Foro Maite Perroni & William Levy (LevyRroni)
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When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada

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 When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada - Página 3 Empty Re: When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Miér Mar 23, 2016 12:35 pm

31

Maite

Me metí en la cama y sostuve el teléfono en mi mano, esperando a que William llamara, cuando por fin sonó y la imagen de sus botas vaqueras apareció en mi pantalla.

—Hola —dije, sentándome, emocionada al escuchar su voz. Cuando regresara a casa, le contaría sobre mi día de campo con Henry y Captain; eso sería demasiado difícil de explicar por teléfono.

—Hola, nena. Regreso a casa en la mañana. Pasé el día con Kiro. Tuvimos un gran avance esta tarde, una vez que finalmente se levantó de la cama, pero es tan volátil. Decidí quedarme y asegurarme de que se encontraba bien. Te extraño.

—También te extraño. Estoy contenta de que las cosas estén mejor con él. ¿Fue difícil? —Más de una vez deseé hoy el poder estar ahí con él.

—No fue fácil, pero creo que ahora lo entiendo mejor. Nunca será mi papá. Ya tengo uno. Pero sentí algo hoy que nunca sentí por el hombre. Compasión.

William era un hombre compasivo. No podía imaginar lo horrible que su padre tuvo que ser para no tener ninguna compasión de su propio hijo. Sabía que no pasó mucho tiempo a su alrededor mientras crecía, pero aún así. —Entonces el viaje también te ayudó —dije.

—Sí, creo que lo hizo —concordó—. Pero quiero estar en casa contigo.

—También quiero eso.

—¿Están bien las cosas por allá? ¿El trabajo sigue siendo bueno?

—Sí. El trabajo es genial, y he estado bien aquí. Cene con tus padres esta noche.

—Bien. Te amo, y antes de que digas que me amas más, eso no es posible.

Sonriendo, metí las mantas debajo de mi barbilla. —No lo creo.

Se rio entre dientes. —Tomaré un avión a primera hora de la mañana. Espera a un invitado para el almuerzo.

Un nudo enfermizo se asentó en mi estómago, recordando a mi otro invitado para el almuerzo que siempre aparecía. Tendría que decirle a William sobre todo eso cuando llegara a casa. Quería conservar mi trabajo, pero tampoco quería mantener a William en la oscuridad sobre cualquier cosa.

—Estaré esperando por eso —dije—. Te amo.

Una vez que colgamos, me acosté en la cama mirando al techo, preguntándome si William reaccionaría mal a que Captain apareciera en mi oficina regularmente con el almuerzo. No había hecho nada malo, en realidad, ¿pero estaría de acuerdo en que una mujer le llevara el almuerzo a William y comiera con él? No. La respuesta era de ninguna manera. Me sentiría celosa.

Tendría que decírselo a William. Sin ninguna duda.

Para las diez de la mañana, empecé a sentirme ansiosa. Estaba lista para ver a William. Solo pasaron pocos días, pero cada vez que la puerta de la oficina se abría mi corazón se aceleraba. Luego Piper se encontraba ahí, y le sonreía, fingiendo que no me sentía completamente decepcionada. Él dijo que regresaría para el almuerzo.

Dos horas más hasta el almuerzo.

Justo cuando levanté el teléfono para regresar algunas llamadas, la puerta se abrió. Antes de que pudiera emocionarme, el rostro de Captain apareció, y mi cara cayó. No era a quién esperaba ver.

—No luzcas tan desconsolada. No soy tan feo —dijo con una sonrisa.

No respondí a eso. En su lugar, usé mi tono más profesional. —¿Con que le puedo ayudar?

Captain alzó una ceja mientras se sentaba en la silla de cuero frente a mí. No donde quería que se sentara. Quería que me dijera lo que necesitaba y se fuera. Rápido.

—¿Saldrás a comer hoy? —preguntó, inclinándose hacia atrás y cruzando el tobillo derecho sobre la rodilla izquierda como si se pusiera cómodo.

—No. —Fue mi respuesta abreviada.

Parecía divertido. —Pensé que teníamos una tregua. Seríamos amigos. No actúas muy amable.

Nunca dije que sería su amiga. —Estuve de acuerdo en trabajar con usted. No dije que iría a comer con usted.

—Te gustó el día de campo de ayer —me recordó.

—Me gustó Henry —corregí.

Asintió como si ya lo supiera. —Sabía que te gustaría. Es un gran chico.

Además entendí por qué trajo a Henry a conocerme. Fue algo agradable. Lo apreciaba, pero aún se sentía erróneo el tener algo más que una relación de trabajo con él. Algo sobre la forma en que me miraba me hacía sentir que quería más. No importaba lo que decía.

—¿Por qué no conduces? —preguntó, sacándome de mis pensamientos.

—Porque no he sido capaz de leer y escribir hasta hace poco. No podía tomar el examen de conducir.

Metió la mano en su bolsillo trasero, sacó dos libros delgados, y se inclinó para colocarlos sobre la mesa. Uno de ellos era un manual de conducción para el estado de Texas. El otro era un manual para el permiso. —Puedes leer ahora. Lee esto.

Los alcancé. Había querido conseguirlos. La idea me asustaba, pero ahora que se hallaban en mi escritorio, no era tan aterrador. Captain los consiguió para mí antes de que le dijera por qué no conducía. ¿Por qué tenía que hacer este tipo de cosas buenas por mí?

—No espero las gracias. Solo tienes que leerlos. Puedes pasar la prueba, Maite. Sé que puedes.

No esperaba las gracias. Miré los libros frente a mí. No me sentía segura de qué decir. Dejaría de lado sus cosas para ayudarme. No necesitaba pensar en mí. No necesitaba que me ayudara. Pero él lo hacía, y no estaba segura de cómo detener eso.

—Gracias —dije, porque se lo merecía—. He tenido la intención de conseguirlos.

Asintió. —Bien. Me alegro de que estés lista para dar un paso más en esa dirección.

Empecé a decir algo cuando la puerta se abrió, y elevé la mirada para ver el rostro de William. Mi corazón saltó ante su imagen, pero cuando su mirada cambió Captain, pasé de mareada a enferma del estómago.

—¿Qué demonios haces aquí? —preguntó mientras entraba en la habitación, llenándola con su presencia.

Captain bajó su pie y se levantó. Se encontraba a nivel del ojo con William. —Vine a dejarle algo a Maite —dijo el Captain, como si no estuviera molesto en lo absoluto.

—No parece así —gruñó William. Cambió su mirada hacia mí—. ¿Te está molestando?

Esa era una pregunta con trampa. Si decía que no, entonces William pensaría algo que no era cierto. Pero al mirar hacia los manuales sobre mi escritorio, sabía que no podía tirar por completo a Captain bajo el autobús.

—William, está bien. Me trajo algunos manuales que pensó podría necesitar. Nada más —expliqué.

Disparé una rápida mirada a Captain, y parecía sorprendido de que no dijera que me molestaba. William tenía el ceño fruncido; hacia mí o a mi respuesta, no estaba segura.

—¿Te visita a menudo para traerte cosas que piensa que necesitas? —preguntó William, su voz conteniendo una advertencia. No se hallaba feliz, y esta no era la manera en que le quería explicar mi relación con Captain.

—Solo le traje el almuerzo un par de veces en la semana —dijo Captain.

El fuego que se encendió en los ojos de William no presagiaba nada bueno. ¿Por qué dijo eso? —¿Haces qué? —preguntó lentamente cuando volvió su mirada a Captain.

—Tengo que traerle papeles para archivar, y a veces también traigo su comida. Mejor que los condenados emparedados de pavo que come.

William se quedó tan quieto que tenía miedo de lo que haría a continuación. —Creo que es hora de que te vayas —dijo en un duro tono cortante.

Captain me miró. —Supongo que lo es —respondió, y me guiñó. Condenadamente me guiñó antes de pasar al lado de William con una sonrisa en su rostro. Quería matarlo.

William se volvió hacia mí. Solo me miró en silencio durante unos momentos, y empecé a abrir la boca para explicarle varias veces, pero no salió nada.

—¿No pensaste que el decirme que otro hombre te traía el almuerzo era importante? ¿O que te visita a menudo?

Planeaba decírselo. Esta noche. Planeé todo. —Yo no... Yo lo... No lo...

Levantó la mano para detenerme. —Olvídalo. No escucharé esto. Acabo de pasar por algo de mierda emocional, y no necesito esto ahora mismo. Necesito un jodido descanso —dijo, luego se giró y salió de mi oficina.

Me quedé ahí, mirando la puerta golpear detrás de él mientras las lágrimas caían libres, deslizándose por mi rostro. ¿Qué hice?
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Mensaje por tamalevyrroni Miér Mar 23, 2016 12:39 pm

32

William

Mi corazón latía con fuerza en mis oídos mientras acechaba desde mi camioneta a los establos. ¿En qué carajos acababa de entrar? ¿Estaba exagerando? Le había dado a Maite la oportunidad de explicarse, y tartamudeó. No fue capaz de explicar. Casi pareció estar defendiendo a ese idiota.

¿Confiaba en ella? ¡Sí! Nunca tuve una razón para no hacerlo. Era mi Maite. Era tan malditamente dulce. ¿Cómo carajos paso esto? ¿Que se encontraba mal con ese idiota que pensó que estaba bien traerle el almuerzo? Sabía que se hallaba tomada. ¿Cuál era el propósito detrás de eso?

Deseaba lo que era mío. Levante una silla, la lancé contra la pared y grite una cadena de maldiciones. Esto no era para lo que quería volver a casa. Debería estar besando a Maite y sosteniéndola cerca así podía olerla. Pero estuvo escondiendo algo. Podía verlo en sus ojos.

Jódeme. ¿Era así de ciego? ¿Asumí que porque la encontré perdida y rota que nunca querría explorar más? ¿Solo fui su manera de sanar? ¿Tenía curiosidad acerca de otros? Me sentía enfermo mientras incluso pensaba en ello. No quería que estuviera jodidamente curiosa acerca de otros hombres.

Ese estúpido idiota no era feo, tampoco, y lo sabía. Se encontraba usando su apariencia para desestabilizarla, también. Y ella se sacudió. Funcionaba. Me incline contra la pared e inhale una dolorosa respiración. Yo era su primer todo. Nunca había dejado a nadie más llegar así de cerca.

¿Era egoísta por no dejarla ir, si era lo que quería? ¿Me hallaba cuidándola como una posesión e ignorando sus necesidades? —¡Jodeeeer! —grite mientras el dolor se deslizaba por mi pecho.

Quería estar exagerando. ¿Era porque me sentía mentalmente exhausto por lidiar con Kiro? Todo se reprodujo en mi mente.

—Solo la deje allí —susurré en voz alta, sabiendo que no tenía forma de venir detrás de mí y explicarme. Ni siquiera le había dado un momento para ordenar sus pensamientos. Lució tan sorprendida como yo.

No podía dejarla ahí todo el día para preocuparse por esto. No es como si hubiera hecho nada malo. Seguro, no me dijo que se encontraba almorzando con el jodido River o Captain o quien carajos sea Kipling. Pero demandar una respuesta suya y entonces huir cuando no pudo verbalizar una no era la manera de manejarlo.

Esta era Maite. Mi Maite. Tenía que haber una razón de que no hubiera dicho nada antes. Tal vez tenía miedo de que reaccionaria exactamente del modo en que lo hice. O pudo haber estado preocupada de que la haría renunciar a su trabajo. Amaba su trabajo. Se sentía orgullosa de sí misma, y verla florecer bajo la obvia aprobación de Piper era hermoso.

Tenía que regresar. Camine de vuelta a la puerta, solo para ser detenido por Major que me miraba como si hubiera enloquecido.

—Muévete —espete, y comencé a empujar para pasarlo, pero tomo mis hombros y me detuvo.

—No está ahí —fue todo lo que dijo. Sonaba molesto.

—¿Qué? —le pregunte, empujándolo para que me soltara.

—Llamo a Maryann. Tu mamá fue a recogerla.

Maite. —Mierda. ¿Está bien? —pregunte, moviéndome rápido alrededor de Major y dirigiéndome por la colina hacia la casa de mi madre.

—Se encontraba llorando tan fuerte que la tía Maryann apenas escuchaba lo que decía.‖Corrió‖por‖la‖puerta,‖entonces‖me‖apunto‖y‖dijo‖“Ve‖a‖decirle‖a‖mi‖hilo que mejor se apure y solucione esto”

Tenía que arreglar esto. Maite estaba llorando. Mi estúpido temperamento.

—¿Qué demonios hiciste? —pregunto Major.

—River Kiplling se encontraba en su oficina. Le lleva el almuerzo a veces. Nunca me lo dijo.

Major dejo salir un silbido bajo. —Él es uno bueno. ¿Pero ha hecho Maite algo malo?

—¡Nunca me lo dijo! —grité, deseando golpear algo.

—Bueno, demonios William. Si pensó que reaccionarias así, no puedo decir que la culpo. No te alteras así. Nunca te había visto volverte un idiota en toda mi vida. Entonces, ¿qué carajos te ha pasado?

Este no era yo. No pierdo la cabeza por algo pequeño. Era cuidadoso, y pensaba las cosas. Hacia decisiones calculadas. No era este hombre fuera de control y loco que había tomado el control.

—Deja de gritar y escúchate. Estas actuando como un loco por algo que no es la gran cosa. Así que le compro comida. ¿Lo follo por eso? No. puedo responder eso. Ella te ama. A ti. Supera esto.

Supera esto. Esas palabras se reproducen en mi cabeza. Palabras que le acababa de decir a Kiro. Cuando se encontraba perdiendo la cabeza por una mujer.

Me‖ encontraba‖ actuando‖ como<mi‖ padre.‖ Toda‖ mi‖ vida,‖ tratando‖ hasta‖ lo‖ imposible de reflejar al hombre que me crio. Era un hombre sólido. Un hombre cuidadoso y reflexivo pero fuerte. Aún así, en algún momento, olvide todo eso y me volví el hombre cuya sangre corría a través de mis venas.

No quería ser este hombre. Pero lo entendía. Ni siquiera había perdido a Maite, y me hallaba enloqueciendo. ¿Qué si me enfrentara en realidad a perderla? ¿Podría recuperarme de eso? ¿Me volvería el hombre como el que lucía en lugar del hombre que me enseñó todo?

—Tengo que verla —dije, sintiéndome indefenso.

—Sí, bueno, tu mamá estará aquí pronto, y no quiero estar aquí cuando llegue. No está feliz contigo.

No me sentía feliz conmigo, tampoco. Había decepcionado a Maite, pero me a mí también. Este hombre no era yo.

La camioneta de mi mamá apareció a la vista, y corrí hacia ella. No estaba esperando a que Maite llegara a mí. Necesitaba verla ahora. Mamá se detuvo cuando me vio acercándome. Ni siquiera hice contacto visual con mi madre; mantuve mis ojos en Maite. Su cara se encontraba roja e hinchada por llorar, y todo era por mi culpa.

Si era posible en verdad odiarte a ti mismo, lo hacía.
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 When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada - Página 3 Empty Re: When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Miér Mar 23, 2016 12:46 pm

33

Maite

Una vez que las lágrimas comenzaron, no pude parar.

Después de que William se fue, sollozos sacudían mi cuerpo, y me terminaron doblando. Me dejó. Lo arruiné. No podía perder William.

Todo lo que pude atinar a hacer fue llamar a Maryann. Quedarme en el trabajo era imposible. Decirle a Piper lo que estaba mal conmigo también lo era. Se fue por el día, y me tendría que disculpar después. Justo ahora, tenía que alcanzar a William.

Maryann saltó de la camioneta y corrió hacia mí. —¿Qué pasa? —preguntó, tirando de mí en un abrazo. Me aferré a ella y lloré más fuerte.

Tener cualquier tipo de afecto maternal me deshizo. No era algo que conocía, pero lo anhelaba. Los brazos de Maryann a mi alrededor hicieron que mis lágrimas salieran con más fuerza. Porque había defraudado a su hijo. Me consolaba y no sabía lo que hice.

—Shhh, ahora, no puede ser tan malo. Vamos a llevarte de vuelta a casa, y me puedes decir lo que pasó. Conozco a mi hijo, y cuando sepa que estás así de mal, va a estar furioso consigo mismo.

