para mí. Podría decirle de todo a Blaire, y perdería. No
podía perder a Blaire.
—Quiero tener amigos aquí esta noche —dijo, osciló la mirada de regreso a mí.
Bien. Me obligaba a otra de sus fiestas. Típico de Nan. Necesitaba saber que
todavía cedería ante ella en algún nivel. —Bueno —respondí sin discutir. Llevaría a
Maitea mi habitación, para estar lejos de la multitud y el ruido.
Nan asintió, luego dio media vuelta y se alejó. Eso era todo. Por ahora.
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Traducido por Sofía Belikov & Adriana Tate
Corregido por Mel Markham
No me sentía de humor para esto, pero le dije a Nan que podía tener su fiesta.
Debería haber esperado que ella exagerara las cosas cuando no le di reglas. No iba a
beber esa noche. Intentaría pasar mi nombre con Blaire. Los chicos podrían haber sido
informados del hecho de que Maiteestaba fuera de los límites, pero las chicas no habían
aceptado el que yo no estuviera disponible.
Negué con la cabeza hacia otra de las amigas de Nan que me ofrecía una
mamada justo al frente de todos.
Los ojos de Grant encontraron los míos por encima de la multitud. Se encontraba
recostado en el sofá, con una chica a la que le dije que no más temprano media sentada
en su regazo. Rodó los ojos y tomó un trago de su cerveza. Le pedí que viniera y
vigilara las cosas esa noche. No quería interrupciones. Había aceptado con tal de que
pudiera quedarse en su habitación usual si una de las chicas llamaba su atención.
No me importaba lo que hiciera, mientras nadie nos molestara a Maitey a mí.
Asentí hacia la chica que acababa de rechazar. Si quería algo de fácil e intrépido sexo,
estaba seguro de que esa era una buena opción.
Arqueó las cejas con interés y la observó contonearse hacia la sala de estar. Iba a
subir y esperar a Maiteen su habitación. No debería tardar demasiado.
—¿Vas a subir? —preguntó Nan.
Asentí. —Sí. Grant estará aquí por si lo necesitas.
—¿Qué con ella? ¿También va a quedarse allí arriba? —preguntó Nan, tratando
de lucir como si no le importara lo que Maitehiciera.
—Maiteestará conmigo. Buenas noches, Nan. Disfruta tu fiesta. —Se giró sobre
sus talones y caminó furiosamente hacia la cocina.
Me giré para mirar a Grant, y él sólo negó con la cabeza.
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Sabía que Nan me molestaba por lo de Blaire. Sabía que él no estaba de acuerdo
con la idea de no contarle a Blaire. Creía que debería decirle ahora, antes de que fuera
demasiado lejos.
El problema con eso era que ya había permitido que llegara demasiado lejos.
* * *
La habitación de Maiteya olía a ella. No encendí las luces. Podía ver mejor la luz
de la luna en el golfo en la oscuridad. Sentándome al borde de su cama, inhalé, tratando
de alimentar mi hambre por ella. Llegaría en cualquier minuto. Pero me ponía
impaciente. Si pudiera hacer que dejara de trabajar y me permitiera cuidar de ella, lo
haría, pero sabía que no era buena idea sugerir eso. Maitese enojaría. Le tuve que
mentir para que aceptara el maldito teléfono. Aún planeaba pagarme por la comida en
mi cocina. Pero aun así, iba a encontrar una forma de poner lo que me entregara en sus
ahorros. De alguna forma. La testaruda mujer no aceptaba nada más de mí que mi
cuerpo. Sonreí ante el pensamiento. Estaba más que dispuesto a darle mi cuerpo.
También aceptaba felizmente mi lengua. Tenía algo con ella. La forma en que sus ojos
bailaban con anticipación cuando veía mi perforación era demasiado sexy, maldición.
Escuché pasos y me giré para ver a Maiteentrar a la habitación. Sus manos
volaron a su boca para cubrir un grito sorprendido, el cual murió al momento en que se
dio cuenta de que era yo. Me levanté y caminé hacia ella. Ya no podía esperar por
tocarla.
—Hola —dije.
—Hola —respondió, y luego una mueca tiró de sus labios—. ¿Qué estás haciendo
aquí?
¿A dónde más estaría? —Esperándote. Pensé que era un poco obvio.
Bajó la cabeza para ocultar esa sonrisa complacida que aun así veía en sus labios.
—Puedo verlo. Pero tienes invitados —dijo.
Ya había olvidado que estaba allí. Había estado completamente centrado en ella.
—No son mis invitados. Confía en mí, quería que la casa estuviera vacía —le aseguré, y
ahuequé un lado de su rostro—. Ven arriba conmigo. Por favor.
Lanzó su cartera en la cama, y luego deslizó su mano en la mía. —Muéstrame el
camino.
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Me las arreglé para permitir que alcanzara el último escalón antes de empujarla
entre mis brazos y presionar mis labios contra los suyos. Estuve pensando todo el día en
cuán delicioso sabía y cómo amaba sentir su lengua deslizándose contra la mía.
Envolvió los brazos en mi cuello, besándome con la misma ansiedad. El anhelo
en su beso igualaba al mío, y supe que tenía que detenerme si quería hablar con ella esa
noche.
Me alejé de golpe. —Hablemos. Vamos a hablar primero. Quiero verte sonreír y
reír. Quiero saber cuál era tu programa favorito cuando eras una niña, quién te hizo
llorar en la escuela y de qué grupo de chicos colgabas carteles en tu pared. Luego, te
quiero desnuda en mi cama de nuevo —dije.
Sonrió y caminó hacia el sofá. Imágenes de ella desnuda en mi inmenso
transversal destellaron en mi mente, y tuve que sacudirme para detenerme. Sigue el
plan, William.
—¿Sedienta? —pregunté, abriendo el refrigerador que mantenía en mi habitación.
tamalevyrroni- Mensajes : 2372
Puntos : 15246
Reputacion : 10
Fecha de inscripción : 22/08/2015
Re: Webnovela LevyRroni William(Rush)Too Far (+18)
—Algo de agua con hielo estaría bien.
Comencé a servirle un vaso de agua fría, pensando en todo lo que quería saber.
No en cómo lucía cuando llegó.
—Rugrats era mi programa favorito. Ken Norris me hacía llorar por lo menos
una vez a la semana, luego hizo llorar a Valerie, me enojé y lo lastimé. Mi ataque
favorito y de mayor éxito fue una patada en las bolas. Y, vergonzosamente, The
Backstreet Boys cubrían mis paredes. —Maiterespondió cada pregunta que hice.
Le tendí el agua y me senté a su lado en el sofá. —¿Quién es Valerie? —pregunté.
Ella nunca había mencionado a sus amigos. Asumí que no tenía muchos debido a lo de
su madre.
Maitese tensó junto a mí, y mi interés se intensificó. ¿Valerie la lastimó? —Valerie
era mi hermana gemela. Murió en un accidente de coche hace cinco años. Mi papá
conducía. Dos semanas después, él salió de nuestras vidas y nunca regresó. Mamá dijo
que teníamos que perdonarlo porque él no podía vivir con el hecho de haber estado
conduciendo el auto que mató a Valerie. Siempre quise creerle. Incluso cuando no vino
al funeral de mamá, quería poder creer que él no podía hacerle frente. Así que lo
perdoné. Ya no lo odio, ni dejo que la amargura y el odio me controlen. Pero vine aquí
y, bueno...‖tú‖sabes.‖Supongo‖que‖mam{‖estaba‖equivocada.
Mierda. Mierda. Mi estómago se sentía enfermo. Me recliné en el sofá y puse un
brazo a su alrededor. Quería ponerla sobre mi regazo y consolarla. Decirle que haría
cualquier cosa que me pidiera con tal de hacerla sentirse mejor. De arreglar esto. De
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Atravesar las propuestas y terminar la noche había sido un infierno. Pero lo
había hecho, y Nan parecía feliz. Habló todo el camino de regreso a casa sobre un viaje
de compras que quería hacer a París y me preguntó si tenía contacto con mamá
últimamente.
Cuando Nan se marchó, dejé escapar un suspiro de alivio y entré a la casa. Blaire
estaría en casa pronto, y le daría ese masaje. Ella lo necesitaba más ahora. Había estado
corriendo todo el maldito día.
Pasé por la cocina en mi camino a las escaleras. La botella vacía de cerveza y la
copa de vino en el bar me detuvo. En ese momento, el mundo se sentía como si hubiera
dejado de girar, y se moviera en cámara lenta hacia el cristal.
