Foro Maite Perroni & William Levy (LevyRroni)
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WebNovela LevyRroni Simple Perfection(+18)

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WebNovela LevyRroni Simple Perfection(+18) - Página 2 Empty Re: WebNovela LevyRroni Simple Perfection(+18)

Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 28, 2015 12:43 pm

22

Maite

Braden abrió la puerta y envolvió sus brazos a mí alrededor en un rápido movimiento. Bajé el bolso que cargaba y la abracé de vuelta con la misma ferocidad.



—¡Llegaste! Te eché de menos —dijo Braden mientras me apretaba una vez más, para después alejarse y echarle una mirada a Tripp. No pasé desapercibido el brillo apreciativo en los ojos de Tripp cuando miró a mi mejor amiga. Braden tenía unos grandes, redondos y serios ojos azules y largas, curvadas y oscuras pestañas. Sus rizos castaños eran completamente naturales. Los había codiciado por años.



—Braden, este es mi amigo Tripp. Tripp, esta es mi mejor amiga, Braden Fredrick.



—Y yo soy su esposo, Kent —dijo Kent mientras aparecía detrás de Braden. Le sonreí. Sentí como que debería disculparme por Tripp, y de repente estaba agradecida que se quedara en un hotel. Braden amaba a su esposo, pero cuando Tripp quería ser encantador, él lo convertía en una dios.



—Es genial conocerlos a ambos —dijo Tripp con una sonrisa con complicidad. Probablemente debí haberlo pellizcado.



—Entren —dijo Braden, retrocediendo.



—Tengo planes esta noche así que necesito partir. Volveré cuando estés lista para irte, Maite —dijo él, y me guiñó el ojo. Estaba siendo dulce a propósito.



—De acuerdo. Ve a beber una cerveza. Creo que la necesitas —le dije, y rio antes de voltearse y volver a su motocicleta.



—¿Conduce una Harley? —preguntó Braden, mirándolo mientras se alejaba.



—Detente antes que Kent salga y trate de golpearlo —susurré, y entré, dejando que la puerta se cerrase tras de mí.



—¿Qué? Kent sabe que lo amo. Solo estaba mirando. Estoy curiosa sobre con quién has estado viajando en estas dos últimas semanas.

Una lenta sonrisa se extendió en el rostro de Dean. ―Estaré‖condenado.



Probablemente, pero no iba concordar con él. Solo esperé.



―Demonios, sí, voy a estar en tu junta. Mi nieto va a crecer en esta ciudad y el Club Kerrington y los miembros de aquí serán una gran parte de su vida. Quiero asegurarme de que tenga lo mejor.



Tenía la esperanza de que se sintiera de esa manera. ―Gracias, señor. Lo aprecio. Estoy honrado de que usted vaya a ser parte del futuro del club.



―Yo también ―dijo, echándose hacia atrás en su silla―. Pero, William, si vamos a hacer esto, entonces debes dejar de llamarme señor. Me hace parecer viejo. Salgo con chicas más jóvenes que tú, hijo.



Pude no haber sido capaz de sonreír, pero era divertido. ―Estoy seguro de que sí ―contesté.



―Eso fue bastante malditamente divertido. ¿Qué te pasa, muchacho? No parezco conseguir que sonrías.



No quería hablar de Maite con Dean. No lo entendería. Como había dicho, estaba con una chica diferente cada noche.



―Cosas personales. Estoy trabajando en ello.



Dean se frotó la barbilla, luego inclinó la cabeza mientras me miraba muy de cerca.



―Es una mujer. Esa mirada siempre es causada por una maldita mujer. No te molestes en negarlo. Puedo verlo por toda tu cara.



No lo admití pero tampoco lo negué. En su lugar, bajé mis ojos a la mesa y me desplacé por unos papeles. Tenía un contrato que Dean tenía que firmar y necesitábamos discutir su salario mensual, no es que él lo necesitara.



―¿Quién es ella? ¿Qué hizo? ¿Está metida bajo tu piel y estás listo para correr, o ya te tiene en su gancho y está tratando de dejarte ir?



Saqué el contrato, tomé mi pluma y lo empujé sobre la mesa. ―Ninguno de los dos. Necesito que firmes el contrato diciendo que todo lo que discutimos sobre el club es confidencial. Tu salario está registrado también.



Dean no se acercó para tomar el papel. Todavía se encontraba enfocado en mí. Comenzó a negar con la cabeza y dejó escapar un silbido.



―William hijo de pu*ta Kerrington está enamorado. Demonios, está claro como el agua. Tengo que llevar mi cu*lo de regreso a Los Ángeles. Ustedes los jóvenes se vuelven locos cuando ven una cara bonita. Hay muchos peces. Montones de malditos hermosos peces. ¿Por qué preocuparte por uno cuando puedes tenerlos a todos? Una morena el lunes y una pelirroja el martes, gemelas el miércoles, una rubia con grandes tetas el jueves, una belleza asiática el viernes y a su hermana el sábado, luego el domingo es cuando invitas a una de cada una y tienes una gran fiesta todo el maldito día. No hay necesidad de quedarte con solo una.



Ese era un discurso muy similar al que nos dio un verano cuando Rush nos llevó en un viaje por carretera para ver a Slacker Demon en Atlanta. Habíamos tenido, por supuesto, acceso tras vestidores y pasado el rato con la banda. Era la vida de Dean. En aquel entonces, yo había pensado que esa era una vida solitaria. Ahora que había tenido a Maite, sabía que definitivamente era una vida solitaria. No estaba interesado.



―Sólo quiero a la única ―le dije.



―Debe ser especial ―dijo y se inclinó hacia adelante para recoger la pluma―. No estoy firmando por mi vida o añadiéndote a mi testamento, ¿cierto?‖―preguntó.



―No, sólo estás de acuerdo en mantener confidenciales los negocios del club.



―No necesito el dinero. Ponlo en un fondo fiduciario para Nate. Rush lo creó.



Había esperado mucho. ―Sí, señor ―Su cabeza se levantó―.‖ Quiero decir, Dean ―dije, corrigiéndome.



Él asintió.‖ ―Mejor.‖ ―Luego se levantó y dio una palmada sobre la mesa―.‖Se ve bien en ti, muchacho. Se ve realmente bien en ti ―dijo, luego se dio la vuelta y salió de la oficina.



Tenía a Dean. Ahora necesitaba hacer mi siguiente llamada.


Braden abrió la puerta y envolvió sus brazos a mí alrededor en un rápido movimiento. Bajé el bolso que cargaba y la abracé de vuelta con la misma ferocidad.



—¡Llegaste! Te eché de menos —dijo Braden mientras me apretaba una vez más, para después alejarse y echarle una mirada a Tripp. No pasé desapercibido el brillo apreciativo en los ojos de Tripp cuando miró a mi mejor amiga. Braden tenía unos grandes, redondos y serios ojos azules y largas, curvadas y oscuras pestañas. Sus rizos castaños eran completamente naturales. Los había codiciado por años.



—Braden, este es mi amigo Tripp. Tripp, esta es mi mejor amiga, Braden Fredrick.



—Y yo soy su esposo, Kent —dijo Kent mientras aparecía detrás de Braden. Le sonreí. Sentí como que debería disculparme por Tripp, y de repente estaba agradecida que se quedara en un hotel. Braden amaba a su esposo, pero cuando Tripp quería ser encantador, él lo convertía en una dios.



—Es genial conocerlos a ambos —dijo Tripp con una sonrisa con complicidad. Probablemente debí haberlo pellizcado.



—Entren —dijo Braden, retrocediendo.



—Tengo planes esta noche así que necesito partir. Volveré cuando estés lista para irte, Maite —dijo él, y me guiñó el ojo. Estaba siendo dulce a propósito.



—De acuerdo. Ve a beber una cerveza. Creo que la necesitas —le dije, y rio antes de voltearse y volver a su motocicleta.



—¿Conduce una Harley? —preguntó Braden, mirándolo mientras se alejaba.



—Detente antes que Kent salga y trate de golpearlo —susurré, y entré, dejando que la puerta se cerrase tras de mí.



—¿Qué? Kent sabe que lo amo. Solo estaba mirando. Estoy curiosa sobre con quién has estado viajando en estas dos últimas semanas.



—Seguro que lo estás —habló Kent arrastrando las palabras y agarrando su trasero antes de presionar un beso en su boca—. Iré a hacer algo de café — dijo, y luego caminó a la cocina.

Cuando Kent estaba fuera de la distancia auditiva, Braden agarró mi brazo y me empujó a la sala de estar. —De acuerdo, ¿cómo estás? ¿Cómo están tus noches de terror? ¿Tú y Tripp se llevan bien?



—Tan bien como podía esperar, iguales, y sí.



Braden frunció el ceño. —Necesito más información que esa.



Suspiré y me senté en su sofá. —Lo extraño. Lo extraño mucho. Pero está mejor sin mí. Incluso él sabe que está mejor sin mí.



—¿Cómo sabes que está bien sin ti? ¿Has hablando con él?



—No, pero no ha intentado buscarme. Tu misma dijiste que no te ha llamado. No ha llamado a Tripp. Nada. Hice lo que él quería. Muy en el fondo quería esto y lo obtuvo. Así que, tengo que descubrir cómo vivir. Esa era mi última meta, de todas formas.



Braden llevó sus piernas bajo de ella mientras se sentaba a mi lado. — Tienes un verdadero tío caliente motociclista ayudándote —dijo.



—¡Escuché eso! —gritó Kent desde el pasillo.



Braden sonrió y rodó sus ojos. —En serio. Parece agradable. ¿No te has liado con él? Digo, estás con él día y noche.



—Le di mi alma a William. Él siempre la tendrá.



Braden suspiró y asintió. —Seh, entiendo eso.



—Agradezco tener tu alma, Braden, porque no estoy seguro de poder golpear el trasero de ese motociclista. Es delgado, pero alto, y esos tipos siempre están escondiendo músculos bajo su ropa que no ves venir —dijo Kent mientras entraba a la habitación sosteniendo dos tazas de café.



Braden rio y yo logré formar una sonrisa. Podía confirmar los músculos de Tripp. Pasaba mis días con mi pecho presionado contra su espalda y mis brazos envueltos alrededor de él. Tenía buenos músculos. Muchos. También tenía tatuajes, lo que me había sorprendido. Podía ver a alguien rico y de la élite de Rosemary en él a veces, pero él trataba muy duro cubrirlo con tatuajes y arrogancia.



—Deja de ser celoso. Nada es más sexi que tú en traje y corbata. Ese corto cabello rubio y piel bronceada. Sé lo que tengo y no estoy buscando otro —dijo Braden mientras Kent se inclinaba para besarla y darle una de las tazas.



No quería ser testigo de este tipo de afecto en este momento. Por lo menos con Tripp sabía cómo era el sexo barato que estaba recibiendo. El romance era demasiado.



Braden leyó mi mente. Era muy buena en eso. —Ve adentro y deja a las chicas hablar. Necesitamos tiempo —le dijo a él, dándole una mirada que sabía que entendería. No dije nada. Necesitaba que se fuera. No más cursilería.



—Lo lamento por eso. No estaba pensando —dijo ella mientras él dejaba la habitación.



—Está bien. Tendré que aprender a tratar con esto el resto de mi vida. Tendré que acostumbrarme a eso desde ahora. Las parejas están en todas partes.



Braden se inclinó y agarró mi mano. —Encontrarás tu felicidad. Creo que estás equivocada sobre William, pero ya te lo he dicho. Él te ama. Sé que lo hace. Recuerdo al loco que vino persiguiéndote solo hace unos meses. Él te adora. Odio ver que dejaste eso ir.



¿Cómo podía mantenerlo? —No me podía quedar. Estaba cansado de mi locura. Escuché lo que dijo. No sabe que lo escuché, pero lo hice. Hablaba con Jace sobre cuando duro era tratar conmigo. Estaba cansado de ello.



—¡Qué! No te creo. Debiste haberlo malinterpretado. No puedo imaginarme a William diciendo eso. Y déjame decirte, si él lo hizo lo cortaré en pedazos. Lo. Cortaré. ¿Me escuchas? —Ya estaba elaborando un plan. Debí haber guardado aquello para mí misma. Sabía que la enviaría dentro de una rabia ciega.



—¿Qué dijo él exactamente? —preguntó, dejando su taza sobre la mesa y estudiándome por cualquier señal de mentira.



—Fue una conversación, en verdad. No puedo recordarlo exactamente.



—Tonterías. Esta grabado en tu cerebro y sabes exactamente lo que dijo. Palabra a palabra. Escúpelo.



No cedería hasta que lo dijera.



—Yo estaba en el club y buscaba a William. Decidí tomar las escaleras en vez del elevador, así que caminé por el hueco de la escalera y lo escuché hablar. No quería hacerlo a escondidas, pero escuché a Jace decir que no sabía cómo William había lidiado con la locura.



—¿Y qué hizo William? Por favor, dime que le dio un puñetazo en la nariz.



Sacudí mi cabeza y dejé que el entumecimiento me tranquilizara. No podía pensar sobre lo que estaba diciendo. —Él dijo que era lo que tenía que hacer. Que no podía dejarme sola pero que estaba afectando su trabajo —Me detuve y tragué, luego miré mis manos. A cualquier lugar excepto a Braden—. Dijo que al menos cuando Angelina estaba allí, le ayudaba. —Esa parte dolió más. Oírle decir que alguien como ella era más fácil. Que era lo que necesitaba. No alguien como yo. La loca.



—Tal vez no hablaba de ti. ¿No es su mamá una perra chiflada?



—No, es solo agresiva —expliqué. Había más. Jace dijo más—. Jace dijo que William necesitaba mantener su cu*lo lejos de la mier*da insana. Él tenía una corporación que dirigir.‖Y‖luego‖dijo…‖que‖no era justo que William lidiara con esos episodios locos. Que necesitaba arreglar el problema.



—Woods debió haberle pateado el cu*lo entonces —dijo Braden, su rostro volviéndose rojo.



Debía haber cambiado el tema, así podía calmarla. Pero necesitaba que entendiera que dejé a William por él. Esto era lo él que quería. Solo no sabía cómo pedirlo. —William dijo que no podía. Luego preguntó cómo haría eso.



Braden sacudió su cabeza, sus ojos abiertos por la incredulidad. —Eso no suena bien. Ese no es el mismo hombre con quien hablé…‖ cuando‖ vino‖ a‖ llevarte hace unos meses.



—No. Es el hombre que tiene sobre sus hombros la responsabilidad de un club de campo y de su madre de la noche a la mañana. Tiene reales preocupaciones y problemas. Soy más de lo que puede manejar ahora.



Braden siguió sacudiendo su cabeza. Le tomaría un tiempo procesar todo esto. No le había dicho a Tripp sobre esa conversación. No quería hablar de ello. No me presionó como Braden lo hizo, tampoco.



—No eres loca. No estás desquiciada.



—Sé que tú crees eso. Pero está en mi sangre, Braden.



Ella me dio una triste sonrisa. —No. No lo está. Hay algo que quiero mostrarte y necesito mucho decírtelo. Mientras estuviste montando en la parte de atrás de una motocicleta de un caliente semental por dos semanas, he estado haciendo algunas investigaciones.



—¿Qué?‖¿Qué‖quieres‖decir‖con‖algunas‖“investigaciones”?‖¿De‖qué?



—Maite Sloane, fuiste adoptada.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 28, 2015 12:46 pm

23

William

Darla Lowry, mi jefa de campo de golf, era ahora un miembro de la Junta. Era la única cosa que mi padre había conseguido enderezar. Confié en Darla con mi vida. Con Jace pensando en casarse con Betty, la sobrina de Darla, estábamos haciendo el nudo de la familia más apretado. Darla también era sabia. Era mayor que yo y había visto crecer y prosperar este club por más de veinticinco años. Se merecía un asiento en la Junta Directiva. También merecía el sueldo que viene con ese asiento.



Mi teléfono sonó y bajé la mirada para ver el número de Braden. No había hablado con ella en unos pocos días, pero siempre llamaba cuando tenía alguna información sobre Maite.



—¡Hola! —dije, rezando para que esto no fuese a ser algo malo.



—Sé por qué se fue. Había más que eso, como dije. Pero antes de que te diga algo, necesito que me hagas un par de promesas y escuchar todo lo que tengo que decir, porque no tengo miedo de ti o de tu dinero, William Kerrington. Te perseguiré como un perro y te enterraré, ¿me entiendes? —Braden estaba encendida y lista para atacar.



—Si puedes ayudarme a conseguir de vuelta a Maite, voy a caminar sobre la jodida agua

—contesté.



—Bueno. Ya me lo imaginaba. Sin embargo, piensa de manera muy diferente. Es de la creencia de que te ha hecho un favor. Que tú querías deshacerte de ella y no sabías cómo. Que se alejó y ahora estás aliviado y estás viviendo la buena vida.



—¿Qué? ¿Por qué demonios? ¿Qué co*ño le hizo pensar eso? ¿Le dijo Tripp eso? Porque te juro por Dios que lo mataré.



—Siéntate y toma un respiro. Tú hiciste esto. No vayas señalando con el dedo a los demás. En primer lugar, tengo que decirte acerca de una conversación que Maite escuchó el día antes de que se fuera corriendo. Será mejor que me digas lo que realmente oyó, porque lo que piensa que oyó hará que tu cu*lo asesino y sexy de motorista salga ileso. ¿Capisce?



—Por favor, dime lo que oyó, porque sinceramente no tengo ni idea.



—¿Tuviste una conversación en el hueco de la escalera con tu amigo Jace ese día?



¿El hueco de la escalera? Me senté en mi silla y recordé antes de que Maite se marchara y desgarrara mi mundo. Había hablado con Jace ese día. Acerca de mi madre. —Sí, lo hice.



—Y…



No estaba seguro de lo que quería que dijera. —¿Y qué?



Braden dejó escapar un fuerte suspiro. —¿De qué hablaron Jace y tú?



Diablos, no podía recordar. Mi madre me estaba estresando. Pensaba en la instalación de la nueva Junta Directiva. Iba a dejar a Maite volver al trabajo y dejar de asfixiarla. Nada de lo que debería haberla molestado. —No puedo pensar en una cosa que dije que le habría hecho abandonarme.



—¿Entonces Jace nunca te dijo que tenías que dejar de ocuparte de su cul*o loco? ¿Y no dijiste que esto afectaba a su trabajo y que era más fácil trabajar con Angelina? ¿Y Jace no dijo que tenías que deshacerte de la chiflada porque tenías una empresa que hacer funcionar?



Me alcé de mi silla. —¿Qué? —rugí.



—Yo no lo creo. No sonó como tú en absoluto. Si alguien había llamado a Maite chiflada habrías pateado su cu*lo. Maite, sin embargo, sentía lástima por ti por tener que aguantarla y pensó que era lo mejor para ti si ella se iba.



—¡Santo infierno! Juro por Dios que nunca dije eso. Jace nunca dijo eso; lo habría matado. Estábamos hablando de... estábamos hablando…‖oh,‖hijo‖de‖ pu*ta. —Sabía lo que escuchó. No había oído todo. Sólo oyó lo suficiente.



—Por favor, dime que no acabas de tener una epifanía y esta conversación en realidad pasó —dijo Braden, advirtiéndome.



—No. Por supuesto que no. Quiero decir, sí, pero no estábamos hablando de Maite. ¡Dios! Nunca de Maite. Hablábamos de mi madre. Acababa de causarme problemas en el club y hablaba con Jace acerca de cómo lidiar con ella.‖Yo…‖¡joder!‖No‖puedo‖creer‖que‖pensara‖que‖habláramos de ella. Voy a ir a buscarla. No puedo seguir con esto. Tengo que explicarle esto. Tiene que saber.



—¡No! Cállate, Kerrington. Te lo dije al principio de esta conversación qué harías lo que dijera. No he terminado de hablar contigo y decirte todo lo que necesitas oír. Así que cálmate y guarda en su sitio tus malditas llaves. Cuando sea el momento para que vengas a buscarla, te avisaré, pero esta vez creo que es realmente importante que vuelva a Rosemary por su cuenta. Corrió. Necesita encontrar su camino de regreso. La caballería puede quedarse y ser paciente.



—¡Tengo que verla, Braden!



—¿Quieres callarte y escucharme? Tengo información para Maite que necesita hacer frente primero. Cree que será una enferma mental, porque su madre y su abuela lo eran. Piensa que permanecer contigo significa que no podrán tener hijos debido a que su madre podría romperse en cualquier momento y volverse loca. Te ama más que así misma. Así se está asegurando de que no sufras ese ridículo destino que está convencida de que tendrás con ella.



—No tendremos niños. Sólo la quiero a ella. Si tiene miedo de eso, está bien. No tendremos niños. Tengo que decirle que sólo la quiero a ella.



—Sí, sí, sí, lo sé. Cállate, no he terminado. —Braden me interrumpió. Hice un puño mi mano alrededor de las llaves de mi carro y me moví para mirar auto estacionado afuera. Podía llegar a ella en cinco horas.



—Maite fue adoptada.

Muchas emociones corrieron a través de mí, no estaba seguro si iba a llorar o alegrarme o caer de rodillas y respirar hondo. Cara*jo. Esto era un cambio de juego.



—¿Fue adoptada? —Me las arreglé para no atragantarme.



—Sip. Fue adoptada. Sus padres adoptivos tenían miedo a tener hijos, porque tenían miedo de que la enfermedad mental de la abuela de Maite fuera genética. Así que adoptaron a un niño del Sistema de Adopción. Tenía dos años cuando lo adoptaron. Después, un par de años más tarde, adoptaron a una niña de una adolescente que aún no estaba lista para ser madre. Sabes el resto.



Fue adoptada. Su miedo de ser enferma mental como su madre era infundado. —¿Lo sabe?



—Se lo dije hoy. Lo sabe. He fijado una reunión con su madre biológica. Es una maestra de jardín de infancia. Está casada y tiene un hijo de diez años y una hija de ocho. Viven en Bowling Green, Kentucky. Su nombre es Glenda Morgan y quiere conocer a Maite. Dijo que trató de buscarla después de que naciera su hijo. Se había arrepentido y quería asegurarse de que estaba bien. Pero el archivo fue cerrado y no tenía dinero para contratar un investigador. Su marido estuvo de acuerdo que con su impuesto de la renta este año iban a encontrar a su hija en vez de tomar unas vacaciones en familia. Así que, cuando el investigador que contraté la encontró, estuvo tan emocionada como yo.



Quería que me gustara esa mujer, pero saber que su decisión de dar a Maite fue la razón del infierno que ella vivió, hacía difícil para mí perdonarla.



¿Dónde estaba el hombre que la embarazó? ¿Acaso no le importaba que haber dado a una niña?



—¿Qué pasa con su padre biológico? —le pregunté.



—Glenda lo ha contactado. Su nombre es Nilo Andrews. Vive en Phoenix, Arizona. Es un dentista. También se casó, con trillizos. Todas niñas. Quiere conocer a Maite, también. Su esposa está apoyando su decisión.



Una maestra de jardín de infancia y un dentista.



—He visto una foto de su madre biológica. Se parece a ella.



—Por favor, déjame ir. Quiero estar con ella durante esto. Me necesita.



—No, William. Lo que necesita es sentir que es fuerte. Con el poder de manejar todo esto por su cuenta. Sabe que no se volverá loca ahora. Esto es grande. Realmente grande. Ha vivido con ese miedo durante tanto tiempo. La está paralizado. Tiene que encontrar su propia fuerza ahora. Y tiene que regresar ti por su cuenta. Con la creencia de que es fuerte y digna de ti.



—¿Digna de mí? ¿Qué diablos significa eso? Yo le pertenezco a ella. ¿Cómo no puede ser digna de mí?



—Ambos sabemos eso, pero tiene que resolver esto por su cuenta. Tuvo mier*da toda su vida. Le cogí la mano por años. Entonces me dejó y en pocos meses había que soltarle la mano. No hay quien agarre su mano esta vez.



—No quiero que esté sola.



—No se trata de lo que quieres, William. Es sobre lo que necesita Maite.



Apoyé mi frente contra la ventana y cerré los ojos. No quería que tuviera razón. No quiero esperar a Maite. Pero no se trataba de mis deseos. Maite me amaba más que a sí misma. Me amaba lo suficiente como para irse porque pensaba que era lo mejor para mí. Había llegado el momento de demostrarle que la amaba más de lo que me amaba a mí mismo.



—Está bien. Pero, por favor, mantenme informado.



Braden dejó escapar un suspiro de alivio. —Sabía qué harías lo correcto. Para que lo sepas, creo que eres digno de ella, y eso es un gran obstáculo para alcanzar. Tú prometiste a caminar sobre el agua y me resulta a creer que Maite ya lo hace.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 28, 2015 12:47 pm

24

Maite

Su nombre era Glenda. Cuando me dio a luz era Glenda James. Se casó cuando tenía veintidós. Yo tendría seis años entonces. Se casó con un hombre que conoció en su primer año de universidad. Se enamoraron al instante. Tenían niños. Dos de ellos. Hoy la conocería. Y si todo iba bien conocería a su familia.



Me encontraba ante un momento surrealista. Uno del que no parecía poder librarme. La mujer mentalmente enferma que me crió no era mi madre biológica. No iba a ser como ella. La mujer que me dio a luz era profesora. Era madre y esposa.



Y mi hermano. Fue adoptado, también. No lo recordaba pero había sido una gran parte de mi vida. Mi madre se quedó rota después de perderlo a él y a mi‖padre… o su marido. Él no era mi padre biológico. Tantas cosas de lo que mi madre me decía no podían ser ciertas. Me decía que me daba el pecho y me dejó creer que sufría depresión después de mi nacimiento. Pero no estaba embarazada. No me dio a luz. Nada de eso era cierto. Ya no sabía qué era verdad.



—¿Qué estás pensando? —Me preguntó Braden mientras conducía por las transitadas calles de Atlanta. Glenda venía conduciendo con su familia a Atlanta. Nos íbamos a encontrar en una cafetería que Braden conocía. Todavía no tenía la seguridad de que pudiera tomar el almuerzo con esta mujer. Tampoco sabía qué preguntarle o decirle. Quería saber tantas cosas y a la vez tantas que no.



—Ella no sabe nada. No se lo dije. La encontré pero no parecía que fuera mi historia para compartirla.