No, no lo haría. Ya se encontraba furioso. Conmigo.

Maryann me llevó a su camioneta, y me metí obedientemente. Una vez que se hallaba en el asiento del conductor y saliendo del rancho de los Stouts, me miró. — ¿Puedes decirme qué pasó?

Podría, ¿pero iba a odiarme, también? Probablemente. Yo me odiaba. Debería haberle dicho después de la primera vez. No haberlo mantenido en secreto.

—Dejé que Cap... River Kipling me trajera el almuerzo varias veces. No se lo pedí, solo<‖—Dejé escapar un pequeño sollozo—. Solo se aparecía con la comida, e iba a comer con él. Ni siquiera me gusta la mayor parte del tiempo. Es arrogante. Pero tengo que archivar la documentación que me trae.

—¿Y William está molesto porque River te trae comida?

—No... Sí. Está loco porque nunca se lo dije. Tenía miedo de que estuviera molesto. Y le seguí diciendo a River que parara. A veces solo traía el papeleo, pero un par de veces, trajo la comida. Tendría haberle dicho William.

Maryann no dijo nada al principio. Empecé a pensar que estaba enojada conmigo, también. —¿Te gusta River Kipling de alguna manera que no sea como amigo?

Negué. —¡No! Ni siquiera me gusta como amigo. Asume demasiado y pasa por alto el hecho de que no quiero que esté en mi oficina. Amo a William.

Maryann asintió. —Sé que lo haces, cariño. Pero parece que mi hijo ha dejado que los celos tomen su control. No es propio de él, pero entonces, eso solo significa que eres diferente de cualquier otra mujer que ha estado en su vida. Dale tiempo para enfriarse, y entonces va a solucionar esto.

—Se encontraba tan enojado conmigo —susurré.

—No, tenía miedo de perderte. Se sentía aterrorizado de que no fuera suficiente para ti. No se hallaba enojado contigo.

¿No era suficiente para mí? Sabía mejor que eso. La mirada en sus ojos era sin duda por la ira. Pero no discuto con su madre. Iba a verlo muy pronto. No se encontraría feliz de verme. Tenía que explicarle. Ponerme toda lengua trabada y con pánico no iba a salvarnos.

—Nunca debería haber conseguido un puesto de trabajo —le dije, pensando que nada de esto hubiera pasado si me hubiera quedado en casa.

Maryann chasqueó la lengua. —No empieces con eso, chica. Te mereces una vida. William no tiene que ser tu mundo. Puede ser la parte más importante, pero necesitas vivir, Maite. Necesitas sentirte realizada y hacer tu marca en esta tierra. Amo a mi hijo, pero no quiero que renuncies a tus sueños por él.

Dejé que sus palabras se hundan en mí, pero no importaba. —Pero está en todos mis sueños.

Asintió. —Como debería ser. Pero son tus sueños. Tienes control sobre ellos, no sus celos. Sabe eso, también. Solo necesita enderezar su cabeza.

Pasamos por la puerta del rancho, y me limpié la cara húmeda mientras me preparaba para enfrentarme a él. Me encontraba tan acostumbrada a verlo sonriendo y queriéndome. No sabía cómo lidiar con un William que no quería siquiera mirarme.

—Ahí está —dijo Maryann, ralentizando el camión—. Supongo que debería detenerme si el necio va a venir corriendo directamente hacia mí.

Miré hacia arriba para ver William corriendo hacia la camioneta y entré en pánico. ¿Iba a pedir que me vaya? Oh Dios. ¿Y si no me dejaba entrar en su propiedad? Tenía que explicarme.

Maryann abrió la puerta de la camioneta y comenzó a caminar hacia la parte delantera para encontrarse con su hijo. Me aferré al asiento como si fuera a abrir la puerta y tirarme fuera.

Cuando William vio a su madre, le lanzó una mirada. Ella le dijo algo y luego le dio una palmada en la parte posterior de la cabeza, antes de caminar hacia la casa, dejándome sola en su camión, sentada. No quería que se fuera.

William tomó varios pasos largos a mi lado del camión y abrió la puerta. Cerré los ojos con fuerza y me aferré, agradecida de que llevaba el cinturón de seguridad. No era mucho, pero era una forma de protección.

Una mano cálida tocó el lado de mi cara y mis ojos se abrieron de golpe para ver a William mirándome fijamente. Sus ojos no se hallaban llenos de la ira que había visto antes. Se veía... apenado. Preocupado.

—Lo siento —susurró—. Tan malditamente lo siento.

Lágrimas de alivio llenaron mis ojos, a pesar de que no creía que tuviera más lágrimas para llorar.

—Yo‖ no<‖ Ni‖ siquiera‖ me‖ gusta.‖ Traté‖ de‖ que‖ se‖ fuera. Soy grosera con él. Simplemente no le importa.

William se inclinó y me besó en la boca suavemente mientras desabrochó el cinturón de seguridad. —No lo dudo —dijo en voz baja—. Fui un idiota. Dejé que me enfurezca, y me desquité contigo. Me sentía celoso, Maite. Eres mía, y no puedo perderte, bebé.

Envolví mis brazos alrededor de William herméticamente y enterré mi cara en su cuello. Inhalando profundamente, me sentí segura de nuevo. Se encontraba aquí. No se hallaba enojado conmigo. —Lo siento. Debería haberte dicho. Tenía miedo de que te enojaras.

Su mano pasó por encima de mi pelo, envolviendo los largos mechones alrededor de sus dedos. —Supongo que he demostrado que la teoría era correcta —dijo en tono divertido.

Asentí. —Pero debería haberte dicho. Dice que no está coqueteando, pero no sé lo que está haciendo. Le he dicho que me dejara en paz.

William respiró hondo. —Quiero matarlo.

En este momento, yo quería matarlo. Lo había hecho a propósito. —Creo que sería mejor si renunciara a mi trabajo. De esa manera, no tengo que verlo nunca más.

William no respondió al principio. Me quedé en sus brazos, agradecida de tenerlos a mí alrededor. No me importaba lo que tuviera que hacer para evitar esto. —No. Amas tu trabajo. No voy a dejar que mi miedo y ese imbécil te lo quiten. Pero de ahora en adelante, voy a llevarte el almuerzo.

Sonriendo, lo miré a los ojos. —¿De verdad?

Me tomó la cara con una mano. —De verdad. Y te voy a traer comida de mamá. Será mejor que cualquier restaurante de mierda que te trajo. —Una pequeña risa se me escapó, y sonrió—. Eres tan condenadamente hermosa por dentro y por fuera, Maite. Voy a tener que acostumbrarme a los hombres que quieran lo que tengo. No pueden evitarlo.

Sonrojándome puse mi cabeza en su hombro. —No creo que ese sea el caso. Captain‖es‖solo<‖molesto.

—Lo llamas Captain. ¿Sabes quién es?

—Es el hermano de Blaire Finlay. Estaba en el cumpleaños de Lila Kate. Me enteré de su apodo después.

William frunció el ceño. —Nunca lo vi.

—Eso es porque hablamos cuando te encontrabas dentro con Harlow. Luego desapareció. Me imaginé que entró en la casa.

—Pero te encontró y habló contigo —dijo en tono molesto.

—Junto con Blaire —le recordé.

—Aún así, el tipo es un imbécil.

Ayer, habría estado dispuesto a estar en desacuerdo. Pero después de lo que hizo hoy, no podía negarlo. Le había dicho a William acerca de nuestras comidas por una razón, y no era un inocente.

River "Captain" Kipling acababa de convertirse en mi enemigo.
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 When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada - Página 3 Empty Re: When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Miér Mar 23, 2016 12:52 pm

34

William

Después de dejar a Maite en su oficina, y de darle un beso largo y profundo, me fui a buscar al maldito River Kipling. Llamé a Arthur para preguntarle dónde podría encontrarlo. Me dijo que estaría en las oficinas principales de la cadena de restaurantes Stout y Hawkins.

Entrando en las oficinas, le sonreí a la joven recepcionista. Necesitaba su ayuda. —Buenos días —dije, con un asentimiento, inclinando el ala de mi sombrero.

—Buenos días —dijo ella, pasándose un poco de alegre.

—Arthur me dijo que podía encontrar a River Kipling aquí esta mañana. ¿Sabes dónde podría estar?

Ni siquiera me pidió mi identificación. Asintió y señaló una puerta. —Ve por ahí, está en la tercera oficina a la derecha.

Parpadee y le indiqué que entendía, luego fui a buscar al bastardo.

Ni siquiera me molesté en tocar a su puerta. Solo la abrí y entré, cerrándola detrás de mí. River trabajaba en su escritorio. Cuando sus ojos se elevaron para verme, vi el brillo de desafío en ellos. Terminaría con esta mierda.

—En realidad te esperaba antes —dijo, enderezándose en su asiento, luciendo pagado de sí mismo.

—Maite vino primero. Estuve lejos de ella por unos días, y necesitaba estar con mi chica —dije, poniendo énfasis en mi.

Sonrió. —¿Estás aquí para reclamarla como un maldito hombre de las cavernas?

Dios, odiaba a este idiota. —Estoy aquí para proteger a Maite. Eso es lo que hago. Ella pensaba dejar un trabajo que adora por tu culpa. No dejaré que le arruines esto. Sobrevivió a más mierda de la que te podrías imaginar. No necesita que la incomodes.

Su rostro casi parecía arrepentido. —Ella está superando su dislexia. Enfrentó sus demonios, y está prosperando. No necesita que alguien se pare delante de ella y mantenga al resto del mundo fuera. ¿Es que no se le permite tener amigos?

¿Le contó acerca de su dislexia? Estaba orgulloso de ella. Lo admitió a alguien más aparte de Piper y yo. —Su dislexia la contuvo durante mucho tiempo. Pero ella pasó por muchas cosas peores que eso. No asumas que la conoces. Porque no es así. Y si quiero protegerla, lo haré. De quien sea o de lo que sea. No contó con nadie la mayor parte de su vida, pero ahora si lo hará, por el resto de ella.

River frunció el ceño, inclinándose y poniendo sus codos sobre la mesa. —Estas cometiendo una injusticia asumiendo que porque ella tuvo una infancia dura, no es lo suficientemente fuerte como para cuidarse a sí misma. Sé de primera mano que eso la hizo más fuerte. Viví una vida justo como la de ella.

En serio odiaba a este hijo de perra. —¿Qué? ¿Qué es para ti una vida dura? ¿Te golpearon un poco? ¿Dejaste tu casa cuando tuviste la edad suficiente? Sí, bueno, qué jodida suerte. Ese no es el infierno del que hablo. Solo quédate jodidamente lejos de ella. ¿Tienes papeles que debe presentar? Entonces llévaselos. Pero le traeré el almuerzo todos los días.

River lucía como si estuviera sopesando mis palabras, y decidiendo cómo responder. Sus respuestas ingeniosas parecían haberse terminado. —Solo era amistoso —dijo finalmente con un encogimiento de hombros—. Ambos deben trabajar en esa mierda. La confianza es parte importante de una relación.

Si le destrozara su presumida cara, terminaría en la cárcel. Me debatí si valía la pena. —Tú‖versión‖de‖ser‖“amistoso”‖la‖hizo‖llorar‖ayer.‖Llorar‖de‖verdad.‖Lo‖que‖hiciste‖ ayer no fue amistoso. Fue un golpe bajo, y luego te marchaste y la dejaste para que lidiara con ello. Eso no es ser un amigo. Es ser un imbécil. Ninguna mujer merece ese tipo de falta de respeto.

No respondió. Tenía que irme antes de que dijera algo que no pudiera dejar pasar. Algún día tendré la oportunidad de patearle el trasero. Pero no era el lugar ni el momento.

Abrí la puerta y salí antes de que él pudiera decir algo más.

Era la hora del almuerzo. Llegué a la oficina de Resse con un filete de carne de mamá, molondrón frito y patatas a la crema. Cuando abrí la puerta de Resse levantó la vista y me miró como si fuera la única persona en su mundo, se levantó del asiento y corrió hacia mí.

—Oye, nena —dije, sosteniendo la comida fuera del camino, para poder inclinar mi cabeza y besar los labios más hermosos del mundo.

—Oye, huele bien —dijo.

—Así es. Mamá lo hizo.

Me miró a través de sus tupidas pestañas y sonrió. —Hablaba de ti, pero la comida también huele bien.

—Ten cuidado o tomaré más de lo que tuve esta mañana antes de dejarte comer —le advertí, pensando en la ducha que tomamos juntos antes de traerla al trabajo.

—Tengo un microondas —dijo, recostándose en el escritorio. La observé mientras empezaba a quitarse la blusa.

—Joder —respondí, dejando la comida sobre la silla vacía—. ¿Estás segura? — Esperaba que lo estuviera.

Asintió. —Piper se marchó —dijo desabrochando su sujetador y dejándolo caer por sus brazos—. Y llevo una falda, sería una pena desperdiciarla.

Tomé su cabeza en mis manos y reclamé esa dulce lengua antes que pudiera decir algo más que me hiciera perder la cabeza. Cuando Maite se decidía a seducirme, no tomaba mucho tiempo. El simple hecho de que quisiera hacerlo era sexy como el infierno.

Probarla era intoxicante.

Empezó a menearse, y rompí el beso para mirarla. Dejó caer sus bragas, y las pateó mientras se subía la falda. Jadeaba. —Te extrañé —dijo.

También la extrañé, a pesar de que tuvimos una caliente sesión de sexo en la ducha, seis horas atrás. No me quejaba. Deslizando mi mano entre sus piernas, arrastré los dedos sobre su húmedo calor. Estaba más que lista.

Comencé a ponerme de rodillas, cuando ella me agarró por los hombros. —No. Te quiero dentro de mí. Necesitamos hacerlo rápido y te quiero ahora. —Sonaba sin aliento.

Después de ayer, no sabía si era su forma de alejar ese recuerdo. Sea lo que sea, haría cualquier cosa que me pidiera.

Después de bajar mi bragueta, se echó hacia atrás, mirándome, con las manos apoyadas en el escritorio, poniendo sus hermosas tetas en un mejor ángulo. Bajé mis vaqueros y luego me incliné para sostener ambos pechos en mis manos. —Amo a este par —le dije con reverencia.

—Mmmm —dijo, y su cabeza se inclinó hacia atrás, exponiendo su cuello.

No duraría mucho tiempo si seguía así. Cogí una de sus piernas, la puse sobre mi brazo, y tiré de su trasero hasta que estuvo en el borde de la mesa. Estaba completamente abierta a mí ahora. Sus ojos mostraban necesidad mientras miraba hacia mí.

Lentamente, me deslicé dentro de ella mientras encajaba a mí alrededor perfectamente. —Siempre tan jodidamente bueno —gruñí.

—Sí —concordó, subiendo sus caderas, para que me enterrara tan profundamente como pudiera—. ¡Ahhh! —gritó cuando se sintió llena.

—Maite —dije, sin aliento, necesitando que sus ojos estuvieran en los míos—. Mírame.

Hizo lo que le pedí, y empecé a moverme junto a ella a un ritmo constante, que sabía que nos traería la liberación más rápido de lo que yo prefería.

—Oh, Dios —gritó, mientras su boca se abría.

Comencé a bombear con más fuerza, amaba el sonido de sus gritos de placer. — ¿Esto es lo que quieres? —pregunté.

—Sí —jadeó.

—Dime que este es mi coño, Maite —dije, aún en su interior. Necesitaba oírlo.

—Es tuyo —me dijo con una sonrisa, moviéndose debajo de mí.

Sonriendo, negué con la cabeza. —No, nena. Quiero que me digas que este es mi coño. —Bajé la cabeza y besé la punta de sus senos.

—Es tu coño, William —dijo en voz baja, pero sus ojos llamearon con excitación, cuando lo dijo.

—Correcto. Lo es. Mío —dije, agarrando sus caderas y moviéndome con estocadas profundas, hasta que estuvo gritando mi nombre y arañando mis brazos.

Al oír mi nombre saliendo de lo profundo de su pecho, llegué al clímax. Nunca nada sería tan sexy como ese sonido.
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 When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada - Página 3 Empty Re: When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Miér Mar 23, 2016 12:56 pm

35

Maite

Para el momento en que llegó el fin de semana, todo había vuelto a la normalidad. Captain no regresó a mi oficina. Envié los archivos con Major dos veces, y pude comenzar a respirar con facilidad.

