Foro Maite Perroni & William Levy (LevyRroni)
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Kiro's Emily WebNovela LevyRroni Adaptada

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Kiro's Emily WebNovela LevyRroni Adaptada - Página 3 Empty Re: Kiro's Emily WebNovela LevyRroni Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Sáb Ene 30, 2016 2:53 pm

9

Maite

Todas las partes que William me tocó, cosquilleaban con anticipación. Debajo de todo el deseo, mi sentido común me gritaba que me detuviera. Acostarme con William lo arruinaría todo. Nuestra amistad terminaría, y sería enviada de regreso a Carolina del Sur. Al igual que Vivian.

Esa comprensión era lo que necesitaba para dejar de aferrarme al cabello de William por su preciada vida, poner las manos sobre sus hombros y empujarlo hacia atrás. No me hallaba dispuesta a perderlo. Lo deseaba, pero no lo suficiente como para perderlo para siempre.
—No —jadeé mientras mi cuerpo me gritaba en señal de frustración. No pude mirar a los ojos de William. ¿Fui demasiado lejos ya? ¿Me enviaría a casa ahora porque las cosas se volvieron incomodas?

—Joder —gruñó, y las manos se le cerraron en puños a los costados. Sin él hacía frío. Hizo que todo mi cuerpo vibrara con calor y electricidad. Ahora me dejaba dolorida.

—Lo lamento. No, no debería haberlo hecho, lo arruinará todo. Debería haber dicho que te detuvieras —Sonaba ridícula, pero tenía dificultades para recuperar el aliento.

—No lo hagas. —Su voz sonaba ronca y dura. Le observé las manos, porque no me encontraba lista para mirarlo a la cara. Era más seguro mirarle las manos. Las abría y cerraba con fuerza varias veces.

Justo cuando fui casi lo suficientemente valiente como para mirarlo a los ojos, se dio la vuelta y se fue. El duro golpe en la puerta vibró por toda la habitación. No me moví para vestirme. Por primera vez en mi vida, mi corazón se rompía. Lo arruiné todo.

Llegué a la cama antes de que me derrumbara y me acurrucara en una bola. ¿Qué hice?

Las lágrimas me mojaban el rostro y empapaban la almohada debajo de mi cabeza. Se enojó conmigo. Me lo merecía, pero aún así, dolía. No tanto como el miedo de que me echara y nunca oír su voz de nuevo, haciéndome bromas. Preguntándome sobre mi día.

Cuando abrí los ojos, las lágrimas en mi cara se secaron, y el sol se puso. Me quedé dormida. Sentándome, me giré para ver el reloj junto a la cama. Dormí durante dos horas. William no regresó a ver cómo estaba.

Aún no desempaqué, y mis cajas no se hallaban en esta habitación. ¿Me iría mañana? Respiré profundamente varias veces y me recordé que William nunca fue mío. Este mundo nunca fue mío. Me gustaría estar bien. Lo extrañaría muchísimo, pero me recuperaría. Simplemente tenía que dejar de revolcarme en mi dolor y lidiar con esto.

Agarré de mi bolso un par de pantalones cortos y una blusa sin mangas, y me vestí rápidamente. Mi cara era un desastre, así que la lavé y la dejé sin maquillaje. Una vez que limpié todo rastro de mi ataque de llanto, me recogí el pelo en una coleta y me dirigí a la puerta. Tenía que encontrar a William y hablar con él.

Me encontraba perdida, pero luego recordé que me dijo que había que girar un montón hacia la derecha, entonces eso hice. Efectivamente, me hallaba de vuelta en las escaleras que subimos antes. Era tan elegante como esta casa. Era cómoda para que dos hombres vivieran en una casa de este tamaño. Dos familias podrían vivir aquí y no se verían si decidían no hacerlo.

Voces llegaban por el pasillo mientras subía el último escalón. Una voz femenina aguda me sorprendió. Me dirigí hacia las voces, pero me detuve cuando William gritó—: ¡A la mierda con eso! Eres una perra mentirosa. Deja al niño y vete.

¿Niño?

Oí el sonido de pequeños pies golpeando el suelo de madera justo antes de que algo se estrellara contra mis piernas con un ruido sordo. Con un chillido de sorpresa, extendí las manos y me sostuve en la pared. Entonces bajé la mirada para ver los más increíbles ojos de color gris mirándome. El cabello oscuro del niño era lo suficiente largo para ser de una niña, pero no había duda de que era un niño. Él frunció el ceño mientras su carita me estudiaba.

—¡No me digas que me vaya! ¡Vine aquí para hablar contigo, y vas a hablar conmigo, estúpido hijo de puta! —gritó la mujer.

El ceño fruncido del niño se profundizó mientras miraba hacia atrás por el pasillo en dirección a los gritos. ¿Este era hijo de William? ¿Tenía un niño?

Una pequeña mano se envolvió alrededor de mi pantorrilla, se aferraba con fuerza. Vi cómo el niño deslizaba un pulgar en su boca y se acercaba a mí. Se sentía asustado. Gritaban justo en frente de él.

¿Qué clase de padres hacían eso? Padres estrellas del rock, aparentemente. De repente, todo mi dolor y miedo se calmaron mientras aumentaba mi furia por los padres de este niño. Era solo un bebé. No podía tener más de dos años.

Me agaché, y el niño empezó a moverse, pero cambió de opinión y se mantuvo firme. Su intento de ser valiente era adorable y desgarrador a la vez.

—Hola, soy Maite. ¿Cuál es tu nombre? —le pregunté, insegura de si ya hablaba.

—Wush —susurró.

Rush. Rush Finlay. Este era el hijo de Dean. Escuché hablar de él en las noticias cuando nació. Había fotos de Dean con su pequeño hijo por todo internet. Pero, recientemente, no lo había visto.

¿Entonces por qué William le gritaba a la madre de Rush?

—Es un placer conocerte, Rush —dije, justo cuando su madre llamó a William por nombres que ningún niño jamás debería escuchar. ¿Siquiera se daban cuenta de que Rush ya no se encontraba en la habitación?

—¿Adónde vas? Quizás pueda ir también —sugerí. No iba a dejar a este bebé fuera de mi vista.

—¿Casa de papá? —Sonaba como una pregunta. Buscaba a Dean.

—Estoy segura de que está. Podemos ir a buscarlo juntos —dije, luego extendí los brazos para ver si iba a confiar en mí lo suficiente como para agarrarlo.

Vino voluntariamente a mis brazos, y me puse de pie mientras envolvía un pequeño brazo alrededor de mi cuello. —Bitación de papá —dijo, con mucha fe de que Dean estaría en su dormitorio. No sabía con seguridad donde quedaba la habitación de Dean, ni siquiera si era buena idea ir allí sin avisar.

—¡Rush! ¿A dónde fue? Lo llevare de vuelta, hijo de puta bastardo, y puedes explicarle a Dean por qué no verá a su hijo este fin de semana —gritó la mujer.

El agarre de Rush en mí se tensó y sus ojos me miraron suplicante. — Bitación de papá —repitió.

—¡Rush! —La mujer chilló de nuevo, y luego William llamó el nombre de Rush. Iba a tener que llevarlo allí junto a ellos, a pesar de que quería envolverlo con mis brazos y huir. Estas personas no tenían derecho a criar a un niño. No si iban a actuar de esta manera a su alrededor. Ahora me abrazaba muy fuerte, y más que nada, quería llevarlo junto a su papá. Eso era, obviamente, lo que él quería.

—¡Rush! —La voz de la mujer sonaba cada vez más cerca. Los tacones de sus zapatos hacían clic sobre el suelo. Venía, y no había manera de que pudiera salvar a este bebé de su mamá.

Cuando los fríos ojos verdes chocaron con los míos, se congeló, y luego sus labios se fruncieron con disgusto. —¡Baja a mi hijo, zorra! Las putas que desfilan dentro y fuera de esta casa no tocan a mi hijo. ¡Jamás! —La mujer atractiva y obviamente embarazada se dirigió hacia mí, y la carita de Rush se veía tan triste.

—Bitación de papá —repitió, a ella esta vez.

—Lo llevaba junto a Dean. Se encontraba aquí solo, y preguntó por Dean — traté de explicar.

—Por supuesto que sí —me dijo entre dientes—. Perra estúpida.

—Discúlpate con Maite jodidamente ahora, o nunca pondrás de nuevo un pie dentro de esta casa. Me importa una mierda quien eres, Georgianna. La próxima vez, Dean puede ir por el niño. —La voz de William sonaba fría y mortal.

La mujer se dio la vuelta y miró a William. —No le pediré disculpas a una de las muchas prostitutas que mantienen tu polla húmeda.

William dio un paso hacia ella, y la expresión en sus ojos era aterradora. Sentí miedo por ella. Seguramente no iba a lastimar a una mujer embarazada. ¿Por qué se burlaba de él de esta manera?

—Vete. ¡Ahora! —gritó.

Los brazos de Rush se apretaron alrededor de mi cuello, y enterró la cara en mi pecho. Su pequeño cuerpo temblaba, y esta vez, fui yo quien se molestó. William lo asustaba.

—Deténganse. Ambos. Está asustado, y ambos lo empeoran. Es un bebé, por el amor de Dios. ¿No pueden ver que esto le molesta? Caramba, me molesta a mí, y ni siquiera sé por qué se están gritando el uno al otro. ¿Dónde está Dean? Él quiere a su papá.

William alejó sus ojos llenos de odio de Georgianna, y se suavizaron tan pronto como se encontraron con los míos. Tomó lentamente a Rush que se acurrucaba contra mí y dejó escapar un suspiro. —Joder —murmuró, como si acabara de darse cuenta de lo que hacían—. Te llevaré con él. Fue a tomar una ducha, y esta put…

—Se detuvo cuando le lancé una mirada de advertencia. Se aclaró la garganta—. Ellos aparecieron —dijo.

—¿Siempre se gritan el uno al otro y maldicen delante de él así? —pregunté, pidiendo a Dios que dijeran que no.

—No necesito que alguna puta de mierda me diga cómo criar a mi hijo. Lo entregas en este momento, o te lo quito.

William se acercó a ella, su rabia volvió.

—¡William, no lo hagas! Rush —le recordé al niño en mis brazos.

William se detuvo y murmuró una maldición. —Vamos a dejar algo muy claro, Georgianna. Maite no es una perra o una puta. Está aquí, porque está trabajando para nosotros. Es mi... amiga —dijo William, volviendo a mirarme. Nada en esa mirada, decía que éramos amigos. Decía que tuvimos nuestras manos uno encima del otro y quería hacerlo de nuevo—. Y cuando estés en mi casa, la respetarás. Ella es mía.

¿Qué?

Georgianna farfulló y levantó las manos. —Así que, ¿es por eso que te niegas a aceptar el hecho de que estoy embarazada de tu puto niño? ¿Por ella?

Mi estómago se hundió, y miré fijamente mientras la mujer seguía hablando—: Este bebé es tuyo, William. Follamos como conejos, y lo sabes. Fuimos tan salvajes el uno con el otro que se te olvidó el maldito condón una noche. Estoy embarazada. Necesitas enfrentarlo y lidiar con ello. ¿O planeas ignorar a este niño como haces con el otro? —Volvió su mirada enojada hacia mí—. Sé cuidadosa. Serás la siguiente. Al hombre le gusta desparramar por ahí su semilla.

¿William tenía un niño? ¿Qué? Oh Dios mío. Realmente no sabía nada de este hombre.
—Te follas a un hombre diferente cada noche —respondió, mientras continuaba fulminándola con la mirada—. Ese niño no es mío. Nunca habría tocado tu usado coño sin protección.

—Dean se hizo una prueba de paternidad para probar que Rush era suyo. Con mucho gusto dejaré que hagas lo mismo.

William golpeó su mano contra la pared y gritó—: ¡Vete de mi casa!

Rush temblaba de nuevo en mis brazos.

—William, para —supliqué.

—¡Dame a mi hijo! —exigió Georgianna, extendiendo las manos para alejarlo de mí.

—Está asustado, y quiere a su papá. ¿No puede simplemente quedarse a ver a Dean? —supliqué. Este bebé necesitaba a alguien que luchara por él.

—Estúpida‖per…

—Contente de una puta vez, ahora, Georgianna. No te atrevas a terminar. — La voz de Dean llegó desde detrás de mí, y quería llorar de alivio.

—¡Papi! —dijo Rush, sus brazos aflojando su agarre sobre mí mientras se extendían hacia Dean como si fuera su salvador. Empezaba a pensar que lo era.