Tampoco estaba segura de que le fuera a contar mi vida.



—¿Qué pasa si no sé qué decirle una vez que la vea?



—Entonces no digas nada. Haz lo que sea con lo que te sientas cómoda. Si hoy para todo lo que estás lista es para decir hola, entonces eso es lo que haremos. Cuando quieras más lo arreglaremos para quedar con ella de nuevo.



Braden siempre hacía sonar todo tan fácil. Esta mujer ponía a su familia en un coche y conducía hasta Atlanta para conocerme. Tenía que decir más que hola.



—¿No vas a venir conmigo? —Pregunté de nuevo. Braden me decía que tenía que hacer esto por mi cuenta. Era mi oportunidad para probarme a mí misma que era fuerte. Que era valiente y que no necesitaba a nadie que me sostuviera la mano. Sin embargo, ahora mismo pensaba que necesitaba a alguien que me sostuviera la mano. Me sentía aterrorizada.



—No me hagas esto. Quiero ir contigo. Odio la idea de que vayas sola, pero es por ti, Maite. Esto es por ti.



Tenía razón. Braden siempre la tenía. Asentí. —Lo sé. Gracias.

Miré mientras ella aparcaba el coche en frente de un café pequeño y pintoresco. Tenía mesas fuera y dentro. La multitud no era grande y reconocí a la mujer que me parió por la foto que Braden me había enseñado, sentada en una mesa en el patio a la derecha del edificio. Tenía una taza de café en su mano y miraba alrededor nerviosamente. Esto le daba miedo a ella también, supongo. Pero era valiente. Se encontraba sola.



—Ahí está —me dijo Braden, señalando hacia Glenda.



—La veo —le contesté, alcanzando el mango de la puerta.



—Puedes hacer esto.



Miré atrás a Braden y sonreí por primera vez en semanas. —Lo sé.



Sus ojos se encontraron con los míos en el momento en que salí del coche. Vi como ella se paró y me miró. Me dirigí a su mesa, aún insegura sobre qué le diría a esta mujer. Ella me dio la vida pero era una extraña.



—Maite —dijo como si necesitara comprobar y asegurarse de que era yo. Teníamos el mismo pelo, nariz y boca. Pero sus ojos eran marrones.



—Sí —contesté.



Jugueteó con sus manos un momento, y entonces cubrió su boca con una mano. —Lo siento. Solamente…No‖ sé…—Dejó caer su mano y me dio una sonrisa temblorosa—. He pensado en este día. Lo he pensado tantas veces y ahora estoy aquí de verdad, mirándote —Estudió mi cara, fijándose en las características que ahora sabía que eran de ella—. Tienes los ojos de Nile. Le gustará eso. Siempre le han encantado sus ojos —dijo con una sonrisa—. Son su mejor rasgo. Me alegro de que los tengas.



Sabía que debería decir algo pero no sabía qué. Decidí que no importaba si yo le gustaba o me aprobaba. No vine hasta aquí para ganarme su admiración. No era perfecta. Me encontraba dañada pero era una superviviente. Tenía eso para estar orgullosa.



—Me gustan mis ojos —dije finalmente.



Dejó salir una risa suave. —Son unos ojos preciosos. Siempre estuve celosa de los ojos de Nile. Solía decirle que eran demasiado bonitos para ser malgastados en un chico.



Sonaba como si ella se mantuviera en contacto con mi padre biológico. Quería saber acerca de eso, también. —¿Deberíamos sentarnos? —le pregunté, sacando una silla.



Glenda asintió y se sentó de nuevo. Su taza de café quedó olvidada. —Tu amiga, Braden, no me dijo mucho sobre ti. Dijo que tú deberías ser la que decida qué tengo que oír. Quiero saberlo todo, al menos todo con lo que te sientas cómoda contándome. ¿Qué haces? ¿Estás en la universidad?—Hizo una pausa y me sonrió—. Lo siento, te dejaré hablar.



Había una cosa que sabía: Glenda no iba a presionarme para saber la historia de mi vida. No era fácil de contar, y no tenía asegurado que no fuera a perderme en mí misma mientras se la contaba. Esa era una parte de mí que mantendría para mí misma. Si esta mujer se quedaba en mi vida, entonces quizás un día, pero no hoy.



—He estado viajando por ahí. Quería ver y experimentar cosas nuevas por un tiempo. Después tengo planeado volver a la universidad.



—Eso suena divertido. ¿Estás viajando sola?



Pensé en Tripp y me di cuenta que iba a tener que mandarlo a Carolina del Sur sin mí. No iba a ir allí ahora. Tenía que decidir cuál sería mi próximo traslado.



—Viajaba con un amigo mío. El vuelve a casa en Carolina del sur esta semana. Aún no estoy segura de qué es lo próximo que haré.



—Suena interesante —dijo mirándome cuidadosamente. Sabía que quería ahondar más profundo en mi vida pero no merecía eso.



No dije nada más. En realidad no tenía nada más que decir. Ahora que la veía y sabía que ésta era mi madre, me sentía como que tenía un cierre aquí.



—Casi me quedo contigo. Quería hacerlo. Amaba a Nile en ese entonces. Era el capitán del equipo de baloncesto y todo el mundo caía bajo su encanto. Pero él me elegía a mí. Era su chica y yo adoraba el suelo que pisaba. Cuando me enteré de que estaba embarazada quería quedarme con mi bebé. Quería casarme con Nile y quería una familia. Pero tenía dieciséis. No sabía nada de amor y corazones rotos. No sabía lo que era pagar facturas o cuanto costaban los bebés. Mi madre trabajaba como enfermera en ese entonces y mi padre era un trabajador de la construcción. Tuvieron una vida modesta y vivíamos de cheque en cheque. Yo, por supuesto, no entendía nada de eso. Estaba envuelta en el romance de todo. —Paró y tomó un sorbo de su café. Me contaba esto estando nerviosa, pero me di cuenta de que quería saber por qué. ¿Por qué me había dado en adopción?



—Nile venía de una familia adinerada. Mucho dinero. El padre de su madre era congresista y su padre era cirujano. Tenían grandes planes para Nile. Ser un padre adolescente no estaba en su lista. Creo que él me amaba en ese entonces. Lo creo de verdad. Siempre he pensado que lo hacía. Me dijo que tomaría algún dinero y nos escaparíamos y criaríamos a nuestro bebé. Nos casaríamos cuando cumpliéramos dieciocho. Me sentía llena de excitación. Hasta que todo cambió. —Podía sentir la tristeza en sus ojos. Como si recordar esto fuera duro para ella. Sucedió hace veinte años. No podía imaginar que aún lo lamentara. Sobre todo con la vida que tenía ahora.



—A Nile le ofrecieron una beca completa de baloncesto para la Universidad de Arizona. Decidió tomarla. Me dijo que no se veía listo para ser padre y que no pensaba que yo estuviera lista para ser madre. Éramos demasiado jóvenes. No teníamos idea de lo que hacíamos. Sabía que me repetía las palabras de sus padres. Me sentía furiosa y dolida. Intentó durante mucho tiempo hablar conmigo y que lo perdonara pero había terminado con Nile. Me traicionó. Prefería una beca por encima de mí o de nuestro futuro hijo. Mientras los meses pasaron y mi estómago se puso más grande, él salía de su camino para ayudarme en la escuela y hacer cosas por mí, como llevarme la bandeja del almuerzo. Continué ignorándolo. No apoyaba mi decisión de quedarme con el bebé. Quería que me rindiera. —Lágrimas inundaron sus ojos y me miró con una sonrisa triste antes de secárselas.



—Mientras se acercaba el día del parto, mi padre perdió su trabajo. Mi madre se vio forzada a inscribirnos en los cupones de alimentos para así poder comer. Peleaban todo el tiempo y sabía que era porque se sentían asustados. Pronto habría otra boca que alimentar. Un bebé que necesitaría pañales y alimento y guardería si yo iba a terminar la escuela. No quería eso para ti. No quería que tuvieras la vida que yo había estado viviendo. No me veía preparada para ser madre y quería que tú tuvieras más. Amaba a tu padre. Fuiste un producto de ese amor. Necesité sostenerte por primera vez para darme cuenta de que no podía hacerte esto. No podía llevarte a casa para vivir la vida que podía darte. No era suficiente. —Paró y tomó una respiración profunda—. Besé tus regordetas mejillas, y entonces te entregué a la enfermera y le dije que no podía mantenerte. Para encontrarte un buen hogar.



Me senté ahí y miré fijamente a Glenda. Su historia tenía sentido. Los adolescentes no eran maduros para ser padres. Lo sentí por ella, y era suficientemente joven para creer que entregarme era una opción mejor. Quizás si mi padre y hermano adoptivo no hubieran sido asesinados, lo hubiera sido. Mi madre puede que no se hubiera roto mentalmente si ellos hubieran vivido.
—Me gustaría conocer a tu familia —dije al final.



Una sonrisa apareció en su cara. —Eso me encantaría. Gracias,Maite.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 28, 2015 12:49 pm

25

William


Caminé hacia el bar y tomé el vaso de whiskey que Mitch, el barman del club, me ofreció. Había pasado mucho tiempo y esperaba a alguien. Me había enviado un mensaje hace una hora.



Justo cuando levanté el vaso a mis labios, Grant entró por la puerta y recorrió la habitación con la vista hasta que me encontró en el bar. Había estado fuera del pueblo más de lo normal este año. Era verano. Debió haber estado en su condominio, viviendo en Rosemary.



—Dame uno de esos, Mitch —dijo Grant mientras se acercaba al bar, y se inclinó contra él antes de mirarme—. Estoy de vuelta. ¿Cómo estás?



—¿Dónde has estado? —pregunté.



Su boca tuvo en una firme y vertical línea antes que se rindiera y dejara salir un suspiro. —No quieres saber —dijo, luego tomó un gran sorbo del whiskey.



Eso significa que ha estado con Nan. Ahí había una historia que no estaba seguro si quería saber. Grant era el mejor amigo de Rush. Eran como hermanos. La mamá de Rush había estado casada con el papá de Grant cuando eran niños. El matrimonio sólo duró unos pocos años, pero ellos se mantuvieron unidos. Lo que nadie esperaba era que Grant y Nan, la media hermana de Rush, hicieran algo más que pelear. Peleaban cuando eran niños y peleaban ahora. Grant era un gran chico. Nan era la segunda perra más grande del mundo. Angelina era la primera.



—Nan —dije simplemente.



Grant tomó otro sorbo y sostuvo el vaso de vuelta a Mitch. —Otro — replicó.



—Eso es un whiskey de treinta y tres años de Kentucky. Está hecho para ser servido y disfrutado, no para vomitarlo como un shot de tequila. —Señalé.



—Eres un elitista, Will. Besa mi trasero. Necesito más alcohol.



—Cualquier que pasa cinco minutos con Nan necesita alcohol. La pregunta es: ¿Por qué demonios lo haces?



Grant se tragó su segundo vaso de whiskey y me miró. —No hablemos de ella esta noche. ¿Por qué me llamaste? ¿Qué pasa?



Bien. No quería saber de Nan de todas formas. Si ella volverá al pueblo, Rush se enojará. Él ama a su hermana, pero ella odia a su esposa. De manera que Nan había dibujado una línea y Rush se había quedado al lado de Blaire. El regreso de Nana no sería genial. Desearía que se quedara en Los Ángeles con su papi. Hace poco había descubierto que el hombre que creyó era su padre en realidad no lo era. Su verdadero padre era un integrante de Slacker Demon. Aparentemente, la mamá de Rush amaba dormir con la banda en el día.



—Despedí a la Junta Directiva. Elegiré la mía propia. La Junta Directiva de mi padre no es para mí. Te quiero en la nueva que haré.



Grant bajó su vaso y me observó fijamente un minuto. —¿Qué acabas de decir?



—El club tiene una Junta de Directivos. La última ha tenido que irse. ¿Estarás en mi nueva Junta?



Grant le hizo un gesto a Mitch para que llenase su vaso. —Demonios, estoy agradecido de haber vuelto. Mucha mier*da loca pasa todo el tiempo aquí. Ningún lugar es un radar de drama como Rosemary. Incluso no la jodida L.A.



—¿Eso significa sí, que estarás en mi nueva junta? —pregunté, tomando un sorbo de whiskey.



Grant me sonrió. —Demonios, sí.



Sabía que lo haría. Eso hace a cuatro. Aun necesitaba hablar un poco más. —Tengo papeleo en mi oficina para que firmes. Pero esta noche, bebamos. Necesito una distracción.



Grant sacó un taburete y se sentó. —¿Dónde está Maite?



Había estado esperando esta pregunta, pero escuchar su nombre me conmovió. Se había reunido con su madre biológica hoy. Se suponía que Branden me llamaría esta noche y me haría saber cómo fue. Estaba ansioso y necesitaba pensar en algo más antes que tuviera que llamar.



—Se fue. —No me podría aguantar explicar algo más.



—¿Se fue? ¿Qué demonios hiciste?



—Lo jodí. Evadí algunas señales que debí haber notado. Estaba tan agotado para ver lo que necesitaba. La asfixié. —Era una larga lista de cosas que me di cuenta de las que era culpable.



—Maldita sea. La última vez que los vi, creí que iban camino al altar. ¿Cómo demonios cambió eso tan rápido?



—No está terminado. Estoy esperando. Ella volverá. La estoy dejando decidir si puede hacer esto. Por el momento, beberé un montón y viviré de llamadas de Tripp.



Grant bajó el vaso y dejó salir un diminuto silbido. —Ah, demonios, no. ¿Se fue con Tripp?



Sólo pude asentir.



—Mier*da, hermano. Lo siento. Si quieres mi ayuda para patear su trasero de playboy, te ayudaré.



En algún momento, eso hubiera sido exactamente lo que quería, pero ahora no. Tripp cuidaba de ella. Se aseguraba que estuviera a salvo. Era todo lo que tenía. Sacudí mi cabeza. —No. Está bien. Me mantiene informado. Se está asegurando que ella tenga todo para ser libre.



Grant frunció el ceño, y se inclinó hacia mí. —¿Estoy entendiendo que estás bien? Tu mujer se va con Tripp, ¿y tú estás bien con eso?



—Ella me ama.



Grant asintió. —Sí, lo hace.



—Volverá. Esto no está acabado. No puede. Dejé todo en ello.

No tenía que explicarle eso a Grant. Él lo comprendía. Sonrió y se recostó con su trago en su mano. —Tienes razón.

Mi teléfono sonó y lo saqué para ver el nombre de mi madre en la pantalla y lo devolví a mi bolsillo. No hablaría con ella. Estaba seguro que estaba enterada de que los antiguos miembros de la Junta habían sido despedidos. No estaría feliz por ello.



—¿Nan volverá? —pregunté.



Grant sostuvo el vaso en sus labios un momento más largo de lo necesario. Estaba evitándolo. Conocía el movimiento. Cuando finalmente lo situó en la barra, volteó su cabeza a mi dirección. —Sí. Volverá. Iré a casa de Rush cuando me vaya para decirle. Necesita prepararse.



—¿Le pediste que volviera? —pregunté. La atracción de Grant por Nan no tenía sentido para mí. Él ha visto cuán malvada podía ser. La había visto en su peor momento. ¿Cómo él podía querer eso?



—Demonios, no. Pero volverá. Kiro le compró una genial, una grande y costosa casa. La celeste que está por la colina al sur al final de la playa.



Kiro era el cantante de Slacker Demon y el padre de Nan. —Mier*da. Me gusta esa casa. ¿Cómo pudo conseguirla de él?



—Él está tratando de deshacerse de ella. No ha sido fácil de lidiar. Le causa problemas en cada oportunidad que tiene y él está bastante desesperado.



—No puedo decir que lo culpo. —Yo hubiera hecho lo que sea para mantenerme alejado de ella, también si fuera él. Nan era peligrosa cuando quería serlo.



—Me siento mal por ella, hermano. Sabe que se la compró para alejarla lo más lejos posible. Y solo quiere su atención.



—Él es el cantante principal en la más grande, la más legendaria banda de rock de nuestro tiempo. La ignoró la mayor parte de su vida. Él no es buen material de padre.



Grant frunció el ceño y pude ver que lidiaba con algo más. —Él tiene otra hija. La trata diferente. Le da cariño. La ama. Es obvio. Pero no es como Nan. Ella no ordena cosas y es callada. Creo que eso es lo que él quiere. Una tímida y dulce hija. Nan nunca será eso.



—¿Otra hija? ¿En serio? —Nunca había escuchado de Kiro teniendo otra hija.



—Sí. Vive con él, también. Tiene lo que Nan quiere y nunca tendrá. Porque Nan no puede ser ella. No puede ser lo que Kiro quiere. Lástima por ella. Siempre quiso atención. Ambos padres no se lo dieron. Rush es todo lo que siempre tuvo y ahora él tiene a Blaire y Nate. Lo perdió, también. No puedo evitar sentirme mal por ella. —Tomó un sorbo y lo dejó en la barra, y luego se puso de pie—. Entiendo que nadie comprende por qué tengo que hacer algo con ella, y seré honesto: a veces tampoco lo sé. Es jodida y cruel en todos los sentidos.



Asentí, porque tenía razón de eso.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 28, 2015 12:51 pm

26

Maite

—No debería haberte tenido. Si no fuera sido por ti llorando y manteniéndome toda la noche despierta yo no hubiera necesitado una siesta. No habría dejado a mi niño ir la tienda. Esto es tú culpa, Maite. Todo es tu culpa. Él sabe esto, también. Quería quedarse conmigo pero estaba cansada. Tan cansada. No me dejabas dormir —rugió mi madre, retrocedió y me golpeó el rostro. Tropecé hacia atrás y agarré el borde de la cama antes de caerme.



—Si te hubieras dormido en la noche y me dejabas ser una buena mamá con mi niño, él estaría vivo. Pero lo arruinaste todo. No quería otro bebé. Tu padre quería una niña. Dijo que completaría nuestra familia. ¡Tú no nos completaste! ¡Nos has destruido!



Me abracé a mí misma mientras mi madre me golpeaba. Traté de no llorar. Traté de no hipear. Si lloriqueo ella se enojaría aún más. Tenía que mantener la calma. Tenía que dejarla gritar. Lloraría pronto e iría a su habitación.



—Ve a la cama, y no te muevas. Los monstruos debajo de ella te llevarán. Vendrán a buscarte por ser una niña mala. Saben que es todo es tu culpa. Saben lo que me hiciste.



Nunca entendí porque me culpaba de la muerte de mi hermano —yo era una bebé cuando esto ocurrió— pero la dejaba gritarme y golpearme. Si yo me defendía sólo conseguía enojarla más. Una vez, me había golpeado en el desayuno y no desperté hasta la media noche. Estuve en la cocina con una almohada debajo de mi cabeza y una sábana cubriéndome. Había puesto dos platos de comida a mi lado.



Ya no contraataqué nunca más. Estaba muy asustada.



—¡Ve a la cama! —gritó mientras me apuraba a hacer lo que ordenó—. No salgas. No quiero verte —dijo antes de irse y estrellar la puerta detrás de ella. Escuché el familiar clic y supe que me había encerrado. Mi puerta siempre estaba bloqueada desde el exterior. Ella la controlaba.



—Buenas noches, mamá —susurré en lo que colocaba mis rodillas hacía mi barbilla y me balanceaba hacia adelante y atrás mientras fingía que tenía una vida mejor. Una donde podía salir y andar en bicicleta.



Abrí mis ojos y miré fijamente hacia el ventilador del techo. Estaba en el cuarto de huéspedes de la casa de Braden. No desperté gritando. Nunca había soñado con mi madre sin despertar con sangre imaginaria en mis manos. Algo cambió. El recuerdo parecía lejano, pero sus palabras ese día tenían sentido ahora. Me senté y estiré mis piernas mientras me levantaba. Había soñado y no grité. Tenía miedo de sentir esperanzas, pero yo nunca fui capaz de hacer esto. Abrí mi puerta y salí al pasillo oscuro. Braden estaría durmiendo y no quería despertarla. Pero necesitaba procesar esto.



Caminé hacia la cocina para conseguir un vaso de agua.



Braden se encontraba de pie en el mostrador con un vaso de leche, con la mirada fija sumergida en sus pensamientos, cuando entré a la habitación. Su mirada cambió hacia mí. —¿Maite? ¿Estás bien? No te escuché.



Me paré ahí mientras la verdad se asentó. Soñaba con ella. Sin embargo, no había tenido un terror nocturno. —Soñé con ella. Sobre mi vida en ese entonces.‖Y…‖y…‖sólo‖desperté.‖Sin‖sangre.‖Nunca‖vi‖la‖sangre.‖Sólo‖desperté.‖



Braden me miró fijamente como si procesara lo que le contaba. Luego colocó su vaso de leche en la barra y corrió hacia mí. Sus brazos se envolvieron a mí alrededor. —Estás mejorando. Ya, estás mejorando —dijo con una voz llorosa.



Quería llorar, también. Quería llorar porque me di cuenta de que tenía la oportunidad de ser feliz. ¿Qué pasa si era fuerte después de todo? Que si, debajo de todo ese miedo, tenía enterrado profundo a alguien que era valiente y podía enfrentarse a la vida sin alguien en quien apoyarse.



—Creo que voy a estar bien —dije en voz alta, porque necesitaba escucharme decirlo.



Braden me apretó más fuerte. —Sé que vas a estar bien. Lo sé.

Nos quedamos ahí abrazándonos en la cocina por varios minutos antes de que la empujara. —No me volveré una loca. No voy a romperme un día y convertirme en ella.



Braden limpió las lágrimas cayendo por su cara. —Lo sé. Siempre he sabido eso.



—Pero yo no. La había visto. Sabía todo lo que ella podía ser. No quería convertirme en ella también.



—Fue la mujer que te crió, pero no era tu madre.



Asentí. Ahora sabía eso. Iba a estar bien. —Quiero‖ conocer‖ a‖ mí….‖ Quiero conocer a mi padre biológico. Necesito verlo. Necesito ver a su familia, también.



Braden asintió. —Bien. Pienso que deberías hacerlo.



Di un paso atrás y giré para volver a la habitación.



—Maite —dijo Braden.



Le devolví la mirada. —¿Sí?



—Llámalo. Necesita escuchar de ti.



Ella no hablaba de mi padre biológico. Estaba hablando de William. Hubiera dado cualquier cosa por escuchar su voz. Pero no podía. Había continuado. No me buscó o intentó contactarme. Lo había dejado ir y se alejó. No podía molestarlo ahora. —No puedo.



—Te extraña —dijo.



—No sabes eso. Lo asumes porque piensas que lo que teníamos era una cosa para siempre. Pero William tiene planes y no estoy incluida en ellos. Le di lo que quería. No voy a molestarlo otra vez.



Braden soltó un gruñido de frustración. —Maite, una llamada tuya no sería una molestia para él.



Ella me amaba y no entendía lo que tratado de decirle. La conocía mejor. —No, Braden. Lo dejaré vivir. Pronto encontraré mi camino. Pero primero, tengo que averiguar mi pasado.



No dijo más mientras caminé de vuelta a la habitación. Cerré la puerta y esperé un minuto para asegurarme de que no me seguía antes de dejar las lágrimas caer. No quería que me viera llorar. Lo llamaría. Trataría de arreglar esto. No había nada que arreglar, pero ella no lo veía de esa manera.



Por ahora sabía que iba a sanar. Iba a estar bien. Tenía un futuro. Tenía que enfrentar lo que perdí. Perder a William era mi mayor error. No debí haberlo dejado. Debería haber sido más fuerte en ese entonces y luchar aún más duro. Pero no lo hice. Lidiaría con eso el resto de mi vida.
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Mensaje por EsperanzaLR Sáb Nov 28, 2015 12:51 pm

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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 28, 2015 12:53 pm

27

William

El zumbido se oía a la distancia. Lo escuché, pero no podía encontrarlo. Todo se encontraba oscuro. Mis ojos se abrieron de golpe y el sonido empezó de nuevo. ¡Mier*da! Era mi teléfono. Me senté y lo agarré. Eran más de las tres de la mañana y Braden me llamaba. Maite. Dios, por favor, que esté bien.



—¿Está bien? —pregunté al momento en que contesté el teléfono.



—Sí y no.



—¿Qué significa eso? —pregunté, ya de pie y buscando mis vaqueros. Si tenía que ir por ella esa noche lo haría.



—Tuvo un sueño acerca de su madre. No se despertó gritando. Sólo despertó.



Dejé de buscar los vaqueros. —¿Qué?



—Tenía uno de sus sueños, pero no era un terror nocturno. No se perdió en sus temores. Sólo despertó. Ya está mejorando.



—Voy para allá. Ya he esperado suficiente. Voy en camino. Esta noche.



—¡No! No vengas. Tienes que darle tiempo. Va a reunirse con su padre biológico pronto. Se reunió con su madre biológica y luego cenó con la familia todo por su cuenta. Necesita hacer todo esto sola. Está dándose cuenta de que puede hacer esto. También está descubriendo que se sentía paralizada por sus miedos. Está superando esto. No vengas aquí y la confundas. Tiene que llegar a ti esta vez, William. Cree que no la quieres. También tiene que enfrentar ese miedo por su cuenta.



¡Jo*der, no! —No puedes esperar que me quede aquí y la deje creer que no la quiero. Eso no está bien, Braden. Jo*der, no está bien. No debería tener que superar un miedo inútil. ¿Cómo puede pensar que no la amo? ¿Que no es mi corazón, mi alma, mi futuro? Eso es de lo único que nunca debería dudar. Eso tiene que saberlo.



—Escucha. Sé que esto es difícil y que has sido muy bueno hasta ahora, pero dale sólo un par de días más. Por favor. Necesita esto. Recuerda que esto se trata de lo que ella necesita, no lo que tú quieres.



Empecé a golpear la pared de nuevo y me detuve en el último minuto. Eso no iba a ayudar en nada. Tenía que calmarme. —Cuando salió de aquí se llevó mi alma con ella. Siempre le perteneceré. No quiero que piense nunca de manera diferente.