Hoy, William iba a revisar dos caballos que pensaba en vender. Decidí ir al supermercado. Maryann se dirigía a la ciudad a realizar unos mandados y dijo que podría dejarme en el supermercado y recogerme una hora más tarde.

Esta era la primera vez que realizaba la compra sin William, y me sentía algo nerviosa por no recordar todo lo que me encargó. Sabía que nunca me diría si olvidé algo, pero me centré en hacerlo bien. Me gustaba la idea de cuidarlo.

Después de pasar unos diez minutos escogiendo las frutas y verduras correctas, me moví hacia el pasillo. No necesitaba leer mucho aquí. Realicé las compras por años, así que era buena identificando las cosas por su empaque y etiqueta.

—La pequeña zorra creció. —El susurro heló mi sangre. Conocía esa voz. Transcurrieron años desde la última vez que la oí, pero conocía esa voz. No pude moverme. No pude girarme.

—¿No vas a decirle hola a tu papi? —preguntó Marco. No era mi padre. Era el esposo de mi madre, pero no era mi padre. Fue mi torturador.

—Si te acercas más, voy a gritar con todos mis pulmones —le advertí, aún sin girarme hacia él. No quería ver su cara. Las pesadillas que protagonizó justo comenzaban a desvanecerse. Odiaba esa cara.

Una grave risa amenazadora me aterrorizó. —No, no lo harás. ¿Quieres que toda esta gente se entere de lo pequeña zorra que eres? Les contaré. Cómo me sedujiste. Cómo querías sexo con tu padrastro. Apuesto que tu noviecito rico no sabe lo que puta eres. O, tal vez, lo sabe —dijo Marco, y tocó mi cabello.

Bilis rozó mi garganta. Iba a vomitar. Traté de encontrar mi voz, pero estaba congelada por el miedo. Justo como cuando era una niña.

—Tal vez le gustan pequeñas zorras estúpidas. Con un gran culo y grandes tetas. Creo que eso es lo suyo.

Cerré mis ojos y me encogí. No. No me haría esto. No lo dejaría. Ahora era más fuerte. Era un adulto. Esa chiquilla no existía.

—Me tomó un tiempo encontrarte. Pero te he estado observado por una semana. Sé dónde vives, dónde trabajas. Demasiado estúpida para manejar un carro. No me sorprende.

Mi cuerpo se cubrió de sudor frío. ¿Porque se hallaba aquí? ¿Por qué quería encontrarme?

—Tu mamá está muerta. Nada que te importe. Huiste y nunca regresaste. Perra inútil —dijo, mientras tomaba con la mano mi cabello y lo tiraba con fuerza.

Necesitaba alejarme de él. Pero no encontraba mi voz. Esto tenía que ser una pesadilla. En realidad, no se encontraba aquí. No podía ser real. Necesitaba despertar.

—¿Ni siquiera una lágrima por tu mamá? Las estúpidas putas no se preocupan por sus madres. Pero tú amabas a tu padrastro, ¿verdad, niña? —Otra vez jaló mi cabello con dureza.

—Déjame ir. —Alcancé a balbucear atravesando el terror que me envolvía.

Se rio. —Me llevó mucho tiempo encontrarte, chica. No voy a dejarte. ¿Le dijiste que te tuve primero? ¿Qué tu cuerpo fue mío primero? ¿Qué andabas a mi alrededor con esas ropas apretadas, burlándote, invitándome a tocarte?

Mi estómago se revolvió, me incliné hacia adelante, y sentí cómo las náuseas me embargaban.

Enderezó mi cabeza con otro jalón de cabello. —Saldrás de aquí conmigo, y no le contaré ninguno de tus sucios secretos. —Su aliento repugnante olía como leche amarga.

Levanté la mano para cubrir mi boca temiendo que fuera a vomitar encima de todas las compras delante de mí. No podía gritar mientras luchaba por mantener el contenido de mi estómago en su lugar. Cerré los ojos con fuerza, y recé; si existía un Dios al le importara, me salvaría. No me encontraba preparada para esto.

Tal vez existía un Dios, porque, de repente, sentí que Marco me soltaba el cabello. Me volteé y vi a Captain con una mirada de furia en la cara mientras su mano sujetaba el brazo de Marc. Ahora que podía ver a Marco, lucía muchísimo más viejo.

—Aléjate de aquí, no regreses, y te dejaré vivir —dijo Captain con voz tranquila y
dura.

Marco trató de jalar su brazo para liberarlo. —¿Quieres ser arrestado por agresión? —dijo con un tono agudo de voz.

Captain no pareció preocuparse. Continuó mirando a Marco como si fuera la peor forma de criatura en la tierra. —Gritas, y no volverás a ver otro amanecer. Pruébame, vejestorio. Jodidamente. Pruébame.

Le creí. No bromeaba. No sonreía. La expresión en su cara era la de un hombre sin alma. Glacial, y también se aseguraba de que Marco lo notara.

Retrocedí.

—Continúa con tus compras, Maite —dijo Captain—. Acompañaré a esta mierda inútil a la salida. No volverá. Te lo juro —dijo, sin quitar los ojos de Marco.

Entonces comenzó a caminar con la mano aún envuelta en el brazo de Marco. Me quedé y miré hasta que ambos salieron por la puerta. Luego saqué el celular del bolsillo de mis pantalones y llamé a William. Estaba a punto de romperme, y no me sentía segura de lograr llegar a la puerta antes de hacerlo.

36

William
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Mensaje por asturabril Miér Mar 23, 2016 4:17 pm

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 When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada - Página 3 Empty Re: When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Jue Mar 24, 2016 12:46 pm

Rompí todos los límites de velocidad imaginables para el momento en que llegué al rancho. Mamá había vuelto para llegar a ella tan pronto como Maite llamó para decirme lo que había pasado. La había mantenido al teléfono mientras que le escribía a mi madre para que fuera a la tienda de inmediato. Todo lo que ella fue capaz de decir fue que su padrastro había estado allí.

Y que River Kipling había estado allí y lo obligó a salir.

Se encontraba aterrorizada, y yo quería poner mis manos a su alrededor y abrazarla. Si hubiera pensado por un segundo que esa excusa enferma y patética de ser humano vendría a buscarla, nunca la hubiera dejado fuera de mi vista.

Mi cabeza no paraba de saltar al peor de los escenarios. ¿Qué habría pasado si River no hubiera aparecido? El miedo me consumía. No podía pensar en eso. Odiaba a River, pero ahora le debía una.

La camioneta de mi mamá entró en el rancho justo antes de que yo lo hiciera, y me quedé justo detrás hasta que se estacionó. Entonces salí de un salto y corrí a buscarla. Al momento en que abrí la puerta de su lado de la camioneta, ella se lanzó hacia mí y empezó a sollozar mientras me sostenía en un apretón de muerte.

Mi mamá no sabía los detalles, pero supe que después de ver su reacción, lo podía adivinar con bastante facilidad. La miré por encima de la cabeza de Maite. —La voy a llevar a la casa —le dije. Tendría que esperar por una explicación.

Mamá asintió y se dirigió a su casa, dejándonos solos.

—Lo siento mucho, cariño —le dije, sintiéndome impotente mientras la sostenía contra mí.
Solo sollozó con más fuerza. Si hubiera estado allí, habría matado al hombre. Quería verlo muerto. Había marcado su vida, y él había vuelto para reabrir viejas heridas. El bastardo enfermo.

Levantando mi mirada, vi a otro camión dirigiéndose en nuestra dirección. Lo reconocí como el de River Kipling. Por mucho que no me gustara, entendí su necesidad de pasar y ver cómo se encontraba Maite. Lo había visto. Él la había salvado. Y yo tendría que encontrar una manera de aceptarlo.

Detuvo su camioneta, y Maite saltó en mis brazos ante el sonido de su puerta que abriéndose y cerrándose de golpe. Estaba asustada. Tenía que llevarla a su casa para que se sintiera segura.

—¿Va a estar bien? —Preguntó River, manteniendo su distancia.

Haría todo lo posible para asegurarme de que así fuera. Ya había superado este terror antes. Ella podría hacerlo de nuevo. —Me aseguraré de ello —le contesté, sabiendo que tenía que decir más. Se lo merecía—. Gracias. Por lo que hiciste.

Ni siquiera reconoció mis palabras. Sus ojos se encontraban sobre la espalda de Maite, con su mandíbula apretada. —Le escuché. Yo estaba en el siguiente pasillo, y lo oí.‖Él<‖¿fue‖él, el encargado de hacerla pasar por un infierno?

Solamente asentí.

River asintió en respuesta, dio media vuelta y regresó a su camioneta. Sin decir una palabra, se marchó.

Levanté a Maite en mis brazos y la llevé a mi camioneta. Necesitaba estar en casa.

***

Me senté con la espalda contra la cabecera y Maite en mis brazos. Su cabeza se encontraba contra mi pecho, y su respiración se había ralentizado. Estaba dormida y había sido por más de una hora, pero no la había movido.

Si le tomaba semanas, diablos, si le tomaba meses, nos sentaríamos aquí de esta manera. La sostendría mientras me necesitara. Quería que de nuevo se sintiera a salvo. No dejaría que el miedo se adueñara de ella. Me encantaría borrarlo de su memoria para que nunca se sienta así otra vez.

Una vez que estuviera tranquila y descansada, llamaría a la policía. Ella necesitaba una orden de restricción. También iba a colocar más seguridad en el rancho.

Tendría que hablar con Piper para asegurarse de que nunca se quedara sola en los establos. Mejor aún, le iba a enseñar a disparar. Ella iba a tener un arma.

Alguien llamó a mi puerta, y la voz de mi madre me llamó por mi nombre en voz baja. No pude responder, por temor a despertar Maite. Mamá se acercó a la puerta abierta y me vio allí con ella. Sus ojos estaban llenos de preocupación.

—¿Quién era él? —preguntó en un susurro.

—Su padrastro —respondí.

Mamá cerró sus ojos con fuerza. —Oh, Dios, no —dijo, y sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Sí —fue todo lo que dije para confirmar lo que ella estaba pensando.

Mamá tapó su boca para ahogar un sollozo. —Oh, William, ¿lo sabías?

Asentí. —Me‖lo‖contó‖antes‖de‖que‖alguna‖vez<‖—Mamá sabía lo que quería decir sin tener que pronunciarlo.

—Sólo quédate aquí y cuida de ella. Voy a traer la comida. Papá se hará cargo de los establos —dijo mamá.

—Gracias —le dije, aunque ambos sabíamos que no tenía planeado ir a ninguna parte. No me marcharé de su lado.

Mamá se acercó y se inclinó para besar la cabeza de Maite, y luego hizo lo mismo con la mía. —Ese es un horror que ninguna chica jamás debería conocer —susurró.

—Hace que me sienta impotente —admití. Quería solucionar todos sus problemas. Deseaba hacer todo bien para ella. Pero ¿cómo podía arreglar su pasado?

Mamá pasó su mano por mi cabello. —Tú eres lo que ella necesita. No te sientas impotente. Sólo quédate aquí con ella.

—Hecho. Ella me tiene.

Mamá asintió, luego dio media vuelta y salió de la habitación.

La casa se encontró en silencio después de que ella se fuera. Continué haciendo una lista mental de las cosas que tenía que hacer cuando ella estuviera descansada. Haría que su mundo fuera seguro. Haría todo lo que esté en mi poder y algo más.

Un pequeño sollozo salió de sus labios, y apreté mi agarre en ella y coloqué mi boca cerca de su oído. —Estoy aquí, y estás a salvo. Duerme, nena.

Al instante se tranquilizó ante el sonido de mi voz. Esto era lo que podía hacer ahora. El resto podía esperar. Pero llegaría a ello muy pronto.

Mi mundo se había visto amenazado en un segundo. Debería haber estado con ella. Le aparté el cabello de su rostro y me quedé mirando a la belleza en mis brazos. Se había enfrentado a tanto dolor, y sin embargo, ella seguía siendo igual de bonita por dentro. Era amable. Era honesta. Y lo más importante, era mía. La había encontrado. Había encontrado a la elegida. La que cambiaría mi mundo. Rush tenía razón: era todo lo que alguna vez quise.

¿Quién sabía de Rush Finley podría ser tan jodidamente sabio? Él había sido el hijo de la estrella de rock endemoniado. Yo era el bueno. Sin embargo, puede que haya dicho la cosa más honesta que nadie me hubiera dicho alguna vez en mi vida.
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Mensaje por tamalevyrroni Jue Mar 24, 2016 12:53 pm

37

William

Un motel en decadencia a las afueras de Fort Worth, Texas Captain.

Esperaría toda la noche. Era un hombre de palabra. Echándole un vistazo al reloj en el tablero del Escalade negro que conducía, vi que todavía quedaban minutos para que el sol saliera. Aparqué en la parte trasera del edificio, fuera de la vista de la oficina principal. No es que importara. El empleado de turno era un hombre viejo que bebió una botella de tequila anoche y se entretuvo con una prostituta antes de regresar a su puesto y desmayarse rápidamente.

Registré cada habitación. Sólo tres se encontraban ocupadas. Dos de ellas se hallaban cerca de la oficina, pero ninguno de los ocupantes de las habitaciones regresó lo suficientemente sobrio como para despertar antes del mediodía. El motel se ubicaba en una parte vacía de la calle, lo que me facilitaba las cosas.

Agarré la única cosa que necesitaba y la metí en el bolsillo secreto, escondido bajo mi chaqueta de cuero.

Cogiendo el desechable, o a lo que llamaba teléfono desechable, envié un mensaje: Ya es de día.

Luego presioné enviar.

Sin esperar respuesta, salí del vehículo y me dirigí a la habitación que estuve observando toda la noche. La pintura se descascaraba de la puerta desgastada. Era la número cuarenta y cinco, pero faltaba el cuatro. Sólo quedaba pintura desvanecida donde alguna vez estuvo. Retrocedí, y con una patada, abrí la puerta.

No me molesté con las luces mientras cerraba la puerta detrás de mí.

—¿Qué diablos? —dijo una voz ronca mientras el bastardo se sentaba en la cama.

No respondí. No se merecía una respuesta. No me encontraba allí para responder sus preguntas. Él respondería las mías. Me senté en la silla junto a la ventana. Él ya había cerrado las cortinas, así que no necesité hacerlo.

—Llamaré a la policía —dijo, su voz delatando su miedo.

Saqué la pistola de mi cintura y le disparé al teléfono, enviando trozos de plástico en varias direcciones.

—¡Maldición! —gritó el hombre, saltando. Agradecí que vistiera ropa interior y no tuviera que ver su mierda flácida—. Esa cosa tiene silenciador —dijo. Y entonces me reconoció. Sus ojos pequeños se ampliaron más de lo que creí posible en lo que levantaba ambas manos—. No hice nada. Dijiste que si me iba, podría vivir. No he dejado esta habitación. —Comenzó a divagar.

Me recliné y observé mientras el miedo comenzaba a apoderarse de él.

—Dijiste<‖—dijo de nuevo.

—Dije que si te ibas, te dejaría ver otro amanecer —respondí, luego alargué una mano y moví una de las cortinas—. Listo. Ya lo viste. —Dejé que la cortina regresara a su lugar.

—Me iré. No volveré. —Empezó a balbucear de nuevo.

Apoyé la pistola en mi rodilla y observé con frialdad al hombre que hizo cosas horribles y que no podía deshacer. Cosas que lo hacían inútil. Imperdonable. —Sé que no volverás —dije en voz baja mientras seguía mirándolo.

—Es una mentirosa. Siempre lo fue. Lo que sea que te haya dicho esa perra, miente. Le robó a su madre. Le rompió el‖corazón<

—Detente —lo interrumpí. Pasé la punta del arma por mis pantalones—. Al momento en que levantes la voz, te callaré. Permanentemente.

—¿Qué q-q-quieres? —tartamudeó.

—Quiero justicia. Quiero que Maite viva la vida que merece. Quiero que cada hijo de puta sucio y asqueroso como tú muera. Eso es todo lo que quiero.

Sacudió la cabeza mientras se apartaba de mí. —Mintió. Lo que sea que te haya dicho, lo hizo. Es una manipuladora. Utiliza su cuerpo para hacer que los hombres hagan lo que quiere.