Dean tomó a su hijo, mirándolo como si fuera la cosa más preciosa del mundo. —Hola, amigo. Me preguntaba cuándo ibas a llegar. Te extrañé.

Dean habló suavemente, y Rush hundió la cabeza en el cuello de su padre, ahora aferrándose a Dean con toda la fuerza que podía reunir.
—Creo que es el momento de que te vayas. Te oigo hablar de nuevo así en torno a mi hijo, y no lo volverás a ver —advirtió Dean en voz baja mientras miraba a Georgianna.

Luego se dio la vuelta y se alejó con Rush en sus brazos.

—Ahora puedes irte —dijo William, entonces hizo un movimiento hacia mí.

Yo, sin embargo, no me sentía lista para estar cerca de él o hablar con él. No después de todo lo que acababa de escuchar y ver. Dios, ¿cómo no sabía que su mundo se encontraba tan jodido? Era una estrella de rock. Por supuesto que tenía un jodido pasado y presente.

Me di la vuelta y me apresuré de vuelta a las escaleras, a la habitación que me dieron. ¿Me iba o me quedaba y lidiaba con el mundo loco en el que entré?
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Kiro's Emily WebNovela LevyRroni Adaptada - Página 3 Empty Re: Kiro's Emily WebNovela LevyRroni Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Sáb Ene 30, 2016 2:58 pm

10

William

La botella de vodka en mi mano estaba casi vacía. Miraba hacia las llamas en la chimenea mientras sostenía el frio vidrio en mis manos. Cuando Georgianna se marchó finalmente, no fui capaz de encarar a Maite. No después de la forma en que me había mirado.

No sabía que tenía un hijo. Uno al que nunca veía. Lo había intentado una vez, pero era demasiado problema. Su madre no quería que él fuese tocado por mi mundo. Luego Geoggianna afirmaba estar embarazada de mi hijo. Mierda. ¡Maldición! Había usado un condón cada jodida vez. Sé que lo hice. Estaba mintiéndome.

La mujer era una perra vengativa, y juro por Dios, que casi la había golpeado. Si no hubiese sido porque Maite estaba ahí de pie, mirándome como si estuviera buscando por cualquier señal para probar que era bueno, lo habría hecho. Pero no quería defraudarla. Aunque lo había hecho. Mucho.

Dean iba a estar enojado también. Rush había escuchado toda esa mierda, y a Dean no iba a gustarle. No podía culparlo. Él amaba al chico, y aunque su mamá fuera una perra, era un chico lindo. No debí haber dejado que ella me molestara de esa manera en frente de él. —Creo que debería irme —dijo la gentil voz de Maite. Es extraño como palabras dichas por una boca tan dulce podían retorcer tu interior de una forma tan dolorosa. Mi Maite quería dejarme.

Giré mi cabeza para verla de pie en la puerta. Estaba hermosa. Siempre tan hermosa. Su largo cabello oscuro enmarcaba su cara, y la hinchazón de sus ojos miel indicaba que había estado llorando. Por mi culpa. Me odiaba. Era una mierda. —No me dejes —dije, levantándome y luchando contra el balanceo que mi cuerpo quería tomar mientras la habitación se movía. Había bebido demasiado. Jodidamente demasiado.

—No puedo quedarme aquí. No estoy de acuerdo con la forma en la que vives. Puede que suene caprichosa o como si estuviera juzgándote, pero este no es un mundo en el que pueda vivir.

El obvio dolor en su voz no me pasó desapercibido. No quería dejarme. Estaba demasiado asustada para quedarse. Había descubierto demasiado sobre mí. Con mucha rapidez. —Estoy jodido, Maite. Siempre lo he estado. Mis padres no me querían. Me odiaban. Un día regresé de la escuela, y mi madre había empacado mis cosas y las había dejado en el frente. Tenía trece. Dijo que estaba cansada de ser mi mamá. Dijo que la perra que me dio la vida huyó con mi padre cuando era un bebe, y yo era igual a ella. Me enteré ese día que mi papá no me quería tampoco. No tenía a nadie. La mamá de Dean me acogió. Me dejó dormir en su sala. Eventualmente consiguieron mi custodia. Me mató cuando murió de cáncer de mama. La única persona que alguna vez quiso ayudarme. —Estaba borracho, y estaba diciendo mierda que nunca decía. Necesitaba parar, pero Maite me iba a dejar, y no podía. Necesitaba que se quedara. No podía perderla también. »Todo el mundo me deja. No soy bueno. No valgo la pena. — Lancé la botella a la chimenea—. Porque no valgo nada —giré mi espalda hacia ella.

Lágrimas habían llenado sus ojos y ahora estaban corriendo por su cara. Estaba haciendo llorar a mi ángel. Destruía cosas. No podía permitirme destruirla. Ella significaba demasiado. Era especial. »No fui hecho para un ángel. Nunca debí haber tratado de acercarme a nadie. Siempre fuiste demasiado buena para mí. Solo quería estar cerca de ti. Verte sonreír. Esto hacia que todo dentro de mí se sintiera completo de nuevo. Que la mierda sucia y manchada en mi vida fuese mejor cuando tú estaba cerca. Tienes esta luz Maite. Es tan jodidamente brillante. Le da calor a todo lo que está a tu alrededor. Me dio calor a mí. Siempre estuve tan vacío y frío antes de ti.

Entonces ella se movió. Pensé que había escuchado lo suficiente y estaba yéndose. No sabía si esta vez sobreviviría. Perderla iba a quebrarme por completo. Un chico puede recuperarse solo determinadas veces.

Me hundí sobre mis rodillas y dejé caer mi cabeza en mis manos. Lo había arruinado todo. —William. —La voz de Maite estaba a mi lado, y sus brazos se envolvieron a mi alrededor—. No eres alguien que no valga nada. Eres especial también. —Sus palabras resquebrajaron lo que quedaba de mi corazón.

—No digas mierda como esa y para luego dejarme. —Mi voz era cruda. Le había expuesto todo. Mis debilidades, mis miedos, mi dolor. Nunca le había mostrado a nadie todo eso. Nunca. —No voy a dejarte. No lo haré hasta que tú eches de aquí. No quiero dejarte. Me haces feliz. Me haces sentir cosas que me asustan pero me emocionan. No me quiero ir.

El vodka estaba jodiendo con mi cabeza. —Quieres irte. Vete, Maite. Aléjate de mi cariño. No valgo una mierda.

Un suave sollozo cerca de mi oído envió un rayo de consciencia a través de mi cuerpo. —Mírame —rogó Maite.

Levanté mi cabeza y vi a mi hermoso ángel en sus rodillas, con los ojos rojos y lágrimas humedeciendo su cara. Estaba sosteniéndose de mi brazo con fuerza, como si se negara a dejarlo ir. —No voy a dejarte. Nunca. La única forma de que puedas deshacerte de mí es que me botes y jures que nunca quieres volver a verme de Nuevo. Tú, William Manning, lo vales. Vales demasiado.

Abrí mis brazos, y ella dejó escapar un gran sollozo mientras se lanzaba a ellos y se aferraba a mí. La abracé con fuerza, enterré mi cabeza en su cuello e inhalé. Olía a miel. Tan jodidamente dulce. —Nunca voy a pedirte que te vayas. Te necesito —dije contra su cuello. —Está bien. Porque también te necesito.

Apreté mi agarre en ella y caí hacia atrás contra el sofá, cogiéndola en mis brazos. No iba a dejarme. Quería quedarse. Me quería. ¿Cómo conseguí que un ángel se quedara conmigo? No había hecho nada bueno en este mundo. Había jodido más vidas de las que podía contar. —Hiciste lo correcto hoy alejándome —le dije, mientras pasaba mis manos sobre su cabello, dejando que los suaves mechones se deslizaran a través de mis dedos. Había dejado su habitación sabiendo que no tenía derecho de tocarla como lo había hecho. Era demasiado buena para mí. —¿Lo hice? —respondió. —Si, lo hiciste. No te merezco.

Inclinó su cabeza hacia atrás y me miró. Las lágrimas se habían detenido, pero su cara aún estaba húmeda. Odiaba saber que había llorado por mí. Nunca quería que llorara. —Temía perderte si hacíamos algo —susurró ella.

¿Perderme? ¿Pensó que iba a perderme? ¿Dios, es que aún no lo entendía? Había terminado. Era ella. Incluso si esto fuera todo lo me diera, el resto de mi jodida vida, sería feliz. La tenía. —Me habría vuelto más loco por ti de lo que estoy, pero ¿Perderme? Joder, Maite, nada que puedas hacer me haría no quererte.

Mordió su labio inferior y frunció el ceño. La vi pensar eso. Cuando su labio fue finalmente liberado de sus dientes, quería lamerlo, pero no estaba seguro si tenía permitido hacerlo. —Haría las cosas incómodas entre nosotros. ¿Cómo podríamos ser amigos entonces? —¿Por incómodas te refieres a que no sería capaz de dejarte salir de la cama o ducharte tu sola.

Se rio y negó con su cabeza. —Entonces explica eso, ángel, porque estoy jodidamente confuso. —Quiero decir… si durmiéramos juntos, ¿qué pasaría cuando tuvieras a otras‖chicas‖aquí…y‖yo tuviera que verlo? Te sentirías incómodo, creo, y puede que yo no sea capaz de manejarlo.

Maldición.

Tomé sus caderas y tiré de ella sobre mí para que me encarara. Sus pierna a horcajas sobre mi regazo, y si se posaba, mi polla estaría apretada contra su coño. Empujando a un lado esos pensamientos, tomé su cara. Necesitaba que me entendiera y que me creyera. —Maite, si pudiera follarte, entonces eso sería todo para mí. Nadie más. Un hombre no puede ir al paraíso con un ángel y estar satisfecho con nada más de nuevo. Necesitaría tu coño y solo el tuyo. Si me hubieses dejado entrar, entonces sí, habría sido incómodo, porque te habría convertido en mía. Completamente, eso podía haber sido incómodo para ti.

Sus ojos muy abiertos mientras me escuchaba.

No me iba a contener más con ella. Había terminado con esa mierda. Necesitaba saberlo todo. La había dejado entrar, ya no la mantendría fuera. No por nada. —Entonces, ¿no quieres dormir conmigo solo una vez? —preguntó, mientras su pequeña lengua salía y humedecía sus labios.

Posé mi frente en la suya. —En esta vida, nunca tendré suficiente de ti. —¿Te sentirás de esa misma forma en la mañana cuando estés sobrio? — preguntó.

Sonreí y la atraje de nuevo a mi pecho. Tenía razón. Estaba ebrio, pero eso no tenía nada que ver con esto. —Por qué no te quedas aquí en mis brazos esta noche, y cuando nos despertemos en la mañana, puedes preguntarme eso de nuevo —respondí. Miró al suelo debajo de nosotros y luego de vuelta a mí. —¿Quieres dormir en el suelo?

La levanté y la coloqué en el sofá detrás de mí. —No, quiero dormir en el sofá —dije, mientras me subía al suave cuero y la acostaba para colocarla a mi lado. Levantó la mano y tomó la peluda sábana blanca que estaba tirada sobre la parte de atrás y nos cubrió con ella. —Buenas noches, William. —La mejor jodida noche de mi vida, ángel —le aseguré. Porque lo era.
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Kiro's Emily WebNovela LevyRroni Adaptada - Página 3 Empty Re: Kiro's Emily WebNovela LevyRroni Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Sáb Ene 30, 2016 3:04 pm

11

Maite

Él se encontraba despierto. Lo sentí, sin abrir los ojos. El cuerpo caliente y duro que me abrazaba con fuerza, no huyó esta mañana. Una parte de mí esperó que lo hiciera. Todas las cosas que dijo la noche anterior eran difíciles de aceptar, pero quería creerle.

—Estoy aquí. Abre los ojos y deja de darle vueltas a todo.

La voz de William me hizo temblar. La calidez de su aliento hormigueaba en mi cuello, y todas esas partes de mí que él parecía despertar se hallaban muy emocionadas.

Me incliné hacia él, y se rio entre dientes. Luego me dio un beso en la nariz. —Jodidamente adorable —susurró.

No tenía la seguridad de sí me gustaba ser adorable. Eso no sonaba como alguien que pudiera mantener el interés de William Manning. Le gustaba lo sexy. Lo había visto en acción, y sabía por lo que se sentía atraído. Yo no era eso.

—No fruñas el ceño. Deja de pensar. Háblame —dijo William, su voz preocupada.

Él quería que nosotros hablásemos y estuviéramos abiertos el uno con el otro. —Las adorables no son tu tipo —le informé.
La esquina de su boca se elevó mientras sonreía. —¿Oh, en serio? Exactamente, ¿cuál es mi tipo?