El familiar lápiz labial rojo en el cristal me revolvió el estómago. Joder, no. Aún
no. Dios, todavía no. Necesitaba esta noche. Hijo de puta. Necesitaba una noche más.
Ella no se encontraba lista. Tenía que planear esto. ¡Mierda!
Me dirigí a las escaleras y las subí de dos peldaños a la vez, necesitando verlo por
mí mismo. Mientras caminaba por el pasillo, vi que la puerta de la habitación de mi
madre estaba cerrada. Se encontraban ahí. Sabía que lo estaban. Esa puerta por lo
general quedaba abierta. No toqué la puerta. Tenía miedo de verlos. Tenía miedo de
que destruyeran esto. Le dirían todo y la alejarían de mí.
No.
Dios, no.
No, no, no.
* * *
Ella no regresó a casa durante horas. No sabía cuántas; sólo sabía que era tarde.
Había estado sentado frente a mi puerta en el piso, esperándola. Mirando fijamente al
frente. Necesitando verla y sostenerla y saber que se encontraba aquí conmigo. Que no
se había ido.
El sonido de la puerta principal abriéndose envió mi corazón a un frenesí salvaje.
Maiteestaba en casa. Este podría ser. El final. No. No. No. No lo permitiría. La haría
amarme. Haría que me perdonara.
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Cuando se detuvo en el último escalón y me vio, me quedé allí y la miré. Mi
dulce Blaire. Apareció y robó un pedazo de mi corazón sin abrir la boca. Entonces me
consumió. Lo tomó todo. La dejé tenerme libremente.
Comenzó a caminar hacia mí, me levanté y acerqué a ella. —Te necesito en el
piso de arriba. Ahora. —La desesperación en mi voz pareció sorprenderla, pero no me
preguntó.
Agarré su mano y la arrastré hasta mi puerta. Tenía que apresurarme y ponerla
segura en mi habitación. Lejos de ellos. Le empujé adentro y cerré la puerta, antes de
girarme hacia ella y presionarla contra la pared.
Pasé las manos por su cuerpo, memorizando cada curva. No era suficiente.
Necesitaba quitar la ropa. Agarrando la parte delantera de la camiseta que llevaba, la
rasgué. No tenía tiempo para los botones. Ella jadeó, y cubrí su boca con la mía. Probé
su dulce calidez con mi lengua una y otra vez, mientras hacía un trabajo rápido con el
botón de sus pantalones cortos y los bajaba por sus piernas. Se hallaba desnuda. Mi
Blaire. Mi perfecta y dulce Blaire.
Gruñendo contra su boca, sabía que necesitaba más. No me dejaría. No podía
dejar que se fuera. La dejé de vuelta en sus pies y saqué sus zapatos, luego tiré de sus
pantalones y bragas el resto del camino. Completamente desnuda. Sólo para que yo la
viera. Nadie más. Jamás. Sólo para mí.
Cayendo de rodillas, separé sus piernas y pasé la lengua por sus pliegues,
lamiendo su clítoris que ya estaba hinchado y listo para mí. Maitegritó mi nombre y se
apoyó en sus codos. Sus muslos se abrieron más cuando deslicé mi lengua dentro de
ella, antes de pasarla a lo largo de los suaves pliegues otra vez. Mi nombre era un canto
en sus labios. Empecé a besar la suave piel de sus muslos, y ella se estremeció con
gemidos necesitados.
—Mío. Esto es mío. —Levanté mi cabeza, la miré—. Mío. Este dulce coño es mío,
Blaire. —Era mía.
Se estremeció mientras empujaba mi dedo en su calor.
—Dime que es mío —exigí.
Asintió mientras deslizaba mi dedo más profundo dentro de ella.
—Dime que es mío —repetí.
—Es tuyo. Ahora, por favor, William, fóllame —dijo, jadeando.
¡Sí! Esa era mi chica. Sí, era mía. Necesitaba saber que era mía. Esto era mío.
Levantándome, bajé los pantalones de pijama que estaba usando y los pateé a un lado.
—Sin preservativo esta noche. Lo sacaré. Sólo tengo que sentirte por completo —dije.
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Nunca volvería a poner un condón entre nosotros. Nunca quería ser separado de
ella. Agarrando sus muslos, la levanté mientras me movía y alineaba mi polla en su
entrada. No podía estrellarme contra ella sí quedó adolorida. Dios, debía estar tan
malditamente cansada, pero tenía que tenerla. Lentamente, me moví dentro de ella.
—¿Te duele? —pregunté, sosteniendo.
—Se siente bien —dijo con un suspiro.
Iba a lastimarla. Me detuve y lo saqué. —Estas escaleras son demasiado duras
para ti. Ven aquí.
La cogí en mis brazos y la subí por las escaleras. Estaba demasiado débil esta
noche para presionarla contra la dura madera de las escaleras.
—¿Harías algo por mí? —pregunté, salpicando besos en su nariz y párpados
mientras me encontraba al lado de mi cama.
—Sí —respondió.
La puse en el suelo y la sostuve, incluso después de que sus pies tocaron la
alfombra. —Inclínate hacia delante y pon tu pecho en la cama. Pon tus manos sobre tu
cabeza y deja tu trasero al aire.
Había fantaseado con verla de esta manera. No preguntó ni discutió el por qué.
Simplemente lo hizo. Sabiendo que quería complacerme con tanta facilidad hizo crecer
el pánico. Ella era para mí. Tenía que saberlo.
Pasé mi mano por el redondo y suave culo que de ella voluntariamente me
mostraba. —Tienes el culo más perfecto que he visto —le dije mientras lo acariciaba.
Tomando un firme agarre de sus caderas y separando más sus piernas, entré en un empuje.
Comencé a servirle un vaso de agua fría, pensando en todo lo que quería saber.
No en cómo lucía cuando llegó.
—Rugrats era mi programa favorito. Ken Norris me hacía llorar por lo menos
una vez a la semana, luego hizo llorar a Valerie, me enojé y lo lastimé. Mi ataque
favorito y de mayor éxito fue una patada en las bolas. Y, vergonzosamente, The
Backstreet Boys cubrían mis paredes. —Maiterespondió cada pregunta que hice.
Le tendí el agua y me senté a su lado en el sofá. —¿Quién es Valerie? —pregunté.
Ella nunca había mencionado a sus amigos. Asumí que no tenía muchos debido a lo de
su madre.
Maitese tensó junto a mí, y mi interés se intensificó. ¿Valerie la lastimó? —Valerie
era mi hermana gemela. Murió en un accidente de coche hace cinco años. Mi papá
conducía. Dos semanas después, él salió de nuestras vidas y nunca regresó. Mamá dijo
que teníamos que perdonarlo porque él no podía vivir con el hecho de haber estado
conduciendo el auto que mató a Valerie. Siempre quise creerle. Incluso cuando no vino
al funeral de mamá, quería poder creer que él no podía hacerle frente. Así que lo
perdoné. Ya no lo odio, ni dejo que la amargura y el odio me controlen. Pero vine aquí
y, bueno...‖tú‖sabes.‖Supongo‖que‖mam{‖estaba‖equivocada.
Mierda. Mierda. Mi estómago se sentía enfermo. Me recliné en el sofá y puse un
brazo a su alrededor. Quería ponerla sobre mi regazo y consolarla. Decirle que haría
cualquier cosa que me pidiera con tal de hacerla sentirse mejor. De arreglar esto. De
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Atravesar las propuestas y terminar la noche había sido un infierno. Pero lo
había hecho, y Nan parecía feliz. Habló todo el camino de regreso a casa sobre un viaje
de compras que quería hacer a París y me preguntó si tenía contacto con mamá
últimamente.
Cuando Nan se marchó, dejé escapar un suspiro de alivio y entré a la casa. Blaire
estaría en casa pronto, y le daría ese masaje. Ella lo necesitaba más ahora. Había estado
corriendo todo el maldito día.
Pasé por la cocina en mi camino a las escaleras. La botella vacía de cerveza y la
copa de vino en el bar me detuvo. En ese momento, el mundo se sentía como si hubiera
dejado de girar, y se moviera en cámara lenta hacia el cristal.
El familiar lápiz labial rojo en el cristal me revolvió el estómago. Joder, no. Aún
no. Dios, todavía no. Necesitaba esta noche. Hijo de puta. Necesitaba una noche más.
Ella no se encontraba lista. Tenía que planear esto. ¡Mierda!