—Confía en mí, lo sé. Pero ella no lo sabe. Piensa que no has intentado ponerte en contacto conmigo o con Tripp y no te importa que se haya ido. Que te sientes aliviado porque se fue. Antes de salir corriendo a tu auto, toma una respiración profunda y recuerda que tendrás que corregir su creencia en unos pocos días. Sólo dale un par de días más. No te necesita aquí revolviendo sus emociones, mientras que está enfrentando sus demonios y averiguando que va a estar bien. Cuando te vea de nuevo necesita sentir que puede ser lo que necesitas.



—Dos días. Eso es todo. Viene a mí en dos días o voy para allá. No puedo seguir con esto. No es por mí que quiero ir. Es porque no puedo permitir que la mujer que amo crea que no la quiero. He hecho esto por todo el tiempo que puedo aguantar. Dos días es todo lo que prometo —le dije.



—Está bien, dos días.



Dejé caer el teléfono a la cama y me senté al lado. Maite superó sus terrores nocturnos. Mejoraba. Iba a estar completa. Si pudiera hacerlo por más de dos días.


Mi madre llamó y me despertó esa mañana. Le dije que estaría en su casa dentro de una hora para hablar. Estaba furiosa y yo evitaba sus llamadas. Ya era hora de que hablara con ella. Sabría pronto de los nuevos miembros de la junta estuvieron cuando ofreciera una fiesta en el club para celebrar sus nuevas posiciones. Todo el mundo lo sabría y no estaría feliz por eso. Dean Finlay podría enfurecerla. Debería estar preparada.



Cuando llegué a su casa, Harry, el chofer que contraté para madre después de que despedí a Leo cuando volví a Rosemary, cargaba bolsas de mi madre en su Benz. Obviamente iba a alguna parte. Bueno. Eso era probablemente lo mejor.



Asentí cuando pasé junto a Harry. Era mi empleado. Leo había sido el de mi padre. También dejó a Maite esposada durante cinco horas en la parte trasera de un coche y no le permitió usar el baño. Lo despedí antes de poner mis manos sobre él.



—Por lo que veo se está yendo.



Harry asintió. —Sí, señor. La voy a llevar al aeropuerto a las nueve — respondió.



—Gracias, Harry.



Me dirigí a la puerta y no llamé. Se hallaba abierta. La sirvienta, Martha, se encontraba allí de pie, retorciéndose las manos con nerviosismo. Estaba seguro de que había visto y oído la ira de mi madre. Le sonreí para tranquilizarla. Al detenerme en la parte inferior de la escalera, grité—: Madre. Estoy aquí.



Entonces me giré para mirar de nuevo a Martha. —Está bien. Puede terminar de hacer lo que hacía. No me matará. Incluso si amenazó con eso.



Martha no se veía muy segura, pero asintió y se escabulló.



Mi madre vino a la parte superior de las escaleras con su bolso en el brazo.



—Me voy —dijo, como si no me hubiera dado cuenta de eso ya.



—Ya lo veo —le contesté.



Bajó la escalera y esperé por más de una explicación.



—Has elegido desafiar la memoria de tu padre. Has tomado todo lo que puso en su lugar y lo arrojaste a la basura. Esos hombres que dejaste ir fueron una parte del Club Kerrington durante más de treinta años. Son confiables, leales. Tú metiste tu nariz en eso. Eres un niño tonto. No quiero quedarme aquí y ver como destruyes este legado. Tu abuelo era un hombre estú*pido. No debería haberte dejado nada. Un muchacho de veinticinco años, no tiene la edad suficiente para manejar un negocio como éste. No sabes nada.



Permití que las palabras enfadadas bufen de su boca. Tenía que sacar esto y ya era hora que la deje. Cuando su mirada furiosa se niveló en mí y se quedó allí, decidí que era mi turno para hablar.



—Esos hombres eran confidentes de mi padre. No míos. Puse en su lugar los que son cercanos a mí. Es hora de un cambio. El club se trabajará diferente ahora. No soy mi padre. Pero me esfuerzo cada día para ser como el hombre que construyó este club. Admiro a mi abuelo y espero ser digno de su legado un día. Espero que viajes de forma segura y te comuniques conmigo para saber que estás bien. Te quiero, mamá. Es posible que no me creas o incluso te importe, pero te amo. Eres mi mamá. Eso nunca cambiará.



Abrió la boca, luego la cerró de nuevo. Creía, en el fondo, que también me quería. Pero en este momento su orgullo era demasiado grande como para aceptar esa emoción cuando me preocupaba. Tiró su bolso al hombro y miró hacia la puerta. —Voy a nuestro apartamento en Manhattan. Tengo amigos allí, y prefiero vivir allí ahora. Rosemary ha cambiado.



Sí, lo hizo. Y esperaba que siguiera cambiando. —Deseo tu felicidad — contesté.



No me miró. Vi como salió por la puerta principal con el clic de sus tacones resonando por toda la casa. Volvería un día. Me amaría un día. Pero por ahora, tenía que irse. Tenía que estar histérica. Y dejarla ir era algo que podía hacer.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 28, 2015 12:55 pm

28

Maite

Nile Andrews tenía mis ojos. O yo tenía los suyos. Cuando su mirada encontró la mía al entrar al restaurante, pude ver que también lo notó.



Estaba más nerviosa por esto que por conocer a Glenda. Nunca había tenido un padre. No sabía cómo se sentía eso. Cómo sería siquiera conocer al hombre cuyo esperma me dio la vida. Mi primera pregunta había sido, ¿en serio quiere tener esta reunión? Claramente, la respuesta era sí. Horas después de que lo llamara esta mañana, había subido al avión a Atlanta. Dijo que podría verme a las siete en el restaurante. Yo había estado sorprendida por su deseo de venir tan pronto. Había estado esperando que me diera excusas



—Hola, Maite —dijo al ponerse de pie y extender su mano para que yo la apretara.



—Hola, Nile —respondí, deslizando mi mano en la suya. Era alto. Glenda había dicho que jugaba baloncesto, y podía ver por qué. Su cabello era de un color oscuro que contrastaba exageradamente con sus ojos azules. Era guapo. Podía ver lo que el corazón adolescente de Glenda había visto.



—Estoy encantado de que quisieras verme. He estado esperando esa llamada desde que Glenda me hizo saber que te encontró.



Él no me había querido. Pero había sido un chico de diecisiete años. No podía utilizar eso contra él. No era como si fuese un adulto que tomara la decisión de entregarme. Ni siquiera había sido suficientemente mayor para ser padre. No realmente.



—Me agrada Glenda —dije simplemente.



Nile sonrió y se sentó luego de que yo lo hiciera. —Sí, es estupenda.



En sus ojos había una ternura que me sorprendió. La había amado una vez. Había sido muy joven para amar, pero la había amado. Había sido real. Y en algún lugar muy profundo eso no había cambiado. Glenda no tenía esa mirada suave en sus ojos cuando hablaba de Neil. Ella admiraba al hombre en el que se había convertido, y dijo que su esposa era hermosa y perfecta para él. Neil reaccionó diferente.



—Supongo que te contó lo que pasó —dijo.



Asentí. —Lo hizo. Y lo entiendo. Ambos eran jóvenes.



Me estudió por un momento, luego negó con la cabeza. —Te pareces mucho a ella. Es increíble. Pero tienes mis ojos. Mis otras chicas no tienen mis ojos. Tienen los de su madre. Pero tú sí los tienes.



Sus otras chicas. Él no las había llamado sus chicas. No las había hecho sonar exclusivas. Había dicho otras. Algo en mí se enterneció. En su mente yo era una de sus chicas. No lo conocía. Ni siquiera sabía de su existencia hasta hace unos pocos días. Pero él siempre supo que yo existía.

—¿Sabías que era niña… antes de que supieras de Glenda?



Un ceño fruncido se formó en su frente, luego una pequeña sonrisa tocó sus labios. —Sí. Me lo dijo. Después de que nacieras me contó que te cargó. Que eras perfecta y que te entregaría. Me emborraché esa noche. Me emborraché en serio. Estrellé el auto de mi papá y casi pierdo la beca escolar. Fui un poco autodestructivo por un tiempo. Era un niño, pero en mi mente seguía viendo esta pequeña bebé cuyo rostro nunca había visto, y sabía que era mía. Pero nunca la sostuve. Nunca sería capaz de besarla. —Negó con la cabeza—. Fue la cosa más difícil que alguna vez haya experimentado. Luego Glenda se mudó. Sin una palabra o explicación, se había ido. No la vi o escuché de ella durante alrededor de trece años. El día que me llamó, quería encontrarte. Yo no quería. No porque no quisiera verte, porque sí. Sólo estaba asustado de verla. Ella, eh… —Se aclaró la garganta y tiró del cuello de su camisa—.‖Ella‖es‖“la‖que‖se‖ me escapó”.



Sentí la necesidad de puntualizar que ella no se había ido, que él la hizo alejarse, pero me quedé callada. Ese barco había zarpado. Ambos se encontraban casados y con hijos. —¿Cómo son tus hijas? —pregunté. Nunca había tenido hermanos. No que supiera. Saber que tenía medios hermanos en este mundo era difícil de comprender. Sentía curiosidad por ellos. Quería saber si se parecían en algo a mí.



La hija de Glenda era joven, pero tenía espíritu libre. Me había dicho que yo lucía como una princesa. Me preguntó si podía volar un avión, y me dijo que algún día ella volaría aviones. Me sentí fascinada con ella. Tenía el cabello largo y rubio, como su padre. Su nombre era Samantha, pero le decían Sammy. Me gustaba saber que era mi hermana. Que yo pude haber sido lo que ella era. Pude haber sido así cuando niña. Pude haber sido tan libre. Saber que tendría la oportunidad de seguir sus sueños, y tener una familia que la amara, me hacía feliz. Eso hacía que la pesadez en mis hombros se aliviara.



—Tres de ellas son difíciles, pero también divertidas. Jasmine es la mayor por un minuto y cincuenta y seis segundos, y no deja que las otras dos lo olviden. Jocelyn es la mediana y la que más se parece a mí. Planea ser una estrella del baloncesto. Luego está mi bebé, July. Ese es el mes en que conocí a su madre. Es la que me da calor cuando más lo necesito. July es el nombre perfecto para ella. También es la más dulce e indulgente.



—Todas tienen nombres con J —dije, sonriendo ante la idea.



—El nombre de su madre es Jillian.



Me agradaba. —Me gustaría conocerlas —dije.



La sonrisa de Nile se iluminó. —Eso me encantaría. También a ellas. Les conté sobre ti luego de recibir la llamada de Glenda. Jillian ya sabía del bebé… de ti. Así que estuvo detrás de la idea de que te conociera. También le gustaría conocerte.



—De acuerdo —respondí.



El camarero apareció y ordenamos nuestras bebidas, Nile me preguntó si quería un aperitivo. Realmente no tenía hambre en ese momento, así que le dije que no. Una vez que el camarero se fue él, me devolvió toda su atención. — ¿Cómo fue tu vida al crecer, Maite?



Esta era una pregunta que Glenda no me había hecho. Había estado preparada para que me lo preguntara, pero no lo hizo. Por eso, había dejado caer mi guardia con Nile. Él era diferente. Quería saber. No estaba asustado de escuchar la respuesta. Podría darme cuenta que Glenda tenía miedo de la verdad.



—No fue fácil. Quería conocerte porque necesitaba saber cómo eran las personas que me crearon. Necesitaba saber que iba a estar bien. Pero no estoy preparada para compartir mi pasado contigo. Honestamente, no creo que quieras los detalles. Si fuera tú, no querría saber.



La cara de Nile palideció ante mis palabras, y su mandíbula se meció de atrás hacia adelante. Levanté mi agua y tomé un trago. Era más honesta con él de lo que había planeado ser. Pero las palabras salieron sin filtro.



—Estás equivocada. Quiero saber —dijo en tono calmado.



Negué con la cabeza. —No, crees que quieres, pero no es así. Y no me gusta hablar de ello. Aún estoy trabajando en algunas cosas. Conocerlos a ti y a Glenda, y ver con mis propios ojos que tienen hijos saludables y felices es todo lo que necesito en este momento. Eso libera miedos con los que he vivido durante mucho tiempo.



Nile recargó sus codos en la mesa y me estudió. —Me estás asustando mucho —dijo.



Él no tenía ni idea.



—Nile, quiero llegar a conocerte. Pero planeo tomarme esto con calma, y hacerlo cuando esté preparada para lidiar con ello. Algún día estoy segura de que estaré lista para contarte de mi vida. Hasta ese momento, no quiero volver a tocar el tema.



Tomó una respiración larga y profunda por la nariz, luego asintió. —De acuerdo. Bien. Pero el padre en mí quiere arreglar las cosas.



No era mi padre. Era el de alguien más, pero no mío. Solo proveyó el esperma que ayudó a crearme. —El hombre en ti quiere arreglar las cosas. Pero no el padre.



Comenzó a decir algo y se detuvo. Una sonrisa irrumpió en su rostro, y se recargó hacia atrás. —¿Quién es él? ¿El hombre que quiere arreglar las cosas para ti?



Jugueteé con la servilleta en mi regazo. —No voy a hablar de eso, tampoco.



—¿Por qué no? ¿Te lastimó?



Negué con la cabeza. —No, nunca me lastimó.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 28, 2015 12:57 pm

29

William

Me quedé mirando por la ventana de la sala de reuniones mientras esperaba que mis nuevos miembros de la junta directiva llegaran. Ya había hablado con todos ellos. A todos los que le pregunté estuvieron de acuerdo. Bueno, todos, excepto uno. Sin embargo, él vendría. Con el tiempo.



Mis pensamientos regresaron a Maite. Tenía veinticuatro horas más antes de que fuera tras ella. Ella llegaría aquí para entonces o yo iba a Georgia, y Braden podría superarlo. Había coincidido con ella al principio, pero no estaba de acuerdo ahora. Tomaba demasiado tiempo. Cada día que Maite pasaba lejos de mí, se convencía incluso más de que no la quería.



―Me‖siento‖como‖un‖matón‖―dijo Jace arrastrando las palabras.



Giré para mirarlo. Se encontraba de pie en la puerta con una taza de café y‖una‖sonrisa‖en‖la‖cara.‖―¿Cuándo nos volvimos tan malditamente viejos? ―preguntó, luego se echó a reír y entró.

―No‖somos‖viejos‖―Respondí.



―¿Quién es viejo?‖ No‖ estoy‖ jodidamente‖ viejo‖ ―dijo Thad mientras seguía a Jace dentro de la sala.



Había debatido en pedirle a Thad ser parte de la junta. Raramente era serio y él todavía pensaba que tenía diecisiete la mayor parte del tiempo. Pero era uno de nosotros. Su padre había sido un miembro de la junta. Él debía ser uno también.



―Soy vieja.‖Soy‖la‖única‖que‖est{‖vieja‖―anunció Darla mientras entraba en la sala con su iPad en las manos, escribiendo sin parar. Siempre estaba trabajando. Ese era el por qué ella era la mejor.



―No,‖no‖lo‖eres.‖Eres‖sabia‖―Le aseguré.



Resopló y apenas levantó la mirada de en lo que trabajaba antes de tomar asiento.



―Esto se siente como los caballeros‖de‖la‖jodida‖mesa‖redonda‖―dijo Grant mientras paseaba por la sala con una sonrisa amplia y un vaso de lo que asumí era bourbon. En realidad bebía mucho en estos días. Me pregunté si Rush lo sabía.



―Esto tiene que ser rápido. Nate tiene un chequeo en dos horas. Tengo que estar ahí. Lo pesaran y esa mier*da.‖No‖quiero‖perderme‖eso‖―dijo Rush, entrando en la sala, seguido por Dean.



―Tampoco me lo quiero‖perder‖―dijo Dean, metiendo la mano en el bolsillo y sacando un paquete de cigarrillos.



―No‖se‖puede‖fumar‖aquí,‖Dean‖―le dije.



Se‖quejó―: Ustedes, grupo de idiotas prejuiciosos. Nadie me deja fumar en ningún sitio cerca de aquí. Es jodidamente demente. Necesito volver a casa donde puedo fumar un porro si tengo ganas.



Ignoré su rabieta de estrella de rock. Estábamos todos aquí. Al menos los que estaban en Rosemary. Faltaban dos. Uno tomaría su lugar pronto. El otro todavía tenía que averiguar su mier*da.



―¿Estás bebiendo‖bourbon‖tan‖temprano?‖―preguntó Rush, mirando a Grant con el ceño fruncido.



Grant rodó los ojos y se echó hacia atrás, poniendo los pies en la mesa. ―Sí‖―Fue su respuesta.



―¿En serio? ¿Has comenzado a beber whiskey antes del almuerzo? ―Rush no cedía y yo en verdad no quería que tuvieran esta pelea aquí.



―Está folla*ndo a tu hermana. Demonios, alguien tan estú*pido tiene que beber‖para‖estar‖cuerdo‖―dijo Dean en un tono despreocupado.



Mier*da. Esto iba a ir cuesta abajo rápidamente.



―No‖ respondas‖ a‖ eso,‖ tampoco‖ tú‖ ―dije, poniéndome de pie a la cabecera de la mesa.



―Est{‖bien.‖Es‖cierto‖―dijo Grant, y levantó su trago con una sonrisa que no llegó a sus ojos.



Rush maldijo en voz baja.



―Harlow es tan malditamente dulce para ti. Sabes eso, ¿cierto, chico? No necesita las sobras de Nan. Es demasiado buena para eso. Es la clase de chica que puedes mirar, pero no tocar. Son demasiado inalcanzables para tipos como nosotros. Únicamente aquellos que puedan alcanzar el pedestal en el que está pueden tocarla ―dijo Dean.



―¿Harlow?‖―preguntó Rush, mirando‖a‖su‖padre‖con‖desconcierto―. ¿Qué tiene que ver Harlow con esto?



Dean‖ sólo‖ sonrió.‖ ―Lo que sucede en Los Ángeles se queda en Los

Ángeles‖―Le‖guiñó‖un‖ojo‖a‖Grant―. ¿No es así, chico?



Sí…‖ había‖ un‖ montón‖ que‖ yo no sabía. Estaba bastante seguro que tampoco‖quería‖saberlo.‖―De acuerdo, vamos a dejar la vida privada de Grant y vamos a concentrarnos en el objetivo de esta reunión. Como todos saben, ahora forman parte de mi junta directiva. No tomo decisiones sin reunirme con este grupo y discutirlas. Son mis asesores. Es hora que llevemos al Kerrington Club a la siguiente generación. Y vamos a hacerlo juntos.



La sonrisa satisfecha de Darla mientras se recostó en la silla y me escuchaba hablar significó más de lo que ella podría haber sabido. Se sentía orgullosa de mí. Justo ahora, necesitaba que alguien estuviera orgulloso de mí.



―¿Eso significa que podemos evitar aquellos malditos bailes de debut? Esa‖mier*da‖es‖antigua‖―dijo Jace.



―Oye. No critiques los bailes de debut. Las chicas se ponen toda sentimentales, lo cual‖lleva‖a‖que‖estén‖cachondas‖―discutió Thad.



―¿Podrías, por favor, fijarte en los que dices, Thad? Tenemos una dama en el directorio y otra estará uniéndosenos pronto.



Thad lució apropiadamente‖culpable.‖―Lo‖siento,‖Señorita‖Darla‖―dijo con timidez.



―No te preocupes, Thad. He estado observando tu cu*lo cachondo echar polvos con mis chicas de los carritos durante años.



La sala entera quedó en silencio, luego estalló en carcajadas. Este era un buen grupo. Haríamos que mi abuelo se sintiera orgulloso.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 28, 2015 12:59 pm

30

Maite

Abrí la puerta cuando Tripp venía caminando hacia ella. Había estado esperándolo. Lo había llamado hace una hora. Le dije que necesitábamos hablar.



—Te ves bien, Maite. Mucho mejor que la chica que dejé aquí —dijo, antes de adentrarse en la casa.



—Gracias. Mucho ha cambiado —dije, luego le indiqué que fuera a la sala de estar.



—Aparentemente es un buen cambio. Pareces casi feliz.



Casi era una exageración. No estaba feliz. Extrañaba a William. Lo extrañaba tanto que dolía.



—No estoy segura de si podré alcanzar la felicidad, pero eso espero — dije simplemente.



Tripp tomó asiento en la silla más cercana, extendió sus piernas delante de él, y levantó la mirada en mi dirección.



—Habla, chica Maite. Estoy escuchando.

—No iré a Carolina del Sur. No estoy segura que voy a hacer después pero no iré contigo. Gracias por todo. Gracias por soportarme las pasadas dos semanas y por ayudarme cuando lo necesité. Lo que hiciste significa más de lo que las palabras pudieran expresar jamás. Prometo regresarte cada centavo que gastaste. Tan pronto como consiga un trabajo comenzaré a enviarte dinero. Tengo tu dirección.



Tripp frunció el ceño.



—No me envíes ningún dinero. Conservarlo. Me divertí. Tuve una compañera de viaje por un rato.



No iba a permitirle alejarse con eso. Había tomado dos semanas de su vida en la carretera y ahora iba a quedarse en Atlanta esta semana mientras esperaba por mí.



—No. Te regresaré el dinero.



Tripp sonrió y negó con la cabeza.



—No discutiré contigo ahora mismo —dijo.



—Descubrí algunas cosas esta semana —le dije—. Ya no tengo pesadillas nocturnas. Todavía tengo sueños y todavía hay malos recuerdos pero no le temo. El miedo se ha ido. Solo despierté.



Los ojos de Trip se ampliaron y me sonrió brillantemente.



—Eso es asombroso, Maite.



Asentí porque estaba de acuerdo. Era increíble. Había superado algo.



—Sí, lo es.



—¿Regresarás a Rosemary?



No estaba segura. Cada minuto que pasaba en el que no tenía ataques de pánicos y tenía que combatir el miedo que solía agobiarme, quería regresar. Quería mostrarle a William que estaba completa. Que ya no estaba rota. Estaba entera. Podría amarme. Estaba a salvo para amar. ¿Pero había cerrado esa puerta?



—No lo sé —respondí.



Tripp mordisqueó su labio inferior. Hacía eso cuando estaba pensando. Finalmente, lo dejó libre.



—Escucha. No puedo decir mucho porque no es mi deber, pero regresa. Si quieres regresar. Sé valiente y regresa.



Desearía que fuera tan fácil.



—¿Y qué tal si él no me quiere de vuelta?



Tripp negó con la cabeza.



—No es posible. Confía en mí.



—Lo abandoné. Todo lo que dejé fue una nota. No me ha buscado. Debe odiarme.



Tripp se puso de pie y se balanceó de atrás hacia adelante frente a la chimenea mientras mordisqueaba su labio inferior de nuevo. ¿Qué lo tenía tan nervioso?



Lo observé, esperando que dijera algo.



Finalmente, se detuvo y paseó su mano a través de su cabello, tirando de las puntas un poco, como si algo le resultara difícil.



—Tripp, ¿Qué está mal? —pregunté.



Me miró intensamente por un minuto. Sabía algo. ¿Ya Woods está saliendo con alguien más? Seguro que no. Oh, Dios, voy a vomitar. ¿Pudo seguir adelante así?



—El‖dinero,‖todo‖era…



—Todo fue porque él es un buen amigo y quería ayudarte, Maite. ¿No es cierto, Tripp? —Me sorprendió la voz de Braden cuando interrumpió a Tripp.



Él tragó duramente, luego asintió.



—Sí —dijo finalmente.



Eso no era lo que iba a decir. Braden sabía lo que iba a decir y tuvo que detenerlo. Estaba ocultándome algo. ¿Qué era?



Me puse de pie y me giré para mirarla.



—¿Está con alguien más? —pregunté. Solo decirlo me desgarraba en pedazos. Si decía que sí, me derrumbaría en el suelo. No sería capaz de lidiar con eso.



Sus ojos eran determinados. Podía ver que quería decirme pero que no iba a hacerlo.



Creo que necesitas regresar a Rosemary y recuperar a tu hombre, si eso es lo que quieres. Creo que si amas a William Kerrington, entonces necesitas ser lo suficientemente valiente para poner tu corazón a prueba e ir tras él. Necesitas dejar de temerle a las cosas, Maite. Este es tu último obstáculo. Enfréntalo. —Su voz se quebró—. Por favor, Maite. Ve por él. Si lo quieres. Ve por él.



Él había seguido adelante. Me hundí de nuevo en el sofá.



—Oh, Dios —jadeé, mientras el pánico comenzaba a llenar cada centímetro de mi cuerpo.



—No,Maite…



—Cállate, Tripp —soltó Braden con brusquedad. Quería que supiera la verdad. Tripp estaba tratando de aliviar mi dolor porque era un buen chico pero Braden me amaba lo suficiente para ser honesta.



—¿Cómo voy por él? No me quiere —dije, mi voz nada más que un susurro.



Braden se arrodilló frente a mí.



—Eres hermosa, lista, amable y desinteresada, y eres la mejor amiga que he tenido alguna vez. Te amo como a una hermana. Eres mi familia. Te he visto herida y te he visto ocultarte de tus miedos como si ellos realmente fueran esos monstros debajo de tu cama con los que tu madre te amenazaba. En dos días te he visto enfrentar la vida con una fuerza que sabía que estaba ahí pero que nunca te había visto utilizar. Si quieres a William Kerrington, si él es tú para siempre, entonces ve por él. No dudes de ti misma. No dudes de tu importancia. Las personas no te aman y te olvidan,Maite. Eres inolvidable.



Cubrí mi boca para suavizar un sollozo. Braden no me alcanzó para un abrazo. No ofreció palabras para consolarme. Solo se arrodilló ahí y me observó. Estaba esperando que decidiera. Estaba apostando por mí. Cuando el resto del mundo pensó que no tenía esperanza, ella apostó por mí. Creyó en mí.



También lo hizo William.



—¿Puedo tomar un último aventón? —le pregunté a Tripp cuando levanté mi mirada para encontrar la suya.



—Tú sabes —respondió.



Braden dejó escapar un sollozo fuerte cuando se puso de pie y envolvió sus brazos a mí alrededor.



—Estoy tan orgullosa de ti. Lo hiciste,Maite. Lo hiciste —dijo en mi cabello, mientras lloraba en mis brazos.



Le sonreí sobre sus hombros a Tripp, quien tenía los ojos un poco acuosos.