No quería decirlo en voz alta. Cerré los ojos y me obligué a decir la palabra. —Sexy.

—Tienes razón. Me gustan sexys. Me gustan jodidamente mucho las sexys —concordó. Luego su mano se deslizó bajo mi camisa, y contuve la respiración mientras se movía lentamente hacia arriba hasta que cubrió uno de mis pechos—. Y este cuerpo es tan condenadamente sexy que duele al mirarte.

Oh. De acuerdo. Vaya.

»Allí en tu habitación, en nada más que esas pequeñas bragas y sujetador me tenía tan condenadamente necesitado que no podía pensar con claridad. Quería enterrarme dentro de ti. Te quería desnuda y gritando de placer debajo de mí. Malditamente sexy —murmuró, mientras me lamía el cuello y empezó a bajar de mi sujetador para que las copas de encaje se me cayeran.

»Me encantan estas tetas. Las mejores jodidas tetas en el mundo —gruñó, y empezó a lamer mi clavícula. Nunca me había lamido antes, y no me encontraba segura de que fuera algo que quisiera alguna vez, pero tener la lengua de William en mí me demostraba que sí la quería. Y mucho.

Me subió la camisa hasta mis pechos estuvieron expuestos. Sus ojos se iluminaron, y piel de gallina me cubrió los brazos mientras bajaba la cabeza para tomar uno de mis pezones en su boca. Cuando lo estiró con los dientes, grité y le agarré la cabeza para mantenerlo allí. Eso era bueno, y quería más.

William se agachó y me abrió las piernas antes de moverse para descansar entre ellas mientras seguía lamiéndome y mordisqueando de mis duros picos. Justo cuando pensaba que mi cuerpo no podía sentirse nada mejor, él presionó su dureza contra el dolor entre mis piernas.

Echando la cabeza hacia atrás, grité su nombre. También quería más de eso.

—Así es, ángel. Siéntete bien, nena. Déjame ocuparme de este cuerpo sexy. Es todo lo que siempre quise hacer, joder. Oír esos gritos de placer. —Sus palabras me hicieron sentir frenética. No era ingenua. Sabía a lo que esto llevaba, y sabía que tener sexo me iba a doler la primera vez. Pero ahora mismo, no me importaba.

—Maldita sea, ¿pueden usar una jodida habitación mientras Rush esté aquí? —La voz de Dean fue como un balde de agua fría. Uno que al parecer necesitaba, porque me encontraba dispuesta a desnudarme aquí y dejar que William me tomara.

William maldijo y me cubrió con su cuerpo mientras me volvía a poner el sujetador y me bajaba la camisa para cubrirme. —Joder, podrías llamar —dijo con enojo.

—¿En mi propia jodida casa? Puedo entrar en la puta sala de juegos con mi hijo si quiero. Hay habitaciones para esta mierda.

William empezó a decir algo más, y sujeté su brazo y lo apreté. Se dio la vuelta para mirarme, y negué con la cabeza. Dean tenía razón. No deberíamos haber estado haciendo esto.

William inclinó la cabeza y me tapó la boca con la suya. Me olvidé un momento acerca de Dean y Rush mientras me besaba. Fue como si estuviera saboreando algo especial. Algo que él apreciaba. Me fundí en él.

—Joder, hombre. Llévala arriba —se quejó Dean.

William rompió el beso, y su respiración era fuerte. —Te odio —dijo, dirigiéndose a Dean.

Dean se rio. —Apuesto que sí.

William se puso de pie, tomó mis dos manos, y me llevó con él. Vi a Rush aferrándose a la pierna de su padre mientras nos miraba. Al instante me sentí culpable. No actuaba mejor que su madre y William ayer. Él estaba viendo algo que no debía, y esta vez, era mi culpa.

—Deja de lucir como si hubieras atropellado a un cachorro. Ha visto cosas peores que esa. Está bien que ustedes dos estuvieran durmiendo juntos en el sofá. Tiene dos años. No tiene ni idea de lo que sucedía de verdad —dijo Dean con una sonrisa divertida.

Me acerqué y me agaché al nivel de Rush. Hoy se veía feliz. No tenía miedo, y parecía estar asimilando todo lo que le rodeaba. —¿Tuviste una buena noche? — le pregunté.

Asintió. —Vimos totugas —respondió.

Miré a Dean, que parecía satisfecho de que Rush me estuviera hablando. — Tuvimos una noche de cine en mi habitación. Palomitas de maíz, brownies, y las Adolescentes Tortugas Ninja Mutantes II —explicó.

Miré de nuevo a Rush. —Rafa es mi favorito. ¿Cuál es el tuyo? —le pregunté.

Miró a su padre y sonrió.

Dean se rió y le alborotó el cabello. —También le gusta Rafael. Creo que acabas de hacer un nuevo mejor amigo.

—Me estás robando a mi mujer, hombrecito. No creas que no veo lo que estás haciendo —dijo William en un tono burlón mientras se acercaba por detrás de mí.

Me puse de pie, y sus brazos me rodearon la cintura y me atrajo hacia su pecho.

Dean miró los brazos de William y luego de vuelta hacia mí. —¿Así que ella es tu mujer ahora?

William inclinó la cabeza y me besó en la sien. —Sí.

Dean dejó escapar un suspiro, y luego negó con la cabeza. —Espero que sepas lo que estás haciendo.

Los brazos de William se tensaron alrededor de mí. —Lo hago.

Dean miró de William a mí. —Hablaba con ella. —Luego se agachó y cogió a Rush.

Nos quedamos allí mientras se alejaban. William no me soltó, pero se quedó muy quieto. Las palabras de Dean lo molestaron. Me di cuenta de eso. Quería que me gustara Dean, de verdad quería, pero si él iba a seguir molestando a William, no iba a poder.

—Sé lo que estoy haciendo. Quiero esto —dije con firmeza. Quería que me creyera.

Dejó caer la cabeza en la curva de mi cuello e inhaló. —Dios, espero que sí —respondió.
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Kiro's Emily WebNovela LevyRroni Adaptada - Página 3 Empty Re: Kiro's Emily WebNovela LevyRroni Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Sáb Ene 30, 2016 3:10 pm

12

William

Miedo. Era así de simple. Me encontraba jodidamente consumido por el miedo. Ni siquiera podía llevarla a su habitación. Tenía miedo de que entrara en razón y me dejara. En su lugar, tomé su mano y la llevé a mi habitación. Luego cerré la maldita puerta detrás de nosotros. Quería mantenerla aquí. Para siempre. Encerrada conmigo. Así nadie podría decirle algo que cambiara su forma de pensar o incluso mirarla. Era completamente mía.

Solo mía. Por primera vez en mi vida, quería que algo fuera mío. Más de lo que quería mi próximo aliento.


—William. —Su voz era suave. Como si supiera de la batalla librándose en mi cabeza.

—Sí —contesté, mientras la empujaba hacia mi cama. La quería en mi cama.

—Algo está mal. Habla conmigo.

No quería hablar con ella. Quería consumirla. Quería probar cada parte de su cuerpo. Luego quería follarla hasta que ninguno de los dos pudiera caminar.

Tomé su camisa y la levanté sobre su cabeza. Empecé a desabrochar sus pantalones cortos. Queriéndolos fuera. Quería desnudarla. Mi ángel desnudo en mi cama. Bajo mi cuerpo. Mierda. Iba a perderlo.

—William, espera, algo te está molestado. ¿Qué es? —preguntó, mientras empujaba hacia abajo sus pantalones cortos. Salió de ellos obedientemente.

Tan perfecta. Tan jodidamente hermosa. Su piel era perfecta y se sentía como el satén. Pasé un dedo sobre sus hombros y hacia abajo sobre su sujetador.

—Lo que dijo Dean, ¿hizo que te molestaras? Él está equivocado. Quiero estar aquí. Estoy haciendo lo que quiero. Tú eres lo que quiero.

Se preocupaba por mí. Nadie se preocupaba por mí. Pero ella sí. Cuando la llamaba durante la gira, siempre me escuchaba. Estaría preocupada cuando no dormía lo suficiente y me preguntaría si comía adecuadamente. Le importaba. Cuando las cosas fueran una mierda, la llamaría, y estaría allí para recordarme que alguien pensaba que valía la pena preocuparse por mí.

—Maite —dije, cuando alcance el broche de su sujetador—. Me importa un carajo lo que diga Dean. Él no lo entiende. Eres diferente para mí. Verá eso pronto. Deja de preocuparte por mí, ángel.

Se relajó un poco, al menos hasta que su sujetador cayó y la dejó desnuda para mí. Me puse de rodillas delante de ella y poco a poco baje las bragas que llevaba puestas. Eran del mismo satén rosa de la noche anterior.

—William —dijo sin aliento.

Agarré una de sus piernas, la levante y la puse sobre mi hombro. —Apóyate contra la cama —le dije, mientras besaba el interior de su muslo.

—¡Oh, Dios! —gritó.

Sonriendo, inhalé el dulce olor entre sus piernas, y ajusté mis pantalones vaqueros. Era como si mi maldita polla supiera que me acercaba a la tierra prometida. Saqué mi lengua, deslizándola entre sus piernas y probé a mi ángel.

—William —jadeó, y sus manos encontraron mi cabello—.‖Eso‖es…‖William,‖oh,‖ eso se siente tan bien.

Escuchar su placer me volvió más salvaje. La lamí, enterrándome en el más malditamente delicioso regalo en el mundo. Era pura. Este era un coño limpio, virgen y era mío. Seria él único que tuviera esto. —Mi coño —dije, agarrando sus muslos y manteniéndolos más abiertos para que pudiera enterrar mi cara en su calor—. Mío.

—Oh, Dios, William. No puedo seguir de pie —jadeó mientras la pierna que aun tocaba el suelo comenzaba a debilitarse.

Extendí mi mano, agarrando su cintura, y la empuje hacia arriba, sobre la cama. —Abre más tus piernas para mí —exigí.

Las dejó caer abiertas, y quería gritarle al maldito mundo que esto era mío. Mi ángel. Me quería. Me estaba dando algo que nunca le había dado a nadie. Todo era mío.

Bajé mi boca y seguí deslizando mi lengua a lo largo de sus pliegues. Tiró de mi cabello y gritó mi nombre, y seguí. Quería más de esto. Metí mi lengua en su interior haciéndola levantar las caderas de la cama y rogar.

Mi ángel no tenía que rogarme. Lamí el hinchado clítoris, tomándolo en mi boca y lo chupé. Estalló en mil pedazos debajo de mí mientras su cuerpo se estremecía por su clímax.

El sabor que vino con su liberación me tuvo con ganas de seguir comiendo de lo que era mío. Pero mi polla se encontraba al borde del dolor. Quería estar conectado con ella. Tan jodidamente profundo en su interior que fuéramos uno. Nunca me dejaría.

Me acerqué a ella y tomé su boca. No le importó que su sabor estuviera en mi lengua. Sus manos agarraron mis brazos y me sujetó contra ella.

—Hazme el amor, William —dijo contra mi boca.

Nunca había hecho el amor. No sabía cómo mierda hacer el amor. Pero maldita sea, haría cualquier cosa que quisiera si eso significaba que podría conseguir estar en su interior. Y así cubrirme con ella que era una parte de mí. Dándome esa luz que solo era ella.

Tiré de la camisa sobre mi cabeza, y luego empujé mis pantalones vaqueros. Ubicarme sobre ella con nada entre nosotros fue increíble. Su piel suave acariciaba la mía mientras me movía para presionarme contra ella y dejé que esa sensación penetrara. Consumiéndome.

—Estoy limpio. Me examiné hace dos semanas, y no me he acostado con nadie desde entonces. No quiero nada entre nosotros. Quiero sentirte. —Estaba mendigando, pero pedí el examen cuando supe que iba a regresar a casa y a ella. Nadie más podría hacer esto en ese momento. Ella era todo en lo que podría pensar. Todo lo que quería. Cuando la última chica me la chupó y grité el nombre de Maite. Sabía que estaba acabado.

—No tomo nada —dijo, mirándome con los ojos muy abiertos. Me quería, también, pero se encontraba asustada. Insegura.

—Me saldré. Solo déjame entrar un poco. Déjame saber que se siente no tener nada entre nosotros.

Asistió y entrelazó sus manos en mi cabello. —También quiero eso.

Dios, me hallaba en el jodido cielo. Los ángeles eran reales, y tenía uno. Era todo mío.

—Dolerá al principio, pero te juro, Maite, seré gentil. Lo haré bien.