Me dirigí a las escaleras y las subí de dos peldaños a la vez, necesitando verlo por
mí mismo. Mientras caminaba por el pasillo, vi que la puerta de la habitación de mi
madre estaba cerrada. Se encontraban ahí. Sabía que lo estaban. Esa puerta por lo
general quedaba abierta. No toqué la puerta. Tenía miedo de verlos. Tenía miedo de
que destruyeran esto. Le dirían todo y la alejarían de mí.
No.
Dios, no.
No, no, no.
* * *
Ella no regresó a casa durante horas. No sabía cuántas; sólo sabía que era tarde.
Había estado sentado frente a mi puerta en el piso, esperándola. Mirando fijamente al
frente. Necesitando verla y sostenerla y saber que se encontraba aquí conmigo. Que no
se había ido.
El sonido de la puerta principal abriéndose envió mi corazón a un frenesí salvaje.
Maiteestaba en casa. Este podría ser. El final. No. No. No. No lo permitiría. La haría
amarme. Haría que me perdonara.
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Cuando se detuvo en el último escalón y me vio, me quedé allí y la miré. Mi
dulce Blaire. Apareció y robó un pedazo de mi corazón sin abrir la boca. Entonces me
consumió. Lo tomó todo. La dejé tenerme libremente.
Comenzó a caminar hacia mí, me levanté y acerqué a ella. —Te necesito en el
piso de arriba. Ahora. —La desesperación en mi voz pareció sorprenderla, pero no me
preguntó.
Agarré su mano y la arrastré hasta mi puerta. Tenía que apresurarme y ponerla
segura en mi habitación. Lejos de ellos. Le empujé adentro y cerré la puerta, antes de
girarme hacia ella y presionarla contra la pared.
Pasé las manos por su cuerpo, memorizando cada curva. No era suficiente.
Necesitaba quitar la ropa. Agarrando la parte delantera de la camiseta que llevaba, la
rasgué. No tenía tiempo para los botones. Ella jadeó, y cubrí su boca con la mía. Probé
su dulce calidez con mi lengua una y otra vez, mientras hacía un trabajo rápido con el
botón de sus pantalones cortos y los bajaba por sus piernas. Se hallaba desnuda. Mi
Blaire. Mi perfecta y dulce Blaire.
Gruñendo contra su boca, sabía que necesitaba más. No me dejaría. No podía
dejar que se fuera. La dejé de vuelta en sus pies y saqué sus zapatos, luego tiré de sus
pantalones y bragas el resto del camino. Completamente desnuda. Sólo para que yo la
viera. Nadie más. Jamás. Sólo para mí.
Cayendo de rodillas, separé sus piernas y pasé la lengua por sus pliegues,
lamiendo su clítoris que ya estaba hinchado y listo para mí. Maitegritó mi nombre y se
apoyó en sus codos. Sus muslos se abrieron más cuando deslicé mi lengua dentro de
ella, antes de pasarla a lo largo de los suaves pliegues otra vez. Mi nombre era un canto
en sus labios. Empecé a besar la suave piel de sus muslos, y ella se estremeció con
gemidos necesitados.
—Mío. Esto es mío. —Levanté mi cabeza, la miré—. Mío. Este dulce coño es mío,
Blaire. —Era mía.
Se estremeció mientras empujaba mi dedo en su calor.
—Dime que es mío —exigí.
Asintió mientras deslizaba mi dedo más profundo dentro de ella.
—Dime que es mío —repetí.
—Es tuyo. Ahora, por favor, William, fóllame —dijo, jadeando.
¡Sí! Esa era mi chica. Sí, era mía. Necesitaba saber que era mía. Esto era mío.
Levantándome, bajé los pantalones de pijama que estaba usando y los pateé a un lado.
—Sin preservativo esta noche. Lo sacaré. Sólo tengo que sentirte por completo —dije.
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Nunca volvería a poner un condón entre nosotros. Nunca quería ser separado de
ella. Agarrando sus muslos, la levanté mientras me movía y alineaba mi polla en su
entrada. No podía estrellarme contra ella sí quedó adolorida. Dios, debía estar tan
malditamente cansada, pero tenía que tenerla. Lentamente, me moví dentro de ella.
—¿Te duele? —pregunté, sosteniendo.
—Se siente bien —dijo con un suspiro.
Iba a lastimarla. Me detuve y lo saqué. —Estas escaleras son demasiado duras
para ti. Ven aquí.
La cogí en mis brazos y la subí por las escaleras. Estaba demasiado débil esta
noche para presionarla contra la dura madera de las escaleras.
—¿Harías algo por mí? —pregunté, salpicando besos en su nariz y párpados
mientras me encontraba al lado de mi cama.
—Sí —respondió.
La puse en el suelo y la sostuve, incluso después de que sus pies tocaron la
alfombra. —Inclínate hacia delante y pon tu pecho en la cama. Pon tus manos sobre tu
cabeza y deja tu trasero al aire.
Había fantaseado con verla de esta manera. No preguntó ni discutió el por qué.
Simplemente lo hizo. Sabiendo que quería complacerme con tanta facilidad hizo crecer
el pánico. Ella era para mí. Tenía que saberlo.
Pasé mi mano por el redondo y suave culo que de ella voluntariamente me
mostraba. —Tienes el culo más perfecto que he visto —le dije mientras lo acariciaba.
Tomando un firme agarre de sus caderas y separando más sus piernas, entré en un empuje.
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Re: Webnovela LevyRroni William(Rush)Too Far (+18)
—¡William! —gritó Maite.
—Mierda, estoy profundamente —gruñí, y mis ojos rodaron en mi cabeza. Mejor
de lo que imaginé. Siempre era más con ella. Siempre jodidamente más.
Comencé a bombear dentro de ella. Se apretó contra mí y agarró puñados de
sábanas mientras gemía con fuerza y suplicaba por más.
Escuchar su placer me hizo empujar más duro. No podía ir lo suficientemente
profundo. Quería vivir ahí. Encerrado dentro de ella. La ajustada succión agarró mi
polla, haciendo que mis rodillas se doblaran. Estaba cerca. Bajando la mano entre sus
piernas, la deslicé sobre su coño. —Dios, estás empapada.
Mis palabras fueron todo lo que necesitó. Maitese sacudió contra mí
salvajemente, gritando mi nombre. Tomó todo mi control salirme y disparar mi
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liberación sobre su culo. Lo quería dentro de ella. Mi placer mezclado con el suyo. Pero
no podía hacerlo otra vez. Aún no.
—¡AH! —grité, mientras mi polla se sacudía en mis manos y disparaba mi carga
en su suave espalda. Verme allí me hizo sentir como que la había marcado. Pude verlo.
Todo de mí sobre ella—. Maldita sea, nena, si supieras cuan jodidamente increíble se ve
tu culo en este momento —dije.
Cayó sobre la cama, sin ser capaz de sostenerse. Giró la cabeza hacia un lado
para mirarme. —¿Por qué?
No se dio cuenta que dispare mi liberación. —Digamos que tengo que limpiarte
—expliqué.
Una risita se le escapó, y enterró su cara en las sábanas.
Amaba escuchar su risa. También amaba pararme aquí y mirar su culo cubierto
de mi liberación. Esas dos cosas combinadas eran jodidamente impresionantes.
Necesitaba dormir. No podía hacer que se acostara con mi semen sobre ella
porque yo era un maldito hombre de las cavernas. Moviéndome a su alrededor, me
dirigí al baño y conseguí una toalla húmeda y tibia, entonces me fui de vuelta a la
habitación.
Podía ver sus ojos siguiéndome, y la somnolienta y satisfecha sonrisa en su
rostro. Yo puse esa sonrisa allí. No sabía si debía trabajar mañana o no, pero no iba a ir.
Lidiaría con eso. Tenía que hablar con ella. Tenía que saberlo.
Su papá se encontraba aquí. Ya era hora de enfrentarlo y luchar por ella.
Limpié el semen de su parte inferior. —Todo limpio, nena. Puedes subir y
cubrirte. Estaré de vuelta —dije.
Pero no se movió. Me di la vuelta y miré su cara. Quedó profundamente
dormida. Sonreí ante la idea de ella durmiéndose mientras la limpiaba. La bestia
posesiva dentro de mí golpeó su pecho.
La levanté y la moví a las almohadas, luego la cubrí con cuidado. Inclinándome,
presioné un beso en su cabeza. —Arreglaré esto. Juro que haré lo correcto. Te amo lo
suficiente para pasar a través de esto. Sólo necesito que tú me ames a mí lo suficiente.
Por favor, Blaire. Ámame lo suficiente —supliqué.