—¿Sabes quién es su verdadero padre? —le pregunté, levantando la cabeza mientras memorizaba el terror en sus ojos.

Negó con la cabeza. —No. El tipo le dio una paliza a su madre y huyó. Las salvé. Cuidé de ellas. Fui yo quien mantuvo un techo sobre su cabeza. La cuidé, y no lo apreció. Esperaba más. —Se aferraba desesperadamente a la esperanza. Los hombres que sabían que eran sus últimas respiraciones se limitaban a decir cualquier cosa que pudiera salvar sus vidas inútiles. Ya lo había visto. Lo había oído todo antes.

—¿Por qué buscaste a Maite? Se fue de casa cuando tenía dieciséis. —Era algo que simplemente quería saber. Si quedaba alguien allí afuera que necesitaba ser detenido, quería asegurarme que todo estuviera controlado. Pero por la búsqueda que hice, sólo quedaba este bastardo enfermo.

—Su madre, tenía papeles con un fideicomiso para Maite. Nunca dijo de quién era. No reconocí el nombre. Tratamos de todo para sacarle partido, pero fue imposible. Nos esforzamos para criar a esa niña, y nos lo debía. Su pobre madre murió de cansancio. No podía pagar sus cuentas médicas; ni siquiera pude darle un entierro apropiado. Ese dinero me pertenece. Maite me lo debe. Se lo debe a su madre.

Así que sabía del fideicomiso. Eso lo explicaba todo. —¿Cuándo murió su madre? —pregunté.

—Hace un mes —dijo, luciendo menos aterrorizado. Creía que me ganó un poco. Si tan sólo supiera.

—Así que la perra está muera. Buenas noticias —respondí mientras levantaba la pistola y la apuntaba directamente a su cabeza. Levantándose, me deleité del terror puro en sus ojos en lo que retrocedía.

—No‖puedes<‖Te‖dije‖lo‖q-que hizo. Lo que me debe —dijo, su voz temblando.

—Maite no te debe nada. Le arrebataste su inocencia, y convertiste la vida de esa niña en una pesadilla. Por no mencionar de que la convenciste de que era estúpida. Marcaste su vida de una manera que nunca podrá ser borrada. Su pasado jamás desaparecerá. Está en su interior. Tratará con eso por el resto de su vida.

Sacudió la cabeza. —Ella lo quiso —comenzó.

Y eso fue todo lo que pude soportar.

La bala abandonó la pistola de manera silenciosa, y por una fracción de segundo, disfruté de la mirada en los ojos de Marco cuando supo que le llegó la hora. Cayó al suelo con un ruido sordo, y puse la pistola de regreso en la funda. El agujero en su frente rezumaba sangre que cubría su rostro y comenzaba a acumularse en el suelo. Sus ojos lucían amplios y vacíos.

Era el último bastardo al que mataría. Mi trabajo se hallaba hecho. Era hora de seguir adelante. Asesinar al hombre que lastimó a Maite era la mejor manera de cerrar la puerta de esta parte de mi vida.

Cuando comenzó todo, nunca tuve intenciones de enamorarme de ella. Sabía que su corazón se encontraba ocupado. Pero era difícil no amarla.

—Disfruta el infierno, hijo de puta —dije con rotundidad mientras dejaba caer la pequeña tarjeta impresa que me enviaron para ese momento. Luego atravesé la puerta y me dirigí al Escalade.

Una vez estuve en la carretera y me dirigía al punto de entrega del Escalade, saqué el teléfono desechable y presioné el único número que tenía.

—Cap. —La voz firme llegó por la línea asegurada.

—Listo —respondí.

Un suspiro de alivio atravesó el teléfono. —Terminó —dijo. Podía oír la emoción en su voz. Y lo entendía.

—Sí, terminó.

Finalizamos la llamada, y dejé caer el teléfono en el asiento junto a mí.

Extrañaría trabajar para DeCarlo. Me dio una vida cuando era un niño perdido. Le debía mucho. Por primera vez, me sentí como si le hubiera devuelto todo. El hombre que abusó sexual y físicamente de la hija de DeCarlo se encontraba muerto. Maite viviría la vida que su padre quería que tuviera. Ya no necesitaba que la siguiera para mantenerla a salvo. Se encontraba en buenas manos.

No tenía ninguna duda de que William Manning le daría la vida de una princesa.
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Mensaje por tamalevyrroni Jue Mar 24, 2016 12:58 pm

38

Maite

William me mantuvo en la cabaña por los próximos dos días. Empezaba a pensar que se encontraba más conmocionado por esto que yo. Me mantenía cerca, y Maryann nos trajo comida. Le permití mantenerme encerrada en el interior por el bien de ambos. Sabía que necesitábamos regresar a nuestros trabajos, pero no me atreví a salir de la casa.

Más de una vez, William sugirió que llamara a mi padre. Pensaba que hablar con él, mi nonna, o Raul ayudaría, pero no podía. Tenía miedo de escuchar sus voces y recordar la vida que no tuve con ellos. Los recuerdos de lo que viví en vez de eso se hallaban demasiado presentes en este momento. Perdonar a mi padre por no encontrarme y salvarme antes fue más difícil después de volver a ver a Marco.

William no me presionó. Mientras veíamos una película y me envolvía en sus brazos en el sofá, mencionó que iría a Rosemary Beach por una semana de visita. Sabía que trataba de sacarme de aquí. Estuve a salvo en Rosemary Beach, pero el hecho era que Marco pudo encontrarme allí. ¿Y si me encontraba antes? ¿Y si no hubiera conocido a William? Esa idea me atormentaba.

Mis pesadillas regresaron con fuerza. Por mucho que quisiera ser fuerte y volver a trabajar, sabía que no podía. Todavía no. No sabía dónde se encontraba Marco, y estar en algún lugar que me alejara demasiado de William parecía imposible. Odiaba lo que le permitía hacerme. Entró en mi cuento de hadas y me lo quitó. Al igual que lo hizo con mi infancia y mi inocencia.

Hasta que no supiéramos que Marco fue encontrado y detenido por la policía, tenía miedo de vivir una vida normal.

Era la mañana del martes cuando finalmente le dije a William que quería ir a Rosemary Beach. Él no perdió el tiempo. Nuestras maletas fueron empacadas, y nos enviaron un avión en cuestión de horas. William habló con Piper, y me aseguró que se preocupaba más por mí que por el trabajo.

Me encantaba Texas. Amaba estar aquí con William. Pero Marco lo manchó. También me quitó eso. Lo odiaba. Si tan sólo no hubiera estado tan aterrorizada; si tan sólo hubiera gritado. Si lo hubiese golpeado o reaccionado de alguna manera, él no estaría libre. Yo no viviría asustada.

Cuando aterrizamos y bajamos, Grant Carter salió de una camioneta plateada y se dirigió hacia nosotros.

—Gracias por venir a recogernos —dijo William cuando Grant tomó una de las maletas de sus manos.

—Eres de la familia, hombre. No necesitas agradecer. —Su mirada se trasladó a mí—. Me alegra que estés aquí, Maite. Harlow ha planeado cada segundo de tu estancia. Está muy emocionada de tenerte en la casa.

La sonrisa sincera en su rostro no ocultó la preocupación en sus ojos. Estas personas realmente se preocupaban por mí. La evidencia de esa emoción provocó que mis ojos se llenaran de lágrimas. Nunca tuve una verdadera familia. La que se suponía que me cuidaría me defraudó. Permitieron que viviera en un mundo lleno de pesadillas. No iba a dejar que eso me impidiera tener una relación con ellos, pero nunca sería capaz de perdonar verdaderamente a mi padre por eso.

Pero esta familia, de la que venía William, era leal. Estuvieron dispuestos a abrir su casa y sus brazos para mí. La gente en su mundo seguía incluyéndome y aceptándome. De alguna manera me las arreglé para no llorar. En su lugar, le sonreí a Grant. — Gracias. También estoy esperando pasar tiempo con Harlow.

La mano libre de William se posó en mi espalda baja mientras me dirigía a la camioneta. Cuando Grant cargó nuestras maletas y caminó para entrar en el lado del conductor, William me acercó y ahuecó mi cara con una mano. —Eres mi familia, Maite. Eso los hace tu familia. Nadie en este mundo es más importante para mí que tú, y debido a eso, mi hermana te adora. Acéptalo —dijo—. Eso no es algo para llorar.

—No lloré —dije.

La pequeña sonrisa curvó una esquina de su boca. —Sí, porque luchaste contra ello. Vi tu cara. Conozco todas tus expresiones, nena.

Con una risa suave, me apoyé en su mano y le sonreí. —Te amo, William Manning.

—Y eso me convierte en el hombre más afortunado del mundo.

Entramos en la casa de los Carter, donde bocadillos y dulces llenaban la mesa. Harlow nos saludó, con Lila Kate aferrada a su pierna mientras nos miraba con unaexpresión curiosa. Sin embargo, al segundo en que Grant entró en la casa, soltó a su madre y chilló, levantando los bracitos hacia su papá.

—Ahí está mi pequeña —dijo Grant, dejando caer la maleta junto a la puerta y levantando a la mini-Harlow.

Lila Kate le dio palmaditas en la cara con ambas manos, sonriendo alegremente. —¡Papi! —anunció a todo el mundo.

—Hace pucheros cuando Grant se va cada mañana. Cuando llega a casa, es su parte favorita del día —dijo Harlow, sonriéndole a su marido e hija.

—Porque ella es la niñita de papá —dijo él con orgullo mientras besaba su regordeta mejilla.

—Sin ninguna duda —concordó Harlow. Luego giró su sonrisa hacia nosotros—. Conseguí algunos bocadillos para todos.

—Me muero de hambre. Eso se ve increíble —dijo William, dando un paso adelante y abrazando a su hermana. Le susurró algo al oído, y ella lo abrazó más fuerte en respuesta. Al verlos juntos siempre me preguntaba por Nan. ¿Por qué no quería esta cercanía con ellos?

—Pulín —le dijo Lila Kate a Grant mientras seguía acariciando su rostro.

—Me reuniré con ustedes en un momento. Adelante, empiecen sin mí. Lila Kate quiere un poco de pudín. Es lo que hacemos cuando llego a casa —explicó.

Se acercó a Harlow, la besó dulcemente en la boca y le dijo que la amaba antes de llevar a Lila Kate a la cocina.

Harlow se volteó para verlo alejarse como si nunca lo hubiera visto caminar antes. Cuando se giró de vuelta, sus mejillas se encontraban ruborizadas. Ellos vivían el cuento de hadas que yo quería para mí.
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Mensaje por tamalevyrroni Jue Mar 24, 2016 1:01 pm

39

William

Harlow había llevado a Maite de compras con las chicas hoy. No me quería dejar al principio y no iba a obligarla. Pero Harlow estaba tan emocionada al respecto, y Maite empezó a relajarse un poco. Al final, me había asegurado que estaba bien. Le dije a Harlow que no quería que salieran de Rosemary Beach; quería estar cerca si me necesitaba. Harlow había prometido que no irían lejos, diciendo que sólo quería hacer que Maite se olvidara de todo.

Me dirigía a jugar golf con Grant y Rush en el Country Club Kerrinton cuando mi teléfono sonó. No reconocí el número y odié el miedo que venía con ello. No debí haber dejado que Maite saliera sin mí.

—Hola —respondí, mi corazón en mi garganta.

—¿William Manning? —Era la voz de un hombre.

—Sí.

—Es el Detective Northcutt del departamento policial de Fort Worth. Marco Halls ha sido encontrado.

Alivio me llenó. Lo habían encontrado. El bastardo no estaba libre. —Hemos presentado cargos y Maite tiene una orden de restricción. ¿Cuál es el siguiente paso? — Estaba listo para terminar esto. Lo quería detrás de las rejas. Sólo no estaba seguro que eso iba a suceder.

—Está muerto —dijo Northcutt.

Inhalando profundamente, tomé tiempo para comprenderlo. El hijo de puta estaba muerdo. Santa mierda.

—Fue encontrado esta mañana por la sirvienta del motel en el cual se había estado quedando. Ya tenía un par de días muerto. Nadie sabía. Pagó la habitación poradelantado y pidió privacidad; ella únicamente entró porque se suponía que se fuera hoy.

—¿Cómo? —pregunté, aliviado. Nunca se acercaría a Maite de nuevo.

—Disparo a la cabeza. Un solo tiro —contestó—. Fuiste, por supuesto, el primer sospechoso, pero fuimos a tu casa para interrogar a tus parientes. Hablamos con el Sr. y Sra. Colt, junto con el comandante Colt, quien nos informó que tú y Maite no dejaron la casa por dos días y que recientemente volaron a Rosemary Beach, Florida, para visitar a tu hermana. Confirmaremos eso, pero por el momento, ya no eres un sospechoso. Parece que este hombre tenía más de un enemigo. Las pistas muestran que estaba involucrado en drogas, y creemos que esto pudo haber sido alguien a quien le debía dinero. Cualquier información que tengas sería de ayuda.

—Por supuesto. Pero Maite no lo había visto o a su madre desde que tenía dieciséis, cuando la botaron. Cuando se encontró con él en la tienda de comestibles, esa fue la primera vez que lo había visto desde entonces. Realmente la perturbó. No sabemos nada del hombre excepto lo que le hizo a Maite cuando estaba creciendo.

—Eso es lo que asumimos. El asesino no parece haber actuado por emoción. Fue bien planeado y cubierto. Tiene todas las marcas de un asesinato profesional. Lo cual significa que puede que nunca lo encontremos... —Su voz se apagó. Pude notar por su tono que él no quería saber. Tenía la declaración de Maite, y sabía lo que ese maldito bastardo le había hecho a ella.

¿Pero un asesinato profesional? ¿A quién demonios había enfurecido este hombre? ¿Y qué si sabían de Maite? ¿Pensarían que ella tiene algo de él que ellos querrían? Mierda. Mi alivio se convirtió en miedo otra vez rápidamente. —Si fue profesional, ¿podrían estar detrás de Maite, pensando que ella sabe algo? —Tenía que buscarla y traerla a un lugar seguro. Donde sea que estuviera, necesitaba encontrarla.

El detective aclaró su garganta. —Hubo algo que dejaron que nos lleva a creer que Maite está segura. También es algo que lo conecta al tráfico de drogas. Hemos visto esta evidencia antes —dijo en voz baja.

—¿Qué? ¿Qué quieres decir? —Aparté el teléfono de mi boca y miré a Grant—. Necesito llegar a Maite, ahora.

Asintió y giró el camión.

—Había una nota. No tenía huellas dactilares en ella, y no estaba escrita a mano. Simplemente decía Para mi pequeña.

Respiré pesadamente de alivio y cerré mis ojos mientras mi cabeza caía hacia atrás. ¿Qué demonios había sucedido? ¿Con qué pequeña se había metido ese enfermo bastardo esta vez?

—Cuando hayas vuelto a Fort Worth, necesitamos que ambos vengan y respondan algunas preguntas.

—Sí, claro —respondí—. ¿Había huellas dactilares en alguna parte?

—Como dije, fue un trabajo profesional. No dejaron ningún rastro. Todo lo que tenemos es esta nota. La cual... —Hizo una pausa—. La nota es una evidencia explicando la razón de la muerte. Es algo que hemos visto antes. Muchas veces. Estamos seguros que es el mismo patrón y tinta. Ha sido comprobado. Sólo no puedo decirte más.

Esa nota. Lo único que me aseguraba que Maite estaba a salvo. Quien sea que mató a Marco no tendría una razón para ir tras Maite. Dudaba que alguien supiera siquiera que ella era parte de su pasado.

Finalicé la llamada justo cuando nos estacionamos en un pequeño café donde Harlow estaba sentada con Maite afuera. Había preocupación en el rostro de Maite, pero la necesitaba conmigo. Quería abrazarla mientras pensaba en las cosas.

—Hola —dijo ella, apresurándose hacia mí en el momento en que salimos del camión—. ¿Qué está mal?

La atraje hacia mí y respiré profundamente, dejando que mi ritmo cardíaco bajara.

¿Qué está mal? Repitió contra mi pecho.

Nada estaba mal. Ella estaba aquí. A salvo. Y alguien más se había asegurado de que estuviera segura definitivamente. —Está muerto —declaré—. Marco está muerto.

Se apartó y me miró con asombro y esperanza mezclándose en sus ojos. —¿Qué? —preguntó en un susurro.