Me sonrió y levantó la cabeza para presionar un beso contra mis labios. — Confió en ti.

Esas palabras me deshicieron.
Con cada onza de control en mi cuerpo, bajé sobre ella y presioné la punta de mi polla contra su entrada. Con un pequeño empujón, sentí lo apretada e intacta que estaba. Rebelándose contra mi exploración. Empujé con más fuerza, el sudor corría por mi espalda. No quería hacerle daño. Nunca quise hacerle daño. Pero mierdaaaaa. No había nada como esto. Alguna vez, en el mundo. Nada comparado con esto.

La barrera que confirmaba su inocencia me detuvo, y me incliné y le di un beso en los labios. —Te amo —le susurré, dos palabras que nunca había dicho antes en mi vida, antes de empujarme dentro de la estrechez que me uniría a mi ángel.

Maite gritó y gimió mientras se aferraba a mis brazos. Aun conteniéndome, coloqué besos sobre todo su rostro, haciendo promesas de que sería más fácil pronto y de que cuidaría de ella.

Mis músculos dolían por mi lucha para estar quieto cuando no quería nada más que sumergirme más profundamente en su interior y moverme. La amaba. Eso era hacer el amor. Pero necesitaba follarla ahora. Mi cuerpo quería follarla.

Levantó las caderas para encontrarse con las mías, y la miré mientras exhalaba y se arqueaba contra mí. Empecé a moverme lentamente. Con cada golpe, fui más profundamente en el coño más apretado que he tenido. Era como si se sujetara a mi alrededor suave y húmeda, y me encontraba seguro de que si muriera en este momento, estaría bien. Tenía lo mejor que había en la vida. Esto lo era. No había nada mejor.

—¿Aun duele? —pregunté, con ganas de moverme más duro, más rápido.

—No —dijo, jadeando—. Se siente bien.

Sacudí mis caderas y me enterré tan profundo como podía ir dentro de ella. Encontró mis empujes y gritó. Era el sonido más sexy del mundo.

—Estas tan jodidamente apretada. Dios, ángel, ¿Sabes lo mucho que me has destruido? —pregunté, mientras comenzaba a follarla.

Alzó las rodillas para presionarlas contra mis caderas, y tuve que luchar con la necesidad de venirme. No podía venirme en su interior, y ella aún no se hallaba allí. Quería su placer antes de tomar el mío.

Bajando la cabeza, besé su oído.

»Quiero escucharte venirte. Quiero saber cómo se siente ese dulce coño cuando tienes un orgasmo. Porque este es mi coño ahora, Maite. Mi jodido coño. Seré el único que lo haga sentir bien. Lo besaré cuando sea que quieras. Seré tan bueno con mi coño —susurré, mientras besaba su oreja y jalaba el lóbulo dentro de mi boca.

—Oh, Dios, William —jadeó—. Oh, Dios.

Estaba tan cerca. Lamí su cuello, luego bajé a su barbilla. —No solo tu coño, que sabe tan dulce, todo tu cuerpo. Quiero consumirte. No puedo mantener mi boca lejos de ti, Maite.

—¡William, aaaaah! —gritó mi nombre, y el orgasmo sacudió su cuerpo. Yo temblaba mientras luchaba para que siguiera allí. Retirando mis caderas, me salí de ella y grité su nombre mientras mi liberación cubría su estómago.

No me vine en su interior, pero marqué su cuerpo. El deseo de frotarlo y mantener mi semilla sobre ella era fuerte. Pero era inocente, y no se encontraba lista para ese tipo de perversión.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Ene 30, 2016 3:15 pm

13

Maite

El calor de la tela me sorprendió. Me encontraba allí acostada, y rápidamente calmó el dolor. William se hallaba sobre sus rodillas entre mis piernas, limpiándome con amabilidad, como si pudiera romperme si hacía un mal movimiento.

Quería atraerlo hacia mí y sostenerlo. Cada capa del chico debajo el dios del rock que me enseñó, derritió un poco más mi corazón. No era el mismo hombre que vi en esa fiesta hace seis meses. Ahora era diferente. Era diferente conmigo.

Cuando estuvo satisfecho porque me encontraba limpia adecuadamente, tiró el trapo usado al piso, e hice una nota mental de deshacerme de él. Contenía sangre y fluidos, y no quería que la señora de la limpieza tuviera que lidiar con eso.

William‖se‖acostó‖a‖mi‖lado‖y‖me‖jaló‖contra‖él.‖Besó‖la‖cima‖de‖mi‖cabeza.‖―Te‖ amo, Maite. No debí habértelo dicho por primera vez cuando iba a hundirme dentro de ti, pero no pude guardármelo. Te amo tanto que me asusta. Nunca he estado enamorado. Puedo apestar en esto. Justo ahora, solo quiero mantenerte atada a mí todo el tiempo. La idea de otro hombre mirándote me hace enfurecer. Esta mierda podría volverme loco.

Deslicé‖una‖mano‖sobre‖su‖pecho‖y‖me‖apoyé‖para‖mirarlo.‖―Creo‖que‖he‖ estado enamorada de ti desde hace un tiempo. Mis semanas giraban en torno a cuándo me llamarías. Oír tu voz siempre hacía todo mejor. Y el que me dijeras que me‖amas‖antes‖de…‖bueno,‖ya sabes.‖―Sentí‖que‖mis‖mejillas‖ardían.‖Hablar‖de‖ sexo me sonrojaba. No importaba que lo hubiera‖hecho―.‖Fue‖especial.

Levantó‖el‖brazo‖y‖acunó‖mi‖cara‖mientras‖me‖miraba‖con‖asombro.‖―¿Me‖ amas?

Asentí, preguntándome si este hombre se daba cuenta de lo adorable que era. El mundo lo amaba. No, eso era erróneo. El mundo no lo conocía. Creían que lo amaban, pero el hombre en su interior era mucho más. Ellos no tenían ni idea.

―Quiero‖introducirme de nuevo en ti‖―dijo,‖deslizando‖su‖otra‖mano‖entre‖ mis‖piernas―.‖Pero‖est{s‖adolorida. Puedo besarlo. Hacerlo sentir mejor.

―No‖estoy‖tan adolorida ―le‖dije,‖una mentira, pero descubrí que si eso significaba que tendría a William dentro de mí otra vez, haría cualquier cosa.

***

Abrí los ojos para ver el amanecer entrando por las ventanas. William y yo no dejamos la habitación ayer. Dormimos y luego jugamos todo el día. Después de que me tomó en la ducha, no recordaba mucho. Me pregunté si me desmayé. Levantando el brazo, sentí el nido de ratas en el que mi cabello se convirtió y me avergoncé. Necesitaba levantarme y arreglar esto. Era un desastre.

Salí con cuidado de los brazos de William, caminé en punta de pies hasta el baño, y entré en la ducha. Me lavé el cabello, ya que sería la única forma de amansarlo después de ir a la cama anoche con él húmedo. Una vez que terminé, me vestí rápido y bajé al primer piso.

William me contrató para manejar la casa. No estaba segura de todo lo que implicaba, pero me sentía lista para comenzar a aprender. Él mencionó a una cocinera cuando me contó sobre el trabajo, y entonces ayer tres veces, la comida apareció mágicamente afuera de la puerta de nuestra habitación. Tampoco era solo comida. Era de lo mejor. Sofisticada. Sin embargo, nunca vi a alguien trayéndola.

―Hola‖ ―dijo‖ una‖ suave voz cuando llegué a la parte inferior de las escaleras.

Levanté la mirada para ver a Rush parado allí en un pijama de Batman. Era el niño más lindo que había visto. Pero desde luego, no conocía al pequeño niño de William. ¿Sería tan adorable?

―Buenos‖días‖―respondí,‖colocando‖a‖un‖lado‖los‖pensamientos‖sobre‖el‖ hijo de William. Tendríamos que hablar sobre eso. Necesitaba saber más. Lo conocía lo suficiente para saber que si tenía un hijo, él querría que lo supiera. ¿Entonces, por qué no me lo dijo?

―Vamos‖a‖comer‖―anunció‖Rush.‖Me‖hizo‖señas‖con‖su‖pequeña‖mano‖ para que lo siguiera antes de voltearse y salir hacia el pasillo.

Lo seguí, caminando por un sendero que aún no tomaba. Pero él parecía saber a dónde iba. ¿Qué tan a menudo venía de visita? Dean era un buen papá. Eso era muy obvio. Este niño lo amaba. También quería eso para William.

―Rush,‖¿a‖dónde‖te‖fuiste‖corriendo?‖―gritó‖una mujer, y él se rio y se deslizó por el suelo en sus medias a través de las puertas dobles.

―Fui‖por‖Emmy‖―respondió, señalándome.

Una pequeña y redonda señora con una cálida sonrisa caminó hacia la puerta‖ y‖ puso‖ sus‖ manos‖ en‖ sus‖ caderas‖ mientras‖ me‖ estudiaba.‖ ―Veo‖ que‖ encontraste a otra madrugadora. Bueno, entonces entra. Le hice a Rush sus waffles de chocolate favoritos. Espero que tengas hambre después del día que tuviste ayer. Y soy Margarette Fuller, pero sólo‖dime‖Margie‖como‖los‖dem{s‖―dijo‖con‖un‖ brillo‖en‖sus‖ojos,‖mientras‖se‖movía‖de‖regreso‖a‖la‖estufa―.‖A‖Rush‖le‖gusta‖ despertarse con el sol, pero a su papá no mucho. Suele dormir en el momento de las escapadas mañaneras de Rush. Cuando él se encuentra aquí, mantengo mis orejas atentas a algún sonido de pequeños pies, así puedo atraparlo antes de que logre‖hacer‖una‖travesura.‖―Se‖detuvo‖y‖me‖miró‖de‖nuevo―.‖Ha‖hablado‖de‖ti.‖ Supongo que le gustas. Dean dice que te enfrentaste a su madre y ganaste. Bien por ti.

Pude haberme perdido un día entero en la habitación de William, pero aparentemente, el resto de la casa ya sabía todo sobre mi corto tiempo aquí.

―Siéntate‖―exigió‖Rush,‖golpeando‖la‖silla‖a‖su‖lado‖en‖la‖barra.

Me acerqué e hice lo que me dijeron, tratando de no reírme ante su forma mandona.

―Eres‖buena‖con‖él.‖No‖acepta a la gente tan fácilmente. Pero le gustas. Eso me hace pensar que quizá debes ser justo lo que nuestro William necesita. Hay otro pequeño niño al que me gustaría ver corriendo por estos pasillos y comiendo mis waffles.‖―Cerró‖su‖boca‖y‖se‖giró‖r{pido,‖como‖si‖hubiera‖dicho‖algo‖de‖no‖debía.

―Sé‖ que‖ tiene‖ un‖ hijo‖ ―le‖ aseguré.‖ No‖ quería‖ que‖ se preocupara por haberme dicho demasiado.

Se‖volteó‖de‖nuevo‖hacia‖mí,‖sus‖ojos‖redondos‖por‖la‖sorpresa.‖―¿Te‖lo‖ contó?

No.‖Pero‖deseaba‖que‖lo‖hiciera.‖―Georgianna‖dijo‖algo‖sobre‖eso.

Margie‖solo‖suspiró‖y‖sacudió‖la‖cabeza.‖―Esa‖mujer‖―murmuró‖para‖sí misma.

Me pregunté cómo era la madre de su hijo. ¿Era hermosa? ¿Era como Georgianna? Quería saber tantas cosas sobre William.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Ene 30, 2016 3:18 pm

13

Maite

El calor de la tela me sorprendió. Me encontraba allí acostada, y rápidamente calmó el dolor. William se hallaba sobre sus rodillas entre mis piernas, limpiándome con amabilidad, como si pudiera romperme si hacía un mal movimiento.

Quería atraerlo hacia mí y sostenerlo. Cada capa del chico debajo el dios del rock que me enseñó, derritió un poco más mi corazón. No era el mismo hombre que vi en esa fiesta hace seis meses. Ahora era diferente. Era diferente conmigo.

Cuando estuvo satisfecho porque me encontraba limpia adecuadamente, tiró el trapo usado al piso, e hice una nota mental de deshacerme de él. Contenía sangre y fluidos, y no quería que la señora de la limpieza tuviera que lidiar con eso.

William‖se‖acostó‖a‖mi‖lado‖y‖me‖jaló‖contra‖él.‖Besó‖la‖cima‖de‖mi‖cabeza.‖―Te‖ amo, Maite. No debí habértelo dicho por primera vez cuando iba a hundirme dentro de ti, pero no pude guardármelo. Te amo tanto que me asusta. Nunca he estado enamorado. Puedo apestar en esto. Justo ahora, solo quiero mantenerte atada a mí todo el tiempo. La idea de otro hombre mirándote me hace enfurecer. Esta mierda podría volverme loco.