No se movió. Su lenta respiración nunca cambió. Pero esperaba que me
escuchara en sus sueños. Y que mañana lo recordara.
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Traducido por Mary
Corregido por Michelle♡
Luchando por respirar a través de dolor, me giré y la seguí. Ella no me quería.
No quería esto. Pero no podía sólo dejarla ir. ¿Dónde iría? ¿Dónde dormiría? ¿Quién se
aseguraría de que comiera? ¿Quién la sostendría cuando llorará? Ella me necesitaba. Y
Dios. Yo la necesitaba.
Maitealcanzó el último peldaño de la escalera, tomó el teléfono de su bolsillo, y
lo metió en el de Abe. —Tómalo. No lo quiero —dijo.
—¿Por qué tomaría el teléfono? —preguntó Abe.
—Porque no quiero nada de ti —le grito a él.
—Yo no te lo di —dijo él.
—Acepta el teléfono, Maite—dije—. Si quieres irte, no puedo retenerte aquí.
Pero por favor, acéptalo. —Estaba listo para ponerme de rodillas y suplicar. Tenía que
tomar el teléfono. Maldita sea, necesitaba un teléfono.
Maitelo puso en la mesilla junto a la escalera. —No puedo —dijo y sabía que no
podía hacerla tomarlo, tampoco. No podía hacer nada. Era jodidamente inútil. Su
mundo acababa de ser volado en piezas, y yo era jodidamente inútil.
—Te pareces a ella —dijo mi madre a la espalda de Blaire.
—Solo espero que pueda ser la mitad de la mujer de lo que ella era —dijo Blaire,
con completa convicción en su voz.
La puerta se cerró detrás de ella.
Tenía que hacer algo.
Me moví a través de las escaleras sin quitar mis ojos de la puerta. No podía sólo
quedarme aquí y dejarla conducir lejos. —¿A dónde irá? —pregunté a Abe. Él tendría
una idea.
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—Irá de vuelta a Alabama. El único otro lugar que conoce, tiene amigos allí. Ellos
la tomarán —dijo.
Los gritos de Nan venían de afuera, y mi corazón se detuvo. ¿Le había pasado
algo a Blaire? Corrí a través de las escaleras, pero no antes que mi madre y Abe se
hubieran movido hacia la puerta.
—¡Blaire! Baja el arma. Nan, no te muevas. Ella sabe cómo usar esa cosa mejor
que la mayoría de los hombres —ordenó Abe en una calmada voz.
Jodida mierda, Maiteestaba sosteniendo una pistola hacia Nan. ¿Qué diablos
había dicho Nan?
—¿Qué hace con esa cosa? ¿Es incluso legal que la tenga? —preguntó mi madre.
—Ella tiene un permiso, y sabe lo que está haciendo. Mantén la calma —dijo Abe,sonando molesto.
—Mierda, estoy profundamente —gruñí, y mis ojos rodaron en mi cabeza. Mejor
de lo que imaginé. Siempre era más con ella. Siempre jodidamente más.
Comencé a bombear dentro de ella. Se apretó contra mí y agarró puñados de
sábanas mientras gemía con fuerza y suplicaba por más.
Escuchar su placer me hizo empujar más duro. No podía ir lo suficientemente
profundo. Quería vivir ahí. Encerrado dentro de ella. La ajustada succión agarró mi
polla, haciendo que mis rodillas se doblaran. Estaba cerca. Bajando la mano entre sus
piernas, la deslicé sobre su coño. —Dios, estás empapada.
Mis palabras fueron todo lo que necesitó. Maitese sacudió contra mí
salvajemente, gritando mi nombre. Tomó todo mi control salirme y disparar mi
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liberación sobre su culo. Lo quería dentro de ella. Mi placer mezclado con el suyo. Pero
no podía hacerlo otra vez. Aún no.
—¡AH! —grité, mientras mi polla se sacudía en mis manos y disparaba mi carga
en su suave espalda. Verme allí me hizo sentir como que la había marcado. Pude verlo.
Todo de mí sobre ella—. Maldita sea, nena, si supieras cuan jodidamente increíble se ve
tu culo en este momento —dije.
Cayó sobre la cama, sin ser capaz de sostenerse. Giró la cabeza hacia un lado
para mirarme. —¿Por qué?
No se dio cuenta que dispare mi liberación. —Digamos que tengo que limpiarte
—expliqué.
Una risita se le escapó, y enterró su cara en las sábanas.
Amaba escuchar su risa. También amaba pararme aquí y mirar su culo cubierto
de mi liberación. Esas dos cosas combinadas eran jodidamente impresionantes.
Necesitaba dormir. No podía hacer que se acostara con mi semen sobre ella
porque yo era un maldito hombre de las cavernas. Moviéndome a su alrededor, me
dirigí al baño y conseguí una toalla húmeda y tibia, entonces me fui de vuelta a la
habitación.
Podía ver sus ojos siguiéndome, y la somnolienta y satisfecha sonrisa en su
rostro. Yo puse esa sonrisa allí. No sabía si debía trabajar mañana o no, pero no iba a ir.
Lidiaría con eso. Tenía que hablar con ella. Tenía que saberlo.
Su papá se encontraba aquí. Ya era hora de enfrentarlo y luchar por ella.
Limpié el semen de su parte inferior. —Todo limpio, nena. Puedes subir y
cubrirte. Estaré de vuelta —dije.
Pero no se movió. Me di la vuelta y miré su cara. Quedó profundamente
dormida. Sonreí ante la idea de ella durmiéndose mientras la limpiaba. La bestia
posesiva dentro de mí golpeó su pecho.
La levanté y la moví a las almohadas, luego la cubrí con cuidado. Inclinándome,
presioné un beso en su cabeza. —Arreglaré esto. Juro que haré lo correcto. Te amo lo
suficiente para pasar a través de esto. Sólo necesito que tú me ames a mí lo suficiente.
Por favor, Blaire. Ámame lo suficiente —supliqué.
No se movió. Su lenta respiración nunca cambió. Pero esperaba que me
escuchara en sus sueños. Y que mañana lo recordara.
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Luchando por respirar a través de dolor, me giré y la seguí. Ella no me quería.
No quería esto. Pero no podía sólo dejarla ir. ¿Dónde iría? ¿Dónde dormiría? ¿Quién se
aseguraría de que comiera? ¿Quién la sostendría cuando llorará? Ella me necesitaba. Y
Dios. Yo la necesitaba.
Maitealcanzó el último peldaño de la escalera, tomó el teléfono de su bolsillo, y
lo metió en el de Abe. —Tómalo. No lo quiero —dijo.
—¿Por qué tomaría el teléfono? —preguntó Abe.
—Porque no quiero nada de ti —le grito a él.
—Yo no te lo di —dijo él.
—Acepta el teléfono, Maite—dije—. Si quieres irte, no puedo retenerte aquí.
Pero por favor, acéptalo. —Estaba listo para ponerme de rodillas y suplicar. Tenía que
tomar el teléfono. Maldita sea, necesitaba un teléfono.
Maitelo puso en la mesilla junto a la escalera. —No puedo —dijo y sabía que no
podía hacerla tomarlo, tampoco. No podía hacer nada. Era jodidamente inútil. Su
mundo acababa de ser volado en piezas, y yo era jodidamente inútil.
—Te pareces a ella —dijo mi madre a la espalda de Blaire.
—Solo espero que pueda ser la mitad de la mujer de lo que ella era —dijo Blaire,
con completa convicción en su voz.
La puerta se cerró detrás de ella.
Tenía que hacer algo.
Me moví a través de las escaleras sin quitar mis ojos de la puerta. No podía sólo
quedarme aquí y dejarla conducir lejos. —¿A dónde irá? —pregunté a Abe. Él tendría
una idea.
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—Irá de vuelta a Alabama. El único otro lugar que conoce, tiene amigos allí. Ellos
la tomarán —dijo.
Los gritos de Nan venían de afuera, y mi corazón se detuvo. ¿Le había pasado
algo a Blaire? Corrí a través de las escaleras, pero no antes que mi madre y Abe se
hubieran movido hacia la puerta.
—¡Blaire! Baja el arma. Nan, no te muevas. Ella sabe cómo usar esa cosa mejor
que la mayoría de los hombres —ordenó Abe en una calmada voz.
Jodida mierda, Maiteestaba sosteniendo una pistola hacia Nan. ¿Qué diablos
había dicho Nan?
—¿Qué hace con esa cosa? ¿Es incluso legal que la tenga? —preguntó mi madre.