—Está muerto —repetí. Decidí no darle detalles. No ahora.

—Oh, mi Dios —susurró y luego dejó salir un sollozo—. Se ha ido. ¿Se ha ido para siempre?

Asentí, comprendiendo su emoción. —Se ha acabado, nena —dije mientras sostenía su cabeza en mis manos y agradecía a Dios que estuviera a salvo. Y era mía.
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Mensaje por tamalevyrroni Jue Mar 24, 2016 1:07 pm

40

Maite

Mi cabeza dolía y me encontraba lista para ir a casa. El detective asignado al caso de Marco me interrogó sobre todo. Mi madre, mi verdadero padre, la familia de mi padre. Tuve que decirle exactamente lo que William y yo hicimos durante los dos días después de que Marco me asaltó en la tienda de víveres. Recordar todo fue difícil, pero traté de darles la mayoría de detalles posible.

Me sentí culpable de contar que Captain fue quien sacó a Marco. No quería meterlo en esto. Pero ellos ya tenían esa información por los otros testigos y Captain ya había sido interrogado; cualquiera que fuera su coartada, era sólida.

Una vez fuimos libre de irnos, el detective me dio una paternal palmada en la espalda. No esperaba que atraparan a la persona que mató a Marco. Me encontraba agradecida de que hubiera huido. Me mostraron una carta que simplemente decía Para Mi Pequeña Niña y me preguntaron si podía identificar a la persona que la dejó. Nunca vi una carta como esa en mi vida, aunque me dolía en el pecho al hacerlo. Era mi culpa que la hija de alguien más hubiera sido lastimada por Marco. Nunca le conté a nadie sobre lo que me sucedió antes de conocer a William. Marco estuvo libre para seguir aterrorizando niñas pequeñas por mi silencio.
 
William me mantuvo cerca mientras caminábamos a su camioneta.

—Necesitas un largo baño de burbujas. Luego te daré un masaje. Este día ha terminado. Todo terminó. Ahora puedes vivir tu vida sin él.

Asentí. Tenía razón. Esto era todo. Mi vida de verdad comenzaba ahora. Marco y mi madre se fueron, para no regresar. Dejaría que mis recuerdos de la vida que viví con ellos se fuera, también.

—Quiero ver a mi papá —dije. Había cosas que debía que decirle. Cosas que no le dije antes porque fui tan sólo muy feliz de tener una familia. Pero para verdaderamente avanzar sobre mi pasado, tenía que hacerle saber a mi padre como me sentía. Y que lo perdonaba.

—¿Cuándo? Nos conseguiré un vuelo tan pronto como sea posible.

—Aún no. Sólo pronto. Vamos a casa y regresemos a nuestra vida primero.

—Lo que sea que quieras, bebé.

Por las siguientes dos semanas, mi vida volvió a su sitio. William me trajo el almuerzo a diario y Captain no había puesto un pie en mi oficina de nuevo. Tampoco dejó papeleo para mí en la mesa de archivo afuera de la puerta, o envió a Major a que lo trajera. No me sentía en el borde y el trauma emocional con el que había lidiado cuando Marco regresó comenzaba a desvanecerse.

Fue una tarde de domingo cuando todo cambió. De nuevo.

William y yo pasamos una tranquila mañana juntos, y luego él salió a revisar algunas cosas en los establos. Después del incidente con Marco en la tienda, no sólo nos faltaba comida, sino también toallas de papel y champú. Mientras revisaba el baño para asegurarme de que no necesitábamos nada más, vi la caja de tampones sin abrir que compré el mes pasado.

Mirándola, traté de recordar cuando debió comenzar mi periodo. Agarré mis píldoras anticonceptivas del gabinete de medicinas y las revisé. Hace dos semanas. Debí comenzar hace dos semanas.

Mis manos temblaron mientras dejaba las píldoras y caminaba hacia el dormitorio para poder sentarme por un minuto. Pasé por mucho en dos semanas. Mi mente había estado en todo menos en el comienzo de mi periodo. Me salté la píldora la mañana después de ver a Marco.

Sin embargo, tomé dos al día siguiente. Ni siquiera tuvimos sexo esa noche. Fui un desastre. Algo debía estar mal. No podía estar embarazada.

Poniéndome la mano en mi estómago, me permití imaginarlo por un momento. Que estaba cargando al bebé de William. La alegría fluyó a través de mí, pero fue rápidamente reemplazada por intranquilidad. William ni siquiera me había pedido matrimonio aún. No se encontraba listo para una familia. No podía obligarlo con esto. Él confió en mí para que tomara pastillas anticonceptivas y le fallé.

¿Cómo podría ser una madre si jamás había tenido una? No tenía el ejemplo de una madre. La que tuve no era algo que quisiera para mi hijo. Tocando mi estómago, supe que debía ir a un doctor. Sin William. No tenía razón para entrar en pánico si no era necesario, ¿pero cómo podría ir al doctor sin decirle a alguien?

Piper. Le preguntaría a Piper mañana en el trabajo si podía llevarme. Confiaba en el ella y sabía que entendería. Bueno, esperaba que entendiera.

Metí los tampones de nuevo bajo el mostrador y terminé mi lista. No podía preocuparme por eso ahora. Había una posibilidad de que no estuviera embarazada. Sólo podría estar retrasada. Me aferraría a eso hasta que no pudiera más.

—Oye, nena —llamó William mientras la puerta principal se abrió.

Tomé mi lista y caminé de regreso a la sala de estar. Verlo allí de pie en sus empolvados pantalones, sombrero vaquero y botas nunca me aburría. Creer que era mío era difícil algunas veces.

Él sonrió y caminó hacia mí. —Sigue mirándome así y no llegaremos a la tienda como tú quieres.

Sabía exactamente lo que haría en cambio, y tan tentador como era, me hallaba demasiado asustada como para arriesgarme. ¿Qué si no estaba embarazada pero aún podía embarazarme por meter la pata con mis pastillas?

Le di una palmadita en el pecho y sonreí, esperando que no viera la preocupación en mis ojos.

—Necesitamos alimentos. —Le recordé.

Bajó su cabeza y reclamó mi boca con un beso desde el alma tan ardiente que me hizo olvidar todo menos lo bien que me hacía sentir. —Lo que quieras    — susurró cerca de mi oído, luego me dio una palmada en el trasero—. Dios, amo ese trasero —añadió.

Alcé la lista de las compras.

—Prioridades —dije, y caminé para tomar mi bolso.

—Tengo una prioridad, y estoy seguro de que no es la maldita lista —dijo en un tono divertido.

¿Era posible amar a alguien tanto como amaba a William? ¿Era siquiera saludable?

41

William
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 When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada - Página 3 Empty Re: When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Jue Mar 24, 2016 3:59 pm

Maite llamó para decir que Piper la llevaría a almorzar el martes. Me alegraba que estuviera llevándosela bien con Piper. Quería que tuviera amigos aquí. Este sería nuestro mundo, y que Maite encajara en él era importante. Necesitaba que lo amara tanto como yo lo hacía.

Cuando llegó la hora del almuerzo, me dirigí a casa de mamá para comer. El camión de Aida estaba estacionado afuera y me detuve. Si habría drama, no estaba seguro de poder lidiar con ello hoy.

Ella no se había ido en buenos términos, y no estaba seguro de por qué había regresado. Pero de nuevo, no quería confrontarla frente a Maite más tarde. Maite había soportado lo suficiente este mes pasado.

Suspirando, esperaba que esto no arruinara mi almuerzo. Cuando caminé a través de la puerta que guiaba a la cocina, mamá se volteó para darme una sonrisa de disculpa. Me estaba esperando; había llamado para que supiera que no necesitaba que empacara almuerzo para mí y Maite y que simplemente comería con ella.

A regañadientes, volteé mi mirada para ver a Aida sentada en la mesa al otro lado de mi padrastro. —Papá —dije, luego—, Aida.

—¿Tienes preparada esa lista para que se la dé a Johnson? Vendrá hoy más tarde —Papá sabía del drama con Aida, y hablar de cosas del rancho era su forma de mantener las cosas niveladas.

—Sí, te la daré luego del almuerzo —Le aseguré, entonces caminé hacia mamá para besarla en la mejilla y agarrar el plato que había estado sirviendo para mí—. Yo lo haré. Siéntate y come.

—Lo siento —Ella articuló mientras me permitió quitarle el plato. No había estado esperando a Aida tampoco. Asentí y terminé de llenar mi plato antes de voltearme hacia la mesa para sentarme.

Supuse que ignorar a Aida no tenía sentido y sería tenso para todos. —Así que, ¿qué te trae por aquí, Aida? —pregunté antes de tomar un bocado de las papas a la crema.

Se tensó un poco, y pude ver la mirada nerviosa en sus ojos. Nunca fuimos así. Era una lástima que ella hubiera arruinado nuestra amistad. —Extrañaba a todos. Pensé en venir a ver cómo estaban las cosas —dijo.

Asentí y mordí un bizcocho.

—¿Lista para comenzar la escuela de nuevo? —preguntó mamá un poco muy alegre.

Aida se encogió de hombros. —No en realidad. No sé lo que quiero hacer, así que la universidad me parece sin sentido.

—Bueno, no lo es. Necesitas construir una base sólida para que puedas ser lo que quieras ser —agregó mi papá.

Aida asintió. No iba a discutir con él. —Eso es lo que dice mi mamá — comentó con un puchero.

—Es cierto —Fue la respuesta de papá.

Me concentré en mis chuletas de cerdo. No tenía nada que añadir en esta conversación.

—Esperaba que ya estuvieras comprometido —mencionó Aida, y dejé de masticar por un segundo para dejar que sus palabras se sumergieran. ¿Qué trataba de implicar con ese comentario?

Cuando terminé mi bocado, bebí un largo sorbo de té dulce y me giré para mirarla. —Aún no —respondí.

Una sonrisa de satisfacción tocó sus labios. ¿Creía que eso era algo bueno para ella? Seguro que no. Ya habíamos pasado por esto.

—No hablemos de la vida personal de William. Cuando esté preparado para comprometerse, lo hará —dijo mamá con una sonrisa que no llegó a sus ojos. Estaba molesta con Aida también.

—Sólo me preguntaba si había decidido ponerle un anillo o no —comentó Aida con un encogimiento de hombros, luego bebió de su agua mientras su mirada permanecía en la mía.

No quería darle una explicación, pero tampoco quería que pensara que tenía alguna esperanza. —Cuando crea que Maite está lista para esa pregunta, te aseguró, la haré. Le estoy dando tiempo. Ha pasado por mucho últimamente — dije. La molestia en mi voz era obvia.

Papá aclaró su garganta y lo miré. —Estoy pensando en empezar a criar a las cabras enanas. ¿Por qué no nos encontramos en el extremo este y e intercambiamos ideas al respecto? Además, tu mamá me ha estado repitiendo que quiere cabras.

Cambio de tema. Gracias, papá. Asentí. —Suena bien. Me gusta la idea.

—Oh, qué bueno —dijo mamá, sonriéndole a papá.

Él le guiñó el ojo y vi a mi mamá sonrojarse como si fuera una adolescente con enamoramiento platónico. Esa era una de las razones por las cuales amaba a este hombre. Él amaba a mi mamá de la forma que se lo merecía. Kiro nunca la amó, pero estaba agradecido por ello. La vida que ella había tenido era mucho mejor de la que habría tenido con Kiro. Tuve una mejor vida de la que habría tenido con Kiro también.

—Tengo un pupilo que vendrá con dos caballos raza Appaloosas en treinta minutos, así que necesito regresar a los establos. ¿Te importa si tomo la última chuleta de cerdo y un vaso de té conmigo? —Le pregunté a mamá mientras me puse de pie.

Ella saltó, agarró una servilleta, envolvió un bizcocho en ella y me la entregó. —Llévate esto también.

—Sí, señora —Acordé—. Gracias por el almuerzo. Lo disfruté.

Asintió, a pesar que eso era lo que siempre decía cuando dejaba la mesa. Me había enseñado eso de pequeño. Siempre agradécele al cocinero y asegúrate que sepan que aprecias la comida que te sirvieron.

—¿Puedo ir y ver a los caballos? —preguntó Aida.

—Necesitas quedarte aquí y comer. Deja al chico en paz, Aida —declaró papá.

Aliviado, agarré mi sombrero del gancho al lado de la puerta y me lo puse antes de salir. Había logrado pasar a través de la comida y Aida había sido solamente un poco fastidiosa. Si tan sólo se fuera antes que Maite volviera a casa...

Había extrañado mi almuerzo con Maite hoy. Amaba poder verla y abrazarla en el medio del día; me ayudaba a aguantar el resto. Sacando mi teléfono de mi bolsillo, la llamé. Al menos podría oír su voz.
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Mensaje por tamalevyrroni Jue Mar 24, 2016 4:06 pm

42

Maite

Eché una ojeada a mi teléfono para ver la imagen de las botas de William en la pantalla. No pude responder. Aún no. Ahora no.

Piper no hizo ninguna pregunta cuando salí de la consulta del médico. Ella dejó que me sentara en el silencio. Le debía una explicación, sin embargo. Concertó una cita para mí con su médico y lo hizo rápido. Sin preguntas. Luego me llevó hasta allí durante las horas de trabajo.

Presioné el botón de silencio, puse el teléfono en mi regazo, y miré afuera, a la carretera.

—Cariño, ese hombre te ama. Adora el suelo que pisas. No tengas miedo de decírselo. Va a estar emocionado —dijo en voz baja mientras se acercaba y me daba unas palmaditas en la pierna.

Piper no era estúpida. Adivinó por qué tenía que ver al médico y cuál fue el resultado sin que dijera una palabra. Supuse que era algo obvio. Me di la vuelta para mirarla.

—Ni siquiera me ha pedido que me case con él. Lo único que he hecho es añadir más estrés a su vida. ¿Cómo le digo esto?

Piper frunció el ceño. —Desde mi punto de vista, William Colt hace todo lo posible para hacerte feliz. Tiene tanto miedo de perderte que no puede aferrase a ti lo suficiente. Esto no va a ser una mala noticia para él. Confía en mí.

Ella no lo sabía todo. No sabía todo el equipaje que venía conmigo. William me amaba, yo sabía eso, pero no se encontraba listo para más. Quería que nosotros viviéramos juntos y disfrutáramos del momento. Él no planeó el futuro. Pero aquí me hallaba yo, con nuestro futuro dentro de mí.

—Necesito tiempo para adaptarme a esto. Se lo diré. Solo que no estoy lista aún —expliqué.

Piper suspiró. —Es tu decisión, pero él va a querer saberlo.

Él lo haría. Sabía que él querría saberlo. ¿Pero estaría feliz? ¿O yo sólo había agregado más equipaje encima de todo lo demás? No quería que este bebé fuera algo menos que adorado. Quería que él o ella tuvieran la vida que yo no tuve. Quería darle a mi hijo la vida que William tuvo.

—No esperes demasiado tiempo. Cuanto más esperes, más difícil será decírselo —dijo Piper.

Asentí. Tenía razón. Tendría que decírselo pronto. Pero primero, necesitaba saber que tenía un lugar a donde ir si él no se encontraba listo. Ya no tenía que preocuparme por mi sola nunca más. Tenía otra vida de la que era responsable.

Era hora de que fuéramos a visitar a mi papá.

William llamó de nuevo cuando volví al trabajo. Contesté al teléfono esa vez, porque si seguía ignorando sus llamadas, él aparecería en el establo. No lo dudaba ni por un minuto. Le dije que el almuerzo fue genial y que lo echaba de menos. Pareció contento con eso y colgó.

Sentarme en su camioneta después del trabajo fue diferente. Existía un gran secreto entre nosotros y me sentía culpable por no decírselo. Me había besado y abrazado cuando llegó a Piper´s. Siempre me sentía tan segura cuando me abrazaba.

La culpa me pesaba como un plomo en el estómago. Tenía miedo de lo que podría perder aquí.

—En caso de que todavía esté allí cuando volvamos del rancho, tengo que advertirte de la visita de Aida. Estaba con mamá durante el almuerzo de hoy — dijo, mirándome por encima mientras conducía.

No estaba de humor para Aida. No era el mejor momento. —Está bien. ¿Dijo por qué los visitaba? —pregunté, tratando de sonar como si la noticia no me molestara.