Deslicé‖una‖mano‖sobre‖su‖pecho‖y‖me‖apoyé‖para‖mirarlo.‖―Creo‖que‖he‖ estado enamorada de ti desde hace un tiempo. Mis semanas giraban en torno a cuándo me llamarías. Oír tu voz siempre hacía todo mejor. Y el que me dijeras que me‖amas‖antes‖de…‖bueno,‖ya sabes.‖―Sentí‖que‖mis‖mejillas‖ardían.‖Hablar‖de‖ sexo me sonrojaba. No importaba que lo hubiera‖hecho―.‖Fue‖especial.

Levantó‖el‖brazo‖y‖acunó‖mi‖cara‖mientras‖me‖miraba‖con‖asombro.‖―¿Me‖ amas?

Asentí, preguntándome si este hombre se daba cuenta de lo adorable que era. El mundo lo amaba. No, eso era erróneo. El mundo no lo conocía. Creían que lo amaban, pero el hombre en su interior era mucho más. Ellos no tenían ni idea.

―Quiero‖introducirme de nuevo en ti‖―dijo,‖deslizando‖su‖otra‖mano‖entre‖ mis‖piernas―.‖Pero‖est{s‖adolorida. Puedo besarlo. Hacerlo sentir mejor.

―No‖estoy‖tan adolorida ―le‖dije,‖una mentira, pero descubrí que si eso significaba que tendría a William dentro de mí otra vez, haría cualquier cosa.

***

Abrí los ojos para ver el amanecer entrando por las ventanas. William y yo no dejamos la habitación ayer. Dormimos y luego jugamos todo el día. Después de que me tomó en la ducha, no recordaba mucho. Me pregunté si me desmayé. Levantando el brazo, sentí el nido de ratas en el que mi cabello se convirtió y me avergoncé. Necesitaba levantarme y arreglar esto. Era un desastre.

Salí con cuidado de los brazos de William, caminé en punta de pies hasta el baño, y entré en la ducha. Me lavé el cabello, ya que sería la única forma de amansarlo después de ir a la cama anoche con él húmedo. Una vez que terminé, me vestí rápido y bajé al primer piso.

William me contrató para manejar la casa. No estaba segura de todo lo que implicaba, pero me sentía lista para comenzar a aprender. Él mencionó a una cocinera cuando me contó sobre el trabajo, y entonces ayer tres veces, la comida apareció mágicamente afuera de la puerta de nuestra habitación. Tampoco era solo comida. Era de lo mejor. Sofisticada. Sin embargo, nunca vi a alguien trayéndola.

―Hola‖ ―dijo‖ una‖ suave voz cuando llegué a la parte inferior de las escaleras.

Levanté la mirada para ver a Rush parado allí en un pijama de Batman. Era el niño más lindo que había visto. Pero desde luego, no conocía al pequeño niño de William. ¿Sería tan adorable?

―Buenos‖días‖―respondí,‖colocando‖a‖un‖lado‖los‖pensamientos‖sobre‖el‖ hijo de William. Tendríamos que hablar sobre eso. Necesitaba saber más. Lo conocía lo suficiente para saber que si tenía un hijo, él querría que lo supiera. ¿Entonces, por qué no me lo dijo?

―Vamos‖a‖comer‖―anunció‖Rush.‖Me‖hizo‖señas‖con‖su‖pequeña‖mano‖ para que lo siguiera antes de voltearse y salir hacia el pasillo.

Lo seguí, caminando por un sendero que aún no tomaba. Pero él parecía saber a dónde iba. ¿Qué tan a menudo venía de visita? Dean era un buen papá. Eso era muy obvio. Este niño lo amaba. También quería eso para William.

―Rush,‖¿a‖dónde‖te‖fuiste‖corriendo?‖―gritó‖una mujer, y él se rio y se deslizó por el suelo en sus medias a través de las puertas dobles.

―Fui‖por‖Emmy‖―respondió, señalándome.

Una pequeña y redonda señora con una cálida sonrisa caminó hacia la puerta‖ y‖ puso‖ sus‖ manos‖ en‖ sus‖ caderas‖ mientras‖ me‖ estudiaba.‖ ―Veo‖ que‖ encontraste a otra madrugadora. Bueno, entonces entra. Le hice a Rush sus waffles de chocolate favoritos. Espero que tengas hambre después del día que tuviste ayer. Y soy Margarette Fuller, pero sólo‖dime‖Margie‖como‖los‖dem{s‖―dijo‖con‖un‖ brillo‖en‖sus‖ojos,‖mientras‖se‖movía‖de‖regreso‖a‖la‖estufa―.‖A‖Rush‖le‖gusta‖ despertarse con el sol, pero a su papá no mucho. Suele dormir en el momento de las escapadas mañaneras de Rush. Cuando él se encuentra aquí, mantengo mis orejas atentas a algún sonido de pequeños pies, así puedo atraparlo antes de que logre‖hacer‖una‖travesura.‖―Se‖detuvo‖y‖me‖miró‖de‖nuevo―.‖Ha‖hablado‖de‖ti.‖ Supongo que le gustas. Dean dice que te enfrentaste a su madre y ganaste. Bien por ti.

Pude haberme perdido un día entero en la habitación de William, pero aparentemente, el resto de la casa ya sabía todo sobre mi corto tiempo aquí.

―Siéntate‖―exigió‖Rush,‖golpeando‖la‖silla‖a‖su‖lado‖en‖la‖barra.

Me acerqué e hice lo que me dijeron, tratando de no reírme ante su forma mandona.

―Eres‖buena‖con‖él.‖No‖acepta a la gente tan fácilmente. Pero le gustas. Eso me hace pensar que quizá debes ser justo lo que nuestro William necesita. Hay otro pequeño niño al que me gustaría ver corriendo por estos pasillos y comiendo mis waffles.‖―Cerró‖su‖boca‖y‖se‖giró‖r{pido,‖como‖si‖hubiera‖dicho‖algo‖de‖no‖debía.

―Sé‖ que‖ tiene‖ un‖ hijo‖ ―le‖ aseguré.‖ No‖ quería‖ que‖ se preocupara por haberme dicho demasiado.

Se‖volteó‖de‖nuevo‖hacia‖mí,‖sus‖ojos‖redondos‖por‖la‖sorpresa.‖―¿Te‖lo‖ contó?

No.‖Pero‖deseaba‖que‖lo‖hiciera.‖―Georgianna‖dijo‖algo‖sobre‖eso.

Margie‖solo‖suspiró‖y‖sacudió‖la‖cabeza.‖―Esa‖mujer‖―murmuró‖para‖sí misma.

Me pregunté cómo era la madre de su hijo. ¿Era hermosa? ¿Era como Georgianna? Quería saber tantas cosas sobre William.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Ene 30, 2016 3:23 pm

14

William

Esta mañana descubrí que jodidamente odiaba despertar sin Maite en mis brazos. Jodidamente. Lo. Odiaba.

No me molesté por una camisa, simplemente sacudí un par de pantalones vaqueros y salí a buscarla. Luego la arrastraría de regreso a mi cama. Todavía no me encontraba preparado para compartirla con el mundo. Solo quería que viviéramos en mi cuarto. Solos. Para siempre.

Dios, estaba perdiendo el control.

El sonido de su risa musical flotó hacia mí mientras llegaba al final de las escaleras. Con el ceño fruncido, me di cuenta de que venía desde el lado de la casa de Dean. Mejor que no estuviera haciendo reír a Maite. Esas risas eran mías, maldita sea. Tenía que buscar su propia mujer.

—Lo pusiste en mi nariz, tonto —chilló Maite. Se divertía. ¿Con quién carajo hablaba?

Su voz venía de la cocina. Me dirigí hacia el sonido y entré, listo para golpear a quien estuviera haciéndola reír. Era el único que tenía que hacer esa mierda. Era mía.

Sin embargo, lo que vi me frenó en seco. Maite se encontraba de pie en el fregadero, y junto a ella se encontraba Rush, que se hallaba de pie en una silla. Ambos se encontraban cubiertos en burbujas de jabón hasta los codos y riendo.

Cuando volvió sus ojos hacia mí, se iluminaron, y la sonrisa en su cara creció. Como si fuera la única cosa en el mundo que quería ver. Me hizo sentir como un maldito rey.

—Buenos días —dijo alegremente—. Rush y yo decidimos ayudar a Margie a lavar el lío que hicimos con nuestro accidente del jarabe, y, bueno, parece que tenemos un poco de diversión.

—Burbujas —intervinó Rush, levantando las manos, y luego arrojando burbujas a Maite, que se reía de sus travesuras.

—Ella me gusta. No estropees esto —dijo Margie, mientras se acercaba a mí y me daba una palmada en el brazo—. ¿Tienes hambre?

Sí, tenía hambre. Tenía hambre por algo que Margie no podía darme.

—Come algo —dijo Maite sin dejar de reír y jugar con Rush—. Tengo que lavarme después de esto, y luego necesito algunas instrucciones con la casa.

¿Instrucciones con la casa? Si se lavaba, iría con ella.

—No tengo hambre. Iré contigo a limpiarte —dije, caminando hacia ella.

Excitación se mostró en sus ojos mientras miraba como me acercaba. Pude ver la velocidad de su respiración, y por mucho que me gustaba Rush, estaba a punto de tener que renunciar a su compañera de juegos.

—Vamos a limpiarte ahora —dije, mientras deslizaba mi mano por su cintura y comenzaba a limpiar el jabón de sus brazos—. Creo que un cambio de ropa está en a la orden. Y tal vez una ducha.

Maite se hundió de nuevo en mí y me dejó limpiarla. —Está bien — concordó—. Pero hoy tengo que trabajar —añadió en un susurro.

Jodidamente no trabajaría. Eso era antes. Antes de que fuera mía. No la compartiría con el resto de la casa.

—Hablaremos de eso después —contesté.

—Dean dijo que tenía que contratar una niñera para las visitas de Rush. Pero creo que Maite lo hará muy bien. —Margie elevó la voz—. A él realmente le gusta ella.

Diablos, no. Maite no era la puta niñera de Dean. Era mía. La necesitaba más.

—Maite no es una niñera —espeté, y comencé a llevarla hacia la salida. Tenía que llevarla lejos de ellos. Volver a mi habitación. Volver a donde no tenía que compartirla.

—William, ¿qué te pasa? —preguntó en tono preocupado.

—Te dije que actuaría todo loco. Este soy yo actuando como loco. Te necesito en mi habitación. Eres mía. Sólo mía.

No dijo nada más, y me sentí aliviado. No me hallaba de humor para defender la locura de celos que sentía. Cerré con llave la puerta detrás de nosotros, luego la dirigí hasta que la tuve contra de cama.

—No me gusta despertar y que no estés ahí. Quería follarte, y te habías ido. Quería olerte, y te habías ido. Quería verte sonreír, y te habías ido. Lo odié.

Suspiró y alzó la mano para pasar sus dedos por mi cabello. —Me desperté muy temprano, y no quise molestarte. Pensé que podía empezar a trabajar en resolver las cosas por aquí.

—Solo quédate conmigo. No quiero que ayudes a nadie más. Solo te quiero conmigo.

Maite frunció el ceño. —Te cansarás de mí muy rápido si me quedo contigo todo el tiempo.

No tenía ni idea. Nunca me cansaría de ella. Nunca tendría suficiente de ella. —Déjame tenerte. Ahora mismo. Quítate esos pantalones cortos, y déjame tenerte.

Por un momento, no pensé que se fuera a mover. Le mostré lo jodidamente desquiciado que estaba, y huiría. Me encontraba listo para atraparla si lo intentaba. Pero después de unos segundos, se desabrochó los pantalones cortos y salió de ellos. Luego se quitó las bragas y las arrojó a un lado.

Mi boca cubrió la suya mientras ahuecaba el calor entre sus piernas con mis manos. Ya se encontraba húmeda para mí. Eso hizo que me dieran ganas de rugir con satisfacción. Me deseaba. Me sentía loco de necesidad por ella, y ella lo quería.

Su lengua bailó contra la mía mientras la dulzura de su boca me llenaba. La tenía dispuesta en mis brazos. Nada era tan perfecto.

Con una mano, bajé mis pantalones vaqueros, y la puse en el borde de la cama antes de hundirme en ella con un solo golpe. Las paredes apretadas me envolvieron con fuerza mientras ella gemía y dejaba caer la cabeza hacia atrás. Me hallaba tan profundo como podía. La adicción que venía con esta mujer era irreal.