—Ella tiene un permiso, y sabe lo que está haciendo. Mantén la calma —dijo Abe,sonando molesto.
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Re: Webnovela LevyRroni William(Rush)Too Far (+18)
Maite bajó el arma. —Voy a meterme en esa camioneta e irme fuera de tu vida.
Para siempre. Simplemente mantén tu boca cerrada sobre mi madre. No lo escucharé de
nuevo —dijo Blaire, mirando a Nan. Luego escaló dentro del camión y sin una mirada
hacia atrás, condujo lejos.
—Está jodidamente loca —dijo Nan, volteándose a mirarnos.
No podía pararme aquí y escucharlos. Me estaba dejando. No podía sólo dejarla
ir sola. Nada le podía pasar. Me giré, fui dentro y subí a mi cuarto.
El olor de Maiteme golpeó cuando llegué al último escalón, y tuve que parar y
apretar los dientes a través del dolor. Solo dos horas atrás, la tenía tendida en esa cama
y la sostuve en mis brazos.
Caminé hacía a la cama, me senté y recogí la almohada donde ella había estado
durmiendo y la sostuve en mi cara. Dios, olía justo como ella. Un sollozo rompió libre, y
luché para mantenerlo atrás, pero no pude. La había perdido. Mi Blaire. Había perdido
a mi Blaire.
No. No. No estaba aceptando eso.
Me levanté y puse la almohada de vuelta con reverencia. Estaba yendo detrás de
ella. Necesitaba algunas prendas y mi cartera. La iba a alcanzar. Ella me necesitaba. No
me quería ahora mismo, pero lo haría después de que el shock se disipara. Podría
sostenerla y aliviar su dolor. La sostendría mientras llorara. Luego pasaría mi vida
haciendo las cosas bien. Haciéndola feliz. Tan malditamente feliz.
Volví a bajar las escaleras con mi maleta en mis manos, mientras mi madre, mi
hermana y Abe estaban de pie en el vestíbulo hablando sobre Maitey lo que había
pasado, estaba seguro. No los estaba escuchando, me estaba yendo.
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—¿A dónde vas? —me preguntó mi madre.
—Sostuvo un arma en mi cabeza, ¡William! ¿No te preocupas acerca de eso? ¡Pudo
haberme matado! —Nan sabía a dónde estaba yendo.
Me detuve y miré a mi madre primero. —Voy por Blaire. —Luego miré a mi
hermana—. Aprenderás a cerrar tu jodida boca. Dijiste la cosa equivocada a la persona
equivocada esta vez y aprendiste tu lección. La próxima vez, piensa antes de arrojar mierda. —Tiré de la puerta abierta.
Para siempre. Simplemente mantén tu boca cerrada sobre mi madre. No lo escucharé de
nuevo —dijo Blaire, mirando a Nan. Luego escaló dentro del camión y sin una mirada
hacia atrás, condujo lejos.
—Está jodidamente loca —dijo Nan, volteándose a mirarnos.
No podía pararme aquí y escucharlos. Me estaba dejando. No podía sólo dejarla
ir sola. Nada le podía pasar. Me giré, fui dentro y subí a mi cuarto.
El olor de Maiteme golpeó cuando llegué al último escalón, y tuve que parar y
apretar los dientes a través del dolor. Solo dos horas atrás, la tenía tendida en esa cama
y la sostuve en mis brazos.
Caminé hacía a la cama, me senté y recogí la almohada donde ella había estado
durmiendo y la sostuve en mi cara. Dios, olía justo como ella. Un sollozo rompió libre, y
luché para mantenerlo atrás, pero no pude. La había perdido. Mi Blaire. Había perdido
a mi Blaire.
No. No. No estaba aceptando eso.
Me levanté y puse la almohada de vuelta con reverencia. Estaba yendo detrás de
ella. Necesitaba algunas prendas y mi cartera. La iba a alcanzar. Ella me necesitaba. No
me quería ahora mismo, pero lo haría después de que el shock se disipara. Podría
sostenerla y aliviar su dolor. La sostendría mientras llorara. Luego pasaría mi vida
haciendo las cosas bien. Haciéndola feliz. Tan malditamente feliz.
Volví a bajar las escaleras con mi maleta en mis manos, mientras mi madre, mi
hermana y Abe estaban de pie en el vestíbulo hablando sobre Maitey lo que había
pasado, estaba seguro. No los estaba escuchando, me estaba yendo.
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—¿A dónde vas? —me preguntó mi madre.
—Sostuvo un arma en mi cabeza, ¡William! ¿No te preocupas acerca de eso? ¡Pudo
haberme matado! —Nan sabía a dónde estaba yendo.
Me detuve y miré a mi madre primero. —Voy por Blaire. —Luego miré a mi
hermana—. Aprenderás a cerrar tu jodida boca. Dijiste la cosa equivocada a la persona
equivocada esta vez y aprendiste tu lección. La próxima vez, piensa antes de arrojar mierda. —Tiré de la puerta abierta.
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Re: Webnovela LevyRroni William(Rush)Too Far (+18)
—¿Qué si ella no quiere regresar a casa contigo? Ella nos odia, William —dijo mi
madre, sonando enojada a la idea de incluso ella viniendo aquí.
—Si ella no volviera conmigo, entonces todos ustedes tendrán que mudarse. No
viviré en mi casa con las personas que destruyeron su mundo. Decide dónde planeas ir,
porque no te quiero aquí cuando vuelva. —Azoté la puerta detrás de mí.
***
Las ocho horas manejando a Summit, Alabama, habrían sido más fáciles si no
hubiese estado siguiendo a Maitee incluso tratando de evitar que me viera. Esconder
un Range Rover negro en los caminos rurales no fue fácil. Tuve que dejar que se fuera
de la vista más veces de las que quería, pero era la única manera de seguirla. Tenía la
pequeña cuidad colocada en mi GPS y afortunadamente, Maiteparecía estar tomando
la misma ruta que el GPS sugería.
Cuando entré a la pequeña ciudad, vi que la señal Bienvenido a Summit,
Alabama, estaba desgastada y necesitaba alguna nueva pintura, pero se podía entender
lo que decía bastante bien. La dejé obtener unos buenos diez minutos por delante de mí
porque era la única manera de quedarme fuera de su visión. Paré en el primer
semáforo. De acuerdo a Google, está cuidad tenía sólo tres semáforos. En la siguiente, vi
la señal del cementerio y giré. El estacionamiento estaba vacío excepto por el camión de
Maitey otro camión. No aparqué donde ella pudiera verme; me aseguré de aparcar más
abajo en el camino.
Había venido a ver su madre. Y su hermana. ¿Tuve mi corazón alguna vez
verdaderamente roto por alguien más así? había odiado cuán descuidada fue Nan,
¿pero había alguna vez sentido esta clase de emoción por su dolor? La idea de Blaire
lidiando con esto sola era demasiado. Tenía que escucharme.
Cuando vi su camión azul moverse, esperé hasta que estaba seguro de que había
vuelto al camino antes de seguirla a una distancia segura. Giró a la derecha en el primer
semáforo y entonces aparcó en un motel. Estaba seguro de que era el único motel en
kilómetros y kilómetros. Tanto como odiaba la idea de ella quedándose ahí, estaba
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agradecido de que no tendría que hacer esto en alguna casa extraña. Teníamos
privacidad aquí.
Mientras ella estaba adentro obteniendo un cuarto, aparqué mi carro, salí y
esperé. No estaba seguro de qué iba a decirle o si iba sólo a rogar. Pero tenía que hacer
algo. Maitecaminó fuera de la oficina y sus ojos se trabaron con los míos. Su paso vaciló
y luego suspiró. No había esperado que la siguiera. De nuevo, ¿no entendió cuán
jodidamente loco estaba poro ella?
Una puerta de carro se cerró de golpe justo mientras ella caminaba hacia mí, giró
su cabeza y frunció el ceño al chico que había sólo saltado fuera del camión, el mismo
que justo había visto en el cementerio. Sabía sin una presentación que el chico era Cain.
La manera posesiva en que la veía me dijo que él había tenido una pretensión con ella.
Él solo necesitaba saber que esa pretensión ya no era válida.
—Estoy esperando como el demonio que conozcas a este tipo, porque te ha
estado siguiendo aquí desde el cementerio. Lo noté del otro lado del camino
mirándonos mucho antes, pero no dije nada —dijo Cain mientras se dirigía a estar
delante de Blaire.
—Lo conozco —dijo Maitesin pausa.
—¿Él es la razón por la que volviste corriendo a casa? —preguntó Cain.