Se encogió de hombros. —Creo que estaba aburrida. No hay ninguna razón especial.

—Oh. —Fue mi única respuesta.

Era el momento de visitar a mi papá de todos modos. Si Aida estaba allí, no importaba. Simplemente aceleró mi decisión.

—¿Podemos visitar a mi padre ahora? Creo que estoy lista.

El brazo de William descansaba alrededor de mi espalda y sus dedos jugaban con mi pelo.

—Voy a reservar el vuelo esta noche. ¿Quieres llamarlo así él sabrá cuando esperarnos?

Asentí.

Se inclinó y le dio un beso a la parte superior de mi cabeza. —Lo que quieras, nena. Todo lo que tienes que hacer es preguntar.

Esta vez, cuando me llamó nena, mi mano fue a mi estómago. ¿Cómo iba a decírselo?

—Mamá envió las sobras a casa. Podemos comer y hacer los arreglos del viaje. ¿Qué tan pronto estarás lista para salir?

—Pasado mañana. Tengo que decírselo a Piper primero y terminar algunas cosas en la oficina.

—Suena bien. Eso me da tiempo para organizar mis cosas también.

Cuando llegamos a la entrada, la camioneta de Aida se hallaba estacionada fuera, y ella se encontraba sentada en los escalones del porche. Evitarla no era una opción. No tenía otra elección ahora.

William apretó mis hombros. —Perdón por esto.

Antes de que pudiera salir de la camioneta, William estaba allí tomando mi mano. Dejé que me ayudara a bajar y tirara de mí mientras caminábamos hacia la casa. Aida se puso de pie cuando nos acercamos. Sus ojos se veían rojos de tanto llorar y su labio inferior temblaba.

—Quería pediros disculpas a los dos —dijo ella, luego sollozó—, No era mi intención causar tantos problemas. Volví para decirte que lo siento. —Miró directamente a William—. Te echo de menos. Echo de menos nuestra amistad. Quiero a mi primo de vuelta.

El cuerpo de William pareció relajarse junto a mí. —Nunca me fui, Aida. Pero has cambiado las cosas. No podías aceptar a Maite, y ella es parte de mí.

Aida asintió y dejó que una lágrima rodara por su perfecto rostro.

—Lo sé. Estaba celosa. Nunca había tenido que compartirte antes. Lo siento —Me miró—, Realmente lo siento. No era mi intención romper a llorar como lo hice.

—Si puedes aceptar a Maite y entender que ella es mi vida ahora, entonces podemos volver a ser amigos. Has sido mi prima pequeña durante la mayor parte de mi vida. Me preocupo por ti. Quiero que seas feliz. Yo sólo no voy a permitir que le hagas daño a Maite. Nunca.

Aida nos miró como si estuviera haciendo un puchero. Pero como tenía esos labios tan carnosos a veces era difícil decirlo. —No lo haré. Lo prometo. Quiero que seas feliz, también.

—Entonces vamos a olvidar el pasado y empezar de nuevo —dijo William.

Aida sonrió hacia él. —¿De verdad?

Él asintió con la cabeza. —De verdad.

Quería creerle. Pero algo en mi interior me decía que no era sincera.
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Mensaje por tamalevyrroni Jue Mar 24, 2016 4:16 pm

43

William

Algo molestaba a Maite. No podía imaginar qué, y si intentaba hablar con ella, se quedaba callada. Fue casi un alivio llegar a Chicago. Esperaba que fuera porque necesitaba ver a su nueva familia, y se sentía ansiosa de volver a verlos, a pesar de estar nerviosa por hablar con Benedetto sobre su pasado. Sólo necesitaba saber qué era lo que la hacía actuar tan nerviosa.

Me sentía acostumbrado a que me contara cosas y se sincerara conmigo. Esto era diferente. Era como si hubiera puesto una pared y se rehusara a permitirme entrar. Me asustaba demasiado. Si era porque Aida se quedaría con mis padres por un par de semanas, entonces la enviaría a su casa. Sólo necesitaba que Maite me dijera lo que andaba mal. Me sentía tan condenadamente impotente.

Benedetto fue por nosotros al aeropuerto, y sorprendentemente, Maite se dirigió directamente hacia sus brazos por un abrazo. Esperaba que se comportara distante antes que tuviera la oportunidad de hablar con él sobre todo lo que le molestaba.

—Te extrañé —dijo él con una mirada de alegría en sus ojos mientras la abrazaba.

—Yo también lo hacía —replicó mientras se apartaba de él—. Gracias por venir a recibirnos con tan poca antelación.

Benedetto frunció el ceño. —Nunca te disculpes por venir a vernos. Mi casa es tuya. Siempre lo será, passerotta.

La abuela de Maite también la llamaba passerotta, y ella me contó que era una‖expresión‖de‖cariño‖que‖significaba‖“pequeño‖gorrión”.

—Nonna está muy ansiosa porque llegues a casa —agregó él, recogiendo su maleta y mirándome—. Es bueno verte otra vez, William.

—Lo mismo digo, señor —repliqué. Levanté mi maleta y coloqué una mano en la espalda de Maite.

—Me alegra que estés aquí. La última vez, cuando te fuiste, los pensamientos de Maite se fueron contigo. Fue duro.

—También fue duro para mí dejarla aquí —respondí.

Benedetto pareció satisfecho con esa respuesta y se giró para llevarnos hacia un Escalade que nos esperaba con su chofer personal estacionado al lado de la acera.

—Siéntense en los asientos traseros. Me iré en frente con Hernaldo — instruyó Benedetto—. Raul quería venir a recogerlos, pero esta tarde tenía clases. Está muy ansioso de verlos otra vez.

Maite se parecía demasiado a su hermano Raul. Era extraño mirarlo a los ojos y ver algo de Maite en ellos. Su hermano no reaccionó mal al saber que ya no era hijo único; en cambio, se mostró emocionado de tener una hermana mayor y parecía genuinamente feliz de pasar tiempo con Maite.

—Tengo ganas de verlo —dijo Maite, y sabía que lo decía en serio. No importaba lo que sintiera por su padre, adoraba a su hermano.

—Nonna quiere toda tu atención primero, claro. Ya ordenó que tengan listo el té para tu llegada. Espero que sea para ella su mejor domingo —le dijo a Maite con un guiño.

Maite se rió y me miró. Deseé que hubiera crecido con esta vida, con esta familia cariñosa, cálida y segura apoyándola. Pero al menos la tenía ahora. Era algo por lo cual me sentía agradecido.

—Hablé con Nonna la semana pasada —le dijo Maite—. Me preguntó cuándo regresaría a visitarla.

Benedetto asintió. —Oh, sí, ha estado impaciente desde tu última llamada, cuando le dijiste que vendrías.

Una vez que todo estuvo dentro de la camioneta, la charla continuó. Maite se sentó cerca de mí, permitiéndome así sostener su mano en la mía. Quizás esto era todo lo que estuvo molestándola. Tenía la esperanza de que terminara ahora y pudiera ser capaz de derrumbar la pared que construyó.

No pasó mucho tiempo antes de que llegáramos a las puertas de hierro de la casa DeCarlo. La primera vez que la visité, tuve que luchar contra la sensación de furia al saber que Maite tuvo que luchar para sobrevivir mientras que el hombre que le dio la vida vivía entre lujos. Sin embargo, la alegría pura en el rostro del hombre mientras conocía a Maite disolvió lentamente mi amargura. Creí que él no sabía dónde encontrarla. Lo que fuera que lo mantuvo lejos de ella, ya no era importante. Se encontraba en su vida ahora.

Nonna abrió la puerta principal de golpe, y lucía llena de vida mientras gritaba el nombre de Maite.

—Voy a ayudar a tu padre. Ve a ver a tu nonna —le dije, y luego presioné un beso en sus labios antes de que se girara y se apresurara para llegar con su abuela.

—Ella es buena para Nonna —dijo Benedetto detrás de mí.

—Nonna también es buena para Maite —le dije.

Asintió, y una mirada de preocupación atravesó su rostro. —Desearía que hubiera tenido siempre esta familia. Me gustarían un montón de cosas, pero hice lo que creí que era mejor.

Se equivocaba. Lo que creyó que era mejor fue una pesadilla. —El pasado de Maite es algo que ella debe compartir con ustedes. Pero te diré que cualquier cosa hubiera sido mejor que la vida a la que sobrevivió.

Benedetto se tensó, y el dolor acuchilló su rostro. ¿Sabía más de lo que me permitía ver? ¿Cómo lo sabría? —He cometido muchos errores en esta vida —dijo, viendo cómo Nonna llevaba a Maite a la casa antes de volverse hacia mí—. Pero este error es uno que nunca podré perdonarme. Me iré a la tumba con esta parte de mi alma destruida.

Lo sabía. Tenía que hacerlo.

—Vamos adentro. Hernaldo se asegurará de que el equipaje llegue a las habitaciones correctas. —Benedetto me señaló para que caminara a su lado.

Caminamos en silencio, y reproduje sus palabras una y otra vez en mi cabeza. ¿Cómo podría saber lo que Maite sufrió? ¿Quién se lo dijo? Ella venía aquí a contárselo y a desahogarse sin ocultar nada. Si ya lo sabía, ¿por no se lo dejaba saber?

—Saber que mi hija está con un hombre que puede y va a protegerla con su vida es reconfortante para mí. Te ama, y puedo ver que tú también lo haces. Pero quiero que entiendas que si se acaba alguna vez, si dejas de amarla o ya no puedes protegerla, debes traerla conmigo. ¿Lo entiendes?

Nunca dejaría o me daría por vencido con Maite. Si importar nada. —Lo entiendo. Pero ese día nunca llegará. Maite es mi vida. Mi futuro.

Benedetto asintió. —Bien. Eso era lo que quería oír.
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Mensaje por tamalevyrroni Jue Mar 24, 2016 4:20 pm

44

Maite

Nonna me retuvo con ella toda la tarde, hasta que Raúl regresó a casa e insistió en que era su turno para pasar el rato conmigo. Disfruté de mi tiempo con ellos, y alejé la conversación que necesitaba tener con mi padre al fondo de mi mente. Benedetto seguía siendo un extraño para mí en muchos sentidos. Se sentía poderoso pero con cariño. Sabía que se hallaba contento de haberme encontrado, pero no lo conocía de la manera en que sentía que conocía a Nonna y Raúl.

Me asustaba decirle sobre el bebé. Parecía ser un hombre muy tradicional. A pesar de que sabía que tuvo sexo con mi madre como una aventura y me dejó atrás, esperaba más de su familia. ¿Cómo se sentiría acerca de mí estando embarazada y ni siquiera comprometida? ¿Eso le defraudaría?

Planeé venir a verlo para decirle cómo el pasado me marcó. Cómo de difícil era perdonarle por dejarme con mi madre. Pero ahora eso no parecía tan importante. Tenía un bebé en el que pensar. Un niño que nunca permitiría experimentar el horror que viví. Quería a este bebé protegido y amado. Si William no se hallaba preparado para esto, tenía que saber que alguien quería. Que alguien se ocuparía de nosotros.

Una vez que la cena terminó, me dirigí a mi padre. —Me gustaría hablar contigo —dije en voz baja, mientras que los otros todavía hablaban entre sí. Raúl se encontraba diciéndole a William acerca de un juego de baloncesto que jugó la semana pasada.

Benedetto me dio una cálida sonrisa. —Claro. Vayamos a mi biblioteca.

Comenzó a ponerse de pie, y miré a su alrededor mientras me levantaba, también. Todo el mundo sabría que hablaríamos a solas. No quería llamar la atención sobre el asunto. Especialmente cerca de William, quien pensaría que iba a hablar con mi padre sobre algo totalmente diferente.

—Te robaré a mi hija para que pueda tener algo de tiempo con ella. Este grupo merece toda su atención, pero me gustaría tener un poco para mí también. Por favor, disfrutar de un cóctel en el salón mientras tenemos un momento privado —dijo Benedetto, extendiendo su brazo para que lo tomara.

—Eres un viejo tacaño —se quejó Nonna, pero pude ver la mirada complacida en sus ojos.

Miré a William y le di una sonrisa tranquilizadora. No quería que nos siguiera. Esto tenía que hacerlo sola.

—Si te aburre demasiado, recuerda, siempre puedes escapar diciendo que no te sientes bien. Funciona de maravilla —gritó Raúl mientras dejábamos la mesa y nos dirigíamos por el pasillo a la biblioteca.

—El chico piensa que le creo cuando usa esa excusa, también. Sólo sé que si dice que no se siente bien cuando está a punto de irse y no escucha ni una palabra de lo que le digo ¿Cuál es el sentido de mantenerle?

Reí. Escuchar a los dos quejándose el uno con el otro me dio la esperanza de que podía ser un buen padre. Eso lo tenía en mi sangre, sería la madre que mi bebé se merecía. Que un día, dentro de veinte años, estaríamos bromeando el uno con el otro y apreciando los recuerdos compartidos.

Benedetto abrió la puerta de la biblioteca, y entré. El olor del cuero y los libros me envolvió, y quería inhalar profundamente. Una vez que los libros me aterrorizaron. No quise estar cerca de ellos por temor a que me pidieran que los leyera. Ahora quería abrir todos los libros y descubrir los tesoros dentro.

—Toma asiento, y prepararé una bebida. ¿Te gustaría un martini?

Negué con la cabeza. —Un agua con gas.

Benedetto me estudió. En lugar de caminar hacia el bar detrás de dos puertas grandes de roble, se detuvo frente a mí. —¿No bebes? —preguntó, mirándome.

—No —le contesté.

Dejó escapar un suspiro, y luego una sonrisa tiró de la comisura de su boca. —Passerotta, vas a hacerme abuelo. —No‖ parecía‖ decepcionado.‖ Parecía...‖ esperanzado.

Asentí, esperando más de una reacción.

Dio una palmada y soltó una carcajada. —Esta es una noticia que celebrar. ¿Por qué no nos contaste tan pronto como llegaste? Podríamos haber ordenado que prepararan un postre para celebrar. Nonna estará emocionada.

—William no lo sabe todavía —le dije, provocando que la sonrisa de Benedetto se desvaneciera.

—¿No lo sabe? Pero, ¿por qué no le has dicho?

Porque... ¿y si me deja? ¿Y si no estaba listo? —No fue planeado. Ni siquiera se me ha propuesto. No está listo para esto —dije, mis miedos saliendo de mi corazón y de mi boca.

—Ese hombre te ama, Maite. Te adora. Pelearía contra un ejército por ti. ¿Por qué crees que no se regocijará por la noticia de que estás llevando a su hijo?

Me hundí en el sofá de cuero detrás de mí. —Dice que soy su futuro, pero nunca lo discute, en realidad. Un niño no está en sus planes. Voy a decirle, pero si no está listo, yo... No voy a ser capaz de quedarme con él.

Benedetto se acercó y se sentó frente a mí. —Si no está listo, me tendrás a mí. Nonna, Raúl, y me gustaría que a ti y a tu bebé no les falte de nada. Pero ese no será el caso. Vas a hacerle el hombre más feliz del planeta cuando se lo digas. Te quiere para siempre, passerotta. Este será su seguro de que te tiene. Teme perderte aún más de lo que temes perderlo. Puedo verlo en sus ojos.

Quería que estuviera en lo correcto. Quería que William y yo compartiéramos la alegría y la emoción de la vida que habíamos creado. Si sólo supiera que se sentiría de la misma manera.

—Dime que se lo dirás pronto. Confía en mí. Confía en él. Dale esta oportunidad de demostrar que te ama y que quiere esto.

—¿Y si se siente presionado a hacer algo que no quiere hacer? ¿Y si me pede que me case con él? Si hubiera querido hacer eso, lo habría hecho a estas alturas, ¿no? Fue criado por una madre que le enseñó distinguir el bien del mal; No quiero que me proponga matrimonio porque piensa que es lo que debe de hacer.

Benedetto asintió. —Eso es comprensible. Los hombres a veces tienen el peor momento en el mundo cuando se trata de propuestas. Sin embargo, no tienes que aceptar su propuesta si no crees que lo diga en serio. Que espere. Cuando estés segura de que te ama y te quiere como a su mujer por ninguna otra razón que no sea vivir sin ti, entonces puedes decir que sí. Pero no hasta entonces.