Quería vivir en su interior. Simplemente así. —Quiero quedarme aquí. Dentro de ti. Así. Déjame mantenerte así. Eres mía, Maite.

Mis palabras sonaban como las de un loco, y decidí que tal vez estaba loco. Quería a esta mujer con locura. No podía tener suficiente de ella.

—Quiero ponerme en control de natalidad. Quiero saber lo que se siente que te vengas dentro de mí. —Jadeó cuando comencé a moverme dentro y fuera de su coño caliente.

—Joder, sí —gemí en acuerdo—, si puedo venirme dentro de ti, nunca te dejaría salir de mi cama. Esa idea me vuelve loco. Necesito eso.

—¿Voy a sentirlo? Me gusta la sensación en mi piel. Quiero sentirlo dentro de mí.

Empecé a temblar. Iba a explotar. Al oírla hablar de mi jodida corrida dentro de ella era demasiado. —Voy a venirme ahora si no te detienes. —le advertí.

—Oh, Dios, quiero sentirlo. —Gimió y me abrazó fuertemente hacia ella—. Lo quiero tanto.

Eso fue todo. Con las piernas de Maite envueltas alrededor de mi cintura, grité su nombre y luego seguí con un—: ¡Jodeeeeeer! —Mientras me liberaba en su interior. Gritó mi nombre una y otra vez, diciéndome que podía sentirme mientras se deshacía en mis brazos.

La idea de que pudiera quedar embarazada ni siquiera me asustó. La quería. Condenadamente la quería unida a mí para que no pudiera irse. Nunca dejaría que esta mujer se fuera. Era mía. Haría cualquier cosa por mantenerla.
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Kiro's Emily WebNovela LevyRroni Adaptada - Página 3 Empty Re: Kiro's Emily WebNovela LevyRroni Adaptada

Mensaje por tamalevyrroni Sáb Ene 30, 2016 3:30 pm

15

Maite

Después de dos semanas de vivir con William, me di cuenta de que nunca iba a trabajar realmente para él. No iba a permitirlo. Me mantenía en su habitación, y cuando salíamos de la misma, nunca me quitaba su mano de encima. Veíamos películas en su sala de teatro, y comíamos juntos en su cocina.

Tuvo dos entrevistas a las cuales ir, y las dos veces me llevó con él. No me dejaba fuera de su vista. Incluso cuando lo estaban filmando, exigió que yo estuviera directamente en su línea de visión. Pude ver la forma en que la gente me miraba. Estaban curiosos y confusos. Especialmente las mujeres.

Yo no era especial frente a sus ojos. ¿Por qué William las ignoraba y se encontraba tan obsesionado conmigo? Me preguntaba lo mismo. De hecho, le dije lo mismo a la mujer que había sido lo suficientemente osada como para decírmelo a la cara. Ella había sido una modelo de uno de los videos musicales anteriores de la banda. Era evidente que se habían acostado por la forma en que actuaba a su alrededor.

Cuando me había dado la vuelta para así no tener que verla presionando su pecho contra él y susurrándole al oído, se encontraba a mi lado al instante, besando mi cara y diciendo que yo era todo para él. Su ángel.

Cosas como esa me impedía ponerme celosa por la manera en que las mujeres lo querían. Acepté que esto siempre sería el caso. Era William. Las mujeres lo amaban. Pero William me amaba.

El día que mi período comenzó, William en realidad parecía molesto. Como si hubiera estado esperando que quedara embarazada por aquella vez en la cual no fuimos capaces de detenernos a nosotros mismos. Tuve la oportunidad, y pudimos empezar a tener sexo sin protección de forma inmediata una vez que mi período había terminado.

La idea de que él me estaba marcando cada vez que se venía en mí, lo hacía lucir incluso más como un hombre de las cavernas. Le encantaba saber que era solo de él, y me encantó saber que él me quería. Porque lo amaba. Con todo lo que tenía, amaba a este hombre. Y porque lo amaba, iba a ayudarlo.

Comenzando con su hijo. Necesitaba conocer a su hijo, y también tenía que asegurarse que Georgianna se hubiera hecho una prueba de paternidad. Porque si ella, de hecho, estaba llevando a su hijo, él merecía saberlo.

Observando a Dean con Rush me hizo querer eso demasiado para William. Así que investigué un poco y le hice a Margie algunas preguntas. Luego llamé a Mary Ann, la madre del hijo de William.

William había ido al estudio en el sótano de la banda para trabajar en una nueva canción, y todos ellos habían pedido que me quedara arriba para que así William se concentrara. Lo convencí de que necesitaba una siesta, pero no antes de que tuviera que botarlo de su dormitorio. Él no había estado feliz por ello, pero necesitaba tiempo a solas. Para llamar a Mary Ann.

Ella no era como lo esperaba. Era una chica de Texas que había cometido el error de dormir con William para superar un desengaño. Fue cosa de una sola noche, y ella se encontraba avergonzada de sí misma cuando todo terminó. Tenía la esperanza de nunca tener que verlo de nuevo y no esperaba hacerlo hasta que se enteró de que estaba embarazada. El condón se había roto, pero ella dijo que William se había alejado. Al parecer, no lo suficientemente pronto.

Hablamos durante una hora. Me agradaba mucho. Cuando terminó la llamada, ella accedió a permitir que William y yo visitáramos a Mase. Su hijo. Sólo tenía que convencer a William primero.

***

A la mañana siguiente, cuando William se despertó, me encontraba sentada en la cama junto a él, observándolo. Me lanzó esa pequeña sonrisa sexy suya y estiró sus brazos por encima de su cabeza. Sus músculos se flexionaron, y mi cuerpo se estremeció. Me gustaba cuando hacía eso, y él lo sabía. El hombre utilizaba cualquier medio que se le ocurriera con tal de mantenerme en la cama con él.

—Necesitamos hablar —le dije, antes de que se estirara y me hiciera olvidar lo que iba a decir.

—Necesito tu coño —respondió mientras deslizaba su mano sobre mi muslo y me atraía hacia él.

—No —dije, retrocediendo rápidamente—. Primero necesitamos hablar — repetí. Lo dije en serio esta vez. Estábamos hablando de su hijo.

—Si hablamos, ¿puedo comer tu dulce coño después? —preguntó con sus ojos entrecerrados mientras luchaba contra un temblor. Él sabía que en cualquier momento en que quisiera besarme ahí abajo, siempre me encontraba dispuesta y lista. Había demostrado eso cuando me abrí para él en la barra de la cocina hace dos días.

—William, hablo en serio. Se inclinó y lamió un camino desde mi cuello hasta mi oído.

—Ángel, siempre hablo en serio sobre lamer tu coño. —¡Dios, este hombre!

—Se trata de tu hijo —solté antes de que él me hiciera olvidar.

William se congeló. —Hablé con Mary Ann. Ella dijo que podíamos ir a visitar a Mase. O solamente tú. Lo que prefieras. Pero ella está dispuesta a permitir que veas a Mase y que tengas una relación con él.

William lentamente se apartó de mi cuello y dirigió su mirada hacia la ventana. No me estaba mirando. Su mandíbula se apretó con fuerza. Sabía que había muchas posibilidades de que llamar a Mary Ann hubiera presionado demasiado. Que lo pondría furioso. Pero lo amaba, y quería que un día mirara hacia atrás y estuviera orgulloso de la vida que vivió. Él era una estrella frente los ojos del mundo, pero quería que fuera una estrella en su propia opinión.

—¿Por qué hiciste eso? —preguntó, su voz tensa.

—Porque te amo, y quiero que conozcas a tu hijo. Estaré contigo en cada paso del camino. Estaré para ti, pero‖el‖hombre‖que‖conozco…‖—Me acerqué y puse mi mano sobre su corazón—. Este corazón es una cosa hermosa. Y sé que quiere conocer a su hijo. No puedes decirme que no. No te voy a creer.

William cerró sus ojos con fuerza. —Joder, Maite.

Me arrastré hacia él y envolví mis brazos alrededor de su cuello. —Ella es muy agradable. Me agrada bastante. Ella no era nada como Georgianna. Creo que en otro tiempo, ella podría haberte hecho feliz. Pero tienen un hijo juntos ahora. No te alejes de ello.

Sus brazos finalmente se envolvieron a mí alrededor. —Nadie más que tú podría haberme hecho feliz. Tu amor es lo que hace que la vida valga la pena, Maite. Y si quieres que conozca al niño, lo haré. Pero no voy a estar jugando a la casita con ellos. Vas a ser la única familia que tenga. Tú y los niños que tenga contigo. Puedo amar al niño, pero su mamá no significa nada para mí. Lo sabes, ¿verdad?

Había dicho los niños que tuviéramos serían nuestra familia. Quería eso, también. Mucho. Pero él tenía otra familia. Y era hora de que lidiara con ello y lo aceptara. —Ella es la madre de tu hijo. En el fondo, eso significa algo, pero estoy bien con eso. Sé que me amas. No dudé de ello ni por un minuto.

—Si vas conmigo, voy a ir. Quiero que mi hijo te conozca, también.

Quería eso, y Mary Ann parecía estar bien con ello. Ella incluso le gustaba la idea de mí yendo. —Quiero conocerlo. Él va a ser parte de nuestra vida, William. Podremos amarlo, también. Hay suficiente amor en nosotros dos para eso.

William suspiró y me metió contra él. —Cuando pienso que ya conozco toda la belleza que hay en tu interior, vas y jodidamente me muestras más de la misma. ¿Cómo diablos conseguí que me amaras?

—Viste Indiana Jones conmigo —dije simplemente. Porque ese día, vi al verdadero William debajo. No me había botado por ser virgen. Me había respetado por ello. Luego me había hecho sentir bienvenida.

Se rió entre dientes. —No me des ningún crédito por ello, ángel. Era demasiado egoísta como para dejarte ir. Habría visto todas las películas de chicas en el mundo si eso hubiese significado mantenerte un poco más de tiempo junto a mí. Simplemente tuve la buena suerte que tuvieras un muy buen gusto en películas.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Ene 30, 2016 3:34 pm

16

William

Mase se parecía a mí. Y Maite se enamoró de él a primera vista. Mary Ann se enamoró de Maite en el momento que vio a mi ángel hablar y jugar con Mase como si fuera la cosa más natural del mundo.

Es raro ver a una aventura de una noche que apenas recuerdas, como la madre de un niño que, sin duda, es tuyo.

Luego de ver a Maite con él, una semilla de hambre germinó en mí. Quería esto con Maite. Quería una familia con ella. Quería verla con nuestro niño pequeño jugando en el suelo y riendo con él.

Ella tenía razón. Yo podría amar a este chico. Era mío. No quería defraudarlo. Quería ser parte de su vida. Dean era de la parte de Rush, y odiaba a su mamá. Por lo menos no odiaba a la madre de Mase. Simplemente no la conocía.

Maite podría tener una relación con Mary Ann. Me gustaría llegar a conocer a mi muchacho. Pero más que nada, quería el vientre de Maite grande con nuestro hijo en su interior. Quería sentir nuestro bebé dentro de ella y saber que creamos a ese pequeño. Sería mía para siempre. Ambos lo serían.

Contraté un jet privado para llevarnos a Texas, así que, cuando nuestra visita finalizó y Mary Ann y Maite concertaron algunas fechas para visitarlos, abracé a Mase y le dije que lo vería pronto.

Durante todo el viaje en coche de regreso, Maite sonrió de oreja a oreja. Siguió comentando cuánto se parecía a mí y cómo me había mirado con sus grandes ojos. Habló de cómo aplaudió las manos y se emocionó afuera con los caballos. Todo en Mase la sorprendió.

Y joder si no me enamoraba más profundo de esta mujer. No creí que fuera posible. Pero, al parecer, cuando se trataba de Maite, podría enamorarme cada día más. Ella tenía tanto amor.

Mantuve la mano en su espalda cuando llegamos al avión. Me gustaba tocarla. Mary Ann también lo notó, y me sonrió. Parecía feliz de que hubiera encontrado a Maite. Era extraño, pero también se sentía bien. Tal vez podría ser amigo de Mary Ann después de todo.

—Me siento tan contenta de haber venido —dijo Maite por décima vez, mientras se sentaba en uno de los sofás de cuero del jet.

—Ya lo mencionaste —bromeé. La levanté y la puse en mi regazo.

—Fuiste muy bueno con él —dijo, mientras le mordisqueaba el cuello.