—No —dijo, luego miró de vuelta a mí—. ¿Por qué estás aquí? —me preguntó,
sin venir un poco más cerca.
—Estás aquí —repliqué simplemente.
—No puedo hacer esto, William.
Sí, ella podía. Tenía que lograr que viera eso. Tomé un paso hacia ella. —Habla
conmigo. Por favor, Blaire. Hay tantas cosas que quiero explicarte.
Sacudió su cabeza y retrocedió —No. No puedo.
Quería golpear la cabeza de Caín. —¿Podrías darnos un minuto? —le pedí.
Él cruzó sus brazos sobre su pecho y se paró completamente en frente de ella. —
No lo creo. No parece que ella quiera hablar contigo. Y no puedo decir que vaya a
obligarla. Y tú tampoco lo harás.
Había empezado a moverme hacía él cuando Maitesalió de detrás de él. —Está
bien, Cain. Este es mi hermanastro, William Finlay. Ya sabe quién eres tú. Sólo quiere
hablar. Así que vamos a ir a hablar. Puedes irte. Estaré bien —dijo sobre su hombro,
antes de desbloquear la habitación 4A.
Acababa de llamarme su hermanastro. ¿Qué carajos?
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—¿Hermanastro? Espera. . . ¿William Finlay? ¿El único hijo de Dean Finlay? Mierda,
B, eres familia de una celebridad del rock —dijo Cain. Su boca se aflojo mientras me
miraba.
Justo lo que necesitaba, un fan suficientemente grande de Slacker Demon que
sabe el nombre del hijo de Dean.
—Vete, Cain —dijo ella con severidad, luego camino dentro del cuarto.
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Traducido por ElyCasdel
Corregido por Miry GPE
Maiteentró a la habitación y fue a la esquina más lejana antes de girarse. —
Habla. Apúrate. Quiero que te vayas —dijo en voz áspera. Debí haberle dicho antes.
Debí haberle dicho ayer. Debí haberle dicho malditamente en el momento en que lo
supe, pero no lo hice.
—Te amo.
Comenzó a negar con la cabeza. No iba a escucharme. Iba a tener que
malditamente rogar. Lucharía lo suficiente por ambos.
—Sé que mis acciones no parecen respaldar eso, pero si tan solo me dejaras
explicarme. Dios, nena, no puedo soportar verte sufrir tanto —dije suplicando.
—Nada de lo que puedas decir arreglará esto. Era mi madre, William. El único
recuerdo que tiene algo bueno en mi vida. Es el centro de cada momento de infancia
feliz‖ que‖ tengo.‖ Y‖ tú...‖ —Se detuvo y cerró los ojos—.‖ Y‖ tú,‖ y...‖ y‖ ellos...‖ todos‖ la‖
desgraciaron. Las mentiras horribles que dijeron como si fueran la verdad.
Me odiaba a mí mismo. Odiaba las mentiras. Odiaba a mi madre y a Abe.
—Lamento que te hayas enterado de esta forma. Quería decírtelo. Al principio,
eras solo un producto que lastimaría a Nan. Pensé que le se causarías más dolor. El
problema fue que me fascinaste. Admitiré que estuve inmediatamente atraído a ti
porque eres hermosa. Fue impresionante. Te odié por eso. No quería estar atraído a ti.
Pero lo estaba. Te deseé terriblemente aquella primera noche. Sólo estar cerca de ti.
Dios, inventé razones para encontrarte.‖ Luego...‖ luego‖ llegué‖ a‖ conocerte.‖ Estaba‖
hipnotizado por tu risa. Era el sonido más increíble que jamás había oído. Eras tan
honesta y determinada. No lloriqueabas ni te quejabas. Tomabas lo que la vida te daba
y te las arreglabas con eso. No estaba acostumbrado a ello. Cada vez que te veía, cada
vez que estaba cerca de ti, me enamoraba un poco más.
Di un paso hacia ella, y levantó su mano como para mantenerme alejado. Tenía
que seguir hablando. Necesitaba que me creyera.
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—Luego esa noche en el bar. Te pertenecí después de entonces. Puede que no te
hayas dado cuenta, pero estaba atrapado. No había vuelta atrás para mí. Tenía mucho
que arreglar. Te había llevado por el infierno desde que habías llegado, y me odiaba por
ello. Quería darte el mundo. Pero‖ sabía...‖ sabía‖ quién‖ eras.‖Cuando‖me‖dejé‖ recordar‖
exactamente quién eras, me eché atrás. ¿Cómo podría estar tan completamente envuelto
alrededor de la chica que representaba todo el dolor de mi hermana?
Maitese cubrió los oídos. —No. No voy a escuchar esto. Vete, William. ¡Vete ahora!
—gritó.
—El día que mamá regresó a casa del hospital con ella yo tenía tres años. Sin
embargo, no recuerdo. Ella era tan pequeña y recuerdo preocuparme de que algo
pudiera pasarle. Mamá lloraba mucho. También Nan. Yo crecí rápido. Para cuando Nan
tenía tres, yo estaba haciendo todo, desde hacerle el desayuno hasta arroparla en la
cama en la noche. Nuestra madre se había casado, y ahora teníamos a Grant. Jamás
hubo estabilidad alguna. En realidad, deseaba llegar a los tiempos en que mi padre
volvía a mí porque no sería responsable de Nan por unos días. Tendría un descanso.
Luego ella comenzó a hacer preguntas sobre por qué yo tenía un padre y ella no. —Me
detuve necesitando que Maiteentendiera por qué hice lo que hice. Estuvo mal, pero
tenía que entenderlo.
—¡Detente! —gritó, moviéndose rápido hacia atrás contra la pared.
—Blaire, necesito que me escuches. Esta es la única manera en que entenderás —
rogué. El sollozo en mi garganta causó que mi voz se rompiera, pero no me detendría.
Tenía que escucharme—. Mamá le decía que no tenía un padre porque era especial. No
funcionó por mucho tiempo. Fui y exigí que mamá me dijera quién era el padre de Nan.
Quería que fuera el mío. Sabía que mi padre tomaría sus lugares. Mamá me dijo que el
papá de Nan tenía otra familia. Él tenía dos niñas pequeñas a las que amaba más que a
Nan. Quería a esas niñas, pero no quería a Nan. No podía entender como alguien no
podría querer a Nan. Era mi hermana pequeña. Seguro, a veces quería matarla, pero la
amaba ferozmente. Luego llegó el día en que mamá la llevó a ver a la familia que su
padre había elegido. Ella lloró por meses luego de eso.
Dejé de hablar, y Maitese dejó caer en la cama. Se rendía y me escuchaba. Sentí
un pequeño rayo de esperanza.
—Odiaba a esas niñas. Odiaba a esa familia que el padre de Nan había elegido
por encima de ella. Juré que un día le haría pagar. Nan siempre decía que tal vez un día
él vendría a verla. Soñaba sobre él deseando verla. Escuché esos sueños por años.
Cuando cumplí diecinueve fui a buscarlo. Sabía su nombre. Lo encontré. Le dejé una
foto de Nan con nuestra dirección en la parte trasera. Le dije que tenía otra hija que era
especial, y ella solo quería conocerlo. Hablar con él.
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Pasé mis manos a lado de sus muslos. Nadie nunca estuvo aquí además de mí.
Nadie la tocó más que yo. —Esto siempre será mío —dije, queriendo marcarla
permanentemente. Bajé hasta que la punta de mi erección estuvo dentro de ella. —
Nunca ha sido tan bueno. Nunca nada ha sido tan bueno como esto —juré, luego la
llené con un empuje. Envolvió sus piernas a mí alrededor y gritó. Mi abollado corazón
latió salvajemente contra mi pecho. Este era mi hogar. Maiteera mi hogar. No me di
cuenta cuán solo me hallaba hasta que ella entro en mi vida. Me moví dentro de ella
lentamente, sin quitar mis ojos de su rostro. Quería ver sus ojos mientras le hacía el
amor. Eso era lo que esto era para mí. Le hacía el amor a su cuerpo. Esto no era follar.
Era yo mostrándole cuánto le pertenecía.
Deslizó sus piernas más alto en mí y envolvió sus brazos alrededor de mi cuello.
—Siempre te amaré. Nadie nunca se comparará. Me posees, Blaire. Mi corazón y
alma son tuyos —le dije mientras me balanceaba en su interior. Rocé un beso en sus
labios—. Solo tú —le prometí. Siempre sería solo ella. Ahora era mi vida.