Podría hacer eso. Sólo porque él sentía que tenía que proponerse no significaba que tenía que sentir que tenía que decir que sí. No teníamos que casarnos, de todos modos. No había un libro de reglas que dijera que teníamos que estar casado para ser padres.

—De acuerdo. Se lo diré. Y si él me propone matrimonio, voy a decir que no. Por ahora.

Benedetto sonrió y dio unas palmaditas en mi mano. —Verte volver a este chico loco será una fuente inagotable de entretenimiento para mí. Odio el hecho de que voy a extrañarte mucho cuando estés de vuelta en Texas.

—Gracias —le dije.

Su expresión se volvió seria, y vi algo en sus ojos que hizo dolor en mi corazón. Parecía estar sufriendo. —No he sido el padre que merecías. Te fallé. Nunca me perdonaré por fallarte. Pero sé que voy a utilizar el resto de mi tiempo en la tierra para asegurarme de que nunca te vuelva a fallar. No puedo cambiar tu pasado, passerotta. Si pudiera, me gustaría tirar todo por la borda. Pero no puedo. Sólo puedo hacer lo que está en mi poder. Y voy a utilizar cada onza de ese poder para asegurarse de que tu vida esté llena de la luz del sol y la alegría de aquí en adelante.

Las lágrimas brotaron de mis ojos, y traté de no parpadear para que no rodaran por mi cara. No tenía que contarle lo de mi pasado. Mirando a sus ojos, sentí que ya lo sabía. No estaba segura de lo que sabía, pero sabía algo. Y fue suficiente.
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 When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada - Página 3 Empty Re: When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Jue Mar 24, 2016 4:26 pm

45

William

Era tarde cuando Maite finalmente llegó a la habitación. Había luchado con el deseo de confrontarla varias veces, pero estuvo con su padre, y necesitaban ese tiempo juntos. Esta era su oportunidad para curarse de la ira y el dolor que sentía hacia él.

Estaba sentado en el extremo de la cama cuando la puerta se abrió y ella entró. Ver la sonrisa en su rostro ayudó a aliviar mi mente, y salté y corrí hacia ella para asegurarme de que se encontraba bien. —Hola —dije, envolviéndola en mis brazos e inhalando su dulce aroma.

—Hola —respondió—. Siento llegar tan tarde. Terminamos hablando mucho más de lo que esperaba.

—¿Sobre el pasado? —pregunté, retrocediendo para mirarla.

—Sí y no. También hablamos de cosas felices. Su infancia y de cómo conoció a mi madre. Cosas como esas. Cosas que nunca supe, ni entendía.

—¿Ayudó? —Quería que ayudara. Nunca borraría su pasado, pero quería que fuese capaz de cerrar la puerta.

—Sí. Ayudó mucho. —Se detuvo, y esperé—. Pero ese no era el motivo por el cual quería hablar con él. Vine aquí por otra razón.

El toque de incertidumbre y miedo en su voz no me sentó bien. Las paredes que ella había construido parecían a punto de venirse abajo, y yo estaba asustado de averiguar por qué las había construido en primer lugar. ¿Sobre qué necesitaba hablar con su padre que no podía confiar en mí?

—William.‖ Yo<‖ ver{s,‖ um,‖ yo...‖ —Se detuvo y soltó un suspiro frustrado mientras luchaba por juntar las palabras. La vi cerrar los ojos con fuerza e inhalar profundamente. Esto no era fácil para ella, y eso me aterrorizaba. ¿Qué posiblemente podría decirme que fuera así de difícil?

—¿Maite? Nena, lo que sea que tengas que decir, lo puedo soportar. Estoy aquí. Solo dime.

Ella asintió y abrió los ojos para mirarme otra vez. —Está bien. Quiero que sepas que esto no fue planeado, y esto no es una trampa. Nunca haría eso. No espero‖ninguna‖cosa.‖Solo<‖solo‖necesito‖que‖me‖creas‖cuando‖lo‖digo.‖No‖quiero‖ que pienses que esto fue a propósito.

Divagaba, y yo me ponía más nervioso por segundo.

—Estoy embarazada —soltó, y sus ojos se abrieron, como si no pudiera creer que lo hubiera dicho en voz alta.

¿Esa era la razón por la que tenía tanto miedo de decirme? ¿Tendría a mi bebé? La miré con asombro y dejé que mi mirada cayera a su estómago plano. Hemos creado una vida, y estaba dentro de ella. Lo llevaba consigo. Nuestro bebé.

—Lo juro, no espero nada. Si no estás listo para esto, Benedetto dijo que me puedo quedar aquí con él. Así que no pienses que tienes que<

—Espera, ¿qué? —Volví mí mirada rápidamente para encontrar la suya—. .¿Quedarte con él? ¿Por qué te quedarías con él? Tenemos un hogar. Nuestro hogar. El hogar de nuestro bebé. Te quedarás conmigo. Ustedes dos.

Sus hombros cayeron con un suspiro, y era yo quien sentía alivio. No tenía idea de por qué e creía que tenía que prepararse para que yo la echara. ¿No entendía que cuando dije que ella era mi futuro, jodidamente quise decir que era mi futuro?

—No hay presión. Pasó, y es mi culpa. Me olvidé de tomar la píldora ese día que<‖ Marco‖ vino.‖ Tomé‖ dos‖ al‖ día‖ siguiente‖ cuando‖ me‖ di‖ cuenta,‖ pero‖ aparentemente, eso no funcionó. No quiero que pienses que tienes que hacer algo para lo que no estás listo.

Esta mujer tendría a mi bebé, y yo adoraba el suelo por donde caminaba. ¿Cómo en el nombre de Dios pensaba que me sentiría presionado para hacer cosas en lo que se refiere a ella? Me encantaba hacer cosas por ella. —Maite, nena, te amo. No digo esas palabras fácilmente. Cuando te digo que te amo y que tú eres mi mundo, lo digo en serio. No son palabras que solamente las arrojo por ahí. Me has dado tu corazón, y pensé que me habías dado tu confianza, también. Aparentemente, no te tengo completamente todavía, y eso es culpa mía. Fallé de alguna manera. No me he asegurado de que sepas lo importante que eres para mí. Tendrás a mi bebé, Maite. La mujer que amo está llevando a mi bebé dentro de ella.

¿Sabes lo jodidamente emocionado que estoy ahora? Eres mía. —Caminé y puse mi mano en su estómago—. Esto es mío. Y nunca voy a dejar ir a ninguno de ustedes.

Maite puso su cabeza en mi pecho y soltó un pequeño sollozo. La acuné contra mí. Ella estaba tan asustada de las personas dejándola, pero lo esperaba. De todos. Excepto de Benedetto. Ella confiaba en él. Ella le había contado. ¿Cómo consiguió la confianza que yo no tenía? ¿Qué hizo bien que yo había hecho mal?

Cuando recogiera el anillo que encontré la semana pasada y que tenía cambiándole el tamaño, le demostraría que ella me tenía. Infiernos, me había tenido la mañana en que cantó fuera de tono y sacudió su culo en mi cara. No me había dado cuenta entonces, pero ella me había tenido.

—Siento no habértelo contado enseguida. Era solo una sorpresa para mí, y no estaba segura de cómo reaccionarías. No quería obligarte a hacer nada.

Ahuequé su rostro en mis manos. —En esta vida, tú siempre serás mi prioridad número uno. Tu felicidad es mi meta. Nunca dudes de mí otra vez. Prométeme eso —dije, necesitando saber que la próxima vez, ella vendría a mí. No a su padre.

Asintió. —Está bien. Lo prometo.

Besé sus labios suavemente. Quería tenerla desnuda e inspeccionar cada centímetro de su cuerpo para ver si había cambiado. ¿Sus caderas estaban más anchas y no me había dado cuenta? ¿Su estómago mostraba algún signo? ¿Sus pechos eran más sensibles?

—Necesito que hagas algo por mí —le dije, dejando ir su boca a regañadientes.

—¿Qué? —preguntó sin aliento.

—Desnúdate. Déjame explorar y ver si puedo encontrar algún cambio —dije con una sonrisa que no podía borrar de mi cara.

Ella se sonrojó. —¿Hablas en serio?

Asentí. —Mucho.

Podía ver la excitación en sus ojos mientras me miraba. Le gustaba la idea de mí tocándola por todas partes. Prestando atención especial a las áreas que a ella le encantaba que besara.

—Les daré a esos pezones sensibles atención especial —Prometí mientras deslizaba mis manos en la cintura de su falda.

—¿Oh? —preguntó, inclinándose hacia mí.

—Umm. ¿Algún otro lugar sensible que necesite de mi experiencia? — pregunté, ahuecando su culo en mis manos.

—Ahh...‖sí.‖—Se arqueó hacia mí.

—Entonces vamos a desnudarte y a averiguar dónde necesito besar. Esto puede tomar horas.

Maite alzó sus manos en el aire y levantó la mirada hacia mí. Toda esa confianza en sus ojos me hizo querer golpearme en el pecho y rugir. Esta era mi mujer. Nunca la defraudaría.
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Mensaje por tamalevyrroni Jue Mar 24, 2016 4:30 pm

46

Maite

Cuando dejamos chicago, Nonna ya estaba tejiendo una cobija de bebé. Mi padre había tenido razón. Se encontraba extática. Raul también se veía emocionado. Siguió refiriéndose a sí mismo como el tío Raul por el resto de nuestra estadía. Pero después de tres días, sabía que necesitábamos ir a casa y decirles a los padres de William.

William se había vuelto sobre protector. Continué asegurándole que podía caminar y que todavía no tenía que descansar, ni siquiera se me notaba. Realmente esperaba que no me dieran náuseas matutinas, porque no estaba segura que él pudiera soportarlo.

También se hallaba ansioso por llevarme de vuelta al doctor para que él pudiera ir. Tenía un millón de preguntas a las cuales yo no tenía respuestas. La única cosa que nunca mencionó era casarnos. Me debatía por eso. No quería que se propusiera porque tenía que hacerlo, pero después de que ni siquiera lo mencionara también me preocupó. Me convencí de que eran las hormonas del embarazo y que no tenía nada de qué preocuparme. Aunque nunca me pidiera que nos casáramos, me quería. Nos quería a ambos. No tenía que usar un anillo o su apellido para ser suya.

Llegar a casa y decirles a sus padres era nuestra prioridad. Maryann trajo un pastel de chocolate y yo hice una jarra de café. Podía ver la preocupación en los ojos de su padrastro y la emoción en los de su madre. Quería que simplemente lo dijera y terminar con ello. Quería que estuvieran felices, pero me preocupaba que sintieran que estaba atrapando a William. Esa era mi principal angustia.

―Gracias por venir y traer el pastel. Ha sido un largo día de viaje, y Maite necesita descansar ―dijo William. Le disparé un ceño fruncido de frustración. Me hizo sonar como una debilucha. La razón por la cual ellos se encontraban aquí era que él insistió en que me pusiera cómoda y me relajara.

―Nunca nos invitan. Esto es un placer ―dijo Maryann, sonriéndome brillantemente. Estaba tan emocionada por estar aquí que me sentía culpable por no invitarla más a menudo. Necesitaba hacer que vinieran más seguido.

―Estoy‖ listo‖ para‖ algo‖ de‖ pastel ―comentó Charlie―. Hablemos y comamos. Ella no me dejó tocarlo antes de llegar aquí.

Maryann puso sus ojos en blanco y le dio una palmada en su hombro. ―Estás siendo grosero. Tienen algo que decirnos.

Charlie se encogió de hombros ―Bueno, no están yendo al punto. ¿Cuándo se casarán? Listo. Ahora, comamos algo de pastel.

Me congelé. No podía respirar y me sentí enferma del estómago. No esperaba que ellos pensaran que teníamos noticias. Decirle a William había sido muy fácil. No iban a sentirse felices de que estuviera embarazada si no estábamos casados.

William deslizó su brazo alrededor de mi cintura y me apretó. Observaba mi reacción. Me podía leer bien. Esta era su forma de aliviarme, pero no estaba funcionando. No me sentía aliviada. Me encontraba aterrada.

―Tendremos un bebé ―declaró William, con orgullo en su voz. Quería arrastrarme bajo la mesa y esconderme. Charlie me miró fijamente, y Maryann aplaudió y chilló.

―¡Lo sabía! ¡Lo sabía! ―dijo‖con emoción. Moví mi mirada de Charlie a Maryann y vi pura alegría en su expresión. El aire entró en mis pulmones que se quemaban. Al menos su mamá estaba feliz.

―Están haciendo esto un poco al revés, ¿eh, hijo? ―dijo Charlie finalmente. Esas eran las palabras que temía.

El agarre de William en mi cintura se apretó. ―No estaba al tanto de que tenía que hacer esto en un orden. Soy un adulto. Esta es mi vida.

―Charlie, estas son noticias maravillosas. Sabíamos que se casarían. Así que, ¿qué importa si el bebé vino antes de la propuesta?

Oh, Dios. Iba a vomitar. Él nunca mencionó una proposición. Ella asumió algo que ni siquiera estaba planeándose.

―Él‖ la‖ trajo aquí sin comprometerse. Ha tenido mucho tiempo. ¿Cierto, William? Es una vergüenza que esta pobre chica tenga que ser tratada de esta forma. Pensé haberte criado mejor.

Mis rodillas se sintieron débiles. Si William no me hubiera estado sujetando, no estaba segura de si aún estaría de pie. Su padrastro dijo todo lo que me había estado acechando y confrontando a William con ello. ¿Esto lo haría correr? ¿Cambiar de opinión?

―La‖traje conmigo porque no podía vivir sin ella. Mis intenciones siempre han sido pasar el resto de mi vida juntos. Estaba tomando esto un paso a la vez.

―Y tienes esos pasos todos desordenados ―dijo Charlie―. Tu mamá puede estar emocionada, pero estoy pensando en el panorama completo. Esta chica merece tener un anillo en su dedo si tendrá un bebé. Necesita esa seguridad. Tuviste una madre soltera por los primeros años de tu vida. Sabes mejor que nadie cuán importante es ser el hombre que tu hijo merece. Arregla esto. ―Sus palabras sonaron como una orden.

William estaba tenso a mi lado y Maryann miró asombrada al arranque repentino de Charlie. No podía decir nada. Apenas podía respirar.

―No‖quiero‖ese‖pastel. Me iré a casa ―declaró Charlie y salió por la puerta.

―Lo siento tanto. Él sólo... tiene ideas de cómo se supone se deben hacer las cosas. No quiere decir nada con ello. Está emocionado por este bebé. Sólo dale tiempo ―dijo Maryann.

―Tiene una forma particular de mostrarlo ―respondió William tensamente.

Maryann se acercó y lo abrazó, entonces se volteó hacia mí, besó mi mejilla y me abrazó. ―No podría haber pedido una mejor madre para mi nieto. Gracias ―susurró en mi oreja.

A medida que retrocedió, quería romper en llanto. Que ella aceptara esto y estuviera contenta al respecto ayudaba. ―Dejaré el pastel para ustedes. Tengo un hombre al cual enderezar ―dijo, entonces le dio una sonrisa de disculpa a William.

Él no contestó. Su madre finalmente se volteó y salió de la casa.

No tenía ni idea de qué decir.

―Est{‖ equivocado.‖ Piensa a la antigua. Ignóralo ―dijo‖ William,‖ aun aferrándose a mí.

Tanto como no quería hablar, sabía que tenía que decir algo. Tenía que aclarar que no esperaba un anillo. Ciertamente no quería uno bajo estas circunstancias. ―No quiero un anillo. No se supone que este bebé te obligue a algo que no planeabas hacer. Nunca permitiría que estés forzado a casarte conmigo. Así que, por favor entiende, no me casaré contigo si me preguntas ahora, no si es porque estoy embarazada. El bebé puede tener tu apellido. No tenemos que estar casados para que eso suceda. Sólo no... no pienses en nada de lo que él dijo.

William frunció el ceño. ―Nunca te pediría que te casaras conmigo sólo porque me sintiera presionado a hacerlo ―comentó, su voz sonando sincera.