—Tú también —dije, porque, en verdad, fue increíble con él. Me sentía bastante seguro de que le gustaba más que yo. Deslicé la mano entre sus muslos—. Te imaginé embarazada de nuestro hijo. Me hizo poner duro. Me gusta la idea de saber que podríamos concebir juntos una vida. Qué me dieras un hijo. Qué fuera una parte de los dos.

Se puso rígida en mis brazos y se volvió para mirarme. —No puedo... Nunca podría hacerlo. Mi mamá ya se preocupa por mí, le rompería el corazón.

¿Qué carajo? —¿Tu mamá no quiere que tengas hijos? ¿O no quiere que tengas mis hijos?

Suspiró y apoyó la cabeza en mi pecho. —Mi mamá quiere que tenga hijos algún día. Pero querrá que esté casada cuando lo haga.

No sabía qué decir. ¿Casado? Bueno, joder. Ni siquiera lo había pensado. Me quedaría con Maite para siempre. Maldita sea, eso era un hecho; pero no pensé que tuviéramos que casarnos. No era algo que la gente de mi mundo hiciera a menudo, porque cuando lo hacían siempre terminaba mal.

Maite nunca se alejaría de mí. No la dejaría. La idea de que deseara abandonarme era aterradora. ¿Pero el matrimonio?

—No me siento lista para el matrimonio en este momento, William. Relájate. Eso no es lo que planteo. Solo que hablar de bebés está fuera de discusión para mí. Algún día cuando esté casada lo pensaré.

Un‖día,‖cuando‖esté‖casada.‖No‖dijo‖“cuando‖estemos casados”.‖A‖la‖mierda‖ eso. No se casaría con nadie más que conmigo. Nunca. Era mía.

La empujé hacia abajo en el sofá y comencé a quitarle la ropa. Tenía que recordarle que me pertenecía. Qué se apoderó mi corazón, y lo mucho que no podía vivir sin ella. Esta mierda de casarse un día era jodida. Se iba a casar un día, y joder, si no era conmigo. Mis bebés en su vientre. Mía. Toda mía.

—¿William?—preguntó ansiosa, dada la rapidez con que la desnudé.

—Ábrete para mí —contesté. El pánico en mi voz era evidente.

Abrió las piernas, y de inmediato me encontraba en su interior. —¡Joder, sí! —gemí, mientras me apretaba la polla como un guante—. Mío, Maite. Esto es mío. De nadie más. Solo mío —repetí como un loco mientras me movía dentro y fuera de ella.

—Sí, William, soy tuya —me aseguró.

Cuando envolvió una pierna alrededor de mi cintura, supe que casi estaba allí. Entrar y salir de su calor húmedo, hizo que todo en el mundo estuviera bien. Arregló todo lo que se hallaba mal.

—Mi ángel —le dije de nuevo, cuando su cuerpo empezó a temblar por el orgasmo y su coño apretó mi polla, me corrí con ella—. ¡Jodidamente te amo! — grité, cuando disparé mi liberación.

Cuando el clímax se disipó, la tomé entre mis brazos y la abracé. Me quedé en su interior. Me gustaba estar conectado a ella. Aliviaba todos mis temores.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Ene 30, 2016 3:41 pm

17

Maite

Mase vino a quedarse por el fin de semana dos veces ese verano. Fue duro para Mary Ann estar alejada de él, pero se hallaba determinada a permitir que Mase y William se conocieran. También le dio tiempo para sí misma. Incluso salía con alguien ahora.

Para el final del verano, Georgianna dio a luz una niña. Dijo que tenía el examen de paternidad hecho y que Nannette no era hija de William. De todas maneras, algo dentro de mí me decía que mentía. Pero William se rehusó a comprobar los resultados del examen. Dijo que la bebé era del ex prometido de Georgianna. Iba a pedirle que nos mostrara los resultados del examen cuando William pudiera escucharme. Pero justo ahora, iba a permitirle ajustar su vida con su nueva bebé y Rush.

Sería una batalla en la que me daría por vencida.

En los siguientes seis meses, Mase se volvió parte de nuestras vidas. Fuimos al zoológico y lo llevamos a un juego de los Lakers. Pasamos tardes en la playa cuando el clima era cálido. Cada vez que veía a Mase sonreírle a su papá, sentía un apretón en mi corazón. Adoraba verlos juntos.

Georgianna nunca volvió a aparecer. Dean tenía que viajar para recoger a Rush. Ella tenía un bebé ahora y se rehusaba a llevarle a Rush a Dean. A él no parecía importarle, y William lo prefería así. Todavía odiaba a Georgianna.

Cuando los chicos tuvieron que irse a trabajar para grabar una nueva canción para el nuevo álbum mientras Rush y Mase se hallaban de visita, los cuidé. Esos niños habían robado una pieza de mi corazón.

18

Mayo de 1993

Maite

La gira de verano de Slacker Demon comenzó. Una vez más, su álbum más reciente se volvió platino, y me encontraba lista para viajar con William. Se negó a que fuera de otra manera. Dean convenció a Trac, Brit y Dash que sin mí, William sería un desastre. Que todos me necesitaban ahí para sobrevivir a la gira.

Pasamos el fin de semana con Mase, lo extrañaría en los siguientes cuatro meses. William también parecía un poco triste de verlo irse. El pasado año, se habían unido, y agradecía eso.

También, Mase hablaba mucho, y eso era adorable. Me llamaba "Emmy" al igual que Rush. William les había seguido la corriente y me llamaba Emmy más a menudo que Maite. Mary Ann se encontraba en una relación seria, pero William no parecía preocupado por eso. Me dejaba ser amiga de Mary Ann, pero rara vez le hablaba.

Me levanté antes de que el sol saliera. Mis ojos se abrieron de golpe, y las oleadas de náusea que me revolvieron el estómago ayer volvieron. Llegué al baño justo a tiempo. Por suerte, ayer durante esta hora William dormía. Creí que se debía a algo que comí, pero ahora las tenía otra vez y me sentí bien todo el día de ayer luego de enfermarme. No podía tener un virus estomacal justo ahora. No cuando debíamos partir a la gira esta tarde.

Tendría que quedarme. William estaría tan molesto. Para ser sincera, también yo. Lo extrañaba cuando se encontraba lejos, aunque fueran por un par de horas de práctica. Rara vez nos separábamos, y la idea de ello dolía. Me agradaba tan poco como a él. Pero mientras agarraba el asiento de porcelana, supe que no sería capaz de volar. En su lugar, necesitaba ver a un médico.

Lo sentí antes de que hablara. Estirándome, tiré de la cadena y agarré un paño para limpiarme la cara. Luego me giré. Él me observaba con preocupación y miedo en su hermoso rostro. La última vez que enfermé, tuve amigdalitis. Uno creería que me encontraba en mi lecho de muerte por la forma en que él se hallaba sobre mí. Nunca se iba de mi lado, y me tomaba la mano incluso mientras dormía.

—Creo que debería ir a ver a un médico y reunirme con ustedes durante la semana —dije, intentando sonar valiente. Si pensaba por un momento que estaba molesta, se quedaría conmigo. Todos los espectáculos se habían agotado, y comenzaban mañana en la noche en Boston. Él tenía que ir.

—No me iré sin ti —dijo con total naturalidad, entonces comenzó a mojar un paño con agua fría antes de agacharse a mi lado y limpiarme la cara—. No te dejaré si estás enferma. Lo sabes. Lo saben.

—Boston —dije débilmente, con ganas de meterme a la cama y dormir. Me encontraba cansada.

—Que se joda Boston. No te voy a dejar.

Tenía que dejarme. Y yo tenía que mejorar.

—Lo siento. Estaré bien. Déjame descansar, y para la tarde, estaré lista para irnos.

No pareció muy convencido.

—Voy a llamar a un médico para que venga —dijo, poniéndose de pie y luego inclinándose para recogerme.

—No estoy tan enferma como para no poder caminar —le dije, divertida.

—Si mi ángel vomita, no va a caminar —repitió, y me llevó a la cama.

Dejé que me acostara. Luego me besó la frente.

—Voy a llamar a un médico. Descansa.

Abrí la boca para discutir, pero se encontraba fuera de la habitación antes de que pudiera. Cancelaría la gira si había algo mal conmigo. Necesitaba estar bien, o el mundo iba a odiarme. Sería la razón por la cual Slacker Demon canceló la gira. El sello discográfico se pondría furioso. Sería un caos. Tenía que estar bien.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Ene 30, 2016 3:45 pm

19

William

El médico me había echado de la habitación, lo cual no tenía ni un jodido sentido. Dijo que debía comprobar algo, y sería más fácil si esperaba afuera. La súplica suave de Maite fue la única razón por la que salí, pero estaba a punto de terminar con mi espera.

Esa era mi mujer y mi jodida habitación. Debía quedarme allí. Abriendo la puerta, encontré a Maite primero y me aseguré de que estuviera bien. Había una sonrisa nerviosa en su rostro mientras se sentaba en nuestra gran cama, luciendo tan condenadamente pequeña.

—¿Qué pasa con ella? —pregunté al doctor, tomando largos pasos hasta que llegué a su lado otra vez. Tocándola. Recordándome a mí mismo que ella estaba segura. Ella estaba bien.

—No hay nada malo, o al menos, espero que no —dijo en un tono alegre.

Aparté mi mirada de Maite para ver al doctor. ¿Qué diablos significaba eso? —¿Qué? —pregunté, frustrado por su respuesta.

—Voy a dejarlos solos. Maite te dirá los detalles —respondió dándole un guiño a ella, luego empacó su maletín y salió de la habitación.

—¿Qué significa eso? —pregunté, moviéndome a su lado y observando su rostro de cerca.

Respiré hondo, y la miré fijamente mientras su mano se movió a su estómago y la colocó allí como si estuviera protegiendo algo. Mi corazón se detuvo, y miré su pequeña mano extendida allí. Levantando mi mirada hacia ella, esperé.

—Estoy embarazada —dijo suavemente, y luego lágrimas llenaron sus ojos mientras una enorme sonrisa cruzaba su rostro—. Vamos a tener un bebé.

Mi corazón empezó a latir de nuevo y se estrelló contra mis costillas mientras dejé escapar un fuerte grito y tiré de ella a mis brazos. No habíamos estado intentándolo. Ni siquiera hablamos de ello desde que visitamos a Mase por primera vez. Pero yo había soñado al respecto. Pensé en maneras de proponérselo e imaginé una vida como esposo y padre. Sólo quería vivir esta vida con Maite y nuestro bebé.

A la mierda la estúpida gira.

La besé mientras cubría su mano con la mía. —Mío. Esto es mío —repetí entre besos, y la sostuve contra mí—. Cásate conmigo, Emmy. Quiero que seas mi esposa. Quiero que tengas mi apellido. Esperaba el momento perfecto, cuando tuviera el anillo perfecto, pero no puedo pensar en nada más perfecto que aquí y ahora.

—Sí —dijo, besándome de vuelta—. Sí, sí, sí—repitió.

Presioné su espalda sobre la cama y levanté su camisa para que yo pudiera acariciar su estómago. —Te amo, Maite. Siempre te amaré. Esta vida y la siguiente y la siguiente después de esta. Siempre te amaré solo a ti.

Su suave risa llenó la habitación. —Solo tenemos una vida —dijo.

Sacudí mi cabeza. —No creo eso. No voy a aceptarlo. Quiero un millón de vidas contigo. Tú eres mi cielo.

—Dios, William, dices las cosas más dulces. —Colocó sus manos en mi cabello.

—¿Puedo entrar en tus bragas ahora? —Bromeé.

Ella levantó sus caderas en respuesta, y la jalé por sus piernas e hice un camino de besos hasta el interior de sus muslos. Este era mi hogar.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Ene 30, 2016 3:47 pm

20

William

Era pequeña y perfecta. Lucía justo como su mamá. Lo cual era algo jodidamente loco que decir, porque hasta este momento, creía que todos los bebés se veían igual. Pero esta no era una criatura aplastada. Era hermosa. Hasta sus labios lucían como los de Maite.

—Aquí está tu papi —susurró Maite al bulto rosado en sus brazos. Se la habían llevado justo después de haber nacido para hacerle algunas pruebas. Estaban preocupados por su corazón, lo cual me había asustado. Maite había sostenido mi mano y reasegurado que nuestra pequeña estaría bien. Le rezó a Dios, así que confiaba en gran hombre para salvar a nuestro bebé. Desearía poder confiar en él tanto.

—Harlow Manning, conoce al papi más maravilloso del mundo. Afortunadamente para ti, sucede que es el tuyo —dijo Maite mientras extendió a la pequeña que habíamos hecho juntos para que la agarrara.