Nuestras miradas se encontraron, y gritó. Su orgasmo me apretó fuerte,
enviándome en una espiral detrás de ella. Cuando el placer lentamente se desvaneció, la
miré, y lo supe. Sus ojos me decían lo que temía. Esto fue su despedida.
—No hagas esto, Maite—rogué.
—Adiós, William —susurró.
Me rehusé a aceptarlo. No podía dejarla hacer esto. —No. No nos hagas esto a
nosotros.
Dejó que sus piernas cayeran de mi cuerpo, flácidas. Luego puso sus manos a su
lado y giró su rostro lejos de mí. —No me pude despedir de mi hermana o mi mamá.
Esos eran los adioses finales que nunca tuve. El último adiós que necesitaba. Esta
ocasión entre nosotros sin mentiras. —La oquedad en su voz me rasgó abierto.
Agarré las sábanas bajo mis manos. —No. No. Por favor, no —rogué.
Continuó mirando lejos de mí y recostada sin fuerzas debajo de mí. ¿Cómo
podría luchar por alguien que no me quería? ¿Alguien que me odiaba? No tenía
oportunidad de ganar. Hice todo lo que sabía hacer. Pero no me quería. No ahora.
Salí de ella y me estiré por mi ropa. Me deshice del condón, luego con
movimientos torpes me puse mi ropa. Quería dejarme. Y se suponía que saliera de esta
habitación y la dejara. ¿Cómo mierda podría?
Cuando estuve vestido, me giré para mirarla. Se sentó, jalando sus rodillas a su
barbilla para cubrir su desnudez.
—No puedo hacer que me perdones. No merezco tu perdón. No puedo cambiar
el pasado. Todo lo que puedo hacer es darte lo que quieres. Si eso es lo que quieres, me
iré, Blaire. Me matará, pero lo haré. —Haría la única cosa que podía hacer: darle lo que
quería.
—Adiós, William —repitió, y retiró su mirada de mí.
Dejaría mi corazón ahí. Mi alma, también. Los poseía. Me encontraba vacío sin
ella. Nunca sería el mismo. Maite Wynn me cambó. Me mostró que podía amar con un
amor que todo consume y sin obtener nada a cambio. Nunca amaría de nuevo. Ella era
la única. Lo era para mí. Con una última mirada a la mujer que amaba, me giré y dejé la
habitación, cerrando la puerta detrás de mí.
Cuando salí a la noche, dejé que el resto de mis lágrimas cayeran.
Amar a alguien que no mereces no era fácil. Duele demasiado. Pero no lamentaría ningún momento de mi tiempo con Maite.
madre, sonando enojada a la idea de incluso ella viniendo aquí.
—Si ella no volviera conmigo, entonces todos ustedes tendrán que mudarse. No
viviré en mi casa con las personas que destruyeron su mundo. Decide dónde planeas ir,
porque no te quiero aquí cuando vuelva. —Azoté la puerta detrás de mí.
***
Las ocho horas manejando a Summit, Alabama, habrían sido más fáciles si no
hubiese estado siguiendo a Maitee incluso tratando de evitar que me viera. Esconder
un Range Rover negro en los caminos rurales no fue fácil. Tuve que dejar que se fuera
de la vista más veces de las que quería, pero era la única manera de seguirla. Tenía la
pequeña cuidad colocada en mi GPS y afortunadamente, Maiteparecía estar tomando
la misma ruta que el GPS sugería.
Cuando entré a la pequeña ciudad, vi que la señal Bienvenido a Summit,
Alabama, estaba desgastada y necesitaba alguna nueva pintura, pero se podía entender
lo que decía bastante bien. La dejé obtener unos buenos diez minutos por delante de mí
porque era la única manera de quedarme fuera de su visión. Paré en el primer
semáforo. De acuerdo a Google, está cuidad tenía sólo tres semáforos. En la siguiente, vi
la señal del cementerio y giré. El estacionamiento estaba vacío excepto por el camión de
Maitey otro camión. No aparqué donde ella pudiera verme; me aseguré de aparcar más
abajo en el camino.
Había venido a ver su madre. Y su hermana. ¿Tuve mi corazón alguna vez
verdaderamente roto por alguien más así? había odiado cuán descuidada fue Nan,
¿pero había alguna vez sentido esta clase de emoción por su dolor? La idea de Blaire
lidiando con esto sola era demasiado. Tenía que escucharme.
Cuando vi su camión azul moverse, esperé hasta que estaba seguro de que había
vuelto al camino antes de seguirla a una distancia segura. Giró a la derecha en el primer
semáforo y entonces aparcó en un motel. Estaba seguro de que era el único motel en
kilómetros y kilómetros. Tanto como odiaba la idea de ella quedándose ahí, estaba
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agradecido de que no tendría que hacer esto en alguna casa extraña. Teníamos
privacidad aquí.
Mientras ella estaba adentro obteniendo un cuarto, aparqué mi carro, salí y
esperé. No estaba seguro de qué iba a decirle o si iba sólo a rogar. Pero tenía que hacer
algo. Maitecaminó fuera de la oficina y sus ojos se trabaron con los míos. Su paso vaciló
y luego suspiró. No había esperado que la siguiera. De nuevo, ¿no entendió cuán
jodidamente loco estaba poro ella?
Una puerta de carro se cerró de golpe justo mientras ella caminaba hacia mí, giró
su cabeza y frunció el ceño al chico que había sólo saltado fuera del camión, el mismo
que justo había visto en el cementerio. Sabía sin una presentación que el chico era Cain.
La manera posesiva en que la veía me dijo que él había tenido una pretensión con ella.
Él solo necesitaba saber que esa pretensión ya no era válida.
—Estoy esperando como el demonio que conozcas a este tipo, porque te ha
estado siguiendo aquí desde el cementerio. Lo noté del otro lado del camino
mirándonos mucho antes, pero no dije nada —dijo Cain mientras se dirigía a estar
delante de Blaire.
—Lo conozco —dijo Maitesin pausa.
—¿Él es la razón por la que volviste corriendo a casa? —preguntó Cain.
—No —dijo, luego miró de vuelta a mí—. ¿Por qué estás aquí? —me preguntó,
sin venir un poco más cerca.
—Estás aquí —repliqué simplemente.
—No puedo hacer esto, William.
Sí, ella podía. Tenía que lograr que viera eso. Tomé un paso hacia ella. —Habla
conmigo. Por favor, Blaire. Hay tantas cosas que quiero explicarte.
Sacudió su cabeza y retrocedió —No. No puedo.
Quería golpear la cabeza de Caín. —¿Podrías darnos un minuto? —le pedí.
Él cruzó sus brazos sobre su pecho y se paró completamente en frente de ella. —
No lo creo. No parece que ella quiera hablar contigo. Y no puedo decir que vaya a
obligarla. Y tú tampoco lo harás.
Había empezado a moverme hacía él cuando Maitesalió de detrás de él. —Está
bien, Cain. Este es mi hermanastro, William Finlay. Ya sabe quién eres tú. Sólo quiere
hablar. Así que vamos a ir a hablar. Puedes irte. Estaré bien —dijo sobre su hombro,
antes de desbloquear la habitación 4A.
Acababa de llamarme su hermanastro. ¿Qué carajos?
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—¿Hermanastro? Espera. . . ¿William Finlay? ¿El único hijo de Dean Finlay? Mierda,
B, eres familia de una celebridad del rock —dijo Cain. Su boca se aflojo mientras me
miraba.
Justo lo que necesitaba, un fan suficientemente grande de Slacker Demon que
sabe el nombre del hijo de Dean.
—Vete, Cain —dijo ella con severidad, luego camino dentro del cuarto.
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Traducido por ElyCasdel
Corregido por Miry GPE
Maiteentró a la habitación y fue a la esquina más lejana antes de girarse. —
Habla. Apúrate. Quiero que te vayas —dijo en voz áspera. Debí haberle dicho antes.
Debí haberle dicho ayer. Debí haberle dicho malditamente en el momento en que lo
supe, pero no lo hice.
—Te amo.
Comenzó a negar con la cabeza. No iba a escucharme. Iba a tener que
malditamente rogar. Lucharía lo suficiente por ambos.
—Sé que mis acciones no parecen respaldar eso, pero si tan solo me dejaras
explicarme. Dios, nena, no puedo soportar verte sufrir tanto —dije suplicando.
—Nada de lo que puedas decir arreglará esto. Era mi madre, William. El único
recuerdo que tiene algo bueno en mi vida. Es el centro de cada momento de infancia
feliz‖ que‖ tengo.‖ Y‖ tú...‖ —Se detuvo y cerró los ojos—.‖ Y‖ tú,‖ y...‖ y‖ ellos...‖ todos‖ la‖
desgraciaron. Las mentiras horribles que dijeron como si fueran la verdad.