Me dio una elevación de pulgares y guiñó, entonces se giró y caminó fuera de la habitación.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 28, 2015 1:03 pm

31

William

Entré a mi casa y me fui por la maleta.Maite tenía cuatro horas para volver a mí. Estaba empacando. Iba detrás de ella. No iba a volver. Se sentía asustada, y estaría condenado si fuera a seguir permitiéndole creer que no la quiero. Cuales fueran las razones que Braden tenía podrían irse al infierno. Iba a recuperar a mi mujer. Iba a asegurarme de que sabía muy bien que la amaba con todo mi corazón.



Mi teléfono sonó y me congelé. Podría ser ella. Podría estar regresando. Me sentí casi asustado con la esperanza. Metí la mano en mi bolsillo y saqué el teléfono. Era Tripp.



—Sí —dije, y contuve la respiración.



—Consigue tu cu*lo esté listo. Está volviendo.



Aspiré aire en mis pulmones y tiré la cabeza hacia atrás mientras mi corazón empezaba a latir de nuevo por primera vez desde que se alejó de mí. Maite regresaba.



—¿Está seguro? —le pregunté.



—Está empacando su maleta y despidiéndose de Braden. No voy a mentir, viejo. Esa fue una escena difícil allí. Estaba muy malditamente cerca de decirle la verdad y enviarla de nuevo a ti, pero Braden es de corazón duro. Se encontraba determinada a que Maite tomara esta decisión. Cuando se rompió y acordó volver, a pesar de que cree que lo has superado, fue emotivo.



—¿De qué estás hablando? ¿Por qué cree que he seguido adelante? ¿Qué demonios significa eso? —¿Le había mentido Braden?



—Está convencida de que estás con alguien más ahora. Que el secreto que puede sentir entre Braden y yo es que estás con otra persona. Por lo tanto, está yendo a Rosemary para recuperarte. No está solo regresando a ti, volverá creyendo que tiene que luchar por su hombre.



Por mucho que no quería a Maite siquiera pensando que podía tocar a otra mujer, la idea de ella viniendo a luchar por mí me hizo sonreír. —¿La estás trayendo?



—Sí —respondió.



—Tráela a mi casa. Déjala y márchate. Estaré aquí —le dije.



Tripp rio entre dientes. —Ah, maldita sea, ¿quieres decir que no puedo ver el sexo de reconciliación?



—Ten cuidado —le advertí mientras mi mente empezó a hacer planes. Tenía mucho que hacer antes de que llegara—. Ve a rentar un coche. Usa el dinero que acabo de poner en tu cuenta. No la pongas en la parte trasera de tu moto de nuevo.



—Soy un buen conductor —argumentó Tripp.



—No me importa una mier*da. Si tengo que pensar en sus brazos envueltos a tu alrededor una vez más lo perderé. No la quiero en la parte trasera de tu moto. Nunca. Otra vez.



Tripp dejó escapar un suspiro. —Está bien. Rentaré un maldito coche.



—Tráela de vuelta a mí segura. Y de prisa.



—Sí, señor. Tengo que irme, aquí viene —dijo.



Colgué el teléfono y miré alrededor de la sala de estar. Era tiempo de empezar a prepararse. Ella volvía de nuevo a mí. Iba a asegurarme de que nunca se arrepintiera.



Marqué el número de Jace. Necesitaba la ayuda de Bethy.



—Hola.



—¿Bethy está contigo? —le pregunté mientras empezaba limpiando de la cocina.



—Sí, ¿por qué?



—Necesito su ayuda. Dale el teléfono.



—Bieeen —dijo. Lo oí diciéndole que era yo y que necesitaba su ayuda.



—Hola, ¿qué pasa?



—Maite está en camino de regreso. Necesito pétalos de rosa. ¿Dónde puedo conseguir un montón de pétalos de rosa tan tarde?



Bethy chilló. —¡Está volviendo! Eso es maravilloso. ¡Estoy tan feliz por ti!



—Concéntrate. Necesito pétalos de rosa —le dije mientras ponía el último plato en el lavavajillas y lo encendí.



—Te conseguiré los pétalos de rosa. No te preocupes. Estaré allí dentro de una hora.



—Gracias —le dije antes de colgar. Miré hacia la pared donde el cuadro que rompí había colgado una vez.



Rápidamente marqué el número siguiente en mi lista.



—Hola, Rob. Sé que es tarde, pero el cuadro que te llevé a enmarcar, lo necesito. Ahora.



—No está listo y cierro en la próxima hora.



—Mil dólares si lo puedes tener en mi casa en dos horas.



Cubrí mi boca para suavizar un sollozo. Braden no me alcanzó para un abrazo. No ofreció palabras para consolarme. Solo se arrodilló ahí y me observó. Estaba esperando que decidiera. Estaba apostando por mí. Cuando el resto del mundo pensó que no tenía esperanza, ella apostó por mí. Creyó en mí.



También lo hizo William.



—¿Puedo tomar un último aventón? —le pregunté a Tripp cuando levanté mi mirada para encontrar la suya.



—Tú sabes —respondió.



Braden dejó escapar un sollozo fuerte cuando se puso de pie y envolvió sus brazos a mí alrededor.



—Estoy tan orgullosa de ti. Lo hiciste,Maite. Lo hiciste —dijo en mi cabello, mientras lloraba en mis brazos.



Le sonreí sobre sus hombros a Tripp, quien tenía los ojos un poco acuosos.



Me dio una elevación de pulgares y guiñó, entonces se giró y caminó fuera de la habitación.


Entré a mi casa y me fui por la maleta.Maite tenía cuatro horas para volver a mí. Estaba empacando. Iba detrás de ella. No iba a volver. Se sentía asustada, y estaría condenado si fuera a seguir permitiéndole creer que no la quiero. Cuales fueran las razones que Braden tenía podrían irse al infierno. Iba a recuperar a mi mujer. Iba a asegurarme de que sabía muy bien que la amaba con todo mi corazón.



Mi teléfono sonó y me congelé. Podría ser ella. Podría estar regresando. Me sentí casi asustado con la esperanza. Metí la mano en mi bolsillo y saqué el teléfono. Era Tripp.



—Sí —dije, y contuve la respiración.



—Consigue tu cu*lo esté listo. Está volviendo.



Aspiré aire en mis pulmones y tiré la cabeza hacia atrás mientras mi corazón empezaba a latir de nuevo por primera vez desde que se alejó de mí. Maite regresaba.



—¿Está seguro? —le pregunté.



—Está empacando su maleta y despidiéndose de Braden. No voy a mentir, viejo. Esa fue una escena difícil allí. Estaba muy malditamente cerca de decirle la verdad y enviarla de nuevo a ti, pero Braden es de corazón duro. Se encontraba determinada a que Maite tomara esta decisión. Cuando se rompió y acordó volver, a pesar de que cree que lo has superado, fue emotivo.



—¿De qué estás hablando? ¿Por qué cree que he seguido adelante? ¿Qué demonios significa eso? —¿Le había mentido Braden?



—Está convencida de que estás con alguien más ahora. Que el secreto que puede sentir entre Braden y yo es que estás con otra persona. Por lo tanto, está yendo a Rosemary para recuperarte. No está solo regresando a ti, volverá creyendo que tiene que luchar por su hombre.



Por mucho que no quería a Maite siquiera pensando que podía tocar a otra mujer, la idea de ella viniendo a luchar por mí me hizo sonreír. —¿La estás trayendo?



—Sí —respondió.



—Tráela a mi casa. Déjala y márchate. Estaré aquí —le dije.



Tripp rio entre dientes. —Ah, maldita sea, ¿quieres decir que no puedo ver el sexo de reconciliación?



—Ten cuidado —le advertí mientras mi mente empezó a hacer planes. Tenía mucho que hacer antes de que llegara—. Ve a rentar un coche. Usa el dinero que acabo de poner en tu cuenta. No la pongas en la parte trasera de tu moto de nuevo.



—Soy un buen conductor —argumentó Tripp.



—No me importa una mier*da. Si tengo que pensar en sus brazos envueltos a tu alrededor una vez más lo perderé. No la quiero en la parte trasera de tu moto. Nunca. Otra vez.



Tripp dejó escapar un suspiro. —Está bien. Rentaré un maldito coche.



—Tráela de vuelta a mí segura. Y de prisa.



—Sí, señor. Tengo que irme, aquí viene —dijo.



Colgué el teléfono y miré alrededor de la sala de estar. Era tiempo de empezar a prepararse. Ella volvía de nuevo a mí. Iba a asegurarme de que nunca se arrepintiera.



Marqué el número de Jace. Necesitaba la ayuda de Bethy.



—Hola.



—¿Bethy está contigo? —le pregunté mientras empezaba limpiando de la cocina.



—Sí, ¿por qué?



—Necesito su ayuda. Dale el teléfono.



—Bieeen —dijo. Lo oí diciéndole que era yo y que necesitaba su ayuda.



—Hola, ¿qué pasa?



—Maite está en camino de regreso. Necesito pétalos de rosa. ¿Dónde puedo conseguir un montón de pétalos de rosa tan tarde?



Bethy chilló. —¡Está volviendo! Eso es maravilloso. ¡Estoy tan feliz por ti!



—Concéntrate. Necesito pétalos de rosa —le dije mientras ponía el último plato en el lavavajillas y lo encendí.



—Te conseguiré los pétalos de rosa. No te preocupes. Estaré allí dentro de una hora.



—Gracias —le dije antes de colgar. Miré hacia la pared donde el cuadro que rompí había colgado una vez.



Rápidamente marqué el número siguiente en mi lista.


awwww! Maite ya conocio sus padres. solo falta William de su vida. Gracias Tami por los capitulos



besos cuidate mucho.


—No iré a Carolina del Sur. No estoy segura que voy a hacer después pero no iré contigo. Gracias por todo. Gracias por soportarme las pasadas dos semanas y por ayudarme cuando lo necesité. Lo que hiciste significa más de lo que las palabras pudieran expresar jamás. Prometo regresarte cada centavo que gastaste. Tan pronto como consiga un trabajo comenzaré a enviarte dinero. Tengo tu dirección.



Tripp frunció el ceño.



—No me envíes ningún dinero. Conservarlo. Me divertí. Tuve una compañera de viaje por un rato.



No iba a permitirle alejarse con eso. Había tomado dos semanas de su vida en la carretera y ahora iba a quedarse en Atlanta esta semana mientras esperaba por mí.



—No. Te regresaré el dinero.



Tripp sonrió y negó con la cabeza.



—No discutiré contigo ahora mismo —dijo.



—Descubrí algunas cosas esta semana —le dije—. Ya no tengo pesadillas nocturnas. Todavía tengo sueños y todavía hay malos recuerdos pero no le temo. El miedo se ha ido. Solo despierté.



Los ojos de Trip se ampliaron y me sonrió brillantemente.



—Eso es asombroso, Maite.



Asentí porque estaba de acuerdo. Era increíble. Había superado algo.



—Sí, lo es.



—¿Regresarás a Rosemary?



No estaba segura. Cada minuto que pasaba en el que no tenía ataques de pánicos y tenía que combatir el miedo que solía agobiarme, quería regresar. Quería mostrarle a William que estaba completa. Que ya no estaba rota. Estaba entera. Podría amarme. Estaba a salvo para amar. ¿Pero había cerrado esa puerta?



—No lo sé —respondí.



Tripp mordisqueó su labio inferior. Hacía eso cuando estaba pensando. Finalmente, lo dejó libre.



—Escucha. No puedo decir mucho porque no es mi deber, pero regresa. Si quieres regresar. Sé valiente y regresa.



Desearía que fuera tan fácil.



—¿Y qué tal si él no me quiere de vuelta?



Tripp negó con la cabeza.



—No es posible. Confía en mí.



—Lo abandoné. Todo lo que dejé fue una nota. No me ha buscado. Debe odiarme.



Tripp se puso de pie y se balanceó de atrás hacia adelante frente a la chimenea mientras mordisqueaba su labio inferior de nuevo. ¿Qué lo tenía tan nervioso?



Lo observé, esperando que dijera algo.



Finalmente, se detuvo y paseó su mano a través de su cabello, tirando de las puntas un poco, como si algo le resultara difícil.



—Tripp, ¿Qué está mal? —pregunté.



Me miró intensamente por un minuto. Sabía algo. ¿Ya Woods está saliendo con alguien más? Seguro que no. Oh, Dios, voy a vomitar. ¿Pudo seguir adelante así?



—El‖dinero,‖todo‖era…



—Todo fue porque él es un buen amigo y quería ayudarte, Maite. ¿No es cierto, Tripp? —Me sorprendió la voz de Braden cuando interrumpió a Tripp.



Él tragó duramente, luego asintió.



—Sí —dijo finalmente.



Eso no era lo que iba a decir. Braden sabía lo que iba a decir y tuvo que detenerlo. Estaba ocultándome algo. ¿Qué era?



Me puse de pie y me giré para mirarla.



—¿Está con alguien más? —pregunté. Solo decirlo me desgarraba en pedazos. Si decía que sí, me derrumbaría en el suelo. No sería capaz de lidiar con eso.



Sus ojos eran determinados. Podía ver que quería decirme pero que no iba a hacerlo.



Creo que necesitas regresar a Rosemary y recuperar a tu hombre, si eso es lo que quieres. Creo que si amas a William Kerrington, entonces necesitas ser lo suficientemente valiente para poner tu corazón a prueba e ir tras él. Necesitas dejar de temerle a las cosas, Maite. Este es tu último obstáculo. Enfréntalo. —Su voz se quebró—. Por favor, Maite. Ve por él. Si lo quieres. Ve por él.



Él había seguido adelante. Me hundí de nuevo en el sofá.



—Oh, Dios —jadeé, mientras el pánico comenzaba a llenar cada centímetro de mi cuerpo.



—No,Maite…



—Cállate, Tripp —soltó Braden con brusquedad. Quería que supiera la verdad. Tripp estaba tratando de aliviar mi dolor porque era un buen chico pero Braden me amaba lo suficiente para ser honesta.



—¿Cómo voy por él? No me quiere —dije, mi voz nada más que un susurro.



Braden se arrodilló frente a mí.



—Eres hermosa, lista, amable y desinteresada, y eres la mejor amiga que he tenido alguna vez. Te amo como a una hermana. Eres mi familia. Te he visto herida y te he visto ocultarte de tus miedos como si ellos realmente fueran esos monstros debajo de tu cama con los que tu madre te amenazaba. En dos días te he visto enfrentar la vida con una fuerza que sabía que estaba ahí pero que nunca te había visto utilizar. Si quieres a William Kerrington, si él es tú para siempre, entonces ve por él. No dudes de ti misma. No dudes de tu importancia. Las personas no te aman y te olvidan,Maite. Eres inolvidable.



Cubrí mi boca para suavizar un sollozo. Braden no me alcanzó para un abrazo. No ofreció palabras para consolarme. Solo se arrodilló ahí y me observó. Estaba esperando que decidiera. Estaba apostando por mí. Cuando el resto del mundo pensó que no tenía esperanza, ella apostó por mí. Creyó en mí.



También lo hizo William.



—¿Puedo tomar un último aventón? —le pregunté a Tripp cuando levanté mi mirada para encontrar la suya.



—Tú sabes —respondió.



Braden dejó escapar un sollozo fuerte cuando se puso de pie y envolvió sus brazos a mí alrededor.



—Estoy tan orgullosa de ti. Lo hiciste,Maite. Lo hiciste —dijo en mi cabello, mientras lloraba en mis brazos.



Le sonreí sobre sus hombros a Tripp, quien tenía los ojos un poco acuosos.



Me dio una elevación de pulgares y guiñó, entonces se giró y caminó fuera de la habitación.


Entré a mi casa y me fui por la maleta.Maite tenía cuatro horas para volver a mí. Estaba empacando. Iba detrás de ella. No iba a volver. Se sentía asustada, y estaría condenado si fuera a seguir permitiéndole creer que no la quiero. Cuales fueran las razones que Braden tenía podrían irse al infierno. Iba a recuperar a mi mujer. Iba a asegurarme de que sabía muy bien que la amaba con todo mi corazón.



Mi teléfono sonó y me congelé. Podría ser ella. Podría estar regresando. Me sentí casi asustado con la esperanza. Metí la mano en mi bolsillo y saqué el teléfono. Era Tripp.



—Sí —dije, y contuve la respiración.



—Consigue tu cu*lo esté listo. Está volviendo.



Aspiré aire en mis pulmones y tiré la cabeza hacia atrás mientras mi corazón empezaba a latir de nuevo por primera vez desde que se alejó de mí. Maite regresaba.



—¿Está seguro? —le pregunté.



—Está empacando su maleta y despidiéndose de Braden. No voy a mentir, viejo. Esa fue una escena difícil allí. Estaba muy malditamente cerca de decirle la verdad y enviarla de nuevo a ti, pero Braden es de corazón duro. Se encontraba determinada a que Maite tomara esta decisión. Cuando se rompió y acordó volver, a pesar de que cree que lo has superado, fue emotivo.



—¿De qué estás hablando? ¿Por qué cree que he seguido adelante? ¿Qué demonios significa eso? —¿Le había mentido Braden?



—Está convencida de que estás con alguien más ahora. Que el secreto que puede sentir entre Braden y yo es que estás con otra persona. Por lo tanto, está yendo a Rosemary para recuperarte. No está solo regresando a ti, volverá creyendo que tiene que luchar por su hombre.



Por mucho que no quería a Maite siquiera pensando que podía tocar a otra mujer, la idea de ella viniendo a luchar por mí me hizo sonreír. —¿La estás trayendo?



—Sí —respondió.



—Tráela a mi casa. Déjala y márchate. Estaré aquí —le dije.



Tripp rio entre dientes. —Ah, maldita sea, ¿quieres decir que no puedo ver el sexo de reconciliación?



—Ten cuidado —le advertí mientras mi mente empezó a hacer planes. Tenía mucho que hacer antes de que llegara—. Ve a rentar un coche. Usa el dinero que acabo de poner en tu cuenta. No la pongas en la parte trasera de tu moto de nuevo.



—Soy un buen conductor —argumentó Tripp.



—No me importa una mier*da. Si tengo que pensar en sus brazos envueltos a tu alrededor una vez más lo perderé. No la quiero en la parte trasera de tu moto. Nunca. Otra vez.



Tripp dejó escapar un suspiro. —Está bien. Rentaré un maldito coche.



—Tráela de vuelta a mí segura. Y de prisa.



—Sí, señor. Tengo que irme, aquí viene —dijo.



Colgué el teléfono y miré alrededor de la sala de estar. Era tiempo de empezar a prepararse. Ella volvía de nuevo a mí. Iba a asegurarme de que nunca se arrepintiera.



Marqué el número de Jace. Necesitaba la ayuda de Bethy.



—Hola.



—¿Bethy está contigo? —le pregunté mientras empezaba limpiando de la cocina.



—Sí, ¿por qué?



—Necesito su ayuda. Dale el teléfono.



—Bieeen —dijo. Lo oí diciéndole que era yo y que necesitaba su ayuda.



—Hola, ¿qué pasa?



—Maite está en camino de regreso. Necesito pétalos de rosa. ¿Dónde puedo conseguir un montón de pétalos de rosa tan tarde?



Bethy chilló. —¡Está volviendo! Eso es maravilloso. ¡Estoy tan feliz por ti!



—Concéntrate. Necesito pétalos de rosa —le dije mientras ponía el último plato en el lavavajillas y lo encendí.



—Te conseguiré los pétalos de rosa. No te preocupes. Estaré allí dentro de una hora.



—Gracias —le dije antes de colgar. Miré hacia la pared donde el cuadro que rompí había colgado una vez.



Rápidamente marqué el número siguiente en mi lista.

—Hola, Rob. Sé que es tarde, pero el cuadro que te llevé a enmarcar, lo necesito. Ahora.



—No está listo y cierro en la próxima hora.



—Mil dólares si lo puedes tener en mi casa en dos horas.



—Mier*da. De acuerdo, sí. Haré que suceda.



—Gracias.



Colgando, entré a la habitación y empecé a quitar las sábanas. No las había cambiado porque olían a Maite. Mi chica necesitaba sábanas limpias. Una vez que tuve mi habitación limpia marqué un número más.



—¿Jefe?



—Jimmy, necesito tu ayuda. Cierra el comedor temprano. Dile a todos que hay una reunión privada de socios o alguna mier*da. Sólo ciérralo. Necesito la ayuda del personal de la cocina.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 28, 2015 1:06 pm

32

Maite

—No tenías por qué alquilar un coche. Me encontraba muy bien con la moto —le dije, de nuevo a Tripp cuando nos retiramos del alquiler de coches.



—Sí, tenía que hacerlo. Confía en mí —respondió sonriendo.



Me hallaba cansada de discutir sobre eso. Él estaba determinado a alquilar el coche y ahora era demasiado tarde para hacerlo cambiar de opinión. Me recosté en el asiento y miré por la ventana. Estaría en Rosmery en cinco horas. No sabía si iba a ir a la casa de William o si iba a ir a un hotel. Tal vez podría llamar a Bethy. O siempre se encontraba la opción de ir al condominio de Tripp. Le podría pedir un último favor. Hasta el momento le he pedido tantos.



—¿Vamos directamente a la casa de William? —peguntó Tripp.



—Um . . . No sé. Tal vez no debería sorprenderlo. Puedo ir a verlo mañana en su oficina. De esta manera no tendré que aparecer en su casa por si acaso. . . —no me atrevía a decir en caso de que él este con otra persona.



—¿Qué? ¿Ahora te estás arrepintiendo? No puedes hacer eso. ¿Quieres recuperar a tu hombre? Entonces ve y búscalo.



—No estoy segura si esa es la forma en que debería hacerlo.



Tripp se removió en su asiento y se aclaró la garganta. —Veamos. Imagínate esto: William está en su casa con otra mujer. Una que no puede amar como te ama a ti. No te has ido por tanto tiempo como para que eso suceda. Ella va a dormir en su cama esta noche, donde perteneces. A menos que te presentes en su puerta y recuperes a tu hombre.



La idea de esta mujer sin rostro durmiendo en la cama de William, tocándolo me hizo sentir mal físicamente. No. Él era mío. Ella no lo puede tocar. Él fue mío primero.



—Ya tienes el impulso que necesitas, ¿no es cierto? ¿Estás lista para recuperar lo que te pertenece? Pienso que ya era hora, maldita sea. Sería una lástima dejarlo dormir con ella otra noche, cuando él preferiría estar contigo. Ella es sólo la sustituta.



Se encontraba en lo cierto. William no la amaba. Él estaba enamorado de mí. Puedo hacer que me ame de nuevo. Puedo mostrarle que no soy débil. Que soy digna de su amor. Voy a luchar por él. Lo recuperaré, nadie va a dormir con el esta noche, excepto yo. Ella se tiene que ir. Haré que se vaya.



—Llévame a casa de William —dije.



Tripp dejó escapar un grito y me palmeó la pierna. —Eso es mi chica. Ve a por él.



Realmente esperaba que él fuera mío. Si no era así, iba a hacer un completo ridículo.



Cuando estábamos a diez minutos de llegar, empecé a tener dudas.



—Tal vez debería ir a tu casa esta noche.



Tripp soltó una breve carcajada. —Uh, claro que no. William, ya va a querer golpearme cuando me vea. No voy a regresarte a Rosmery y llevarte a mi casa.



—Pero si está con otra chica...



—Maite, ¿tengo que darte otra charla para que te animes? Porque lo haré. Puedes hacer esto. Has vuelto hasta aquí. Quieres a William lo suficiente para enfrentar esto. Es hora de hacerlo, nena.



Yo sabía que tenía razón, pero tenía miedo de lo que podría hacerme el ver a William con alguien. He llegado tan lejos esta semana. No quiero lloriquear como una lunática frente a él. Quiero que me vea como la nueva y mejorada Maite. No la chica de la que se deshizo.



—Él va a querer verte. Sé que no lo crees, pero lo hará. Soy un chico. Sé de estas cosas.



—Puede que quiera verme, pero no cuando esta con. . . —No podía decirlo.



—Recuerda que no vas a dejar que ella lo tenga esta noche. Estás de vuelta.



Asentí con la cabeza. Iba a recuperarlo. Aun cuando ya no fuera mío, iba a luchar para recuperarlo.



—Está bien. Date prisa antes de que cambie de opinión otra vez.



—Dos minutos más —dijo Tripp con una sonrisa.



Esos dos minutos me parecieron horas. Cuando Tripp finalmente se detuvo en la entrada de la casa de William casi lloré de alivio al ver que su camioneta y mi coche eran los únicos dos vehículos allí. Eso no quería decir que se encontraba solo. Él podía haber traído a alguien. "Ella" todavía existía en mi mente.



Tripp me apretó la mano. —Ve a buscarlo —dijo.



No podía hablar. Me hallaba demasiado nerviosa. Me limité a asentir, abrí la puerta del coche y salí. Ni siquiera le pregunte a Tripp si me esperaría o si se iba a conseguir su motocicleta. No podía pensar en eso ahora.


Cerré la puerta detrás de mí y fui hacia las escaleras.



Tripp me había dejado allí. Me di la vuelta para verlo manejando hacia la calle. Sacó la mano por la ventana despidiéndose de mí antes de acelerar.



Miré de nuevo a la puerta y respiré hondo. William estaba allí. Si tenía que rogarle por una segunda oportunidad, iba a hacerlo. Me aseguraría de ser la mujer en su cama esta noche.



Las luces de la casa estaban apagadas. Todo lo que podía ver era una luz tenue en el dormitorio. Casi parecía una vela. Por favor, Dios, no dejes que sea luz de velas. Me agarré a la barandilla mientras caminaba por las escaleras hasta la puerta principal. Él nunca se acostaba tan temprano. Tal vez salió. Tal vez está con Jace.



Llegué al último escalón y me quedé allí mirando a la ventana de su dormitorio. Bastante segura de lo que veía era luz de velas parpadear. Esta fue una mala idea.



No.



No lo era.



Él era el mío, que me condenaran si dejaba que alguna otra mujer lo tuviera. Me gustaría meterle la luz de las velas en el cu*lo.



Cerré la distancia entre la puerta y llamé varias veces, luego di un paso atrás y esperé. Si se tarda un rato, eso significa que tiene que ponerse la ropa.