Maite me había dado a una niña. Nuestra hija. El anillo de diamante en su dedo brillaba bajo las luces fluorescentes en la habitación del hospital. Hace seis meses, había caminado por el pasillo de una iglesia en Carolina del Sur y había prometido amarme por siempre. Había pensado que ese era el día más feliz de mi vida. Pero sujetando al pequeño bulto rosado en mis brazos mientras su madre me miraba con tanto amor, no podía ser superado ni siquiera por el día de nuestra boda.

—Luce como tú —dije mientras estudié el pequeño rostro de la bebé.

—También te veo en ella.

Pensé que ella estaba imaginando cosas, pero no me importó. Quería que mi hija se luciera como su madre. Tendría dos ángeles en la tierra ahora.

—La mantendré a salvo. A ambas. Mis chicas siempre serán las personas más importantes en mi vida. Nada vendrá antes que ustedes dos. Lo juro.

Maite rio. —Te creo.

—Gracias por esto. Por ella. Por darme esta vida.

Su mano se extendió y tocó mi cintura.

—Te amo, William Manning. Gracias por mostrarme al hombre que nadie más logra ver.

Acurruqué a mi bebé contra mi pecho y me senté en el borde de la cama. Tenía todo en la vida ahora. No necesitaba más. Esto era todo lo que necesitaba. Todo lo que jamás necesitaría. Mi vida estaba completa. Mi mundo era perfecto. Y nada podría apartar nunca de mí a estos dos ángeles.

La puerta se abrió detrás de nosotros, y un doctor entró al cual había visto antes con Harlow.

—Soy el Dr. Gavins. Soy el pediatra de guardia esta noche, y chequeé a Harlow más temprano. Tenemos algunas preocupaciones. Detectamos un soplo cardiaco, y aunque puede que no sea nada grave, necesitamos hacer unos exámenes más. La moveré a la Unidad de Cuidado Intensivo neonatal. Necesita ser monitoreada por el equipo apropiado.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Ene 30, 2016 3:50 pm

21

Maite

William tomó mi mano entre las suyas mientras el último reporte de Harlow fue entregado. Había sido dada de alta del hospital ayer, por lo que William consiguió un cuarto para usarlo nosotros mientras Harlow aun estaba aquí. No podía dejarla. Me negaba. Ella nos necesitaba.

—Ella estaba azul —dijo William lentamente, mientras lo procesaba.

Había flujo de sangre excesivo desde el lado izquierdo de su pequeño corazón hacia el lado derecho. Tenía dificultades para respirar. Inhalé profundamente, como si así pudiera respirar por ella. Había estado respirando por ella por nueve meses ahora. La quería de vuelta en mi interior, donde ella se encontraba segura. Protegida.

—Va a estar bien —repetí, para calmarlo y para recordármelo a mí. Dios no nos daría a esta bebita para amarla y luego arrebatárnosla así. Simplemente no creía que él fuera tan cruel.

—Cateterismo cardiaco suena demasiado terrible, Emmy. ¿Por qué no podemos sostenerla? Debe tener miedo.

No sabía que decirle. Esperaba pacientemente porque mi mamá llegara aquí. Ella había planeado venirse una vez que llevara a Harlow a casa para así poder ayudarme. Pero quería a mi mamá. William pagó por su boleto de avión y me la tría de camino.

—Ella sabe que la amamos. Puede sentirlo. —Tenía que creer eso, también. Necesitaba que ella supiera que la amaba.

—Es‖demasiado‖diminuta.‖Si‖esto‖no‖funciona,‖ellos‖querrán…‖a…‖mierda,‖ ni siquiera puedo decirlo.

Si esto no funciona, Harlow tendría que tener una cirugía. Posiblemente la primera de muchas antes de que llegara siquiera a los tres años. Ellos nos habían dicho todo por los últimos días. Teníamos que usar batas y máscaras y volver y verla tres veces al día. Cada vez que tuvimos que dejarla de nuevo, lloraba.

William me sostuvo, y esperábamos hasta que pudiéramos ir a verla de nuevo.

—Es una Manning. Es fuerte. Es tenaz. Y es amada. Estará bien —dije las palabras en voz alta. Necesitaba que fuera así. Lo creía. Lo aclamaba, y no permitiría que no fuera verdad.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Ene 30, 2016 3:59 pm

22

Enero 1995

Maite

Observé como mi niña pequeña caminó hacia mí. No tenía un perfecto equilibrio, pero caminaba. Algo que no debía estar haciendo todavía. Los doctores dijeron que se desarrollaría más tarde que otros niños de su edad, sin embargo, había caminado a los nueve meses. Harlow era pequeña para su edad, pero parecía saludable.

—¿Dónde están mis chicas? —La voz de William resonó a través de la casa y Harlow empezó a aplaudir al sonido de la misma. No estaba segura a quien adoraba más, William o Harlow.

—Aquí están —dijo William, entrando en la habitación y se inclinó para coger a Harlow mientras se contoneaba hacia él lo más rápido que podía. La levantó y besó su vientre haciéndola reír, mientras se sentaba en el sofá junto a mí—. Hola, ángel —dijo, besándome como si no me hubiera visto en una semana.

—Daddadaddadda. —Harlow empezó a cantar, queriendo su atención.

Riendo, rompí nuestro beso y le sonreí a nuestra hija, que ahora está poniendo descuidados besos con la boca abierta en la cara de su padre.

—La vida es dulce cuando puedes venir a casa para toda esta clase de amor —dijo William, mientras besaba a Harlow debajo del cuello, haciéndola chillar con deleite.

—Creo que ella te extrañó —dije, extendiendo la mano para envolver uno de sus rizos oscuros alrededor de mi dedo. Ella tenía el pelo sedoso.

—Yo la extrañé también. Y extrañé a su mamá. Extrañé a su mamá una cantidad de mierda. No puedo esperar para tener a su mamá desnuda. Tengo planes‖para‖ese‖co…‖—Cubrí su boca con mi mano antes que pudiera continuar. William podría ser el mejor padre del mundo, pero olvidaba que maldecir y hablar sobre mis partes privadas no estaba bien delante de Harlow.

Él mordisqueó mis dedo y movió mi mano. —Mantenlo limpio —dije sonriendo.

—Yo solo te extrañé —dijo con un mohín que supuestamente iba a hacer todo mejor.

—Te extrañé también. Y esta noche podemos pasar algún tiempo juntos.

Harlow colocó su pequeña mano en la cara de William como yo la tenía y él fingió morder sus dedos también, haciéndola reír.

La próxima semana, estaríamos cuidando a Mase mientras Mary Ann se iba de luna de miel. No podíamos viajar todavía con Harlow, así que nos perderíamos la boda, pero mi madre volaría y traería a Mase para quedarse con nosotros. Ansiaba tenerlos a todos juntos como una familia. Mase era casi de cinco ahora y yo no quería que pensara que no encajaba en nuestra familia. Quería a ese pequeño como si fuera mío.

—Voy a estar extra necesitado esta semana, ya que vamos a tener ambos niños la próxima semana. Tener a Mase aquí siempre nos mantiene ocupados. Y echo‖de‖menos‖mi‖co…‖—Cubrí de nuevo su boca antes que pudiera decirlo.

Harlow empezó a aplaudir de nuevo. Habíamos dicho la palabra mágica: Mase. Ella amaba a su hermano mayor. Por suerte, él le devolvía el afecto. Cuando ella era un bebé y frágil, él solía cantarle canciones y contarle historias mientras se sentaba en el suelo junto a su cuna. Se preocupaba por ella, solía llamar y hablar con William y conmigo a menudo, para ver si estaba bien.

Ahora que ella era capaz de jugar, le dio toda su atención cuando estuvo aquí. Y ella lo adoraba.

—¿Dije Mase no? —dijo William con una sonrisa.

Asentí. —Sí —contesté.

Harlow estaba mirando alrededor de la habitación como en busca de Mase.

Me reí y me incliné sobre William. —Te amo —le dije. Aunque se lo había dicho ya dos veces hoy. Una vez esta mañana en la cama y luego de nuevo en el teléfono más tarde.

—Te amo más —contestó, y besó mi cabeza—. Siempre te amo más.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Ene 30, 2016 4:07 pm

23

Diciembre 2014

William

En cada vida, creo que a cada alma se le da un compañero. No me malinterpreten, creo que una persona puede caer en el amor más de una vez. Pero encontrar a tu alma gemela es un asunto completamente diferente. Tu no sólo amas a esa persona, él o ella te adora. Esa persona es tu mundo. Tu razón de vivir. La única cosa en esta vida que hará que todo esté bien. Cuando encuentras a tu alma gemela, has encontrado tu propósito. Ama a esa persona. Experimenta la vida con esa persona.

El problema con todo esto, ¿qué pasa cuando pierdes tu alma gemela? ¿Cuándo esa persona que te encantaría follar toda la eternidad ha sido arrebatada de ti? Te destruye. Te hace añicos. Toman una parte de ti que nunca volverá. Nadie puede curarte. Nadie puede ocupar el lugar de tu alma gemela. Esa persona será para siempre tu otra mitad. Tú único y verdadero amor.

Mi vida comenzó duro. Mi infancia apestó. Pero pase a través de los tiempos difíciles y me las arreglé para hacer creer al mundo que era una estrella de rock. Yo estaba perdido, aunque tenía más dinero que una sola persona necesita. Tenía la fama que no muchas personas experimentan. Pero yo estaba perdido.

Hasta Maite.

Ella me cambió. Me mostró el color en la vida. Me dio una razón para amar esta vida que me dieron. Ella me amaba de una manera, como nunca nadie me ha amado. Maite es mi alma gemela. En esta vida y en la siguiente, será el alma que me completa.

El día que recibí la llamada que había estado en un accidente de coche, no pensé que me las arreglaría para sobrevivir. ¿Cómo podría sobrevivir cuando la mujer a la que estaba destinado a pasar mi vida se había ido?

Me dieron otro milagro. Ella se aferró. Después de cinco años en coma, no dejaba de luchar. Sus ojos se abrieron, y aunque había un vacío en ellos ahora, donde la luz de mi Emmy solía estar, ella estaba allí. Su alma, su corazón, la forma en que ella me ama todavía están en su interior.

Durante años, me vine abajo tras el accidente de Maite. Perdí contacto con la vida. Las drogas y el alcohol se convirtieron en mi muleta. Mi hija fue criada por la madre de mi esposa. Yo no era capaz de ser padre. Apenas era un ser humano.

Ahora, veinte años más tarde, me siento al lado de mi esposa, su suave, frágil mano en la mía. Miramos hacia el lago, y le cuento historias de nuestro pasado. Le recuerdo lo mucho que la amo. Y le recuerdo que voy a amarla en la próxima vida, también. Ella ya no puede ser capaz de hablar, y su cuerpo ya no puede funcionar de la manera que lo hizo una vez, pero por dentro es mi Emmy. Ella recuerda todas nuestras aventuras juntos. Sabe que por un corto tiempo, teníamos todo.

El golpe en la puerta detrás de nosotros me hace sonreír. Ellos están aquí.

—Tenemos visitantes, Emmy. Nuestra nieta está aquí para vernos.

¿Estás lista? Ella se parece tanto a Harlow.

Puedo ver lo que creo que es una sonrisa tratando de tocar sus labios. Presiono un beso en su mejilla y sostengo su rostro en mis manos. Esta mujer es mi salvación. Ella es mi ancla en este mundo. —Mi ángel —le susurro a ella, recordándole quién es ella para mí. Entonces se abre la puerta, y nuestra hija camina con un pequeño bulto de color rosa en sus brazos.

Fin

Nos Vemos En When I'm Gone(La Historia De Mase)
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Mensaje por asturabril Sáb Ene 30, 2016 7:35 pm

Gracias por subirla Tami cheers cheers I love you I love you
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Mensaje por EsperanzaLR Dom Ene 31, 2016 5:42 pm

Gracias por compartirla Tami muy Linda Novela
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Mensaje por asturabril Dom Ene 31, 2016 6:49 pm

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Mensaje por EsperanzaLR Miér Feb 03, 2016 2:04 pm

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Mensaje por asturabril Miér Feb 03, 2016 7:59 pm

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Mensaje por EsperanzaLR Jue Feb 04, 2016 3:59 pm

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Mensaje por EsperanzaLR Vie Feb 05, 2016 4:13 pm

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Mensaje por EsperanzaLR Mar Feb 09, 2016 4:32 pm

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Mensaje por EsperanzaLR Miér Feb 10, 2016 4:21 pm

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Mensaje por EsperanzaLR Jue Feb 11, 2016 2:10 pm

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