Me odiaba a mí mismo. Odiaba las mentiras. Odiaba a mi madre y a Abe.
—Lamento que te hayas enterado de esta forma. Quería decírtelo. Al principio,
eras solo un producto que lastimaría a Nan. Pensé que le se causarías más dolor. El
problema fue que me fascinaste. Admitiré que estuve inmediatamente atraído a ti
porque eres hermosa. Fue impresionante. Te odié por eso. No quería estar atraído a ti.
Pero lo estaba. Te deseé terriblemente aquella primera noche. Sólo estar cerca de ti.
Dios, inventé razones para encontrarte.‖ Luego...‖ luego‖ llegué‖ a‖ conocerte.‖ Estaba‖
hipnotizado por tu risa. Era el sonido más increíble que jamás había oído. Eras tan
honesta y determinada. No lloriqueabas ni te quejabas. Tomabas lo que la vida te daba
y te las arreglabas con eso. No estaba acostumbrado a ello. Cada vez que te veía, cada
vez que estaba cerca de ti, me enamoraba un poco más.
Di un paso hacia ella, y levantó su mano como para mantenerme alejado. Tenía
que seguir hablando. Necesitaba que me creyera.
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—Luego esa noche en el bar. Te pertenecí después de entonces. Puede que no te
hayas dado cuenta, pero estaba atrapado. No había vuelta atrás para mí. Tenía mucho
que arreglar. Te había llevado por el infierno desde que habías llegado, y me odiaba por
ello. Quería darte el mundo. Pero‖ sabía...‖ sabía‖ quién‖ eras.‖Cuando‖me‖dejé‖ recordar‖
exactamente quién eras, me eché atrás. ¿Cómo podría estar tan completamente envuelto
alrededor de la chica que representaba todo el dolor de mi hermana?
Maitese cubrió los oídos. —No. No voy a escuchar esto. Vete, William. ¡Vete ahora!
—gritó.
—El día que mamá regresó a casa del hospital con ella yo tenía tres años. Sin
embargo, no recuerdo. Ella era tan pequeña y recuerdo preocuparme de que algo
pudiera pasarle. Mamá lloraba mucho. También Nan. Yo crecí rápido. Para cuando Nan
tenía tres, yo estaba haciendo todo, desde hacerle el desayuno hasta arroparla en la
cama en la noche. Nuestra madre se había casado, y ahora teníamos a Grant. Jamás
hubo estabilidad alguna. En realidad, deseaba llegar a los tiempos en que mi padre
volvía a mí porque no sería responsable de Nan por unos días. Tendría un descanso.
Luego ella comenzó a hacer preguntas sobre por qué yo tenía un padre y ella no. —Me
detuve necesitando que Maiteentendiera por qué hice lo que hice. Estuvo mal, pero
tenía que entenderlo.
—¡Detente! —gritó, moviéndose rápido hacia atrás contra la pared.
—Blaire, necesito que me escuches. Esta es la única manera en que entenderás —
rogué. El sollozo en mi garganta causó que mi voz se rompiera, pero no me detendría.
Tenía que escucharme—. Mamá le decía que no tenía un padre porque era especial. No
funcionó por mucho tiempo. Fui y exigí que mamá me dijera quién era el padre de Nan.
Quería que fuera el mío. Sabía que mi padre tomaría sus lugares. Mamá me dijo que el
papá de Nan tenía otra familia. Él tenía dos niñas pequeñas a las que amaba más que a
Nan. Quería a esas niñas, pero no quería a Nan. No podía entender como alguien no
podría querer a Nan. Era mi hermana pequeña. Seguro, a veces quería matarla, pero la
amaba ferozmente. Luego llegó el día en que mamá la llevó a ver a la familia que su
padre había elegido. Ella lloró por meses luego de eso.
Dejé de hablar, y Maitese dejó caer en la cama. Se rendía y me escuchaba. Sentí
un pequeño rayo de esperanza.
—Odiaba a esas niñas. Odiaba a esa familia que el padre de Nan había elegido
por encima de ella. Juré que un día le haría pagar. Nan siempre decía que tal vez un día
él vendría a verla. Soñaba sobre él deseando verla. Escuché esos sueños por años.
Cuando cumplí diecinueve fui a buscarlo. Sabía su nombre. Lo encontré. Le dejé una
foto de Nan con nuestra dirección en la parte trasera. Le dije que tenía otra hija que era
especial, y ella solo quería conocerlo. Hablar con él.
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Pasé mis manos a lado de sus muslos. Nadie nunca estuvo aquí además de mí.
Nadie la tocó más que yo. —Esto siempre será mío —dije, queriendo marcarla
permanentemente. Bajé hasta que la punta de mi erección estuvo dentro de ella. —
Nunca ha sido tan bueno. Nunca nada ha sido tan bueno como esto —juré, luego la
llené con un empuje. Envolvió sus piernas a mí alrededor y gritó. Mi abollado corazón
latió salvajemente contra mi pecho. Este era mi hogar. Maiteera mi hogar. No me di
cuenta cuán solo me hallaba hasta que ella entro en mi vida. Me moví dentro de ella
lentamente, sin quitar mis ojos de su rostro. Quería ver sus ojos mientras le hacía el
amor. Eso era lo que esto era para mí. Le hacía el amor a su cuerpo. Esto no era follar.
Era yo mostrándole cuánto le pertenecía.
Deslizó sus piernas más alto en mí y envolvió sus brazos alrededor de mi cuello.
—Siempre te amaré. Nadie nunca se comparará. Me posees, Blaire. Mi corazón y
alma son tuyos —le dije mientras me balanceaba en su interior. Rocé un beso en sus
labios—. Solo tú —le prometí. Siempre sería solo ella. Ahora era mi vida.
Nuestras miradas se encontraron, y gritó. Su orgasmo me apretó fuerte,
enviándome en una espiral detrás de ella. Cuando el placer lentamente se desvaneció, la
miré, y lo supe. Sus ojos me decían lo que temía. Esto fue su despedida.
—No hagas esto, Maite—rogué.
—Adiós, William —susurró.
Me rehusé a aceptarlo. No podía dejarla hacer esto. —No. No nos hagas esto a
nosotros.
Dejó que sus piernas cayeran de mi cuerpo, flácidas. Luego puso sus manos a su
lado y giró su rostro lejos de mí. —No me pude despedir de mi hermana o mi mamá.
Esos eran los adioses finales que nunca tuve. El último adiós que necesitaba. Esta
ocasión entre nosotros sin mentiras. —La oquedad en su voz me rasgó abierto.
Agarré las sábanas bajo mis manos. —No. No. Por favor, no —rogué.
Continuó mirando lejos de mí y recostada sin fuerzas debajo de mí. ¿Cómo
podría luchar por alguien que no me quería? ¿Alguien que me odiaba? No tenía
oportunidad de ganar. Hice todo lo que sabía hacer. Pero no me quería. No ahora.
Salí de ella y me estiré por mi ropa. Me deshice del condón, luego con
movimientos torpes me puse mi ropa. Quería dejarme. Y se suponía que saliera de esta
habitación y la dejara. ¿Cómo mierda podría?
Cuando estuve vestido, me giré para mirarla. Se sentó, jalando sus rodillas a su
barbilla para cubrir su desnudez.
—No puedo hacer que me perdones. No merezco tu perdón. No puedo cambiar
el pasado. Todo lo que puedo hacer es darte lo que quieres. Si eso es lo que quieres, me
iré, Blaire. Me matará, pero lo haré. —Haría la única cosa que podía hacer: darle lo que
quería.
—Adiós, William —repitió, y retiró su mirada de mí.
Dejaría mi corazón ahí. Mi alma, también. Los poseía. Me encontraba vacío sin
ella. Nunca sería el mismo. Maite Wynn me cambó. Me mostró que podía amar con un
amor que todo consume y sin obtener nada a cambio. Nunca amaría de nuevo. Ella era
la única. Lo era para mí. Con una última mirada a la mujer que amaba, me giré y dejé la
habitación, cerrando la puerta detrás de mí.
Cuando salí a la noche, dejé que el resto de mis lágrimas cayeran.
Amar a alguien que no mereces no era fácil. Duele demasiado. Pero no lamentaría ningún momento de mi tiempo con Maite.
Nos Vemos En Twisted Perfection La Historia De Woods y Della.
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