La puerta se abrió y allí se encontraba él. Llevaba un par de pantalones cortos color caqui y una camisa blanca de botones. Las mangas enrolladas hasta los codos. Me encantaba cuando él vestía de blanco. Su piel oscura tenía un contraste sorprendente con el blanco. Respiré fuertemente al verlo.



Él no se movió. Nos quedamos allí, mirándonos el uno al otro. Habían pasado casi tres semanas desde que me fui. Se sintió como una eternidad desde que lo vi.



—Hola —Me las arreglé para decir.



—Hola—respondió, todavía de pie en la puerta, mirándome como un hermoso ángel caído.



¿Para quién se habría vestido? Mi nariz captó un olor desde el interior y me puse rígida. ¿Alguien cocinaba en la oscuridad?



—¿Puedo pasar? —pregunté.



Dio un paso atrás para que pudiera entrar en la casa. Yo no lo he visto todavía. Pero olía la comida. Tal vez ella no llegaba aún.



—¿Esperas a alguien? —le pregunté sin mirarlo.



—Sí—respondió. Su voz era baja. Él no quería decirme eso. Al menos era honesto.



—Oh,‖ voy‖ a…‖ —Me detuve. Casi le digo que sería rápida. Casi me disculpo. Yo no iba a hacer eso. Yo estaba aquí para luchar por él. No para mentir y dejar que ella lo tenga.



—Probablemente deberías llamarla y decirle que tus planes han cambiado —le dije, encarándolo.


Algo brilló en sus ojos, pero las estúpidas luces estaban apagadas y no podía ver lo suficientemente bien.



—¿Y porque haría eso, Maite?—me preguntó mientras daba un paso hacia mí.



Me mantuve firme. Estaba herido. Le hice daño, pero maldita sea yo había regresado.



—Porque si ella pone un pie en esta casa voy a patearle el cu*lo. —Cerré la boca. No puedo creer que dije eso.



Una sonrisa tiró de la comisura de la boca de William mientras se acercaba más a mí. No me moví. Lo quería más cerca. No iba a correr. — Ummm…‖alguien‖está ‖celosa‖—dijo mientras extendía la mano y pasaba un dedo por mi mandíbula. Me estremecí.



—Muy celosa—admití. No avergonzaba de ello. Me moría de celos.



—¿Por qué estás celosa, Maite? —Dio un paso al frente, haciendo que mi espalda se pegará contra la pared. Sus manos descansaban a cada lado de mi cabeza—. ¿De quién tendrías tu alguna vez que estar celosa?



Tenía problemas para respirar normalmente. Olía tan bien. La piel bronceada de su garganta se encontraba allí. Quería lamerlo. Saborearlo. —De cualquiera que te toque —le dije sin aliento.



—Entonces sólo tienes una persona de la que estar celosa—contestó, y bajó la cabeza para acariciar mi cuello. Yo temblaba y extendí la mano para tocar sus hombros. Necesitaba un poco de apoyo. Había alguien más. Lo admitía. Quería golpearlo, gritar y al mismo tiempo agarrar su camisa y besarlo. Reclamarlo.



—Me dejaste, Maite. Me dejaste. Me rompisté—susurró contra mi piel, y luego pasó la pun*ta de su lengua por mi cuello y dio un pequeño mordisco a mi oreja.



—¿Quién es ella? —le pregunté, necesitaba recordarme a mí misma que había estado con otra persona.



—¿Quién es quién? —Se preguntó, presionando contra mí, mientras continuaba su asalto en mi cuello como si fuera el manjar que tanto ansiaba.



—¿A quién le estas cocinando? ¿Quién viene aquí? ¿A quién has tocado? —le pregunté, sujetando con más fuerza sus hombros mientras mi cuerpo se puso caliente y débil.



—A ti. Siempre a ti. Sólo a ti—dijo, bajando su boca a mi clavícula.



¿Qué quería decir con " yo"? —No entiendo —Jadeé sin aliento mientras él pasaba sus labios sobre mi escote lentamente y murmuraba lo bien que olía.



—¿Qué es lo que no entiendes, cariño?—me preguntó mientras quitaba su mano de la pared para masajear mi seno derecho.



Dejé escapar un grito ahogado de placer. No iba a ser capaz de pensar con claridad si seguía así.



—Dijiste que había alguien más —Manifesté mientras mi cuerpo me traicionó y se acercó más a él como un imán.



—No, no lo hice. Preguntaste si esperaba a alguien. Te dije que sí. Te esperaba a ti. Preguntaste a quien he tocado. Te dije que a una sola persona. Tú. Siempre tú—dijo, finalmente levantando la cabeza para mirarme. El calor que esperaba ver en sus ojos no fue lo que vi. Su corazón reflejado en sus ojos. Él me amaba. Lo podía ver claramente. Me mostraba con una mirada que no se había dado por vencido con nosotros.


—Sabías que iba a volver —le dije, preguntándome si había sido Braden o Tripp los que le habían dado una pista.


William ahuecó mi barbilla suavemente con su mano y pasó el pulgar por mi labio inferior. —Desde el día que me dejaste he sabido exactamente lo que hacías. Me aseguré que tuvieras dinero para alojarte en hoteles seguros y que tuvieras alimentos para comer. ¿Cómo crees que no me volví loco? Tuve llamadas diarias donde me informaban cómo estabas. Dónde estabas. Me alejé de ti porque quería que volvieras a mí. Yo quería que me quisieras. Que nos quisieras.



Él me había vigilado. Le había importado. No me había simplemente dejado ir. Las lágrimas llenaron mis ojos y no me importó. Me dieron ganas de llorar. Me encontraba feliz. Me encantó.



—No llores—dijo mientras besaba cada una de las lágrimas de mi cara— . No puedo soportarlo cuando lloras. Por favor, no llores.



—Tú me quieres —le dije, sonriendo.



William retrocedió lo suficiente para mirarme. —Maite. Eso nunca debió haber sido una pregunta en tu mente. Lo deberías haber sabido. Si no sabías que tenías mi alma, entonces estoy haciendo algo mal.



Extendió la mano, agarró mi rostro y le di un beso. Con todo lo que tenía, lo besé. No tenía palabras para expresarle cómo me siento. Así que le mostré lo mucho que significa para mí. Con sus brazos alrededor de mí, su lengua se reunió con cada movimiento de la mía. Nos quedamos allí degustándonos y disfrutando del otro. Fue perfecto. Me encontraba en casa.



Cuando rompí el beso para recuperar el aliento cogí su camisa. Quería quitársela. Quería quitarle toda la ropa. Lo quería dentro de mí. —Ahora, te necesito, ahora —le dije mientras empezaba a desabrocharle la camisa.



—Tengo comida. Quiero hacer algo romántico para ti primero. Para convencerte que te quedes conmigo—dijo mientras le quitaba la camisa.



Acaricié su pecho. Sus anchos hombros que siempre me hicieron sentir tan pequeña, pero segura. —Tengo hambre y voy a comer, pero ahora te necesito dentro de mí—le dije mientras mis manos se pusieron a trabajar en los botones de sus pantalones cortos.



—Entonces ven conmigo a la habitación —dijo, su respiración tan fuera de control como la mía.



—No puedo esperar. —Cogí mi vestido y lo saqué por encima de mi cabeza. Empecé a empujar hacia abajo mis bragas y William dejó escapar un gruñido y se hizo cargo. Sus manos agarraron las mías y las puso a un lado, luego pasó sus manos por mi trasero y dio tiernos besos en la parte interna de mis muslos. —Te quiero dentro de mí —le supliqué. Yo quería todos sus besos y probarlo también, pero ahora tenía que estar llena de William.



—Mier*da—gimió, se puso de pie y me giró de manera que quedé mirando la pared—. Me vuelves loco, Maite. Iba a ser romántico. Te mereces algo romántico.



—Quiero que me folles duro. Que me llenes y me recuerdes que soy tuya—le supliqué. El cuerpo de William se estremeció detrás de mí, justo antes de agarrarme de las caderas y penetrarme con un grito.



—¡Dios mío, sí! Tan apretada. Tan caliente. Esto es mío—dijo cuándo se detuvo, acarició mi trasero, y luego lo golpeó con fuerza otra vez—. Es mío. Todo esto es mío.



—Sí, es tuyo—le dije, y me apreté contra él.



Él soltó otro gruñido animal y comenzó a moverse dentro y fuera de mí. Con cada embestida llegaba más cerca de la liberación que sabía que me iba a llenar completamente hasta terminar —Nadie toca mi co*ño. Este es mi co*ño, Maite—dijo en un gruñido antes de pasar sus dedos por mi clítoris.



Me vine como un cohete con su toque. —¡Sí! Eso es, nena, vente en mi polla. Esa es mi chica. —Sus palabras me hicieron más salvaje. Me tiré contra él y le rogué que me siguiera follan*do.



Mis palabras hicieron que su cuerpo se pausara, para luego comenzar a bombear de nuevo, cantando mi nombre una y otra vez. Cada temblor que recorrió su cuerpo me provocó un cosquilleo.



—Mi Maite —susurró mientras descansaba su cabeza sobre mi espalda. Me moví para que él saliera de mí, y luego me di la vuelta y lo abracé.



—Siempre tuya —le dije.



Él me sostuvo apretada y nos quedamos allí mientras nuestros cuerpos zumbaban nuestro placer y nuestros corazones sanaban.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 28, 2015 1:08 pm

33

William

Mi bienvenida a casa para Maite no había sido de la manera en que la había planeado. No tenía la intención de tomarla contra la pared del vestíbulo como un maldito loco. Pero ella había estado diciendo cosas que me hicieron enloquecer. Quería ser follada y mi cuerpo quería que le diera lo que pedía.


Ese no había sido el plan. Pero lo necesitaba. Había necesitado oírla decir que era mía. La idea de Tripp montando esa maldita moto mientras estaba sentado entre sus piernas me comía vivo. Lo odiaba. Quería recordarle quién pertenecía entre sus piernas. Sólo yo.



La idea de que creyó de que yo podría estar con alguien más me dejó alucinando. Si no sabía cuan completamente la amaba, entonces eso fue mi culpa. Le había fallado. Me gustaría arreglar eso.



Después de que la vestí, la traje al comedor. Jimmy había traído al personal para montar una mesa completa con mantel de lino, luz de velas y rosas. También había traído la comida. Era el especial favorito de Maite que servíamos en el club. Vi como ella asimilaba la habitación. Tenía una lista de reproducción de Erick Baker sonando suavemente en el sistema de sonido. Desvió la mirada hacia la mí y me sonrió con timidez.



—Esto es hermoso.



—Ibas a venir a casa. Quería que fuera especial. —No quise follarte contra la pared antes de que incluso entrarás completamente en la casa. Aunque no dije eso en voz alta, su rubor me hizo pensar que sabía lo que pensaba.



Se dio la vuelta y se detuvo. Había visto la foto. La única que Bethy había tomado de nosotros en la playa una tarde. Nos habíamos perdido en el otro y no notamos que Bethy tomaba una foto. Yo estaba sentado en la arena y Maite sentada a horcajadas sobre mí, cara a cara. Nuestras miradas se encontraban, e incluso en la fotografía se podía ver la forma en que nos sentíamos. No había ninguna duda con relación a cuánto la adoraba en ese momento.



—La tenías enmarcada —dijo Maite, mirándola. Me acerqué girándome hacia el regulador de la luz para que pudiera verla mejor.



—Sí, lo hice.



—Me encanta esta foto —dijo mirando hacia mí.



—A mí también.



Se dio la vuelta y me miró. —Esa chica de la foto estaba asustada. De su pasado y su futuro. Tenía miedo de amarte. Esa no soy yo. No tengo más miedo. Mi pasado es lo que me hizo quien soy. Mi futuro... siempre y cuando pueda pasarlo contigo, ese momento no puedo esperar para vivirlo. Voy a estar bien, William. No voy a... romperme. Tengo mucho que contarte.



Lo sabía, pero quería oírla decírmelo. Quería saber sus pensamientos. Sabía que había conocido a sus dos padres biológicos, y quería saber todo acerca de eso.



Me acerqué a ella alcanzando y tomando su mano. —Siempre supe que ibas a estar bien. Estaba contigo. Nunca te dejaría. Estaba aquí para ser fuerte cuando fueras débil.



—Y te amo por eso. Pero quiero ser la más fuerte a veces. No siempre quiero ser la débil.



—Solo te quiero a ti. De cualquier manera que pueda tenerte. Pero me alegro de que estés feliz. Quiero que seas feliz contigo misma. Porque tú haces mi vida asombrosa.



Dejó escapar un sollozo y luego sonrió. —Necesitamos comer. Estoy luchando contra el impulso de obligarte a hacerme el amor de nuevo o llorar porque eso fue tan dulce.



Tiré de su mano llevándola a mi lado. —Nena, si me quieres dentro de ti de nuevo sólo tienes que mover tu dedo. Esta comida puede esperar —dije antes de presionar un beso en sus labios.



—Te quiero dentro de mi otra vez —dijo.



La llevaría por lo menos a mi habitación esta vez. Tenía planes ahí.



Tiré de ella detrás de mí a mi habitación y abrí la puerta, entonces me hice a un lado dejándola entrar.



La habitación estaba llena de velas y la cama cubierta de pétalos rojos y rosados. Maite se quedó sin aliento, luego volvió a mirarme dándome una sonrisa traviesa. —Pensé que iba a tener que venir aquí y golpear a alguien porque estaban en tu habitación. Eso pensé cuando vi la luz de una vela en la ventana de tu dormitorio.



Me reí alcanzándola. —Mmm, tan sexy como suena imaginarte cabreada, nunca voy a tocar a otra mujer. Mucho menos traer una aquí. Este es nuestro cuarto.



Maite se inclinó hacia mí y suspiró. —Creo que Braden y Tripp querían que yo creyera que tenías otra mujer.



Sonreí en su cabello. —Sí. Creo que lo hicieron también.



—Voy a patear sus cu*los. Estaba toda lista para patear algún cu*lo por culpa de ellos. Es lógico que pateara los de ellos.



Me eche a reír, levantándola y llevándola hasta la cama para acostarla sobre las rosas.



Era hermosa. —Quítate el vestido —dije. Se sentó y se lo quitó. No nos habíamos tomado la molestia de poner sus bragas y sujetador de vuelta del pasillo. Estaba desnuda y de regreso a donde pertenecía.



—Buena chica. Ahora recuéstate y abre las piernas —dije, y vi como ella hizo exactamente lo que le dije.



Mi versión de más temprano fue el interior de sus muslos. Su co*ño estaba húmedo e hinchado por el rudo sexo que acabábamos de tener. Saqué mi camisa y me quité los pantalones cortos antes de arrodillarme en la cama entre sus piernas. Corrí un dedo por su sedoso calor y vi su cuerpo temblar.



—Mi corrida todavía está goteando fuera de ti —dije mientras me frotaba sobre su clítoris.



Su respiración vaciló y ella se resistió por debajo de mi tacto.



—Es tan jodidamente caliente ver mi liberación en ti de esta manera.



Metí mi dedo dentro de ella, y luego corriéndolo por sus muslos. El monstruo posesivo dentro de mí rugió a la vida. —Quiero marcarte —dije mientras ponía un dedo de nuevo en su interior para cubrir con más de nuestra mixta corrida, luego la froté en la parte superior de su monte.



—Oh Dios, Will. Por favor —rogó, y se movió contra mi mano.



—Mi corrida se ve tan bien en ti. —Me encontraba fascinado con ella. Al verla penetrar en su suave piel. Sabiendo que era una parte de mí.



—Entonces, por favor, pon un poco más en mí —rogó esta vez.



Me levanté sobre ella y me frote en su entrada con la cabeza de mi polla. Gritó y trató de acercarse. Poco a poco me hundí hasta que estuve completamente dentro.



—Eres mi todo o nada, Maite. Voy a tirar todo por la borda por ti. Sólo te quiero a ti. Estoy apostando todo, nena. Esta vida contigo, estoy pensando en nosotros.



Extendió sus piernas hacia arriba sobre las mías y me sonrió. —Esto es todo. Este es nuestro principio. Llévame a casa, William.



Dejé caer mi cabeza en su hombro y comencé a moverme en su interior mientras nuestras respiraciones se enganchaban y subíamos gradualmente hasta el placer tan conocido que esperábamos. El lugar al que solo se podíamos llegar el uno con el otro.



—Ahora, Maite. Vente conmigo —ordené cuando me sentí a punto de explotar.



Su inmediato grito ahogado mientras empezaba a arañar mi espalda me envió volando en el nirvana.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 28, 2015 1:10 pm

34

Maite

Abrí los ojos y miré fijamente a los ojos de William. Ya se encontraba despierto. La forma en que me miraba me hizo sentir atesorada. Como si fuera una joya preciosa que quería proteger.



—Buenos días —dijo, mientras sus dedos seguían rastreando la longitud de mi brazo con un toque como pluma.



—Buenos días —dije sonriéndole—. ¿Cuánto tiempo has estado despierto?



—Quieres decir, ¿cuánto tiempo he estado mirándote? —preguntó de manera burlona.



—Sí, eso también —respondí.



—Alrededor de una hora. Me desperté y permanecías tan condenadamente hermosa acurrucada contra mí que no pude volver a dormir. No quería dormir y perder el tiempo que podría pasar mirándote.



Mi corazón se apretó. —Tiene una habilidad con las palabras, Sr. Kerrington —le dije.



—¿Tú crees?



Asentí. —Lo sé.



—Bien, porque quiero preguntarte sobre las últimas dos semanas y quiero que me cuentes todo —dijo.



—Pensé que ya sabías todo —contesté, dándome cuenta que debió ser Tripp con quien estuvo hablando. Braden no permaneció conmigo la mayor parte de esas semanas.



—Sé lo que Tripp y Braden me dijeron. Quiero saber todo lo que Maite sabe.



Así que ambos estuvieron en esto. No podría estar enojada con ellos. No ahora. Me encontraba en los brazos de William. Ellos me trajeron aquí. Hicieron que me enfrentara a mis temores.



—Casi no regreso. Tenía miedo de enfrentarte. Tenía miedo que tú no me quisieras. Braden y Tripp me convencieron de volver.



William me sonrió y extendió la mano para meter un mechón de pelo detrás de mí oreja.



—Cariño, iría detrás de ti. Tu tiempo se terminaba. Le dije a Braden que tenías cuarenta y ocho horas. Comenzaba a empacar mi maleta cuando recibí la llamada de Tripp diciendo que estarías de vuelta en cuatro horas. No malentiendas. Me alegro de que hayas venido a casa, a mí. Pero no iba a soportar por más tiempo. Te di tres semanas. Te quería de vuelta.



Habría ido a buscarme. Esa fue la razón por la que Braden fue tan insistente que volviera con él. Ella quería que fuera yo la que regresara. —No estoy segura de lo que hice para conseguir una mejor amiga como Braden, pero estoy muy agradecida de que la tengo.



William besó la pun*ta de mi nariz. —Hubo un par de veces que consideré encerrarla el tiempo suficiente para tomarte y correr.



Riendo, me acerqué más a él. —Pero volví a casa.



—Sí, lo hiciste. Y fue tan condenadamente dulce.



Quería saber todo lo que sucedió. Y quería hablarle de todo. —¿Sabes que fui adoptada? —Asintió—. Bueno, conocí a los dos. Incluso conocí a la familia de Glenda, mi madre biológica, tiene una hija y un hijo. Su marido era callado pero parecía agradable. Sobre todo observé a su hija. Me pregunté si yo hubiera sido tan libre y desenvuelta si hubiera vivido su vida. Y tengo los ojos de mi padre biológico. Su nombre es Nile. Era el rompecorazones de la escuela secundaria. Puedo mirarlo veinte años más tarde y decir eso. Es guapo y creo que todavía puede estar un poco enamorado de Glenda, cosa que es extraña. Pero trato de no pensar en eso.



Continúe contándole a William todo sobre el conocer a las personas que me dieron la vida. No le conté a Braden muchos detalles de cada reunión y no presionó, pero con William era diferente, quería decirle todo. Quería que él supiera que Nile fumaba puros y Glenda solía cantar. Una vez quiso ser una cantante de música country.



En el momento que terminé de contarle sobre todo, se sentó, apoyándose contra la cabecera y me llevó a su regazo. Hizo pequeños círculos en la palma de mi mano y se quedó en silencio. Así que hablé más.



Le hablé de mis temores y por qué lo dejé. Le dije que mis terrores nocturnos se esfumaron. Ya no me despertaba gritando. Me encontraba entera.



Quería ser madre algún día. Quería tantas cosas de las que antes me daba miedo querer.



Deslizó su mano por encima de mi estómago y sentí revoloteos en mi pecho. —Un día quiero a mi bebé acurrucado aquí.



Cubrí sus manos con las mías. —Yo también.



Nos sentamos así durante un tiempo y no hablamos. Le conté todo. Cada sentimiento, cada miedo. Ahora sabía todo. Y me amaba. A pesar de todo, me amaba.



—¿Maite? —dijo con una voz áspera.



—¿Si?



—La idea de ti en la parte de atrás de la motocicleta de Tripp, con tus brazos envueltos a su alrededor, y él durmiendo en la cama contigo y sosteniéndote a través de tus temores, va ser difícil superarlo. Estoy agradecido de que se hiciera cargo de ti, pero tú eres mía para cuidar. No quiero ver su cara por un tiempo. Necesito tiempo para recuperarme.



Me moví, para quedar frente a él. —Nunca pensé nada de esas cosas. No tengo ningún sentimiento por Tripp en absoluto. Fuiste la única cosa en mi mente.



—Lo sé. Es por eso que consigue vivir. Pero eso no quita el hecho de que soy un hombre y soy posesivo de una cosa. Tú.



Podía ser tan dulce y romántico a veces, pero luego tan duro y masculino en otros. Me removí a mis rodillas y le di una sonrisa maliciosa. —Déjame ver si puedo sacar esa imagen de tu mente y darte una nueva —dije, mientras besaba su pecho y moví sus piernas separándolas para que pudiera meterme entre ellas.



Se encontraba más que listo cuando llegué a la parte inferior de su plano y duro estómago. Agarré su gruesa longitud en la mano y la sostuve mientras moví rápido mi lengua a través de la cabeza.



—Nena —gimió William, arqueándose debajo de mí.



—Mmm. —Fue mi respuesta, mirándolo mientras introducía su longitud en mi boca, hasta que tocó el fondo de mi garganta, haciéndome atragantar. Siempre le gustaba cuando me atragantaba.



Ambas manos agarraron mi cabeza. —Ah, eso es bueno, nena. Tan condenadamente bueno. Oh, infierno sí, atragántate sobre él. —Sus palabras salieron gruesas y ásperas.



Seguí trabajando mi boca sobre su pene mientras me elogiaba. Quería darle un recuerdo que podría recordarle que soy suya cada vez que pensaba en mí y Tripp. Quería recordarle a quien pertenecía. Que nunca necesitó preocuparse. Mi cuerpo se encontraba conectado solo con él.



—Ven aquí —dijo mientras acariciaba mi cabeza—, me vendré en tu boca si no te detienes.



Lo quería en mi boca. Agarré sus piernas y seguí para llevarlo lo más profundo que mi garganta permitiera, chupando duramente la pun*ta.



Las manos de William estaban más frenéticas y ahora tenía un puñado de mi pelo. Cada suave tirón hacía a mi co*ño apretarse. —Me voy a venir. Tu pequeña boca caliente lo quiere, ¿no es así? Mi nena traviesa lo quiere por su garganta. Maldición, sí. Esa es mi boca para fo*llar —dijo antes de gritar mi nombre, sosteniendo mi cabeza mientras disparó su liberación exactamente donde los dos queríamos.



Cuando aflojó su agarre sobre mi cabeza, poco a poco deslicé mi boca por su longitud, y luego hacia abajo nuevamente, limpiándolo. Lamí los lados y luego tiré la cabeza hacia atrás en mi boca.



—Pu*ta madre del infierno, nena, vas a matarme. Detente —gimió, tirándome hacia arriba y lejos de su piel sensible. Me abrazó contra su pecho mientras recuperaba el aliento.



Tracé pequeños corazones alrededor de sus pezones con mi dedo. — William —dije.



—¿Si, cariño?



—La próxima vez que piensas en mí con Tripp, recuerda eso en su lugar. ¿De acuerdo?



Su agarre sobre mí se intensificó, entonces rio entre dientes. —Voy a hacer eso.



—Bien.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 28, 2015 1:11 pm

35

William

Hice que Jimmy trajera el desayuno, también, así que todo lo que tenía que hacer era levantarme y tomarlo de la nevera. Mientras Maite terminaba de vestirse después del festín que me había dado con ella en la ducha, fui y conseguí todo listo.



Limpié la mesa de la noche anterior y tosté su waffle belga, luego añadí la crema de naranja y almendras sin cáscara en la cima de la misma. También puse un tazón de yogur miel con higos y queso de cabra. Estos fueron todos los artículos que Jimmy dijo que Maite ordenaba del menú de desayuno.



Cuando se acercó caminando a la habitación, con su cabello recogido en ese moño sexy de nuevo y vestida para el trabajo. Bien. Tenía que hablar con ella acerca de la nueva junta directiva.



—Espero que no pase nada si voy a trabajar hoy —dijo mientras entraba en la habitación.



—Cualquier cosa que quieras hacer —le dije, luego tiré hacia atrás su silla.



Se fijó en la comida de la mesa, posó sus ojos en mí y sonrió. —Tuviste a Jimmy para ayudarte con esto.



Me encogí de hombros. No tenía sentido negarlo. —Quería hacer las cosas bien.



Se detuvo y presionó un beso en mis labios. —Haces todo bien. — Entonces se sentó a la mesa y dejó escapar un suspiro de placer—. Me muero de hambre.



—Desenfrenado sexo caliente toda la noche y por la mañana hará eso para ti —le contesté, y me senté frente a ella.



Se sonrojó y se inclinó para tomar un higo. —Sí, supongo que sí.



Yo comía un waffle belga y mantequilla. La mier*da lujosa no era lo mío. Cogí un bocado y la vi comer un poco antes de tomar un trago de mi café y prepararme para pedirle que estuviera en mi junta directiva.



—Despedí a la junta directiva. Contraté una nueva. Personas cuyas opiniones me importan —le dije, llegando directamente al grano.



Maite puso su tenedor sobre la mesa y me miró fijamente. —Bien por ti. Estás a cargo, necesitas personas cercanas que te ayuden con esto.