Suspirando de alivio, asentí. ―Bien.
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Mensaje por tamalevyrroni Jue Mar 24, 2016 4:38 pm

47

William

La piedra de morganita rosa pálido con forma de lágrima, se encontraba en medio de un halo de diamantes incrustados en una banda de oro rosado. Era único y hermoso. Llamó mi atención entre los miles de anillos de diamantes que me mostraron, y me dio el presentimiento de que el diseño sencillo era el indicado. Podía imaginarlo en la mano de Maite. No necesitaba ver más anillos.

Fue difícil conseguirlo en la talla adecuada, ya que los diamantes se encontraban en la banda del anillo, por lo que tardaron un par de semanas en tenerlo en la medida correcta. Era excitante y aterrador sostener el producto final en mi mano.  El tiempo que tardó fue demasiado, y temía  haberlo arruinado todo.

Maite fue firme en que no le propusiera matrimonio porque se encontraba embarazada. Si solo hubiera sido capaz de darle el anillo hace una semana. Pero no se pudo, y todo lo que tenía ahora, era la prueba de que lo compré hace tres semanas. Esto tenía que ser manejado con delicadeza. No quería que el recuerdo de nuestro compromiso fuera contaminado por mis ruegos  o suplicas para que me creyera. Quería que sea especial. Algo que ella amara recordar.

Mi madre sabía sobre el anillo, se lo conté cuando encontré el diseño perfecto, por lo que era consciente de que iba a proponérselo antes de que llegara la noticia del embarazo. Charlie ahora también lo sabía. Mi madre se aseguró de que comprendiera lo desubicado que estuvo. Mamá debió ser dura con él, ya que vino a disculparse conmigo esta mañana a los establos.

Metí la pequeña caja negra en el bolsillo de mis vaqueros y me dirigí a la casa. Tenía un plan para esto, y solo faltaban tres horas antes de que fuera a recoger a Maite de su trabajo. Mamá iba a ayudarme, e incluso Charlie tenía un papel en él. Solo tenía que prepararlo todo.

48

Maite

Después de un breve golpe, la puerta de mi oficina se abrió, levanté la mirada para observar a Aida entrar en la habitación. No la vi desde que regresó a casa. Al parecer, mi suerte acabó; y llegó a mi encuentro.

—Hola Aida —dije mientras tomaba asiento frente a mí.

—Pensé que podríamos hablar en privado. Tengo un par de cosas que me gustaría que decirte. Cosas que necesitas escuchar, porque puedo decir que no eres muy inteligente —comenzó.

Su insulto dolió, como si me hubieran dado una bofetada. Durante mi vida, oí esas palabras demasiada veces.

—Escuché que estás embarazada, pero veo que todavía no luces un anillo en tu dedo. William aún no te propone matrimonio. Eso debería decirte algo. Si estuviera tan enamorado de ti como dice, se encontrarían comprometidos. —Me sonrió con acero en sus ojos—. Cuando un hombre te quiere, te reclama mostrándoselo al mundo. No lo tienes, ¿o sí? Nope. Piénsalo, Maite. Piensa en todas las cosas dulces que dice y cómo no las sigue. Engancharlo con un bebé no funcionará. Mala idea. —Se levantó y se echó el pelo sobre su hombro izquierdo.

No tenía nada que decir. No quería creer una palabra de lo que dijo, pero era difícil no hacerlo. En el fondo, Charlie dijo lo mismo. ¿Fue esto mi estupidez?

—Cuando se aburra y siga adelante, lo estaré esperando. Lo he esperado desde que era una niña. No lo alejarás de mí. Solo se desvió. Al final, lo tendré. Disfrútalo mientras tengas su atención.

La observé lanzarme una sonrisa de triunfo y salió de mi oficina con un golpe en la puerta.

Me senté mirando la puerta cerrada. William me amaba. Sabía que lo hacía. Así que ¿por qué me dolían sus palabras? ¿Por qué dejaba que me afectara de este modo? Estaba enfadada porque William era mío. Eso era todo. No me molestaría o preocuparía por eso. No lo haría.

Pero lo hice por el resto del día.

Cuando salí a ver si William había llegado a recogerme, me sorprendió encontrar a Charlie sentado en su camioneta en su lugar. Nunca antes envió a su padrastro a recogerme. Después de anoche, me sentía nerviosa por entrar en su camioneta. Me sorprendió que de todas las personas William lo hubiera enviado.

Sostuve mi bolso con fuerza, caminé hacia el lado del pasajero y subí al interior. —Gracias por venir a recogerme —dije, sintiéndome incómoda.

Charlie asintió. —De nada. Además, necesitamos un minuto para hablar. Anoche, no me encontraba en mis cabales.

Con seguridad, no lo hacía. Sin embargo, no respondí.

Retrocedió la camioneta para salir a la carretera principal. Sostener con tanta fuerza el bolso tornó mis nudillos blancos mientras miraba el salpicadero de color beige en frente a mí. —Parece que hablé sin conocer todos los detalles. Juzgué a William cuando no se lo merecía. Es un buen chico. Siempre ha sido muy confiable, y sentí que te decepcionaba. No quiero verlo cometer un error y arruinar su vida. Sin embargo, no era mi deber decirlo, me he disculpado con él, y me ha explicado algunas cosas. Me equivoqué. Espero que puedas perdonarme.

Asentí. —Sí, por supuesto —dije. De todos modos, no me enfadé con él. Simplemente me avergonzó. Sin embargo, me alegraba que se disculpara con William.

—Bien. Me alegra oírlo —dijo, y desaceleró al conducir a través de las puertas del rancho Colt.

—Maryann no está muy feliz conmigo ahora mismo. Tengo que hacer algo en lo que a ella concierne. Pero al saber que ustedes dos me perdonan, creo que tengo la oportunidad de hacer a mi mujer feliz de nuevo.

Maryann amaba a Charlie. No tenía ninguna duda de que lo perdonaría con bastante facilidad. Sabía lo fácil que era perdonar al hombre que amabas. En especial, si en verdad se arrepentía.

—Ah, una cosa más —dijo Charlie mientras estacionaba frente a su casa—. William dejó esto para ti. Creo que necesita que saques algo de los establos. Te dejaré aquí.

Tomé el sobre blanco que me entregaba. —Eh, está bien. Gracias —dije, preguntándome de qué demonios se trataba. Desconocía dónde se encontraban ordenadas las cosas en los establos, y el sol ya se escondía. Caminar hasta la casa en la oscuridad a través de este enorme rancho no era mi idea favorita.

Charlie asintió y abrió la puerta, luego salió. Hice lo mismo cuando abrí el sobre para encontrar la copia de un recibo. Tenía un círculo rojo dibujado alrededor de una fecha.  Exactamente se emitió hace tres semanas. El artículo y el precio fueron tachados, pero la tienda era Tiffany.

Apenas me dirigía hacia los establos cuando vi velas encendidas a la izquierda. Deteniéndome, me volví para ver que el camino que conducía a nuestra cabaña se encontraba iluminado por velas en frascos. Existían cientos, oscilando en la puesta de sol. Era hermoso. ¿Qué sucedía? Empecé a guardar el recibo, cuando noté otro pedazo de papel. Había una nota de puño y letra de William: Sigue las velas.

Confundida, me volví y me dirigí por el sendero hacia las luces parpadeantes. En cuanto llegué a la primera, vi pétalos de rosa salpicados por el suelo. Sonriendo, me agaché para recoger uno. ¿Qué tramaba?

Seguí caminando y vi pétalos rojos, blancos y rosas adornando el camino. Cuando la casa apareció a la vista, noté una caja plana situada al final. Se encontraba envuelta en papel plateado con un gran lazo rosa tornasol en la parte superior. Con mi nombre escrito en negritas en la parte frontal de una tarjeta.

La desenvolví con cuidado. En el interior, me encontré con el primer libro que le leí a William. Era un libro para niños que mi tutor me dio.  Las primeras veces que leí, luché para conseguirlo, pero mientras la semana avanzaba había logrado mejorar. William me alentó y me hizo sentir que podía hacer cualquier cosa. Fue la primera vez en mi vida que creí en mí.

Sosteniendo el libro en la mano como el preciado recuerdo que era, seguí hasta la pasarela y hacia los escalones, donde las velas seguían iluminando mi camino. Una vez que llegué a la puerta, vi otro pequeño paquete envuelto de forma idéntica al primero. También tenía mi nombre. Colocando mi libro en la silla junto a mí, abrí con cuidado el paquete. Había un pedazo de espejo roto. Mientras bajaba la mirada para reflejarme en él, recordé el día que conocí William, cuando me caí y rompí el espejo caro de Nan, cortando mi mano mientras limpia su casa. William se alojaba en esa casa y ese día se ocupó de mí cómo nunca nadie lo hizo antes.

Extendí la mano y abrí la puerta, sosteniendo todavía la pequeña caja con el pedazo de espejo en su interior. Entonces mis ojos se toparon con los William. Se encontraba de pie en medio de nuestra sala de estar, que también se hallaba repleta de velas. No estaba lleno de polvo y en su ropa de trabajo;  si no limpio y vestido con un par de sus buenos pantalones vaqueros con una camisa de franela con botones.

—Lo guardé —dijo.

Con el ceño fruncido, traté de averiguar de qué hablaba.

—El espejo. Guardé un pedazo. No supe por qué en ese momento. Pero cuando limpié, me quedé un pedazo. Quería recordarte. No esperaba volver a verte. Así que conservé ese pedazo de espejo.

Guau. Oh, guau. Sostuve la caja entre las manos mientras lo miraba.

—También conservé el libro —dijo—. Cuando lo terminaste, llamé a tu tutor y le pedí que me vendiera el libro. Quería recordarte leyendo esas palabras para mí. Cómo eras tan tímida al principio, pero con cada frase y cada día, te hiciste más fuerte y más segura de ti misma. Fue la cosa más hermosa que jamás he presenciado.

Sentí que corazón explotaría en mi pecho. Incluso me puse una mano sobre él para evitar que lo hiciera.

William caminó hacia mí y sacó una hoja de papel. Se veía como un recibo. — Esto no es algo que un hombre muestre una mujer, pero necesito que veas esa fecha y entiendas qué significa. Porque debido al momento y las circunstancias, tomó tres semanas llegar desde ese momento a este.

Tomé el recibo de su mano, pero antes de que bajar la mirada para leerlo, William se arrodilló.

No. Esto no estaba sucediendo. No quería esto. Le dije que no quería esto. Empecé sacudiendo la cabeza mientras las lágrimas escocían mis ojos. No quería que toda esta dulzura formara parte de un mal recuerdo.

—Necesito que mires en ese recibo, nena. Por favor —me dijo William mientras levantaba su mirada hacia mí.

Mi estómago tenía nudos. Mi garganta ardía, y mis ojos se encontraban borrosos. ¿Por qué no me escuchó? No quería forzarlo a hacer nada. Parpadeé y traté de concentrarme en el recibo. Una vez más, la fecha fue circulada en rojo. Justo igual de la que me había dado una copia. Era el mismo recibo. Sin embargo, en este caso, el artículo no fue tachado, solo el precio.

Un anillo con morganita rosa en corte de pera en una banda de oro rosado.

Releí las palabras e incluso las repetí en voz baja mientras dejaba que la información me penetrara. Era un anillo que compró tres semanas atrás. —Era perfecto para ti. Simplemente no era de tu tamaño —susurró.

Levanté la mirada para encontrarse con la suya y vi que ahora sostenía un anillo en su mano derecha.

—Tenía que conseguir un tamaño que encajara en tu dedo —dijo en voz baja.

—Oh. —Fue todo lo que logré decir con un nudo en la garganta.

—Maite Ellis, entraste a mi vida y la iluminaste. Todo lo que era aburrido se volvió brillante. Me cambiaste. Completaste mi vida. Así que por favor, dame todo lo que quiero en esta vida y dime que serás mi esposa.

Para el momento en que terminó de hablar, tenía las mejillas empapadas. Sabía que era lo correcto. Lo era. Esta era la forma en que se supone debía ser. Y nunca amaría a otro hombre de la manera en que lo amaba.

—Sí. —Me las arreglé para decir más allá de los sollozos que liberé.

William deslizó el anillo en mi dedo y se levantó para reclamar mi boca con la suya.

De todos, este era el mejor cuento de hadas.
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 When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada - Página 3 Empty Re: When You´re Back Webnovela LevyRroni Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Jue Mar 24, 2016 4:44 pm

Epílogo

William

Maite no insistió en que nos casáramos antes de que naciera el bebé, pero yo quería darle el apellido Colt-Manning antes de que trajéramos un niño a este mundo. Seríamos una familia. Del tipo que nosotros no tuvimos al inicio de nuestras vidas.

Hoy, Harlow llegó a Dallas para ir a comprar un vestido para la boda con mi madre y Maite. Mañana, Maite, Harlow y yo iríamos a Los Ángeles para contarle a Kiro sobre la boda y el bebé. Ya no bebía hasta perder la consciencia, pero Emily empeoraba y Harlow se preocupaba por él. No quería que lo visitara sin mí, y necesitaba decirle sobre Maite y yo. No era algo que quisiera contarle por teléfono.

No me encontraba seguro de que siquiera le importara el bebé o la boda, pero era mi padre. Debería, al menos, decírselo. Hice lo mejor que pude con Kiro por cariño a Harlow.

Papá se estacionó frente a los establos, sostenía mi correspondencia, como la mayoría de las veces que iba a comprobar nuestros buzones. —Te llegaron un par de cosas hoy —gritó.

Caminé de la colina hasta su camioneta para quedar frente a él. —Gracias — dije, tomando el pequeño fajo de sobres.

—De nada. Está demasiado tranquilo por aquí ahora que Major se encuentra en Rosemary Beach y Aida se fue. Tengo más tiempo para resolver mis tareas sin tener a tu mamá contándome sobre el drama que ellos provocaban.

Riéndome, revisé el correo en mis manos. —Sí, Major mantiene las cosas interesantes. ¿Qué dice el tío Chap de que trabaje en el restaurante?

Papá sacudió la cabeza. —No está orgulloso, pero le dije que, por lo menos, tiene un trabajo. No creo que Chap supere alguna vez el hecho de que su hijo durmiera con su esposa. No sé qué esperaba al casarse con una mujer cuatro años mayor que su hijo.

Concordé con papá. —Supongo que es difícil ser el hijo de Chap. —Nunca envidié el padre que tenía Major. Chapman Colt era un dolor en el trasero. Nunca fue mi tío favorito.

Papá gruñó. —Probablemente sí. Bueno, tengo mierda que hacer. Te veré más tarde. Creo que prepararemos la cena ya que las mujeres se encuentran de compras.

Sonriendo, asentí. —Hagámoslo.

Se marchó en su auto, y yo volví a revisar mi correspondencia. Un sobre me llamó la atención, coloqué los demás en el bolsillo de mi chaqueta para poder abrirlo. El sencillo sobre blanco no tenía remitente. Llevaba el sello postal de Chicago e iba dirigido a mí.

Lo abrí y saqué un grueso conjunto de papeles doblados. Algo cayó al suelo. Abrí los papeles primero, y mis ojos inmediatamente vieron las palabras Fondo Fiduciario en la parte superior. Justo debajo se encontraba el nombre completo de Maite.

Revisé los papeles para descubrir que Maite tenía un fondo fiduciario con valor a diez millones de dólares, los cuales tendría derecho a reclamar el año que cumpliera veintiuno. Confundido, seguí leyendo, y el nombre de Benedetto DeCarlo apareció. Fue quien envió esto. Supo encontrar donde estuvo la madre de Maite una vez, porque tenía sus métodos de búsqueda. No estaba seguro de como contarle a Maite sobre esto. ¿Esta era la manera en que Benedetto me pedía que le ayudara a contárselo?

Me agaché para recoger el papel que cayó del sobre. La pequeña y cuadrada nota me pareció familiar. La había visto antes.

Dándole la vuelta, vi que simplemente decía: Para mi pequeña niña.

Fin.

Nos Vemos En La Historia De Captain,The Best Goodbye.
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Mensaje por asturabril Jue Mar 24, 2016 4:54 pm

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Mensaje por EsperanzaLR Jue Jun 30, 2016 12:48 pm

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Mensaje por EsperanzaLR Vie Jul 01, 2016 4:10 pm

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Mensaje por EsperanzaLR Lun Jul 11, 2016 3:10 pm

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Mensaje por SuenoLR Mar Jul 12, 2016 12:53 am

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Mensaje por EsperanzaLR Mar Jul 12, 2016 3:12 pm

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