Me alegré de que estuviera de acuerdo. No es que yo no esperaba que lo hiciera. —Te quiero en ella, Maite.



Ella había comenzado a recoger su jugo pero lo puso en la mesa de nuevo y me miró como si acabara de hablar una lengua extranjera.



—¿Qué? —preguntó.



—Te quiero en mi junta. Ya tengo tus papeles listos. Sólo tienes que firmarlos.



Maite negó con la cabeza. —No creo que sea una buena idea. Quiero decir,‖tal‖vez‖m{s‖adelante‖cuando‖estés‖seguro,‖pero‖en‖estos‖momentos…‖eso‖ es un movimiento precipitado. Quiero decir, hace apenas tres semanas tú y Jace estaban preocupados por mí, uh, mis problemas pueden ser un problema. No puedo estar en tu junta. Estoy mejor, pero, ¿qué si tengo una recaída? No quieres eso y sé que tus amigos están de acuerdo. Oí a Jace. Él querrá ver que estoy mejor.



Me había olvidado de esa maldita conversación que había escuchado. Me puse de pie y me moví alrededor de la mesa, luego me arrodillé delante de ella. —Maite, necesito que me escuches. Lo que escuchaste no era lo que crees que era. No estábamos hablando de ti. Nunca de ti. Estábamos hablando de mi madre. Ella llamó a los miembros del consejo y me causó problemas. Estábamos hablando de ella porque, a diferencia de ti, está realmente loca. Nena, yo nunca hablaría de esa manera de ti, y tampoco permitiría que alguien más lo hiciera.



Pude ver el alivio en sus ojos. Me creyó. No sacó el tema en toda la noche y estuve tan malditamente feliz de ver que no había pensado en ello. Pero, maldita sea, estuvo en mis brazos pensando que yo había dicho esas cosas. Era humillante.



—Oh —dijo simplemente.



Sonreí, me levanté y la besé. —Sí. Oh.



—Debería‖haberte‖preguntado‖por‖eso.‖Yo‖no…‖No‖quería‖escuchar‖la‖ verdad. Tenía miedo.



—Nunca tengas miedo de escuchar la verdad de mí —le dije.



Ella asintió. —Lo siento, no te pregunté sobre eso.



—Siento mucho que pensaras que hablábamos de ti.



Se sentó allí y se miró las manos un momento, luego me miró. —Quiero estar en tu junta directiva.



—Bien. No puedo hacer esto sin ti.



Volvió a comer y tuve que forzarme a comer, también, y no verla. Sólo quería verla hacer todo. Dejarla fuera de mi vista hoy iba a ser difícil.



Bajé del ascensor y Vince levantó la vista para saludarme. Empezó a hablar y se detuvo. Lo observé mientras me miraba.



—La señorita Maite está en casa, entonces —dijo Vince.



—Sí que lo está. ¿Cómo lo supiste?



Vince dejó escapar una risa baja. —Soy viejo, William, no ciego. Está por toda tu cara, muchacho.



La sonrisa que se desató en mi cara se mantuvo mientras pasaba mis notas de la mañana e hice las llamadas telefónicas programadas.



Justo antes del almuerzo, Maite entró en mi oficina con una sonrisa sexy en su rostro con la que conseguiría una follada contra mi escritorio si no tenía cuidado.



—Te extrañé —dijo ella.



—Te extrañé mucho más. Ven aquí —le dije, extendiendo mi mano para que viniera a mí. Se acercó a mi lado de la mesa y la atraje hasta mi regazo—. ¿Has tenido un buen día?



—Sí. ¿Y tú?



—Podría haber sido mejor —contesté, deslizando mi mano bajo su falda. Ella se movió en mi regazo y me golpeó la mano.



—Deja de hacer eso. Tenemos trabajo del que hablar —dijo en broma, y luego trató de ponerse de pie. La abracé en mi regazo.



—Sigue así y menéate, bebé. Se siente realmente bien.



—Eres tan malo —dijo, impidiéndome resbalar mi mano entre sus muslos.



—Estoy jugando para ponerme al día. Tengo un vale de tres semanas — le dije.



—Sr. Kerrington, el señor Rush Finlay está aquí para verlo —anunció Vince por el intercomunicador.



—Maldita sea Rush. Olvidé que vendría.



Maite saltó de mi regazo y se alisó la falda.



—Hazlo pasar —dije mientras la veía arreglarse. Iba a estropearlo tan pronto mientras Rush me traía la información sobre el fondo fiduciario de Nate que había sido establecido por Dean.



Rush entró en la habitación con Nate en sus brazos y una bolsa de bebé sobre su hombro. Esa mier*da era divertida. Rush Finlay, el hijo de la estrella de rock patea-traseros, tenía una bolsa de bebé y un bebé en sus brazos.



—Oh, ¡trajiste a Nate! —Me interesó la emoción de Maite.



La vi caminar hacia Rush y tomar a Nate de él. Se acercó al sofá con él, arrullándolo y haciéndolo reír.



La risa de Rush me recordó que estaba allí. Cambié mi atención a él.



—A ella le gustan los bebés —dijo Rush con una sonrisa.



Yo no sabía que le gustaban los bebés. Me gustó mirarla con Nate. Iba hacer difícil concentrase en Rush. —Sí, le gustan.



—¿Cuándo volvió? ¿O es que la perseguiste?



—Ayer por la noche. Regreso a mí —le dije.



—Te dije que esa mano no había terminado —dijo Rush, luego tomó asiento frente a mi escritorio—. Para de folla*rla mentalmente mientras sostiene a mi hijo.



Le lancé una mirada molesta que solo le divertía. —Aquí están los papeles para el fondo de Nate. Haz lo mismo con mi sueldo de aquí.



—Hecho. Conseguiré los depósitos directos configurados hoy.



Rush dejó escapar un suspiro. —Podría sentarme aquí un minuto y tomar un descanso. Maite se ve como si estuviera divirtiéndose y estoy derrotado. Grant estuvo en mi casa ayer por la noche y tuvimos que lidiar con algo de mier*da.



—¿Nan regresó?



—Maldita sea —dije, más por motivo de Rush que nada.



—Sí —convino Rush.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 28, 2015 1:13 pm

36

Maite

Nile venía a Rosemery hoy con su familia. Se alojaban en uno de los apartamentos del club. Había insistido en pagar, pero William le hizo aceptar el condominio libre. No estaba segura de lo que dijo, pero él tuvo que decir algo.



Estaba emocionada por presentarlo con William. Quería saber lo que William pensaba de él. En el fondo, también quería mostrar que la sangre en mis venas venía de gente normal. A menudo yo misma lo olvidaba.



—Te ves hermosa. Deja de inquietarte. Nada de lo que hagas te puede hacer ver más bella de lo que eres —dijo William mientras se acercaba y tomaba mis manos entre las suyas para que dejara de agarrar el espejo y comprobara mi cara una vez más.



—Sé que estoy siendo tonta. Lo siento. Yo solo... No he conocido a la familia del Nile todavía. Sus hijas... son mis hermanas.



—Y están a punto de descubrir que tienen a la más bella, talentosa, dulce, brillante hermana mayor en el mundo. Así que detente. Toma una respiración profunda, sabes que eres increíble y ellos tienen suerte de llegar a sentarse en la misma habitación contigo.



William podía decir una de las cosas más dulces del mundo.



—Tengo muchas ganas de besarte ahora mismo, pero nos desarreglaríamos.



Se ríe y detiene el coche en la línea de estacionamiento del club. Nos encontraríamos con Nile y su familia aquí. —Voy a estar desordenado cada vez que tú quieras poner esos labios carnosos sobre los míos.



—Déjalo para más tarde, sexy —dije al mismo tiempo que mi puerta era abierta por Bradley. Me alegraba saber que seguía trabajando. Yo lo había contratado hace un mes.



—Buenas noches, señorita Sloane. Se ve encantadora —dijo con un brillo en sus ojos.



—Ella es siempre encantadora; manos fuera —dijo William, tomando mi mano y metiéndola en su brazo.



—Acabas de darle un susto de muerte a ese pobre aparcacoches —le dije regañándolo.



—Bien.



No discutí. Lo seguí al interior del club, tratando de no sonreír como una idio*ta.



—Sr. Kerrington, por aquí. Su invitado ya llegó —anunció Jimmy cuando entramos en el comedor.



Jimmy me lanzó un guiño antes de conducirnos a la zona del comedor reservada para los invitados especiales y fiestas. William la solicitó para tener privacidad.



Nile se puso de pie cuando entramos. William me apretó la mano para tranquilizarme.



—Hola, Nile —dije a modo de saludo, luego me volví hacia William—. William, este es Nile Andrews. Nile, este es William Kerrington.



William y Nile se dieron la mano y oí a Nile dándole las gracias por el alojamiento, no tenía ninguna duda que sería uno muy impresionante, conociendo a William. Miré a las tres chicas sentadas en la mesa, estudiándome. Cada una tenía una expresión diferente. Iban desde nerviosas hasta curiosas.



—Maite, me gustaría que conocieras a Jillian, mi esposa.



Jillian era alta y delgada, con el pelo largo y de color rojo oscuro. Su piel era de un color marfil cremoso y tenía los ojos color avellana. —Es tan agradable conocerte, Maite. Nile me ha dicho todo acerca de tu visita. Estoy ansiosa por hablar contigo, al igual que las chicas. —Tenía unos ojos amables. Los pómulos altos y una excelente estructura ósea que me hicieron pensar en una mujer arrogante, pero Jillian era muy agradable y tenía los pies en la tierra. Ella era lo que había esperado Nile para casarse. No lo podía imaginar con Glenda. Nunca fueron parecidos.



—Me alegra que hayan podido visitarnos —dije, mirando a las chicas de nuevo. Las tres tenían los ojos y el color de pelo de su madre.



—Maite, estas son Jasmine, Jocelyn y July. Chicas, esta es su hermana Maite —dijo Nile, de pie a mi izquierda. No esperaba que me llamara su hermana. Eso fue sorprendente. Todavía no estaba segura de cómo me sentía sobre esto.



—Es un placer conocerlas —les dije.



—Me encanta tu vestido. ¿Es un Marc Jacobs? Te lo juro, vi uno en la nueva línea de Marc Jacobs igual a este.



—Tiene los ojos de papá. Siempre he querido los ojos de papá.



—¿Vives en esta playa?



Las tres empezaron a hablar a la vez. Estaba un poco abrumada, pero me gustó que quisieran hablar conmigo. Empecé con Jasmine. —No tengo ni idea de quién es Marc Jacobs. Compré este vestido en un día de compras con mi mejor amiga en una tienda de segunda mano en Atlanta. —Pude ver la fascinación en su cara con la idea de que comprara en una tienda de segunda mano.



—Tengo los ojos de tu padre. Es una agradable sorpresa, pero los tuyos son igualmente hermosos. Tienes el fantástico pelo de tu madre. —Jocelyn se ruborizó y me pregunté si ella era la tímida.



—Y sí, vivo en esta playa. Es un lugar maravilloso para vivir —le dije a July.



—¿Siempre haces compras en tiendas de segunda mano? Continuamente me he preguntado cómo son por dentro.



—Puedo tocar el piano. ¿Tocas el piano?



—¿Sabes cómo surfear? Siempre he querido surfear.



Una vez más las tres me hicieron una pregunta a la vez.



—Niñas, permitan a Maite sentarse y respirar. Tendrán un montón de tiempo para llenarla con preguntas, pero todavía no la asusten —dijo Jillian antes de que pudiera empezar a responder sus preguntas de nuevo.



William sacó mi silla y tomé asiento. Luego, tomó la que se encontraba a mi costado. Estaba sentada frente Jillian y él tomó el asiento frente a Nile. July estaba a mi derecha. Jimmy se acercó y puso la servilleta en mi regazo.



—El té dulce, señorita Sloane —dijo mientras dejaba el vaso delante de mí.

Pude ver el brillo en los ojos de Nile mientras observaba a Jimmy entregar nuestras bebidas y aperitivos sin haber ordenado.



—Gracias, Jimmy —dije, sonriéndole.



Me lanzó una rápida sonrisa antes de salir de la habitación.



—Él es fascinante. Lo vi cuando llegamos y me guiñó el ojo —dijo Jasmine desde el otro lado de la mesa.



Contuve una sonrisa. Jimmy era hermoso y sabía cómo hacer que las mujeres de todas las edades babearan por él. Y mientras ellas lo estaban mirando, él miraba a sus hombres. Lo atrapé apreciando el trasero de William en más de una ocasión.



—Jasmine, por favor —dijo Nile, frunciendo el ceño hacia ella.



—Lo siento —murmuró.



—July me dio una patada. Yo solo le pedí que me pase el pan y ella me dio una patada —dijo Jocelyn mientras cruzaba los brazos sobre el pecho.



—Muy bien, chicas. Es suficiente —dijo Jillian, entonces me miró como disculpándose—. Estuvieron en el coche todo el día y ahora están demasiado emocionadas por estar aquí y conocerte.



—Estoy fascinada. Nunca he estado alrededor de niñas pequeñas. O hermanas. Es muy entretenido.



La risa de Jillian me recordó a campanita. —Es posible que no te sientas de esa manera antes de que la comida haya terminado.



La mano de William se deslizó sobre mi pierna y se apoyó en mi muslo. Me encontré con Nile la primera vez sola, pero era agradable tener a William junto a mí ahora.



—Invité a Nile para jugar mañana por la mañana una ronda conmigo, si eso está bien para ti —dijo William, inclinándose más cerca de mí mientras hablaba.



Me gustó la idea de que quisiera conocer Nile. —Por supuesto. Está bien —le aseguré, y sonreí a Nile.



—¿Están casados? —Una de las chicas preguntó. Miré hacia ellas y vi a Jocelyn codeando a July.



—No lleva un anillo. No preguntes eso —susurró Jocelyn.



—No, no lo estamos. Pero está bien que preguntes —contesté, sin dejar de sonreírles. Su constante lucha me hizo desear haber tenido una hermana.



—¿Por qué no? Vives con él, ¿no? —preguntó July.



—July —Jillian fue la que la regañó esta vez.



—Está bien, de verdad. Quiero que ellas me hagan preguntas —le aseguré. Entonces miré a July—. Sí vivo con él. Es mi novio.



—Mamá y papá vivieron juntos durante dos años antes de casarse — anunció Jasmine desde el otro lado de la mesa.



Vi manchas rojas aparecer en la cara de Jillian, pero ella solo se rio y negó. —Tienen que dejar de escuchar las conversaciones de los adultos. Te juro, saben más de lo que deberían —dijo Jillian mientras trataba de cubrir su diversión.



—¿Eso quiere decir que también se van a casar? —preguntó July.



Ellas realmente no iban a dejar que el asunto del matrimonio se fuera.



—Tal vez algún día. No lo sé en este momento.



—Vamos a hacerle preguntas a Maite que no tengan que ver con sus relaciones personales. ¿Está bien, chicas? —dijo Nile con una voz severa. Vi como las tres asentían con un gesto de derrota.



—Tengo novio. ¿Podemos hablar de él? —preguntó July.



—Me encantaría saber de él —le aseguré. Ella sonrió.



Oí a Jasmine suspirar desde el otro lado de la mesa. —Muy bien, aquí vamos —murmuró.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 28, 2015 1:15 pm

37

William

Maite se abrió más de lo que esperaba a Nile y su familia. Sobre todo más con las hijas de Nile. Se sintieron atraídas por ella, también. Mirarla había sido desgarrador y sorprendente, todo al mismo tiempo. Maite podría haber tenido una vida normal. Su padre era un buen hombre.



También observé a Nile casi toda la noche. Estuvo mirando a Maite y a sus niñas, también. La mirada de satisfacción en su rostro era difícil de pasar por alto. Nunca podría ser alguien que Maite considerara un padre, pero tenía la esperanza de que iba a formar una relación de algún tipo con él y su familia. Pensé que ella lo necesitaba.



—Dime lo que piensas de Nile y su familia —dijo Maite cuando entramos en la casa. Estuvo en silencio durante el viaje de vuelta y la dejé sola con sus pensamientos. Era mucho para procesar sin mí tratando de sacar las cosas fuera de ella.



—Creo que es un buen hombre y un buen padre. Las chicas se adaptan bien y están fascinadas contigo.



Maite sonrió mientras se quitaba los zapatos de tacón. —Me gustaron las chicas. Cada una es tan diferente. Es como si ellas hicieran una persona completa. Me pregunto lo que debe ser saber que tienes a alguien a tu lado todo el tiempo, sabiendo que puede hacer comentarios sarcásticos e incluso apartar y discutir, pero te amarán cuando el resto del mundo esté en tu contra.



Me acerqué y envolví mis brazos alrededor de ella por detrás. —Siempre estoy a tu lado. Tú puedes apartar y discutir, infiernos, incluso puedes abofetearme, pero todavía estaré aquí, listo para enfrentar al mundo contigo.



Maite se apoyó en mí y envolvió sus brazos a mí alrededor. —Sé eso. Quise decir, crecer. Teniendo a un hermano que esté de pie en tu esquina.



Entendí lo que quería decir y rompió mi corazón tener que pensar acerca de la niña que fue, que estuvo sola para hacer frente a una madre que no se encontraba allí mentalmente. —Tú encontraste a Braden.



—Braden me encontró. Y tienes razón. Siempre estuvo en mi esquina.



—Me gusta saber que la tienes a ella. Te quiere casi tanto como yo.



Maite rio. —No dejes que te oiga decir eso. Te va a pelear por el título.



Me pregunto qué hará Braden cuando le pregunte a Maite sobre casarse conmigo. ¿Me haría parrilla? ¿Se aseguraría de que mi intención fuera tratarla como a una princesa? No tenía duda de que oiría de ella cuando llegara el momento. No estaba seguro sobre el momento adecuado.



Amaba a Maite y no conocía a nadie para que tomara su lugar en mi corazón. Era la única. Pero el matrimonio también significa un compromiso que me asustaba. Había estado dispuesto a pedírselo antes de que me dejara. Ahora sabía lo rápido que podía rasgar mi mundo debajo de mí. ¿Podría manejar esa clase de dolor si fuera mi esposa? Eso me haría aún más vulnerable. Necesitaba tiempo para adaptarme a tenerla de regreso. Tener una Maite que no despertara gritando y una por la que no me preocupe todo el tiempo.



—Te amo —dijo mientras estábamos allí juntos.



—Te amo más —le contesté. Y lo decía en serio. Eso era lo que me detenía de pedirle que se casara conmigo. Ese era mi muro. La amaba más.



Un golpe en la puerta interrumpió mis pensamientos y Maite salió de mis brazos para mirar hacia mí. —¿Quién podría ser?



—No estoy seguro. Yo iré.

***

Jace se paseaba frente a mi puerta cuando abrí. Su cabeza se levantó cuando me vio. Negó con la cabeza y siguió caminando. Esto era un problema sobre su chica. Miré de nuevo a Maite, quien me miraba desde el otro extremo del pasillo.



—Parece que Jace necesita hablar. Vamos a estar aquí si me necesitas —le dije.



Un gesto de preocupación frunció su frente pero asintió. —Está bien.



Cerré la puerta detrás de mí y vi como Jace se continuó paseando.



—¿Qué pasa con Bethy? —pregunté. Sabía que era la única cosa que podría hacerlo ponerse como loco.



Detuvo su constante movimiento y se metió las manos en los bolsillos. — Ella... Ella quiere casarse. Se lo comenté y quiere. Pero comenzó a actuar diferente últimamente. Así que dejé el asunto del matrimonio. Pensé que eso era lo que la hacía volverse loca. Pero se está poniendo peor. Demonios, ¿qué se supone que debo hacer? No puedo casarme si no está lista. Desde luego no puedo preguntarle. No sé en qué piensa. El hecho de que Rush y Blaire estén jugando a la casita no significa que el resto de nosotros nos encontremos listos.



Iba a estar aquí un tiempo. Me di cuenta por el tono frenético en la voz de Jace. Me senté en el columpio. —¿Así que has cambiado de opinión sobre el asunto del matrimonio? Suena como si Bethy se hubiera asustado, de todos modos. Tal vez ustedes dos necesitan más tiempo sólo siendo una pareja.



Jace dejó escapar una dura risa. —Sí, pensé en eso, también. Pero ella est{…‖invertida.



—¿Invertida? —le pregunté, tratando de averiguar de qué demonios hablaba.



—Tú sabes, volviendo a la forma en que era antes. Bebe y tiene ganas de salir de fiesta todo el tiempo. Rara vez ve a Blaire porque dijo que la entristece. Quiere lo que tiene Blaire pero dice que es raro. No podemos compararnos con eso. Pero eso no tiene un maldito sentido. He estado en dos peleas de bar en la última semana. Dos peleas de un jodido bar. Yo. No peleo, maldita sea. Pero me obligó a ir a salvar su cu*lo borracho de los hombres que querían tocarla.



Pensé en Maite jugando con Nate el otro día y lo dulce que era. Pero ni una sola vez preguntó por la misma cosa. Nunca me presionó por más. No estaba seguro de lo que haría si lo hiciera. Probablemente se lo daría.



—¿Quieres a Bethy? ¿Para siempre? ¿Es ella con la que te ves pasando tu vida?



—Lo hago. Antes de todo esto. Lo hago. Pensé que estábamos listos. Pero ahora ha‖cambiado.‖Est{‖actuando‖como…‖como‖era antes. Cuando lo único que quería hacer era foll*ar porque era tan condenadamente buena en eso. Era adicto al sexo con ella. Luego se puso frente a mí y trazó una línea en la arena y me encontré atravesándola, porque me di cuenta, de que a pesar de todo el sexo, comencé a cuidar de ella. Quería algo más que sólo sexo.



Todo el mundo sabía esa historia ya. Nadie se lo esperaba. Jace era un bebé con un fondo fiduciario y Bethy era un bebé de casas rodantes. Los dos no parecían encajar... hasta que lo hicieron. —Podría estar dibujando la línea en la arena de nuevo. Forzándote a escogerla.



Jace se acercó y se sentó en un banco acolchado y dejó caer la cabeza entre sus manos. —Si pensara que eso fuera todo, solamente se lo propondría. Sólo quiero pedirle que se case conmigo. Porque, sí, la amo. Pero creo que ella está escondiendo algo. No sé por qué. Trato de pasarlo por alto, pero hay veces, y son raras, cuando se aleja de mí. No puedo identificar cuando ocurre. No puedo encontrar una razón, simplemente lo hace. Entonces, de repente está de vuelta al día siguiente o unos días más tarde, cual sea el tiempo que le haga falta, y es mi Bethy de nuevo. Sólo... tiene que decirme todo. Tiene que explicarme lo que la persigue y por qué diablos piensa que está bien ir vestida a un bar de mala muerte como el sueño húmedo de un vaquero. Estoy cansado de entrar en peleas con tipos más grandes que yo.



Maite nunca hizo ninguna de estas cosas. No podía entenderlo y ahora me encontraba muy seguro de que él no debía proponérselo porque tenían una mier*da que resolver.



—Ustedes dos necesitan hablar —le dije. No tenía otras palabras de sabiduría.



Jace se pasó la mano por el pelo y suspiró. —Sé que tenemos que hacerlo. Cada vez que lo intento y le pregunto al respecto, comienza a beber. Lo siguiente que sé, es que está bailando en un bar cualquiera. Cuando comienza a recuperar la sobriedad, me dice que desea poder ser suficiente para mí y desea ser alguien que podría amar para siempre. Le digo que lo es pero que tiene que decirme por qué está haciendo esto. Por qué se aleja de mí a veces. Comienza ya sea a llorar o chupar mi maldita polla. Ambos cosas me dejan completamente distraído.



Pensaba que Jace y Bethy se encontraban bien. Eran buenos. Siempre juntos. No me imaginé algún problema entre los dos. Ella siempre era tan feliz y burbujeante. La Bethy que describía no era alguien que hubiera visto nunca.



—La amo. Voy a hacer lo que sea que tenga que hacer para parar esto. Porque no puedo perderla. La amo. Es la mejor cosa que me ha pasado nunca. Todas las relaciones antes de ella palidecen en comparación. Si se quiere casar, se lo propondré. Quería esperar, pero no creo que alguna vez me diga por qué se aleja a veces. Tal vez si estamos casados no va a hacer eso. Si pongo un anillo en su dedo entonces detendrá esta mier*da de borracha fiestera que está haciendo.



La única cosa que dijo allí que incluso estuvo cerca de ser una razón de por qué debe casarse con Bethy fue la parte donde decía que la amaba y que era la mejor cosa que le ha ocurrido. Las otras cosas no eran buena lógica. —Creo que necesitas hacer algo para que hable sobria contigo primero. Enciérrala en una habitación y hazla hablar. No se le propongas porque está forzando tu mano con esa mier*da de beber. Eso no es lo que se supone que el matrimonio debe de ser. Tú debes querer esto, hombre.

Jace miró hacia la puerta de mi casa. —¿Qué pasa con Maite? ¿Lo quieres con Maite?



Sí, quería un por siempre con ella. —Un día, pero no me está presionando. Cuando sea el momento adecuado.



Jace asintió. —Sí, eso es lo que pensaba, también. Pero Bethy parece amenazada por esa idea. —Se puso de pie—. Gracias por escuchar. Necesitaba descargarme en alguien. No podía volver a casa y ocuparme de Bethy después de esta noche. Sólo tenía que hablar.



—Tú eres mi mejor amigo. Siempre estoy aquí para hablar cuando me necesites. Además, me impediste perderme cuando Maite me dejó.



Jace rio. —Más bien Rush lo hizo. Tenía miedo de tocarte. Ibas a golpearme.



—Rush era el único suficientemente fuerte como para retenerme. Pero tú me escuchaste y me mantuviste cuerdo cuando ella se fue.



Jace asintió. —Tú eres mi familia.



Y él era la mía.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 28, 2015 1:16 pm

38

Maite

—Calla, pequeño, no digas una palabra, mamá te comprará un Sinsonte —La voz de mamá sonó estridente y fuera de tono mientras me paraba fuera de su cuarto y observaba hacia adentro. Estaba en una mecedora con la muñeca bebé a la que yo no tenía permitido tocar bien envuelta en una manta. Le cantaba a la muñeca cuando se sentía triste.



—Sí, es un buen niño al dormir para mamá. Duerme como si tuviese que hacerlo —Arrullaba a la muñeca y tocaba su cara de plástico tiernamente, como si fuese real. Por un largo tiempo pensé que lo era. Pero nunca hizo ningún ruido y la dejaba abandonada en la cuna de su cuarto por días. Eventualmente me di cuenta que era sólo una muñeca.



Luego cometí el error de tomarla y mecerla, también. Mamá estuvo muy enojada conmigo. Estuve tres días sin comida, encerrada en mi cuarto.



—Dulce pequeño bebé, alegría de mamá. Iré a comprarte algunos nuevos juguetes —Cantó las palabras inventadas. Siempre inventaba palabras para cantarle. Nunca supe si no conocía las palabras reales o si solo le gustaba cantar sobre lo que hacía.



Luego tiró a la muñeca por el cuarto y gritó—: ¡Niño demonio! —una y otra vez mientras pisoteaba el suelo. Corrí lo más rápido que pude a mi cuarto y recé para que no viniera por mí.



—¿Maite? —La voz de William irrumpió mi sueño y mis ojos se abrieron de golpe. Miré hacia a su cara preocupada—. ¿Estás bien? Estabas agitada.



¿Eso era todo? Sonreí. Estaba bien. Podía vivir con los recuerdos, si el terror no venía con ellos. —Estoy perfecta—Le aseguré, y me acurruqué a su lado—. Fue solo un recuerdo.



Corrió sus dedos arriba y abajo por mi brazo. —¿Quieres hablar sobre ello? Tal vez si me cuentas, dejarías de soñar con ellos completamente.



Empecé a decir que no y paré. He estado diciéndole que no a las personas por años porque me mandaba a la oscuridad cuando pensaba sobre ello. Pero me encontraba mejor ahora. Qué si le contaba sobre mis sueños... ¿qué si podría ayudar?



—Bien —dije, sin mirarle. Mantuve mis ojos en su pecho. No me asustaban los recuerdos ahora. Sólo no sabía cómo iba a abrirme a él tan completamente. Podría hacerme sentir más vulnerable de lo que nunca me he sentido. Él podría conocer mis horrores. Nadie los conocía realmente.



Era hora.



Fortaleció su agarre en mí y me concentré en el calor de sus brazos. Me encontraba a salvo. Contarle era seguro.



—Ella estaba meciendo a la muñeca. Siempre la mecía cuando se encontraba en uno de sus tiempos oscuros. Le cantaba y hacía letras para nanas. Sabía, incluso a los cinco años, que el que ella le cantara a una muñeca de plástico no era correcto. Algo estaba mal. Entonces, la observaba. Nunca me meció. Verla meciéndola me confundía. ¿Por qué mecería a una muñeca de plástico? El bebé era un él. Lo llamaba como un él. Nunca lo llamó por un nombre.‖Sólo‖“dulce‖bebé”‖o‖“pequeño”.‖Eso‖era‖raro,‖también,‖porque el bebé que adoptaron antes que a mí no era un bebé cuando lo tuvieron —Paré por un momento y pensé en mirarlo para ver lo que pensaba. Pero tenía más para contar y no quería mirar a sus ojos y ver su reacción.



—Si alguna vez me veía observándola mecer al bebé me gritaba y a menudo me golpeaba. Me diría que me quedara quieta, que el bebé dormía. O que fuera a hacerle comida a mi hermano y me asegurara que la comiera. Odiaba hacerle comida a mi hermano. Sabía que nunca la comía y que se volvería viejo y apestoso antes que ella finalmente se diera por vencida. El olor de comida podrida impregnaba nuestra casa. Odiaba ese hedor —Seguía recostada en los brazos de William. Sabía que lo que le decía era perturbador. Sabía que podría molestarle, pero ayudaba. Él había estado bien. Hablar sobre lo que he vivido con alguien que me amaba, no solo un psiquiatra, ayudaba.



—Mientras mecía a la muñeca eventualmente se daba cuanta que era de plástico. Nunca supe qué era lo que veía, pero empezaba a gritar niño demonio y lo lanzaba por el cuarto como si estuviese incendiándose. Luego se arañaba y jaloneaba su cabello. Le decía al muñeco que lamentaba dejarlo para ir a la tienda. Lamentaba no mantenerlo a salvo. Pero luego lo señalaba y le gritaba demonio de nuevo. Usualmente no miraba esa parte, excepto por una vez. Me aterrorizó. Cuando empezaba a gritar me apresuraba a volver a mi cuarto y cerraba mi puerta. Eso era sobre lo que soñaba esta noche. Uno de esos momentos.



Dejó salir un largo y tembloroso aliento. —Mier*da —susurró, luego presionó su cara contra la parte superior de mi cabeza. No dijo nada. Sólo me sujetó. Eso era lo que más necesitaba.



No se sintió como pensé que lo haría, abrirme de esta forma a él. Siempre pensé que mostrarle a alguien lo que había dentro, lo que había sido mi vida, podría exponerme en una forma que podría hacerme desagradable. Pero no se sintió de esa forma en sus brazos. Me retuvo apretadamente hacia él y besó mi cabeza. No eran necesarias otras palabras.



Mis ojos se cerraron y me relajé en sus brazos. Siempre me sentí segura con él. No era nuevo. Pero ahora... ahora sentí como si hubiese encontrado mi ancla. Toda mi vida me he aferrado a cualquier cosa que pensé que podría sujetarme y evitar que me hundiera. Me aferré a Braden por años, esperando que tenerla me recordara lo que era normal. Que no me encontraba más en esa casa. Pero aunque ella me amaba, nunca hizo que me sintiera completamente segura. No podía darme el conocimiento que necesitaba. Pensé que nadie sería capaz de dármelo. No después de todo lo que he visto y vivido en mi vida. Ahora sabía que eso no era cierto. Con los brazos de William envueltos a mí alrededor y su corazón presionado contra mi pecho, sabía que me mantendría firme. Si alguna vez me caía, lo tendría para atraparme.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 28, 2015 1:17 pm

39

William

Había bebido tres tazas de café esa mañana para así poder prepararme para la temprana reserva de juego que tenía con Nile. Después de que Maite me dijera acerca de su sueño anoche y compartiera sus recuerdos, no había sido capaz de dormir. Quería sostenerla y verla dormir. La idea de ella teniendo otro sueño como ese y yo no estando despierto para detenerlo me asustaba a mas no poder.



Eso estuvo jodido. Lo que ella había vivido era más mier*da de lo que hubiese podido imaginar. Se preocupaba de que no fuera lo suficientemente fuerte, pero maldición, cualquiera que haya vivido eso y aun funcione normalmente día a día era fuerte. Maite hacía más que funcionar. Ella reía, hacia amigos, disfrutaba su vida, me hacía sonreír y completaba mi mundo. Era la persona más fuerte que alguna vez había conocido.



—Lo siento. Estoy retrasado. Las chicas se levantaron temprano y estaba intentando que comieran algo así podían ver televisión y dejar a su madre dormir hasta tarde —dijo Nile, interrumpiendo mis pensamientos.



Con su cabello negro y ojos azules, lucia tan parecido a Maite que me era difícil no quedármelo viendo. No había discusión de que este hombre era su padre. —No te preocupes. No ha pasado tanto —le aseguré.



—¿Quieres un caddie? —pregunté. Nunca usé uno pero muchos de los miembros lo hacían.



Nile miró hacia el carrito de golf que había traído con mis palos y un equipo de la casa del club. Él había mencionado anoche que no había traído sus palos de golf con él.



—No, creo que me gustaría que solo fuéramos nosotros —expresó con una sonrisa.



Él quería hablar sobre Maite. Lo noté. Cuál era el por qué no tenía un caddie en espera.



—Muy bien, entonces estamos listos para ir. Tengo agua en la nevera por si quieres algo más, un carrito estará cerca al momento en que lleguemos al tercer hoyo. Podemos ordenar algo de allí si prefieres.



—El agua esta genial. Es muy temprano para algo más —respondió.



Conduje hasta el primer hoyo. —Maite está ansiosa de encontrarse con las chicas y con tu esposa en la playa hoy. —Ellos planearán un día en la playa. Niel se les iba a unir después de nuestro juego. Yo iba a trabajar y a darle a Maite un tiempo a solas con ellos.



—Las chicas no pueden esperar a ver a Maite de nuevo. Realmente la aprecian. Jillian la adora, también.



Estacioné el carrito. —Es difícil no adorar a Maite —dije antes de bajarme.



—Sí,‖lo‖es.‖Ella‖se‖parece‖tanto‖a‖su‖madre…‖uh,‖Glenda,‖de‖esa‖forma.



No había conocido a Glenda pero quería. Maite lucia como su padre biológico pero no tenía su personalidad.



Nile sacó su driver1 de la bolsa. —Maite parece feliz aquí —declaró.



—Lo es —reconocí.



No se movió para preparar su tiro. Me estudió a su vez. —No te le has propuesto. Y no pude evitar notar que ella no lo hizo sonar como si el matrimonio estaba en su futuro cercano anoche cuando las chicas estaban preguntándole.



No era la conversación que había esperado tener con él hoy. Saqué mi driver de la bolsa y traté de no molestarme por esta línea de preguntas. —No hemos hablado de matrimonio aun.



Nile asintió. —Ya veo —señaló.



¿Qué‖diablos‖significaba‖“Ya‖veo”?‖Iba‖a‖casarme‖con‖Maite.



—Voy a ser directo contigo, William. Eres un buen hombre. Tienes un futuro brillante. Cuando la mujer con la que te quieres casar entra a tu vida, lo sabrás y querrás casarte con ella. Así que, viendo cómo no estás pensando en casarte con Maite aun, se cómo hombre, que no estás seguro si ella es la indicada para ti. Iba a esperar pero tengo decidido pedirle a Maite que se mude a Phoenix y viva con nosotros. Jillian está de acuerdo con la idea. Nos quedamos hasta tarde anoche pensando sobre eso. Tenemos un dormitorio de más y Maite puede terminar la escuela. Ella solo tiene veinte. Necesita a su familia alrededor de ella.



Podía escuchar lo que estaba diciendo pero me sentía como si hubiera salido de mi cuerpo y estaba viendo esta conversación suceder. Esto no era real.



No podía ser real. Este hombre no estaba sugiriendo alejar a Maite de mí. Sacudí mi cabeza antes de que terminara de hablar y lo detuve en medio de una oración.



—No. —Era todo lo que pude decir. Él me había sorprendido. No había esperado esto.



—¿No? —repitió como si no entendiera la palabra.



—No. —insistí—. No alejaras a Maite de mí. La seguiré. A cualquier parte que vaya la seguiré. Es la indicada para mí. No se ira a Phoenix. Se quedará aquí conmigo. Me casaré con ella. No, no se lo he propuesto aun, pero planeo hacerlo. Ella acaba de regresar a mí. Finalmente está enfrentando los horrores de su pasado y está dejándome ayudarla a sanar. Es mía, Nile. Ella es mía. No se ira a ninguna parte.



Nile me estudió por un momento, luego asintió. Una sonrisa tocaba sus labios. —Eso es lo que quería escuchar —explicó, luego giró y caminó al tee2 como si la conversación hubiera terminado. Jodidamente no había terminado hasta que me dijera que no le pediría a Maite mudarse a Phoenix.



—¿Eso qué significa? —exigí.



Nile miró hacia mí sobre su hombro. —Mostraste pasión y determinación para mantenerla. La quieres para siempre. Quería asegurarme. Ahora solo debo asegurarme que ella quiere lo mismo.



—¿Quieres decir que me mentiste para que admitiera que me iba a casar con ella? —pregunté. No estaba seguro si este hombre me seguía gustando.



—No. Soy muy serio. Si Maite se quiere mudar a Phoenix con nosotros, entonces la llevaré. Gastaría cada maldito dinero que tengo para recompensar el hecho de que era un joven cuando ella nació y no sabía lo mejor. Le daré una familia y me aseguraré que se sienta amada y parte de mi familia. Pero necesitaba saber que si la dejo aquí, entonces tendría a alguien que la ama con la pasión que siempre se requiere.



Espera…‖¿aún‖le‖pediría que se mudara a Phoenix? —Maite no es solo mía. Yo le pertenezco.



1Driver: es el palo con el que se alcanza mayor distancia: la madera uno.



2Tee: es un soporte, normalmente de madera o de plástico, para acomodar la bola.

Nile asintió. —Bien. Si ella se siente de la misma manera me dirá que no cuando le pregunte sobre mudarse a Phoenix. Si lo hace, sé que tendrá un futuro feliz por delante. También esperaré una invitación a la boda.



—Ella no me dejará —indiqué con más fuerza de la necesaria.



—Supongo que lo veremos. ¿Cierto? —mencionó antes de dar su completa atención a su swing3.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 28, 2015 1:18 pm

40

Maite

Jasmine podría haber sido sólo un par de minutos mayor que Jocelyn, pero parecía años más mayor. Se recostó en una toalla como si fuera una adolescente y me habló de marcas de ropa, de lo que yo no sabía nada, pero me esforcé para seguirla.



Jocelyn y July me pidieron que construyera un castillo de arena con ellas, luego jugamos en las olas hasta que algas marinas se envolvieron en la pierna de July y eso la envió corriendo a la orilla.



Jillian y yo hablamos cuando las niñas nos daban una oportunidad, pero yo prefería jugar con ellas. Estaban tan llenas de vida. Nile había sido un buen padre. Ellas lo amaban. Todas lo llamaban papi, lo que pensé era entrañable.



—¿Vas a venir a vivir con nosotras? Escuché a papi hablando con mami sobre eso anoche. Ellos pensaban que yo estaba dormida —Jasmine me observaba cuidadosamente.



No me encontraba preparada para esa pregunta. Había esperado hasta que su madre se levantó para llevar a July al baño. No podía imaginar por qué Nile si quiera pensaría en pedirme que viviera con ellos. Yo estaba feliz aquí. Tenía un hogar.



—Tengo un hogar aquí —le contesté.



Asintió. —Sí, pero papi dijo que no estabas comprometida y que no parecía que fueras a comprometerte. Él pensaba que podrías vivir con nosotros e ir a la Universidad. Podríamos ser tu familia.



Estaba bastante segura de que Nile nunca quiso que yo supiera acerca de esta conversación. —No creo que deberíamos estar hablando de esto. Si tu papá quiere que yo lo sepa, entonces me hablará de ello.



Jasmine se puso de pie y me miró desde arriba. —Lo hará. Solo para que lo sepas.



¿De verdad esta niña tenía nueve? Actuaba como si tuviera quince.



—Ahí viene papi —dijo con una sonrisa.



Eché un vistazo por encima de mi hombro para ver a Nile caminando hacia nosotras en un par de pantalones cortos a cuadros azul y amarillo y una camiseta de polo blanca. Lucía como si acabara de salir de la cancha de golf.



—Papi —chilló Jocelyn desde al lado de su castillo de arena, y fue corriendo hacia él. Se inclinó y la levantó para abrazarla. Luego fingió importarle que ella lo hubiera llenado de arena. Era lindo.



—Oye, papi, ¿Cuánto anotaste?



—Setenta y cinco. Estoy oxidado. William anotó setenta. Fue impresionante.



Me alegraba que ellos hubiesen podido pasar tiempo juntos. Nile y su familia se iban a casa mañana. No estaba segura si, o cuando, los volvería a ver.



—¿Cómo lo pasaron ustedes aquí en la playa? —preguntó, sentándose a mi lado.



—Sin contar el momento cuando July se enredó con algas marinas, yo pienso que lo pasamos increíble —le dije.



Jasmine rio. —Fue épico.



Nile la miró y sonrió. —Puedo imaginármelo —miró alrededor—. ¿Dónde están Jillian y July?



—En la baño —expliqué.



Nos sentamos ahí por unos minutos y no dijimos mucho. Jocelyn seguía llamándonos para que viéramos su castillo, pero aparte de eso todos nos mantuvimos callados.



Finalmente, Jasmine y July regresaron y July se tiró en las piernas de Nile y le contó sobre cada segundo de todo lo que se había perdido. Él la escuchó como si estuviera oyendo la historia más intrigante alguna vez contada. Ella esperaba eso, también. Estaba segura sobre el hecho de que su papá quería escucharla. Él quería saber lo que tenía para decir.



—Niñas, vayamos abajo a mojarnos los pies y dejar que papi hable con Maite por unos minutos —dijo Jillian, poniéndose de pie y estirando su mano para que July la tomara.



Observé a Jasmine, quien me estaba enviando una mirada de te lo dije, antes de ponerse de pie y seguir a su madre y hermana hacia el agua.



—¿Por qué tú y yo no vamos a caminar? —sugirió Nile, poniéndose de pie y estirándome su mano para que la tomara y me ayudara a levantarme. No necesitaba su ayuda, pero él fue educado para ser un caballero, así que lo dejé.



Comenzamos a caminar, y esperé a que él dijera algo.



—Quiero que te mudes de vuelta a Phoenix con nosotros, Maite. Tenemos una habitación extra sobre el garaje. Te daría tu privacidad y tendrás una entrada aparte en la casa. Podrías ir a la escuela ahí y podríamos conocernos mejor. Las niñas te aman. Jillian piensa que eres increíble. Todos queremos que vengas a vivir con nosotros, aunque sé que tienes tu vida aquí.



—¡Maite —la voz de William interrumpió en la sorprendente oferta de Nile y me detuve para voltearme y ver a William corriendo hacia mí. ¿Qué estaba haciendo aquí?



—Bueno, que me maldigan —dijo Nile detrás de mí en un tono divertido. No tuve tiempo de concentrarme en él y en su oferta. William lucía molesto.



—¿William? —busqué en su cara para ver si algo iba mal. ¿Alguien estaba herido?



3Swing: es el movimiento del palo para golpear a la bola o para ensayar.

—No me dejes —dijo, tomándome de los brazos y tomando una respiración profunda como si hubiera estado corriendo unos cuantos metros.



—¿De qué estás hablando? No voy a dejarte.



Miró a Nile, luego de nuevo a mí con determinación en sus ojos. —Te amo. Eres mi única. Mi todo. No me dejes.



¿Le había dicho Nile que iba a pedirme que me fuera con él? Si lo había hecho, ¿entonces por qué William si quiera pensó que iría? ¿Lo había hecho sentir inseguro acerca de nosotros? Por supuesto que sí. Había huido dejándole nada más que una carta. Me estiré y tomé el rostro de Will y lo miré a los ojos. Necesitaba que me escuchase.



—No voy a dejarte. Nunca. Vas a tener que enviarme en un equipaje para conseguir que me vaya, y luego planeo luchar para regresar. Voy a esposarme a ti y me niego a ceder. Nada va a hacer que me vaya. Nada — acaricié con mis pulgares sus pómulos; era realmente injusto que fueran tan perfectos.



—Él va a pedirte que vayas a Phoenix —dijo, observando mi rostro.



—Lo sé. Acaba de hacerlo. No quiere decir que iré —contesté, y sonreí ante su hermoso, preocupado rostro.



—Así que, ¿no vas a dejarme? —preguntó.



Sacudí la cabeza y alejé mis manos de su cara, volviéndome para mirar a Nile. —El hecho de que tú, Jillian y las niñas estén dispuestos a aceptarme en su familia tan fácilmente es humilde. Me conmueve. Quiero conocerlos a ti y a ellas. Pero no me iré de Rosemary. No voy a dejar a William. Él es mi familia. Las personas aquí son mi familia. No necesito otra. Tengo lo que necesito aquí.



Nile no lucía herido o listo para discutir. En su lugar, pude ver una expresión complacida iluminando su rostro. —Por mucho que quería que vinieras a vivir conmigo y que nos des una oportunidad para volvernos una familia, estoy agradecido que tengas a alguien que te amé así —dijo, asintiendo con la cabeza a William—. Puedo confiar en él para cuidarte y saber que estás bien. Yo no cuidé de ti cuando lo necesitaste. Ahora que te encontré, quiero que seas feliz y estés a salvo. Creo que este hombre puede darte eso.



William me colocó a su lado.



—Puede hacerlo. Hace eso y mucho más —contesté.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 28, 2015 1:20 pm

41

William

Era tiempo de la fogata del final del verano. Los últimos dos meses habían sido perfectos. Maite estaba compartiendo más y más de su pasado conmigo y sus sueños comenzaban a desaparecer completamente. La semana pasada me había despertado a mitad de la noche para decirme que soñó con nosotros. Que teníamos sexo en la mesa de la cocina. Estaba tan emocionada de tener un sueño que no contuviera los horrores de su pasado que había estado lista para reproducirlo en la vida real.



Era una manera jodidamente buena de despertarse.



Observaba mientras sostenía a Nate y bailoteaba con él mientras la música sonaba a través de los parlantes. Blaire estaba en el regazo de Rush y miraban a Maite con su hijo. Era hermosa. Quería verla bailar y reírse con nuestro bebé. Quería que ella tuviera un hijo, para amar de la forma en que ella nunca fue amada. Quería saber que habíamos creado algo del amor que nos unía tan fuertemente.



—Es feliz —dijo Jace.



—Es perfecta —respondí.



Jace se rio y me palmeó la espalda. —Sólo sigue adelante y hazlo. Sabes que quieres hacerlo. Pon ese pequeño anillo en su dedo.



—Lo estoy planeando. Tiene que ser especial.



Jace suspiró. —Sí. También lo estoy planeando. Bethy y yo tuvimos un verano difícil pero las cosas se ven mejor. Ha dejado de correr a los bares. Creo que sólo tuvo un tiempo oscuro. Está pasando tiempo con Blaire y Maite de nuevo. Eso ayuda.



Jace no se había presentado en mi puerta molesto por Bethy en dos meses. Esperaba que las cosas estuvieran yendo mejor. —Bien. Me alegro que lo estén resolviendo sus problemas.



—Oh, mierd*a. ¿Esa es Nan? —dijo Jace, señalándola para que yo la viera—. Pensé que se había marchado a Paris por el verano. Ver a Nan enviará a Grant en una caída libre de nuevo. —Grant no estaba en la fiesta, estaba fuera de la ciudad. Eso sucedía un montón últimamente. Aparecería por un par de días y luego se iría de nuevo. Sólo me alegraba que no pasara tiempo con Nan.



—Grant lo ha superado. Si Nan regresa, entonces puede ser un problema. Ella fue un error. Ahora él lo sabe.



Jace soltó un silbido bajo. —Está con August Schweep. ¿Qué, lo trajo de regreso, de Paris?



—No. August es nuestro nuevo profesional de golf. Necesitábamos más que sólo a Marco. Cuando August se rompió el manguito rotatorio su carrera como profesional terminó. Quiere retirarse aquí, así que compró la casa Spencer. Ahora está trabajando para mí.



—Parece que Nan está emocionada por ello.



—Bien. Al menos no es Grant.



Jace resopló. —Es verdad.



Iba a buscar a Maite y llevarla a caminar. La playa oscura era un buen lugar para tenerla sola. Girándome, miré hacia el agua y vi a Bethy tambaleándose hacia las olas. Sabía que no debía hacer eso. La bandera roja estaba arriba. Lo había estado toda la semana. Las aguas estaban intensamente revueltas y estaba oscuro. No nadas en la oscuridad del golfo.



—Jace, hombre, ¿qué está haciendo Bethy? —pregunté, temeroso de apartar mis ojos de ella.



—¿Qué está haciendo ahora? Estaba tomando chupitos de tequila y la detuve. Había‖tenido‖suficientes…‖¡mier*da!



—Está yendo demasiado profundo —dije, dando un paso hacia el agua. Jace echó a correr hacia el agua. Lo seguí. Escuché a alguien gritar desde la multitud mientras la cabeza de Bethy se hundía en el agua. No. Esto no podía estar sucediendo.



Jace se adentró en las olas y se dirigió hacia ella. Me quité la camisa, temiendo que redujera mi velocidad, antes de adentrarme detrás de él. No iba a dejar a mi mejor amigo hiciera esto solo.



El grito gorgoreante de Bethy llenó el aire.



—¡Relájate, nena! Relájate. No luches. Por favor no luches. Terminarás abajo y no tendrás fuerza para volver a subir —gritó Jace mientras nadaba hacia ella.



Lo vi agarrarla justo cuando el tirón mortal de una corriente lo alcanzaba. Esto no estaba sucediendo. No.



—¡Necesito que la saques, William —gritó Jace sobre el rugido del agua.

—¡Denme sus manos! —grité.



—¡No! Sácala. Tengo esto, ¡tómala, maldición! ¡Es fuerte! —gritó Jace.



¿Cómo se suponía que iba a sacarla a ella y a dejarlo a él aquí?—¡Ven conmigo, Jace! —exigí.



—William,‖escúchame…‖—Su cabeza se hundió y volvió a salir mientras sostenía a una Bethy en pánico—. Tienes que sacarla o todos moriremos. No dejaré que se ahogue. ¡Ayúdame!



Asentí. Tenía que hacer esto. Él podía salir de la corriente. Era fuerte y listo. Habíamos crecido sabiendo cómo luchar contra la corriente. Agarré a Bethy mientras ella gritaba el nombre de Jace.



—Te amo —le dijo mientras la dejaba ir. Ella lloraba mientras se aferraba a mis brazos.



—¡No digas eso! —le grité—. Vas a salir de esto. No digas eso.



—¡Sólo sácala de aquí! —gritó, empujándola lejos de él y hacia mí mientras sostenía su brazo.



Podía sentir que el tirón se acercaba. Si me quedaba aquí mucho más tiempo también iba a terminar dentro. Envolví la mano alrededor del brazo de Bethy y la empuje fuera de la corriente, luego la acuné debajo de mi brazo y comencé a nadar hacia la costa de nuevo.



Rush vino nadando hacia nosotros y el alivio me recorrió. Iba a poder ayudar a Jace.



—Dámela —dijo Rush mientras agarraba a Bethy.



—Ve a buscarlo —lloraba mientras Rush la empujaba lejos de mis brazos.



No esperé que se fueran antes de voltearme para buscar a Jace.



Pero Jace no estaba allí.



Volví a mirar hacia la costa para ver si había regresado hasta allí y me lo había perdido, pero todo lo que vi fue a Rush sacando a Bethy del agua.



Volví a girarme hacia las oscuras olas. Me encontré con silencio. Nada. Él estaba allí. Acababa de verlo. No se ha ido. No sucedió tan rápido.



Fui hacia abajo y forcé a mis ojos a abrirse en el agua salda, pero todo lo que podía ver era oscuridad. Necesitaba luz. Estiré los brazos a mí alrededor, sin sentir nada. Mis pulmones comenzaron a arder. Pataleando, salí a la superficie y respiré profundamente. Escuché mi nombre desde la costa. Estaban gritando mi nombre. También escuché el de Jace. No podía regresar sin él.



Volví a bajar. Tenía que encontrar a Jace. No podía perder a Jace. No así. No ahora. Se suponía que nos volveríamos viejos gruñones juntos. Luché contra el pánico que comenzaba a asentarse a cada segundo que no podía encontrarlo. Nadé bajo el agua y luché contra el tirón de la corriente mientras estiraba los brazos por cualquier señal. Cualquier cosa en la que pudiera poner mis manos.



Cuando mis pulmones no pudieron soportarlo más, volví a nadar hacia la superficie, sólo para ser impulsado hacia debajo de nuevo por una ola antes de poder respirar. No me iba a dar por vencido así como así. Tenía que encontrar a Jace.



Dos brazos me agarraron y tiraron de mí hacia la superficie mientras comenzaba a jadear por aire y a toser.



—Maldición, William. Vamos. Te vas a ahogar. Se ha ido, hombre. Se ha ido. No dejaré que tú también te ahogues. —Las palabras de Rush enviaron una conmoción por mi sistema. ¿Se ha ido? No. ¡No! No se ha ido. Luche contra el agarre de Rush.



—¡Detente! Maite está allí arriba hecha un lío, llorando. ¿Quieres dejarla? ¿Eso es lo que quieres? ¿Dejarla así?



Maite. Oh, Dios.Maite. No podía dejarla. Pero había perdido a Jace. Había perdido a Jace.



Rush nos sacó de las olas y cuando mis pies tocaron la arena me dejó ir. Nos quedamos de pie allí, mirándonos el uno al otro y respirando con dificultad. Sabíamos qué había sucedido y qué íbamos a enfrentar. También me hubiera ido si Rush no hubiera venido detrás de mí. Hubiera dejado a Maite atrás.



Me volteé para verla levantarse de la arena donde había estado de rodillas. Su rostro estaba rojo y empapado de lágrimas. Todo lo que dijo fue—: Will. —Antes de arrojarse a mis brazos.



Miraba aturdido mientras Blair sostenía a una Bethy histérica. Las sirenas sonaban en la distancia. Sollozos y llantos llenaban la playa. Me quedé allí. Con Maite aferrándose a mí. Sus sollozos mitigaron pero su agarre nunca lo hizo.



Rush caminó para tomar a su hijo en llantos de los brazos de Nan. Lo sostuvo contra su pecho y, a pesar de que no estaba llorando, la perdida y el dolor estaban en sus ojos.



Yo…‖sólo me sentía vacío.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 28, 2015 1:22 pm

42

Maite

Creí que conocía el terror. Que conocía el miedo. Había visto a mi madre tirada en una piscina de su propia sangre. Eso era miedo. Pero ver a William sumergirse en el agua y no salir de nuevo, eso había sido un miedo consumidor. Nada comparado con eso. Nada.



Jace tampoco había salido. Mi pecho dolía tanto que no podía tomar respiraciones profundas. Se había ido. Lo había visto pasar, y los sollozos rotos de Bethy mientras Blaire la sostenía en la arena sólo me rasgó más fuerte. No podía imaginarlo. Casi había sido yo. Esa podría haber sido yo en la arena, sabiendo que el hombre que amaba no regresaría a mí.



El cuerpo de William tembló y la realidad comenzó a golpearme. La idea de perderlo era todo en lo podía pensar. Pero él había estado ahí por una razón. Había ido a salvar a su mejor amigo. Vio a su mejor amigo sumergirse, incapaz de salvarlo.



Apreté mi agarre sobre él. ¿Cómo iba a sobrevivir a esto?



Bethy continúo llorando y el cuerpo de William se puso rígido. Estaba tan tenso que comenzó a temblar.



—¡Sáquenla de mi maldita vista! —gritó. Salté, sorprendida por el odio que enlazaban sus palabras. Sus ojos penetrantes y centrados en alguien detrás de mí. Volteé para ver a Bethy.



El rostro de Blaire palideció y Bethy lloró más fuerte.



—¡Dije que sacaran su egoísta e inútil trasero de mi playa! ¡Ahora!



Tragué fuerte y observé a Bethy mirarlo con sus ojos grandes y llenos de dolor.



Rush estaba detrás de Blaire, ayudando a Bethy a levantarse. Lo escuché diciéndole que necesitaban llevarla a otra parte. William le estaba gritando. La culpaba.

—¿William? —Casi tenía miedo del hombre frente a mí. Giró su mirada hacia la mía y había un vacío que no pude alcanzar.



—Ella lo mató —dijo simplemente.



Tal vez lo hizo. Había ido al agua y casi se ahogó. Jace murió salvándola. Pero ella había estado bebiendo.



—Lo amaba —dije.



William sacudió la cabeza. —No. No lo amaba. No haces lo que ella hizo y lo llamas amor.



Me giré y vi a Blaire dirigir a Bethy por el camino de madera. La policía querría interrogarla. No sería capaz de ir muy lejos.



—Will, ella también lo perdió. Todos lo hicimos —dijo Thad, mirando a William, con miedo de acercarse demasiado.



—Lo perdí, porque él quería salvar su inútil y ebrio trasero. Hice lo que quería y lo perdí. —La voz de William era fría y sin emoción.



Faros iluminaron la playa mientras las ambulancias y los policías llegaban. Paramédicos invadieron la arena y los observé mientras varias personas de la fiesta les decían lo que vieron. Un paramédico se acercó a William.



—¿Es una de las personas que estuvo en el agua? —preguntó.



—Sí —contestó William.



—Necesitamos comprobarlo —dijo.



—No.



Observé cuando el paramédico empezó a discutir y me interpuse entre ellos. —Él está bien. Si creo que necesita atención médica, me aseguraré de que la consiga. Por favor, necesita que lo dejen solo.



El hombre miró a William y de nuevo a mí.



—Está bien —dijo y dio media vuelta.



—No me voy a ir hasta que lo encuentren —dijo William.



Me volteé y tomé su mano. Entrelazó sus dedos con los míos. —Está bien —dije—. Vamos a quedarnos aquí.



—¿Te quedaras conmigo? —preguntó.



—No me iré de tu lado.



—Gracias.

center]***[/center]

Nos sentamos por las siguientes cuatro horas. Rush le trajo una manta a William de las ambulancias para evitar que se congelara ya que estaba empapado. No dijo nada, sólo la puso sobre sus hombros. Rush había estado ahí también. Fue la razón por la cual William no se ahogó. Ambos vivieron esta pesadilla.



Después de que la policía interrogó a Bethy, Darla vino y se la llevó a casa. Blaire tomó a Nate y se fue por la insistencia de Rush. La multitud disminuyó. Los helicópteros iluminaban el agua oscura y los botes buscaban en vano. Era imposible ver en la oscuridad.



William se sentó junto a mí, sin soltar mi mano y observando el agua. Viéndolos buscar a Jace. Él quería encontrar su cuerpo. Entendía eso. No quería dejar la playa hasta que supiera que él no estaba solo ahí afuera.



Finalmente, los helicópteros se fueron. Los botes también se fueron. Los paramédicos empacaron y se alejaron. El oficial de policía intentó hacer que nos fuéramos, pero no iba a discutir con el dueño del club Kerrington. Finalmente nos dejaron.



Aunque no estábamos solos. Rush estaba parado a cierta distancia, sus manos en los bolsillos de sus pantalones. En algún momento, se había cambiado de ropa. También observaba el agua. Seguí pensando que era un sueño del cual despertaría, pero nunca terminó. Me giré a la izquierda y vi a Thad sentado en la arena con sus brazos alrededor de sus piernas y sus rodillas dobladas, como un pequeño niño perdido.



Todos estaban dolidos.



Y no había nada que pudiera hacer. Nada que alguien pudiera hacer.



El sonido del océano chocando contra la costa no era relajante como lo había sido alguna vez. Ahora se sentía como una burla. Recordándonos que era más fuerte. Que tenía el control.



Alguien más se movió en la oscuridad y vi como Grant llegó corriendo. No estuvo en la fiesta. No sabía si estaba en la ciudad o en alguna otra parte. El chico nunca se quedaba en un lugar.



Se detuvo con Rush, y él levantó sus ojos para mirarlo. Estuvieron así por un momento, luego Grant bajó su cabeza y cayó de rodillas.



Fue en la mañana cuando los buscadores encontraron el cuerpo de Jace varado a uno kilómetro de la costa.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 28, 2015 1:24 pm

43

William

Me puse de pie bajo el chorro de la ducha y dejé a Maite tallarme. Lavó mi cabello y mi cuerpo de una manera metódica y cuidadosa. Nunca dijo una palabra. No me hizo preguntas. Solo estaba a mi lado. Necesitaba que se quedara allí. Si ella me dejaba me daba miedo que la realidad se estableciera y no podía dejarla. Dolía jodidamente mucho.



—Estás limpio —dijo Maite suavemente, abriendo la puerta de la ducha y saliendo. Cogió una toalla y comenzó a secarme. Y la dejé.



Cuando terminó, envolvió la toalla a su alrededor y colocó un beso en mi pecho. —Ve, metete a la cama. Necesitas dormir —me dijo.



Se dio la vuelta para irse y me estiré y agarré su mano. —No me dejes. — Las palabras salieron más como una súplica. No sonaron como yo en lo absoluto.



Ella negó con la cabeza. —No lo haré. Sólo tengo que conseguir algo seco. Estaré en la cama en un minuto —me aseguró.



—Esperaré —le dije mientras me quedaba de pie ahí. Tenía miedo de mis propias pesadillas ahora. No podía acostarme y enfrentarlas, sin ella conmigo.



—Está bien. Me daré prisa —dijo. Vi la tristeza y el dolor en sus ojos.

Se secó su cuerpo y envolvió la toalla alrededor de su pelo, luego se fue a la cómoda. Cuando la abrió y sacó un par de bragas, me acerqué a ella.



—No. No uses ropa. —Quería tenerla en mis brazos justo como estaba. Quería que su calor llegara a la vacía frialdad que estaba dentro de mí. Ella era la única razón por la que todavía estaba vivo. Si no hubiese sido por ella, no me hubiera detenido hasta ahogarme, también.



—De acuerdo.



Cogió mi mano y me llevó a la cama. Me acosté y ella subió a mi lado, luego tiró de las mantas sobre nosotros. Si Rush no hubiese regresado, yo no estaría aquí ahora. Me aferré a ella con más fuerza.



Ella hubiera estado aquí sin mí. No quería pensar en eso. No estaría aquí para protegerla. Para sostenerla. No estaría aquí para tener un por siempre con ella.



—Regresé por ti. —Mi voz sonaba ronca.



Ella inclinó la cabeza hacia atrás y me miró. —Gracias.



No dije nada más. No estaba seguro de qué decir. En cuestión de minutos, mis ojos estaban demasiado pesados para mantenerlos abiertos y el suave calor de la piel de Maite me dio el consuelo que necesitaba para conciliar el sueño.

***

Cuando abrí los ojos, me quedé mirando el techo. Caía la tarde. Me di cuenta por la luz del sol a través de las ventanas. La respiración lenta de Maite, me dijo que seguía durmiendo. Yo no había soñado. Gracias a Dios.



No había querido soñar. Todo repitiéndose una y otra vez en mi cabeza. Jace le iba a proponer matrimonio a Bethy. Había estado dispuesto a pasar su vida con ella. Habíamos estado juntos allí y todo había estado bien.



Entonces Bethy cambió todo eso. Ella volvió a ser la de antes una noche de verano donde todos se suponía estábamos disfrutando y caímos en una pesadilla. Una que nunca nos dejaría. Una que todos reviviríamos una y otra vez el resto de nuestras vidas. Recordando el sentimiento de impotencia de saber que él se había ido y no había nada que pudiéramos hacer para traerlo de vuelta.



Había vivido en esta playa toda mi vida. Habíamos visto más de una muerte por el agua, pero nunca habíamos sido testigos de una muerte que me impactara. Nunca había sido alguien a quien amara. Nunca había sido real.



Era real ahora.



Maite se movió en mis brazos y me abrazó con más fuerza. Ella era mi pegamento ahora. Ser capaz de tocarla me mantenía junto. La noche anterior había estado sentada justo ahí en esa playa, negándose a dejar ir mi mano.



Cuando encontraron su cuerpo, ella había envuelto sus brazos a mí alrededor y utilizó toda su fuerza para sostenerme, mientras lo cubrían y se lo llevaban. No podría haberlo hecho sin ella. Sosteniéndome me recordó que yo estaba vivo. No me había ahogado. Cuando se alejaba de mí o me dejaba por un solo momento, yo estaba bajo la ola de nuevo, siendo succionado lejos e incapaz de luchar contra ella.



—¿Will? —La voz de preocupación de Maite me sacó de mi cabeza y parpadeé, luego enfoqué su cara—. Estoy aquí —dijo simplemente, y apartó el pelo de mi frente.



Extendí la mano y toqué su cara. No tenía palabras por el momento. No podía hablar de ello. Solo la necesitaba cerca de mí.



Movió su cuerpo sobre el mío hasta que estuvo encima de mí. Se sentó a horcadas en mi cintura y presionó pequeños besos en mi cuello y hombros. Esta era su forma de aliviar mi dolor. Podía sentirlo en cada roce suave de sus labios. Sus caderas se movieron hacia abajo hasta que pude sentir su calor húmedo sobre mí. El contacto fue todo lo que necesité para estar listo.



Maite levantó las caderas y me deslicé dentro de ella con facilidad. Cuando estuve completamente dentro, se inclinó hacia adelante y apoyó la cabeza en mi corazón. Nos quedamos allí unos momentos. Disfrutando en una forma que sólo ella podía lograr.



Cuando sus caderas comenzaron a oscilar contra mí, no buscó mi boca o una manera frenética de encontrar su liberación. Ella sólo me amaba. Utilizó su cuerpo para amarme y sostenerme de la manera más íntima posible.



Envolví mis brazos a su alrededor y la abracé contra mí. Nos movimos entre sí a un ritmo perfecto que era desinteresado. Su propósito era sanar y consolar. Cuando el calor de Maite comenzó a apretar a mí alrededor y su cuerpo comenzó a temblar, grité su nombre y ella me siguió.



Después de que la llené con mi liberación, no se movió de mí. Me sostuvo en su interior mientras nos mirábamos a los ojos. Todo el dolor y la devastación de la noche anterior estaban allí. No necesitábamos palabras.



—Él hubiese querido que tú regresaras —dijo finalmente.



—Lo sé —le dije.



Ella colocó un beso en mi mejilla. —Él te amaba.



—Lo sé.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 28, 2015 1:25 pm

44

Maite

La playa se encontraba vacía. Era medio día en agosto y se encontraba vacía. Casi habían transcurrido cuarenta y ocho horas desde que Jace se ahogó. Los turistas ya habían vuelto a sus vidas. Fueron los locales los que se quedaron a llorar. William no quería salir aún de la casa. Tendría que hacerle salir eventualmente, pero no quería presionarlo.



Pensé que debía llamar a Tripp, pero no sabía qué decirle. Probablemente estaba con la familia. Lo vería mañana en el funeral. Lo sabía. Me sentía como si tuviera que llamarlo. Decir algo. Él lloraría por esto tanto como William. Jace era su primo. Él era como su hermano pequeño.



Luego estaba Bethy. No la había llamado. No sabía cómo reaccionaría William a eso. Obviamente, la culpaba por la muerte de Jace. Temía que lo hiciera para siempre. No sabía si se le podía conceder el perdón por esto. No de William.



Rush bajó por la mañana para ver cómo lo llevaba William. Él aún dormía. Le dije que le diría a William que pasó por allí. Grant había llegado una hora más tarde. Sus ojos enrojecidos me recordaron la mirada vacía de William.



William no se despertó tampoco. Durmió hasta las once. Cuando se dio cuenta que no estaba en la cama con él, se despertó sobresaltado y me buscó. No dijo nada, pero me llevó a su regazo. Nos sentamos allí durante una hora en silencio.



Finalmente, le dije acerca de Rush y Grant pasando por aquí. Le convencí entonces para que se vistiera y comiera algo. Aparté la vista del golfo y regresé a la cocina para comprobar el pollo parmesano que había puesto en el horno.



William salió de la habitación recién duchado y vestido con pantalones vaqueros y una camiseta. —Tengo que ir a la oficina hoy —dijo.



—El almuerzo está casi listo. ¿Puedes comer primero? —Tenía muchas ganas de darle de comer.



—Después de comer quiero que nos vayamos juntos. Te quiero conmigo.



No le pregunté por qué, me limité a asentir. En este momento parecía necesitarme. Sería cualquier cosa que necesitara que fuera. Era mi turno de ser la fuerte. Esta vez sería su hombro donde apoyarse.



—Huele bien —dijo mientras caminaba alrededor del mostrador para besarme. Hacía mucho eso últimamente, también. Más de lo normal. A veces eran desesperados besos hambrientos que llevaban a más, pero la mayoría de las veces eran besos que sostenían las palabras que no podía decir.



—Tengo que ir a la tienda. He trabajado con lo que teníamos —expliqué mientras sacaba el pollo del horno. Me mantuve ocupada poniendo los platos en la mesa y un poco de mantequilla en nuestro pan tostado.



—¿Soda? —pregunté.



—¿Tenemos té dulce? —preguntó.



Lo teníamos. Había hecho esta mañana. Le serví un vaso mientras él llevaba la comida a la mesa…



—Gracias —dijo mientras ponía el vaso delante de él.



—De nada.



Él extendió la mano y agarró mi mano. —No. Gracias por ser exactamente lo que necesitaba y saber cuándo quería hablar y cuando no. —Esa fue una de las oraciones más largas que había dicho desde que habíamos llegado a casa de la playa.



—Siempre seré lo que necesites que sea —dije, simplemente antes de tomar mi asiento.



Comimos durante unos minutos en silencio.



—Tengo que ver a sus padres... y a Tripp. Me llamó dos veces. Debo verlo también.



—Está bien.



—Quiero que vengas conmigo.



—Está bien —Concordé.



William miró hacia el agua. —¿Sabes cuándo es el funeral?



—Sí. Rush dijo que era mañana a las dos.



Su mandíbula se movió mientras miraba por la ventana. —¿Estará Bethy allí?



—Sí. Estoy segura de que estará —contesté.



Su mandíbula continuó tensándose como si estuviera apretando sus dientes.



Me acerqué y tomé su mano. —Will. Ella también lo amaba. Cometió un error con el que tendrá que vivir por el resto de su vida, pero lo amaba. Sabes eso.



—No puedo perdonarla —dijo.



—Entiendo eso. Pero recuerda que la amaba. La amaba lo suficiente como para morir por ella. Está sufriendo. No lo dudes. Está sufriendo ya que sabe por qué sucedió esto. Puedes odiarla, pero trata de recordar el dolor por el que está pasando. Y que Jace la amaba más de lo que se amaba a sí mismo.



William no dijo nada; se sentó allí, dejando que sostuviera su mano mientras miraba por la ventana.



Todos en Rosemary estaban en el funeral. Había más gente de la que había visto en cualquier evento en la ciudad. Bethy estaba sin vida. Su rostro pálido y mejillas demacradas. De pie al lado de su tía Darla y un hombre que supuse era su padre. Vi a los padres de Jace algunas ocasiones en el club. Los ojos de su madre estaban rojos e hinchados mientras se aferraba al brazo de su padre. Tripp estaba de pie al lado de ellos. Iba vestido con un traje oscuro. No se podían ver sus tatuajes y no se parecía en nada a un camarero sino más bien como el graduado de la Ivy League que habría sido si no hubiera huido de los planes de sus padres.



William se aferró a mi mano como si fuera su salvavidas. No la había dejado ir desde que llegamos. Rush también sostuvo la mano de Blaire con igual fuerza. Nate no estaba con ellos hoy.



Grant se encontraba al otro lado de Rush, sus manos metidas en los bolsillos delanteros y su rostro un ceño permanente. Parecía como si estuviera tratando de no llorar.



Los otros también asistieron, pero yo no podía ver desde donde estábamos de pie.



Cada uno de ellos había tenido un impacto en las vidas de los demás.



Todos tenían historias.



Todos ellos habían amado, y muchos habían perdido.



Esperaron a crecer y convertirse en adultos juntos. Casarse y dejar que sus hijos jugaran juntos.



Habían planeado ser la próxima generación de Rosemary.



Lo que no planearon era estar perdiendo a uno de los suyos. La pérdida de un miembro de su unido grupo. No habían visto su futuro sin uno. La muerte no los tocó antes. No de esta manera. No a uno de ellos.



Todo estaba a punto de cambiar.
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Mensaje por tamalevyrroni Sáb Nov 28, 2015 1:27 pm

45

Bethy

Toda mi vida había amado el sonido de las olas. La belleza natural del golfo. Estaba orgullosa de vivir en un lugar tan especial.



Pero todo eso había cambiado.

El choque de las olas era cruel. Habían pasado dos semanas desde que el agua me había arrebatado a Jace. Dos semanas desde que engañé a la muerte y esta se había llevado al hombre que amaba en mi lugar.



—Debería haber sido yo —le grité al agua. Quería que supiera que había cometido un error y había tomado la vida equivocada.



—Él no habría estado de acuerdo contigo.



No quería oír esa voz. No ahora. No ahora que Jace se había ido. Quería que él se alejara.



—Nadie debería haber muerto, Bethy. Y Jace se aseguró de que no fueras tú. No fue el agua la que se llevó a la persona equivocada. Jace tomó esa decisión. —Quería cubrirme los oídos como una niña y gritarle que se fuera. No le quería aquí. ¿Por qué estaba aquí todavía? Sabía que era mi culpa. Sabía que todo esto era mi culpa, y aun así no me miraba con odio, como William.



—Vete —dije sin volverme a mirarle.



—No voy a irme otra vez.



Esas no eran palabras que quería oír en ese momento. Tal vez cinco años atrás me habría encantado oír a Tripp Newark decirme que iba a quedarse en Rosemary, pero no ahora. Todos y cada uno de los sentimientos que tuve por Tripp murieron el día en el que salí de la clínica de aborto a la que tía Darla me había llevado, con un dolor en el pecho, donde solía estar mi corazón.



—Puedes hacer lo que quieras. Solo mantente alejado de mí —espeté, volviendo finalmente mi furiosa mirada hacia él. Todavía era igual de hermoso que cuando yo tenía dieciséis y era estúpida. Había dicho palabras bonitas y yo le había creído.



—Lo haré por ahora. Pero he estado huyendo durante cinco años, Bethy.



No era culpa mía que hubiera estado huyendo. Me había dejado sin una explicación o una disculpa. No había respondido a mis llamadas. Nada. Ni siquiera al mensaje que le dejé después de que hubiera matado a nuestro bebé. Había estado devastada. Él ni siquiera me devolvió la llamada entonces.



—¡Lo amaba! —grité, y señalé a Tripp con mi dedo—. ¡Amaba a Jace! ¡Era real! ¡Maldito seas! Fue real. No vengas a mí y me digas que vas a volver. No me digas que estás cansado de huir. ¡No me importa una jodida Oops!! Lo amaba. —Mis gritos de rabia se habían convertido en sollozos, pero no me importaba. Él había pedido esto. Debería haberse mantenido alejado de mí.



—Le quería —dije una vez más, antes de volverme y alejarme.



—Yo también le quería. Era como mi hermano. Era todo lo que yo no era. Era bueno. Era honesto. Era fuerte. Te merecía.



Me detuve y dejé que el dolor se deslizara a través de mí. Se ha ido. ¿Cómo puede haberse ido?



—Lo siento, Bethy. Siento dejarte ese verano. Era joven y estú*pido. Mis padres querían cosas para mí que yo no quería, y me daba miedo convertirme en mi padre. Así que huí como el demonio. Quería decírtelo. Maldición, quería llevarte conmigo, pero tenías dieciséis años. Eras incluso más niña que yo. ¿Cómo iba un mocoso de dieciocho años a cuidar de una chica de dieciséis?



Era el pasado. Nada de lo que él dijera iba a compensar lo que había hecho. Se había acabado. Lo había dejado ir y enterrado, y había seguido adelante.



—Estaba enamorado de ti, Bethy. Fuiste la primera chica a la que amé alguna vez. Has sido la única chica a la que he amado jamás. Nunca quise hacerte daño. Cuando Jace fue lo suficientemente listo como para enamorarse de ti, supe que estarías bien. Él te daría todo lo que merecías.



—¡Cállate! —espeté, dándome la vuelta y mirándole—. ¡Solo cállate! ¡Él no lo sabía! Me amaba y confiaba en mí, y no lo sabía. Nunca se lo dije. No era merecedora de él. Nunca fui digna de él. Fui una mentirosa. Estoy corrompida. Estoy sucia.



Tripp dio un paso hacia mí. —No, no lo estás. Solo porque confiaste en mí‖con‖tu‖amor‖y‖luego‖me‖diste‖tu‖virginidad…‖Bethy,‖eso‖no‖te‖hace‖estar‖ corrompida o sucia. Lo que nosotros tuvimos no fue incorrecto. Fue real. Yo era demasiado joven para tratar con ello, pero fue jodidamente real. Nunca me dejó.



Darle mi virginidad fue estú*pido. Yo era una buena chica en aquel entonces. Para mí, el sexo era igual a amor. Pero Tripp había cambiado todo eso. Me había convertido en algo de lo que Jace me salvó. La chica que Tripp había destruido, Jace la había salvado y querido.



—No. Amarte fue estú*pido, no incorrecto. Confiarte mi virginidad fue un error, no algo sucio. Pero matar al bebé que creamos porque no te preocupaste‖lo‖suficiente‖como‖para‖devolver‖mis‖llamadas…‖eso‖es‖lo‖que‖me‖ hizo indigna de alguien como Jace.



Me di la vuelta y me alejé. Esta vez, él no intentó detenerme.
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